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Juan Esquerda Bifet

ESPIRITUALIDAD
MISIONERA

SEGUNDA EDICIÓN
ESPIRITUALIDAD
MISIONERA

POR

JUAN ESQUERDA BIFET


Profesor de la Pontificia Universidad Urbaniana y
director del Centro Internacional de Animación
Misionera (Roma)

SEGUNDA EDICIÓN

BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS


LID • MCMLXXXII
ÍNDICE GENERAL

PRESENTACIÓN, por el cardenal prefecto de la Sagrada


Congregación para la evangelización de los Pueblos.

INTRODUCCIÓN

I. Una nueva etapa de evangelización


Signos de la acción del Espíritu Santo en la
evangelización actual. Un nuevo mordiente
de la palabra «salvación». Preparación evan-
gélica y plenitud. Autonomía y madurez de
la Iglesia particular. Identidad del trabajo
misionero. Misión en general y nuevos mi-
sioneros. Pobreza en la comunión y en la
sencillez. Acento actual en la espiritualidad
y oración. Fraternidad y colaboración entre
apóstoles. Centros neurálgicos de nuestra so-
ciedad. Mundo «secularizado» y exigencia de
gestos y experiencias. Signos de los tiempos
y evangelización.

II. Significado y dimensiones de la espirituali-


dad misionera
Cristianismo como misión o espiritualidad
misionera del cristiano: la revelación cristiana
o Palabra de Dios para todos los hombres,.
Jesús Salvador universal, el don de la fe, re-
percusión misionera de todo lo cristiano, na-
turaleza misionera de la Iglesia, la vida cris-
tiana según el Espíritu. Espiritualidad del
apóstol o misionero: espiritualidad y aposto-
lado, espiritualidad del misionero, situaciones
Biblioteca de Autores Cristianos, de La Editorial Católica, S. ^ especíales hoy. La espiritualidad cristiana en
Madrid 1978. Mateo Inurria, 15. Madrid. un encuentro con la espiritualidad no cristia-
Depósito legal: M. 14.378-1982 na: un WjPúgT" 1 o la repercusión universal'
ISBN: 84-220-0882-3 de . éiípirituaE^i lo específico de la espi-
Impreso en España - Printed in SpaíjvjT
índice general índice general XI

Págs.

ritualidad cristiana, comunidades cristianas de Actitudes concretas de «vida apostólica» ... 167
oración y caridad, la espiritualidad como evan-
gelización. La «vida apostólica». Líneas bíblicas y con-
ciliares de la «vida apostólica»: éxodo o de-
Naturaleza y características de la evangeli- jarlo todo, escatología o abrir nuevos cami-
zación 81 nos, profetismo o anunciar el Reino, signo
Misión o apostolado: Cristo Mesías (ungido) personal de Cristo. La figura espiritual del
y apóstol (enviado), los apóstoles, apostolici- apóstol: dimensión de universalidad, frater-
dad de la Iglesia, elementos constitutivos del nidad apostólica, generosidad evangélica, es-
apostolado o misión, participaciones de la mi- piritualidad en el ejercicio del apostolado. Las
sión. La acción evangelízadora: naturaleza y virtudes concretas del Buen Pastor: cercanía
características, universalidad de la evangeliza- al hombre y a los acontecimientos, caridad
ción cristiana, condicionamientos históricos y pastoral, obediencia y «vida apostólica», vir-
socio-culturales. ginidad como signo de la caridad pastoral,
pobreza.
El espíritu de la evangelización según «Evan-
gelii nuntiandi» 110 Fidelidad a la misión del Espíritu Santo ... 196
Importancia de la espiritualidad misionera.
Espíritu Santo y misión. Importancia y actua-
Espiritualidad como fidelidad a la vocación,
lidad del tema. Síntesis bíblica. Cristo envia-
como fidelidad a la acción del Espíritu Santo,
do y movido por el Espíritu Santo. Los após-
como testimonio. Espiritualidad de comunión
toles enviados por el Espíritu. María, tipo
eclesial. Espiritualidad como servicio a la
de la Iglesia, fiel a la misión del Espíritu.
verdad. Actitudes básicas de espiritualidad:
La fidelidad a la misión del Espíritu. Discer-
caridad, celo, alegría. María, estrella de la
nir la acción del Espíritu Santo en la misión.
evangelización.
La vida apostólica según el Espíritu.
Principios y líneas básicas de espiritualidad
misionera 136 Oración y evangelización 216
Actitud ministerial ante la salvación, ante el Corrientes actuales. Orar y evangelizar. El
misterio y la revelación: sentido de instru- diálogo con Dios en las religiones no cristia-
mento, asimilación del mensaje por la con- nas. Experiencias místicas no cristianas. La
templación, ascética del predicador del Evan- «aculturación» de la contemplación cristiana.
gelio. Anunciar el misterio de Cristo y de La contemplación cristiana como valor evan-
la Iglesia: Cristo como centro, la Iglesia como gelizador actual.
comunión. Discernimiento y fidelidad a los
«signos de los tiempos». Testigos de la pre- Vocación misionera 239
sencia y de la experiencia de Dios. Signos Cristo llama a la misión. Las vocaciones del
de esperanza y de bienaventuranza. Actitud cristiano. Vocación misionera específica. Fide-
apostólica ante el misterio de la conversión: lidad a la vocación misionera. Pastoral de las
llamada a la conversión, espiritualidad misio- vocación^ misioneras. La formación del mi-
nera ante la conversión., siqaA^|^^_
XII índice general
Págs. PRESENTACIÓN
X. Maternidad de la Iglesia y misión apostólica. 260
Maternidad y misión eclesial. Iglesia madre.
Iglesia esposa de Cristo. Títulos apostólicos
de la Iglesia esposa y madre. Maternidad ecle-
sial: ser y función apostólica. Virginidad y
maternidad. Maternidad eclesial en la misión F ^ E S D E el decreto Ad gentes del Vaticano II
apostólica de cada cristiano. El sacerdocio
ministerial o ministerio apostólico. Naturaleza *-^ hasta el Sínodo Episcopal de 1974 (sobre la
de la misión y maternidad eclesial. Construir evangelización) y la exhortación apostólica Evan-
la Iglesia. gelii nuntiandi, el interés por el tema misionero ha
XI. Espiritualidad y animación misionera en la ido «in crescendo». De silo son exponentes el Con-
Iglesia particular 296 greso Internacional sobre «Evangelización y cultu-
Naturaleza misionera de la Iglesia particular ras» (1975) y el Simpósium Internacional sobre
o local. Iglesia particular y signos permanen-
«la formación del misionero hoy» (1977). Ambos
tes de evangelización universal. La distribu-
ción de los efectivos apostólicos. Los anima- se han celebrado en la Pontificia Universidad Ur-
dores del espíritu misionero. Hacia la diócesis baniana de Roma; el segundo, con ocasión del 350
misionera. aniversario de la fundación de este Ateneo roma-
XII. Selección bibliográfica 318 no misionero.
Materias por orden alfabético 321
El Sínodo Episcopal de 1977, sobre la catcque-
sis, ha suscitado de nuevo el interés por la misión
universal de la Iglesia, subrayando la importancia
de la formación del mismo apóstol en orden a una
dedicación verdaderamente evangélica.

Pues bien, entre todos los temas misioneros hay


uno que se presenta como fundamental y que mu-
chas veces se soslaya, precisamente por la misma
dificultad de exposición clara y convincente. Este
tema misionero es el de la espiritualidad que exige
la misión, especialmente cuando se trata de la mi-
,
sión univ^ ^^^¿ntes».
Presentación Presentación xv
xiv
El libro Espiritualidad misionera aborda con va- nes o por las misiones: a los misioneros, a los ani-
lentía y competencia este tema. Es, pues, un libro madores del espíritu misionero del Pueblo de Dios
que va a marcar nuevos hitos en los estudios mi- y a todos cuantos quieran vivir comprometidamen-
sionológicos, puesto que es el primer estudio siste' te el cristianismo como misión sin fronteras. Para
mático completo sobre el tema de la espiritualidad todos ellos puede ser un manual de catcquesis so-
misionera. bre la formación misionera.

El espíritu de la evangelización o el espíritu de


los evangelizadores, tal como se describe en esta
Oia^jdio
obra, refleja fielmente la línea del decreto conciliar
Ad gentes y de la exhortación apostólica Evange- Prefecto de la S. C. para la Evangelización
lii nuntiandi. Es un libro que responde a la invi- de los Pueblos
tación d,el papa Pablo VI en su mensaje misionero
de Pentecostés de 1977 para la jornada misional de
este mismo año: la necesidad e importancia de la
formación misionera, sobre todo en vistas a una
entrega generosa.

El autor, Mons. Juan Esquerda Bifet, es la per-


sona más indicada para la exposición del tema. A
su larga experiencia misionera directa, por medio
de conferencias y retiros organizados para el per-
sonal apostólico de países de misión, añade la de-
dicación a la cátedra de Espiritualidad y Animación
Misionera en la Pontificia Universidad Urbaniana,
así como la dirección del Centro Internacional de
Animación Misionera y la Secretaría General de la
Pontificia Unión Misional.

No podemos menos de recomendar el estudio y la


meditación de esta obra fundamental a cuantos tra-
bajan en el apostolado, especig¡£BgUílas misio-
ESPIRITUALIDAD MISIONERA
INTRODUCCIÓN

El concilio Vaticano II, con su decreto Ad Gen-


tes, ha suscitado el despertar de una nueva con-
ciencia misionera en todo el pueblo de Dios. Cada
miembro de la Iglesia queda responsabilizado para
hacer de ella una madre universal, puesto que la
Iglesia es «sacramento universal de salvación».
Si toda la Iglesia es «sacramento» o signo eficaz
de la presencia y del actuar de Cristo resucitado,
ello reclama, de parte de todo cristiano, la coope-
ración para «implantar», en todo sector humano,
los signos permanentes de evangelización, es decir,
los signos de Iglesia.
El primer decenio del posconcilio y del decreto
Ad Gentes ha sido marcado por un doble aconteci-
miento: el Sínodo Episcopal sobre la evangelización
(año 1974) y el Año Santo (1974-1975). La sen-
sibilidad misionera de la Iglesia se ha acrecentado.
El papa Pablo VI, recogiendo el eco de estas rea-
lidades, ha querido dejar constancia de ellas en un
documento que marcará una época histórica en el
proceso de evangelización: la exhortación apostóli-
ca Evangelii nuntiandi (1975).
En toda esta realidad eclesial aflora un aspecto
peculiar: el espíritu de la evangelizarían o la es-
piritualidad misionera. El decreto Ad Gentes ha-
bía dedicado al tema un fragmento importante
(n.23-25). Evangelii nuntiandi le dedica atención
principal, especialmente en su capítulo séptimo.
En una sociedad que busca experiencias de Dios
y que pre&jévtürftfh^ipóstoles cristianos sobre el
4 Introducción Introducción 5
sentido de la esperanza y de las bienaventuranzas, dad de todos los temas, a partir de unos principios
se vislumbra que el futuro de la evangeüzación está básicos. Intentamos, pues, cubrir esta laguna en los
en manos de apóstoles que tengan una profunda es- temas misiológicos.
piritualidad misionera. El desarrollo del temario parte de una realidad
Esta espiritualidad no se improvisa. Debe ser eclesial: los signos actuales de un nuevo período de
fruto de un largo proceso de maduración y de for- evangeüzación. Se explican luego los diversos sig-
mación. Es la invitación del papa Pablo VI en el nificados de la espiritualidad misionera, relacionan-
mensaje misionero del Domund de 1977: «Se ne- do espiritualidad y misión bajo diversos puntos de
cesitan apóstoles formados propiamente para la mi- vista o dimensiones. El punto clave del temario es
sión ad gentes, según los criterios expuestos en el la noción de evangeüzación y de misión, que delinea
decreto conciliar que lleva este nombre. Si se les toda la temática de la espiritualidad misionera. Lue-
educa para esta función especial, con un marcado go se estudia la espirituaüdad misionera según Evan-
sentido universalista, fruto de fina sensibilidad hu- gelii nuntiandi, para pasar en seguida a la presen-
mana y eclesial, tendremos nuevos apóstoles que sa- • tación de unos principios básicos y de unas acti-
brán transformar las dificultades mismas en otras tudes concretas de vida apostólica. De ahí se pue-
tantas posibilidades de evangeüzación. Sólo una de pasar a puntos más concretos, como son los de
profunda formación que disponga al servicio gene- la fidelidad a la misión del Espíritu Santo, la ora-
roso podrá crear las condiciones de un nuevo y flo- ción, la vocación misionera, la maternidad de la
reciente período para las misiones. Es ésta una meta Iglesia (en relación a la maternidad de María), la
que no se puede improvisar, sino que debe buscar- animación misionera en la Iglesia particular. Para
se esforzadamente en un proceso de oración, de es- una ampliación de estos temas, además de las no-
tudio, de reflexión, de diálogo, de compromiso. Se tas de cada capítulo, puede ayudar la orientación
trata de una meta que deseamos proponer a todos: biográfica del capítulo final.
no sólo a los futuros misioneros y misioneras, sino Los materiales usados para la elaboración de este
también a los sacerdotes, a los religiosos, a los se- texto han sido múltiples. Se ha aprovechado el es-
minaristas, a los laicos». tudio de muchos autores sobre puntos concretos,
El presente libro quiere responder a esta reali- como puede constatarse por la bibliografía y por
dad posconciliar y a estos deseos del Papa, que ha- las notas. El libro es también fruto de labor docen-
bían sido ya insinuados por el concilio Vaticano II te de la Pontificia Universidad Urbaniana, así como
(AG 25-26). de cursillos y conferencias tenidas en el Centro In-
ternacional de Animación Misionera de Roma. Pe-
El tema de la espiritualidad misionera ha sido ro, como autor de estas líneas, he de reconocer que
estudiado, hasta el presente, de modo «parcial», es el mordiente principal para profundizar en los tex-
decir, en cada uno de sus puntos concretos. Pero tos bíbücos^HMBteriales, conciliares e históricos,
faltaba un estudio s i s t e m á t i ( ¡ ^ ^ J j ^ ^ v e r la uni-
6 Introducción
I. UNA NUEVA ETAPA DE EVANGELI-
proviene del contacto directo con el campo misio- ZARON
nero en la realización de cursos y retiros para esos
mismos apóstoles que consumen sus vidas en pri-
mera fila de la misión universal.
Dada la amplitud del tema, el presente estudio SUMARIO
es una sencilla reflexión que puede servir de base
para una elaboración teológica más profunda. Es
Presentación: Signos de la acción del Espíritu Santo
un punto de partida muy modesto. Pero intenta ser en la evangelización actual
útil no sólo para el estudio académico, sino prin-
cipalmente para conseguir el objetivo de la espiri- 1. Un nuevo mordiente de la palabra «salvación».
tualidad misionera: hacer al apóstol disponible 2. Preparación evangélica y plenitud.
para la misión eclesial «ad gentes». El texto, pues, 3. Autonomía y madurez de la Iglesia particular.
se siente impotente, pero quiere desbrozar el cami- 4. Identidad del trabajo misionero.
5. Misión en general y nuevos misioneros.
no para una labor más profunda de espiritualidad,
6. Pobreza en la comunión y sencillez.
que debe ser fruto de la oración y de la generosi-
7. Acento actual en la espiritualidad y oración.
dad de cada uno y de cada comunidad eclesial. 8. Fraternidad y colaboración entre apóstoles.
9. Centros neurálgicos de nuestra sociedad.
10. Mundo «secularizado» y exigencia de gestos y
experiencias.
11. Signos de los tiempos y evangelización.
Presentación 9
PRESENTACIÓN
turaleza y la forma de acción del Espíritu Santo
en la evangelización actual» 2.
Signos de la acción del Espíritu Santo La naturaleza de la Iglesia es de fidelidad a la
en la evangelización actual acción del Espíritu Santo. Como María, la Iglesia
se hace madre por esta fidelidad. De ahí la relación
El concilio Vaticano II, al hablar de la renova- entre la encarnación, Pentecostés y la acción actual
del Espíritu en la Iglesia. La naturaleza de la Igle-
ción litúrgica, dice que es como «un signo de las
sia es mariana y misionera. Por esto debe «profun-
disposiciones providenciales de Dios sobre nuestro
dizar en la reflexión sobre la acción del Espíritu
tiempo, como el paso del Espíritu Santo por su
Santo en la historia de salvación» 3.
Iglesia». Los misterios cristianos no son sólo acon-
No resulta fácil adivinar los signos de la nueva
tecimientos del pasado. Su presencia continuada en
acción del Espíritu Santo en la evangelización ac-
la Iglesia permite que se pueda hablar de «un nue-
tual. Una nueva época de evangelización se basa
vo Pentecostés», en el sentido de una nueva gra-
más en esa nueva acción del Espíritu que en las nue-
cia del Espíritu Santo en un nuevo período histó-
vas situaciones sociológicas. Describir estas últimas
rico de la Iglesia'. sería relativamente fácil. Descubrir en ellas y des-
La acción evangelizadora de la Iglesia comienza cifrar la verdadera acción del Espíritu supondría
en Pentecostés. Así se prolonga la evangelización entrar en el tema «signos de los tiempos», que en-
iniciada por Jesús, «ungido y enviado por el Espí- caja plenamente en el tema «teología de la histo-
ritu Santo» (Le 4,1.14.18). Un nuevo período de ria».
evangelización se caracterizará por unos signos nue- Vamos a examinar un abanico de aspectos nue-
vos de la acción del mismo Espíritu Santo, que vos de la evangelización actual que permiten hablar
unsió a Jesús y que hizo a la Iglesia evangelizado- de una nueva época de evangelización. Todos estos
ra de todos los pueblos. aspectos se podrán encontrar en los documentos del
Las nuevas circunstancias en que se mueve nues- Vaticano II, en el Sínodo Episcopal de 1974, en
tra sociedad hacen sospechar el comienzo de una la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, así
nueva etapa histórica que puede condicionar el fu- como en estudios realizados sobre la experiencia
turo. En «la vigilia de un nuevo siglo y del tercer en países de misión. Las cartas pastorales colecti-
milenio del cristianismo», el papa Pablo VI, en la vas de muchos episcopados y las semanas y congre-
exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (1975), sos internacionales sobre temas misionológicos son
lanzó esta consigna: «estudiar profundamente la na- también una fuente de primer orden 4 .
3
Constitución Sacrosanctum Concdtum n.43. Tuan XXIII ha- Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (Pablo VI), 8 de
blaba de «un nuevo Pentecostés»: AAS ,51 (1959) 382 (otación diciembre de 1975: AAS 68 (1976) 5-76 n.81; el Papa se remite
para el éxito del Concilio); cf. constitución Humanae salutis a la invitación deljSínodo Episcopal de 1974.
3
sobre la convocación del Vaticano II (25 de diciembre de 1961). Marialis ^ • A A 66 (1974) 113-168.
4
Pío XII señalaba este nuevo período mjsionetp, en Evangelio Atti del^^^^^K/^^^azionate scientifico di Missiologia
praecones y Videi dnnum (1951 y 1 9 J ¡ ^ ^ | ^ w e n t e 1 ,
La palabra «salvación» 11
10 Nueva etapa de evangelizarían
la de los grandes santos misioneros. En una época
posterior, el acento cambia de sentido hacia otro
1. Un nuevo «mordiente» de la palabra
extremo, como el de atribuir sentido salvífico a
«salvación»
cualquier valor religioso o no urgir a la conversión
Cuando se habla de términos cristianos, las «pa- y al bautismo cristiano.
labras» son casi siempre «datos revelados». Así Este cambio de sentido en el acento sobre la
ocurre con la palabra «salvación». La realidad que salvación puede producir, en un primer momento,
se quiere expresar con esta palabra va más allá de la disminución del aliciente misionero. Incluso la
las etimologías y de los ecos sociopsicológicos de palabra salvación podría perder todo su sentido.
cada época. Toda la revelación habla de Dios Sal- Pero, en un segundo momento de reflexión pro-
vador. Y así se presenta «Jesús», como indica su funda, cabe encontrar un nuevo mordiente que
nombre. La salvación cristiana es «vida en Cristo»,
produzca como resultado inmediato una selección
que nos viene de su muerte y resurrección reden-
de vocaciones misioneras. Y este segundo momen-
tora (Heb 5,9). Es una salvación para todos los
to podría ser el momento actual.
hombres (1 Tim 4,2) y que abarca todo el hom-
bre. La salvación definitiva sólo ocurre en el más En lugar de ver en la salvación prevalentemente
allá de encuentro con Cristo resucitado (Ap 19,1). los intereses del hombre, se ha de atender prime-
La salvación cristiana es, pues, de esperanza esca- ramente a los planes salvíficos de Dios según el
tológica, que abarca necesariamente el presente con misterio de Cristo. Estos planes, por su misma na-
toda la humanidad y toda la creación5. turaleza, reclaman ser anunciados y comunicados
Este significado de la salvación cristiana es váli- urgentemente. Se trata de los intereses de Dios sal-
do para todas las épocas históricas. Pero las prefe- vador. Asimismo, Cristo redentor ha dejado su
rencias de cada época hacen recaer el acento en uno mandato expreso de evangelizar a todas las gentes.
u otro aspecto e incluso, a veces, en aspectos que Y esta urgencia no puede esperar a que las discu-
no pertenecen a la revelación. Así, por ejemplo, en siones técnicas lleguen a feliz término.
una época pasada y en algunos sectores, tal vez se El celo de Pablo por la conversión de los gen-
puso el acento de la salvación casi sólo en el sen- tiles no se detiene ante el pensamiento de que Dios
tido de librar del infierno o de salvar a quienes irre- es salvador de todos los hombres (1 Tim 2,4), sino
misiblemente se van a condenar si no se hacen que, precisamente por ello, siente la necesidad de
cristianos. No fue ésta la doctrina de la Iglesia ni comunicar a todos el misterio de Cristo según los
(Roma, Universitá Urbaniana, 1976), 3 vols.; Animazione missio- planes de Dios (Ef 3,8-9); el amor de Cristo urge
naria e promozione umanct oggi (Assisi, Centro Nazionale Missio- a comunicar su salvación en plenitud (2 Cor 5,14).
nario Francescaso, 1976); J. MASSON, La missione continua (Bo-
logna, EMI, 1975); J. POWER, Le missioni non sonó finite (ibid., Hoy el resurgir del espíritu misionero ante una
1971).
5
v
Este es el tema desarrollado e r A B | | j Í | ^ H ^ r t e de Gaudium
nueva etapjy«si^^(||izaeión, se producirá como
it spes del Vaticano II. w^^^^^«
Preparación evangélica y plenitud 13
12 Nueva etapa de evangelizarían

