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Milson Betancourt Santiago,

Carlos Walter Porto-Gonçalves

CUESTIONES CRÍTICAS SOBRE


EXTRACTIVISMO Y PRODUCTIVISMO:
UN ANÁLISIS DESDE EL PENSAMIENTO
CRÍTICO, LA ECOLOGÍA POLÍTICA Y LAS
PRÁCTICAS POLÍTICAS DE LOS GRUPOS
SUBALTERNIZADOS

En el siguiente ensayo quisiéramos cuestionar teórica y políticamente


la noción de “extractivismo” que ha surgido en la última década entre
ciertos sectores críticos de los modelos de desarrollo imperantes en la
región. Ejercicio difícil, si tenemos en cuenta que buena parte de los
académicos y activistas que vienen trabajando con esta noción, son
amigos y amigas que respetamos y de los cuales hemos aprendido
mucho, y que como nosotros se colocan en el campo crítico del capita-
lismo y del desarrollismo. No obstante, pensamos que es un ejercicio
importante, que lejos de ser un ejercicio meramente teórico, nos llama
la atención sobre los impactos políticos y analíticos, de los conceptos
con los que definimos y explicamos los procesos de despojo y devasta-
ción ambiental y humana de la economía dominante. Estos conceptos
tienen fuertes implicaciones sobre las estrategias políticas, sociales,
económicas y técnicas, con las que pensamos superar los desafíos so-
ciales, ambientales, que en el fondo son desafíos civilizacionales a los
que estamos enfrentados en el mundo hoy.
Hemos organizado esta crítica a la noción de extractivismo desde
tres ejes centrales: 1) desde el legado teórico y político del pensamien-
to crítico que consideramos más completo para explicar y analizar
los procesos de despojo, devastación humana y ambiental, que vive
nuestra región, y el mundo; 2) desde lo que podemos llamar como una

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ecología política de la razón moderna, que sustenta las ideologías y


prácticas de desarrollismo, productivismo y cientificismo, del sistema
mundo capitalista; y, 3) desde las prácticas políticas, económicas y
epistémicas de los grupos/clases sociales/pueblos/etnias/naciones del
mundo, que han sido subalternizados por el avance del capitalismo en
el mundo entero.

PRODUCTIVISMO O EXTRACTIVISMO: UNA MIRADA HISTÓRICO-


GEOGRÁFICA DEL CAPITALISMO Y SUS PROCESOS DE DESPOJO Y
DEVASTACIÓN
En la última década viene creciendo entre medios intelectuales y
activistas latinoamericanos, incluso entre aquellos que son críti-
cos al capitalismo, la noción de extractivismo. Esta noción surge
en un contexto de aumento de los llamados conflictos ambientales,
que preferimos llamar de conflictos territoriales, porque nos coloca
frente a la disputa sobre la materialidad-sentido del territorio, y por
tanto de nuestro ser, hacer, saber y vivir, lo que significa siempre
construir territorialidades, que se territorializan y que conforman
territorios desde las múltiples condiciones societales. Desde este en-
foque se comprende por qué el capitalismo está siempre en disputa
con aquellos pueblos/grupos sociales/clases sociales, que se recono-
cen con una territorialidad otra, arraigada, raizal, como territorios
para la reproducción de los ciclos de reproducción de la vida, pero
que son invadidos, sometidos y subordinados, por la progresiva ex-
pansión espacial del capitalismo, desde hace ya más de quinientos
años hasta hoy (Betancourt, 2015).
Vemos que la noción de extractivismo surge en el contexto de la
ampliación reciente de las explotaciones mineras, petroleras, para
posteriormente también ser extendido a otras formas de explotación
como monocultivos así como de obras de infraestructura como la
construcción de vías, puertos e hidroeléctricas, entre otros, que po-
tencian estas explotaciones intensivas de la naturaleza y de hombres y
mujeres, que son asemejados a una naturaleza a dominar. Esta noción
surge como panacea explicativa de los procesos de despojo y devas-
tación que estas explotaciones intensivas provocan, y es igualmente
una categoría con la que se han movilizado varios grupos ecologistas
y activistas en América Latina. Esta noción surge igualmente en un
contexto de crítica a los modelos de desarrollo imperantes en los lla-
mados gobiernos progresistas.
Si bien resaltamos la importancia política-movilizadora de esta
noción, nos parece importante resaltar algunas precisiones desde el
legado del pensamiento crítico¡Veamos!
En un reciente artículo de Alberto Acosta, se dice:

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El extractivismo es una modalidad de acumulación que comenzó a fra-


guarse masivamente hace quinientos años. Constituye una categoría
que permite explicar el saqueo, acumulación, concentración, destruc-
ción y devastación colonial y poscolonial, así como la evolución del
capitalismo hasta nuestros días […]

Con la conquista y la colonización de América, África y Asia empezó


a estructurarse la economía mundial: el sistema capitalista. Como
uno de los elementos fundacionales de la civilización capitalista se
desarrolló y consolidó la modalidad de acumulación extractiva, de-
terminada desde entonces por las demandas de los centros metropo-
litanos del capitalismo naciente. Unas regiones fueron especializadas
en la extracción y producción de materias primas, es decir de bienes
primarios, mientras que otras asumieron el papel de productoras de
manufacturas, normalmente utilizando los recursos naturales de los
países pobres o empobrecidos. Las primeras exportan Naturaleza; las
segundas, en su mayoría, la transforman y exportan bienes termina-
dos (Acosta, 2015).

Acosta nos presenta el extractivismo como un concepto de amplio al-


cance explicativo, especialmente cuando nos dice que el extractivismo
es “una categoría que permite explicar el saqueo, acumulación, con-
centración, destrucción y devastación colonial y poscolonial, así como
la evolución del capitalismo hasta nuestros días”, es decir, según este
autor, el extractivismo no solo explica el despojo y devastación, sino
que además explica la evolución del capitalismo.
Nosotros, nos preguntamos, ¿no será al contrario, esto es, no será
que es el capitalismo y su colonialidad desde siempre, las que explican
el saqueo, la acumulación, concentración de riqueza, destrucción y
devastación? ¿No será la razón productivista capitalista de acumula-
ción incesante, la que explica el progresivo aumento de la explotación
y extracción intensiva y destructiva de la naturaleza, no solo sobre
ciertas regiones, sino sobre el mundo entero? Veamos.
Nos apoyamos en las tesis del sociólogo peruano Anibal Quijano,
para identificar la génesis de la mentalidad productivista capitalista,
con la imposición de sus técnicas, y relaciones sociales y de poder, así
como su dependencia, de la explotación intensiva de la naturaleza, la
cual ha sido intensiva desde siempre en cada momento y para lo cual
siempre se han adecuado espacios del Capital y sus técnicas modernas
en cada momento.
Anibal Quijano (2006, 2000) entiende el sistema mundo capita-
lista moderno-colonial, como una “heterogeneidad histórico-estructu-
ral”, en donde la totalidad-mundo tiene múltiples génesis socio-espa-
ciales. De este modo, busca superar la visión clásica, según la cual el
capitalismo surge en Europa, y se va expandiendo sobre el mundo, el

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cual estaría bajo relaciones pre-capitalistas. Con esto busca entender


de manera conjunta, los procesos y “proyectos globales” y los proce-
sos e “historias locales” (Mignolo, 2003), en la formación del sistema
mundo capitalista moderno-colonial.
Para Quijano además, el capitalismo, como sistema mundo, ar-
ticula desde siempre, diferentes relaciones sociales y de poder, como
el salario, la esclavitud, la servidumbre, la reciprocidad, que lejos de
ser pre-capitalistas, están en la génesis y permanencia de la expansión
capitalista hasta hoy.
Quijano igualmente nos señala que la racialidad, como instru-
mento de clasificación de poblaciones y territorios constituye un pa-
pel fundamental para el capitalismo, justificando y legitimando su
sobre-explotación, al llamarlas de incivilizadas, salvajes, atrasadas,
o subdesarrollados como se les llama desde hace 60 años hasta hoy,
subordinando así diferentes campesinidades/etnicidades/nacionalida-
des, con sus respectivas territorialidades, a través de la colonialidad
del poder.
Desde esta perspectiva, es muy importante tener en cuenta que
desde el primer momento de la constitución del sistema mundo ca-
pitalista, los invasores de los territorios de Abya Yala, mal llamada
América Latina, si pensamos que aún hoy el 99% de las lenguas ha-
bladas en nuestra región son originarias de Abya Yala, y no lenguas
latinas. La noción de América Latina no deja de ser, de cierta manera,
un invento francés para reafirmar el dominio sobre nuestra región,
en el contexto de la disputa que se daba en la época entre la Europa
Latina y la Europa Anglosajona, que por la colonialidad territorial
que nos constituye, es una disputa por sus dominios sobre Abya Yala/
América Latina.
En fin, consideramos importante resaltar que desde el primer mo-
mento de la invasión, hasta hoy, se vienen estableciendo de manera
progresiva en el tiempo y en el espacio, complejos sistemas, que le-
jos de ser simples sistemas extractivos de naturaleza, son verdaderos
complejos que debemos entender en conjunto, pues aun cuando se
encuentren localizados de manera diferenciada, se encuentran ligados
como sistemas de producción /explotación /extracción intensiva de la
naturaleza y de subordinación de pueblos, sus saberes y haceres, que
fueron vistos por Europa como asimilados a simple naturaleza, por
ello sin cultura, por ello balo colonialidad territorial permanente y
progresiva.
Veamos un ejemplo interesante. En lo que hoy llamamos Cuba,
Haití y Brasil, se establecieron los primeros complejos del agronego-
cio en el mundo, cuando se instalaron ingenios que manufacturaban
la caña para producir azúcar. El ingenio, debemos aclarar, era una

