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Pautas para la interpretación de las

Parábolas y Alegorías

Contenidos

1. 1 Definiciones y características

2. 2 ¿Qué es una parábola?

3. 3 ¿Qué es una alegoría?

4. 4 Diferencias entre parábola y alegoría

5. 5 Semejanzas entre parábola y alegoría

6. 6 Pautas hermenéuticas

7. 7 Lo que provoca el relato

8. 8 Análisis exhaustivo

9. 9 Enfocando la verdad central

10. 10 Evitando los excesos

11. 11 Consideraciones finales

12. 12 Conclusión
13. 13 Bibliografía

PARÁBOLA ALEGORÍA
Tiene un punto central Tiene mas de un punto central
Enseña una verdad Enseña varias verdades
Cada detalle reafirma el tema central o El detalle de la alegoría es variado con más
punto de énfasis de un tema.
Pueda tener detalles no pertinente; todo los Pueda tener detalles no pertinente; todo los
rasgos de la parábola no tienen que ser rasgos de una alegoría a no tiene que ser
identificado. identificado.
Usualmente la historia se separa de su
Entrelaza la historia y el significado
interpretación y aplicación.
La interpretación usualmente sigue a la La interpretación se consigue dentro de la
parábola alegoría
Definiciones y características
Para poder definir ambos términos es preciso que vayamos primeramente a
las fuentes primarias del Antiguo Testamento, donde encontramos la palabra heb.
mashal sin embargo tenemos que entender según Roberto Fricke cual es el uso de
este vocablo:
"Es de conocimiento común que mashal puede significar varias cosas en el Antiguo
Testamento, y curiosamente sólo llega a significar lo que entendemos por historia
parabólica pocas veces. Mashal puede significar: proverbio, enigma máxima ética,
frases breves de sabiduría popular hebrea. A veces estos mashal se nos dan en
forma poética, y hay veces inclusive cuando nos invitan a una especie de
comparación."[1]
Como es común en el idioma hebreo, una sola palabra puede denotar muchos
significados en castellano tal como vemos en el uso del término mashal.

¿Qué es una parábola?


Las parábolas eran figuras del lenguaje muy usadas en los tiempos de Cristo.
Los grandes maestros rabínicos de su época, de la talla de Hillel y Shammai las
usaron en sus enseñanzas, también las encontramos en la literatura judía como el
Talmúd y otros libros sapienciales. Ahora bien, eso no significa necesariamente que
nuestro Señor Jesucristo copió los dichos de otros maestros, claro que no, las
parábolas de Cristo eran netamente originales. Lo que nuestro Señor hizo fue
adaptar esa figura de lenguaje muy usada en su tiempo a las elevadas enseñanzas
del reino de Dios, lo cual sí se constituiría una novedad en su época. Así lo explica
el gran teólogo escocés Alexander B. Bruce haciendo una interesante y muy atinada
comparación:

"Eran verdades eternas del reino divino que hasta los días de Jesús no habían sido
anunciadas. Las cosas terrenales siempre han sido aptas para simbolizar las cosas
celestiales, pero hasta que apareció el gran Maestro, nadie jamás había pensado
usarlas para revelar a personas corrientes lo profundo de Dios.
Del mismo modo, nadie antes de Isaac Newton había pensado en relacionar la caída
de una manzana con la rotación de los cuerpos celestes, aunque desde la creación
del mundo las manzanas habían caído al suelo."[2]
Ahora vamos a definir una parábola primeramente desde su etimología: Este
término proviene de dos vocablos griegos para = al lado de; y el vb. baló = arrojar;
es decir arrojar una cosa junto a otra con el propósito de compararlas. Estas
comparaciones no son símiles propiamente dichos, sin negar que haya símiles en
el contenido de las parábolas, pero como dice el Doctor Terry en su libro de
hermenéutica acerca de una parábola:
"Es, esencialmente, una comparación o símil y, sin embargo, todos los símiles no
son parábolas. El símil puede apropiarse una comparación de cualquier género o
clase de objetos, ora reales o imaginarios. La parábola está limitada en su radio y
reducida a las cosas reales. Sus imágenes siempre incorporan una narración que
responde con verdad a los hechos y experiencias de la vida humana."[3]
En un artículo publicado en internet, el autor Joselito Orellana Mora (Ph.D.), hace
una definición que a mi juicio es equivocada sobre lo que es una parábola, dice: "Es
una narración alegórica que usa símbolos terrenales y conocidos para ilustrar
verdades celestiales y eternas..."[4]
Esta definición más bien pareciera que hace alusión a una alegoría y no a una
parábola, porque la narración parabólica no es alegórica sino real y no usa símbolos
sino eventos de la vida cotidiana, estos a su vez reflejan no muchas sino una solo
verdad o enseñanza.
En virtud de esta explicación, definimos a una parábola como un relato tomado de
la vida y la experiencia diaria del ser humano con el propósito de transmitir, no
muchas verdades, sino una sola verdad fundamental. En las parábolas de Cristo
esta verdad se centra principalmente en el inicio, actividad, y extensión del reino de
Dios.

¿Qué es una alegoría?


