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TEMA1.

LA TRANSICIÓN DE LA
INFANCIA A LA EDAD
ADULTA: LA
ADOLESCENCIA.

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TEMA1. LA TRANSICIÓN DE LA INFANCIA A LA EDAD ADULTA: LA
ADOLESCENCIA.

OBJETIVOS

1.- Que los alumnos conozcan las características principales de la adolescencia como
periodo evolutivo.

2.- Que los alumnos comprendan la relación y aplicabilidad de los conocimientos


adquiridos respecto a la práctica docente en la etapa de secundaria.

3.- Fomentar en el alumnado valores y actitudes favorables a un desarrollo pleno e


integral de los individuos en los distintos contextos sociales y educativos.

INTRODUCCIÓN.

Este capítulo tiene como primer objetivo proporcionar, al futuro profesorado de


secundaria, información útil sobre las características generales del alumnado desde la
perspectiva de la Psicología del Desarrollo y de la Educación. Ello va a determinar, en
primera instancia, los objetivos educativos, las condiciones de las propuestas didácticas
a desarrollar, y las pautas de interacción social en el aula. Los diferentes modelos
educativos reconocen esta cuestión desde el momento en que establecen diferentes
etapas educativas en el currículum. Así, en nuestro país, se diferencian tres grandes
etapas educativas iniciales: Infantil (0-6 años), Primaria (6-12 años), y Secundaria (12-
16/18 años). Esta división, en términos de legislación educativa, guarda relación con
tres periodos en el ciclo vital de los individuos, que podríamos denominar primera
infancia y niñez temprana, infancia intermedia (segunda infancia) y tardía (tercera
infancia), y adolescencia, respectivamente. Las características generales del alumnado
de secundaria se relacionarían, por tanto, con los rasgos definitorios del periodo
adolescente.

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1. CONCEPTO DE ADOLESCENCIA.

¿Qué es, entonces, la adolescencia, y qué significa ser adolescente?

Adolescencia es un término que tiene su origen en el verbo latino adolescere,


que significa crecer, desarrollarse. Adolescente deriva del participio presente que es
activo, por tanto, es “el que está creciendo”, y adulto del participo pasado “el ya
crecido”.

A pesar de que el término adolescencia como tal no se acuña hasta el siglo XV,
y que el primer estudio científico sobre esta etapa no aparece hasta principios del siglo
XX (Hall, 1904), éste es un periodo de la vida con una historia científica corta, pero con
un dilatado pasado. Sobre el concepto de juventud se hace ya mención desde la
Antigüedad con Sócrates (siglo IV a.C.), cuando realmente está hablando de las
características adolescentes.

Por tanto, dos términos que aparecen relacionados habitualmente con el de


adolescencia son pubertad y juventud. Pubertad proviene del latín pubere (cubrirse de
vello el pubis) y hace referencia fundamentalmente a los cambios biológicos que
aparecen en el final de la infancia y que suelen englobarse en una primera fase de la
adolescencia. Por su parte, juventud es un término que alude a los procesos formativos y
de incorporación al mundo laboral a partir de la pubertad, que se prolongaría más allá de
los 20 años (por ejemplo, la ONU alude al periodo que va de los 15 a los 25 años como
referencia). Como veremos a partir de aquí, la adolescencia, en un sentido amplio,
engloba a la pubertad y al menos, parte importante de lo que hemos denominado
juventud.

Estos límites a veces no están tan claros. Tradicionalmente se ha considerado


que la adolescencia da comienzo con el inicio de la pubertad, a los 13 años
aproximadamente, y se prolonga hasta los 17/18 años. En los últimos años Goosens
(2006) los reconsidera en función del inicio de la menarquía en algunas chicas, a los 10-
11 años, y el retraso de la emancipación en ambos sexos, hasta los 22 años. Incluso
desde perspectivas sociológicas puede llegar a prolongarse hasta casi los 30 años como
sucede en algunas sociedades modernas y desarrolladas como la española. La postura
que se tomará de referencia en esta asignatura será la tradicional que va desde la
pubertad (a los 13 años aproximadamente) hasta la edad adulta legal (18 años).