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técnica de punta que no tenía paralelo en el mundo en aquel momen-


to. Con este ejemplo queremos subrayar, que nuestra región en aque-
lla época, germen del capitalismo, no solo exportaba simplemente
naturaleza o materias primas, sino un producto manufacturado con
una técnica muy moderna en su momento, pero que por más que sea
moderna técnica de producción, siempre va requerir de naturaleza,
así como de un régimen de relaciones sociales y de poder que se impo-
nen sobre pueblos subordinados por la violencia.
Incluso la explotación de oro y plata, estaba lejos de ser un sim-
ple extractivismo, y sí un complejo sistema técnico-productivo con
toda su espacialidad dominante que se apropiaba incluso de conoci-
mientos ancestrales de metalurgia y orfebrería del oro y de la plata,
sometiéndolos a relaciones sociales y de poder fundadas en el capi-
talismo y en la colonialidad, en donde la racialidad cumple un papel
estructurante.
De igual manera pretendemos desde esta perspectiva superar esa
división dual y dicotómica, entre producción y explotación (extrac-
ción) de naturaleza o, entre industrialización con tecnología de punta
y explotación intensiva de la naturaleza (“simplemente extractivismo
intensivo”), pues desde nuestra perspectiva, la producción, industria-
lización y modernización de las técnicas capitalistas de acumulación
incesante, siempre están vinculadas y presionando una mayor explo-
tación y extracción de naturaleza.
Igualmente queremos, desde esta perspectiva, destacar la excep-
cionalidad de este régimen de producción capitalista frente al extrac-
tivismo raizal de los pueblos, quienes desde la larguísima historia de
la humanidad, siempre se sustentaron en la extracción de medios de
vida de la naturaleza. La extracción de medios de vida de la naturaleza,
que había sido algo normal en la larguísima historia de la humanidad,
cobra nuevas escalas e intensidades, que serán ahora dependientes y
determinadas, por las necesidades productivistas de las metrópolis,
sus técnicas y relaciones sociales y de poder.
Así, no es el extractivismo simple por si solo el que genera la cri-
sis ambiental y humana que vive el mundo, porque los pueblos ori-
ginarios del mundo siempre supieron extraer medios de vida de la
naturaleza, pero con otra mentalidad territorial. Por el contrario, es el
productivismo capitalista, el permanente aumento de la producción,
y sus técnicas que buscan cada vez más eficiencia en el aceleramiento
de la producción y el consumo, las que llevan a que la explotación y
extracción de naturaleza adquiera nuevas escalas, sea cada vez más
intensiva, y se convierta en una “extracción destructiva”.
No se trata entonces solamente de una técnica de producción,
como normalmente se dice, sino también y sobre todo, una técnica

