Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Síntomas
Los signos y síntomas de la hepatitis A, generalmente, aparecen después de haber tenido el virus
durante algunas semanas. Sin embargo, no todas las personas con hepatitis A los manifiestan. Los
signos y síntomas, si los presentas, pueden comprender los siguientes:
Fatiga
Náuseas y vómitos repentinos
Dolor o malestar abdominal, especialmente en la parte superior derecha debajo de las costillas
inferiores (en la zona del hígado)
Evacuaciones intestinales de color arcilla
Pérdida de apetito
Poca fiebre
Orina de color oscuro
Dolor articular
Color amarillento en la piel y en la parte blanca de los ojos (ictericia)
Picazón intensa
Estos síntomas pueden ser relativamente leves y desaparecer en pocas semanas. Sin embargo, a
veces, la infección por hepatitis A ocasiona una enfermedad grave que dura varios meses.
Causas
La hepatitis A es causada por un virus que infecta las células hepáticas y produce inflamación. La
inflamación puede afectar el funcionamiento del hígado y ocasionar signos y síntomas de hepatitis A.
El virus normalmente se propaga mediante la ingesta de comidas o bebidas contaminadas con materia
fecal, incluso en cantidades muy pequeñas. No se transmite al estornudar ni al toser.
A continuación, te indicamos algunas de las maneras específicas en que puede propagarse el virus de
la hepatitis A:
Comer alimentos manipulados por alguien con el virus que no se lavó bien las manos después
de ir al baño
Beber agua contaminada
Comer mariscos crudos provenientes de aguas residuales contaminadas
Estar en contacto cercano con una persona infectada, incluso si esa persona no manifiesta
signos ni síntomas
Tener relaciones sexuales con alguien que tiene el virus
Tratamiento
No existen tratamientos específicos para la hepatitis A. Tu cuerpo eliminará el virus de la enfermedad
solo. En la mayoría de los casos de hepatitis A, el hígado se cura antes de los seis meses y no presenta
daños duraderos.
El tratamiento de la hepatitis A se suele centrar en que te sientas cómodo y en controlar los signos y
síntomas. Podría ser necesario que hagas lo siguiente:
Descansar. Muchas personas que padecen hepatitis A sienten cansancio, ganas de vomitar y
tienen menos energía.
Controlar las náuseas. Las náuseas pueden dificultar la alimentación. Intenta comer
tentempiés a lo largo del día en lugar de comidas completas. Para obtener las calorías
suficientes, come más alimentos con alto contenido calórico. Por ejemplo, bebe jugo de frutas
o leche en lugar de agua. Si tienes vómitos, es importante que tomes mucho líquido para evitar
la deshidratación.
Evitar el alcohol y tomar medicamentos con cuidado. El hígado puede presentar dificultades
para procesar medicamentos y bebidas alcohólicas. Si tienes hepatitis, no bebas alcohol. El
alcohol puede provocar más lesiones en el hígado. Habla con el médico acerca de los
medicamentos que tomas, incluso los de venta libre.
HEPATITIS B
Es una infección hepática grave causada por el
virus de la hepatitis B (VHB). Para algunas
personas, la infección de la hepatitis B se
vuelve crónica, lo que significa que dura más
de seis meses. Tener hepatitis B crónica
aumenta el riesgo de contraer insuficiencia
hepática, cáncer de hígado o cirrosis,
enfermedad que causa cicatrices permanentes
en el hígado.
Síntomas
Los signos y síntomas de la hepatitis B pueden oscilar entre leves y graves. Generalmente, aparecen
de uno a cuatro meses después de la infección, aunque es posible que los veas apenas dos semanas
después de la infección. Es posible que algunas personas, en general, los niños pequeños, no tengan
síntomas.
Los signos y síntomas de la hepatitis B son:
Dolor abdominal
Orina oscura
Fiebre
Dolor articular
Pérdida de apetito
Náuseas y vómitos
Debilidad y fatiga
Pigmentación amarilla de la piel y la parte blanca del ojo (ictericia)
Causas
La infección por hepatitis B es causada por el virus de la hepatitis B (VHB). El virus se transmite de
persona a persona a través de la sangre, semen u otros líquidos corporales. No se transmite al
estornudar ni al toser.
Las formas de transmisión frecuentes del virus de la hepatitis B son:
Contacto sexual. Puedes contraer hepatitis B si tienes relaciones sexuales sin protección con
una persona infectada. La persona te puede transmitir el virus si la sangre, la saliva, el semen
o las secreciones vaginales ingresan al cuerpo.
Por compartir agujas. El virus de la hepatitis B se transmite con facilidad a través de agujas y
jeringas contaminadas con sangre infectada. Compartir una parafernalia de drogas intravenosas
aumenta el riesgo de contagiarte hepatitis B.
Pinchazos accidentales de aguja. La hepatitis B es una preocupación para los trabajadores
del cuidado de la salud y para todos los que están en contacto con sangre humana.
De madre a hijo. Las mujeres embarazadas infectadas con el virus de la hepatitis B pueden
transmitirles el virus a sus bebés durante el parto. Sin embargo, es posible vacunar al recién
nacido para evitar que se infecte en casi todos los casos. Consulta con tu médico sobre el
análisis para detección de hepatitis B si estás embarazada o quieres estarlo.
Hepatitis B aguda frente a crónica
La infección por hepatitis B puede ser pasajera (aguda) o duradera (crónica).
La infección por hepatitis B aguda dura menos de seis meses. Es probable que tu sistema
inmunitario pueda eliminar la hepatitis B aguda de tu cuerpo y que te recuperes totalmente en
unos pocos meses. La mayoría de las personas que contraen hepatitis B de adultos presentan
una infección aguda, pero esta puede transformarse en una infección crónica.
La infección de hepatitis B crónica dura seis meses o más. Perdura porque el sistema
inmunitario no puede combatir la infección. La infección crónica de hepatitis B puede durar toda
la vida y es posible que genere enfermedades graves, como cirrosis y cáncer de hígado.
Cuanto más joven es la persona al contraer hepatitis B (en especial, los recién nacidos o los niños
menores de 5 años), el riesgo de que la enfermedad se haga crónica es mayor. La infección crónica
puede pasar inadvertida por décadas hasta que la persona se enferme gravemente por alguna
enfermedad hepática.
Tratamiento
Tratamiento para prevenir la infección de hepatitis B después de la exposición
Si sabes que te expusiste al virus de la hepatitis B y no estás seguro de haber recibido la vacuna,
comunícate con el médico de inmediato. La administración de una inyección de inmunoglobulina (un
anticuerpo) dentro de las 12 horas de la exposición al virus puede ayudar a protegerte de contraer
hepatitis B. Dado que este tratamiento solo proporciona protección a corto plazo, también deberás
recibir la vacuna contra la hepatitis B al mismo tiempo si nunca la recibiste.
