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PROPUESTA DE TITULO

1. OBEDIENCIA A DIOS EL PASO MÁS


IMPORTANTE
2. CRISTO HIJO DE DIOS Y HOMBRE
GLORIFICADO
3. UNA SALVACION TAN GRANDE
4. NO RECHACEN LA SALVACION
PRIMERA ADVERTENCIA

DESLIZARSE

Hebreos 2:1-4

Introducción:

Cuando escudriñamos la Palabra de Dios, es indispensable que reconozcamos


que al proclamar a Cristo como Salvador personal, nos convertimos en un reflejo
de Dios en nuestras vidas, ya que empieza a revelarse a través de nuestra vida,
empezamos a ser testimonio de Dios en nosotros, como reflejo y la principal
manera de mostrarnos conocedores de él y de su palabra es por medio de la
obediencia.

A Dios le gustan las personas Obedientes, ¿Cómo sabemos si realmente somos


una de ellas? Dios ha querido darnos un ejemplo de obediencia, cuando Pedro
logro una pesca impresionante; ahora sabes que es lo que Dios te dará cuando la
obediencia forme parte de nuestra vida.

Hebreos 2:1-4 NVI

1. Por eso es necesario que prestemos más atención a lo que hemos oído, no sea
que perdamos el rumbo.

2. Porque, si el mensaje anunciado por los ángeles tuvo validez, y toda


transgresión y desobediencia recibió su justo castigo,

3. ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? Esta


salvación fue anunciada primeramente por el Señor, y los que la oyeron nos la
confirmaron.

4. A la vez, Dios ratificó su testimonio acerca de ella con señales, prodigios,


diversos milagros y dones distribuidos por el Espíritu Santo según su voluntad. NVI
Hebreos 2:1-4 BNP

1. Cristo, Hijo de Dios y hombre glorificado Por tanto, para no ir a la deriva,


debemos prestar más atención a lo que hemos oído.

2. Porque si la ley promulgada por medio de los ángeles tuvo vigencia, de modo
que cualquier transgresión o desobediencia recibió el castigo merecido,

3. ¿cómo nos libraremos nosotros si rechazamos semejante salvación? Fue


anunciada primero por el Señor, nos lo confirmaron los que la habían escuchado

4. y Dios añadió su testimonio con señales y portentos, con toda clase de milagros
y dones del Espíritu repartidos según su voluntad. BNP

Introducción.

El presente capítulo puede ser dividido en tres grandes divisiones:

a). En los (vs. 1-4) se da la primera de una serie de advertencias enfáticas que
caracterizan esta Epístola. Hay en esta advertencia una prevención contra las
terribles consecuencias de descuidar el evangelio.

b). En los (vs. 5-9) podemos notar que el mundo venidero no esta sujeto a los
ángeles sino al hombre Jesucristo.

c). Y en los (vs.10-18) se dan suficientes razones por las cuales convenía que
Jesús tomara forma humana y sufriera.
¿Por qué introduce el autor los anteriores tres temas y como están
relacionados?

Para poder comprender el pensamiento del autor tendremos que recordar la


enseñanza del capítulo 1. En el pudimos percatarnos que el tema principal era la
dignidad divina de nuestro Señor Jesucristo y su absoluta superioridad sobre los
ángeles. Este fue el tema principal, pero a la vez dependía de otro: la superioridad
del evangelio sobre la revelación anterior de Dios en la ley del Antiguo
Testamento.

La razón por la cual el autor introducía esos temas fue que él temía que los
primeros lectores dejaran su fe en Jesucristo y volvieran a las formas pasadas del
judaísmo, lo cual representaría dejar lo perfecto y regresar a lo provisional. Si el
autor de la Epístola quiere evitar la inminente apostasía de sus lectores, tendrá
que demostrar la superioridad del mensajero; es decir, Jesús tendrá que ser visto
como superior a Moisés y aún a los ángeles. Siguiendo la idea del capítulo 1.
Primero establece la mayor dignidad de Jesús con respecto a Moisés y a los demás
portavoces de Dios en el antiguo pacto. Eran profetas que hablaban en nombre de
Dios como siervos, mientras que Jesús es el mismo hijo de Dios (1:1-4) luego
establece la mayor dignidad de Jesús con respecto a los ángeles.