Al igual que en el caso de la parábola, la alegoría era una figura del lenguaje
que se usaba en los tiempos de Cristo y aún mucho antes, véase p. ej.: algunas
alegorías en el Antiguo Testamento como Jueces 9:8-15; 2 Reyes 14:9, 10. Así
mismo en las culturas orientales era muy significativo el uso de las alegorías. La
palabra griega que aparece en el Nuevo Testamento para traducir alegoría es
paroimian no obstante, posee varios usos, tal como lo explica A. T. Robertson:
"Vieja palabra para denotar proverbio de para (al lado) y oímos, camino, un dicho al
lado del camino o de camino. Como proverbio en el N.T. en 2ª P. 2:22 (cita Pr.
26:11), como dicho simbólico o figurativo en Jn 16:25, 29, como alegoría en Jn. 10:6.
No aparece en ningún otro pasaje del N. T."[5]
Para que nuestros lectores no caigan en confusión, lo que Robertson trata de
explicar es que el uso del término gr. paroimian en el Nuevo Testamento significa
tanto alegoría como proverbio o también un dicho simbólico o figurado, por lo cual,
eso no quiere decir que la alegoría, lingüísticamente hablando, sea lo mismo que
un proverbio o cualquier expresión figurada. Lo que tratamos de observar aquí es
nada más y nada menos que el uso de la palabra dentro del Nuevo Testamento.
Por otro lado el término alegoría, tal y como aparece escrito en castellano según el
doctor Terry tiene la siguiente connotación:
"...del griego allos, "otro" y agoreno, "hablar" o "proclamar"; esto es, decir otra cosa
de la que se expresa o, por así decirlo, que se expresa otro sentido que el contenido
en las palabras empleadas."[6]

Ahora podemos definir la alegoría, como un relato ficticio que representa una
realidad concreta, y que a su vez se mantiene oculta. Esa realidad está "vestida"
con adornos de lenguaje figurado, (p. ej. cuando los árboles y otros objetos
inanimados hablan y expresan sentimientos) para dar belleza a la expresión sin
perder la relación de semejanza entre lo uno y lo otro. (es decir, entre lo ficticio y la
realidad que se desea expresar).
Diferencias entre parábola y alegoría
Existen algunas diferencias interesantes entre una parábola y una alegoría,
ambas pertenecen a uno de los métodos de enseñanza usados por nuestro Señor
Jesucristo en sus discursos. Sin embargo para que el lector pueda notar la
diferencia entre ambas, sin caer en dogmatismos vamos a proceder así:

(1) La parábola contiene relatos tanto verídicos como imaginarios pero que
no escapan de la realidad, es decir, no traspasan los límites de lo posible, por el
contrario la alegoría siempre es ficticia o fantasiosa.

(2) La parábola comunica una sola enseñanza o verdad espiritual en su


contenido esencial, sin negar que existen analogías que se desprenden de las
mismas; la alegoría puede transmitir muchas enseñanzas e ilustraciones en su
contenido esencial. Así lo explica George E. Ladd, ex catedrático y profesor de
Nuevo Testamento en el Seminario Teológico Fuller:

"Como los detalles de una alegoría están bajo el control del autor, se puede
estructurar de forma que cada uno de ellos contenga un significado importante y
distintivo...Una parábola es un relato tomado de la vida diaria...Como el autor no
crea el relato y, en consecuencia, no tiene control total de los detalles, estos tienen
a menudo poco importancia para la verdad transmitida. La parábola tiene como fin
transmitir fundamentalmente una sola verdad y no un conjunto de verdades."[7]

(3) La parábola en muchos casos introduce comparaciones textuales como


p. ej. "el reino de los cielos es semejante a..." señalando así su punto de partida y
haciendo una mención descriptiva de aquello que se desea comparar, mientras que
la alegoría evita por todos lados describir y dar a conocer el objeto de su
comparación.

(4) La parábola por su forma y expresión tiene su interpretación fuera del


relato, no obstante la alegoría tiene su interpretación dentro del mismo relato, tal
como lo aclara el Doctor Terry:

"La parábola es esencialmente una comparación formal y obliga al intérprete, a fin


de hallar su significado, a ir más allá de la narración que ella hace; en tanto que la
alegoría es una metáfora extendida y dentro de sí misma contiene su
interpretación.

Semejanzas entre parábola y alegoría


Hemos visto algunas diferencias entre la parábola y la alegoría, ahora nos
corresponde observar aquellas características que las identifica. Si el lector novel
pasa por alto estos detalles, fácilmente puede confundirse al momento de toparse
con cualquiera de estas figuras en sus estudios de la Biblia. Por consiguiente,
veamos dos semejanzas clave.

(1) Tanto la parábola como la alegoría son dadas para transmitir alguna
lección o enseñanza. Así también lo dice un artículo publicado en Internet sobre
parábolas y alegorías:
"Tanto las parábolas como las alegorías han considerado generalmente como
formas de enseñanza que presentan al oyente ilustraciones interesantes, de las que
pueden obtenerse lecciones morales y religiosas..."[9]

(2) Ambas mantienen la cualidad intrínseca de comparar dos cosas o más.


