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Jaffa Ajelet Sahar Cabrera Ruiz

El romanticismo en la obra Hermán o la vuelta del cruzado


Fernando Calderón y Beltrán (20 de julio de 1809- 18 enero de 1845) fue un ferviente lector
desde su infancia. Era tanto su interés y predilección a la lectura que desde su adolescencia
escribía versos y, tiempo después, asistía a las reuniones de la sociedad político literaria “La
Estrella Polar”1. Entre sus lecturas formativas se encuentra la obra de poetas neoclásicos que
van desde Alberto Lista hasta Manuel José Quintanilla, aunque su primera juventud
transcurre en el periodo prerromántico, fueron los poetas románticos quienes lo siguieron
hasta su interrumpida madurez.
La influencia de aquellos escritores, que impactaron su mente juvenil, se puede rastrear en la
lírica y dramas de Calderón; un ejemplo de ello es Juan Méldez Valdés de quien adopta los
temas de sus obras (la partida, las estaciones del año, por mencionar algunos de sus
argumentos) y esa extrema suavidad manifestada con diminutivos castellanos. Ambos poetas
repiten argumentos tales como el amor, la elevación de la amistad y el vino, temas propios
de la poesía anacreóntica.2
Es más que evidente lo mucho que influyeron los anteriores poetas en la lírica y
dramaturgia de Calderón y sé que es indudable que su obra es un reflejo de ello, sin
embargo, esta inspiración ajena no significa que su trabajo no haya sigo original o que no
aportara algo nuevo a las letras mexicanas. Si bien en sus dramas muestra una
predilección por temas históricos y legendarios, desarrollados en otros países, con modas
medievales y románticas no denota una falta de interés por la situación política del país
que se encontraba dominado por la voluntad de Santa Anna, presidente de México en esos
momentos, dicha circunstancia orillo al dramaturgo a buscar momentos en la historia que
correspondieran con la situación política que vivía el país en esa época. En las obras de
Calderón se puede señalar el adelanto entre la tragedia y la comedia a través del drama,
este progreso tuvo una evolución en la lírica del dramaturgo, ya que es en sus últimas

1
Álvarez, María Edmée (1979), recuperado del prólogo: A ninguna de las tres: El toreo; Ana Bolena;
Hermán o La vuelta del cruzado/ Fernando Calderón, México, Porrúa, p.10
2
Montederde, Francisco (1959), recuperado del prólogo: Dramas y poesías/ Fernando Calderón, México,
Porrúa, p. 8
obras es donde se puede observar una armonía al delineamiento de sus personajes, firmeza
en el manejo del diálogo y la modulación en los efectos teatrales.3
Los primeros dramas de Fernando Calderón debutaron por primera vez entre 1825 y 1827
en Guadalajara, Zacatecas y otras ciudades del interior de dichas ciudades, de estas
primeras obras sólo se conocen los nombres4, recopilados gracias a Manuel Payno en
1842 y algún otro biógrafo, las obras son: Reinaldo y Elina, Zadig, Zeila o la esclava
indiana, Armadina, Ramiro, conde de Lucena, Ifgenia y Hersilia y Virginia. Las únicas
obras de las que se tiene conocimiento, y que generalmente se pueden encontrar en las
compilaciones del trabajo lirico y dramático de Calderón, son: El torero, Ana Bolena,
Hermán o la vuelta del cruzado y A ninguna de las tres; estas obras fueron representadas,
aparte de Guadalajara y Zacatecas, en la capital mexicana a partir de 1840, incluso El
torero fue la pieza inaugural del Teatro de Nuevo México en 1841. Estos dramas fueron
publicados dos veces por esa época, encabezadas por el prólogo del escritor clásico José
Joaquín Pesado. Calderón también escribió otras dos obras, Andarse a las escondidas y
Muerte de Virginia por la libertad de Roma, incluidas en sus Obras completas, según
Antonio Magaña-Esquivel no se sabe si fueron o no representadas. 5
Hermán o la vuelta del cruzado, obra central en este ensayo, se representó en el teatro
Principal el 12 de mayo de 1842, tuvo críticas negativas en un periódico6, ya que
catalogaron como inmoral que el protagonista amara a la mujer de su padre ilegitimo, sin
embargo, Guillermo Prieto abogo por Calderón escribiendo una crítica favorable a dicha
obra en el periódico Siglo XIX, 7argumentando que el dramaturgo supo aprovechar los
recursos teatrales ensayados en sus dos dramas anteriores, Ana Bolena y El torneo.
Francisco Monterde valora esta obra como la más sobresaliente de entre todos los dramas
caballerescos de Calderón y reitera que:
“[la obra] se salió del marco habitual de nuestro teatro, no sólo porque sus lecturas
y preferencias le llevaron a otros países y otros tiempos, […] prefirió refugiarse con

