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FACULTAD DE MEDICINA DE LA
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
CICLO 2013-2014
TEMA:
Número de inscripción: 30
Año 2013
1
INDICE
INTRODUCCION………………………………………………………………………….…….... 3
METODOLOGIA……………………………………………………………………………………6
DESARROLLO……………………………………………………………………………………..7
A. Shock Cardiogénico…………………………………………………………………………….7
Conceptos………………………………………………………………………………….7
Fisiopatología………………………………………………………………………………8
1. Conceptos……………………………………………………………………………..9
2. Aspectos Técnicos…………………………………………………………………..10
3. Efectos Hemodinámicos………………………………….…………………………10
4. Variables moduladoras…………………………………….………………………..11
5. Programación del BCIA……………………………………………………………..13
5.1 Sincronizado del BCIA…………………………………………………………..13
7.1 Absolutas………………………………………………………………………..15
7.2 Relativas………………………………………………………………………..15
8. Complicaciones……………………………………………………………………..15
9. Destete del soporte hemodinámico con BCIA…………………………………..16
DISCUSIÓN………………………………………………………………………………………29
CONCLUSION…………………………………………………………………………………….32
TABLAS Y FIGURAS…………………………………………………………………………….33
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS…………………………………………………………….36
2
INTRODUCCIÓN
El shock cardiogénico de origen isquémico (SC), como complicación del infarto agudo de
miocardio (IAM), es un evento catastrófico debido a su elevada morbimortalidad.
En Argentina los datos disponibles son los del Registro de Infarto Agudo de Miocardio,
que evaluó 515 pacientes de 74 u nidades de cuidados intensivos de todo el país
registrados durante 2 meses consecutivos en el período comprendido entre abril y
diciembre de 2005. El objetivo fue analizar los aspectos epidemiológicos, clínicos, usos
terapéuticos y mortalidad del IAM en centros relacionados con la Sociedad Argentina de
Cardiología (SAC).
La mediana de edad fue de 62 años; el 24% eran mujeres. La mortalidad global del IAM
fue del 12.6% (6). Los pacientes con SC al ingreso según la clasificación de Killip-Kimbal
fue 4,0%, llegando hasta un 10,3% en la estadía hospitalaria. La utilización de BCIA fue
del 2,1%. La mortalidad de los pacientes que presentaron diagnóstico de SC fue del 70%.
(6).
3
El registro Nacional de Infarto Agudo de Miocardio CONAREC XVII analizó 1182
pacientes con SCA; de los pacientes con SCACEST el 6,1% presentó SC al ingreso
siendo de 1,2% para los pacientes con síndome coronario agudo sin elevación del
segmento ST (SCASEST). La utilización del BCIA fue de 4,1%. La mortalidad atribuida a
SC por SCACEST fue del 56,4%. (46)
Ante la evidencia, el soporte hemodinamico con BCIA del SC en contexto de IAM, pasó a
ser Clase I con nivel de evidencia C para las guías de tratamiento de la Sociedad Europea
de Cardiologia (ESC) (11) (12) y clase I para las del American College of Cardiology
(ACC)/American Heart Association (AHA). (13).
En octubre del año 2012 se publica un ensayo clínico randomizado, realizado por los
investigadores del grupo IABP-SHOCK Trial II: “Soporte con Balón de Contrapulsación en
el Infarto Agudo de Miocardio complicado con Shock Cardiogénico”, que incluyó 600
pacientes con SC y en el que se obtuvo como conclusión que el uso de BCIA en SC no
produce disminución en la mortalidad a 30 días del evento, cuando se utiiza una
estrategia de reperfusión temprana esta planteada. (14).
4
el uso no homogéneo de BCIA, el objetivo de la monografía es valorar toda la evidencia
disponible y realizar una lectura crítica sobre la utilización de este dispositivo en el soporte
del SC atribuible al compromiso extenso de la masa miocárdica, dejando de lado los
secundarios a complicaciones mecánicas.
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METODOLOGIA
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DESARROLLO
A. Shock Cardiogénico:
1. Conceptos:
Hipoperfusión periférica.
Piel fría.
Estado mental alterado.
Disminución del ritmo diurético (menor de 0.5 ml/kg/h).
Congestión pulmonar.
Hipotensión persistente (> 30 min): Presión arterial sistólica (PAS) < 90 mmHg
ó disminución de la presión arterial media (PAM) ≥ 30 mmHg de la basal.
Índice Cardíaco (IC) < 1.8 L/min/m2 sin soporte farmacológico ó IC < 2.2
L/min/m2 con soporte vasoactivo o soporte con BCIA.
Presiones de llenado ventricular en cavidades izquierdas elevadas [Presión
capilar de enclavamiento pulmonar (PCEP) > 18 mmHg] (21).
Los predictores de riesgo para el desarrollo del SC en el contexto de IAM son: pacientes
añosos, IAM anterior, hipertensión arterial, diabetes mellitus, enfermedad coronaria de
múltiples vasos, IAM previo, diagnóstico previo de falla cardiaca, SCACEST y bloqueo
completo de rama izquierda (BCRI). (18)
7
2. Fisiopatología:
Por otra parte, la disfunción diastólica producto del aumento de la presión de fin de
diástole del VI provoca congestión pulmonar por edema alveolar teniendo como resultado
la hipoxemia. Los principales determinantes de este círculo vicioso que agravan la
isquemia y el estado de bajo GC son: la taquicardia, la vasoconstricción y la hipoxemia.
