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Historia del

Folklore Danzario
Cubano

Laymaris LaO Caballero


Folklor lV
Raíz hispánica en Cuba
La colonización de Cuba trajo consigo un proceso de inmigración hispánica que
fue más allá de los cuatro siglos y medio de dominación colonial y se mantuvo
e incrementó hasta la primera mitad del siglo XX. Entre 1509 y 1534 más del 90
por ciento procedía de Andalucía, Castilla (la nueva y la vieja), Extremadura y
León. Toda esta procedencia del área sur y central de la península hispánica
se mantuvo durante el siglo XVI.La migración de las Islas Canarias desempeñó
un papel fundamental y estable en el poblamiento hispánico de Cuba, debido al
continuo proceso de emigración, donde el tráfico ilegal se convirtió en una
regularidad y en un peligro reiterado para el despoblamiento del archipiélago
norafricano.

Los inmigrantes hispánicos acuden sobre todo a las primeras villas que se
habían fundado y otros, especialmente los canarios, se asientan
mayoritariamente en las zonas rurales.Este proceso contribuyó a modificar el
carácter típicamente extensivo y aislado del poblamiento peninsular que era
mayormente masculino. Se inicia también de manera lenta pero constante la
presencia de vascos, catalanes y gallegos como parte de la composición
multiétnica de España, aunque también se una la llegada de hebreos.

La primera ruta de asentamientos se efectúa en la dirección oriente-occidente


en concordancia con el itinerario de los conquistadores durante las dos
primeras décadas del siglo XVI. La organización posterior de las
comunicaciones oceánicas con España a través del canal de la Florida, que
utiliza como eje del tránsito a la bahía de La Habana, cambian el ritmo y la
distribución geográfica de la población a partir de la primera mitad del siglo XVI.
Desde este período el proceso de poblamiento hacia occidente es decisivo
para el desarrollo socioeconómico de la Isla, particularmente la ciudad de La
Habana que se convierte en el principal centro urbano, económico, político,
demográfico y cultural. Durante el siglo XVIII, período decisivo en el proceso de
formación de la nacionalidad y la cultura cubanas, prácticamente las siete
décimas partes de la inmigración hispánica procede de Islas Canarias y
Andalucía, mientras que del norte de la Península Hispánica los inmigrantes
constituyen sólo 11,49 %. Sin embargo, durante el resto del siglo XIX, aunque
se aprecia una reducción relativa de las regiones tradicionales de mayor
inmigración (Canarias y Andalucía), se evidencia un crecimiento de la
inmigración peninsular hispánica desde el área norte, sobre todo de Galicia,
Asturias y Cataluña, pues a mediados de este siglo España suprime las leyes
que obstaculizan la emigración.

Hacia fines del siglo XIX las emigraciones de gallegos y asturianos encabezan
un proceso que cubre hasta las tres primeras décadas del siglo XX, en que
tienen su apogeo. Durante el siglo XVIII, más de ocho de cada diez
inmigrantes hispánicos son varones. En cuanto a la composición por sexo
durante el siglo XIX se observa un crecimiento global de la inmigración
femenina que continúa durante el siglo XX. De las regiones de mayor
procedencia en la Península Hispánica (Asturias, Galicia, Andalucía y
Cataluña) ninguna sobrepasa el 30 % de inmigración femenina. De nuevo, sólo
las provenientes de Islas Canarias alcanzan el 39,83 %. Los inmigrantes
hispánicos tienden a la intensa mezcla con los naturales de Cuba, tanto con
sus descendientes directos, como con otros componentes étnicos, en
correspondencia lógica con el desequilibrio histórico en la composición sexual.

El constante y creciente proceso inmigratorio y el asentamiento de españoles,


canarios, catalanes, gallegos y vascos, de acuerdo con el nivel de desarrollo
alcanzado en Cuba, condiciona una significativa influencia cultural en todos los
órdenes de la vida socioeconómica.