Después de aclarar y presentar las evidencias, el autor puede sacar sus


conclusiones, y esto es lo que hace en la primera línea del capítulo 2. Si Jesús es
mayor que los ángeles y los profetas, entonces la revelación que Él nos ha traído
también es superior a la de ellos.
Con este pensamiento se debe detener cualquier intento de regresar a las
costumbres de las judaicas. Por lo tanto no solo es cuestión de dar preferencia a
una de las dos revelaciones, cada una de las cuales procede de Dios. Volver atrás
es perder toda esperanza de salvación. Porque, por mucho que la ley tuviera
autoridad divina, solo era una figura del evangelio que había de venir. Sin
embargo, si rechazas este evangelio a favor de su figura, este carece de todo
sentido y en realidad te quedas sin nada. No se trata de dos opciones legitimas –el
cristianismo y el judaísmo- de las cuales una es preferible pero la otra está
vigente, sino de una alternativa absoluta. Si por una parte se elige volver al
judaísmo y renunciar a Jesús, se pierde toda esperanza de ver el cumplimiento de
las promesas a Israel, las cuales se cumplen en Jesús.

En cambio, si sigues a Jesús, el resultado es que te mantienes fiel a las promesas


y perteneces al verdadero Israel de Dios, por cuanto el cumplimiento de la ley es
Cristo. Con Jesús se cumple en la persona tanto el evangelio como la ley; sin Jesús
la persona está fuera del ámbito del evangelio y la ley no tiene sentido.

Rom. 16:19-20; Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a


todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios para el
bien, e ingenuos para el mal.20 Y el Dios de paz aplastará en breve a
Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea
con vosotros.
Entendiendo que es la obediencia?

En el entendido que la Obediencia es el acatamiento a la voluntad de aquellos a


quienes Dios ha puesto sobre nosotros, donde la positiva obediencia es una actitud
más que una acción, pues No requiere que ejecutemos órdenes que irán en
contra de la Ley de Dios.

Así que la obediencia será engendrada por el hecho de que Dios obra por medio
de la autoridad, y que cada persona ha de dar cuentas a Dios por cada decisión
que toma, esto involucra un atormentado quebrantamiento de la voluntad, pues si
Jesús, siendo Hijo, por lo que resistió asimiló la obediencia. Hebreos 5:8.

DESARROLLO

Versículo 1 “Por eso es necesario que prestemos más atención a lo que hemos
oído, no sea que perdamos el rumbo”. (NVI)

La exhortación del versículo 1 tiene que ver con el peligro de “perder el rumbo”
(NVI) o “ir a la deriva” (BNP) El autor no está contemplando a aquel incrédulo que
desde el primer momento se opone al evangelio, sino al supuesto creyente que,
habiendo hecho profesión de fe en el Señor Jesucristo, ahora se encuentra en
peligro de abandonarla. Cuando una persona da la espalda al Señor Jesucristo,
ahora se encuentra en peligro de abandonarla. Cuando una persona da la espalda
al Señor Jesús después de haber profesado fe el Él, generalmente no es un acto
repentino. La apostasía normalmente es una cosa paulatina. Poco a poco se va
enfriando en cuanto a su profesión, poco a poco van entrando actitudes de
rebeldía o apatía y si finalmente se aparta del evangelio, regularmente es
consecuencia de un largo proceso de progresiva separación y endurecimiento.
La mayoría pudo haber ya conocido este periodo tan peligroso, incluso quizá lo
estemos viviendo en este momento. El comienzo de la vida cristiana suele ser de
entusiasmo, hasta de gozo. Vivimos los primeros meses llenos del primer amor,
deseamos con todo nuestro corazón servir de la mejor manera al Señor, tratamos
que nuestra entrega sea total. ¿Qué pasa con este primer entusiasmo después de
algún tiempo?. En algunos casos puede ocurrir que, la primera impresión que
habían recibido al entrar a la iglesia era que todos se amaban. Ahora descubren
que mucho del pecado y desamor que conocían en el mundo de afuera también
está dentro de la iglesia. Empiezan a conocer mejor a los líderes de la iglesia.
Antes los veían en el púlpito y, puesto que sus palabras eran muy bonitas,
pensaban que sus vidas serían perfectas. Ahora empiezan a ver que también son
seres humanos con sus pecados, debilidades y limitaciones. Además creían que,
porque ellos mismos habían aceptado el evangelio gozosamente, sería muy fácil
que todos sus familiares y amistades lo recibiesen de la misma manera. Pero con
el paso de las semanas, descubren con desilusión que, en vez de responder con
entusiasmo ante su testimonio, sus parientes lo desprecian y hablan con ironía
acerca del evangelio.

