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Trabajo Praá ctico - Didaá ctica General II

Síntesis - La autenticidad de la evaluación.


La evaluación influye de manera considerable en el contenido que los docentes
enseñan a los alumnos. Algo similar ocurre en el caso del aprendizaje. La forma en que los
alumnos van a enfocar el estudio de la materia, depende de la percepción que tienen de las
características de la evaluación. Un modo de modificar lo que realmente aprenden los
alumnos es cambiar la manera de evaluar aquello que aprenden. Por ello una manera de influir
en la motivación de los alumnos es incrementar la autenticidad de las evaluaciones.
“Evacuación auténtica” hace referencia a unan diversidad de nuevos enfoques de
evaluación que se contraponen a los utilizados habitualmente en la evaluación tradicional.
Dentro de este nuevo enfoque se suelen mencionar la evaluación no formal o alternativa, la
evaluación del proceso de realización, la evaluación basada en problemas. Y por otro lado
cuando hablamos de evaluación tradicional suelen citarse la evaluación dinámica, la evaluación
formadora o la evaluación formativa.
Lo que diferencia a estos enfoques es el nivel de veracidad de las condiciones en que
se realiza la tarea. Por lo tanto una avaluación será más auténtica en la medida que las
condiciones en que se realiza la tarea se acerquen a situaciones reales. Las diferencias de estos
2 enfoques son: Evaluación auténtica: Se evalúa directamente lo que realiza el estudiante, los
alumnos deben aplicar el conocimiento adquirido a situaciones de la vida extraescolar, Los
estudiantes deben justificar y argumentar sus respuestas, Se evalúa la capacidad de
desenvolverse apropiadamente en contextos sociales. Evaluación Tradicional: Utiliza ítems
indirectos para evaluar, muestra solo si los alumnos registran aquello que han aprendido en las
aulas fuera de ellas, Las preguntas habitualmente tienen una sola respuesta, Importa solo el
resultado, los elementos que se evalúan son fijos y se resuelven a través de la utilización
mecánica de formulaciones.
Una evaluación autentica tiene como particularidad dar importancia al proceso de decisión
necesario para la resolución de problemas, en el que se aplican distintas capacidades y saberes
como por ejemplo: Analizar la autenticidad de una tarea o determinada actividad que supone
ubicarla en un continuo de mayor o menor proximidad a la actividad que queremos en realidad
evaluar. Ese continuo se refiere al realismo de la tarea o evaluación, que vendrá definido por el
nivel de veracidad de las condiciones y requerimientos cognitivos en que se realiza la actividad.
Relevancia, se refiere al grado de utilidad del conjunto de capacidades que tratan de enseñarse
y evaluarse. Proximidad ecológica, hace referencia a la unión de la modalidad de la evaluación
adoptada con las prácticas de evaluación usuales del profesorado que las coloca en juego.
Identidad, puede pensarse como una estructura que evoluciona dentro de un proceso
dialectico de búsqueda de significados entre personas. Nos construimos en relación con otros.
Proporcionar desde los centros educativos una sucesiva integración en el mundo profesional
incluye, aparte de ayudar en el proceso de adquisición de conocimientos, proponer un
contexto de enculturización donde adueñarse de una identidad.
A continuación se clasificaran algunos instrumentos de evaluación conforme a su nivel
de autenticidad. Métodos habituales de la comunidad educativa, conformarían parte de este
conjunto las pruebas tradicionales de lápiz y papel, modelo “ejercicios”, es decir aquellas que
pueden resolverse mediante la aplicación mecánica de fórmulas. Son irrelevantes desde la
perspectiva del alumno y artificiales, puesto que su única referencia es intracadémica. Métodos
cercanos a los utilizados en la comunidad profesional, abarca los modos de evaluación
cimentados en las emulaciones y simulaciones en las que el estudiante puede manipular
algunas variables controladas de un determinado sistema y demostrar sus capacidades a través
de los resultados obtenidos. Son más relevantes para los estudiantes ya que evalúan facetas
funcionales de su futuro desempeño y suponen cierta encultirización, pero que conservan un
grado de artificiosidad al estar escasamente contextualizadas. Métodos con una buena dosis de
realismo y relevancia, incluye la resolución de conflictos auténticos que pueden conllevar la
exposición de situaciones tomadas de la vida profesional, sin embargo la actividad se desarrolla

