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Práctico ARTE temas 60 y 61.

SESIÓN 11-------09/01/19 COMENTARIO 3 OBRAS DE ARTE

Nos encontramos ante una imagen que representa una pintura. Aparecen unos
personajes en primer plano sobre un fondo paisajístico. Su función puede ser
decorativa formando parte de un conjunto arquitectónico o como obra decorativa
para alguna estancia. Su temática podemos percibir que es religiosa, pues aparece un
personaje en señal de orar al Espíritu Santo o a un ángel divino. El estado de
conservación es idóneo, pues se puede apreciar todo detalle de la pintura. También
podemos decir que la obra nos transmite un mensaje didáctico-religioso, pues
aparecen elementos que se identifican con la religión cristiana. Su ubicación exacta no
la conocemos pero podría estar en un museo o en alguna construcción religiosa, como
una iglesia o catedral.

A continuación vamos a pasar a describir los aspectos técnicos de la obra. La técnica


en la pintura a comentar puede ser temple, pues pensamos que se trata de un cuadro.
Las líneas del dibujo no están delimitadas, pues predomina el color sobre la línea. Ya se
observa una diferencia con el románico, cuyas líneas dibujaban o perfilaban los
contornos. Aquí se aprecia cómo la forma se difumina con el color. La factura de la
obra está acabada, pues percibimos con detalle lo que se pretendía representar. En
cuando a los colores vemos que son tonalidades naturales para representar la armonía
de la naturaleza. Destacan los tonos marrones, verdes y azules para otorgar un
conjunto colorido pero con una gama de colores suave. Nada tiene que ver con el uso
de rojos o verdes fuertes que usaban en el pantocrátor del Románico o los tonos
fuertes del gótico flamenco. La luz de la pintura se consigue gracias a punto de fuga
elaborado a través de un paisaje que refleja la luz a través del uso de un tono azul que
imagina la luz del sol. Este fondo le aporta una sensación de luz, de profundidad. En
cuanto al volumen aparece representado por dos partes que dan la sensación de
volumen, de ocupación del espacio. El modelado es evidente a partir de las dos
montañas a ambos lados de la imagen que dan la sensación de volumen. El espacio se
representa mediante dos partes divididas por un fondo que le aporta profundidad, es
decir, aparecen dos montañas en un segundo plano divididas por el paisaje natural que
porta luz. El efecto que produce es una perspectiva aérea, pues se pueden imaginar en
la composición líneas paralelas desde el punto central que sería el paisaje. La
composición está dividida en estos aspectos comentados, destacando unos personajes
secundarios que vienen al encuentro de los personajes principales. Destaca el
contraste entre ambos lados del cuadro. Así, en la parte izquierda aparece una
elevación con un poblado en vertical que ocasiona una sensación de recargamiento.
Esto contrasta con la parte natural de la derecha, donde aparece la montaña desnuda,
la vegetación, los frutales. Se puede decir que aparece la parte racional y la moral. En
cuanto al movimiento es evidenciado por el volumen de las nubes, los pliegues de la
ropa o las ramas de los árboles que tienen un ligero movimiento. Todo ello aporta esa
sensación de no estatismo. Así, destaca el movimiento de los personajes del primer
plano, pues están en posiciones diversas generando dinamismo y naturalidad. Esa
armonía del sueño es rota por el personaje arrodillado en señal de orar al ángel una
premisa. Por último diremos que es una obra antinatural, pues aparece un poblado y
unos personajes que marcan lo natural pero destacan las figuras religiosas y el ángel
como algo supraterrenal.

En la obra destacamos el pathos o la pasión de los personajes, pues contrasta la


serenidad de los personajes tumbados con la preocupación del personaje que está
orando o rogando al Ángel.