3
Montederde, Francisco (1959), recuperado del prólogo: Dramas y poesías/ Fernando Calderón, México,
Porrúa, p. 13
4
ignoro si el crítico Francisco Monterde se refieren a la desaparición escrita de dichos dramas o sólo a la falta
de conocimiento de la forma de representar las obras correspondientes
5
Magaña, Antonio (1980), recuperado del prólogo: Teatro mexicano del siglo XIX, México, Fondo de Cultura
Económica, pp. 16-18
6
El prólogo consultado no especifica que periódico.
7
Álvarez, María Edmée (1979), recuperado del prólogo: A ninguna de las tres: El toreo; Ana Bolena;
Hermán o La vuelta del cruzado/ Fernando Calderón, México, Porrúa, pp. 16-18
sus dramas en el pasado, para manifestar, sin trabas algunas sentimientos elevados
que no cabían en un presente mezquino”.
Las peculiaridades que menciona Monterde en la cita anterior son claramente la preferencia
de Calderón por situar sus dramas en países extranjeros y la época que decide desarrollar la
trama, Hermán se ubica en Alemania del siglo XII; pero queda otra particularidad más por
señalar: la duración de la obra, más adelante mencionare este tema.
El objetivo principal de este ensayo es recabar los rasgos de la obra Hermán que
correspondan con el romanticismo, en este punto debo aclarar que con resaltar las
manifestaciones que pertenecen a dicha época me refiero al movimiento que se dio en Europa
en el siglo XIX, porque considero que dicho drama no pertenece del todo al romanticismo
mexicano, ya que los escritores de ese período tenían un proyecto muy claro en su mente,
hacer que la literatura cree un sentimiento de unidad patriótica, una identidad nacional; con
lo cual se puede destacar que Calderón no pretendió de ninguna forma contribuir con ese
proyecto al publicar su drama en 1842. En realidad, la obra tiene cierto tono prerromántico,
es decir, un antecedente al romanticismo de Altamirano, este matiz sería retomado por otros
escritores posteriormente. Sin embargo, se estaría minimizando a la obra si sólo se le
catalogara en un período en específico y se le atribuyera dichas características de la época y
ya que ningún periodo o movimiento puede surgir por si misma de la nada se puede encontrar
puntos de transición, y este drama es un ejemplo de ello.
Al comienzo de esta experiencia educativa no me imagine que fuera necesario cuestionar
mis saberes generales y lo menciono porque yo pensaba que sabía perfectamente qué era el
romanticismo, pero me equivoque al delimitar su definición y características, culpo al
sistema educativo básico por este abominable error en el que me encontraba.
Ahora sé que el romanticismo no es un movimiento que empezó a finales del siglo XVIII y
finaliza a mediados del siglo XIX, sino es algo que va más allá de fechas y épocas; tampoco
es una forma de pensar que surgió por generación espontánea y de manera repentina se
cambiara la forma de razonar, más bien todos los movimientos, no sólo el romanticismo,
tienen ciertos procesos o etapas por las que transitan hasta llegar a un punto de asentamientos
y también dichas fases se dan como contestación de diversos factores en cada nación.
Si bien, anteriormente describí al romanticismo como un movimiento libre y con cierto grado
de anacronismo, es más fácil poder hablar de él cuando se encuentra delimitado, tal vez no
por fechas, pero sí por rasgos particulares. Podemos encontrar el teatro características
propias del romanticismo, ya que en éste persistió el género dramático y tuvo ciertas
propiedades como: la eliminación de las tres unidades clásicas, el uso del verso, la inclusión
de grandes efectos escenográficos y el constante interés por temas históricos; se pueden
apreciar dichas características en la obra de Calderón. En este ensayo, abordare los puntos
de la estética del romanticismo como: el atractivo de los personajes, correspondencia con la
naturaleza y la libertad.89
Estética de los personajes

