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El regreso del naturalismo metodológico: pasado y presente de una polémica aún

vigente.

María del Carmen Perot


UBA /Conicet
mariaperot@filo.uba.ar

Introducción
De alguna u otra manera, los debates metodológicos han existido siempre.
Reflexiones acerca del proceder de la investigación científica han sido recurrentes en
las obras de grandes científicos y filósofos, desde Aristóteles, pasando por F. Bacon y
Galileo. Sin embargo, con el surgimiento de las ciencias sociales, el debate acerca del
método científico se vio transformado. Procedimientos, técnicas y razonamientos que
hasta ese entonces eran considerados válidos por la ciencia moderna, comenzaron a
ser objeto de arduas polémicas, si su ámbito de aplicación se ampliaba hasta incluir
disciplinas sociales.
Así fue como se instauró el debate monismo 1 / dualismo2 metodológico en la filosofía
de las ciencias. Mientras los monistas metodológicos sostenían que era legítimo, e
incluso saludable, que las disciplinas sociales adoptaran la forma de hacer ciencia de
las disciplinas naturales, los dualistas argumentaban que esta metodología no permitía
elucidar las particularidades que caracterizaban lo social. De esta manera, propusieron
procedimientos novedosos, a su juicio más apropiados para la investigación social. La
“espiritualidad” humana prescribía la utilización de metodologías acordes a su
naturaleza, tales como la autognosis o la hermenéutica, que concebían la investigación
social como una tarea eminentemente interpretativa, en la que se intentaba elucidar el
comportamiento humano recreando mentalmente las situaciones en las que se
encontraban los agentes sociales.
Luego de más de un siglo de debate, parece ser oportuno dar un diagnóstico actual de
1
En la literatura se utiliza también “explicacionismo” o “naturalismo” para hacer
referencia a lo que aquí denomino “monismo metodológico”. Utilizaré como
sinónimos estos términos.
2
Esta posición también ha recibido diversos nombres, tales como “comprensivismo”,
“interpretativismo”. Utilizaré estos términos de manera intercambiable.
la situación. Si bien en este trabajo no pretendo -claro está- resolver semejante
discusión, me gustaría defender el monismo metodológico argumentando que ha dado
lugar a valiosos avances en el ámbito de la psicología. Dedico la primera parte del
artículo a delinear los enfoques en disputa, luego reconstruyo y evalúo algunos de los
argumentos clásicos esbozados contra el monismo metodológico, por último reviso
brevemente algunos de los avances a los que ha dado lugar el naturalismo
metodológico en psicología.

Monismo y dualismo metodológico


Bajo los rótulos de “monismo metodológico” y “dualismo metodológico” se esconden
una gran diversidad de propuestas en filosofía de las ciencias, que van desde el
positivismo de Comte, pasando por Mill y llegando hasta Nagel y Hempel, como
representantes del primer enfoque mencionado; y la hermanéutica de Dilthey, el
historicismo de Collingwood y el enfoque de Rickert, como ejemplos del segundo.
Sin embargo, a pesar de esta diversidad de posiciones, es posible hallar ciertos rasgos
generales compartidos, que permitirían agruparlas bajo una misma clase.
Generalmente se considera monista metodológica a toda concepción que considera
que la ciencia social hace uso de los mismos métodos que las ciencias naturales, esto
es, a toda concepción que afirma que no existen diferencias sustanciales entre la
investigación social y natural. Si bien cada disciplina hace uso de herramientas que se
ajustan a su objeto de estudio, todas estas herramientas tienen el mismo propósito, el
control empírico de las hipótesis formuladas en el área en cuestión. De esta manera, la
tradición hipotético deductivista (Hempel 1965), considera que tanto la investigación
en ciencias naturales como en las ciencias sociales consiste en el control empírico de
hipótesis, esto es, de ciertas correlaciones entre variables, que constituyen respuestas
tentativas a problemas en el marco de una disciplina dada, hipótesis que pueden ser
usadas luego como leyes en la elaboración de explicaciones científicas3. De modo que
si se quieren investigar científicamente los factores que dieron origen a la Revolución
Francesa, el primer paso será elaborar una hipótesis que correlacione un conjunto de
variables con el fenómeno en cuestión. Así, por ejemplo, podrá decirse que ciertas
circunstancias a) económicas (endeudamiento por parte del estado, pobreza en la
población rural debido a malas cosechas, extrema desigualdad social), b) políticas
3
Para mayor detalle respecto de las nociones de ‘método hipotético deductivo’ y
‘explicación científica’ véanse los capítulos 3 y 6 de este libro, respectivamente.
(emergencia de una nueva clase política, la burguesía, que acumulaba poder y
riquezas), c) culturales (divulgación de ideas liberales, tales como el de libertad e
igualdad presentes en los escritos de Rousseau, o la división de poderes de
Montesquieu) provocaron la Revolución Francesa. Nótese que este enunciado es
susceptible de control empírico, utilizando diversos tipos de documentos históricos,
como cartas, informes económicos, obras literarias y filosóficas, etc. que
frecuentemente son mencionadas por los historiadores y que pueden ser evaluados y
analizados por sus pares. A su vez, esta correlación puede desprenderse de una serie
de leyes universales que estipulen el tipo de condiciones generales que usualmente se
corroboran en las distintas revueltas populares que tienen o han tenido lugar en el
transcurso de la Historia.
A diferencia de los monistas, los dualistas metodológicos sostienen que las disciplinas
sociales hacen uso de otra metodología, radicalmente diferente a la utilizada por la
ciencia natural. Generalmente esta metodología involucra procedimientos que
permiten interpretar la conducta de los agentes, para lograr una comprensión de su
significado social. De esta manera, para comprender que cierta secuencia de acciones
–e.g. llevadas a cabo por un conjunto de hombres que toman posesión de cierto
edificio- constituye un hecho revolucionario, es necesario interpretar la conducta de
los agentes involucrados, haciendo alusión a sus emociones, deseos y creencias;
comprender el significado social de una revolución supone insertarlo adecuadamente
en un entramado de relaciones sociales con cierto significado, e. g., la toma de la
bastilla por parte de las clases medias y bajas de París, constituyó un hecho
revolucionario en tanto ese edificio simbolizaba el poder del absolutismo monárquico
y al mismo tiempo era el punto estratégico del plan de represión de Luis XVI, ya que
sus cañones apuntaban a los barrios obreros.
Algunos autores, como por ejemplo Dilthey, fundamentaban esta metodología
dualista en una metafísica también dualista: las ciencias humanas hacen uso de
metodologías diferentes porque su objeto de estudio es radicalmente distinto al objeto
de estudio de las ciencias naturales (Hughes y Sharrock 1987, p. 228). Mientras los
seres humanos son seres libres, capaces de tomar decisiones sobre la base de sus
deseos, sentimientos y creencias, para tomar un curso de acción entre muchos
posibles; los objetos naturales se rigen por la mera causalidad mecánica, respetan
leyes causales estrictas, realizando movimientos repetitivos, predecibles. En este
sentido, describir la conducta humana exclusivamente en términos mecánicos, tal
como lo haría un científico natural, dejaría fuera aspectos esenciales del
comportamiento humano, tales como los deseos, sentimientos y creencias que
conducen a los agentes a realizar las acciones que realizan. Las descripciones
mecanicistas ignoran el ámbito de significación que acarrea consigo la conducta de un
agente inserto en el ámbito social, sólo por medio de algún tipo de comprensión
empática, que permita al investigador, ponerse en el lugar de los agentes es posible
interpretar cierta conducta como e. g. un asesinato y no como una ejecución por pena
de muerte. Bajo una descripción mecanicista tanto el asesinato, como la ejecución,
involucran la matanza de una persona, sólo por medio de algún procedimiento de
interpretación, que tenga en cuenta la significación del comportamiento humano, que
tenga en cuenta las creencias (en la venganza por mano propia para el caso del
asesinato o en el deber de hacer cumplir las leyes del estado en el caso de la ejecución
por pena de muerte), los deseos (revancha, cumplimiento del deber) y sentimientos
(odio, obediencia) de los agentes, es posible diferenciar los distintos tipos de
comportamiento social.
Otros autores rechazaron el dualismo entre el mundo natural y el espiritual defendido
por Dilthey para fundamentar su metodología. H. Rickert sostuvo que las diferencias
entre la investigación social y natural no se fundamentan tanto en la ontología sino
más bien en la psicología del sujeto que conoce (Hughes y Sharrock 1987 pp. 230-
231). Todo conocimiento es necesariamente selectivo, los intereses del investigador lo
guían en la elaboración de descripciones que constituyen abstracciones,
simplificaciones de su objeto de estudio. De esta manera, son los intereses del
investigador los que guiarán la investigación y el enfoque que ésta adopte. Si lo que
interesa al investigador es encontrar regularidades, hallar las semejanzas compartidas
entre distintos tipos de entidades individuales, entonces el investigador hará uso del
método que Rickert denomina nomotético, si por el contrario, el interés del
investigador radica en realizar una descripción detallada de un objeto individual, si lo
que desea es entenderlo en términos de sus peculiaridades individuales, hará uso del
método ideográfico. De ésta manera, si lo que interesa es estudiar las condiciones en
las que se desencadenan revoluciones sociales, el investigador hará uso del método
nomotético, intentará encontrar regularidades, características comunes a varias las
revoluciones sociales, para ello podrá consultar indicadores, de e. g. la Revolución
Rusa, la Revolución Francesa, la Revolución Cubana, etc. Si por el contrario, al
investigador le interesa abocarse a la descripción de una revolución en particular,
atendiendo a sus peculiaridades individuales, hará uso del método ideográfico,
identificará factores propios de esa sociedad, se interiorizará en las formas de pensar
de sus protagonistas, en las ideas culturales divulgadas en ese período de tiempo, etc.
En lo que sigue me encargaré de delinear los argumentos, a mi juicio más
interesantes, que se han ofrecido desde distintas posiciones dualistas contra la
aplicación de una metodología naturalista en investigación social.