Tratamiento para la infección aguda de hepatitis B
Si el médico determina que tu infección de hepatitis B es aguda (es decir que no se prolongará y
desaparecerá por su cuenta), es posible que no necesites tratamiento. En cambio, el médico puede
recomendarte descanso, una nutrición adecuada y mucho líquido mientras el cuerpo combate la
infección. En casos graves, se necesita administrar medicamentos antivirales o una estancia
hospitalaria para prevenir complicaciones.
Tratamiento para la infección crónica de hepatitis B
La mayoría de las personas a las que se les diagnostica una infección crónica de hepatitis B necesita
tratamiento de por vida. El tratamiento ayuda a reducir el riesgo de sufrir una enfermedad hepática y
evita que se transmita la infección a otras personas. El tratamiento para la infección crónica de
hepatitis B puede comprender:
Medicamentos antivirales. Varios medicamentos antivirales, como el entecavir (Baraclude), el
tenofovir (Viread), la lamivudina (Epivir), el adefovir (Hepsera) y la telbivudina (Tyzeka), pueden
ayudar a combatir el virus y a reducir su capacidad para dañar el hígado. Estos medicamentos
se toman por vía oral. Consulta con el médico qué medicamento puede ser adecuado para ti.
Inyecciones de interferón. El interferón alfa-2b (Intron A) es una versión fabricada por el
hombre de una sustancia que produce el cuerpo para combatir infecciones. Se utiliza,
principalmente, para tratar a las personas jóvenes con hepatitis B que quieren evitar un
tratamiento a largo plazo o a las mujeres que podrían querer quedar embarazadas dentro de
pocos años, después de completar un tratamiento de duración limitada. El interferón no se debe
utilizar durante el embarazo. Los efectos secundarios pueden ser náuseas, vómitos, dificultad
para respirar y depresión.
Trasplante de hígado. Si tienes el hígado muy dañado, un trasplante hepático puede ser una
opción. Durante un trasplante hepático, el cirujano extrae el hígado dañado y lo reemplaza por
uno sano. La mayoría de los hígados trasplantados provienen de donantes fallecidos, si bien
una pequeña cantidad proviene de donantes vivos que donan una porción de sus hígados.
MENINGITIS TUBERCULOSA
Es una forma grave de meningitis bacteriana causada
por Mycobacterium tuberculosis. Se diferencia de otros
tipos de meningitis infecciosa por el curso clínico de
evolución más lenta. Los síntomas iniciales son
similares a los de otros tipo de meningitis,
fundamentalmente fiebre, cefalea, rigidez de nuca y
convulsiones. Es una afección grave que puede dejar
como secuela déficits neurológicos permanentes.
Causas
La meningitis tuberculosa es causada por el
Mycobacterium tuberculosis. Esta es la bacteria que
causa la tuberculosis (TB). La bacteria se disemina al
cerebro y la columna desde otro lugar en el cuerpo,
generalmente los pulmones.
La meningitis tuberculosa es muy poco común en los Estados Unidos. La mayoría de los casos sucede
en personas que viajaron a los Estados Unidos desde otros países en donde la TB es común.
Las personas que tienen las siguientes afecciones tienen una mayor probabilidad de desarrollar
meningitis tuberculosa:
VIH/SIDA
Beber alcohol en exceso
TB pulmonar
Sistema inmunitario debilitado
Síntomas
Los síntomas a menudo comienzan lentamente y pueden incluir:
Fiebre y escalofríos
Cambios en el estado mental
Náuseas y vómitos
Sensibilidad a la luz (fotofobia)
Dolor de cabeza intenso
Rigidez en el cuello (meningismo)
Otros síntomas que pueden ocurrir con esta enfermedad pueden incluir:
Agitación
Fontanelas abultadas (puntos blandos) en los bebés
Disminución del estado de conciencia
Alimentación deficiente o irritabilidad en los niños
Postura inusual con la cabeza y el cuello arqueados hacia atrás (opistótonos). Esto ocurre
usualmente en niños.
Tratamiento
A usted le darán algunos medicamentos para combatir la bacteria de la TB. Algunas veces, el
tratamiento se inicia incluso si su proveedor cree que usted tiene la enfermedad, pero las pruebas no
la han confirmado todavía.
El tratamiento generalmente dura al menos 12 meses. Igualmente, se pueden utilizar medicamentos
llamados corticosteroides.
ROTAVIRUS
Es un virus que causa gastroenteritis. Síntomas incluyen
diarrea severa, vómitos, fiebre y deshidratación. Casi todos los
niños en Estados Unidos probablemente se infecten de
rotavirus antes de cumplir los cinco años.
Las infecciones ocurren casi siempre en invierno o en
primavera. Es muy fácil que los niños con este virus se lo
contagien a otros menores y a veces a los adultos. Una vez que
un niño adquiere el virus toma unos dos días para que se
enferme. Los vómitos y la diarrea pueden durar entre tres y
ocho días.
No hay medicinas para tratarlo. Para prevenir la deshidratación,
dele muchos líquidos a su niño. Su proveedor de salud puede
recetarle líquidos de rehidratación oral. Algunos niños
necesitan ir a un hospital para recibir líquidos por vía
intravenosa. Dos vacunas están disponibles contra infecciones
por rotavirus.
Tratamiento
En las personas con el sistema inmunitario sano, la
enfermedad por rotavirus se resuelve espontáneamente y solo
dura unos cuantos días. El tratamiento es inespecífico, y consiste principalmente en la terapia de
rehidratación oral para prevenir la deshidratación. Antes de que se introdujera la vacuna contra el
rotavirus en los Estados Unidos, aproximadamente 1 de cada 70 niños contraía una infección por
rotavirus que requería que fuera hospitalizado para que le administraran líquidos por vía intravenosa,
antes de su quinto cumpleaños.
La infección por rotavirus provoca diarrea. Según los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention), es la causa más frecuente de diarrea en
bebés y niños en todo el mundo. Antes de que se desarrollara una vacuna, la mayoría de los niños de
Estados Unidos sufría al menos una infección por rotavirus antes de cumplir cinco años.
Si bien las infecciones por rotavirus son desagradables, por lo general se pueden tratar en el hogar con
un consumo mayor de líquidos para evitar la deshidratación. En algunos casos, la deshidratación grave
requiere la administración de líquidos intravenosos en un hospital. La deshidratación es una
complicación grave del rotavirus y una de las causas principales de muerte infantil en los países en
vías de desarrollo.
La vacunación puede ayudar a evitar la infección por rotavirus en los bebés. En el caso de los niños
mayores y los adultos, que no tienen tantas probabilidades de desarrollar síntomas graves del rotavirus,
lavarse las manos con frecuencia es la mejor defensa.
Síntomas
Una infección con rotavirus generalmente se presenta dentro de los dos días de la exposición al virus.
Los síntomas iniciales son una fiebre y vómitos, seguidos por tres a siete días de diarrea acuosa. La
infección también puede causar dolor abdominal.
En los adultos que son sanos, una infección con rotavirus puede causar solo signos y síntomas leves,
o no tener síntomas.
Causas
El rotavirus está presente en las heces de una persona infectada varios días antes de que aparezcan
los síntomas y hasta 10 días después de que desaparezcan los síntomas. El virus se propaga
fácilmente a través del contacto mano a boca durante este tiempo, incluso si la persona infectada no
tiene síntomas.
