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LA TEORÍA DE LA JUSTICIA COMO BASE PARA LA FORMACIÓN DEMOCRÁTICA EN EL ÁMBITO

ESCOLAR

EDISSON DÍAZ SÁNCHEZ


ED José Félix Restrepo
Correo electrónico: ediazs@educacionbogota.edu.co
Resumen

La presente ponencia pretende realizar una propuesta de aplicación de la Teoría de la


Justicia a los entornos escolares, a partir del desarrollo de la formación democrática en los actores
de la comunidad educativa como ejercicio que permitirá mejorar los procesos sociales, económicos,
políticos y culturales de las sociedades. Dicha propuesta está sustentada en los postulados de
diversos autores, tanto de la educación para la democracia como de la Teoría de la Justicia.

Palabras clave: formación para la democracia, teoría de la justicia, educación, entornos


educacionales (Tesauro de Ciencias Sociales de la Unesco).

Introducción

El desarrollo de la democracia y la convivencia escolar en los entornos educativos, hoy en día


demanda, no sólo un esfuerzo por parte de la comunidad educativa, sino de la sociedad en general;
particularmente por los procesos socio-políticos que vivencia nuestra nación en medio del conflicto
armado interno. De este modo, diferentes autores, han planteado un cambio en las dinámicas
políticas que involucran a los diversos actores que hacen parte del acto educativo. Así, surge la
propuesta de incorporar en el campo educativo la Teoría de la Justicia, como una apuesta para
ampliar la democracia participativa en los centros de formación y por ende mejorar la comunicación,
la convivencia y el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Con base en lo anterior, para una mejor comprensión de este ejercicio académico, el escrito
se estructura en tres apartados: el primero, plantea una serie de problemáticas sobre la situación
socio-económica de nuestro país a partir del informe del año 2013 del Programa de la Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD); el segundo, esboza los trazados generales de la formación para
la democracia y la ciudadanía, basado en los aportes de escritos relacionados con la temática

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presentada y algunos teóricos contemporáneos de la Teoría de la Justicia y por último; se enuncian
algunas conclusiones de este escrito.

Metodología

Al ser un trabajo derivado de una investigación documental, la metodología utilizada es de revisión


bibliográfica, con base en la técnica de exploración de fuentes documentales, donde a partir de una
selección de textos relacionados con el tema de indagación, se analizan los preceptos fundantes de
este escrito y se asume una postura filosófica, analítica y crítica al concepto de Teoría de la Justica y
su materialización el nuestro contexto de la formación para la democracia y la ciudadanía en los
entornos educativos.

De esta manera, dentro de los estudios cualitativos se plantea la necesidad de acceder,


conocer, manejar, interpretar y analizar documentos de todo tipo, que hacen parte de la estructura
organizativa y/o histórica de las organizaciones, las instituciones, los grupos y los seres humanos
que hacen parte de la investigación (Valles, 1999).

La utilización de los documentos, permiten tener a disposición una fuente sistematizada de


información de la población objeto de la investigación, en los cuales se puede obtener conocimientos
acerca de los procesos que dan identidad a esta. Su interpretación y análisis permitirán contrastar,
verificar, ampliar, nutrir y dar validez a las informaciones obtenidas por otras técnicas de recolección
de información utilizadas durante el proceso de la indagación.

Con base en lo anterior, la utilización de dichas fuentes documentales, tanto textos impresos
como virtuales, en la presenta ponencia sirven como insumo para conocer, procesar, profundizar,
complementar y evaluar la información de base sobre la aplicación de la Teoría de la Justicia en el
campo educativo.

Planteamiento de la problemática de la investigación

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Anualmente, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo publica un informe de cada uno
de los países miembros, sobre los resultados en materia de desarrollo humano, que es un indicador
acerca de los niveles de avance o retroceso en materia de calidad de vida y necesidades básica
satisfechas de los pobladores de los Estados. Con base en lo anterior, en este primer apartado, se
realiza una breve panorámica de los indicadores más sobresalientes sobre este informe en el año
2013 y la comparación del Estado colombiano con otras naciones, para determinar que aunque
nuestra república ha mejorado en algunos aspectos, todavía falta avanzar en muchos aspectos; por
consiguiente, mientras exista pobreza, hambre, injusticia social y económica, bajos niveles de
acceso, permanencia y graduación en el campo educativo (entre otras precariedades), las
manifestaciones de violencia, dentro y fuera de las aulas de clase, seguirán afectando los entornos
escolares (Acevedo & Restrepo, 2005).