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2. LOS CAMBIOS PSICOBIOLÓGICOS QUE MARCAN LA ADOLESCENCIA.

2.1. LOS CAMBIOS BIOLÓGICOS.

En la 12ª semana de gestación ya se determina en el feto una diferenciación


sexual, y así, en los niños (con cromosomas XY) se desarrollan los Conductos de Wolff
y se atrofian los de Müller, sucediendo lo contrario en las niñas (cromosomas XX). Tras
el nacimiento, sólo los órganos reproductores permiten diferenciar externamente a un
niño de una niña. Y este hecho continúa siendo así durante toda la niñez. Sin embargo,
con la llegada de la pubertad, las gónadas sexuales (testículos y ovarios), estimuladas
por las hormonas gonadotróficas que se producen en la hipófisis y que, a su vez, son
activadas por la hormona liberadora de gonadotrofina producida en el hipotálamo. A
raíz de estos fenómenos se van a producir importantes cambios en el cuerpo de chicos y
chicas hasta lograr la madurez sexual de los mismos y unas evidentes diferencias físicas
con la liberación por parte de las gónadas masculinas (testículos) y femeninas (ovarios)
de las hormonas sexuales (progesterona, estrógenos y testosterona).

Figura 1. Mecanismos hormonales en la pubertad.

La naturaleza de los cambios fisiológicos de la pubertad implica dos tipos de


procesos, en función de su relación con las funciones reproductoras. Así, se denominan
características sexuales primarias a aquellos cambios directamente relacionados con la
reproducción, que afectan a órganos como los ovarios, el útero y la vagina en las chicas,
y a la próstata, las vesículas seminales, los testículos y el pene en los chicos.

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Por su parte, las características sexuales secundarias implican a procesos de
maduración sexual, pero no directamente relacionados con los órganos reproductores:
-En ambos sexos se produce el aumento de peso, estatura y fuerza (más acusado en los
chicos), la aparición del vello en el pubis y otras partes del cuerpo, y cambios en la voz
y en la piel.
-En las chicas, el crecimiento de los senos y el ensanchamiento de los huesos pélvicos.
-En los chicos, el crecimiento de vello facial y el ensanchamiento de los hombros.

Respecto a la evolución de los procesos de maduración sexual en función del


sexo, en la gráfica de la figura 2 se muestran los índices sobre la edad media de
desarrollo de distintas características sexuales en la pubertad (Berk, 1997). Es
conveniente recordar, por tanto, que las diferencias individuales pueden suponer
diferencias de hasta dos años, por encima y por debajo, del promedio. Puesto que los
datos pertenecen a muestras de jóvenes norteamericanos de finales del siglo pasado,
pueden ser extrapolables, en términos generales, al conjunto de sociedades occidentales
desarrolladas en ese momento. En las gráficas es posible observar claramente el retardo
de los varones en el inicio y el final de los principales procesos puberales, así como su
progresión cronológica.

La pubertad es un proceso de maduración biológico inscrito en los genes de


nuestra especie. Por ello, el primer determinante del "estirón" adolescente es la
herencia genética recibida de nuestros padres. Determinados índices de correlación
entre padres e hijos, como la estatura y la edad de aparición de la primera
menstruación, dan cuenta de la influencia de la herencia en este proceso. Este “estirón”
es de 9 cms por año en el caso de las chicas y de 10,3 cms. al año en el de los chicos
(Marshall y Tanner, 1969; 1970). Este crecimiento no es parejo en todas las partes del
cuerpo, sino que comienza en las extremidades y acaba en el tronco, lo que explica el
porqué de que algunos adolescentes parezcan tener movimientos descoordinados o
desgarbados. Este pico de crecimiento es divergente entre chicas y chicos. Mientras
ellas dan el “estirón” antes de terminar todo el proceso de madurez sexual, y antes de la
menarquía, los chicos lo dan al final del período de maduración sexual. Este hecho hace
que, durante años, pero no actualmente, se haya considerado que los chicos maduraban
entre un año, y un año y medio después que las chicas, cuando en realidad el primer
cambio en el cuerpo masculino (crecimiento de testículos y aparición del vello púbico)

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ocurre tan sólo unos meses después que el primer cambio en el cuerpo femenino
(pronunciación de los pechos). En cualquier caso, las chicas maduran antes que los
chicos como se muestra en la figura 3 según Alsaker y Flammer (2006).