2. Argumentos contra el dualismo metodológico y sus posibles respuestas


2.1 La imposibilidad de experimentación
Uno de los principales argumentos esgrimidos contra el monismo metodológico
consiste en afirmar que las ciencias sociales no pueden utilizar los métodos de las
ciencias naturales porque estos últimos son fundamentalmente experimentales, y en
ciencia social no es posible diseñar experiencias artificiales para controlar
empíricamente las hipótesis postuladas por los investigadores. Acorde con este
argumento, para arribar a generalizaciones legaliformes (del tipo, los metales se
calientan al ser dilatados), las ciencias naturales hacen uso de “experimentos
controlados”, esto es, de situaciones en las que el investigador puede manipular, hasta
cierto punto, algún factor o variable (e. g. someter a altas temperaturas un trozo de
cobre), para ver su repercusión en el fenómeno estudiado (e. g. la dilatación del trozo
de cobre), registrando las relaciones de interdependencia en el transcurso de su
desarrollo (e.g., el calor causa la dilatación del cobre). De esta manera, el experimento
controlado no sólo supone la intervención del investigador para controlar cierta
variable, que pueda ser identificada con seguridad y distinguida de otras variables,
sino también la reproducción de los efectos generados por tales cambios.
Está claro que en muchos ámbitos de la investigación social la experimentación es
impracticable, tanto por cuestiones morales, como por cuestiones prácticas. Los
investigadores sociales, por suerte para el resto de la humanidad, no poseen el poder
de generar cambios drásticos en las sociedades para evaluar cómo impactan en otros
factores de la vida social. Tampoco pueden retroceder o adelantarse en el tiempo, ni
esperar siglos, para analizar ciertas correlaciones entre eventos.
Dadas estas dificultades, cabe preguntarse si la experimentación controlada es una
condición indispensable para obtener conocimiento empírico bien fundado y, más
específicamente, para obtener enunciados universales que sirvan de leyes. Aquí basta
mencionar unos simples ejemplos para mostrar porqué la respuesta a esta pregunta es
negativa. Si bien son innegables las ventajas que supone la experimentación en la
adquisición de conocimiento científico, existen numerosas ciencias naturales que se
construyeron con muy poca colaboración de la experimentación, tales como la
Geología, la Meteorología, etc. Entre ellas se destacan la ciencias como la Astronomía
o la Astrofísica, que han dado lugar a sistemas teóricos sumamente precisos y
exitosos, haciendo uso de otra herramienta que les permitió controlar empíricamente
sus postulados. Este procedimiento, que en las ciencias no experimentales ocupa el
lugar de los experimentos, es la “investigación controlada” (Nagel 1961, p. 588). Si
bien este método no supone la manipulación de variables por parte del investigador,
se asemeja a los diseños experimentales en muchos otros aspectos: la observación
controlada consiste en la búsqueda deliberada de situaciones diferentes en las cuales
el fenómeno bajo estudio se manifieste uniformemente, o se manifieste en algunas
oportunidades y en otras no. El hallazgo de estas situaciones permite al investigador
identificar variables que puedan estar conectadas con el desarrollo del fenómeno
investigado, al igual que lo hubiera hecho si hubiera podido manipular
voluntariamente las variables en cuestión. En este sentido puede afirmarse que la
experimentación es una forma extrema de investigación controlada, dado que desde
un punto de vista metodológico, da exactamente lo mismo si las variaciones
observadas en los factores determinantes se han producido naturalmente, y el
investigador sólo se encarga de detectarlas, o si son causadas voluntariamente por el
investigador (siempre y cuando, claro está, las observaciones se lleven a cabo
cuidadosamente y las variaciones entre las variables determinantes y el fenómeno
bajo estudio sean semejantes en todos los aspectos relevantes) (Nagel 1961, p 589).
Esta forma de investigación controlada recibe el nombre de “experimento natural” o
“ex post Facttum”. Al igual que en astronomía, los neuropsicólogos deben esperar que
ocurran ciertos fenómenos naturalmente, ellos no pueden lesionarle el cerebro a una
persona para ver cómo repercute esa lesión en su comportamiento. Para poder
encontrar correlaciones entre áreas cerebrales y los aspectos de la cognición que éstas
se encargan de procesar, los neuropsicólgos se han encargado de recolectar
información a lo largo de mucho tiempo, estudiando pacientes con distintos tipos de
daño cerebral y distintos déficits cognitivos.
De modo que, aún cuando no fuese posible realizar experimentos, el descubrimiento
de leyes universales en las ciencias sociales podría encontrarse guiado por la
investigación controlada. Sin embargo, hay varios ámbitos en los que también es
posible controlar hipótesis sociales por medio de manipulaciones de variables en
entornos pequeños o bien en circunstancias artificiales. En lingüística por ejemplo,
entre otras cosas, se investigan los mecanismos que nos permiten leer palabras en un
texto. Hay quienes sostienen que para llevar a cabo la lectura de palabras, se realiza
una conversión entre la forma gráfica de una letra y su correspondiente sonido. Hay
otros que sostienen que además de este mecanismo, se utiliza otro que en vez de
segmentar la palabra, la trata como una unidad y la aparea con las palabras
almacenadas en la memoria. Si ésta última hipótesis fuese correcta, debería
observarse un efecto de frecuencia en la lectura de palabras. Esto es, se deberían leer
más rápidamente y de mejor manera las palabras leídas con mayor frecuencia. Para
testear esta hipótesis es posible utilizar experiencias de laboratorio, esto es, es posible
reunir sujetos en un ambiente artificial, y solicitarles que lean una lista de palabras
entre las cuales se encontrarán algunas frecuentes y otras no, y observar el desempeño
de los sujetos en las tareas. Así como en lingüística, en diversas áreas de la psicología,
de la antropología y de muchas otras disciplinas sociales, es posible controlar el
conocimiento la manera experimental.
Otra manera experimental de controlar el conocimiento consiste en las “experiencias
de campo”. En ellas el investigador manipula las variables que desea estudiar, pero lo
hace no en un entorno social artificial, sino en una pequeña comunidad natural
limitada, en la que se puede evaluar de manera reiterada el impacto que tiene la
presencia o ausencia de una variable en el fenómeno bajo estudio. Así, si en vez de
citar a un conjunto de sujetos para que lea una lista de palabras en una situación de
laboratorio, se le pidiera a la maestra de un curso que llevara a cabo esa tarea, y
verificara si se da el efecto de frecuencia (mejor lectura para palabras frecuentes que
para palabras con baja frecuencia en el estímulo) se estaría evaluando la hipótesis
mencionada del mecanismo “holista” de lectura haciendo uso de un experimento de
campo.
Resumiendo, a diferencia de lo que generalmente se supone, existiría un amplio
espectro de formas de investigación controlada que pueden ser utilizados por los
científicos sociales: los experimentos naturales, los experimentos de laboratorio y los
de campo. Los experimentos naturales no suponen la intervención del investigador, en
estos experimentos no se pueden introducir variables, sino que el investigador
simplemente espera que suceda la correlación entre variables de forma espontánea en
la naturaleza. A diferencia de los experimentos naturales, en las experiencias de
campo y laboratorio el investigador introduce voluntariamente las variables cuyo
efecto desea investigar. Sin embargo, ambas se diferenciarían en que los experimentos
de laboratorio, se realizan en contextos artificiales, diseñados por el investigador; en
cambio, las experiencias de campo, se realizan en un entorno social natural ya
constituido.