fruto de la contemplación del misterio de Cristo, 2. Preparación evangélica y plenitud


a cuya plenitud están llamados todos los hombres.
Los Padres de la Iglesia han hablado frecuente-
«Los hombres podrán salvarse por otros caminos, mente de una «preparación evangélica» y de «se-
gracias a la misericordia de Dios, si nosotros no les
anunciamos el Evangelio; pero ¿podremos nosotros millas del Verbo» diseminadas en todos los pue-
salvarnos si por negligencia, por miedo, por vergüen- blos 8. El Vaticano I I , al exponer el tema de la
za—lo que San Pablo llamaba avergonzarse del Evan-
gelio—o por ideas falsas omitimos anunciarlo?» 6 evangelización, se ha hecho eco explícito de esta
doctrina tradicional9.
El acento del Vaticano I I en la historia de sal- En ciertas épocas y momentos de la evangeliza-
vación hace redescubrir los temas cristianos en una ción, el acento ha podido recaer más bien en los
dinámica más comprometedora en cuanto a la en- aspectos negativos de las culturas y religiones no
trega personal. Las verdades cristianas que hay que cristianas. A la luz del principio según el cual todo
estudiar, asimilar, anunciar y comunicar, son rea- necesita redención, se ha podido caer en el extre-
lidades salvíficas o aspectos del misterio de Cristo. mo de considerar como malo todo cuanto todavía
No se predican sólo ideas ni se comunican sólo co- no es cristiano.
sas, sino que se anuncian y comunican los planes En nuestra época el acento recae en un extremo
salvíficos de Dios. El misterio de Cristo, estudiado contrario: todo tiene sentido o valor positivo e
y vivido en esta perspectiva, puede producir nue- incluso tal vez salvífico. La consecuencia ha llega-
vas levas de apóstoles para las nuevas situaciones do incluso a proponer como acción apostólica que
sociológicas7. los paganos sean mejores paganos sin más (mejo-
6
res budistas, mahometanos, etc.). Una distinción
Evangelii nuntiandi n.80. Ver Gaudium el spes c.4 de la pri-
mera parte: Misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo; falsa entre Iglesia y Reino de Dios, podría hacer
P. DAMRORIENA. La salvación en las religiones no cristianas (Ma- pensar en que los paganos, aun sin ser Iglesia, ya
drid, BAC, 1973); O. DOMÍNGUEZ, Evangelizarían y salvación en
la teología contemporánea, en Atti del Congresso... (o.c. en están en Reino de Dios y, por tanto, la labor mi-
nota 4), II 549-563; D. GRASSO, Las religiones no cristianas, sionera debería centrarse más en ayudar a pertene-
¿caminos de salvación?: Estudios de Misionología 1 (1976) 85-104;
J. LÓPEZ-GAY, Aspetti teologici dell'esortazione apostólica «Evan- cer al Reino que a entrar en la Iglesia 10.
gelii nuntiandi», en Esortazione Apostólica... Commento sotto
l'aspetlo teológico, ascético e pastorale (Roma, Sacra Congrega- Toda dificultad puede convertirse en una nueva
zione per l'Evangelizzazione, 1976) 97-115; B. PAPAU, The place posibilidad de renovación y de evangelización. El
of non-christian religions in the economy of salvation, en Atti...,
o.c. 304-312; K. RAHNER, Ueher die Heilsbedeutung der nicht- celó misionero nace mucho más señero cuando se
cbristlichen Religionen. ibid., 295-303; J. VODOPIVEC, L'Extra
ecclesiam nulla salus» alia luce deU'ecclesiotogia concillare, ibid., 8
313-334; G. THILS, Propos et problémes de la théologie des reli- SAN JUSTINO, Í Apología 45,1-4, CLEMENTE DE ALEJANDRÍA,
gions non chréti^nnes (Carrerman 1966). Stromata I. 19,91.94;. EUSEBIODE CESÁREA, Praeparatio Evangé-
7
«En esta iniciación a los estudios (eclesiásticos) propóngase lica I. 1: PG 21,26-28.
9
el misterio de la salvación, de suerte que... se sientan ayudados LG n . l 6 - 1 7 ; ^ ^ L
a funrlamentar y a empapar toda subida personal en la fe y a ^ El Vatica^jjpBlllIBlÉXDresamente aue «la Iglesia es el
consolidar su decisión de abrazar l | J | ^ ^ j É a j l a entrega per- Reino de CJÍsto» (LG 3 ? ^ B f c .
sonal y la alegría del espíritu» ( 0 ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ 4 1 .
La Iglesia particular 15
14 Nueva etapa de evangelizarían
cia las opciones libres que luego puedan hacer».
consideran algunos valores de las religiones no cris- Los hermanos todavía no cristianos «tienen el de-
tianas como «huellas» de Cristo. Porque entonces recho de recibir a través del evangelizador el anun-
estas huellas reclaman llegar a una plenitud. El cio de la Buena Nueva de la salvación» 13.
aprecio por las actitudes de oración de personas no La llamada universal a la conversión cristiana
cristianas, lleva necesariamente al celo de querer abarca a todos, sin excluir a los que ya vivían en
comunicarles la experiencia cristiana del «padre la revelación de la antigua alianza. Todo y todos
nuestro». deben ser restaurados en Cristo (Ef 1,10). Todo
Por parte del misionero o apóstol actual, se ne- y todos necesitan redención y purificación. La evan-
cesita mayor finura de espíritu para sentir el celo gelización es una llamada hacia la plenitud escato-
paulino de querer llevar a una plenitud de Cristo. lógica en Cristo resucitado 14.

«Ni el respeto ni la estima hacia estas religiones,


ni la complejidad de las cuestiones planteadas impli- 3. Autonomía y madurez de la Iglesia particular
can para la Iglesia una invitación a silenciar ante los
no cristianos el anuncio de Jesucristo. Al contrario, La Iglesia universal encuentra su realización con-
la Iglesia piensa que estas multitudes tienen derecho creta en cada Iglesia particular o local. La natura-
a conocer la riqueza del misterio de Cristo, dentro
del cual creemos que toda la humanidad puede en- leza de la Iglesia misionera debe aparecer también
contrar, con insospechada plenitud, todo lo que bus- en esa Iglesia particular. Toda comunidad cristiana
ca a tientas acerca de Dios, del hombre y de su des-
tino, de la vida y de la muerte, de la verdad» 11. es o forma parte de una Iglesia particular. La ac-
ción misionera tiende, de por sí, a crear estas comu-
Estos planteamientos relativamente nuevos de nidades que puedan dar y recibir en la comunión
la acción evangelizadora ayudan todavía más a que eclesial universal y que tengan una madurez o su-
la Iglesia «prepare siempre nuevas generaciones de ficiencia de medios en cuanto a la fe, sacramentos,
apóstoles» n. organización, servicios, etc.
El aprecio por las tradiciones culturales y reli- Un primer período de evangelización es un pe-
giosas de cada pueblo, dentro de una providencia ríodo de abrir brecha en el que la comunidad cris-
sobrenatural que conduce hacia Jesucristo, hará tiana es embrionaria y es ayudada permanentemen-
apreciar mucho más el valor de la revelación es- te por otras comunidades. Paulatinamente, esa co-
tricta que sólo se encuentra en el Antiguu y Nuevo munidad se constituye propiamente en Iglesia par-
Testamento. Y el respeto a la conciencia religiosa ticular, con un obispo propio (sucesor de los após-
de los demás incluye «proponer a esa conciencia toles), con el clero local, personas consagradas, lai-
la verdad evangélica y la salvación ofrecida por Je- 13
Ibid., n 80
sucristo, con plena claridad y absoluto respeto ha- 14
«De esta manera, la actividad misionera tiende a la plenitud
11 escatológica, puespg^^fl^en la medida y en el tiempo que el
Evangelü nunttandi n.53; cf. -AjÉt^^itresso .. fo.c. en Padre con sUkJaJMMPVHáispuesto, se dilata el Pueblo de
nota
12
4), especialmente el vol.I, py^^^^^HHhaLIJL parte 4 Dios» (AG ^57""""*"" ' ^ ^ ^
Ibid. "
La Iglesia particular 17
16 Nueva etapa de evangelización
métodos de una manera más adecuada, sin que fal-
eos responsabilizados, etc. En las epístolas pauli- ten a veces las exageraciones de llamar extranjero
nas, el Apóstol saluda a esas Iglesias en formación, u «occidental» a datos cristianos que pertenecen
algunas de las cuales ya han llegado a cierta ma- a la revelación y a la misma naturaleza de la Igle-
durez 15. sia. Hay que reconocer que muchas, si no la mayor
El período inicial de formación de la comunidad parte de las exageraciones, provienen más bien de
puede ser más o menos largo, incluso con la sensa- personal extranjero con ciertas alergias hacia las
ción de que el misionero lo hace todo y parece in- «estructuras» eclesiales.
sustituible. Pero cuando la comunidad comienza a Pero este momento es de transición, para pasar
valerse por sí misma, entonces surge la tensión in- a un momento más sereno que se encuentra ya en
voluntaria e incluso pueden surgir algunas crisis. casi todas las Iglesias particulares de países de mi-
Nuestro momento actual es precisamente el de este sión. Los efectivos apostólicos propios son casi su-
paso hacia la madurez. ficientes para las necesidades más perentorias. El
Las dificultades iniciales de esta nueva situación proceso de maduración se realiza en la comunión
no son fáciles de solucionar, pero, con una pro- universal con referencia efectiva y afectiva hacia
fundización mayor, estas dificultades se convierten el primado de Pedro. Y la maduración llega, o debe
en nuevas posibilidades de evangelización. Los após- llegar, hasta el punto de hacer crecer la Iglesia
toles locales (obispos, presbíteros, religiosos, lai- particular en la línea de responsabilizarse de la
cos) asumen las propias responsabilidades, a veces evangelización universal. En el primer crecimiento
en momentos difíciles para toda la Iglesia. No de la Iglesia se injerta ya este sentido misionero.
siempre se valora la evangelización anterior en sen- Por esto una Iglesia particular es «misionera» no
tido positivo, sino que saltan a la vista los defec- porque es de un país de «misión», sino porque ha
tos juzgados ahora desde el presente. Los misione- llegado a este grado de madurez en la cooperación
ros que todavía quedan para completar el proceso misionera universal. No hay ninguna Iglesia par-
de maduración, se sienten a veces no tan aceptados ticular que no pueda dar y que no deba recibir.
como antes. Los planes de pastoral son ahora tra- Todavía hay lugar para nuevos «misioneros», al
zados por la jerarquía e instituciones locales; el menos para un campo especializado o para abrir
misionero es uno de tantos. nuevas brechas en caminos todavía vírgenes.
En un proceso de «indigenización», «acultura- «En el pensamiento del Señor, es la Iglesia, uni-
ción» y «autenticidad», se adaptan las ideas y los versal por vocación y por misión, la que, echando sus
raíces en la variedad de terrenos culturales, sociales,
15 humanos, toma en cada parte del mundo aspectos,
Ver textos paulinos y del Nuevo Testamento sobre la Iglesia e x p r e s i o n e É ^ l ^ a í w diversas. Por lo mismo, una
particular en: J. ESQUEMA, El sacerdocio ministerial en la Iglesia I g l e s i a ^ ^ ^ ^ ^ H U ^ S f desgajara voluntariamente
particular, en Salmanticensis 14 (1967) 309-340; cf. A. MAURO, de I f ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ e r d e r í a su referencia al de-
Nuovo diritto e cultura nel govert^f^j^^kivani Chiese, en
Atti..., o.c, vol.II, 385-599. V e r ^ ^ ^ ^ ^ ^ B ^ k cooperaziow
tra le Chiese (Bologna, EMI, 1 9 f l ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^
18 Nueva etapa de evangelización Identidad del trabajo misionero 19
signio de Dios y se empobrecería en su dimensión especialmente en movimientos de «liberación» y en
eclesial» 16.
países del llamado «tercer mundo».
El proceso de maduración de la Iglesia particu- Pero estas perspectivas nuevas que podrían ser
lar abarca conjuntamente y en relación mutua a la una dificultad, han servido para profundizar en la
Iglesia que ha ayudado y a la Iglesia que ha Co- acción evangelizadora estricta. El número relativa-
menzado a madurar. El beneficio es mutuo. Pero a mente escaso de misioneros deberá concentrar sus
este tema de la Iglesia particular o local se le va esfuerzos en el campo propio, que es el de la pre-
a dedicar un capítulo especial. dicación del Evangelio, sin atarse a sistemas ideo-
lógicos ni a facciones o partidos políticos. En el
campo del progreso y desarrollo, la acción apostó-
4. Identidad del trabajo misionero
lica consiste en presentar una vida dedicada a ser
En épocas pasadas no se había puesto en duda un gesto de las bienaventuranzas. La acción apos-
la identidad del trabajo misionero. Los grandes tólica, aun cuando se ejercitare en un campo social
apóstoles y las grandes organizaciones de apostola- y técnico, no se identifica con ese mismo campo,
do se dedicaban a la evangelización directa con l a s sino que allí es un mordiente de la caridad evan-
derivaciones consecuentes en el campo social y ca- gélica por el amor profundo y dedicación peculiar
ritativo. La obra de las misiones ha sido también a las personas.
ÜCÍS gran <jbrs <fc <dess?Foilo a s t-cxhs los se&tkfas. La «liberación» cristiana «debe abarcar aJ hom-
En los últimos años ha surgido la duda sobre la bre, entero, en todas sus dimensiones, incluida su
identidad de la obra misionera e incluso sobre la apertura al Absoluto, que es Dios» y, por tanto
identidad de la persona del apóstol. Los gobiernas «no puede reducirse a la simple y estrecha dimen-
e instituciones civiles han asumido la responsabili- sión económica, política, social o cultural» 17.
dad de muchas obras caritativo-sociales. Algunas La acción evangelizadora no se desentiende de
asociaciones internacionales disponen de medios los problemas temporales del hombre, como puede
económicos y personal insospechados. Esta nueva constatarse en la lista innumerable de santos evan-
situación hace surgir la duda sobre cuál es el carn- gelizadores de todas las épocas históricas. Pero
po específico del misionero.
«reafirma la primacía de su vocación espiritual, re-
El acento actual sobre el progreso, el desarrollo, chaza la sustitución del anuncio del reino por la pro-
la promoción humana, etc., ha hecho que muchas clamación de las libertades humanas, y proclama tam-
veces se identificaran esos campos con el carneo " Ibid , n ' 3 . Y. CONGAR, Un peuple metsianique (Paris, Cerf
misionero estricto. Y las cosas llegan a un nivel 1975). 2." parte; cf. Teología de la liberación (conversaciones de
To>edo 197}) (Burgos, Facultad Teológica, 1974); A. LÓPEZ
tope cuando se entrecruzan con el campo político, TRUIILLO, Liberación marxista v liberación cristiana (Madrid, BAC
1974); E. Vmomo.JEvanvelización y liberación, en Atti..., o.c.'
16 vnl. II. 494-513 \ ^ M H B 4 t a u n o s «liberación» y «salvación»
Evangelii nuntiandi n.(>2; f¡J^^J¡^^^fyangelizzazione en ST. t,\ONNi¡^to¡^^^^^^^mmmlemptione (Romae, Pont Ist
e progresso, en Atti... o.c., vd
20 Nueva etapa de evangelizado/! Misión y nuevos misioneros 21