Figura 2. Maduración sexual en función del sexo (Berk, 1997).

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Figura 3. Cambios físicos en la pubertad (Alsaker y Flammer, 2006)

2.1.1. Tendencia secular del crecimiento.


Por último, se plantea la posibilidad de que los hábitos de salud y nutrición
ejerzan también su influencia en los procesos de la pubertad. A ello parece apuntar la
llamada tendencia secular del crecimiento, expresión que se refiere a los cambios
pautados a lo largo de varias generaciones.
Respecto a la aparición de la pubertad, los datos de diferentes países
occidentales indican que a lo largo de los siglos XIX y XX se ha producido un
progresivo adelanto en las edades de aparición de la menarquía, desde los 16-17 años
hasta los 13-14 años, en el periodo entre 1840-1969 (Santrock, 2003). En las últimas
décadas se ha observado, también, que esta tendencia se ha estabilizado. El aumento de
peso (no se sabe si hay “peso crítico” de inicio) y las mejoras en la alimentación y los
hábitos de vida (actividad física), influyen en el momento de inicio de la maduración
sexual al adelantarlo en chicos y chicas. La hormona que media la maduración sexual en
su inicio es la leptina.

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2.2. LA ADOLESCENCIA: ALGO MÁS QUE CAMBIOS BIOLÓGICOS.

La adolescencia parce tener un origen biológico (la pubertad) pero el inicio y la


duración de la misma tiene que ver con aspectos sociales y psicológicos, no sólo
biológicos.
La magnitud de los cambios corporales que suceden en la adolescencia
(pubertad) tiene como consecuencia un aumento en el interés y la preocupación del
adolescente por su imagen corporal. Existen algunas diferencias por sexo con relación
al foco de interés y grado de satisfacción con la imagen corporal. A los chicos les
preocupa en primera instancia los aspectos relacionados con el poder físico que pueden
alcanzar, siendo la estatura y la masa muscular los factores más interesantes para ellos.
Puesto que a lo largo del periodo de crecimiento van aumentando estos índices, los
chicos se sienten cada vez más satisfechos, en niveles generalmente superiores a las
chicas. Por el contrario, a éstas les preocupa ser demasiado gruesas o demasiado altas,
por lo que a medida que crecen tienden a sentirse menos satisfechas con su cuerpo. El
aumento de las actividades físicas y la introducción de cambios en la dieta guardan
relación con estos procesos, derivando en ocasiones en trastornos tales como la
anorexia, la bulimia (más frecuentes en las chicas), y más recientemente, la vigorexia
(más frecuente en los chicos).

Uno de los rasgos distintivos de la adolescencia en sociedades como la nuestra,


es el desfase temporal que se produce entre la maduración sexual de los individuos y la
consecución plena del estatus de adulto. Típicamente, nuestros jóvenes quinceañeros
son ya, en lo fundamental, individuos adultos biológicamente, pero no psicológica y
socialmente. Este desfase, que puede prolongarse al menos entre 5 y 10 años, implica
necesariamente una dinámica de cambio problemática, contradictoria y no exenta de
tensiones, en las que el sujeto se mueve permanente en un área indefinida entre la
madurez, en ciertos aspectos, y la inmadurez, en otros. Esta perspectiva resulta útil para
interpretar, en términos generales, la naturaleza de diversos fenómenos típicos en estas
edades como, por ejemplo, los embarazos no deseados y su afrontamiento, los conflictos
de oposición con las figuras de autoridad, el consumo de drogas legales o ilegales, o las
vicisitudes de las primeras experiencias en la incorporación al mundo laboral. Por
supuesto, los procesos de cambio y construcción adolescente están sujetos a la

