Revista Venezolana de Ciencias Sociales

ISSN: 1316-4090
rvcsunermb@gmail.com
Universidad Nacional Experimental Rafael
María Baralt
Venezuela

Castellanos, María del Carmen

Aspectos para impulsar la participación de los actores sociales en la escuela: dimensión socio-
espiritual
Revista Venezolana de Ciencias Sociales, vol. 10, núm. 2, julio-diciembre, 2006, pp. 503-517
Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt
Cabimas, Venezuela

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 Revista Venezolana de Ciencias Sociales
UNERMB, Vol. 10 No. 2, 2006, 503 - 517
ISSN: 1316-4090

Aspectos para impulsar la participación

de los actores sociales en la escuela:
dimensión socio-espiritual

María del Carmen Castellanos*

RESUMEN ______________________________________________________

El propósito del presente trabajo, es proporcionar algunas ideas para que los ac-
tores sociales de la escuela, visualicen la participación como una vía que les permita
movilizar intereses y expresar sus necesidades educativas, guiados por la visión institu-
cional en la búsqueda de una educación de calidad. Se hace énfasis en el término, ya
que algunos docentes piensan que colaborar es sinónimo de participación. Este artícu-
lo es producto de una investigación más amplia que se desarrolló en dos escuelas del
estado Trujillo, Venezuela.; la misma produjo como resultado que aún prevalece el
dominio que ejerce el modelo normativo-jerárquico que inhibe la toma de decisiones
compartidas y la libertad individual. Se concluye que la escuela debe apartarse del pa-
radigma reduccionista para entretejer holísticamente, en la participación activa, los as-
pectos sociales y espirituales por intermedio de acciones significativas impregnadas de
compromisos conscientes, con la intención de ampliar los espacios de consulta y la
toma de decisiones consensuadas.

Palabras clave: Participación, compromisos, toma de decisiones, holística-

mente.

__________________________________________________Recibido: 18-02-06 / Aceptado: 19-05-06

* Profesora titular de la UNERMB. Doctorado en Ciencias de la Educación. Corresponsable

del Programa de Investigación Gestión Educativa (PRIGED). C-electrónico: maricastella-
nos25_@hotmail.com. Teléfonos: 0414-5325873

Revista Venezolana de Ciencias Sociales, UNERMB, Vol. 10 No. 2, 2006

504 María del Carmen Castellanos

Aspects which Promote the Participation of Social

Actors in Schools: The Social-Spiritual Dimension

ABSTRACT______________________________________________________

The purpose of this paper is to offer some ideas in favor of so that school social ac-
tors visualize participation as an alternative that permits them to mobilize interests
and express their educational needs, guided by an institutional vision in the search for
quality education. Emphasis is made on the term, since many educators think that col-
laboration is synonymous with participation. This article is a product of extensive re-
search developed in two schools in Trujillo State, Venezuela. The research produced
the conclusion that the influence produced by the normative-hierarchical model still
dominates inhibiting shared decision-making and individual liberty. The conclusion is
that schools should distance themselves from the reductionist paradigm and become
holistically involved in active participation, and in social and spiritual aspects by means
of significant action impregnated with conscientious commitment, and with the inten-
tion of increasing consensual consultation and decision making.

Key words: Participation, compromise, decision-making, holistics.

Introducción en la Declaración de la Educación para

La participación es relevante para el
logro de la calidad educativa, porque nu-
tre los compromisos y propósitos de los
actores sociales. Participar, lleva implíci-
ta la propia humanización ya que es inhe-
rente a la calidad de vida, por estar rela-
cionada con la transformación de la reali-
dad. También, proporciona relevancia al
conocimiento ligado a la experiencia,
para reconocer saberes por intermedio
del diálogo que entreteje el conocimien-
to formal con el informal, en la construc-
ción de futuros esperanzadores.
Al mismo tiempo, en aspectos rela-
cionados con la educación, orienta el
horizonte escogido, en lo concerniente
a calidad y equidad educativa. Con refe-
rencia a lo anterior la UNESCO (1990),
Todos, y una década después, en el
Foro Mundial de la Educación para To-
dos, plantea que la educación es tarea
de todos porque supone compromisos
renovados, de sus actores, en espacios
de corresponsabilidad.
En nuestro país, a raíz de la pro-
mulgación de la Constitución de la Re-
pública Bolivariana de Venezuela
(1999), la participación se asume como
la columna vertebral de todos los pro-
yectos sociales, porque proporciona
oportunidades al ser humano para que
ejerza su derecho como protagonista
de su destino, al tiempo que busca la
igualdad de oportunidades. Propicia la
amplitud para dar cabida a la diversidad
y abre espacios para el desarrollo equili-
brado entre lo emocional y lo cognitivo.

