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Surge entonces una crisis sobre la moral como consecuencia de la invención del
pecado en las religiones por lo que se acude a la deconstrucción de la moral que solo
pretende evitar la irracionalidad. Por lo anterior, en sus presupuestos, Nietzsche
menciona a Dios como una forma de separación de sí mismos, así que afirma que “ la
muerte de Dios” permite que los individuos se enfrenten por sí solos a la búsqueda
de respuestas.
Por otro lado, se debe reconocer que la moral se transfiere a través de un recorrido
histórico y por medio de un proceso se instaura en la conciencia del ser humano, por
lo tanto se debe mitigar la noción del carácter prescriptivo de la moral, pues las ideas
no vienen preestablecidas. En contra posición a la crítica referida por el autor, este
construye una idea sobre la moral, basada en la dependencia de impulsos que
conllevan a la conservación, a la exploración e intención del placer y a la disminución
del dolor. Los valores morales serían la libertad, la potencia, la dominación, la fuerza,
la alegría, entre otros., que conducen a una alternativa que denominó el “nihilismo”,
lo que constituye el ir pensar más allá del bien y del mal, a admitir y no huir de lo
que la vida le presenta, es decir, aciertos o desaciertos , pero también a experimentar
el caos y el poder. Una vez superado el nihilismo, las personas pueden llegar a ser el
“superhombre”, es decir, vivir en libertad y evitando las cadenas morales y religiosas.
Esta noción antropológica Nietzscheana sugiere que las personas tienen la capacidad
de crear sus propios valores pero también de reconocer que podría estar en peligro
y recaer sobre la carga del peso moral tradicional. Cabe mencionar que Nietzsche se
contrapone a los ideales Kantianos basados en una teoría ética deontológica, es
decir, formulada desde el deber que obedece a la ley moral, y brinda una versión que
se transforma del deber al querer o el “yo -quiero” en tanto las personas se
cuestionan, dejan de obedecer ciegamente y se pasa de la sumisión a la voluntad de
poder que existe en cada cuerpo.
Por otra parte, refiere una dualidad entre lo apolíneo y lo dionisiaco, entendidos
como impulsos opuestos. El primero, lo relaciona con la armonía, la mesura, el orden
y los límites mientras que el segundo, se vincula con el entusiasmo desmedido, el
disfrute y la ruptura de barreras, por tanto, el ser humano que actúa como Apolo, se
constituye de forma autónoma y responsable d e sí mismo (Pozas, 2008).
Referencias
Pozas, A. (2008). Ética dionisíaca: La rebelión filosófica del siglo XIX. Revista Realidad
117 ( ), 395-409.