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Proteína: 10-15%
Lípidos: 20-30%
Hidratos de Carbono: 50-60%
Estas leyes deben aplicar para todas las dietas de individuos sanos, sin
embargo, no todas aplican para casos de dietoterápia donde se quiere
lograr un objetivo específico, pero es recomendable en este caso
consultar un profesional en el área de nutrición para esto.
El hombre competía con otros animales por la comida que ingería. En busca de alimentos,
adecuaba su alimentación al tipo de alimento más común en el área que habitaba, por
ejemplo el marisco o las plantas comestibles. Esta fase de adaptación empezó hace 100.000
años.
Hace unos 12.000 años se inició la revolución neolítica, que incluía una llamada “revolución
agrícola”. Se aprende a cultivar y a domesticar animales, lo que suponía una fuente fija de
alimentos. Sin embargo, el hombre dependía todavía de los vaivenes de la naturaleza: clima,
malas cosechas... Lo que ocasionaba una alimentación irregular.
Los diferentes pueblos de la Edad Antigua tenían alimentaciones diferentes en función de sus
creencias, hábitos y sobre todo, el acceso a determinado tipo de alimentos.
Nos consta que a los egipcios les gustaba comer, pero no sabemos cómo producían el
alimento, donde lo almacenaba y tampoco cómo lo cocinaban. Lo que si sabemos es la
importancia que tenía la carne y el uso de la fruta y los dulces en su alimentación habitual.
En general, llevaban una dieta equilibrada.
El pueblo hebreo tenía una alimentación basada en los productos que les daba la tierra. La
dieta carnívora era muy estricta. Los animales se clasificaban en puros e impuros, además
bebían mucha leche de oveja y de cabra y su principal bebida era el vino.
Por otra parte, la forma de alimentarnos ha variado de forma sustancial, es decir, es más
tributaria en este momento de las proteínas de lo que lo era durante el siglo pasado,
habiéndose producido también una clara disminución en el consumo de hidratos de carbono y
un aumento muy importante de la ingesta de grasas.
El consumo de alimentos en general, ya sea de comida o bebida, trasciende la pura
necesidad de alimentarse en el sentido de nutrirse, pues está tan cargado de significados, de
emociones y ligado a circunstancias y acontecimientos sociales que nada tiene que ver con la
estricta necesidad de comer.