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Carasa, Pedro

La asistencia social privada en la España


moderna y contemporánea

Estudios de Historia de España Vol. XIX, 2017

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Carasa, Pedro. “La asistencia social privada en la España moderna y contemporánea” [en línea], Estudios de Historia
de España 19 (2017). Disponible en:
http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/asistencia-social-privada-espana-moderna.pdf [Fecha de
consulta:..........]
.
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LA ASISTENCIA SOCIAL PRIVADA EN LA ESPAÑA


MODERNA Y CONTEMPORÁNEA*

PRIVATE SOCIAL CARE IN SPAIN DURING MODERN


AND CONTEMPORARY AGES

ASSISTÊNCIA SOCIAL PRIVADA NA MODERNA


E CONTEMPORÂNEA ESPANHA

PEDRO CARASA**
Universidad de Valladolid

Resumen
El artículo hace un recorrido por la política social practicada en España durante
los tres últimos siglos, para comprobar la larga duración y el tortuoso recorrido que ha
debido atravesar el tránsito de lo particular a lo general, de lo privado a lo público en la
asistencia social. Estudia cómo la asistencia privada tiene un lastre significativo que im-
pone la satisfacción de los intereses de los asistentes, llamado “efecto Mateo”. Analiza
finalmente la recuperación histórica de la iniciativa particular, que se institucionaliza
en forma de voluntariado y da lugar al Tercer Sector de la asistencia, formado por orga-
nizaciones no gubernamentales, sin ánimo de lucro, integradas por voluntarios, que com-
plementan al Estado de Bienestar. Ellas se ubican en una posición tercera y dicen no ser
privadas ni públicas; pero algunos las califican como no totalmente neutras y las consi-
deran más próximas a lo privado que a lo público.
Palabras Clave
Asistencia privada – beneficencia particular – tercer Sector – España contempo-
ránea
Abstract
The article provides a prospect of the social policy carried out in Spain during
the last three centuries, in order to verify the duration and the tortuous path from the
private to the public social care. It analyzes how the private assistance has a significant

* Fecha de recepción del artículo: 18/03/2017. Fecha de Aprobación: 03/08/2017.


** Catedrático de Historia Contemporánea de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universi-
dad de Valladolid. Dirección postal: Plaza del Campus, s/n 47011 Valladolid, España.
E-mail: carasa@fyl.uva.es.
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weight that imposes the satisfaction of the interests of the assistants, called “Mateo ef-
fect”. Finally, it goes through the historical recovery of the private initiative, which was
institutionalized in the form of volunteering and led to the Third Sector of the assistance,
made up of non-governmental and non-profit organizations, integrated by volunteers,
which complement the Welfare State. They are in a third position and claim to be nor
private neither public; but some consider them as not totally neutral and closer to the
private than to the public.
Keywords
Private assistance – Private welfare – Third Sector – Contemporary age
Resumo
O artigo explora a política social praticada na Espanha durante os últimos três
séculos, para verificar que a durabilidade e a tortuosa rota que tem devido para desviar
o trânsito do particular para o geral, do privado para a assistência social pública. Ele es-
tudou como a assistência privada tem um encargo significativo que impõe a satisfação
dos interesses dos participantes, o chamado “Efeito Mateus”. Finalmente, analisa a re-
cuperação histórica da iniciativa particular, que é institucionalizada sob a forma de vo-
luntariado e dá origem ao terceiro setor de assistência, consistindo de não-
governamental, sem fins lucrativos, composta por voluntários, que complementam o
Estado-Providência. Eles estão localizados em uma terceira posição e dizer não ser pri-
vada ou pública; mas alguns qualificá-los como não totalmente neutro e consideramos
mais perto para o privado ao público.
Palavras-chave
assistência privada – particular Caridade – Terceiro Setor – Espanha contempo-
rânea

Hipótesis de trabajo sobre el lento camino histórico de lo privado a


lo público

En el recorrido que va de lo particular a lo público1 actúa el motor


cultural que mueve casi todas las transformaciones contemporáneas en
el ámbito de la asistencia y los servicios sociales. La tímida cuestión so-
cial liberal acaba en el Estado del Bienestar, el tibio reformismo social
progresista termina en el socialismo de Estado, la propagación de la iden-

1
J. GARCÍA ROCA, Público y privado en la acción social, Ed. Popular, Madrid, 1992.
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tidad de clase de las Internacionales conduce a las revoluciones soviéticas


y la formación de los sistemas socialistas, el primer mutualismo y aso-
ciacionismo culminan en la plenitud sindicalista del movimiento obrero.
El Estado mismo, cuya génesis conceptual es fruto de dicho deslizamiento
hacia lo social, se concibe desde este proceso de socialización, arrancando
desde el principio de subsidiariedad y respeto a la iniciativa individual
del primer liberalismo, hasta alcanzar el más ortodoxo intervencionismo
estatal que descansa en el nuevo principio de justicia redistributiva.
Cuando el Estado llega a decidir que los derechos sociales están por en-
cima de los derechos individuales, hemos cerrado el círculo de la con-
cepción los problemas sociales, no como algo personal sujeto a la
voluntad del individuo, sino como fruto de un imperativo social, cuyo in-
terés común es competencia última del Estado.
Este itinerario de lo individual a lo social2, de lo privado a lo pú-
blico, a pesar de que se inició a fines del siglo XVIII en términos cultu-
rales y teóricos, salidos de las élites intelectuales, ha recorrido un largo y
lento camino hasta consolidarse definitivamente en la sociedad de masas
en el segundo tercio del siglo XX, y ha convivido durante un siglo con la
herencia privada dominante en el pasado asistencial.3 Colocar la solución
de los problemas sociales en la responsabilidad colectiva y oficial del Es-
tado, como sucede cuando se implanta la meta final del Estado de Bien-
estar, es una conquista tardía en España.

2
Una aproximación general a la evolución de todo este proceso historiográfico lo hemos re-
alizado en P. CARASA,Soto “La pobreza y la asistencia en la historiografía española contemporá-
nea”, Hispania 176 (1990), pp.1475-1503.
3
Nosotros hemos elaborado estas investigaciones, que aquí resumimos, en P. CARASA, El sis-
tema hospitalario español en el siglo XIX. Valladolid, SPUVA,1986; P. CARASA, Crisis de Antiguo
Régimen y Acción Social en Castilla, Valladolid, SPUVA, 1988; P. CARASA, “La beneficencia
como control social”, en R. BERGALLI, Historia ideológica del control social, Barcelona, PPU,
1989, pp. 123-164; P. CARASA, Historia de la Beneficencia en Castilla y León. Poder y pobreza
en la sociedad castellana, Valladolid, UVA, 1991; P. CARASA SOTO, “La Historia y los pobres: De
las bienaventuranzas a la marginación”, Historia Social, 13 (1992), pp. 77-99; P. CARASA, “La
familia de los grupos populares próximos a la pobreza en la sociedad castellana decimonónica”,
Boletín de la Asociación de Demografía Histórica, 12 (1994), pp. 253-300; P. CARASA, “Límites
de la Historia Social clásica de la Pobreza y la Asistencia en España”, Revista de História da So-
ciedade e da Cultura, 10 (2010), pp. 269-291.
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En efecto, los desajustes sociales que han surgido históricamente


en las relaciones sociales, el desequilibrio en el reparto de la riqueza, la
aparición del pauperismo, la falta de acceso a la felicidad de los ciudada-
nos, se han considerado históricamente como problemas que debían re-
solverse apelando a la dinámica inherente en el juego de los diversos
intereses particulares que se enfrentan en la sociedad.4 Esta dinámica con-
trapuesta de intereses, que se creyó capaz de resolver el pauperismo, pro-
dujo efectos contradictorios y causó una dialéctica en las políticas sociales
que evolucionaron entre dos extremos. De entenderse como sacralizadas
o secularizadas, según los intereses fueran espirituales o materiales, pa-
saron a verse como particulares o generales, según procedieran de las
fuerzas particulares e individuales desde abajo o de las fuerzas colectivas
y oficiales desde arriba. Fueron tenidas por pacificadoras o conflictivas,
según tendieran a la mutua armonía o a la recíproca destrucción. Se cali-
ficaron como privadas o públicas, según buscaran la solución en el libre
desarrollo en competencia individual o en la corrección interventora ofi-
cial y colectiva. Se llamaron religiosas o estatales, según encontraran la
legitimidad de la solución en la religión y la moral, o en la política y la
ley. De acuerdo con una u otra opción, el resultado exigía dejarlo todo a
la iniciativa particular o reclamar la intervención pública, considerar la
asistencia como un regalo gratuito o como un derecho exigible, esta ha
sido la pugna bisecular de la historia de los servicios sociales en España.
La primera solución de tipo armonizador propia de la cultura social
del antiguo régimen apelaba a su imaginario particular y a la sacralización5
de las relaciones de salvación, que establecían que la finalidad soterioló-
gica de cada uno exigía armonizar la contraposición de intereses en la úl-