(17-18-22-23)
8
El SC relacionado al IAM no siempre respeta puramente la vasoconstricción como eje
fisiopatológico siendo que puede asociarse a vasodilatación hasta en un 30% (25). La
vasoplejía se debe a un síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SIRS) que
evoluciona a un síndrome de disfunción multiorgánica y posteriormente la muerte.
1. Conceptos:
9
2. Aspectos técnicos:
El BCIA está compuesto por un catéter doble lumen de 8 a 9.5 F con un balón distal de
látex o silicona no trombogénico, distensible, que se presenta comercialmente en varios
volúmenes para colocación en pacientes adultos. (33-34-35-36-37) De manera habitual,
es insertado por vía percutánea en la arteria femoral, a través de un introductor, aunque
de manera alternativa puede ser colocado mediante disección de la arteria, ya sea
braquial, subclavia o axilar. Tiene una capacidad opcional de 25 a 50 ml. Para seleccionar
el tamaño adecuado, existen varias maneras, la más sencilla es mediante la talla del
paciente, de forma tal que si se encuentra < 152 cm, corresponderá a un volumen de 25
mL, entre 152-163 cm, el volumen será de 34 mL, entre 163-183 cm, corresponde un
volumen de 40 mL y mayor a 180 cm, será de 50 mL. Es importante tener en cuenta que
el diámetro del balón totalmente expandido, nunca debe de exceder el 80-90% del
diámetro de la aorta.
El mismo se llena con helio (gas de baja densidad y rápida movilización) y se infla en
diástole: a la mitad de la onda T, en el momento de la incisura dicrota y se desinfla
inmediatamente antes de la sístole; es decir, durante el pico de la onda R. Para una
adecuada colocación la punta del mismo, debe de situarse en la aorta torácica
descendente, 2 a 3 cm distal al origen de la arteria subclavia izquierda, y la región distal
debe ubicarse por encima de las arterias renales.
10
Disminución en la PAS: la comparación entre la PAS de un latido normal
con un latido contrapulsado resulta en una reducción de la PAS de hasta
un 10%, provocando una reducción de la postcarga.
Disminución de la presión de fin de diástole aórtica: durante la terapia con
BCIA le presión aórtica diastólica se reduce hasta un 30%.
Acortamiento de la fase isométrica del VI: la apertura de la válvula aórtica
se produce prematuramente, acortando la fase de contracción isométrica
del VI, disminuyendo el consumo de oxigeno miocárdico.
Reducción en la tensión parietal del VI.
Efectos sobre la FEVI y el GC: el BCIA produce aumento de la FEVI y un
aumento del GC entre un 0.5 y 1.0 L/min (aproximadamente un 30% del
basal).
Modificaciones en la curva de presión – volumen: produce un
desplazamiento hacia la izquierda, indicando una mejoría en la función del
VI con disminución en la precarga.
Efecto sobre la perfusión coronaria: con la utilización del BCIA se produce
un aumento en la velocidad proximal del flujo coronario debido a una
disminución de la presión de fin de diástole causando caída del estrés
parietal previo a la apertura de la válvula aortica, reduciendo así la
demanda de oxígeno.
BCIA y perfusión periférica: el inflado del balón durante la diástole aumenta
la presión de perfusión coronaria y grandes vasos debido al
desplazamiento del volumen. La resistencia periférica se reduce con
mejoría del flujo sanguíneo.
4. Variables moduladoras
Existen diversas variables que modulan los efectos hemodinámicos del BCIA, estas
incluyen:
11
esto es: tratar de disminuir la FC del paciente o programar la modalidad del
balón en 2:1 en vez de 1:1.
II. Marcapasos auricular: cuando el paciente tiene un marcapasos auricular, la
espiga de éste es interpretada por el equipo como un complejo QRS y activa el
mecanismo en un momento que no es el indicado. La solución es colocar un
marcapasos bipolar o ajustar el disparo de la consola a la modalidad
marcapasos.
III. Grado de distensibilidad de la aorta: la disminución de la distensibilidad aórtica
(al disminuir la resistencia vascular periférica) produce disminución de la
efectividad del BCIA.
B. Condiciones del dispositivo (31)
I. Volumen y posición en la aorta: la disminución del volumen del gas del balón
es detectado por la consola y sus monitores de alarma. Puede haber una fuga
de gas ya sea por desajuste de las conexiones o por rotura del balón. Cuando
hay una pérdida de helio en el sistema la insuflación es insuficiente para
ocupar todo el espacio de la aorta.
C. Errores de sincronización: (43)
I. Inflado tardío: produce perfusión coronaria subóptima.
II. Inflado prematuro: el mismo se manifiesta cuando la FC se encuentra entre
130-190 ms con inflado del balón antes de la onda dícrota, resultando en un
incremento de la presión sistólica del VI y disminución del volumen minuto.
