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Maternidades en construcción: una reflexión a partir del concepto de experiencia

Delfina Julieta Schenone Sienra - Argentina


Flacso México

Resumen
El presente trabajo busca reflexionar sobre cómo han abordado la cuestión de la maternidad
distintas autoras feministas clásicas y rescatar la postura teórica de Teresa de Lauretis sobre
la experiencia como aporte para los estudios feministas sobre el tema. El feminismo ha
estudiado desde sus comienzos a la maternidad como una construcción socio-cultural, como
institución, como mandato y ha visibilizado la situación de miles de mujeres pero brindando
menor atención a las propias feministas que son madres. Asimismo continúa siendo necesario
darle voz a las propias mujeres y a su propia experiencia, que es a la vez social y personal.
Consideramos que el enfoque de Lauretis es importante para comprender de qué manera las
mujeres con hijxs viven su maternidad y cómo el proceso de experiencia es constitutivo de
su subjetividad. Su postura nos permite pensar además en la influencia que puede tener una
conciencia feminista sobre esa experiencia.

Palabras clave
Experiencia de maternidad - Conciencia feminista - Maternidad tradicional - Institución de
la maternidad - Patriarcado.

Introducción
En los últimos dos siglos y medio, ha prevalecido en las sociedades occidentales una
construcción sociocultural hegemónica de la maternidad que ha instituido una única manera
correcta de ser madre: el modelo de maternidad que se conoce como tradicional y que
permite designar quién es buena madre y quién no lo es. Ésta es presentada como un modelo
único, natural y necesario, capaz de definir a todas las mujeres-madres en tanto respondería
a una supuesta función biológica y social que es parir y cuidar de sus hijxs. En contraposición,
la extensa literatura feminista sobre el tema ha puesto en evidencia que no existe una única
maternidad, sino que hay diversas maneras de vivirla y ejercerla, buscando romper con ese

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modelo normativo de maternidad que es una creación del sistema patriarcal y que le ha sido
impuesto a las mujeres durante generaciones.
En el marco de una investigación en curso sobre la experiencia de construcción de
maternidad, se busca en este trabajo, por una parte recuperar y reflexionar en torno a una
selección preliminar sobre posturas feministas clásicas sobre la maternidad1, en tanto han
sido fundamentales para pensar a la maternidad desde un punto de vista diferente al
hegemónico que explicaba a la maternidad meramente desde una mirada naturalista y
biologicista, generando el espacio para que se pudiera avanzar en explicaciones
socioculturales que dieran cuenta de las relaciones de poder, de la desigualdad y de la
dominación patriarcal sobre las mujeres, entre otros temas; y por otra, proponer el enfoque
de Teresa de Lauretis sobre la experiencia como herramienta teórica para re-pensar la
maternidad en general y la maternidad de mujeres feministas en particular.
A pesar de que esta autora no se ha especializado en la cuestión de la maternidad,
plantea un abordaje teórico interesante y muy potente para pensarla, ya que a través del
concepto de experiencia -que consiste en un proceso dinámico en el cual se constituye la
subjetividad de lxs sujetxs en un movimiento constante entre su mundo interior y exterior-
se puede reflexionar acerca de cómo la experiencia de ser madre puede ser constitutiva de la
subjetividad de las mujeres pero sin que esto implique pensar en identidades estáticas,
estables, que sean un punto de partida, sino todo lo contrario, pensarlo como un proceso
dinámico, inestable, con la posibilidad de cambio siempre presente. Asimismo, permite una
inversión de la mirada frente a los estudios clásicos feministas, donde se partía de un
diagnóstico realizado por las analistas y teóricas, el cual se enriquecía y justificaba a través
de testimonios de mujeres, para pasar a tener como punto de partida a la voz de las propias
mujeres y su experiencia.
En el presente trabajo se busca aportar a la reflexión sobre la relación que puede llegar
a tener la maternidad con el feminismo. Para ello, se considera que tener una conciencia
feminista2, es decir ser consciente de la discriminación sexual y de las relaciones desiguales

1
El presente trabajo no incluye una revisión exahustiva de las posturas feministas clásicas. Tal como se
menciona, es parte de una investigación en curso y por lo tanto, se presenta una selección preliminar sobre las
mismas.
2
En este trabajo, no haremos diferenciaciones entre los distintos feminismos. Consideramos que cualquier
persona que sea feminista comparte una visión del mundo en la cual se reconoce que hay desigualdad con base