2.2 El relativismo y sus distintas variantes


Otra crítica usualmente esgrimida contra la posibilidad de aplicar la misma
metodología de las ciencias naturales a la investigación social consiste en afirmar que
la diversidad entre culturas es tan grande, que es imposible extraer generalizaciones, o
leyes, que sean válidas para cada una de ellas. Esto es, dado que el comportamiento
de los distintos sujetos sociales se encuentra condicionado o influenciado por las
culturas en las que viven y que, a su vez, estas culturas son tan distintas entre sí, es
prácticamente imposible encontrar categorías o conceptos que permitan caracterizar
de manera satisfactoria las distintas conductas encontradas para que formen parte de
leyes universales que se apliquen transculturalmente. Tesis análogas se han afirmado
respecto de los distintos momentos históricos y los distintos lenguajes. En éste último
caso, los defensores del relativismo lingüístico, han sostenido que el lenguaje que
habla una persona determina su manera de percibir el mundo. Esto sumado a las
diferencias radicales que se observan entre las distintas lenguas naturales, ha llevado a
sostener que no es posible realizar traducciones entre los distintos lenguajes, ya que al
recortar de manera diferente el mundo, los términos de los distintos lenguajes son
incomparables entre sí.
El argumento relativista descansa en la creencia de que dados dos sistemas con
características radicalmente diferentes, esas diferencias excluyen la posibilidad de que
haya un esquema común de relaciones lo suficientemente abstracto capaz de explicar
los diferentes tipos de manifestaciones de ambos. Esta creencia no parece ser
acertada. Siguiendo a Hidalgo y Klimovsky (1998) el argumento relativista diría algo
como lo siguiente: dado que las bicicletas, los relojes y las máquinas de escribir son
entidades radicalmente distintas (las primeras tienen botones, sirven para escribir, los
segundos poseen agujas y dicen la hora, mientras las terceras tienen pedales y sirven
para dar paseos por el parque), no es posible encontrar leyes lo suficientemente
generales que permitan dar cuenta el funcionamiento tan diverso que estos
dispositivos exhiben. Ahora bien, todos sabemos que la conclusión de este argumento
es falsa, pues tanto el funcionamiento de la máquina de escribir como el
funcionamiento del reloj y el de la bicicleta pueden explicarse apelando a las leyes de
la mecánica de Newton. Los aspectos de todos estos sistemas pueden ser subsumidos
bajo las leyes de fuerza y movimiento de la física newtoniana. Nagel (1961, p. 600)
provee aún otro ejemplo, a pesar de la diferencia aparente entre fenómenos tan
disímiles como el comportamiento de una brújula, la aparición de un arco iris, y la
formación de una imagen óptica en el telémetro de una cámara fotográfica,
constituyen manifestaciones de un único conjunto de principios integralmente
relacionados: la moderna teoría electromagnética de Maxwell. De esta manera,
concluimos con Nagel, Hidalgo y Klimovky, que del hecho de que exista gran
variación entre los distintos fenómenos sociales, y de que generalizaciones que se
manifiesten en ciertas culturas no se presenten en otras, no se desprende que sea
imposible hallar un marco universal, ciertas leyes generales, de las cuales esos
fenómenos sean expresión:
Las diferencias manifiestas en la organización de las diferentes sociedades y en los
modos de conducta que se dan en ellas pueden ser consecuencia, no de tipos
incomparablemente disímiles de relaciones sociales, sino simplemente de las diferencias
en los valores específicos de algún conjunto de variables que constituyen los
componentes elementales de una estructura de conexiones común a todas las sociedades
(Nagel, 1961, p. 601)
En la actualidad existe un fructífero programa de investigación interdisciplinario que
intenta ofrecer una teoría universal, que permita “unificar” la pluralidad de
manifestaciones conductuales presentes en las diversas culturas. Este programa está
siendo desarrollado por distintas áreas de la psicología cognitiva y las neurociencias,
disciplinas tales como la neuropsicología, la psicología evolucionista y la
antropología, no sólo han encontrado numerosos comportamientos universales, sino
que intentan encontrar las bases neurobiológicas de esos comportamientos,
compartidas por todos y cada uno de los miembros de la especie humana, al mismo
tiempo que intentan enmarcar las habilidades cognitivas subyacentes a esas conductas
dentro de una enfoque evolucionista (darwiniano) ofreciendo un fuerte vínculo entre
la antropología y la biología (Cosmides L. y Tooby J. 1992).
En el marco de estas investigaciones se han encontrado características universales a
todos los humanos (Brown, D. 1991). En todas las culturas los seres humanos:
mienten, chusmean, engañan, hacen chistes, poseen insultos graciosos, realizan
metáforas, utilizan el lenguaje de manera poética, retórica, poseen palabras para días,
meses, estaciones, años, establecen distinciones entre:
• pasado, presente y futuro;
• partes del cuerpo, estados internos (emociones, sensaciones, pensamientos);
• flora, fauna, estados del tiempo;
• herramientas;
• espacio, movimiento, velocidad, lugar, dimensiones espaciales, propiedades
físicas;
• regalar y prestar;
• afectar personas y gente;
• distintas cantidades y números (al menos “uno”, “dos” y “varios”);
• nombres propios, posesión;
• distintos tipos de parentesco, definidos en términos de madre, padre, hijo, hija;
• distinciones binarias, incluyendo masculino / femenino, natural / cultural,
bueno / malo;
• medidas
• relaciones lógicas incluyendo “no”, “y”, “mismo”, “opuesto”, general vs.
particular, parte vs. todo. Razonamiento conjetural (e. g. inferir la presencia de
entidades ausentes e invisibles a partir de rasgos perceptibles);
Todos los humanos poseen formas no lingüísticas de comunicación tales como llantos
y risa. Interpretan las intenciones de las conductas de sus semejantes. Reconocen
expresiones faciales de felicidad, tristeza, enojo, miedo, sorpresa, disgusto y placer.
Utilizan la sonrisa como bienvenida amistosa. Lloran, coquetean por medio de la
mirada. Imitan, esconden y modifican las expresiones faciales. Muestran afecto. Se
diferencian a sí mismos de los otros, poseen sentido de la responsabilidad, identifican
acciones voluntarias e involuntarias, son capaces de sentir empatía por el prójimo,
sienten atracción sexual, y poderosos celos. Los niños pequeños exhiben miedo a los
ruidos estruendosos, y luego del primer año de vida también temen a los extraños.
Poseen sentimientos “edípicos”, posesividad respecto de la madre, tranquilidad
cuando se encuentra cerca. Tienen sentido de la higiene. Poseen música y distintos
tipos de juegos, incluidos los de lucha. Fabrican y dependen de distintos tipos de
herramientas, muchas de ellas permanentes, cuya construcción es culturalmente
transmitida. Poseen drogas, tanto medicinales como recreativas. Viven en grupos,
construidos alrededor de la madre y sus hijos, usualmente biológicos, con uno o más
hombres. Institucionalizan el matrimonio, en términos de derecho reconocido
públicamente a relacionarse sexualmente con una mujer/hombre elegida/o para tener
hijos. Sociabilización de los niños por parte de los adultos. Evitan el incesto y poseen
gran interés por temas sexuales, y la lista sigue enumerando cientos de otras
conductas compartidas.
Cosmides L. y Tooby J. (1992) y Pinker, S. (1994) postulan a la base de estos
comportamientos una serie de habilidades cognitivas, universales a todos los
miembros de la especie humana, localizables cerebralmente, que al igual que los
rasgos físicos típicos de otras especies, han sido producto de la selección natural
darwiniana. Entre éstas habilidades se encontraría: una mecánica intuitiva que permite
obtener conocimiento del movimiento de los objetos, una biología intuitiva, que
permite entender cómo funcionan los animales y las plantas, una psicología intuitiva
que permite predecir la conducta de otros sujetos, atribuirles deseos y creencias,
monitorear los estados de ánimo propios, etc. Una matemática intuitiva, una facultad
del lenguaje que capaz de establecer las distinciones conceptuales trazadas
anteriormente, entre otros sistemas cognitivos.
Estas teorías que describen las facultades mentales universales permitirían explicar el
trasfondo común de las diferencias presentes en las distintas formas de
comportamiento humano a través de las distintas culturas. De modo que tras la
diversidad cultural es posible encontrar un marco lo suficientemente abstracto que
permita establecer las semejanzas compartidas por las distintas culturas, que sirvan
como generalizaciones, que permitan formular explicaciones científicas.