bien que su contribución a la liberación no sería el terreno práctico. En este sentido, todos los as-
completa si descuidara anunciar la salvación en Jesu- pectos apostólicos y pastorales se estudian a la luz
cristo» 18. de la misión general de la Iglesia. Con ello se ha
ganado en dinámica apostólica, pero se corre el
Una acción liberadora, pues, no se identifica ne- riesgo de perder en el sentido estricto de la misión
cesariamente con una acción evangelizadora. Y, universal de la Iglesia 21 .
aparte de la evangelización, todos los demás as-
Hay que reconocer que el tema «misión» se ha-
pectos de la liberación dejarían de ser auténticos
bía reducido casi exclusivamente a la labor misio-
«desde el momento en que sus motivaciones profun- nera entre no cristianos. De ahí que se hablara de
das no fueran las de la justicia en la caridad o la «misiones», «países de misión», «misioneros», etc.
fuerza interior no entrañara una dimensión verdade- Pero con el nuevo acento en la misión general, se
ramente espiritual y su objetivo final no fuera la sal-
vación y la felicidad en Dios» 19. aplica muchas veces el tema a situaciones límite o
de emergencia e incluso a cualquier aspecto del
Jesús evangelizó anunciando la conversión de co- «apostolado». Así se habla de algún país hasta aho-
razón y de mente que lleva a consecuencias perso- ra cristiano y que se podría considerar como país
nales y sociales. Esta es la tarea propia del evan- de misión, se presenta el sacerdocio como misión,
gelizador. Sin esta perspectiva cristiana, «las me- se profundiza en la vocación cristiana como mi-
jores estructuras, los sistemas más idealizados se sión, etc.
convierten pronto en inhumanos si las inclinacio- El mordiente que haya podido perder el tema
nes inhumanas del hombre no son saneadas» 2 0 . «misión» aplicado a la primera evangelización, se
Este servicio misionero específico se desarrolla puede recuperar ampliando la responsabilidad cris-
siempre en un campo de servicio de la Palabra, de tiana respecto a la evangelización. Si la naturaleza
los signos sacramentales (especialmente de la euca- de la Iglesia y de toda persona e institución ecle-
ristía y del bautismo), y de la acción comunitaria sial es naturaleza «misionera», la misión cristiana
y caritativa. La acción apostólica tiende a crear co- tiene siempre una perspectiva universal sin fronte-
munidades de fe y de esperanza expresadas en una res. El resurgir, pues, del sentido de misión debe
vida de oración y de caridad. hacer que la responsabilidad misionera universal
sea verdaderamente sentida por todos: «la Iglesia
5. Misión en general y nuevos misioneros entera para el mundo entero» (P. Manna).
Si el tema misión no queda restringido a límites
La teología de la misión es uno de los temas de
21
actualidad tanto en el terreno doctrinal como en A. M. HENRY, Esquisse d'une théologie de la mission (París
1959); J. LÓPEZ-GAY, La misionología postconciliar, en Estudios
18
de Misionología 1 ^ 1 ^ 6 ) ^ - 5 4 (con bibliografía indicativa sobre
19
Ibid., n.34. la época posconc J ^ B í j | f c ^ L i ' i . n c , Le fondament théologique
20
Ibid., n.35. ^ ^ m m des missions ( ^ J P I W B W I W K ^ ^ I ' T I H N , Teología de la misión,
Ibid., n.36. Para evitar l^^H^^^^^n^apalabra libera-
ción, véase también n.38. ^^^^^^^^^^^
22 Nueva etapa de evangelización Pobreza en la comunión 23
«caseros», el resultado será, por un lado, la respon- nuevos caminos para la predicación del Evangelio.
sabilidad de la evangelización universal por parte El despertar misionero de los laicos, la convicción
de todos y, por otro lado, el resurgir de vocaciones sobre la necesidad de signos de vida contemplativa
especialmente misioneras en el sentido de dedicar- en los países de misión, la redimensión misionera
se efectivamente a esa evangelización. universal de toda institución eclesial, etc., serán
El sentido de misión eclesial debe despertar el nuevas realidades misioneras que se sumarán a las
interés primordial por la primera evangelización, fuerzas ya existentes.
por comunicar la fe a los que todavía no creen, jjor
crear comunidades cristianas firmemente estableci- 6. Pobreza en la comunión y sencillez
das, por dejar signos permanentes de evangeliza-
ción, por suscitar nuevos apóstoles que se respon- La acción apostólica o evangelizadora se lleva a
sabilicen de extender el reino, por alentar la pues- cabo con la gracia de Dios y la colaboración hu-
ta en práctica de nuevos «ministerios» o servicios mana. Los medios «humanos» de apostolado entran
eclesiales de evangelización, etc. A toda esta gama también en el juego de la providencia. Un resurgir
de acción misionera universal estricta, se la ha ve- misionero, como el que ha tenido lugar desde fina-
nido resumiendo en una afirmación conocida: «im- les del siglo xix hasta nuestros días, ha suscitado
plantar la Iglesia». la atención de todos los cristianos, quienes han
prestado una colaboración personal, económica y
.«Pctf.qiiie h toíaiidad ¿e la evsfígeiiaaóóa... csx¡g¡s- espírítuaf tai vez sin precedentes. Ello na poefrefo
te en implantar la Iglesia» 22. «El fin propio de tsta
actividad misionera es la evangelización y la planta- producir, a veces, una confianza exagerada en los
ción de la Iglesia en los pueblos o grupos humanos medios humanos, hasta el punto de pensar que,
en los cuales no ha arraigado todavía» 23. sin ellos, casi no sería posible evangelizar. El flo-
recer de la Iglesia ha hecho también que las estruc-
Así, pues, el despertar del sentido de misión sus- turas se reforzaran apareciendo como un poder hu-
citará, tanto en las Iglesias tradicionalmente cris- mano entre los demás.
tianas como en las Iglesias jóvenes, un despertar
misionero universal que debe ser obra de todos? y Como reacción a esta realidad y también como
que, por ello mismo, fomentará la existencia de nuevo estilo evangelizador, se ha producido un mo-
numerosas vocaciones plenamente dedicadas a abrir vimiento contrario de mayor sencillez, mayor po-
breza, mayor cercanía a los que sufren, mayor tes-
22
23
Evangelii nunl'indi n.28. timonio del radicalismo evangélico. Pero todo va-
AG n.6. El texto conciliar se remite a algunas fuentes, e^tre lor auténtico, colocado como primer valor, puede
las que cabe destacar: SANTO TOMÁS, Sent. I, dist.16 q.l a.2 a¿ 2
y ad 4; I q.43 a.7 ad 6; I-II q.106 a.4 ad 4. Es una expresión caer en el extremo de una exageración que, en
que ocurre repetidas veces en las encíclicas misionales pontificias-
Máximum illud: AAS 11 (1919) 445 y j a Rerum Ecclesiae- nuestro caso, llevaría a una actitud de contesta-
AAS 18 (1926) 74; Evangelii / > ^ j | f l k 43 (1951) 5o7;' ción, de dejy^flHMÉÉás instituciones, de radica-
Fidei donum: AAS 49 (1957V«i*iPWPH|PHifci£í<w.- AAS 51
(1959) 835, etc. lismos «díeraaos. **fc
Pobreza en la comunión 25
24 Nueva etapa de evangelizarían
la obra misionera sin querer imponer controles ni
Hay que reconocer que las grandes obras de
querer presentar aires de patronazgo; sería mucho
evangelización realizadas por los grandes santos mi- mejor la ayuda a la Iglesia universal en la que mu-
sioneros, han tenido lugar en una falta casi abso- chas comunidades cristianas embrionarias son me-
luta de medios humanos. La fuerza evangelizadora nos conocidas y más necesitadas que las comuni-
no se basa ni en el poder, ni en el dinero, ni en la dades ayudadas directamente. Las Iglesias jóvenes
ciencia. Todos esos medios deben usarse cuando deberán renunciar a ocupar tanto tiempo en son-
están al alcance del apóstol, siempre dentro de los dear las posibilidades económicas de organizacio-
criterios de actuación del mismo Jesús, que los usó nes mundiales cristianas; sería mejor formar la con-
con moderación. Pero cuando estos medios pasan ciencia de responsabilidad de los propios cristianos,
a ser el factor principal (como cualquier valor que quienes, precisamente por ser más pobres (aunque
se colocara en el primer grado de la escala de va- no siempre son así), sienten más los problemas de
lores), se constituyen en obstáculo para el actuar los otros y están más dispuestos a ayudar. Por parte
del Espíritu. Sería exactamente el mismo obstáculo de los apóstoles empeñados en el apostolado mi-
que el de colocar la pobreza en sí misma como pri- sionero directo, convendría no perder tanto tiempo
mer valor por encima de la caridad y de la comu- en buscar estos medios, aunque sí convendría «per-
nión. derlo» en buscar medios para otras comunidades y
Los signos del actuar del Espíritu en su Iglesia otros apóstoles más pobres. Mucho campo de apos-
son hoy de mayor pobreza y sencillez dentro de la tolado y muchas diócesis quedan sin asistencia de
comunión. La pobreza sin sencillez sería solamente planes verdaderos de pastoral porque los apóstoles
un aspecto unilateral de la pobreza, puesto que la están demasiado convencidos que sin dinero no se
sencillez indica la pobreza más profunda de quien puede hacer nada. Cuando faltan todos los medios
arriesga incluso sus criterios, su tiempo, sus inte- humanos, todavía se puede evangelizar de la mejor
reses y sus planes «apostólicos». Y esa misma po- manera posible, porque, como decía San Pablo des-
breza, sin comunión, no sería la pobreza del Buen de la cárcel, «yo estoy en cadenas, pero la palabra
Pastor, cuya humanidad pobre queda escondida en de Dios no queda atada» (2 Tim 2,9).
las «estructuras» eclesiales. Este sentido de pobreza hará redescubrir el va-
La evolución actual de nuestra sociedad, dentro lor de la religiosidad popular, la cual muchas veces
del marco de la providencia salvífica, ayuda a la «refleja una sed de Dios que solamente los pobres
Iglesia a colocarse dentro de los límites pobres de y sencillos pueden conocer» 24. Y este sentimiento
peregrina hacia un más allá. Personas e institucio- de pobreza, en el mismo campo de evangelización,
nes son movidas por el Señor y por su Espíritu ayudará a colaborar mejor en la solución económi-
para evangelizar a los «pobres»^i un marco de ca y moral de quienes carecen de lq más impres-
mayor sencillez. Las Ig]esi4MHHP|wkr)ente cris- 84
tianas y misioneras d e ^ ^ n corHnuar^^dando a Bvang,e¡J/flmS^^^ÉÉt
26 Nueva etapa de evangelizarían Acento en la espiritualidad 21

cindible y de quienes, por sus ambiciones, son cau- y de encarnación, etc. Después de estos vaivenes
sa de un desorden económico mundial25. históricos y a un decenio de distancia del Vatica-
no II, se puede observar un movimiento universal
«Como Cristo..., así la Iglesia se une por medio en favor de la espiritualidad y concretamente en
de sus hijos a los hombres de cualquier condición,
pero especialmente con los pobres y afligidos, y a favor de la oración. Baste recordar los diversos mo-
ellos se consagra gozosa» 26. vimientos nuevos de espiritualidad que acentúan
los métodos de interioridad, la acción carismática
Por esto, entre las cualidades señaladas por el del Espíritu, las experiencias de oración, etc.
Vaticano II al describir la vocación misioneía, se
En el campo misionero se nota, especialmente
hace resaltar: por parte de los no cristianos, un interés creciente
«debe estar depuesto a renunciar a sí mismo y a todo por saber del cristianismo cuál es la experiencia
lo que tuvo hasta entonces y a hacerse todo para especial que ofrece acerca de Dios y del diálogo con
todos... con una vida realmente evangélica... Dios
le concederá valor y fortaleza para conocer la abun- él. No se piden tanto explicaciones teóricas cuanto
dancia de gozo que se encierra en la experiencia in- experiencias y gestos de evangelio. Se pide al cris-
tensa de la tribulación y de la absoluta pobreza» 27. tiano que exprese cuál es el sentido de su esperan-
za y qué significado profundo da a la existencia hu-
7. Acento actual en la espiritualidad y oración mana, a la historia y a la misma sociedad.
La espiritualidad del apóstol ha sido considera- Hace pocos años nadie hubiera sospechado este
da siempre como parte integrante de la evangeliza- acento en la espiritualidad. A veces parece como si
ción. Esta espiritualidad es la base del testimonio esta espiritualidad por parte de algunos movimien-
evangélico y la condición para ser instrumento dó- tos y grupos fuera más bien una evasión o aliena-
cil de la acción del Espíritu Santo. La importancia ción. De ahí la importancia misionera de presentar
de la oración y sacrificio es una de las notas carac- la autenticidad de la oración y contemplación cris-
terísticas de todos los escritos sobre la teología de tiana, así como del proceso de vida espiritual ge-
la misión. nuina, que es una configuración con Cristo por la
No obstante, en ciertas épocas, como en la que fe, esperanza y caridad. Si el apóstol de hoy no
inmediatamente nos precede, tanto en exposicio- pudiera presentar la experiencia de esta espiritua-
nes doctrinales como en actitudes prácticas se ha lidad cristiana, no se aceptaría su exposición teóri-
subrayado el aspecto de acción y organización. De ca y, además, el movimiento actual de espirituali-
ahí han derivado algunas polémicas sobre relación dad—incluso dentro del cristianismo—correría el
entre vida interior y apostolado, oración y acción, riesgo (repetido durante otros períodos históricos)
consagración y servicio, espiritualidad de ascensión de convertirse en un esplritualismo sin compromi-
sos personales^sj^^es.
28
GSp c.3. y"n^a^_
26
AG n.12; cf. ibid., n5 f *W*fcb Se han ejMMM^flraSkfit^spectos sobre la evan-
27
AG n.24. Véase el capsulo VI, 1, A (línea^^éxodo»),
28 Nueva etapa de evangelizarían Fraternidad y colaboración 29

gelización y se ha descuidado frecuentemente un


punto base: «las actitudes interiores que deben ani- 8. Fraternidad y colaboración entre apóstoles
mar a los obreros de la evangelización» n. Se han
gastado muchas energías para formar al apóstol y Una de las notas características del actuar apos-
luego se le ha dejado en la brecha sin la atención tólico es la fraternidad y colaboración entre los
espiritual suficiente. apóstoles y entre instituciones de apostolado: «que
El solo testimonio sin la palabra no basta. Pero sean uno... para que el mundo crea que me has
la palabra sin el testimonio «corre el riesgo de ha- enviado» (Jn 17,21).
cerse vana e infecunda». Por esto, «sin esta marca Pero, en la práctica, esta fraternidad no siempre
de santidad, nuestra palabra difícilmente abrirá bre- ha sido una realidad.. Por circunstancias diversas,
cha en el corazón de los hombres de nuestro ha existido a veces un desconocimiento mutuo y
tiempo» 29. una falta de colaboración en empresas que debe-
La acción evangelizadora apunta necesariamente rían ser comunes. La misma distribución, en algu-
a guiar en el camino de configuración con Cristo nas ocasiones, del trabajo misionero, confiando a
hasta una plenitud. El mismo progreso humano cada Instituto un país determinado, ha podido pro-
tiende, de por sí, a convertir al hombre en imagen ducir esa falta de unidad. El hecho de que algunas
y amigo de Dios. Por esto la evangelización es la instituciones apostólicas puedan considerarse casi
colaboración más eficaz y más completa al progreso autosuficientes, ha podido ser otra de las causas.
integral del hombre. Pero todo esto supone, por Y a veces ha prevalecido la búsqueda del bien del
parte del apóstol, una vivencia y un conocimiento propio Instituto sobre el bien de la evangelización.
de los caminos y de las leyes del Espíritu. La ver- Esta realidad, que no puede generalizarse, todavía
dadera dirección espiritual—que es punto clave de tiene algunas consecuencias palpables en algunas
la doctrina patrística sobre la configuración con tensiones entre la institución misionera y el obispo
Cristo—no puede ceñirse a un mero «counseling» del lugar miembro de la misma institución.
o consejo sicológico. El apóstol de hoy, para res- La verdadera historia de las misiones, no obs-
ponder adecuadamente a las inquietudes del hom- tante y a pesar de la falta de unidad en no pocas
bre moderno, necesita vivir y exponer una rica es- ocasiones, es una historia heroica de sacrificios per-
piritualidad aprendida en las fuentes reveladas y en sonales y comunitarios.
las vidas y escritos de los santos, pero especialmen- Hoy uno de los signos dominantes de nuestra
te practicada en el diálogo y encuentro cotidiano sociedad es el de la búsqueda de la unidad de la
con Dios. Una vez más, el futuro de la evangeliza- familia humana. El mensaje cristiano, que es de
ción está en manos de los santos, es decir, de per- mandamiento del amor, puede y debe aportar un
sonas disponibles para amar como el Buen Pastor. factor imprescindible, puesto que la unidad sólo
28
puede nacerck|^fcfc»p redentor de Cristo. De
Evangelii nuntianii n.74.¿_^^^^^H^Bfe
29
Ibid., n.76. - " ^ ^ ^ ^ ^ ^ ~ -
ahí la JmpfljBHclWreWHfcÉl valor evangélico de la
Centros neurálgicos 31
30 Nueva etapa de evangelizarían
nos es uno de los mayores obstáculos para la evan-
fraternidad entre los apóstoles, como un signo y
gelización actual.
mordiente de la unidad de toda la humanidad, que
debe llegar a ser familia de Dios. «La fuerza de la evangelización quedará muy de-
Son muchas las veces que el Vaticano I I habla bilitada si los que anuncian el Evangelio están divi-
didos entre sí por tantas clases de rupturas. ¿No es-
de la fraternidad e incluso vida comunitaria entre tará quizá ahí uno de los grandes males de la evan-
apóstoles 30. Es una exigencia evangélica. Hoy tam- gelización?» M
bién se ha redescubierto el valor de la vida de equi-
po: «La eficacia en la acción y la necesidad del No obstante, puede afirmarse que los sinceros
diálogo piden en nuestra época iniciativas de equi- deseos de unidad que se palpan en todas partes,
po» 31. Y en cuanto a la actividad misionera, el son un signo del Espíritu Santo, que prepara una
Vaticano I I le dedica un capítulo de la constitu- nueva etapa de evangelización.
ción Gaudium et spes.
9. Centros neurálgicos de nuestra sociedad
En el plano de Iglesia local o particular,