Esta situación ocasiona que el balón deteriore de manera muy importante la
eyección del VI y la relajación por incremento en la postcarga con la
consecuente disincronía mecánica del VI, efecto que se puede observar
durante los episodios de arritmias.
III. Desinflado prematuro: produce perfusión coronaria subóptima con disminución
subóptima de la poscarga generando un potencial flujo inverso en coronarias y
carótidas y aumentando la demanda de O2.
IV. Desinflado tardío: el mismo puede incrementar la poscarga durante la eyección
temprana, incrementando significativamente el trabajo ventricular izquierdo
produciendo una disincronía mecánica ventricular izquierda. Resulta en un
volumen sistólico (VS) aumentado que produce un aumento del VS y del
trabajo ventricular izquierdo, debido a un incremento de la precarga durante la
eyección temprana y disminución de la poscarga en la eyección tardía.
12
5. Programación del BCIA
Dependiendo del estado hemodinámico del paciente, el balón puede ser ciclado 1:1 (lo
que significa que cada latido del corazón estará asistido con el inflado del balón) 1:2, (de
cada dos latidos uno es asistido) y así sucesivamente.
Para un ciclado ideal, se recomienda iniciar con una relación de 1:2 ya que así, será
posible identificar si se cumplen los objetivos de la contrapulsación que son aumento del
flujo coronario a través de la presión de aumentación y la disminución del consumo
miocárdico de oxígeno mediante la disminución de la postcarga (disminución de la presión
sistólica). (Ver Figura 2)
13
- Electrónico: representado por circuitos diseñados para la detección de arritmias,
fugas de gas, mal funcionamiento interno, indicadores de funcionamiento, mandos
de regulación, monitor que registra el ECG continuo, FC y presión arterial (PA).
Además tiene una batería para situaciones de emergencia por fallo en el
suministro eléctrico o traslado del paciente con una autonomía de 2 hs.
Según la Revista Argentina de Cardiología las recomendaciones para el uso de BCIA son
(36):
- SC.
- Shock séptico.
14
- Traumatismo torácico.
- IAM intraoperatorio.
7.1 Absolutas
Insuficiencia valvular aórtica moderada o severa.
Disección aórtica.
Arterioesclerosis periférica y aórtica severa.
Traumatismo aórtico
Aneurisma de aorta abdominal.
7.2 Relativas
Daño cerebral irreversible.
Insuficiencia hepática grave, renal o pulmonar.
Coagulopatías severas.
Infecciones graves no controladas
Problemas quirúrgicos no resueltos.
Endoprótesis colocada previamente.
By-pass aorto-bifemoral (se debe optar por la colocación transtorácica).
Obesidad extrema en la que la distancia entre la piel y la femoral excede los 5 cm.
8. Complicaciones
15
Vasculares: las complicaciones más severas como la disección aórtica, o ruptura
de la arteria femoral o la arteria aorta, son afortunadamente poco comunes pero
con un pronóstico generalmente fatal. Las más frecuentes a largo plazo, después
del alta son: calambres, entumecimiento, parestesias y claudicación intermitente.
Dentro de las alteraciones vasculares que se ven a corto plazo son:
o Perdida de pulsos: 20-25%
o Isquemia: es la complicación más frecuente
o Tromboembolismo: el BCIA representa una injuria vascular importante. Se
puede producir ruptura de las placas ateroscleróticas, sobre todo durante la
inserción dificultosa. Puede producir accidentes cerebro-vasculares (ACV),
oclusión de arterias renales, infarto mesentérico, infarto esplénico,
hemianopsia, émbolos periféricos y más raramente isquemia medular y
paraplejia por oclusión del flujo de las arterias vertebrales.
o Síndrome compartimental: el riesgo de esta complicación esta en estrecha
relación con la inmovilización prolongada, la pérdida del flujo sanguíneo,
enfermedad vascular periférica pre-existente, uso de drogas vasoactivas y
trombosis.
o Disección aórtica: es una complicación grave con muy mal pronóstico en la
mayoría de los casos.
o Daño vascular local
Hematológicas: alrededor de la mitad de los pacientes con BCIA presentan
disminución del recuento plaquetario del 50%, en un periodo de cinco a siete días
de asistencia.
Infecciosas: infección del sitio de punción o sepsis.
Neurológicas: paraparesia.
Las condiciones para el destete del BCIA deben incluir varios puntos: (44)
Haber corregido el defecto anatómico y la isquemia miocárdica.
Lograr una mejoría de la función ventricular.
Se deben mantener presiones normales al detener el BCIA.
Estabilización hemodinámica del paciente: ausencia de infusión de vasopresores
(se admite el retiro del mismo con cualquier dosis de dobutamina)
16
Prueba clínica de mantenimiento de la hemodinamia sin apoyo.
Confirmación ecocardiográfica.
