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Hace pocas semanas atrás, la figura de Bafomet volvió a la palestra a raíz de la demanda
por 150 millones de dólares que una agrupación norteamericana conocida como “El
Templo Satánico” le presentó a Netflix por el uso de una estatua de Bafomet en la
serie “Las escalofriantes aventuras de Sabrina”.
Como en nuestra sociedad del espectáculo parece ser que Netflix es el eje del mundo,
la insólita noticia apareció en la portada de los periódicos más prestigiosos del planeta,
algunos de los cuales trataron de explicar (torpemente) quién era este misterioso Bafomet.
Con la supresión de la Orden Templaria (1312) y como consecuencia de las torturas a las
que fueron sometidos los caballeros derrotados, la palabra “Bafomet” pasó a ser conocida
por la Santa Inquisición, la cual llegó a la conclusión de que el Bafomet era un ídolo
pagano, una horrible cabeza barbada “in figuram baffometi” (“con la figura de un
bafomet”) que era utilizada en los rituales del Temple, lo cual terminaba confirmando la
acusación de herejía.
Sin evidencias o pruebas físicas concluyentes sino basándose únicamente en los testimonios
de los caballeros torturados, la idea del Bafomet como una figura demoníaca y secreta
permaneció durante siglos en el imaginario popular hasta que -en 1818- el
investigador Joseph von Hammer-Purgstall publicó una obra titulada “Mysterium
Baphometis revelatum” donde hablaba del ídolo bafomético al mismo tiempo que acusaba
al Temple de apostasía, idolatría e impureza, así como de profesar las doctrinas gnósticas e
incluso las ofitas.
En este libro, Lévi reinterpretó al Bafomet templario y le otorgó atributos caprinos a fin de
darle un sentido hermético que -al parecer- originalmente no tenía.
En palabras de este autor: “El macho cabrío que está representado en el frontispicio de
esta obra y aquí reproducimos, lleva sobre la frente el signo del pentagrama, con la punta
hacia arriba, lo que basta para considerarle como símbolo de luz; hace con ambas manos
el signo del ocultismo y muestra en alto la luna blanca de Chesed y en bajo la luna negra
de Géburah. Este signo expresa el perfecto acuerdo de la misericordia con la justicia. Uno
de sus brazos es femenino y el otro masculino, como en el andrógino de Khunrath,
atributos que hemos debido reunir con los de nuestro macho cabrío, puesto que es un solo
símbolo.
La antorcha de la inteligencia, que resplandece entre sus cuernos, es la luz mágica del
equilibrio universal; es también la figura del alma elevada por encima de la materia
aunque teniendo la materia misma, como la antorcha tiene la llama. La repugnante cabeza
del animal manifiesta el horror al pecado, cuyo agente material, único responsable, es el
que debe llevar por siempre la pena; porque el alma es impasible en su naturaleza, y no
llega a sufrir más que cuando se materializa. El caduceo que tiene en vez de órgano
generador, representa la vida eterna; el vientre, cubierto de escamas, es el agua; el
círculo, que está encima, es la atmósfera; las plumas que vienen de seguida, son el
emblema de lo volátil; luego la humanidad está representada por los dos senos y los brazos
andróginos de esa esfinge de las ciencias ocultas” (2).
En una de las imágenes que acompañan su obra, Táxil muestra “un areópago de
Caballeros Kadosch, agrupados alrededor del horroroso ídolo llamado el Bafomet,
mientras el presidente reza una oración á Lucifer”.
Desde el punto de vista simbólico, Leo Táxil prácticamente calcó la figura bafomética de
Lévi con una diferencia: en lugar del caduceo de Mercurio colocó en el tronco del ídolo una
rosacruz (6) y en ocasiones un pelícano alimentando a sus polluelos, dos elementos que
aluden al grado 18º de la Masonería “Príncipe Rosacruz”, un grado que -según la versión
del propio Taxil- “lleva el anti-cristianismo hasta los más refinados sacrilegios” (7).
El Bafomet de Fulcanelli
De acuerdo con Fulcanelli, el Bafomet era un compendio de símbolos alquímicos,
triángulos y círculos que daban forma a un rostro (11), bastante extraño por cierto. De este
modo podría explicarse “la diversidad de las descripciones que de él se han hecho, y en las
cuales se ve el bafomet como una cabeza de muerto aureolada o como un bucráneo, a
veces como una cabeza de Hapi egipcio de buco y, mejor aún, el rostro horripilante ¡de
Satán en persona!” (12).
En los años 60, el Bafomet se convirtió en uno de los tantos íconos de la cultura pop. En
1968, la película de la Hammer Productions sobre rituales de magia negra titulada “The
Devil Rides Out” (protagonizada por Christopher Lee) utilizó sin ningún criterio varias
imágenes de los libros de Eliphas Lévi y llamó la atención de algunos jóvenes que se
sentían atraídos por el satanismo, entre ellos Anton Szandor LaVey, fundador de la iglesia
de Satán.