Si tiene rotavirus y no se lava las manos después de usar el inodoro, o si su hijo tiene rotavirus y no se
lava las manos después de cambiar el pañal de su hijo o de ayudarlo a usar el inodoro, el virus puede
propagarse a cualquier cosa Toque, incluyendo alimentos, juguetes y utensilios. Si otra persona toca
sus manos sin lavar o un objeto contaminado y luego toca su boca, puede seguir una infección. El virus
puede permanecer infeccioso en las superficies durante semanas o más si el área no está desinfectada.
Debido a que existen muchos tipos de rotavirus, es posible infectarse más de una vez, incluso si usted
ha sido vacunado. Sin embargo, las infecciones repetidas suelen ser menos graves.
POLIOMIELITIS
es una enfermedad viral contagiosa que, en su forma más grave, provoca lesiones a los nervios que
causan parálisis, dificultad para respirar y, en algunos casos, la muerte.
En los EE. UU., el último caso de poliomielitis natural ocurrió en 1979.
Hoy en día, a pesar de los esfuerzos mundiales por erradicar la
poliomielitis, el virus de la poliomielitis sigue afectando a niños y adultos
en zonas de Asia y África.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (Centers
for Disease Control and Prevention) recomiendan tomar precauciones
para protegerte contra la poliomielitis si viajas a un lugar donde hay
riesgo de contraer esta enfermedad.
Los adultos vacunados que piensan viajar a una zona donde hay
poliomielitis deben recibir una dosis de refuerzo de la vacuna
antipoliomielítica inactivada. La inmunidad después del refuerzo dura
toda la vida.
Síntomas
Célula nerviosa (neurona)
Aunque la poliomielitis puede provocar parálisis y muerte, la mayoría de las personas infectadas con el
virus no se enferman y no se enteran de que han contraído la infección.
Poliomielitis no paralítica
Algunas personas que presentan síntomas por el virus de la poliomielitis contraen un tipo de poliomielitis
que no provoca parálisis (poliomielitis abortiva). Esto generalmente provoca los signos y síntomas
leves, parecidos a los de la influenza, típicos de otras enfermedades virales.
Los signos y síntomas, que pueden durar hasta 10 días, comprenden los siguientes:
Fiebre
Dolor de garganta
Dolor de cabeza
Vómitos
Fatiga
Dolor o rigidez en la espalda
Dolor o rigidez en el cuello
Dolor o rigidez en los brazos o en las piernas
Debilidad o sensibilidad muscular
Poliomielitis paralítica
Esta forma más grave de la enfermedad es poco frecuente. Los signos y síntomas iniciales de la
poliomielitis paralítica, como la fiebre y el dolor de cabeza, a menudo son similares a los de la
poliomielitis no paralítica. Sin embargo, aproximadamente en una semana, aparecen otros signos y
síntomas, entre ellos, los siguientes:
Pérdida de los reflejos
Dolores musculares intensos o debilidad
Extremidades flojas y poco rígidas (parálisis flácida)
Causas
El virus de la poliomielitis puede transmitirse por contacto directo con una persona infectada o, con
menor frecuencia, a través de agua y alimentos contaminados. Los portadores del virus de la
poliomielitis pueden propagarlo durante semanas en las heces. Las personas que tienen el virus pero
que no tienen síntomas pueden transmitirles el virus a otros.
Tratamiento
Debido a que no existe la cura para la poliomielitis, la atención se centra en el aumento del bienestar,
la aceleración de la recuperación y la prevención de complicaciones. Los tratamientos de apoyo
consisten en lo siguiente:
Analgésicos
Respiradores portátiles para ayudar a respirar
Ejercicio moderado (fisioterapia) para prevenir la deformidad y la pérdida de la función muscular
DIFTERIA
es una infección bacteriana grave que, por lo general, afecta
las membranas mucosas de la nariz y la garganta.
Típicamente, la difteria provoca dolor de garganta, fiebre,
inflamación de las glándulas y debilidad. Pero su
característica distintiva es la formación de una película de
material gris y espeso que recubre la parte trasera de la
garganta, y que puede bloquear las vías respiratorias y
provocar dificultad para respirar.
Síntomas
Los signos y síntomas de difteria comienzan, generalmente,
de dos a cinco días después de contraer la infección y
pueden ser:
Una membrana gruesa y de color gris que recubre la garganta y las amígdalas
Dolor de garganta y carraspera
Agrandamiento de los ganglios linfáticos en el cuello
Dificultad para respirar o respiración rápida
Secreción nasal
Fiebre y escalofríos
Malestar general
En algunas personas, la infección con bacterias que causan la difteria provoca una enfermedad leve, o
bien ni siquiera presenta signos y síntomas evidentes. Las personas infectadas que no saben que
padecen la enfermedad son conocidas como «portadores de la difteria», ya que pueden transmitir la
infección sin estar enfermos.
Causas
La bacteria Corynebacterium diphtheriae es la causante de la difteria. La C. diphtheriae se suele
multiplicar sobre la superficie de las membranas mucosas de la garganta o cerca de ella. La
C. diphtheriae se propaga por tres vías:
Gotas en el aire. Cuando una persona infectada estornuda y tose, lanza al aire gotas
contaminadas y es posible que las personas que estén cerca inhalen la C. diphtheriae. De esta
forma, la difteria se propaga ampliamente, en particular, en lugares donde hay muchas personas
alrededor.
Artículos personales infectados. En ocasiones, la gente se contagia difteria por manipular
pañuelos usados de una persona infectada, por beber de un vaso no lavado que alguien
infectado usó o, de manera similar, por entrar en contacto cercano con otros artículos sobre los
que se depositaron secreciones infectadas por las bacterias.
Elementos domésticos infectados. En muy pocos casos, la difteria se propaga mediante
artículos domésticos compartidos, como toallas y juguetes.
Es posible que también entres en contacto con las bacterias que causan la difteria al tocar una herida
infectada.
Las personas que se infectaron con las bacterias de la difteria y que no se han tratado pueden infectar
a las personas no vacunadas durante un máximo de seis semanas, aun si no muestran ningún síntoma.
Tratamiento
La difteria es una enfermedad grave. Los médicos la tratan de inmediato y de manera intensa con estos
medicamentos:
Una antitoxina. Si los médicos sospechan de la presencia de difteria, el niño o adulto infectado
recibe una antitoxina. La antitoxina, que se inyecta en una vena o músculo, neutraliza la toxina
de la difteria que ya circula por el cuerpo.
Antes de administrar una antitoxina, es posible que los médicos hagan pruebas de alergia en la
piel para asegurarse de que la persona infectada no sea alérgica a la antitoxina. Las personas
que son alérgicas primero deben ser desensibilizadas a la antitoxina. Los médicos lo logran
mediante la administración inicial de pequeñas dosis de la antitoxina, que luego aumentan
gradualmente.
Antibióticos. La difteria también se trata con antibióticos, como la penicilina o la eritromicina.
