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AMÉEICA LATINA:

José Joaquín Brunner

Consejo M4c*onil
(* le
, Culturi ) I Í S Arli» grijnlbo
W. Benjamín. La lenta degradación de las culturas autóctonas de
base étnica, infiltradas por el germen letal de! mercado y la radiodi-
fusión. La drogci qua configura un nuevo mapa donde, por una vez,
<?.! centro de producción está en el sur y el polo receptor en el nor-
te, consumiendo erad: en las esquinas de Nueva York. La violencia
utópica que recorre su últin-.o sendero luminoso, reducto ya del pa-
sado aunoue su bandera suele flamear todavía en el mástil más alto III. Experiencias de la modernidad"
de !? Universidad de San Marcos. El melodrama televisivo donde
somor- invitados a reconocernos... Signos que danzan sin parar en
medio d(¡ los cualas ias identidades se hacen y deshacen, constitu-
yéndonos como los sujetos cambiantes de la modernidad.
"El ojo no ve- cosas sino íiguras de cosas que significan otras co- Cualquier análisis del futuro de América Latina —tal vez, mejor, de
sas." Sólo la molida intelectual nos lleva a pensar que la historia se sus futuros posibles— llevado a cabo desde el ángulo de su cultura,
fija en la "figjra de las cosas". Detrás de ellas o por ellas envueltas, necesita tomar en serio la prevención de Octavio Paz: que todas las
sin (.'rrbargo, esas figuras "significan otras cosas". A través de los sociedades son un enigma, en tensión entre un futuro incierto y un
signos habla la ciudad moderna, sin que podamos ya saber "qué pasado nebuloso.
contiene o esconde" y debamor. un día partir "sin haberlo sabido".
La conciencia ingenua, igual que lá naturaleza gloriosa de Ma- Creo —ha escrito Paz— que todas las sociedades son, hasta cíalo
condoamérica, son tradiciones que ya no existen; quedaron sepul- punto, misteriosas... Al emplear la palabra misterio incurro, volunta-
tadas tajo los signos que danzan en la conciencia de Tamaramérica riamente, en una ambigüedad; si fuera soció'ogo dina: ninguna
(como música mínima y repetitiva) comunicando de un lado a otro sociedad es misteriosa, aunque todas son complejas y problemáticas.
—S«sta mes allá de "la tierra lina!"— el descubrimiento de su propia
modernidad. Ahora bien, agrega Paz:

Las complejidades se aclaran y los problemas se describen y aun, a


veces, se resuelven; pero cuando toc'o parece que se ha puesto en
claro, brota lo imprevisto, sucede lo inesperado, aparece lo increí-
ble. Las sociedades son depositarías de una carga explosiva por
decirlo así, la carga de lo imprevisible, de aquello que se resiste al
pensamiento y de aquello que no puede ser pensado.1

Diremos entonces, a la manera del sociólogo, que todas nuestras


sociedades se han vuelto complejas y problemáticas, y que esa
complejidad y problematicidad se expresan en la cultura —cifra de
todos nuestros misterios— más que en ningún otro lugar. Al punto
que las propias ciencias sociales latinoamericanas apenas rozan ios
grandes temas culturales de la región y de nuestra época. Esa "zo-

B
Este articulo íue publicado inicialmenle en G. Martalo (coord.). Dueños pjro el cam-
bio, Caracas, Editorial Nueva Sociedad. 1987.
1 Octavio Paz, El ogro ¡ilanlrópico, México, Joaquín Moruz. 1979. p 126

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na sap.raca" ha sido abandonada, por eso mismo, no sin cierto pu- fusión y que va en camino de com'ertirse en referencia obligada
de r, ai dominio áe la novela y de la poesía o, cual eco deformado cuando se discute este tema, sostiene que la modernidad es un mo-
de nuestras pasiones, nos es entregada como televisión de nuestra do peculiar ds experiencia vital. Ser moderno, afirma:
realidad
En f'.ste trabajo no pretendemos otra cosa que acercarnos al do- ...os encontrarse en un ambiente que promete aventuras, poder,
ble eniqrna di:! futur.) y de la cultura de América Latina, bajo el alegría, desarrollo, transformación de uno mismo y del mundq_y
supuesto que es necesario "describir" los problemas y que es posi- que, al mismo tiempo, amenaza con destruir todo lo que tenemos,
"tóelo lo que conocemos, todo lo que somos. Los ambientes y las ex-
ble "aclarar" la complejidad. E)e hecho, nos vemos forzados
periencias modernas traspasan todas las fronteras de la yeograíia y
—frente a la vastedad del tema— ¡no sólo a reflexionar exploratoria- de las etnias, de las clases y las nacionalidades, de las religiones y
mente con fines de clarificación y de descripción sino que, al mis- las ideologías: en este sentido s¿ puede decir que la modernidad
mo tiempo, a hacer ciertas opciones relativamente arbitrarias que une a toda la humanidad. Pero se trata de una unidad paradójica,
nos permitan acotar nuestro iema. una unidad de desunión: nos introduce a todos en un remolino de
Por un lado, nos situamos frente a un horizonte temporal que se desintegración y renovación, de lucha y contradicció-i, dt! ambigüe-
anuda en torno a !o que Raymond WilJiams llamó alguna vez "uno dad y de angustia perpetuas. Ser moderno es formar parte de un
de lor fascinantes números redondos": el año 2000. Opción sólo mundo en el que, como dijo Marx, "todo lo que us sólido se evapo-
relativamente arbitraria, pues si bien la cronología de Dionisio el ra en el aire".4
Exiguo peoría considerarse una entre varias y al año 2000 uno más
dt; la serie, sabernos sin embargo que esta cronología, y no otra, ri- Los procesos que han dado lugar a esta experiencia —"experiencia
ue nuest o calendan', y que el fin del segundo milenio llegará en- del tiempo y del espacio, de uno mismo y de los demás, de las po-
vuelto, come el Enterior, de una densa simbología. sibilidades y peligros de la vida"—, dicho en otras palabras, que han
Por oíro lado, hemos elegido como eje de nuestra exposición el producido las condiciones sobre las que se construye esa experien-
ambiguo estatuto déla modernidacTeri nuestra cultura, conscientes cia, son múltiples según Berman, pero reducibles en última instan-
de que alrededor de este tópico se enlazan tanto algunos de los cia" a uno que impuso la "gran transformación": la expansión del
principales debates de nuestro tiempo en la región —desarrollo y mercado mundial capitalista. Al conjunto de esos procesos el autor
modernización; revolución y démócracfaTa'-itoritarisma J¿ participa- los llama, para nombrarlos con un solo término, la modernización;
ción; crisis y reitisercióiTinternaciona!e^:^~corño~"algunas de las y a los valores, visiones e ideas que acompañan a dichj transforma-
má$ bulliciosas cfiicusioñes que tienen lugar a nivel internacional so- ción, modernismo. En vez de separar drásticamente moderniza-
b: n lor destinos de la cultura occidental.3 ción —corriente de sensibilidad, arte y cultura—, Berman insiste a lo
largo de su libro en superar esa dicotomía para mo:.tiar que ambos
fenómenos se relacionan en la experiencia histórica de la moderni-
dad y se expresan con una dramática tensión dentro de los indivi-
La experiencia de la modernidad y sus críticos duos que experimentan a la vez la transformación de su vida
material traída consigo por el d«arrollo económico y una emanci-
(Conviene qjo nos preguntemos, antes que nada, qué es la moder-
pación subjetiva y autodesarrollo de la personalidad, acompañados
nidad. Marshall Barman, en un libro que está alcanzando amplia di-
por esa terrible percepción de que todo lo que es sólido en la vida

'¿ ÜM¿5 bucitü i! js'.iaüóri de eslos debates puede enjorii.drse en el vojumen doble publica-
do recienteincnli* p<'f O."OS0 bajo *.'! titulo, /-os /¡'miles de h democracia, Buenos Aires,
1985. 1 Marshall Berman. All tha: is Sohd Me::s into Air, Nueva York. Simún and Schustor.
3 Para una ri!rodücciór: ó cía discusión puede consultarse la selección de textos realiza- 19S2, p. 11. En la revista Leu¡a:¿n, núm. 16. verano de 1984. se encuentra un intercambio
¡a por Ha! Fosii.v. /.o pjsmodartudad. B a l d o n a , Kairós, 198 j. polémico sobre 2l libro de Bennan entre éste y Perry Anderson.

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se ¿vapora y desaparece. Para decirlo con otra clásica imagen del
Manifiesta, que "todo lo que es sagrado es profanado". otra, que a veces se confunde con la anterior, conforma la corriente
En síntesis, Barman propone una "lectura" de ¡a modernidad del posmodemisrno o de la posmodernidad; y la tercera, de la críti-
que .¿ouivale a snterider el capitalismo como una "revolución per- ca interna, describe el proyecto de la modernidad como un pro-
manente", obligando a ¡os hombres y mujeres modernos a yecto inacabado.
...aprender a anhelar e! cambio: no sólo a estar abiertos a bs cam-
bios en su vida personal y social, sino a exigirlos positivamente, a
buscarlos ¡«cth'amenté y a provocarlos. Deben aprenderá no añorar La crítica neoconservadora
nostálgicamente a las "relaciones fijas y congeladas" de un pasado
real o imaginario, sino a deleitarse con la movilidad, a esforzarse En un artículo que bien podría servir de manifiesto crítico de las
por ¡a renovación, a buscar futuros desarrollos en sus condicionas condiciones de la modernidad, el sociólogo Peter L. Berger ha que-
ele vida y ci sus relaciones con sus semejantes.5 rido mostrar bs contradicciones y tensiones de esta experiencia.7 Al
efecto analiza los siguientes tópicos:
Las ciencias sociales han codificado esta visión más o menos dra- Abstracción. La modernidad, sostiene Berger, involucra una
mática de ia modernidad bajo un registro de rasgos típicos de una experiencia de alienación que se encuentra enraizada en los pro-
sociedad moderna, identificando los procesos de modernización, en cesos institucionales subyacentes a b modernización: el mercado
c, enera!, con la creciente organización y especialización de estruc- capitalista, el Estado-burocrático, la burocratización de otros ám-
turas: bitos no estatales de la sociedad, la tecniíicación de la economía (y
de otros sectores -de la sociedad moderna), la gran ciudad con su
..el iistablecimiento de sistemas y mercados internacionales, el de- heterogénea aglomeración de gentes, los medios de comunicación
sarrollo de economías de mercado y modernas estructuras insti- de masas. Como resultado de esta abstracción moderna las relacio-
tucionales sernindustrinle;, o industriales en el campo económico; la
elaboración cié sistemas de estratificación y movilidad no tradiciona- nes de comunidad y solidaridad han perdido vigencia y con su
JGS y reiativar'.ente abiertos, en los cuales los criterios de éxito —es- desaparición se han erosionado también las relaciones de sentido
f*ecííicc>rr.er/;e los cr¡;erios económicos, educacionales y laborales— se (meeming) que se apoyaban en aquéllas. En fin, las estructuras abs-
toman relativamente prsdominarUes, y é, debilitamiento de ia for- tractas —especialmente aquellas asociadas a las burocracias y la
mación tradicional de estratos y su reemplazo por una formación de tecnología— parecen generar estilos cognitivos y de percepción que
• ciares más abierta en la estructuración de jerarquías sociales y siste- dejan escapar la riqueza concreta de la vida humana situada. No
mas políticos centralizados.6 necesitamos abundar en esta caracterización que ha sido, por largo
tiempo, la materia de qu¿ se han hecho las explicaciones de la so-
Simultáneamente, la modernidad —como organización socia! de ciología, nacida justamente durante el periodo en que. se disolvía e!
esa experiencia de vida— ha vuelto a caer, en años recientes, bajo viejo orden de la comunidad y nacía, con un parto difícil, la socie-
el tu<?go cruzado de los críticos, dando lugar a lo que hemos llama- dad moderna.8
do d actual debate en torno a la modernidad. Tres vertientes, al Futuridad. Un segundo dilema de la modernidad es aquel pro-
menoí., aumentan esa critica: una vertiente es la neoconservadora; ducido por los cambios en la estructura temporal de la experiencia
humana, una vez que el futuro se instituye como orientación prima-

'•• Ibíd., pp. 95-96.