La desconexión del BCIA debe tener en cuenta dos parámetros importantes: (44)
Parámetros clínicos:
o Presencia de perfusión periférica adecuada: color, temperatura, pulsos
periféricos
o Estado mental apropiado
o Ritmo diurético adecuado
o Ausencia de arritmias significativas y signos de insuficiencia cardiaca
Parámetros hemodinámicos:
o FC < 110 / min
o IC > 2.0 L / min / m2
o PAM > 70 mmHg (con mínima dosis o ausencia de vasopresores)
o PCEP < 18 mmHg
En la década del 70, el Dr. Stephen Scheidt publica un ensayo clínico prospectivo
multicéntrico con 87 pacientes con SC tratados con BCIA. Se valoraron las respuestas
clínicas y fisiológicas favorables en la mayoría de los pacientes (descenso de la FC, la
PAS y el ácido láctico, aumento de la PA diastólica y el GC, sin cambios en la PAM). La
mortalidad se produjo en 52 pacientes durante la asistencia con BCIA, y 35 de ellos
sobrevivieron. Solo 8 pacientes al final del estudio sobrevivieron más allá del año, la
conclusión de los autores fue que los intentos de predecir la supervivencia o la respuesta
fisiopatológica al colocar un BCIA, fueron infructuosos. Las indicaciones precisas para la
iniciación y terminación del BCIA no fueron concluyentes (38).
Dado que la evidencia disponible en ese momento era escasa para la toma de decisiones
y debido al sesgo de selección de la literatura publicada se desarrolla un ensayo clínico
randomizado, realizado en 30 centros de alta complejidad entre Abril de 1993 y
Noviembre de 1998 y se publica luego en el New England Journal of Medicine el estudio
denominado SHOCK Trial, en donde se evaluó la terapia de revascularización precoz
para reducir la alta tasa de mortalidad asociada con IAM complicado con SC. (39)
17
El objetivo primario fue evaluar mortalidad global a los 30 días de la aleatorización. Los
puntos secundarios consistieron en mortalidad a los 6 y 12 meses luego del IAM. Se
compararon dos estrategias de tratamiento: la revascularización de emergencia (ya sea
angioplastia o por CRM) o tratamiento médico como estrategia conservadora inicial.
Se calculó inicialmente una muestra de 328 pacientes para un 90% de poder estadístico
con un error alfa de 0,05 para detectar una reducción absoluta del 20% entre ambos
grupos. Sobre la base de dos hipótesis en cuanto a tasas de mortalidad se estimó un 30%
frente a un 50% (lo que requiere 328 pacientes), y un 55% frente a un 75% (lo que
requiere 312 pacientes). El ensayo final recluto 302 pacientes, lo que resultó en una
potencia de 88 a 89% para detectar una diferencia de mortalidad absoluta de 20% entre
ambos grupos.
Los criterios de inclusión eran SCACEST, IAM con onda Q, un nuevo BCRI, IAM posterior
con infradesnivel del segmento ST de cara anterior, todos ellos complicados con SC.
La presentación del SC tuvo que ser dentro de las 36 horas de infarto, y la aleatorización
tuvo que ocurrir tan pronto como sea posible y no más allá de las 12 horas luego del
diagnóstico de shock establecido.
18
Los criterios de exclusión eran enfermedad sistémica grave, shock de causa mecánica u
otra causa, patología valvular severa o miocardiopatía dilatada.
Se evaluaron 1.492 pacientes con sospecha de SC, de los que fueron aleatorizados 302.
Los 1190 no aleatorizados ingresaron en el registro SHOCK, 83 cumplían criterios de
inclusión y 884 (64%) tuvieron diagnóstico de falla cardíaca con diferencias respecto del
grupo de estudio (Ver Tabla 2).
Existieron ochenta y tres pacientes que cumplían criterios de inclusión pero no fueron
aleatorizados, muchos de ellos porque fallecieron pronto tras el ingreso, eran pacientes de
edad más avanzada (P = 0,02) y tuvieron una mortalidad mayor que los pacientes
incluidos (p=0.003).
Una vez ingresados al ensayo clínico las poblaciones fueron similares en ambos grupos.
La media de edad fue de 65 años y el 32% eran mujeres. Hubo diferencias en términos
de porcentaje en los pacientes que tenían insuficiencia cardiaca congestiva (grupo
revascularización: 4% vs 8.2% para el tratamiento médico) y CRM previa (2.0 vs 10.0
respectivamente).
El tratamiento de sostén para ambos grupos no mostró diferencias. Entre los pacientes
asignados a revascularización, la angioplastia representó el 64% y el tratamiento
quirúrgico el 36%. Los pacientes sometidos a la cirugía eran más propensos que los
pacientes sometidos a angioplastia para enfermedad de TCI (40% contra 14%, p <0,001)
y la enfermedad coronaria de múltiples vasos (79% contra 60%, p = 0,008).
19
En cuanto al tratamiento recibido el 99 % recibió soporte con inotrópicos o vasopresores
(grupo revascularización 99.3 vs 98.6 grupo tratamiento), el 93% versus 96.0% tuvo
colocación de catéter de Swan-Ganz y el 86% en ambos grupos recibió soporte con BCIA,
ambos grupos tuvieron asistencia ventricular compleja en menos del 4%. Los pacientes
sometidos a revascularización presentaron más derivación a trasplante con respecto al
grupo 2 (2.0% vs 0.7%).
