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Por qué pierde usted en el ajedrez - Fred Reinfeld- Prof.

José Luis Matamoros

CAPÍTULO II

Juegas las aperturas ciegamente Lector,


o las juegas de memoria

Si el lector es un jugador de golf tan hizo sus catorce


inepto que lanza la bola al terreno difícil y primeras jugadas en tres minutos. Se
después pierde golpes preciosos para sacarla rindió nueve jugadas y varios minutos des-
de nuevo, por muchos juramentos que deje pués.
escapar no podrá remediar el hecho de ha- Aquello no fue una partida: fue una car-
ber arruinado la puntuación de su juego y el nicería. Su prudente adversario jugó la aper-
buen rato que debió haber pasado. tura con profundo conocimiento, pensó sus
Si también su ineptitud en el bridge lo jugadas con verdadero cuidado y alcanzó
lleva a una situación imposible, es evidente una hermosa victoria.
que desde el principio está perdido.
Lo mismo sucede en el ajedrez. Si el lec- Jugadas ciegas con las aperturas
tor juega mal la apertura, no tendrá espe- E1 jugador inexperto juega mal la aper-
ranzas de salir adelante en el juego medio; tura porque no sabe lo que está haciendo.
su derrota es muy probable, tal vez irreme- Tiene la costumbre de jugar un peón tras
diable. otro. ¿Por qué? Porque las jugadas de los
En otros juegos, esta secuencia de causa peones son las más sencillas. No comprende
y efecto es clara para la mayoría de los juga- que retarda su desarrollo, priva a sus piezas
dores. En el ajedrez, muchos de nosotros no de las mejores casillas, debilita seriamente
nos damos cuenta de la relación que existe su posición y expone su rey a peligrosos ata-
entre una y otra. Consideramos la apertura ques.
como una especie de preludio a la partida, Veamos este ejemplo imaginario de
no como una parte de ella, y quizá la parte juego ciego de la apertura. (Confieso que el
más importante. Si no tenemos experiencia, ejemplo es exageradamente torpe).
hacemos las jugadas de la apertura a ciegas,
creándonos, sin saberlo, futuros sinsabores. APERTURA IRREGULAR
Si leemos un libro o dos, nos apresuramos a
dejar atrás las aperturas, haciendo las juga- Blancas Negras
das de memoria, con prisa por llegar al “ver- 1.e4 e5
dadero” juego. Hasta aquí, muy bien. Ambos jugadores
Hasta los maestros, que deberían proce- han adelantado un peón central y han crea-
der de otra manera, incurren algunas veces do una línea de desarrollo para el alfil del
en esta falta. No hace mucho leí que en un rey.
torneo internacional uno de los maestros 2.d3? ...
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DIAGRAMA Nº 24 menos expuesto al ataque cuando se enro-
ca, cuando se refugia en un lado del tablero,
donde no es tan fácil destruir sus defensas.
En consecuencia, el proceder más sen-
sato (el más económico) en la apertura con-
siste en combinar el desarrollo con el pronto
enroque. He aquí el procedimiento común:
1. Se juega 1. e4.
2. Se juega ¤f3.
3. Se saca el alfil del flanco de rey.
Ahora el lector está preparado para en-
rocarse. ¡Hágalo sin tardanza!
Pero ésta no es una regla inmutable.
Puede muy bien suceder que el lector no
consiga hacer estas cuatro cosas en las pri-
(Después de 2.d3?) meras cuatro jugadas. Mas debe conservar
esta meta inmediata, concreta y vital ante
Pero, ¡éste es un error! Sin verse obliga- sus ojos. Digamos que debe alcanzarla en las
das a ello, sin que se les provoque siquiera, primeras diez jugadas, cuando más. No hay
las blancas cierran voluntariamente la línea que demorarse; no hay que olvidarlo; no hay
de desarrollo del alfil del rey. que distraerse en otras jugadas.
Nunca hay que quitarse uno la libertad El lector deberá seguir esta meta como
de acción a menos de verse obligado a ello. cosa rutinaria y tendrá un desarrollo razo-
Pero la jugada 2.d3? de las blancas fue nablemente bueno; el rey estará a salvo; ten-
un craso error por otra razón: el tiempo. drá espléndidas perspectivas para el juego
Debió haber jugado 2.¤f3. Esta jugada tie- medio. Descuídese esta meta y se encontra-
ne varios puntos importantes en su favor. rá uno a mitad del camino que conduce a la
Por principio de cuentas, desarrolla derrota.
una pieza. Las piezas desarrolladas son pie- 2... ¤f6
zas activas; están prontas a desempeñar un Excelente. Las negras desarrollan su ca-
papel eficaz. Las piezas que se quedan en la ballo del rey a la casilla más eficaz. Al mis-
primera fila son como tropas de reserva in- mo tiempo, hacen una de las jugadas que
movilizadas a centenares de kilómetros de preparan el enroque.
distancia. He aquí un signo revelador de que las
Adviértase también esto: 2.¤f3 no es blancas andan mal: aunque las blancas tie-
sólo una jugada de desarrollo: es una juga- nen la primera jugada, las negras están más
da vigorosa. Ataca al peón del rey de las ne- desarrolladas.
gras. La economía de los medios es el alma 3.b3? ...
misma del ajedrez; ¿y qué podría ser más Otra jugada “sencilla” de peón. Nueva-
económico que desarrollar el juego con una mente las blancas descuidan el desarrollo de
amenaza al enemigo? una pieza; otra vez se olvidan de preparar el
Pero 2.¤f3 tiene todavía otra virtud: es enroque.
un preludio al enroque. El rey se encuen- 3. ... d5!
tra más expuesto al ataque en el centro, esa
plaza mayor del tablero. El rey se encuentra
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DIAGRAMA Nº 25 de las blancas. Además, debido al debilita-
miento producido por las jugadas segunda
y tercera de peones blancos, las negras ame-
nazan con ... ¥xc3+, ganando una torre.
(Éste es un buen ejemplo de cómo pueden
debilitar la posición los movimientos exce-
sivos de los peones).
Y así, en la posición del diagrama 25, las
blancas se defienden. ¿Cómo? ¡Naturalmen-
te, con otra jugada “sencilla” de los peones!
4.f3? ...