Panorama general del desarrollo humano

El concepto de desarrollo humano, ha sido debatido recientemente por varios teóricos de diversas
disciplinas como la economía, la sociología, la antropología, la filosofía, la política, la teoría política,
entre otras. Según Amartya Sen (2000), este término tiene sus orígenes en el pensamiento de los
clásicos griegos, especialmente el de Aristóteles, quien “consideraba que alcanzar la plenitud del
florecimiento de las capacidades humana es el sentido y fin de todo desarrollo” (Rojas Mullor, 2011,
p. 15). La organización mundial que ha hecho hincapié en este concepto ha sido el Programa de la
Naciones Unidas para el Desarrollo (2013), quien entiende que

El desarrollo humano es el proceso por el que una sociedad mejora las condiciones
de vida de sus ciudadanos a través de un incremento de los bienes con los que
puede cubrir sus necesidades básicas y complementarias, y de la creación de un
entorno en el que se respeten los derechos humanos de todos ellos. También se
considera como la cantidad de opciones que tiene un ser humano en su propio
medio, para ser o hacer lo que él desea ser o hacer. El Desarrollo Humano podría
definirse también como una forma de medir la calidad de vida del ser humano en el
medio en que se desenvuelve. (Informe sobre Desarrollo Humano 2013, “El ascenso
del Sur: Progreso humano en un mundo diverso”, p. 23)
Con base en la anterior definición, que propone hoy en día el PNUD sobre el desarrollo
humano, se pueden distinguir un redireccionamiento del mismo, debido a que hace unos años,

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cuando en los noventas estos informes se empezaron a publicar, su visión era más economicista,
perspectiva que actualmente se vuelve más humanista. Este nuevo enfoque del desarrollo humano
tiene sus bases en la Teoría de la Justicia, la cual según Sen (2011), históricamente ha planteado
dos enfoques modernos, contemporáneos y opuestos. Por un lado, se encuentra el institucionalismo
trascendental que está representado por intelectuales clásicos como Thomas Hobbes, John Locke,
J.J. Rousseau e Immanuel Kant y recientemente por John Rawls, Ronald Dworkin, David Gauthier y
Robert Nozick. Por el otro, está el enfoque de las capacidades desarrollado por notables académicos
como Adam Smith, Condorcet, Bentham, Wollstonecraft, Marx y Mill y actualmente por Amartya Sen,
Martha Nussbaum, Sabina Alkire, Enrica Chiappero-Marinetti, Flavio Comin, David A. Crocker, Reiko
Gotoh, Mozaffar Qizilbash, Jennifer Prah Ruger, Ingrid Roybens, Tania Burchardt y Polly Vizard.

El enfoque del institucionalismo trascendental, utilizado tradicionalmente en las


organizaciones del Estado contemporáneo hasta hace pocos años y base en los inicios de los
estudios de desarrollo humano, está sustentado en un llamado “contrato social” o llamado también
pensamiento contractualista, el cual se caracteriza por

Primero, concentra su atención en lo que identifica como justicia perfecta… Intenta


tan solo identificar las características sociales que no pueden ser sobrepasadas
desde el punto de vista de la justicia. … Se dedica de manera primaria a hacer
justas las instituciones, por lo cual no se ocupa directamente de las sociedades
reales. (Sen, 2011, p. 38)
Uno de los máximos representantes de este enfoque, es el filósofo estadounidense John
Rawls, quien en su texto de la “Teoría de la Justicia” (1971), expone la justicia como pilar
fundamental de este llamado contrato social. Para Rawls, la justicia debe estar basada en dos
principios:

Primero: Cada persona ha de tener un derecho igual al esquema más extenso de


libertades básicas que sea compatible con un esquema semejante de libertades
para los demás… Segundo: Las desigualdades sociales y económicas habrán de
ser conformadas de modo tal que a la vez que: a) se espere razonablemente que
sean ventajosas para todos, b) se vinculen a empleos y cargos asequibles para
todos. (1999, Pp. 67-68)
Son los principios que las personas libres y racionales interesadas en promover sus propios
intereses aceptarían en una posición inicial de igualdad. Estos principios han de regular todos los
acuerdos posteriores; especifican los tipos de cooperación social que se pueden llevar a cabo y las
formas de gobierno que pueden establecerse. A este modo de considerar, Rawls lo denomina justicia

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como imparcialidad, donde el Estado es el primer garante de los derechos de los ciudadanos y estos
se comprometen a cumplir las leyes, en un proceso de autonomía y libertad.