2.3 La imposibilidad de predicción


Frecuentemente, aún cuando se admita que es posible extraer algún tipo de
regularidad, se esgrimirá que esas regularidades no pueden establecerse como
genuinas leyes sociales debido a que no es posible utilizarlas para realizar
predicciones específicas acerca del futuro indefinido. Así ciertos autores (Beard
1934), tomando como ideal regulatorio a la astronomía, sostienen que si la ciencia
social fuese una verdadera ciencia, permitiría realizar predicciones inalterables
respecto del desarrollo de las sociedades, esto es, ofrecería descripciones de la
sociedad en el año 2500, de la misma manera en que los astrónomos pueden retratar la
apariencia del cielo en puntos de tiempo determinados en el futuro. Al mismo tiempo,
esas descripciones de lo que sucedería en los años venideros serían imposibles de
cambiar.
Esta línea argumental supone la existencia de dos razones que imposibilitarían la
elaboración de predicciones en ciencia social. En primer lugar, los sistemas sociales
son esencialmente “abiertos”, esto es, las sociedades se encuentran en continuo
desarrollo, crecimiento y cambio, razón por la que no es posible elaborar esquemas
cerrados a partir de los datos de las ciencias sociales, lo cual imposibilita realizar
predicciones específicas. Ahora bien, no se requiere un examen demasiado cuidadoso
para demostrar que la astronomía es más bien la excepción que la regla en lo que
respecta a poder predictivo. Las predicciones en astronomía son posibles dado que en
gran medida, el sistema solar es un sistema aislado, que continuará de esa manera
(según hay razones para creer) por un lapso de tiempo indefinido. Sin embargo, en la
mayoría de las disciplinas naturales, los sistemas en estudio no satisfacen los
requerimientos de las predicciones a largo plazo. Es más, muchas veces no se poseen
datos respecto de las condiciones iniciales que permitan realizar predicciones
precisas, aún cuando se posean las teorías adecuadas para tal fin. Por ejemplo, en el
caso de un péndulo, aún cuando se poseen leyes que permiten predecir su
comportamiento, esas predicciones no pueden extenderse indefinidamente en el
tiempo, pues es probable que su comportamiento sea modificado por diversos factores
de perturbación. La incapacidad para realizar predicciones que se extiendan por
períodos indefinidos de tiempo, no constituye una dificultad exclusiva de las ciencias
sociales y no constituye indicador de que no se hayan encontrado leyes de vasto
alcance en el área estudiada (Nagel 1961, pp. 598-599).
En segundo lugar, esta línea argumentativa, parece sugerir que la predicción no es
posible en ciencia social, debido a que los sujetos pueden tomar conocimiento de las
teorías sociales evitando que se realicen las predicciones anunciadas. Usualmente se
tienen en cuenta dos tipos de predicciones que se invalidan debido a que ciertas
generalizaciones toman conocimiento público: la “predicción suicida”, que consiste
en una predicción bien fundada en el momento que se la enuncia, y que con mucha
probabilidad se hubiera confirmado, pero que, sin embargo, fue refutada debido a que
los agentes tomaron conocimiento de ello y modificaron su curso de acción para
evitar que la predicción se realice; y la “predicción autocumplida” que produce el
efecto inverso, esto es, es una predicción que cuando se formula es falsa, pero que
termina cumpliéndose debido a que su divulgación hace que los agentes cambien su
curso de acción y la realicen.
Existen muchos ejemplos de ambos tipos de predicciones, por ejemplo, podría decirse
que las predicciones realizadas por la sociología marxista, concernientes al fin de la
era capitalista, fueron de hecho predicciones suicidas. Los capitalistas entendieron
muy bien el mensaje de Marx e intervinieron de manera tal que no se produjeran las
condiciones apropiadas para que se produzcan movimientos revolucionarios. En este
sentido, la propuesta de Ford, de producir bienes que sus propios obreros puedan
consumir, y la de Keynes, que recomendaba (entre otras cosas) la intervención del
estado en la generación de empleo en momentos de crisis, entre otras muchas medidas
que se tomaron a principios del siglo, evitaron la miseria creciente, y por ende
impidieron que se generasen las condiciones que, según las teorías marxistas,
producirían una revolución social. Constituyen ejemplos de profecías autocumplidas
las corridas bancarias, y corridas contra ciertos bonos en las bolsas de valores: basta
con correr un rumor de que un banco o empresa quebrará para que la gente retire sus
depósitos del banco o los agentes de la bolsa se deshagan de los bonos pertenecientes
a la empresa sospechada. Nagel (1961, p. 609) menciona como ejemplo histórico una
corrida contra un banco neoyorquino, el United States Bank. En 1928 sus clientes
creyeron que esta entidad quebraría, y a pesar de que era una entidad bancaria
solvente, la divulgación del rumor ocasionó que muchos ahorristas retiraran sus
depósitos dejando al banco en bancarrota.
Usualmente se piensa que las dificultades ocasionadas en la investigación por las
predicciones suicidas y autocumplidas son exclusivas de la investigación social. Sin
embargo es posible hallar este tipo de predicciones en otros ámbitos de la ciencia
natural. Si bajo ciertas condiciones, las entidades sanitarias de un país consideran que
en un futuro inmediato la población se verá castigada por una epidemia de Dengue,
esta predicción no deja de perder validez si luego la epidemia no se verifica a causa
de medidas preventivas contra la enfermedad. Esto es así porque las predicciones no
afirman simplemente “si se da el fenómenos x se da el fenómeno y”. Cualquier
enunciado científico legaliforme afirmará algo más complejo, algo del estilo: “si se da
el fenómeno x, y se dan ciertas condiciones c1… cn, y no surgen perturbaciones, p1…
pn, entonces se producirá el fenómeno y”. De esta manera, para dar solución a los
problemas ocasionados por las predicciones suicidas y autocumplidas, se debe incluir
la modificación de la conducta de los agentes sobre la base del conocimiento social
divulgado, entre las condiciones antecedentes de las hipótesis, así para la profecía
suicida se afirmará algo como lo siguiente “si se da el fenómeno x, y no se llevan a
cabo medidas para evitarlo, entonces se producirá el fenómeno y”. De esta manera la
hipótesis Marxista diría “Si actúan espontáneamente las fuerzas económicas y se
produce una polarización económica de la sociedad, generando una gran acumulación
de capital por un lado y estratos sociales pobres, por otro, y no se llevan a cabo
medidas para evitarlo, se producirá una revolución social”. De modo que, el hecho de
que un predicción no se cumpla, debido a que ésta es divulgada, no constituye una
refutación de la teoría que le dio origen, dado que las condiciones en que se llevó a
cabo la puesta a prueba no fueron las idóneas, en tanto el antecedente de la hipótesis
concibe como una perturbación el conocimiento de las hipótesis sociales y la
consecuente modificación del comportamiento de los agentes. Análogamente la
predicción autocumplida afirmará algo como lo siguiente “si se dan las condiciones x,
y los agentes modifican su acción acorde con esas condiciones, se producirá el
fenómeno y”, así la predicción de la quiebra de un banco solvente diría “si la creencia
de que un banco quebrará se divulga entre sus clientes, éstos retirarán sus depósitos
del banco y el banco quebrará”. Nuevamente, contemplar el conocimiento público y
las reacciones intersubjetivas en las condiciones antecedentes, permite estipular las
condiciones adecuadas que permiten efectuar la predicción.
De lo desarrollado hasta aquí se sigue que los argumentos que afirman la
imposibilidad de predicción en ciencia social son infundados. Y la creencia asociada
de que sólo es posible obtener conocimiento sólidos en aquellos dominios en los
cuales no hay posibilidad de control o intervención humana, es insostenible en otras
áreas del conocimiento científico. Ciertamente los principios de la meteorología no
perderían validez si descubriéramos la forma de controlar el clima, como de hecho no
dejan de ser verdaderas las numerosas teorías de la medicina que evitaron que
enfermemos dando lugar a los conocimientos que permitieron la invención de
diversas vacunas. Es el conocimiento científico el que permite la modificación del
curso natural de diversos fenómenos: que el hombre sea capaz de modificar su
conducta y su organización social no imposibilita que las disciplinas sociales sean
genuinas ciencias.