Revista Venezolana de Ciencias Sociales, UNERMB, Vol. 10 No. 2, 2006

Aspectos para impulsar la participación de los actores sociales en la escuela
En el campo de la educación, las ac-
tuales políticas educativas –en concor-
dancia con la Carta Magna– hacen énfa-
sis en el término “participación” para la
búsqueda del bienestar de los integran-
tes de las comunidades. En este sentido,
proponen que la escuela –como cons-
tructora de espacios sociales– debe nu-
trirse a través de la interacción de sus
actores, a fin de responder a las deman-
das de la sociedad.
Ante esta realidad, el presente tra-
bajo tiene como norte, plantear algunos
aspectos relevantes para que la escuela,
desde la dimensión socioespiritual, em-
prenda la participación activa con la idea
de reivindicar el sujeto, como construc-
tor de su propia comunidad y de la cali-
dad educativa. Esta perspectiva, les per-
mite a los actores del proceso educativo
apropiarse de la visión humanista, cen-
trarse en la convivencia y visualizarse
como autores para la transformación.
Ante estas inquietudes nos planteamos
la siguiente interrogante. ¿Qué aspectos
debe considerar la escuela para impul-
sar la participación de sus actores desde
la dimensión socioespiritual?
Fundamentación teórica
1. Aspectos relevantes para
impulsar la participación desde
la dimensión social
Actualmente, se está hablando en
todos los niveles educativos sobre par-
ticipación, pero en muchas oportunida-
des al realizar las acciones se observan
marcados individualismos y escasa exis-
tencia de espacios para la toma de deci-
siones. Sin embargo, a raíz de la promul-
Revista Venezolana de Ciencias Sociales, UNERMB, Vol. 10 No. 2, 2006
505
gación de la Constitución de la Repúbli-
ca Bolivariana de Venezuela (1999), la
participación adquiere gran relevancia
para el logro de una sociedad justa,
equitativa y solidaria; también, constitu-
ye un camino para que la comunidad
viva los ideales democráticos. Por lo
tanto, es un pilar para la lucha contra la
exclusión social.
Además, al impulsar el capital hu-
mano, la participación se constituye en
comunión y diálogo a través del cultivo
de espacios para la libertad y el creci-
miento humano y permite el protago-
nismo de los actores en la búsqueda del
bien común. Si bien en la actualidad par-
ticipar está cobrando gran relieve; la es-
cuela debe entender que sus actores
están formados en una realidad que por
su carácter reduccionista hace énfasis
en individualismos, en la burocracia, en
la acumulación de poder; condiciones
que limitan la creatividad así como el
ejercicio pleno de los deberes y dere-
chos de los ciudadanos.
En el escenario planteado, la edu-
cación tiene como reto superar dificul-
tades para que sus actores se apropien
de una visión humanista centrada en la
convivencia y en los valores. Desde esta
visión, se asume la participación como
un proceso social inherente a la cons-
trucción de realidades, que amplía es-
pacios para que los actores del proceso
educativo: docentes, representantes y
niños, transformen su realidad en con-
cordancia con sus propias necesidades,
y en armonía con el universo. Esta
transformación debe estar armonizada
por una participación activa, a fin de
permitir la actuación consciente de sus
506
actores sociales en la planificación y eje-
cución de los diferentes proyectos en la
búsqueda de la calidad educativa.
Ahora bien, ¿Qué es participación?
Este término es necesario aclararlo
porque en muchas escuelas se habla de
la misma cuando en realidad lo que exis-
te es colaboración para realizar algunas
actividades, tal como sucede cuando los
representantes asisten a un determina-
do acto cultural. Para Brivio (2003), el
término “participación” lleva implícitos
dos significados. El primero, dar parte,
es decir, comunicar, informar o notifi-
car; hace énfasis en la comunicación
porque juega un papel muy importante
en la construcción de lo común. El otro
significado, es tener parte en una cosa,
es decir, compartir, entrar, intervenir,
tomar decisiones y cooperar; implica
formar parte. Por lo tanto, se nutre de
la toma de decisiones y del trabajo en
equipo.
Ambos significados, en la práctica
lucen entrelazados, llevan implícitos de-
rechos a reuniones, toma de decisiones,
diálogo, asociaciones y en general, el
fortalecimiento del protagonismo del
pueblo en la búsqueda de la calidad de
vida; tal como lo establece la Constitu-
ción de La República Bolivariana de Ve-
nezuela (1999). En fin, la participación
propicia espacios para que la escuela
oriente para la vida, la democracia y la
diversidad. Se centra en el hombre
como un ser biopsicosocial y espiritual
Cabe agregar, que lo social es inhe-
rente a la valoración de todos los acto-
res sociales. Además, se caracteriza por
la espiritualidad que “no tiene relación
con ninguna iglesia ni con ninguna insti-
tución, porque se trata de un proceso
Revista Venezolana de Ciencias Sociales, UNERMB, Vol. 10 No. 2, 2006
María del Carmen Castellanos
de autoconocimiento profundo y se
manifiesta en amor, compasión y liber-
tad” (Gallegos, 2001: 26). En relación
con la cita anterior, vemos que dichos
valores, actualmente lucen débiles,
porque se observan situaciones enmar-
cadas en individualismos y, también, es-
casa sensibilidad colectiva. En tal senti-