6 S..N. Eii'jfistadt, Los msulíudos de las revoluciones: uno reflexión sobre las socie-
dades, nuiocraticcs y democráticas posK'.olucionarias, CtACSO, Op. CiL, vol. 1, pp. 72-73. ^ Peter L. Berger, fudng up :o Modermty. Londres, Penguin ÍSooks, 1979. pp. 101
2.
112.
8 Robert A. Nisbel, The Sociológica! Tradilion. Nueva York. Basic Uooks. 1966
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ria tanto para la imaginación como para la acción social. La vida plausibilidad de la experiencia y las creencias religiosas. Una visión
cotidií.nd se organiza en adelante en torno a la medición y puntua- secular de la vida y del mundo se establece y llega a predominar
ción M :iempo; la biografía individual pasa a ser entendida como entre las élites intelectuales y desde ellas se difunde hacia las masas.
una airara posi j!e de ser planead?,, y íns sociedades enteras vie- La existencia pierde trascendencia; se relativizan y pluralizan las
nen a ser gobernadas de acuerdo con planes y mediante procedi- convicciones y, a la postre, los hombres descubren que no pueden
mientos de previsión y control del tiempo: A nivel individual, dice satisfacer la aspiración a vivir en un cosmos con sentido y, even-
Bergur, la fu:uridad de los modernos traerla consigo "endless stri- tualmente, con esperanza.
vinq, restlessnass, and a mounting incapacity íor repose". La crítica neoconservadora a la modernidad que hemos reseña-
Individualización. La modernización vino acompañada, en tercer do ha encontrado una formulación todavía más general en algunos
lugar, por una separación o extrañamiento del individuo respecto escritos de Daniel Bell, particularmente en su obra Las contradic-
de las entidades colectivas. De modo que entre las megaestrucluras ciones culturales del capitalismo. Según este autor, presencia-
modernas y el su,eío individual —la muchedumbre solitaria— falta- mos el agotamiento de la época moderna. •
rían estructuras comunitarias de mediación, provocando lo que los
sociólcigos conocen como anemia. El individuo, abstraído de sus re- El fin de la idea burguesa, esa concepción de la acción humana y de
teciones i.radicionales de pertenencia, percibe ahora su ego con las relaciones sociales, en particular, del intercambio económico,
mayor ,n:en<idad y complicación. Aumentan sus posibilidades de que ha moldeado la época moderna de los últimos 200 años. Y
-¿mancipación persona' por un lado pero, simultánea y paradójica- creo que hemos llegado al fin —agrega—, del impulso creador y el
mente, su deseo de inclusión comunitaria, de relaciones de perte- imperio ideológico del modernismo que, como movimiento cultural,
nencia, sir que la modernidad logre resolver este dilema. ha predominado en todas las artes y dado forma a nuestras expre-
Liberación. La modernidad ha liberado grandes áreas de la exis- siones simbólicas durante los pasados 125 años.s
tencia humana que previamente se hallaban reguladas por el des-
uno •:> por prescripciones fuertemente internalizadas, introduciendo Según Bell, las específicas contradicciones de la modernidad nacen
en tc-Jay eiias oportunidades de elección. La modernización multi- de la separación y discordancia contemporáneas de los principales
plica las opciones; allí reside, según Berger, el carácter prometeico ámbitos de la sociedad —la estructura tecnoeconómica, el orden
ó 2 nuestra época. En la modernidad, la;; cosas pueden ser distintas de político y la cultura— cuyos ritmos de cambio son diferentes; cuyas
o que fueron. La seducción moderna consistiría precisamente en normas difieren y cuyas conductas son legitimadas, por tanto, se-
esc- zr\ que todo cambio es posible. Como dice Yeats: "When the gún patrones de evaluación discrepantes. Determinante en este
ctníer does not ho!d, things fall apart". La tradición ya no es más cuadro sería "la radical separación entre la estructura social (el or-
vincularte: si statu quo es siempre precario; el futuro es un hori- den técnico-económico) y la cultura".
zonte abierto. Pero con este tránsito de fate a chotee, como lo Mientras aquélla necesita todavía procurarse comportamientos
llama Berger, nace e! cuarto dilema crucial áz 1?. modernidad. Pues "apropiados" regidos por valores tales como la autodisciplina, la
el,individuo se ve expuesto a la más violenta tensión: debe optar en restricción y la satisfacción postergada, la cultura modernista, por el
medio de una vida que se ha vuelto cada vez más incierta. Puede li- contrario, habría difundido en todos los órdenes de la sociedad una
&§N
berarse da cualquier restricción impuesta por fate; pero a! mismo exaltación hedonista del yo, junto con un rechazo total de los valo-
tiempo quiere ¡ib«rcirsc de la anomia que viene de una vida donde res burgueses. Esta cultura adversaria (antiburguesa) "proporciona
todo io que era sagrado ha sido profanado y donde todo lo que pa- la punta de lanza psicológica para un ataque a los valores y las pau-
red;; sóiido se evapora.
Secularización. Existe en la modernidad, por último, el dilema
de la ; ecjlarización; de la existencia en un mundo finalmente de-
9 Daniel Bell, Las contradicciones cultúralas del capitalismo. Madrid, Alidiua Univer-
sencantado. _a secularización entraña una amenaza masiva a la sidad, 1977, p. 20.

7.Q
el Estado de bienestar, de modo que las virtudes de ta competencia
tas motivacionale: de la conducta 'ordinaiia', en nombre de la libe- individual para el éxito puedan dominar de nuevo?'* Bell propone
ración, el erotismo, la libertad de impulsos, etcétera". Es esta el renacimiento religioso como única solución; y alega, en medio de
coi líente, de lo que Bell llama h "doctrina posmodernista", la que una sociedad secularizada, en favor de la utilidad social de la fe.
tendrte la mayor importancia, puesto que "supone una crisis de los
valores de la c!as<? media".10
£n suma, la cultura modernista —separada de su corresponden- La crítica del posmodernismo
cia .:on los demás órdenes de la sociedad y librada a su propia
evolución— habría socavado los "dos pitares" qu¿ sostenían el siste- La corriente del posmodernismo surge como una rad'.calización de
ma valorativo tradicional de la sociedad burguesa (norteamericana): la la crítica a la modernidad a la vez que desvincula la superación de
ética protestante y el temperamento puritano. Lo que habría pro- su crisis de cualquier propuesta religiosa.
vocado lista erosión, y con eiio el propio socavainiento de las
Empleando uno de los términos favoritos de esta corriente, el
fuerzas dinámicas de la modernidad, seria el mismo desarrollo del
momento posmodernista es caracterizado como uno de decons-
mercado capitalista, que en primera instancia habia hecho surgir
trucción:
ese sistema de valores con su doble pilar. Al desplazarse hacia el
consumo masivo, el mercado habría hecho posible la desaparición Es un momento antinómico que asume un vasto proceso de clesha-
•:lei temor protestante a la deuda; habría generado constantemente cimiento en la mente occidental, lo que Michd Foucault hubiera
nuevas necesidades y legitimado la noción del cambio social y de la llamado una epistemé posmodema. Y habia de unmoking (desha-
transformación personal. La moralidad tradicional pasa a ser susti- cimiento) aunque estén en boga otros términos, por ejemplo: de-
tuid; por ¡Ó psicología y la culpa por la ansiedad, en un movimiento construcción, descentración, desaparición, diseminación, desmitiii-
que lieva a lo que algunos autores como Senett y Lasch han deno- cación, discontinuidad, diferencia, dispersión, ele. Tales ténninos
rniní-.do una cultura del narcisismo." expresan un rechazo ontológico del sujeto tradicional pleno, del co-
gito de la filosofía occidental (...) Pensar bien, sentir bien, actuar
!;! problema diagnosticado por Bell —el de una escisión entre las
bien, de acuerdo con esta epistemé del deshacimiento, es rechazar
demandas motivacionaies de le economía y el rendimiento "adver- las tiranías de las totalidades; la totalización en cualquier empresa
sario" de ¡a cu'tura— no tiene solución, según declara él mismo, humana es potencialniente totalitaria.13
díniro de un cuadro de respuestas gubernativas c de ingeniería so-
cial. Pues deriva, en última instancia, de la pérdida de las El posinodernismo aparece entonces, por igual para sus protago-
ti adiciones velorativas y moraler de la sociedad. La única vía de su- nistas como para sus antagonistas, como la expresión de una "cri-
peración posible reside, por lo mismo, en una reformulación de las sis de autoridad cultural, concretamente de la autoridad conferida a
concepciones religiosas que fuera capaz de generar un nuevo ethos la cultura occidental y sus instituciones".1'1
y de expresarse an el sistema de recompensas y motivaciones en la En particular, el momento de la posmodernidad expresa:
esfera dd trabajo y de la cultura, simultáneamente. Según ha obser-
vado Haberrnas, la pregunta que se plantea a los neoconservadores
es ¿í-ta: ¿Cómo pueden surgir normas en la sociedad que limiten el
libennaje, restablezcan la ética de la disciplina y de! trabajo? ¿Qué
12 Jürgen Habermas, "La modernidad, un proyecto incompleto", en Hal Foster, op. ci!.,
nuevas normas constituirán el freno de la nivelación producida por p. 24.
13 Ihab Hcísan, "The Crilic as Innovator: The Tuuing Slatemcnt in X Frames". Citado
en Albrecht Wellmer, "La dialéctica de modernidad y postmodemidjd". Debats, núm. 14.
1985.
14
ie luid., p. 62. Craig O.vens, "El discurso y los otros: las feministas y el posinodemismo". en Ha!
Foster, op. til., p. 93.
¡I ".irhaid Seruil. Narcisismo y cultvrc moderna, Barcelona, Kaiíós, 1980. Christo-
pher üiSch. Culture o/ Narcissism. Nuevv \ork, Warner Books. 1979.
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80
v) Un rechazo del sujeto y de la razón totalizante. Como contra- ...no hay trascendencia, sino la superficie inmanente del desarrollo
partida, una "obsesión epistemológica por los fragmentos o las frac- de las operaciones, superficie lisa, operacional, de la comunicación.
luras", que en t¡l plano político inspiraría la preocupación por los EJ periodo fáustico, prometeico, de la producción.y el consumo es
movimientos marginales, las minorías y !a micropolítica en general. sustituido por la era proteica ae las redes, por la era narcisista y
b) ti ocaso de b que Lyotard denomina los granas récits de la mo- proteiforme de la conexión, del contacto, de la contigüidad, del
feed-back, de la interfaz generalizada. Al igual que la televisión, to-
dernidad, tales como la dialéctica del espíritu. La emancipación de los
do el universo circundante, y nuestro propio cuerpo, se convierte
trabajadores, k. acumulación de riqueza, la sociedad sin clases... en pantalla de control.17
c) El descubrimiento, paralele a la pérdida de los "relatos maes-
tros" y a la crisis de! sujeto pleno, de la radical fragmentación de la Lo que queda entonces, después que todo lo que es sólido se ha
sociedad, dende "cada grupo ha llegado a hablar un curioso len- evaporado, es la imagen de una gran pantalla donde los signos de
guaje privado, cada profesión ha desarrollado su propio código de cimbio, de intrascendencia, de velocidad, de fluidez circulan y ro-
ideología o modo de habiar particular, y finalmente cada individuo SÍTÍ incesantemente. Lo profano es profanado, lo visible se vuelve
ha llegado a ser ana especie de ¡sis lingüística, separada de todaá ripervisible, la historia se difumina; ningún valor puede ya sostener-
¡as demás". 15 se en pie; el mercado lo devora todo. Así, igual que para Berman
d) Pero no se trota, a la manera moderna, de la aparición de iVj¿va York ofrece la imagen de la modernidad de los años setenta,
grandes estilos personales corno aquellos que en el arte identifican p¿ra Baudrillard, Estados Unidos representa en plenitud el momen-
a Joyce y Prousl, a Picasso y T.S. Eiiiot. En este universo de radical to de la posmodernidad:
fragmentación, cor. pérdida de) relato y del sujeto, de la razón y las
totalidades lo que domina son el pastiche (imitación de estilos
Pese a su moralidad, su puritanismo, su obsesión virtuosa, su idea-
muertos), el collage (tomar un cierto número de elementos de lismo pragmático, todo cambia alli irresistiblemente de acuerdo con
obras, objetos, mensajes preexistentes e insertarlos en una nueva un impulso que no es del todo el del progreso, lineal por definición;
creación a fin de producir un efecí.o de rupturas y recontextualiza- no, el auténtico motor es la abyección de la circulación, libre. Aso-
ciones), el injerto, l.¡ alegoría y la cita. Son éstos, en definitiva, los cial y salvaje todavía hoy, refractario a cualquier proyecto coherente
mecanismos ái gran parte del arte posmodernista y de lo que ha de sociedad: todo se verifica, todo se paga, todo se hace valer, todo
dado c;n llamarse la poscrítica. fracasa. Las músicas del Oeste, las terapias, !as "peiversiones" se-
Lu.rjo, si el proyecto occidental de los últimos siglos fue la mo- xuales, los buildings del Esie, los líderes, los gadgeis, los movi-
mientos artísticos, todo desfila y todo se sucede allí sin interrupción.
dernidad, el momento posmoderno aparece como una decons-
Y nuestro inconsciente cultural, profundamente nutrido de cultura y
trucción y una superación de ese proyecto y de las tensiones que de sentido, ya puede vociferar ante ese espectáculo, pero el caso es
llevaba envuelto. Según Baudrillard, "ya no formamos parte del que está ahí, en la promiscuidad inmoral de todas las formas, de to-
drena de la alienación; vivimos en el éxtasis de la comunica- das las razas, en el espectáculo violento del cambio que es el éxito
ción...' iÍP Toda la tensión creativa de la modernidad —los conflic- de una sociedad y el signo de su vitalidad.18
tos de la modernización; la emancipación del sujeto y su autodesa-
rrrllo en medio d<¿ un mundo donde la posibilidad de! cambio vuel- En suma, podemos no saber exactamente qué es lo posmoderno,
vi: fugaz el presente— cede ahora su lugar n este nuevo momento ni qué unifica a quienes se reclaman de este rótulo o son agrupados
''pos": donde ya tajo él —Andy Warhol, los edificios pop, John Cage, la nueva no-
'.da francesa, para sólo citar unos pocos ejemplos del campo de las
anas— pero podemos fácilmente reconocer que constituya una re-
'^ 1'rLtJcric JtimiisuM. "Poánuije-niinio y r.ocuidad de consumo", en Hdl Fostcr, op. cit.,
IV. W). '•' Jean Baudrillard. Las estrategias fatales, Barcelona, Anagrama, 1984, pp. 68-69.
•'• Ji.in Bíiudrilferd, "£' éxiii' ¡s de la comunicados", en Ha! Fostcr, op. cit., p. 183. •> íbid., pp. 78-79.
9
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acción, a veces una exacerbación, de' modernismo, hasta vaciarlo
de MIS jontenidos y dar por liquidado su proyecto. preocupaciones esotéricas y su referencia a la lógica interna del do-
minio profesional. Todo intento, por ejemplo, de fundir el arte con
la vida y de proclamar que todos los hombres son artistas está con-
La crítica interna: el proyecto inacabado denado al fracaso. "Nada queda, escribe, de un significado de-
sublimado o una forma desestruclurada-, no se sigue un efecto
emancipador." En cambio, cabe imaginar que estes procesos de
Frente a las reacciones críticas a la modernidad — neconservadora o
comunicación especializada' pueden ser regulados desde el punto
posmodernisía— y al lado de su edeoración, al estilo M. Berman,
de vista de su recepción; diseñando estrategias quf pongan límites
se erige un t po distinto de critica que apunta a un rescate y a una
a la dinámica interna de los diversos dominios de :¿. cultura y que
reforma di la propia modernidad, di su proyecto y su práctica. Ha-
generen una vinculación renovada de la cultura moderna con la
bsrm?-5 ha emprendido este camino y, efede otra posición, lo mis-
praxis cotidiana, la cual todavía se rige por tradiciones vitales "pero
mo haca Psrní Anderson.19
que se empobrecería a través del mero tradicionalismo". ¡~o cual
Según Habe r mas, e! proyecto de la modernidad —con sus raíces
significa, de hecho, proponer una "reapropiación" social de las
en la Ilustración europea— significó una independización de la esfe-
orientaciones no sólo de la cultura y sus diversos ámbitos autono-
ra de la cultura de fines sustantivos provistos por la religión o la
mizados, sino que de todo el proceso de modenización, mediante
metafísica; al tiempo que su separación en tres ámbitos autóno-
"instituciones (...) que pongan limites a la dinámica interna y a los
mos, regidos por sus propios fines inmanentes bajo el control de
imperativos de un sistema económico casi autónomo y sus comple-
profesiones culturales especializadas: esto es, la ciencia, la morali-
mentos administrativos".
dad y e. arte. Por un momento pudo pensarse que desde esos tres
ámbitos surgirían impulsos de transformación de la vida social, en En suma, Habermas desplaza la crítica neoconservadora de la
términos c'e un avance de la racionalidad cognoscitiva-instrumen- modernidad desde el terreno de la cultura hacia el terreno de la mo-
ta!, de un progreso moral-práctico y de una difusión del juicio dernización como conjunto de procesos inacabados y parcialmente
estético- expresivo, ¿n cambio, lo que ocurrió fue un creciente dis- distorsionados, al mismo tiempo que recusa las filosofías y doctrinas
tanciamiento entre la cultura de los expertos y la del público en "pos", bajo cuyo impulso la modemidad se volatiliza, fragmentándo-
genera!, imponiéndose en cada ámbito de la cultura una lógica eso- se en un haz de "estrategias fatales" a la luz de las cuales la historia
térica y su monopolio en favor de los grupos profesionales res- humana ni siquiera logra ser pensada, mucho menos asumida como
pectivos José Nun ha estudiado ese fenómeno de distanciamiento empresa colectiva. En este punto anuda, complementariamente, la
para el caso de la ciencia,20 pero el oroblema es más extenso: im- crítica de Anderson. También para él la modemidad ha llegado a un
plicó ¡a separación de la cultura de los expertos de la comunicación punto de saturación, de agotamiento. Vivimos, dice, un "fin de tem-
cotidiana, frustrándose cen ello uno de les elsmentos de liberación porada en Occidente". Sobre todo la cultura del modemismo'habría,
atribuidos a¿ modernismo. ¿Significa esto que el proyecto de la mo- tiempo ha, agotado sus energías creadoras.
dernidad df.be :ier abandonado, o que sólo nos resta aferramos a
las intenciones de la Lustración? En el mundo capitalina avanzado de hoy —-escribe—, es la aparente
ausencia de cualquier perspectiva de este tipo en un hori?onte pró-
Habermas ensaya aquí una respuesta indirecta. No cabe, argu- ximo o incluso lejano —la falta, al parecer, de cualquier alternativa
menta, rociar lira y l'nnamente la cultura de expertos, con sus concebible al statu quo imperial de un capitalismo de consumo-- lo
que obstaculiza la posibilidad de cualquier renovación eul'.urül pro-
13 Jüroen Hjbermas, op. a!., y Perry Audiison, "Modernidad y revolución", en Lema- funda comparable a !a era de los descubrimientos i!.sti'ticos del
ion, núm. 1<3. varano de 19S<,. primer tercio de este siglo.21
-'° J o s ; ríiin, ';l olro reducrionismo", en i-arios autores, América Latina: ideología y
cultura, £wr. losé, R.ACSO. 19S¿.
21 P'jrr. Anderson. op c/l.. p ¿1
Frente a esa horizonte cerrado, el modernismo se habría convertido pensamiento critico latinoamericanos han estado preocupados sobre
en un mero ismo que en adelante será conjugado impunemente, todo de la modernización, o sea, del proceso de transición y cam-
pero sin sentido, con todos los pos que la imaginación pueda in- bio en las estructuras.de la economía y la sociedad; ensac¡uida dei
ventar. £1 modernismo, en fin, se ha convertido en un "flujo de va- modernismo, como movimiento literario que representa una ruptu-
nidadas temporalen". ra con la soberanía literaria de la metrópoli española pero, como
La crít'Cd de Anderion apunta sin embargo, más lejos. Es la pro- agrega Cándido, a través de la "adaptación de procesos y actitudes
pia modernidad, según él, la que debe ser "leída" de manera di- francesas",23 y por último, sólo escasamente, de la modernidad, ese
versa a como lo hace Berman, con su óptica de "revolución perrna- modo de experiencia vital que según Marshall Berman "es compar-
nente", de torbellino que arrastra a los hombies y las cosas tido hoy por hombres y mujeres de todo el mundo".
abriendo continuamente nuevas oportunidades y generando una ¿Significa esto, acaso, que la modernidad no se halla todavía
constante tensión en la cultura. Más bien, señala Anderson, la mo- constituida en América Latina? ¿O que ella aparece, por el contra-
dernidad no 'ixiste corno tal; lo que existe son diversos moder- rio, como experiencia vital extraña, extranjera más precisamente, y
nismos, formas de expresión dsi desigual y contradictorio desarrollo por tanto preocuparse por ella podría ser visto como un mero ena-
de! capitalismo. Son pues la:; diversas trayectorias del desarrollo ca- jenarse en las futuras figuras de nuestra dependencia? ¿O será, en
pitalista ¡as que deben ser reconstruidas si se quiere pensar en los cambio, que nuestra propia experiencia de la modernidad, de sus
modos de aparición de la medemidad y de sus modernismos; el tiempos y espacios, de sus posibilidades y amenazas, tiene poco
concep'.o de modernización, entendido como proceso lineal que lle- que ver —o tiene que ver,, de maneras asaz complicadas— con la
vó a le modernidad, impide incluso qui exista esa posibilidad-de modernidad a secas, o sea, aquélla experimentada por el mundo
reconstrucción d?. las varias trayectorias del capitalismo. que Berman describe a partir de Goethe y Marx, Baudelaire, Push-
kin, Gogol, Mandelstam y el modernismo neoyorkino de los años
setenta?
La modernidad en América Latina y sus analistas Nuestra hipótesis de trabajo —tentativa como ya dijimos; orien-
tada más bien a aclarar y describir antes que a definir y explicar-
No repulía exagerado decir que la sociología nace en América Lati- es que América Latina ya hace rato vive su modernidad, pero que
na, en cuanto d sciplina profesional, cuando la modernización de la esta misma descompone de tal manera la cultura que se vuelve difí-
región estaba en pleno proceso, justamente para explicar esta ex- cil pensar, a partir de ella, dentro de ella, en el caleidoscopio de sus
periencia histórica de transformación y para facilitar el control de heterogéneos fragmentos, la radical novedad de esta experiencia.
sus consecuencias. Digámoslo así: nos encontramos frente a una peculiar aplicación de
lo que llamaremos el efecto Collingwood; esto es, que ninguna épo-
No es ur. azar —escribió Gino Germani hace alrededor de treinta ca o civilización es capaz de identificarse conceptualmente. Pero no
años—, que una perte considerable de la teoría sociológica esté de- se trata, en este caso, de que se nos escapen las presuposiciones
dicadü precisamente a estudiar este 3<-an proceso y que todas las absolutas que inspiran los valores y las creencias de la época; aque-
•demás ciencias de! hombre se ocupen oel mismo, aunque a menu- llo que retrospectivamente puede ser estudiado y reconstruido
:'o lo hagan bajo una problemática y concepvualización distinta.22 como "historia de las mentalidades". Resultaría más bien, de acuer-
do a esta hipótesis que queremos explorar, que la propia moder-
En términos de la trilogía conceptual sugerida por Berman ~ 3 s t o nización de la cultura latinoamericana —su específico modernismo,
es modernidüd/modernismo/modernización— la sociología y el

