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contemporáneo.
Por: Dolly Pedraza de Arenas
El derecho administrativo fue concebido en sus orígenes por el derecho francés, como un régimen
exorbitante del derecho privado, que provenía de la preeminencia del interés social sobre el interés
privado colocando a la administración en una situación de privilegio con prerrogativas de autoridad
sobre los administrados. Tales prerrogativas comprenden una gama de potestades jurídicas que
niegan la relación conmutativa entre el ente estatal y los particulares.
El eje alrededor del cual se crea el derecho administrativo es el acto administrativo como expresión
de voluntad unilateral del Estado, expedido por la Administración desde su pedestal de príncipe con
superioridad jerárquica sobre el administrado.
Esta concepción del derecho administrativo hoy ha pasado a ser solo un referente histórico, en la
media en que el derecho ha instituido garantías a favor de los particulares que atemperan el poder
estatal y armonizan el interés social que encarna el Estado, con el interés particular de los asociados.
A partir de la primera guerra mundial surge el intervencionismo del Estado y con él el Estado
servidor que orienta toda su actividad al bienestar de la comunidad procurando corregir las
desigualdades sociales a través de la prestación de los servicios.
Luego con el auge de los derechos fundamentales del hombre el derecho administrativo
contemporáneo pasa reconocer al individuo como el objeto natural de la actividad estatal.
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concretas, que deben ser consideradas en sus condiciones reales y actuales de existencia, con sus
ideas, sentimientos, necesidades y expectativas específicas
Es inocultable que los poderes exorbitantes del Estado se han flexibilizado. El régimen exorbitante
del derecho privado hoy se aleja de su significado original. Los gobiernos democráticos en estos
tiempos buscan su legitimación en el pueblo y establecen o modifican sus políticas y derroteros en
los resultados de las encuestas populares.
Del acto administrativo unilateral que somete a los particulares, hoy se ha pasado en muchos casos
al acto administrativo concertado, o a los mecanismos de refrendación de las actuaciones del
gobierno mediante consultas populares, plebiscitos, referendos.
Y este nuevo orden ha promovido la evolución del derecho administrativo para introducir
procedimientos administrativos más incluyentes en la producción del acto administrativo, y en
general en el actuar de la administración.
En Colombia esta evolución que ya venía percibiéndose, fue acelerada de manera importante por la
Constitución de 1991 en cuyo texto se proclamaron valores y principios constitucionales centrados
en la persona humana. La Constitución de 1991, consagró a Colombia como un estado social de
derecho, la definió como una democracia participativa y proclamó principios y valores como la
primacía del interés general, el principio democrático y de libertad, el pluralismo, la igualdad, la
dignidad, y la buena fe.
Igualmente denominó la Carta como servidores públicos a quienes cumplen función pública
afirmando que están al servicio del Estado y de la comunidad, e involucró a los particulares en las
tareas del Estado.
Pero lo más significativo, fue que estableció un catálogo de derechos fundamentales, sociales,
económicos y culturales, y colectivos y del ambiente, de todas las personas residentes en Colombia.
Mención especial merece el Cpaca, que en su primera parte, art. 1°, señala que la “Finalidad de la
Parte Primera”, el procedimiento administrativo, es “proteger y garantizar los derechos y libertades
de las personas, la primacía de los intereses generales, la sujeción de las autoridades a la
Constitución y demás preceptos del ordenamiento jurídico, el cumplimiento de los fines estatales, el
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funcionamiento eficiente y democrático de la administración, y la observancia de los deberes del
Estado y de los particulares”.
El Cpaca trae igualmente todo un catálogo de derechos de las personas ante las autoridades y señala
los deberes de las autoridades en la atención al público, otorgando importantes instrumentos a la
administración para que pueda proteger directamente a las personas, sin que éstas tengan
necesidad de acudir a la intervención judicial.