do, la escuela, como espacio de sociali-
zación, debe orientar su acción al forta-
lecimiento del amor, compasión y liber-
tad. Para ello necesita realizar investiga-
ciones en su contexto, a fin de detectar
los valores vigentes y afianzarlos, con el
objetivo de responder a las demandas
de la sociedad y a sus propios propósi-
tos.
En este mismo orden de ideas, la
participación como construcción colec-
tiva, entreteje los compromisos para
transformar la realidad. De ahí que, la
escuela al orientarla debe desarrollar
sus acciones a través de las interaccio-
nes y las negociaciones, para lograr los
objetivos establecidos en los diferentes
proyectos, los cuales deben estar aleja-
dos de la linealidad, porque ésta no de-
safía procesos y le otorga especial relie-
ve al control. Además, tiene como ca-
racterística predominante que adelanta
y retrocede acciones en un continuo
volver hacia lo mismo.
Dicha linealidad ha sido determi-
nante para que en el transcurso del
tiempo, muchas ideas importantes se
hayan perdido en el vacío, y otras ni si-
quiera tuvieron la oportunidad de co-
brar vida; lo que ha incidido en pérdida
de inversiones financieras, improvisa-
ciones y en el desdibujamiento de las in-
tenciones planteadas a través de los di-
ferentes programas sociales.
Aspectos para impulsar la participación de los actores sociales en la escuela
Para evitar esa actitud, se necesita
orientar las acciones en concordancia
con la visión, y los compromisos com-
partidos. De esta forma, los actores in-
volucrados en el proceso educativo: do-
centes, niños y representantes conjun-
tamente con las fuerzas vivas de la co-
munidad, como se dijo anteriormente,
tienen la oportunidad de ser copartici-
pes en la planificación, ejecución y eva-
luación de los diferentes planes para
transformar situaciones como la injusti-
cia y la inequidad en espacios impregna-
dos de justicia en la búsqueda del bien
común.
En tal recorrido, es imprescindible
que el colectivo se involucre en los dife-
rentes procesos concernientes a la edu-
cación, a fin de lograr convivencia, cali-
dad e igualdad de oportunidades. En
esta misma idea, la escuela, en primer
lugar, al orientar la participación debe
tener claridad en sus propósitos, para lo
cual es imprescindible cultivar el respe-
to por ideas no compartidas sin renun-
ciar a las propias. En segundo lugar, ne-
cesita fundamentar sus acciones en los
compromisos a fin de propiciar oportu-
nidades, para que sus actores conozcan
sus derechos y deberes, bases funda-
mentales para vivir en democracia. El
tercer aspecto por considerar está rela-
cionado con la importancia del diálogo
para nutrir por intermedio de las ideas
el escenario transformador.
Finalmente, debe visualizar la parti-
cipación como un pilar fundamental
para la democracia, porque lleva implí-
cito compartir el poder y el respeto por
los seres humanos. De ahí que las insti-
tuciones educativas necesitan alejarse
de la autocracia y de los liderazgos di-
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rectivos. Es que “las decisiones demo-
cráticas se caracterizan por nacer del
diálogo, de la libertad, de la negociación
y de la valoración racional de las opinio-
nes de todos” (Santos, 2001: 17). La cita
anterior, reivindica la importancia del
diálogo para enriquecer la vida demo-
crática, a través de los compromisos, las
negociaciones y la empatía.
En esta vía, la escuela elimina la
confrontación y los discensos, cierra los
espacios a las diferencias para enrum-
barse hacia el logro de la unidad a través
del enriquecimiento del tejido social.
Además, propicia la amplitud para bus-
car el desarrollo equilibrado entre lo
emocional y lo cognitivo, vinculando,
como se dijo anteriormente, la autorre-
flexión con el diálogo en el fortaleci-
miento de la comunidad.
En ese sentido, no hay comunidad
sin participación porque es inviable su
existencia sin tener parte en algo co-
mún; referente a esto último, los acto-
res sociales deben estar comprometi-
dos en el logro de los objetivos colecti-
vos. Le corresponde a la escuela movili-
zar a las personas para que se inspiren,
crezcan, y sean transformadores. Este
escenario lleva a las instituciones educa-
tivas a crear espacios de convivencia, a
fin de evitar desencuentros que irradian
desconfianza, apatía, falta de comunica-
ción, repetición de errores, debilita-
miento de los valores democráticos y
por supuesto del capital social.
La participación activa, busca la ar-
monía entre los elementos referentes al
capital social, que se fundamentan en
relaciones de confianza, cooperación y
compromisos, como valores inheren-
tes al bienestar colectivo. En efecto,
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para la escuela los mismos forman parte
de la vida y por supuesto de la calidad
educativa; esto implica la necesidad de
fortalecerlos para lograr los grandes re-
tos que actualmente están planteados
en la búsqueda del bienestar social.
Para hacer posible esa realidad a
través de la participación activa, la es-
cuela desde su dimensión social debe
orientarse, entre otros, por los siguien-
tes aspectos:
1. La comunicación interpersonal
como condición indispensable para im-
pulsar las propuestas comunitarias.
Roggers y Steinfalt (citados por Fernán-
dez, 2001: 170) dicen que “es el proce-