Los antibióticos ayudan a eliminar las bacterias del cuerpo y curan las infecciones. Los
antibióticos reducen a unos pocos días el período en el que una persona con difteria puede
contagiar la enfermedad.
Los niños y los adultos con difteria a menudo deben ser hospitalizados para el tratamiento. Es posible
que se los aísle en una unidad de cuidados intensivos ya que la difteria puede propagarse fácilmente
e infectar a quienes no estén vacunados contra la enfermedad.
Es posible que los médicos retiren parte de la membrana gruesa y gris que recubre la garganta si está
obstruyendo la respiración.
Tratamientos preventivos
Si has estado expuesto a una persona infectada con difteria, consulta con un médico para hacer un
análisis y considerar un posible tratamiento. El médico puede recetarte antibióticos para ayudar a que
no padezcas la enfermedad. Es posible que también necesites una dosis de refuerzo de la vacuna
contra la difteria.
Los médicos tratan a personas que se sabe que son portadores de difteria con antibióticos también
para eliminar las bacterias de su sistema.
TÉTANOS
Es una enfermedad bacteriana grave que afecta el
sistema nervioso, lo que genera contracciones
musculares dolorosas, particularmente en la
mandíbula y los músculos del cuello. El tétanos puede
interferir con la capacidad de respirar y puede ser
potencialmente mortal. El tétanos también se
denomina «trismo».
Causas
Las esporas de la bacteria que causa el tétanos, Clostridium tetani, se pueden encontrar en el suelo, el
polvo y las heces de los animales. Cuando entran en una herida profunda, las esporas se convierten
en bacterias que pueden producir una potente toxina, la tetanospasmina, que afecta los nervios que
controlan los músculos (neuronas motoras). La toxina puede producir rigidez y espasmos musculares,
los síntomas más importantes del tétanos.
La gran mayoría de los casos de tétanos se producen en personas que nunca se vacunaron o en
adultos que no se hayan aplicado los refuerzos cada 10 años. Es imposible contagiarse el tétanos de
una persona que lo tenga.
Tratamiento
Since there's no cure for tetanus, treatment consists of wound care, medications to ease symptoms and
supportive care.
Cuidado de la herida
Es fundamental limpiar la herida para evitar el crecimiento de las esporas del tétanos. Esto incluye
quitar el polvo, los objetos extraños y los tejidos muertos de la herida.
Medicamentos
Antitoxina. Tu médico puede darte una antitoxina tetánica, como la inmunoglobulina
antitetánica. Sin embargo, la antitoxina puede neutralizar solamente la toxina que aún no se
adhirió al tejido nervioso.
Antibióticos. Tu médico también puede recetarte antibióticos por vía oral o inyectables para
combatir la bacteria del tétanos.
Vacuna. Todas las personas con tétanos deberían recibir la vacuna antitetánica al recibir el
diagnóstico.
Sedantes. Los médicos generalmente usan sedantes potentes para controlar los espasmos
musculares.
Otros medicamentos. Se pueden usar otros medicamentos, como por ejemplo el sulfato de
magnesio y ciertos betabloqueantes, para regular la actividad muscular involuntaria, como los
latidos del corazón y la respiración. Con esta finalidad, también se podría usar morfina como
sedante.
Terapias de respaldo
Las infecciones graves de tétanos suelen requerir una estancia larga en un entorno de terapia intensiva.
Como los sedantes pueden inhibir la respiración, es posible que debas usar un respirador artificial
temporariamente.
HAEMOPHILUS INFLUENZAE TIPO B (HIB)
La Hib puede aparecer a cualquier edad, pero es más común en niños menores de 5 años que no han
sido vacunados y aquellos que no han completado todas las dosis de la vacuna Hib durante la niñez.
La Hib también puede ser preocupante para las personas mayores y las personas con el sistema
inmunológico debilitado.
Antes de la existencia de la vacuna Hib, esta enfermedad era la causa principal de la meningitis
bacteriana en los Estados Unidos. Cada año, aproximadamente 12.000 niños contraían meningitis al
ser afectados con la Hib, y 1 de cada 20 niños moría. De los niños que sobrevivían, aproximadamente
1 de cada 4 quedaban con un daño cerebral permanente. La epiglotitis también puede poner en riesgo
la vida y solía causar muertes anualmente.
A partir de la introducción de la vacuna Hib a finales de la década de 1980, la infección por Hib
disminuyó en un 99% en los Estados Unidos. En las naciones en desarrollo, donde el uso de la vacuna
es menos común, la enfermedad por Hib continúa siendo un problema de salud importante.
Causas
La Hib se disemina de una persona a otra, ya sea de un portador sano de la infección (alguien que
tiene la bacteria en su cuerpo, pero no tiene los síntomas de la enfermedad) o de alguien que está muy
enfermo con la infección.
La Hib se disemina a través del contacto de mucosidad o gotas de saliva provenientes de una persona
afectada por la bacteria. Esto por lo general sucede cuando un portador sano de Hib estornuda o tose
cerca de una persona que no está vacunada. Aún los portadores que no están enfermos pueden pasar
la enfermedad a otros, siempre y cuando la bacteria permanezca en su cuerpo.
Síntomas
Todos los niños con la enfermedad por Hib tienen fiebre. Según el tipo de enfermedad que produzca la
Hib, habrá diferentes síntomas:
Los dolores de cabeza, la rigidez de cuello y los vómitos suelen ser síntomas producidos por
meningitis.
La neumonía desencadena síntomas como la tos y la dificultad para respirar.
Los síntomas de epiglotitis suelen ser: dolor de garganta, babeo y dificultad para respirar.
La piel roja y sensible es síntoma de celulitis.
La artritis se manifiesta mediante síntomas como dolor grave, hinchazón y piel rojiza en una
articulación.
Las infecciones de oído causan dolor.
Las enfermedades ocasionadas por la Hib también tienen sus propias complicaciones. La meningitis
puede causar daño cerebral permanente y hasta la muerte. La epiglotitis puede desencadenar
problemas respiratorios con riesgos para la vida. Las otras infecciones, como la neumonía, la celulitis
y la artritis pueden causar insuficiencias en los órganos si no se inicia un tratamiento inmediatamente.
Tratamiento
Antibióticos
Las infecciones por Haemophilus influenzae se tratan con antibióticos. La decisión acerca de qué
antibióticos utilizar depende de la gravedad y la localización de la infección y de los resultados de las
pruebas de sensibilidad.
Si los niños sufren una infección grave, son ingresados en el hospital y mantenidos en aislamiento para
evitar que otras personas se expongan a las gotitas infectadas presentes en el aire (lo que se conoce
como aislamiento respiratorio) durante 24 horas después del inicio del tratamiento con antibióticos.
La meningitis debe tratarse tan pronto como sea posible. Se administra por vía intravenosa un
antibiótico, por lo general, ceftriaxona o cefotaxima. Los corticoesteroides ayudan a evitar el daño
cerebral.