«es propio del obispo, como rector y centro de uni- Durante la historia de la Iglesia ha habido acon-
dad en el apostolado diocesano, promover, dirigir y tecimientos clave que han condicionado la evange-
coordinar la actividad misionera, pero de modo que lización en sentido positivo o negativo. Baste re-
se respete y se fomente la actividad espontánea de
quienes toman parte en la obra»32. cordar la unidad del imperio romano en torno al
«mare nostrum», la invasión de los bárbaros en
A nivel nacional y «regional», la planificación Europa, la expansión del Islam" en el norte de Áfri-
pastoral encuentra su centro de unidad en la Con- ca, el descubrimiento de América, la apertura de
ferencia Episcopal y en la cooperación entre dife- los viajes alrededor de la Tierra, los fenómenos so-
rentes Conferencias Episcopales. Y en todos estos cioculturales e ideológicos (ilustración, racionalis-
niveles hay que buscar una coordinación de activi- mo, ateísmo, nuevas filosofías...), las migraciones
dades que deben desarrollar las diferentes institu- de todo tipo, etc.
ciones apostólicas. Esta cooperación debe ya co- En estos momentos clave, la acción evangeliza-
menzar en los países de origen o en las Iglesias dora ha encontrado grandes dificultades y grandes
que envían personal misionero. posibilidades que, a veces, han condicionado un fu-
La necesidad de unidad entre los apóstoles cris- turo de siglos.
tianos se deja sentir especialmente en el campo lla- El Vaticano I I , en la constitución Gaudium et
mado ecuménico. La falta de unidad entre cristia- spes, afronta los nuevos cambios de la sociedad ac-
tual, en los que la presentación adecuada del mis-
30
ChD n.30; PO n.8.10.17; OT n.17. terio de Cristo juega un papel determinante. Las
31
32
GSp n.90. Véase capítulo V L ^ ^ g j t a g r n i d a d ) .
AG n.30. El acento en I ^ J P I I P P M M » presidida por EvangeliUmmmwW^^^UÁiiitdtis redmte^ratio n.l y 4.
el obispo, es una de las nota» del Vaticano l i S ™ »
32 Nueva etapa de evangelizarían Centros neurálgicos 33

preguntas apremiantes, si no angustiosas, sobre el lización de esas grandes muchedumbres que espe-
sentido de la vida humana, de la vida social, de la ran del Evangelio la solución radical a sus proble-
historia, del progreso, etc., son preguntas dirigidas mas más hondos. Las agencias de noticias y de vía-
más o menos directamente al cristianismo como jes, las empresas multinacionales, las misiones di-
nuevas «multitudes» que esperan la evangeliza- plomáticas, las grandes empresas editoriales, etc.,
cion . penetran hoy con facilidad donde todavía se man-
Un primer balance de esta situación parece incli- tienen las puertas cerradas al Evangelio. Sólo un
narse hacia el lado negativo. El concepto más geo- espíritu misionero, que rompa las fronteras del
gráfico de la misión (países de misión, sectores geo- propio egoísmo personal y colectivo, puede llegar
gráficos por evangelizar), no tiene hoy la misma a aprovechar estas posibilidades nuevas de evange-
significación e importancia que en el pasado. Es lizar que tal vez son irrepetibles.
inevitable un primer momento de sinsabor y de La invitación del papa Pablo VI a preparar un
desorientación, si no ya de crisis. A los sectores nuevo período de evangelización, arranca de esta
geográficos que se estaban evangelizando con gran- nueva situación que, a su vez, dispone de una nue-
des esfuerzos, llegan hoy las influencias provenien- va gracia del Espíritu.
tes de centros neurálgicos de nuestra sociedad que
no pueden identificarse con un país o con una geo- «Sectores de humanidad que se transforman: para
la Iglesia no se trata solamente de predicar el Evan-
grafía: los medios de comunicación social, la eco- gelio en zonas geográficas cada vez más vastas o
nomía, la política internacional, la cultura e ideo- poblaciones cada vez más numerosas, sino de alcan-
logías, el turismo, las grandes migraciones, los pue- zar y transformar con la fuerza del Evangelio los
criterios de juicio, los valores determinantes, los pun-
blos marginados o grandes minorías expulsadas de tos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes
sus tierras, etc. Todo ello cuestiona la acción apos- inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad,
que están en contraste con la Palabra de Dios y con
tólica. Baste recordar algunos centros tradicional- el designio de salvación. Posiblemente podríamos ex-
mente cristianos o de misión en evolución progre- presar todo esto diciendo: lo que importa es evan-
siva y que ahora son grandes urbes cosmopolitas gelizar—no de una manera decorativa, como con un
barniz superficial, sino de manera vita'l, en profundi-
de una decena de millones de habitantes en sus dad y hasta sus mismas raíces—la cultura y las cul-
alrededores. turas del hombre en el sentido rico y amplio que
tienen sus términos en la Gauiium et spes, tomando
Pero estas nuevas dificultades pueden convertir- siempre como punto de partida la persona y teniendo
se en nuevas posibilidades de evangelizar. Se trata siempre presentes las relaciones de las personas entre
de grandes masas de personas que ahora se ponen sí y con Dios» 3S.
a tiro del Evangelio si éste lograra penetrar los
centros neurálgicos de pensamiento y de acción. Cuando, en estos años pasados, se elaboraban
Evangelizar estos centros sería asegurar la evange- estadísticas, en las que la comunidad cristiana au-
mentaba aniialBW«*j^^0H millones y en las que las
S1 35
GSp primera parte, e x n a p i pTelHHMra^fclU, EvangeljLMutitiandi n. 19-20. W .
Espiritut0tlad misionera 2
34 Nueva etapa de evangelizado» Mundo «secularizado» 35

conversiones llegaban a una cifra muy alentadora, Este proceso de «secularización»—que en su


no faltaba la observación de que el número de pa- parte negativa podría llamarse «secularismo»—,
ganos crecía mucho más y que, por tanto, la cifra hace que «muchedumbres cada vez más numerosas
global de los cristianos era cada vez más inalcanza- se alejen prácticamente de la religión» 37. No pue-
ble. Pues bien, este problema matemáticamente in- den preverse las consecuencias prácticas de este pro-
soluble, que dio pie a teorías sobre la no> necesidad ceso cuando llegue a penetrar sectores geográficos
de una conversión explícita, puede encontrar su so- y culturales que se fundamentan básicamente en los
lución en el misterio de la providencia manifestado valores religiosos (islamismo, budismo, hinduismo,
en cada época y, para nosotros, en la época que animismo, etc.). Pero el proceso, que parece arro-
nos toca vivir. Evangelizando esos puntos neurál- llador, tiene un doble efecto:
gicos de nuestra sociedad, se ponen los fundamen-
«el espíritu crítico más agudizado purifica la vida
tos sólidos para una conversión explícita futura de religiosa de un concepto mágico del mundo y de re-
toda la humanidad. El misterio de la conversión siduos supersticiosos y exige cada vez más una adhe-
no queda resuelto con nuestras elucubraciones, pero sión verdaderamente personal y operante a la fe, lo
cual hace que muchos alcancen un sentido más vivo
nos bastan estos signos pobres para creer y esperar de lo divino» 3S.
activamente.
Muchas barreras religiosas del mundo llamado
10. Mundo «secularizado» y exigencia de gestos pagano se van a derrumbar por obra del «secula-
y experiencias rismo»; pero este derrumbamiento puede producir
un obstáculo mayor: el indiferentismo, el ateísmo,
Los cambios sociológicos de nuestra sociedad se el materialismo...
agravan con los cambios de mentalidad que derivan La única puerta de salida a este nuevo «impasse»
necesariamente al campo religioso. El hombre es la presentación de la religión cristiana como úni-
qu'ere valerse por sí mismo sin necesidad de recu- ca respuesta a los problemas más profundos que
rrir al llamado ser supremo. Los diversos campos plantea el hombre y la sociedad de hoy.
áp\ auehacer humano reclaman una autonomía to-
tal. Se cuestiona no solamente lo sobrenatural, sino «Bajo la luz de Cristo, imagen de Dios invisible,
primogénito de toda la creación, el Concilio habla
incluso lo sagrado. Es un cambio radical de escala a todos para esclarecer el misterio del hombre y para
de valores para pasar del Absoluto (Dios) a otro cooperar en el hallazgo de soluciones que respondan
absoluto que sería el hombre. La religión y todo a los principales problemas de nuestra época» 39.
lo que ella comporta, ¿no será una evasión, una 37
alienación, un subjetivismo, a manera de «opio» GSp n.7; cf. Evangelii nuntiandi n.55.
38
Ibid. Convendría estudiar este proceso secularizante en sus
que hace olvidar los propios compromisos? M
39
Ibid., n ' ' ( : l | J M R I I ^ ^ ^ ^ B W e
' nomDre
> se
presentan con
3
" CH DUQUOC, Ambie.üedadtjKl^jj/IIKHjte la seculariza-
ción (Bilbao, Desclée. 1 9 7 4 ) J * r WB.
Signos de los tiempos 37
36 Nueva etapa de evangelizarían
pecialmente para los pequeños y los pobres, obedien-
Ahora bien, esta presentación del misterio cris- cia y humildad, desapego de sí mismos y renun-
tiano no se puede hacer sólo con palabras o expli- cia». .. 42
caciones teóricas, ni incluso basta un testimonio
externo de «altruismo», sino que pide verdaderos La evangelización actual va a correr por cami-
gestos evangélicos de bienaventuranzas y experien- nos de presentar más profunda y vivencialmente
cias del encuentro y del diálogo con Dios. la esperanza cristiana, como un sentido escatológi-
co de la vida que, abarcando el presente, no adora
«Conocemos también las ideas de numerosos psi-
cólogos y sociólogos que afirman que el hombre mo- ninguna ideología y ningún sistema ideológico o
derno ha rebasado la civilización de la palabra, inefi- práctico, porque sólo Cristo resucitado es quien da
caz e inútil en estos tiempos, para vivir hoy en la sentido a la creación y a la historia humana en
civilización de la imagen»... No obstante «el tedio
que provocan hoy tantos discursos vacíos, y la actua- marcha hacia la restauración final43.
lidad de muchas otras formas de comunicación, no
deben, sin embargo, disminuir el valor permanente
de la Palabra (de Dios) ni hacer perder la confianza 11. Signos de los tiempos y evangelización
en ella» 40.
Los temas que acabamos de exponer se podrían
La evangelización cristiana no se realiza ni con calificar también como «signos de los tiempos» en
la sola palabra humana, ni con el solo testimonio la acción evangelizadora actual44.
externo. Se trata de la Palabra de Dios, cuya vita-
lidad aparece también en los gestos heroicos de la Siguiendo la doctrina conciliar del Vaticano II
caridad del apóstol que imita al Buen Pastor. sobre los «signos de los tiempos», éstos vendrían
a ser como la manifestación de la voluntad salvífi-
La nueva etapa de evangelización reclama, por
ca de Dios a través de los acontecimientos huma-
parte del apóstol, una vida espiritual honda que
nos. Pero la dificultad consiste en saber deslindar,
hable, por sí misma, de un Dios Amor.
en cada acontecimiento, esos signos de historia de
«Paradójicamente, el mundo, que, a pesar de los salvación sin confundirlos con otros signos más
innumerables signos de rechazo de Dios, lo busca, bien manifestativos del pecado del hombre. Bás-
sin embargo, por caminos insospechados y siente do-
lorosamente su necesidad, el mundo exige a los evan- tenos recordar una afirmación del Concilio:
gelizadores que le hablen de un Dios a quien ellos
mismos conocen familiarmente, como si estuvieran 42
viendo al Invisible» 41. 43
Ibid.
44
B. MONDIN, í teologi della speranza (Bologna, Borla, 1974).
Cf. Constitución apostólica Humanae salutis (Juan XXIII)
Pero esta experiencia de Dios se manifiesta en por la que se convoca el concilio Vaticano II. M. D. CHENU, Les
gestos de vida de caridad: signes du temps, en Nouv. Rev. Théologique 87 (1965) 29-39;
J. ESQUERDA, Magisterio y signos de los tiempos, en Burgense 10
(1969) 239-271; J. P. JOSSUA, Discerner les signes des temps, en
«El mundo exige y espera de nosotros sencillez de La Vie Spirituelle 527 (1966) 547-569; M. PELLEGRINO, Seguí dei
vida, espíritu de oración^carid^ para con todos, es- tempi e risposta^^áÉÉtÉ*¿(Roni2L, Pont. Univ. Gregoriana,
40 1967); M. r ^ a d H H I H ^ V ^ los tiempos, en Manresa 40
Evangelii nuntianái n.42. (1968) 5 - 1 8 . ^ ^ ^ ^ ™ ^ ^
41
Ibid., n.76.
38 Signos de los tiempos 39
Nueva etapa de evangelizarían
«Es deber permanente de la Iglesia escrutar a fon- una adaptación acelerada, sobre todo en métodos
do los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz apostólicos y en estructuración cultural y ambien-
del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada
generación, pueda la Iglesia responder a los perennes tal. La adaptación debe ser auténtica, sin perder
interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la ningún valor esencial y permanente; pero la trans-
vida presente y futura y sobre la mutua relación de formación profunda de nuestra sociedad es como
ambas. Es necesario, por ello, conocer y comprender
el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspira- una llamada a la urgencia de adaptar todo cuanto
ciones y el 45sesgo dramático que con frecuencia le sea necesario en un momento transcendental del
caracteriza» .
que depende un futuro inmediato (AG n . l l ) .
Entre los signos de los tiempos que indica el La relación entre Iglesia local o particular e Igle-
Vaticano I I y el Magisterio, cabe destacar esas lí- sia universal, como signo actual de evangelización,
neas generales: las preguntas inquietantes sobre la hace profundizar en la naturaleza de la Iglesia mi-
razón de ser del hombre, el sentido de universa- sionera, en la comunión, en la responsabilidad de
lismo y de unidad, la aceleración de los procesos cada Iglesia particular respecto a la evangelización
históricos, la crisis de crecimiento, la confianza en universal 4 7 .
las técnicas humanas, la dignidad de la persona, la La nota ecuménica de la Iglesia posconciliar ayu-
solidaridad actual sobre los problemas que aquejan da a valorar la unidad de todos los cristianos en
a la humanidad y en especial al llamado «tercer vistas a una evangelización más eficaz y acelerada,
m u n d o » . . . De estos signos más generales, destaca- que, por otra parte, no podrá realizarse sin esa uni-
remos aquellos aspectos que interesan más directa- dad. Hoy se manifiesta por todas partes, especial-
mente a la evangelización. mente entre los apóstoles, una sensibilidad muy
Hoy más que en épocas pasadas, la Iglesia sien- honda sobre la falta de unión de los cristianos "8.
te su propia naturaleza de ser «signo» levantado Consiguiendo esta unión, se habría derribado el
ante los pueblos, «sacramento universal de salva- principal obstáculo para la evangelización.
ción» 4é. Tal ha sido siempre la naturaleza de la La cercanía a los pobres y a los que sufren es
Iglesia; pero las preguntas acuciantes de la huma- otra de las características de la evangelización ac-
nidad actual reclaman la presentación más clara de tual 9. De hecho, ha sido siempre la nota carac-
esta realidad del signo eclesial. Aplicación concreta terística de los santos misioneros; pero hoy revis-
de este acento en el signo de Iglesia sería la presen- te unas derivaciones y un tono especial, dada la
tación de gestos de caridad (AG n.12) y la inser- magnitud del problema de tantas muchedumbres
ción clara y mordiente en las situaciones nuevas de que sufren hambre y que no disponen de los bie-
nuestra sociedad (AG n.10). nes más indispensables para realizar su propio exis-
Los procesos actuales de cambio social reclaman
^ AG n.6.16.19-20
« GSp n.4; cf. GSp n.11.44, T, ñP n.12.15. K^sm^ti^Oecuménistne misúonnaire (Roma,
« AG n.l; LG n.48; cf. " Pontificia UnivemMBpiHk 1970)
AG n.12. trm¡&,hesfmi^ de Yahvé (Paris, Cerf, 1962).
40 Nueva etapa de evangelizarían Signos de los tiempos 41

tir humano (cultura, trabajo, habitación, liberta- puede alcanzarse sólo con el esfuerzo humano ni
des políticas, libertades fundamentales, etc.). sólo en esta tierra (AG n.9).
El despertar misionero de todo el pueblo de Descubrir los signos de los tiempos es una labor
Dios, y concretamente del estamento laical, puede semejante al discernimiento de espíritus que, en
considerarse como otro signo de los tiempos (AG nuestro caso, se aplica a los acontecimientos.
n.21). Estos nuevos apóstoles se suman a los ya
existentes (sacerdotes y personas consagradas) en «A través del Espíritu Santo la evangelización pe-
netra en los corazones, ya que él es quien hace dis-
una relación mutua, puesto que es común la res- cernir los signos de los tiempos—signos de Dios—
ponsabilidad de evangelización universal (AG n.35). que la evangelización descubre y valoriza en el inte-
rior de la historia» 51.
En este despertar misionero actual se destaca
también la nota de espiritualidad. Así, la respon-
sabilidad misionera de todos se sentirá en la medida A la luz de estos signos de los tiempos en el
en que haya una renovación interior. Y los após- campo de la evangelización, se podrían finalmente
toles de hoy deberán presentar la patente de una señalar, entre otros, algunos problemas más urgen-
rica espiritualidad que les acredite como signos per- tes y más nuevos por resolver:
sonales del Señor50.
— hacer responsable de la evangelización uni-
El acento actual, en una línea materialista y de versal a toda la comunidad cristiana, espe-
secularismo, hace descubrir otro signo de los tiem- cialmente en cada Iglesia particular;
pos, que no será precisamente el de desnaturalizar
la naturaleza sobrenatural de la Iglesia o el miste- — potenciar los apóstoles nativos de las Igle-
rio de la cruz. Este fenómeno actual, analizado en sias jóvenes, de suerte que posean los medios
toda su hondura y a la luz de la Palabra de Dios, necesarios para emprender ellos mismos esta
descubre más bien la urgencia de presentar una nueva etapa de evangelización;
Iglesia aue evangeliza sin subordinarse a ninsuna — preparar las comunidades cristianas para re-
ideología humana y a ningún sistema. Esta liber- cibir o acoger a tantos grupos de personas
tad de los hijos de Dios o libertad en el Espíritu que, según los diferentes fenómenos actua-
hace tomar los acontecimientos sin esclavizarse a les, pasan o se instalan más o menos perma-
ellos como si fueran un absoluto o como si fueran nentemente;
irreversibles. Por encima de cualquier interpreta-
ción humana de la historia está la interpretación — preparar al pueblo cristiano para recibir las
a la luz de la historia de salvación. Por esto, la nuevas conversiones que van a producirse y
acción evangelizadora eclesial es de esperanza cris- que tal vez no se producen todavía por falta
tiana hacia una «plenitud escatológica», que no de esta preparación;
50
AG n.24-25. Son los númerojjPWH(B|^k espiritualidad Evangeliir nuntiandi n
¡lúsionera.,
42 Nueva etapa de evangelization

— dejar en manos de los apóstoles nativos la rea- II. SIGNIFICADO Y DIMENSIONES


lización de su segunda evangelización o pro- DE LA ESPIRITUALIDAD
ceso "de maduración de la misma, MISIONERA
.— preparar misioneros pata penetrar en los
nuevos centros neurálgicos de nuestra socie-
dad. . n
SUMARIO
S2
Amplié estas líneas en Lineas básicas de la espiritualidad
misionera y aplicaciones actuales Euntes Docete 29 (1976) 97 110,
Spiritualita ed evangelizzazione di fronte alie istanze det giovam, Presentación
oggt Fede e Civlltá 73 U976) 25 29, Espiritualidad misionera hoy
(Madrid Comisión Episcopal de Misiones, 1976), Dimenswne 1 Cristianismo como misión o espiritualidad misio-
sptrituale dell evangelizzazione en Esortaztone Apostólica «Evan nera del cristiano
gelu nuntiandi» di Sua Santita Paolo VI, Commento (Roma,
Sacra Congregazione per l'Evangelizzazione del Popoli, 1976) A) La revelación cristiana o Palabra de Dios
116 128 para todos los hombres
B) Jesús, Salvador universal
C) El don de la fe
D) Repercusión misionera de todo lo cristiano
E) Naturaleza misionera de la Iglesia
F) La vida cristiana según el Espíritu

