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SIERRA DE PUEBLA
TOSEPAN PAJTI
(SALUD PARA
TODOS)
Así me lo platicaron los
compañeros y compañeras de la
Cooperativa Tosepan Titataniske que
trabajan previniendo la enfermedad.
Al principio se atendía sólo al socio afiliado pero pronto quedó claro que
conservar la salud y prevenir la enfermedad es asunto de todo el núcleo
doméstico, de modo que se empezó a afiliar familias enteras. Como se busca
que el sistema sea sostenible, se fijó una cuota de cien pesos anuales a las
familias de tres miembros o menos, de 200 pesos a las de seis, y así.
Además de que las consultas a los no afiliados, los análisis clínicos y las
medicinas se cobran a precios módicos pero suficientes para que haya
recuperación.
Más que la desvalorización, una amenaza mayor que enfrentan los sistemas
médicos indígenas es su valoración desde la perspectiva moderna. La
academia los traduce y publica en términos de alta cultura, ya digerida,
procesada y magnificada. La perspectiva utilitarista los registra para su
aplicación en el mundo del “desarrollo” y las políticas públicas. Y las
farmacéuticas privatizan el conocimiento de los recursos terapéuticos
indígenas sometiéndolo al laboratorio y al mercado.
Agentes del desarrollo y de la ciencia bien pueden trabajar bajo sus normas
con la parte material y lógico-conceptual de los procesos de curación mayas,
pero difícilmente podrán entenderla en su contexto sociocultural. Para
el jmeen, o sacerdote maya-peninsular, más que la planta misma, es el
“dueño” o espíritu de ésta el que cura y es con éste con quien hay que
trabajar. Cada especie vegetal o animal tiene su propio dueño o yumtsil. El
dueño del monte, por ejemplo, es el Yum Balam,quien juega el papel de
guardián de este espacio. Al final, son éstos quienes ayudan a preservar el
orden y son gobernados por Jajal Dios.
MEDICINA COMUNITARIA
Catalina Eibenschutz
La medicina comunitaria tiene que ver con la atención a la salud de y en la
comunidad, pero ha sido objeto de diferentes interpretaciones teóricas y
prácticas a lo largo de los 60 años recientes.
Sea cual sea la definición adoptada, el objetivo en este artículo es señalar las
características más importantes de la centralidad de la participación en la
medicina comunitaria en México:
Producir el total de alimentos de forma local es casi imposible; sin embargo, existe una delgada
línea entre producir para comer y producir para vender. La diferencia radica en responder a las
necesidades nutricionales de las personas o a las comerciales del mercado.
Existen sólidas evidencias para confirmar los beneficios a la salud al comer alimentos locales en
condiciones armónicas con la naturaleza, es decir, el acortamiento de las cadenas productivas
conserva la integridad nutricional de los alimentos cuando se logran con el menor procesamiento
posible y recorren distancias más cortas. Empero, si se descuida la calidad alimentaria de la
comida, se pone en riesgo autonomía alimentaria y nutricional porque se retrocede en el
florecimiento humano.
Los niños y las niñas con desnutrición son enfermizos, crecen menos y tienen aprendizaje bajo
con anormalidades en el desarrollo. La anemia limita el pensamiento abstracto y la resolución de
problemas en quienes la padecen. Datos oficiales al 2012 reportan 13.6 por ciento de
desnutrición crónica en menores de cinco años y 38 por ciento de anemia en niños de entre uno
y dos años de edad a escala nacional.
La obesidad y el sobrepeso los padecen uno de cada diez preescolares, 34 de cada cien
escolares y adolescentes y siete de cada diez adultos. La acumulación de grasa corporal se
relaciona con diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares; enfermedades
incurables, incapacitantes y costosas. La obesidad se presenta de forma generalizada como
resultado de una falla en el sistema global y no de una decisión personal.
El sistema actual descuidó la lactancia. Los bebés amamantados tienen menos riesgo de
morir o enfermar por diarreas e infecciones. La leche materna protege contra la desnutrición,
obesidad, diabetes, asma y leucemia, e incluso aumenta las calificaciones del coeficiente
intelectual. En México, sólo 14 por ciento reciben pecho los primeros meses de vida y en zonas
rurales bajó de 36 a 18 por ciento en sólo un sexenio; así, las leches industrializadas, yogures,
jugos y refrescos se incorporan a la dieta –por la vía del biberón- antes que el maíz, frijol o las
hortalizas. Durante el primer año de vida, el mercado ya ha marcado territorio en la lengua de
millones de futuros consumidores.
El patrón alimentario impuesto por intereses de mercado tiene el paladar secuestrado de quienes
sucumben a la persuasión publicitaria de sabores globalizados como el jarabe de fructosa del
refresco, el glutamato monosódico del consomé en cubos y las grasas trans de las galletas. El
consumo alienado de estas sustancias se transforma en consumismo con daño a la salud, en
condiciones de sometimiento donde se intercambia capital por mercancía basura que enferma y
ensucia el paisaje con los desechos.
