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Como consecuencia de la Revolución Industrial, desde mediados del siglo XIX se instaló un
modelo de colonias industriales en varios países del Mundo, especialmente para industrias
textiles. Estas colonias-industriales buscaron lugares con clima adecuado para los tejidos,
cercanos a ríos para generar su propia energía hidroeléctrica, y en sitios alejados de los
conflictos sociales que se agudizaban en la época, especialmente en ciudades como Londres,
Barcelona, y otras. Para ello se construyeron las casas de los obreros al lado de las fábricas,
así como escuelas, iglesias, restaurantes, hospitales, teatros, cooperativas y salones de usos
sociales para los obreros. Una de estas colonias-industriales es la instalada en Santa Coloma
de Cervello, cercana a Barcelona, España, famosa por haber sido el genial arquitecto Antoni
Gaudí quien construyó varios de sus edificios entre 1898 y 1914 por encargo del propietario
de la fábrica, el empresario Eusebi Güell; es especialmente bella la iglesia. La fábrica cerró
operaciones en 1973 en medio de una crisis generalizada del sector textil, y hoy es un gran
atractivo turístico de Cataluña conocido como “la Colonia Güell”.
Esta industria se instaló en ese municipio, a la sazón una pequeña aldea, aprovechando las
características mencionadas: buen clima, río caudaloso cercano (el Samalá), y con fácil
acceso a la ciudad más importante: Quetzaltenango.
La fábrica de Cantel, como se le ha conocido siempre, fue fundada por don Delfino Sánchez,
un acaudalado terrateniente amigo y compañero político del general Justo Rufino Barrios, de
quien obtuvo el derecho exclusivo por diez años para establecer la fábrica en el sitio en que
se construyó la primera industria rural de Guatemala. Cuando Barrios llegó a la Presidencia,
nombro a don Delfino como su Ministro de Desarrollo por su capacidad emprendedora. Su
proyecto más ambicioso por complejo y original, –innovador además–, fue la fábrica de
Cantel.
Para llevar adelante el proyecto de la fábrica de textiles, que en su momento era de una
inversión cuantiosa y decisión arriesgada, don Delfino envió a Inglaterra a uno de sus hijos,
quien hizo la contratación de la maquinaria, el diseño de la planta, y de los técnicos que
vinieron a montarla. Hubo en sus inicios una oposición de vecinos de la aldea Pasac; como
desafortunada consecuencia, el 4 de Septiembre de 1884 fueron fusilados varios miembros
de la Corporación Municipal por oponerse al funcionamiento de la fábrica.
El éxito de la fábrica de Cantel fue el que la empresa producía el algodón que consumía, para
lo que contaban con varias fincas en la Costa Sur. Una ventaja adicional era la generación
hidroeléctrica que le suministraba la energía a la maquinaria. La empresa producía el
algodón, lo hilaba, teñía, hacia los textiles e incluso productos terminados que vendía en
Guatemala y exportaba.
Por razones financieras la empresa propietaria se declaró en quiebra a finales del siglo recién
pasado, y la industria fue adquirida por un grupo de empresarios guatemaltecos que han
recuperado el prestigio de los productos de la fábrica de Cantel que venden en sus propias
tiendas y exportan a varios países.
A diferencia de la Colonia Güell, que dejó de ser un pueblo industrial para convertirse en un
sitio “turístico”, la fábrica de Cantel sigue siendo una industria importante en el municipio
del mismo nombre.