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A partir de la reforma a la Ley de la Actividad Aseguradora efectuada en

fecha 30 de diciembre de 2015, la actividad aseguradora, ha sido


profundamente regulada por vía de las normativas efectuadas por la
Superintendencia para la Actividad Aseguradora (SUDASEG), situación
que se ha mantenido hasta el día de hoy.

Con anterioridad a esta Ley, como bien señala el maestro Morles


Hernández en su obra Derecho de Seguros, editada por la Universidad
Católica Andrés Bello, se estableció un marco normativo más proclive a
la actividad aseguradora con la Ley de Contrato de Seguro así como con
la Ley de Empresas de Seguros y Reaseguros; cuyo artículo 8 limitaba
las funciones de SUDASEG a las de “…regulación, inspección vigilancia,
supervisión, control y fiscalización de la actividad aseguradora y
reaseguradora (…), así como de las personas que desempeñen los
cargos de dirección, representación o administración de las entidades
sometidas al presente Decreto Ley, y de toda otra persona respecto a la
cual este Decreto Ley establezca alguna prohibición o mandato, cuando
haya elementos de juicio suficientes para considerar que existen
operaciones entre ellas…” siendo que la norma actual de fecha 30 de
diciembre de 2015, establece en su mismo artículo 8, 43 competencias
de manera directa sin contar con la competencia residual que establece
el numeral 44 del artículo in comento, lo cual redunda en que las
competencias y potestades del órgano regulador en materia de actividad
aseguradora en Venezuela, han ido creciendo en nombre del interés
colectivo como se desprende de la exposición de motivos de la actual
norma legal.

En la normativa vigente en materia aseguradora, que no contempla la


materia de contrato de seguro en un rango legal—tema del cual se
explicará su desarrollo posteriormente—, existen como competencias de
la SUDASEG, entre otras, la función de actuar como policía
administrativa ante las actuaciones de las empresas y demás personas
asociativas dedicadas a la actividad aseguradora, pudiendo incluso
inspeccionar sus sedes matrices u otras agencias y revisar sus archivos
físicos y electrónicos “…en caso de ser necesario para la actividad
regulatoria…” desplegada por la SUDASEG en el marco de la Ley de la
Actividad Aseguradora; así como también la regulación de los servicios
prestados por aquellas personas dedicadas a la actividad aseguradora,
haciendo especial énfasis en las primas, en donde se habla de ramos en
los cuales pudieran haber “…tarifas controladas…” (Artículo 8.11 de la
Ley de la Actividad Aseguradora), del resto, las funciones del órgano
regulador de la actividad del mercado de seguros y reaseguros en
Venezuela, tiene mucha influencia de las progresivas reformas que ha
visto la legislación en materia bancaria y la ampliación de las
competencias del órgano regulador en materia bancaria, a saber, la
Superintendencia de las Instituciones del Sector Bancario; esto se ve en
las competencias de aplicación de sanciones las cuales fueron ampliadas
por la Ley de la Actividad Aseguradora, así como en la capacidad de
poder intervenir personas dedicadas a estas actividades, así como
proceder a su liquidación de una manera muy similar a como operan
estas figuras en la Ley de las Instituciones del Sector Bancario a través
de sus múltiples reformas que ha venido sufriendo este texto legal en los
últimos años.

Otro aspecto a considerar en la Ley de la Actividad Aseguradora es el de


la imposición a las personas dedicadas a la actividad aseguradora de
otorgar a cualquier persona de polizas “solidarias” a fin de fomentar el
llamado mercado de microseguros, o dicho en otras palabras, el fomento
de la masificación de los seguros a pequeña escala en ramos como
Hospitalización, Cirugía y Maternidad, así como Turismo o riesgos
asociados de la conducción. Estos seguros presentan una oportunidad
importante de masificación de la actividad aseguradora, y por tanto de
capitalización de las personas dedicadas a estas actividades por medio
de un aumento de los ingresos por pago de primas, sin embargo existe
también una dificultad técnica asociada al aumento de los riesgos por
parte de las empresas dedicadas a la actividad, siendo que aun siendo
las primas y los montos a pagar más bajos que los que se estilan en la
actividad aseguradora, se puede dar fácilmente un evento masivo que
incluso pueda llegar a dificultar el flujo financiero de la empresa.
Actualmente con el tema de la inflación, esto no pasa de ser una
hipótesis en virtud de la constante pérdida de poder adquisitivo del
bolívar y de los salarios reales.

Ahora bien, la disposición derogatoria segunda de la Ley de la Actividad


Aseguradora establece el fin del régimen del contrato de seguro presente
en la Ley de Contrato de Seguro de 2001, como consecuencia de ello,
existe la creación de un entramado de normas de rango sublegal
emanadas de la Superintendencia para la Actividad Aseguradora, esta
normativa ha ido desarrollando de manera progresiva hasta el presente
todo lo relacionado con el Contrato de Seguro, pero no llega al nivel de
desarrollo que tenía la legislación anterior al orden actual, esto ha sido
fuertemente criticado por el Maestro Morles, quien considera que esto es
una muestra de la pérdida de la autonomía del Derecho de Seguros
frente a un Derecho Administrativo cada vez más invasivo de la
autonomía de la voluntad de las partes, reduciendo la misma y
convirtiéndola en una caricatura. A través de la regulación, de la
ampliación de los poderes y potestades del órgano regulador en materia
aseguradora y de la ampliación de la función de policía administrativa de
esta Superintendencia, se puede afirmar que el marco jurídico de los
seguros en Venezuela, a día de hoy, está cada vez más desdibujado de
su carácter de relación jurídica de derecho mercantil, pasando a ser una
relación jurídica totalmente tutelada por el Estado a través de la
Superintendencia de la Actividad Aseguradora.

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