Comenta que el PUMC está trabajando con totonacos para crear una una
escuela de medicina tradicional totonaca, “pero los viejos curanderos,
hueseros nos dicen ‘a los jóvenes ya les interesa menos, les interesa más
cruzar la frontera y mandar dólares que ser curanderos’”.
Carlos Zolla dice que el sistema real de salud de los mexicanos implica, junto
con la medicina alópata pública y privada, a la medicina tradicional, sobre
todo la indígena; la doméstica o casera –la cual fortalece a la tradicional en
ámbitos urbanos y rurales-; a la homeopática, y en las décadas recientes y en
claro auge, a las llamadas alternativas o complementarias (acupuntura,
diversas formas de naturismo, hidroterapia, fisioterapia… y algunas muy
exóticas para el país como el Ayurveda de la India).
Asimismo, los frenos tienen que ver con prejuicios y falta de confianza en el
conocimiento de los pueblos indígenas sobre la medicina tradicional, y con el
rechazo a lo que Zolla considera ideal, la complementariedad: “la medicina
mexicana debe ser con rayos X, espectómetros, resonancias magnéticas,
pero también con epazote, gordolobo, sobadas…”.
Fue una mañana muy aleccionadora. Reflexioné que gran parte de los
medicamentos patentados han tenido su origen en recursos biológicos y
genéticos asociados a conocimientos tradicionales y pensé que estábamos
muy lejos de establecer mecanismos de protección y salvaguarda para esos
recursos y conocimientos.
Los modos de aplicación son también muy variados; una forma frecuente de
empleo es la infusión, en que el principio activo se disuelve en agua mediante
una cocción más o menos larga. La tisana resultante se bebe; plantas
empleadas de este modo incluyen la tila (Tilia platyphyllos), cuyo principio
activo es el eugenol; la pasionaria (Passiflora edulis), cuyos principios activos
incluyen el harmol y el harmano, o el mismo café (Coffea arabica), cuya
infusión contiene cafeína.
Podemos señalar que existe un importante sector que busca este tipo de
alternativas paralelas a la estructura médica oficial por motivos netamente
económicos, sectores altamente vulnerables que por su misma condición
marginal se encuentran permanentemente fuera de los servicios formales o
cuentan con servicios de salud básicos y de mala calidad que empeoran sus
condiciones físicas y remarcan su estatus de pobreza.
PARTERAS EN LA TRADICIÓN
NAHUA HIDALGUENSE
Fernando de Santiago
Rivero Sánchez
En la cultura macehua o
nahua de la Huasteca
hidalguense hay una
tradición
denominada pilquiza, la
cual se realiza cada vez
que nace un bebé.
Consiste en un baño con
yerbas frescas del
monte, así como
ofrendar y agradecer a
los entes de la FOTO: Fernando de Santiago Rivero
naturaleza y a la tierra
por el nacimiento del infante.
El ritual es realizado por una partera y son invitados todos aquellos que
visitaron a la familia del recién nacido y los familiares cercanos. Primero se
hace el baño purificador tanto para el bebé como para la madre; la idea es
lograr el perfecto equilibrio en la temperatura de ambos ya que durante el
parto se libera mucho calor. Luego, y ya en presencia de todos los invitados,
se ofrece tamal grande o tapataztle el cual se ofrenda a la tierra con copal y
alcohol, vertiendo este último sobre la tierra; cada uno de los invitados hace
este ofrecimiento al tiempo que agradece a la tierra por todos los dones
recibidos, y pide por el bien del recién nacido. Una vez ocurrido esto se
reparte el tamal entre los invitados. El ritual ha de concluir al momento en que
la partera y los padres del bebé siembren una mata de plátano junto con el
ombliguito del infante. De forma resumida en esto consiste una pilquiza, pero
¿por qué se realiza? El principal objetivo es lograr que el niño entre en
armonía con la naturaleza y con la sociedad que le rodea, lo cual le permitirá
tener fuerza vital y salud, en náhuatl chicahualiztli.
Hay un valle ceñido por montes, algunos de roca volcánica. Es un valle reseco y rocoso en
donde surgen campos de maíz y maguey. Es el Valle del Mezquital. Lo atraviesa el río Tula en el
poniente del estado de Hidalgo. Habitan aquellos suelos los hñahñus, los que hablan con la
nariz. Allí hay cuatro cosas que no se borran y se extienden en cada generación como la sombra
de sus mezquites: el trabajo en el campo; el talento para crear hermosuras con la palma bien
tejida, con la concha de abulón y con los bordados; las voces de pinturas rupestres, y la
herbolaria, que sirve tanto para curar el hambre como otras dolencias.
Ellos, los otomíes, los hñahñus, saben que la planta no muere si se le corta. La reconocen bien y
la hacen doméstica, cotidiana, herencia familiar. Saben cuándo deben recurrir a una sola planta y
cuándo mezclar más de tres. Saben que dura para curar si se hierve y se bebe, si se guarda
sahumada, si se muele, si se frota o si se le reza. Dicen que si a la planta curativa no se le honra
ni se le tiene fe no cumple los favores. También dicen que se niega a obrar bien cuando interfiere
una mano sañosa, como le pasó a una mujer de Tsi hai en Alfajayucan, con su embarazo.