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en el aula y normalmente en base a materiales escritos. Y por último los métodos de


evaluación que poseen un mayor nivel de autenticidad, implica modos de evaluaciones muy
realistas, relevantes, cercanas a las tareas profesionales y que ayudan a la socialización en la
comunidad profesional.
Para que una evaluación auténtica de resultados positivos es de suma importancia que
los estudiantes antes de enfrentarse a una situación de avaluación hayan tenido oportunidad
de practicar con alguna de sus modalidades. Otra Problemática es el nivel de conocimientos
que deben tener los estudiantes para revolverse tareas complicadas en situaciones pseudo-
profesionales. En el caso de que las situaciones planteadas lo superen, se recomienda
simplificar las tereas para evitar un impacto negativo sobre su aprendizaje. A continuación se
expone un conjunto de métodos de enseñanza y evaluación que facilitan una mejor transición
entre la comunidad educativa y la profesional.
Extrapolación: fortalecimiento del empleo de conceptos abstractos a conflictos del
“mundo real”. Emulación o simulación: se imitan escenas y prácticas del mundo extra-escolar
donde el estudiante puede experimentar o ser evaluado. Co-apropiación: se comienza a partir
de actividades de enseñanza o evaluación que requieren la colaboración en pares o en
pequeños grupos de estudiantes. Extensión: se filtran en la clase elementos pertenecientes a
la cultura profesional con el objetivo de aproximar al alumno a esa cultura. Restricción:
actividades o trabajos profesionales reales, pero de pequeña complejidad, con el objetivo de
disminuir los errores posibles. Participación: requiere ubicarse en el contexto profesional de
manera activa y comprometida, ejecutando labores completamente profesionales,
habitualmente bajo la inspección de un tutor. Co-evolución: incluye la realización de un trabajo
completamente profesional, a la par de otros profesionales.
Volviendo a las preocupaciones derivadas de una evaluación auténtica, normalmente
todavía se plantean dudas sobre si esta modalidad cubre todos los objetivos y contenidos que
tienen que evaluarse en una determinada asignatura. Por otro lado también se ha insistido en
que una tarea autentica debe ser realista y relevante, pero para quien ¿para el estudiante o
para el profesor? Algunos autores han puesto en evidencia la distancia que puede existir entre
lo que es auténtico para los alumnos y para los docentes. Otra complicación reside en la
posibilidad de efectuar una educada valoración de la eficacia de la evaluación autentica. En
una evaluación autentica, por el simple hecho de ubicar al estudiante en un contexto muy afín
al real, podríamos especular que la trasferencia de las competencias adquiridas y evaluadas es
automática, pero con esta percepción no es suficiente, es necesario demostrar que la
transferencia se produce adecuadamente. Por ende, una muestra indiscutible de que la
evaluación ha sido positiva consistiría en demostrar que el alumno, en una situación
completamente real, tiene la conducta, conocimientos y procede de manera adecuada en la
línea en que la evaluación había predicho.

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Síntesis - La evaluación entre dos lógicas.