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variabilidad de un amplio abanico de factores económicos, sociales e individuales. En
este sentido se puede considerar la adolescencia como una construcción social. De
hecho, la adolescencia tal y como la concebimos en el mundo occidental difiere según
estudios antropológicos de la que se manifiesta en otras culturas de tipo tribal en las que
el paso de la niñez a la edad adulta a través de la adolescencia se lleva a cabo de una
manera más tajante o más gradual dependiendo de dónde se trate. Dentro de una misma
sociedad, el momento histórico, las diferencias económicas, étnicas, y culturales
condicionan asimismo las particularidades del periodo de transición hacia la edad
adulta. De hecho, se considera que la adolescencia, tal como hoy día la entendemos, es
la consecuencia colateral de un conjunto de cambios producidos a finales del siglo XIX
y principios del XX derivados principalmente de la Revolución Industrial (aumento de
la demanda de mano de obra cualificada, división especializada del trabajo, separación
entre el trabajo y la vida familiar, etc.) y que se plasmaron respecto a la población no
adulta en leyes de leyes de protección al menor (principalmente las relacionadas con la
implantación de sistemas obligatorios de educación pública). Una de las consecuencias
resultó ser un aumento del grado de dependencia de los jóvenes (expresado por ejemplo
en la disminución de la tasa de empleo juvenil) respecto a la estructura de poder de los
adultos y su distinción como grupo social diferenciado. Estos cambios sociales (sobre
todo la menor necesidad de la mano de obra por el progreso de la tecnología industrial)
provocan una especie de “moratoria social” o período de tiempo para los adolescentes
a la hora de entrar en la edad adulta, término que fue acuñado por Erik Erikson (se verá
en el tema 3 de estos apuntes).

2.2.1. Las reacciones de los adolescentes ante los cambios puberales físicos.
Los cambios físicos en la pubertad, no sólo los de aspectos psicosociales,
marcan el inicio de la adolescencia lo que genera una apariencia externa adulta en el
adolescente, provocando que los adultos cercanos (padres y profesores) lo comiencen a
tratar como tal, lo que provoca un impacto psicológico en el adolescente.
Los chicos y las chicas adolescentes se ajustan de distinta manera ante la
adolescencia:
-Los chicos se acercan al ideal de belleza y masculinidad, aunque los nuevos modelos
empiezan a ser tan irreales como en las chicas.

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-Las chicas se alejan del ideal de belleza ya que el aumento de su grasa corporal y
tamaño de sus caderas disminuyen su autoestima global, basada en la delgadez, sobre
todo el impacto negativo de una pubertad temprana en las sociedades occidentales.
2.2.1.1. Las reacciones de los adolescentes ante la menarquía y la spermarche.
Otros dos aspectos que considerar serían los efectos psicológicos relacionados
con:
1) Aparición de la menarquía
Desde puntos de vista clásicos sobre la adolescencia, la menarquía ha sido
considerada como un acontecimiento trascendental (y desde luego lo es biológicamente
hablando), generador de cambios significativos en el autoconcepto y, en esa medida,
con poder para provocar una crisis de identidad.
Sin embargo, más recientemente, si se investigan las reacciones de las propias
adolescentes (Brooks-Gunn, Graber y Paikoff, 1994), éstas no parecen ser muy
dramáticas. Una mayoría aludían al carácter en general positivo del acontecimiento
como indicador de madurez, aunque también a los aspectos más molestos relacionados
con la higiene. Una minoría resaltaba aspectos tales como malestar físico, cambios
emocionales o las limitaciones impuestas a su comportamiento. Entre las que tenían
opiniones negativas sobresalían aquellas que habían tenido una maduración precoz.
Estas investigaciones actuales, sobre las reacciones de los adolescentes ante los
cambios físicos de la pubertad, se centran en los sentimientos de las chicas sobre la
menarquía. Berk (1998) recoge información sobre investigaciones que comparan las
reacciones de dos generaciones de mujeres diferentes. Los cambios son significativos.
Mientras las mujeres de los años 50 reflejaban comentarios negativos en torno a la
menarquía, veinte años después los comentarios más comunes reflejan sorpresa o
reacciones ambivalentes que van desde la excitación y alegría al disgusto y miedo. Las
diferencias individuales son muy amplias y están determinadas, por una parte, por la
formación previa que la familia o el centro educativo haya facilitado a las chicas y, por
otra, por la edad de inicio. Para las chicas que no tienen información y/o para aquellas
con menarquía precoz (en ocasiones puede afectar a niñas de 9 o 10 años) la experiencia
puede ser difícil.