22
Gino Gormara, Potinca •< sccieáad en una época de transición, Buenos Aires, Pa¡-
¿'•í Aiuonio Cándido, "literatura > subdtiijriollo", un Cesar Fernández Momio (coord.l
«fcs. 1979. p. 9 1 .
Amé.rico Latina y su literaturo, Méjico, Siglo XXI, 1977, p. 346.

86
87
su man 3ra de encarnarse en modernidad— le impediría volverse so- Octavio Paz suele ser invocado en esta conexión. Como él mis-
bre sí misma para entenderse e identificarse. En parte ello ocurre, mo ha explicado, una de las ideas centrales de su Laberinto de la
ctaro está, porque e! núcleo de esa modernidad se halle, descentra- soledad "es que hay un México enterrado vivo. Mejor dicho: hay
do, fuera de sí, de modo que el proceso de su internalización en los mexicanos, homb'cs y mujeres, un universo de imágenes,
representa, continuamente, y al mismo tiempo, un proceso de ex- deseos e impulsos sepultados". De allí que Paz insistí muchas ve-
trañamiento. En otra parte, este fenómeno tendría que ver con la ces en la necesidad de buscar "las creencias enterradas" que viven
radica! heterogeneidad que la modernidad introduce en la cultura "en capas más profundas de! alma y por eso cambian mucho más
de sociedades marginales, periféricas, efecto bien conocido por los lento que las ideas".24 Creencias religiosas, representaciones de la
estilosos del desarrollo de las estructuras productivas de la región. autoridad, de la ley, etcétera, que anidan en el fondo de la psique
Aquí se trato, sin imbargo, de una heterogeneidad propiamente de un pueblo "recubiertas por la historia y por la vida moderna. Rea-
comunicativa: de los mundos-de-v¡da, de ¡as tradiciones y constela- lidades ocultas pero presentes". Tal es, por ejemplo, la figura de
ciones ¿simbólicas cue los rigen, de sus orientaciones disímiles y Tonantzin/Guadalupe: "madre natural y sobrenatural, hecha de tie-
múltiples inarticuiaciones, todo lo cual impide pensar a la sociedad rra americana y de teología europea".25
y su cultura como una unidad, como una totalidad, y fuerza a un re- En este contexto ambiguo de creencias e ideas, de tradiciones
conocimienio fragmentario, a síntesis conceptuóles nunca logradas,
profundas ancladas en la psiquie colectiva y de discursos volátiles
en fin, •?. "la insoportable levedad" de las palabias y los discursos
generadores de ideología, los intelectuales habrían desempeñado
que intentan perforar esa heterogeneidad.
desde la Independencia en 'adelante el papel de elaboradores de
Pues bien, ante? de aplicar esta hipótesis a un conjunto de cues- proyectos sociales y políticos "con los que se ha intentado transfor-
tiones que podrían ¡luminaria y que ta! vez sirvan para poner la mar el país en una nación moderna". Por encima de sus dife-
cultura latinoamericana en la perspectiva de! año 2000, intentare- rencias, afirma Octavio Paz, hay "una idea común que inspira a los
mos colocarla en un contexto intelectual estimulante, revisando liberales, los positivistas, los socialistas: el proyecto de modernizar a
alounos de !o< argumentos que, podría decirse, delimitan el campo México".
regional de' debate sobre !a modernidad. Mas este proyecto no habría llegado a transformar orgánicamen-
te la sociedad; en el mejor de los casos habría producido una
superposición de tiempos y espacios, una acumulación superpuesta
E! carácter contradictorio de la cultura moderna de culturas, de donde resulta que hoy llamamos con el mismo nom-
bre (México en este caso) "a varias y distintas entidades históricas":
•2n América Latina
La primera de estas entidades es la antigua sociedad indígena, com-
Hay en las élites latinoamericana:, una sensación confusa que ad- puesta por ciudades-Estados regidas por teocracias militares y
quiere diversas manifestaciones discursivas y que encontramos ex- creadoras de complejas religiones y no menos complejas obras ar-
presada en opiniones t¿les como que la sociología y las ciencias tísticas. Más que como otra sociedad, este mundo se presenta
social'».; de la región son sólo débilmente explicativas frente a obras como otra civilización. Después, tras el gran tajo de la Conquista y
¡iteradas que captarían, ellas sí, €:! fondo misterioso de nuestras so- la evangelización, hacia mediados del siglo XVH aparece otra socie-
ciedades; o que IÚ cultura popular contiene elementos de identidad dad: Nueva España. Esta sociedad no fue realmente una colonia, en
y de; autenticidad que estarían aumentes de la cultura superior, racio- el -sentido recto de la palabra, sino un reino sujeto a la corona de
España como los otros que componían el Imperio español...
nalista y noderna; o que las ideologías liberales y democráticas son
¿xilinas, etéreas y frágiles confrontadas con aquellas otras —popu-
Üsias, autoritarias, tradidonalistas o revolucionarías— que reflejarían
24 Octavio Paz, op. cit.. pp. 20-21.
mejor las orientaciones y IOJ sentimientos de las masas.
25 Ibid.. p. 4 9 .