Véase p. ej.: la clausula que aparece en Lucas 13:18; "Y dijo: ¿A qué es semejante
el reino de los cielos y con qué lo compararé?..." con la alegoría de la vid y los
pámpanos en Juan 15:1; "Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador."[10]
Nótese claramente que la forma de ambas expresiones es distinta, la primera
incluye textualmente el objeto de la comparación, es decir, el reino de los cielos;
mientras que la segunda, no contiene frases comparativas, sino, como si fueran
afirmativas, es decir, "Yo soy..." o "mi Padre es..." no obstante, ambas frases tienen
por objeto hacer comparaciones.

Pautas hermenéuticas
En esta segunda parte analizaremos, cuales son los pasos a seguir, en la
interpretación de parábolas y alegorías, no es la intención del autor ser dogmático
en este punto, tampoco descuidar las normas de una sana hermenéutica. Por lo
cual, vamos a partir desde el punto de vista del doctor Terry:
"Habiendo establecido la parábola y la alegoría y demostrado que la alegoría es, en
esencia, una metáfora extendida, no necesitamos reglas separadas y especiales
para la interpretación de las porciones alegóricas de las Escrituras. Los mismos
principios generales que se aplican a la interpretación de metáforas y parábolas se
aplican también a las alegorías."[11]
Habiendo comprendido ya el lector, que la parábola es al símil como la metáfora es
a la alegoría, no tendrá problemas en dedicarse a interpretar cualquiera sea el caso.
El factor predominante, como se dijo al principio es mantener un sano equilibrio
hermenéutico. De manera que vamos a proceder según la recomendación del
doctor Terry en párrafo anterior.

Lo que provoca el relato


Tanto en las parábolas como en las alegorías y muchas otras figuras del
lenguaje, debemos tomar en cuenta esta pauta. Es lo que Manuel Cadenas Mujica
en su muy bien documentado artículo llama a este punto, "ocasión" y citando a José
M. Martínez dice:

"La situación particular que motiva la parábola es siempre


iluminadora"...Podemos hacernos las preguntas de rigor ¿qué, quién, cuándo,
cómo, dónde y por qué? A menudo, encontraremos respuesta en los propios
evangelios, sea explícita o implícitamente. En otros casos, cuando evidentemente
el material parabólico ha sido contextualizado de otra manera por el evangelista, es
preferible conformarnos con una de aquellas opciones..."[12]

Aunque no estoy de acuerdo con Manuel Cadenas al ubicar en segundo lugar la


ocasión de la parábola considero muy importante su aportación. Ya que ayuda
mucho a descubrir datos dentro de los pasajes bíblicos. Así mismo, Bruce también
llama la atención sobre la importancia de señalar la ocasión que provoca el relato
de la parábola en los labios del Maestro para su mejor comprensión:
"De las treinta parábolas registradas en los evangelios, la mayoría fueron
ocasionales, y se entienden mejor cuando se consideran en relación con las
circunstancias que las provocaron."[13]

Al estar en conformidad con la opinión de los autores citados, procedemos a


observar algunas ejemplos sencillos y prácticos dentro de las Escrituras para
comprobar cuánto ayuda al lector determinar la ocasión en que sucedieron los
eventos, los cuales dieron a luz las narraciones tanto alegóricas como parabólicas.
En Juan 10:1-6 tenemos el registro de una alegoría[14]pronunciada por Jesús
acerca de la obra del pastor aunque explícitamente no dice que Jesús sea el pastor,
implícitamente queda claro por el contexto de todo el pasaje. Lo que tenemos que
señalar aquí es, qué fue lo que ocasionó el relato de este pasaje.

En primer lugar, hay que precisar sobre los acontecimientos donde Jesús
contempla la conducta hipócrita de los fariseos que expulsaron de la sinagoga a un
ciego que fue sanado, cuando Jesús encuentra a este hombre, cuyo corazón se
abrió a la verdad, se declaró como el Hijo de Dios y éste le adoró. En segundo lugar,
podemos ver una lección en dos aspectos sobre la ceguera espiritual. La de
aquellos, como los fariseos que decían ver y eran ciegos y aquel que siendo ciego
pudo ver la Verdad de Dios. Aquí surge la pregunta, ¿Cómo un ciego puede guiar a
la luz a otro ciego? ¿Cómo puede alguien vivir en la mentira y conducir a otros a la
verdad?. Estas preguntas dan a luz la existencia de esta alegoría. Vemos en Cristo
al Pastor verdadero de su pueblo, al que va delante de las ovejas y estas le siguen.
Robertson observa lo mismo al decir:

"Los fariseos habían dado por supuesto anteriormente...que solo ellos eran los
conductores autorizados del pueblo...Por ello Jesús tiene una palabra directa hacia
ellos. Así, Jesús comienza esta alegoría de una forma característica.
Juan no emplea la palabra parabolé, sino paroimia (versículo 6), y realmente es una
alegoría que se explica a sí misma..."[15]
Si aplicamos esta pauta, a la parábola de los obreros de la viña en Mateo 20:1-16
que por su contenido y detalles ha sido considerada como "complicada" podremos
descubrir que no lo es, siempre y cuando podamos identificar la ocasión que la
produjo.