so mediante el cual los participantes
crean y comparten información entre
ellos hasta alcanzar el entendimiento
mutuo”. Entender y compartir informa-
ción, permite a las personas actuar
como miembros de equipos de trabajo,
al proporcionar oportunidades para
que se conozcan, compartan afectos y
preocupaciones. En fin, puede decirse
que por intermedio de la comunión en-
tre personas se pasa de una relación
personal a una interpersonal, de una ra-
cionalidad cooperadora a un protago-
nismo activo.
2. El liderazgo permite alcanzar
mejores horizontes; la participación ne-
cesita de líderes inspiradores de con-
fianza y seguridad. El norte del líder es
mover personas a través de los com-
promisos, la creatividad, los objetivos
comunes y el crecimiento personal. El
liderazgo evita que las decisiones se to-
men únicamente en la estructura formal
que proporciona mucha importancia a
la jerarquía. Por lo tanto, para un líder
resulta imposible reflejarse en niveles
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María del Carmen Castellanos
directivos, porque son determinantes
para que se visualice como receptor de
intereses particulares.
3. La cultura como parte del reco-
nocimiento, valoración y respeto a la
identidad cultural de los pueblos. En
efecto: “la cultura es elemento de iden-
tidad local, regional, nacional y conti-
nental, es garante de enraizamiento,
arraigo y permanencia” (Guédez, 1995:
56). Por esta razón, las instituciones
educativas necesitan valorar continua-
mente la identidad cultural de los pue-
blos, para evitar que sus costumbres
sean invadidas y modificadas en su pro-
pio contexto, como está sucediendo en
la actualidad, a través de condiciona-
mientos con profundas referencias cul-
turales de otros países que impiden el
conocimiento de nuestra propia identi-
dad.
La cultura implica múltiples inte-
rrelaciones entre creencias, tradicio-
nes, bailes, danzas, historias, relatos
que son elementos que conforman el
tejido cultural de los pueblos y contri-
buyen al logro de la calidad educativa.
En relación con esta idea, es importante
recordar, cuando estudiábamos prima-
ria, la celebración de actos culturales
relacionados con la celebración del día
del árbol, el último domingo de mayo,
los chimichimitos, el pájaro guarandol,
la muñeca de la calenda, entre otros.
Era la época de los grandes consensos
entre la escuela y la comunidad. Ade-
más, existían objetivos comunes; había
participación, aunque nadie hacia refe-
rencia del término.
Este acervo cultural es tan impor-
tante, que actualmente el Proyecto
Educativo Integral Comunitario busca
Aspectos para impulsar la participación de los actores sociales en la escuela
su rescate, puesto que se sustenta en la
historia cultural de la comunidad. Asu-
mir esta realidad por parte de la institu-
ción educativa, conlleva a proporcionar
vida a la participación a través del reco-
nocimiento de lo nuestro y el fortaleci-
miento de la vida espiritual, para cons-
truir la transformación a través del pro-
tagonismo consciente de sus actores.
4. Redes sociales para fortalecer
compromisos, a fin de coordinar las ac-
ciones a través de la utilización eficiente
de los recursos disponibles entre las di-
ferentes instituciones que benefician al
colectivo. De esta forma, se abren los
espacios para erradicar la atomización y
el mecanicismo existente en los plante-
les educativos, lo cual se manifiesta en
incumplimiento de acuerdos y debilita-
miento del capital social. En ese sentido,
las organizaciones educativas deben ob-
viar la estructura clásica al estilo webe-
riano para asumir una organización fle-
xible, horizontal, fundamentada en las
necesidades del ciudadano, para que las
decisiones se puedan tomar desde las
bases y fortalecer, al mismo tiempo, el
sentido de pertenencia. En este escena-
rio, la escuela encuentra las vías para
romper el aislamiento tradicional, que
la ha llevado a visualizarse a espaldas de
su propia comunidad.
5. Educación comunitaria entendi-
da como la búsqueda constante de los
actores sociales para actuar con con-
ciencia espiritual; ella es inherente al en-
riquecimiento del tejido social existen-
te. Debe ser crítica, basada en lazos de
pertenencia con la comunidad y en la in-
teligencia interpersonal para compartir
sueños impregnados de compromisos.
Por esta razón, este aprendizaje debe
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nutrirse de la pedagogía de los valores;
además, centrarse en el hombre para
alejarse del individualismo a través de la
convivencia.
En relación con lo expresado en el
párrafo anterior, para alejarse del indi-
vidualismo es necesario proporcionar
oportunidades para que los actores so-
ciales integren sus conocimientos con
libertad; de ahí la necesidad de eliminar
la directividad, así como las jerarquías
existentes en las organizaciones educa-
tivas con el propósito de construir la
transformación social a través de las ex-
periencias de todos.
6. Organización flexible adaptada a
las variables contextuales, para aprove-
char fortalezas y oportunidades con mi-
ras a aumentar el impacto de los pro-
gramas sociales. Estas condiciones son
determinantes para que la organización
sea abierta y, constantemente, se
oriente por una óptica local sin perder
de vista los contextos más amplios.