S9
Después, con la Independencia, nace un nuevo proyecto y con él ni se hizo la crítica filosófica de la religión; en esas condiciones, la
"el ans.a do modernidad": ideología liberal no pudo ofrecer una verdadera solución: no resultó
en la implantación de la democracia ni el nacimiento de un capita-
Independencia, república y democracia fueron, en México y en el lismo nacional.
resto de América hispana, palabras sinónimas de progreso y mo- Resultó, en cambio, una sociedad toda mezclada, una caricatura
dernidad [...] Éste es el momento en que Nueva España, para
de modernidad: :
consumar su separación de España, se niega a sí misma. Esa nega-
c.ón íuc su muerte y ei nacimiento de otra sociedad: México.26
México siguió siendo lo que había sido pero ya sin creer en lo que
era. Los viejos valores se derrumbaron, no las viejas realidades.
El proyecto modemizador nace así, entre nostros, de una doble ar- Pronto las recubrieron los nuevos valores progresistas y liberales.
ti/icialided: por un lado, no responde en la cultura hispanoamerica- Realidades enmascaradas: comienzo de la autenticidad y la mentira,
na a las transformaciones da la propia base económica, a un ver- males endémicos de los países latinoamericanos. A principios dd siglo
dadero proceso de modernización, :;:no a las ideologías de grupos XX estábamos ya instalados en plena seudomodemidad: ferrocarri-
¡ntelectua es que lo introducen como imitación y anhelo en !a cultu- les y latifundismo, constitución democrática y un caudillo dentro de
ra; per d otro, se construye sobre una negación —la del mundo ca- la mejor tradición hispanoárabe, filósofos positivistas y caciques
tólico, "mosc-ico CÍ: supervivencias precolombinas y formas precolombinos, poesía simbolista y analfabetismo.27
barrocas"— en tamo que en la sociedad modelo de la modernidad,
por ei contrario, existió afinidad entre puritanismo, democracia y En vez de liberar el futuro, la modernidad según la "lectura" de Paz
capitalismo, mezcla que entonces aparece como verdadera alqui- echó a pelear entre sí los muchos pasados que configuran el fondo
mia de la modernidad. de representaciones colectivas de la nación mexicana: "aztecas,
El modernismo como proyecto de futuro fue por tanto, en la cul- mayas, otomíes, castellanos, moros, fenicios, gallegos: maraña de
tura, una elaboración hecha con ideas y elementos extraídos de raíces y ramas que nos ahogan...". ¿Cómo, se pregunta Paz, convi-
otrú tradición; no ¡a nuestra. "Nos apropiamos, dice Paz, de la ima- vir con ellos sin hacernos sus prisioneros?
gen del futuro inventada por europeos y norteamericanos", igual Cómo, en otras palabras, fundar una modernidad que no estu-
que el movimiento .modernista en las artes representó una adapta- viera desgarrada por eslas contradicciones en la cul'u-a. Según el
ción —un eco original— de procesos y actitudes francesas. diagnóstico de Octavio Paz, esas contradicciones no oponen eco-
Todo lo cuai equivale a decir por lo menos dos cosas que son nomía y cultura (Bell) aunque la cultura proporciona creencias y
importante;; desde ei punto de viste de! análisis sociológico de la valores que seguramente no favorecen el rendimiento capitalista; ni
modernidad. •-& prrnera, que las bases ético-intelectuales y los tampoco oponen cultura modernista a sus potencialidades frustra-
comportamientos es'-atégicos requeridos para el desarrollo capita- das (Habermas) porque las promesas ideológicas de la modernidad
lista y de la democracia —la ética protestante y el temperamento se originan, tout court, en una mala fe compartida.
puritano, según los caracteriza Bell— no re hallan presentes en Lo que ocurre, en cambio, es que la propia cultura moderna na-
América Latina. Segundo, que la modernidad habría aparecido en- ce en América Latina falsificada en su razón de ser: como un
tre nosotros más como una fascinación (ideológica) con un modelo producto intelectual de imitación y consumo, donde la ideología
externo que como e! proJucto de dinámicas endógenas. Al decir de contradice el pasado (o los varios pasados), donde los ideales del
J J az, íaltcirian aquí lar. bases más profundas sobre las que se asenta- proyecto modemizador se encarnan distorsionadamente, donde el
ría la modernidad: no hubo en América Latina revolución religiosa discurso modernista es extraño a las creencias profundas que deter-
minan el inconsciente colectivo.

'íl> Una., r,p. S4-56.


2? Ibid . p. 64.

91
tico, etcétera— en cuanto los libera hacia lo trascendente o los en- ¿¿.".bio, es la existencia de lo que Germani denomina un "núcleo
cierra en su propio sentido inmanente" (núrr.. 389). De allí qus el c¿r.tral prescriptivo mínimo suficiente para la integración"; nú-
eje de le propuesta de Pueb'a sea: evangelizar la cultura latinoame- cUo común de significados, valores, creencias y fines en función del
ricvjna. Preservar con ello su autonomía y su identidad. Revivir por juai los individuos y grupos pueden realizar opciones. Pues, con el
tanto su núcleo íníimo, pues según sostiene el documento de con- ¿.ar.ee de la modernización, incluso ese mínimo se h.í vuelto ele-
sulta previo a la Conferencia de Puebla, "la Iglesia es el factor más jóle y puede ser cambiado, provocando las tensiones que Berger
unificante del conjunto de los pueblos la^noamericanos y, por en- ¿¿scribe con términos tales como anomia, inseguridad y temor al
dñ, también de sus formas culturales. Sin la Iglesia, América Latina caos.
seria incomprensible" (núm. 251). De acuerdo a la tesis de Genmani, "si el núcleo cenfral, según la
Lo cuai no debe entenderse, aunque el punto sea ambiguo, co- jónica intrínseca a la modernidad, también se expone a cambios,
mo un abandono liso y llano de la modernidad y del proyecto «ntonces deberían existir mecanismos para llevar a cabo tales cam-
modernizador. Pero se trata de encontrar ~a partir de "nuestra sín- Ctós manteniendo o reconstruyendo simultáneamente bases viables
tesis cultural original que es latinoamericana, mestiza y ritual" según para el consenso".32 Pues en ausencia de ese consenso o de los
la caracterización c'e Morandé— una nueva base para la moderni- :n¿canismos para regenerarlo eficazmente —o sea, en condiciones
dad; una dialéctica distinta entre modernismo y religión; una forma ¿n que predomina una baja integración normativa da la sociedad—
de reasumir el pasada del siglo XVi sin quedar atrapado en sus raí- podrían congregarse las condiciones de emergencia de modernas
ce-5 y ramas. :crmas de autoritarismo. Éstas representan la introducción sustituti-
'.a pero forzada de una de dos modalidades de control social y
pciitico en un medio desintegrado: la represión violenta; ¡a socirli-
esecularización, integración y regímenes políticos üción o resocialización artificiales mediante la creación de "climas
¿sicológicos e ideológicos totales".
Li carácter secularizante de la modernidad ha sido un tema cons- En suma, la tesis de Germani liga la modernidad a las crisis de
tante de ¡a sociología desde Marx y Weber hasta Bell, Berger y los iO¿ regímenes políticos democráticos —por la vía de una seculari-
íntelactüalciS católicos contemporáneos. En América Latina, Gino zación extrema que alcanza ¿\ los núcleos prescriptivos de la inte-
Geni mi, en su último escrito, vuelve a hacerse cargo del mis- creción social— y a la emergencia de modernos autoritarismos que
mo problema. Caracteriza la sociedad moderna, justamente, como «r, SU forma pura llama "totalitarismos". A diferencia de Habermas,
c;quc'.l.a que "tiende a eliminar completamente todo carácter 'sa- si", embargo, reduce la erosión del consenso normativo a una sola
grado' o intangible en sus principios básicos, su sistema de valores, ci.-nensión, la secularización de la moderna sociedad de masas, sin
sus instituciones, sus normas, sus actitudes y sus modelos de con- reconocer que los múltiples procesos de modernización actúan dife-
ducta".31 Surge así, según Germs.ii, un tipo de tensión intrínseca a rer.ciadamente sobre las estructuras comunicativas de la sociedad,
la forma particular de integración ae la sociedad moderna. Como píovocando una continua tendencia hacia las crisis de legitimidad
¡i. había anunciado Marx en el Manifiesto: una vez que "todo lo y, paralelamente, hacia crisis de motivación.33 En cambio, la tesis
estamental y estancado se esfuma; (que) todo lo sagrado es prora- ¿¿ Germani se emparenta con la de algunos críticos de la moderni-
nado í...] los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serena- dad y, asimismo, empalma —aunque en un plano preferentemente
mente sus condicones de existencia y sus relaciones recíprocas".
Lo que en la experiencia di; la modernidad se halla ausente, en

^ Ibid., p. 31.
n C i o Gemvini Dcmocracio y auion'ansmo en la sociedad moderna", en CLACSO, W Jürgen Habermas. Problemas de legitimación rn el capitalismo tardío, Buenos Ai-
\ p ?5 va Amorrortu, 1975, pp. 88-114.

94
95
El tema que se nos propone es, entonces, el del mestizaje cultural:
La contradicción específica entre cultura cómo pensar, a partir de allí, la modernidad y los procesos de mo-
y modernidad desde un punto de vista católico dernización. Pues, como lo expresa Morandé, el reconocimiento de
la necesidad de modernizar la vida social constituye sólo una cara
del problema. "La otra tiene que ver con la identidad cultural de
¿Qué significó, para América Latina, la introducción de eso que
nuestros pueblos, con su capacidad de permanecer fieles a sus tra-
Paz llama "el gran tajo de la Conquista y la evangelizaron"? Según
diciones históricas, con su posibilidad de conservar y desarrollar su
lo expresa el Documento de Puebla, que la cultura latinoamericana
núcleo cultural más íntimo."30
iiene un "sustrato católico" y que allí residen, por tanto, las señas
profunda:; ;ie su identidad cultural. Desde ei punto de vista de la so- Hasta el presente, las ideologías de la modernización —liberales
ciología, Pedro Morandé prefiere hablar de una síntesis cultural o marxisías— compartirían un rasgo común: son secularistas, lo
nueva entre la cultura europea (hispánica) y Jas diferentes culturas que en este contexto significa que se preocupan sólo por racionali-
aip.ericaniu, cuyo sujeto histórico sería ei mestizo. zar técnicamente la vida social, sin medir ni considerar el "impacto
cultural" de las diferentes propuestas modernizadoras. Impulsan ha-
i..a historia de¡ mestizo es la historia del encuentro mismo entre la cia una funcionalización de los valores en términos del máximo
cul\;ra europea y las culturas americanas. £¿l depende de este acon- intercambio, restando a aquéllos toda base trascendente. Lo que
tecimiento. Asi, si b'en hereda de su madre toda la visión ritual del está por detrás de este desplazamiento, según Morandé, es la nega-
ordenamiento di; la naturaleza y del cosmos, ya no es indio y su ción sistemática de la autonomía de la cultura frente a la estructura.
propia existencia está indisolublemente ligada a la aparición del Así, en América Latina, la contradicción señalada por Bell entre
conquistador europeo. Es un personaje completamente nuevo, para una cultura del modernismo, hedonista e incapaz de motivar a los
el cual ia comprensión de su continuidad con el pasado tiene exac- individuos para el rendimiento y la estructura tecnoeconómica que
iamer.iu 1¿¡ misma importancia ouc la comprensión de la ruptura y reclama precisamente ese tipo de motivaciones de logro se trans-
novedad que ¿i encama. En este sentido es él mismo portador de forma en una contradicción entre una estructura crecientemente
urv¡ nuüva síntesis inédita, Rito e historia, rito y acontecimiento, es-
racionalizada —que impone valores funcionales al rendimiento del
tán obligad » a cumpenetrñrse mutuamente. No como discusión
iníelec'.uai entre sabios de una w otra cultura, sino como explicación sistema— y una cultura cuyo núcleo íntimo se resiste a dicha funcio-
exisíp.ncuil de si misino 2S nalización.
De aquí se sigue que el proyecto modemizador seculatista no sólo
Nos rrn verr.os en leneno conocido. La reflexión de Morandé, en disuelve la fe sino que, además, amenaza las identidades culturales
rcaiic'ao empalma y prolonga ia de Octavio Paz. Pues también se- particulares de cada pueblo y nación. Reduce ia Ui a mera ideolo-
gún éíte: gía, transforma a los pueblos en parte de un meconismo universal
de producción e intercambio y favorece la despersonalización del
LJ ciijstión dd origen es para el mestizo central, la cuestión de vida y individuo.
muerte. Ln la imaginación de los mestizos Tonantzin/Guadalupe tiene Al igual que en el caso de los neoconservadores, la solución para
una réplica inferna!, la Chingada. La madre violada, abierta al mundo esta crisis de modernidad se hallará, desde el punto de vista católi-
' exterior, dergaitada por la Conquista; la madre virgen, cen'ada, invul- co, en un renacimiento religioso. Como señala el Documento de
nerable y que encierra en sus entraña:; a un hijo. Entre la Chingada y Puebla, "la religión o la irreligión (son) inspiradores de todos los res-
Tonantzin/Guadalupe oscila L vida secreta del mestizo.29 tantes órdenes de la cultura —familiar, económico, político, artis-

28 Pedro Morandé. "EvaikjelUaíión de IA culiura y modernización", en Communio, año


li;. núm. 1."., 19S5. p. 7 1 . 30 Pedro Morandé. op. c/í., o. 64.
2' Octavio Paz. op. cu. pp, 49-50.

