Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
PAULA FLEISNER*
G G
42 43
FACULTAD DE P SICOLOGÍA • UBA
Resumen
Este trabajo propone pensar una cierta continuidad entre la disponibi- CUERPOS E
INTIMIDAD
lidad simbólica de los cuerpos femeninos en la “máquina mitológica”
greco-romana y su disponibilidad real como una constante en la his-
toria de Occidente. Por un lado, a través de un análisis de la figura de
Afrodita/Venus, se hace evidente que incluso la concepción del encuen-
tro sexual entre varones y mujeres está sometida a la lógica de la violen-
cia. Por el otro, considerada desde una perspectiva materialista de “gé-
nero”, la biopolítica (aquella forma de ejercicio del poder cuyo objetivo
es el cuerpo biológico de los individuos) se muestra como el modo de
consideración y administración de los cuerpos femeninos desde la anti-
güedad. Por ello, para pensar la “vida desnuda” no es necesario apelar
a ninguna figura olvidada del derecho romano, basta con considerar la
disponibilidad actual de los cuerpos de las mujeres en las sociedades
contemporáneas, cuerpos sobre los que se ejerce desde el poder y en su
nombre todo tipo de violencias (material, sexual o simbólica).
forma de lluvia de oro que cae por una grieta del techo. Acrisio, al ente-
largo de la historia “implicaciones mitológicas” considerables.
rarse del embarazo, encierra a Dánae y Perseo, su hijo, en un cofre que
Quisiera aquí proponer una lectura del funcionamiento de la má- CUERPOS E
arroja al mar. Antíope, hija del dios-río Asopo. Zeus la viola adoptando INTIMIDAD
quina mitológica greco-romana y su influencia en otros ámbitos cultu-
la forma de un sátiro. Ella huye por temor a su padre, embarazada. Su
rales y temporales en lo que respecta a la absoluta disponibilidad de los
padre, suicida, exige a su hermano Lico venganza. Lico encuentra a su
cuerpos femeninos y la violencia que ésta conlleva. Ciertamente, resulta
sobrina, la encadena y maltrata. Ella escapa, pero es condenada luego
muy curioso que independientemente de cómo consideren los mitos,
por Dioniso a la errancia por la muerte de la esposa de Lico, Dirce, a
los representantes más eminentes de los estudios mitológicos –que
manos de los hijos que tuviera con Zeus, Anfión y Zeto. Creusa, hija de
hemos llamado barones y que, no casualmente, son varones– o bien
Praxítea y Erecteo. Fue violada por Apolo en una gruta de la Acrópolis
padecen de una importante ceguera de género que los lleva a usar eufe-
de Atenas. Producto de la violación nace Ión, a quien abandona en una
mismos a la hora de referir las escenas de raptos y de violaciones de mu-
cesta en el lugar donde Apolo la violentara. Alcmena, esposa de Anfitrión
jeres y a no considerar críticamente el sexismo y la misoginia explícita
y madre de Heracles. Zeus adopta la figura de Anfitrión y comparte con
en los materiales mitológicos clásicos,2 o bien directamente comparten
ella una noche de bodas que dura tres días y de la que surge Heracles,
el sistema de creencias que llamamos patriarcado y que consiste en la
junto a un gemelo hijo del marido mortal. Anfitrión decide quemarla en
consideración de la inferioridad natural de las mujeres.3
una hoguera pero Zeus la salva mandando fuertes lluvias. Calisto, ninfa
de los bosques que rehúye de los hombres. Zeus la somete adoptando la
1. Modelo que el propio Jesi asume como “ideológico”, como un modelo provisorio entre
otros, suspendiendo de este modo toda posible fundamentación metafísica o definitiva.
Cfr. Jesi, 1989, p. 109.