2
de género permite tener una actitud crítica e irreverente frente al ordenamiento de género.
Ello supone entender al feminismo remueve conciencias, replantea individualidades y
revoluciona una manera de estar en el mundo, ya que implica un cambio en la subjetividad,
en la manera de pensar, de ver, de estar y de interpretar el mundo (Varela, 2008: 11). Esto es
lo que nos permite pensar que la maternidad feminista puede identificarse con una postura
crítica frente a la maternidad como institución -la maternidad tradicional-, propia del orden
patriarcal dominante.

Pensar la maternidad: posturas feministas clásicas


La obra de las feministas clásicas como Simone de Beauvoir, Silvia Tubert, Victoria Sau o
Adrienne Rich -entre otras-, contiene en todos los casos una visión no idealizada de la
maternidad, una postura crítica y disruptiva respecto al pensamiento patriarcal dominante y
tiene como objetivo principalmente la denuncia de la maternidad como institución (Rich,
1986), el llamado ‘eterno maternal’, la ‘maternidad forzosa’ (Beauvoir, 2015), como destino,
normativa, de la maternidad que conocemos como tradicional, que no es otra que una
maternidad hecha por y para el funcionamiento y la reproducción del patriarcado: es la madre
abnegada, sacrificada, paciente cuya principal función y aspiración (ya que no debe tener
otras ambiciones) es parir, criar y educar a sus hijxs, tarea en la que debe encontrar su
realización como mujer.
Simone de Beauvoir es una de las autoras más paradigmáticas de esta temática y ha
sido una de las primeras feministas que ha denunciado la opresión que significa la maternidad
para muchas mujeres. Para mediados del siglo XX cuando ella escribe (más que lo que es
hoy día), la maternidad como institución se presentaba como una obligación para toda mujer
y como servidumbre. Esta autora buscó dar explicaciones y evidencia para mostrar que lo
que hasta ese momento había sido el destino de toda mujer, en teoría por argumentos
biológicos, no debía ser tal. Sin negar las diferencias biológicas y sexuales, quiso demostrar
que no había razón para justificar el orden patriarcal a raíz de esas diferencias. De ahí su
célebre frase: “No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico o

en el género y que hay relaciones de poder que se articulan en torno al mismo. Sin importar el tipo de feminismo
al cual se adscriba, se busca visibilizar y transformar esa realidad. Las diferencias radican en la identificación
de cuál es el origen de la desigualdad, cuáles son los mecanismos que la reproducen y cuál debe ser la manera
de combatirla, pero no son diferencias relevantes para el presente trabajo.

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económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana”
(Beauvoir, 2015: 207).
Tal como explica Zerilli (1996), su visión era particularmente negativa porque
buscaba atacar una maternidad que no era libremente elegida, sino que era una prisión de las
mujeres, de sus cuerpos y sus individualidades. Asimismo, en su búsqueda por desencializar
a la maternidad y desmitificarla, recurrió a una estrategia discursiva que le permitió resaltar
y visibilizar a través de numerosos testimonios de mujeres, cuestiones negadas hasta el
momento, como puede ser que “desde la infancia se le repite a la mujer que está hecha para
engendrar y se le canta el esplendor de la maternidad; los inconvenientes de su condición -
reglas, enfermedades, etc.-, el tedio de las faenas domésticas, todo es justificado por ese
maravilloso privilegio que ostenta de traer hijos al mundo. Y he ahí que el hombre, para
conservar su libertad, para no perjudicar su provenir, en interés de su profesión, le pide a la
mujer que renuncie a su triunfo de hembra” (Beauvoir, 2015: 473), a mostrar sentimientos
contradictorios y ambivalentes, a dar cuenta de los malestares, la frustración y las culpas que
las madres podían sentir. De hecho afirma que “todos los ejemplos bastan para demostrar que
no existe el ‘instinto maternal’… La actitud de la madre es definida por el conjunto de su
situación y por el modo en que la asume… es extremadamente variable” (Ibíd.: 496). A fin
de cuentas, lo que buscaba era romper con la asociación mujer-madre-naturaleza, mostrando
que la mujer era mucho más que sólo Madre, desmontando la idea del instinto maternal en
pos de evidenciar que la maternidad también es una construcción socio-cultural.
Su objetivo principal en El segundo sexo era denunciar las causas de la opresión de
la mujer. Es por eso que se puede decir, que ella parte de una postura de tipo estructuralista
y determinista, en tanto se enfoca en analizar cómo las condiciones sociales, políticas,
económicas e históricas condicionan a las mujeres y causan su subordinación. Como expone
Zerilli (1996), Beauvoir abre el terreno para comenzar a pensar otras significaciones de la
maternidad. Asimismo la autora no logra explicar “el deseo maternal más que como una
prisión” ya que no logra salir de la cuestión de “la rutina y la opresión” dejando por fuera los
“placeres y deseos femeninos” y es por eso que “el texto está limitado por su incapacidad
para explicar, entre otras cosas, por qué las mujeres y especialmente las feministas, siguen
teniendo hijos” (Rose cit. en Zerilli, 1996: 161).

