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Decisión: 240 del año 2000.

Sala de Casación
Penal.
Magistrado: Alejandro Ángulo Fontiveros.
Fecha: 29 de febrero de 2000.
Partes: Procter & Gamble de Venezuela, C.A. Vs
Juan Simón Gandica Silva
Recurrente: Procter & Gamble de Venezuela, C.A.

La Sala Penal en la decisión 240 del 2000, definió la


difamación como “una acción de hecho o de palabra que,
por su especificidad, atenta contra el honor y la reputación
de la víctima”, dado que con los detalles que se profesan
con la emisión del acto difamatorio, poca capacidad de
duda queda en la gente ante el acto difamatorio, por lo
tanto, este resulta más censurable desde el punto de vista
penal que la injuria, la cual es un delito menos específico
basado en un insulto genérico hacia la víctima. Esta
decisión viene enmarcada en un proceso en el cual, se
discutió sobre si la persona jurídica podía ser víctima del
delito de difamación.

En el año 1995, el editor del periódico 2001, redactó un


artículo de prensa refiriéndose a la crema dental Crest
como “cancerígena”, en el contexto de una lucha llevada a
cabo por los dueños del periódico, el Grupo Editorial de
Armas, quienes en el momento de la publicación de este
artículo, sostenían una pugna comercial con la empresa
Procter & Gamble, quienes a la postre, resultan ser los
dueños de la marca Crest; por lo cual, esta empresa al
verse afectada en su honor por la serie de comentarios
vertidos por el editor de este diario, denunció al mismo por
el delito de difamación. Al considerar los elementos de
fondo asociados al caso de marras, el Juzgado Quinto de
Reenvío en lo Penal, determinó que este artículo no podía
considerarse como difamación, en tanto el delito solo
resultaba posible para el Juzgado cuando la víctima
resultara ser una persona natural, esto dicho en
interpretación meramente exegética del texto contenido en
el artículo 444 de la norma sustantiva penal.

La sociedad mercantil Procter & Gamble de Venezuela,


acudió a solicitar recurso de casación contra la sentencia de
instancia, denunciando la aplicación errónea en la instancia
de los artículos 444 del Código Penal Venezolano y 59 de la
Constitución del 1961, normas estas aplicables al caso en
cuestión por razón de estar vigentes en el momento de
suceder los hechos controvertidos que dieron origen al
proceso objeto de análisis. En la sentencia de casación, el
Tribunal Supremo de Justicia determinó el honor y la
reputación de la persona como bienes jurídicos protegidos
por el Derecho Penal, lo cual se deriva de su condición de
ser derechos de la personalidad; dicho de otro modo, El TSJ
en su decisión estimó que tanto el honor como la
reputación son derechos inherentes a todas las personas;
de lo que se infiere que cualquier persona, pudiera ser
víctima del delito de la difamación, dado que cada persona
posee la capacidad de estimar su valor propio, como
también cada persona posee la capacidad de tener una
reputación construida en las relaciones que la persona va
construyendo a lo largo del tiempo. Pero la Sala estableció
de manera categórica que una persona jurídica no puede
gozar del derecho al honor, ya que la persona jurídica es
incapaz de tener autoestima y conciencia de su propio valor
y estima, considerando la Sala por otra parte, que sí es
posible que la persona jurídica sea titular del derecho al
honor, visto como la reputación que la persona jurídica
construye en su vida cotidiana y en su accionar jurídico-
mercantil, esto interpretando las normas penales
contenidas en el artículo 444 del Código Penal en atención
a la Constitución de 1999.

En este caso, se concluyó que el editor del diario 2001, al


publicar su artículo de prensa, tuvo la intención de difamar.
Por lo tanto, la Sala de Casación Penal declaró con lugar la
denuncia de errónea aplicación del artículo 444 del Código
Penal y 59 de la Constitución de 1961 por parte del juzgado
penal de reenvío, al quedar probado que tanto la víctima
pudo sufrir el delito de difamación. Asimismo, al estar la
acción prescrita, declaró la acción penal como extinguida.

Esta decisión sentó jurisprudencia, no solo al desarrollar


cuando opera el delito de difamación y al diferenciarlo de la
injuria de una manera pedagógica y clara, sino también
porque delimita de acuerdo a la Constitución de 1999 el
bien jurídico protegido por el Derecho Penal cuando se
considera al hecho difamatorio como delictivo y
condenable, asimismo porque desarrolla que la persona
jurídica puede ser titular del derecho a la reputación y por
consiguiente, puede ser víctima del delito de difamación.

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