Los personajes principales son: el duque Othón, Sofia y Hermán; cada uno de ellos tiene
ciertos rasgos particulares que determinan la recepción de sendos personajes, las cuales
señalaré a continuación.
El duque Othón: la figura que representa el personaje del duque es la del “tirano”, por darle
un adjetivo que de alguna manera lo califique, es este individuo que por su repugnante
conducta se gana el papel antagonista de la obra. El duque Othón es el juez y verdugo de
Sofía y Hermán, su presencia los hace desdichados desde el inicio de la obra, él impone su
capricho desde el principio al casarse con la amada del cruzado a sabiendas de que no era
del agrado de la dama y aprovechándose de la última voluntad del padre moribundo de ésta,
la quiso ataviar de joyas y lujos para comprar su amor, pero, a pesar de todos sus esfuerzos,
no pudo borrar el recuerdo de Hermán de la memoria de Sofía. Cuando descubre lo que tenía
planeado hacer el valiente cruzado, trata de vengarse de la manera más cruel posible de los
dos amantes, haciendo que la muerte los separe de una vez por todas. Al juzgar a su esposa
de adultera quiere hacerle pagar el más alto precio por su atrevimiento, ver a su amado sufrir
delante de sus ojos; en el momento que es capturada Sofía, él osa al burlase de su dolor y se
atreve a hablar con ironía sobre la situación de ésta.
Hermán: este personaje es el modelo de todo héroe. Es valiente, apasionado, cree en el honor
y está dispuesto a hacer cualquier cosa por sus principios. Al inicio de la obra se muestra
como una figura que busca venganza, reclama una explicación por parte de Sofía y al darse
cuenta que su amada no traicionó su promesa de amor decide perdonarla y le ofrece huir con
él. En el momento que son atrapados decide morir a lado de su amada, defendiendo ante

8
Bousoño, Carlos (1981),” El sistema romántico”, Épocas literarias y evolución, Madrid, Gredos.
9
Romero, Ana (s.n.), “El romanticismo”, Materiales de lengua y literatura, recuperado en:
http://www.materialesdelengua.org/LITERATURA/HISTORIA_LITERATURA/LARRA/f_larra_romanticis
mo_caracteristicas.pdf, consultado por última vez: 31 de mayo de 2017.
todo su honor, prefiere morir por amor que huir y vivir como un cobarde. Hermán, al
descubrir que el rufián que le había arrebatado a su amada era su padre ilegitimo decide
retirarse por el bien de Sofía y de su honor.
Sofía: este personaje es el único del que se tiene una descripción física. Su apariencia es el
patrón del canon de belleza del romanticismo, piel pálida, cabellera rubia, frágil, talle esbelto
y elegante, la viva imagen de la virtud y víctima de múltiples males; es decir, es toda una
damisela en apuros, pero no la clase de dama que necesita que alguien la rescate sino lo que
implora por tener otra vez una conciencia limpia y poder tener nuevamente la posibilidad de
ser feliz. Durante el drama ella menciona las trágicas desdichas que tuvo que pasar, primero
Hermán se va a la guerra, la muerte de su padre, la obligación de casarse con el duque para
complacer la última voluntad de su progenitor, su lúgubre existencia en la corte y por último,
el dilema entre seguir viviendo esa vida miserable o escapar hacia una vida llena de dichas
en donde será amada otra vez pero quedara marcada por el adulterio, lo que denota la
constante búsqueda de tener una conciencia tranquila y pura; esto va en sintonía con la
aspiración femenina de la época.
Estos tres personajes tienen roles totalmente delimitados en cuando a la función que
desempeñan en la trama de la obra. Es evidente que Calderón tenía en cuenta la estética del
romanticismo al construir dichas figuras ya que son piezas claves para reconstrucción la
época en la que está ambientada el drama.
La correspondencia con la naturaleza
Otro de los elementos del romanticismo que se puede rescatar de la obra es la
correspondencia entre los sentimientos de los personajes con su entorno. Desde el principio
se denota dicha reciprocidad, como es el ejemplo de la tempestad que está a punto empezar
en la escena uno del primer acto. Calderón recrea una atmosfera oscura y húmeda con un
cielo de un tono grisáceo oscuro, aunado con fuertes vientos que anuncia la fuerza de la
tormenta que está por iniciar, elemento que desde un principio nos anuncia que la trama de
la obra será turbia. Esta atmosfera va de la mano con el estado en el que se encuentra la
conciencia de Sofía, desde esa escena se aprecia como ella relaciona su sentimiento de
culpabilidad por traicionar a Hermán con el ambiente que le rodea, ella cataloga estos
elementos climatológicos con cosas negativas como: valles de amargura, truenos que
retumban como una voz que calla un gran dolor, la mañana como portadora de consuelo, etc.
Todas estas piezas son usadas por el autor para exteriorizar el yo interno de Sofia, para que
sintamos y empaticemos con su pesar y el dolor que éste le causa. Para ejemplificar lo dicho
anteriormente, proporcionaré la siguiente cita:
SOFIA: “¡Ay de aquel que vaga huyendo
de los terribles fantasmas
del remordimiento, y busca
la quietud, sin encontrarla!” (p. 229)
Existen más de un elemento en este drama que se usan como un elemento para cualificar los
sentimientos de algún personaje. Está el ejemplo en la escena uno del primer acto donde
Sofía califica a las nubes como anunciadoras de desgracias, aludiendo por una parte al
tumultuoso desarrollo de la trama que está a punto de iniciar y por otra parte como un
recordatorio de su trágico destino al lado del duque Othón.
En la obra es recurrente la adjetivación de los sentimientos que Hermán y Sofía sienten en
correspondencia con el fuego, la forma que su pasión desbordada se asemeja con lo ardiente
y destructivo de este elemento, esto es un modelo más del uso de la naturaleza y la
exteriorización del individuo, esta correlación se ve ejemplificado al denominar al llanto
como algo que puede quemar a quienes rodean a los amantes; incluso el duque hace alusión
a su ardiente amor cuando al juntarlos antes de proceder con el correspondiente castigo les
dice: “ ¡Tan frio ahora y tan ardientes antes!... ¿Se ha apagado tan pronto el dulce fuego de
aquel amor ardiente, inextinguible?” (p. 280), es claro que su intención era la de ser
sarcástico y un poco cruel dado la situación en la que se encontraban la desafortunada pareja,
pero no deja pasar la oportunidad de señalar la pasión desmedida de la pareja de amantes.
Por otra parte, el cielo, como un elemento más de la naturaleza, también está presente en el
drama. Éste funge como testigo y representa lo supremo. Un ejemplo de esto se encuentra
en la escena dos del acto dos, Sofía exclama: “¿qué hice yo, desventurada, para que
implacable el cielo me abrume así con su saña?” (p. 251) y visiblemente se puede apreciar
que ella antropomorfiza a este elemento dándole cualidades de un ser pensante que tiene la
libertad de ejercer su voluntad sobre los humanos y que claramente ha sido testigo de todos
los pesares que aquejan a los personajes, como si estuviera atento a todo lo que le acontece
a los seres humanos.
La libertad
Los románticos buscaban la libertad, no sólo en lo político y moral sino también en la manera
de expresarse. La forma en la que Calderón, y el resto de dramaturgos del romanticismo,
decidió manifestar ese ardor de libertad es a través de la ruptura de la duración clásica en el
teatro, es decir, romper con la unidad de tiempo predeterminada en esa época, 24 horas
aproximadamente; se puede encontrar varios indicios que indican claramente la intención
del dramaturgo por fracturar está tradición anticuada, indicios que me gustaría rescatar y
resaltar.
En el primer acto en la escena primera, la sirvienta de Sofía, Ana, le menciona a su señora
que “ya es tarde” (p. 223); en el mismo acto pero en la escena dos, el cruzado cita a Sofía
para encontrarse “mañana al anochecer”, eso ya resalta que transcurrirán más de 12 horas
hasta que se vuelvan a ver; en el segundo acto, escena cuatro, ya es la noche del día siguiente
y antes de que Hermán y Sofía se encuentren, Gustavo, el hermano del héroe de la obra,
menciona que se acerca la aurora, ya es la madrugada del día siguiente y por último en el
acto tres, escena cuatro, el duque Othón dice:
“… un cuarto de hora sólo les concedo;
cuando suene las once en el castillo,
cumpla el verdugo su deber”. (p. 283)