Veamos que en los pasajes anteriores Jesús estaba dialogando con el joven rico,
(véase Mateo 19:16-22). Este se justificaba así mismo alegando que guardaba todo
lo que Cristo le mencionó en los mandamientos v. 20. Pero cuando el Señor le dijo
que vendiera todas sus posesiones para dárselas a los pobres, se fue triste porque
tenía muchas posesiones y las amaba. Al ver esto Jesús, se vuelve a sus discípulos
y les habla sobre la imposibilidad de que un rico, como ese joven, entrara en el reino
de los cielos, v. 23. Debido a que no quiso dejar sus riquezas. Al ver los discípulos
que una persona tan íntegra y moral, con una conducta irreprochable como aquel
joven, no era partícipe del reino de los cielos, se llenaron de incertidumbre, v. 25.

Sin embargo, Jesús amorosamente disipa toda inseguridad apelando al poder de


Dios, v. 26. No contento con eso, el impetuoso Pedro hace una pregunta, mucho
más que interesante, es una pregunta clave. "He aquí, nosotros lo hemos dejado
todo, y te hemos seguido; ¿Qué pues tendremos?. Parafraseando esa pregunta
sería, "Señor, nosotros sí lo hemos dejado todo y fielmente te hemos seguido, ¿No
crees que merecemos una gran recompensa?". Pedro se arrogaba el derecho que
por mérito propio creía pertenecerle. Después de enterarse de las magníficas glorias
en el futuro, v. 28. Jesús no negó las recompensas por seguirle, v. 29 si cumplían
las condiciones mencionadas, como tampoco negó que habría distinciones entre las
recompensas, con la frase clave del v. 30. "Pero muchos primeros serán postreros,
y postreros primeros". Tomando en cuenta esta declaración, que resultó de la
pregunta de Pedro podemos determinar que esa pregunta ocasionó la respuesta de
Jesús y la posterior narración de esta parábola que se constituía una amonestación
para ellos y para nosotros también. Tanto M. S. Terry, como Roberto Fricke y aún
Alexander B. Bruce, concuerdan en señalar el espíritu interesado de los doce y de
alguna manera el del auditorio presente. Veamos lo que dice el doctor Terry:

"No es el más elevado de los espíritus el que pregunta: "¿Qué me darán a mí?",
mejor es preguntar, ¿Qué haré yo? Quien sigue a Cristo y por él se sacrifica en toda
forma, confiando que todo irá bien, es más noble que el que se detiene a hacer
convenios. Aún más, quien ingresa a trabajar en la viña de su Señor, sin hacer
preguntas tocante a salarios, es todavía más noble y de espíritu más elevado."[16]

De igual modo el Prof. Fricke hace referencia a la errónea actitud de los discípulos
al creerse merecedores de los favores de Dios al declarar:

"Para algunos judíos, inclusive, sus obras meritorias ponían a Dios en tal situación
que éste se sentía obligado a recompensarles por sus buenas obras. En cierto
sentido, por su obediencia a la ley, "manejaban" a Dios, coartando así su libertad.
Sin darse, cuenta los judíos hacían exactamente lo mismo que los paganos al
"controlar" a sus dioses por medio de sus sacrificios idolátricos. Desde luego, ni los
líderes religiosos judíos ni los discípulos de Jesús se daban cuenta del error de esta
actitud nociva que se había posesionado de ellos."[17]

Asimismo Alexander B. Bruce comenta:


"El propósito de la parábola de Jesús en Perea es enfatizar esta verdad, e insistir
en la necesidad de motivos y emociones correctas en relación con el trabajo y los
sacrificios.Enseña que poco trabajo hecho en el espíritu correcto es de mayor valor
que mucho trabajo en el espíritu equivocado, no importa con cuánto celo se haya
realizado. El trabajo de una hora realizado por quienes no han negociado es de
mayor valor que doce horas de trabajo por hombres que han soportado el calor y la
carga del día, pero que contemplan sus acciones con autocomplacencia."[18]
Si tomamos en cuenta los detalles y puntos expuestos en esta parte tendremos
mayor iluminación al momento de interpretar ésta y otras parábolas de la Biblia.

Análisis exhaustivo
Otra pauta no menos importante dentro de la interpretación de parábolas y
alegorías es analizar exhaustiva y detalladamente el contenido de la parábola y/o
alegoría que se desea comprender. Para que podamos hacer un buen análisis
debemos en primer lugar hacer una buena lectura del pasaje. Aunque tal vez
parezca superfluo e innecesario indicar al lector la importancia de una lectura
cuidadosa o minuciosa pero no es así; muchas veces no leemos correctamente y
cuando lo hacemos, nos falta una dosis de espíritu analítico para ir asimilando y
captando el contenido de la lectura. Sería bueno preguntar, ¿Cuántos de nosotros
al momento de leer una parábola o alegoría, vamos tomando en cuenta la ocasión
en que fue dicha y mentalmente ya estamos tomando nota de los personajes que
aparecen en el relato?. Esto resulta imprescindible sobre todo en las narraciones
más extensas donde se mencionan lugares, objetos, personas y hasta animales.
En el caso de las alegorías, para poder interpretar bien su contenido debemos tomar
en cuenta cada detalle ya que cada uno representa un significado, enseñanza o
lección moral. Cuando se trata de analizar las parábolas hay que tomar en cuenta
el personaje o personajes principales y secundarios, lo que Manuel Cadenas Mujica
llama "contenido esencial" y añade:

"Es decir, la parábola en sí misma, los protagonistas, la acción (inició, núcleo y


desenlace), palabras o frases que se repiten con insistencia."[19]

Al hacer nuestro examen también debemos considerar las acciones buenas o


malas de los personajes según sea el caso y encaminarlas si se trata de las
parábolas, a buscar la verdad central. En cuanto a las alegorías, tomarse la molestia
de analizar detalladamente tanto el contexto que dio lugar a su narración con los
distintos elementos de su contenido. P. ej. en la pasaje de 2 Reyes 14:9
encontramos una interesante alegoría que sería muy difícil de interpretar sino fuera
por los acontecimientos que le dieron lugar y por hacer un análisis detallado de los
elementos, veamos:

Primeramente, los acontecimientos que giran alrededor de esta figura son, (1) La
disputa de dos reyes rivales, Joás de Israel y Amasías de Judá. (2) La venganza de
Amasías al matar a los asesinos de su padre y asegurar su permanencia en el trono,
vv. 5, 6. (3) La altivez de Amasías quien después de vencer y aplastar a Edom bajo
su poderío, se vanagloria desafiando a Joás a verse las caras, vv. 7, 8. (4) La
respuesta de Joás en forma alegórica y su posterior advertencia. vv. 9, 10.
Ahora nos toca relacionar todo esto con los detalles de la alegoría:

(1) "El cardo (planta espinosa e inservible) que está en el Líbano", es decir
Amasías y su pueblo. (2) "Envió a decir al cedro (árbol fuerte cuya madera es muy
cotizada y útil) que está en el Líbano", referencia a Joás mismo y a su pueblo. (3)
"Da tu hija por mujer a mi hijo", referencia a la pretensión y orgullo de Amasías. (4)
"Y pasaron las fieras que están en el Líbano", es decir, el ejército de Joás. (5) "Y
hollaron el cardo", se refiere a la derrota de Amasías por parte de Joás en Bet-
semes.
Estos mismos principios se pueden aplicar también a la alegoría de Jueces 9:8-15.

Enfocando la verdad central


Sin ambages tenemos que puntualizar en esta sección, que nos vamos a
enfocar sólo en las parábolas ya que como dijimos en la sección anterior, las
alegorías toman en cuenta todos los detalles y figuras presentadas en el relato pero
en el desenlace obtenemos una o varias lecciones, según sea el caso. Por otro lado,
eso no sucede con las parábolas, pues ellas pese a que muestran acciones y
acontecimientos con personajes, lugares animales y otros detalles, su desenlace es
una sola lección, verdad o enseñanza y no un conjunto de verdades. Después de
haber determinado la ocasión que dio lugar a la parábola y de analizar
cuidadosamente su contenido ya tenemos en nuestra mente la idea de a dónde
queremos llegar. Voy a presentar lo que venimos diciendo de este modo:

Un conjunto de ríos afluentes (los elementos de la parábola) alimentan el caudal


de un solo río (el núcleo o desenlace) el cual desemboca en el mar (la verdad
central). En el caso de la alegoría nuestro ejemplo sería: Un solo río principal (el
contenido de la alegoría) que posee vertientes de ríos pequeños (las lecciones que
se derivan de su interpretación).
Un ejemplo de una parábola rica en detalles, imágenes y acontecimientos es la muy
conocida parábola del Sembrador en Mateo 13:1-9; Marcos 4:1-9; Lucas 8:4-8. A
pesar de toda esta diversidad de elementos vertidos en esta parábola, la verdad y
enseñanza central resulta inalterable, la propagación del reino de Dios. En la
explicación que tenemos registrada de los labios de nuestro Señor vemos cuatro
clases de terrenos y a su vez el resultado de la semilla depositada en los mismos.
(véase Mateo 13:18-23; Marcos 4:13-20; Lucas 8:11-15) Estos son los corazones
humanos que reciben la Palabra de Dios, de aquí se desprende el hecho del
auditorio heterogéneo de personas que estaban con él. Así veamos lo que dice el
doctor Ladd con respecto al mensaje central de la parábola:

"El mensaje de la parábola no quedaría afectado en lo más mínimo si hubiera


sólo dos clases de terreno, o si hubieran tres o seis. Tampoco quedaría afectado el
mensaje si los tres terrenos que no dan fruto fueran estériles por razones diferentes
a las que se alegan. Los tiernos brotes de trigo pueden quedar aplastados bajo el
pié de un caminante descuidado. Algunas semillas pueden ser devoradas por los
roedores. Estos detalles no afectarían el mensaje bíblico..."[20]
Igualmente, respecto a la parábola de los obreros y la viña, de Mateo 20:1-16
mencionada en líneas anteriores, M. S. Terry nos señala lo siguiente:

"...cuán erróneas son aquellas interpretaciones que hacen de "un denario al día" en
punto principal. ¡Cuán innecesario e inaplicable es considerar las palabras del padre
de familia (en los vs. 13-16) como equivalentes a la sentencia o condenación final,
o el asignar significado especial a lo de estas ociosos!"[21]

Estas interesantes y oportunas intervenciones del doctor Ladd y M. S. Terry


ayudarán mucho al lector a enfocar su estudio básicamente en el mensaje y no en
los detalles observables. Debemos recordar al lector que los detalles no son la
interpretación sino que ayudan a la interpretación, por lo cual, no deben constituirse
en elementos de distracción de la verdad o enseñanza central de la parábola. Esto
lo veremos en la siguiente sección.

