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5.

Las lenguas celtas

Es una de las familias que mejor podemos estudiar dentro del conjunto de las lenguas indoeuropeas, en la
medida en que tenemos testimonios antiguos, pero se trata de un grupo que tiene lenguas vivas en la actualidad, de tal
manera que podemos hacer un estudio diacrónico y seguir la evolución de esa familia, a lo largo de bastantes siglos, lo
cual no siempre es el caso de todas las subfamilias lingüísticas que existen dentro de la gran familia indoeuropea.

Empezamos a tener referencias a pueblos celtas de las fuentes clásicas, desde el siglo VI a.C., concretamente
en un autor griego como es Hecateo de Mileto, es donde empezamos a obtener información de las fuentes antiguas
acerca de la presencia de estos pueblos celtas, concretamente a partir de un testimonio de Hecateo, al tratar acerca de
Marsella, nos dice que es una ciudad griega de Liguria, próxima a la Keltiké, es decir, la zona donde habitan los celtas,
y esa es la primera mención antigua que tenemos a la presencia de estos pueblos en las fuentes griegas. Luego
encontramos otras referencias en el propio Hecateo y, luego donde ya empezamos a encontrar una información más
abundante es en la obra de Heródoto, a continuación tenemos un cierto vacío en las fuentes, hasta que en el siglo IV
a.C., reaparecen las referencias a estos pueblos en autores como Jenofonte, Platón, y serán muy abundantes las noticias
que ellos nos den, y nos dé Aristóteles, y desde ese momento empezamos a tener muchísima información en las fuentes
antiguas, griegas y latinas. Sí que es importante saber que en latín no se suele utilizar la palabra Celtae o Celtii, aunque
aparecen de vez en cuando en las fuentes latinas, pero lo más usual es que encontremos como concepto general en las
fuentes latinas es la palabra galli “galos”, para referirse, tanto a los que habitaban la Galia, como a poblaciones celtas de
otras zonas, como por ejemplo los que llegaron a invadir Roma.

Lo primero que tenemos que pensar es ¿en qué medida podemos caracterizar una determinada lengua de la
familia indoeuropea como celta? Esto no siempre es fácil, pero tenemos algunos rasgos principales, que nos permiten
dictaminar cuando nos encontramos frente a una lengua de la familia celta, fundamentalmente nos encontramos con que
las lenguas celtas pierden la oclusiva labial sorda, es decir, la P, en posición inicial y, en posición intervocálica, por
ejemplo la palabra padre, que todos conocemos, en una lengua celta como el irlandés es “athair”, igualmente, dentro de
las lenguas celtas la evolución de la labiovelar sonora indoeuropea es a labial, es a la oclusiva labial correspondiente y
las lenguas celtas también son uno de los grupos lingüísticos indoeuropeos donde se produce la fusión de las dos series
de oclusivas sonoras indoeuropeas, las oclusivas sonoras y las oclusivas sonoras aspiradas, todas ellas aparecen como
oclusivas sonoras. Este rasgo no es exclusivo de la familia celta, pero si que es un rasgo que presentan todas las lenguas
celtas.

Tenemos, en un trabajo de Miranda Green, The Celtic World un mapa, lo que sabemos sobre la expansión celta,
desde el punto de vista arqueológico, la presencia celta se ha vinculado con la cultura de Hallstatt, en centroeuropa, que
correspondería a la primera Edad del Hierro, y en un momento posterior se suele vincular con los elementos de la
cultura llamada de La Tene, aunque este segundo aspecto, el de la cultura de La Tene, que ya se desarrolla en la
Segunda Edad del Hierro, digamos que no puede generalizarse a todas las poblaciones celtas, porque cuando se hizo la
descripción primaria de la cultura celta, se estaba pensando, sobre todo en las poblaciones galas.

Un problema mencionable, es la clasificación dialectal de las lenguas celtas, tradicionalmente se había


