SOBRE EL REY LEAR
Por
LUISA JOSEFINA HERNANDEZ
La traduccién de E/ rey Lear como las de todas y cada una de las obras
de Shakespeare, presenta problemas propios, momentos de indecisién en
que la interpretacin se hace posible y el juicio del traductor entra en jue-
go por mis modesto que éste sea. En el caso presente se han dado solucio-
nes ceniendo muy en cuenta el hecho de que Ia traduccién de un drama no
puede tener mejor uso que su representacién y para ello requicre ciertas
cualidades como la facilidad de ser dicha y la facilidad asimismo para ser
comprendida, porque Ja palabra en el teatro pasa con extremada rapidez
20 deja tiempo para la meditacién y en consecuencia para la comple-
J
Antes de iniciar este trabajo también se tuvo la precaucién de con-
sultar diferentes ensayos sobre el asunto; esto, por haber albergado varios
temores, entre ellos ¢l de traicionar con vocablos que sugieren tonos y
significados, algunos elementos esenciales. Fundamentalmente los que se
se refieren al personaje del Rey Lear.
No se trata tan sdlo del caracter de los personajes en general, porque
antes de terminar el primer acto ya sabemos que Goneril, Regan, Cornwall
y Edmund son irreparablemente malvados, en tanto que Edgar, Kent,
Cordelia y el Rey de Francia, son y serin nobles hasta la muerte. El pro-
blema es Ja calidad indefinible de aquellos a quienes Shakespeare no hizo
firmes en las actitudes de su alma y cuyas vacilaciones ocurren ante nues-
tros mismos ojos,
Las conclusiones sacadas a este respecto y que sirvieron de base a la
traduccién son las siguientes:
4) Que el personaje de Lear tiene una trayectoria que corre parejas a
la del Conde de Gloucester en cuanto a las causas de sus respectivas des-
gracias y también en relacién con sus reacciones a las mismas.
En primer lugar, el origen de sus problemas es haber tratado mal a
los hijos buenos al tiempo que confiaban en la hipocresia de los malos, lo
cual revela superficialidad de juicio y violencia de cardcter; cuando am-
bos caen en la cuenta de su error, es demasiado tarde: uno esté a punto
de enloquecer y el otro esta ciego.
En segundo lugar, la dolorosa situacién de ambos logra en ellos mejo-
665res sentimientos y reflexiones mis serias de las que han tenido antes; el
suftimiento engrandece sus espiritus.
Lear dice, en el Tercer Acto:
jAb, en lo pasado,
poco he pensado en esto! Pompa, vudlvete humana,
exponte a sentir lo que los deswalidos van sintiendo
para que les entregues lo superfluo
} les sowsaris gos al alo wo ar Rapa.
¢Dénde esta Lear que le exige a su hija muy amada una vana exhibi-
cidn de afecto y que la maldice porque ella se niega? Ha cambiado. Tam-
bién cambia Gloucester; al principio del Acto Cuarto, cuando més deses-
perado est, piensa en los otros casi con las mismas palabras:
Gielos, sed siempre ast.
Permitid que el hombre superfluo y acostumbrado al lujo
que viola vuestras érdenes, que ha de verlas,
a ae no las siente, sienta vuestro poder en forma repentina:
distribucién caerd sobre el exceso
y cada hombre tendré lo suficiente.
Ambos, Lear y Gloucester, terminan pidiendo perdén a los hijos
ofendidos porque es justo y ademas, porque ya tienen la grandeza para
hacerlo, Esto es mas evidente en Lear, uno de cuyos pecados mayores €s
In soberbia y que en principio se niega a ver a Cordelia porque lo ator-
menta “una vergiienza soberana”, Aun asi, cuando se encuentran, crece lo
suficiente para ponerse en sus manos y decirle:
Os rwego que no os burlbis de mi.
Soy un viejo muy tonto,
mivy terco altanero, ni mas ni menos,
Y, para no ocultaros nada,
me temo que estoy loco...
Y unas lineas después:
Te ruego ahora que olvides y perdones.
Soy viejo y estoy loco.
En cuanto a Gloucester, quien es pricticamente obligado a vivir por
su hijo Edgar, hace no sélo reconocimiento de su error sino que tiene los
mAs notables momentos cuando también acepta la vida, después de su
suicidio frustrado, justamente cuando le es mas ingrata:
.Y habré de soportar el sufrimiento
hasta que &l solo diga a gritos:
{Basta! ;Basta!, y muera.
666Inmediatamente recordamos el Edipo en Colono, de Séfocles, otra
obra maestra sobre la vejez, cuyo climax es el crecimiento de los defectos
de Edipo quien violento como un hombre, soberbio como un hombre y
vencedor sobre sus hijos maldccidos, es recogido por los dioses para
morar entre ellos, O sea una trayectoria inversa que nos muestra dos dife-
rentes concepciones de la grandeza: lo que en Lear es el perfeccionamiento
significa la renuncia a sus defectos, la perfeccién en Edipo es recobrar las
fallas que le son caracteristicas y con ellas a cuestas, pues son la clave de
su condicién, ser recogido por los dioses.
De esta linea dramatica colegimos que el climax en El rey Lear no
son las escenas de la Jocura, cuya alta intensidad se presta a tomarlas
en esa forma, sino los pasajes mencionados, donde el personaje central
Mega a la cumbre de su transformacién, Bueno es notar que Gloucester,
como personaje secundario, no tiene.climax en este sentido ni debe te-
nerlo, por lo tanto, Shakespeare hace que la escena del perdén y recono-
cimiento de su hijo fiel, nos sea contada y no se representa.
Esta conclusién reviste importancia capital para una posible repre-
sentacién de la obra, tanto como para la traduccién, porque da Ia clave
del tono que requieren las escenas anteriores.
Ademas, la conciencia de que hay dos personajes verdaderamente
sujetos a un cambio y con movimiento trigico aleja la sensacién de lo
melodramatico, donde el caracter es un simbolo del bien y del mal res-
pectivamente,
5) Que los personajes ya mencionados como buenos o malos, tienen
interés tragico no por sus propios rasgos, pues todos ilustran Ja idea de
que el mal se agota a si mismo, en tanto que el bien es una fuerza crea-
dora, sino como estimulos a Ia linea central de la obra.
No es importante que Goneril, Regan y Edmund sean monstruos
de maldad, lo importante es el efecto que esto logra sobre Lear y Glou-
cester, quienes de ninguna manera lo son, y para prueba estd la simpatia
y el amor que por ellos tienen Edgar, Kent, Cordelia y el Duque de
Albany.
Es de tomarse en cuenta, por ejemplo, la sutileza que hay en {a
gradacién de la maldad de las dos hermanas, que siendo ambas crueles,
sensuales y destructivas, no son en modo alguno exactas. También su
diferencia con Edmund, quien medica, monologa, y ya herido de muerte,
se conmueve.
En el teatro de Shakespeare el mondlogo cortesponde a Ja posibilidad
de tener una conciencia, posibilidad negada a ambas hermanas.
¢) Que el tono general de la obra es el mas violento que encontramos
en Shakespeare, no sélo en los sucesos (no hay que olvidar que al Conde
de Gloucester le sacan los ojos en escena) sino en los parlamentos.
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