4
M. EETEBAN DE VEGA (ed.), Pobreza, beneficencia y política social, Madrid, M. Pons, 1997;
E. MAZA, Pobreza y asistencia social en España, siglos XVI al XX. Aproximación histórica, Va-
lladolid, SPUVA, 1987; G. PROCACCI, Gouverner la misére. La question sociale en France, 1789-
1848. Paris, Seuil, 1993; VV. AA., Historia de la Acción Social Pública en España, Madrid, Ed.
Siglo XXI, 1990; N. ZEMON DAVIS, “Poor Relief, Humanism, and Heresy”, en VV.AA., Society
and culture in Early Modern France. Standford, SUP, 1975.
5
C. LIS, - H. SOLY, Pobreza y capitalismo en la Europa preindustrial (1350-1850), Madrid,
AKAL, 1984.
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tima finalidad de la salvación del alma: los ricos la salvaban dando limosna
y socorriendo a los pobres, y éstos conseguían su salvación aceptando re-
signadamente esta ayuda y su situación.6 Los ricos invertían así su patri-
monio en renta espiritual y los pobres se beneficiaban de esta inversión
sobrenatural alcanzando el único bienestar interesante, el principal negocio
importante, que era salvar el alma. Así, en la cultura tradicional actuó un
mecanismo armonizador que dejaba en manos de la iniciativa particular
la solución del problema, y cuya legitimidad arrancaba de la teoría sacra-
lizadora que consideraba necesaria la existencia de la pobreza para que
pudiera ejercerse la caridad; porque la igualdad social no era un objetivo
alcanzable en este mundo, sólo se alcanzaba en el más allá.
La segunda solución de este dilema fue emprendida por la cultura
social del primer liberalismo. Ante los desequilibrios sociales introduci-
dos por la industrialización, los primeros liberales se desentendieron del
problema convencidos de que la mano invisible reequilibraría las cosas,
tenían firme confianza en el orden natural y en la capacidad de la ley de
la oferta y la demanda para organizar armónicamente la sociedad: La so-
lución a los problemas sociales radicaba en la libertad de la iniciativa par-
ticular.7 También esta vez, aunque fuera por razones distintas, la solución
del problema social se derivaba a la iniciativa particular. El optimismo
6
P. CARASA, “Classi inferiori, conflitti e assitenza sociale” en VV.AA., Actas del Seminario:
L’etá della transizione in Spagna en el Mezzogiorno d’Italia (1650-1760), Nápoli, ESI, 1992; S.
CAWALLO, Charity and power in early modern Italy. Benefactors and their motives in Turin, 1541-
1789, Cambridge, CUP, 1995; P. LASLET, The World we have lost. Cambridge, CUP, 1963; D.
RUESCHEMEYER - T. SKOCPOL, Status, Social Knowledge and the Origins of Modern Social Poli-
cies, Princeton, PUP,1996; CH. TAYLOR, Modern Social Imaginaries, Durham, DUP, 2004; R.
TREXLER, “Charity and defense of Urban Elites in the Italian Comunes”, en The Rich, the Well
Born and the Power, Urbana, UIP, 1974, pp. 54-109.
7
P. CARASA, “Metodología del estudio del pauperismo en el contexto de la revolución burguesa
española”, en S. CASTILLO (coord.), La historia Social en España. Actualidad y perspectivas. Ma-
drid, Siglo XXI, 1991, pp. 359-384; P. CARASA, Pauperismo y Revolución Burguesa. Burgos,
1750 -1900. Valladolid, SPUVA, 1987. P. CARASA, “Los peligros de la pobreza, los valores del li-
beralismo y las soluciones asistenciales burguesas”, en Homenaje al Pfr. Artola. Crisis del Antiguo
Régimen y Revolución Liberal. Economía y sociedad, Madrid, Alianza, 1993; P. CARASA,”La mu-
nicipalización de la beneficencia como instrumento social y económico de las haciendas locales,
Burgos, 1840-1900”, en VV.AA., Fiscalitat Estatal i Hisenda Local (Ss XVI-XIX), Palma de Ma-
llorca, UIB, 1987, pp. 37-52.
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del primer liberalismo económico aseguraba que la libre acción de los in-
dividuos conduciría a la felicidad general. La teleología progresista no
sólo era económica, era también social, porque la prosperidad general era
también causa de una felicidad universal. Y cuando el problema se plan-
teaba en ámbitos más avanzados, como en Inglaterra donde surgieron pre-
coces cuestiones sociales, otra vez la solución apuntaba en la dirección
particular e individual del paternalismo filantrópico.8 Éste proponía una
asistencia informal y voluntarista, hasta que apareció la Poor Law y con
ella se incorporó el paradigma colectivo en la solución del problema so-
cial. Tímidamente se comenzó a crear ya una conciencia societaria co-
rrectora del primer liberalismo individualista. La introducción de estas
corrientes menos individualistas es la que permitió en España pasar de la
caridad a la beneficencia liberal, que estuvo casi siempre y mayoritaria-
mente en manos de las fuerzas sociales radicadas en los Ayuntamientos,
que durante toda la centuria fueron sólo capaces de actuar como fuerzas
privadas o particulares manejando recursos municipalizados procedentes
de las instituciones eclesiásticas desamortizadas. Esta situación de pre-
ponderancia privada, que en buena parte de Europa cambia en el segundo
tercio del siglo XIX, pervive en España hasta entrado el siglo XX.
La tercera solución al dilema privado / público nació en España de
las correcciones a las aristas individuales que introdujo el primer libera-
lismo radical en el segundo tercio del siglo XIX y la revolución de 1868.
Pero hay que esperar a que culmine el siglo XIX, para que se fragüe una
nueva cultura social propia de la industrialización, promovida por los mo-
vimientos sociales obreros y por las diversas corrientes socialistas. El
principio rector de esta cultura era que la solución de los problemas so-
8
K.M. BAKER, “Enlightenment and the Institution of Society: Notes for a Conceptual History”,
en S. KAVIRAJ y S. KHILNANI, Civil Society. History and Possibilities, Cambridge, CUP, 2001;
D.A. BELL, “Nation et patrie, societé et civilisation. Transformations du vocabulaire social fran-
çais, 1700-1789”, en L. KAUFMANN et al, L’invention de la societé. Nominalisme politique et
science social au XVIIIe siêcle. Paris, EHESS, 2003; P. JOYCE, Class. Oxford, OUP, 1995; P. JOYCE,
The Social in Question. New Bearings in History and Social Sciences, London, Rutledge, 2002;
ARNOLD ROSE, La estructura del poder, Buenos Aires, Paidos, 1970; A. ROSE, P. WAGNER,P. JOYCE,
B. CURTIS, “Surveying the Social: Techniques, Practices, Power”, Histoire Social/Social History,
25 (2002), pp. 83-108.
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ciales planteados entre los obreros y los patronos, entonces conocidos


como la cuestión social, no debía dejarse en manos privadas —que se
muestran incapaces de solucionarla porque son cautivas de sus propios
intereses—, y debía traspasarse a la iniciativa pública.9 Tras un debate
que duró a lo largo de la última década del XIX y la primera del XX, se
aceptó el principio de que el Estado debía intervenir mediante sus recursos
fiscales y legales para corregir el problema del reparto de la riqueza en la
sociedad. Por las mismas razones, la asistencia social comenzaba a ser
vista como un derecho del ciudadano y una obligación del Estado. Esta
instancia estatal habría de actuar con unos recursos obtenidos por la vía
fiscal de los más ricos para repartirlos igualitariamente entre toda la so-
ciedad en forma de servicios, ejerciendo con ello la justicia redistributiva
que es inherente a todo Estado de derecho. Este fue el paso definitivo
para establecer como meta final imprescindible que la asistencia debía
ser pública. Un escalón evolutivo que no se alcanzó en España hasta la
segunda mitad del siglo XX y que ha seguido un largo e imperfecto pro-
ceso que, después de originarse con el reformismo social en las primeras
décadas del XX, avanzó tímidamente durante la Segunda República, re-
trocedió durante la dictadura franquista y no volvió a retomarse hasta la
implantación del Estado de Bienestar durante la Transición Democrática.
Hagamos este recorrido por la política social practicada en España
durante los tres últimos siglos, para comprobar la larga duración y el tor-
tuoso recorrido que ha debido atravesar este deslizamiento de lo particular
a lo general, de lo privado a lo público en la asistencia social.

El concepto de privado en la historia de la asistencia social española

Es, pues, básico el deslizamiento de lo particular a lo general, de lo


individual a lo colectivo, de lo personal a lo social, de lo moral a lo legal,
de lo privado a lo público que se descubre en el itinerario que recorren
los paradigmas sociales que van del imaginario medieval y moderno ba-
9
P. CARASA, “La Beneficencia y la Cuestión Social en España: Una contaminación arcai-
zante”, Historia Contemporánea, 31 (2005), pp. 47-73.
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sado en las relaciones sociales particulares propias del antiguo régimen,


a la sensibilidad societaria de la contemporaneidad, hasta que cambie la
cultura social de la sociedad de masas y se impongan los valores colecti-
vos empujados por la emergente cultura de los movimientos sociales y la
universalización de la información.10 Por eso la etapa de la asistencia pri-
vada es la primera y más elemental en la evolución histórica, estará vi-
gente en las etapas medieval, moderna y decimonónica, y luego pasará a
segundo término en beneficio de la última fase de lo público que condu-
cirá al Estado de Bienestar. No obstante, analizaremos más adelante cómo
existe una recuperación histórica de la iniciativa particular, que se insti-
tucionalizará en forma de voluntariado y dará lugar al tercer sector de la
asistencia, institucionalizado en organizaciones no gubernamentales, sin
ánimo de lucro, integradas por voluntarios, que complementan actual-
mente al Estado de Bienestar y pueden con razón ser consideradas de al-
guna manera como privadas.
El concepto de sociedad, dicen los historiadores de los conceptos,
se construye en España a partir de la crítica racionalista contra la concep-
ción moderna, y se compone de ingredientes procedentes del ataque a la
sacralización y al individualismo del imaginario social moderno. Antes,
la palabra sociedad sólo significaba reunión o compañía, pero desde el
XVIII expresa una categoría natural, objetiva y autónoma, referida a la
totalidad de un colectivo humano y capaz de determinar el comporta-
miento de los individuos. Significa la ruptura de la concepción sacralizada
y particularista anterior de las relaciones humanas, lo mismo que surgie-
ron conceptos como nación, pueblo, ciudadano, clase, civilización, deu-
dores de la diferente concepción racional y liberal del mundo. Por tanto,
el concepto de sociedad es un imaginario social ilustrado que expresa una
concepción del mundo muy concreta y determinada, es decir, una cons-
trucción cultural histórica.
En la cultura social estamental y de Antiguo Régimen, los historia-
dores españoles entienden por privado todo sujeto asistencial que opere
10
A. SEN, Desarrollo y libertad, Barcelona, Planeta, 2000; VV. AA., Cuatro siglos de Acción
Social. De la Beneficencia al Bienestar Social, Madrid, Ed. Siglo XXI, 1985.
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con recursos propios y particulares, no procedentes del sistema fiscal del