2) Aparición de la “spermarche”:
En cuanto a la 1ª eyaculación en los chicos (spermarche), hay menos
información sobre su influencia en el aspecto psicológico. Según Berk (1998), para ellos

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es una experiencia menos traumática que para las chicas y señala 2 aspectos
relacionados:
-La información de este fenómeno no llega a través de los padres (viene de lecturas, de
amigos, de internet, …).
-Los chicos son menos abiertos a la hora de compartir estas experiencias con sus
iguales.

2.2.1.2. “Timing” puberal.


Se refiere al momento madurativo de la pubertad en el que se encuentra un
adolescente con respecto de sus iguales. En este aspecto encontramos de nuevo
diferencias de género:
-En los chicos el tener una maduración sexual temprana o precoz tiende a ser
positiva, ya que se ven más atractivos ante los iguales y se vuelven más populares y
preparados. Todo lo contrario, sucede cuando la maduración es tardía ya que pueden
aparecer problemas en la escuela, ansiedad y depresión, y consumo de tabaco y alcohol,
aunque los problemas no suelen ser tan serios como en las chicas.
-En las chicas una maduración temprana puede relacionarse con una mayor
vulnerabilidad general en la adolescencia: mayor probabilidad de mantener hábitos de
salud dañinos (tabaco y alcohol), de padecer depresiones y trastornos de la
alimentación, relaciones sexuales tempranas, niveles educativos y ocupacionales más
bajos, desórdenes de conducta, etc. Estos datos no son universales pues también
influyen variables de tipo educativo, cultural y social (nivel socio-económico de la
familia). Por ejemplo, en chicas blancas de EEUU de clase media sucedía esto, pero en
adolescentes de raza negra o latino-americanas no. Al parecer, la combinación entre la
inmadurez social y cognitiva, y un desarrollo físico precoz, limita las posibilidades de
reconocer en determinadas conductas su relación directa con efectos nocivos, para el
desarrollo y adaptación de las chicas adolescentes, a largo plazo.

2.2.2. Los cambios de humor en la adolescencia.


La adolescencia conocida como la “edad del pavo” se asocia a cambios de
humor. El aumento de la emocionalidad negativa y la variabilidad del comportamiento
adolescente se han relacionado en diferentes estudios con los cambios hormonales de
este periodo:

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- Según Nottelman et al. (1990) en las chicas esto se refleja en forma de enfado e
irritabilidad y en los chicos de enfado y depresión.
- Niveles elevados de andrógenos se asocian a conductas violentas e impulsivas (Van
Goozen et al., 1998), mientras que existen algunos indicios que relacionan niveles
elevados de estrógenos con depresión (Angold, Costello y Worthman, 1999).
Sin embargo, el efecto de las hormonas, considerado aisladamente, no es
suficiente para dar cuenta del comportamiento adolescente, sino que son dependientes
de la mediación ejercida por el conjunto de características psicológicas del sujeto y de
las propiedades del ambiente social que le rodea:
- El nivel de testosterona parece ser un indicador relacionado con la participación en
actividades sexuales en niñas entre 12 y 16 años. Pero, no todas las chicas en esta
condición tienen un mismo comportamiento sexual, sino que habrá un amplio abanico
de posibilidades relacionadas con la regulación ejercida por los diferentes factores
educativos y relacionales de su ambiente social y familiar.
- También la depresión en chicas adolescentes puede ser mucho mejor explicada en
algunos estudios por los factores sociales que por los hormonales (Brooks-Gunn y
Warren, 1989).
Incluso a veces se han encontrado discursos distintos a que los cambios
hormonales provoquen más emociones negativas. Por ejemplo, en las investigaciones de
Larson y Lampman-Petraitis (1989), se encontró que los niños y los adultos presentaban
más cambios de humor que los adolescentes (en cantidad), lo que sucede es que, estos
últimos se enfrentaban a un mayor número de situaciones negativas, y ante ellas
reaccionan de una manera más emotiva y menos estable (en intensidad) que si los
comparamos a su vez con personas adultas.