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Si consideramos la obra de Victoria Sau (1994), podemos decir que su postura
comparte la visión negativa de Beauvoir al analizar también la maternidad tradicional
obligatoria. Su particularidad es que postula que la maternidad como tal no existe y lo que
conocemos en cambio, es una maternidad impostora: la maternidad-función-del-Padre. En
esta obra, la autora realiza un recorrido histórico desde un tiempo inmemorial en el que el
patriarcado aun no existía para mostrar cómo en determinado momento la figura del Padre
comienza a apropiarse de la Madre, a englobarla y fagocitarla para instaurar el patriarcado,
para luego revisar mitos griegos y judeo-cristianos donde se cristaliza el poder patriarcal
hasta llegar a la actualidad.
Cuando Sau afirma que la maternidad no existe, está pensando en que el patriarcado
ha despojado a las madres de su poder en la toma de decisiones, de sus funciones económicas,
sociales, políticas y culturales para sólo dejar sus funciones biológicas: la maternidad quedó
así “arrumbada, secuestrada, en el espacio de lo biofisiológico” (Sau, 1994: 14), lo que
permite su asociación a lo natural, a lo necesario, a lo instintivo. Sin embargo, para esta autora
“la maternidad biológica (concepción, embarazo y parto) así como por extensión la crianza,
no puede ser considerada ‘maternidad’ desde una perspectiva de rango humano si no va
seguida por su correspondiente trascendencia en lo económico, político y social” (Ibíd.: 21).
Lo paradójico, es que las mujeres han sido rebajadas a ser funcionarias de los padres, en tanto
cumplen las funciones biológicas que ellos no pueden realizar pero que de todas maneras
ellos controlan (la ilegalidad del aborto es un claro ejemplo de ello).
Su objetivo es poder demostrar que las madres tradicionales que conocemos no son
verdaderas madres, son “prisioneras de la función; investidas, por la fuerza de la misma;
portadoras de los valores del Padre; cobardes e hipócritas; cómplices de su abusador;
ambiguas…” (Ibíd.: 108-109), son de esta forma, ellas también, víctimas del patriarcado.
Precisamente, es la denuncia de esta situación, lo que permite comenzar a liberar a la madre
de la subordinación patriarcal para que pueda así emerger la verdadera Madre.
Por su parte, la obra de Silvia Tubert ha indagado acerca de la construcción de las
representaciones de maternidad y el proceso mediante el cual crean o configuran la realidad,
sin juzgar si le hacen o no justicia a lo que la mujer ‘realmente es’ (Tubert, 1996). Esto la
diferencia de otras feministas, pero a la vez se encuentra cercana a ellas en tanto también
analiza cómo las sociedades patriarcales, a partir de determinadas relaciones de poder, han

