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ARTICULO DE OPINIÓN

EMOCIONES Y REACCIONES

KATHERINE DE AGUAS

LICENCIATURA EN PEDAGOGIA INFANTIL

RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS

MARIA RIPOLL

OCTUBRE 2018

BARRANQUILLA
EMOCIONES Y REACCIONES

Phillip Zimbardo en su libro El Efecto Lucifer plantea que las situaciones de conflicto

vienen dadas porque existe una pirámide de personas e instituciones, en las cuales las

personas de arriba o de la punta piramidal, pretende dominar a los de abajo, coartando

sus derechos con el fin de generar conflictos.

El condicionamiento de la maldad no debe buscarse en las características individuales

de las personas sino en las particulares condiciones que lo rodean, situacionales y

sistémicas que estructuran el entorno en las que se encuentran. Básicamente nos

ilustra como esas emociones negativas, pueden llevar al ser humano a introducirse en

acciones o conflictos que lo inclinan hacia el mal, y, por tanto, a lo que estas pueden

llegar a ser capaces; los efectos situacionales, y los efectos neuropsicológicos

inherentes a la visión disposicional del mal que estas situaciones tienen sobre las

personas, en donde el tipo de emociones y la situación presentada, han incidido en

numerosos ejemplos de episodios de la historia e incluso actuales, en donde un tipo

de emoción, ha desencadenado una decisión, que ha hecho que personas buenas,

reaccionen o actúen en lamentables hechos de maldad.

Existe una barrera muy frágil entre el bien y el mal que puede ser traspasada. Se puede

transformar el carácter de acuerdo a la situación. El discernimiento humano es quien

puede llevarlo a manejar o no el conflicto planteado, ya que este último, siempre estará

presente en un mundo de ambición y maldad.

Algunas características que presentan las personas afectadas por el conflicto son:

Puede haber violencia en algunos casos, son provocados por desacuerdos,


son provocados por los impulsos, cualquiera de nosotros podemos cometer un acto de

maldad, el entorno social corrompe al individuo, la gente buena se vuelve mala.

Las emociones representan un papel muy significativo en las acciones del ser humano,

de maneras que nos permitan llegar rápidamente a la resolución de los conflictos que a

diario se nos presentan; sin embargo, muchas veces las partes en conflicto, ni las

entienden ni las manejan de forma efectiva, llegando incluso a la imposibilidad de ser

controladas y dirigidas apropiadamente. En tal sentido, el negociador o mediador

que busque ser efectivo debe tener en cuenta no solo los aspectos económicos,

políticos y físicos inmersos en el proceso, sino también el tono emocional, que puede

manifestarse tanto de manera positiva como negativa, no solo en ellos mismos, sino

también en cada una de las partes involucradas (Fisher & Shapiro, 2007)Las

emociones, sin duda pueden llegar a ser la mayor influencia en la toma de decisiones,

las cuales pueden ser en ocasiones muy acertadas, mientras en otras no tanto. Es así

como las emociones pueden llegar a ser responsables de hechos que pueden ser

catalogados de buenos o malos.

Atendiendo a las ideas planteadas en el material sugerido, puedo concluir que

el conflicto hace parte de la vida cotidiana, inevitable, a la vez que importante para

encontrarle solución productiva a los problemas que enfrentamos a diario, su impacto

en la salud y el bienestar de las personas resulta decisivo, pero más trascendente aún,

es la forma en que se manejen. El aprendizaje de habilidades sociales para conducirlos

exige entonces, mucho más que la presencia e intensidad del conflicto en sí mismo.
Vale la pena, entonces, resaltar que en muchas ocasiones el problema radica, no en el

conflicto en sí mismo, sino en la forma de responder ante él. No se puede decir que

haya una forma única, idónea, de actuar frente a este.

Tener la voluntad de solucionar el conflicto presupone entonces que las personas

lleguen a la convicción de la necesidad de búsqueda de una solución efectiva. Al llegar

a este punto, y si se quiere lograr una solución constructiva, juegan entonces un papel

muy importante las creencias y convicciones, muy en particular la flexibilidad para creer

y estar convencidos de que las personas (incluido uno mismo) pueden cambiar, con lo

que están preparadas para asumir una posición colaborativa.

En pocas palabras el mal puede sobrepasar la naturaleza buena de cualquier ser

humano, enmarcado en las emociones que desembocan nuestras acciones y pueden

generar un conflicto.

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