Erinias mismas son femeninas como la mayoría de las divinidades de la esfera terrenal. ¡Qué
2. Basta una rápida lectura del Diccionario de Mitología de Pierre Grimal, obra funda- femenina es la pregunta con la cual quieren comprobar la culpa! «¿Mataste a tu madre?» El
mental, para reconocer todo tipo de eufemismos que tienden a naturalizar la violencia sí o el no ha de decidir. El sentido de la realidad de la mujer nunca se manifestó más verda-
contra las mujeres, las narraciones que siguen son tomadas en su mayoría de allí. Por lo dero y terrible. De esta manera comprendemos mejor la estrechez, la severidad y, al mismo
demás, recordemos, como lo hace Agamben en Quel che resta di Auschwitz, que el verbo tiempo, la bondad del antiguo imperio divino. La preponderancia de lo femenino es uno de los
euphêmein significa “observar en silencio religioso” (Agamben, 1998, p. 30). rasgos eminentes de su carácter, mientras que el modo de pensar masculino triunfa en la
3. Ejemplo de esta segunda posibilidad podría ser el pasaje en el que Walter Otto, en divinidad olímpica” (Otto, 2003, p. 19). Lo femenino: las vengativas Erinias (contrapuestas
su canónico Los dioses de Grecia, interpreta en la Orestíada el lugar de cambio desde a la masculina Atenea que salva a Orestes imponiendo la justicia por sobre la venganza),
las divinidades telúricas femeninas hacia la “lucidez” olímpica posterior y señala: “Las estrechas de mente y muy severas, aunque con cierto tipo de bondad....
figura de Ártemis. Es transformada en osa y atravesada por un flecha- Hera o Medea, por ejemplo). El androcentrismo triunfó luego de un pro-
SUBJETIVIDAD, IDENTIDADES DE GÉNERO Y CULTURA zo de Ártemis. Zeus la transforma en una constelación, la Osa Mayor. ceso histórico ya que antes de Homero las antiguas deidades griegas –
Dríope, hija del rey Dríope. Apolo se le acerca en forma de tortuga y la entre las que proliferaban las diosas– estaban vinculadas a la tierra, la
viola adoptando la forma de una serpiente. Espantada, no cuenta nada procreación y la fertilidad; y recién con la generación olímpica los dioses
de lo sucedido. Concibe a Anfiso. Teófane, hija del rey Bisaltes. Poseidón varones dominan un mundo centralizado por la actividad bélica.
se enamora de ella, la rapta, la lleva a la isla de Crumisa donde la convier- Así, desde un punto de vista literal, la mujer jovencita (ya sea en
te en oveja. Metamorfoseado en carnero, Poseidón la posee. Dafne, más forma de ninfa o en forma de “doncella divina” o Core), que pareciera
afortunada, casi violada por Apolo, logra huir de él y ruega a su padre que reemplazar el protagonismo de las diosas madres de épocas pasadas, es
la transforme para eludir el asedio divino. Fue convertida en un laurel, la un cuerpo disponible (Cloris o Perséfone) para el usufructo de varones
planta favorita del dios, que usa sus coronas para celebrar sus triunfos. (Céfiro o Hades) que justifican la violencia como un acto de amor y pre-
La lista de mujeres, diosas o mortales, raptadas, violadas y violenta- mian la docilidad con regalos (transformación de la ninfa en una diosa
das en estos relatos mitológicos podría seguir extendiéndose largamen- o permiso de volver a la tierra durante cierto tiempo). Por ello, cuando
te. En esta lista, como siempre, cada mujer puede –todavía hoy, pues, leemos los agudos análisis de Kerényi sobre las doncellas divinas, quien
G como veremos, la disponibilidad simbólica sentenciada en la antigüe- cita la sentencia de Otto según la cual “la causa del poder de todas es- G
dad parece ser el modelo de la disponibilidad real en la actualidad– ser tas figuras [de los dioses] radica en su veracidad”, no podemos dejar
48 todas. La mujer nunca es arquetipo, es siempre cualquier mujer (una de preguntarnos por las implicancias políticas de toda la simbología en 49
cualquiera), una sola que vale de ejemplo por y para todas.4 Los even- torno a las diosas virginales como expresión mitológica de la “natura-
FACULTAD DE P SICOLOGÍA • UBA
tos se repiten como en un loop siniestro y aceptado: mujer bella, varón leza inviolada”, como destino femenino de la gemación (reproducción
incontenido, rapto, violencia sexual, procreación, premio si es que final- asexuada). En esta lectura, con Perséfone se unirían en una misma idea CUERPOS E
INTIMIDAD
mente aceptó su destino de receptáculo de héroes, castigo o infertilidad el matrimonio y la muerte:
si osó, por el contrario, como Calipso o Circe, desear su placer femenino.