Después de una hora de hacer surco por las laderas, la cuñada suelta el brazo de Pina y la deja
sola, se va a alistar lo necesario para el parto. Pina sigue dando tropezones, parece cachanilla.
Espera que algo la aquiete, porque si ella se detiene sola le vuelve el dolor y su enorme miedo a
él. Por eso da pasos despacito, tanteándose, como si fuera la primera vez que caminara. Y
después de tantos giros sobre el mismo círculo, cuando el sol se va vaciando sobre su trenza
negrísima, pierde la cuenta y siente que se cae sobre la barranca. No resbala. Un susto la frena.
Es la boquia, la enorme serpiente negra de las faldas de Coatlicue, la de las pinturas rupestres,
que llega a proteger con tormentas y prosperidad. Sin embargo un ardor le cruza el tobillo,
quemándola de un lado a otro.
Las hñahñus saben curar la mordedura pero temen que a Pina le suba la fiebre y no pueda
parir. Después de un emplaste de vindho la llevan al centro de salud donde la atiende un médico
joven, risueño y apurado. Casi ni la ausculta, quita el emplaste, no encuentra ninguna herida y se
retira durante horas. Se quedan con ella las otras hñahñus y le van untando tuna del cardón
delgado en el tobillo, ya le han dado a beber flor de vindrí para templarla. Nada más faltaba que
pariera, a pesar de que la boquia se había presentado como una bendición. Hasta allí, nada
malo ocurría aún.
Pasadas las seis de la tarde, el único médico y la única enfermera vuelven a observarla en un
descanso de tantas consultas generales y de las poquitas urgencias que vale la pena atender.
Murmuran que ya no hay tiempo para la anestesia raquea. Pina se siente rara con el médico
mirándola. La enfermera no deja de palomear con su dedo el celular. Cuando nació su primer
niño, Pina parió, como toda su casta, en el hogar, en cuclillas. Ahora le disgusta estar recostada
entre cortinas, en la cama de un cuartito del hospital. Siente un dolor más picante. Es la
episiotomía, el corte que siguen practicando sin consentimiento, rasgando en los tejidos del
periné para facilitar la salida del neonato y simplificar el trabajo del médico. El parto dura 20
minutos. Apenas recibe a la niña, el médico se va y atrasito, después de suturar, también huye la
enfermera.
A las siete de la mañana dan de alta a Pina, se requiere su cama. Camino a su casa,
escoltada por mujeres sabias, van dejando un aroma de raíz de huizache y palmilla. Todas van
cargadas de remedios, una lleva los antibióticos, esa medicina que ni van a usar porque la
sábila, la opuntia, el órgano y la alcachofa son mejores. Lo malo es la rajada que no para de
doler ni sangrar. Pina ni se figura lo que viene, va despacito con su niña, entre rezos y murmullos
de las otras hñahñus, le mira y asegura con el pensamiento que a ella le tocará mejor suerte
porque sus hijos siempre serán los suyos. No te irás, le dice, te aliviarás en mis manos. La
imagina ya casada, viviendo en la misma casa a la que vienen llegando.
La episiotomía se complicará, el sangrado será apresurado como el hilo del agua donde corre la
boquia. No habrá quien la atienda, la bendición no llegará a tiempo. Pina resistirá lo más que
pueda con la sábila. Al séptimo día morirá. La infección de un corte innecesario que requiere
consentimiento y cuidados terminará por vencerla.
HOMEOPATÍA Y ACUPUNTURA,
NECESARIAS ANTE CRISIS DE SALUD
EN MÉXICO: CRISÓFORO ORDOÑES
Lourdes Rudiño
“En el caso de México, hay una encuesta hecha por la SSa al inicio de la
década del 2000, que indica que 45 por ciento de la población ha utilizado
algún método terapéutico diferente a la alopatía. Eso es poco. A lo mejor hoy
un 15 por ciento de la población ha utilizado o utiliza la acupuntura y un 20
por ciento llega a utilizar la homeopatía, y sigue siendo bajo. Pero cada día
hay más gente que se acerca a estos métodos porque son naturales, muy
económicos, muy efectivos en muchas patologías y están libres de efectos
colaterales. Es muy difícil tener una iatrogenia con ellos”.
Los capítulos X y XI del Códice florentino; el Libellus Medicinalibus Indorum Herbis o Códice
badiano; la Historia natural de Nueva España, del doctor Francisco Hernández, protomédico del
rey Felipe II, y la Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales
que sirven en medicina…, de Nicolás Monardes, entre otros documentos, son testimonios
invaluables y pruebas fehacientes de la pericia de los antiguos mexicanos en materia de
medicina.
Ahora bien, si apreciaban en su justo valor la terapéutica indígena, los frailes fustigaban las
prácticas rituales y los conjuros que la acompañaban. Hermosas metáforas y gestos creaban una
densa opacidad simbólica en la que quedaba atrapado el mal que se quería curar. Para los
frailes, esta parte de la terapia era considerada como diabólica por lo que se perseguía a los
médicos indígenas (ticitl) considerados brujos o hechiceros.