Evitando los excesos


Habíamos mencionado, líneas arriba, acerca de mantener un equilibrio
hermenéutico al interpretar estas figuras del lenguaje pero lamentablemente, tanto
predicadores como miembros de iglesia, cometen lo que yo llamo "excesos de
interpretación" pues sin diferenciar entre parábolas y alegorías se zambullen
ciegamente en un mar de ideas sin orden hermenéutico tratando de ver enseñanzas
doctrinales, teológicas y hasta dispensacionales en los más mínimos detalles de las
narraciones. Muchas personas sinceras en su fe, a veces "alegorizan las parábolas"
y "parabolizan las alegorías" provocando alejarse diametralmente de la enseñanza
y propósito de las mismas.

Para que el lector pueda tener una idea de lo que venimos diciendo sobre los
excesos de interpretación, veamos una porción del artículo de Manuel Cadenas
Mujica el cual cita el libro de Gordon Fee y Douglas Stuart, titulado, "La lectura eficaz
de la Biblia" que nos registra una interpretación sobre la parábola del Buen
Samaritano, hecha por el teólogo más grande de la edad Media, Agustín de Hipona:

"-Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó: Adán. - Jerusalén: la ciudad de


paz celestial de la cual cayó Adán. - Jericó: la luna, y por eso significa la mortalidad
de Adán. - Ladrones: el diablo y sus ángeles. - Le despojaron: de su inmortalidad. -
Hiriéndole: al persuadirlo a pecar. - Dejándole medio muerto: como hombre vive,
pero murió espiritualmente, por eso está medio muerto. - El sacerdote y el levita: el
sacerdocio y ministerio del Antiguo Testamento. - El Samaritano: se dice que
significa 'guardián'; por lo tanto se refiere a Cristo mismo. - Vendó sus heridas:
significa que vendó las limitaciones impuestas por el pecado. - Aceite: el consuelo
de la buena esperanza. - Vino: una exhortación a caminar con espíritu ferviente. -
Cabalgadura: la carne de Cristo encarnado. - Mesón: la Iglesia. - Otro día: después
de la resurrección. - Dos denarios: promesa para esta vida y la venidera. -
Mesonero: Pablo"[22]

No existe interpretación que "maltrate" más las reglas de la hermenéutica que


ésta. El lector notará que se ha tomado en cuenta todos los detalles de la parábola
y se la ha convertido en una alegoría obviando su mensaje principal. Todo
estudiante o estudioso serio de la Biblia debe ser muy reverente al momento de
hacer una buena interpretación de la Palabra de Dios en este aspecto. Ahora
podemos comprender cómo es que algunas parábolas resultan difíciles y oscuras
para poder interpretarlas, y como es que al predicarlas muchos dan vueltas
alrededor y nunca llegan al punto principal, debido a que muchos detalles que no
pertenecen a la verdad central, han sido tomados en cuenta por los expositores
cristianos. Tal y como el doctor G. Ladd vuelve a observar:

"Detalles como noventa y nueve ovejas (Lc. 15:4) y diez monedas (Lucas 15:8)
no tienen ningún significado especial. En la parábola del buen samaritano, el
significado alegórico de los ladrones, el sacerdote y el levita, el significado del aceite
y el vino, la razón de que sean dos monedas, el significado de Jerusalén, Jericó y
la posada no han de interpretarse con más significado del que se interpretaría la
identidad del pollino. Debemos, por tanto, buscar en cada una de las parábolas del
Reino una sola verdad básica."[23]

Todas estas observaciones deberían ser tomadas en cuenta por todos los
predicadores, maestros de la Palabra y otros aspirantes al púlpito, en fín todos
aquellos que aman su Palabra y buscan su rostro. Ahora bien, entre otros excesos
que se cometen al interpretar las parábolas, están también aquellos que forzando
el texto bíblico, quieren hacer decir lo que la Biblia no dice por ningún lado. Estos
inescrupulosos de la predicación han insertado sus propias ideas y pareceres al
pasaje bíblico, desplazando su verdadero mensaje e imponiendo el suyo propio. Por
tal razón el Rev. Kittim Silva, fervoroso predicador pentecostal y un maestro de la
predicación homilética, advierte: "Las parábolas nunca deben ser forzadas a decir
o interpolar en ellas más de la verdad central que enfocan o enseñan..."[24]

Una de las parábolas más bellas, didácticas y rica en imágenes y que a su vez,
es una de las que más ha sufrido la violencia de los predicadores, es la mal llamada
parábola del hijo pródigo. Digo mal llamada porque particularmente creo que no
debería llamarse así. Tal vez el lector estará sorprendido por mi declaración, no
obstante expongo mis razones. (1) Porque el nombre por sí solo no refleja el sentido
de la enseñanza principal de la parábola, la cual se basa principalmente en el amor
perdonador de Dios y no en el pecado del hijo. (2) Porque al decir "parábola del hijo
pródigo" automáticamente nuestros pensamientos se desvían de la enseñanza
central de la parábola y nos concentramos en estudiar más sobre la conducta
desobediente del hijo y no sobre el perdón del padre. También concuerda conmigo
el prof. Roberto Fricke al señalar:

