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- En todas las tradiciones culturales, Dios aparece por una parte como origen de lo que es y por
otra parte como medida de lo que debe ser. Por tanto, en toda experiencia religiosa hay dos
elementos importantes: el don y la gratuidad. El hombre se siente interpelado a administrar
convivial y responsablemente el don recibido. Testimonio de esto es el reconocimiento
universal de la regla de oro.
- Entre toda la experiencia religiosa universal se destaca la Revelación que Dios hace
progresivamente de Sí mismo al pueblo de Israel porque responde de un modo inesperado y
sorprendente a la búsqueda humana de lo divino.
- En el monte Sinaí, la iniciativa de Dios se plasma en la Alianza con su pueblo a través de los
diez mandamientos. Ellos ponen de relieve los derechos fundamentales inherentes a la
naturaleza de la persona humana y constituyen las reglas primordiales de toda vida social.
- El actuar gratuito de Dios, al crear hombre y mujer, está oscurecido y distorsionado por la
experiencia del pecado. En esta ruptura originaria debe buscarse la raíz más profunda de todos
los males que acechan a las relaciones sociales entre las personas humanas, de todas las
situaciones que en la vida económica y política atentan contra la dignidad de la persona, contra
la justicia y contra la solidaridad.
- La persona humana ha sido creada por Dios, amada y salvada en Jesucristo, y se realiza
entretejiendo múltiples relaciones de amor, de justicia y de solidaridad con las demás personas.
Es la única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo y no puede encontrar su
propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás.
- El hombre, redimido por Cristo y hecho, en el Espíritu Santo, nueva criatura, puede y debe
amar las cosas creadas por Dios dándole gracias por ellas y usando y gozando de las criaturas
en pobreza y con libertad de espíritu.
- La autonomía de las realidades terrenas se quiere decir que las cosas creadas y la sociedad
misma gozan de propias leyes y valores y esto no quiere decir que la realidad creada es
independiente de Dios y que los hombres pueden usarla sin referencia al Creador.
- La Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con
Dios y de la unidad de todo el género humano. Su misión es anunciar y comunicar la salvación
realizada en Jesucristo que es el Reino de Dios. Este Reino tiene una dimensión temporal y
escatológica.
- Dios, en Cristo, no redime solamente la persona individual, sino también las relaciones
sociales entre los hombres. Esta transformación de las relaciones sociales es una tarea confiada
a la comunidad cristiana, que la debe elaborar y realizar a través de la reflexión y las prácticas
inspiradas en el Evangelio.
- La actitud que debemos tener hacia el designio de Dios es la misma que tuvo María con su
‘si’. Ella es la imagen perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del cosmos.