Hernando Ruiz de Alarcón, hermano del célebre dramaturgo Juan Ruiz de Alarcón, dejó un
testimonio de prácticas médico-rituales de los indígenas nahuas de lo que es hoy el estado de
Guerrero en su obra Tratado de las supersticiones de los Naturales de esta Nueva España,
escrita en 1626. En su obra, Ruiz de Alarcón transcribió distintos conjuros en la versión original
en náhuatl y en su versión en castellano.
Entre las prácticas curativas que refiere, figuran las que buscaban aliviar los dolores del
cuerpo. Un masaje enérgico llamado tepapacholiztli, que consistía en apretar vigorosamente las
partes adoloridas bastaba generalmente para aliviar el dolor. Cuando la parte baja de la espalda
se veía afectada como consecuencia de un exceso de trabajo o de un enfriamiento y los masajes
eran insuficientes, los médicos indígenas aplicaban una cura llamada tetleiczaliztli, literalmente
“el pisoteo de fuego”, la cual consistía en “pisotear” la espalda del doliente.
Primero calentaban una piedra o un comal, luego le pedían al paciente que se extendiera de
bruces en el suelo “desnudo todo el cerro”. El médico mojaba un pie “cuyos callos estaban como
las rodillas del camello”. Ponía luego el pie mojado sobre la piedra o el comal muy caliente hasta
que el calor penetrara en la carne viva. Comprimía luego vigorosamente con la planta ardiente, y
más específicamente con los callos del pie, “los lomos y el espinazo” del paciente, apretando
continuamente, y profiriendo las palabras del siguiente conjuro:
Tlacuele, xihualhuia nahui acatl milintica, in tzoncozahuiztica. Tlacuele, xihualhuia, àmo tinech-
elehuiz; nican nic-hualhuican nopozolcac (àmo tinech-elehuiz): ica noconpehuiz xoxouhqui
coacihuiztli, yayauhqui coacihuiztli in ye quipopoloznequi in teteo inpiltzin: nimitzpopoloz,
nimitztlàtlatiz.
“Ea, ya ven acá tú las cuatro cañas que echan llamas y tienes el cabello rubio: ea ya ven y
advierte no me codicies; aquí traigo mi esponjado calcañar o callo, no te emplees en él, porque
contigo, y con él pretendo apartar y quitar de adonde está, el verde dolor el pardo dolor que ya
quiere destruir al hijo de los dioses, y por el contario yo te tengo de destruir y quemar.”
El rubio cuatro cañas era el fuego; el esponjado calcañar: el talón hirviendo que comprimía la
espalda; el dolor inasible se volvía aprehensible mediante sus colores. El curandero afirmaba de
manera perentoria su voluntad de hacer salir la dolencia (no aniquilar el mal) del cuerpo enfermo.
La sesión duraba hasta que el paciente, sintiéndose aliviado, “canonizaba el milagro de la cura”.
Así, ya existe una Norma Oficial Mexicana para la acupuntura, del 7 de mayo
de 2002, que fue revisada en 2007; de parte de la Secretaría de Salud (SSa)
hay cuadros básicos para que los hospitales que requieren la utilización de
acupuntura puedan pedir agujas o electroestimuladores; existen programas
oficiales de estudio de esta disciplina para los estudios superiores, y
universidades importantes han abierto sus puertas para impartir la enseñanza
de esta terapéutica. Hay oferta de especialidades en acupuntura en el
Instituto Politécnico Nacional (IPN), en
algunas secciones de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), la
Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)
y la Universidad del Valle de Ecatepec,
además de otras entidades privadas como
el Instituto Alcocer de Medicina Tradicional
China y Acupuntura que da cursos y
diplomados.
En entrevista, precisa que en el país hay entre tres mil cinco mil estudiosos
de la acupuntura, entre médicos y técnicos, lo cual es insuficiente para las
demanda. El hecho de que haya técnicos (sin una base universitaria en
medicina) es porque todavía muchos médicos desdeñan erróneamente esta
terapéutica; la consideran esotérica o mística.
Ocurre que –y esta es una enseñanza del Libro del emperador amarillo- “para
encontrar esas respuestas tenemos que estudiar el movimiento solar”,
señala: “irnos a los cinco planetas (Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter y
Saturno), porque son los que electromagnéticamente jalan nuestras
extremidades”. Todo esto, además, tiene que ver con el hecho de que los
seres humanos tenemos cinco dedos y cinco grupos de órganos (cabeza y
cuello, tórax, abdomen, pelvis y ubicuos, presentes estos últimos en huesos
músculos y piel) y que en los vasos sanguíneos circule sangres y en el
sistema nervioso circule una energía eléctrica. “Querámoslo o no,
comprendámoslo o no, estamos conectados con el cosmos. Y estos hablando
de astronomía científica, no de astrología o de charlatanería”.
Todos estos seres forman parte de un sistema social muy amplio, mas
tienen la particularidad de prescindir de un solo cuerpo, pues son tonalij o
“sombras” de gran poder, “son el Gobierno”; conciben a las manifestaciones
mundanas y a los propios humanos como elementos a su disposición, y dan
prioridad (“como nosotros”) al bien comer, razón por la cual la mesa
del costumbre y toda ofrenda ensalza alimentos especialmente cocinados y
sazonados para ellos, “¡porque si no, comen hombres!”.