En su “Biblia satánica”, LaVey afirmó sin tapujos que “el símbolo de Bafomet fue
utilizado por los Caballeros del Temple para representar a Satán. A través del tiempo, éste
símbolo ha sido llamado por nombres muy diferentes. Entre éstos están: El Chivo de
Mendes, El Chivo de Mil Crías, El Chivo Negro, El Chivo de Judas, y el que tal vez sea el
más apropiado, El Chivo Expiatorio” (13).
Para estos satanistas -una mezcla extraña de hippies y burgueses aburridos- el Bafomet era
la representación de la sensualidad, de los instintos carnales del hombre, es decir todo lo
opuesto a la naturaleza espiritual.
Sentido del Bafomet
Como no hay un argumento definitivo ni pruebas contundentes acerca del significado que
daban los Templarios al Bafomet, todas las explicaciones deberían ser consideradas meras
conjeturas, incluso las que daremos en el presente artículo. La teoría de Fulcanelli es
interesante pero muy improbable, mientras que las opiniones de Eliphas Lévi relativas al
Bafomet podrían ser interpretadas como un intento de vincular el símbolo templario con el
ocultismo efervescente de mediados del siglo XIX.
Desde una perspectiva iniciática, podríamos aventurar que el Bafomet era un símbolo
marcante de la ritualística templaria y que probablemente constituía una prueba para los
novicios.
Creo que el español Juan G. Atienza se acerca bastante a develar el enigma al afirmar que
el Bafomet “no sería objeto de la adoración idolátrica que se atribuyó [a los Templarios],
sino un elemento de meditación que se encontraría en muchos casos en la sala de
reuniones de las encomiendas” (14).
Todo parece indicar que el pretendido ídolo pagano no era otra cosa que un elemento
simbólico que -en un ambiente sagrado, lúgubre y cavernoso- tenía por función
proporcionar miedo o cautela a los candidatos. Interpretado en este sentido, en la ritualística
iniciática de Occidente, podemos encontrar a un personaje que ha desempeñado una
función análoga al Bafomet y que hoy conocemos bien como el “Guardián del Umbral”.
Este Guardián o “morador” del Umbral representa todo aquello que bloquea el tránsito
hasta la Puerta del Templo, es decir todas las pruebas u obstáculos que nos dificultan el
acceso a otra realidad. A lo largo de la historia éste se ha representado de diversas maneras:
como el Dragón, el Diablo (Satanás), la Esfinge, la Sombra, e incluso con deidades
liminares (aquellas que custodian un “límite”) como Hermes, Jano, Ganesha, Hécate,
Caronte, Perséfone, etc. Por lo tanto, no sería extraño que el Bafomet templario tuviera esta
connotación iniciática.
Sin embargo, con Eliphas Lévi, el sentido del Bafomet inevitablemente se trastocó y pasó a
tener un significado completamente distinto, apreciándose en él el inmenso poder de
Telesma, el agente mágico universal, mientras que su androginia marca claramente una
integración de los opuestos, resaltada en sus brazos (Solve et Coagula) así como en el
caduceo de Mercurio.
Palabras finales
En la serie de Netflix “Las escalofriantes aventuras de Sabrina” el Bafomet tiene un valor
netamente decorativo y marginal, pero los satanistas vieron en él una forma de darse a
conocer, de llegar al gran público mediante usando como excusa una demanda por plagio.
Es altamente probable que el reclamo por los derechos de propiedad de una imagen creada
hace exactamente 164 años atrás no habría triunfado en los tribunales, pero finalmente
Netflix prefirió llegar a un acuerdo con “El Templo Satánico”, comprometiéndose a
reconocer en los créditos la propiedad intelectual de esta organización sobre el Bafomet
televisivo.
Win-win: gracias a la insólita demanda Netflix tuvo más visibilidad para su nueva serie (y
publicidad gratis en los grandes medios) mientras que “El Templo Satánico” obtuvo
exactamente lo mismo: visibilidad y publicidad. De hecho, este artículo surge como
consecuencia de la noticia.
En rigor de verdad, si vamos a las fuentes e investigamos a LaVey y sus sucesores (entre
los que se cuenta este “Templo Satánico) comprobaremos que este satanismo no pasa de ser
un postureo, una moda, puro papel pintado. Si he de ser sincero, me genera más respeto el
absurdo personaje satánico de Peter Capusotto “Quiste Sebáceo” que los satanistas
organizados de hoy en día.
Imágenes
Portada de la obra de Leo Táxil, donde aparece el Bafomet en el fondo
Como símbolo pop, el bafomet ha sido tomado a broma por muchos artistas,
especialmente los amantes de las conspiraciones
Otra fantasía histórica mezclando el Bafomet de Lévi con el Bafomet templario
Diferentes estrellas: pentagrama hacia abajo (Waite), hacia arriba (Lévi) y de seis
puntas (Hammer productions)
Videos
Presentación de “The Devil Rides Out” donde aparecen varios símbolos ocultistas