93
92
sécula:— con la tesis católica sobre la existencia de una crisis espe- La cultura, en propiedad, aparece todavía entre nosotros como
cíficamente cultura! de la modernización y la modernidad. un suplemento, identificada —según una vieja concepción aristocrá-
tica— con las bellas artes, con las páginas dominicales de los gran-
des periódicos urbanos y con el consumo conspicuo de obras y
Cultura y modernidad en América Latina: símbolos revestidos de un aura luminosa.
nocas de discusión Esta visión "culta" de la cultura —por lo demás absurda en
uia época de primacía de las formas y los contenidos de la cul-
A partir de las coordenadas intelectuales que organizan el debate tura de masas; de los medios de comunicación y la industria cul-
contemporáneo sobre la modernidad, algunos de cuyos hitos relé-' tural— es a veces un síntoma de rechazo, nada más, una "nega-
varitas hemos revisado en las secciones precedentes, nos propone- ción", de una tendencia más profunda y típicamente moderna: el
mos situar ahora aigunos puntos de discusión sobre la cultura predominio de los intereses, incluso cegnitivos, de la razón ins-
latinoamericana un la perspectiva —por de si elusiva— del año f trumental por sobre.los valores de la racionalidad comunicativa;
2000. Lo que nos interesa por tanto, en lo que resta de este docu- la separación de una esfera técnica del progreso —que comp-en-
mento, es ampiiar y en lo posible profundizar la hipótesis de traba- ds la economía, la ciencia y las condiciones materiales de la vida
jo enunciada más arriba. cotidiana— de la esfera de los sentidos intersubjetivamenle ela-
borados y comunicados, los que se encuentran indisolublemente
anclados en un mundo-de-vidí:. donde coexisten tradiciones, de-
seos, creencias, ideales, valores, que se expresan precisamente
1:1 ambiguo estatus de las cuestiones culturales en la cultura.
Esta negación reactiva conduce fácilmente al extremo de afirmar
Anees que nada convendría explicitar una perplejidad. ¿Acaso inte- que la cultura —como dominio simbólico— es inaprensible por la
rés? ÍI alguien un debate sobre las perspectivas culturales del futuro razón analítica y que sólo cabe un acercamiento empático a ella,
de ia región? Abocados como estamos a los grandes temas de la afirmación que deja fuera de juego a gran parte de las ciencias so-
coyuntura —la deuda externa y a crisis económica, el desempleo ciales y encierra el debate en torno al universo cultural en un nuevo
y las dificultades de la industrialización; la situación centroamerica- esoterismo, esta vez hecho de intuiciones, de misterios y, en el me-
na y 'OÍ procesos de consolidación democrática— ¿qué capacidad ;or de los casos, de poesía.
de at 'acción pueden tener los problemas de la cultura?
El intento por conducir nuestra propia exploración dentro de un
Sobro todo si ocurre que éstos —como se ha visto es el caso— marco relativamente conocido y compartido —como es el de la mo-
desbordan por todos lados las categorías usuales a la mano. Hablar de dernidad— tiene por objeto precisamente franquear este doble
1»"> cultura con sentido exige referirse a representaciones colectivas peligro: el de una visión puramente funcional de la cultura —¿obs-
creencias profundas, e¿ti¡o:; cognitivos, comunicación de símbolos,
táculo o promotora de la modernización?— y el de una visión
juegos de lenguaje, sadimentación de tradiciones, etcétera, y no só-
esotérica de la cultura, aquello que se resiste al pensamiento y que
ic a los aspecto; más fácilmente, cuantiíicables de la cultura: es
no puede ser pensado.
decir, a los movimientos ¿el.mercado de bienes culturales.
Las ciencias sociales latinoamericanas, como ya lo decíamos al
comienzo, .Jólo se han preocupado marginalrnente de esos proble-
mas culturales, tal vez porque ellos no se hayan situado demasiado Los problemas de la racionalidad moderna
alto en la escala del prestigio académico ni ocupan un lugar central
en ia jerarquía de ¡os problemas que pueden ser atacados político- Tomemos como punto de partida el informe de la CEPAL sobre
t cónicamente.
'Crisis y desarrollo: presente y futuro de América Latina y el Cari-

96 97
be".-1 Allí, ¡a dimensión cultural de nuestros problemas —por igual don, en razón de su esencia empática, responde a influjos exógenos,
da la crisis corno del desarrollo— y de nuestro tiempo —presente y nuestras sociedades necesitan internalizarla en función de sus carac-
futuro— apenas aparece incorporada. No se mencionan aquellas terísticas históricas, sus recursos autóctonos y sus potencialidades,
cuestiones más prolundas y v'uales de la cultura —seguramente por mediante el desarrollo y libre ejercicio de la creatividad. Resulta cla-
ro, por otro lade, que el desarrollo tecnológico, adaptativo —en
considerarse que caen fuera de! dominio de un discurso racional y
sentido amplio— y autosostenido, cor.sti'.uye un componente central
técnico sobre nuestra realidad—, ni aquellas otras, más directamen- de la modernización, aunque ésta lo exceda como proceso social.36
te socio ógicas, económicas y políticas, que hacen a la organización
de la cultura, seguramente porque se considera que ellas revisten
La formulación cepalina es típicamente ecléctica y se limita a ir glo-
una importancia sólo secundaria en la formulación de diagnósticos
sando solamente los problemas que ella misma plantea. Con todo,
y en ¡a proposición de soluciones.
deja ver o entrever los temas que elude: como, por ejemplo, la
Más bien, el informe adopta ei tradicional enfoque behauiorista pugna entre racionalidad formal (basada en la calculabilidad que
de cjue la cultura necesita adaptarse a la modernidad y producir las proporciona el mercado) y racionalidad sustantiva, orientada por
motivaciones y actitudes requeridas para el rendimiento óptimo de valores y fines. Así, el informe sostiene que la modernización supone
los modernos sistemas de producción, reproducción y gobierno de la "la internaiización de normas racionales". Pero agrega enseguida
sociedad. Todo esto, además, an un contexto de modernidad y mo- que para que tal racionalidad internalizada constituya "una fuerza
dernización relativamente ingenuo que pasa por alto, precisamente integradora y estabilizadora" —no destructiva por tanto de aquellos
todo el dtbate contempe raneo sobre dichos tópicos. núcleos prescriptivos mínimos requeridos por la integración— debe
Así, se sostiene en este informe que: "incorporar los criterios que permitan elaborar los conflictos entre
el crecimiento y la equidad, el bienestar presente y la acumulación,
h! pioctso de modernización es un modo contemporáneo de cam- las demandas sociales y los límites de expansión de la oferta, las
bio social, da validez oeneral y que se extiende a todo e! planeta,
ventajas comparativas presentes y futuras". ¿De dónde provienen
í'.uporii! un crecimiento económico autosostenido, la plena disponi-
bilidad de los recursos sociales, la difusión de normas racionales y sin embargo esos criterios y cómo volverlos compatibles con la
sscultücs de la cultura, la libertad y e! incremento de la movilidad adopción de aquellos otros criterios (de racionalidad formal) que
íL'cial y las correspondientes transformaciones actitudtnales,35 son impuestos por el funcionamiento del mercado? Pues la raciona-
lidad de que habla el documento cepalino no es la misma que, se-
A continuación agrega ya en piena vena be}}aviorista: gún Weber, está en la base de los procesos de modernización, sino
esta otra que "lleva implícito un amplio concepto de eficiencia en el
Para que haya modernización es necesario qje entren en juego me- manejo de los recursos y las oportunidades" y que refleja "los obje-
canis.Tios de empatia que incorporan valores, patrones de compor- tivos del crecimiento, equidad, autonomía y democratización que
tamiento y aspiraciones originados ¿n los centros más dinámicos de representan los fines del proceso de desarrollo social".
la civilización y que moldean las demandas. Sin embargo, las institu- La creatividad, no como función del mercado ni como ese ince-
ciones no pueden trasladarse, deben transformarse: los estilos de sante revolucionar los instrumentos de producción y con ello todas,
vida no puecien ser .'^¡optados por el libre funcionamiento del "efecto
las relaciones sociales que Marx atribuía a la burguesía, fino como
ds demostración" deben ser adaptados creativamente para que no
causal perturbaciones. La cape¡cidad de adaptación quizás sea el atributo individual o socialmente adquirido, se convierte en este es-
rasgo distintivo de las sociedades modernas. Si bien la moderniza- quema en pieza central. Al punto que el documento cepalino habla
de una modernización creativa como opción; proceso "que no

M u - e . i , "CUSÍS y desarrollo: présenle y futuro de América Latina y el Carita", LC/L.


332 ¡Scm. 2?/3), Santiago cié- Chile, 19SSj Ivols. I, I! y I.1]).
x-lbid. vol ¡II, p, 5. 36 ibid., p. 6.

98 99
puede considerarse como !a formulación d« un problema técnico las contradicciones entre una racionalidad técnico-initrumentai, que
!...] sino como la estilización de un proceso político de búsqueda permea toda la vida social, y la racionalidad comunicativa, que se
de eficiencia «¡ocia!", especialmente necesario en las condiciones de
vería perturbada por aquella penetración provocando una esca-
crisi,s y óe profundas transformaciones que afectarían a la región.
sez de sentidos que debe reemplazarse por valores consumibles.
Interesa, por tarto, preguntarse por las condiciones sociológicas de
¿Dónde recurrir, entonces, para procurarse el racionalismo cultural
esa creatividad.
que se hace aparecer como un supuesto para el avance de la mo-
En la modernidad, uno de los principios de creatividad —de libe- dernización? ¿O es acaso, este planteamiento, en sus implicaciones
ración (je energías que t.'ansformaron la cultura" fue, como muestra culturales, una mera "oferta ideológica", otra más •. >tre las muchas
Habsrma;, la separación dz las esferas de la ciencia, la moral y el que han producido los intelectuales y técnicos latinoamericanos du-
a:"te del ámbito de las justificaciones religiosas y metafísicas y su
rante las últimas décadas, en su afán por apropiarse de una moder-
conversión en dominios esotéricos de expertos, proceso que re-
sultó, a la postre, en una penetración de esas esferas por la racio- nidad que no termina, según parece, por adaptarse a sus esquemas
nalidad económica y administrativa, racionalidad por completo y previsiones?
disfinta de aquella que rige la transmisión y reproduecón de valores La cuestión en juego consiste, quizás, en un doble malentendido.
y norma;;. Primero sobre la naturaleza de la racionalidad. ¿Pues qué, exacía-
mente, se quiere decir cuando se dice que se aspira a una cultura
¿Pasa, entonces, el camino de 1?. modernización en América La-
racional y secular como base para los procesos de modernización?
tina por esas mismas formar, de racionalización de la cultura que
La racionalidad del mercado, por ejemplo, es bien distinta de la ra-
uno vez probaron ya ser eficaces en la liberación do la creatividad?
cionalidad de la política, y ambas difieren de la racionalidad tecno-
Pero si asi fuera, ¿cómo volver compatible una estrategia tal con el
burocrática. Se trata, en cada caso, de racionalidades encarnadas,
objetivo declarado de mantener el racionalismo buscado dentro de
institucionalmente mediadas, atadas a intereses y que interactúan
un masco de VcJorcs y fines que apuntan hacia la integración, la
—habitualments de manera conflictiva— entre sí. En la cultura esas
"íificiencia social", la justicia y la solidaridad?
varias racionalidades imprimen estilos cognitivos, definen valoras,
¿Y qué significa, en el contexto cultural latinoamericano, "adap- introducen hábitos y estimulan estructuras de personalidad muy
tar" natrones de comportamiento y aspiraciones originados en los variadas. No existen, por tanto, "normas racionales" que lo sean
centro:; capitalistas más avanzados —capaces, incluso, de modelar fuera de su contexto: el laboratorio, el mercado competitivo, el
ias comandas— con el simultáneo propósito de hacerlo "creativa- mercado no competitivo, el Estado, los partidos, etcétera. Y una
menie", de acuerdo a nuestras "características históricas"y recursos cultura compleja admite, por necesidad, esos varios tipos y formas
y potencialidades autóctonos? Si la demanda no es culturalmente de racionalidad que, según el punto de vista que se adopte, pueden
autónoma, y no se ve corno podría serlo en un universo de merca- ser también estigmatizadas como "irracionalidad".
do internad sn.aüzado de mensajes y bienes, ¿puede acaso la oferta Segundo malentendido, sobre la adquisición de esas racionalida-
c!e creatividad y productos regirse autóctonamente y, además, an- des. El documento de la CEPAL, por ejemplo, pone el énfasis en
clarse en la:; tradiciones y las creencias de la cultura interna? una adaptación e intern.alización de racionalidades (básicamente
' En el ¡oí do, pareciera que el documento cepalino asume una tecnoeconómicas) que, al parecer, vendrían "desde fuera" pero que
concepción no contradictoria'de la modernidad por el camino de una vez apropiadas conformarían valores, motivaciones • y com-
suponer un acceso fácil y "creativo" a la racionalidad; a lo que lla- portamientos racionalmente orientados. ¿Cómo, en concreto, se su-
~ma "las normas racionales y saculares de la cultura". ¿De qué cul- pone que funcionaría ese proceso de transferencia y adquisición de
tura? Ya hemos visto que los naoconservadores estigmatizan los racionalidad? En realidad, resulta más fácil imaginar los procesos
progreror. "¡¡racióneles" da b cultura occidental, en tanto ésta ya de adquisición de racionalidad bajo la forma de procesos de apren-
no yrove> los valores y ias motivaciones requeridos por la econo- dizaje colectivo a partir de experiencias que condicionan ese
mía; y que los críticos progresistas, al estilo Habermas, denuncian aprendizaje: el mercado, la educación, las múltiples estructuras bu-
100
101
rocráticas o cuasiburocráticas de la sociedad civil, la empresa y el ' iuioendola participar en el amor y el duelo de los individuos y los
sindicato, etcétera. Pero precisamente estas situaciones de aprendi- pujólos, al tiempo que refleja en la cultura la superposición de his-
zaje, áa existir, sc-ciólizarían a los individuos y grupos en "racio- acrias que no habrían llegado a una síntesis plena.
nalismos" situados, coniextualmeníe condicionados y, por necesi- La noción de heterogeneidad cultural, en cambio, nos refiere
dad, diversos entre si. stós directamente a una suerte de posmodernismo regional auant
En. suma, no parece existir nada que se parezca a una cultura h kttre que, sin embargo, es plenamente constitutivo de nuestra
/io/nogéneameníer¿''';ioriai¡zada. nxdemidad. Según lo expresa Carlos Monsiváis en un collagc que
tiene todo el valor de un cuadro de nueitro modernismo-