La evaluación surge con las instituciones educativas cerca del siglo XVII, y se ha vuelto
propio de la enseñanza de masas que conocemos desde el siglo XIX, con la escolaridad
obligatoria. La evaluación inevitablemente incita las pasiones, puesto que revela la ignorancia
de algunos para sobresaltar la excelencia de otros. Al evaluar, inevitablemente se establecen
jerarquías de excelencia, a partir de las cuales se determinara el avance en el trayecto escolar,
la selección para entrar a un nivel superior de enseñanza, la calificación para ingresar al mundo
laboral. Evaluar es asimismo privilegiar una forma de ser en la clases y en el mundo, valorizar
modos y reglas de excelencia, determinar a un estudiante ideal, aplicado y dócil para algunos,
creativo e independiente para otros.
Por otro lado, las discusiones de hoy están ligadas a una nueva problemática de
valores, de la cultura, del sentido de escuela. No obstante, sería una equivocación creer que
estas discusiones siguen a la edad de oro de una evaluación exitosa e incuestionable. El asunto
es estar al tanto de si cada época reinventa, a su modo y en su dialecto, las imágenes
impuestas de una discusión de siempre, o si se trata hoy de algo nuevo. La idea de que la
evaluación puede ayudar al aprendizaje del alumno no es algo nuevo. A partir de la existencia
de las escuelas, los pedagogos se han posicionado en contra de la notas y aspiran a poner la
evaluación al servicio del alumno, más que al del sistema. No se acaban de redescubrir esas
pruebas y cada generación piensa que “ya nada será como antes”. Lo que no imposibilita a la
siguiente continuar por el mismo camino y conocer las mismas desilusiones. La carga del
pasado tiene demasiado peso, en las estructuras, en los textos y principalmente en las cabezas,
para que una idea nueva pueda incorporarse rápidamente. Así mismo en algunas escuelas las
notas ya han dejado de existir, es posible que estemos en una lenta transición de la medida
obsesiva de la excelencia a una observación formativa, en función de la regulación de los
aprendizajes.
La evaluación se encuentra en el centro de las contradicciones del sistema educativo y
del vínculo entre la selección y la formación, del reconocimiento y la negación de las
diferencias. No hay manera de mejorar la evaluación sin modificar el conjunto del sistema
didáctico y del sistema educativo. Es sencillo describir la evaluación como fluctuante entre 2
lógicas, aunque hay muchas otras. Pero nos centraremos en examinar las dos lógicas
principales del sistema una tradicional y otra emergente.
Refiriéndonos a la primera se puede observar que, la evaluación en la escuela está
ligada a la creación de jerarquías de excelencia. Los alumnos se comparan y luego se clasifican.
Entretanto que algunos profesores parten de exigencias predeterminadas, otros construyen
sus lineamientos a posterior, al servicio de la distribución de los resultados, aunque sin llegar a
colocar metódicamente la mejor nota posible al trabajo menos malo. La valoración mediante
notas de las labores personales y de conjunto, crean pequeñas jerarquías de excelencia, de las
cuales ninguna es definitiva, pero cuya acumulación y suma suponen la jerarquía final; “ya sea
porque ella se basa ampliamente en los resultados obtenidos en el curso del año” o “porque la
evaluación en el curos del año funciona como un entrenamiento para el examen”. La
calificación mediante notas es un mensaje que no dice al alumno lo que sabe, sino lo que
puede ocurrir si continua así hasta fin de año. Mensaje calmante para algunos, alarmante para
otros, que se dirige además a los padres, con el aviso implícito o explícito de intervenir antes
que sea muy tarde. Estas jerarquías que se forman no hacen más que informar la posición de
un alumno en un grupo, o sobre su diferencia con respecto a la norma de excelencia, que
acerca del contenido de sus conocimientos y capacidades. La otra función tradicional de la
evaluación es la de certificar los saberes obtenidos ante otras personas. Un diploma avala a los
posibles empleadores que su portador ha adquirido una formación. Pero esta certificación no
informa demasiado sobre el detalle de los conocimientos y capacidades obtenidas ni sobre el
grado de dominio alcanzado justamente en cada área, certifica solo que un alumno sabe
globalmente lo que debe saber. La certificación, en el interior del sistema educativo es solo un

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modo de medida de la división vertical del trabajo pedagógico. La evaluación no es un fin en sí,
sino que es un engranaje en el funcionamiento didáctico y en la selección y orientación escolar,
que se utiliza a la vez para examinar el trabajo de los estudiantes y para gestionar los flujos.
Posicionándonos desde la perspectiva de la segunda lógica se observa que la
institución escolar se ha adecuado durante mucho tiempo a las desigualdades de éxito que
estas parecen ubicarse en el orden de las cosas. Lo importante, evidentemente, era que la
enseñanza fuera dispensada efectivamente y que los estudiantes trabajaran, pero la pedagogía
no podía más que poner en evidencia la desigualdad de las capacidades. En este aspecto, La
evaluación formativa no tenía demasiado sentido: la escuela enseñaba y los alumnos
aprendían, si tenían la voluntad y las capacidades intelectuales para ello. La escuela no se
consideraba responsable de los aprendizajes. Cuando Bloom en los años sesenta, respaldo una
pedagogía del dominio, introdujo un nuevo postulado. Indico que, al nivel de la escuela
obligatoria, todo el mundo tiene la posibilidad aprender. De repente, la evaluación conseguía
ser la herramienta privilegiada para una regulación permanente de las intervenciones y las
situaciones didácticas. Desde el punto de vista de una pedagogía del dominio, su función ya no
era el de crear jerarquías, sino el de priorizar las adquisiciones y las formas de razonar de cada
estudiante lo necesario como para ayudarlo a mejorar en el sentido de los objetivos. Así surgió
la idea evaluación formativa.
Toda labor pedagógica descansa sobre una parte instintiva de evaluación formativa, en
el aspecto de que hay irremediablemente un mínimo de regulación, al servicio de los
aprendizajes o al menos de los funcionamientos visibles de los estudiantes. No obstante, para
que logre ser una práctica totalmente nueva, sería necesario que la evaluación formativa sea la
regla y se integre a un dispositivo de pedagogía diferenciada, en este sentido organizado
constante y metódico el que la aparta de prácticas usuales. La evaluación formativa no es otra
cosa que una forma de regular la tarea pedagógica, sin embargo no es una práctica corriente.
Cada profesor debería dirigir la acción prevista al servicio de sus resultados provisionales y de
las dificultades encontradas, pero se dirige a un grupo y regula su trabajo en función del nivel
general, de la dinámica de conjunto y de la distribución de los resultados más que del recorrido
de cada estudiante. La evaluación formativa supone un quiebre, porque plantea desplazar esta
regulación al nivel de los aprendizajes, e individualizarla. Debería precisar para cada estudiante
un diagnostico individualizado. En este sentido, las evaluaciones tradicionales se revelan de
escasa utilidad, porque básicamente son pensadas en vista del recuerdo más que de la
observación de los errores. Una evaluación formativa tiene que crear sus propias herramientas,
que van del test de referencia criterial, que define de forma analítica un nivel de adquisición o
de dominio, al análisis en condiciones de los métodos de trabajo, los procedimientos, los
procesos intelectuales de cada estudiante.