Además, la organización escolar debe
considerar que la comunidad se fortale-
ce en los cimientos de las negociaciones
e interacciones entre los seres huma-
nos.
En este sentido, les corresponde a
los actores sociales construir en actitud
dialógica, consciente y reflexiva su pro-
pia organización. Para esto es necesario
evitar la reproducción del autoritaris-
mo a través de la horizontalidad y ale-
jarse de la centralización burocrática,
que generalmente luce dominada por
normativas inherentes a la inercia, con-
formismos, participación pasiva y a pro-
cesos ineficaces.
7. La visión tiene que ser comparti-
da, aceptada; además, vivida por todos
510
los integrantes de la comunidad educa-
tiva en sentido amplio. Para Quigley
(1996), debe mirarse desde una pers-
pectiva amplia, en función de: sueños,
ideales, valores y creencias. Tiene rela-
ción con soñar en grande y a largo plazo.
Se ubica en lo “que somos en el presen-
te” para pensar en lo que “podríamos
ser en el futuro”. En este sentido, se ale-
ja de escenarios restringidos que conlle-
van a la fragmentación institucional,
para asumir la amplitud a través de la
creatividad de los actores que hacen
vida en la organización educativa; por-
que son ellos los que visualizan su plan-
tel en atención a compromisos compar-
tidos y a sus propias aspiraciones.
Esa realidad concierne a la partici-
pación porque trata que todos se sien-
tan coparticipes del proceso de trans-
formación. Recordemos, que la visión
constituye la luz que ilumina el prota-
gonismo de los actores. A tal efecto, la
escuela para lograrla debe plantearse
continuamente, entre otras, las si-
guientes preguntas: ¿Cómo construir-
la?, ¿cómo se pueden lograr los com-
promisos?, ¿cómo se puede lograr la
calidad educativa?, ¿cómo debe ser la
institución que soñamos? Con el pro-
pósito de aportar respuestas a estas in-
terrogantes surge el diálogo de sabe-
res, porque la gente tiene experiencias
valiosas que le permite lograr en forma
compartida sus aspiraciones.
8. La misión sintetiza el quehacer
de la escuela, por lo tanto necesita con-
tar con el apoyo de todos los integran-
tes de la organización. Su definición
debe ser clara para guiar las actividades
que desarrollan las instituciones educa-
Revista Venezolana de Ciencias Sociales, UNERMB, Vol. 10 No. 2, 2006
María del Carmen Castellanos
tivas. Orienta las funciones gerenciales.
Debe ser estable, pero sujeta a evalua-
ciones periódicas para responder a las
expectativas del colectivo. Forma parte
de la imagen de la institución educativa.
Además, es la unión entre la visión y el
quehacer. Para construirla colectiva-
mente, según el autor citado, se debe
responder las siguientes interrogantes:
¿Quienes somos?, ¿a quién servimos?,
¿qué hacemos?, ¿por qué lo hacemos?,
¿cómo definimos nuestras estrategias?
En ese sentido, se fundamenta en
los valores compartidos, la cultura y en
la participación para analizar problemas
y reflexionar sobre lo que es necesario
cambiar o fortalecer, según el caso. De-
sarrollarla implica entusiasmo, compar-
tir objetivos, enriquecer compromisos
comunes inherentes al trabajo en equi-
po, así como nutrir la disposición para
confiar, compartir, crear e interactuar.
Estas interacciones se sustentan en va-
lores correspondientes al capital social
como impulsador de la productividad
organizacional.
En esta idea ponerla en práctica
amerita de líderes visionarios que re-
piensen sobre los obstáculos que afec-
tan los logros. Este repensar, implica
asumir la relatividad de los nuevos tiem-
pos con su característica turbulenta,
que percibe la verdad como relativa
porque muchas de las cosas que se te-
nían como ciertas comienzan a ser re-
emplazadas por otras. De ahí, que la es-
cuela necesita la participación de sus ac-
tores para monitorear el proceso, eva-
luar resultados y adaptarse constante-
mente a las preguntas y respuestas del
contexto.
Aspectos para impulsar la participación de los actores sociales en la escuela
9. La motivación porque impulsa al
ser humano hacia el logro de los objeti-
vos tanto en el plano personal como so-
cial. La motivación, asevera Romero
García (2000: 199), “es una red de pen-
samientos y afectos que dinamizan,
orientan y mantienen las conductas ha-
cia metas interiores y exteriores valori-
zadas por la persona”. Al ser dinamiza-
dora del comportamiento humano acti-
va al hombre para que se trace metas in-
trínsecas y las convierta en resultados.
Por último, permitir el discurso de
la participación no es suficiente, porque
es necesario buscar las vías para que la
toma de decisiones se nutra de lo local.
En esta idea, la escuela a fin de empren-
der la movilización de los recursos ne-
cesarios para el bienestar colectivo ne-
cesita de sus actores para articular las
redes que hacen eficientes los acuerdos
de cooperación.
En ese sentido, no hay espacio para
las actitudes centralistas, porque impi-
den el desenvolvimiento de la participa-
ción y debilitan los consensos y coope-
raciones entre las diferentes instancias
regionales y nacionales. Ante este esce-
nario, es imprescindible un proceso
descentralizado que se nutra a través de
la delegación de responsabilidades y en
la asignación de recursos para el desa-
rrollo local. En atención a esa realidad la
escuela –como espacio comunitario–