En la Huasteca la constitución de todo sujeto está supeditada a su tonalij o
“sombra”, a su corazón y su cuerpo. En el primero se condensan las
funciones asignadas para lo que en la Sierra Norte de Puebla
llaman yolo y ekauil, pues el tonalij se manifiesta como principio de vida
fundamental, tal como el yolo, que se encuentra bajo influjos de la fuerza
vital y que, como el ekauil, puede desprenderse del cuerpo como efecto de un
“susto” o en sueños. Cada tonalij posee diferentes grados de fuerza que
harán del sujeto un curandero (cuando tiene mucha fuerza), distinguirán a un
niño (casi sin fuerza) o a un enfermo (perdiendo su fuerza).
Por último, el yolotl o “corazón” entre los maseualmej si bien puede referir a
esa válvula vital que resuena en el cuerpo de los seres vivos, también es una
instancia anímica portadora de cualidades metafísicas, pues además de
receptáculo de fuerza vital puede pensar. Quien ejerce sus actos
con yolotl no sólo lo hace de forma sincera y afectuosa, también lo hace clara
y serenamente. Entre estos pueblos pensar no sólo requiere de buena
cabeza, se hace también con el corazón. Lo inteligible pasa por una
racionalidad que impone una mente con mucho corazón.
Uno de los hallazgos más importantes fue conocer que el sector salud
imponía a la población indígena los métodos de planificación familiar, que
condicionaba la entrega del apoyo del programa Oportunidades, que obligaba
a las mujeres a colocarse el dispositivo intrauterino y que la atención médica
se limitaba a la entrega de anticonceptivos, lo que visibilizaba relaciones
asimétricas entre el médico y el paciente.
Este proyecto piloto confirmó que la
medicina intercultural impulsada desde el
gobierno carece de comprensión y apertura
al sistema cultural de la población indígena,
lo que hizo manifiesto que el modelo de
intervención debe incorporar la
sensibilización del personal institucional con
el objeto de comenzar a construir una
sociedad más respetuosa de las culturas
indígenas, sustento de la diversidad cultural
que caracteriza al país.
Estación Catorce forma parte del sitio sagrado natural Wirikuta, declarado
Área Natural Protegida en 2001. Wirikuta ofrece una gran riqueza de
especies y un alto grado de endemismos, así como gran diversidad de
ecosistemas. Actualmente está en la mira de varios sectores de la sociedad,
a causa de la concesión de partes de su territorio a empresas trasnacionales
para explotar minerales, sin considerar los costos ambientales asociados y
sin tomar en cuenta que dichos recursos se encuentran enclavados en zonas
en las que residen comunidades originarias. Wirikuta hoy enfrenta
extractivismo.
Los nacimientos en comunidad se viven todos los días en el municipio de Tenejapa, Chiapas; las
parteras tradicionales se denominan balal’alal (idioma tseltal), esto es “la que acomoda, acaricia
o abriga al niño”. Para estas mujeres, “una partera es la elegida por el Sol para atender y ayudar
a la comunidad”. Cumplen la función de madres protectoras, en comunión con lo creado; cantan,
invocan y curan, rindiendo culto a los poderes elementales. Son mujeres indígenas-campesinas y
la tierra que habitan es y ha sido explotada enormemente como fuente de energéticos y de
materias primas. Además, son mujeres que viven y sufren las injusticias al campo y en
consecuencia la migración de sus esposos o hijos.
Se considera que las parteras tseltales de Tenejapa son poseedoras de un “don o mandato
divino”; su intuición las ayuda a crear una relación única e íntima con cada madre y recién
nacido. Integran a su conocimiento el uso de hierbas, animales, baños de inmersión, baños de
sudoración (temazcales) y masajes. Utilizan la mínima intervención y conocen las maniobras
especiales para trabajar los partos más difíciles. Las parteras tradicionales conciben el parto
como un evento natural, como una ceremonia de unión con la tierra. En este rito se utilizan
agentes terrenales y sobrenaturales, en donde el nivel espiritual tiene una especial importancia.
Los seres de las montañas vienen a acompañar a la mujer para darle fuerza en el momento del
parto; el Sol como elemento masculino, la Luna como elemento femenino y la Tierra madre
universal, tienen una presencia esencial en el momento del parto.
Es así que, con la atención médica institucional, coexisten prácticas médicas tradicionales, que
además de ser una respuesta a los problemas de salud, representan un proceso histórico de
resistencia y de construcción de una identidad en un medio rural en constante cambio. Ser
partera en Chiapas es vivir en un estado permanente de resistencia ante un sistema de salud
que pocas veces reconoce su trabajo, ante un sistema que niega y expropia su conocimiento. Sin
embargo el trabajo de las parteras indígenas y mestizas en el medio rural o urbano continuará
con la labor de dar una atención con calidad y calidez, y los esfuerzos de grupos organizados de
parteras, médicos tradicionales y organizaciones de la sociedad civil serán de gran relevancia
para mantener este saber que ha perdurado y perdurará en el tiempo.