Argumentación

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Luego de la lectura de ambos textos se puede comprender y tener una nueva perspectiva
acerca de cómo los modos de evaluar pueden influir de manera negativa o positiva en el
aprendizaje de los alumnos, su trayectoria escolar, inserción en el mundo laboral y hasta su
vida social.
En lo que refiere al aprendizaje, evidentemente, la adquisición de nuevos
conocimientos variara en función de cómo el estudiante enfoca la materia. Y en este sentido
las características de la evaluación y el conjunto del sistema didáctico resultaran
determinantes. Si bien cada estudiante tiene una trayectoria escolar e influencias diferentes lo
que da la posibilidad de numerosos enfoques hacía las diferentes asignaturas, las “evaluaciones
auténticas” y modos más realistas de evaluar favorecerán el desarrollo de sus capacidades
cognitivas y sus capacidades para desenvolverse adecuadamente ante conflictos de la vida
laboral y social. El autor de uno de los textos al usar la expresión “evaluación auténtica” hace
referencia a una diversidad de nuevos enfoques de evaluación que se contraponen a los
normalmente utilizados en la evaluación tradicional. Lo que diferencia a estos enfoques es el
nivel de veracidad de las condiciones en que se realiza la tarea. Por lo tanto una avaluación
será más auténtica en la medida que las condiciones en que se realiza la tarea se acerquen a
situaciones reales. En el enfoque tradicional y los modos habituales de evaluar, se hallan las
pruebas tradicionales de lápiz y papel, modelo “ejercicios”, es decir aquellas que pueden
resolverse mediante la aplicación mecánica de fórmulas, en donde las preguntas
habitualmente tienen una sola respuesta e Importa solo el resultado. En cambio en el enfoque
opuesto donde los métodos de evaluación tienen mayor grado de autenticidad, los estudiantes
deben justificar y argumentar sus respuestas, implican modos de evaluaciones muy realistas,
relevantes, cercanas a las tareas profesionales y que ayudan a la socialización en la comunidad
profesional. De todos modos no hay que dar por sentado que los saberes se han adquirido de
manera adecuada por el hecho de que los alumnos se enfrenten a situaciones más semejantes
a la realidad. Una forma de comprobar que la evaluación ha sido efectiva es demostrar que el
alumno se desempeña de manera adecuada y aplica los conocimientos adquiridos, en
situaciones totalmente reales, como la evaluación había señalado.
Así mismo también es importante observar la reacción que tienen los estudiantes al
saber que serán evaluados, y sobre todo si es mediante las formas más tradicionales, para
finalmente ser calificados con un número y medir sus capacidades. No cabe duda que cada uno
adquiere una percepción diferente de acuerdo a la relación que este haya tenido con las
evaluaciones en toda su trayectoria escolar. En un gran porcentaje se puede percibir que los
estudiantes reaccionan negativamente o, en su interior nacen conflictos, miedos, dudas ya que
saben que una nota definirá su trayectoria escolar durante y al finalizar el año. No solo eso, si
no que pone al descubierto la ignorancia de algunos para destacar la excelencia de otros, e
inevitablemente genera categorías que los clasifican e influyen en sus emociones y autoestima
determinando de alguna maneras su vida laboral, escolar y social.

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