distinguido entre el grupo de lenguas goidélicas y britónicas, y se diferenciaba entre estos dos grupos, en la medida en
que tenían un tratamiento diferente en la oclusiva labiovelar sorda indoeuropea, es decir, la *k w-, porque en las lenguas
del grupo goidélico, esa oclusiva labiovelar se mantenía, mientras que en las lenguas del grupo britónico evoluciona a P,
es decir, evoluciona a la oclusiva labial sorda, ese rasgo dialectal es el que se ha empleado tradicionalmente para la
clasificación de la familia, pero en cuanto empezamos a tener información más abundante y pudimos analizar las
lenguas celtas continentales, galo, celtibérico y lepóntico, es decir, las lenguas celtas atestiguadas en la antigüedad, se
vio que no era tan pertinente como se había creído hasta ese momento, porque las lenguas celtas, como se ha dicho
antes, no conservan la *p indoeuropea, con lo cual tienen el hueco estructural de la *p, y es normal que la labiovelar
sorda evolucione a p en muchas de las lenguas de este grupo y, por otro lado, el decir que las lenguas de tipo Q, es decir,
aquellas que mantienen la labiovelar indoeuropea, pues es muy poco decir, porque realmente es un arcaismo. Estos no
nos sirven para probar la proximidad dialectal entre lenguas, lo que nos sirve para mostrar un parentesco más estrecho
entre lenguas o entre dialectos es el desarrollo de innovaciones comunes, entonces, desde ese punto de vista, a partir de
los años 80 – 90 del siglo XX, se han propuesto dos tipos de clasificación dialectarl de las lenguas celtas, por un lado
una que clasificaba las lenguas celtas antiguas, galo, celtibérico y lepóntico por un lado, frente a las lenguas goidélicas y
britónicas, que presentarían algunos rasgos comunes como, por ejemplo el Orden de Palabras. Pero no parece que sea la
innovación más destacable y hoy en día se tiende a pensar que ese conjunto de las lenguas celtas, las que están más
estrechamente emparentadas son el galo y las lenguas del grupo britónico, mientras que características comunes que
presentan el grupo goidélico y, por ejemplo, el celtibérico, como es la conservación de la labiovelar sorda, son
arcaismos.

Lo que tenemos de la antigüedad son testimonios de la lengua gala, de la lengua celtibérica y de la lengua
lepóntica, luego tenemos algunas informaciones aisladas más, fundamentalmente información toponímica e información
sobre nombres propios, pues por ejemplo de pueblos como los gálatas, que llegaron a invadir Grecia y atravesaron hacia
Asia Menor y, de ellos tenemos también en las fuentes, información onomástica, pero no tenemos textos conservados en
su lengua, los únicos textos conservados están en galo, celtibérico y lepóntico.

EL LEPÓNTICO

Tardó bastante en ser reconocido como una lengua celta y, realmente, no fue aceptado como tal hasta los años
70 del siglo XX, sobre todo con la publicación de un libro titulado Lepontica, de Michel Lejeune, que identificó un
pueblo que era denominado Lepontii, es decir, los lepóntios en las fuentes clásicas y que ocupaban la zona del Norte de
Italia, la zona en torno a los lagos y los Alpes, estos pueden asociarse con la cultura arqueológica de Golasseca, que
sería continuación de la de Canegrate, que a su vez es una de los Campos de Urnas.

El corpus de inscripciones lepónticas no es demasiado extenso, está en torno a las 150, y en esas 150 muchas
veces se incluyen gráficos muy breves con no más de un par de letras, para escribir estas inscripciones se ha utilizado
un alfabeto derivado del etrusco arcaico, aunque presenta una peculiaridad, como es la utilización de la letra o, que no
se utilizaba en etrusco, puesto que no tenemos conservado ningún alfabetario, no sabemos si el uso de esa letra se debe
a un reaprovechamiento de una letra que no se utilizaba en etrusco, pero que se transmitía en los alfabetos.

Por lo que se refiere a la cronología, las inscripciones van desde la primera mitad del siglo VI a.C., al siglo I
a.C., y básicamente tenemos dos tipos de inscripciones: 1. Inscripciones sobre vasos cerámicos y, 2. Inscripciones
sepulcrales. Aunque hay que decir que incluso las inscripciones sobre vasos cerámicos han aparecido, generalmente, en
tumbas, lo que ha llevado a interpretarlas también como inscripciones dedicadas a los difuntos, aunque, no en todos los
casos está justificado, de todas maneras, lo más interesante son las inscripciones sobre piedra, pero sí que conviene
mencionar una inscripción sobre vaso, es la más antigua datada en lepóntico, que por contexto arqueológico y, por el
tipo de material se puede datar en torno al 527 a.C. -de esta inscripción, lo más interesante es el nombre, que se lee de
derecha a izquierda, χοςιοιςο-. Lo interesante son las inscripciones en piedra, en las que normalmente se repite la
palabra palaṃ, que se ha supuesto que significa piedra en el sentido de sepultura.