Como aquel ser que se mantiene en el apogeo de su vida despreo-
Los recientes estudios clásicos realizados desde una perspectiva de
cupada y que, llegado a este punto, deberá padecer su destino –así
género dan cuenta de la violencia perpetrada en nombre de unos valo-
se muestra ahora Perséfone delante de nosotros– un destino que
res universales que la literatura grecorromana transmitiría hasta hoy.
en su realización le significará la muerte y, en la muerte, el domi-
Violencia física, violencia sexual, violencia simbólica: el dolor, el miedo,
nio (Kerényi, 2012, p. 136).
el sufrimiento y la falta de consentimiento de las diosas, divinidades me-
nores o mujeres mortales obligadas a yacer con los dioses varones, no La máquina mitológica, en perfecto funcionamiento en este discur-
revisten ninguna importancia frente al “honor” de gestar héroes. Así, so, sigue reproduciendo modos inteligentes y eruditos de justificar las
señala Molas Font, “[l]os mitos griegos sobre el origen de los héroes estructuras de dominación y de entrenarnos para la resignación en re-
transmiten el discurso masculino de que el cuerpo femenino es un cuer- lación con nuestro lugar, siempre destinal, de cuerpos disponibles para
po agredible y colonizable, y su producto, los hijos y las hijas, un bien la enunciación simbólica o real de las leyes que rigen el mundo de los
enajenable, pues la madre es un medio para un fin paterno” (Molas Font, varones.
2006, p. 56).5 Una relación entre la sexualidad viril violenta y el ejercicio No obstante, no estoy proponiendo la posibilidad de una “supera-
del poder se hace evidente en el patriarcado que sostiene la mitología ción” del pensamiento mítico con la interioridad de la religión cristiana
olímpica: se naturaliza la decisión cultural de someter a las mujeres, (a la manera de Hegel), ni con un pensamiento racional que demuestre
representadas inicialmente como peligrosas e incontrolables (Sirenas, su “falsedad”. Contrariamente, creo que es en la mitología donde debe-
mos dar batalla: construir una nueva mitología, hecha de otros relatos
o de estos mismos tergiversados, como en el poema de Ursula K. Le
4. Acerca de la idea de cualquieridad cfr. Agamben, 2001, 9-10. Guin que citaba al comienzo: una perspectiva nueva para un relato viejo
5. Molas Font señala además que este modelo impregna también la legislación patriarcal (Dafne-Apolo) que forme y transforme nuestras primeras maneras de
de la época. También refiere la violencia en contextos bélicos donde las mujeres, como entender el mundo y que no anule, como la filosofía, la posibilidad de
en la Ilíada, sufren agresiones sexuales de ambos bandos. Mito y política de los cuerpos
las “versiones”.
parecieran ir siempre de la mano en la Grecia antigua.
II. Venus, la violencia del amor las figuras elegidas por Freud, es sentenciada en el nacimiento mismo de
SUBJETIVIDAD, IDENTIDADES DE GÉNERO Y CULTURA la diosa que preside el encuentro amatorio entre los cuerpos.
El deseo sexual del varón que ejerce la violencia sobre el cuerpo fe- Si bien hay otras versiones de su nacimiento, esta de Hesíodo es la
menino queda, muchas veces, enmascarado en la tiranía de la diosa que que me interesa discutir por su pregnancia posterior. Inicialmente en el
causa realmente las pasiones amorosas: tenía que ser una mujer, bella arte del Renacimiento, que, como señala Aby Warburg, es el reservorio de
y mentirosa, la culpable de los arrebatos masculinos. Detengámonos un fórmulas patéticas (Pathosformeln) que sobreviven desde la antigüedad,
momento en el brusco relato de su nacimiento que nos ofrece Hesíodo: garantizando una cierta continuidad emotiva anacrónica (cfr. Warburg,
es la “monstruosa Gea” la que origina todo el episodio con una “cruel 2014, p. 217): una joven, bella y desnuda, nacida sólo del esperma de un
artimaña” instando a sus hijos no nacidos a vengarse del padre que les miembro extirpado con una hoz, es la figura del amor que, a partir del
impide nacer. Cronos será el encargado, entonces, de perpetrar el plan: siglo II a C., será progresivamente asimilada a la diosa latina Venus.