En cuanto al análisis estilístico destacamos que esta obra puede enmarcarse dentro de
un periodo donde la técnica de pintura religiosa adquiere un matiz de natural. Es decir,
alejados de las pinturas donde Cristo se representa como un ente superior que
amenaza al fiel y lo intimida, aquí aparece dentro de una estructura natural, serena,
acompañado por la naturaleza. Esto denota que no estamos en el Románico ni en el
Gótico. También podemos decir que no es una imagen recargada con grandes
torsiones en los personajes o un horror vacui de elementos, sino que muestra una
imagen que da la sensación de serenidad, de profundidad. Esto nos hace pensar en el
Renacimiento y en concreto podemos pensar que se trata del final del quatroccento, o
principio del cinquecento en torno al XVI. Pensamos que no es a inicios del
renacimiento pues se trata de una obra que ha conquistado la perspectiva a través del
paisaje. Además, el paisaje se engloba dentro del conjunto de los personajes actuando
como eje vertebrador de la obra, no como un telón de fondo.
La obra pudo estar solicitada por un mecenas para decorar alguna estancia religiosa o
formar parte de un palacio. No hay que olvidar que los grandes mecenas de esta época
eran hombres de negocios que sufragaban las obras para engrandecerse con el arte. La
técnica resurge de lo clásico otorgando un desprecio al Románico y Gótico por ser algo
que huía de la técnica. Este prototipo de desproporciones será retomado en el
Barroco.

Nos encontramos en una sociedad que ha pasado del teocentrismo al humanismo.


Eso se denota en la pintura, pues el personaje con una corona dorada que representa
a Jesucristo o a algún santo, mantiene la misma forma que los otros personajes. Ya no
se usa el mayor tamaño para el personaje divino que denota su importancia sino que
todo forma parte de un conjunto. Esta obra es importante para la época porque
aparece una conquista del paisaje con el uso de la perspectiva aérea. Así, la naturaleza
de lo que representa es más natural, más cerca de lo real.
Para concluir podemos decir que se trata de una obra del renacimiento que muestra
la conquista del paisaje y el uso de la perspectiva. Así, aparece la fusión de lo divino y
lo terrenal dando lugar al pensamiento de la ápoca, un pensamiento humanista. Esta
obra enmarca un momento histórico y social concreto. El arte es la prueba de nuestro
cambio al paso del tiempo, por lo que es un legado material que debemos valorar y
conservar para poder estudiar nuestro pasado y aportar complementos a la historia de
cada zona.

Nos encontramos ante una planimetría que muestra un dibujo de la planta de una
construcción arquitectónica vista desde el aire. Esta obra guarda relación con la
escultura y pintura, pues eran construcciones que se decoraban con estas artes. La
temática de la obra puede corresponderse a la religiosa, pues vemos como aparecen
una serie de nombres en diversas estancias. Su función didáctica y religiosa para
transmitir los valores de la religión cristiana y ofrecer el culto. El estado de
conservación no se puede apreciar debido a la ausencia de una imagen fotográfica
pero podemos generalizar diciendo que este tipo de construcciones se han conservado
muy bien gracias a la labor de restauración de las partes dañadas y el cuidado que se
tienen de estas construcciones que se han utilizado hasta la actualidad para el culto
religioso.

Ahora pasamos a comentar los aspectos más técnicos de la obra. Empezaremos


destacando la planta. Destaca su forma oval que otorga un dinamismo importante en
la obra porque se aleja de las formas simétricas comunes, como la planta de cruz
latina, la planta griega o la planta salón. Este uso nos remarca una intención de romper
con lo habitual. El material más utilizado era el sillar de piedra por su abundancia y
bajo precio. No obstante, la opulencia de las estancias se conseguía con el
revestimiento de la piedra con mármoles, piedras preciosas y pinturas. Esto abarataba
el coste porque no eran muros de mármoles puros sino que presentaban un
revestimiento. El muro hacia de soporte pero ya no es un muro rígido o medido sino
que alberga formas ondulantes, con entrantes y salientes que rompen con la simetría y
el orden. En cuanto a los elementos sustentantes vemos como la planta circular esta
mantenida por pilares gruesos que incluso se adhieren al muro de la fachada exterior
en alguna parte. Puede que haya columnas de estilo salomónicas, pero no se aprecia
en la imagen. Como elementos sostenidos destacamos las bóvedas con diversas
formas que se adaptan a la planta. No se aprecia pero puede que haya alguna cúpula
que cierre la cubierta. El espacio es amplio, sobre todo en la nave central. A diferencia
de las plantas de cruz latina que presentan salas rectangulares a modo de pasillos que
dan acceso al interior, aquí vemos una nave central muy grande por su forma oval que
da diversos accesos. No existen naves laterales sino que aparecen salas anexas a esa
nave central. Algunas de estas salas son pórticos de entrada, otras son aprovechadas
para situar altares secundarios y otras salas son utilizadas como zonas privadas
(oficina). Este formato crea un efecto de movimiento en la obra arquitectónica porque
rompe la proporción. La luz entra a través de las ventanas o cúpulas que puedan darse.
En esta ocasión la luz y el color son importantes para albergar ese efecto dramático y
teatral. Como hemos dicho, la piedra solía revestirse de mármoles de colores y se
decoraban las estancias con esculturas o pinturas que acentuaban ese efecto de
composición recargada, expresiva, con movimiento. El volumen de la obra es evidente
debido a la grandiosidad de la planta central y el juego de entrantes y salientes que
crean ese efecto de movimiento y ruptura. Ese juego crea también luces y sombras
para dar sensación de movimiento, volumen. Como hemos dicho, los elementos
decorativos forman parte de estas construcciones debido a que son parte del
conjunto. El lenguaje clásico del Renacimiento que seguía las proporciones es evidente
que no se da debido al uso de la planta oval que rompe la estructura.

