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LA DIVINA COMEDIA (INFIERNO)

Dante Alighieri (Italia, 1304 – 1321)

NARRADOR: Lucia muy angustiada partió rápido en busca de Beatriz a la


cual dijo
LUCIA: Beatriz de Dios pura Alabanza, no dejes al que te ama de manera
que del vulgo por ti se lanza. ¿No escuchas la angustia lastimera de Dante?
Cual hombre el que más pronto y vivo trate de hacer su suerte, o de impedir
su daño, tal su acento apenas en mi oído bate. Cuando a ti vengo desde mi
alto escaño confiada en tu lenguaje rico y honesto
NARRADOR: De inmediato Beatriz baja en busca de Virgilio y dice:
BEATRIZ: Piadosa ánima mundana, mi amigo se encuentra en el inhóspito
desierto, tentado de volver sobre sus pasos. Temo que se extravié. Por favor
márchate y sálvalo; yo soy Beatriz y procedo de un lugar al cual deseo volver.
Cuando vuelva a ver a mi señor no dejare de alabarte.
VIRGILIO: Estoy dispuesto a ayudarte oh dulcísima mujer
NARRADOR: seguido a esto, Virgilio partió en busca de Dante, el cual se
encontraba perdido en una selva oscura, nunca supo como llego ahí por lo
dormido que estaba pero al continuar con su camino diviso una pantera, un
león y un lobo (sonido de lobo). En esos momentos ve una sombra a la cual
dice
DANTE: Ten piedad de mi, oh tu, vana sombra de mortal no muerto
VIRGILIO: Yo no soy un hombre aunque lo fui, mi patria fue Mantua. Fui
poeta, cante las hazañas del hijo de Anquises.
DANTE: ¿Eres tu Virgilio? Oh, eres mi maestro del que he aprendido mucho.
Mira la fiera que me atemoriza, defiéndeme de su ataque gran sabio, que mis
pulsos y venas tiemblan del miedo.
VIRGILIO: Debes alejarte de este camino, puedo ayudarte si me sigues: yo
seré tu guía, te llevare de aquí a un lugar eterno donde oirás almas
desesperadas. Al llegar a la región de los bienaventurados, me suplantara un
alma más digna, pues se me niega la entrada al imperio celestial.
NARRADOR: Llego el atardecer, invitando al reposo de los seres que
pueblan la tierra. Dante procedió a decir
DANTE: Virgilio asegúrame que mi virtud tiene la suficiente solidez para
soportar tan penosa ruta
VIRGILIO: Si no entiendo mal tu turbada voz, el miedo ha helado tu alma, he
venido a tu lado porque Lucia a mandado Beatriz a que me lo pida.
DANTE: Piadosa aquella que acudió a mis penas, benigno tu que obedeciste
a sus palabras
NARRADOR: Llegan a la puerta del infierno, Virgilio tomo la mano de Dante y
lo introdujo a los secretos del abismo. Se oían suspiros y lamentos, gritos de
rabia, risas y desesperación (sonido de risas tenebrosas). Pronto se dirigió
hacia ellos un anciano de blancos cabellos el cual grito
CARON: ¡Ay de ustedes almas inicuas, no verán ya el cielo!, vengo para
llevarlos a la región de las sombras, pero ¿Qué haces aquí criatura viva?,
sepárate de los muertos.
VIRGILIO: Apacigua tu ira Carón, está mandado que así se haga.
NARRADOR: En aquel lugar donde se hallaban se oían suspiros a lo que
Virgilio añade
VIRGILIO: Este es el primer círculo, estos no fueron pecadores, son almas
que no recibieron el bautismo. Yo pertenezco a este grupo.
NARRADOR: Mas tarde en el segundo circulo del infierno aparece Minos,
juez de los condenados
MINOS: ¡Oh, tu, que vienes al tremendo hospicio! Parando el acto de tan
grande oficio
VIRGILIO: ¿Por qué así gritas? Impedir su destino no te toca, allá donde se
puede lo han querido.
(Sonido de gritos)
DANTE: Maestro ¿Qué almas son esas?
VIRGILIO: Son los pecadores que sometieron la razón al apetito de la carne.
DANTE: ¡Oh alma atormentada acércate a hablar!
ALMA 1: Ser bueno, que te compadeces de mí, pediré por ti al rey del orbe.
Estoy dispuesto a escucharte y a contestarte. Soy del país donde desemboca
el Po. El amor prendió tanto en mi pecho. Y el amor me arrastro a la muerte
(Dante inclina la cabeza)
VIRGILIO: ¿En qué piensas?
DANTE: Que dulces pensamientos y deseos lo han arrastrado a tan terrible
situación