Heterogeneidad cultural Cablevisión. Co/nics de superhéroes. Humor rápida y malamente


traducido. Infinitud de productos que sacian, inventan y modifican
necesidades. Programas de televisión cuya apoteosis semanal se nutre
Según veamos más arriba, la crítica de Octavio Paz apunta preci- d<2 victorias del sistema de justida norteamericano. Libros (bestsellers)
samente a esa voluntarismo de ¡as ideologías del modernismo y donde la mecánica del éxito programa la imaginación y la eicnlura
ia modernización en América L-itina. Daz, ya lo vimos también, no Tecnologías refinadísimas. Videocassettes.-Comunicado i por sate-
ÍS el único que ha emprendido esa critica y sus antecedentes pue- lue. khología de la villa global macluhaniana. Videodiscos Estrate-
den rasírearse muchc más atrás en la historia del pensamiento lati- gias de consumo cuya implacable logística destruye toda perspectiva
roaniericiino.3' ,:Qué expresa entonces ese relativo malestar con la artesanal. "Filosofía" del vendedor más grande del iiunt'c Películas
modernidad que vuelve a aparece?, una y otra vez, en la región, ca- que han impuesto mundialmer.te el ritmo, la temática y el punto de
si con la Tiisma frecuencia y fuerza con que se enarbolan nuevos vista de la industna norteamericana Software y hardware. Agen-
proveeos modernizantes? cias internacionales de noticias. Desdén ante la historia de cada
nación. Homogeneización de los estilos de vida "deseables". Impo-
Podría decirse que lo cue periódicamente entra en conflicto son sición de un lenguaje mundial. Circuito de transmisión ideológica
unas ciertas propuestas modernizantes —cuyo supuesto es invaria- que va de la publicidad a la pedagogía. Control de la "revolución infor-
blemente la adopció.i y extensión de pautas racionales de con- mática" Revistas que distribuyen la "feminidad" Reordcnamioiilo
ducta— :on lo que Í: íail:> de un mejor término podemos llamar la penódico de hábitos de vida ajustables a los cambios tecnológicos -^
heterogeneidad cultural de América Latina.
No st; trata, po: de pronto, de que nuestras sociedades estén Ls .-.¿terogeneidad cultural —quv¿ se refleja en el coliage, en el pas-
formadas por una superposición de entidades histórico-culturales, a vehe, en los injertos y alegorías "posmodernistas" de nuestra mo-
b manera dz capas geológicas que se deslizan una:; sobre otras dernidad— es igual que esta última un producto de mercado inter-
pioducifindo aquí y allá, cada cierto tiempo, quiebres y grandes con- íaoonal. Parafraseando a Raymond Williams diremos que nuestras
moc enes td Jricas. Puecie ser que algunas imágenes matrices de la sociedades ya no aparecen como tales sino cada una como un sec-
literatura latinoamericana se muevan todavía dentro de esa lógica, tor del mercado iniernacional, especialmente en el teireno de la
paniendo habitualmente de la contraposición —todavía más bási- airura Subsisten infinitos intercambios culturales, incluso ellos for-
ca— en'rz naturaleza y cultura. En ese sentido, todo un ciclo de la !
Vioeri el entramado de nuestra cotidianidad, esa masa de interaccio-
poesía de Pablo Niaruda representa mejor que cualquier análisis ese j » ' , 'oes más o menos directas donde han sedimentado costumbres,
drama de una cultura que busca conjura»" a su favor a la naturaleza
''"•"^ - vsicres de uso, imágenes y creencias. Pero a través y por encima

tí * -*'- Carlos Monsivais,' Penetración cultural y nacionalismo", en Pablo González Cai.anova


S'" So¡ S< rrano, "América Lai'nis y A mundo modomj ¿n algunos ensayistas laünoamejv
*i . i jLx-».i- ; JN'O intervención, autodeterminación y democracia en America Lahna, México,
canos", ' j n Opciones, HÚÍD. 4, sí-'piijailjii'-dicieni'jrsi, 1984.
"_ " ÍHJIC XXI. 19S3, p. 75.

i 02 i
103
de esu entornado "¿podemo;- todavíci llamarlo nacional?" fluyen los
Multiplicidad de lógicas
mensajes y je articulan instituciones y circuitos plenamente incor-
porado:; a una modernidad cuyo corazón está lejos del corazón de
"nuestra"r.ulture>. ¿Qué sentido preciso, específico, pueden tener entonces, en este
La heterogeneidad cultural se refiere por tanto a un fenómeno "posmodernisrno" que caracteriza a la modernidad latinoamerica-
doble: a) de segmentación y participación segmentada en ese mer- na, las invocaciones a un racionalismo en la cultura y ¡a sociedad?
cado mundial de mensajes y símbolos, cuya gramática subyacente "El amor, el poder, la guerra. En eso consiste la verdad de la vi-
es la hegemonía norteamericana sobre el imaginario de gran da." Fue con estas palabras que Rene Zavaleta inauguró, hace unos
parte do la humanidad (y volveremos sobre esto); b) de participa- años, sus consideraciones sobre la historia moderna de Bolivia. ¿O
ción diferencial según códigos ¡ocales de recepción, grupales e debió, acaso, haber relatado esa historia como el despliegue —que
individuales, en el movimiento incesante de circuitos da transmisión sin lugar a dudas existe— del racionalismo occidental en la sociedad
que cubren desde la publicidad a la pedagogía. Lo que resulta de boliviana a partir de la guerra del Chaco?
esta doble y explosiva parti;ipación —segmentaria y diferencial— es Que es por donde arribamos al siguiente punto: la modernidad
algo semejanie a io que proclaman ciertos representantes del pos- no puede leerse, a le. Berman, como una única experiencia colecti-
modamismo: un descentramiento, una deconstnicción de la cultura va de lo moderno; ni siquiera como variaciones de esa misma ex-
occidental tal CCMTÍO ella es representada por los manuales; de su ra- periencia que en el largo plazo tenderían a una convergercia. Si asi
cionalismo, de su secutarismo, de sus instituciones claves, de los procediéramos, no habríamos hecho más que trasladar !a concep-
hábitos y estilos coonitivos que ella supuestamente impone de ma- ción de la modernización por etapas a nuestra concepción de la
nera uniforme; algo que se semeja, por tanto, al co'.lage de Mon- modernidad.
siví.is; algo que "hace sentido" pero un sentido fuera de lugar,
Cuando lo que parece más razonable es imaginar la modernidad
arrancado de contexto, injertado en una cultura/otra.
como un tronco del cual aparecen ramas y subramas, en las más
r'etero^ereidad cultura! significa, en fin, algo bien distinto que variadas direcciones, que van conduciendo la modernización por
culturas diverjas (subcultures) de etnias, clases, grupos o regiones, una diversidad de caminos. En el caso de América Latina, como
o que mera superposición de culturas, hayan éstas o no encontrado decíamos, el motor de la modernidad —el mercado internacional —
una forma de sintetizarse. Significa, directamente, participación provoca y luego refuerza un incesante movimiento de heteroge-
segmentada y diferencial en un mercado internacional de mensajes neización de la cultura, poniendo en juego, estimulando y repro-
que "pene'.ra" por lodos lados y de maneras inesperadas el entra- duciendo una pluralidad de lógicas que actúan todas ellas simul-
mado loca: de la cultura, llevando a unj verdadera implosión de los táneamente, entrecruzándose. Lógicas que, desde una visión
sentidos comuniidos/producidos/reproducidos y a la consiguiente eurocéntrica e iluminista, llamaríamos propiamente modernas, co-
desesíaicíuracicri de representaciones colectivas, fallas de identidad, mo ¡as de secularización, avance de la racionalidad formal, bu-
anlielos áa identificación, confusión de horizontes temporales, pa- rocratización, individuación, sentido de futuridad, alienación, etcéte-
rálisis de la imaginación creadora, pérdida de utopías, atomización ra. Lógicas del imaginario colectivo, trabajadas al mismo tiempo
de la memo'ia local, obsolescencia de tradiciones. Así, "sustituidos por una memoria local (a veces varias y contradictorias dentro de
sus vaiores \..:¡ por oaos qu.:, en lo bás.cc, modernizan apariencias una misma sociedad) y por las seducciones de la comunicación
y aprovechan para el mercado las renovaciones de la época, una
de masas, como ocurre en el caso de las telenovelas. Lógicas de
colectividad no consigue ya confrontar sus experiencias y verificar
identificación a partir de posiciones de clase económica, social y
sus metas legi:¡ma~".:w
cultural; lógicas sociales de diferenciación en un mundo donde el
consumo distribuye, a la vez, signos de pertenencia estamental; ló-
gicas sacrificiales de donación, gasto y fiestas que tampoco, por si
l'luli .
solas, logran resistir las incitaciones de! mercado y su comercializa-

101 105
ción; logices políticas de encuadramiento y movilización que no son entre la economía, la política, la administración y la cultura; que va-
inmunes a la internaaonalización de las militancias; lógicas reno- lora, imbricándolas, consideraciones de eficacia instrumental y de
vadamente modernas CÍCJ terror y temor er un universo de desapa- racionalidad comunicativa: Más que el diseño de una sociedad mo-
recidos, tortura, terrorismo estatal y privado y de huellas dejadas a derna, ni siquiera de su economía, es el esbozo de un sistema de
su paso por la represión.. relaciones donde la creatividad encuentre unas condiciones socioló-
Por eso, las propuestas de modernización —tradicionales o nue- gicas de operación.
vas— c ic no astmen como un dato central de su operación "efi- Está por verse, sin embargo, si acaso las instituciones de la cultu-
caz" GJÜ heterogeneidad cultural en qje están llamadas a materiali- ra —medios de comunicación, institutos de capacitación y centros
zarse, í.e condenan a sí mismas a permanecer en el terreno del de formación, laboratorios de ciencia básica, universidades— están
voluntarismo ideológico. en condiciones de incorporarse a empresas de esta naturaleza (con
una orientación, por decir así, "hacia dentro"), cuando por mucho
tiempo han sido modeladas al ritmo de las exigencias de su integra-
Creatividad endógena ción a los mercados internacionales: de mensajes, de mera imi-
tación y recepción de tecnologías, de las ciencias y de la produc-
En este sentido podría considerarse como uno de los "signos de los ción de certificados educacionales. Las universidades, por ejemplo,
tiempos" el hecho qi,e no proliferen hoy d,ía en América Latina han sido frecuentemente en América Latina —antes que cualquier
propuestas globales de desarrollo, u ¡a manera de grandes ensayos otra cosa— empresas de crítica intelectual, de certificación profesio-
de laboratorio que se proponen disertar —sobre la base de una ra- nal y de movilidad social, entregando su participación en empresas
cionaLdc d totai— la modernización de una u otra sociedad. En cam- de acumulación a la mediación de complejos circuitos internacio-
bio, se introducen en el debate propuestas más moderadas de ra- nalizados. Su función ha consistido en crecer contra el mercado
cionalización local y parcial de la sociedad, como es el caso, por preservando, hasta donde fuera posible, su independencia del Esta-
ejeirplo, cié la estrategia de conformación de "núcleos endógenos do, bajo el supuesto que sólo en estas circunstanciar, podria aspirar
de dinamizacicn tecnológica". En breve, como plantea el ¡nfor- a convertirse en "conciencia de la nación". Su "politización", nada
m¿ de la ULfV'L sob;« d futuro de América Latina: extraña en estas condiciones, refleja un rasgo típicamente antimo-
demo de la modernidad latinoamericana; esto es, un bajo nivel de
Se pan.; da lo base da que la creat:vidad es un proceso complejo en autonomía, en general, de la cultura y su esfera institucional y, en
qi'G oanicipa una amplia gama de agentas y motivaciones: grandes particular, de las ciencias, que corre parejo con un alto grado de
plantas industriales vinculadas con pequeñas y medianas, institutos autonomía de la política y la creación ideológica.
de tecnología, institutos de ciencia básica, los organismos que pre- En suma, las "nuevas" propuestas de desarrollo, en tanto inten-
paran personal calificado de ¡os dir-tintos niveles, los medios de co- tan escapar al globalismo de ciertos diseños previos y que inciden
municación masiva y los ministerios y organismos centrales que de- en racionalizaciones locales de "núcleos" en que se combinan seg-
fnen políticas y normas, ya que las interacciones entre estos agen-
< t ts y motivaciones es determinante para el proceso de creatividad.'10 mentos institucionales de la economía, de la administración, de la
cultura, parecen hacerse cargo mejor de las condiciones fragmenta-
rias de la modernidad regional, pero al mismo tiempo pueden verse
Estrategia de racionalización local, por tanto, que contiene elemen- envueltas en la heterogeneidad de la cultura y en los efectos a veces
tos-de Estado y mp.rcado; de creatividad endógena y de aprovecha- perversos que ésta ha provocado en el desarrollo de las institucio-
miento de dinámicas ex'.ernas; qje supone interacciones complejas nes culturales locales.