2.4 La influencia del observador sobre el fenómeno que estudia


Una cuarta objeción a la aplicación de los métodos de las ciencias naturales en las
ciencias sociales, consiste en afirmar que, la presencia del científico social puede
alterar el comportamiento de los sujetos estudiados. Así, se alega que la presencia del
antropólogo en una cultura desconocida modifica el comportamiento de los nativos, el
terapeuta familiar perturba el desenvolvimiento normal de las relaciones familiares,
los tipos de preguntas que se realicen en una encuesta pueden influir en las respuestas
que dé el sujeto entrevistado. Está claro que si el proceso de reunir elementos de
juicio a favor o en contra de una hipótesis, sólo permite obtener datos cuyas
características son creadas por el proceso mismo, no es posible evaluar la hipótesis
sobre la base de estos datos (Nagel 1961, p. 606).
Ahora bien, esta dificultad tampoco es exclusiva de la investigación social, los
científicos naturales están acostumbrados al hecho de que los instrumentos utilizados
para efectuar ciertas mediciones pueden provocar alteraciones en la misma magnitud
que se desea medir. Si se quiere saber la temperatura de un líquido, al sumergir un
termómetro éste no indicará la temperatura exacta del líquido antes de la inmersión,
ya que la temperatura del termómetro mismo seguramente no era la misma que la del
líquido y su mera introducción muy probablemente haya ocasionado una variación en
la temperatura. Cuando esto sucede, generalmente es posible establecer el grado en el
cual la propiedad en cuestión puede alterarse debido a su interacción con el
instrumento de medida: o bien se sabe que los efectos son despreciables, y que pueden
ser ignorados; o bien los efectos pueden ser calculados con precisión, asignándole un
valor determinado, o no es posible calcularlos y hay que esperar a que se diseñen
procedimientos que permitan asignarle un valor específico.
Análogas estrategias podrían usarse en ciencia social en caso de contarse con leyes
bien establecidas que permitan realizar las estimaciones. De lo contrario hay que
recordar que el investigador siempre puede intentar realizar las observaciones de
manera tal que los sujetos no sepan que son observados, o diseñar encuestas y
cuestionarios sin informarles a los sujetos cuál es el espectro de conductas que se está
sometiendo a análisis en la investigación. Por ejemplo, si una entidad estatal de
recaudación impositiva desea saber qué comerciantes están utilizando facturas, y por
ende pagando sus impuestos, la manera de recabar esa información será más confiable
si por ejemplo, se organiza algún tipo de sorteo en el que se hagan participar a los
consumidores con su números de factura, que si se realiza una encuesta. Al no saber
que están siendo observados, los consumidores darán información más fidedigna
acerca de los comercios que les ofrecen facturas, i.e. pagan impuestos. Esto es, los
investigadores sociales peden diseñar diferentes estrategias que les permitan no ser
notados o disminuir al mínimo la incidencia en el comportamiento de los sujetos
observados.