En contraposición a este tipo de planteamientos, recientemente ha surgido un grupo de


teóricos que se sitúan, según Sen y Nussbaum, en el enfoque de las capacidades, el cual está en
estrecha relación con la actual definición que propone el PNUD, sobre desarrollo humano.

El enfoque de las capacidades, especifica nuevas formas de medir el progreso en una


sociedad que no sólo se debe orientar al aumento del PIB o el ingreso per cápita, sino en pensar en
lo que la gente puede ser o hacer. Las capacidades humanas significan la libertad sustancial o real
de las personas para poder elegir vidas, las cuales tengan sentido para ellos mismos en áreas que
como la salud, la longevidad, la integridad del cuerpo, el desarrollo de su imaginación, de sus
sentidos a través de la propia educación, de las artes y las oportunidades de la libertad, de
expresarse y de desarrollar su propio discurso a áreas específicas de las razones; es decir, los
individuos tienen una libertad que tiene sentido para que encaje sus vidas (Nussbaum, 2006).

Teniendo en cuenta que actualmente, el enfoque de las capacidades es el fundamento


teórico y epistemológico bajo el cual se estudia el desarrollo humano en los diferentes países del
mundo, se analizará el caso particular de nuestro país frente a este concepto, a partir del último
informe publicado por el PNUD.

Para nadie es un secreto saber que Colombia y gran parte de los llamados “países en vías
de desarrollo”, atraviesan por una serie de dificultades que se pueden analizar desde el ámbito
económico, social, político y cultural, entre otros. Desde el año 1990, el PNUD ha generado una
serie de informes anuales sobre el desarrollo a nivel mundial y por países, sus tendencias y políticas,
que han servido de base para formulación de políticas públicas, programas, proyectos y acciones
para mejorar la calidad de vida de los habitantes del planeta y de las naciones. El Informe sobre
Desarrollo Humano 2013: “El ascenso del Sur: Progreso humano en un mundo diverso”, señala un
avance en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de la gran mayoría de los 186 países del mundo
que hacen parte de este estudio, especialmente en temas relacionados con educación, salud e
ingresos; aunque se aclara que existe dentro de las mismas regiones y continentes desigualdades y
diferencias en los ritmos de crecimiento por países. De igual forma, se señala que

El Informe 2013 identifica cuatro áreas específicas de enfoque para sostener el


impulso del desarrollo: mejora de la igualdad, incluida la dimensión de género;

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dotación de voz y participación a los ciudadanos, incluidos los jóvenes;
confrontación de presiones ambientales; y manejo del cambio demográfico.
(Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2013, pág. 6)
En términos generales, según este informe, nuestro país se encuentra en una clasificación
satisfactoria de desarrollo humano alto, el cual ha ido mejorando con los años, ya que en 1990 el
IDH era del 0,60 y al 2012 ascendió al 0,719. En la tabla 1 se puede observar que el Estado con el
mejor posicionamiento es Noruega, no sólo a nivel continental europeo sino mundial; a continuación
se ubica Australia a nivel de planetario y del continente de Oceanía; en América el mejor posicionado
es Estados Unidos con el tercer lugar a nivel mundial, y en Suramérica es Chile con el puesto
cuarenta; en Asia, con la posición diez a nivel internacional es Japón y en África el mejor es Libia
con el posicionamiento sesenta y cuatro; Colombia se encuentra en el puesto noventa y uno. El
último país es Níger del continente africano.