EL GALO

El caso del galo es más interesante, nos proporciona más información, y el tipo de inscripciones que tenemos
conservadas de la lengua gala, se clasifican en tres grupos en función del tipo de alfabeto que se usa para escribirlas.
Cuando se habla de inscripciones galo-etruscas, son inscripciones galas escritas en alfabeto etrusco, cuando hablamos
de inscripciones galo-griegas, son inscripciones galas escritas en alfabeto griego, y cuando hablamos de inscripciones
galo-latinas, son inscripciones, siempre en lengua gala, pero escritas en escritura latina.

1. Inscripciones galo-etruscas: se escriben en un alfabeto muy similar al empleado para las inscripciones
lepónticas, no son más allá de media docena de inscripciones, que aparecen en la Gallia Cisalpina, y aunque no están
bien datadas arqueológicamente, por los contextos se puede deducir, que no deben ser anteriores al siglo II a.C., porque
son bilingües, están en galo y en latín.

2. Inscripciones galo-griegas: Se vinculan con la presencia colonial griega en el Sur de Francia, la colonia de
Marsella es la colonia griega más importante de esta zona del Occidente mediterráneo, no es de extrañar que desde la
fundación de Marsella a finales del siglo VII, principios del siglo VI a.C., empecemos a tener influjos griegos en toda la
zona, unos influjos que se marcarán en el fomento de una incipiente epigrafía griega en la zona. La datación de las
inscripciones galo-griegas va desde el siglo III a.C., hasta el año 50 d.C., hay muchos tipos, muchas inscripciones son
funerarias, donde aparece el nombre del difunto y acompañado del gentilicio. Un grupo interesante son aquellas que son
dedicatorias a diferentes divinidades, donde aparece una fórmula con el verbo dar “δεδε”.

3. Inscripciones galo-latinas: es decir, las inscripciones galas escritas en escritura latina, de las que ya tenemos una
documentación bastante abundante, aunque el período de tiempo en que se escribieran no es demiasiado amplio, porque
ha de ser posterior a la conquista romana de la Gallia y, los documentos más recientes no parecen ir mucho más allá de
finales del siglo I d.C. Hay muchas inscripciones sobre cerámica, las más importantes procedentes de La Graufesenque,
centro de producción alfarera, muy activo, en el centro de Francia, donde tenemos muchas inscripciones, y luego
algunas largas como el Calendario de Coligny, la más antigua conservada de la antigüedad, aunque la información
lingüística que nos da es bastante restringida. Y también son interesantes en galo, las inscripciones de carácter mágico,
como el Plomo de Larzac, que ha permitido estudiar de primera mano la brujería en el ámbito galo, con cofradías de
hechiceras, que se denominan entre ellas “madres e hijas”. Otro plomo mágico es el de Chamalières, y un testimonio
muy importante, el Glosario de Endlicher, un glosario galo-latino, que se conserva en una copia del siglo IX, pero que
se puede datar del siglo VI.
EL CELTIBÉRICO

El celta de la Península Ibérica, de la que tenemos inscripciones, tanto en escritura latina, como en una variante
de escritura ibérica, adaptada para escribir el celtibérico, concretamente tenemos dos formas de adaptación de escribir
en celtibérico, una variante oriental, y una variante occidental, que, sobre todo, se distinguen por la utilización que
hacen de las nasales. Se escriben en un semisilabario muy típico del celtibérico, las Tesseras de hospitalidad, pequeños
documentos que muestran acuerdos de hospitalidad entre un individuo y una comunidad. En celtibérico han aparecido
algunas de las inscripciones más importantes de la antigüedad, los bronces de Botorrita, que se cuentan entre los textos
más largos de la antigüedad. Aunque su interpretación sigue siendo problemática en muchos puntos.

GRUPO GOIDÉLICO O GAÉLICO

Dentro de este grupo tenemos el irlandés, el escocés, y la lengua de Man. Curiosidad de la división cronológica
de la lengua irlandesa, suele generar mucha especulación el alfabeto oghámico no produce problemas, lo entendemos
muy bien y, lo único que presenta de raro es que es un alfabeto que se hace a base de combinar diferentes líneas en el
borde de la inscripción, no son esotéricas, básicamente son funerarias, lo que conocemos nos ha llegado a través de
manuscritos, como el Lebhor na Huidre (/lebor na hidra/).

GRUPO BRITÓNICO

El galés, el córnico, y el bretón, de ellas, el córnico es una lengua ya extinta, por lo demás se suelen distinguir
varios periodos. Y el bretón, que no procede de una lengua antigua, sino de una repoblación medieval desde la isla de
Gran Bretaña.

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