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AMY CARMICHAEL
Biografía de una Sierva de Dios
Redactado por:
Albert Rodríguez
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CONTENIDO
Pág.
AYUDAS COMPLEMENTARIAS 21
BIBLIOGRAFÍA ELECTRÓNICA 22
SOBRE EL USO DE ESTA OBRA 23
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AMY CARMICHAEL
Biografía de una Sierva de Dios
Albert Rodríguez
Obra gratuita para revisión de estudio
Blog ESCRIBIENDO PARA SU GLORIA
Febrero 2019
Prohibida su venta
MÉXICO
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La Primera vez que oí
de Amy Carmichael
C
onfieso que en mis diez años de ser convertido por la misericordia del SEÑOR, nunca había oído
nada de Amy Carmichael. Fue gracias a Tim Challies, uno de mis escritores cristianos
favoritos en la actualidad, que supe de la existencia de esta sierva de Dios. Suelo ver
regularmente los videos que se publican en Tim Challies en Español (para Facebook). Desde ahí se
publicó uno con el título de “Irlanda Épica” con Tim Challies de conductor. En el video, Tim visita
la Oficina de registros públicos de Irlanda. Aquí es donde él comenta por primera vez sobre Amy
Carmichael:
Esta mención me dejó intrigado. Nunca había oído de ella. Luego la escena cambia con Tim apoyado en
una mesa con un libro muy viejo en sus manos. Nervioso y emocionado, él comenta:
“La Biblia de Amy Carmichael. Esto está bueno. El Salmo 50. Al leer sus Salmos, ella
escribía muchas notas, y muchas anotaciones con colores. Miren esto. Sí, el Salmo 51 está
cubierto con diferentes lápices de colores, lleno de notas, toda la página llena de pensamientos
valiosos sobre cada versículo. Luego esta pequeña nota:
Mientras Tim leía las palabras de Amy Carmichael, pasaban tomas en transición de la Biblia. La misma
que se usó para esta introducción. Fue su devoción a Dios lo que atrajo mi atención. Me emocionó ver la
dedicación de esta humilde mujer al escribir en su Biblia sus oraciones, pensamientos y meditaciones.
De hecho, me fascinan las Biblias usadas. Tal como diría Charles H. Spurgeon: «Una Biblia que se
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cae en pedazos usualmente pertenece a una persona que no lo está». Al ver esta Biblia me animó
mucho para mis tiempos devocionales.
Decidí investigar sobre ella, conocer su vida, cómo Dios la usó para Su gloria y qué ejemplo servicial y
legado literario dejó para las siguientes generaciones. Como resultado de mis búsquedas sobre su vida y
escritos, surgió el breve resumen de su biografía. Vale la pena que leas acerca de cómo el SEÑOR obró
en la vida de Amy Carmichael.
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La vida de Amy Carmichael
[Primera Parte]
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Amy Carmichael
(1) El nacimiento de una sierva de Dios
Guillermo y Catalina fueron los padres piadosos de Amy Wilson Carmichael. Ambos tuvieron el
privilegio de tener hogares cristianos. Este antecedente le dio a Amy buenos fundamentos de la fe en
Cristo.
En 1859 llegó un avivamiento del Espíritu Santo en el país; lo que dio lugar a grandes conversiones por
medio de la predicación del Evangelio. El metodismo, las iglesias bautistas y darbistas constituyeron los
motores de estos nuevos “despertares” evangélicos durante el Siglo XIX en la “vieja Europa”. Los
padres de Amy fueron testigos de este mover espiritual de parte de Dios en su época y este fue el
contexto en el que ella vino al mundo.
Guillermo y Catalina se casaron en la Iglesia Prebisteriana de Irlanda cerca del año 1865.
Amy Carmichael nació en el seno de una familia presbiteriana acomodada el 16 de diciembre de 1867 en
el pequeño pueblo de Mullingar, Westmeath (Irlanda del Norte). Siendo la mayor de siete hijos,
ella tuvo una niñez feliz en un hogar seguro y amoroso, a pesar de las estrictas disciplinas del hogar de
los Carmichael y sin falta asistían a las reuniones dominicales.
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El padre de Amy era considerado como un hombre instruido en las Sagradas Escrituras. Cada día, toda
la familia tenía un tiempo devocional cuando sonaba el repique de una campana. Era una señal para
avisar que ya era momento de reunirse para escuchar la Palabra de Dios. Guillermo tomaba asiento con
una Biblia abierta en sus manos, la leía y la explicaba. La instrucción bíblica de los hijos a edad muy
temprana tenía la ventaja de que las lecciones moldeban sus mentes y corazones; y estimulaban la
memorización (léase Proverbios 22:6; Salmo 119:11). Eso es algo que él aprovechó para sus
pequeños.