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impuesto a partir de la capacidad biológica de las mujeres, un “deber ser, una norma, cuya
finalidad es el control tanto de la sexualidad como de la fecundidad” (Ibíd.: 7), que no
responde plenamente a la maternidad biológica sino que es “un producto de una operación
simbólica que le asigna ciertas significaciones a la dimensión materna de la feminidad”
(Ibíd.: 9). Concuerda con otras feministas en que estas representaciones suelen unificar y
reducir a todas las mujeres a una misma imagen y a una misma identidad materna. Concluye
en que la maternidad “no es puramente natural ni puramente cultural; compromete tanto lo
corporal como lo psíquico, consciente e inconsciente” (Ibíd.: 13).
Por último, se retomará la obra de Adrienne Rich (1986), quien al igual que las otras
autoras que hemos mencionado, expuso las consecuencias negativas y la desigualdad de la
que eran víctimas las mujeres bajo el sistema patriarcal que les imponía una maternidad
obligada, la cual conceptualiza como “la institución de la maternidad”. En línea con el resto
de las autoras que se han revisado, su arremetida no es contra la maternidad en sí misma, sino
con un tipo de la maternidad: la patriarcal. Ella sostiene que hay dos significados de
maternidad: uno referido a la potencial relación de cualquier mujer con sus hijxs y otro
referido a la institución, que está diseñada para perpetuar el poder de los hombres sobre las
mujeres (Rich, 1986).
Lo interesante de su obra es que trabaja a partir de su propia experiencia como madre
para realizar el salto hacia un análisis de tipo estructural y socio-cultural: “sólo sé que viví
algo que se supone que es central para las mujeres, el sentido de sus vidas y lo que recuerdo
es que tenía ansiedad, enojo, culpa, aburrimiento, una división dentro mío: una división que
se hacía más aguda mientras tenía momentos de amor, y disfrute de los cuerpos y las mentes
de mis hijos, y de cómo me seguían amando a pesar de mis errores” (Ibíd.: 15). Al igual que
Beauvoir, busca mostrar un abanico de diversas experiencias maternas, de sentimientos
ambivalentes y contradictorios en torno a la maternidad para desmitificarla y desencializarla
para evidenciar que las mujeres no son sólo madres y que su identidad no puede fundirse con
una supuesta identidad materna. Asimismo, señala que son las mujeres las que
principalmente se encargan del cuidado de todos los seres humanos: ya sean las propias
madres, las abuelas, las tías, las cuidadoras, las empleadas de guarderías, las enfermeras,
entre otras.

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En líneas generales, podemos encontrar que hay una idea similar que recorre la obra
diversas feministas y es aquella que entiende que la maternidad está en función del
patriarcado, y que es “estar expuestas a la mirada del hombre lo que nos ha forjado tal como
nos vemos hoy: encubiertas por capas de ‘deber ser’, que se nos han propuesto como modelos
de identidad, que hemos tenido que asumir como propios y elaborar individualmente”
(Percovich, 1996: 239). La maternidad que niega el feminismo es una maternidad que le ha
sido impuesta y que a la vez le ha sido robada a las mujeres, porque no le pertenece. La
propuesta para comenzar a es profundizar en “la capacidad de ver, reconocer y significar la
propia posición, la propia experiencia en el mundo (de las mujeres)” (Ibíd.: 250).
Tal como hemos visto, muchas autoras clásicas han buscado desencializar,
contextualizar, historizar, desidealizar a la maternidad tradicional, a la maternidad como
institución, para poner en evidencia las causas estructurales que llevan a la mujer-madre a
tener una posición de subordinación y desventaja frente al hombre. Las teóricas que hemos
recuperado se han focalizado en destacar los elementos simbólicos, culturales y sociales que
se erigen en relación a la madre, dejando lo biológico (que hasta ese momento era lo
principal) en un segundo plano.
No obstante lo valioso y necesario de estos aportes, es preciso poder contemplar y analizar
la otra cara de la maternidad que ha quedado menos explorada: qué ocurre con el deseo de
las mujeres que eligen libremente ser madres, qué sucede con aquellas que son felices por su
condición de madres y que encuentran placer en la tarea de cuidar de sus hijxs. Para ello
continuando con el camino que iniciaron las feministas clásicas que buscaron dar voz a las
mujeres como Rich y basándonos en la propuesta de Teresa de Lauretis principalmente,
consideramos que hay que recurrir a la propia experiencia de las mujeres, a darle voz a sus
sentimientos, vivencias, contradicciones y ambivalencias, ya que creemos que éste es el
camino que permite profundizar sobre la diversidad de mujeres, de maternidades y de
subjetividades. Es precisamente sobre esta línea sobre la que consideramos que es preciso
avanzar.