--' CICA:, op di . vi,l. l!l. i; 7.

106 107
valores secularizados. La propuesta de Puebla tiende, por tanto, a
Usos sociales de la religión la "gestación de una nueva civilización" que, mas allá de la moder-
nidad, "integre los valores que ella ha aportado pero en el cuadro
de (esa) nueva civilización".41
En un orden bien distinto de cuestiones, vimos que algunos autores Miradas las cosas ahora desde el punto de vista en que aquí las
plantean una supuesta tensión entre modernización y "sustrato ca- hemos venido colocando, esto es, del análisis de la modernidad y
tólico" de la cultura latinoamericana. En realidad, el prcblema resul- de la modernización en el continente de cara al año 2000, ¿qué
ta ser más complejo. adelanto, apertura o "salida" podría representar este intento por
En medio de !a heterogeneidad cultural que es el rasgo saliente "rebautizar" la cultura latinoamericana en términos religiosos católi-
de la —odemidad reg:onal, ese "sustrato" desempeña una variedad de cos? La propuesta neoconservadora, a la Bell a! menos, replantea
funciones, sólo una de las cuales hace a la supuesta deslegitimación la cuestión religiosa en el seno de las sociedades desarrolladas a
de una e'.ica "moderna" del trabajo. Por lo demás, está visto que ya partir de un diagnóstico sobre las contradicciones que habrían sur-
en muy nocas partes del mundo desarrollado, la "ética" (puritana) gido entre economía y cultura en el capitalismo tardío. En cambio,
del trpoajo desempeña un papel clave en la motivación y el rendi- en el caso de la propuesta neocatólica, a la Morandé por ejemplo,
miento individuales. En todas partes se asiste a un desaco- la motivación para plantear un renacimiento religioso pareciera re-
pJamiento entre ética y desempeño, y cada vez más el propio mer- flejar, todavía, la clásica pugna entre tradicionalismo y modernismo;
cado condiciona operativamente las conductas y los rendimientos secularismo y religión; positivismo y catolicismo. ¿No hay aquí, aca-
económicos. Incluso en los regímenes socialistas se asiste a un fe- so, bajo las formas educadas de la tolerancia civil, un rechazo in
nómeno similar. tato de la modernidad, de sus dinámicas inherentes y sus valores?
En cambio, e! "sustrato católico" sigue vigente, en varias partes ¿No hay el riesgo de una nueva propuesta "totalizante" que, justa-
de América Launa, como fondo Simbólico de prácticas religiosas mente por desconocer el hecho radical de la heterogeneidad cul-
populares y, lo que es más interesante, renueva el gastado depósito tural latinoamericana, busca apoyarse en la religión para establecer
de símbolos y anhelos capaces de movilizar comportamientos radi- una continuidad cultural hace tiempo hecha trizas? ¿Y qué puede
ca!(-s (revolucionarios) en e! DÍano social y político. Una corriente implicar esta propuesta en el terreno del desarrollo, de la econo-
profetice, testimonia! y revolucionaria se alimenta en muchas socie- mía, de! nuevo orden político, de la emancipación de la vicia
da-Jes de) continente en ese depósito de fe, en torno al cual conti- privada, de la generación de una cultura de masas a partir de la in-
nuamente se renuevan lazos de: solidaridad, brotes de vida comuni- dustria cultural y de los principios aceptables de integración y
taria y principios de reoeüón frente al orden establecido. La lucha control social?
que se libra en Nicaragua, por ejemplo, en torno al control de ese
depósi:; de legitiir aciones revolucionarias/contrarrevolucionarias,
pone e: i primer lugar, precisamente, la discusión de los "usos" de ese
"su5íra:o católico", cuya importancia es crecienteraente política, Sociedades sin consenso
, idtiolccha y cultui al antes que económica o de fundamentadón éti-
ca del .rabajo. Sin embargo, como tuvimos ya oportunidad de ver, la cuestión del
La propu.2stn de Puebla —evangelizar la cultura latinoamerica- moderno secularismo no es materia que preocupe sólo a la Iglesia
~_ na— reconoce parcialmente esta s.tuación pero supone, al mismo o a unos pocos intelectuales católicos. Esta preocupación entronca
tiempo, qji2 la heterogeneidad cultural de !a región ts superable en
dirección de una nueva síntesis, donde l&s dimensiones de lo mo-
derno podrían recuperar un sentido de lo sagrado, de lo trascen-
•" COAM, "Documento de consulla a las Conferencias Episcopales". III Conferencia Ge-
dente; por tanto, un reacop'amiento con la ética cristiana capaz de neral del Episccpado Latinoamericano, 1978.
Interrumpir e! proceso de funcionaiización y "degradación" de los
109
in?
con varias comentes del neoconsarvadurisn*3 ésta queda limitada a la élite. Toynbee, Spengler, Sorokin y otros
y, en América Latina, con las preocupaciones, para nada margí- dan claros ejemplos de esta orientación teórica.43
neles, dü un socióloao corno Gino Germani. Incluso entre figu-
ras provenientes del marxismo, como es e! caso de Leszek Ko- No interesa hacerse cargo aquí de las implicaciones filosófico-histó-
lakowsky, e! "desencantamiento" moderno del mundo y el corr ricas de esta tesis, sino que sólo abordar su núcleo sociológico, a la
siguiente "derrumbemiento" de los tabúes constituyen el punto hz de lo que llevamos dicho. En este sentido let tesis de Germani es
neurálgico ele cualquier crítica filosófica de la modernidad.42 nítida: que la modernidad genera problemas graves de integración
No; encontrarnos pues frente a una sensibilidad reactiva a k normativa y que éstos debilitan o vuelven imposibles los regímenes
modernidad que se halla ampliamente difundida y que, bajo dis- democráticos, pudiendo llevar a soluciones catastróficas del estilo
tinlar formáis, da lugar a una critica del modernismo en Ja surgimiento de regímenes autoritarios de resocialización total.
cultura, abarcando desde la pérdida de los valores, la renuncia &. Parece evidente que la modernización reduce la validez de cier-
la ética en tas relacionas sociales, el falseamiento de las identida- tas formas tradicionales de integración social y que, ai empujar
des nacionales, etcétera, hasta la destrucción de los cánones del lacia una creciente secularización en la cultura, reduce asimismo
arte. Jas bases del "núcleo prescriptivo" tradicional, debilitando con ello
Con iodo, como ha señalado Habermas, ¡a crítica está segura- hs viejas formas de legitimación basadas en creencias religiosas.
mente mal encaminada, pues no cabe achacar a la cultura —y a I05 Lo anterior no significa, sin embargo, que la modernización no
agentes proíesiona'izados de la cultura, los intelectuales— los efec- genere sus propias formas de integración, dentro de! amplio des-
tos de un secularismo que han resultado del desarrollo más o plazamiento que va desde las formas de "solidaridad moral" hacia
menos exitoso del capitalismo en la economía y la sociedad. hs formas de la "solidaridad orgánica". Estamos aquí frente a uno
E! problema, en realidad, está mejor planteado por Germana ¿e los debates clásicos de la sociología.
cuando se pregunta si acaso sobre las nuevas condiciones crea- La cuestión, sobre todo en América Latina, es si acaso la hetero-
das en la economía y la sociedad --y ur.a vez conocidas sus geneidad cultural constitutiva de su propia y especifica modernidad
repercusiones en la eslera cultural: ti seculaiismo— es posibk —donde se mezclan en abigarrada combinación formas tradiciona-
todavía asegurar el mínimo de consenso e integración requeridos ies y nuevas de prescripción normativa— hace posible todavía e!
para al funcionamiento de regímenes políticos democráticos ir.cionam¡ento de los sistemas sociales en un mundo creciente-
Púas ]•••• alternativa, según Germani, son los autoritarismos nv> cr.¿rit<2 secularizado.
dernos, esto es, regímenes que imponen por la fuerza una reso- Cuestión qae nos remite, en un nivel más alto de abstracción, a
cuiüzación total de la población, incluyendo a cada individuo eu ¡i pregunta sobre el grado necesario de consenso y de integración
una cultura militante. cór.nativa que los sistemas sociales necesitan para funcionar. Si
El supuesto, claro está, es que las sociedades no pueden fundoca %x>o se atuviera a la literatura especializada, entonces es probable
s'.n esa Tiínimo consenso —"acuerdo sobre fundamentos" en pala- cj>2 ningún sistema de sociedad pudiese funcionar en América Lati-
bra; d<¿ Le, ski que Germani gusta citar—, o sea, que en su ausencás na, tan escasos son los principios de integración y de consenso
oK¡ las sociedades y civilizaciones corren el peligro de desaparecer. sobre fundamentos que se observan en rededor. Uno podría argu-
tar que justamente por eso, y el argumento no estaría del todo
No es sorprendente, escnbe Germóni, que usualmente la descaminado, en estas sociedades se recurre con relativa frecuencia
c"e b historia ubique el comienzo ae la decadencia de las grandes ci- A regímenes de excepción, autoritarios, para asegurar su gobierno,
vilizaciones exactamente en las fases de aguda secularización, aun * .sirque no su integración.

J
- ' ! uszek Koi.ik.ouky, "üi filosofía di; la modernidad", en El Mercurio Santiago o« v 1;
lo, 2 c!f: iricifi.ode .986.
m l
- ÜJX> Germani, "Democracia y autoritarismo...", op. cil., p. 31.

130 111
De olro lado, sería posible argumentar —casi obligatorio en la mentalista de hacer política, que arrastraba dentro de sí un ger-
perspectiva de análisis que aquí nos hemos situado— que, a pesar men de anüsecularismo en la cultura. En cambio, en el clima actual
cic ícdo, el tipo de sociedades que hemos caracterizado por un alto de recuperación democrática, se vería reforzado el germen contra-
grado de heterogeneidad cultura! mantienen y reproducen un grado rio, esto es, una cierta' tendencia hacia la revalorización del
suíicisnte cié integración, pero sobre la base de consensos locdes y
secularismo en la política. En contra de lo que sostiene Gemani,
parciales que sólo ocupan uno o unos ámbitos diferenciados de la
por tanto, se sugiere que el secularismo puede ser beneficioso para
sociedad.
la recuperación democrática en la región, aliviando a la política de
£1 autoritarismo seria, entonces, rna Jorma de "gobernar", de compromisos ético-religiosos, difundiendo valores de tolerancia
con :ro¡ar, esa pluralidad de consensos, cada vez que éstos tienden civil, un cierto espíritu de negociación, un enfriamiento de los va-
a alinearse de manera catastrófica, polarizando a la sociedad. lores, de las motivaciones y de los afectos involucrados. En esa
Lo anterior llevaría por tanto a per.sar nuestras sociedades como misma dirección apuntaría un cierto nuevo realismo que revaloriza
sociedades sin consensos básicos, sin acuerde sobre fundamentos,
"las instituciones y los procedimientos, o sea [...] —dice Lechner—,
por tas-to con escasa posibilidad (y necesidad) de pensarse como
las formas de hacer política por encima de los contenidos ma-
"totalidades"; donde más que consensos se requiere organizar el
teriales". .:• •
conflicto y dar lugar ?. concertaciones de intereses; y donde más
Se trata, en breve, de una noción profane., "desencantado" de la
que: recuperar ion orden político legitimado por un núcleo de valores
política, que a la vez que la restringe a ciertos ámbitos, sacándola
¿e construya o~ro — necesariamente inestable— que refleja acuerdos
sobre rallas de gobierno capaces de concitar respeto y de evitar la de su omnipotencia, la libera de su anclaje en principios absolutos y
guerra de tocos contra todos. fundamentos para volverla más flexible y ajustada a los desafíos in-
mediatos. Esta política secularizada resuena con ciertas tendencias,
temas y actitudes del momento posmoderno, según hace ver Le-
chner: hay en ambos una crítica a la idea de sujetos plenos, un
Desencantamiento político abandono de los "relatos maestros", una conversión del tiempo en
presente continuo, una reducción de la política a intercambio de
El otro aspecto de la :esis de Gemían'., según el cual una constante bienes materiales y simbólicos. El riesgo, señala este autor, es que
erosión cíe! núcleo prescriptive mínimo requerido para la integración dentro de ese momento posmodemo de la actual política en Amé-
so:iai vuelve vulnerable a las democracias, necesita también ser dis- rica Latina se abandone la noción de que la sociedad puede
cutido 2n '.a oerspectiva de! futuro político de América Latina. construirse a sí misma de manera deliberada, y que su reducción al
Según ha sostenido recientemente Norbert Lechner,44 ¡a amena- "mercado político" deje fuera ese conjunto de intereses y bienes
¿a de disolución y de atomización del orden social traído consigo que no pueden intercambiarse en el mercado: los derechos huma-
por 'a modernización (secularismo y marginalización) promovió e nos, el arraigo social, el sentido de pertenencia, el deseo de
incentivó la "inflación ideológica" en la América Latina de los años certidumbre, la necesidad de referentes trascendentales. El secula-
s,esenía, favoreciendo d revolucionarismo como propuesta de libe- rismo se presentaría, entonces, ambiguamente: refuerza tendencias
ración nacional, de integración social y de desarrollo económico que parecen necesarias —o al menos inevitables— en la actual fase
frente al "desarrolle del subdesarrollo" capitalista. El revoluciona- de recuperación y consolidación de las democracias pero, a la vez,
jismo implicó como muestra Lechrer, un estilo mesiánico y funda- genera déficit de sentido, motivacionales y de construcción colecti-
va del orden social que dificultarían la elaboración de una cultura
democrática.
Lo que ocurre es que esos rasgos posmodernos de la cultura po-
« Norbert Lechner. "HrobUímas de la democratización en el contexto de una cultura lítica en Latinoamérica deben s?r incluidos, como mostramos antes,
posmock -na" linanuscrito).
menos en el contexto de una crítica a la modernidad que entendi-