haciendo referencia a la hora que serán condenados Sofía, Hermán y Gustavo y, en efecto,
suenan las once en el acto tres, escena siete. Al sumar todos estos puntos que remarcan el
tiempo de duración de la obra se puede ver que la obra transcurre en un lapso de 30 horas o
más.
Aunque este deseo constante por libertad no se ve plasmado con el criterio del dramaturgo
al elegir como resolver la problemática del drama; en lo personal, mientras leí la obra por
primera vez encontré totalmente inverosímil el desenlace, pero para poder entender la
decisión del autor al solucionar todo el embrollo que había desarrollado en los otros dos
actos anteriores se tiene que tener en cuenta la época en la que se encontraba escribiendo
Calderón, momento en el que el país tenía más oposición al aceptar la imagen de una mujer
adúltera, este acto se considera totalmente inapropiado y, para no afectar la recepción de la
obra, el dramaturgo opto por concluir de una forma más convencional, aunque improbable.
Fuentes bibliográficas

 Montederde, Francisco (1959), recuperado del prólogo: Dramas y poesías/


Fernando Calderón, México, Porrúa.
 Álvarez, María Edmée (1979), recuperado del prólogo: A ninguna de las tres: El
toreo; Ana Bolena; Hermán o La vuelta del cruzado/ Fernando Calderón, México,
Porrúa.
 Magaña, Antonio (1980), recuperado del prólogo: Teatro mexicano del siglo XIX,
México, Fondo de Cultura Económica.
 Bousoño, Carlos (1981),” El sistema romántico”, Épocas literarias y evolución,
Madrid, Gredos.
 Romero, Ana (s.n.), “El romanticismo”, Materiales de lengua y literatura,
recuperado en:
http://www.materialesdelengua.org/LITERATURA/HISTORIA_LITERATURA/L
ARRA/f_larra_romanticismo_caracteristicas.pdf, consultado por última vez: 31 de
mayo de 2017.

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