La epiglotitis también debe ser tratada tan pronto como sea posible. Las personas afectadas pueden
necesitar ayuda para respirar; se recurre en estos casos a una vía aérea artificial, como puede ser una
sonda respiratoria o, en casos poco frecuentes, se practica una abertura en la tráquea (un
procedimiento llamado traqueotomía). Se administra un antibiótico, como ceftriaxona, cefotaxima o
cefuroxima.
Otras infecciones por Haemophilus influenzae se tratan con diversos antibióticos administrados por
vía oral. Entre estos se incluyen amoxicilina-ácido clavulánico (amoxicilina-clavulanato), azitromicina,
cefalosporinas, fluoroquinolonas y claritromicina.
MENINGITIS
es una enfermedad infecciosa provocada por virus o bacterias que en muchas ocasiones se
encuentran en la nariz y en la garganta de personas sanas (portadores sanos) que la contagian a
terceras personas.
Las causas más frecuentes de la meningitis son las infecciones, que pueden estar provocadas por
virus o por bacterias. La más común, y menos grave, es la infección vírica, que generalmente mejora
sin que se la administre ningún medicamento al paciente. Sin embargo, las bacterianas son muy graves
y pueden llegar a provocar daños cerebrales e incluso la muerte.
Además de por las infecciones, la meningitis puede aparecer debido a hongos, tumores, y otros virus
como el de las paperas, el VIH, el herpes labial y el genital.
Síntomas
Una vez contagiada, una persona puede tener los primeros síntomas entre los dos y los diez días
posteriores al contagio. En ocasiones tiene un comienzo brusco con síntomas similares a los de un
catarro o una gripe. Los más frecuentes y que anuncian la gravedad son:
Fiebre alta.
Rigidez de la nuca.
Vómitos bruscos.
Somnolencia.
Pérdida de conciencia.
Tratamientos
La mayor parte de las personas que sufre una meningitis viral se cura sin problemas.
Otros cuidados que se le pueden prescribir al paciente son la administración de líquidos por vía
intravenosa y medicamentos para tratar lesiones asociadas que pueden aparecer, como el edema
cerebral, el shock o las crisis epilépticas.
NEUMONÍA
Es una infección del pulmón caracterizada por la multiplicación de microorganismos en el interior
de los alvéolos, lo que provoca una inflamación con daño pulmonar. La reacción inflamatoria
produce una ocupación de los alvéolos que puede visualizarse en una radiografía de tórax.
“La neumonía es una infección del parénquima pulmonar que puede afectar a todas las personas, si
bien es más frecuente en los extremos de la vida: niños y ancianos”, explica a CuidatePlus Rosario
Menéndez, neumóloga y directora del Programa de Investigación en Enfermedades Infecciosas de la
Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ). “Además, son más proclives a esta
infección las personas con enfermedades crónicas, los inmunodeprimidos, como los trasplantados, los
que reciben quimioterapia y los pacientes con VIH”.
Causas
Las neumonías se desarrollan cuando un germen infeccioso invade el tejido pulmonar. Estos
gérmenes pueden llegar al pulmón por tres vías distintas: por aspiración desde la nariz o la faringe, por
inhalación o por vía sanguínea.
“La neumonía está causada por bacterias y por virus u otros microorganismos, como hongos o
parásitos. La bacteria más frecuente que causa la neumonía es el neumococo (Streptococcus
pneumoniae) y, entre los virus, el más frecuente es el de la gripe”, señala Menéndez, quien indica que
otras bacterias que intervienen con frecuencia causando la neumonía son la legionella y el
mycoplasma. “Respecto a los gérmenes que provocan la neumonía, la incidencia depende del lugar
de adquisición de la patología y de las enfermedades del propio paciente”.
Síntomas
Otras neumonías, llamadas atípicas, tienen síntomas más graduales que consisten en décimas de
fiebre, malestar general, dolores musculares y articulares, cansancio y dolor de cabeza. La tos es
seca, sin expectoración, y el dolor torácico es menos intenso.
La mayoría de las neumonías tienen características de ambos grupos. Si la neumonía es extensa o hay
enfermedad pulmonar o cardiaca previa puede que el paciente tenga también dificultad respiratoria.
Además, si los gérmenes pasan a la circulación sanguínea producen una bacteriemia que puede
conducir a un shock séptico, con riesgo para la vida.
“En personas con edad avanzada los síntomas pueden ser más inespecíficos y aparecer como
cuadros con menos manifestaciones”, añade la especialista. “En estos casos puede cursar como
confusión, malestar general y disminución del nivel de conciencia”.
Tratamientos
En neumonías más graves podría ser necesario que los especialistas recomienden añadir al
tratamiento oxigenoterapia. Si hay complicaciones el paciente puede necesitar medicación
broncodilatadora.
OTITIS
Dependiendo de la evolución de la
enfermedad, ésta puede conducir a la
secreción de líquido (denominada otitis
media seromucosa) en la región del oído
medio. El líquido puede ser de tipo seroso (fluido, similar al agua), musoco (viscoso) o purulento
(pus).
Causas
La trompa de Eustaquio se encuentra entre el oído medio y la parte posterior de la garganta y su función
es drenar el líquido que se produce en el oído medio. La infección se ocasiona cuando esta estructura
se ve bloqueada y, por lo tanto, acumula el líquido, dando lugar a una disfunción tubárica.
La obstrucción de la trompa de Eustaquio muchas veces puede originarse por motivos intrínsecos o
extrínsecos.
Los gérmenes que se detectan con más frecuencia en la otitis media son el streptococcus pneumoniae,
el haemophylus influenzae y con menor frecuencia la bramanella catarralis, el streptococcus del grupo
A y el staphylococcus aureus.
Además de las bacterias, también juegan un papel muy importante en la patogenia de la otitis media
los virus, siendo los más frecuentemente implicados el virus respiratorio sincitial, el virus influenzae,
el virus parainfluenzae, adenovirus, rinovirus y enterovirus.
Otras posibles causas son la infección de la vía respiratoria alta, problemas alérgicos y trastornos
de la función ciliar del epitelio respiratorio de la vía respiratoria alta.
Síntomas
En la forma aguda de la enfermedad existe dolor de oído (otalgia), fiebre, tinnitus e irritabilidad.
Con menos frecuencia se puede presentar otorrea (supuración), vértigo y, muy poco
frecuentemente, parálisis facial.
La otitis media afecta a todos los grupos de edad, pero es más frecuente en el período de edad
comprendido entre los 0 y los 7 años. A partir de ésta, la incidencia disminuye.
Desde el punto de vista epidemiológico se han descrito distintos factores relacionados con un mayor
número de casos de otitis media durante los meses de otoño e invierno.
Asimismo, es más frecuente en los niños que acuden a centros escolares o que presentan alteraciones
anatómicas en el área rinofaríngea, como el paladar hendido, o que sufren inmunodeficiencias
congénitas adquiridas.
En el caso de los bebés, la señal principal de que padecen la infección es la irritabilidad y el llanto.
Los menores con esta afección suelen tener fiebre o problemas para dormir y es común después de
un resfriado.
Tratamientos
El tratamiento habitual de la otitis media aguda se realiza con antibióticos durante diez o catorce días.