Entre los tlapanecos, antes de llegar a curarse, hay que tratar de evitar
las causas de enfermedad. Esto requiere el respecto de varios rituales. En
los hogares tradicionales, el jefe de familia es el encargado de estos rituales:
los realiza durante todo el ciclo de cultivo del maíz (llegada de las lluvias,
siembra, bienvenida a los primeros frutos, cosecha y puesta en la troje). Al
nacer sus hijos, el padre busca el “animal-lugar” de cada uno. Según esta
variante local de la relación entre un humano y un ser de la naturaleza que ha
recibido el nombre de “nahualismo” en el área mesoamericana, la suerte de
cada persona está ligada a un animal que, se supone, vive en un lugar
preciso del territorio, por ejemplo un jaguar en la cumbre de tal cerro, o una
víbora en tal manantial.
En los pueblos negros de la Costa de Guerrero y Oaxaca la gente comparte el destino con
un animal. Hermanados desde tierna edad, gracias a las artes rituales de los nahuales
poderosos, han de caminar esta vida juntos. Lo que suceda a uno, el otro lo siente y lo sufre.
Crecer bien, es decir protegido y convenientemente alimentado, será evidente en un cuerpo y en
el otro. Dos cuerpos, dos materialidades, una suerte, un destino. La enfermedad de monte es la
expresión de este vínculo.
Nahuales los hay de todas las especies, de agua y de tierra, pero hay tres que son los que los
morenos prefieren, el tigre (jaguar-panthera onca), el alagarto (cocodrilo-cocodrylus acutus) y
el onzo león (puma concolor). Estos pueblos de afrodescendientes se formaron culturalmente
rodeados de naciones jaguar. Los gobernantes mitad hombre, mitad jaguar, de los mixtecos
esculpidos en las estelas de Río Grande, Oaxaca, o las batallas de los guerreros tigres de los
nahuas de Zitlala, marcaron profundamente a los recién llegados de tierras lejanas. Tan es así
que en su concepción de cuerpo, y las entidades que lo habitan, incorporaron al jaguar como el
animal más común, el más poderoso, el más bello y feroz. Con esta invención cultural de los
pueblos negros de la Costa Chica la alteridad indígena se introdujo profundamente en la
concepción de las almas. Por eso, aunque los negros se dicen buenos católicos, son a un tiempo
diablos y también nahuales poderosos.
Los tonales, animalitos o nahuales viven en el monte, en esa otra realidad forman ejércitos
comandados por jefes, los cuales a su vez tienen otros jefes superiores que comandan “su
gente”, creando así una especie de gran pirámide. Estos jefes son curanderos, los cuales dirigen
su manada para pelear contra sus enemigos, y así proteger a su grupo, resguardar su territorio y
finalmente apropiarse de los aguajes y de las presas de caza. De hecho, los curanderos jefes de
manada fungen como maestros, por ser fuertes, poderosos y temidos.
Si bien los nahuales crean la fama en ese otro mundo, sus hazañas son un secreto a voces. Los
morenos lo saben, lo dicen, pero no se condecora, ni se instituye. Los curanderos convierten a
los recién nacidos en animalitos, los ponen en una encrucijada de camino y el primer animal que
pase ése será; o colocan una cama de cenizas y las huellas hablarán. A veces con sólo
levantarlo y lamerlo le comparte su esencia y éste será la misma especie que su convertidor,
pues los nahuales no se mezclan, cada especie tiene su grupo, sus costumbres, sus alimentos.
Las gestas de los ejércitos se revelan en la salud de los infantes, y son los curanderos
quienes conocen las enfermedades y los remedios. Por lo común, los síntomas posibilitan el
diagnóstico y es posible conocer la travesía del animal que, en medio de los enfrentamientos,
resulta herido. Así, las calenturas, las diarreas, las infecciones de la piel, o cualquier dolencia
puede ser reconocida como enfermedad de monte; es decir, como la expresión de los sucesos
ocurridos en el mundo de los animales. Aquello que sucede en el mundo paralelo al mundo
ordinario sucede también al interior del cuerpo del enfermo. Un juego en el que el afuera está
adentro y el adentro está afuera. Normalmente, el veredicto es parco: “Estás tirada en el monte.
Regresa mañana que te voy a curar, te voy a poner mano”.Es entonces que se realiza el ritual de
curación.
Aunque las hierbas, así como los complementos que se utilizan cambian de pueblo en pueblo, de
curandero a curandero, el timorreal (pasiflora local) y la saliva son los dos elementos constantes,
luego está la pólvora, el ajo, la mostaza, todos ellos ingredientes que tienen en común el olor
fuerte. Esos ungüentos les dan el olor, y con eso pueden rastrear al animal enfermo en el monte.
Es decir que, en el vínculo de espejo con el animal desdoblado desde su interior hacia ese otro
espacio, se da una trasmutación material, y al untar el cuerpo del enfermo el olor se trasmite al
animal del monte. Así, la cuestión fundamental en la curación de la enfermedad de monte es el
desdoblamiento del curandero, pues al tiempo que se ocupa del paciente en persona, su cuerpo
animal lo busca en el monte.