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dos como un despliegue de ésta, precisamente en la dirección de. una moviliza una constelación distinta de símbolos nacionales;
una secularización del ámbito del poder. El "desencantamiento" del cada una imagina la inserción internacional del país de un modo
poder y con e! poder pasa en América Latina, necesariamente, por divergente, y cada una se apoya, en última instancia, en principios
ura desdranratizadón de la política; por una reducción de sus as- no suficientemente secularizados de construcción de la nación.
pectos simbólico-exprísivos y un aumsnto de las capacidades Estas propuestas pueden ser movilizadas, indistintamente, por par-
instrumentales de su gestión; por una pérdida del aura ideológica tidos políticos, las fuerzas armadas, élites intelectuales, movimientos
en favor ce los intereses prácticos de les actores que se encuentran de liderazgo, grupos revolucionarios armados, carismáticos, iglesias
y desencuen:ran en el mercado político; en fin, por una mayor au- o sectas. En todo caso, se trata de propuestas escasamente secula-
tonomía c'e ia política, por s\¡ diferenciación y especialización. Lo rizadas, excluyentes y totalizantes. Cada una contiene, por lo mis-
anterior significa, claro está, que la política renuncia a construir mo, un proyecto de socialización y resocialización de la población,
identidades sociales, reservándose para sí solo el terreno más frío bajo la conducción hegemónica de una clase, un grupo, un líder,
de las carr.biantes lealtades políticas; qu« pierde en parte su carácter una creencia.
"movimientista." para reducirse a los partidos que son "organiza- Frente a lá realidad de la nación "desintegrada", carente de un
ción y programa", pero no comunidad da existencia y ordenador consenso básico o mínimo, cruzada por las contradicciones, tensio-
iceológico-írascencícnte de la sociedad; que ya no proporciona refe- nes y conflictos productos de su heterogeneidad, este tipo de
rencias de certidumbre y compromisos con fundamentos, limi- propuestas no seculares, con una estructura cuasírreligiosa, que
tándose a procesar las :ncertiduinbres dentro de un juego de reglas apelan al compromiso total y movilizan en función de valores y me-
pactad is; que se retira de las cumbres excepcionales de la revolu- tas trascendentales, o en torno a un caudillo, pueden resultar
ción o la restauración para asumir, en un mundo desencantado y altamente movilizadoras. Pues estas propuestas ofrecen, habitual-
una realidad sin demasiadas ilusiones, el terreno de la administra- mente, el proyecto de una modernización nacional, ligado por
ción de unos medios escasos, de la negociación entre fuerzas en tanto a un núcleo de valores (la patria, la clase, el pasado esplen-
conflicto, de la persuasión de un público de ciudadanos que votan o dor, ¡a liberación) que, por sí, ofrece el marco presr.riptívo mínimo
pasan. en torno al cual organizar los procesos de resocialización y las ce-
remonias y ritos de integración.
Se trata, por lo mismo, de proyectos de contrasecularización en
Lo nacional como fuerza revolucionaria el terreno de la cultura, que aprovechan para sí la difusa pero a ve-
ces extendida critica contra la modernidad: contra el racionalismo
extremo, contra la falta de supuestos éticos del pluralismo, contra
La tesis ce G«rrnani sobre las salidas catastróficas y autoritarias de la disgregación individualista, contra la alienación y las penetra-
los c U.dos ce desintegración causados por el proceso de seculari- ciones culturales, etcétera. Tal vez por esto, las revoluciones en
zación —que luego llevarían a procesos totalitarios de resocializa- América Latina recurren rutinariamente a un contenido nacional:
ción— merece ser discutida en este contexto. Pues cabe, lógica e son nacional populares, de liberación nacional, de seguridad na-
históricamente, otra posibilidad, cual es que las salidas reyqlucioná- cional, nacional desarrollistas. Los símbolos de lo nacional recu-
rias estén ligadas a proyectos divergentes de socialización et integra- bren así una amplia gama de opciones políticas y estratégicas pero
ción capaces de expresarse político-institucionalmente. En efecto, todos ellos buscan, a la postre, lo mismo: superar la heterogenei-
en_ situad i>ne- de alta heterogeneidad cultural la propia noción de dad cultural constitutiva de la sociedad y su dinámica "interna-
colectividi d nacional se. halla cuestionada y permanentemente cionalista"; frenar los efectos del secularismo; cancelar las formas y
puesta en tensión, existiendo un conflicto latente entre diversas formalidades —los juegos, se dice— de la democracia y restablecer
p.-opues:¿is de integración nacional. Cada una recurre, para su legi- un principio rector de integración en términos del cual la mayoria
timación, a una diversa interpreteción del pasado nacional; cada pueda ser resocializada.

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Una modernidad periférica secciones anteriores, tras una modernidad que sólo aprovechan
contradictoriamente, que penetra a ellas por todos lados causando
Uno de los hilos conductorfs que corre por entremedio de los de- efectos inesperados, a- veces perversos, creando y multiplicando la
bate? sobre la modernidad en América Latina, pero no sólo acá co- heterogeneidad que termina por ser su propia condición de vida y
rno veremos de inmediato, es aqud da los cambiantes polos de la las señas apenas perceptibles de su identidad. Recuérdese el colla-
modernización en el mundo, y de los modos diferenciados de parti- ge de Monsiváis.:
cipación en la modernidad. En la economía-mundo del capitalismo contemporáneo, la "norte-
Braudei ha estudiado este asunto a partir de las dinámicas del americanización" aparece, por lo mismo, como un ras; 7 inseparable
capitalismo en el mundo: lo que llama el desarrollo de une. "econo- de la modernidad. De allá vienen los Impulsos ¿e modernismo; allí
mía-LTiUndo".45 Sostiene allí que desde el siglo XIV se observa con- van a dar los modemidas y los modernismos que tuvieron ocasional
tinuamente una "partición de toda economia-mundo" en zonas origen en la periferia. Oponer a esa realidad un nacionalismo que
concéntricas, "cada vez más desfavorecidas a medida que nos aleja- se liga a tradiciones, a valores del pasado, a un ser nacional previo
mos de su polo triunfante". En las curaciones largas hay por tanto a toda contaminación cultural constituye, para decirlo en palabras
unos procesos de centramiento, deseentramiento y recentramlento del mismo Monsiváis, declarar que "la resistencia a b penetración
de. las economías-mundo: cultural" se encuentra perdida de antemano.47
El problema, sin embargo, es otro. La cuestión es si acaso tiene
El esplendor, la riqueza y la alegría de v¡w se reúnen en el centro sentido, todavía, hablar de penetración cultural. Pues no cabe
de toda econo;nía-mundo, en su mismo núcteo. Allí es donde el sol duda que en la actual configuración de la economía-mundo capita-
de la historia da brillo a los más vivos colores; allí donde se mani- lista, el centro detenta, además del control sobre las dinámicas
fiestan los altos precios, los salarios altos, la Banca, las mercancías económicas y militares, una contundente hegemonía cultural. Los
"¡dales", las industrias provechosas y las agriculturas capitalistas; allí países "intermedios", según la nomenclatura braudeliana, así lo
dond.2 se sitúa el punto de partida y el de llegada de los largos tráfi- perciben. Baudrillard,: refiriéndose a América y Europa ha escrito:
co.-;, la aflueicia de metales preciosos, áz monedas sólidas y de "no se trata tan sólo de un desfase, es un abismo de modernidad
títulos de crédito. Toda una modernidad económica avanzada se
con :entra en este núcleo: el viajero se da cuenta de ello cuando el que nos separa".M Y en otra parte: "Los Estados Unidos son la
orv.empla Venecia en el siglo XV, o Amsterdam en el XVII, o Lon- utopía realizada".
dres en el XVlll, o Nueva York en la actualidad.46 Por ahora, nos interesa sólo conectar nuestras reflexiones sobre
la modernidad en América Latina con aquellas otras que se desa-
Lu¿gc en el circulo de los países intemiedios, "vecinos, competido- rrollaron dentro del marco de los estudios de la dependencia.
res o emuladores del centro", esa modernidad, ese nivel de vida, ¿Penetración cultural, cultura dependiente? Lo que observamos,
bajan ce tono y ¡as dinámicas ya no son las mismas del núcleo. Por más bien, es que la modernidad como experiencia diferenciada en
fin, en las zon^s marginales y dependientes, alejadas incluso geo- el mundo capitalista tiene un centro desde el cual irradia y una zona
gráficamente a veces del centro, "la vida de los hombres evoca el de periferias, marginal y dependiente, donde esa misma moderni-
purgatorio, cuando no el infierno". Su integración subordinada en dad crea y recrea una heterogeneidad cultural que a través de todos
la división del trabajo y su participación segmentada en el mercado sus fragmentos, quiebres, pliegues, collages y desplazamientos si-
internacional las arrastra, como hemos vratado de mostrar en las gue ligada al centro hegemónico. La propia identidad de estas
zonas periféricas se construye en parte con la imagen de ese otro;

Braixid, Cwilizac'on material, economía y capitalismo, siglos xv-XVlll, Ma-


drit, A.'tsr.wa üJiiorial, i 534 (3 vols.). 47 Carlos Monsiváis, op. cil., p. 76.
•6 .-«m:r<: 3raud;J, La dinámica dil capUoli-.mo, Madrid, Alianza Editorial. 1985, pp. w Jean Baudrillard, "La utopia realizada", ponencia al congreso El Espacio Cultural Eu-
102- 1Ü3.
ropeo, Madrid, 17 ai 19 do octubre de 1985.

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así como su cultura se elabora con fragmentos de esa otra cultura. una modernidad en proceso de construcción, cuya dinámica au-
En iodos los campos de la cultura —ciencia, técnicas, arte, uto- menta cada día las heterogeneidades de nuestras propias per-
pías— la;> verdaderas síntesis culturales modernas, por emplear ese cepciones, conocimientos, información.
ieng.iaje que nos remite al pasado de "nuestras" culturas, se produ- Nos ocurre exactamente lo contrario de lo que sucede en el mo-
cen primero en el ncrte y luego descienden, proceso durante el mento posmoderno, donde según Baudrillard, "las cosas han
cual son "recibidas" y apropiadas, si cabe hablar así, según códigos encontrado un medio de escapar a la dialéctica del sentido, que las
locales de recepción. Así ha ocurrido con la sociología, con el arte, aburría: consiste en proliferar al infinito, potenciaiizarse, insistir so-
con la música rock, con el cine, con !a informática, con los modelos bre su esencia, en una escalada a los extremos, en una obscenidad
de universidad, con el neolibcralismo, con los últimos medicamen- que les sirve ahora de finalidad inmanente y de razón insensata".'19
tos, las aniñas y, en el largo plazo, con nuestra propia incorpo- Entre nosotros, pareciera a veces que son el sentido, las palabras y
ración en la modernidad. las experiencias las que han encontrado el modo de escapar a la
dialéctica de las cosas, que las aburría: proliferando infinitamente,
potencializándose, insistiendo sobre sus esencias, en un juego de
Conclusión' extremos y espejos, como llevadas por una razón insensata...
Paro no cabe, tampoco, exagerar. Aquí, entre las palabras y las
cosas, entre la ideología y la sociedad, entre los símbolos y los ins-
Parece casi evidente que este trabajo no tiene cómo concluir. Se trumentos, suelen todavía tenderse frágiles conexiones que per-
trataba, apenas, de iniciar una reflexión cuyas coordenadas mayo- miten "ir y venir" tras ese sueño de modernidad que, aceptado sólo
res son el debate en cu.so sobre la modernidad, el modernismo y la a medias, sin embargo ya está metido por todos lados en la socie-
mxieniizacibn. dad y la cultura de esta parte de América.
A la hora en que sobre la modernidad se cierne una confusa bru- El íuturo de la América Latina no será por lo mismo demasiado
ma " pos' - posmodern'.yta, de pospolítica, de poshistoria, de pos- distinto de su presente: el de una modernidad periférica, descentra-
vanguarctia-- se vuelve necesario rescate.' las especificidades de la da, sujeta a conflictos, cuyo destino dependerá en parte, y en parte
modernización en América 1-atina. Pues aquí, entre nosotros, el no, de lo que las propias sociedades logren hacer con ella en el
malestar en la cultura no es, no podría ser, uno surgido del agota- proceso de producirse a través de su compleja, cambiante hetero-
miento de la modernidad. En cambio es uno de exasperación con geneidad.
ella, con r.us efectos infinitamente ambiguos, con su internacionalis-
mo inevitable, con sus distorsiones y con los problemas que plantea
para el fuíuro desarrollo de la región, algunos de los cuales hemos
discutido someramente. Condenados a vivir en un mundo donde
UAJCIS las imágenes de modernidad —y de modernismo— nos vie-
nen de fuera, y se vuelven obsoletas antes de que alcancemos a
ma(terie.li;:arlas, nos encontramos atrapados en un mundo donde to-
dos los símbolos se evaporan en el airu. América Latina: proyecto,
entonces, de ecos y fragmentos de utopías y pasados; cuyo presén-
tenselo pocemos percibir como una cpsis continua. Esta sensación
de crisis permanente y de todo —de la economía, de las institucio-
nes, de los regímenes políticos, de las univers.dades, del e.ite, de los
servicios públicos, de \c "mpresa privada, de las fuerzas armadas—
oculta apenas y mal el hacho c¡ue vinimos y pensamos en medio de •I? Joan Baudriliard, "Las iüs fdUik>s". op cií., p. 5.

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