2.5 Lo social como distinto de lo natural


La última crítica que desarrollaré se encuentra íntimamente ligada con el enfoque
adoptado por los dualistas metodológicos. Se alega que no es posible aplicar la
metodología de las ciencias naturales a la ciencia social porque lo social presenta un
aspecto esencialmente subjetivo, su estudio supone la familiaridad con las
motivaciones, objetivos, valoraciones y otras cuestiones psicológicas que constituyen
los rasgos esenciales del comportamiento humano y que son ignoradas por las
descripciones naturalistas. Según los dualistas metodológicos, la tarea del científico
social consiste “interpretar” la conducta de los sujetos que estudia identificándose
imaginariamente con los actores de los procesos sociales, teniendo en cuenta las
situaciones particulares a las que se enfrentan, ofreciendo modelos motivacionales en
los que se les atribuyan creencias, deseos para elucidar su comportamiento. Ahora
bien, según este enfoque, el científico social puede llevar a cabo esta tarea debido a
que él mismo es un participante involucrado en procesos sociales y puede comprender
a la luz de sus propias experiencias subjetivas, la significación de las acciones
sociales. En consecuencia se afirma que investigar los procesos sociales por medio de
métodos naturalistas excluiría en principio toda interpretación subjetiva eliminando de
dicha investigación la descripción todo fenómeno social genuino (Nagel 1961, pp.
616-617).
Supóngase, por bien del argumento que, efectivamente, la finalidad de las ciencias
sociales es lograr una comprensión de los fenómenos sociales haciendo uso de
categorías significativas para el agente, atribuyéndole estados subjetivos tales como
creencias, intenciones y sentimientos. La cuestión fundamental consiste en analizar si
tales atribuciones implican el uso de criterios lógicos diferentes de los utilizados en la
asignación de propiedades objetivas a las entidades del mundo natural.
Para ello quizás sea útil analizar un ejemplo puntual de este tipo de elucidaciones en
ciencia social. En su obra De los Héroes, Thomas Carlyle describe las razones,
creencias y sentimientos que llevaron a Cromwell a revelarse contra el reinado de
Carlos I:
Tiempo hacía que pesaba sobre su corazón el sufrimiento de la Iglesia de Dios,
afligiéndole ver encerrados en calabozos a los celosos y sinceros propagadores de la
verdad, azotados, en la picota, cortadas las orejas; viendo cómo los indignos pisoteaban
el Evangelio, tras largos años de silencio y oración, sin hallar remedio en la Tierra;
confiando vendría la Celeste bondad, considerando todo aquello como superchería que
no podía eternizarse. Contemplemos ahora la aurora. Tras doce años de silenciosa
espera estremeciéndose Inglaterra; habrá nuevamente Parlamento en que se dejará oír la
voz de la Razón, renaciendo la inexpresable y bien cimentada esperanza en la Tierra.
¿No era digno pertenecer a tal Parlamento? Cromwell dejó el arado y acudió a la
asamblea. Habló –ásperos estallidos de franqueza- de una verdad vista por él, laboró,
luchando denodadamente como vigoroso gigante a través del tumulto del cañón, sin
desmayar, hasta que triunfó la Causa, hasta que barrió a sus formidables enemigos,
hasta que el alba de esperanza trocose en clara luz de victoria y certidumbre. Se erigió
como el alma más fuerte de Inglaterra (Carlyle 1841, p. 203).
Nótese que si bien esta descripción hace alusión a los sentimientos que llevaron
Cromwell a revelarse contra el rey de Inglaterra, el hecho de que los lectores y el
mismo Carlyle puedan situarse empáticamente en la situación de Cromwell para
comprender sus motivaciones revolucionarias, concierne sólo a los orígenes de la
hipótesis del científico social (en este caso Carlyle), y no a su validez. La empatía le
puede permitir a Carlyle elaborar una hipótesis concerniente a los sentimientos que
afectarían a un puritano al ver a otros de su mismo credo ser perseguidos y torturados
por un monarca, pero no es en virtud de la empatía que esta hipótesis se corrobora,
sino a partir de hechos objetivos respecto de situaciones vividas por el mismo
Cromwell. En este sentido, la capacidad del investigador para imaginarse en la
situación del sujeto social puede ser heurísticamente importante para arribar a la
formulación de alguna hipótesis que haga inteligible el proceso social investigado.
Pero esta identificación empática no constituye en sí misma conocimiento. El hecho
de que el investigador logre tal identificación no anula la necesidad de hallar
elementos de juicio objetivos, evaluados por procedimientos análogos a los utilizados
en ciencia natural, que le permitan dar apoyo a las atribuciones de estados subjetivos a
los sujetos sociales (Nagel 1961, p. 629).
Si se analiza con detenimiento, la función de este recurso heurístico consiste en hallar
hipótesis psicológicas que puedan servir como generalizaciones legaliformes en la
formulación de explicaciones. Brevemente: haciendo uso de esta metodología, el
historiador debe imaginarse cómo actuaría él mismo bajo las condiciones (creencias,
sentimientos, intenciones) en las que se encuentran sus héroes, para luego proceder a
subsumir ese caso particular en una regla psicológica más general que le permita
explicar la acción de los sujetos relevantes (Hempel 1965, p. 319) De esta manera
Carlyle, al imaginarse en la situación de Cromwell, conjetura que su comportamiento
