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Exposición metapsicológica.- cuando consigamos describir un proceso psíquico en sus aspectos dinámicos, tópicos
y económicos, eso se llame una exposición metapsicológica.
La metapsicología es, así pues, un “modo de concepción” (Betrachtungsweise), según el cual todo proceso psíquico
es apreciado en función de las tres “coordenadas” de la dinámica, de la tópica y de la económica.
La metapsicología representa una explicación del desarrollo de los procesos inconscientes, mientras la
fenomenología, emplea un enfoque descriptivo de los procesos, describe los fenómenos observados
En el sentido descriptivo, “una representación inconsciente es una representación tal y como no la notamos, pero
cuya existencia estamos dispuestos a aceptar sobre la base de pruebas e indicios”.
El inconsciente metapsicológico es algo más que el conjunto de “pensamientos latentes”, es decir, no actualmente
presentes en la conciencia, o “manifiestos”: reside en la hipótesis, experimentalmente inducida a partir de la hipnosis
y de la sugestión post-hipnótica, de un “sistema” sui generis: o sea, un “sistema de actividad psíquica que se nos
manifiesta mediante la característica de que los procesos que lo componen son inconscientes”.
Debido a ello, ya no se trata de atribuirle propiedades al Inconsciente, sino de enumerar los caracteres de un
“sistema”: ausencia de contradicción y de negación, movilidad primaria de la inversión, atemporalidad, primacía
de la “realidad psíquica” sobre la realidad material (Lo inconsciente).
Explicar empieza mediante el acto de localizar, es decir, de determinar el lugar o el sitio de la acción psíquica –lo
que supone la entrada en escena de la dimensión dinámica, pulsional.
Localizar las instancias, evaluar las fuerzas, calcular las inversiones y los gastos: tal es el triple imperativo de la
explicación metapsicológica. Es en el nudo de esos tres procesos donde cobra forma “lo inconsciente” como objeto
metapsicológico.
Toda explicación metapsicológica es, de entrada, la de los procesos pulsionales. Con el término de “inconsciente”,
son las pulsiones y sus destinos – o sea, sus tribulaciones – lo que se está empleando
El concepto de pulsión es de alguna manera intrínsecamente psicosomática
De esa manera, el psicoanálisis no sólo plantea la pulsión, también la desconstruye y la redescubre, llenándola de
“contenido” al rodearla “desde varios puntos”.
Pulsión y sexualidad
Así, la pulsión aparece como algo formado por cuatro elementos:
1. se trata de un empuje psíquico –“factor motor, suma de fuerza o medida de exigencia de trabajo”;
2. que tiene su origen (fuente) en una zona corporal –supongamos “todo proceso somático en un órgano o una
parte del cuerpo cuya excitación está representada en la vía psíquica por la pulsión”;
3. y tiene como objetivo (fin) la satisfacción, es decir, la “supresión del estado de excitación en el origen
pulsional”;
4. por medio de un objeto: ahora bien, no es posible decir ninguna otra cosa a propósito de este objeto sino que
es “aquello y por la vía de lo cual la pulsión puede alcanzar su objetivo”.
Correlativamente, resulta que el objeto, lejos de hallarse fijo –como en el esquema del instinto–, es
eminentemente móvil, desplazándose según los diversos modos sucesivos de satisfacción.
En otros términos, la pulsión, por su misma naturaleza, es “parcial” –lo que habrá de justificar que Karl
Abraham hable igualmente de “objeto parcial”.
El deseo [Wunsch] designa en Freud ese “movimiento” o moción psíquica que, tras “la experiencia de satisfacción,
que pone fin a la excitación”, tiende a sitiar de nuevo la huella mnémica de satisfacción determinada por la
excitación pulsional y que está ligada a un objeto.
Lo que pone en marcha que, tras la experiencia de satisfacción (fin de la excitación), encierre de nuevo la
huella mnémica de satisfacción
Es preciso comprender que la “imagen mnémica” –es decir, el recuerdo– del objeto de satisfacción (nutritivo o
sexual) permanecerá asociado a la huella memorial de “la excitación producida por la necesidad”.
Por consiguiente: “La próxima vez que esta última sobrevenga, merced al enlace así establecido, se suscitará una
moción psíquica que querrá investir de nuevo la imagen mnémica de aquella percepción y producir otra vez la
percepción misma, vale decir, en verdad, restablecer la situación de la satisfacción primera”
La “realización del deseo” está conformada por “la reaparición de la percepción”.
No es posible saber nada de la pulsión puesto que, por un lado, se pierde en un origen físico (la excitación) y, por
el otro, se expresa mediante representaciones y afectos.