DIAGRAMA Nº 26

(Después de 3. d4!)

Al adelantar dos casillas el peón d, las


negras han tomado la iniciativa en el centro.
Al mismo tiempo, han abierto una diagonal
para desarrollar su alfil del flanco de dama.
Esto revela previsión en las negras.
(Obsérvese que las negras no imitan el
error de las blancas jugando 3...d6?, que las
privaría de la opción de desarrollar después
agresivamente su peón del rey).
Pero quizá el lector se pregunte si las ne-
gras no debieron haber desarrollado su alfil
del flanco de rey preparando el enroque in- Las blancas continúan descuidando su
mediato. Es una pregunta pertinente. desarrollo. Fíjese el lector: cuatro jugadas,
El pronto enroque hubiera sido conve- (¡y no hay una sola pieza desarrollada!)
niente para las negras, pero en este caso no Y, lo que es peor aún, las últimas juga-
era absolutamente necesario, pues las blan- das de las blancas privan al caballo del flan-
cas se han limitado ya a un papel pasivo, pri- co de rey de su mejor casilla: f3. Ahora será
vándose de toda probabilidad de ataque. En necesario desarrollar el caballo en un lado
consecuencia, las negras no tienen necesi- del tablero (h3), donde un caballo tiene po-
dad inmediata de enrocarse. cas perspectivas, o a e2, que tiene dos incon-
Volvamos ahora a la partida (diagrama venientes:
25). ¿Cómo deben proceder las blancas? Si 1. —En e2, el caballo se encuentra en la
juegan 4.exd5, puede seguirse 4. ... £xd5, segunda fila y sólo alcanza a dominar has-
poniendo otra pieza en juego; (si juegan ta la cuarta fila de las blancas. (En f3 se en-
después 5.¤c3 ¥b4!). cuentra en la tercera fila, y su dominio se
Esta última jugada del alfil es muy bue- extiende hasta la quinta fila). En consecuen-
na: es una jugada de desarrollo que defiende cia, ¤e2 es menos agresiva que ¤f3.
a la dama negra clavando al caballo de dama 2. —En e2, el caballo estorba el desarro-
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llo del alfil del rey de las blancas. Antes de nadas, y su rey no tiene probabilidades de
que pueda moverse el alfil, será necesario salvarse.
que el caballo del rey de las blancas se mue- Las negras, en cambio, se han desarro-
va otra vez, con nueva pérdida de tiempo. llado rápida y libremente; pueden enrocarse
Por lo tanto, ¤e2 es menos agresiva y me- al momento; disponen de multitud de pla-
nos económica que ¤f3. nes, todos ellos igualmente buenos. No tie-
4... ¥c5! nen necesidad de idear un plan específico.
Espléndida jugada de desarrollo. Las Lo que importa es que tienen la capacidad
negras han aumentado su ventaja en el de- de jugar agresivamente y con un fin deter-
sarrollo, pues han sacado dos piezas, y las minado.
blancas ninguna. Si las negras continúan con el mismo
estilo alerta y astuto, los ataques, las ame-
DIAGRAMA Nº 27 nazas, las posibilidades de ganar material se
presentarán por sí solos. Tarde o temprano
sus ventajas se combinarán en alguna agre-
sión provechosa que acabará con las blan-
cas. Se vislumbra ya cuál será el destino de
la partida.
Si al lector le parece que esta afirmación
es exagerada, debe considerar la siguiente
continuación, perfectamente plausible:
5.¥b2 ¤c6
La jugada de desarrollo de las blancas
ataca al peón e; la respuesta de desarrollo de
las negras defiende al peón.
6.¤e2 ...
Al parecer, las blancas progresan en su
desarrollo; en realidad, les espera el desas-
Después de su última jugada, las negras tre.
están prontas a enrocarse. Pero eso no es DIAGRAMA 28
todo. Colocando su alfil en c5, monopolizan
la diagonal que las blancas han debilitado
con 4.f3?.
Cuando las blancas consigan —si alguna
vez consiguen— desarrollar trabajosamen-
te su caballo del flanco de rey y su alfil del
mismo flanco, no podrán enrocarse todavía
a causa de la posición del alfil negro en c5,
que hace imposible colocar el rey blanco en
la casilla g1.
Ya desde ahora no es aventurado de-
cir que las blancas han perdido la partida.
Nunca podrán recuperar su retraso en el
desarrollo; sus piezas no tienen perspectivas
de hacer jugadas eficaces, activas y coordi- 6. ... dxe4!
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Jugada astuta. Como quiera que recap- DIAGRAMA Nº 29
turen las blancas, están perdidas.
7.fxe4 ...
La alternativa 7.dxe4 es aún peor. (¿Por
qué?).
7... ¤xe4!
Con la amenaza brutal de … ¥f2 mate o