Estado moderno. Así se consideran privados los sujetos de la monarquía,
las fundaciones de la nobleza, las cofradías y obras pías de la Iglesia, los
gremios y concejos de las oligarquías comerciantes de los burgos comer-
ciales, o la acción cotidiana de las familias particulares. No existía pro-
piamente en la cultura social anterior al siglo XIX un concepto de lo
público en la asistencia, porque se formará sólo a partir de los servicios
financiados por el sistema fiscal uno, único y proporcional del Estado li-
beral. La Corona, la Iglesia, la aristocracia, los gremios y concejos, ac-
tuaban como patronatos particulares que asistían primero con los recursos
procedentes de los patrimonios de sus fundaciones, y luego con los re-
cursos procedentes de sus bienes desamortizados y municipalizados.
El lento aparecer del concepto público y estatal en la asistencia es-
pañola es débil y discontinuo hasta el nacimiento del Estado liberal en la
contemporaneidad. Se consolidará lentamente al aparecer la beneficencia
estatal, provincial y municipal. Para conformarlo fueron decisivas las des-
amortizaciones y la gestión de las burguesías urbanas en la administración
local y central. Tras la disimétrica convivencia de los sectores privado y
público de la asistencia en el siglo XIX, con la lenta creación del Estado
del Bienestar en el siglo XX, aparecerá el tercer sector11 de las ONG, que
reactivarán la asistencia particular con el voluntariado en un puesto com-
plementario de los servicios sociales públicos que ocupa en la sociedad
actual española.12

11
L.M. SALAMON y H.K. ANHEIR, “Towards an understanding of the international nonprofit
sector”. The Johns Hopkins Comparative Nonprofit Sector Proyect, Nonprofit Management and
Leadership, 2:3 (1992), pp. 322-24.
12
M. D. DE LA CALLE VELASCO, M. RERDERO SAN ROMÁN (eds.), Los movimientos sociales en
la España del siglo XX, Salamanca, USAL, 2008; L. FONTAINE y J. SCHUMBOHM, (ed.), Household
Strategies of Survival, 600-2000: Fission, Faction and Cooperation, Cambridge, CUP, 2000. E. LA-
RAÑA, La construcción de los movimientos sociales, Madrid, Alianza, 1999; E. MAZA (coord.), Aso-
ciacionismo en la España contemporánea: vertientes y análisis interdisciplinar, Valladolid, IUHS
2003; A. RIVERA, Los movimientos sociales en la España contemporánea. Madrid, Abada, 2008.
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La evolución de la asistencia particular en la etapa moderna

El largo itinerario de la asistencia social desde lo particular a lo ge-


neral, desde lo privado a lo público, arranca del extremo privado de la cul-
tura de la caridad feudal liderada por la Iglesia dentro de su mundo
sacralizado en la etapa alto medieval. De esta caridad particular, depositada
en manos de la iniciativa particular como ejercicio de una virtud cristiana
y controlada por la Iglesia como principal encargada de gestionar el pro-
blema social, se transfiere luego a los privilegiados asistentes bajomedie-
vales. Entran ya a participar de este encargo de gestionar la pobreza, sin
el objetivo de erradicarla porque la consideran necesaria aun, la nobleza y
la Corona, como privilegiados a quienes compete preservar el orden social
establecido por Dios, que contempla la separación de estamentos y las pro-
fundas diferencias de riqueza como inherentes a aquella sociedad.
El cometido social pasa más tarde por el control de los burgos co-
merciales del XVI, tanto en las ciudades flamencas como en las castella-
nas, de manera que son los comerciantes burgueses los que inician el
primer movimiento que deja de relacionar la asistencia sólo con la Iglesia
y que lo plantea ya en un contexto urbano y de defensa de los intereses
propios de los gestores municipales. Esta transferencia, sin embargo, no
significa aún un paso de la iniciativa particular a la pública, son aun asis-
tentes básicamente privados en su planteamiento.
Más adelante, ya en el siglo XVII y en el contexto de la crisis del
momento, se produce un nuevo movimiento que hace descender el en-
cargo caritativo hacia la iniciativa particular más fragmentada, hacia la
limosna y la caridad particular. En ella intervienen los elementos inter-
medios de aquella sociedad, como beneficiados, vecinos potentados, co-
fradías, gremios, fundaciones de pequeños hidalgos, patronatos de sangre
de baja nobleza. Toda una floración barroca de solidaridad desde abajo
que puebla el mapa español del XVII de socorros a pobres, obras pías de
dotes a huérfanas, fundaciones de latinidad y enseñanza para pobres, etc.
Estamos en el momento álgido de la iniciativa particular en la historia de
la acción social.

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El paso siguiente nos conduce a la gestión utilitarista de los ilustra-


dos en el siglo XVIII.13 Enemigos acérrimos de esa proliferación frondosa
de caridad particular, que consideran generadora de ociosidad y vicio, los
hombres de las luces españoles imponen reformas de concentración de re-
cursos en instituciones capaces de encerrar la mendicidad y enseñar a los
pobres y vagos a trabajar en casas de trabajo, asilos, hospicios y casas de
misericordia. Este fue otro pequeño paso más que conducía de lo privado
a lo público, sin que podamos decir aún que los ilustrados plantearan la
asistencia como un derecho de los pobres que el Estado tenía la obligación
de atender. Esta ofensiva de las luces en España está aún liderada por ecle-
siásticos ilustrados y se basa en recursos procedentes básicamente de la
iniciativa particular, bienes de instituciones eclesiásticas concentradas.

La definición de la asistencia particular y pública en el liberalismo


del XIX

En el siglo XIX español se produce una pugna institucional y un


debate teórico sobre lo que significan los intereses particulares de clase
burguesa y los intereses generales del Estado liberal representativo. En
la base de esta tensión actúa como fermento de cambio la defensa de los
valores burgueses: La propiedad, el trabajo y el mercado laboral, la fa-
milia nuclear, el domicilio y la vecindad, el orden social, la sanidad y la
higiene, la sumisión educativa en la escuela, la segregación espacial ur-
bana, la lucha contra la pobreza como transgresora de la moral. Durante
esta centuria, la burguesía urbana gobernando la sociedad produce otro
avance en este lento caminar, porque alcanza entonces la municipaliza-
ción de la beneficencia de los liberales y la apropiación de los recursos
por las burguesías en un proceso de municipalización de patrimonios des-

13
M. C. GIMÉNEZ MUÑOZ, Hospicio, casa de expósitos, asilo y otras instituciones de protección
a la infancia (1850-1900), Sevilla, Alfar, 2009; V. PÉREZ MOREDA, La infancia abandonada en
España (siglos XVI-XX), Madrid, RAH 2005; L. VALVERDE LAMSFUS, Entre el deshonor y la mi-
seria. Infancia abandonada en Guipúzcoa y Navarra. Siglos XVIII y XIX, Bilbao, UPV, 1994; F.
B. VIDAL GALACHE, Bordes y bastardos. Una historia de la Inclusa de Madrid, Madrid, Compañía
Literaria, 1994.
Estudios de Historia de España, XIX (2017), pp. 255-290
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amortizados. Sin que se trate aún de una realidad pública y estatal, se


avanza en la línea municipal y en el protagonismo de las fuerzas vivas
locales de las ciudades como gestoras de los viejos recursos asistenciales,
expropiados a la Iglesia mediante los procesos desamortizadores y las
leyes de beneficencia. Las más destacadas fueron, además de las Cortes
de Cádiz, la Ley de Beneficencia de 1822, la de 1849, la Instrucción de
1875 para el ejercicio del protectorado del Estado en la Beneficencia, el
Real Decreto e Instrucción de protectorado de la Beneficencia del 14 de
marzo de 1899.
En esta contraposición de la cultura asistencial se enfrentaban no
sólo lo privado y lo público, sino también lo religioso y lo civil, lo parro-
quial y lo municipal, lo clerical y lo burgués. La desamortización y la
desclericalización burguesas condujeron a una municipalización de los
viejos patrimonios asistenciales eclesiásticos y nobiliarios privados, que
puestos a disposición de las oligarquías burguesas urbanas. A la élite mo-
derada y conservadora le interesó más curar que prevenir, porque era más
rentable para potenciar los intereses de los benefactores que para solu-
cionar los problemas de los asistidos. La desamortización de los bienes
de beneficencia fue más una captura burguesa y urbana de recursos asis-
tenciales eclesiásticos y nobles que una nacionalización pública de medios
asistenciales. No significó propiamente la transferencia del encargo asis-
tencial de lo privado (Iglesia) a lo público (Estado), no se produjo pro-
piamente un traspaso de competencias de la Iglesia al Estado en sí, sino
de la Iglesia a las fuerzas locales municipales de las capitales de provincia.
El resultado final en el siglo XIX español no fue la estatalización de la
asistencia y la sanidad, sino la municipalización de las mismas en manos
de las oligarquías burguesas. En este proceso se cruzó paralelamente la
transferencia de recursos asistenciales del mundo rural al urbano y del
mundo provincial al municipal capitalino. Paralelamente se emancipó
lentamente la sanidad de la beneficencia, las primeras organizaciones sa-
nitarias (Juntas de Sanidad) emergieron del mundo asistencial, los médi-
cos de la beneficencia formaron la Asistencia Pública Domiciliaria, los