Finalmente, el curandero expresa así sus dos connotaciones: es humano y es animal, un ser
doble se revela. Y es por medio de esta enfermedad de monte que se expresa esa alteridad
indígena, que asimilada por los morenos de la Costa permitió una creación cultural propia.
El diplomado en Medicina
Tradicional tiene el objetivo de
introducir a los participantes en el
conocimiento y la práctica de
terapéuticas ancestrales tanto de
México como de Oriente, por
medio de
siete módulos intensivos e
interrelacionados: 1) Diagnóstico
de la salud y masaje tradicional
mexicano, 2) Shiatsu japonés, 3)
Plantas medicinales, 4) Libro: Una teoría sobre el capitalismo global:
Producción, clase y Estado en un mundo
Acupuntura contra el dolor, 5) transnacional. Autor: William I. Robinson. Editorial:
Moxibustión, 6) Salud Siglo XXI Ed itores.
comunitaria y 7) Nutrición e
higiene. Ello, para que los
diplomantes utilicen eficazmente esta medicina alternativa como herramienta
en la prevención y tratamiento de las enfermedades frecuentes detectadas en
sus comunidades rurales.
Es decir, al mismo tiempo que seguir exigiendo las mejoras que se merecen
las comunidades, enfrentar por cuenta propia la problemática de salud,
mediante la formación de
verdaderos promotores
comunitarios, con ideas
progresistas y humanismo.
Retomar los saberes de la
medicina tradicional de México y
de Oriente, como son los
masajes, la acupuntura, la
moxibustión y las hierbas
curativas y alimentarias, entre
otros conocimientos.
El rescate y la reivindicación de
la sabiduría popular se hacen
poniendo especial énfasis en la
práctica, de modo que las y los
participantes inmediatamente después del intercambio de experiencias de
cada módulo se ponen su filipina blanca y realizan una brigada médica. Al
regresar a sus pueblos, ya con las diferentes terapéuticas como
herramientas, comienzan a atender pacientes con seguridad y confianza.
PUEBLA
ENTRE LA EPIDEMIA Y LA
ENFERMEDAD: DIABETES EN CLAVE
TOTONACA
Susana Rebeca Kolb Cadwell Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM
En este sentido,
las enfermedades
y los males
pueden ser
colectivos cuando
uno de los
miembros de la
comunidad en
desconsideración
hacia otro le hace
daño o lo lastima.
Atentar contra el
equilibrio del
entorno es también
una manera de
poner en riesgo el
bien-estar.
De esta manera
compartimos un
fragmento de la cosmovisión en la región de Cuetzalan, resaltando aquellos
elementos de la naturaleza que para el ser maseual resultan vitales para
proveer salud, y hacemos hincapié en la importancia que implica vivir en
comunidad para tener una vida saludable… porque si bien la armonía con el
entorno es importante, lo es también la relación con el otro.
“MAL DE OJO” EN LA SIERRA
NORTE DE PUEBLA
Lourdes Baez Cubero Subdirección de Etnografía - Museo Nacional de Antropología
Las sociedades de
tradición indígena han
desarrollado en torno a la
salud-enfermedad
complejas concepciones
sobre la persona, la vida
y la muerte. Y lo han
hecho también en su
relación con la
naturaleza, con la cual
han mantenido una
interacción constante.
Partera en ritual, "Lavado de manos", para los padrinos del niño que trajo al mundo.
Aun en contacto con Naupan, Puebla FOTO: Lourdes Baez Cubero
portadores de culturas
diversas, estas sociedades han configurado modelos autónomos y originales.
Aquí destacan los sistemas médicos empíricos, basados por un lado en el
manejo de la herbolaria y por otro en acciones simbólicas sustentadas en
procedimientos adivinatorios.
Esto es, en apariencia no hay causa del “mal de ojo”, aunque se dice que si
alguien halaga a un niño ajeno, puede ocasionarle el daño. Es por medio de
la vista, que es muy penetrante, como el “aire” del corazón se interna en el
cuerpo de los niños; como éstos son pequeños, su organismo es aún
susceptible de cualquier afectación, no han madurado y enferman
repentinamente.
Las hierbas y productos que se utilizan son: hinojo, ruda, estafiate, perejil,
toronjil, hierba mora, tomate crudo, tomate asado y peonia. Después de lavar
esto bien, se junta todo y se mastica hasta sacar el jugo que se revuelve con
la saliva de quien va a realizar la terapia. Esta masa se unta en la frente,
pecho, vientre, pies, manos y en todas las coyunturas del cuerpecito del
enfermo. Cuando ocurre un “susto”, estas partes se abren por el impacto y
por ahí se introducen los “aires” que le causarán mal. Esta terapia debe
repetirse durante cuatro días, pero si el niño se alivia en la primera ocasión,
sólo se hace dos veces.
Muchas curaciones
tradicionales se han
usado y se usan para la
prevención de las
enfermedades del cuerpo,
por ejemplo: a una
muchacha se le da de tomar
la primera agua que echan
en la olla nueva de barro
para que no sufra a la hora
de parir ni presente mucha
hemorragia durante su
menstruación; se lava la olla
para tirar la mugre o
microbios, y posteriormente
se echa agua, la que se da
de tomar. De igual forma, a
las niñas se les prohíbe
comer hígado de gallina
para evitar hemorragias
durante su período menstrual.