En términos de objetivo primario, la mortalidad a los 30 días fue: 71 pacientes (46.7%) del
grupo revascularización y 84 pacientes (56%) del grupo tratamiento médico (p=0.11).
Los puntos secundarios mostraron que la mortalidad a los 6 meses luego del evento, fue
en el grupo revascularización (50.3%) y en el grupo tratamiento médico 63.1% (p=0.027).
El objetivo primario de este trabajo fue la mortalidad a los 30 días que no fue
significativamente disminuida por la revascularización temprana. No obstante en términos
de mortalidad hubo un beneficio evidente a los 6 meses del IAM en los pacientes de la
rama revascularización.
Un año más tarde Hochman y col, comparan en un estudio los resultados de pacientes
que fueron a revascularización en el SHOCK Trial Registry vs SHOCK Trial I. Se
registraron 1.190 pacientes con sospecha de SC e IAM de manera prospectiva en 36
centros desde abril 1993 a agosto 1997. (3)
20
La diferencia entre los dos estudios era que los pacientes del SHOCK Trial eran pacientes
con SC secundario a falla del VI y los pacientes del SHOCK Trial Registry eran pacientes
con SC de otras etiologías. Los resultados fueron evaluar el efecto de la revascularización
en la mortalidad entre los dos ensayos y la incidencia de las diferentes etiologías del SC
para todos los pacientes.
De los 1.190 pacientes enrolados en el SHOCK Trial Registry, 884 tenían falla cardiaca
izquierda predominante. La mortalidad intrahospitalaria para todos los pacientes fue del
60.1% (Registry + trial). De los pacientes del SHOCK Trial Registry el 36% fueron a TT y
el 53% utilizaron BCIA. Aquellos pacientes que recibieron TT solo, BCIA solo o TT + BCIA
se asociaron con una menor mortalidad que aquellos que no usaron TT o BCIA (p<0.005).
En este ensayo se evidencia que la causa más frecuente de SC es predominantemente la
falla del VI. Las causas mecánicas del SC como ruptura del septum interventricular, IM
severa y taponamiento, representan el 12% de los casos.
Los pacientes que recibieron tratamiento TT o BCIA o ambos, tuvieron menor tasa de
mortalidad (60%) que la reportada previamente. El efecto de la revascularización
temprana fue similar en ambos estudios. La pequeña diferencia a favor de un mayor
beneficio de la revascularización temprana en el registro en comparación con el trial, es
atribuible al mayor uso de BCIA y TT.
21
hospitales (46%) habían colocado BCIA. La mayoría de los pacientes (75%) desarrollaron
SC luego del ingreso hospitalario.
En total, 750 hospitales cumplían los criterios del estudio. Los hospitales fueron divididos
en 3 grupos: uso reducido del BCIA, intermedio y alto. La edad media de los pacientes en
el estudio fue de 67 años, el 60% eran hombres; el 85,5% eran de raza blanca; el 30%
eran diabéticos, el 7% tenían antecedente de ACV y el 61% tenían SCACEST al momento
de la admisión.
La mediana de BCIA utilizado por año fue de: 3.4, 12.7 y 37.4; el número de pacientes
con IAM: 113.9, 200.9 y 400.9; los pacientes con SC: 6.2, 13.1 y 27.8; los pacientes con
SC con soporte con BCIA por año: 1.7, 5.4 y 13.4; el requerimiento de cateterismo
cardiaco (en %): 97.3, 99.8 y 99.8 y la utilización de la IPC facilitada (en %): 70.4, 96.6 y
100; en los hospitales de bajo, intermedio y alto uso del BCIA, respectivamente.
De los resultados se obtuvo que la tasa bruta de mortalidad disminuyó con el aumento del
volumen de BCIA: 65,4%, en el tercil más bajo, 54,1%, en el tercil intermedio y 50,6% en
el mayor tercil (p=0.001). En el análisis multivariado, los hospitales con alto uso del BCIA
se asociaron con menor mortalidad, independientemente de las características basales de
los pacientes, los factores hospitalarios, tratamientos y procedimientos tales como
angioplastia, a expensas de mayor sangrado: 8.1, 9.5 y 12.1 (p=0.001); y mayor tasa de
isquemia recurrente: 17.8, 18.9 y 21.2 (P=0.005) en los hospitales de bajo, intermedio y
alto volumen de BCIA.
22
probabilidades de tener factores de riesgo como: IAM previo (24% vs 49%), insuficiencia
cardiaca congestiva (12% vs 30%), insuficiencia renal (6% vs 19%) o enfermedad
vascular periférica (13% vs 29%), en comparación con los pacientes que no recibieron ni
TT o BCIA.
Los pacientes que recibieron apoyo con BCIA tenían más probabilidades de precisar
ventilación mecánica o recibir apoyo inotrópico (p=0.001).
Sólo el 45% de los pacientes con elevación del ST recibió TT. El 95% de estos tuvieron
elevación del segmento ST en dos o más derivaciones.