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de poder, que instituye relaciones sociales y de poder coloniales, que


se imponen sobre territorios y poblaciones de manera vertical, con el
objetivo de la acumulación incesante de capital.
Observamos en todo este proceso tres desconexiones fundamen-
tales, y que son esenciales para entender la evolución diferenciada en
el tiempo y en el espacio de la producción capitalista: la desconexión
(1) entre quién produce y a quién se destina esa producción; (2) entre
lugares/regiones/continentes y (3) entre la cualidad material de lo que
es producido y lo que se objetiva con esa producción expresada de
manera cuantitativa y abstracta en forma de dinero. De esta manera,
la cualidad de lo producido/extraído queda sometida, a la cuantidad
ilimitada de los números y su expresión en dinero, como riqueza abs-
tracta, lo que entonces significa que, los bienes comunes, y en general
la naturaleza finita, queda sometida a la ilimitada acumulación de
una riqueza abstracta valorada en números de dinero, que como tal
son infinitos. Algo insostenible bajo cualquier lógica, pero he ahí la
trampa mental del productivismo capitalista que desata la crisis am-
biental y humana que vivimos, pero en la que está anclada el episteme
moderno-colonial y su territorialidad.
El sistema productivo capitalista se auto-imagina sin límites, y
comienza a expandirse y a necesitar de la progresiva y cada vez más
intensiva explotación de la naturaleza, adecuando siempre sus técni-
cas, “modernizándolas” en cada momento. Esa separación/descone-
xión está en el seno del modo de producción capitalista, pues quie-
bra el envolvimiento, entre producción y usufructo, no solo social y
geográficamente, sino además entre lo material y lo simbólico. Este
imaginario productivista ilimitado capitalista, continuará no solo con
las políticas de modernización y progreso de los Estados comandados
por las elites nacionales, sino también a futuro del desarrollismo y el
crecimiento económico de los últimos 60 años.
Igualmente, este imaginario productivista olvida además que
ningún grupo/clase social/ sociedad, produce hierro, cobre, carbón,
aluminio, oro, petróleo, gas, agua, o energía solar; elementos sin los
cuales son imposibles los procesos productivos/extractivos, de hace
quinientos años ¡y de hoy! Lejos de ser bienes producidos, son bie-
nes naturales, o bienes comunes, con los cuales los pueblos indígena-
originario-campesinos del mundo, han sabido mantener una relación
material/simbólica/mítica, pues no son bienes producidos, sino dados
por la naturaleza, o bien donados por la Pacha para la reproducción
de la vida, y no para la reproducción incesante de capital.
Destaquemos aquí además, que estas nociones implican un tiem-
po lineal, que se viene imponiendo, sobre los tiempos cíclicos típicos
de los pueblos originarios del mundo. Lo importante de percatarse

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pasar de las monoculturas a las ecologías

de esto es que el carácter lineal progresivo de la razón productivista,


lejos de ser normal o lógico, es una excepcionalidad en la historia de
los pueblos de la humanidad, pues es una temporalidad de recien-
te origen. Sin embargo hoy vemos que este carácter excepcional se
normaliza, con la razón irracional del productivismo/desarrollismo
infinito. Así, consideramos que tiempo lineal, progreso y desarrollo,
conforman el núcleo epistemológico del discurso productivista, que
autodefiniéndose como infinito, se expandirá sobre un mundo y una
naturaleza finitos. Producción en crecimiento incesante, que como
vimos, lejos de separarse de la explotación intensiva de la naturale-
za, supone su permanente extensión y profundización hasta nuestros
días, adecuando espacios y técnicas a las necesidades de esta razón
productivista.
No olvidemos asimismo, que este sistema productivista, con sus
técnicas y relaciones sociales y de poder, siempre ha necesitado de la
economía de plantación
violencia para constituirse, en sus diferentes modalidades. Como ve- Mbembe