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Tabla 1. Cuadro sobre Desarrollo Humano de algunos países del mundo en el 2013

Clasificación según IDH IDH Esperanza Años Años INB Clasificació IDH no
de vida al promedio esperados per n según referido
nacer de de capita a
el INB per
(años) escolaridad escolarida l (PPA ingresos
cápita
(años) d (años) en US
de menos la

2005) clasificación

según el
IDH
2012 2012 2010 2011 2012 2012 2012 2012
Noruega: 1 (desarrollo humano muy alto) 0,955 81,3 12,6 17,5 48,688 4 0,977
Australia: 2 (desarrollo humano muy alto) 0,938 82,0 12,0 19,6 34,34 15 0,978
Estados Unidos: 3 (desarrollo humano muy alto) 0,937 78,7 13,3 16,8 43,480 6 0,958
Japón: 10 (desarrollo humano muy alto) 0,912 83,6 11,6 15,3 32,545 11 0,942
Chile: 40 (desarrollo humano muy alto) 0,819 79,3 9,7 14,7 14,987 13 0,863
Libia: 64 (desarrollo humano alto) 0,769 75,0 7,3 16,2 13,765 -8 0,791
Colombia: 91 (desarrollo humano alto) 0,719 73,9 7,3 13,6 8.711 -6 0,751

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Níger: 186 (desarrollo humano bajo) 0,304 55,1 1,4 4,9 701 -4 0,313

Fuente: Informe sobre Desarrollo Humano 2013. El ascenso del Sur: Progreso humano en un mundo diverso : Pp. 144-147

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La tabla comparativa 1, señala que en términos de componentes de medición del IDH por
países, Colombia está en la mitad de los 186 estados, pero se ubica en un nivel alto. Haciendo un
paralelo entre el mejor país, nuestro Estado y el último de la clasificación de IDH, se puede decir que
Noruega aventaja ampliamente a Colombia en todos los ítems de evaluación, pero que en
comparación con Níger estamos mucho mejor, a excepción del INB per capital.

El estudio termina señalando algunas recomendaciones para avanzar en el desarrollo


humano de todos los pueblos del planeta:

a) El aumento de la fortaleza económica del Sur debe estar acompañado por un


pleno compromiso con el desarrollo humano
b) Los países menos desarrollados pueden aprender y beneficiarse del éxito de las
economías emergentes del Sur
c) Nuevas instituciones y asociaciones pueden facilitar la integración regional y las
relaciones Sur-Sur
d) Una mayor representación del Sur y de la sociedad civil aceleraría el progreso en
lo que respecta a los principales desafíos mundiales
e) El ascenso del Sur presenta nuevas oportunidades para alcanzar un mayor
suministro de bienes públicos (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo,
2013, Pp. 120-122)

En este mismo escenario, el PNUD ha planteado para el 2015 los Objetivos de Desarrollo
del Milenio (ODM), los cuales pretenden mejorar la calidad de vida de todos los habitantes del
planeta y de desarrollo humano de los países. A continuación se mencionan

1) Erradicar la pobreza extrema y el hambre


2) Educación básica para todos
3) Igualdad de oportunidades para el hombre y la mujer
4) Reducir la mortalidad infantil
5) Mejorar la salud en la maternidad
6) Avanzar en la lucha contra el VIH y otras enfermedades
7) Asegurar un medio ambiente sano y seguro
8) Lograr una sociedad global para el desarrollo (Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo, 2014, pág. 6)

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Este estudio señala que Colombia ha realizado algunos esfuerzos en materia de políticas
públicas para alcanzar los ODM, entre los cuales se cuenta la reducción de la pobreza en un 7%; la
cobertura y gratuidad en la educación básica y media para todos los niños y jóvenes del país ha
mejorado; la disminución de la tasa de desempleo en un 6%; la tasa de mortalidad infantil descendió
sustancialmente; entre el año 2005 y 2011 se han reforestado 174 mil hectáreas; de igual forma se
ha reducido la muerte de mujeres en estado de embarazo; la prestación de los servicios públicos
básicos y de saneamiento se ha incrementado; pero el conflicto armado en nuestro país ha
ocasionado muchas consecuencias negativas para el logro de los ODM, por eso se avalan los
diálogos de paz que se están desarrollando en la Habana entre el gobierno y las FARC-EP.