revolucionario fue generado por la percepción de la tortura y el encarcelamiento de
puritanos llevado a cabo por Carlos I. Ahora bien, para poder explicar esta conducta,
implícita o explícitamente, Carlyle tiene que tener en cuenta algún tipo de enunciado
general que le permita explicar el comportamiento de Cromwell. Ese tipo de
enunciado diría algo así como “ver que se tortura y encarcela a sujetos con la mismas
creencias religiosas que uno causa sentimientos de odio y rebelión contra los
responsables de ejercer esa violencia”4. Es por medio de enunciados de este tipo que
es posible explicar el comportamiento revolucionario de Cromwell. En otro pasaje
Carlyle hace alusión explícita a regularidades del tipo mencionado:
No lo condenaremos tampoco por la participación que tuviera en la muerte del Rey.
Grave cosa es matar a un Rey; mas si se está en guerra con él a ello se debe; esto y
todo lo demás es consecuencia de la guerra, porque una vez entablada tiene que morir
uno de los contendientes, siendo problemática la reconciliación, posible, habiendo más
probabilidades de imposibilidad. Hoy son muchos los que admiten que cuando el
Parlamento venció a Carlos I no pudo hallar manera de llegar a convenio sólido con él.
El gran parido Presbiteriano, recelando a los Independientes, sentía ansias por ello, por
su propia existencia, mas no pudo lograrlo. El desdichado Carlos I mostrose fatalmente
incapaz de tratar en las negociaciones finales de Hampton-Court, hombre que no podía
ni quería comprender, cuyo discernimiento no entendía la realidad de la cuestión y, lo
que es peor, cuyas palabras no correspondían a sus pensamientos. Lo decimos sin
crueldad, profundamente compadecidos, pero es cierto e indiscutible. Todo lo echó en
olvido, excepto la corona, y al ver que lo trataban con el respeto debido a un rey,
creyose capaz de engañar a los partidos y recuperar solapadamente su antiguo poder,
burlándose de ellos, pero descubrieron su ardid. El hombre cuya palabra no manifiesta
lo que piensa o intenta no es digno de fiar en pacto alguno: o le dejamos libre el
camino o lo arrojamos de él. Desesperados los Presbiterianos quisieron creer en él, a
pesar de las sospechas de falsía, imposibilidad de creer en sus palabras, mas Cromwell
no quiso fiarse y exclamó: ¿vamos a aceptar un trozo de papel a cambio de todas
nuestras luchas? (Carlyle 1841, p. 193, mi resaltado)
En este pasaje, Carlyle esboza un intento de explicación, en el que la ley diría “en
tiempos de guerra los individuos matan a los enemigos mentirosos”, la condición
inicial sería “Crommwell estaba en guerra con Carlos I, quien intentó engañarlo en
sucesivas ocasiones”. La ley en conjunción con la condición inicial permiten explicar
porqué “Cromwell asesinó a Carlos I”.
4
Para una discusión más pormenorizada de las explicaciones históricas véase Hempel
(1965).
Como puede observarse en los ejemplos precedentes, la empatía puede ser de ayuda
desde un punto de vista heurístico, pero no garantiza la corrección de la explicación
histórica, ésta depende más de la corrección fáctica de las generalizaciones que de lo
que pudo haberse originado en el método de la comprensión.
La revisión de todos los argumentos esbozados en este apartado parece indicar que no
existen obstáculos para la utilización de la metodología propia de las ciencias
naturales en las ciencias sociales. Es posible controlar hipótesis sociales haciendo uso
de la investigación controlada en sus diversos espectros: experimentos naturales, de
campo y de laboratorio. Asimismo se ha mencionado un programa de investigación
que, contrariamente a lo que sostiene el relativismo, ha encontrado rasgos universales
en el comportamiento de miembros de distintas culturas, que permitirían realizar
generalizaciones transculturales aplicables a cualquier sujeto humano. Por otro lado,
se ha encontrado la forma de evitar las predicciones suicidas y autorrealizadoras, y se
ha mostrado que la imposibilidad de predicción indefinida en el tiempo no es una
dificultad únicamente de las disciplinas sociales sino de varias áreas de la
investigación científica, en particular, aquellas que intentan describir el
funcionamiento de sistemas abiertos, susceptibles de ser perturbados por factores
externos. Asimismo se han indicado posibles estrategias para disminuir la incidencia
del investigador en los fenómenos sociales y se ha intentado mostrar que la
investigación en ciencia social se rige bajo los mismos cánones de contrastación
empírica que la ciencia natural. Bajo esta visión, la metodología comprensivista puede
ser entendida como una herramienta heurística, que permita dar lugar a hipótesis que
luego pueden ser contrastadas empíricamente. Desde un enfoque hipotético
deductivista lo que importa es el control fáctico de hipótesis, en este sentido atribuir
intenciones, sentimientos y creencias para explicar la conducta no está vedado a
priori, siempre y cuando sea posible controlar empíricamente esa correlación. Estas
correlaciones no serían más que generalizaciones psicológicas que podrían contribuir
en alguna a la explicación de un las conductas de los agentes sociales.
En el próximo apartado revisaré brevemente algunas de las repercusiones que tuvo el
naturalismo metodológico en la psicología, tanto en la elaboración de modelos
explicativos, como en la posibilidad de intervención a la que éstos dieron origen.