"Aunque el nombre "hijo pródigo" se ha hecho ley por la costumbre, hay quien
opina que esto representa un transnombramiento, pues el punto de comparación no
es con el comportamiento del hijo sino con el gozoso amor perdonador del
padre...Ciertamente el padre de la parábola viene a ser el actor principal...El padre
de la parábola es un padre humano, pero, eso sí, ilustra el amor de Dios."[25]

Muchos predicadores, al verse invadidos por toda esta gama de imágenes,


colores, acciones y reacciones, no pueden resistir la tentación de ir más allá de lo
que Jesús trató de transmitir a sus oyentes. He visto las disputas que se han
formado sobre la discusión de quién es, el hijo mayor o mejor dicho a quien
representa. Unos opinan que representa a los fariseos otros creen que a todos los
líderes religiosos judíos, tampoco faltan los que le ponen el ingrediente escatológico
a la interpretación al decir que el hijo mayor representa a la nación de Israel que ha
rechazado al Mesías y el menor a las naciones gentiles que se acercan a Dios.
Todos estos, son simples "agregados" innecesarios a la parábola que no reflejan en
nada su mensaje ni tampoco ayudan a captar la enseñanza o verdad central de la
misma.

Consideraciones finales
Después de haber explicado y puntualizado todos estos principios sobre la
interpretación de parábolas y alegorías, es muy importante hacer algunas
consideraciones sobre lo expuesto anteriormente.

(1) Considerando las diferentes ocasiones que dieron lugar a las parábolas y
características que ellas hay, debemos señalar que no todas las parábolas de Jesús
tienen la misma forma de interpretación ya que la del Sembrador como la de la
Cizaña y el trigo tienen una interpretación alegórica que nos fue entregada por
nuestro Señor, estos son algunos casos excepcionales
(2) Considerando que existe mucha conexión entre las parábolas y que hay
mucha similitud entre algunas de ellas, es recomendable que el lector haga un
análisis paralelo entre ellas para ayudar a un mejor entendimiento de las mismas.
p. ej la parábola de los diez talentos con las diez minas, la parábola del tesoro
escondido con la perla de gran precio, entre otras.
(3) Considerando que tanto las parábolas como las alegorías nos imparten
enseñanzas morales y espirituales, cada interpretación debe ser comparada a la luz
de la doctrina general de la Biblia, si alguna interpretación contradice este principio,
inmediatamente deberá ser rechazada.
(4) Considerando que existen algunas parábolas extensas que abundan en
detalles y analogías como la del sembrador o la que comúnmente llamamos
parábola del hijo pródigo no debemos suponer que por eso contienen toda la verdad
del evangelio y del cristianismo. En otras palabras, no existe una sola parábola o
alegoría en la Biblia que contengan toda la verdad del evangelio.

"Es en torno a estos puntos que debe girar la interpretación de las parábolas. No
debemos suponer que hemos de encontrar todo el contenido del evangelio en una
sola parábola: "Por ejemplo, es erróneo decir que la parábola del hijo pródigo
contiene "el evangelio dentro de los evangelios", y deducir de ella que la doctrina de
la expiación no es vital para el cristianismo; o suponer, sobre la base del relato del
buen samaritano, que el servicio práctico a nuestro prójimo es tanto el todo como el
fin último del cristianismo".[26]
Todas estas aclaraciones son muy pertinentes para el lector que desea conocer su
Biblia y que tiembla ante la Palabra del Dios Santo.

Conclusión
Después de todo, las pautas y consejos para una mejor comprensión de las
parábolas y alegorías que han sido expuestas en estas cortas líneas, quisiera
animar al lector a continuar con el aprendizaje, con la humildad, con el amor y
respeto a las Sagradas Escrituras. Esto no termina aquí la labor es ardua y como
alguien dijo, "hay mucho pan que rebanar" y muchas veces el tiempo no alcanza en
nuestras abarrotadas vidas para dedicarse de lleno al estudio de la Palabra de Dios.
Lamentablemente vivimos en una generación que disfruta de su analfabetismo
bíblico y muchas veces nosotros los ministros, somos los responsables de toda esta
apatía espiritual. Aún los predicadores, los llamados al púlpito, nos conformamos
con lo que sabemos y tenemos y no cultivamos un espíritu analítico e investigador.
Por otro lado, resta decir que tanto las parábolas como las alegorías, necesitan ser
tratadas mejor durante nuestros sermones y enseñanzas, por tal razón, conviene
un estudio hermenéutico riguroso, sano y profundo. Asimismo en mención de lo que
hemos expuesto en este escrito, esperamos que haya servido de ayuda para dar el
primer paso de algunos lectores en el campo de la interpretación bíblica y que a
manera de trampolín le pueda servir de impulso en el salto a las profundas y mansas
aguas de la doctrina bíblica. Si esto sucede en la vida de mis lectores, algo habré
logrado.

