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EL DIVINO CORAZÓN DE JESÚS

OC. VIII, 206-353.

Introducción
P. Jacques Arragain C.J.M.

LA DEVOCIÓN AL SANTÍSIMO CORAZÓN DE LA SANTA VIRGEN MARÍA fue el


arroyuelo del que nació, como un río, el CORAZÓN ADMIRABLE DE LA
SANTÍSIMA MADRE DE DIOS, última obra de san Juan Eudes, largamente
madurada, culminación de sus cuarenta años de investigaciones doctrinales y de
devoción litúrgica, referentes al culto, primero conjunto, luego diferenciado, de los
Corazones de Jesús y de María.

"Hoy, 25 de julio de 1680, anota el Padre Eudes en su diario (OC. XII, 135), Dios
me concedió la gracia de terminar mi libro del CORAZÓN ADMIRABLE DE LA
SANTÍSIMA MADRE DE DIOS". El 19 de agosto siguiente moría el santo. Su
sucesor, el Padre Blouet de Camilly, lo publicó en abril de 1681. Era un magnífico
"in quarto" de 782 páginas. Fue reeditado en dos tomos en París en 1834 antes de
aparecer en 1908, en los tomos VI, VII y VIII de las Obras Completas. Es la más
voluminosa obra del santo. Por ese motivo la presente edición sólo presenta el
libro doce consagrado directamente al solo Corazón de Jesús, pero no puede
dejar que el lector ignore la obra más considerable del Padre Eudes.

Esta introducción se propone, pues, darle brevemente una idea sustancial de la


misma. Después de algunas indicaciones sobre la composición y las fuentes,
vendrá un análisis detallado de los once primeros libros; algunas palabras sobre el
libro doce introducirán un esbozo del concepto de san Juan Eudes sobre el
Corazón de María y sobre el Corazón de Jesús.

Composición y fuentes.

Impulsado por su amor a María, Juan Eudes reunía en el seminario de Caen todas
las obras sobre ella que encontraba durante sus viajes o que le eran obsequiadas.
Algunos hermanos le redactaban colecciones de notas. Y entre una y otra misión
se inspiraba en ellas para componer sus libros. Siempre tenía cuatro o cinco en
elaboración; entre ellos dos sobre la Virgen: LA INFANCIA ADMIRABLE,
terminada en 1676, "que me significó un descanso delicioso... obra más de mi
corazón que de mis manos" escribe en la conclusión y EL CORAZÓN
ADMIRABLE, por cuya terminación ruega, en ese mismo lugar, a la "Reina de su
Corazón" que interceda junto a su Hijo (OC. V, 477).
Con ese método el Padre Eudes ha hecho un libro de vasta erudición. Buscó en la
Sagrada Escritura el sentido de la palabra CORAZÓN pero sobre todo meditó los
textos que nos hablan del amor de Dios, de Cristo y de la Virgen, en especial en el
Cantar de los Cantares, en los profetas, y en el evangelio. Los Padres le son
familiares tanto los griegos como los latinos: Cirilo de Alejandría, el Seudo-
Dionisio, Juan Damasceno, Agustín, Ambrosio, etc. Cita con soltura a escritores
eclesiásticos: Anselmo, Bernardo, Buenaventura, entre otros; a místicos y autores
espirituales antiguos o contemporáneos. Su conocimiento de los escolásticos hace
honor a sus maestros de Caen y de París. De, todo ello resultó, según uno de los
últimos obispos de Bayeux « como una suma teológica de la devoción al Corazón
de María, luminosa y grandiosa, aunque a veces difusa y vehemente... enorme
cúmulo de pruebas, de consideraciones y de consejos, en el que han venido a
inspirarse todos los autores que en los tiempos siguientes han escrito sobre el
tema» (Monseñor Picaud).

Los once primeros libros

¿Qué contiene la obra? Empezando, un primer libro, muy importante, dice lo que
es el Corazón de María y también el Corazón de Jesús, objeto de la devoción.
Sigue un grupo compacto de ocho libros, cerca de las dos terceras partes del
conjunto; trata allí de los cuatro fundamentos de esa devoción.

En primer lugar el Padre. Partiendo de la creación y del Antiguo Testamento nos


ofrece doce CUADROS del Corazón de María: ciclo, sol, tierra, fuente... zarza
ardiente, arpa de David, trono de Salomón, etc. Luego el Verbo. El reprodujo en el
Corazón de María los atributos divinos, los llamados metafísicos: unidad,
simplicidad, infinitud, etc. y los llamados morales: santidad, fuerza, sabiduría, etc.
En tercer lugar el Espíritu Santo. El también nos habla del Corazón de María,
mediante la Escritura, de donde analiza doce ORACULOS, entre ellos las dos
alusiones de Locas al Corazón de María. Nos habla también por los Padres y
escritores eclesiásticos, por los autores espirituales, entre los cuales doce jesuitas,
apóstoles del Corazón de María; los Papas, cardenales y prelados que han
aprobado esa devoción; luego por santos y santas que la han celebrado. El cuarto
fundamento, en fin, son todas las excelencias de María; doce y aun trece de ellas
son aquí objeto de meditación, en particular y largamente la misericordia,
utilizando los mejores pasajes de los Padres y escritores eclesiásticos.

En el décimo libro el padre Eudes ofrece un excelente comentario del


MAGNIFICAT que él denomina el cántico del Corazón de María. De él pesa cada
palabra. Se extasía ante la alabanza que la Virgen dirige a Dios, en la alegría; ante
la inmensidad de los dones que inspiran su acción de gracias; ante la misericordia
del Señor que se extiende de generación en generación.