mos en el ejemplo de los ingenios, pero aplicable a otros regímenes


de explotación, la moderna técnica de los mismos fue introducida
para acumular capital junto con el trabajo esclavo, lo que nos mues-
tra que el capitalismo, como práctica sistemática de acumulación
incesante de capital, no se hace exclusivamente con trabajo asalaria-
do. Una técnica moderna de producción, el ingenio, es introducida
junto con el trabajo esclavo y el látigo, para acumular capital. Igual
sucede hoy con la producción de celulares y computadores que es
posible gracias a diversos sistemas de esclavitud moderna regados
por el mundo. Técnicas modernas de producción, formas de escla-
vitud y violencia, son partes constitutivas del capitalismo desde su
origen hasta hoy.
Esto es muy claro, por ejemplo, en las estrategias de persecución
a los líderes del TIPNIS1 en Bolivia, quienes no quieren producir para
el mercado capitalista, sino extraer del “mercado grande”, su territo-
rio, los bienes necesarios para sus vidas, al ritmo de sus necesidades
de sobrevivencia, y no al ritmo de las producciones agrícolas para la
exportación y de sus técnicas de aceleración del tiempo de produc-
ción y exportación. Pero también en la Amazonia peruana, en donde
diferentes actores, buscan la extinción de los pueblos en aislamiento
voluntario, para habilitar áreas para la producción de coca/cocaína o
aceite de palma. O, igualmente, en la Amazonia colombiana, en donde
los grandes empresarios colombianos y extranjeros, en alianzas con
grupos paramilitares, presionan la expulsión de campesinos e indí-
genas de sus territorios. Es este complejo productivista/explotador/

1 Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Secure.

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extractivista intensivo, el que vemos llegar a la Amazonia andina,


para el que son esenciales las modernas técnicas y adecuaciones de la
IIRSA2 (Betancourt, 2015).
Frente a todas estas consideraciones conceptuales en torno a la
noción de extractivismo, pensamos que la tradición de pensamiento
crítico nos ha legado un patrimonio teórico que supera ampliamente
lo que se pretende explicar con la noción descriptiva de “acumulación
extractiva”, que no tiene la rigurosidad y precisión, para comprender
integralmente, las complejas relaciones sociales y de poder que el ca-
pitalismo y la génesis del productivismo instauran; las mentalidades
que imponen, así como las nefastas consecuencias en términos de des-
pojo y devastación progresiva y sistemática en el mundo entero.
Consideramos que conceptos como el de acumulación primitiva
(Marx), del que Rosa Luxemburgo nos muestra que lejos de ser origi-
naria es permanente, o el contemporáneo concepto de David Harvey
“acumulación por despojo”, son conceptos más útiles para explicar y
analizar la razón productivista de acumulación de capital y sus rela-
ciones sociales y de poder, desde una perspectiva histórico-geográfica
a nivel mundial, que nos ofrece mejores perspectivas para entender lo
que hoy llamamos extractivismo como un fenómeno muy particular,
o especial, a partir de decisiones dentro del complejo económico ca-
pitalista en el mundo.
Lejos de ser una particularidad debida a malas decisiones de al-
gunos gobiernos de la región, es el resultado obvio y necesario de un
sistema económico que no tiene en cuenta la materialidad concreta de
su incesante acumulación-producción-extracción y sus relaciones so-
ciales y de poder, que determinan geográficamente ¿cómo?, ¿para qué/
quién?, y ¿dónde? se acumula, se produce y se extrae, en un contex-
to de unas globales/nacionales/regionales/locales y muy asimétricas y
complejas relaciones de poder.

EXTRACTIVISMO: UNA MIRADA DESDE LA ECOLOGÍA POLÍTICA


DE LA MODERNIDAD/COLONIALIDAD
Dos principios de la modernidad son (1) la separación entre sociedad
y naturaleza y (2) la desacralización de la naturaleza y los territorios.
Estos dos principios son constitutivos de la voracidad del productivis-
mo capitalista sobre-explotador de la naturaleza, así como la subor-
dinación de aquellos pueblos que mantenían/mantienen otra relación,
material/espiritual/simbólica, entre sociedad y naturaleza.
Sabemos que uno de los principales fundamentos de la llama-
da filosofía renacentista, y de los fundamentos epistémicos de la

2 Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana.

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llamada “civilización occidental”, consiste en la separación entre


Hombre y Naturaleza: el antropocentrismo. Que no consiste solo en
la separación, sino además en la jerarquización donde el Hombre se
convierte en sujeto, y la Naturaleza en objeto, para satisfacer nues-
tros deseos. Aquí presenciamos el surgimiento del antropocentrismo
que autoriza la dominación de la Naturaleza, que solo existiría, para
servirnos. De esta manera se instaura el olvido de la Naturaleza, y de
todos los que son asimilados a ella, esto es, los (salvajes) de la selva,
pero igualmente las mujeres, que como tal son asimiladas a simple
Naturaleza. sujetos subalternos