Así de muchas otras maneras más el enemigo de nuestras almas ataca y


aprovecha cualquier razón, disgusto, contratiempo, mal ejemplo y argumento para
ir debilitando la fe del recién convertido. Paso a paso va “perdiendo el rumbo”.
¿Por qué una persona que parecía caminar bien se aleja del camino?. Cada caso es
diferente. Pero según nuestro texto hay una explicación por encima de cualquier
otra. Es la falta de diligencia en atender a las cosas que hemos oído.
Versículo 2 “Porque, si el mensaje anunciado por los ángeles tuvo validez, y toda
transgresión y desobediencia recibió su justo castigo,” (NVI)

El autor en primer lugar enfatiza la severidad con la que Dios consideraba el


quebrantamiento de la ley en el antiguo pacto, para luego deducir cual será la
reacción divina ante cualquier desprecio nuestro del evangelio en el momento
presente. El mensaje es “puesto que el mensaje del evangelio es aun más glorioso
que el del Antiguo Testamento, y puesto que el mensajero que nos lo ha traído es
más sublime, nuestro castigo será mayor si cometemos el grave pecado de
desatenderlo.” La segunda cosa que nuestro texto dice acerca del antiguo pacto es
que tuvo validez, refiriéndose al mensaje por parte de Dios anunciado por los
ángeles. Es muy importante comprender esto. La tesis de los apóstoles es que el
evangelio de nuestro Señor Jesucristo no es una cosa diferente de lo que Dios
había dicho en el pasado, sino su cumplimiento. Es la revelación del pasado
llegada a la perfección. Desde la caída del hombre en el Edén hasta el final de los
tiempos, la Palabra de Dios es esencialmente la misma, fundada siempre sobre los
mismos principios.

En esta cita el autor emplea dos palabras: trasgresión y desobediencia. La


trasgresión contemplan los pecados de comisión mientras la desobediencia
contempla los de omisión. Es decir, la palabra transgresión suele referirse a
situaciones en las que hacemos lo que la ley prohíbe, mientras que la
desobediencia ocurre cuando no hacemos lo que la ley exige.
Podemos pecar tanto por hacer cosas como por no hacerlas. “Justo castigo” no es
el castigo contemplado como un medio de corrección, sino como la exigencia de
juicio de parte de un Dios justo, el cumplimiento de un principio fundamental de la
vida: lo que el hombre siembra, aquello es lo que ha de cosechar.

Ya hemos mencionado algunos de los motivos que puede haber detrás de su


descuido de la salvación. Puede ser por pecados en su propia vida. Puede ser por
persecución y oposición. Puede ser, sencillamente, por cansancio y desánimo, o
porque no están dispuestos a esforzarse en la perseverancia. Puede ser por los
disgustos vividos con otros creyentes. Pero, sea por el motivo que sea, se han ido
enfriando y apartándose de la comunión de la iglesia. Por supuesto, a nadie le
gusta escuchar palabras de reprensión. Preferimos textos de consolación y
compasión, doctrinas que consientan nuestras debilidades y las justifiquen. Por eso
no está de moda declarar que Dios es un Dios de ira, de juicio, de castigo, ni
mucho menos que su juicio y castigo también actúan en la vida de los que han
profesado fe en Él. Más bien, en nuestros días se estila una forma de
universalismo. Se viene a decir que, a la larga, todo el mundo será salvo.