También el Catecismo Menor de Westminster se usó con mucha frecuencia en su hogar de los
Carmichael; pues Guillermo procuraba que su familia estuviera sana en cuanto a las doctrinas de su
iglesia local.
También a él le agradaban los sermones escritos de Charles H. Spurgeon (1834-1892), que en aquél
entonces se publicaban semanalmente. Tenía la costumbre de llevar a su familia de paseo los domingos
por las tardes, los sentaba bajo un árbol de buena sombra, y les leía el nuevo sermón de Spurgeon cada
semana que se publicaba.
Catalina, la madre de Amy. Catalina, tuvo un corazón ocupado en criar a sus hijos para el SEÑOR.
Ella era una madre irlandesa llena de un amor tierno y de una firmeza.
Como ayuda idónea de Guillermo, la labor de Catalina era la de explicar los asuntos difíciles que sus
hijos no comprendían cuando eran muy pequeños y también disciplinarlos si fuese necesario
(emulando al ejemplo de Eunice y Loida, léase 2 Timoteo 1:5). Solía cantarles todo el día, ponerles
tareas para memorizar textos aprendidos de la Biblia para que se quedara en ellos para siempre.
Muchas veces sentaba a sus pequeños hijos en sus rodillas, recordándoles y mostrándoles que Jesús los
amaba.
La vida de oración y de fe en Dios. Cuando Amy tenía 3 años vivió una anécdota hermosa con su
madre. Toda su familia tenían los ojos de color azul. Cuando Amy nació, ella era morena y con los ojos
de color café. Su apariencia le causó un pequeño trauma incomprensible y lloraba por no tener los ojos
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azules. Catalina usó la inquietud de Amy para enseñarle sobre el poder y la soberanía de Dios en la
oración, así como Sus sabias maneras para responderlas. Así que la madre de Amy la animó a orar con
fe para que Dios cambiará el color de sus ojos cafés (léase Lucas 11:1; Romanos 12:12).
Años mas tarde, Amy comprendería que su apariencia fue de gran apoyo cuando ella se vestía con un
“shari hindú” (una prenda típica de la región de la India); para rescatar la vida de cientos de niñas
entregadas a la prostitución en los templos paganos. Sus ojos cafés y su piel morena le ayudaron a
integrarse entre los pobladores hindúes. Aquí vemos un precioso testimonio de la soberanía de Dios; y
cuando Él responde “No” es porque tiene buenas y sabias razones para negarse a ciertas peticiones de
oración.
Las buenas influencias que Dios usa para preparar el llamado. Guillermo y Catalina no
fueron los únicos maestros de Amy y sus hermanos. También una joven espiritual se quedaba en el
hogar para enseñar a los niños. Su nombre era Elenora Milne. Se le consideraba como una amada
hermana mayor. Elenora llenó a los niños con muchas historias de misioneros y mártires, relatos de la
India y las muchas necesidades en aquel país. Además, se inculcó en ellos el amor por la lectura,
poesía, la historia, y la geografía lo que alimentó la imaginación de los infantes.
A los 12 años, el padre de Amy se mudó a Belfast (Irlanda) para negociar. Debido a su fama de
hombre piadoso, muchos predicadores y líderes de otras iglesias visitaban el hogar de los Charmicael.
Gracias a estas visitas, Amy escuchaba a estas personas charlar de doctrinas, de almas, de los hechos de
los misioneros, y de la edificación del Reino de Dios (leáse 1 Corintios 11:1; 1 Tesalonicenses 1:6-
7).
La escuela de Dios para el carácter piadoso y compasivo. El llamado de Amy incluía servir a los
pobres en la India. Su madre ignoraba sus inquietudes internas sobre el propósito de su vida o el
porvenir; y Dios la usó para moldear a su hija. ¿Cómo? Amy adquirió la costumbre de regalar comida a
los más necesitados. Catalina cocinaba una sopa para los ancianos y los pobres de su pueblo. Amy y sus
hermanos repartían la sopa entre la gente humilde. Estas obras de caridad que aprendió de su madre
formaría parte de su servicio en la India (léase Hechos 9:36; 1 Timoteo 2:9-10; Tito 3:14).