Las características hemodinámicas y angiográficas, la PAS y diastólica, el IC, la FEVI, la
PCEP y la ubicación del IAM fueron similares entre los cuatro grupos de tratamiento.
Los pacientes que fueron tratados con BCIA también eran más propensos a recibir
angiografía coronaria (p=0,001). El número de vasos enfermos fue similar en todos grupos
de tratamiento.
La terapia con TT (con o sin BCIA) se asoció con un menor tasa de mortalidad
hospitalaria que los que no requirieron TT (54% vs 64%, p=0,005). El uso del BCIA
también se asoció con una tasa de mortalidad más baja, 50% vs 72% de los pacientes
que no lo utilizaron (p=0,0001), con una mayor tasa de intento de revascularización en el
grupo balón. No hubo diferencias con respecto a la tasa de mortalidad entre los pacientes
tratados con BCIA de forma temprana en comparación con los que se colocó de forma
más tardía. (53% vs 41%, respectivamente: p=0,172).
23
En el 2009, Sjauw y col publican una revisión sobre la utilización del BCIA en SCACEST
complicado con SC. (41)
En este ensayo se analizaron 2 meta-análisis, en el primero se incluyeron los ensayos
clínicos que compararon la terapia con BCIA o sin ella en pacientes con IAMCEST. En el
segundo meta-análisis se incluyeron los resultados de estudios de cohortes comparando
grupos de pacientes con IAMCEST con SC que recibieron tratamiento con o sin BCIA. En
este último meta-análisis fueron incluido nueve estudios. El punto final fue la mortalidad a
30 días. El punto final de eficacia fue la FEVI y las variables de seguridad fueron el ACV y
la hemorragia. Los ensayos incluidos en los 2 meta-análisis se agruparon por tipo de
terapia de reperfusión: no reperfusión, TT o IPC.
Todos los ensayos se centraron en pacientes con IAMCEST de alto riesgo con diferentes
criterios de inclusión: IAMCEST con IPC con resultados subóptimos, IAMCEST con mala
resolución del segmento ST, Clase Killip o una gran área isquémica.
En general el uso del BCIA se asoció con un mayor número de ACV de 2% (p=0.03) y un
aumento de la tasa de sangrado de 6% (p=0.02).
Dentro del segundo meta-análisis que incluyo nueve estudios de cohorte, los pacientes en
el grupo BCIA eran más jóvenes (66 años vs 73 años) y con mayor frecuencia varones
(63 vs 53%). Dichos ensayos mostraron que la TT con BCIA adyuvante está asociado a
una reducción absoluta de la mortalidad a 30 días del 18% (p=0.0001). Por el contrario los
estudios con IPC asociado a BCIA evidenciaron un aumento de la mortalidad del 6%
(p=0.0008).
Los autores concluyen que, con una baja utilización (20 a 39%), los efectos beneficiosos
del BCIA en relación con el IAMCEST complicado con SC serian dependiente del tipo de
terapia de reperfusión, con una clara asociación a la TT.
24
pupilar no inducida por drogas, SC de causa mecánica (por ejemplo: defecto septal
ventricular, rotura del músculo papilar), inicio de shock > 12 horas antes de la selección,
tromboembolismo pulmonar , enfermedad vascular periférica grave (excluye la inserción
de un BCIA), insuficiencia aortica grado II o mayor (en una escala de I a IV), edad > 90
años, shock de causa distinta al IAM, enfermedad concomitante grave asociada con una
esperanza de vida < 6 meses.
El punto primario final de eficacia era la mortalidad por todas las causas a los 30 días y el
secundario incluyó: evaluaciones seriadas de los niveles séricos de lactato, aclaramiento
de creatinina (medido con el uso de la fórmula de Cockcroft-Gault), niveles de proteína C
reactiva y evaluación del score SAPS II (considera 17 variables, con puntuaciones de 0 a
163, las puntuaciones más altas indican enfermedad más grave)
25
intervencionista, sepsis con signos clínicos de infección y niveles de procalcitonina
elevadas (> 2 ng/ml), ACV con presencia de síntomas neurológicos nuevos y tomografía
axial computada (TAC) con signos de isquemia o sangrado).
El análisis estadístico del estudio fue diseñado para detectar una diferencia de 12 puntos
porcentuales en las tasas de supervivencia a los 30 días, suponiendo una tasa de 56% en
el grupo de control. El nivel de error tipo I global se fijó en 0,05. La población estimada:
282 pacientes por grupo para poner a prueba la hipótesis nula con la potencia deseada y
588 pacientes en total (600 pacientes, para permitir una tasa de deserción del 2%). Todos
los datos se analizaron según el principio de intención de tratar. Se realizó un análisis por
protocolo del punto final primario, que incluye datos de todos los pacientes que habían
confirmado IAM, con la exclusión de los que se cruzaron, para evaluar la solidez de los
datos. Los análisis de subgrupos pre especificados: sexo, edad (<50 años, 50-75 años, >
75 años), diabetes, hipertensión arterial, IAMCEST vs IAM sin ST anterior, IAM anterior vs
IAM no anterior, IAM previo vs IAM no previo.