Versículo 3. ¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan


grande? Esta salvación fue anunciada primeramente por el Señor, y los que la
oyeron nos la confirmaron. (NVI)
Nuestra salvación es grande por las grandes bendiciones que nos trae, también lo
es por la grandeza del precio que le costó al Salvador ganarla para nosotros: su
encarnación, obediencia, humillación, sufrimiento y muerte. También es grande
porque es una salvación total y completa. Es una salvación que se dirige a todas
las partes de nuestro ser y a todas las áreas de nuestra vivencia. Es una salvación
que nos purifica (o que nos ha de purificar) en todas nuestras relaciones, en todas
nuestras costumbres, en toda nuestra manera de hablar. Es una salvación por la
cual nuestra mente es renovada y nuestras ideas reformadas; empezamos a
pensar conforme a la mente de Dios, conforme a la revelación de nuestro Señor
Jesucristo. Es una salvación que revoluciona nuestras prioridades. Establece
nuevas metas para nosotros. Es una salvación que transforma nuestro carácter: a
los tímidos les da valor y denuedo; a los débiles, fuerza; a los impetuosos,
estabilidad; a los agresivos, amabilidad; a los amargados, gozo; a los violentos,
Además transforma nuestro comportamiento. Nos convierte de mentirosos en
veraces, de egoístas en sacrificados, de avaros en generosos, de envidiosos en
personas que nos regocijamos cuando nuestro hermano recibe algún bien. Pero,
sobre todo, es grande porque el Salvador lo es. Somos salvos por la obra del Hijo
de Dios, nada menos. La medida de nuestra salvación es el Señor Jesucristo, no
solamente por cuanto Él pagó el precio, sino porque Él es la meta de la salvación.
Vamos siendo transformados de gloria en gloria, conforme a su imagen. Y nuestra
salvación no será completa hasta aquel día cuando, como acabamos de leer, Él se
manifieste y nosotros seamos como Él es.
La segunda razón tiene que ver con el origen de nuestra salvación. ¿De dónde
viene el evangelio? El autor nos puntualiza tres cosas acerca de la manera en la
que ha llegado a nosotros: en primer lugar, fue anunciado por el Señor Jesucristo;
en segundo lugar, fue transmitido por los apóstoles; y en tercer lugar, fue
confirmado por Dios por medio de señales y prodigios. La Epístola a los Hebreos es
quizás, con excepción de los cuatro Evangelios, el libro del Nuevo Testamento que
más nos habla del ministerio terrenal de nuestro Señor Jesucristo. Y aquí tenemos
un primer ejemplo: el autor nos habla de su predicación. Es de labios de Él que
tenemos el mensaje que creemos, por cuanto Él fue el primero en predicarlo y
enseñarlo a los apóstoles. Probablemente los lectores no tuvieron el privilegio,
como tampoco nosotros, de haber escuchado la predicación del Señor Jesucristo
mismo. Probablemente eran creyentes de segunda o tercera generación.
Probablemente vivían lejos del escenario de actuación de Jesucristo en Galilea y
Judea. Incluso es posible que el mismo autor no hubiera conocido personalmente
al Señor Jesucristo durante su ministerio terrenal. Así parecen indicarlo las
palabras que concluyen el versículo 3: “Y los que la oyeron nos la confirman”,
como si él mismo no se contara entre los que oyeron. Tanto los lectores como el
autor tuvieron que depender, para su conocimiento del evangelio, del testimonio
apostólico. En esto eran como nosotros.
Versículo 4. A la vez, Dios ratificó su testimonio acerca de ella con señales,
prodigios, diversos milagros y dones distribuidos por el Espíritu Santo según su
voluntad. (NVI)