Siendo la hermana mayor, Amy solía encargarse de sus hermanos cuando enfermaban. Dios le dio la
capacidad para cuidar y consolar con mansedumbre. Era tan buena que los enfermos deseaban que ella
los cuidara.
A los 17 años el padre de Amy falleció repentinamente después de una quiebra financiera. Este
lamentable hecho la forzó a dejar el internado para regresar a casa a ayudar a su familia. Su madre
viuda se vio obligada a ir a Inglaterra para trabajar en el comercio de su hermano. La familia cayó en
la pobreza y Amy pasó a ser como una segunda madre para sus hermanos. Dios usó esta tragedia
familiar para moldear a Amy, a fin de que ella fuese una vasija de honra y servir con amor a los demás
(léase Romanos 8:28-29).
Ejerciendo el don de Dios para enseñar. También a los 17 años, Amy comenzó a dar clases
vespertirnas de la Biblia a los niños y pobres cada domingo. De estas sesiones bíblicas se formó un
grupo llamado “La Vela de la Mañana”. Cada miembro del grupo tomó el compromiso de levantarse
temprano cada día para estudiar la Biblia y orar. Los sábados se reunían y compartían lo que habían
aprendido o confesaban sus fallas de la semana.
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También se inició una clase semanal para las niñas trabajadoras de las fábricas de la ciudad. Amy tuvo
tanta carga y compasión por ellas de que se consagraran para el SEÑOR que procuró con diligencia
cuidarlas de las influencias mundanas (léase Judas 1:23). Esta clase creció hasta tener unas 500 niñas.
Fue gracias a la instrucción y el ejemplo de sus padres y la gracia de Dios que pudo ella ser capaz de
enseñar a otros y darles a conocer el precioso Evangelio de Jesús (léase Efesios 6:4; 1 Timoteo
4:13; Tito 2:7). Esto fue imprescindible para su llamado a las misiones.
“Todo en la vida de Amy Carmichael tenía su por qué, igual que en cada una de las nuestras. Nació en
una familia acomodada, perdió a su padre, el color de sus ojos nunca cambió… Todo estaba
milimetrado en ella desde antes de la fundación del mundo para que pudiera llegar a ser la gran
mujer (más bien la sierva) de Dios que llegaría a ser” (Paréntesis añadidos).
Por cierto, todavía Dios está moldeando a Sus siervos de la misma manera.
Al entrar a la edad de los 20 años, Amy sirvió en la obra misionera que daba hogar a los pobres. En
1887, durante la Convención Keswick, escuchó a Hudson Taylor (fundador de la Misión al
Interior de China) hablar sobre la vida misionera. Luego de asombrarse del precioso trabajo de este
hombre de Dios, ella tuvo la confirmación de su llamado a la obra misionera en el extranjero.
La obra misionera de Amy fuera de Irlanda se inició con Japón y se quedó ahí durante 4 años.
Posteriormente fue a China y Ceilán. Pero siempre supo que el SEÑOR la quería al sur de la India
(país que amó y adoptó) y respondió a ese llamado con una devoción de todo corazón. Su trabajo
misionero en la India comenzó en 1896 a los 31 años; y tuvo una labor ininterrumpida de 55 años hasta
su muerte. Ahí fue su obra más conocida de su vida. Nunca pidió licencia para regresar a casa. Jamás
tuvo vacaciones en su ministerio. Por cierto, nunca se casó.
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SEÑOR, Amy también sufrió por aquellos que le causaron tristezas y aflicciones, pero ella dejó los
resultados a Dios confiando totalmente en Él y en Su control.
Por ese amor a los niños, que siempre llegaban a Amy en un mayor número, fundó la Fraternidad
Dohnavur: una comunidad en orfanatos para niños en peligro de ser forzados a realizar labores
indignantes en los templos y santuarios locales. Para muchos era un centro de entrenamiento y sanidad.
Por cinco décadas ella ayudaría a rescatar y criar a más de 1,000 niños que crecieron amando a Jesús.
Estos niños se sentían tan amados por ella que la llamaban “Amma” (“madre” en lengua tamil). Esta
Confraternidad existe hasta hoy.
Cuando le pedían a Amy algún consejo sobre el llamado y el trabajo misioneros, ella solía responder: “A
quien la Mano Divina esté llamando: debe hacer sus cuentas, porque Él nos llama, pero que haga sus
cálculos al pie de la Cruz y ahí considere el costo” (léase Lucas 9:57-62; 14:28-33). Si alguien quería
unirse a su equipo de trabajadoras, Amy les decía: “No vengan a menos que puedas decirle al SEÑOR y
a nosotras: «Es la cruz lo que me atrae»...” (léase Lucas 14:26-27).