También se corta la cola de xtan(tlacuache) y se les pega a las niñas en sus caderas y
en sus nalgas; al poner su primer huevo una gallina, se les unta la sangre y deben
lamerla para que no sufran mucho y el parto se lleve de manera fácil. A los niños se les
da carne de zorrillo para que no les dé tosferina, pues actúa como vacuna contra esa
enfermedad; asimismo, el gas de este animal es un preventivo para los alcohólicos,
pero si se le da a un niño pequeño, jamás podrá tomar bebidas embriagantes.
A los varoncitos se les prohíbe jugar listones o fajas para que no se encuentren
serpientes venenosas cuando vayan al campo; tampoco deben masticar chiles y se les
da de comer kiwi’ wana’ (insecto que come madera) para que les sea fácil partir leña;
se les cuelga un gusano llamado sakg wiki’ (gusano leñador) para que encuentren
rápido la leña y no ocurran accidentes. Se les prohíbe a los niños y a las niñas trabajar
con sus pies; si lo hacen, nacerán sus hijos con sus pies. Y no deben comer con los
pies extendidos por delante porque les esperará una víbora en el camino por donde
pasen para enredarse en ellos, lo que provocará que se enfermen de susto y espanto,
lo que propiciará enfermedades como la anemia, el raquitismo y la desnutrición.
Para evitar que se infecten, que se inflamen y que duelan los granos, no se debe comer
lo que queda espeso encima del atole y evitar comer grasa de animal, picante y
huevos.
Para que crezca y no se caiga el cabello, las mujeres deben cortarlo al final de la
primavera e inicio de verano, ya que esas estaciones del año son las más fuertes y es
cuando se reproducen y renuevan las plantas y las aves.
Respecto al agua y al manantial, algo que evita que se quede el espíritu ahí, es no
asistir al mediodía, puesto que es una hora sagrada en que las mujeres muertas inician
su acompañamiento en el parto al padre sol. No se debe ir al agua si se está enojado,
de mal gusto o habiendo peleado recientemente con alguien. Al pasar por un manantial
se debe llevar una ofrenda, puede ser una flor o una planta que haya sido cortada, e ir
bien cuidado o cuidada.
En la fogata no se debe jugar, ni pelear con hermanos, con los tizones, ni con las
brasas; se debe guardar respeto. Si alguien se espanta allí, se debe hacer la
ceremonia para no enfermar o dejar el espíritu, así como, si cae un niño o una niña al
suelo, se le debe pegar 12 veces y no enfermará.
Si va alguien al río, al monte o a algún otro lugar, se debe llevar tabaco y ajo para evitar
accidentes causantes de enfermedad y de abandono del espíritu (fragmento del
libro Historia de la medicina tradicional totonaca, Conaculta/Navarra Editores, 2012;
edición a cargo de Ivonne Yáñez).
CHAPINGO Y LA MEDICINA
NATURISTA
Pedro Mendoza Castelán
Director de la Unidad de Medicina Tradicional y Terapeutica Naturista Chapingo www.medicina-
chapingo.com
OAXACA
ARTICULAR LA BIOMEDICINA
CON LA MEDICINA TRADICIONAL
Lourdes Rudiño
Esta tarea, encabezada por el médico Alberto Ysunza Ogazón, jefe de Estudios
Rurales y Experimentales del INNZ, se materializa en el Centro de Capacitación
Integral para Promotores
Comunitarios (Ceciproc),
que nació en 1991 y que
actualmente se concentra
en la región Costa de
Oaxaca.
En entrevista, Alberto
Ysunza señala que el
Ceciproc ha tenido el
objetivo de capacitar gente
local para que se encargue
de resolver la mayoría de
los problemas de salud de
las comunidades, lo cual
implica desde atender serios
problemas de desnutrición Dr. Alberto Ysunza Ogazón FOTO: Lourdes Rudiño
infantil y parasitosis, hasta
promover huertos familiares para mejorar la dieta de las personas, impulsar la
construcción de sanitarios ecológicos para ahorrar agua y aprovechar las excretas
como fertilizante y sustituir estufas de leña dañinas por su generación de humo.
“Vemos que hay una variedad impresionante de formas de ver el proceso salud-
enfermedad, y también de atención, y cómo este tipo de atenciones diferentes se
adaptan a las circunstancias ambientales, ecológicas, sociales e inclusive de
marginación. Encontramos que el ‘susto’ se puede atender con hiertbas, con oraciones,
con temazcal…”
Alberto Ysunza explica que el Ceciproc es apoyado por recursos de fundaciones, los
cuales son cada vez más difíciles de conseguir. Sin embargo, hay ahora una
circunstancia, la reforma fiscal, que hará que el gasto-comprobación de los recursos se
dificulte aún más que la propia obtención, y eso implica un verdadero y gravísimo
obstáculo para el Ceciproc. Señala que el Centro está en una serie crisis; su
permanencia está en riesgo.
https://www.jornada.com.mx/2014/02/15/delcampo.html