organiza a sus actores para recrear la
gestión pública desde abajo y fortalecer
la descentralización como aliada de las
políticas sociales. Esta vía conduce a la
profundización de la democracia, a tra-
vés de la distribución de poder en las
propias comunidades.
Revista Venezolana de Ciencias Sociales, UNERMB, Vol. 10 No. 2, 2006
511
2. La participación de los actores
educativos desde la
espiritualidad
Otra categoría, inherente a esta va-
riable, hasta ahora, no considerada con
suficiente profundidad es la dimensión
espiritual, en los aspectos que se refie-
ren a los valores, porque a lo largo de
los tiempos se ha hecho mucho énfasis
en lo cognitivo y lo valorativo ha queda-
do rezagado al segundo lugar. No obs-
tante, que la educación en valores cons-
tituye una de las finalidades esenciales
del sistema educativo.
Esta debilidad incide para que se
hable de participación pero se presta
escasa atención a los consensos, así
como a los propósitos comunes. Ade-
más, las acciones lucen impregnadas
por la lógica mecanicista, se imitan cos-
tumbres foráneas, la comunicación es
casi inexistente y la relación entre nues-
tro entorno familiar se va diluyendo en
el entramado mundo de la televisión y
de la misma tecnología de la comunica-
ción.
Ante esta realidad, la participación
desde la espiritualidad debe vivir en la
práctica los valores para recrear el con-
texto a través de los encuentros entre
las personas. El ser humano crece en la
medida que profundiza la convivencia,
los lazos de amor, la solidaridad, la justi-
cia. En estas interacciones se cultiva lo
humano, porque el hombre no adelanta
ningún proyecto en soledad, ya que ésta
reproduce el individualismo, la pasivi-
dad y la rivalidad. Estos comportamien-
tos, no entienden que la belleza espiri-
tual busca el encuentro entre el hom-
bre, la naturaleza y su contexto.
512
Al respecto, la escuela al asumir la
dimensión espiritual vive los valores
como transversalidad. Vivir los valores
implica vida, construcción de sueños
impregnados por diálogos. Es una vi-
vencia que debe estar alejada de los dis-
cursos así como de los conceptos, que
niños y representantes no los entienden
porque se memorizan, en forma mecá-
nica, transformándose en barreras para
la reflexión consciente, y por supuesto
para el desarrollo humano. Los valores
están vinculados con la acción social. En
atención a lo expuesto, la escuela para
el logro de la participación protagónica
debe cultivar, entre otros, los siguien-
tes:
• Solidaridad para la búsqueda de la
paz, la justicia y la equidad a fin de
cultivar espacios que permitan el
disfrute de servicios educativos de
calidad. Lleva implícita la amistad y
el amor. Es una actitud de compar-
tir. Es inherente a las ideas, al amor
y las acciones.
• Libertad para que el hombre sea
constructor y oriente sus energías
para el encuentro de la transforma-
ción. En ella se sustenta la diversi-
dad y se nutre la participación.
• Amor para propiciar grandeza es-
piritual y lograr que los actores so-
ciales se conviertan en alfareros de
su propio bienestar.
• Respeto como la base de toda con-
vivencia humana y del reconoci-
miento del valor de cada uno para
aceptar la dignidad de cada perso-
na.
• Honestidad relacionada con hablar
lo que se piensa y hacer lo que se
dice.
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María del Carmen Castellanos
• Igualdad vinculada con la dignidad
de la persona y los derechos que de
ésta se derivan.
Para participar es necesario que la
escuela conjuntamente con la comuni-
dad –en su dimensión socio-espiritual–
para superar el reduccionismo y el ato-
micismo formen una misma realidad
entrelazada por los valores que susten-
tan al capital social. En este escenario,
es imposible hablar de integración es-
cuela comunidad, porque no se integra
una realidad con ella misma. La integra-
ción asume la fragmentación. Esta vi-
sión llevó a la escuela a disociarse de su
propio entorno. Por lo tanto, se debe
asumir la interacción, que no entiende
de fragmentos pero si de totalidades y
de relaciones sociales armónicas para
fortalecer el diálogo a través de la discu-
sión reflexiva.
Para entrar en este escenario, la
escuela tiene como reto desarrollar los
aprendizajes estratégicos propuestos
por la UNESCO (1996): aprender a
aprender, aprender a hacer, aprender a
convivir, aprender a ser. Cumplir con
esta exigencia implica fortalecer espa-
cios para que sus actores sean construc-
tores y los docentes sean los mediado-
res a fin de fomentar actuaciones armo-
nizadas por la libertad. Este reto le exi-
ge a la organización educativa encon-
trar las respuestas a las preguntas que le
hace el entorno. Es por eso que necesi-
ta apartarse del autoritarismo, pero sin
entrar en posiciones lezzeferianas, para
generar un clima de respeto y confian-
za. De esta forma, la escuela puede in-
terrogarse a sí misma, a sus actores, a su
contexto, y al mismo tiempo aportar
soluciones a los problemas.
Aspectos para impulsar la participación de los actores sociales en la escuela
Este norte visualiza la escuela
como totalidad. También, como un es-
pacio abierto e interconectado con el
propio universo que es entrelazado por
la participación en la dimensión espiri-
tual para mejorar la calidad de vida te-
niendo en consideración el desarrollo