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hospitales asistenciales y de peregrinos se convirtieron en los primeros


centros sanitarios municipales.
El primer conflicto abierto de separación de espacios asistenciales
privados y públicos se produce en España durante el Sexenio Democrático
(1868-74). Se planteó tímidamente la primera identidad y necesidad de la
gestión pública de la asistencia y la sanidad, y se practicó una lucha contra
los gestores particulares, eclesiásticos y paraeclesiásticos, anteriores.
Todo este modesto avance producido en los dos primeros tercios
del XIX se neutraliza en el último, durante el periodo de la Restauración
(1876-1902, que representa una vuelta a la cultura social más vinculada
a la beneficencia particular y eclesiástica. En el contexto más inoportuno,
cuando se estaba planteando en España con toda crudeza la cuestión so-
cial, el régimen conservador de la Restauración trató de solucionar pro-
blemas nuevos con recetas viejas. Proclamó el protectorado del Estado
sobre la beneficencia con la declarada finalidad de eliminar las compe-
tencias municipales y proteger las eclesiásticas. Se concibió la pobreza
como una enfermedad y la asistencia como una curación, con el presu-
puesto de que era más rentable curar que prevenir, aplicar el bálsamo de
la caridad y, en caso de conflicto, la cirugía de la represión; no llegaron
a comprender que la solución estaba más bien en la prevención del refor-
mismo social. De esta manera, la Restauración frenó el proceso de sepa-
ración entre público y privado en la asistencia y produjo un efecto
privatizador.14 Legisló el principio de subsidiariedad y protectorado estatal
de la beneficencia que volvió a ser privada, impuso el principio de armo-

14
E. GONZÁLEZ DURO, Historia de la locura en España. T. III: Del reformismo del siglo XIX
al franquismo, Madrid, Temas de Hoy, 1996; E. MARTÍNEZ RUIZ, La delincuencia contemporánea.
Introducción a la delincuencia isabelina, Granada, Universidad, 1982; J. MOLERO MESA, Historia
social de la tuberculosis en España (1889-1936), Granada, Universidad, 1989; M. MONTANARI,
El hambre y la abundancia. Historia y cultura de la alimentación en Europa, Barcelona, Crítica,
1993; F. NÚÑEZ ROLDÁN, Mujeres públicas. Historia de la prostitución en España, Madrid, Temas
de Hoy, 1995; A. PEREIRA POZA, La paciencia al sol. Historia social de la tuberculosis en Galicia
(1900-1950), La Coruña, Edicios do Castro, 1999; P. TRINIDAD, La defensa de la sociedad. Cárcel
y delincuencia en España (siglos XVIII-XX), Madrid, Alianza, 1991; J. VERNON, “The ethics of
Hunger and the Assembly of Society: the Technopolitics of the School Meal in Modern Britain”,
American Historical Rewiew, 110 (2005), pp. 693-725.
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nización social, cedió el espacio asistencial a la Iglesia, que volvió a re-


cuperar su hegemonía asistencial privada. Así se frenó la implantación
de una conciencia de lo público en la asistencia y se dilató el reformismo
social que exigía traspasar el encargo asistencial al Estado. Igualmente,
este carácter eclesiástico de la beneficencia (monjas asistentes) de muchos
centros sanitarios obstruyó el proceso de profesionalización sanitaria en
España, sobre todo de enfermeras.
Paralelamente, siguió funcionando el espacio familiar como básico
entorno asistencial que aseguró la sostenibilidad social básica de hijos y
parientes, potenció la privacidad familiar, generalizó la beneficencia do-
miciliaria como espacio de sociabilidad controlada, e hizo que la familia
se presentara como el modelo y la horma eficaz para encajar los desajustes
de la pobreza. Hoy los historiadores españoles creen que hay que revalo-
rizar el papel de la familia en la historia de la asistencia, hay que recono-
cerle un protagonismo independiente, primario y originario dentro de ella,
y hay que concederle una gran capacidad de crear respuestas y culturas
asistenciales desde abajo. Desde esta perspectiva, la familia, olvidada
como agente asistencial con identidad y función propia en la historiografía
clásica, debe pasar a ser considerada como una primordial protagonista
asistencial privada en la historia de España. Nuestra hipótesis de trabajo
es que la familia ha formado el soporte asistencial básico y estable, frente
a los vaivenes de los restantes gestores de la asistencia, sujetos a la co-
yuntura política y social y en todo caso de dimensiones inferiores a la ac-
ción familiar. Cimentó la sostenibilidad social, particularmente en los
momentos de crisis particulares y de coyunturas generales negativas. Los
estudios de historia de las mujeres y la nueva historia de la familia la están
considerando como una realidad autónoma y con capacidad suficiente
para actuar desde abajo de forma paralela y a veces incluso superior al
propio sistema asistencial desde arriba.
También la familia es hoy considerada como el espacio social pri-
mario donde se han construido los roles asistenciales más elementales,
de manera que la estructura benéfica se construye reproduciendo casi mi-
méticamente las funciones básicas de la familia: asistencia a los proble-
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mas generados por disfunciones en la reproducción, cuidado a la infancia,


atención a la alimentación e higiene de los miembros familiares, educa-
ción y transmisión de valores de los niños, cuidado de los miembros in-
capacitados para subsistir por sí mismos, restauración de la salud de los
miembros familiares.15 De estas mismas funciones primarias familiares,
particularmente en las familias pobres, surge el proceso de configuración
de varias profesiones femeninas paradomésticas, es decir, de roles fami-
liares que se convierten en venales y se ejercitan luego fuera del ámbito
familiar (son las nodrizas, enfermeras, matronas, sirvientas y maestras).

La asistencia particular con el reformismo social a principios del siglo


XX

Hay que esperar a los primeros años del siglo XX, cuando se pro-
duce la crisis del régimen de la Restauración monárquica en España, para
que la cultura social dé los primeros pasos en firme hacia el reformismo
social, que parte del supuesto de la obligación del Estado a intervenir para
corregir los desequilibrios sociales.16 Este reformismo y la cuestión social
en el primer tercio del siglo XX, integró el pauperismo como un aspecto
más de la dialéctica patrono / proletariado, posibilitó la iniciativa pública
en la reforma social, superó la subsidiariedad y el protectorado estatal.
Con esta filosofía social se crea en 1883 la Comisión de Reformas So-
ciales y en 1903 el Instituto de Reformas Sociales. Sólo las fuerzas polí-
ticas más radicales, krausistas y republicanas, estimuladas por la densa
implantación del sindicalismo socialista, en el contexto del conflicto

15
V. ALBA, Historia social de la vejez, Barcelona, Laertes, 1992
16
Departamento de Trabajo y Seguridad Social del País Vasco, Las entidades de previsión so-
cial voluntaria, Vitoria-Gasteiz, Dpto. de Trabajo y Seguridad Social del Gobierno Vasco, 1990;
F. MONTERO, “De la beneficencia a la reforma social. Los orígenes de la política social del Estado:
estado de la cuestión, fuentes y archivos”, Espacio, Tiempo y Forma, 7 (1994), pp. 415-433; F.
MONTERO, Orígenes y antecedentes de la previsión social, Madrid, Centro de Publicaciones. Mi-
nisterio de Trabajo y Seguridad Social, 1988; F. MONTERO, et al, Los Seguros Sociales en España,
Madrid, Centro de Publicaciones. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1988; Rafael MORENO
RUIZ, Mutualidades, cooperativas, seguro y previsión social, Madrid, Consejo Económico y So-
cial, 2000.
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abierto entre capital y trabajo, hicieron nacer en España el carácter público


propiamente dicho de la asistencia y de los servicios sociales. Consiguie-
ron así que la asistencia social fuera emancipándose poco a poco de la
iniciativa particular y eclesiástica. Podríamos decir que antes de estas fe-
chas no estamos autorizados a hablar con propiedad de una iniciativa pú-
blica en la asistencia y los servicios sociales en España. Más adelante, se
profundizó notablemente en esta dirección durante la segunda experiencia
republicana (1931-36), que atendió particularmente al servicio de la en-
señanza y el paro, y estableció la política social del Estado como eje prin-
cipal de lo que podría entenderse como un anticipo del Estado del
Bienestar.
Durante esta etapa del protagonismo intervencionista del Estado en
la reforma social tuvo un importante liderazgo el movimiento obrero, li-
derado por la UGT socialista y la CNT anarquista, que generaron y pro-
movieron una forma propia de protección social vinculada
definitivamente al sector público. Crearon instituciones y leyes dedicadas
al paro obrero y la enfermedad: mutualidades y montepíos, el Instituto
Nacional de Previsión en 1908, la creación del primer seguro voluntario
en 1911, la previsión frente a los riesgos de enfermedad, el paro y la in-
validez en los años conflictivos de 1917 y 1919. Finalmente, en 1921 se
crea el Seguro obrero obligatorio. Todo este proceso reformista e inter-
vencionista hace que en España la cultura social del cuidado y protección
de la pobreza, propia de la caridad estamental y de la beneficencia bur-
guesa, se transforme progresivamente en otra nueva cultura de la preven-
ción de las necesidades y la implantación de la previsión social liderada
por el Estado.
También acompañó este proceso reformista, durante el último
cuarto del siglo XIX, una importante acción asistencial privada del cato-
licismo social español, estimulado por las encíclicas Rerum Novarum y
la Quadragesimo Anno. Recuperaron la asistencia particular y eclesiás-
tica, utilizaron la beneficencia eclesiástica como medio armonizador de
clases, dieron protagonismo al papel de la Iglesia en la cuestión social.
Esta intervención se vehiculó por la vía de los sindicatos católicos obre-
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ros, por los sindicatos católicos agrarios, por las cooperativas de crédito
de las cajas rurales, y por los instrumentos de las cajas de ahorro y montes
de piedad como medios de practicar el ahorro virtud, de morigerar a las
familias obreras. Celebró Congresos Católicos, creó la Acción Social Ca-
tólica, organizó asociaciones de católicos, extendió los Círculos católicos,
instaló escuelas nocturnas, estableció la Juventud Social católica y la Ac-
ción Social de la Mujer. En la misma línea surgirán pronto los jóvenes de
la Asociación Católica Nacional de Propagandistas y de la rama de Mu-
jeres de Acción Católica.