El testimonio apostólico fue acompañado por eventos sobrenaturales que avalaban


su mensaje. Dios así intervenía para ratificar el Evangelio de su Hijo. El autor
define sus intervenciones mediante cuatro sustantivos diferentes. Veamos cuáles
son. En primer lugar, señales. Esta palabra es empleada para referirse a un acto
especial que viene a confirmar la verdad o autenticidad de algo. Es un evento que
confirma el mensaje. La segunda palabra es prodigio. Esta palabra es utilizada
para referirse sencillamente a algo que nos provoca asombro, algo que nos deja
boquiabiertos, algo para lo cual no hay ninguna explicación conocida ni ningún ser
humano capaz de imitarlo en aquel momento. No es que el prodigio no tenga
explicación alguna, sino que es un evento incomprensible en el momento en que
ocurre. Todo lo que Dios hace en la esfera natural se presta a la investigación y,
por lo tanto, a una posible explicación. Pero los eventos milagrosos a continuación
de Pentecostés eran inexplicables para la gente de entonces. Por lo tanto, eran
prodigios, cosas nunca antes vistas que dejaban asombrada a la gente. La palabra
milagros literalmente significa poderes. Nos señala que detrás de las señales y los
prodigios actúa un poder. Los líderes de los judíos pretendían que fuese un poder
satánico. Los apóstoles testificaron de que el poder era de Dios.
Claramente hay un poder espiritual detrás de los hechos milagrosos realizados por
Jesús y los apóstoles y, ya que el mensaje que predicaban era un mensaje
coherente con toda la revelación de Dios en el Antiguo Testamento, es de suponer
que el poder manifestado sea poder de Dios. Los judíos creían que para que un
testimonio fuese válido tenía que ser ratificado por dos o tres testigos. El autor de
Hebreos nos señala a los tres testigos que necesitamos para la ratificación del
evangelio: primeramente el Señor, luego los apóstoles y, finalmente, el Padre.

Ésta es la razón por la que de ninguna manera debemos descuidar el mensaje que
hemos recibido: porque no es algo inventado por hombres. Fue confirmado y
testificado por ellos, pero traído por el mismo Hijo de Dios y ratificado por el
Padre. Por tanto, es necesario que con más esmero atendamos a las cosas que
hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de
los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución,
¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?
CONCLUSIÓN.

La vida es muy seria. En la superficie puede tener sus momentos alegres y


divertidos, pero lo que está en juego es nuestro destino eterno, lo cual hace que
aun el tiempo pasado en actividades frívolas sea, en el fondo, muy serio. El
pecado, en todas sus formas, es un asunto sumamente grave. Recordemos lo que
dijo el Señor Jesús acerca del menor de los mandamientos de Dios (Mateo 5:19).
"El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a
los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los
Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande
en el Reino de los Cielos."

Él tomaba muy en serio el pecado en todas sus formas, aun las más pequeñas. La
seriedad de la vida y del pecado está detrás del texto que acabamos de meditar. Y
dentro de la seriedad del pecado, la seriedad de aquel pecado supremo: el de
descuidar el evangelio y tratar con ligereza o indiferencia lo que Dios nos ha
revelado en Jesucristo. El argumento de nuestro texto (2:2–3) va «de menos a
más». Es decir, el autor primero nos recuerda la severidad con la que Dios
contemplaba el quebrantamiento de la ley en el Antiguo Testamento, para luego
deducir cuál será la reacción divina ante cualquier desprecio nuestro del evangelio,
en el momento presente. Su conclusión es la siguiente: Puesto que el mensaje del
evangelio es aún más glorioso que el del Antiguo Testamento, y puesto que el
mensajero que nos lo ha traído es más sublime, nuestro castigo será mayor si
cometemos el grave pecado de desatenderlo.

BIBLIOGRAFÍA
F. F. BRUCE. (2002). Primera exhortación: el evangelio y la ley (cap. 2:1–4) . En
LA EPÍSTOLA A LOS HEBREOS(Pag.1-30). Grand Rapids, Michigan 49560 EE.UU.:
Libros Desafío.

DAVID F. BURT. (1992). La firmeza de la Palabra de Dios (2:2–3a) 3. Una


salvación tan grande (2:3–4) Hebreos 2:1–18 Terrassa (Barcelona): . En UN POCO
MENOR QUE LOS ÁNGELES(Pag. 35-47). TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.

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