El tiempo de duración de este ensayo fue entre el 16 de junio de 2009 - 3 de marzo del
2012, fueron aleatorizados: BCIA (301 pacientes) y control (299 pacientes). El
entrecruzamiento fue de 30 pacientes (10%) del grupo control a BCIA, la mayoría dentro
de las primeras 24 horas después de la aleatorización; y 26 pacientes se consideraron
violaciones del protocolo. Los 13 pacientes (4,3%) del grupo BCIA que se cruzaron al
grupo control, fueron en su mayoría por fallecimiento antes de la inserción planificada. Las
características basales estaban bien equilibradas entre los grupos. El modo de
revascularización precoz incluía IPC primaria (95,8%), CRM o IPC inicial con posterior
CRM (3,5%), o pacientes que no se revascularizaron (3,2%). La duración media de BCIA
fue de 3 días.
El punto final primario fue mortalidad a los 30 días: con resultados similares en ambos
grupos: grupo BCIA 39,7%, grupo control 41,3% (RR 0,96; IC95% 0,79-1,17, p=0,69). Los
resultados de los puntos finales primarios fueron consistentes en todos los subgrupos pre
especificados y post hoc. En los 277 pacientes que requirieron BCIA y sometidos a
revascularización precoz, no hubo diferencia significativa (p=0,96) en la mortalidad en el
momento de colocación: Antes o después de la revascularización (36,4% vs 36,8%).
Los puntos finales de seguridad demostraron diferencias no significativas con respecto a
las tasas de ACV, hemorragia, sepsis, complicaciones isquémicas periféricas que
requieren intervención, reinfarto y trombosis del stent.
26
Como resultado, el estudio demostró que no existen diferencias significativas en el punto
final primario ni en el punto final secundario. La muerte en los pacientes con SC se debe a
1 o más de los siguientes 3 factores: deterioro hemodinámico (PA y FC), disfunción
multiorgánica (score SAPS II), SIRS (proteína C-reactiva y lactato sérico), ninguna de
estas dos últimas variables mostro diferencias estadísticamente significativas, al
considerar cada una de ellas.
La utilización de un dispositivo de asistencia del VI fue indicada según criterio clínico del
investigador. Su tasa global de uso fue baja (5.5%), siendo de 3.7% para el grupo BCIA y
7.4 para el grupo control, pero con una mortalidad mayor (69,7% vs 38,8%, p<0,001).
Sin bien los autores aclaran que se intentó minimizar el cruce del grupo control al grupo
BCIA, sin embargo se produjeron 30 entrecruzamientos: 26 fueron violaciones del
protocolo y 12 se caracterizaron por ser basados enteramente en la discreción del
investigador.
Las conclusiones de este largo estudio fueron que en los pacientes con SC secundario a
IAM en los que se planeó una revascularización temprana, el uso de BCIA no reduce la
mortalidad a 30 días.
27
relacionado con el tratamiento primario: terapia medica de estabilización sin reperfusión,
TT e IPC.
El riesgo de mortalidad intrahospitalaria se analizó en 16 ensayos, donde no se observó
ninguna reducción significativa del riesgo en el grupo terapia médica, una reducción
significativa del riesgo en el subgrupo TT, y un incremento significativo en el subgrupo
IPC.
La tasa de mortalidad general para todos los pacientes con SC fue del 70%. El BCIA se
asoció con una significativa disminución de la tasa de mortalidad en los pacientes que
recibieron TT (67% vs 49%), sin observarse beneficios en los pacientes tratados con IPC
(45% vs 47%).
La sobrevida a largo plazo se evaluó a partir de 6 a 12 meses. El impacto del soporte con
BCIA no mostro ningún efecto en el riesgo relativo (RR) o en la diferencia de riesgo (RD).
De los resultados se obtuvo que cuando se examinan por separado los 3 grupos de
pacientes, no fue evidenciado ningún efecto significativo a favor del BCIA en el grupo
tratamiento médico, con una mortalidad hospitalaria de 83.9%. En el grupo TT en cambio,
el BCIA mostró una disminución significativa en el riesgo de mortalidad hospitalaria
(66.9%), mientras que este procedimiento de asistencia ventricular afectó negativamente
a la sobrevida en el subgrupo de pacientes tratados con IPC, con una mortalidad
dramáticamente reducida (38.4%).
28
DISCUSIÓN
La mortalidad del SC como complicación del IAM fue desde siempre una de las
preocupaciones del ámbito medico, y los esfuerzos para disminuirla fueron destinados a la
revascularización temprana, sea por TT o por IPC. Con estas medidas terapéuticas se
demostró una disminución de la mortalidad del 70-80% inicial hasta una sorprendente
baja mortalidad en el Shock trial I del orden del 42% (39). La asistencia con BCIA fue otra
de las herramientas terapéuticas utilizadas con resultados variables a través del tiempo.