La asistencia politizada por las dictaduras de Primo de Rivera y


Franco

Desgraciadamente, el camino que iba de lo privado a lo público no


estaba aún expedito y acabado, de nuevo se produjeron retrocesos graves
en el objetivo hacia la conquista de lo público en la cultura social. Pri-
mero, en la Dictadura de Primo de Rivera, se impuso la organización cor-
porativa y gremial de la sociedad, de donde nacieron instituciones capaces
de ofrecer asistencia cuasi privada, tales fueron el gremio, la familia y el
municipio como corporación social, que articularon institucionalmente
la sociedad y potenciaron también corporativamente la asistencia.
Más importantes aún fueron las transformaciones introducidas en la
asistencia por la dictadura militar de Franco.17 Durante la primera fase fa-
langista del franquismo convivieron el viejo modelo benéfico-caritativo
privado y la asistencia política institucionalizada por el régimen fascista.
Regresó al paternalismo y protectorado estatal sobre los servicios sociales,
incorporando la teoría social de los fascismos vigentes en Europa, e ins-
taurando lo que yo he denominado como una “revolución nacional asis-
tencial”. Se impuso durante esta primera etapa de la dictadura franquista

17
P. CARASA SOTO, “La revolución nacional asistencial durante el primer Franquismo: El Au-
xilio Social, 1937-1945”, Historia Contemporánea, 16 (1997), pp. 89-140; C. MIR CUCÓ, E.
MAZA, Pobreza, marginación, delincuencia y políticas sociales bajo el franquismo, Lleida, Uni-
versidad, 2005.
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un uso político de los servicios sociales, controlados directamente por el


partido único. Se crearon establecimientos benéficos no sanitarios, como
la Obra Sindical de Educación y Descanso, el Protectorado sobre Fun-
daciones Benéfico Docentes para reorganizar la Asistencia Social Pública.
Todo ello conformó una asistencia social que era más privada que pública,
porque se organizó con cuestaciones y donativos y tendió a fortalecer con
adhesiones ideológicas y propaganda al sistema político de la dictadura.
En lugar de avanzar, el periodo significó un nuevo retraso en el camino
hacia lo público, que impidió que en España entrara, como lo había hecho
ya en la mayoría de los países europeos, el Estado del Bienestar. Durante
los años cincuenta el Nacionalcatolicismo español relanzaría la acción be-
néfica de la Iglesia. Aun así, el franquismo no pudo impedir que el des-
arrollismo de los años sesenta planteara, siquiera embrionariamente y en
contra de los postulados sociales del régimen, el nacimiento de una im-
perfecta Seguridad Social. No podemos decir, ni mucho menos, que se tra-
tara de un avance en dirección a lo público, porque más bien consistió su
estrategia en el aprovechamiento político y particular de los recursos asis-
tenciales puestos al servicio de una causa política y religiosa, amalgamadas
en los principios generales del Movimiento Nacional.

El Estado de Bienestar relega la asistencia particular y se comple-


menta con el Tercer Sector
Como en tantos otros aspectos políticos y económicos, también en
lo social hubo que esperar en España a la Transición Democrática para
que este reto de lo público fuera alcanzado definitivamente. Incluso puede
decirse que, con propiedad, nunca antes se habían planteado en España,
ni siquiera teóricamente, los servicios sociales como un derecho de los
ciudadanos y como una obligación del Estado con cargo a los presupues-
tos públicos.18 El camino ha sido excesivamente largo y entrecortado, con
un retraso muy importante, porque podemos afirmar que justamente llegó
18
P. CARASA SOTO, “Factores históricos que condicionan la historia de las fundaciones y aso-
ciaciones de beneficencia”, en P. SOLA, Asociaciones y Fundaciones en la Sociedad Actual. El
Tercer Sector, Barcelona, UAB, 2002.
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el Estado del Bienestar19 en España cuando había entrado en crisis en la


mayoría de los países de Occidente. No insistiremos aquí en esta etapa,
porque ya no estaríamos hablando de la asistencia privada.
¿Se satura hoy lo público y vuelve lo privado a través de las ONG y
la aparición del tercer sector o la iniciativa del voluntariado? Hay corrien-
tes postmodernas que hablan de que el deslizamiento de lo particular a lo
público ha tocado techo y estamos asistiendo a una recuperación de lo par-
ticular frente a lo general, de lo individual frente a lo masivo, de lo iden-
titario frente a lo igualitario. También algunos sociólogos plantean que esa
dirección del itinerario de la cultura social privado-público ha llegado a
su saturación y puede iniciar su regreso en sentido público-privado.
En este sentido nos interesa mencionar aquí, como una corriente
nueva asimilable en parte a la asistencia particular, la aparición de la lla-
mada iniciativa social, o del tercer sector. La floración de ONG ha puesto
sobre la mesa la duda sobre la validez del clásico sector público, llamado
el primer sector, después de la crisis del Estado de Bienestar. Se argu-
menta que la hipertrofia del sector público ha significado la atrofia de la
sociedad civil como sujeto autónomo y protagonista de los servicios so-
ciales y no ha permitido espacios de colaboración desde abajo, como el
voluntariado.20 Se ha dicho que el Estado de Bienestar ha acostumbrado

19
H. ASCOLI, “Estado de Bienestar y Acción voluntaria”, Revista Española de Investigaciones
Sociológicas, 38 (1987), pp. 119-162; José Ramón DÍEZ COLLADO, El bienestar social: Concepto
y medida, Madrid, Editorial Popular, 1994. R. GARCÍA COTARELO, “Origen y desarrollo del Estado
de Bienestar”, Sistema, 80-81 (1987), pp. 5-21; M. E. GÓMEZ DE PEDRO, El estado del bienestar:
presupuestos éticos y políticos, Madrid, Fundación Universitaria Española, 2002; R. KINGOON,
“Social Welfare in Calvin’s Geneva”, American Historical Review, 76 (1971), 61-80; R. MUÑOZ
DE BUSTILLO (comp.), Crisis y futuro del Estado de Bienestar, Madrid, Alianza, 1989; G. A. RIT-
TER, El estado social, su origen y desarrollo en una comparación internacional. Madrid, Centro
de Publicaciones del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1991; A. SARASA, L. MORENO
(eds.), El estado de bienestar en la Europa del Sur, Madrid, CSIC/IESA, 1995; V. N. SING, G.
ANDERSEN, Los tres mundos del Estado de Bienestar, Valéncia, Edic. Alfons el Magnánim, 1993
y F. VIDAL FERNÁNDEZ (dir.), Exclusión social y estado de bienestar en España, Madrid. FUHEM,
D.L. 2006. También, de V. NAVARRO: Neoliberalismo y estado del bienestar, Barcelona, Ariel,
1997; Bienestar insuficiente, democracia incompleta. Sobre lo que no se habla en nuestro país.
Madrid, Anagrama, 2002, y (coord.) El estado de bienestar en España, Madrid, Tecnos, 2004.
20
Mª J. FUNES RIVAS, “Las organizaciones voluntarias en el proceso de construcción de la so-
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a la sociedad civil a la acomodaticia pasividad frente a los servicios so-


ciales del papá-Estado. Asimismo, el fenómeno de la globalización ha
puesto de relieve que la iniciativa social tampoco puede dejarse exclusi-
vamente en manos del segundo sector, que es el sector privado (el mer-
cado, el capital y los agentes económicos particulares), porque contamina
con sus intereses los servicios sociales. Por esta razón se ha apelado a la
ciudadanía en su conjunto, a la iniciativa social, como “tercer sector” que
lidere, o al menos intervenga significativamente, en los servicios sociales
en nombre de la autonomía del sector ciudadano y de la madurez de la
sociedad civil.
Esta intervención de la sociedad civil tiene una variada forma de
presentarse y denominarse. Son Organizaciones No Gubernamentales
(ONG), Organizaciones No Lucrativas (ONL), Sociedad Civil, ONGD
(Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo), Economía So-
cial, Cooperativas y Mutualidades, Asociacionismo Voluntario, Funda-
ciones y Asociaciones, Sector no Lucrativo, Empresas sin ánimo de Lucro
(ESAL), Entidades No Lucrativas (ENL).21 Por concretarlo más, podemos
decir que las ONG internacionales y nacionales con más presencia en la
sociedad española son Cruz Roja, Save the Children, Oxfam, Amnistía
Internacional, CARE, Caritas, Bancos de Alimentos, Médicos sin fronte-
ras, Acnur, Amnistía Internacional, Ayuda en Acción, etc.
Es difícil delimitar un perfil propio y precisar una actividad común
a todas las organizaciones y asociaciones que se agrupan bajo estas de-
nominaciones. Es un conglomerado de agrupaciones y movimientos con
múltiples elementos que los diferencian entre sí y donde es muy difícil

ciedad civil”, Sistema, 117 (1993), pp. 55-70; J. GARCÍA ROCA, y J.A. COMES BALLESTER, El vo-
luntariado como recurso social, Valencia, Bancaixa, 1994; N. GIL GARCÍA, “Iniciativa Social y
Voluntariado”, en VV.AA., Bienestar Social y Desarrollo de los Derechos Sociales. Jornadas de
Estudio y Planificación de la Acción Social, Salamanca, Ed. San Esteban, 1991; S. GINER, y S.
SARASA, “Altruismo cívico y política social”, Leviatan, 61 (1995), pp. 209-246.
21
A. GUTIÉRREZ RESA, Cáritas española en la sociedad del bienestar, 1942-1990, Barcelona,
Hacer, 1993; R. DE LORENZO GARCÍA, “Las fundaciones y el sector no lucrativo”, Tercer Sector.
Documentación Social, 103 (1996), pp. 217-228; J. L. MARTÍNEZ, “Las organizaciones no lucra-
tivas y la prestación de servicios” La ayuda internacional humanitaria: Su gestión. Boletín de
estudios Económicos, 153 (1994), pp. 405-415.
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establecer rasgos comunes. Una de sus características básicas es ser pri-


