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Corría el año 1815 y en la Banda Oriental estaban las cosas más complicadas que de costumbre.

La Revolución
Oriental estaba en pleno desarrollo, pero una serie de maniobras políticas en el Cabildo de Montevideo, y algunas
directrices idimpartidas por José Artigas desde Paysandú que no se acataron por ese organismo gubernamental,
caldearon los ánimos del jefe de los orientales y pusieron en peligro, momentáneamente, la revolución. En ese
escenario, con Artigas molesto en la otra punta del territorio, aparece el presbítero Dámaso Antonio Larrañaga junto con
un grupo de acompañantes comienza entonces su viaje hacia Paysandú representando al Cabildo que pretende
restaurar las relaciones con Artigas y así continuar con el proyecto iniciado en 1811.(FUENTE:
https://www.elobservador.com.uy/nota/por-los-caminos-de-otro-uruguay-2016125500)

DÁMASO ANTONIO LARRAÑAGA: Sacerdote, sabio naturalista, escritor, personalidad política de


su tiempo. En 1824 fue designado Vicario Apostólico. Le cupo desarrollar una importante misión
cultural. Inauguró la Biblioteca pública en 1816. Como escritor, pertenece más a la arqueología
literaria que a la verdadera literatura. Sin embargo, el Diario de viaje de Montevideo a Paysandú
(escrito en 1815) es un relato de singular interés. Sin pretensiones de hacer obra literaria,
Larrañaga logra una descripción veraz de nuestro campo. Aunque le preocupan fundamentalmente
las observaciones sobre fauna, flora y mineralogía de esta provincia, lo que se entrevé en el relato
es el estado de abandono de la campaña, la absoluta ausencia de industrias, la generalizada
pobreza, rayana en la miseria. Tal vez un recurso literario de Larrañaga consista en mostrar las
cosas directamente, no en nombrarlas o describirlas. Lo que se advierte a cada trecho es la falta
de colonización, la ruinosa presencia del latifundio, el ausentismo del propietario, aun la
falta de propietarios. El Uruguay es, en este documento de Larrañaga, tierra semi-baldía poblada por cardales y
perros cimarrones. Larrañaga es escritor extremadamente objetivo. No se permite la menor efusión. De sus
compatriotas nos deja retratos que tienen un verismo casi fotográfico. La obra de Larrañaga, más allá de previsibles
arideces, tiene lo que hoy día hemos dado en llamar “valor testimonial”. Como documento debe ser leída, y no como
composición literaria. (Tomado de: 100 autores del UruguayPaganini, Alberto - Paternain, Alejandro - Saad,
Gabriel Editado por: Capítulo oriental)

PRÓLOGO
(Larrañaga, Dámaso Antonio, 1771-1848. Diario del viaje de Montevideo a Paysandú / Dámaso Antonio
Larrañaga; prólogo de José de Torres Wilson la.ed.—Montevideo: Ministerio de Transporte y Obras Públicas:
Instituto Nacional del Libro, 1994)

No resulta demasiado difícil imaginar el paisaje de lo que hoy es el Uruguay en 1815. La población total de la zona
podría situarse en el entorno de los cuarenta mil habitantes, de los cuales sólo algo más de diez mil residían en
Montevideo, pequeña ciudad puerto (...) Los pueblos y ciudades del interior entre los que se destacaban la Colonia del
Sacramento y Maldonado apenas superaban unos pocos cientos a algún millar de habitantes cada uno. El resto de la
población vivía dispersa en los campos y en las estancias, que podían llegar a ser puntos fortificados. Quitando los
alambrados, los postes de teléfono, las construcciones y -aún- los plantíos de eucaliptus que se plantaron en la segunda
mitad del siglo para abrigo del ganado, el resto era casi igual a lo que es hoy: una penillanura suavemente ondulada, sin
grandes accidentes orográficos y surcada por múltiples corrientes de agua. En tomo a estas últimas crecía el
enmarañado y a veces impenetrable monte criollo. Decir que en el territorio no había prácticamente caminos es decir lo
menos. En la Banda Oriental de 1815 no había caminos y a veces, ni siquiera huellas. Era un inmenso mar rural con
algunas salpicaduras minúsculas de tejido urbano. La peor desgracia del paisano era "quedar de a pie". Un hombre sin
caballo era como un cero a la izquierda, nada. (…) en 1815, fecha en que se realiza el viaje de Larrañaga de
Montevideo a Paysandú sólo el instinto del baqueano podía encontrar el rumbo en aquella tierra sin mapas ni caminos y
era frecuente que un hombre pudiese andar días y días cruzando campo sin encontrar ningún pueblo, ninguna estancia,
y, aún, ningún otro ser humano. (...) Los ríos y arroyos, cuando estaban crecidos, no daban paso y había que encontrar,
río arriba o río abajo, el punto en donde se pudiese vadear aunque fu e se nadando al lado del caballo. Por eso los
viajes no sólo eran largos sino peligrosos y accidentados. El mundo animal estaba en acecho y el jinete presentía en el
cuerpo del caballo (…) que podía provocar la inminencia del peligro. (...) (Con) frecuencia (…) grandes grupos de perros
cimarrones atacaban a los viajantes (...) El año 1815 ha sido considerado el año del apogeo político de José Artigas.
Instalado en su campamento de Purificación, en una meseta sobre las barrancas del río Uruguay, pocos kilómetros al
sur de Salto, Artigas no sólo gobernaba la totalidad del territorio oriental incluido Montevideo sino que, además, era
reconocido como "Protector" de cinco provincias que hoy integran la República Argentina: Entre Rios, Corrientes,
Misiones, Santa Fe y Córdoba. (…) Dámaso Antonio Larrañaga es, sin duda, el primer hombre de ciencia uruguayo, con
una mentalidad ordenada y ordenadora que lo lleva a registrar minuciosamente toda la información referente a la
geología, a la fauna y a la flora a lo largo de una ruta que se prolongó, entre la ida y la vuelta, por más de dos meses.
No escapan sus apuntes a una marcada predisposición para registrar y clasificar suelos, plantas, animales y seres
humanos que iban encontrando en su camino. De esos testimonios, puntualmente anotados en su libreta, surgen
muchas de las primeras descripciones y clasificaciones de nuestro entorno cultural La comisión que llevó a Larrañaga,
acompañado por una guardia de ocho hombres y un sargento y los cuatro diputados (…) De esta visión somera pero
implacable surge la imagen de la despoblación y de la pobreza de nuestros campos en medio del período revolucionario
y en vísperas de la invasión portuguesa. Hay una marcada procupación por lo religioso debida al carácter sacerdotal del
relator. Pero se trata de una religión y un culto muy empírico, muy atentos a las gentes y a los lugares, sin grandes
preocupaciones metafísicas, pero de un sólido sentido práctico de la f e cristiana. Ese territorio oriental, de límites
vagorosos, que Artigas trataría de precisar, de grandes vacíos interiores en donde lo rural es, sin duda lo esencial
mientras que el fenómeno urbano, aún el de Montevideo apenas está empezando a proyectarse. Es en ese escenario
en donde la antigua Banda Oriental empieza a convertirse en la Provincia Oriental (…) José de Torres Wilson Director
del Museo Histórico Nacional.

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