Cuando los episodios de otitis media aguda son muy frecuentes y se sospecha que existen fuentes de
infección, como una adenoiditis crónica, sinusitis crónica o inmadurez inmunológica, debe
establecerse un tratamiento lo más específico posible.
En muchos casos, sobre todo en niños, se presentan episodios repetidos de otitis media junto con
síntomas de adenoiditis e hipertrofia adenoidea, por lo que se ha de realizar la extirpación del tejido
adenoideo hipertrófico y la colocación de tubos de drenaje transtimpánico.
SARAMPIÓN
El sarampión es una enfermedad altamente contagiosa causada por la infección del virus del
sarampión, que en ausencia de vacunación afecta principalmente a niños, aunque personas de
cualquier edad no inmunizadas pueden ser infectadas.
Cuando una persona "pasa" el sarampión queda
inmunizada para toda la vida; sin embargo, es
importante prevenir esta infección puesto que
puede tener afectaciones y secuelas graves.
Causas
Generalmente, el sarampión se contrae durante la infancia, entre los 12 meses y los 4 años. La
causa es la infección por el virus del sarampión. Se trata de una enfermedad muy contagiosa, que se
transmite a través del contacto directo con una persona infectada, o bien por el aire, con las gotitas
de Pflügge (diminutas secreciones expulsadas al hablar, estornudar o toser que tienen capacidad para
transmitir determinadas infecciones).
El sarampión es una enfermedad altamente contagiosa causada por un virus que se reproduce en la
nariz y en la garganta de un niño o adulto infectado. Luego, cuando una persona con sarampión tose,
estornuda o habla, las gotas infectadas se expulsan al aire, donde otras personas pueden inhalarlas.
Las gotas infectadas también pueden depositarse sobre una superficie, donde permanecen activas y
contagiosas durante varias horas. Si te tocas la boca o la nariz con los dedos o te refriegas los ojos
luego de tocar una superficie infectada, puedes contraer el virus.
Alrededor del 90 % de las personas propensas que se exponen a una persona que tiene el virus, puede
infectarse.
Síntomas
Los signos y síntomas del sarampión aparecen entre 10 y 14 días después de la exposición al virus.
Los signos y los síntomas del sarampión generalmente incluyen:
Fiebre
Tos seca
Resfrío
Dolor de garganta
Ojos inflamados (conjuntivitis)
Manchas blancas diminutas con centro blanco azulado y fondo rojo dentro de la boca, en el
revestimiento interno de las mejillas, también denominados manchas de Koplik
Sarpullido constituido por manchas grandes y planas que generalmente se funden entre sí
La infección ocurre en etapas secuenciales durante un período de dos a tres semanas.
Durante los próximos días, la erupción cutánea se esparce por los brazos y el tronco, y luego
por los muslos, las piernas y los pies. Al mismo tiempo, la fiebre aumenta abruptamente, y a
menudo alcanza los 104 a 105.8 °F (40 a 41 °C). La erupción del sarampión disminuye
gradualmente; primero desaparece del rostro y, por último, de los muslos y los pies.
Período contagioso. Una persona con sarampión puede propagar el virus a otros durante
aproximadamente ocho días; ese período comienza cuatro días antes de que aparezca la
erupción y finaliza cuando la erupción ha estado presente durante cuatro días.
Tratamientos
No existe tratamiento antiviral específico frente al virus del sarampión. En caso de que se produzca la
infección, el tratamiento se basa en la administración de antitérmicos para la fiebre y antitusígenos
para la tos.
Es recomendable que mientras dure la infección el enfermo guarde reposo y mantenga una buena
hidratación.
VARICELA
La varicela es una infección causada por el virus varicela zóster (VVZ). Aunque no suele revestir
gravedad en los niños, es una enfermedad muy contagiosa y, en algunos grupos de personas, como
adolescentes y adultos, puede llegar a tener consecuencias graves.
Causas
Se transmite a través de pequeñas gotas de líquido vesicular o secreciones del tracto respiratorio
que son transportadas por el aire, especialmente cuando el enfermo tose o estornuda. También se
contagia al estar en contacto con objetos que han sido contaminados. Por este motivo es
importante que el paciente sea aislado: la probabilidad de transmisión entre los niños que asisten al
mismo centro escolar o entre los miembros de la familia supera el 90 por ciento.
Síntomas
Fiebre
Pérdida de apetito
Dolor de cabeza
Cansancio y malestar general (decaimiento)
Una vez que aparece la erupción cutánea de la varicela, pasa por tres fases:
Bultos nuevos que continúan apareciendo durante varios días. Como resultado, puedes pasar por las
tres etapas de la erupción cutánea (bultos, ampollas y costras) al mismo tiempo durante el segundo día
de la erupción. Una vez que estás infectado, puedes transmitir el virus hasta por 48 horas antes de la
aparición de la erupción, y puedes contagiar la enfermedad hasta que se formen costras en todas las
lesiones.
La enfermedad suele ser leve en los niños sanos. En los casos graves, la erupción se extiende hasta
cubrir todo el cuerpo y se pueden formar lesiones en la garganta, los ojos y las membranas mucosas
de la uretra, el ano y la vagina. Continúan apareciendo lesiones nuevas durante varios días.
Tratamientos
Para mitigar el picor y evitar el rascado, puede recurrirse a los antihistamínicos sedantes,
siempre bajo consejo médico.
La fiebre puede tratarse con antitérmicos como el paracetamol, pero debe evitarse el
consumo de aspirina e ibuprofeno.
El uso de antivirales solo está recomendado en el caso de complicaciones o en enfermos de
mayor riesgo. Para que sea efectivo, su administración debe iniciarse dentro de las primeras
veinticuatro horas tras el comienzo de la erupción. Normalmente, no se prescriben a niños que
no padezcan otra enfermedad.
En el caso de sobreinfección bacteriana de las lesiones, puede ser necesaria la administración
de antibióticos.
PAPERAS
son una infección viral que afecta principalmente a las glándulas salivales que se encuentran cerca de
los oídos. Las paperas pueden provocar inflamación de una de las glándulas o ambas.
Las paperas eran habituales en los Estados Unidos hasta que la vacuna se volvió rutinaria. Desde
entonces, la cantidad de casos ha disminuido considerablemente.
Sin embargo, los brotes de paperas todavía ocurren en los Estados Unidos y la cantidad ha aumentado
lentamente en años recientes. Estos brotes afectan generalmente a las personas que no están
vacunadas y se producen en contextos de contacto cercano, tales como escuelas o campus
universitarios.
Las complicaciones de las paperas, como la pérdida de la audición, son potencialmente graves, pero
poco frecuentes. No hay tratamiento específico para las
paperas.
Síntomas
Causas
Las paperas son causadas por un virus. Este se transmite de una persona a otra por medio de las
gotitas de la humedad de la nariz o la boca, como, por ejemplo, cuando una persona estornuda.
También se propaga a través del contacto directo con artículos que contienen saliva infectada.