(Re) pensar la maternidad: Teresa de Lauretis y el concepto de experiencia


Tal como se mencionó anteriormente, se considera que el concepto de experiencia es central
para profundizar en el estudio de la maternidad. Es a partir de este concepto, que se puede

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explorar en la diversidad de las maternidades a partir de la voz de las propias mujeres y
reflexionar acerca del papel que juega la maternidad en la constitución de la subjetividad de
las mujeres.
El concepto de experiencia que propone Lauretis no refiere al “mero registro de datos
sensoriales, o a la relación puramente mental (psicológica) con objetos y acontecimientos, o
a la adquisición de habilidades y competencias por acumulación o exposición repetida.
Tampoco uso el término en el sentido individualista e idiosincrático de algo perteneciente a
uno mismo y exclusivamente suyo… sino más bien en el sentido de proceso por el cual se
construye la subjetividad de todos los seres sociales” (Lauretis, 1992: 253).
Este concepto nos permite pensar que las madres feministas construyen su
subjetividad en un proceso continuo, que no es acabado, que no tiene ni un principio ni un
final preciso y diariamente nuevo, a partir de la interrelación o engranaje continuo entre lo
individual y la realidad social3. Lauretis argumenta que a partir del lugar que se ocupa en la
realidad social, se percibe y se aprehende como algo subjetivo las relaciones materiales,
económicas e interpersonales en las que viven, que son sociales e históricas. Su experiencia
como madres consiste en un “complejo de hábitos, disposiciones, asociaciones y
percepciones”, resultado de la interacción semiótica entre su “mundo interior” (personal) y
su “mundo exterior” (social) (Ibíd.: 288).
De esta manera, la autora concibe a la experiencia como un proceso continuo de
constitución de la subjetividad, como resultado de una interacción entre lo individual y lo
social (no es causal ni la respuesta a un estímulo, es un proceso). Su visión sobre la
subjetividad es que no se produce “mediante ideas o valores externos, causas materiales, sino
con el compromiso personal, subjetivo en las actividades, discursos e instituciones que dotan
de importancia (valor, significado y afecto) a los acontecimientos del mundo” (Ibíd.: 253).
Un elemento central de la perspectiva de Teresa de Lauretis que aquí recuperamos es
que sostiene que las mujeres constituyen su identidad a partir de la interpretación y
reconstrucción que realizan de su historia, en un contexto histórico y cultural discursivo

3
La distinción entre lo individual y lo social o entre el sujeto y la realidad social es meramente analítica. Teresa
de Lauretis aclara que la experiencia es una interrelación entre lo que se puede categorizar como social y lo que
se considera individual, que responde a elementos psíquicos y de la conciencia pero que no puede pensarse lo
individual por fuera de lo social. El objetivo de la autora es poder dar cuenta de que ambas dimensiones están
recíprocamente constituidas.

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particular. Así, su propuesta teórica para el caso que aquí analizamos, nos permite podemos
pensar que estas madres feministas tienen cierta experiencia materna particular y que su
identidad está constituida por un proceso en el que cada mujer interpreta y reconstruye su
historia personal dentro del horizonte de significados y conocimientos que pueden tomar de
la cultura y el momento histórico en el que viven. De este modo, es precisamente su
reconocimiento como feministas lo que aporta un elemento relevante para pensar en esa
interpretación y auto reflexión que ellas realizan sobre su condición como madres.
El feminismo ocupa un lugar fundamental en su desarrollo sobre la experiencia ya
que funciona tanto como una reflexión teórica como una práctica política que justamente
busca confrontar con la experiencia y producir cambios en la vida concreta y material de las
mujeres, mediante un proceso de concienciación o concientización. Es en el proceso mismo
de la experiencia, que se produce una continua modificación de la conciencia, y que funciona
como una condición para el cambio social. El feminismo permite crear nuevas estrategias,
nuevos contenidos y nuevos signos semióticos, y ha llevado a cabo “un cambio de hábito en
lectores, espectadores, hablantes…” y a fin de cuentas, creado un nuevo sujeto social: las
mujeres. Es por ello que el feminismo es una “actividad política, teórica, auto-analizadora
mediante la cual pueden ser re articuladas las relaciones del sujeto con la realidad social a
partir de la experiencia histórica de las mujeres” (Ibíd.: 293).
Lauretis retoma a Wittig y explica que “la conciencia de la opresión no es sólo una
reacción a (luchar contra) la opresión. Es una re valoración conceptual de todo el mundo
social” (Wittig cit. En Lauretis, 1993: 90), y destaca el lugar que tiene la resistencia y la
agencia o capacidad de acción de los sujetos, cuyas experiencias individuales son el resultado
de “una compleja red de determinaciones y luchas, como un proceso de continua
renegociación entre las presiones externas y las resistencias internas” (Ibíd.: 87). Es así, que
tal como mencionamos anteriormente, el proceso de la experiencia a partir de la
concienciación, posibilita un cambio primero de la subjetividad y segundo un cambio social
a partir de la resignificación y creación de nuevos significados.
A partir de la postura teórica de Lauretis, nuestra propuesta para una aproximación a
lo que podríamos denominar una ‘maternidad feminista’ es que ésta es una práctica social
que se ejerce como parte de un proceso de experiencia cotidiana, dinámica, movible de las
mujeres y que forma parte de la constitución de su subjetividad. Esta experiencia está