3. TEORÍAS SOBRE LA ADOLESCENCIA.

3.1. LOS ANTECEDENTES: HALL


G. Stanley Hall (1844-1924) es considerado como el precursor del estudio
científico de la adolescencia, a partir de la publicación, en 1904, de dos volúmenes
titulados “Adolescence”. Hall aplicó el punto de vista evolucionista de Darwin a la hora
de conceptualizar el desarrollo adolescente. Así, el factor principal del desarrollo para él
residía en factores fisiológicos genéticamente determinados, siendo el ambiente un
factor secundario. Sin embargo, reconocía que en la adolescencia los factores

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ambientales jugaban un papel mayor que en periodos anteriores y que era necesario
contemplar dinámicamente la interacción entre la herencia y las influencias ambientales
para determinar el curso del desarrollo de los jóvenes en este periodo.
La idea central de Hall fue la de identificar la adolescencia como un periodo
turbulento dominado por los conflictos y los cambios anímicos (un periodo de
"tormenta y estrés", expresión tomada de la literatura romántica alemana), claramente
diferenciado de la infancia, en que el adolescente experimenta como un nuevo
nacimiento como ser biológico y social.
Hall defiende la hipótesis de que el desarrollo ontogenético recapitula el
filogenético, es decir, que las etapas por las que pasa la persona desde el nacimiento
hasta su total desarrollo como adulto son paralelas a las que ha desarrollado la especie
humana a lo largo de su evolución desde las especies inferiores. Así pues, cuando el
adolescente transita por el período ontogenético de la adolescencia (tumultuoso y con
desajustes emocionales), está recapitulando al período filogenético de transición entre el
mundo salvaje de la niñez al mundo civilizado de la edad adulta.

3.2. APORTACIONES DEL PSICOANÁLISIS.


Sigmund Freud (1856-1939) dice que la adolescencia es una etapa secundaria
en el desarrollo de la personalidad, ya que sería la resolución del Complejo de Edipo (en
los niños) o Electra en las niñas, la que determina a los 4 años aproximadamente, o no,
el ajuste en su personalidad.

Anna Freud (1895-1982), su hija, estudió con más detalle esta etapa
determinando que hay 2 tipos de mecanismos de defensa específicos de esta etapa para
minimizar la ansiedad y la incertidumbre:
- La intelectualización o racionalización, mediante la cual intentan explicar de una
manera racional lo que les sucede para no implicarse emocionalmente.
- Ascetismo. El adolescente disminuye la ansiedad evitando ciertas situaciones como
salir con sus iguales, tener relaciones sexuales, practicar actividades de cierto riesgo,
etc.
A pesar del autocontrol que intentan mantener los adolescentes con estos
mecanismos de defensa, a veces no lo logran y dejan escapar impulsos propios de la
edad con comportamientos cambiantes e imprevisibles.

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Peter Blos (1904-1997). Es conocido como Mr. Adolescence. Colabora con
Anna Freud y centra la mayoría de sus estudios en la etapa del ciclo vital de la
adolescencia. Este autor planteó, por primera, vez la división de la adolescencia en
diferentes etapas. Sus dos aportaciones más importantes, que continúan aun hoy día en
vigor, son:

1) Etapas de la adolescencia:
• Pre-adolescencia (9-11 años). En esta etapa cualquier experiencia
(pensamientos y actividades) carece de connotación erótica o se
transforman en estímulos sexuales. Los hombres dirigen su atención a la
genitalidad propia, mientras que las mujeres centran su atención en el
género opuesto. Hay características también de descargas emocionales,
los hombres son hostiles con las mujeres, y ellas en cambio muestran sus
capacidades y habilidades masculinas al extremo.
• Adolescencia temprana (12-14 años). La característica principal en esta
etapa es el inicio del alejamiento de los objetos primarios de amor
(madre-padre) y la búsqueda de nuevos objetos. El/la adolescente vuelve
a verse atraído por el progenitor del sexo contrario, como ocurriera en la
primera infancia (complejo de Edipo o Electra). En esta ocasión, al verse
rechazado como objeto amoroso, se establecen nuevas relaciones de
amistad (especialmente con sus iguales en género). El interés se centra
en la genitalidad, la adopción de valores, reglas y leyes, y además
adquieren cierta independencia de la autoridad parental. El autocontrol
amenaza con romperse.
• Adolescencia (16-18 años). El hallazgo en la mayoría de los casos es un
objeto heterosexual, y se abandonan las posiciones bisexuales y
narcisistas, característica del desarrollo psicológico de la adolescencia.
Ocurren 2 procesos afectivos: el duelo que tiene que ver con la
aceptación del alejamiento de los objetos primarios (padre-madre), y el
enamoramiento que está en relación con el acercamiento a nuevos
objetos de amor. Las relaciones de amistad son relegadas por las
amorosas. La recurrente pregunta del adolescente de ¿Quién soy?,
cambia al final de esta etapa por la afirmación “Este soy yo”.

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• Adolescencia tardía (19-21 años). Las principales metas del individuo
son lograr una identidad del Yo e incrementar la capacidad para la
intimidad. Se consigue una consolidación de la identidad sexual y del
YO. Se presenta una actitud crítica frente al mundo externo y a los
adultos en general.
• Post-adolescencia (21-24 años). Es la precondición para el logro de la
madurez psicológica, a quienes están en esta etapa se les conoce como
adultos jóvenes, las relaciones personales se tornan permanentes, así
como la selección del medio donde se quiere interactuar. Es una fase
intermedia con la futura etapa de la edad adulta.

2) Individuación. Implica la desvinculación afectiva de los padres para pasar a


formar parte del mundo adulto, estableciendo los límites de sí mismo y de los
otros. Adquiere una nueva capacidad de responder mejor emocionalmente a las
demandas sociales, en función de los lazos afectivos que estableció con los
padres, lo que hace que se relacione y vincule de una manera más real con las
personas del sexo opuesto. La autonomía emocional es un tema de moda en la
actualidad que ha traído muchas investigaciones.

Erik Erikson (1902-1994). Es amigo de la infancia de Blos y estudió el


desarrollo global de la persona desde el nacimiento a la muerte. Establece 8 etapas
secuenciadas cuya superación supone la evolución del YO a lo largo del ciclo vital.
A pesar de tener una formación psicoanalítica, Erikson se aparta del
Psicoanálisis Clásico para darle un papel fundamental a la sociedad que es la que
guía al individuo en sus elecciones y la que provoca crisis en las distintas etapas
vitales y ofrece medios para superarlas. Cada etapa está formada por 2 polos
(negativo y positivo) que genera una crisis a la cual se enfrenta el adolescente
influenciado por la sociedad. El que adopte una elección u otra no es un hecho
autónomo, sino que depende de los que le rodean. Para pasar de una etapa a otra de
manera exitosa y configurar un comportamiento eficaz el sujeto ha de tomar la
decisión adecuada y así evitar estancarse en comportamientos neuróticos. Las 2
etapas que coinciden con el ciclo vital de la adolescencia son en las que aparece la
crisis o dialéctica entre estos 2 polos:

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1) Etapa Adolescente: Identidad vs Confusión de roles. Si la supera el
adolescente adquiere las “cualidades de fidelidad y lealtad”.
2) Etapa Adulto joven: Intimidad vs Aislamiento. Si la supera adquiere la
“cualidad de la capacidad de amar”.
Para que el adolescente supere adecuadamente estas etapas ha de conseguir
integrar sus progresos, tanto los de etapas anteriores como los de las actuales,
recibiendo este período de tiempo el nombre de moratoria, coincidiendo este
aplazamiento con la adolescencia.
Esta visión secuencial de Erikson no es universal, dándose de manera secuencial
en los chicos y de manera no secuencial en las chicas (en paralelo). Esto genera
críticas por parte de otros autores como Guilligan, por dejar el estudio de las chicas
en un 2º plano.