2 Espiritualidad del apóstol o misionero


A) Espiritualidad y apostolado
B) Espiritualidad del misionero
C) Situaciones especiales hoy

3 La espiritualidad cristiana en un encuentro con


la espiritualidad no cristiana
A) Un hecho actual Repercusión universal de
la espiritualidad
B) Lo específico de la espiritualidad cristiana
C) Comunidades cristianas de oración y candad
D) La espiritualidad como evangelización
Presentación 45
4
PRESENTACIÓN especiales (sacerdotal, religiosa, laical, etc.) . A
nosotros nos basta con remitirnos a la necesidad
de vivir la misión, puesto que espiritualidad misio-
Al escribir sobre la «espiritualidad misionera» nera vendría a ser la teología espiritual a la luz de
nos encontramos con dos términos ya muy estudia- la misión cristiana Se trata, pues, de estudiar cuál
dos: la espiritualidad y la misión es la espiritualidad que corresponde a este aspecto
Sobre la «espiritualidad» en general, nos hemos cristiano de la misión y, concretando algo más, cuál
de remitir necesariamente a los especialistas actua- es la espiritualidad que corresponde al carisma de
les l. En cuanto a la «misión», además de cuanto la vocación misionera y a la acción misionera de
se ha dicho en el capítulo anterior sobre la proble- cualquier cristiano según la propia vocación ecle-
mática de la misión actual 2 , habremos de adentrar- sial.
nos muchas veces en el significado de este término Los pocos autores que hasta el momento han es-
salvífico en capítulos posteriores. tudiado la espiritualidad misionera han hecho refe-
Siguiendo las indicaciones de los especialistas so- rencia a la novedad del tema 5. Hay que añadir aquí
bre espiritualidad, podríamos hablar de «vida según que el tema misión podría todavía estudiarse como
el Espíritu», de teología de la perfección cristiana, misión general o como misión estricta, es decir, co-
de configuración con Cristo, así como de imita- mo misión con perspectivas universales. Sin excluir
ción, semejanza, servicio, unión y cumplimiento la referencia a la misión en general (puesto que es
de la voluntad de Dios, etc. Pero hoy muchos au- una referencia obligada), nosotros subrayamos más
tores prefieren más bien estudiar este tema como bien la misión estrictamente universal en el sentido
teología de la caridad cristiana, en el sentido de que iremos analizando en las explicaciones poste-
que en ella consiste la perfección 3. riores. Nuestro tema de «espiritualidad misionera»
Si hablamos de «espiritualidad misionera» no es
para introducir una nueva espiritualidad. De hecho, 4
Véase L BOUYER, o c , introducción
algunos autores prefieren hablar de una sola es- 5
Los tratados específicos de espiritualidad misionera son prác
ticamente inexistentes Pero se han publicado algunos estudios
piritualidad, la cristiana, con referencia a matices parciales R AUBERT, Théologie missionnaire et spiritualtté mis
swnnaire, en Collectanea Mechlimensis (1974) 424 432, H BUR
1
KLE Missionarische Spirituahtat ais Anwort auf Grunderfahrun
Véanse algunos tratados actuales de espiritualidad CH A BAR len tn den ~* 'h^ionen en Getst und Leben 8 (19751 431 44^
NARD, Compendio di teología spmluale (Roma, P U G , 1973), T ESQUERDA, Espiritualidad y evangelización Euntes Docete 27
\ M BESN\RD Vna nueva espiritualidad (Barcelona 1966), (1974) 3 24 I D , Espiritualidad misionera hoy (Madrid, Comisión
L BÓUYFR, íntroductwn a la pie spirituelle (París 1960). C GAR- Episcopal Misionera 1976), ID , Cristianos sin fronteras Espiri-
CÍA Corrientes nuevas de la teología espiritual (Madrid, Studium, tualidad misionera (Burgos, Facultad Teológica 1976), I D , Teo
1971), L COGNFT íntroductwn a la vie chrétienne (París, Cerf, logia de la esvirJuahdad sacerdotal c 7 (Madrid BAC 1976)
1967), Dtztonano enciclopédico di spintualita (Roma, Teresia- Tn Spirituatila- e anmuaione missinnana (A^isi 1977) B I ^ F I I Y
num 1976) D M HOFFMANN Maturtng the spirtt (Boston, Missionarv Sptrttuahty (Dublm Gilí and Son 1960) Misswn
St Paul Edit , 1970) F Rni7 Caminos del espíritu, compendio smrituality (Indore Divine Word Publications, 1976) Y RAGUIN
de teología espiritual (Madrid, EDE, 1974), C V THRULAR, Con Missionary spiritualtty (Manila E A Pastoral Institute, 1972)
cettt fondamentali della teología jp/ríí»aía(Brescia 1971) (también en segunda Qgjte de' L'Esprit sur le monde [Paris, Des-
2
Véase nota 21 del e l . £flhfc clée, 1975J; üsplrituj^gpbre, mundo [Madrid, Narcea, 1976]).
3
LG n 39 42, ver C V THRDJ,AR„^^^|
Significado y dimensiones Presentación 47
46
vendría a corresponder a la «teología de la misión» potabilidad cristiana respecto a la misión vendría
o misionología en su aspecto espiritual o de vi- a ser la quintaesencia de la espiritualidad misione-
vencia. ra. La espiritualidad misionera está, pues, en la lí-
Si hubiera de presentarse, ya desde el principio, nea de una vivencia responsable de la misión cris-
una espiritualidad misionera perfectamente estruc- tiana, que tiene derivaciones universales por su
turada, tendrían que analizarse estos datos: reali- misma naturaleza. Podríamos, pues, definir la es-
dades sobrenaturales que recalca, historia de esta piritualidad misionera provisionalmente (sin que-
espiritualidad, síntesis doctrinales, virtudes que rer hacer abstracciones), como la vivencia de la mi-
sión recibida de Cristo, es decir, la espiritualidad
destaca, medios que propone, organizaciones e ins-
que deriva de la misión cristiana. El Espíritu Santo
titutos que fomentan esa espiritualidad, etc. Pero
infunde en cada uno de los «enviados» el mismo
nosotros vamos a ir paso a paso elaborando estos
espíritu misionero que animó a Cristo como en-
datos en una evolución más homogénea y vital, se-
viado 6.
gún irán presentándose los diferentes capítulos.
Si se nos preguntara sobre la posibilidad de in- Cuando se habla de espiritualidad específicamen-
te misionera cabe distinguir diversos puntos de vis-
cluir la espiritualidad misionera en la teología de
ta o dimensiones, que podrían resumirse en tres:
la misión o misionología, como una parte integran-
la espiritualidad cristiana como misionera, la espi-
te, la respuesta podría ser afirmativa; pero tal vez
ritualidad del misionero, la espiritualidad cristiana
sería mejor hablar de una función de esta misma
en encuentro y confrontación continua con la es-
teoVgía en vez de hablar de una parte de la misma.
piritualidad no cristiana. De esta manera descripti-
La relación entre la espiritualidad misionera y la va aparece, desde el principio, la amplitud del cam-
espiritualidad en general estribaría en poner de re- po que vamos a estudiar, no partiendo de nociones
lieve el tema «misión universal» en cada uno de ya prefabricadas, sino de situaciones en que se en-
los puntos estudiados en la llamada teología espi- cuentra el cristiano como enviado y a las que hay
ritual o teología de la perfección cristiana. Todos que responder con la doctrina del Evangelio y la
los temas de espiritualidad cristiana tienen una de- reflexión teológica objetiva. Los principios teológi-
rivación misionera que emana de su misma entra- cos no dependen de la realidad circunstancial ni de
ña, como veremos en este mismo capítulo. la conciencia de cada uno, pero, a la luz de estos
El cristiano, movido por la fe y caridad, abre el principios, se iluminan situaciones personales y am-
evangelio y lee: «Id por todo el mundo, predicad bientales.
el Evangelio a toda creatura... bautizad...» (Mt
6
28,29; Me 16,15); «os envío como me envió mi AG n.4 y 24-25.
Padre» (Jn 20,21). La respuesta normal debe ser
de disponibilidad «misionera» aun antes de poner-
se a elaborar técnicamente urjjfcología. Esta dis-
48 Significado y dimensiones \ Cristianismo como misión 49
estricta del Antiguo y Nuevo Testamento, «Dios
1. Cristianismo como misión o espiritualidad fue preparando a través de los siglos el camino del
misionera del cristiano Evangelio» 8. La revelación divina culmina en Jesús
(Heb 1,1-2), Hijo de Dios, Palabra eterna del Pa-
Todo cuanto suene a cristiano tiene unas pers- dre, pronunciada eternamente en el Espíritu Santo,
pectivas universales. La Palabra de Dios o revela- que ha venido para habitar entre los hombres (Jn
ción, la realidad de Jesús Salvador, el don de la fe, 1,1-18), Esta revelación divina es «para salvación
el bautismo, la naturaleza de la Iglesia, el des- de todos los pueblos» 9 .
arrollo de la perfección y cualquier tema de vida
En la Palabra de Dios aparece el plan divino de
cristiana se refieren siempre a toda la humanidad.
salvación para todos los hombres. Por esta Palabra
El hecho de ser cristiano o la misma vocación cris-
sabemos que los hombres han sido elegidos o pre-
tiana es misión universal.
destinados en Cristo desde toda la eternidad (Ef
1,4) y que «todo ha de ser restaurado en Cristo»
A) LA REVELACIÓN CRISTIANA O PALABRA (ibíd. 10; Col 1,15-17). Los destinatarios de este
DE Dios PARA TODOS LOS HOMBRES misterio de Cristo, escondido por los siglos en Dios
y ahora manifestado, son todos los hombres. Por
Dios ha hablado comunicando sus planes salví-
esto, quien haya encontrado ya esta Palabra de
ficos sobre la humanidad entera. El Antiguo y
Dios debe sentir, en diverso grado y modo, según
Nuevo Testamento tienen esta perspectiva de uni-
la vocación concreta, el deseo de «iluminar a to-
versalidad, aunque los destinatarios inmediatos de
dos acerca de la dispensación del misterio oculto
la Palabra sean unos hombres concretos o una co-
desde los siglos en Dios» (ibíd. 3,9).
munidad reducida, que por ello mismo quedan «co-
misionados» para comunicar a otros los planes sal- La Palabra de Dios o doctrina y persona de Je-
víficos de Dios. Por esto el Vaticano II presenta sús no es una teoría solamente para ser estudiada
como uno de sus objetivos «proponer la doctrina técnicamente. Propiamente no es un sistema ideo-
auténtica sobre la revelación y su transmisión, para lógico, sino una palabra con virtualidades diferen-
que todo el mundo lo escuche y crea, creyendo es- tes de las palabras humanas. Es como un mensa-
pere, esperando ame» 7. jero vivo que va al encuentro de todo hombre (Is
A través de la creación y de la historia, Dios se 9,8). Es palabra eficaz (Gen l,ls), creadora y con-
ha ido manifestando a todos los hombres sin ex- servadora con dimensiones universales, que obra la
cepción. Cristo, Palabra de Dios, es el centro de salvación en toda la historia humana (2 Tim 2,8-9),
la creación y de la historia (Jn 1,3). Por esta mani- pronunciada por Dios para nosotros en la pleni-
festación divina, y especialmente por la revelación tud de la historia (Gal 4,4). Por esto, el que recibe
8
Ibíd., n.3. Sobre la «preparación evangélica» véase capítu-
' Dei Verbum n.l. La afirmación es de San Agustín, De cate- lo 9 I, 2.
chizandis rudibus 4, 8: PL 40,316. Ibid., n.l. Véase capítulo I, I.
50 Significado y dimensiones Cristianismo como misión 51
esta palabra, por la fe cristiana, queda responsa- una imagen de Dios. Sería una misión «teocéntri-
bilizado para comunicarla a los hermanos. La re- ca». Pero el hecho de que este plan de Dios ha
velación no puede quedar como un simple recuer- sido elevado a un plan todavía mejor—de reden-
do o como una «doctrina» que basta con apren- ción en Cristo Salvador—, hace que la misión sea
derla personalmente. estrictamente cristiana, proveniente del Padre por
Dios, que es amor (1 Jn 4,8), sólo tiene una Pa- su Hijo Jesús y en el Espíritu Santo. Por esto la
labra personal, que es el Verbo (Jn 1,1). Nos ha misión cristiana es, a la vez, teocéntrica, trinitaria,
dado esta Palabra para todos los hombres (Jn 1,12- cristológica y neumatológica 10. La razón de ser de
14). Es la cumbre de la revelación divina (Heb 1,1). todo hombre, especialmente ya restaurado en Cris-
Así ama Dios al mundo entero (Jn 3,16), puesto to Salvador, es de llevar a cabo una misión uni-
que Cristo, Palabra personal de Dios hecho nues- versal.
tro hermano, pertenece a toda la humanidad (Gal Jesús es Salvador de todos los hombres (Mt
4,4 y Jn 3,17). Esta es la iniciativa personal de 1,21), pertenece a todos, es hermano y responsable
Dios amor (1 Jn 4,10). de la historia de cada uno de los hombres y Ca-
beza de la humanidad entera. La misión salvífica
B) JESÚS, SALVADOR UNIVERSAL que recibió del Padre no tiene fronteras: se pre-
I senta como enviado para salvar a los hombres (Jn
Todo hombre ha sido creado para ser «imagen»
3,17), acercándose a todos los que sufren (Mt 8,17),
de Dios, su «gloria» o «epifanía». No es sólo el
llamando a todos (Mt 11,28), derramando su san-
hombre como individuo, sino también como colec-
are por todos (Mt 26,28). Su «sed» (Jn 19,28) es
tividad expresada principalmente en la familia hu-
la del Buen Pastor que se apiada de todos (Me
mana (Gen 1,27; Ef 5,22s). Este plan primero de
6,34). Jesús ha muerto por todos (2 Cor 5,15). De
Dios encontró la contrapartida del pecado del pri-
ahí que los apóstoles presenten siempre a Jesús
mer hombre con sus consecuencias universales. Pe-
como centro de la creación y de la historia (Jn 1,3;
ro el mismo Creador ha querido restaurar este plan
Col l,16s; Heb 13,8). Las afirmaciones paulinas
primero en un plan todavía mejor: la salvación en
son muy expresivas: «El Padre nos libró del po-
Cristo. Así, «Dios es Salvador de todos los hom-
der de las tinieblas y nos trasladó al reino del Hijo
bres» (1 Tim 4,10). En Jesús, Hijo de Dios, «se
de su amor, en quien tenemos la redención y la
ha manifestado la gracia salvífica de Dios para to-
remisión de los pecados; que es imagen de Dios
dos los hombres» (Tit 2,11; cf. 3,4).
invisible, primogénito de toda creatura, porque en
El hecho de que todo hombre deba desarrollar él fueron creadas todas las cosas del cielo y de la
su propio ser como «imagen» (gloria) de Dios tierra..., todo fue creado por él y para él..., todo
Amor permite hablar de una «misión» radical que subsiste en él... Y plugo al Padre... reconciliar
arranca de esta realidad y que empuja a transfor-
10
mar la creación, la historia y toda la humanidad en AG n 2-4. La dimensión eclesial es expresión («sacramento»)
de todos estos aspectos.
52 Significado y dimensiones Cristianismo como misión 53
consigo todas las cosas en él, pacificando con la en los medios hindúes y budistas, especialmente
sangre de su cruz así las de la tierra como las del desde el siglo xix 14.
cielo» (Col 1,13-20)".
La unidad de la familia humana queda sublima- C) E L DON DE LA F E
da en esta dinámica de unidad de Cuerpo místico
de Cristo. Por esto «todos los hombres están lla- Quien ha recibido el don de la fe, si quiere vi-
mados a esta unión con Cristo, luz del mundo, de virlo con todas sus consecuencias, sentirá la nece-
quien procedemos, por quien vivimos y hacia quien sidad imperiosa de hacerse instrumento para que
caminamos» n. otros lo reciban. Esta consecuencia misionera es
La realidad de Jesús Salvador universal n o es ley vital de la misma fe y de la espiritualidad cris-
sólo objeto de predicación en una época concreta tiana. Es la misma vida en Cristo la que urge a
(la del mismo Jesús), como dejando que la huma- esta «promgación». Y es también el sentimiento
nidad entera vaya enterándose «espontáneamente» de gratitud el que completa esta urgencia de co-
de esta verdad salvífica, sino que municar a todos lo que, según la revelación, es para
todos los hombres.
«lo que ha sido predicado una vez por el Señoí, o Son muchos los aspectos de este don de Dios que
lo que en él se ha obrado para salvación del género
humano, debe ser proclamado y difundido hasta los se llama fe.
últimos confines de la tierra, comenzando por Jeru-
saléti, de suerte que lo que una vez se obró pata «Por la fe el hombre se entrega entera y libremente
todos en orden a la salvación, alcance su efecto en a Dios, le ofrece 'el homenaje total de su entendi-
todos en el curso de los tiempos» 13. miento y voluntad', asintiendo libremente a lo que
Dios revela» 15.
Esta realidad salvífica de Jesús encuentra su con-
Hay, pues, una entrega y encuentro personal y
firmación no sólo en las conversiones de todos los
una aceptación de doctrina. Para llegar a esta de-
tiemoos y en todas las culturas, sino en el gran
cisión de fe «es necesaria la gracia de Dios, que se
acreció que la misma persona de Jesús sigue sus-
nos adelanta y nos ayuda junto con el auxilio del
citando en cualquiera que lea o entre en contacto
Espíritu Santo» 16.
con el Evangelio. Este aprecio puede constatarse en
La gratuidad del don de la fe excita el agradeci-
la actualidad japonesa—donde se habla de dos mi-
miento. Y esta gratuidad no es sólo para el primer
llones de personas que han leído el Evangelio—y
paso hacia la fe, sino también «para que el hombre
11 14
Algunos textos del Nuevo Testamento sobre Jesús Salvador T- LÓPEZ GAY, Intentos de teología autóctona..., en Estudios
universal han quedado resumidos v parafraseados en AG fl-3. de Misionologia 1 (1976) 55-84. Véase también: A. CAMPS, La
Cf. ST LYONNET. De peccato et redemptione (Romae, Pontificio Personne et la jonction du Christ dans l'hinduisme et dans la
Ist Bíblico, 1960) e l théologie hindou-ehrétienne, en Bulletin (Secretariatus pro non-
12
LG n.3. El sacramento eucarístico tealiza esta unidad christianis) 18 (1971) 212-213.
(1 Cor 10,17). 15
13 16
Vei Verbum n.5; cf. VATICANO I, Dei Films c.3.
AG n.3. No basta, pues, un proceso de «osmosis». Ibid.
54 Significado y dimensiones Cristianismo como misión 55