La pregunta de Amy para aquellos que querían ser parte de su equipo tenía relación con cuánto más
podrías dar el amor: “Se puede dar sin amar, pero no se puede amar sin dar”. Ella no trataba de
romantizar las misiones. Dejó en claro que el servicio sería solo posible por un amor profundo por Dios
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y por las almas que no conocen del Evangelio. Ella nunca evitó hablar del calor, el aislamiento, la
soledad, las condiciones primitivas, las enfermedades y la muerte. Las heridas y las cicatrices
se daban por sentado. Mas adelante, estas experiencias dolorosas de las misiones inspiraron a Amy a
escribir su poema “¿Sin cicatrices?”:
Amy vivió en carne propia muchas dificultades mientras servía a sus pequeños: cuando una compañera
era amada y muy necesitada partía sin repentinamente para ya no volver, o la disentería se propagaba
entre las guarderías para infectar a los niños recién rescatados de los templos paganos, o cuando la
enfermedad amenazaba con destruirlos. Peleó contra pérdidas devastadoras, insomnio, problemas del
corazón, hipertensión, y otras aflicciones físicas y demandas emocionales muy profundas. Sin embargo,
todas estas experiencias, aunque angustiosas, fortalecieron a Amy en su fe en el SEÑOR y su debilidad
fue suplida por Su gracia (léase 2 Corintios 12:9-10).
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“Con tantos a quienes cuidar –tanto trabajadores como niños– su fe era probada con frecuencia. Las
preguntas le llegaban por todos lados, tanto desde su país como del nuevo. ¿Cómo vas a alimentar a
tantos? ¿Qué harás con la ira de los sacerdotes del templo por “robarles” la fuente de su ingreso?
¿Cuándo encontrarás tiempo y recursos para educar a los niños mayores? ¿Dónde encontrarás los
fondos y los trabajadores para los edificios que hacen falta? Amy sabía que la fe no significaba tener
la respuesta para toda pregunta en la vida. Pero ella tenía a Alguien a quien llevarle las
preguntas, y pasaba mucho tiempo en oración buscando Sus respuestas. Creía que Dios conducía a
sus hijos de tres maneras –a través de Su Palabra, a través de la dirección interna del Espíritu, y (con
frecuencia, pero no siempre) a través de las circunstancias. Si la voz era la de Dios, las tres
coincidirían. Adonde fuera y cuando fuera que Él la dirigiera, ella le seguía. Ella confiaba en Él para
guiarla y proveerle [...] Con el transcurrir de los años, aprendió a no ceder ante los temores por el
futuro. Cuando el tiempo llegaba, se daba cuenta que no le importaba tanto como ella lo había
temido. Dios siempre suplió Su gracia prometida. «Él va delante»...” (Énfasis en negrita
añadido).
A pesar de ello, nada le impidió a seguir a cargo de Dohnavur. Sus “hijos” le instalaron una cama
apropiada en lugar del tapete sobre el piso de mosaico, y aprendió a aceptar este lujo, junto con las
flores y chucherías de sus amados niños. Amy crió, educó y enseñó desde su cama o silla. Veía a cada
miembro de su familia cada media hora, sin importar que sus dolencias fuesen casi constantes. Siempre
era tomada en cuenta para todas las decisiones familiares. Todos esperaban y oraban por su
recuperación; pero nunca ocurrió.
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(9) Su literatura: Inspiración para servir por amor al Salvador
Pasó mucho tiempo escribiendo prosa y poesía; fruto derivado de sus meditaciones y oraciones
anotadas en su Biblia y de su tiempo devocional con el SEÑOR. Escribió 14 libros durante estos años y
que dieron la vuelta al mundo. Todos sus escritos tenían un tema constante: “Fuimos salvadas para
servir”. Algunas de sus obras publicadas son: “Desde Surise Land: cartas desde Japón” (1895), “Las
cosas tal como son: El trabajo de la misión en la India del Sur” (1903), “Capullos de Loto” (1909), “Sus
Pensamientos Dijeron... Su Padre Dijo” (1951), “Si yo...” (1953); “Y las Orillas de Sus maneras” (1955).
A través de sus libros y escritos, el ministerio de Dohnavur llegó a ser conocido e influiría en muchas
vidas (como las de Jim y Elisabeth Elliot).