vadas, estar separadas institucionalmente del cualquier nivel guberna-
mental. Este criterio implica que la organización no ha de formar parte
del sector público (estatal, autonómico o local), ni ha de estar controlada
por éste. No significa, sin embargo, que la organización no pueda recibir
apoyo público, ni excluye que pueda haber funcionarios públicos en sus
órganos de gobierno.
Bien es verdad, que —como sucede en muchas de las propuestas
de la postmodernidad— puede latir aquí oculto un mensaje de ideología
liberales que trate de potenciar actitudes antiestatales. Esta teoría y praxis
del tercer sector no ha estado exenta de acusaciones de apoyo encubierto
a los sectores particulares de la Iglesia y otras iniciativas vinculadas a los
movimientos neoliberales que tratan de debilitar el papel del Estado en
las políticas sociales.
Como el problema fundamental que aquí nos ocupa es delimitar la
frontera entre lo público y lo privado dentro de este tercer sector, tratare-
mos de matizar los problemas que plantean en este sentido. El tercer sec-
tor no es Estado (es no gubernamental), ni es mercado (actúa sin ánimo
de lucro), y sin embargo cada vez son más las implicaciones que mantiene
con ambos. A veces, algunas de estas organizaciones funcionan como au-
ténticas empresas de servicios y sus características son más propias de
una empresa que de una ONG. También su carácter no gubernamental
admite matices, dada la progresiva vinculación de este tipo de organiza-
ciones al sector público, a través de la gestión indirecta de servicios y de
las subvenciones. En el extremo opuesto, podemos encontrarnos con or-
ganizaciones muy próximas al mercado, que a veces funcionan como em-
presas de servicios, con algún ánimo de lucro y de competencia en el
mercado. En similares circunstancias podemos considerar las cooperati-
vas sociales.
Su base fundamental es el voluntariado en cualquiera de sus for-
mas, obtienen una parte de sus ingresos en mayor o menor media de do-
naciones públicas o privadas, sus raíces están en la solidaridad y el
altruismo más o menos desinteresado, representan los intereses de colec-
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tivos o comunidades. Siempre son organizaciones privadas, están orien-


tadas hacia los demás y no se relacionan jurídicamente con la adminis-
tración pública. Son autónomas, disponen de sus propios órganos de
gobierno y no están controladas por entidades exteriores. Los sociólogos
han identificado entre sus funciones más importantes: mediación social,
sensibilización ciudadana hacia una mayor solidaridad colectiva, dina-
mización del tejido social, contribución a la organización de una sociedad
civil más pujante y activa, creación de redes de solidaridad, solución a
los fallos y efectos no deseados del mercado y del Estado.
La duda subsiste, pues, sobre si este fenómeno de la globalización
del voluntariado será capaz de invertir el deslizamiento de lo público
hacia lo privado. Los defensores de este proceso definen el tercer sector
como el formado por aquellas entidades de carácter voluntario que, sur-
gidas de la libre iniciativa ciudadana y reguladas de forma autónoma, per-
siguen por medio de la intervención en la política social contribuir a
aumentar los niveles de calidad de vida y bienestar a través de un progreso
social solidario. En la actualidad, la pluralidad de modalidades registradas
en el voluntariado ha diversificado el esquema del tercer sector y empieza
a especializarse transversalmente. En el tercer sector, finalmente, no im-
pera como en la beneficencia o en el Estado de Bienestar el efecto Mateo,
porque al ser voluntarios y sin ánimo de lucro, los asistentes no reciben
más beneficio que los asistidos.

La iniciativa privada en la evolución histórica de los sujetos asisten-


ciales

Hay que dar una nueva vuelta de tuerca a la historia de la pobreza y


la asistencia y contemplarla desde la economía de la sostenibilidad. Con-
viene emanciparla de las distorsiones que ha proyectado sobre ella la his-
toria económica clásica centrada en los sistemas productivos y en los
sujetos patriarcal y estatal. Hablamos de un nuevo enfoque más transversal
y cultural que ha de tener en cuenta diferentes perspectivas de la economía
como la informal, la social, la moral, la de las microfinanzas, la familiar o

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de unidad doméstica, la adaptativa, la de supervivencia, de la improvisa-


ción, la del cuidado. Dudando de la sostenibilidad desde arriba de los an-
tiguos sistemas cerrados que nos había dibujado la historia social y
económica clásicas, los historiadores actuales creen que hay que introducir
unos nuevos sujetos de la asistencia, como son la familia y la mujer, que
resultaron fenómenos históricos imprescindibles para que el sistema fuera
sostenible. Sin la aportación básica del sustento cotidiano de la familia,
en efecto, no habría sido sostenible la sociedad, ni el mercado laboral, ni
el orden social, ni la supervivencia de los segmentos más vulnerables.
La actual historiografía española se esfuerza por recuperar estos nue-
vos sujetos en la gestión de la pobreza y la asistencia privada. Los sujetos
asistentes más importantes en la historia no coinciden con los más estu-
diados y ponderados hasta aquí, como el Estado, la Iglesia, o la nobleza.
Por el contrario, figuran en cabeza los actores de la asistencia habitual-
mente olvidados dentro del esquema asistencial de la historiografía clásica.
Así sucede con aquellos que actúan desde abajo, como son el seno familiar,
las iniciativas voluntarias de solidaridad y los nuevos movimientos socia-
les. La economía de la subsistencia y los mecanismos de sostenibilidad
descubren la importancia de estos sujetos asistenciales olvidados.
Esta recuperación de nuevos sujetos asistenciales resulta especial-
mente necesaria para el análisis de la asistencia privada. Por ejemplo, en
la polémica sobre los asistentes a lo largo de los siglos XV al XIX, se ha
establecido que los primeros asistentes de tipo particular habían sido los
privilegiados del antiguo régimen, particularmente la Iglesia y la nobleza.
Nosotros hemos indicado otro sujeto intermedio para el siglo XIX: los
Ayuntamientos, no tanto como institución representante del Estado en la
autoridad local, sino como conjunto de gestores asistenciales represen-
tantes de los grupos burgueses que controlaban el poder local en las ca-
pitales. Pero no es aquí donde se produce la mayor novedad de sujetos
asistenciales privados, será principalmente en la familia.

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En efecto, la familia y la mujer se presentan ahora como nuevos su-


jetos prioritarios en la asistencia particular.22 Este sujeto asistencial no
había sido valorado a lo largo de las etapas moderna y contemporánea y
sigue siendo marginado en la actualidad. La recuperación de los aspectos
familiares, domésticos y domiciliares en la beneficencia es de capital im-
portancia para comprender que los papeles tópicos de la historia social
clásica se han invertido. No es que desde las instancias particulares se
haya evolucionado hacia la gestión pública de la pobreza y la asistencia,
al contrario, de hecho, ha sido la familia la que ha soportado el esfuerzo
básico de la asistencia y la que ha absorbido la mayor parte de los efectos
de riesgo de la pobreza. Incluso podría decirse que el Estado sólo ha en-
trado allí donde la familia no llegaba y que ésta ha sido subsidiaria del
Estado, cargando con el cuidado de los dependientes, de los extremos del
ciclo vital, de los expulsados o no integrados en los sistemas productivos.
Por tanto, para los historiadores se impone de manera imperiosa la recu-
peración de la familia como sujeto asistencial, incluso como ámbito y es-
pacio donde se reproduce y se reconduce la pobreza.
Y quien habla de la familia, o del ámbito doméstico como espacio
de gestión de la pobreza y la asistencia, habla de la mujer como protago-
nista del mismo. Por ello se hace también necesario recuperar otro sujeto
en el panorama historiográfico de la pobreza y la asistencia en España,
que es la mujer como soporte casi exclusivo de la gran carga asistencial
que pesaba sobre las sociedades históricas. Y no se trata sólo de incentivar
estudios de género relacionados con la pobreza y la asistencia, sino de
incluir el rol femenino en la manera general y habitual de estudiar los
problemas de la supervivencia social y superar las evidentes limitaciones

22
P. CARASA, “Las Familias garantizaron la viabilidad de las elites y la sostenibilidad de los
pobres”, Historia Contemporánea, 49 (2014), pp. 403-434; P. DOMÍNGUEZ PRATS, Mujeres espa-
ñolas exiladas en México (1939-1950), Madrid, Univ. Complutense, 1992; P. LASLET, R. WALL,
Household and Family in Past Time, Cambridge, CUP, 1972; L. LEWIS, “Gender and the Deve-
lopment of Welfare Regimes”, Journal of European Social Policy, 2 (1993), pp. 159-173; D.S.
REHER, La familia en España, pasado y presente, Madrid, 1996; CARMEN SARASUA, Criados, no-
drizas y amos, Madrid, Alianza, 1994; M. SEGALEN, Antropología histórica de la familia, Madrid,
Taurus, 1992.
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de los planteamientos patriarcales y de los presupuestos clásicos que sa-