Desarrollo

La formación para la democracia en las instituciones educativas

Con base en el anterior panorama sobre desarrollo humano en nuestro país, es importante señalar
que para Sen (2011), el papel de la educación contra la pobreza es fundamental (especialmente en
Estados con un producto interno bruto relativamente bajo). Los mayores estándares de educación
han hecho que el nivel de pobreza sea más bajo respecto a otros estados más ricos (Sen, 2011).

En este sentido, la educación de los niños y jóvenes es un factor determinante en el


progreso de las sociedades, entendiendo que son ellos, quienes se configuran como agentes de
transformación ligada a su crecimiento y madurez. Con base en lo anterior, resulta necesario
potenciar las capacidades esenciales que como ciudadanos los ubican en el centro del desarrollo
(Secretaria de Educación de Bogotá, 2013). En ésta medida, es preciso fortalecerlos como
ciudadanos críticos que interactúan y transforman sus realidades, reconociendo desde sus primeros
ciclos de desarrollo la importancia de conocimientos y valores que se constituyen como saberes
ciudadanos, que consolidan un tejido social protagonista de su progreso y el de su comunidad.

Con base en lo anterior, Nussbaum (2012), señala que la resolución de los grandes
problemas mundiales es un desafío para la educación, porque se necesita conocer las necesidades
de las diferentes sociedades globales. El inicio de la ciudadanía global tiene que residir en la
educación elemental, en la que los educandos aprendan que el mundo es un sitio muy grande y

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complejo, con muchas religiones y culturas, que contiene una gran cantidad de pobreza, de esta
manera se tendrán muchas más oportunidades para que los estudiantes desarrollen la ciudadanía
global (Nussbaum M., 2012).

Las circunstancias actuales nos deben llevar a formar sujetos desde la perspectiva de la
democracia, seres humanos que sean capaces de transformarse y transformar su entorno social,
que hagan uso de su libertad para que se respeten a sí mismos y a los demás, que conozcan las
normas, que exijan tanto el goce como la defensa de sus derechos y los de los demás, que puedan
hacer uso de herramientas así como de argumentos válidos para defenderse, sin recurrir a la
violencia para tal fin; por último, que sean seres humanos conscientes de asumir una postura crítica
y participativa, que les permita visualizar aquellos elementos que le dan sentido y estructuran su
existencia. Es por esto que la formación democrática exige un desarrollo armónico entro lo que se
planea curricularmente, las practicas que hacen posible la convivencia, la forma como se evalúan
cada uno de los procesos escolares y la toma de decisiones para los planes y programa de mejora
(Prada Londoño, Sánchez Mojica, & Torres Cotrino, 2008).

Ahora bien, probablemente la expresión “cultura escolar democrática” constituya una


contradicción en sí misma, como lo expresa Josehp Puig refiriéndose a la idea de construir la
escuela como una comunidad participativa. Así, puede decirse, que “la escuela democrática es una
realidad profundamente contradictoria (…), La escuela defiende la participación y la autonomía y a la
vez se comporta de modo autoritario y heterónomo” (1996, p. 27). Es por ello que formar para la
democracia es un reto particular, pues la escuela misma es un espacio de tensión entre la
autonomía y la heteronomía, entre la participación y la obediencia. De otro lado, Dewey hace un
planteamiento que permite reflexionar más profundamente sobre el verdadero papel que deben jugar
los gobiernos escolares en aquel contexto de tensión. Afirmar que cambiar “solo la estructura de
participación a través de los consejos escolares puede dejar la escuela como estaba, o quizá peor,
porque algunos piensan que ya está garantizado el desarrollo democrático con el simple hecho de
elegir sus representantes” (1997, p. 8). Esto significa que la participación escolar no puede
restringirse a un hecho meramente formal, sino que debe afectar de manera radical la forma como
se toman las decisiones en la escuela.

En la actualidad, la democracia presupone un desarrollo de la individualidad para fortalecer


la colectividad desde la base del respecto a la diferencia, el reconocimiento de la otredad y el

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afianzamiento cultural, la libertad personal y el sentido autónomo de la identidad; pero no puede
olvidarse que tanto la construcción como el acto de optar por unos valores o rechazar otros es fruto
de la vida en sociedad (Vasco, 2011). Sin embargo, el error de ciertas interpretaciones sobre las
democracias contemporáneas, como la del institucionalismo trascendental, es suponer que ya se ha
alcanzado ese ideal de igualdad y que en el terreno político no cuentan las desigualdades sociales.
La democracia es una forma de participación que garantiza este principio.