pueda comprender cada vez más profundamente la a los que todavía no creen 19. Es el llamado «kerig-
revelación» " . De ahí que cuando un cristiano vive ma» cristiano o primer anuncio del Evangelio. De
más intensamente la fe, siente más la llamada misio- ahí la predilección de Pablo por anunciar el mis-
nera para comunicarla a todos. La misma mística terio de Cristo especialmente a los que todavía no
y contemplación cristiana hacen llegar a un sentido son cristianos 20.
de universalismo cristiano (historia, cosmos, huma- La fe cristiana incluye la aceptación vital de esta
nidad) en una línea de «unidad cósmica» en Cristo. realidad: Cristo resucitado, Hijo de Dios y reden-
La vida cristiana de perfeccionamiento (y contem- tor, que vive entre nosotros (Mt 28,20; Ap 1,18)
plación) es un proceso de unidad en el que el celo y empuja toda la creación y toda la historia hacia
misionero universal es una consecuencia espontánea una restauración final y un encuentro con Dios tri-
y una urgencia que quema el propio existir en aras no, cuando «Dios será todo en todos» (1 Cor
de la esperanza y caridad: «la caridad de Cristo nos 15,28). «Aceptar» la fe cristiana supone enrolarse
apremia»... (2 Cor 5,14). Por esto, el resurgir mi- en esta dinámica misionera universal geográfica e
sionero de nuestros días, ante una nueva etapa de histórica 21 . Cada uno de los puntos de nuestra fe
evangelización, supone, como preparación previa, (dogma y moral) lleva consigo una perspectiva uni-
un resurgir de la espiritualidad cristiana. versal misionera, al menos si se estudia a la luz
En las discusiones sobre el aspecto formal del del misterio de Cristo y no sólo como una afirma-
celo misionero se ha ido pasando del acento en ción teórica.
«propagar la fe» al acento en «plantar la Iglesia»
y llevar a término los planes salvíficos de Dios se- D) REPERCUSIÓN MISIONERA DE TODO LO CRIS-

gún el mandato de Cristo. Pero todos estos aspec- TIANO, ESPECIALMENTE DEL BAUTISMO Y EUCA-
tos forman parte integrante de la fe cristiana. La RISTÍA
misión incluye todas estas facetas. Y del mandato Además de ser un mandato del Señor (Mt 28,19),
de Cristo de predicar a todos los pueblos, el bautismo entraña en sí mismo unas derivaciones
«proviene el deber de la Iglesia de propagar la fe universales:
y la salvación de Cristo... en virtud del mandato... «Los fieles, incorporados a la Iglesia por el bautis-
y en virtud de la vida que a sus miembros infunde mo, quedan destinados por el carácter al culto de la
Cristo» 18. 18
Act 2,22-24.32-41; 3,12-16.19-26; 4,10-12; 8,26; 10,34s;
13,26s;
20
17,31; 1 Cor 15.
El anuncio de la muerte y resurrección de Cris- 21
Rom 1,1; 15,16-21.
Esta es la perspectiva de Gaudium et spes, al final de cada
to, Hijo de Dios y redentor es como el meollo de capítulo de la primera parte. Así, por ejemplo, el n.45: «El
la primera predicación cristiana o el primer anuncio Verbo de Dios, por quien todo fue hecho, se encarnó para que,
hombre perfecto, salvara a todos y recapitulara todas las cosas.
17
Ibid. El Señor es el fin de la historia humana, punto de convergencia
18
AG n.6; nerum Ecdesiae (Pío XI): AAS 18 (1926) 65s, hacia el cual tienden los deseos de la historia y de la civilización,
I * parte; Fidel donum (Pío XII): AAS 49 (1957) 225s, intro- centro de la humanidad, gozo del corazón humano y plenitud total
ducción. de sus aspiraciones».
56 Significado y dimensiones
Cristianismo como misión 57

religión cristiana y regenerados, como hijos de Dios, Malaquías como sacrificio de dimensiones univer-
están obligados a confesar delante de los hombres la sales (Mal 1,11).
fe que recibieron de Dios mediante la Iglesia» n. Todo lo que suene a cristiano tiene esas mismas
perspectivas. Por esto la espiritualidad y vivencia
La fuerza del Espíritu, en el que han sido bauti- misionera no puede ser un adorno, sino que per-
zados y por el que han renacido en Cristo, se com- tenece a la misma entraña del cristianismo y de la
plementa en el sacramento de la confirmación: vida cristiana.
«Por el sacramento de la confirmación se vinculan Una señal de maduración en el proceso de con-
más estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con versión y bautismo es precisamente la dimensión
una fuerza especial del Espíritu Santo, y con ello
quedan obligados más estrechamente a difundir y misionera. Si la misión de Jesús no tiene fronte-
defender la te, como verdaderos testigos de Cristo, ras, tampoco las tiene la participación en la misma
por la palabra y por las obras» 2 i .
(Tn 20,21). El mandato de Jesús (Me 16,15) inclu-
v'e a todos los creyentes según las diversas vocacio-
El significado de Pentecostés—participado por
nes y carismas.
el bautismo y confirmación, además del sacramento
Uno de los campos en que debe aparecer más
del orden—tiene unas perspectivas universales (Act
clara la dimensión misionera es el campo litúrgico,
2,17):
especialmente en la celebración de la eucaristía y de
«El día de Pentecostés descendió sobre los discí- los demás sacramentos. Si la liturgia es «el ejerci-
pulos para permanecer con ellos para siempre; la cio del sacerdocio de Jesucristo»26, se comprende
Iglesia se manifestó públicamente ante la multitud;
comenzó la difusión del Evangelio por la predicación fácilmente que es también «la cumbre a la cual tien-
y fue, por fin, prefigurada la unión de los pueblos de la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la
en la catolicidad de la fe por medio de la Iglesia de
la Nueva Alianza, que habla en todas las lenguas, fuente de donde mana toda su fuerza» 27. La natu-
comprende y abraza en la caridad todas las lenguas raleza de la liturgia cristiana es, pues, naturaleza
y supera así la dispersión de Babel» 24. misionera por ser la presencialización de los miste-
rios de Cristo redentor de todos los hombres. Una
Si todo dato cristiano tiene derivaciones misio- fiesta o una celebración litúrgica es siempre un
neras, esto hay que afirmarlo principalmente del acontecimiento misionero.
sacrificio eucarístico, «fuente y cumbre de toda la
vida cristiana» K . Jesús quiere dejar a su Iglesia
una presencialización y prolongación de su sacrifi- E) NATURALEZA MISIONERA DE LA IGLESIA
cio redentor, que es en beneficio de toda la huma-
nidad (Mt 26,28). Es el sacrificio profetizado por Esto es una de las afirmaciones básicas más co-
nocidas en la teología sobre la misión: «la Iglesia
22
LG n.ll. Cf. SANTO TOMÁS, 3 q 63 a.2.
23
Ibid. 28
Sacrosancfum Conalium n.7.
24
AG n.4. El don de lenguas expresa esta dimensión misionera. 27
Ibid., n.10,
25
LG n.ll. Véase nota 12.
58 Significado y dimensiones Cristianismo como misión 59
entera es misionera, la obra de evangelización es creído en el mundo, ensalzado en la gloria» (1 Tim
un deber fundamental del Pueblo de Dios» 28. La 3,16).
razón de ser de la Iglesia es la de «sacramento uni- La Iglesia es consciente que la salvación de Cris-
versal de salvación» 29. La «sacramentalidad» de la to llega a todos los hombres, pero siempre es por
Iglesia o su razón de ser signo eficaz del Señor no ministerio de la Iglesia, aunque no necesariamente
tiene fronteras geográficas, históricas, de razas y siempre por las formas visibles y constatables. En
culturas. este sentido conserva su valor la afirmación patrís-
La Iglesia es «el signo levantado ante las nacio- tica de que «fuera de la Iglesia no hay salvación»
nes» ^ no en el sentido de triunfo o de ostenta- (Tertuliano y Orígenes). Baste recordar la celebra-
ción, sino en el sentido de una responsabilidad uni- ción eucarística en tantas comunidades cristianas y
versal en la evangelización. La naturaleza de la cuyos efectos llegan a todo ser humano.
Iglesia es la de congregar a todos los hijos de Dios La naturaleza de la Iglesia es, pues, la de dejar
dispersos (Jn 11,52) y hacer que toda la humani- transparentar en su propia faz la faz de Cristo,
dad sea un solo rebaño y tenga un solo pastor (Jn luz del mundo y salvador de todos.
10,16). «Y porque la Iglesia es en Cristo como un sacra-
Todo lo que es Iglesia tiene estas perspectivas mento, o sea, signo e instrumento de la unión íntima
misioneras y universales, como hemos indicado al con Dios y de la unidad de todo el género humano,
ella se propone presentar a los fieles y a todo el
hablar del bautismo, de la eucaristía, de la litur- mundo con mayor precisión su naturaleza y su mi-
gia, etc., y como se dirá luego al hablar de la vida sión universal».
espiritual. La obra misionera no es, pues, una obra
de un grupo eclesial o de unas fechas limitadas, sino Tal es el objetivo del Vaticano II, indicado tex-
el quehacer constante de acercarse a todos los hom- tualmente al comienzo de su documento central31.
bres para ayudarles al encuentro personal con Je- Esta naturaleza misionera de la Iglesia tiene sen-
sucristo. tido trinitario, cristológico y neumatológico. Lo que
El «misterio de Cristo» se anuncia y comunica el Padre había planeado eternamente acerca del mis-
a todos los hombres por medio de la Iglesia (Ef terio de Cristo para salvación de toda la humanidad
3,8-11). Pablo canta así al misterio de Cristo pro- se concreta en el misterio de la Iglesia:
longado en la Iglesia: «Y sin duda que es grande «La Iglesia peregrinante es, por su naturaleza, mi-
el misterio de piedad, que se ha manifestado en sionera, puesto que toma su origen de la misión del
Hijo y de la misión del Espíritu Santo, según el pro-
la carne, ha sido justificado por el Espíritu, ha sido pósito de Dios Padre» 3 2 .
mostrado a los ángeles, predicado a las naciones,
•" LG n.l; en la constitución Sacrosanctum Concilium se añade:
!s
AG n.35; cf. n.2. «invitar a todos los hombres al seno de la Iglesia».
32
29
Ibid , n i ; LG n.48. Véase bibliografía sobre la sacramen- AG n.2. En LG n.48, el aspecto escatológico eclesial se
talidad de la Iglesia, en nota 12 del capítulo 3. relaciona con el aspecto misionero.
30
Ts 11,12 v Scco'-cinctum Concilium n 2,
60 Significado y dimensiones Cristianismo como misión 61

La primitiva Iglesia y la Iglesia de todos los tiem- mas e intereses de Cristo sean problemas e intereses
pos ha sentido esta «voz de la sangre» respecto al propios. Así, pues, si se pudiera definir la vida es-
género humano: piritual como un proceso de unidad (en la configu-
ración e imitación de Cristo), esta unidad llega a
«Como este fragmento estaba disperso sobre los
y reunido se hizo uno, [montes la cumbre de una visión cristiana universal y cós-
así sea reunida la Iglesia mica en la que cada persona tiene su responsabi-
de los confines de la tierra en tu reino... dad o misión universal.
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia,
para librarla de todo mal Vida espiritual es fidelidad al Espíritu Santo. No
y hacerla perfecta en tu amor,
y reúnela de los cuatro vientos,
es, pues, necesariamente un proceso de sola interio-
santifícala en el reino tuyo que has preparado» 33. ridad psicológica. Ahora bien,
«Cristo envió, de parte del Padre, al Espíritu Santo
La Iglesia, «pleroma» o complemento de Jesús para que llevara a cabo interiormente su obra salví-
(Ef 1,23), tiene las mismas características univer- fica e impulsara a la Iglesia a extenderse»... «El Es-
píritu Santo provee a toda la Iglesia de diversos do-
sales que el mismo Jesús. Personas y estructuras nes jerárquicos y carismáticos... infundiendo en el
son Iglesia en la medida en que asuman esta rea- corazón de los fieles el mismo espíritu de misión que
lidad eclesial34. impulsó a Cristo» 35.

No hay fidelidad al Espíritu sin fidelidad a su


F) LA VIDA CRISTIANA SEGÚN EL ESPÍRITU
misión. Un proceso de contemplación cristiana—en
La vida espiritual cristiana es esencialmente mi- un sentido más «claustral» o en un sentido de más
sionera. El empeño de configurarse con Cristo lle- acción apostólica directa—es siempre un proceso de
va, de por sí, a sintonizar con los sentimientos de fidelidad misionera a la acción del Espíritu Santo
Cristo. El proceso de purificación hace que el cris- (Teresa de Lisieux o Javier).
tiano deje sus puntos de vista y sus aficiones deroa- La oración cristiana es la actitud filial del «Pa-
siado particularistas; las luces sobre el misterio de dre nuestro» que quiere arrastrar la propia existen-
Cristo—en la etapa más iluminativa de la vida es- cia y la de los demás hasta constituir una verdadera
piritual—abren perspectivas más universales y eter- familia de hijos de DioSi No se trata, pues, sola-
nas; el camino hacia la unión hace que los proble- mente de orar por la acción misionera, sino de hacer
que toda oración cristiana tenga las perspectivas
33
Didaié, 9,4; 9,5. que Cristo ha trazado: «que te conozcan a ti, úni-
34
G. COLZANI, La missionarieth della Chiesa (Bologna, Deho- co Dios, y al que tú has enviado, Jesucristo» (Jn
niane, 1975); Y. CONGAR, Un peuple messianique (Paris, Desclée,
1975) 1.a parte; M. DORTEL-CLAUDOT, Églises locales, Église imi- 17,3). Con estas perspectivas misioneras Cristo da
verselle (Paris, Chalet, 1973); H. DE LUBAC, Las iglesias particu-
lares en la Iglesia universal (Salamanca, Sigúeme, 1974); cf. Chiesa
35
lócale e cooperazione tra le chiese (Bologna, Emi, 1973); J. RAT- AG n.4. A la luz de la misión aparece mejor la unión entre
ZINGER, El nuevo Pueblo de Dios (Barcelona, Herder, 1972) p. IV. carisma y jerarquía.
62 Significado y dimensiones La espiritualidad del misionero 63
gloria al Padre y lleva a término la obra encomen- de beber su cáliz. El cristiano no busca el sufrimien-
dada36. to por sí mismo; más bien siente como nadie el
Sobre la oración litúrgica de la misma Iglesia en horror a todo cuanto no sea el Bien supremo o par-
cuanto tal, baste remitirnos a cuanto hemos dicho ticipación del mismo. Pero sabe muy bien que el
acerca de la liturgia, y especialmente de la eucaris- camino de la redención es el de la cruz, de paso
tía. En la oración eclesial, que es la oración de Cris- hacia la resurrección. El sufrimiento del cristiano
to con su Cuerpo al Padre y que es un eco o pro- tiene el mismo sentido que el sufrimiento de Cris-
longación del himno eterno del Verbo al Padre en to: «Completo en mi carne lo que falta a la pasión
el Espíritu, «él mismo une a sí la comunidad ente- de Cristo, por su Cuerpo que es la Iglesia»
ra de los hombres y la asocia al canto de este di- (Col 1,24).
vino himno de alabanza»37.
La vocación específica de cada cristiano es misión,
según modalidades y grados diversos. Pero siempre 2. La espiritualidad del apóstol o misionero
tiene perspectiva universal. Los carismas recibidos
son para llevar a término una misión que tiene de- Espiritualidad misionera indica, como hemos es-
rivaciones universales. Las características de esta tudiado, la espiritualidad que deriva de la misión.
misión dependerán del alcance circunstancial de la Por ser todo cristiano «llamado» y «enviado», he-
misma (laical, religiosa, sacerdotal...). Pero siem- mos visto primero la espiritualidad misionera de
pre es en la línea de dejar, para bien de la huma- todo creyente. Pero aunque cada uno tiene que
nidad entera, una huella de Cristo y un aspecto de cumplir una tarea apostólica, hay quienes han sido
la imagen de Dios Amor. llamados a una especial misión o apostolado. De
ahí que se pueda y deba hablar de la espiritualidad
La vida según el Espíritu tiene muchas facetas,
específica del misionero o del apóstol que proclama
que no es necesario recordar aquí M . Baste lo indi-
el primer anuncio del evangelio a los que todavía
cado. Pero cabe destacar, como aplicación especial,
no creen. Este tema está estrechamente ligado al
el valor misionero del sufrimiento y de la cruz. El
tema de la vocación misionera específica, que será
sacrificio redentor de Cristo, hecho presente en el
tratado en capítulo aparte.
misterio eucarístico, tiene dimensiones universales,
como hemos visto más arriba. Pero la participación
en este sacrificio y en sus dimensiones depende de A) ESPIRITUALIDAD Y APOSTOLADO
nuestra capacidad de correr la suerte de Cristo o
Nos basta anotar algunas reflexiones sobre la
35
Es la perspectiva misionera de la oración de la última cena relación entre la espiritualidad y el apostolado. Si
(Jn37 17).
Sacrosanctum Conctlium n.83-84. «la vocación cristiana es, por su misma naturaleza,
38
G. HAYA PRATS, L'Esprit forcé de l'Égltse (Paris, Cerf, 1975); vocación también al apostolado», el crecimiento en
I. DE LA POTTERIE, ST LYONNET, La vida según el Espíritu (Sala-
manca, Sigúeme, 1967). la vida espiritual o configuración con Cristo va a la
La espiritualidad del misionero 65
64 Significado y dimensiones
con celo de Dios» (2 Cor 11,2) equivale a la expre-
par con «la propagación del reino de Cristo en
sión de Francisco de Asís: «El amor no es amado».
toda la tierra» 39.
Pues bien, esta convicción profunda del apóstol sólo
La posible tensión entre la vida espiritual o in-
puede nacer de la contemplación del misterio de la
terior y el apostolado es sólo debida a las actitu-
des personales (o personalistas) del apóstol. La caridad de Dios en Cristo Jesús {Ef 3,18-19).
fuerza del Espíritu que impele a una configuración Aunque hay que hablar de medios de espiritua-
con Cristo es la misma fuerza que lleva todo hacia lidad para el apóstol, entre esos mismos medios
la restauración en él y extensión de su reino. La hay que destacar la acción apostólica que se está
expansión del reino de Cristo sólo se realiza por la realizando, especialmente si ésta es la prolongación
caridad acompañada de la fe y esperanza. «El apos- de la palabra y de la acción salvífica de Jesús (pre-
tolado se ejercita en la fe, en la esperanza y en la dicación, eucaristía, sacramentos, responsabilidad
caridad que el Espíritu Santo difunde en el corazón de caridad)43.
de todos los hijos de la Iglesia». Por esto, «la ca- La caridad del apóstol hace que tanto la «vida
ridad es como el alma de todo apostolado» 40. interior» como la «acción externa» nazcan del en-
Sin la vida espiritual del apóstol, la acción apos- cuentro y entrega a Cristo. Sin relación vital con
tólica deja muchas veces de ser tal y se convierte él, la «vida interior» será esplritualismo y la «ac-
en un trabajo parecido a la propagación de cual- ción externa» sería mera acción humana o «herejía
quier ideología o al proselitismo de cualquier sis- de la acción» "4. La caridad hace que la vida inte-
tema. Al ser Cristo, enviado por el Padre, «la fuen- rior sea vida espiritual cristiana y no sólo proceso
te y origen de todo apostolado en la Iglesia», la con- sicológico de interiorización; y es la misma caridad
secuencia es que «la fecundidad del apostolado de- la que convierte la acción exterior en acción apos-
pende de la unión vital con Cristo» 41. tólica estrictamente dicha.
La disponibilidad de Buen Pastor por la línea La conciencia íntimamente vivida de la «misión»
de la caridad arranca de una vida de contempla- hace que toda la vida espiritual amplíe los horizon-
ción 42. De hecho, son las personas de oración las tes espirituales y apostólicos dentro de los planes
que han experimentado más fuertemente el celo salvíficos de Dios sobre toda la humanidad. Es este
apostólico. En este sentido se ha llegado a hablar espíritu misionero el que hizo de Santa Teresa de
de la oración como alma de todo apostolado, en Lisieux la patrona de las misiones sin alejarla de
cuanto que alimenta la caridad y en ésta propia- su propia vocación contemplativa.
mente encontramos el «alma» y razón de ser de la
43
acción apostólica. La afirmación paulina «os celo Así lo indica expresamente Presbyterorum Ordinis n.13 para
los sacerdotes: «conseguirán de manera propia la santidad ejer-
39
ciendo incansablemente sus ministerios en el Espíritu de Cristo».
Apostolicam tctuositatem n.2. En el capítulo 3 recogemos 44
La exnresión todavía se usa en la exhortación Mentí nostrae
bibliografía sobre la teología del apostolado. de Pío XII (1950).
40
41
Ibid., n.3; LG n.33.
Ibid., n.4. El tema de la comunión: cap. V, 2, B.
42
«Gontemplata alus tradere»; 2-2 q.188 p.6.
lUpiri/iiíilitliul misimierii 3
66 Significado y dimensiones La espiritualidad del misionero 67