El tipo de revascularización debería condicionar el uso del BCIA. Para aquellos pacientes
que reciben TT, se evidenció en un ensayo reportado en el año 2000 (3), que comparó el
impacto de la TT + BCIA. Este registro de 856 pacientes, representa la serie más grande
de pacientes recogidos prospectivamente con SC debido a disfunción predominante del VI
que exploró el resultado de los diversos tratamientos y combinaciones de opciones
terapéuticas. Si bien la revascularización con IPC / CRM, uso del BCIA y, en menor
medida, el uso de TT se asoció con una menor tasa de mortalidad hospitalaria que el
tratamiento con terapia médica estándar, aquellos pacientes que recibieron TT (n=299)
mas BCIA (n=160) y posteriormente fueron revascularizados (n=109) presentaron una
mortalidad del 37%. Cabe destacar que para la fecha la revascularización se indicaba
guiada por isquemia post TT o falla de reperfusión.
29
clínico de riesgo menor que las mujeres). Por último, en los estudios de TT, los pacientes
más enfermos pueden haber sido considerados con muchas comorbilidades para
beneficiarse de TT asociado a BCIA, y además algunos pacientes pueden haber fallecido
antes de recibir la terapia con BCIA.
Uno de los trabajos que produjo mayor revolución y cambios en la recomendación de las
guías fue el IABP-SHOCK II (14) que fue diseñado para probar la hipótesis de que el
BCIA, en comparación con el mejor tratamiento médico disponible solo, resulta en una
reducción de la mortalidad en los pacientes con IAM complicado con SC para quienes se
planea la revascularización precoz.
Los investigadores no encontraron diferencias en la mortalidad a 30 días, ni en cualquiera
de los puntos finales secundarios.
En este ensayo los pacientes representaban una cohorte de riesgo moderado, con una
tasa de mortalidad de 40%, en comparación con otros estudios clínicos aleatorizados y
registros (42-48%). Esto podría sugerir que la mayoría de los pacientes presentaban SC
leve o moderadamente grave, impidiendo la generalización de los resultados a los
pacientes con las formas más graves de SC. Por dicha razón, estos resultados pueden no
ser aplicables a los pacientes de más alto riesgo.
30
Como conclusión se atribuyen ciertas limitaciones en este ensayo: El sesgo no fue posible
debido a la naturaleza de la intervención. Sin embargo, para minimizar el mismo, se usó
un sistema de asignación al azar central, y los miembros del comité de eventos clínicos
fueron conscientes de los trabajos en grupo.
No se puede descartar definitivamente un error de tipo II, teniendo en cuenta el resultado
global negativo. Sin embargo, la diferencia absoluta menor en la mortalidad, junto con la
falta de beneficios en relación con los puntos finales secundarios, hace poco probable que
cualquier efecto positivo sea clínicamente significativo. No tenemos ninguna información ;
quedan pendientes los resultados a largo plazo. El BCIA utilizado durante una mediana de
sólo 3 días, hace poco probable que se evidencie algún efecto beneficioso luego de los 30
días.
31
CONCLUSION
Con la evidencia disponible es difícil ser tan taxativos en las indicaciones del uso del BCIA
en el SC de origen isquémico.
Del análisis de la literatura surge una indicación clara para aquellos pacientes que son
tratados con TT, a pesar de no tener datos suficientes de lo que pasa con aquellos que se
revascularizan dentro de las 24 horas, según las recomendaciones actuales.
Probablemente los pacientes que requieren CRM sean candidatos a BCIA al igual que
aquellos pacientes con las formas más graves de shock, independientemente de la forma
de revascularización planteada.
Necesitamos grandes datos de los ensayos clínicos aleatorizados para demostrar que el
BCIA es beneficioso.
32
TABLAS Y FIGURAS
Figura 1:
Figura 2:
33
Inflado y desinflado correcto del BCIA. A: ciclo cardíaco completo. B: presión aórtica final
no asistida. C: presión sistólica no asistida. D: presión diastólica aumentada. E: presión
aórtica final asistida. F: disminución de la presión sistólica. “El balón intra-aórtico de
contrapulsación como método de asistencia ventricular”. Revista Cirugía Cardiovascular.
2009
Tabla 1:
Presión diastólica ⇧
Presión de perfusión coronaria
⇧
Presión arterial media (PAM)
⇧
Volumen sistólico (VS)
⇧
Fracción de eyección (FEVI)
⇧
Frecuencia cardiaca (FC) ⇩
Presiones telediastólica y sistólica aórticas
⇩
Poscarga
⇩
Presión de enclavamiento pulmonar
(PCEP) ⇩
Tensión parietal
⇩
Consumo de oxígeno
⇩
Elaboración propia con base en “Haemodynamic Effects of the Use of the Intraaortic
Balloon Pump.” The Hellenic Journal of Cardiology. 2007.
34
Tabla 2
Pacientes
Características Randomizados Pacientes no Randomizados (Registro) P
N= 302
Pacientes con deterioro Pacientes
de la FSVI elegidos
(N=884) (N=83)
Edad media
65.8 +/- 10.4 68.5+/-12.1 69.0+/-12.2 <0.001
(años)
Sexo masculino % 67.9 63.6 63.9 0.19
Raza blanca, no
75.5 83.7 81.9 0.002
hispanos %
Transferencia a la
55.3 43.2 45.8 <0.001
admisión %
Falla cardiaca
6.1 19.8 19.2 <0.001
congestiva %
35
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
36
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