Es por ello, que a los seres humanos que habitaban/habitan Abya


Yala, se les desconoce su carácter de humanos, se les considera simple
Naturaleza, y por tanto como bienes a explotar, seres humanos cosi-
ficados como Naturaleza, en fin, como fuerza de trabajo a someter
y esclavizar. Pero para que no caigamos en tajantes dualismos entre
regiones, esta violencia también recaerá sobre la Naturaleza presente
en Europa. Como bien lo demuestra Silvia Federici (2016), el surgi-
miento del capitalismo al interior de Europa necesitó de la violencia
contra las mujeres (y sus saberes) por medio de la llamada cacería
de brujas, así como de la persecución y extinción del campesinado
europeo, para habilitar territorios para la producción agropecuaria, y
habilitar mano de obra en las ciudades para la producción industrial.
Mujeres y campesinos europeos, mantenían una relación material/es-
piritual/simbólica con la Naturaleza de donde extraían medios para su
sobrevivencia, relación que la modernidad, y sus discursos de progre-
so, desarrollo y productivismo, necesitaban/necesitan extinguir.
Ahora podemos pasar al segundo elemento básico de la moderni-
dad que mencionamos arriba, la desacralización de la Naturaleza y de
los territorios. Es común, entre las múltiples campesinidades y pue-
blos originarios que la humanidad en su diversidad inventó, que los
dioses habiten el mundo, ese mundo mundano que vivimos. De esta
manera, le otorgan un carácter sagrado al mundo, a la Naturaleza, a
las montañas y ríos, característica fundamental que hace que se limite
socialmente su dominación. Al final de cuentas: ¿cómo dominar a los
dioses?, ¿cómo vender/explotar la Pachamama, si además de diosa
es nuestra madre? El advenimiento del sistema mundo moderno-co-
lonial capitalista implicó no solamente des-territorializar hombres y
mujeres, de sus espacios de vida y de sus saberes-haceres, sino tam-
bién, expulsar los dioses de la tierra, desacralizar nuestra Naturaleza
y nuestros territorios (Porto-Gonçalves, 1989).
Registremos nuevamente, para evitar cualquier inversión del
polo geográfico de poder, y por tanto de nuevos centrismos, sean
ellos afrocentrismos o abya-yala-centrismos, que cuando afirmamos

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ECOLOGÍA POLÍTICA LATINOAMERICANA. VOLUMEN II

esa relación distinta común al mundo campesino/indígena incluimos


también al mundo no-burgués europeo que, sabemos, fue violentado
no solo con la desterritorialización de hombres y mujeres que vivían
en comunidad para ser re-territorializados en ecotipos (Eric Wolff,
1982) funcionales al capitalismo y a la expansión industrial urbana,
creando así la contradicción entre campo y ciudad.
Los campesinos europeos también verán la separación de sus dio-
ses de la tierra al ser negados sus saberes mítico-religiosos, que sa-
bían3 de los misterios de la vida, en el doble sentido de saber: el saber
cognitivo, pero igualmente el saber de sabor, aquel saber que se expe-
rimenta con el cuerpo, distante de aquel saber científico, que separa
saber de hacer. Estas relaciones simbólico-religiosas, eran/son esen-
ciales para re-ligarnos social-política-cultural-ecológicamente con la
comunidad de vida/physis/pachamama/madre tierra, entre otros mu-
chos nombres ya pronunciados para representar esta relación.
Así, con la Naturaleza desacralizada, hecha Objeto, el Sujeto
Hombre, fuera de la Naturaleza, puede efectuar entonces tranquila y
legítimamente su dominación. El Hombre-Sujeto se cree productor de
mundo, productivista, ocupando el lugar de los dioses. Y sabemos que
no se trata de un Sujeto-Hombre cualquiera, y si de un Sujeto-Hombre
masculino, blanco, portador de la Razón, la Razón Iluminada por la
Ilustración, en donde el modelo de pensamiento y de ciencia moderna
juega un papel fundamental en el arraigo de esta mentalidad y prácti-
ca productivista. Es esa razón antropocéntrica, blanca, burguesa pero
además falocéntrica, la que colonizará el mundo modernizándolo con
su capitalismo productivista y su colonialidad. No olvidemos que para
Francis Bacon, “la Naturaleza es una mujer pública; debemos tomar-
la, penetrar sus secretos y encadenarla a nuestros deseos”.
Es esta razón productivista la que justificará el colonialismo y
la acumulación primitiva, que sabemos (Rosa Luxemburgo) que es
permanente, y que es siempre una acumulación por despojo (Harvey),
despojo no solo de bienes materiales, sino de relaciones simbólicas,
con toda su violencia y devastación humana y ambiental, que se ex-
tiende progresivamente, en el tiempo y en el espacio, y que llega hoy
en las áreas de expansión geográfica del Capital, en la Amazonia, en la
Patagonia, en la Araucanía, en el Darién, en la Selva Lacandona, en la
Chiquitania, en el TIPNIS, y en Madre de Dios, en el Chaco, avanzan-
do sobre aquellas poblaciones y sus territorios de vida, de los cuales,
durante milenios extrajeron sus medios de vida.