NARRADOR: Al entrar al tercer círculo un alma se acerca y les dice
CIACO (ALMA2): ¡oh tú, traído por la suerte! ¿No me reconoces? Naciste
cuando aun yo vivía. Mi nombre es Ciaco. Me hallo aquí por el vicio de la gula
DANTE: Tu desgracia llena mis ojos de lágrimas
CIACO: A tu regreso a la sosegada faz de la tierra procura avivar mi
memoria, habla de este infeliz en el dulce mundo.
NARRADOR: Por fin Dante Y Virgilio entraron en el cuarto círculo
DANTE: ¡Ay, justicia de Dios! ¡Cuantos dolores y angustias me tocan ver! ¡Y
pensar que nuestra maldad da motivos para ello!
(Alma golpeándose la cabeza)
VIRGILIO: Esa fiereza marca a los que pecaron por la ira
NARRADOR: Dante y Virgilio caminan cerca a un pantano donde se acerca
un alma y dice
ALMA 3: ¿Quién eres tú? Llegas antes de tu hora
DANTE: Y tu ¿Quién eres?
ALMA 3: Como ves, soy uno que pena
DANTE: Pues con tu pena te reconozco
(El alma trata de acercarse y Virgilio dice)
VIRGILIO: Ve con tus hermanos los perros
NARRADOR: Dante y Virgilio se encontraban ya en el segundo recinto del
séptimo círculo, donde se oían voces quejumbrosas (voces quejumbrosas) y
a Dante se le ocurrió extender la mano y agarrar la rama de un árbol; a su
sorpresa el tronco le grito
ARBOL: ¿Por qué me desgarras? ¿Careces de piedad?, hombres fuimos y si
hoy nos ves convertidos en arboles, tu corazón debería sentir mayor
misericordia
VIRGILIO: Dile quien fuiste y mi compañero te compensara recordando tu
nombre al mundo que le es dado volver
ARBOL: Yo soy aquel que poseyó las llaves del corazón de Federico. Más de
nada sirvieron mis fieles oficios cuando la envidia movió la lengua de los
cortesanos, predisponiendo a nuestro dueño contra mí. Pero juro por las
raíces de este árbol que nunca falte a mi señor. Les ruego que si algunos de
ustedes vuelve al mundo, restaure mi memoria aun empañada por la
calumnia.
VIRGILIO: ¿Cómo quedan las almas en esos troncos?
ARBOL: Cuando un alma se separa voluntariamente de su cuerpo, Minos la
envía al séptimo circulo y cae al azar en cualquier punto de esta selva, donde
germina como un grano de escanda, y crece, y la arpías vienen a alimentarse
de sus hojas y a introducir el sufrimiento a través de ellas. El día señalado
iremos también en busca de nuestros cuerpos, aunque solo para dejarlos
colgados cada uno de nuestro árbol.
NARRADOR: Dante y Virgilio dejaron atrás al árbol y siguieron su camino
hasta llegar a una llanura, donde un alma les grito
BRUNETO (ALMA 4): ¡Que portento!
DANTE: ¿Aquí estas Micer Bruneto? Detengámonos un momento a
conversar
BRUNETO: Si dejara de caminar gemiría después durante cien años, a
merced del fuego que me abrasa, y la misma sentencia pesa sobre los
demás. Así, pues, sigamos andando… ¿Cómo has llegado a estos abismos
antes de tu hora? ¿Quién te sirve de guía?
DANTE: En el mundo de los vivos me encontré perdido en un valle de
pasiones, y este acudió en mi ayuda; ahora me conduce a mi perdido hogar
BRUNETO: Obedece a tu estrella y llegaras felizmente a puerto. Estando yo
vivo, te hubiera alentado en la empresa. Pero guárdate de esa gente
envidiosa, sórdida y soberbia que descendió en tiempos de Fiesolo. La
belleza de tus obras acarreara su enemistad. Que no te contaminen.
DANTE: Podrías decirme ¿Qué famosos que famosos y conocidos están
contigo?
ARBOL: Te hablare de algunos; del resto es preferible guardar silencio.
Todos fueron esclavizados a un mismo vicio. Aquí esta Prisciano y Francisco
de Acorso. Si te atreves a mirar más allá veras al que el siervo de los siervos
traslado del Arno al Baquillon.
NARRADOR: Dante y Virgilio se hallaban al final del tercer aposento del
séptimo circulo donde oían lamentos angustiosos (sonido de lamentos).
Estando ya ellos en el fondo del abismo, Dante diviso a algunos condenados
siendo azotados con látigos, aunque no dio tanta importancia y siguió su
camino junto a Virgilio en el cual hallaron serpientes

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