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Seis preguntas (y respuestas) sobre el mercado laboral

Javier Santacruz Cano

Profesor de Economía, Universidad Rey Juan Carlos

A punto de cumplir el quinto año consecutivo de crecimiento tras la peor crisis desde los
setenta, España es el tercer país de la OCDE con la mayor tasa de desempleo y el segundo
mayor de la Eurozona, sólo por detrás de Grecia: 15,28% de la población activa al cierre del
segundo trimestre de este año.

Esta fuerte tasa de paro no es sólo producto de la crisis. De forma estructural o permanente en
el tiempo, España sistemáticamente posee un desempleo más elevado que sus socios
europeos. En el momento de máximo crecimiento de la economía en 2007 (segundo
trimestre), el paro tocó su mínimo histórico en Democracia, el 7,9%. Por ello, y teniendo en
cuenta el deterioro que ha sufrido en los últimos años la estructura productiva de España con
la crisis, la tasa de paro estructural probablemente se encuentre en el entorno del 10% y la
máxima población ocupada que podamos alcanzar esté en los 20 millones.

Siendo estos unos objetivos necesarios, es conveniente revisar más allá de los números cuál es
la situación actual de nuestro mercado laboral, cuáles son las causas y consecuencias de sus
principales movimientos y qué cabe esperar de aquí a los próximos dos años que nos puedan
quedar como horizonte de crecimiento antes de entrar en la próxima recesión.

1. ¿Estamos mejor hoy que hace cinco años?

Si nos atenemos a las cifras la respuesta es afirmativa, ya que desde el tercer trimestre de
2013, que fue el primero positivo para nuestra economía, cada año hemos ido incrementando
el ritmo de creación de empleo hasta situarlo en una media de 500.000 puestos de trabajo
anuales. Por tanto, en un lustro, España se ha vuelto a poner a la cabeza de Europa en creación
de empleo con más de dos millones y medio de afiliados más a la Seguridad Social, tomando el
último dato del mes de agosto.

Sin embargo, si atendemos a otros indicadores cuantitativos –cómputo de horas totales


trabajadas, horas extraordinarias, salarios, entre otros– y cualitativos, veremos que el mercado
laboral en España ha sufrido una profundísima transformación que en muchas capas de la
población activa no se ha traducido en una mejoría real, sino más bien ha ampliado otro de los
problemas endémicos de nuestro mercado como es la “dualidad” entre trabajadores fijos y
temporales.

2. ¿Dualidad es sinónimo de temporalidad?

Solemos aludir a la temporalidad o, dicho de otra manera, la rotación de puestos de trabajo y


la falta de continuidad en ellos, como la lacra principal de nuestro mercado laboral. Pero la
temporalidad no es más que la consecuencia de un modelo dual con una separación cada vez
mayor entre aquellos que poseen contrato indefinido a tiempo completo y los que han
conseguido un contrato temporal o, aunque sea indefinido, lo desempeñan a tiempo parcial.

Este nuevo estatus está creando no pocos conflictos entre los propios trabajadores y sus
representantes sindicales, ya que los sindicatos centran su defensa en el trabajador fijo y no en
el temporal, que tiene un menor índice de sindicación y está más preocupado de combinar
varios trabajos que le permitan vivir que de reivindicar los derechos laborales tal como se
concebían hace años.

Aunque defienden que la temporalidad es un gran obstáculo, rechazan fórmulas como la del
“contrato único” que elimina la dualidad y otorga los mismos derechos y obligaciones a todos
los trabajadores. Pero eso sería perjudicar a los trabajadores fijos y a eso no están dispuestos
los actuales representantes sindicales.

3. ¿Qué tipo de empleo se está creando?

En términos generales (con la debida prudencia cuando se generaliza en Economía), la mayor


parte del empleo creado es producto de trocear los antiguos puestos de trabajo anteriores a la
crisis. Es decir, donde antes había una persona con un contrato fijo, ahora hay entre dos y tres
con contratos que pueden ser fijos, pero a tiempo parcial, y además con un coste laboral que
no suele superar el del primero y tampoco suma el mismo número de horas trabajadas (hoy se
trabajan semanalmente 75.641 horas menos que en 2008, último dato del INE).

Éste es el ‘trazo grueso’ en los principales sectores de actividad, pero es necesario también
hacer notar la creación de empleo nuevo en nuevos sectores de alto componente tecnológico
que poco a poco se están abriendo paso en España. Tanto en una parte como en la otra, las
empresas que son el motor de la creación de empleo son las grandes, a partir de 200
trabajadores.

4. ¿Qué sectores crean más empleo y cuáles continúan destruyendo empleo?

En virtud del desglose por sectores del Régimen General de la Seguridad Social, los mayores
creadores de empleo son los más intensivos en fuerza laboral: sector inmobiliario
(especialmente construcción), sector del automóvil y sector turístico. Entre los tres acaparan
más del 60% de la creación de empleo mes tras mes, mientras que el resto se reparte entre
actividades donde España es altamente competitiva, como la industria agroalimentaria, los
servicios de ingeniería y consultoría y la exportación, sin olvidar el empleo público.

En cambio, todavía hay dos sectores que siguen destruyendo empleo: la banca y el sector
eléctrico. No es casualidad que esto sea así, porque son ejemplos de la necesidad de un ajuste
aún mayor tanto de plantillas como de salarios.

5. ¿Cuál es el protagonismo de los autónomos?

El autónomo está siendo la gran figura emergente después de la crisis, habiendo creado un
colectivo de más de 3 millones de personas. Es, sin duda, el refugio que muchos trabajadores
han buscado para poder seguir trabajando con una menor presión fiscal de las cuotas de la
Seguridad Social, las cuales son las segundas más altas de la OCDE. En este proceso han
surgido también fricciones, como es el caso de los falsos autónomos, que debe entenderse
mejor como choque de modelos laborales.

6. ¿Qué está sucediendo en los salarios? ¿Ha acabado la devaluación interna?

Los salarios han empezado a subir de forma más lenta y más tarde que la recuperación del
empleo. La subida se está concentrando en los sectores mencionados anteriormente que
crean más empleo (especialmente en multinacionales y grandes empresas), pero continúan
estancados o incluso bajando en el resto del mapa salarial. Sirva como ejemplo la caída de un
15% en el salario de entrada al mercado laboral para los jóvenes entre 20 y 24 años entre 2008
y 2016 según el INE.
En ausencia de mejoras significativas de la productividad, los salarios no es probable que suban
de forma más contundente, dado que a medio y largo plazo los salarios no pueden aumentar
permanentemente por decreto, sino por una mejora sostenida en el tiempo de la
productividad por puesto de trabajo.

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