ción primera de Cristo muerto y resucitado. Se tra-


B) E S P I R I T U A L I D A D DEL MISIONERO ta de una sensibilidad de predicar el Evangelio a
los «pobres», es decir, en este caso, a «los más po-
Espiritualidad misionera es también sintonizar bres», a los que todavía no han llegado a la fe cris-
con los sentimientos y actitudes del Buen Pastor, tiana 4é.
que ejerció su misión según los designios salvíficos Implantar los signos permanentes de Iglesia o
del Padre sobre toda la humanidad. De ahí arranca signos permanentes de evangelización, supone tam-
un aspecto especial de la espiritualidad misionera, bién una sensibilidad especial. Esta sensibilidad
es decir, la espiritualidad de quien ha sido llamado arranca de la profundización sobre el misterio de la
efectivamente para llevar a término directamente Iglesia por medio del estudio y de la oración. Sin
esta misión universal45. esta espiritualidad, el tema de «implantar» la Igle-
La espiritualidad del misionero tiene unos mati- sia aparece sólo en su aspecto «administrativo» y
ces especiales que derivan del carisma recibido y «estructural». Pero el apóstol que vive íntimamen-
que podrían concretarse así: te unido a Cristo, sabe muy bien que la Iglesia es
un conjunto de signos sensibles de la presencia y
—• dedicación al primer anuncio del Evangelio;
de la acción de Jesús resucitado47. Y estos signos
•— implantar los signos permanentes de evange-
todavía no se encuentran en muchos sectores hu-
lización eclesial;
manos, al menos de una manera permanente y ma-
— hacer que todo sector humano sea verdade-
dura.
ramente Iglesia sacramento.
Del establecimiento de los signos permanentes
de evangelización hay que pasar a hacer que estos
El primer anuncio del Evangelio es el objetivo
signos constituyan verdaderamente la «Iglesia sa-
de la vocación misionera específica. Hoy este pri-
cramento» en las circunstancias y comunidades hu-
mer anuncio debe hacerse también en sectores tra-
manas. Es un punto de enlace con una segunda
dicionalmente cristianos. Pero esta acción apostó-
evangelización, pero todavía forma parte de la ac-
lica tiene lugar preferentemente en sectores donde
ción misionera. La comunidad eclesial que está
todavía no se ha predicado el Evangelio y donde
creando el misionero, es una comunidad que, desde
la Iglesia todavía no presenta su naturaleza de sig-
el principio, debe nacer como misionera o «signo
no claro de Cristo.
levantado ante los pueblos» 48.
La sensibilidad respecto al primer anuncio del
El tema general de la misión, tan subrayado en
Evangelio nace de la espiritualidad apostólica y,
la espiritualidad y teología actual, ha podido dis-
concretamente, de un estudio y de una contempla-
traer de la misión universal estricta. Llegar a sentir
ción del llamado «kerigma» cristiano: la presenta-
46
Le 4,14.43; Rom 15,16.
En el capítulo 9 se estudiará la vocación misionera especí- 47
Sacrosandum Cohcihum n.7-8.
fica; cf. Máximum ülud (Benedicto XV): AAS 11 (1919) 440s, 48
Is 11,12; Sacroscnctum Concilium n.2.
segunda parte.
68 Significado y dimensiones ha espiritualidad del misionero 69
hoy la llamada específica a esta misión, supondrá resaltar algunas facetas que en otras épocas podrían
toda una acción de la misma comunidad cristiana ser secundarias.
para suscitar estos pioneros que han abierto brecha La tendencia actual a relacionar evangelización
en todos los momentos históricos de la evangeliza- y cultura exige del misionero una actitud de saber
ción. descubrir las huellas de Cristo en cada pueblo (y
Cuando hablamos de la espiritualidad del misio- en cada religión), en cada persona, en cada aconte-
nero, nos referimos también a este carisma o voca- cimiento. En esta perspectiva hay que englobar la
ción especial de muchas personas que dedican toda tarea misionera de llamar a la conversión y a la fe.
su vida a la extensión universal del reino de Dios. Sin una espiritualidad profunda, ni se apreciarían
Su tarea no es la de ir a tierras o sectores de «mi- las huellas del Señor ni se urgiría suficiente y pru-
sión»; pero toda su espiritualidad y, a veces, todo dentemente al encuentro explícito con Cristo. La
su servicio, está orientado hacia la misión universal misma sensibilidad de apreciar las huellas de Cris-
estricta: vida contemplativa personal o comunita- to es la que hace descubrir los caminos para llegar
ria en alguna institución misionera, servicio en o al final. Esta finura espiritual ayuda a seguir la pe-
para algunos Institutos misioneros, colaboración en dagogía de la historia de salvación que prepara el
las obras misionales pontificias, dedicación a la ani- encuentro de toda la humanidad en la Iglesia.
mación misionera de todo el pueblo de Dios, vida
inmolada en el sacrificio de la enfermedad, etc. Sólo un gran espíritu de contemplación hará vi-
Esta vida misionera estricta es el «humus» de don- brar hoy al misionero para llevar a todos hacia la
de salen o donde se preparan las mejores vocacio- plenitud en Cristo. No le basta saber que los pa-
nes de apóstoles como San Francisco Javier. ganos ya tienen la gracia suficiente de Cristo para
salvarse. La contemplación de los planes salvíficos
de Dios y de los sentimientos de Cristo Buen Pas-
C) SITUACIONES ESPECIALES HOY tor urgen, con más intensidad que en otras épocas,
hacia el encuentro definitivo en la fe cristiana.
En el capítulo primero hemos señalado los as-
La tensión evangelización-desarrollo deja de ser
pectos principales de la evangelización hoy, dentro
dilema cuando se analiza a la luz del Evangelio
de una perspectiva que podríamos calificar de «una
y de la actuación de Jesús. La espiritualidad misio-
nueva etapa de evangelización». Más adelante se-
nera ayuda a soslayar dos escollos: el del absentis-
ñalaremos las virtudes características del apóstol,
mo en los compromisos sociales y el de una acción
así como las líneas maestras de su espiritualidad
secularizante o simplemente «secular» (en sentido
con sus aplicaciones prácticas m . Una nueva situa-
positivo), que no es propiamente la tarea de evan-
ción histórica en el campo de evangelización recla-
gelizar.
ma ahondar en las virtudes misioneras, haciendo
Hay una inestabilidad en la acción misionera ac-
Véanse los capítulos 5 y 6. tual, debido a las circunstancias de cambio y de ma-
70 Significado y dimensiones Espiritualidad cristiana y no cristiana 71

duración de las Iglesias particulares y comunidades


locales. El misionero, hoy más que nunca, tiene la 3. Espiritualidad cristiana en un encuentro con la
impresión de que está de paso y para poco tiempo. espiritualidad no cristiana
Naturalmente que ello servirá para purificar mu-
chas actuaciones que atrofiaron la labor misionera Mucho más que en épocas anteriores, la espiri-
en el pasado, instalando al misionero en un campo tualidad cristiana tiene hoy un contacto continuo
que ya no era el suyo. Pero la situación actual debe con la espiritualidad no cristiana. Por el acento
invitar a una mayor generosidad que florezca en especial en este campo, los grandes autores cristia-
nuevas iniciativas para abrir nuevas rutas a la evan- nos de la historia y los escritos y gestos cristianos
gelización. La primera evangelización todavía tiene actuales de espiritualidad, tienen hoy una inciden-
mucho campo por estrenar. Y el paso hacia las co- cia especial.
munidades cristianas que se valgan por sí mismas,
reclama también la victimación del misionero, que A) UN HECHO ACTUAL: REPERCUSIÓN UNIVERSAL
debe gastar su vida sembrando por última vez y de DE LA ESPIRITUALIDAD
modo más anónimo en estas mismas comunidades
ya casi maduras. Tanto en países tradicionalmente cristianos como
Las dudas sobre la identidad apostólica han surgi- en aquellos de mayoría pagana, la espiritualidad
do lo mismo que sobre otros campos eclesiales simi- cristiana y pagana se encuentran y cuestionan mu-
lares. Las nuevas dificultades parecen anular la labor tuamente. Los medios de comunicación social ha-
emprendida con tanto sacrificio e incluso sembrar cen llegar los textos y enseñanzas cristianas a cual-
la convicción o impresión de que se ha perdido el quier rincón. Al mismo tiempo, millones de paga-
tiempo en la evangelización anterior. Solamente una nos tienen contacto continuo con comunidades cris-
\actitud teologal, de «esperar contra toda esperan- tianas: trabajadores, estudiantes, turistas, deportis-
za» (Rom 4,18), puede transformar las dificultades tas, políticos, economistas, hombres de cultura o
en nuevas posibilidades de evangelización. de comercio, etc.
La sensibilidad religiosa actual se va centrando
«Os queremos confirmar en la certeza de vuestra más en el campo de la oración y de las experiencias
vocación... Vuestra elección no es equivocada, vues- de interioridad. Esto ocurre tanto a nivel cristiano
tro esfuerzo no es vano, vuestro sacrificio no se ha
frustrado... Tened confianza, la Iglesia está con vos- como a nivel pagano. Por otra parte, la revaloriza-
otros» 50. ción de las religiones no cristianas ha tenido lugar
50
principalmente a partir de un redescubrimiento de
PABLO VI, Mensaje del Domund de 1975 (dedicado a la sus experiencias y sus valores espirituales. Las tra-
persona del misionero).
diciones religiosas de cada pueblo aparecen más pro-
fundas cuando se expresan en un terreno de expe-
riencias de interioridad y aun de mística.
72 Significado y dimensiones
'Espiritualidad cristiana y no cristiana 73
Esto ha dado lugar a un fenómeno de «osmosis»,
conocer las tradiciones espirituales de fuera y de
en el que los "espirituales de cada religión buscan
dentro del cristianismo, saber valorarlas, tener ex-
en campos ajenos o en otras religiones la confirma-
periencia propia de estos caminos del espíritu y,
ción y el complemento a sus propias experiencias.
más concretamente, saber presentar lo que es es-
Así, por ejemplo, toda persona no cristiana que
pecífico del cristianismo.
tenga alguna experiencia de la vida de oración, lee
con agrado los libros de Santa Teresa de Avila o La actuación del apóstol se mira hoy bajo este
de San Juan de la Cruz, sin plantearse directamen- prisma de una espiritualidad que conduzca a una
te la verdad o la preeminencia del cristianismo. De dedicación concreta en el campo de la caridad. Y
modo' parecido, muchos autores cristianos profun- estos gestos caritativos son los que abren la puerta
dizan en el tesoro de la tradición espiritual no cris- al interrogante sobre la espiritualidad cristiana de
tiana y no encuentran inconveniente en citar y usar la que derivan 52 .
textos de verdadero valor de encuentro con Dios 51 .
Por las leyes del Cuerpo místico, sabemos que B) L o ESPECÍFICO DE LA ESPIRITUALIDAD
cualquier oración, sufrimiento, acto de amor, etc., CRISTIANA
tiene repercusión universal. Pero la novedad actual
consiste en que ideas, actitudes, escritos y otras Todos los grupos religiosos actuales—fuera y
expresiones espirituales, tienen una repercusión dentro del cristianismo—son conscientes de su pro-
mundial como nunca la tuvieron en la historia pa- pia riqueza espiritual. A veces se trata de tradicio-
sada. A ello ayudan los medios de comunicación nes ancestrales que han influido y siguen influyen-
social, pero principalmente la común sensibilidad do en la espiritualidad universal. La cuestión para
a estos temas. La espiritualidad de personas y de el apóstol cristiano es la de comprender y presen-
comunidades tiene una repercusión sin fronteras. tar lo específico de su espiritualidad a esos hom-
bres y a esas comunidades que ya poseen una ex-
Si este fenómeno puede dar como resultado un periencia de Dios, de oración e incluso de contem-
mayor «ecumenismo» y un intercambio enriquece- plación.
dor, podría también producir un sincretismo mís-
Si la espiritualidad se presenta a nivel de ideas
tico o espiritual más en un plano de experiencia
(ideologías) y de reflexión acerca de Dios, todo
sicológica que en el plano de encuentro verdadero
sistema ideológico (a manera de teodicea) es simi-
y explícito con Cristo. El misionero de hoy debe
lar, y la posible superioridad de uno de ellos es
51
puramente circunstancial o de grado. En la teodi-
Algunos estudios o colecciones aprovechan conjuntamente
tradiciones cristianas y no cristianas: V. HERNÁNDEZ CÁTALA, La cea «cristiana» podrá encontrarse una explicación
expresión de lo divino en las religiones no cristianas (Madrid, más completa, más adecuada en su conjunto, más
BAC. 1972); DOM LE SAUX, Sagesse hindou, mystique chrétienne,
du véianta a la Trimté (Paris, Centurión, 1975); J. MONCHANIN, universal, etc., pero cada uno de los datos ídeoló-
Mystique de l'lnde, mystére chrétien (Paris, Fayard, 1974);
A. RAVTER, La mystique et les mystiques (Paris, Desclée, 1965).
Véase cuanto se ha dicho en el e l n.7.
74 Significado y dimensiones Espiritualidad cristiana y no cristiana 75

gicos pueden encontrarse en otros ambientes reli- En el momento de asumir algunas formas o mé-
giosos no cristianos. todos de espiritualidad de áreas no cristianas, ha-
Los caminos de purificación, de unidad de vida brá que tener en cuenta dos puntos de vista: 1) las
hacia una integridad y un encuentro con Dios per- formas y métodos que se asumen pueden ser tanto
sonal, son también parecidos en todas las religio- o más valiosos que los ya conocidos y usados en
nes. Al menos los autores espirituales de cada una países cristianos; 2) esta asimilación de medios es-
de ellas muestran una semejanza incluso en cuanto pirituales debe dejar transparentar la peculiaridad
a la terminología (purificación, iluminación, unión). e irrepetibilidad del misterio cristiano. Así, por
Al entrar en el tema de la oración, nos encontra- ejemplo, los métodos de oración ya conocidos po-
mos con casi la misma dificultad. Normalmente, en drían enriquecerse con nuevas aportaciones de sec-
este campo, se explican los procesos de interioridad tores no cristianos, a condición de que quedaran
y métodos para alcanzarla. Es verdad que estos pro- —como los métodos ya conocidos y cristianizados—
cesos y métodos dependen muchas veces de una como simples métodos.
ideología religiosa; pero, en el fondo, no son más La explicación del misterio cristiano a base de
que medios parecidos y similares para llegar a cier- nuevas comparaciones religiosas podría ser válida.
ta paz y quietud, en la que—según las diversas de- Pero la vida cristiana espiritual más profunda, en
nominaciones—se dará o no un papel preponde- el camino de la contemplación y unión con Dios,
rante a la acción divina. supera cualquier tipo de imágenes o símiles, para
De ahí la importancia de presentar la espiritua- llegar al misterio trinitario, manifestado y comu-
lidad cristiana no en la rica experiencia de refle- nicado por Cristo, que supera toda concepción e
xiones, métodos y medios, sino en su misma en- ideología humana fraguada dentro y fuera del cris-
traña, es decir, como un encuentro y actitud filial tianismo 54.
con un Dios Amor y Trino que nos ha enviado a
su Hijo. La vida espiritual cristiana no se distingue C) COMUNIDADES CRISTIANAS DE ORACIÓN
de la vida espiritual de los no cristianos por las di- Y DE CARIDAD
ferentes técnicas ascéticas o de interioridad (que
son a modo de «arte» o de medios de expresión, En el actual intercambio y encuentro de perso-
adquisición, etc.), sino que sobresale por una vida nas de toda religión, raza y cultura, las comunida-
teologal (fe, esperanza, caridad) como expresión de des cristianas deben aparecer como comunidades
los misterios cristianos de la trinidad, encarnación, que expresan su fe, su esperanza y su caridad en
redención, resurrección, gracia, etc. 53 unas actitudes y gestos comunitarios de oración y
de entrega a los que sufren. Las comunidades cris-
53
Sobre la oración, véase el c.8. J. ESQUEMA, Contemplación 54
cristiana y experiencias místicas no cristianas, en Evangelizzazione Además cta las obras citadas en nota 51. véase: R. GUELLUY,
e culture, Atti Congresso Internazionale scienttfico di Missiologia Présence de Dieu (Tournai, Casterman, 1970); Y. RAGUIN, La
(Roma, Pontificia Universitá Urbaniana, 1976) vol.I, 407-420. profondeur de Dieu (París, Desclée, 1973).
Espiriiualidad cristiana y no cristiana 77
76 Significado y dimensiones