caban fuera del sistema productivo los problemas de la necesidad social,
de la exclusión de género y sus remedios.
Si tratamos de medir la evolución histórica del papel de la familia
como sujeto asistencial privado, descubrimos que casi un tercio de la ac-
ción social total ha sido soportada en los siglos modernos y contemporá-
neos sobre los hombros de la familia como asistente informal. A ella
deberíamos agregar en el Antiguo Régimen la aportación de las fundacio-
nes formales de mayorazgos, sagas familiares y patronatos de sangre. La
familia ha actuado como colchón amortiguador que debía absorber todos
los huecos dejados por los demás asistentes. Además, hay que destacar que
el seno familiar no ha ejercido esta asistencia con unos recursos excedentes
dedicados a satisfacer necesidades ajenas, como hacían los demás asisten-
tes, sino con el ahorro y la penuria de su propio presupuesto cuya incapa-
cidad producía la pobreza que debía sostener. Aquí es donde realmente se
observa la importancia que tuvo la economía de la multitud, la economía
de la subsistencia, las estrategias de sostenibilidad que habían de adoptar
las economías familiares y la aportación imprescindible que realizó la fa-
milia para que fueran sostenibles los propios sistemas en su conjunto.
El papel de los poderes públicos como sujetos asistenciales ha sido
secundario. La aportación de estos poderes apenas llegó a significar una
quinta parte del esfuerzo asistencial total y sólo dos terceras partes de la
aportación asistencial que había hecho la familia. Si agregamos Corona,
Estado, región, provincia y municipio (de donde habría que restar los re-
cursos gestionados por Ayuntamientos y Diputaciones que en buena me-
dida procedían de la incautación de la iniciativa particular o eclesiástica),
alcanzamos poco más de un 20 por ciento, como promedio de la acción
social global de la iniciativa pública en España en cada uno de los siglos
XVI al XX. Se suele aceptar que un sistema asistencial no puede decirse
con propiedad modernizado y público hasta que lo estatal no genera al
menos la mitad de sus recursos, y en ese supuesto sólo en la última parte
del siglo XX ha superado el Estado este listón del 50 % de la acción social
total practicada en España, agregando todos los niveles de gestión pública.
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Más grave aún, durante toda la edad moderna y a lo largo del siglo XIX
y primera mitad del XX, la aportación de los poderes públicos a la asis-
tencia total fue prácticamente insignificante y no superó la décima parte
de todo el esfuerzo.
La cuota asistencial de la Iglesia también fue inferior al de la fami-
lia. La Iglesia por un lado y la iniciativa espontánea que generaron los
diferentes movimientos sociales de solidaridad desde abajo, ya fueran
modernos gremiales o contemporáneos sindicales, tienen un papel menos
importante. La cuota cubierta por la Iglesia institucionalmente fue inferior
a la de la familia y semejante a la del Estado, sólo que en evolución de-
creciente y no ascendente como la estatal. La participación de la Iglesia
fue decreciendo lentamente de más del 50% en la época moderna hasta
niveles de diez puntos porcentuales en la etapa contemporánea. Podría-
mos evaluar la aportación eclesiástica a la asistencia social en otra quinta
parte del total global, si no consideramos propiamente eclesiásticas las
obras pías, cofradías y fundaciones particulares, que deben agregarse más
a la iniciativa particular y de voluntariado desde abajo que a la acción
institucional de la Iglesia desde arriba.
El otro agente asistencial que nos falta por contemplar es el menos
visualizado por la historiografía clásica y el más atractivo para los nuevos
planteamientos de la perspectiva desde abajo: nos referimos a la solida-
ridad espontánea desde abajo. Es la iniciativa popular y colectiva, apre-
ciada por los planteamientos de la economía de la multitud, de la
economía moral, de la economía de supervivencia. Este actor asistencial
suele evidenciar estrategias económicas de subsistencia y refleja un me-
canismo casi automático de sostenibilidad. Y no ha sido una aportación
baladí a lo largo de la historia, porque si, a los movimientos informales
de las fundaciones privadas y el voluntariado, sumamos los movimientos
sociales formales de cofradías y gremios en la etapa moderna y los sin-
dicales y las asociaciones particulares en la etapa contemporánea, alcan-
zamos valores próximos a una cuarta parte del esfuerzo total asistente.
La evolución de la asistencia familiar podríamos situarla en una po-
sición elevada y constante superior al 35% del total a lo largo del periodo
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moderno y contemporáneo. Sólo con la implantación del Estado del Bien-


estar, en la segunda mitad del siglo XX, ha descendido, pero muy ligera-
mente, puesto que incluso la última ley de dependencia española vuelve
a hacer recaer en los hombros familiares la mayor parte del peso asisten-
cial de los dependientes. La familia ha sido el soporte estable por defecto
que venía a cubrir todas las carencias y déficits de los restantes actores,
podríamos decir que no tuvo una misión específica y especializada, sino
que estaba siempre ahí cumpliendo una especie de ley de subsidiariedad
al revés, la familia se veía obligada a atuar cuando los poderes públicos
y la Iglesia no llegaban a asistir a las necesidades de sus súbditos. O,
dicho de otra forma, el Estado y la Iglesia sólo asistían cuando la familia
no era capaz de asegurar la subsistencia de los activos y los dependientes
en su seno, como ha ocurrido durante la mayor parte de la historia. Es en
este sujeto donde se producen los reacomodos y estrategias de sostenibi-
lidad más apreciables, colchones amortiguadores y acciones de subsis-
tencia que hacen que se aseguren unos mínimos gracias a los cuales el
sistema funcione. Acuden a subvenir necesidades allí donde era impres-
cindible para las estrategias de supervivencia de grupos y colectivos po-
pulares, y lo hacían justamente en los espacios y momentos en los que
los otros poderes públicos o eclesiásticos no llegaban. En la actual crisis
el colchón familiar, con la particularidad de la aportación de las pensiones
de los abuelos, ha salvado el drama de cinco millones de parados, que
son los pobres actuales.
El segundo sujeto asistencial más importante de la historia española
fue la Iglesia, pero con valores (menos del 30%) inferiores a los de la fa-
milia. La evolución de la acción de la Iglesia también ha sido constante,
con una trayectoria que experimenta un descenso más pronunciado que
el de la familia en los siglos contemporáneos. Es de notar que su caída es
muy leve en el XIX, se recupera en el segundo tercio del siglo XX (du-
rante el Franquismo), y no se deprime por debajo del 10% hasta la Tran-
sición democrática, ya en el último tercio del siglo XX. En esta evolución,
más aún que en la de la familia, es donde se percibe que el espacio que
ocupará el poder público es el que abandona la acción eclesiástica. Dicho

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de otra manera, sólo engrosa el sector público cuando adelgaza el ecle-


siástico, porque la invasión de la Iglesia ha sido tal vez el principal freno
a la modernización y acción pública estatal en la asistencia española.
La siguiente línea de fuerza de esta evolución la marca el poder pú-
blico, como tercera fuerza asistencial en el periodo que comentamos. Este
sujeto no es homogéneo a lo largo del tiempo analizado, comienza con la
Corona que durante toda la época moderna tiene una actividad casi mar-
ginal, sigue luego el municipio y la provincia en el siglo XIX, y final-
mente en el último cuarto del siglo XX entra la comunidad autónoma
como gestor de los servicios asistenciales. Hay que decir que la titularidad
propiamente dicha estatal de la asistencia, es decir, de la administración
central, ha sido casi siempre muy limitada, han sido los otros niveles ad-
ministrativos, el local, el provincial y el regional, los verdaderos actores
de lo público. Incluso cuando se impone la presencia cuantitativa del
poder público en el siglo XX, subsiste aún una percepción del Estado-
Providencia, que prosigue la cultura asistencial tradicional sustituyendo
a la Iglesia por el Estado, y que de alguna forma frena el proceso de im-
plantación del Estado del Bienestar.
En conjunto, la aportación de la iniciativa pública apenas ha alcan-
zado una quinta parte de toda la asistencia moderna y contemporánea. Es
evidente que su papel ha ido creciendo a lo largo de los siglos XVIII, XIX
y XX, pero demasiado lentamente y siguiendo un camino lleno de retrasos
e incluso retrocesos. Hasta el último tercio del siglo XX, con la implan-
tación del Estado del Bienestar, no puede decirse que el Estado sea el
principal actor de la asistencia en España. Es de subrayar el retraso que
este sujeto asistencial experimenta en el siglo XIX y en los dos primeros
tercios del XX, cuando en otras latitudes occidentales ya se había puesto
a la cabeza de esta actividad a fines del ochocientos. Probablemente este
retraso público junto con el protagonismo familiar y la persistencia de la
Iglesia sean las tres características más salientes de nuestra historia social
y los factores más determinantes que están influyendo en los retrasos y
peculiaridades que el Estado del Bienestar ha tenido en España.

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LA ASISTENCIA SOCIAL PRIVADA EN LA ESPAÑA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA 283

La última fuerza asistencial que debemos identificar en esta evolu-


ción es la de la solidaridad desde abajo.23 Denominamos así a una serie de
movimientos espontáneos de la sociedad que han protagonizado acciones
asistenciales entre los grupos populares, artesanales o incluso de origen
religioso (no eclesiásticos), como socorros mutuos, gremios, cofradías,
obras pías, más tarde sociedades de damas, asociaciones y movimientos
informales, posteriormente los mismos sindicatos, cajas rurales, coopera-
tivas, etc. Su evolución ha marcado un sentido descendente, desde su pro-
liferación en la sociedad barroca, hasta disminuir en el siglo XIX con la
decadencia de gremios y cofradías, y remontar luego con la aparición de
los sindicatos y más adelante con las cooperativas, la organización de los
voluntariados y las actuales ONG. Su participación ha podido oscilar en
torno al 15% del total, pero su presencia ha tenido diferentes significados
en cada etapa. En la época moderna representó la solidaridad desde abajo
como respuesta a la autosubsistencia, y en la contemporánea es el movi-
miento del tercer sector quien toma el relevo a los sectores público y par-
ticular en forma de voluntariado y organizaciones no gubernamentales.