Si los componentes hispánicos influyen marcadamente como cultura


dominante, propia del proceso de colonización, en la estructuración
socioclasista de la Isla, no es menos cierto que junto con la inmigración de
funcionarios, sacerdotes, comerciantes y militares de las más diversas
gradaciones, también inmigra de modo mayoritario mucha gente humilde,
expulsada por la miseria existente en los sectores sociales más desposeídos;
es decir, cientos de miles de trabajadores, jornaleros contratados en edad
laboral, principalmente solteros y analfabetos o semianalfabetos que vienen a
engrosar el complejo mosaico étnico de la población de Cuba.

Las influencias culturales son múltiples y sumamente variadas, pero de manera


esencial, en el ámbito de la cultura material, estos influjos fueron determinantes
en el proceso histórico de formación de la cultura cubana, pues abarcan todos
los aspectos de la vida social y sirven de base en el ámbito de la alimentación,
los instrumentos de trabajo, las artes de pesca, el vestuario, la vivienda y los
modos y medios de transporte para su continua transformación a partir de la
estrecha vinculación con los aportes de otros componentes étnicos y con lo que
va creando y transmitiendo la población nacida en Cuba. Hay un proceso de
evolución paulatina de la estructura familiar, la lengua, los gestos, las
supersticiones, los usos y las costumbres cotidianas, basados en añejos
principios morales, que responden a una tradicionalidad cuyo contenido
conservador ha estado más arraigado en la población, y sus procesos de
transformación han sido mucho más lentos debido a que forman parte
indisoluble del sustrato de información diacrónica de la cultura transmitida,
oralmente o como actividad común, de una generación a otra.

Durante el siglo XX también se observa una marcada tendencia del


poblamiento hispánico hacia el área centro-occidental del país, en
correspondencia con la intensidad de las fundaciones urbanas y con el mayor
desarrollo socioeconómico alcanzado. La pérdida del poder político implicó,
consecuentemente, el deterioro del poderío económico global, que pasó a
manos norteamericanas con el tránsito de la colonia española a la neocolonia
yanqui.

Del mismo modo, durante el período colonial, la ciudad de La Habana


concentra el mayor peso de la inmigración hispánica y es representativa de
esta población

Durante los primeros veinte años del siglo XX proliferaron múltiples


asociaciones de residentes hispánicos y sus descendientes en Cuba, que se
agruparon no sólo por las regiones históricas, sino por provincias y por
Concejos de procedencia, lo cual tuvo su precedente directo en la fundación y
labor desde mediados del siglo XIX de un conjunto de asociaciones benéficas.

Así surgieron más de un centenar de instituciones de beneficencia, recreación,


arte, educación, deportes, asistencia médica y otras, distribuidas en todo el
país, muchos de los cuales llegan hasta el presente.

Sin embargo, el poblamiento hispánico de Cuba ha tendido a decrecer


históricamente en la medida en que el etnos y la cultura cubanos se desarrollan
y consolidan, pero este ha constituido uno de los pilares básicos para la
formación de la población cubana actual.

De todo este proceso migratorio han quedado en las tradiciones del pueblo
cubano muchas manifestaciones culturales de origen hispánico como son los
cantos de cuna, las rondas infantiles, los romances y cantos típicos del
campesinado cubano. También están los altares de cruces, las décimas, el
punto guajiro con sus distintas formas (libre, fijo, espirituano).La controversia, el
pie forzado y todas las manifestaciones que se mantiene aún en el folklore
danzario cubano.Podemos mencionar los bailes de Majagua: Doña Joaquina,
Anda Pepe, Papalote, El gavilán, Zumba Antonio, La caringa y El zapateo,
igualmente con sus distintas variantes.

La raíz hispánica tiene una marcada fuerza todavía en nuestros días y


constituye un pilar fundamental en la gran mezcla de componentes étnicos
extranjeros que conforman nuestra cultura e idiosincrasia.

Bibliografía
Guanche, J. (2008). Componentes étnicos de la nacion cubana. La Habana .

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