El sistema económico achica de modo sistemático el grupo que participa de la riqueza
que producen los trabajadores y trabajadoras a diario, trabajando de sol a sol en muchos casos, sin derechos laborales o condiciones dignas para desarrollar el mismo, sin ser reconocidos y reconocidas por su condición: trabajadores y trabajadoras. Con la caida del trabajo registrado y la escalada inflacionaria desde el primer semestre de 2016 se produjo una pérdida del poder adquisitivo y la previsibilidad de la economía general y particularmente la doméstica; como consecuencia imediata se produjo la caida del trabajo ocacional, intermitente , particular, las denominadas “changas”. Esto no significa que en nuestra ciudad cientos de vecinos y vecinas no esten trabajando; ante un escenario donde las trabajadoras y los trabajadores son concebidos desde una lógica de mercado, como costos que pueden y deben ser reducidos, estos trabajadores y trabajadoras que son puestos al margen del sistema económico formal se inventan su trabajo a diario. En un mundo motorizado por el consumo y el descarte, donde el mercado ve residuos, los trabajadores y las trabajadoras ven trabajo, donde el mercado ve impruductividad, los trabajadores y trabajadoras ven trabajo; cuidadores y cuidadoras, recuperadores urbanos, lombriceros, cuidacoches, trapitos, planchadoras, no son oficios tradicionales, no son elecciones en muchos casos, son la reinvención de esos trabajadores y trabajadoras que el capitalismo moderno ya no necesita, pero que no se resignan a vivir de los subsidios del Estado y las dádivas, si no que se reivindican como trabajadores y trabajadoras. Este basto universo del trabajo, que no es nuevo pero aun falta visibilizar, la economía popular, tiene un denominador común: no tienen empleador directo o aparente. No obstante, con su trabajo contribuyen a distintas cadenas de valor de otros procesos productivos. Esta aparente situación de independencia o cuentapropismo no es tampoco una elección, es el producto de encontrarse en las márgenes del sistema económico, y la consecuencia inmediata de dicha condición, es la vulnerabilidad de estos trabajadores y trabajadoras, la carencia de derechos y la inexistencia de un particular, un privado, un patrón o jefe ante el cual reivindicar los mismo. Por todo ello, y por considerar que el Estado debe ser el garante de todos los derechos de los ciudadanos, los trabajadores y trabajadoras de la economía popular nos dirigimos ante Él para generar un marco que propicie la dignidad en el trabajo y el acceso a todos los derechos laborales de los cuales se ven privados. La ley de Emergencia Social y de Los Trabajadores de la Economía Popular es el producto de un sólido análisis de esta ciutuación y la proyección de nuevos organismos estatales y herramientas para redignificar el trabajo del sector. En nuestra ciudad en el año 2016 se presentó un proyecto de ordenanza para adherir a la Ley de Emergencia Social y en el marco de la misma, afectar un punto del presupuesto de la ciudad para mejorar las condiciones de trabajo de la economía popular, para generar trabajo digno en desde la perspectiva que propone el papa Francisco, de interés social; donde no prime la productividad o los indicadores del mercado, si no las necesidades que quienes más lo necesitan; donde la rentabilidad no sea el parámetro para asignar obras, si no la posibilidad de generar trabajo entre nuestros vecinos y vecinas. Nuestra experiencia pone de relieve la posibilidad de avanzar en esta linea. La cooperativa de limpieza del Arroyo Langueyú, Coopeva Textil, las cuadrillas de infraestructura social, la sala de elaboración comunitaria Juana Azurduy, el equipo de reparación de mobiliario escolar evidencian que las experiencias de trabajo autogestionado, mediadas por la toma de decisiones de modo participativo y sin la productividad y el lucro como factores excluyentes son alternativas sustentables que poseen como tónica los derechos y la dignidad de los trabajadores y las trabajadoras, el trabajo, por sobre toda las cosas, como ordenador social. Tierra Techo y Trabajo se contienen y se potencian entre sí; tierra para vivir, casas para construir, autoconstrucción, gestión y planeamiento participativo de viviendas sociales y barrios populares; techo para vivir dignamente y para producir, para desarrollar y fortalecer emprendimientos productivos con apoyo del Estado y en diálogo permanente con las comunidades. Tierra para producir alimentos saludables y ecológicos, manos para labrar la tierra, trabajo digno para más trabajadores y trabajadoras; supreción de intermediarios y mercados populares para enfrentar la espaculación de quienes acaparan la industria alimentaria. Tierra Techo y Trabajo es nuestra consigna, y tenemos la certeza de que la posibilidad de que ella se realice es una cuestión de voluntad política.Tenemos esa voluntad, y vamos a llevar al concejo deliberante.