Además de los libros que se publicaron, Amy escribió en privado para la familia allí. Se cuentan miles y
miles de cartas personales, junto con cientos de cantos y poemas. Eran cartas escritas a mano y las
respuestas iban y venían con lentitud.
En sus últimos años, ella rememoraba sobre cómo dejó su familia y amigos para servir tan lejos, y
escribió al respecto: “Mi vida, del lado humano estaba quebrantada, y nunca volvió a ser restaurada.
Pero Él ha sido suficiente”. Su consuelo era saber que “pronto todos hemos de estar juntos en la ciudad
del Padre” (léase Hebreos 11:16; 12:22).
Tal como ella creía acerca de la promesa de cómo iba a morir, así falleció el 18 de enero de 1951. Amy
escribió su último poema de amor:
Aunque muchos sufrieron por su pérdida, lo hicieron en contra la voluntad de Amy, pues les había
escrito: “Cuando oigan que he partido, ¡Brinquen de gozo!” (léase 2 Timoteo 4:7-8).
Con todo lo que Amy vivió, ella fue el perfecto retrato de estas palabras:
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Amy Carmichael:
El legado de su devoción
[Segunda Parte]
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No conozco nada del amor del Calvario
(Su escrito más famoso)
Si puedo criticar fácilmente los defectos y pecados de cualquier persona; si puedo hablar con ligereza
incluso de las faltas de un niño, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
Si puedo disfrutar un chiste que se hace a expensas de otro; si puedo, en cualquier forma, despreciar a
alguien en una conversación, o aun en mi pensamiento, entonces no conozco nada del amor del
Calvario.
Si puedo decir una palabra áspera o tener un pensamiento cruel, sin sentir dolor ni vergüenza,
entonces no conozco nada del amor del Calvario.
Si le echo en cara a alguien un pecado del cual se arrepintió, que ya confesó y abandonó, y permito
que el recuerdo de aquel pecado ocupe mi mente y alimente mis sospechas, entonces no conozco nada
del amor del Calvario.
Si no tengo la paciencia de mi Salvador con las almas que crecen lentamente; si casi no conozco lo que
es sufrir los agudos dolores de parto, hasta que Cristo sea completamente formado en ellas, entonces
no conozco nada del amor del Calvario.
Si temo decir la verdad por miedo de perder el cariño de alguien, o porque podría creer que yo no
entiendo y que estoy equivocado, o porque puede estropear mi reputación de persona amable; si mi
buen nombre está antes que el máximo bienestar del otro, entonces no conozco nada del amor del
Calvario.
Si me contento con curar una herida a la ligera, diciendo: paz, paz, donde no hay paz; si olvido las
conmovedoras palabras: El amor sea sin fingimiento, y le quito el filo a la verdad por hablar con
lisonjas, y no con rectitud, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
Si me aferro a una opción, cualquiera que sea, sólo porque es la que a mí me gusta; si le doy cabida a
mis gustos y aversiones personales, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
Si soy blando conmigo y me deslizo cómodamente dentro del vicio de la autocompasión; si yo, por la
gracia de Dios, no practico la firmeza, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
Si no cierro la puerta en el instante en que me doy cuenta de que la sombra del yo está cruzando el
umbral; y si no mantengo esa puerta cerrada mediante el poder de Aquel que produce en nosotros así
el querer como el hacer, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
Si me siento ofendido con facilidad; si me siento conforme cuando persisto en mantener una relación
fría y distante, aunque sea posible entablar una amistad, entonces no conozco nada del amor del
Calvario.
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Si algo que me cae por sorpresa puede lograr que yo responda con una palabra intolerante y sin
amor, entonces no conozco nada del amor del Calvario. Una copa llena de agua dulce no puede
derramar ni una sola gota de agua amarga, aunque la sacudan de repente.
Si me resiento con aquellos que, según mi parecer, me censuran injustamente, olvidando que si me
conocieran tanto como yo, me censurarían mucho más, entonces no conozco nada del amor del
Calvario.
Si digo: «Sí, perdono, pero no puedo olvidar»; como si el Dios que limpia dos veces al día toda la
arena de todas las playas del mundo, no pudiera llevarse esos recuerdos de mi mente, entonces no
conozco nada del amor del Calvario.
Si me reservo algo en mi entrega a Aquel que tuvo tanto amor, que dio a quien más amaba, por mí; si
en mi oración existe algún «pero» secreto, o un «cualquier cosa menos eso, SEÑOR», entonces no
conozco nada del amor del Calvario.