Es una obra que presenta un antinaturalismo porque crea efectos de pasión o


Pathos, crea movimiento, dramatismo, alejado de las proporciones y la medida.
Esta obra podemos pensar que se atribuye a la zona de tradición cristiana, pues
presenta una terminología que se relaciona con esta atribución como plaza de la
Virgen o altar de San José. La obra marca una repercusión en lo arquitectónico y en la
sociedad pues presenta un formato novedoso, la planta oval. Podemos pensar que se
trata de una obra perteneciente al estilo del Barroco (XVII-XVIII). En el Barroco la
novedad es la ruptura que se establece con el periodo clásico. De hecho, hasta tiempo
reciente el Barroco era un término peyorativo relacionado con lo decadente tras una
época en la que se retomaron los valores clásicos. El periodo del barroco se relaciona
con la contrarreforma, dando una vuelta a los valores religiosos que se alejaban del
humanismo renacentista. Pero no solo se relaciona con este hecho sino con unas
clases dirigentes que ven en el arte una forma de indicar su poder. Por ello, las clases
burguesas y los dirigentes encargan obras que expresan su poder. Son obras que
rompen lo tradicional, se expresan a través de sus muros o rostros, aparecen obras
que acaban con la proporción y simetría para dar voz a la obra. La escultura también
cambia, pues aparecen rasgos expresivos de lo natural, el dolor, la alegría,
contorsiones en los cuerpos al compás de las fachadas ondulantes de las obras
arquitectónicas. No conocemos al autor de esta obra pero podemos destacar que en el
barroco existen autores que albergan composiciones propias.
No era habitual el uso de plantas ovales pero en esta obra podemos ver un ejemplo.

Este nuevo estilo marca una sociedad que pretende expresarse a través del arte.
Nos encontramos en un momento en el que la Iglesia y el absolutismo de los monarcas
retoman el arte y eso se refleja en estas obras.

En conclusión podemos decir que nos encontramos ante una obra barroca que
muestra una obra arquitectónica que marcó esta época. Un arte expresivo, dinámico
con volumen y movimiento que se denota a través de la ruptura de los cánones
clásicos. Esto derivará en un arte recargado y rocambolesco que conocemos como el
rococó. Pero tras este periodo de nuevas formas artísticas y novedades se retomarán
los patrones clásicos con el neoclasicismo. Es un momento en el que los artistas
pudieron innovar con infinidad de técnicas, pues no había rasgos expuestos sino que
se permitía innovar en la obra sin seguir el canon establecido.
Nos encontramos ante una imagen que muestra un conjunto escultórico que está
englobado dentro de un conjunto arquitectónico. Por tanto, no es un conjunto
escultórico independiente. Se trata de cuatro figuras que sostienen una especie de
manto en cuya cúspide aparece otro personaje con mayor tamaño. Todo el conjunto
se sitúa en torno a una puerta de acceso a una iglesia o catedral. La finalidad de esta
obra no es arquitectónica sino decorativa. Su estado de conservación es óptimo, pues
aparecen todas las formas en perfecto estado.

