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Ansiedad pastoral

11 NOVIEMBRE, 2016 | Kevin DeYoung

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MINISTERIO

2 Corintios 11:28 siempre me pareció un verso extraño… hasta que me convertí en pastor. Tenemos a
Pablo, enumerando todas las formas en las que ha sido azotado por la causa de Jesús: encarcelamientos,
latigazos, varas, pedradas, naufragios, navegando a la deriva en el mar, hambre, sed, frío, peligro de
todos en todo lugar (vv. 23-27). Y entonces, como la cereza del pastel, Pablo menciona una prueba más:
“Además de tales cosas externas, está sobre mí la presión cotidiana de la preocupación por todas las
iglesias” (v. 28). Este es el gran apóstol, el que contó una alegría el “gastarse y ser gastado” para su
pueblo (12:15), el que se entristecía, pero siempre regocijaba (6:10). Este es el Pablo que enfrentó toda
oposición imaginable y aun así aprendió a estar contento (Flp. 4:11) y ansioso por nada (4:6). Y aquí
está admitiendo que aun con todo lo que ha sobrellevado, todavía siente preocupación por todas las
iglesias.

Carga por las iglesias

Desde que me convertí en pastor, he encontrado un consuelo inusual en este versículo. No es que haya
logrado lo que Pablo logró o que haya sufrido lo que Pablo sufrió, pero cada ministro serio siente esta
carga por la iglesia. Y Pablo tenía varias iglesias por las que sentir carga. Las iglesias estaban llenas de
luchas internas y murmuración. Soportaban las falsas enseñanzas. Eran propensas a legalismo en un
extremo y a un completo caos en el otro. Algunos de los miembros de la iglesia estaban haciendo
demasiado importantes las cosas insignificantes, mientras que otros estaban demasiado dispuestos a
ceder en los esenciales cristianos. Pablo amaba a estas iglesias, y sus luchas lo cargaban más que el
naufragio o el encarcelamiento.

Antes de continuar, quiero ser claro: No creo que los pastores sean los únicos que tienen cargas. En
muchos sentidos, tenemos el mejor trabajo en todo el mundo. Ciertamente me siento muy agradecido de
hacer lo que hago casi todos los días. No tengo ningún interés en comparar la dificultad del ministerio
pastoral con las dificultades de otras vocaciones. Lo único que quiero hacer es animar a los pastores a
seguir peleando la buena batalla y animar a las congregaciones a que continúen apoyando a sus pastores.

No me sorprende que Pablo sintiera presión por las iglesias a diario. Su trabajo nunca pareció hacerse
más fácil. Tenía cartas por escribir, visitas que hacer, y una recaudación pendiente para los santos de
Jerusalén. Tenía que enviar a la gente aquí y allá, y gestionar los asuntos de sus iglesias a la distancia.
Tuvo que responder a innumerables críticas, que a menudo eran criticas contradictorias. Algunas
personas pensaban que era demasiado áspero. Otros decían que era demasiado débil. Algunas personas
en sus iglesias eran ascetas y pensaban que Pablo era mundano. Otros eran licenciosos y pensaban que
Pablo era demasiado exigente éticamente. Ellos cuestionaron sus credenciales. Lo compararon
negativamente a los apóstoles originales. Ellos pensaban que era incapaz en comparación con los falsos
apóstoles. No les gustaba su estilo de predicación. No les gustaba su disciplina. Algunos días, Pablo ni
siquiera les caía bien. Todo esto para el hombre que los llevó a Cristo, que los amaba como un padre,
que se negó a recibir su dinero, y arriesgó su vida por su bien espiritual. No es de extrañar que no había
peso para Pablo como el peso de cuidar por el pueblo de Dios.
Todos somos débiles

Pregúntale a cualquier pastor que realmente toma en serio su trabajo y él te informará de las presiones
que siente en el ministerio —las personas en crisis, personas que se van, personas que vienen, la gente
decepcionada de él, e incluso gente decepcionante para él. En medio de este trabajo, el pastor está
tratando de encontrar tiempo para el estudio, la oración, la preparación, y la familia. Él está tratando de
mejorarse a sí mismo, formar a nuevos líderes, cumplir con el presupuesto, llegar a conocer algunos
misioneros, avanzar programas importantes, proveer adoración y predicación profunda y accesible, ser
receptivo a nuevas ideas, escuchar las nuevas preocupaciones, y estar dispuesto a ayudar a las personas
cuando tienen problemas.

Y la mayoría de los pastores sienten una carga por todas las otras cosas que podrían estar haciendo: más
evangelización, más para los pobres, más para las misiones, más para hacer frente a los problemas
mundiales, y más para abordar los problemas sociales. Hay pastores leyendo esto que se preguntan si la
iglesia sigue siendo sensible a su predicación; si los lideres algún día serán responsivos a su manera de
liderar; y si la congregación algún día irá a crecer como aquellas iglesias de las que tanto se habla.
Además de todo esto, cada pastor tiene sus propias dificultades personales, sus propios errores
personales, y su propia salud espiritual que atender. Todos somos débiles.

Pero tengan ánimo. Dios ha escogido a lo débil del mundo para avergonzar a lo que es fuerte (1 Cor.
1:27). Su gracia es suficiente para ti; su poder se perfecciona en la debilidad (2 Cor. 12:9). Entonces, por
amor a Cristo, ten contentamiento las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en
angustias, porque cuando eres débil, entonces eres fuerte (v. 10). Pablo tenía presión. Tú también tienes
presión. Pero Dios puede manejar la presión. Y Él se ve bien cuando tú no puedes hacerlo.

PUBLICADO ORIGINALMENTE EN LIGONIER. TRADUCIDO POR


STEPHANIE GONZÁLEZ.

Kevin DeYoung (MDiv, Seminario Teológico Gordon-Conwell) es pastor principal de


la Iglesia Christ Covenant en Matthews, Carolina del Norte, presidente de la junta de The
Gospel Coalition, profesor asistente de teología sistemática en el Seminario Teológico
Reformado (Charlotte) y candidato a doctorado en la Universidad de Leicester. Es autor de
numerosos libros, incluyendo Just Do Something. Kevin y su esposa, Trisha, tienen siete
hijos.

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