El efecto Mateo y los intereses de los asistentes privados y públicos

Dicen los expertos que el efecto Mateo está presente tanto en la asis-
tencia privada como en el Estado de Bienestar. En todo servicio social
prestado —como recuerda la cita evangélica de San Mateo cap.13,
vers.12— debe reconocerse un hecho fundamental previo, que todo acto
asistencial produce mayores beneficios a los asistentes que a los asistidos,
que el Estado de Bienestar genera réditos electorales para los políticos que
lo gestionan, y que proporciona acomodado modo de vida para los profe-
sionales y funcionarios que viven asalariados de él. De no ser así, de no
producirse este efecto, no seguiría activo. Esta es otra consecuencia de la

23
S. CASTILLO (ed.), Solidaridad desde abajo: trabajadores y socorros mutuos en la España
contemporánea. Madrid, Centro de Estudios Históricos, 1994; L. FONTAINE y J. SCHLUMBOHM,
(ed.), Household Strategies of Survival, 600-2000: Fission, Faction and Cooperation, Cambridge,
CUP, 2000.
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concepción relativa, ahora no de la pobreza, sino de la asistencia que se


convierte en imagen y prestigio para el benefactor, en mérito de gobierno
para unos y modo de vida para otros. El Estado de Bienestar (educación,
sanidad, seguridad social y dependencia, familia, empleo, servicios socia-
les) representa el 54% del presupuesto del Estado español en 2015.
Han insistido en particular sobre este aspecto los estudios de Sandra
Cavallo (1991 y 1995), tanto desde el punto de vista teórico e historio-
gráfico como en su modélica investigación sobre el sistema asistencial
de Turín en la larga duración, entre los siglos XV y XVIII. Cavallo con-
sidera insuficiente explicar las transformaciones en la asistencia, bien
como respuesta de las autoridades civiles y eclesiásticas a la presión de
la “demanda”, es decir, al aumento tendencial de la pobreza y su particular
agravamiento en coyunturas críticas, bien como resultado de cambios re-
ligiosos y culturales (el influjo de las órdenes mendicantes en la Baja
Edad Media, el humanismo y la Reforma, la piedad contrarreformista o
la secularización de las mentalidades en el siglo XVIII). Por ello propone
introducir una tercera dimensión, la de los significados que la caridad
tenía para los benefactores.
Se trata de entender la caridad como una “gestión de recursos sim-
bólicos y forma de poder social”, aplicando efectivamente en el análisis
la idea de que los cambios en la asistencia pudieron responder en ocasio-
nes, no tanto a las necesidades de ayuda y protección por parte de los po-
bres, como a las de ostentación y prestigio social de sus benefactores.
Aunque los argumentos de Sandra Cavallo deberían ser contrastados con
nuevas investigaciones locales y particularmente españolas, su interés re-
side en haber fundamentado, con solidez teórica y empírica, la conside-
ración de variables que han desempeñado hasta la fecha un papel muy
secundario en los estudios sobre pobreza y asistencia. Lo que este enfoque
nos obliga a tener en cuenta es que la multiplicación de iniciativas asis-
tenciales no fue siempre resultado directo de la necesidad apremiante de
los pobres ni de las sólidas convicciones religiosas de los donantes, sino
que también fueron resultado de tensiones y conflictos entre sectores de
las elites, traducidos en luchas por el gobierno local y en competencia
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por el prestigio social, así como de enfrentamientos entre poderes políti-


cos diversos, como el municipal y el monárquico. La evolución de los
sistemas asistenciales reflejaría, así, tanto transformaciones en la relación
entre benefactores y asistidos, poderosos e indigentes, como conflictos
en el seno de las propias clases dominantes, dirimidos a través de enfren-
tamientos por la erección y control de instituciones caritativas. En el tras-
fondo de estas tensiones subyace también la disputa por la rentabilidad
del efecto Mateo.

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Apéndice sobre instituciones caritativas, benéficas y asistenciales en


España

El legado de la asistencia medieval


- La práctica eclesiástico-institucional
! Los Prelados en el entorno urbano y catedralicio
! Los Monasterios en las rutas y valles rurales
! Los gremios y cofradías
- La práctica de los privilegiados y particulares
! Las creaciones de los nobles
! Los establecimientos vinculados a los pequeños mayorazgos
- Los tipos de asistencia practicada
! Asistencia material: Pías almoinas, fundaciones de socorros
! Asistencia moral: dotes a huérfanas, padre de huérfanos, abogado de po-
bres, escuelas, cátedras
! Proliferación de hospitales y albergues, primero en las catedrales y luego
en la ruta jacobea
Los hospitales
! Los hospitales de peregrinos
! Las fundaciones hospitalarias monásticas
! Los hospitales nobiliarios
! Los hospitales reales
! Las creaciones de patricios locales
Las instituciones de la caridad particular
! Obras Pías (socorros, dotes, docentes)
! Cofradías y socorros mutuos
! Arcas de Misericordia y Pósitos
Los hospicios y las casas de expósitos
! Casas de Misericordia
! Casas de Expósitos (Inclusas, hijuelas)
! Hospicios
Las instituciones de la asistencia liberal
! Reconversión de viejos recursos: municipalización de patrimonios des
amortizados
! Beneficencia Municipal: docencia, sanidad, medicinas, repartos de alimentos
! La beneficencia domiciliaria
! Los trabajos de invierno en los ayuntamientos

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! La moralización por el ahorro: Montes de Piedad y Cajas de ahorro


! La protección a la maternidad e infancia: maternidad, gota de leche, casas
cuna
! Las sociedades de socorros mutuos: solidaridad desde abajo
! Las tiendas asilo, cocinas económicas, roperos, dispensarios
! Aparición de instituciones especializadas a ciegos e impedidos
Los padrones de pobres y el control de la beneficencia municipal
! El control de los riesgos urbanos y el proteccionismo de la ciudad
! El espacio urbano se sobrepone frente al rural
! El espacio laboral se cuida como medio de arraigo
! El espacio doméstico y de vecindad se intensifica frente al público de la
calle
! El espacio familiar se refuerza con atención domiciliaria
! El espacio individual se cultiva con la educación
! El espacio privado personal se vigila con el control de los comportamientos
! Recursos en manos de las burguesías locales, sin estar tranferidos al Estado
ni redistribuir fiscalmente recursos públicos
Efectos indirectos de la beneficencia liberal en la sociedad
! Sobre la configuración del urbanismo
! Sobre la familia y su sentido en la sociedad burguesa
! Sobre la organización y dotación institucional de la educación
! Sobre la organización institucional de la sanidad
! Sobre los controles públicos del orden, origen de alguaciles
! Sobre las estrategias de control social frente a la conflictividad
! Sobre la configuración de los servicios municipales
! Sobre la profesionalización de los roles femeninos
Las instituciones de la asistencia social de la Restauración
! Continuación de hospitales, hospicios, expósitos, gotas de leche
! La Comisión y el Instituto de Reformas Sociales
! La organización de los Hospitales Provinciales
! La aparición de sanatorios antituberculosos
- La proliferación de órdenes religiosas asistentes
! Conferencias de San Vicente de Paúl
! Asociaciones Parroquiales de Caridad
! Juntas de Señoras
! Congregaciones de Damas de la Caridad
! Hermanitas de los Pobres
! Hermanitas de los Ancianos Desamparados

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288 PEDRO CARASA

! Hijas de la Caridad (enfermos)


! Hermanos y Hermanas Hospitalarios de San Juan de Dios (dementes)
! Siervas de María (visita domiciliaria)
! Adoratrices del Santísimo Sacramento (rehabilitación de jóvenes “extravia-
das”)
- El paso de la beneficencia a la asistencia en el primer tercio del siglo XX
! Los restos de la beneficencia y su rentabilidad social en la Restauración
! El deterioro del protagonismo municipal en la asistencia
! La expansión de la dimensión provincial de la beneficencia
! La recuperación de la iniciativa particular en la beneficencia
! La nueva apuesta asistencial a favor de las Órdenes Religiosas
! Las nuevas fundaciones privadas de indianos y familias particulares
- El nacimiento de la previsión social
! Se potencia la débil organización mutualista heredada
! La creación del Instituto Nacional de Previsión en 1908
! Las Cajas de Previsión
! Los Patronatos de Previsión Social
! La atención a la vejez, Seguro de la Vejez, obligatorio en 1921 y los home-
najes a la vejez
! El subsidio y seguro de maternidad en 1923
Avance institucional modernizador de la II República que consolida la Asistencia
Social pública
! Los primeros intentos de ayuda al trabajo y al paro forzoso
! El gigantesco esfuerzo por el extender el sistema educativo general
! Se consolida la previsión durante la II República
! El inicio de la terminología y la realidad de la Asistencia Social
! La aparición del seguro de enfermedad a inicios de 1931
! Los seguros de accidentes de trabajo
! Creación de la Caja Nacional contra el paro forzoso (1931)
Quiebra, retroceso y lenta recuperación de la asistencia privada bajo el Fran-
quismo
- La experiencia asistencial durante la Guerra Civil
! El primer precedente de inspiración alemana: Auxilio de Invierno
! La Obra Social del Auxilio Social (octubre 1936)
! El Fondo de Protección Benéfico-Social, Día del Plato Único

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LA ASISTENCIA SOCIAL PRIVADA EN LA ESPAÑA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA 289

- El paternalismo del Auxilio Social en la postguerra


! Reestructuración de la beneficencia tradicional en la postguerra
! Beneficencia mixta y Asistencia Social Pública: central, provincial y muni-
cipal
! La Previsión Social en el Franquismo, voluntaria primero y obligatoria des-
pués
- Politización del Servicio Social en la Sección Femenina
- Recuperación de la Seguridad Social en el desarrollismo de los años 60
! Aparición del marco integrador de la Seguridad Social desde los 1960
! Ley de Bases de la Seguridad Social
! Integración de los seguros la Sanidad, Asistencia Social y Servicios Socia-
les en ese marco
! Equipamiento Social Cultural y Educativo en el tardo-franquismo
Sistema público central y autonómico del Estado del Bienestar en la democracia
! El sistema nacional de salud gratuito y universal
! El sistema nacional de enseñanza gratuita y obligatoria
! El sistema nacional de seguridad social no retributiva
! El sistema nacional de servicios sociales
! El reparto de competencias sociales entre el Estado y las Autonomías

Fuentes
! Archivos de numerosos Hospitales particulares y municipales.
! Fondos de Beneficencia de varios Archivos de las Diputaciones provin-
ciales.
! Fondos de Beneficencia de varios Archivos Históricos Provinciales
! Fondos de Beneficencia del Archivo Histórico Nacional y del Archivo
General de la Administración de Alcalá. Colección Legislativa de España.

Estudios de Historia de España, XIX (2017), pp. 255-290

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