...¤f2, con doblete a la dama y la torre.
8.dxe4 ¥f2+
9.¢xf2 £xd1
Abandonan
Las blancas han sufrido una aplastante
pérdida de material. Debe atribuirse a la po-
sición del alfil de rey de las negras en c5 y a
los torpes movimientos de los peones que,
en último término, dieron a las negras la La última jugada de las blancas parece
oportunidad de desatar su devastador ata- sospechosa a primera vista, pues el caballo
que. de la dama estorba el desarrollo del alfil de
dama. (Han rehuido la jugada que parecería
Jugadas de memoria en la apertura más natural, 3.¤c3, pues no les gusta la res-
Quizá esto sea un poco menos ingenuo puesta 3. ... ¥b4, que las clavaría).
que jugar la apertura a ciegas, pero los re- Cuando un maestro juega 3.¤d2, se da
sultados son con frecuencia igualmente de- bien cuenta del peligro de impedir su pro-
sastrosos. El que juega la apertura a ciegas pio desarrollo; por ello tiene cuidado de que
lo hace así porque no sabe hacerlo mejor. El el caballo de la dama no esté más tiempo
que la juega de memoria lo hace así a pesar del debido en d2. Un jugador menos expe-
de que sabe —o debería saber— hacer mejor rimentado, que no haga más que imitar el
las cosas. elegante 3.¤d2, puede fácilmente extraviar
Nadie puede jugar bien ninguna parte su juego.
de la partida aprovechando ciegamente el 3... c5
cerebro de otro o haciendo jugadas dictadas 4.exd5 exd5
solamente por la costumbre. Basta con una 5.dxc5 ¥xc5
jugada irreflexiva para arruinar la posición ¿Qué ha sucedido? Las blancas han
más perfecta. El peligro puede acechar en cambiado peones a fin de dejar a las negras
la situación de aspecto más inofensivo. Por con un peón de dama aislado. Este peón,
ejemplo: que ya no puede ser defendido con otros peo-
nes, tendrá que ser protegido por las piezas.
Berlín, 1920 En el final, esta debilidad puede ser parti-
Blancas: Seppelt cularmente enojosa. Pero, como gustaba
Negras: Laeganki Tarrasch de decir: “Antes del final, los dioses
Defensa Francesa han puesto el juego medio”. (Y, para prove-
cho de nuestros lectores, debió haber agre-
1.e4 e6 gado: “Y antes del juego medio han puesto la
2.d4 d5 apertura”).
3.¤d2 ... Las blancas están jugando ajedrez de
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posiciones (“tal como un maestro”). Pero no Crisis imprevistas
advierten el hecho de que han dado a las ne- El jugador que hace sus jugadas de me-
gras una posición magnífica y libre. moria, pone fe implícita en el libro. ¿En cuál
En estos momentos, su conducta indi- libro? Pues, en cualquiera que esté de moda
cada es 6.¥b5+ (preparando el enroque); o en el momento. Los libros cambian, las juga-
bien, 6.¤b3 (para alejar al alfil adelantado das recomendadas son sustituidas por otras
de las negras, abrir la diagonal para su alfil jugadas recomendadas con el mismo entu-
del flanco de dama y prepararse a fin de co- siasmo. Sin embargo, la actitud del que jue-
locar el caballo en el punto fuerte d4). ga de memoria —el que confía ciegamente
En lugar de ello, las blancas cometen el en los autores— continúa siendo la misma.
terrible error: Sigue aceptando las jugadas que recomien-
6.¤e2?? ... dan los libros sin esforzarse por penetrar en
Como hemos visto, ésta es una juga- las razones en que se apoyan.
da de la que debemos siempre desconfiar. La forma correcta de jugar la apertura
El caballo es menos agresivo en este punto consiste en usar el propio juicio, aun cuando
que en f3, y estorba el desarrollo del alfil del ello entrañe caer en errores. Se requiere ma-
flanco de rey de las blancas. durez para hacerlo y para confiar en el mé-
6... £b6! todo. Pero es la única forma de progresar.
Abandonan. Cuando se consigue esto, se tiene la sa-
Las negras amenazan 7...¥xf2 mate. tisfacción de ganar por el propio esfuerzo,
Tanto 7.f3 como 7.¤b3 permiten también y aumenta la confianza en el juego. Y aun
el mate, así que a las blancas no les queda cuando uno pierda, se aprende lo que hay
nada mejor que el humillante 7.¤d4, retar- que evitar.
dando el mate con la pérdida de una pieza. Lo que es aún más importante: usando
Obsesionadas con ideas estratégicas de el juicio propio se corre menos riesgo de
gran envergadura, las blancas han dejado al tropezar con crisis imprevistas, como la si-
rey expuesto al ataque súbito y desastroso guiente:

DIAGRAMA Nº 30 GAMBITO DE LA DAMA REHUSADO

Blancas Negras
1.d4 d5
2.c4 e6
3.¤c3 ¤f6
4.¥g5 ...
En este caso, las jugadas más populares
de los libros son 4. ... ¤bd7 o 4...¥e7. Am-
bas han sido puestas a prueba en el trans-
curso de los años, y para la mayor parte de
nosotros resulta indiferente cuál jugamos
primero. Y, en verdad, con frecuencia suelen
transponerse para dar la misma posición.
En consecuencia, el lector puede llegar
(Posición final) a la conclusión de que es posible hacer cual-

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quiera de estas dos jugadas “sin pensarlo”. DIAGRAMA Nº 32
¡Pero no es así! Si las negras juegan 4...¥e7,
la apertura toma un rumbo sosegado y sin
incidentes. Pero si juegan 4. ... ¤bd7—ob-
jetivamente, al menos, tan buena como la
otra—, pueden encontrarse de pronto en un
aprieto.
4. ... ¤bd7

DIAGRAMA Nº 31

6. ... ¤xd5!!
Es un hermoso ejemplo de los mag-
níficos recursos que a menudo se ocultan
en posiciones que parecen no tener salida.
¡Pero es necesario buscarlos!
7.¥xd8 ¥b4+
8.£d2 ¥xd2+
9.¢xd2 ¢xd8
Y las negras han ganado una pieza.
Las negras han hecho una jugada per-
Las negras corrieron con suerte en este
fectamente rutinaria y se consideran muy
caso. No sucede a menudo que el “rutinero”,
satisfechas con su posición. como lo llama Tartakower, tenga la buena
De pronto, ven con horror que las blan- fortuna de escapar a las consecuencias de su
cas pueden ganar un peón con 5.cxd5 exd5 juego rutinario. El siguiente ejemplo mues-
6.¤xd5. (¡El caballo de rey de las negras tra cómo un jugador recibe típico castigo
está clavado!). por jugar irreflexivamente la apertura.
¿Cómo pudieron las negras descuidar
este punto tan evidente? Porque se atuvieron Crimen y castigo
a su recuerdo de las jugadas de otros, En este juego encontramos una de las
registradas en los libros. En consecuencia, variaciones más populares —y una de las
han jugado atolondradamente la apertura, menos comprendidas— de todo el reperto-
sin pensar, sin intención, sin plan y, lo que rio de jugadas de la apertura. Es la Defensa
es peor aún, sin razón para ello. Morphy a la apertura Ruy López, que co-
Ahora, por fin, las negras se dedican mienza con los movimientos: 1.e4 e5 2.¤f3
desesperadamente a ver lo que puede hacer- ¤c6 3.¥b5 a6.
se para evitar la pérdida del peón. Y he aquí La última jugada de las negras, ¿es bue-
lo que encuentran: na o mala? Aparentemente, muy pocos juga-
5.cxd5 exd5 dores se han hecho alguna vez esta pregun-
6.¤xd5?? ... ta. Conozco jugadores que han usado esta
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defensa durante treinta años sin descubrir tan la pérdida de material. Después de las
hasta la fecha el propósito de 3. … a6. Así, siguientes jugadas 4.¥a4 ¤f6 5.O-O, la
pues, veamos si podemos descubrir cuál es partida puede seguir una de estas dos líneas:
ese propósito: A. 6.¦e1 b5 7.¥b3 d6 8.c3 O-O 9.h3
¤a5 10.¥c2 c5 11.d4 £c7. Por medio de
Ruy López las jugadas novena y décima, con las que ga-
nan espacio, las negras han dado a su dama
Blancas Negras una buena colocación y despejado su juego.
1.e4 e5 B. 5...¤xe4 6.d4 b5 7.¥b3 d5 8.dxe5
2.¤f3 ¤c6 ¥e6. También aquí las negras han dado bue-
3.¥b5 ... na colocación a sus piezas.
En ambas variaciones, los esfuerzos de
DIAGRAMA Nº 33 las negras para librarse dependen de hacer
retroceder al alfil de las blancas. Allí tene-
mos la estrategia fundamental de las negras.
Volvamos ahora al diagrama 33: las ne-
gras deciden adoptar un tipo diferente de
desarrollo, comenzando con:
3. ... ¤f6
Así, las negras han dejado la Defensa
Morphy (3...a6), cuando menos por el mo-
mento. La jugada que han escogido parece,
ciertamente, prometedora: desarrollan una
pieza y contraatacan al peón de rey de las
blancas. Y, como hemos visto, no tienen por
qué preocuparse por la suerte del peón del
rey en este punto.
Las blancas amenazan —o parecen
amenazar— con ganar un peón mediante DIAGRAMA Nº 34
4.¥xc6 dxc6 y 5.¤xe5.
El problema de las negras consiste en
hacer una jugada que mantenga la defensa
del peón del rey y que también contribuya a
un plan general de desarrollo.
Casi todos los maestros modernos coin-