Las paperas se presentan con mucha frecuencia en niños entre los 2 a 12 años que no han sido
vacunados contra la enfermedad. Sin embargo, la infección puede ocurrir a cualquier edad y también
puede producirse en estudiantes universitarios.
El tiempo que transcurre entre la exposición al virus y el momento de resultar enfermo (período de
incubación) es aproximadamente de 12 a 25 días.
Tratamientos
En la mayoría de los casos esta enfermedad desaparece por sí misma y su tratamiento sólo consiste
en mejorar los síntomas que se vayan presentando mediante antitérmicos y antinflamatorios. El
reposo en cama se aconsejará según el estado en el que se encuentre el paciente.
Suele recomendarse la toma de líquidos y hacer gárgaras con agua tibia con sal, además de aplicar
compresas frías o calientes en la zona del cuello.
La dieta es otro factor muy importante a tener en cuenta, pero dependerá de las condiciones de la
persona infectada para poder alimentarse, lo que suele reducirse a alimentos blandos. Si la ingesta es
posible, no será necesario limitar la alimentación.
RUBÉOLA
La rubéola es una infección vírica contagiosa que afecta, principalmente, a niños y a adultos jóvenes.
Causas
Cuando el virus se introduce en el organismo, pasa a la sangre atacando a los glóbulos blancos, que a
su vez transmiten la infección a las vías respiratorias, la piel y otros órganos.
Una vez que se padece la enfermedad, el paciente adquiere inmunidad permanente, por lo que no
vuelve a ser afectado por el virus. En el caso de los bebés infectados antes del nacimiento, éstos
pueden ser contagiosos durante muchos meses después de nacer.
El periodo de incubación de la enfermedad, tiempo que transcurre desde que el virus entra en
contacto con una persona hasta que comienzan a desarrollarse los síntomas, suele oscilar entre dos
y tres semanas.
A su vez, una persona infectada por el virus de la rubéola puede transmitir la enfermedad a otras
personas dos días antes de que los síntomas se muestren, no desapareciendo el riesgo de contagio
hasta una semana después de la aparición de los signos de la enfermedad.
Síntomas
Los síntomas comienzan entre los 14 y los 21 días después de la infección. La rubéola se
caracteriza por la aparición de pequeñas erupciones en la piel de un color rosáceo que se inician en
la cabeza y progresan hacia las extremidades, haciéndose más numerosas en el tronco.
Estas erupciones no provocan picores ni molestias y suelen desaparecer en pocos días. Suelen
mostrarse uno o dos días después del contagio.
Junto a las manchas rojizas, los síntomas de la rubéola son bastante similares a los de un síndrome
gripal, con malestar general, fiebre poco intensa, enrojecimiento de los ojos, dolor de
garganta (faringitis) e inflamación dolorosa de los ganglios, del cuello sobre todo, alrededor de la
nuca y en la región posterior de las orejas.
Mientras que en los niños la rubéola suele revestir escasa gravedad, acompañándose algunas veces
de otitis (infecciones de oídos), es más frecuente la complicación de la enfermedad entre los
adultos que la padecen.
Éstos pueden sufrir otras patologías más graves provocadas por bacterias como neumonía o
encefalitis (en uno de cada 1.000 casos). Esta última consiste en una infección que afecta al cerebro
y conlleva riesgo de coma, epilepsia e incluso muerte del paciente.
Los signos y síntomas de la rubéola suelen ser tan leves que es difícil notarlos, en especial entre los
niños. Si los signos y síntomas sí se presentan, aparecen unas dos o tres semanas después de la
exposición al virus. Suelen durar de uno a cinco días y pueden incluir lo siguiente:
Tratamientos
Se recomienda reposo y el aislamiento del paciente para evitar nuevos contagios. Hay que acudir
al pediatra si el niño con rubéola respira con dificultad o la tos dura más de cuatro o cinco días.
FIEBRE AMARILLA
No hay tratamiento específico para la fiebre amarilla. Pero vacunarte contra la fiebre amarilla antes de
viajar a una zona donde existe el virus te puede proteger de la enfermedad.
Síntomas
Durante los primeros tres a seis días después de contraer la fiebre amarilla, que es el período de
incubación, no tendrás ningún signo o síntoma. Después de este período la infección entra en una fase
aguda y luego, en algunos casos, en una fase tóxica que puede ser potencialmente mortal.
Fase aguda
Una vez que la infección entra en la fase aguda, puedes notar los siguientes signos y síntomas:
Fiebre
Dolor de cabeza
Dolores musculares, en particular en tu espalda y rodillas
Sensibilidad a la luz
Náuseas, vómitos o ambos
Pérdida de apetito
Mareos
Ojos, cara o lengua rojos
Fase tóxica
Aunque los signos y síntomas pueden desaparecer por uno o dos días después de la fase aguda,
algunas personas con fiebre amarilla aguda entran luego en una fase tóxica. Durante la fase tóxica, los
signos y síntomas regresan y aparecen otros mucho más graves y potencialmente mortales. Estos
pueden ser:
Causas
La fiebre amarilla es causada por un virus propagado por el mosquito Aedes aegypti. Estos mosquitos
prosperan en las viviendas humanas y cerca de ellas, donde se reproducen incluso en el agua más
limpia. La mayoría de los casos de fiebre amarilla se produce en el África subsahariana y en las zonas
tropicales de América del Sur.
El virus de la fiebre amarilla infecta con más frecuencia a los humanos y a los monos. Los mosquitos
transmiten el virus de monos a humanos y viceversa.
Cuando un mosquito pica a un humano o a un mono infectado con fiebre amarilla, el virus ingresa al
torrente sanguíneo del insecto y circula hasta llegar a las glándulas salivales. Cuando el mosquito
infectado pica a otro mono o humano, el virus ingresa al torrente sanguíneo del huésped, donde puede
provocar la enfermedad.
Tratamientos
En lo que respecta al tratamiento, no existe uno específico para la enfermedad. Sólo se pueden llevar
a cabo medidas para combatir la fiebre y la deshidratación. En el caso de que se produzca alguna
infección bacteriana asociada a la fiebre amarilla podrá tratarse con antibióticos.
En los casos en que los síntomas sean más graves, el tratamiento puede incluir:
FIEBRE TIFOIDEA
Causas
La causa de la fiebre tifoidea es la infección por la bacteria Salmonella Typhi, mientras que la fiebre
paratifoidea está causada por la infección por Salmonella Paratyphi. Tal y como indica José María
Marimón, de la Seimc, la ruta de infección de ambas es por vía oral. “El ser humano es el único
reservorio de la enfermedad. Por lo tanto, la infección sólo se adquiere al ingerir agua o alimentos
contaminados por estas bacterias por las heces (raramente por la orina) de enfermos o portadores de
la infección (transmisión fecal-oral)”.
Las bebidas y los alimentos que con más frecuencia pueden estar contaminados por la bacteria son la
leche, el queso, los helados y otros derivados lácteos, los mariscos que crecen en lugares cercanos a
puntos de eliminación de las aguas residuales, las verduras regadas con aguas fecales, los huevos,
algunas carnes y el agua.
