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Que es tener FORMACIÓN DOCTRINAL 2

“De la penumbra a la luz”.


Alfonso Rey. Edic. Palabra

¿Cuido de conocer cada día más y mejor las cosas de Dios, mediante una adecuada instrucción
doctrinal religiosa?
¿Comprendo la excelencia y la importancia de mi formación religiosa, tanto de cara a Dios como a la
humanidad que tengo que salvar?
Sucede con mucha frecuencia, en muchas partes, que los fieles no dedican igual intensidad a l
instrucción religiosa y a la instrucción profana; mientras en esta llegan a alcanzar los grados
superiores, en aquella no pasan ordinariamente del grado elementa. ¿No será esta la descripción
exacta de mi caso?
¿Continúo estando seguro de que ya sé bastante acerca de las cosas de Dios?
¿No estaré yo entre los que – ayer cristianos – empiezan oy a vivir como paganos, por haberse
alejado de la buena doctrina?
Piedad de niños, y doctrina de teólogos. ¿Es esa la formación a la que aspiro, sin darme por
satisfecho con la llamada fe del carbonero?
La llamada fe del carbonero es, en el mejor de los casos, buena para el carbonero. Mas, ¿me doy
cuenta de que no es suficiente para quien ha recibido d Dios la oportunidad de formarse mejor?
¿procuro, según eso, que mi sabiduría acerca de las cosas de Dios sea, al menos, proporcionada a
mi sabiduría acerca de las cosas humanas?
¿No me estaré rindiendo a la autojubilación prematura? ¿No me sucederá lo que a aquel hombre
maduro y aburguesado que, entre bromas y veras, comentaba: “A mi edad, ya no estoy dispuesto a
cambiar de errores?
¿Aún no me he dado cuenta de que cada cual ha de saber por qué es cristiano; qué es lo que esto
quiere decir; y cómo serlo de verdad?
Un hombre con escasa formación será siempre un menor de edad en el que no s puede descargar
mucha responsabilidad. Y yo, ¿cuido responsablemente de mi adecuada y progresiva formación?
Tú en suma, que enseñas a otros, ¿cómo no te enseñas a ti mismo? Para no ser merecedor de tan
duro reproche, ¿completo y actualizo mi formación, sobre todo si tengo la misión de formar a otros?
¿Pienso que solo podré guiar a los demás – familia, amigos, compañeros de profesión – en la
medida en que yo conozca suficientemente el camino?
¿Olvido que, tal como están las cosas, toda formación es poca para ayudar eficazmente a la de los
hijos; desde el principio, antes de que sea tarde?
¿La esterilidad de mi voluntarioso apostolado, no provendrá de que soy un mensajero sin mensaje,
por no conocer bien lo que debo anunciar?
Si no acabo de entender bastantes cosas, ¿no se deberá a que mi formación es demasiado
incompleta, endeble y confusa, por estar viviendo de las rentas de lo que estudié hace ya bastantes
años? ¿No olvidaré que tampoco intelectualmente, puede un hombre andar con ropas de niño?
¿Tengo suficientemente en cuenta que la conciencia no puede prescindir de una regla más alta y
general que se llama ley; como el ojo no puede prescindir de la luz que ilumina el camino?
Cuando falta la debida formación, casi inevitablemente se acaba cayendo en uno de estos extremos:
o en un triste anquilosamiento, los que tienden por sistema o temperamento al inmovilismo; o en una
insensata irresponsabilidad, los amantes de lo nuevo por lo nuevo. ¿Pongo los medios para que no
me suceda algo de eso?
¿Tengo reservado algún momento en mi semana para completar mi formación religiosa, y unos
minutos al día para la lectura espiritual que, gota a gota, tanto bien hace a quienes la practican con
regularidad y adecuada orientación?

Charlas de formación variadas


http://opusdei.org/es-es/section/charlas-de-formacion/
https://www.almudi.org/recursos/opus-dei/materias/9644-formacion-cristiana

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