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Metro, la edad y el tiempo que se acaba, la sinceridad, como salga, sin juzgar, me regalo un

poemita, ¿qué camino seguir? ¿será la poesía? ¿oh, qué será?

Cuando esto leas, muertos ya los años


y los miedos,
Di Tullio afirma que el criterio morfosintáctico serviría para establecer la categoría de las
palabras. En cuanto a las propiedades morfológicas —las cuales, además, proporcionaron la
clasificación de las palabras: las variables, como los sustantivos y verbos, y las invariables
como las conjunciones y preposiciones— cabe destacar las preservadoras de la categoría
(es decir, las propiedades flexionales, las cuales permiten conocer la flexión nominal de
ciertos lexemas —numero para los sustantivos, el género y numero para los adjetivos— y la
flexión verbal de las bases verbales —la concordancia: G y N; y los que caracterizan a toda
clausula: el t y el M, y en algunos casos el aspecto— ) y las modificadoras de categoría (las
cuales, según el afijo derivativo, indican qué tipo de bases —sustantivas, adjetivas,
adverbiales—, por ejemplo, el prefijo super- —superhombre, superintendente, superponer
—); mientras que las propiedades sintácticas muestran a qué clase pertenece una palabra,
según la estructura interna del sintagma que nuclea y las funciones sintácticas que
desempeña en una cláusula: así, por ejemplo, los adverbios, al ser una palabra que carece de
propiedades flexionales, se identifican como tal, a partir de la posición que ocupa con los
constituyentes a los que modifica: juan llegó así, en donde rápido, por no hacer
concordancia en G y N con el sujeto y por modificar directamente al verbo, es un adverbio.

Los sustantivos, los adjetivos, los verbos y los adverbios pertenecen a las clases léxicas,
debido a que poseen un contenido referencial y semántico y porque están sometidas por la
humanidad a un constante procedimiento de creación (es decir, de procedimientos
derivativos, composicionales, de parasíntesis), el cual produce las palabras que ocuparía
para nombrar nuevas ideas, conceptos, objetos, fenómenos; además, son palabras variables,
pues admiten cambios en su forma o flexiones, sin modificar el significado original. A ese
conjunto abierto de palabras se le llama lexicón, el cual es imposible contar los elementos
que lo componen.
Las preposiciones, las conjunciones, los pronombres, los determinantes pertenecen a las
clases gramaticales, puesto que son palabras que ostentan información semántica de tipo
abstracta (es decir, su función es meramente gramatical, porque precisa e indica las
relaciones que mantiene una palabra con otras: por ejemplo, en el sustantivo amig-a-s, los
morfemas de géreno y número, respectivamente; indican qué propiedades flexionales deben
poseer los determinantes —las—, adjetivos —agradables— o verbos —ayudan— que se le
quieran unir), ya que no poseen un referente concreto. Son palabras invariables, lo que
significa que existe un número finito de éstas (ya que no se pueden elaborar mediante los
procesos de creación ya mencionados) y no se pueden modificar.

ayuden a nombrar

con la finalidad de crear nuevas palabras que aludan

Además, lo nocional (lo semántico) no ayuda a la construcción de tal categoría, puesto que
la relación entre las palabras y los elementos extralingüísticos (a los que se supone alude
directamente) no existe; no obstante, según la jerarquización de los criterios para establecer
tal clasificación, se debe tomar

no mantienen una correspondencia directa

puesto que la morfología de las mismas proporciona tanto sus propiedades flexionales
como las derivativas; además, la sintaxis
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