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EL CONDICIONAMIENTO OPERANTE
David Premack estableció un principio según el cual las conductas de más alta
probabilidad pueden fortalecer a las conductas de más baja probabilidad, es decir,
pueden reforzarlas; a dicho fenómeno se le llama principio de Premack y
correspondería a un tipo especial de reforzamiento positivo. Por ejemplo, es
posible fortalecer la conducta de estudio de un niño reforzándole con permitirle
salir a jugar a la calle. En estos casos el reforzador no es un objeto sino una
actividad (Chance, 2001).
El castigo. Pero así como existen consecuencias que aumentan la probabilidad de una
conducta, existen otras que disminuyen la probabilidad de las conductas, a estas se les
llama castigo. Por ejemplo, si un niño pequeño le jala la cola a un gato y éste lo araña, es
probable que en el futuro no lo vuelva a hacer. Al igual que en el reforzamiento, también
existe el castigo positivo y el negativo. El castigo positivo consiste en la aparición de un
estímulo aversivo, un adolescente puede recibir una bofetada de su padre por decirle una
grosería, alguien puede tener una enfermedad gastrointestinal por tomar agua sin hervir,
etc. El castigo negativo consistiría en disminuir la probabilidad de una conducta
eliminando algún tipo de reforzador, por ejemplo: a alguien se le decomisan sus bienes
por no pagar una deuda, una mujer abandona a su esposo por que le fue infiel.
Hacia 1948 Skinner publicó una novela utópica llamada “Walden Dos” donde
describe la vida en una comunidad que aplica los principios del condicionamiento
operante, utilizando al máximo el reforzamiento y evitando el uso del
castigo. Skinner creía que en una comunidad así era posible lograr una felicidad
auténtica.
Extinción. Así como las conductas pueden ser fortalecidas a través del reforzamiento,
también pueden ser debilitadas hasta desaparecer a través de la extinción, la cual
consiste en eliminar la contingencia entre la conducta y el reforzador eliminando este
último cuando la conducta se presenta (Skinner, 1953). Por ejemplo, si tenemos un
televisor que se acaba de dañar, dejamos de intentar de prenderlo porque la conducta ya
no se refuerza, si cambiaron la chapa de una puerta y no tengo la llave nueva voy dejando
de intentar abrirla con la llave vieja. En la aplicación a la vida real, si un niño obtiene lo
que quiera a punta de pataletas y escándalos, es posible eliminar esa conducta disruptiva
eliminando la atención que se le provee al niño cuando hace tales espectáculos.
Hasta acá hemos hecho referencia a dos de los términos de la triple contingencia:
las conductas y sus consecuencias, ahora vamos a hablar del papel de los
estímulos antecedentes. Primero debemos considerar el hecho de que toda
conducta sucede en un contexto, ante unos estímulos específicos y no ante otros,
por ejemplo, en un salón de clase es habitual que escuchemos y escribamos, pero
no que comamos, durmamos o bailemos; es más probable que me coloque un
casco si voy a montar en una moto a que me lo coloque si voy a montar una
bicicleta. Sin embargo, lo que define que una conducta se presente ante ciertos
estímulos y ante otros no son las consecuencias; así por ejemplo, si un edificio
tiene dos puertas de entrada y en la puerta de la derecha la entrada es fácil pero
en la puerta de la izquierda la puerta a veces está con llave o está dañada, en el
futuro es mucho más probable que opte por la puerta de la derecha. Entrenar a
una persona a responder de cierta manera ente unos estímulos se llama poner las
conductas bajo el control de estímulos. Un entrenamiento en control de
estímulos muy común es la enseñanza de la lectura, donde a cada letra y sílaba le
corresponde un sonido muy preciso, en tal caso por ejemplo, al grafema “b” le
corresponde el sonido bilabial /b/ y no otro.