3. El regreso del naturalismo metodológico: su impacto en la psicología


El abordaje naturalista propuesto por Noam Chomsky en la segunda mitad del siglo
pasado, revolucionó la manera de investigar en psicología. Podría entenderse a la
psicología cognitiva contemporánea como un movimiento que intenta “biologizar la
mente”, esto es, estudiar a los seres humanos de la cabeza para arriba tal como se los
estudia de la cabeza para abajo. Desde esta perspectiva para dar cuenta de las distintas
facultades cognitivas que exhiben los seres humanos es posible realizar hipótesis
concernientes al funcionamiento de distintos mecanismos mentales y someterlos a
control empírico a través de diversas técnicas de investigación controlada. Los
psicólogos cognitivos hacen uso de experimentos naturales (provistos por pacientes
con lesiones cerebrales) y también diseñan experimentos de laboratorio, en los que
infieren ciertas habilidades cognitivas observando el comportamiento de los sujetos
experimentales (dentro de los cuales se encuentran adultos y bebés).
Se han estudiado numerosas habilidades mentales haciendo uso de una metodología
naturalista. Entre ellas de destacan, por nombrar sólo algunas, las investigaciones que
tienen como objetivo describir el funcionamiento de nuestra facultad lingüística, en
las que se enmarcan las investigaciones respecto del proceso de adquisición de la
primera lengua, estudios sobre distintos déficits del lenguaje tanto oral como escrito,
tales como afasias, déficits específicos del lenguaje, dislexias y agrafias (Caplan
1987, Pinker 1994). La generación de modelos detallados que permitieron explicitar
los mecanismos que nos permiten comprender y producir palabras, de manera oral y
escrita, ha permitido diseñar técnicas de rehabilitación que permiten a los pacientes
recuperar habilidades lingüísticas dañadas. Por medio de éstas técnicas muchas
personas con dislexia (dificultad para comprender texto escrito) y diversos tipos de
afasias (dificultades para comprender y/o producir lenguaje hablado) han podido
recuperar funciones cognitivas dañadas.
También se ha arribado a fructíferas explicaciones acerca del funcionamiento de las
habilidades sociales, responsables de nuestra capacidad para interactuar exitosamente
con otros miembros de nuestra especie, atribuyéndoles deseos y creencias para
anticipar su comportamiento. Éstas investigaciones permitieron lograr una
comprensión más profunda del espectro de déficits autistas, en los que puede
observarse, entre otras cosas, una marcada dificultad en la interacción social. En este
contexto también se han diseñado terapias que permiten mejorar la calidad de vida de
sujetos con grados leves de este déficit cognitivo, los pronósticos suelen ser más
alentadores en la medida que el lenguaje se encuentre preservado y pueda ser
utilizado como una medio para adquirir ciertos tipos información presentes en los
intercambios sociales que el déficit no permite procesar (Baron-Cohen 1995).
También se han producido interesantes avances en lo concerniente al funcionamiento
de distintos tipos de memoria y sus bases neurobiológicas lo que permitió en muchos
casos realizar hipótesis acerca de patrones deteriorados de funcionamiento, con bases
neurales específicas, susceptibles de ser parcialmente remediados suministrando
medicación. Klingberg, pudo comprobar que los niños que recibían medicación
(Ritalin) y entrenamiento de la memoria de trabajo, llegaban a tener un rendimiento
escolar semejante al de los niños normales (Klingberg, et. al.).
Este breve repaso de algunos de los progresos llevados a cabo en psicología, intenta
mostrar que la investigación naturalista en ciencias sociales puede ser sumamente
fructífera, permitiendo no sólo lograr una mejor comprensión de las habilidades
cognitivas humanas, sino también mejorar la calidad de vida personas con déficits
cognitivos.

Referencias
Baron-Cohen (1995) Mindblidness. An essay on autism and theory of mind.
Massachusetts: Mit Press, 1997.
Beard, Charles (1934), The Nature of The Social Sicences, New York: Charles
Scribner’s Sons.
Brown , Donald (1991), Human Universals. New York: McGraw-Hill.
Caplan, David (1987), Introducción a la neurolingüística y al estudio de los
trastornos del lenguaje, Masson, Barcelona, 1992.
Carlyle, Thomas (1841), De los Héroes, Madrid: Océano.
Cosmides L. y Tooby J. (1990), “The Psychological Foundations of Culture”. En
Barkow, Cosmides y Tooby (eds.) The adapted mind. Oxford Univeristy Press.
Hempel, Carl (1965), La explicación científica, Barcelona, Paidós, 2005.
Hughes y Sharrock (1987), La filosofía de la investigación social, México: Fondo de
Cultura Económica, 1999.
Klimovsky, G. e Hidalgo, C. (1998), La inexplicable sociedad, Buenos Aires: AZ
editora.
Klingberg, Forssberg y Westerberg (2002), “Training of Working Memory in
Children With ADHD”, Journal of Clinical and Experimental Neuropsychology, Vol.
24, No. 6, pp. 781-791.
Nagel , Ernest (1961), La estructura de la ciencia, Barcelona, Paidós, 2006.
Pinker, Steven (1994), The Instinct of Language: How the Mind Creates Language.
Perennial Classics.

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