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INTRODUCCIÓN
¿Qué es la iglesia? Esta es una pregunta que apenas nos hacemos porque asumimos
la respuesta. La iglesia es el Cuerpo de Cristo, la comunidad de los fieles que se han reunido
alrededor del Mesías. La iglesia tiene una dimensión visible y otra invisible. La dimensión
visible se caracteriza por las instituciones, los edificios, la aglomeración de personas para el
que han conocido a Dios a través de Jesucristo, o mejor, como diría Pablo, de aquellos que
Sin embargo, esto no extingue la respuesta. La pregunta sobre qué es la iglesia podría
abordarse desde diversos puntos de vista y con diferentes niveles de abstracción. Pero mi
interés el día de hoy es examinar lo que dice Mateo 18 acerca de la iglesia: ¿quiénes la
lugar en los cuatro evangelios donde Jesús habla directamente sobre la iglesia. ¿Qué nos dice
El relato comienza con la pregunta de los discípulos al Maestro: “¿Quién es, entonces,
mayor en el reino de los cielos?” (18:1). En otras palabras, ¿a quién Dios premia o coloca en
una posición de honor en el presente? No hay que ver la pregunta de un modo negativo.
Mateo no lo hace. Como diría un buen maestro: Ninguna pregunta es mala. Preguntando
aprendemos.
Lo primero que Jesús hace es llamar a un niño y colocarlo en medio del grupo (18:2).
Luego Jesús no responde la pregunta de los discípulos, sino que les dice que para entrar en
el reino de los cielos hay que volverse y actuar como niños (18:3). Luego Jesús explica a qué
se refiere: “cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los
cielos” (18:4). Como la pregunta de los discípulos está en presente, Jesús está afirmando que
entrar en el ámbito del reino de Dios presupone una creciente humildad de parte de aquellos
que quieren entrar. Simultáneamente, Jesús está expresando algo que no es común: entrar en
el reino de Dios y ser el mayor en el reino de Dios es una sola cosa. La actitud humilde es
simultáneamente lo que te inserta en el ámbito del reino de Dios y lo que hace que Dios te
reconozca. Y recordemos, Dios nos reconoce, no porque seamos grandes, sino porque hemos
Esta respuesta inicial de Jesús nos permite comenzar a marcar los contornos de lo que
es la iglesia. Por vía negativa, la comunidad del reino de los cielos no se puede definir por la
el cuidado de Dios. Porque en último término, no se trata de si los seres humanos nos
reconocen sino de poseer la humildad que nos da entrada en el reino de los cielos. La iglesia
relacionarnos con aquellos que creen en él, con aquellos que se humillan para entrar al reino
de Dios. Uno pensaría que es cosa evidente que en la comunidad de creyente debe predominar
el amor, la aceptación y la buena voluntad los unos con los otros. Pero no se equivoque. A lo
largo de todas las Escrituras Dios tiene que corregir una y otra vez a su pueblo porque
tendemos a la santurronería, al desprecio del que no parece estar a nuestra altura y a poner
trabas para que aquel que no nos gusta no se acerque demasiado. Aquí Jesús dice a sus
Primero, que cualquiera que reciba a alguien que haya adoptado la actitud humilde de
un niño como la marca en su vida recibe al mismísimo Jesús (18:5). En nuestras iglesias el
recibimiento del que habla Jesús se da en diferentes instancias. Por ejemplo, se da cuando
los pecados pasados y el reconocimiento de que tantas cosas nos faltan para ser las personas
que debemos ser delante de Dios. La conversión y el bautismo son a su vez el sometimiento
al Señor y dueño de la creación, es decir, el momento en que nos hacernos siervos o esclavos
hecho humilde has sido insertado en el reino de Dios y hecho representante de Jesucristo. La
iglesia te recibe porque, como a la oveja perdida, Dios te había estado buscando para
Sumado a eso, Jesús advierte a los creyentes del juicio severo que experimentarán los
que hagan tropezar a otros creyentes. Al que haga tropezar a otro “más le valdría que le
colgasen al cuello una piedra de molino de asno, y que le hundieran en el fondo del mar”
(18:6). Jesús propone una medida preventiva hiperbólica: antes de ir al infierno mejor corta
La iglesia debe ser la comunidad que recibe como miembro a todo el que se humilla,
pero también debe ser la comunidad que crea espacios saludables de crecimiento para todos
sus miembros. Una vez que consentimos con el pecado en el interior de la comunidad tenga
por seguro que alguien va a salir herido. Alguien va a sentir que su fe no va para ninguna
parte, que no está creciendo. Tristemente, muchos le echan la culpa a Dios o a la iglesia y se
apartan de la comunidad.