universo enteramente estético a partir de la separación entre forma y prerrogativa exclusiva del cristianismo –incluso aunque estemos muy
deseo, concepto y fenómeno, símbolo e imagen o dibujo y carne. Una dispuestos a aceptar que ha adoptado en él modalidades novedosas– y CUERPOS E
INTIMIDAD
peligrosidad se ciñe sobre los cuerpos de mujeres desnudas represen- cuando el carácter mismo de la diosa parece predisponer a la acepta-
tados en el arte, por ello, para tapar el interés sensual y la violencia que ción de una disponibilidad para el amor y para el dolor de cuerpo fe-
lo acompaña, y salvaguardar el buen nombre de los hombres (varones, menino. Por otro lado, discutiendo la crueldad de la desnudez en una
permítaseme enfatizar) de gusto, será necesario separar el desnudo serie de paneles conocidos como la Historia de Nastagio degli Onesti a
–nude: forma ideal artística– de la desnudez –nakedness: cosa que des- la que presenta como una Venus perpetuamente asesinada, contracara
pierta deseo sexual (Didi-Huberman, 2005, pp. 23-27). Sólo mediante perversa de la Venus “eternamente naciente” (Didi-Huberman, 2005,
esta operación, Botticelli puede aparecer como el “poeta de la Venus p. 79),8 nuestro autor interpreta la violencia allí explícita como una
celestial”, desexualizando completamente su figura a través de un com-
plejo procedimiento iconológico que permite su aislamiento.7
No obstante, continúa el pensador francés, Warburg había asumido 8. La historia representa pictóricamente la novela octava de la quinta jornada del Deca-
el problema del tacto enmascarado, el problema de la conmoción (ser merón de Boccaccio, donde se narra el encuentro “onírico” de un joven dolido por la falta
de correspondencia amorosa de una bella doncella “cruel, dura y áspera” y una escena
tocado por) frente a la obra y por ello se planteó una cuestión de orden
cruel e inicialmente incomprensible que le permite, no obstante, resolver su situación
táctil y no visual: el problema de la empatía (Einfühlung), como fuer- amorosa por medio de una estratagema. El joven rechazado decide irse a vivir a unos
za originaria del estilo. De esta manera, hay en la Venus de Botticelli bosques cercanos de la ciudad de Ravena donde un buen día cree oír un desgarrador
una tensión entre la calmada indiferencia de la belleza y una represen- llanto seguido de la visión de “una muy hermosa doncella toda desnuda, descabellada
y rasguñada [...] llorando y pidiendo a gritos merced”. Tras ella corren dos grandes pe-
tación del pathos (esa emoción intensa y violenta que la hizo nacer)
rros que la alcanzan y la muerden y, finalmente, aparece un caballero con un estoque
que se desplaza hacia elementos secundarios: el movimiento externo en la mano y “con rostro muy atormentado” que la amenaza de muerte. “Esta visión
a un tiempo maravilla y espanto” produjo en el joven que igualmente intenta ayudar a
la mujer. Pero el caballero le explica que esta mala mujer merece lo que está a punto
de sucederle, pues él siendo joven se suicidó por culpa de su amor no correspondido y
7. Didi-Huberman explica la “reacción” de la historia del arte idealista frente al tabú ahora está condenado a la pena eterna de perseguirla como enemiga y ella a la de huir:
del tacto que la Venus invita a desobedecer, con el mecanismo de defensa psíquico que “Cuantas veces la alcance conviene que la mate” y, abriéndole las espaldas, le saque
Freud llama “aislamiento” (Isolierung) y que consistiría en este caso en una separación el corazón y se lo dé para comer a los perros. Dado que la escena se repite cada día a
de uno de los elementos, la desnudez carnal, de su relación con el otro (Didi-Huberman, la misma hora, nuestro joven decide hacer un banquete bajo los árboles donde viera la
2005, p. 32). escena e invitar, entre otros, a la joven indiferente con el propósito de que sea testigo de
crueldad concernida por procesos exclusivamente psíquicos, en los que que son las encargadas de perpetuar (perpetrar) la especie, las mujeres
SUBJETIVIDAD, IDENTIDADES DE GÉNERO Y CULTURA operan sólo formas del deseo y no la representación de una violencia fueron desde siempre propiedades administradas en tanto que cuerpos
real de explotación social y sexual (Didi-Huberman, 2015, nota 139, p. vivientes. Pues, como bien señalan Adorno y Horkheimer en el fragmen-
162). Si bien es claro que no debe confundirse la desnudez representada to “Hombre y animal”, la mujer nunca fue sujeto: “la división del trabajo,
por Botticelli con una violencia real en la que el pintor “justificaría” la lograda e impuesta por el hombre [...] la ha convertido en encarnación
represión de las mujeres, sí creo que es necesario considerar como real de la función biológica, en imagen de la naturaleza, en cuya opresión
la relación entre el nivel figural (que bien podría ser una denuncia de puso esta civilización su título de gloria” (Adorno-Horkheimer, 1998, p.