pleno del hombre. Este escenario se
fundamenta en la creatividad, en la
toma de decisiones y en espacios im-
pregnados por una visión humanista
para actuar desde un “nosotros”. En ese
sentido, las instituciones educativas
para operativizar sus estrategias en el
marco de la reciprocidad necesitan con-
siderar, entre otros, los siguientes as-
pectos:
• Currículum flexible para propor-
cionar oportunidades al estudiante
de ser constructor de sus propios
aprendizajes a partir de una con-
cepción transdisciplinaria que tras-
ciende las disciplinas. Por esta ra-
zón debe ser un currículo abierto,
flexible, pertinente, creador y, ade-
más, centrado en el sujeto y en las
experiencias del ser humano.
• Trabajo interactivo entre la escuela
y el hogar. La interacción se funda-
menta en el diálogo relacionado
con: el escuchar, la apertura, ex-
presar ideas y respetar para cons-
truir los espacios necesarios para
que los actores, del proceso educa-
tivo, tengan la oportunidad de ac-
tuar como sujetos activos en la
construcción de su propia comuni-
dad.
• La cotidianidad como un lugar para
la reflexión y el debate en el replan-
teamiento de lo público. En la mis-
ma está inmersa la realidad física,
Revista Venezolana de Ciencias Sociales, UNERMB, Vol. 10 No. 2, 2006
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biológica, antropológica y espiri-
tual.
• El aspecto social que involucra la
paz en la búsqueda del bien común.
De tal manera, que la paz, expresa
Tuvilla (2005), es un estado activo
de una sociedad que busca la justi-
cia, la igualdad de oportunidades,
intenta resolver los conflictos de
los actores sociales a través de la
capacidad de comunicación, del
diálogo y de la cooperación.
En ese orden de ideas, le corres-
ponde a la escuela visualizar en forma
participativa y de manera holística,
cambios desde las propias bases de las
comunidades. Con relación a esto, des-
de la propia comunidad el sujeto vive su
cotidianidad, además, construye la soli-
daridad para actuar guiado por los sue-
ños; es de acuerdo con Fonet-Betan-
court (2001), un sujeto que se hace su-
jeto haciendo comunidad, porque en
este espacio el hombre se educa, se for-
ma y enfrenta la vida. Por consiguiente,
esta realidad transciende el trabajo en el
aula de clase para lograr que la acade-
mia nutra a los grupos sociales organiza-
dos.
Resulta necesario resaltar, que la
escuela para asumir este planteamiento
necesita docentes que integren, en con-
cordancia con los paradigmas emergen-
tes, lo mejor del humanismo a fin de nu-
trirse de las interacciones y enriquecer
el conocimiento. Ello implica, la necesi-
dad de ampliar el diálogo entretejiendo
la sociopedagogía con la espiritualidad.
Esta apertura permite que en la cons-
trucción de aprendizajes significativos
se aprovechen las experiencias previas
y, también, se profundice la pertenen-
514
cia hacia la comunidad con la idea de in-
crementar la participación.
En ese sentido, la participación se
fortalece a través del diálogo de saberes
que entreteje las palabras con los signifi-
cados para interpretar, comprender y
recrear el contexto. Es un proceso de
hermenéutica colectiva que, constante-
mente, realiza lecturas de la realidad a
través de las reflexiones de sujeto a su-
jeto en la construcción de sentidos co-
munes a fin de humanizar el conoci-
miento. Este conocimiento es un activo
en la construcción de los escenarios co-
munes inherentes al diseño y ejecución
de proyectos.
La participación desde la dimen-
sión espiritual asume la integración del
conocimiento humano, que para Galle-
gos (2001), está relacionado con la cien-
cia, el arte, las tradiciones, humanidades
y la filosofía. Por lo tanto, se cobija en la
transdisciplinariedad que tiene por fina-
lidad la unidad. De igual forma, viabiliza
los espacios sociales para que los acto-
res del proceso educativos se convier-
tan en protagonistas de su destino, lo
cual los lleva a asumir la corresponsabili-
dad entre el Estado, sociedad y familias
en la construcción de una educación de
calidad.
En definitiva, se aboga por una con-
ciencia colectiva que se recrea en la es-
piritualidad, para percibir la realidad in-
terconectada en una red viva de relacio-
nes. En esta visión, la escuela está llama-
da a dar respuestas cónsonas con las ne-
cesidades de su entorno, del país y del
mundo en general. También necesita
fortalecer el tejido social, estimular la
participación activa sustentada en valo-
res con la idea de construir una socie-
Revista Venezolana de Ciencias Sociales, UNERMB, Vol. 10 No. 2, 2006
María del Carmen Castellanos
dad más justa, equitativa e inherente al
crecimiento del ser humano, tal como
lo plantea el espíritu de la actual Consti-
tución Nacional.
Por lo tanto, en este momento de
cambios paradigmáticos, la escuela y la
comunidad se deben visualizar desde
una nueva cosmovisión. Asimismo, los
centros educativos necesitan cobijarse
por la amplitud para fortalecer la vida.
En esta realidad, la organización educa-
tiva, como centro del quehacer comu-
nitario, de la paz y de la creatividad se
convierte en generadora de espacios
para los encuentros y consensos. Re-
cordemos, que la educación en aten-
ción a los preceptos constitucionales se
sustenta en la corresponsabilidad. Por
consiguiente, esta interacción permite