El contagio directo entre el enfermo y las personas de su entorno es posible, pero no frecuente. Las
moscas también pueden actuar como transmisores.
Síntomas
Los síntomas de la fiebre tifoidea pueden oscilar desde manifestaciones leves hasta síntomas muy
graves que, incluso pueden causar la muerte. “Inicialmente hay un periodo de incubación de entre una
y seis semanas, normalmente 1 ó 2 semanas, tiempo que varía en función de las personas y la cantidad
de bacterias ingeridas”, explica el microbiólogo José María Marimón.
El especialista indica que los síntomas se caracterizan fundamentalmente por una fiebre elevada y
sostenida (39ºC-40ºC). Además, las personas afectadas por esta patología pueden presentar
debilidad, dolor abdominal, dolor de cabeza y pérdida de apetito. “También es frecuente la
hepatoesplenomegalia (aumento del tamaño del hígado y del bazo)”, matiza Marimón. “En algunos
casos también aparece una erupción cutánea de manchas planas de color rosa. La diarrea, típica de
la infecciones por el resto de serotipos de Salmonella (las conocidas salmonelosis) es poco frecuente
en la fiebre tifoidea".
Tratamientos
El tratamiento de la fiebre tifoidea debe seguirse siempre bajo supervisión médica. “Aparte de las
medidas generales de adecuada nutrición e hidratación existe un tratamiento específico con
antibióticos”, señala Marimón. “Normalmente se utilizan fármacos como las fluoroquinolonas, las
cefalosporinas de tercera generación o las azitromicinsa. Para eliminar el estado de portador se utiliza
principalmente ciprofloxacino”.
La convalecencia puede durar varios meses, pero los antibióticos disminuyen la gravedad y las
complicaciones de la fiebre tifoidea, así como la duración de los síntomas.
Durante la terapia es necesario que la persona se alimente con frecuencia debido a las hemorragias
intestinales u otras alteraciones del tracto digestivo. En ciertos casos debe administrarse alimentación
por vía intravenosa hasta que el paciente pueda digerir los alimentos.
Los diferentes tipos de infección por VPH producen verrugas en diferentes partes del cuerpo. Por
ejemplo, algunos tipos de infección por VPH provocan verrugas plantares en los pies, mientras que
otros tipos generan verrugas que aparecen, principalmente, en la cara y en el cuello.
La mayoría de las infecciones por VPH no producen cáncer. No obstante, algunos tipos de VPH genital
pueden provocar cáncer en la parte inferior del útero que se conecta con la vagina (cuello uterino).
Otros tipos de cánceres, entre ellos, cánceres de ano, pene, vagina, vulva y la parte posterior de la
garganta (cáncer bucofaríngeo), se asociaron con una infección por VPH.
Las vacunas pueden ayudar en la protección contra las cepas de VPH genital que tienen más
probabilidades de provocar verrugas genitales o cáncer de cuello uterino.
Verrugas genitales. Estas aparecen como lesiones planas, pequeños bultos con forma de
coliflor o protuberancias más pequeñas con forma de tallo. En las mujeres, las verrugas
genitales aparecen mayormente en la vulva, pero también pueden presentarse cerca del ano,
el cuello del útero o en la vagina.
En los hombres, las verrugas genitales aparecen en el pene y el escroto o alrededor del ano.
Es poco común que las verrugas genitales generen dolor o incomodidad, aunque es posible que
piquen.
Verrugas comunes. Las verrugas comunes aparecen como bultos duros y elevados, y suelen
presentarse en las manos, dedos o codos. En la mayoría de los casos, las verrugas comunes
son simplemente antiestéticas, pero también pueden ser dolorosas o proclives a generar
lesiones o sangrado.
Verrugas plantares. Las verrugas plantares son bultos duros y granosos que suelen aparecer
en los talones o la parte delantera de los pies. Estas verrugas pueden causar incomodidad.
Verrugas planas. Las verrugas planas son lesiones levemente elevadas, de parte superior
plana y más oscuras que la piel. Pueden aparecer en cualquier lugar, pero los niños suelen
tenerlas en el rostro y los hombres en la zona de la barba. Las mujeres suelen tenerlas en las
piernas.
Cáncer cervical
Es importante recordar que vacunarse contra la infección de HPV puede protegerte del cáncer cervical.
Para las que no estén vacunadas, la mayoría de los casos de cáncer cervical son ocasionados por
cepas de HPV que no suelen causar verrugas, por lo que las mujeres no se dan cuenta de que están
infectadas. Por lo general, las fases tempranas del cáncer cervical no desarrollan signos ni síntomas.
Con el tiempo, las infecciones repetidas de ciertas cepas de HPV pueden producir lesiones
precancerosas. Si no se las trata, estas lesiones pueden volverse cancerosas. Es por eso que es
importante que las mujeres se realicen con regularidad el Papanicolaou, que puede detectar los
cambios precancerosos en el cuello del útero que pueden convertirse en cáncer.
Las pautas actuales recomiendan que las mujeres de 21 a 29 años se realicen un Papanicolaou cada
tres años. Se aconseja que las mujeres de 30 a 65 años sigan realizándose un Papanicolaou cada tres
años, o cada cinco años si se hacen el análisis de ADN de HPV al mismo tiempo.
Las mujeres de más de 65 años pueden dejar de hacerse análisis si han tenido tres Papanicolaou
normales seguidos, o dos análisis de ADN de HPV y Papanicolaou sin resultados anormales.
Causas
La infección por el VPH se produce cuando el virus ingresa al cuerpo, habitualmente a través de un
corte, una abrasión o un pequeño desgarro en la piel. El virus se transmite principalmente por el
contacto piel con piel.
Las infecciones genitales por el VPH se contraen a través de las relaciones sexuales, el sexo anal y
otro tipo de contacto piel con piel en la región genital. Algunas infecciones por el VPH que causan
lesiones orales o en las vías respiratorias superiores se contraen a través del sexo oral.
Si estás embarazada y tienes una infección por el VPH con verrugas genitales, las verrugas podrían
agrandarse y multiplicarse durante el embarazo. Es posible que el tratamiento tenga que esperar hasta
después del parto.
Las verrugas genitales grandes pueden obstruir el canal de parto y complicar el parto vaginal. La
infección podría vincularse con un crecimiento no canceroso poco frecuente en la laringe del bebé.
Las verrugas son contagiosas. Se transmiten mediante el contacto con una verruga o con algo que
haya tocado la verruga.
El ácido tricloroacético (ATA) a 70 y a 90% y la Podofilina a 15%, en solución alcohólica, deben ser
aplicados por el médico 1 vez por semana y la pomada como la Podofilotoxina a 0.15%, debe ser
aplicada por la persona 2 veces al día. El tratamiento contra el VPH es lento y puede ser costoso, pero
es la única forma de vencer la enfermedad y disminuir el riesgo de cáncer en hombres y mujeres.
Lo que puede ocurrir si no trata el VPH es que la persona puede transmitir el virus a otros y desarrollar
cáncer. Vea más sobre el tratamiento para el papiloma humano.