Ahora pasamos a describir los aspectos técnicos de la obra. Esta obra forma parte
de un conjunto arquitectónico, por lo que no está pensada para ser exenta. Se puede
observar que la construcción dentro del marco de la arquitectura es meramente
decorativo para engrandecer la obra y a los personajes. Pero, no se trata de una
escultura que sea necesaria para el parámetro sustentante de la obra en general. Se
trata de una talla, pues podemos ver los personajes saliendo del marco constructivo
representados con relieve. Su factura está acabada, pues las figuras presentan todo
tipo de detalles en su elaboración. El color lo aporta el juego de los materiales. Se trata
de unos tonos neutros del color puro de la piedra combinado con el uso de rojo, negro
y blanco del mármol. Son esculturas monocromáticas, en el tono de la piedra. No
sabemos con certeza si en el momento de su elaboración estaban pintadas de colores
(policromía), como en obras de época romana que eran pintadas de colores llamativos
y al paso del tiempo se ha quedado la piedra en estado puro. Un ejemplo es el Augusto
Prima Porta. Pero, por la óptima conservación de las esculturas y los mármoles
podemos pensar que no fueron obras policromadas. Es habitual en el Renacimiento y
Barroco, por ejemplo, esculpir las obras siguiendo el estado puro de la piedra. Por lo
que no era habitual policromarlas. La luz de la obra es evidente a través del contraste
de luces y sombras que realizan los personajes y el movimiento de la tela esculpida. Ya
no es una obra lineal y plana si no que muestra el volumen a través de este
movimiento en los pliegues y la torsión de los personajes. Lejos quedaban las
esculturas del Románico o el inicio del gótico con figuras planas y sin movimiento ni
representación de los sentimientos. Poco a poco, esto se fue conquistando. La
perspectiva es conseguida a través del uso de la composición. Observamos que se trata
de una composición que destaca por lo teatral, lo grandioso y que está pensada para
un espacio concreto. También podemos observar que, pese a no ser exenta, se puede
observar desde diferentes puntos de vista, conquistando la frontalidad estática. Esto
ayuda a enfatizar el movimiento creado por diferentes aspectos, como la torsión de los
cuerpos, los movimientos de las túnicas o la composición abierta e individual de cada
personaje que adquiere una posición.

En esta obra predomina el pathos o pasión, pues son personajes con un tamaño
irreal para engrandecer un espacio o a unos personajes.

Después de analizar los detalles de la obra podemos decir que se trata de una
composición abierta en la que destaca el personaje central por su mayor altura y
tamaño. Podemos corroborar que el personaje central superior es la figura clave, pues
los personajes secundarios tienen contornados los cuerpos y miradas hacia éste. Esta
forma de representar la escultura de forma teatralizada recuerda los últimos periodos
de algunas escuelas clásicas, como el conjunto del Laoconte y sus hijos. Sin embargo, la
forma de englobar la obra dentro de la arquitectura para ocasionar magnificencia a la
obra y decorar la estancia de forma recargada nos recuerda al periodo del Barroco.
Podemos pensar que esta obra se realizó en torno al siglo XVII con el inicio de este
periodo. Con el Renacimiento se dio un cambio en las mentalidades, pues se daba
mayor importancia al hombre (antropocentrismo). Pero tras el Concilio de Trento se
retomó la idea de decorar las obras religiosas destacando la idea del poder de la
religión y de la opulencia. No solo lo religioso tuvo importancia en la creación de obras,
las nuevas clases burguesas y la clase política demandaba estas obras para
engrandecer su poderío. Las obras se vuelven teatrales, dramáticas, los cuerpos se
contorsionan adoptando posturas innaturales. Esto se aleja del clasicismo del
Renacimiento.

Los artistas esculpen para una clientela religiosa destacando el papel de lo místico.

No olvidemos que estamos en un contexto donde el absolutismo retoma su poder y


la iglesia cuenta con su soporte. Por lo que las obras reflejan ese gusto por lo
recargado, lo dramático, lo expresivo, muy alejado del cánon del clásico que tomaron
los renacentistas.

Por tanto, nos encontramos ante una obra escultórica que muestra un conjunto
teatral de personajes unidos a una obra arquitectónica cuya función es decorativa. Se
trata de un conjunto que muestra la conquista del movimiento y el dramatismo a
través de sus gestos y posturas. Alejados de lo natural y de las proporciones, se retoma
lo excesivo, grandioso, abandonando la finura del clasicismo. Es una obra que
debemos conservar porque refleja un momento histórico y nos permite conocer la
historia a través de los vestigios materiales. Todo relato artístico muestra un momento
determinado de nuestro pasado y nos muestra la sociedad, economía, cultura, religión.
Por lo que s necesario su conservación y preservación.

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