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Baile y depresión.

Los estímulos internos y externos que causan la depresión. Las etapas críticas y el papel que
juega el estrés. La danza como salida terapéutica a través de diferentes técnicas basadas en
la estimulación.

La práctica del movimiento rítmico ha resultado de gran importancia en el restablecimiento de los cuadros
depresivos; al menos en aquellas situaciones que pueden catalogarse como moderadas o medianas.

Cuando se trata de un estímulo externo, el causante de su aparición, las denominamos depresiones exógenas.
Por regla general cesan al quedar relegado el estímulo desencadenante. En otras ocasiones, la causa procede
de desarreglos hormonales internos y entonces las llamamos depresiones endógenas. Esto ocurre en hombres
y mujeres indistintamente en los cuadros denominados “andropausia” y “menopausia”. Curiosamente
también en las etapas de la adolescencia.

La práctica del baile genera endorfinas, también llamadas hormonas de la felicidad, y por supuesto regula la
producción de estímulos adrenérgicos que sin duda son los responsables, en su mayoría, de los trastornos
internos.

El “estrés” es una de las causas fundamentales de depresión endógena y no es extraño que aparezca en las
situaciones vitales comentadas, aún cuando sus orígenes sean dispares.

Volver a los griegos

La práctica terapéutica del baile no es descabellada. Hace ya muchos años que apareció en España una terapia
denominada: transterpsicoterapia, llamada así en honor a Terpsícore. En la mitología griega, Terpsícore (en
griego "La que deleita en la danza") es la musa de la danza, de la poesía ligera, propia para acompañar en el
baile a los coros de danzantes y también se la considera como la musa del canto coral. Suele ser representada
como una joven esbelta, con un aire jovial y de actitud liviana. La transterpsicoterapia emana del estudio de
los estados de la conciencia y a través de ellos se busca el equilibrio interno del paciente.

Muchos lectores se preguntarán sobre este extremo. Qué duda cabe que en la transterpsicoterapia –
básicamente terapia mediante la danza– se buscan ritmos ligeros y repetitivos que reproduzcan cadencias
rítmicas constantes. El practicante debe de soltar su cuerpo y dejar que este se exprese mediante el baile
como un método para liberar tensiones. Este tipo de ritmos es muy adecuado para las depresiones juveniles y
para la prevención de dependencias y drogadicciones posteriores.

Si bien la transterpsicoterapia, aun siendo danza, precisa de unos conocimientos médicos especializados al
ceñirse al ámbito asistencial, no ocurre lo mismo con otras muchas técnicas que utilizan gran cantidad de
ritmos y estimulan el movimiento. Los profesores de danza especializados en estos aspectos los conocen a la
perfección utilizándolos, algunos de ellos, como método terapéutico en lo que posteriormente se denominó
psicodanza y danzaterapia, si bien esta última es más conocida socialmente.

La transterpsicoterapia tiene un campo de actuación muy concreto; se puede utilizar en casos de


drogodependencias y problemáticas juveniles. Suele ser muy efectiva aunque se necesitan entrevistas previas
y asistencia por parte de otro terapeuta, especialmente cuando se trata de sesiones de grupo. La psicodanza y
danzaterapia presentan un campo social de actuación mucho más amplio y conocido.
La depresión.

¿Todo tipo de baile sirve? Es de sentido común que se requiere un tipo de actividad exigente para el
organismo para poder regular el equilibrio adrenérgico; pero ya una vez logrado cualquier ritmo que ponga en
tensión y funcionamiento las cadenas musculares e incremente la frecuencia cardíaca por la práctica de la
actividad es totalmente útil. No olvidemos que en la danza, a diferencia de otras actividades, juega un papel
fundamental el ritmo de la música y la emoción de lo que se desea transmitir. Todo ello junto produce el
estímulo terapéutico

En los adolescentes y/o personas hiperactivas, la práctica del baile, dado que su exigencia física regula la
función de la corteza cerebral y de la producción y equilibrio de hormonas, actuará en su beneficio.

A diferencia de otras actividades, el hecho del salto producido en el baile, genera en el subconsciente la
sensación de libertad y por tanto la liberación de la “sustancia P” responsable de los receptores opiáceos
generadores del bienestar experimentado tras una sesión de baile.

La práctica de gran cantidad de deportes que se han adaptado al baile como nuevas actividades físicas con
gran éxito en los gimnasios hablan bien a las claras del valor del ritmo y del baile en el equilibrio anímico.

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