3 (1) Saber/conocimiento y (2) Saber/sabor, en este caso, saber que se experimenta


con el cuerpo, con el tacto, con la lengua que sabe lo dulce/salado/amargo/agrio/
acido/picante entre tantos sabores/sabidos.

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Desde esta ecología política del capitalismo vemos que la noción


de extractivismo se presta para muchos mal entendidos. Desde pos-
turas ecologistas ingenuas de la preservación o la intangibilidad, así
como relaciones políticas y económicas entre regiones y países, per-
petuando prejuicios desde el mal llamado primer mundo o mundo
industrializado, hacia el mal llamado tercer mundo, mundo subde-
sarrollado, o en vías de desarrollo. Estos mal entendidos, son usados
maniqueamente para condenar países, gobiernos, economías, como
extractivistas, y en este tren se suben tanto ecologistas ingenuos y el
capitalismo verde, de la preservación y de la manipuladora intangibi-
lidad, como oportunistas de derechas que quieren desprestigiar a los
llamados gobiernos progresistas de la región4, señalando que caen en
el extractivismo, y no son capaces de asegurar crecimiento, industria-
lización y aumento de la producción. Es por ello también que debe-
mos reflexionar sobre el sentido teórico-político de esta noción y su
horizonte de sentido.

EXTRACTIVISMO, DESDE LAS PRÁCTICAS (POLÍTICAS) DE VIDA


DE LOS SUBALTERNIZADOS
En tercer lugar, creemos que la noción de extractivismo no le hace jus-
ticia a los pueblos indígena-originario-campesinos del mundo, subal-
ternizados, quienes desde hace milenios basan la reproducción de sus
vidas en complejas relaciones entre Hombre y Naturaleza, y en donde
la extracción de medios de vida tiene una importancia central en la
reproducción material y espiritual de sus formas de vida, sustentadas
sobre territorialidades físicas y simbólicas.
Para los grupos/clases sociales/etnias/pueblos/nacionalidades que
fueron subalternizados en la conformación del sistema mundo capita-
lista moderno-colonial, la caracterización del extractivismo como algo
negativo es, en lo mínimo, muy problemática. La lógica extractivista
común al mundo campesino/indígena implica una relación distinta
con el agua, el sol, la lluvia, el viento, el aire, la tierra/suelo, confor-
mando comunidades de vida, donde no se separa espíritu de materia,
naturaleza de cultura, sujeto de objeto, pares dicotómicos que aquí
destacamos para dialogar con la matriz de racionalidad logocéntrica,
impuesta por el eurocentrismo al mundo con su ciencia/técnica fun-
dada en el paradigma falocrático de dominación diseminado con sus
prácticas capitalistas burguesas/gestoriales.

4 No que las políticas públicas de desarrollo de los llamados gobiernos progresistas


no sean cuestionables en muchos sentidos, pero condenarlos como extractivistas, es
olvidar la continuidad histórica y geográfica de muchos males del capitalismo mun-
dial, como veremos.