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constituida por re significaciones tanto al nivel de las percepciones como de las prácticas,
que estas mujeres construyen a partir de la tensión que viven frente a las significaciones
tradicionales de maternidad que expresan al ordenamientos social de género, es decir a la
institución de la maternidad o maternidad tradicional debido a su conciencia feminista.

Reflexiones finales
Este trabajo busca proponer y animar al estudio de la maternidad a partir de la experiencia
de las mujeres: darle voz a las madres, a sus sentimientos reales, a romper con la idealización
y con la norma que se les impone. Permitir que las mujeres se re apropien de su maternidad,
que la hagan suya nuevamente. Consideramos que expresar y compartir experiencias
personales y privadas, ha tenido para el feminismo y aún tiene una gran fuerza política y una
potencia liberadora. Es necesario continuar indagando en la diversidad de experiencias para
observar el fenómeno de la maternidad en toda su complejidad.
Las feministas clásicas nos han abierto un camino a partir del análisis y la denuncia
de la maternidad patriarcal y del perjuicio hacia las mujeres. El camino a seguir, creemos que
tiene que ver con dar voz a las madres, que durante tanto tiempo no la han tenido y cuyas
experiencias estaban relatadas desde la visión del Padre.
El modelo tradicional sigue vigente como modelo normativo, pero cada vez hay más
transformaciones, como el ingreso masivo de mujeres al ámbito laboral, la disminución en el
tiempo compartido con lxs hijxs y dedicado al cuidado, mayor participación de los padres o
el confiar el cuidado de lxs hijxs a otros agentes como servicios públicos o privados, que
permiten visibilizar la experiencia de distintas maternidades: como sostiene Adrienne Rich,
“los tabus se están cayendo, las máscaras de la maternidad se están resquebrajando” (1986:
25). El feminismo ha tenido mucho que ver con esto, con el objetivo de que las mujeres
puedan realmente elegir, que es el primer eslabón para pensar una maternidad libre.

Bibliografía

• De Beauvoir, Simone (2015). El segundo sexo, México, Debolsillo.


• De Lauretis, Teresa (1992). “Semiótica y experiencia” en Alicia ya no. Feminismo,
semiótica, cine, Madrid, Ediciones Cátedra.

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• De Lauretis, Teresa (1993). “Sujetos excéntricos: la teoría feminista y la conciencia
histórica”, en De mujer a género, teoría, interpretación y prácticas feministas en las
ciencias sociales, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina.
• Percovich, Luciana (1996). “Posiciones amorales y relaciones éticas” en Figuras de la
madre, Madrid, Ediciones Cátedra.
• Rich, Adrienne (1986). Of woman born. Motherhood as experience and institution, New
York, Norton & Company,
• Sau, Victoria (1994). El vacío de la maternidad. Madre no hay más que ninguna,
Barcelona, Icaria Editoral.
• Tubert, Silvia (1996). “Introducción” en Figuras de la madre, Madrid, Ediciones Cátedra.
• Varela, Nuria (2008). Feminismo para principiantes, Barcelona, B de Bolsillo.
• Zerilli, Linda (1996). “Un proceso sin sujeto: Simone de Beauvoir y Julia Kristeva, sobre
la maternidad” en Figuras de la madre, Madrid, Ediciones Cátedra.

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