3.3. APORTACIONES DE HAVIGHURST: LAS TAREAS EVOLUTIVAS.


Robert Havighurst (1900- 1991). Su teoría abarca todo el ciclo vital. Plantea la
Teoría de” Las tareas evolutivas”. Dice que existen necesidades y cambios físicos,
que interaccionan con las demandas y las expectativas sociales. Esto va a generar
dos condiciones que son las de dominio o fracaso de la tarea, lo que a su vez va a
determinar la madurez o inmadurez del individuo.

Las ocho tareas evolutivas dentro de la etapa de la adolescencia (entre 12 y 18


años) son:
1. Aceptar el propio cuerpo y aprender a usarlo.
2. Formar relaciones nuevas y maduras con los iguales de ambos sexos.
3. Adoptar un rol sexual masculino o femenino.
4. Independizarse emocionalmente de los padres.
5. Prepararse para una profesión.
6. Prepararse para la vida de pareja y la familia.
7. Desear y lograr una conducta socialmente responsable.
8. Adoptar un conjunto de valores y una ideología.
Estas tareas proceden de 3 fuentes:
1. Maduración física
2. Presiones culturales
3. Valores y aspiraciones individuales

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3.4. LA VISIÓN ACTUAL DE LA ADOLESCENCIA: TEORÍA FOCAL DE
COLEMAN.
J. S. Coleman (1926-1995) dividió el estudio de la situación de la adolescencia
en dos visiones:
1º- La idea de la adolescencia como tormenta y drama defendida por Hall y Anna
Freud.
2º- Los estudios de tipo sociológico que se empeñaban en demostrar que la
adolescencia pasaba sin mayores problemas.
Acercándonos a la Teoría focal de Coleman vemos 3 cuestiones que hace que
no esté conforme con ninguna de las dos visiones anteriormente descritas:
1- La “tormenta y drama” es una teoría con poca base puesto que los psicoanalistas
utilizaban muestras sesgadas.
2- Las conductas delictivas, consumo de drogas, etc. son noticias destacadas para los
medios
3- Las investigaciones con grandes muestras sobreestiman las respuestas que los
adolescentes dan sobre su buen ajuste y sentimientos internos positivos, ya que
alguien que lo esté pasando mal no lo va a transmitir tan fácilmente.
Coleman, aunque sí ve problemas con los padres de tipo cotidiano, no de asuntos
vitales, y preocupaciones en otros aspectos, dice que raramente estos asuntos
desembocan en una auténtica crisis adolescente.

Para este autor sólo unos pocos adolescentes tienen problemas serios, la mayor
parte consigue hacer frente a los cambios de este período y muestran un buen ajuste.
Más recientemente, se ha encontrado que sólo un 5% de los niños ajustados acaban
siendo adolescentes problemáticos. En la mayor parte de los casos, existe
continuidad y, si el adolescente es problemático, es porque de niño tuvo problemas
(Steinberg, 2001).
Para comprobarlo Coleman realizó un estudio empírico con chicos/as de 11, 13,
15, 17 años en el que se incluían cuestiones referidas al auto-concepto, relaciones
con los padres, soledad, relaciones heterosexuales, amistades y situaciones de grupo.
Ratificó que las actitudes ante estas cuestiones evolucionaban con la edad, pero no
al mismo tiempo. A partir de esta investigación y evidencias empíricas acumuladas
elaboró la Teoría focal, que defiende:

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1. La resolución de un aspecto no es requisito imprescindible para el paso al
siguiente estadio.
2. No existen límites claros entre un estadio y el siguiente.
3. La secuencia de desarrollo no es única ni inmutable. Dentro de una misma
cultura, existe una secuencia más probable o típica que otras, pero no se plantea
como única.

En resumen, la Teoría focal defiende la idea de que, en su desarrollo, los


adolescentes deben enfrentarse a diversos cambios, pero no todos al mismo tiempo.
Los/las adolescentes en que coinciden varias tareas evolutivas al mismo tiempo son
los que representan la idea de “tormenta y drama” tan extendida en otras teorías
(Coleman, 1985). Sin embargo, es la teoría de Coleman la que más se acerca a la
perspectiva actual, aunque no todos los autores coincidan en su importancia.

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