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ECOLOGÍA POLÍTICA LATINOAMERICANA. VOLUMEN II

Desde esta perspectiva, condenar el extractivismo, bajo una vi-


sión productivista, es condenar la larguísima historia de los pueblos
de la humanidad, que supieron vivir creativamente con la extracción
de medios de vida, que les ofrecía/ofrece la naturaleza. Por ejemplo,
los campesinos de la selva amazónica brasilera, conocidos como se-
ringueiros, nos ofrecen una perspectiva teórico-política y práctica
distintas, habiendo incluso protagonizado una de las más creativas
propuestas de unidad territorial que designaron de manera positiva:
Reservas Extractivistas. La Reserva Extractiva es una unidad terri-
torial que abriga varias familias que combinan el uso familiar y el
uso común de las condiciones materiales de existencia, incluso de su
reproducción.
Al afirmar el extractivismo los seringueiros nos brindan una pers-
pectiva distinta para la relación que mantienen con los diversos ele-
mentos y entes de la selva y de los ríos de los cuales dependen y que
saben no producen. En fin, por ser un grupo social que se forjó en
una relación con la selva y con los pueblos indígenas saben (nueva-
mente en el doble sentido), que no producen el látex que extraen de
la seringueira (hevea brasiliensis), lo mismo con la castaña de Brasil
(bertholettia excelsa) y centenas de frutos y resinas, de los cuales de-
penden para su alimentación, o para hacer sus remedios, o para hacer
sus habitaciones, o para religarse entre sí (re-ligarse/religión) con sus
ceremonias o, incluso para brindarse un sentido estético con sus orna-
mentos, en fin, prácticas sin las cuales la vida no tiene sentido.
Estos pueblos, por tanto, saben (saber/conocimiento y saber/
sabor-corpóreo), que por ser recolectores, cazadores, pescadores, en
fin, extractores, dependen de la productividad biológica primaria, esto
es, dependen de la manera como creativamente con su saber extraen/
producen sus medios de vida. No son productores en el sentido que la
sociedad capitalista moderno-colonial atribuye. Por el contrario, por
ser extractivistas saben que dependen de la reproducción de la vida y
de todo lo que no producen para existir.

***

Hemos visto como la noción de extractivismo, de moda en la últi-


ma década en la región entre sectores que se consideran críticos al
capitalismo, no solo presenta vaguedades, si se le escruta desde los
mejores legados de la teoría social crítica, sino que además se presta
para confusiones maniqueas, como las de condenar un gobierno/país/
región como extractivista, como si el discurso y práctica productivis-
ta, incluso de tecnología de punta, no fuera quien promueve, susten-
ta y legitima, la constante, progresiva e intensiva explotación de la

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Milson Betancourt Santiago, Carlos Walter Porto-Gonçalves

naturaleza. Intelectuales y políticos de países como Alemania, Japón,


Francia, miran con desprecio al mal llamado tercer mundo, supuesta-
mente subdesarrollado y dependiente del extractivismo, como si sus
“economías productivistas” sustentadas con las tecnologías más mo-
dernas (celulares, aviones, naves espaciales, fármacos, automóviles),
que incluso se atreven a llamar de producciones limpias o desmate-
rializadas, no presionaran (con ejércitos legales o ilegales, tratados y
políticas internacionales de comercio) la intensificación permanente
de la explotación de la naturaleza incluso en sus propios territorios
nacionales.
En esta ruleta de prejuicios y dicotomías, muchas veces se su-
man activistas e intelectuales críticos de nuestra región, que como
Gudynas (2012) hablan del “vuelco extractivista de los últimos años”
de la “izquierda criolla”, resaltando novedades en procesos que en ver-
dad tienen una larga historia, y que tan solo son la continuidad de
otros procesos más profundos en los que el mundo entero se ha visto
sometido a la lógica productivista infinita del capitalismo que prome-
te desarrollo, progreso, crecimiento infinito, en un mundo muy finito,
y del que miles de pueblos que supieron vivir durante milenios crea-
tivamente con el extractivismo, hoy son arrollados –mejor sería decir
(des)arrollados– por el productivismo incesante de los últimos siglos,
y sus siempre modernas técnicas y territorialidades desacralizadas,
haciéndoles sentir en sus cuerpos a estos hombres y mujeres subalter-
nizados, la finitud (escasez de agua, suelos, aire) de este mundo.
Por estas razones, o desde estos tres ejes críticos, consideramos
que la noción de extractivismo, no le hace justicia ni a la historia de
la humanidad, ni a los grupos-clases sociales/etnias/pueblos/naciona-
lidades que vienen siendo víctimas de los procesos de despojo y de-
vastación que produce el capitalismo desde hace más de quinientos
años, y que desde entonces se encuentran en permanente expansión/
invasión y profundización, aunque de manera social y geográficamen-
te diferenciada.

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