Bibliografía
Bruce, Alexander Balmain. Tres años con Jesús, la capacitación de los doce,
(vols., I y II), Traducción de Carla Dongo Palacios, Moravia-San José: Costa Rica,
Desarrollo Cristiano Internacional, 2006.
Ladd, George Eldon. Teología del Nuevo Testamento, Traducción de José-María
Blanch y Dorcas González Bataller, Terrassa: Barcelona, Editorial Clie, 2002.
Robertson, Archibald Tomas. Imágenes verbales en el Nuevo Testamento, (tomo
5), Terrassa: Barcelona, Editorial Clie, 1990.
S. Fricke, Roberto. Las parábolas de Jesús, una aplicación para hoy, El Paso,
Texas: Estados Unidos de América, Editorial Mundo Hispano, 2006.
Silva, Kittim. Bosquejos para predicadores, (vol. IV), Terrassa: Barcelona, Editorial
Clie, 1991.
Terry, M. S. Hermenéutica, Versión española de Daniel Hell - Vicente Mendoza,
Terrassa: Barcelona, Editorial Clie, 2003.

Otros:
Cadenas Mujica, Manuel. ¿Cómo interpretas las parábolas de Jesús?, publicado en:
http://blogs.periodistadigital.com/btbf/trackback.php/140618
Orellana Mora, Joselito. Hermenéutica Bíblica, publicado en:
www.joselitoorellana.blogspot.com
Parábolas y alegorías, publicado en: www.amen-amen.net
Autor:
Edinson León Esquivel
[1] Roberto Fricke S. Las parábolas de Jesús, una aplicación para hoy. (El Paso,
Texas: Estados Unidos, Mundo Hispano. 2006), p. 25 (las cursivas son suyas)
[2] Alexander B. Bruce, Tres años con Jesús, la capacitación de los doce (vol. I.)
(Moravia, San José: Costa Rica, D.C.I., 2005), p. 57
[3] M. S. Terry. Hermenéutica. (Terrassa: Barcelona, Clie, 2003) p. 115.
[4] Joselito Orellana. Hermenéutica Bíblica, en: www.joselitoorellana.blogspot.com
(énfasis añadido)
[5] Archibald T. Robertson, Imágenes verbales en el Nuevo Testamento, (tomo 5).
(Terrassa: Barcelona, 1990), p. 201.(las cursivas son suyas)
[6] M. S. Terry, Op. cit. p. 139 (las cursivas son suyas)
[7] George E. Ladd, Teología del Nuevo Testamento. (Terrassa: Barcelona, Clie,
2003), p. 130
[8] M. S. Terry, Op cit., p. 116
[9] Parábolas y alegorías, en: www.amen-amen.net
[10] Para ayudar un poco al lector, a comprender mejor lo que venimos diciendo,
voy a explicar a la brevedad posible lo que acertadamente dice el doctor Terry en
su libro, Hermenéutica, sobre dos figuras del lenguaje, el símil y la metáfora. Sobre
el primero dice: "Cuando se hace una comparación formal entre dos objetos,
buscando impresionar la mente con algún parecido o semejanza, la figura se llama
"símil". En Isaías 55: 10-11, hallamos un hermoso ejemplo de esto..." p. 99. En
cuanto a la segunda dice: "La metáfora es una comparación implicada y en todos
los idiomas ocurre con mucha mayor frecuencia que el símil. Se diferencia de este
en ser una forma de expresión más breve y más contundente y en que transforma
las palabras, de su significado literal a otro nuevo y notable. El pasaje que se halla
en Oseas 13:8: "Los devoraré como león", es un símil o sea una comparación
formal; pero Gén. 49:9: "Cachorro de león es Judá", es una metáfora" p. 102. Ahora
bien, el lector notará que en una parábola se usa el símil o comparación, pero
mayormente en las alegorías predomina el uso de la metáfora. No es lo mismo decir:
"vosotros sois la sal de tierra" (metáfora) que decir, "vosotros sois como la sal de la
tierra" (símil).
[11] Terry, Op. cit., pp. 139, 140
[12] Manuel Cadenas Mujica, ¿Cómo interpretas las parábolas de Jesús? En:
http://blogs.periodistadigital.com/btbf/trackback.php/140618
[13] A. B. Bruce, Op. cit., p.54 (Nota: El mismo Bruce considera que el número treinta
es aproximado, ya que como dice él: "distintos autores difieren en la cantidad de
parábolas..." véase la nota de pié nº 2 en la p. 61)
[14] (nuestra RV60 presenta a mi juicio equivocadamente, como título: "La parábola
del redil" cuando vemos que el v. 6 despeja toda duda)
[15] A. T. Robertson, Op. cit., p. 199.
[16] M. S. Terry, Op. cit., p. 134, 135. (las cursivas son suyas)
[17] R. Fricke, Op. cit., pp.146, 147.
[18] Alexander B. Bruce, Op. cit. (vol. II), p. 36. (las cursivas son suyas)
[19] M. Cadenas Mujica, en: loc. cit.
[20] G. E. Ladd, Op. cit., p. 134.
[21] M. S. Terry, Op. cit., p. 135.
[22] M. Cadenas Mujica, en: loc. cit.
[23] G. E. Ladd, Op. cit., p. 130, 131. (las cursivas son suyas).
[24] Kittim Silva, Bosquejos para predicadores (vol. IV), Terrassa: Barcelona, Clie,
1991, p. 149.
[25] R. Fricke, Op. cit., pp. 131, 132
[26] (parábolas y alegorías, en: www.amen-amen.net)

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