El libro undécimo trata brevemente del culto al Corazón de María, de las razones
que lo justifican, de los medios de practicarlo. Aconseja una actitud interior de
unión y de ofrenda a María, para vivir con ella de la vida de Jesús. Indica muchas
prácticas: meditaciones, de las que brinda dos series, oraciones personales, textos
litúrgicos; entre éstos recomienda la Misa y el Oficio propios de los que él es el
autor. Con este undécimo libro se termina el estudio propiamente dicho sobre el
Corazón de María, emprendido por san Juan Eudes.

El libro doce

Pero no se puede separar "del Corazón de la Madre de Jesús el Corazón del Hijo
único de María". Por eso el santo añade cerca de doscientas páginas consagradas
únicamente al Corazón divino de Jesús. Estas constituyen el duodécimo libro del
CORAZÓN ADMIRABLE, el único que se publica en la presente edición ya que el
Padre Eudes había dado lo esencial de su pensamiento sobre el Corazón de
María en su opúsculo LA DEVOCIÓN AL SANTÍSIMO CORAZÓN DE LA
BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA que aparece publicado aquí íntegramente.

Estas páginas finales no tienen la amplitud de la suma consagrada a María en los


libros precedentes. Sin embargo si unimos a este duodécimo libro lo esencial de lo
que se dijo en el primero sobre el significado de corazón, objeto de la devoción,
tenemos un excelente tratado sobre el Corazón de Jesús. El padre Eudes define
allí con profundidad los beneficiarios del amor de Jesús: el Padre, objeto de un
amor eterno, inmenso, infinito; María, colmada de gracias insondables; la Iglesia
en todas sus dimensiones; cada uno de nosotros en particular, gracias sobre todo
a la Eucaristía y la pasión. El padre Eudes analiza sutilmente la acción de las
divinas personas que coinciden en este misterio de amor que es la Redención del
mundo por el Verbo encarnado. Finalmente, después de citar extractos de
diversos autores, aun contemporáneos, que han escrito excelentemente sobre el
Corazón de Jesús, el santo termina indicando prácticas de culto, oraciones y sobre
todo meditaciones, llenas de doctrina y de unción, y «aspiraciones» al Corazón
divino.

Devoción eudista a los Sagrados Corazones

Para san Juan Eudes el corazón es el amor y la caridad. Pero en María y Jesús, el
amor es realidad compleja. En 1650 el santo le atribuía ocho dimensiones. Hacia
1665 adoptó la división tripartita: corazón corporal, corazón espiritual y corazón
divino: "tres corazones que son un solo corazón" a los que Pío XII en la encíclica
Haurietis aquas hará eco con su "triple amor". Los dos primeros corazones cubren
las mismas realidades para Jesús y María. El corazón corporal es el órgano
cardíaco pero también (en el siglo XVII "la sede de las pasiones". El corazón
espiritual es la memoria, el entendimiento, y sobre todo la voluntad, facultad del
amor. Es también la vida de gracia y de caridad, obrada por el Espíritu Santo. El
corazón divino, para Jesús, es su amor en cuanto Dios (Dios es amor) y en cuanto
principio, con su Padre, del Espíritu Santo. En cuanto a María es una criatura tan
vacía de sí misma que se puede decir con razón -como dice san Pablo- que ella
ya no vive sino que es Jesús el que vive en ella, que es el Corazón de su corazón
y por consiguiente ella tiene un Corazón todo divino.
La devoción a estos dos corazones es en primer tiempo contemplación. Para
Jesús se contempla el misterio insondable de su amor trinitario: amor del Padre y
del Hijo, origen de su vínculo de amor que es el Espíritu; se contempla su amor de
donde procede, por el Hijo, la creación, la encarnación redentora: "he aquí que
vengo", la Inmaculada Concepción, el misterio pascua], la Iglesia, los
sacramentos, fuentes de gracia. Jesús nos ama como el Padre lo ama a él, nos
hace sus herederos. Para María se contempla su corazón divino: María, modelo
perfecto de renuncia a todo cuanto no es Cristo, unida con adhesión total, la de la
esclava, a los pensamientos de Dios, por la fe; a sus promesas por la esperanza y
a su voluntad por la caridad, adhesión a las virtudes y a los estados y misterios de
Jesús.

En cuanto al culto, en lo que atañe a Jesús, se trata de adorarlo, bendecirlo,


glorificarlo y darle gracias, pedirle perdón y unir nuestra reparación a la suya cerca
del Padre. Luego, de responder a su amor con nuestro amor, y amándonos unos a
otros como él nos amó. En lo que mira a María se trata de venerarla, glorificarla,
agradecerle y sobre todo expresarle nuestra confianza. Pero, se trate del uno o de
la otra, es importante servirnos de su Corazón, el de Jesús, como de un tesoro, de
un oráculo, de una regla de vida. Se trata asimismo de apropiárnoslo porque nos
pertenece y luego de ofrecérselo pues contiene cuanto hay de más precioso: el
Corazón de su Padre y el de su Madre con quienes no tiene sino un mismo
Corazón. Finalmente hay que pedir a María que como ella formó a Jesús en su
Corazón, antes de formarlo en sus entrañas, lo forme también en nosotros y nos
lleve en su Corazón como a sus hijos muy amados, con su primogénito Jesús,
nuestro hermano.

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