Si me enredo en cualquier pasión desordenada; si hay cosas, lugares o personas que impiden mi
obediencia al SEÑOR, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
Si no me olvido de algo tan trivial como los logros personales, para que la idea de que yo tenga éxito
nunca cruce por mi mente, o si lo hace, nunca le dé cabida ni por un instante; si la copa de la
adulación espiritual me sabe dulce, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
Si evito ser «arado», con todo lo que esto implica: una manipulación brusca, situaciones
desagradables, aislamiento, pruebas extrañas, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
Si me niego a ser un grano de trigo que cae en la tierra y muere, o sea que «es separado de todo
aquello en lo que vivía antes», entonces no conozco nada del amor del Calvario.
Si pido ser librado de la prueba en lugar de pedir liberación por medio de ella, para la alabanza y la
gloria de Dios; si olvido que el camino de la cruz me lleva a la cruz y no a un jardín florido; si regulo
mi vida, o mi pensamiento, con base en estas pautas, incluso sin darme cuenta, y por eso me
sorprende y me extraña que el camino sea escabroso, a pesar de que la Palabra dice: «No os
sorprendáis…Tened por sumo gozo» (1 Pedro 4:12; Santiago 1:2-4), entonces no conozco nada del
amor del Calvario.
Si ambiciono algún lugar en la tierra distinto al suelo polvoriento en la base de la Cruz, entonces no
conozco nada del amor del Calvario.
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Aquello que no conozco, ¡Enséñamelo, oh SEÑOR, mi Dios!
Poemas y oraciones
¿Sin cicatrices?
Llama de Dios
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Una oración
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Y donde quiera que ellos estén
guíalos al hogar, al atardecer.
Frases célebres
“Se puede dar sin amar, pero no se puede amar sin dar”.
“Denme el amor que guíe mi camino. La fe que nada pueda desalentar. La esperanza que no se canse
de desilusiones. La pasión que arda como el fuego. Dejen que me hunda para ser un terrón. háganme
su combustible”.
“Mi vida, del lado humano estaba quebrantada, y nunca volvió a ser restaurada. Pero Él ha sido
suficiente”.
“Si no tengo misericordia, así como mi Señor tuvo misericordia de mí, entonces no conozco nada del
amor del Calvario. Si ambiciono algún lugar en la tierra distinto al suelo polvoriento en la base de la
Cruz, entonces no conozco del amor del Calvario”.
“Si me reservo algo en mi entrega a Aquel que tuvo tanto amor, que dio a quien más amaba por mí,
entonces no conozco nada del amor del calvario”.
“Es sabio confiar que Dios suplirá el deseo que Él mismo ha creado”.
“El único derecho que tiene el cristiano es el derecho a renunciar sus derechos”.
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AYUDAS COMPLEMENTARIAS
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BIBLIOGRAFÍA ELECTRÓNICA
I. Fuente Online consultada para la Biografía de Amy Carmichael:
(1) “La vida hogareña de Amy Carmichael de Dohnavur” | Por Dennis Kenaston
(traducido). Cortesía del sitio: El Cristianismo Primitivo.
(2) “Amy carmichael, preciosa irlandesa de ojos café” | Por: Beatriz Garrido. Cortesía
del sitio: Protestante digital.
(5) “Avivamientos en la vieja Europa del S. XIX” | Por: Mario Escobar Golderos.
Cortesía del sitio: Protestante digital.
(2) “No conozco nada del amor del Calvario” | Cortesía del sitio: Una joven con
propósito. Extraído del libro “Si yo...” por Amy Carmichael. Copyright © 2001 Centros de
Literatura Cristiana.
(6) “Palabras sobre perseverancia” (Traducción libre) | Extraído del libro “Cambie sus
actitudes cambie su vida” de Robert Jeffress. Capítulo 3: “Perseverancia contra derrota”.
Copyright © 1995 EDICIONES LAS AMÉRICAS A. C. Pág. 48-49.
(7) “Oración por los niños” | Cortesía del sitio: Consejería Espiritual.
(1) “La Biblia de Amy Carmichael” | Extracto del video “Irlanda Épica” con Tim
Challies. Cortesía de Tim Challies en Español (Vía Facebook). Min. 5:00.
(2) Material fotográfico de Amy Carmichael para la portada e interiores | Cortesía del
Proyecto Gutenberg (sólo en inglés).
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