ciden en que 3...a6 (la Defensa Morphy) es
la solución a los problemas de las negras.
No necesitan temer 4.¥xc6 en respuesta,
porque después de 4. … dxc6 y 5.¤xe5, re-
cuperan de manera satisfactoria el material
perdido mediante 5. ... £d4 o 5...£g5 (ata-
que doble en cualquiera de los dos casos).
De esta manera, las negras ahuyentan al
alfil de las blancas y al mismo tiempo evi-
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4.O-O ... DIAGRAMA Nº 35
Las blancas no se preocupan por su peón
del rey, ya que después de 4...¤xe4 minarán
la posición del caballo adelantado con 5.d4
(de manera que si 5. ... exd4?; 6.¦e1, y las
negras se encontrarán en un serio aprieto
debido a que tienen una pieza clavada en la
columna del rey).
Pero ésta no es, de ninguna manera,
la última palabra en las consecuencias de
4...¤xe4. Las negras pueden hacer esta ju-
gada sin riesgo a condición de que respon-
dan prudentemente a 5.d4 con 5...¥e7,
desarrollando otra pieza, eliminando todo
peligro en la columna de e y preparándose
para el enroque. 5.¥xc6! ...
En lugar de ello, las negras, que no han A diferencia de su contrincante, las
blancas se acomodan sabiamente a las nue-
examinado esta posibilidad porque juegan
vas circunstancias.
de memoria, prefieren 4. ... a6 para su si-
5. ... dxc6
guiente jugada. Después de todo, se dicen,
6.¤xe5 ...
obtenemos la misma posición con 1.e4 e5
Y las blancas han ganado un peón defi-
2.¤f3 ¤c6 3.¥b5 ¤f6 4.O-O a6 5.¥a4 ¥e;
nitivamente.
que con la línea indicada por los libros: 1.e4 Así, si 6. ... £d4?, las blancas respon-
e5 2.¤f3 ¤c6 3.¥b5 a6 4.¥a4 ¤f6 5.O-O den sencillamente 7.¤f3, y si 7. ... £xe4??
¥e7. 8.¦e1 gana la dama.
A primera vista parece no haber ningún O si 6...¤xe4?? 7.¦e1 y las blancas
error en el juego de las negras. Aparente- ganan material: una retirada del caballo
mente, no hay daño en este ligero cambio amenazado permite un decisivo jaque a la
en el orden de sus jugadas (3 ... ¤f6 en lu- descubierta en la columna del rey. Tampo-
gar de 3 ... a6, y luego 4 ... a6 en lugar de ... co servirá de nada proteger al caballo (7. ...
¤f6). Pero —como veremos pronto— hay ¥f5 8.d3, etc.).
una razón muy definida para la secuencia de La moraleja de este ejemplo es eviden-
las jugadas que indican los libros. te. Jugar la apertura con un plan general
4. ... a6? es muy conveniente, pero el lector no debe
Las negras están tan impacientes por precipitarse en los movimientos individua-
alejar al alfil, que descuidan la posible pér- les que forman el curso del juego que se ha
dida de su peón e. planeado. Hay que pensar cada jugada; es-
Lo que no toman en consideración es tudiar las posibilidades que crea al adversa-
que, en vista de haber cambiado el orden de rio; convencerse de que no lo pone a uno en
sus jugadas tercera y cuarta, la torre del rey riesgo de perder material.
de las blancas está lista para entrar en acción Lo que hemos visto en este capítulo, en-
en el centro. Resultado: las blancas ganan un tonces, es que jugar la apertura a ciegas sólo
peón, el peón del rey que las negras han des- sirve para provocar futuros sinsabores. Las
cuidado. jugadas irreflexivas de los peones estorban
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el desarrollo, exponen al rey a ser atacado
o permiten que el contrincante obtenga una
magnífica ventaja en el desarrollo.
Por lo tanto, no debe jugarse la apertura
a ciegas. Hay que sacar las piezas rápida y
eficazmente. Es necesario enrocarse lo más
pronto posible. Hay que precaverse de los
movimientos excesivos de los peones.
Y el lector debe recordar también que
jugar la apertura de memoria tiene las mis-
mas tristes consecuencias. Hay que asegu-
rarse de que las reglas generales son válidas
en posiciones específicas. En otras palabras:
No se hagan jugadas de la apertura sin saber
cuál es su propósito. No debe uno conten-
tarse con aceptar los méritos que otros atri-
buyen a una jugada. No debe hacerse una
jugada sin tener una razón para ello.
Y, sobre todo, recuerde el lector que los
buenos planes y la falta de oportunidad en su
realización son tan nocivos como no tener
ningún plan.

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