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Ad Rosam Per Crucem

25 MARZO, 2016 By PHILEAS 3 COMENTARIOS

El canto tradicional de los rosacruces “Ad Rosam Per Crucem, Ad Crucem Per Rosam”(“A
la Rosa por la Cruz, a la Cruz por la Rosa”) fue adoptado como “leit-motiv” por el
esoterista Jósephin Péladan y la Orden de la Rosacruz del Templo y del Grial (1891) con un
agregado: “In ea, in eis gemmatus resurgam” (“En ella [la rosa], en ellas [la rosa y la
cruz] resucitaré como una piedra preciosa”).

Los movimientos rosacruces del siglo XX también retomaron este canto litúrgico que los
entroncaba con el egrégor original y con la figura de Christian Rosenkreutz. La Orden
Rosacruz AMORC divulgó el canto entre sus adherentes e incluso realizó un canto solemne
que enlazaba la tradición rosacruz con la Orden del Temple, a través de estas estrofas:

“Ad Rosam per Crucem; Ad Crucem per Rosam. In eaeis gemmatus, resurgam Non Nobis,
Non Nobis, Domine Sed nominis tui gloriae solae” (“Hacia la Rosa por la cruz, hacia la
cruz por la rosa. En ellas resucitaré como una piedra preciosa. Nada para nosotros, Señor,
nada para nosotros, sino para la gloria de tu nombre”).

La doble frase “Ad Rosam Per Crucem – Ad Crucem Per Rosam” nos remite a la
“coincidentia oppositorum”, la armonía de los opuestos, la reunión de la rosa y la cruz a
través de la imitación de Cristo. No se puede entender una sin la otra, del mismo modo que
no se puede hablar de un desarrollo individual si este no va de la mano con un
desarrollo comunitario.
“Ad Rosam Per Crucem” significa ascender hacia el Espíritu a través de la materia, es decir
alcanzar el centro (la rosa) a través de las pruebas de la vida (la cruz), mientras que “Ad
Crucem Per Rosam” significa el retorno del viajero purificado o “Maestro de dos mundos”
(el bodhisattva), desde el centro (la rosa) hasta el mundo ordinario (la cruz).

El dualismo moderno se ha empecinado en confrontar a la rosa y la cruz, el Espíritu y la


Materia, pero la Filosofía Iniciática insiste en integrar estas dos realidades y vivificarlas a
través del Alma, situándola como mediadora entre lo de Arriba y lo de Abajo, lo de
Adentro y lo de Afuera. Yin y Yang. Siendo así, el eje de todo trabajo espiritual reside en la
purificación y el perfeccionamiento del Alma, a fin de convertirla en un sólido puente que
sirva como nexo entre el Cielo y la Tierra.

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