que los docentes y las mismas familias
valoren sus roles e indaguen para forta-
lecer la espiritualidad.
En ese sentido, se considera a las fa-
milias y a la escuela, así como a otros es-
pacios sociales, como una comunidad de
convivencia en constante aprendizaje.
En ellas el niño es amado y aprende a
amar a los demás. Sí la escuela le da relie-
ve a su participación éstas pueden ser
sus grandes aliadas para el logro de la ca-
lidad educativa. Por lo tanto, a las institu-
ciones educativas les es imposible funda-
mentar su trabajo en el liderazgo directi-
vo porque, en este caso, el director or-
dena y los demás ejecutan. Esta realidad
trae inseguridad, desconfianza e induce a
los representantes a cumplir únicamente
las funciones de llevar y traer a los niños
al colegio, lo que conlleva a que se sien-
tan extraños en su propio plantel.
Pero la escuela necesita que sus ac-
tores se identifiquen con ella, para
Aspectos para impulsar la participación de los actores sociales en la escuela
construir el futuro desde el presente.
Esta visión se fundamenta en la partici-
pación, porque la misma implica “parte
de”. Sentirse parte lleva implícita la idea
de compartir la visión y las esperanzas.
Cuando se visualiza desde la holística se
asume la espiritualidad a través de las
acciones de un ser humano, que actúa
en interacción constante con su medio,
crece con los demás, mira la realidad en
forma compartida, se expresa con liber-
tad, asume el respeto, la solidaridad y el
amor por la naturaleza.
En fin, se plantea un camino para
que el sujeto rompa barreras, se aleje
del reduccionismo y encuentre mejores
horizontes. En este recorrido descubre
que la educación es tarea de todos.
Además, asume que la participación es
un derecho y un deber que al visualizar-
la desde la visión espiritual reivindica las
personas, acepta que el acto humano
enriquece la actividad educativa y em-
podera a los actores sociales. En ese
sentido, para Gallegos (2001), toda per-
sona es un ser espiritual que desarrolla
su experiencia en conexión entre sí, con
los otros y con la naturaleza en general
en la búsqueda del bien común.
Conclusiones
Las conclusiones a las cuales hemos
llegado permiten visualizar que estamos
en una época muy dinámica de transfor-
maciones, y la escuela como construc-
tora de la espiritualidad debe propor-
cionar respuestas oportunas a su comu-
nidad, región, país y al universo en gene-
ral. Por lo tanto, las instituciones educa-
tivas deben ser espacios abiertos e in-
terconectados en una amplia red que
Revista Venezolana de Ciencias Sociales, UNERMB, Vol. 10 No. 2, 2006
515
busca la calidad de vida en consonancia
con el medio ambiente y el planeta. De
ahí que, en esta nueva realidad se
requiere considerar lo siguiente:
• La participación de los actores edu-
cativos entreteje lo social y espiri-
tual en la búsqueda de una educa-
ción de calidad. Por lo tanto, crea
los escenarios para la reflexión en
ambientes de convivencia inspira-
dos por la visión, la misión y por su-
puesto los propósitos comparti-
dos. Esto implica, que la socioespi-
ritualidad se nutre de la cotidiani-
dad y, al mismo tiempo, la libera de
contradicciones para enriquecer
las acciones del colectivo y orien-
tarlo por los caminos de la trans-
formación en ambientes de enten-
dimiento mutuo, es decir, pensar y
actuar desde el espacio de un “no-
sotros”. Esta realidad incide para
que las instituciones educativas
sean permeables y sus comunida-
des las perciban como el centro del
quehacer social, de los sueños y es-
peranzas del colectivo en general.
• Los aspectos relacionados con la
dimensión socioespiritual reco-
bran gran relevancia, porque cons-
tituyen vías para que los actores,
del proceso educativo, reconstru-
yan el tejido cultural a través de los
ideales del amor, los valores y las
interacciones. Estas actuaciones
implican aprender a compartir y vi-
sualizarse con libertad plena a fin
de tomar decisiones para protago-
nizar la transformación. Por esto, la
escuela debe mantener un dialogo
abierto que, constantemente, en
forma holística se recree en lo so-
516 María del Carmen Castellanos

cioespiritual, con la intención de armonía con el tejido cultural de su pro-

proporcionar respuestas oportu-
nas a una sociedad que está en con-
tinuo cambio.
La participación activa se sustenta
en la toma de decisiones consensuadas,
permite que el colectivo se perciba
como protagonista, se exprese a través
de su talento, intuición, inteligencia y
valores para entender su contexto sin
perder de vista la realidad holística y di-
námica de los nuevos tiempos. De esta
manera, asume por intermedio de las
reflexiones y de los propósitos comu-
nes la construcción de la comunidad en
pio contexto. Esta visión permite que
los actores se visualicen como autores
de la calidad educativa
La participación le permite a la es-
cuela interpretar la realidad y sistemati-
zarla a través de las reflexiones, la prác-
tica de la libertad, el pluralismo, el espí-
ritu crítico y el enriquecimiento del diá-
logo. Todo lo anterior es base funda-
mental para entender de manera pro-
positiva el abanico de las diferentes
perspectivas de los actores educativos
para encontrar soluciones a los proble-
mas existentes.

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