Jesús nos advierte que tengamos cuidado con nuestra mano, pie u ojo porque el
pecado está tocando a nuestra puerta a cada instante y porque una vez le damos oportunidad
su poder corruptor es efectivo. En el lenguaje de Pablo, “un poco de levadura leuda toda la
masa”. Hermanos y hermanas, hay que arrancar las conductas que hacen tropezar al otro.
Hay que cortar el chisme, hay que cortar los adulterios, hay que cortar la fornicación, hay
que cortar las malas conversaciones y las conductas autodestructivas que todos ven y pueden
imitar. Eso destruye la comunidad, pero más aún ignora la fidelidad que debemos a nuestro
Señor y Salvador, que nos ha mostrado tanto amor. Dar entrada al pecado destruye tu vida,
equivocarnos y eso Dios lo sabe. Pero la iglesia es la comunidad de aquellos que caminan
que alguien ha tropezado en el camino del Señor, Jesús propone que hablemos con la persona
con el fin de llegar al meollo del asunto y crear la oportunidad del arrepentimiento. A veces
nos equivocamos y de todo corazón no queríamos pecar delante del Señor. Pero hay
ocasiones que las personas sencillamente no quieren ya seguir a Jesús. En otras ocasiones
hay personas que quieren crear a Dios a su imagen y semejanza. En otras instancias hay
malentendidos y realidad no pasó nada. Lo importante de lo que Jesús establece es que debe
haber un diálogo franco de frente. (No hay espacio para la murmuración en la ética de Jesús.)
Y lo otro que Jesús deja lo suficientemente claro es que debemos ser lo suficientemente
asertivos en dejarle saber a alguien que está pecando y que se está alejando del Señor
Jesucristo. Después de todo la comunidad de Dios tiene criterios de entrada y para definir el
crecimiento en la fe, y hay conductas que se oponen a lo que Dios quiere para su pueblo.
Pero la misericordia de Dios es grande. Al final del pasaje (18:21-35) Jesús nos dice
que a ese que recibimos, que a ese que ha tropezado en la fe, que a ese que ha pecado contra
nosotros, a ese le recibimos todas las veces que caiga y se humille delante del Señor y se
proponga continuar la carrera de la fe. No son solo siete, como proponía Pedro. Recibimos
al que peca y se humilla siempre. Después de todo para eso Dios creó la iglesia, para crecer
juntos, para alentarnos y auxiliarnos hasta llegar a la altura de Jesucristo. Según Jesús,
CONCLUSIÓN
Tal vez Jesús haya dicho algo en este relato que te tocó de cerca. Tal vez hoy es el día
que debes asumir una vida más humilde porque eso es lo que te hará entrar en el reino de los
cielos, no la búsqueda de prestigio delante de Dios y las personas. Tal vez es para ti la
advertencia que hace Jesús sobre el cuidado que debemos tener de no hacer tropezar al
prójimo. Dios te invita a asumir una actitud preventiva y comenzar a cultivar hábitos que
hagan crecer en ti virtud. Tal vez no has dado tu corazón a Jesús. Yo te digo con mucha
certeza en el corazón que Dios te ha estado buscando desde hace mucho tiempo. Es nuestro
deber recibirte y darte la oportunidad de crecer. Oremos a Dios para que no seamos oidores