Hacer efectiva la formación democrática es un gran reto que implica superar muchas
dificultades; es hacer que la democracia sea una gran estrategia que permee toda la escuela y así
contribuya en la formación de seres políticos, no como abstractos portadores de derechos, deberes,
privilegios y exenciones, sino como personas cuya existencia se sitúa en un lugar determinado y
tiene su sustento a partir de las relaciones circunscritas: la familia, los amigos, el vecindario, el
ámbito laboral, la comunidad y la ciudad. Dichas relaciones constituyen las fuentes de las que los
seres políticos obtienen el poder simbólico, material y psicológico que les permite estar unidos, pues
el verdadero poder político implica no solo actuar de modo que se lleven a cabo cambios decisivos,
sino también supone la capacidad de recibir poder, de aceptar reacciones contrarias a dicho poder,
de cambiar y ser cambiado (Giroux & Flecha, 1992).

La estrategia de participación y gobierno escolar posibilita a la comunidad educativa el


propósito de vivir la democracia, puesto que cada miembro es protagonista autónomo y consciente
de las decisiones que se generan en los procesos de la dinámica institucional, lo cual no se limita,
como señala Dewey, a la mera elección de representantes. Desde esta perspectiva, la participación
consciente de todos los integrantes de la comunidad educativa asegura el reconocimiento de las
diferencias, la construcción de identidad y el sentido de pertenencia, porque el consenso producto de
la dialéctica participativa fomenta la democracia, a través de las diferentes formas y mecanismos
que se pueden utilizar y desarrollar en el espacio escolar. En este sentido se da vida plena a la
democracia, porque además de reconocerse las particularidades, se construye colectividad,
generándose acciones como el liderazgo, la autonomía, la construcción social desde la escuela; esta
es un espacio propicio para que los seres humanos se formen integralmente, pues el fin de esta no
es homogeneizar, sino propender por la divergencia, la diversidad, el sentido de lo humano, el
reconocimiento del otro, la exaltación de la cultura, desde la base del respeto por la dignidad de
cada persona, tal como lo planeta el enfoque de las capacidades de Sen y Nussbaum.

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A modo de conclusión

En los procesos de formación ciudadana en la escuela ha habido un reconocimiento de los


estudiantes como sujetos de derechos. Sin embargo, son dos las concepciones de ciudadanía que
han circulado en la escuela: la primera, permite reconocer a la infancia como categoría social
diferenciada de los adultos, característica que permite mantener el control sobre los menores de
edad; la segunda, ha mantenido la tendencia de considerar a la infancia y a la juventud como
estados de pre-ciudadanía, lo que permite argumentar que ellos tienen las cualidades necesarias
para ser ciudadanos. Desde esta última perspectiva, es necesario inscribir a estos sujetos en un
proceso de socialización en el que se adquiera una formación política específica, puesto que ser
ciudadano no implica solo ser mayor de edad; por ello en el ámbito escolar se debe fortalecer la
formación de niños, niñas y jóvenes desde un enfoque de las capacidades en el que se cree sentido
de pertenencia a un entorno político, a partir de la participación política en la escuela, la cual forma
el hábito de participación en lo público.

Por último, podemos utilizar diferentes estrategias escolares para el desarrollo efectivo de la
democracia, como La Cátedra de Derechos Humanos, la Cátedra para la Paz, Deberes, Garantías,
la Pedagogía de la Reconciliación y de la educación en general, y los Planes Integrales para la
Ciudadanía y la Convivencia. Solo cuando en la escuela se privilegia la comunicación, el respeto
mutuo, el dialogo, la participación, la autonomía, la independencia, la seguridad, la responsabilidad,
se genera entonces el clima adecuado para facilitar el aprendizaje, el desarrollo de habilidades, de
las capacidades, de las competencias y el liderazgo de los estudiantes que se forman como seres
humanos con derecho para el ejercicio de la ciudadanía, base fundamental de la Teoría de la Justicia
actual.

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