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Existen muchos tipos de narradores y muchas clasificaciones. Sin embargo, una de las
clasificaciones más usadas es en función de la persona verbal utilizada para contarnos
la historia: primera (yo), segunda (tú), tercera (él). Vamos a ver, según esta clasificación,
qué tipos de narradores son los más frecuentes.
NARRADOR PROTAGONISTA
Facilita una máxima empatía con el lector, ya que al describir los sentimientos y las
motivaciones que lo empujan a actuar de una determinada manera se presenta como
alguien cercano y fácil de comprender.
Aporta credibilidad a la historia, como si se tratara de una confesión que le hace al
lector (como cuando alguien nos cuenta de primera mano algo que ha visto).
Impide al lector conocer más allá de su punto de vista. El lector no puede acceder a
los pensamientos y a las motivaciones del resto de personajes, por lo que la objetividad
de la historia se ve resentida.
Su lenguaje viene delimitado por el tipo de personaje que representa (acorde con su
edad, su procedencia o clase social…). De esta manera, si se trata de un personaje de
una clase social baja, su habla debe reflejar esa circunstancia (con el uso de vulgarismos
y con un argot determinado, por ejemplo). Jamás en toda la historia podrá escapar de
esta limitación lingüística.
NARRADOR TESTIGO
Su lenguaje viene delimitado por el tipo de personaje que representa (acorde con su
edad, su procedencia o clase social…). De esta manera, si se trata de un personaje de
una clase social baja, su habla debe reflejar esa circunstancia (con el uso de vulgarismos
y con un argot determinado, por ejemplo). Jamás en toda la historia podrá escapar de
esta limitación lingüística.
Ejemplo
Ejemplo
Entras en el bar ansioso por encontrarla. Llevas toda la semana esperando este
momento y ahora que se acerca te notas patoso y acobardado. Rápidamente te haces
cargo de la situación: ella todavía no ha llegado, y Mike y los demás están en la barra.
Te acercas a ellos.
NARRADOR OMNISCIENTE
Este narrador habla en tercera persona. No participa en los hechos, o sea, es externo a
la historia y la contempla desde fuera.
Es la figura de “el que todo lo sabe”. Este narrador habla en tercera persona y no se
corresponde con ningún personaje, ni protagonista ni secundario. Se trata de alguien
que nos cuenta la historia desde arriba, como si fuera Dios. Puede ver todo lo que
pasa en el presente, incluso lo que pasa en un mismo momento en lugares distintos o
alejados, y conoce el pasado y el futuro; es decir: se desplaza libremente por el tiempo
y el espacio. Y no sólo sabe lo que sucede, sino que también conoce todo lo que piensan
y sienten los personajes. Su conocimiento de los hechos, por tanto, es total y absoluto.
Por otro lado, esta figura puede hacer sus propias reflexiones y juzgar a los
personajes. Es el tipo de narrador más habitual de la novela y un grandísimo porcentaje
de obras maestras están escritas en este punto de vista.
Ejemplo
Juan la dejó con la palabra en la boca. Sentía que en realidad se lo tenía bien merecido,
porque, aunque decía que quería ayudarlo, nunca lo hacía y siempre encontraba algún
motivo para salirse con la suya. Se encerró en su despacho, puso música clásica y sacó
los papeles que le había dado Miguel creyendo que si volvía a leerlos con calma tal vez
hallaría alguna pista.
Inés, por su lado, no tuvo el valor de subir. Estaba agotada y ya no sabía cómo
demostrarle que su amigo no era lo leal que él creía. Años después se reiría de todo
esto, pero, por el momento, no podía más que estar ahí, dándole vueltas al asunto.
Estuvo tumbada escuchando sonar en el piso de arriba ‘Las cuatro estaciones’ de
Vivaldi, hasta que, finalmente y de puro cansancio, quedó dormida.
El narrador no está presente en la historia. Sin embargo, sabe todo lo que sucede en el
piso de arriba y en el de abajo. Sabe lo que hace Juan y lo que al mismo tiempo hace
Inés, sabe lo que ambos piensan y sienten e incluso, en el caso de Inés, nos hace
partícipes de lo que ésta pensará en el futuro (se reirá de todo esto).
Juan la dejó con la palabra en la boca. Sentía que en realidad se lo tenía bien merecido,
porque aunque decía que quería ayudarlo, nunca lo hacía y siempre encontraba algún
motivo para salirse con la suya. Se encerró en su despacho, puso música clásica y sacó
los papeles que le había dado Miguel creyendo que si volvía a leerlos con calma tal vez
hallaría alguna pista.
Juan la dejó con la palabra en la boca. En realidad, se lo tenía bien merecido. Aunque
decía que quería ayudarlo, nunca lo hacía y siempre encontraba algún motivo para
salirse con la suya. Se encerró en su despacho, puso música clásica y sacó los papeles
que le había dado Miguel creyendo que si volvía a leerlos con calma tal vez hallaría
alguna pista.
Se expresa en un lenguaje neutro, sin limitaciones dadas por los personajes. Como
no forma parte de la historia ni la protagoniza, su habla no tiene que corresponderse con
el habla de sus personajes. Así, aunque sus personajes sean de una clase social baja, la
voz del narrador podrá expresarse en un lenguaje neutro y sin vulgarismos o limitaciones
dadas por ese entorno cultural o educativo.
NARRADOR OBSERVADOR
Juan la dejó con la palabra en la boca. Se encerró en su despacho, puso música clásica
y sacó los papeles que le había dado Miguel. Inés, por su lado, estuvo tumbada
escuchando sonar en el piso de arriba ‘Las cuatro estaciones’ de Vivaldi, hasta que,
finalmente, quedó dormida.
Se expresa en un lenguaje neutro, sin limitaciones dadas por los personajes. Como
no forma parte de la historia ni la protagoniza, su habla no tiene que corresponderse con
el habla de sus personajes. Así, aunque sus personajes sean de una clase social baja, la
voz del narrador podrá expresarse en un lenguaje neutro y sin vulgarismos o limitaciones
dadas por ese entorno cultural o educativo.