Botticelli) y el social, relación que no haga de la obra exclusivamente 293). La mujer es indiscernible de su vida fisiológica (Agamben, 2012, p.
un documento histórico de una realidad pasada, sino que la vuelve un 31) y esto hace que desde siempre esté atrapada en la doble lógica del po-
reservorio de la supervivencia de una Stimmung violenta que el andro- der soberano y del poder biopolítico: un pequeño tirano (el padre, el ma-
centrismo ha impuesto en Occidente. Incluso aunque no acordemos rido) domina desde siempre su destino oikonómico, pero ese dominio
con aquella explicación de Eliade que hacía del mito un “modelo de lo se ejerce sobre su cuerpo biológico, ya que no es ciudadana hasta bien
real”, o con aquella de Kerényi que habla de un “acercamiento al origen” avanzada la historia, y sujeto, aparentemente, no ha llegado a ser nunca.
G en los cuadros de Botticelli, siempre habrán de considerarse los efectos Acaso podría decirse que, en lo que respecta a la vida de las muje- G
de poder materiales, políticos y concretos de tales consideraciones. res, la hipótesis agambeniana de que el poder soberano desde siempre
54 se ocupa de la vida biológica parece plausible: es más, podría sostenerse 55
III. Biopolítica de género que el “punto oculto” en el que confluyen el modelo jurídico institucio-
FACULTAD DE P SICOLOGÍA • UBA
No obstante, y aunque el dictum “cuerpo de mujer: peligro de muer- tología” y “La doncella divina”, en Jung, C. G.; Kerényi, K. (2012).
te” parece confirmado, también es cierto que las mujeres tenemos el Introducción a la esencia de la mitología (trad. B. Kiemann y C. CUERPOS E
INTIMIDAD
poder (virtual y actual) de hacer vivir y hacer morir. Nadie sabe lo que Gauger). Madrid: Siruela. pp. 15-42 y 129-186.
puede un cuerpo, ellos no saben lo que pueden nuestros cuerpos. Y no Molas Font, M. D. (2006), “Las violencias contra las mujeres en la po-
es el poder, sino la potencia, esa dynamis que no se agota en el pasaje al esía griega: de Homero a Hesíodo” en AA.VV. La violencia de gén-
acto y que nos permite disponer incluso de nuestras privaciones (abs- ero en la antigüedad. Madrid: Instituto de la Mujer.
tenernos, por ejemplo), la que ofrece acaso un modelo de resistencia. Nietzsche, F. (1994). El nacimiento de la tragedia (trad. A. Sánchez
Pascual). Madrid: Alianza.
Otto, W. (2003). Los dioses de Grecia (trad. R. Berge y A. Murguía
Zurriarían). Madrid: Siruela.
BIBLIOGRAFÍA
Platón (1997). “Banquete” en Apología de Sócrates/Banquete/Fedro
(trad. M. Martínez Hernández). Barcelona: Planeta Agostini.
Adorno, T. W.; Horkheimer, M. (1998). “Hombre y animal” en
Segato, R. “A través de la víctima se viola a toda la sociedad” entrevista
Dialéctica de la Ilustración (trad. J. J. Sánchez). Madrid: Trotta.
con M. Carabajal en Página 12, 22 de julio de 2016.
pp. 291- 299.
Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/socie-
Agamben, G. (1995). Homo sacer I. Il potere sovrano e la nuda vita.
dad/3-304897-2016-07-22.html (última consulta: 2/08/2016)
Torino: Einaudi.
Segato, R. (2013). La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas
Agamben, G. (2001). La comunità che viene. Torino: Bollati Boringhieri.
en Ciudad Juárez. Buenos Aires: Tinta Limón.
Agamben, G. (2012). “Para una filosofía de la infancia” en Teología y
Warburg, A. (2014). La pervivencia de las imágenes (sel. y trad. F.
lenguaje (trad. M. Raia). Buenos Aires: Las cuarenta.
Santos). Buenos Aires: Miluno.
Agamben, G. (1998). Quel che resta di Auschwitz. L’archivio e il testi-
mone. Homo sacer III. Torino: Bollati Boringhieri.
Bidusa, D. (2007) “Retorica e grammatica dell’antisemitismo” en Jesi,
F. (2007), L’acussa del sangue. La macchina mitologica antisemi-
ta. Torino: Bollati Boringhieri. pp. VI-XL.