tianas son tales en la medida en que sean comu- da para iluminar la realidad o problema del hom-
nidades de oración y caridad. bre concreto; 3) práctica del diálogo con un Dios
que es Amor y que nos ha dado a su Hijo Jesús,
La naturaleza del «signo» evangélico, tan nece-
ahora resucitado y presente entre nosotros; 4) una
sario en nuestra sociedad, debe aparecer en las
comunidad que, formada en estos principios espi-
personas de los apóstoles y en las instituciones rituales, se compromete más que nadie en la lí-
apostólicas. El contacto con un apóstol o con una nea de dar la vida como el Buen Pastor (manda-
comunidad cristiana debe ser un encuentro con el miento del amor).
Dios Amor que se ha manifestado allí por medio
La evangelización actual se hará básicamente por
de Jesús resucitado.
medio de estas comunidades de oración y caridad,
El apóstol cristiano, hoy, especialmente el que se que son las únicas que pueden incidir en nuestra so-
dedica al contacto con los no cristianos, debe ser ciedad secularizada. Estas comunidades no surgen
un hombre de experiencia en el camino de la ora- de un grupo espontáneo cualquiera, sino que na-
ción, conociendo al detalle este proceso de diálogo cen bajo la acción de la Palabra predicada y de la
y encuentro con Cristo, que tan bien han descrito eucaristía celebrada en torno a un sucesor de los
todos los autores de espiritualidad, y especial- apóstoles dentro de la comunión universal55.
mente los santos. Hoy, más que en otras épocas,
La historia de la evangelización ha demostrado
el misionero debe ser un maestro de espirituali-
continuamente la necesidad de crear comunidades
dad. Los no cristianos tienen ya una experiencia
que oran y aman. A veces han sido los monaste-
rica de la oración y de la unión con Dios, y nece-
rios, como punto de arranque de una evangeliza-
sitan que se les presente algo original que no puede
ción y salvación del hombre en toda su integridad.
provenir de mejores métodos o de mejores ex-
Otras veces han sido pequeñas comunidades me-
plicaciones teóricas, sino del mismo misterio de
nos estructuradas, a manera de células familia-
Cristo asimilado por el apóstol.
res, que han penetrado capilarmente toda la socie-
Si el misionero ha formado a su pequeña co- dad. Pero siempre han sobresalido estas notas de
munidad cristiana en esta línea de oración y cari- oración (eucarística) y de caridad como caracterís-
dad, esta misma comunidad, desde el principio, se ticas que se encuentran ya en las primeras comu-
convierte en «signo» del Evangelio, misionera en nidades cristianas {Act 2,42) 5é .
medio de la gran comunidad humana todavía no
55
cristiana. Véase Sacrusunctum Concilium n.41-42. C(. Princeps pastorum
(Juan XXIII): AAS 51 (1959) 833s, 3. a parte (comunidades de
La garantía de que esta espiritualidad es algo caridad).
56
Véase Histoire universelle des Misswns Catholiuues (Monaco,
más que una de tantas experiencias podría resu- Arante, 1956). Cf. Máximum illud (Benedicto XV): AAS 11
mirse en estas líneas: 1) visión integral de la his- (1919) 440s, introducción; Rerum Ecclesiae (Pío XI): AAS 18
(1926) 65s, introducción; Saeculo cxcrinle (Pío XII): AAS 32
toria y de la realidad humana a la luz del misterio (1940) 249s, introducción; Evangelii praecones (Pío XII): ASS 43
de Cristo; 2) profundización de la Palabra revela- (1951) 497s, 1.» y 2.a partes.
78 Significado y dimensiones Espiritualidad cristiana y no cristiana 79
lidad. Se buscan experiencias de Dios, experiencias
D) LA ESPIRITUALIDAD COMO EVANGELIZACIÓN de interioridad y de oración, vivencia del gozo y
de la alegría... La respuesta no puede ser sólo
La espiritualidad misionera del cristiano y la es- doctrinal, sino que la doctrina debe ir acompañada
piritualidad del misionero estrictamente dicho son de la experiencia o de la vida cristiana íntimamen-
temas muy explicados en estos últimos años, pero te vivida. Vivir la espiritualidad cristiana es dispo-
que hoy presentan ciertos aspectos nuevos, como nerse a responder a las necesidades actuales de la
acabamos de indicar. El encuentro continuo de la evangelización.
espiritualidad cristiana con la no cristiana tiene más Estos temas de espiritualidad podrían resumirse
aspectos de novedad en cuanto a la originalidad de
todos en la presentación actual del sermón de la
la intercomunicación actual y de la sensibilidad
Montaña. La nueva ley hace hijos de Dios que sa-
universal acerca de los temas espirituales. Pero to-
ben reaccionar amando como su Padre en cual-
davía hay otro aspecto de la espiritualidad misio-
quier circunstancia (Mt 5,48). En esto siguen el
nera que interesa estudiar: la espiritualidad como
ejemplo de Jesús según el mandamiento del amor
evangelización.
(Jn 13,34-35). La nueva ley se anuncia doctrinal-
Es decir, evangelizar quiere decir, en líneas ge- mente, pero se presenta también con gestos y ac-
nerales y sin entrar detalladamente en el tema, titudes como las de Jesús que «hizo y enseñó» (Act
presentar el Evangelio. Ahora bien, el Evangelio no 1,1).
puede ser presentado al hombre de hoy con simples
Evangelizar hoy querrá decir presentar, en doc-
explicaciones teóricas o con sólo argumentos apo-
trina y en gestos de vida o de santidad, estos aspec-
logéticos. Las elucubraciones doctrinales—siempre
tos cristianos:
necesarias—producen hoy cierta alergia. Se quiere
ir al meollo de la cuestión: ¿Qué significan con- — experiencia de Dios que es Amor, especial-
cretamente las bienaventuranzas? ¿Cómo vivir la mente en los momentos que parecen «silen-
experiencia y el diálogo con Dios Amor? ¿Qué cio» y «ausencia» de este mismo Dios; en
aporta de nuevo para la vida el encuentro perso- Jesús «Emmanuel» (Dios con nosotros) y Pa-
nal con Cristo resucitado? ¿Qué luz aporta la es- labra personal del Padre, se desvela este si-
peranza cristiana a la existencia humana?... lencio y ausencia como una palabra y una
La espiritualidad cristiana ha sido siempre parte presencia más real y cercana;
integrante de la evangelización. La vida de santi- — experiencia del diálogo con Dios por una
dad de Santa Teresa de Lisieux tiene o puede te- oración que sea más actitud filial que méto-
ner tanta repercusión misionera como la vida de do o ejercicio psicológico; es una experien-
santidad apostólica de San Francisco Javier. La no- cia de pobreza y caridad, a manera de pro-
vedad surge hoy por el interés universal alentado ceso de filiación divina para poder decir «Pa-
por muchos movimientos y corrientes de espiritua- dre nuestro»;
80 Significado y dimensiones

— experiencia de alegría y esperanza, especial- III. NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS


mente en los momentos de silencio y ausen- DE LA EVANGELIZACIÓN
cia de Dios, en una convicción de que todo
es «copa de bodas» preparada por el Padre
y de que siempre es posible hacer lo mejor
de nuestra vida; SUMARIO
— experiencia de «bienaventuranza» o de sa-
ber reaccionar amando en cualquier circuns- Presentación.
tancia, aunque sean las circunstancias en que
vivió Jesús, y que son las descritas en el ser- 1. Misión o apostolado.
món de la Montaña. A) Cristo «Mesías» (ungido) y «apóstol» (en-
viado).
A esta presentación de experiencias cristianas se B) Los «apóstoles».
la podría calificar, sin más, de presentación de los C) Apostolicidad de la Iglesia.
santos de hoy. El santo es el hombre que, con sus D) Elementos constitutivos del apostolado o
misión.
flaquezas y limitaciones, mantiene habitualmente el
E) Participaciones de la misión.
tono de la caridad. Los santos son los mejores, si
no los únicos, gestos del Evangelio. Por esto son
los mejores evangelizadores. Evangelizar hoy sig- 2. La acción evangelizadora.
nificará presentar gestos claros de caridad evangéli- A) Naturaleza y características.
ca, incluso con el radicalismo de los consejos evan- B) Universalidad de la evangelización cristiana.
gélicos, en los diversos campos del quehacer hu- C) Condicionamientos históricos y sociocultu-
mano. rales.

Pero esta espiritualidad cristiana, que es en sí


misma evangelización, se realiza en las circunstan-
cias ordinarias del apóstol, casi siempre sin ser cons-
ciente de que trasluce el Evangelio por los gestos
de caridad anónima. Las mejores siembras evangé-
licas no han hecho ruido ni han captado la aten-
ción de la época en que se realizaron. Son las siem-
bras de Nazaret y de la cruz. Pero los hombres de
buena voluntad, que son siempre muchos, compren-
dieron y dieron el paso hacia la conversión cristia-
na gracias al estímulo avasallador de la santidad
cristiana.
Misión o apostolado 83
PRESENTACIÓN
un anuncio público para la comunidad. Apostola-
do significa, pues, misión y anuncio. En el campo
El anuncio del Evangelio o «evangelización» tie- cristiano, el apóstol sería un enviado para anunciar
ne una naturaleza y características que solamente la revelación y aplicar la redención con los medios
se descubren a la luz de la palabra de Dios y del que Cristo instituyó. Es decir, se trata de un anun-
mismo Jesús «enviado para evangelizar» (Le 4,18). cio y de una realización salvífica.
Para estudiar el contenido del misterio cristiano, no Una descripción de la acción apostólica cristiana
se puede partir fundamentalmente de la semántica podría resumirse así: «los trabajos apostólicos se
o de la filosofía del lenguaje, ni tampoco de la com- ordenan a que, una vez hechos hijos de Dios por
paración entre diversas acciones «apostólicas» de la fe y el bautismo, todos se reúnan, alaben a Dios
religiones no cristianas. La misión y evangeliza- en medio de la Iglesia, participen en el sacrificio
ción cristiana es irrepetible, puesto que parte del y coman la cena del Señor» '.
misterio de la Trinidad (Dios Padre que envía a
su Hijo con la fuerza del Espíritu) y del misterio
1
de la Encarnación (Jesús, el Hijo de Dios hecho Sacrosanctum Concilium n 10 Sobre la teología de la misión
o apostolado A ALCALÁ La Iglesia, misterio y misión (Madrid
hermano, ha resucitado). 1963), J APAECHEA, Fundamentos bíblicos de la acción pastoral
(Barcelona, Flors, 1963), Y M CONGAR, Principes doctrtnaux, en
La evangelización tiene múltiples facetas que se L'Activite mtssionnaire de l'Éghse Unam Sanctam 67 (1967)
irán estudiando en capítulos posteriores. Bástenos 185 221 (comenta AG n 2 9), L M DEWAILLY, Teología del apos-
tolado (Barcelona, Estela, 1965), CL DILLENSCHNEIDER El apóstol,
recordar la naturaleza de la misión (en Cristo y en testigo de Cristo (Salamanca, Sigúeme, 1966), F X DURVCELL,
la Iglesia), la acción misma de evangelizar, las cua- The mystery of Christ and the apostolate (Londres, Sheed and
Ward, 1972), Évangelizatton, en Documenta Missionalia 9 (1975),
lidades de los evangelizadores, etc. C FLORISTÁN, M USEROS, Teología de la acción pastoral (Ma-
El reino de Dios, predicado por Jesús, incluye, drid, BAC, 1968), C KENNEDY, P F D'ARCY, El genio del apos-
tolado (Santander, Sal Terrae, 1967); B HARING, Evangelization
en su misma naturaleza, la extensión en el espacio today (St Paul Publications, England 1974), A M HENRY, Teo-
logía de la misión (Barcelona, Herder, 1961), J M IRABURU,
y en el tiempo La salvación realizada por Cristo Acción apostólica, misterio de fe (Bilbao, Mensajero, 1969),
ha de llegar a todos, según los designios salvíficos S LYONNET, Apóstol de Jesucristo (Salamanca, Sigúeme, 1966);
J LÓPEZ GAY, Evolución histórica de la «Evangelización», en
del Padre. Pero Jesús ha hecho partícipes a sus Documenta Missionaha 9 (1975) 161 196, H DE LUBAC, Le fon-
«apóstoles» de esta responsabilidad de extender el dament théologique des missions (París 1946), M PEINADO, Soli-
citud pastoral (Barcelona, Flors, 1967), Repenser la mission
reino o de evangelizar a todos los hombres. Ci5 semana misiológica de Lovama) (Tournais, Desclée, 1965),
A RETIF, La mission (París, Mame, 1961), A SEUMOIS, Aposto
lado, estructura teológica (Estella, Verbo Divino 1968), J M SE
TIEN Teología de la misión, en Lumen 16 (1967) 224-242 Sobre
1. Misión o apostolado las discusiones actuales, véase cap I y 3 J LÓPEZ GAY, Comen-
tes actuales sobre la evangelización Semana Española de Misiono-
logia 28 (1976) 293 310
En general, la palabra «apóstol» significa envia-
do y heraldo. Enviado tiene el matiz de cumplir
una misión o encargo; heraldo indica vocero de
84 Naturaleza y características Misión o apostolado 85
«Jesús» (salvador). Ambos títulos tienen sentido
A) CRISTO « M E S Í A S » (UNGIDO) Y «APÓSTOL» universal de quien ha sido enviado por el Padre
(ENVIADO) y consagrado (ungido) por el Espíritu Santo para
salvar a todos los hombres.
Jesús se presenta como «Cristo» o «Mesías»,
Muchas veces se llama Jesús «apóstol» o «envia-
que significa ungido, para una misión que es pro-
do» 2. Esta misión es también «unción» en cuanto
fética, sacerdotal y real de dimensiones universales.
que es enviado de manera permanente y con dedi-
No es que Jesús se llame directamente «Mesías»,
cación plena de su existencia a la evangelización.
pero adoctrina al pueblo y a los discípulos para que
Por esto su misión se llama misión del Espíritu
le reconozcan como tal en las perspectivas univer-
que unge a Jesús 3. El ser de Jesús, toda su viven-
salistas del Nuevo Testamento.
cia y todo su actuar pueden calificarse de unción y
Jesús examinó a sus discípulos sobre la fe: misión. La razón de ser de Jesús es la misión uni-
«¿Quién decís que soy soy?» Y alabó como inspi- versal en cuanto que, como Hijo de Dios y herma-
rada la respuesta de Pedro: «Tú eres el Mesías no nuestro, realiza la salvación con el sacrificio de
(Cristo, ungido), el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16; la propia vida.
Me 8,29). Tal había sido también la fe incipiente
La misión de Jesús—que es también unción—es
de los primeros que le aceptaron (Jn 1,41: «he-
misión doctrinal o de profetismo, misión sacrificial
mos encontrado al Mesías»). Pero Jesús ayudó a los
o de sacerdocio, misión real o de extensión del rei-
suyos a enriquecer este título con la perspectiva
no de Dios. Así lo expresan los textos evangélicos
no de honores terrenos y de dominio, sino de muer-
sobre la misión de Jesús y todo el contexto del
te sacrificial («siervo doliente») que ha de atraer
Nuevo Testamento. Ha sido ungido y enviado co-
y salvar a toda la humanidad (Jn 12,32). Por esto,
mo profeta, sacerdote y rey 4 .
el título «mesiánico» de «Cristo» equivale al de
«Hiio del hombre» (Mt 26,63s), que debe sen- La misión de Jesús es, pues, de realeza, sacerdo-
tarse a la diestra de Dios como salvador univer- cio y profetismo, como misión de conquista, inmo-
sal. lación y enseñanza. El encargo del Padre es de
manifestar y comunicar a todos los hombres los
Sólo a la luz de la resurrección podía verse la planes de salvación. El centro de la vida de Je-
perspectiva profunda y universalista del título de sús es la misión o encargo recibido del Padre (Jn
Mesías o Cristo. El «ungido» debía soportar la pa- 10,19), que es el de dar la vida por todos. Su mi-
sión y muerte «para entrar en su gloria»; es de-
cir, «Cristo debía morir y resucitar para que, en 1
su nombre, se proclamara la conversión a todas las Jn 3,17-34; 7,16; 11,42; 14,24; 17,19s; Le 4 18; Heb 3,1.
Véase resumen doctrinal en «Ad Gentes» n,32.
3
naciones en vistas al perdón de los pecados» (Le Compárese Le 4,18 (Nazaret) con Le 1,35 (encarnación) y
Le 4,14 (predicación).
24,46). 4
Heb 5,lss; Le 4,18; Jn 10,36. Véase el capítulo segundo
El título de «Cristo» (ungido) va unido al de (Cristo, nuestro sacerdote) de Teología y espiritualidad sacerdotal
(Madrid, BAC, 1976).
86 Naturaleza y características Misión o apostolado 87

sión es «totalizante, en cuanto que se enraiza en ya existe de alguna manera antes de llegar el após-
su propio ser y abarca toda su vivencia y toda su tol a cualquier sector humano.
actuación. Es misión universal y cósmica en cuan- Toda la Iglesia ha recibido la misión de Jesús.
to que toda la creación, toda la humanidad y toda Los «doce» apóstoles fundamentan la «apostolici-
la historia caen bajo su influjo. Por esto es una mi- dad» de la Iglesia. Son como el punto de referencia
sión sin fronteras 5 . para garantizar la propia misión de cada cristiano 7.
Compartir la misión de Cristo supone empeñar,
B) Los «APÓSTOLES» como el Señor, toda la existencia en esta tarea en-
comendada por el Padre y alentada por el Espíritu
Jesús quiso comunicar su misión al grupo de sus
Santo. La persona del apóstol, su vivencia y su
discípulos, entre los que sobresalen los «doce» con
actuar están siempre y en todo condicionados a la
el título especial de «apóstoles». A ellos les en-
misión.
carga continuar la misión recibida del Padre, y pa-
La misión recibida de Jesús va siempre unida
ra llevarla a término les promete y comunica la
íntimamente a la acción del Espíritu Santo. Es el
fuerza del Espíritu Santo 6.
mismo Espíritu que ungió a Jesús el que unge o
De esta manera, Jesús prolongará su presencia,
«bautiza» a los apóstoles (Act 1,5) y les llena de su
su mensaje y su acción salvífica a través de los
fuerza (Act 1,8). Esta misión es, pues, unción o
tiempos y en una perspectiva universal. La misión
«sello» (Ef 1,13). Por esto Jesús, al comunicar la
transmitida a Jos apóstoJes tiene Jas mismas carac-
misión, comunica ei Espíritu Santo (Jn 20,21-23).
terísticas que la de Jesús: «a todas las gentes»
Pablo se siente siempre movido por esta fuerza
(Mt 28,19). Los enviados o «apóstoles» de Jesús
del Espíritu que le impele a evangelizar según la
hablan en su nombre y le representan a manera de
misión recibida de Jesús (Rom 1,1-4).
signos sensibles (Me 6,7s; Mt 10,40; Jn 17,10).
El apóstol queda orientado hacia el misterio de
La misión apostólica participa del triple aspecto
la muerte y resurrección de Jesús, del que es tes-
de la misión de Jesús, profética, sacerdotal, real (Mt
tigo (Act 1,22; 3,32). Toda la acción apostólica
28,18s). La palabra que predican los apóstoles, el
será anunciar, presencializar y comunicar este mis-
sacrificio que hacen presente y la acción de exten-
terio pascual de Jesús. Para ello, Jesús había pro-
der el reino tienen una perspectiva universal por su
metido el Espíritu Santo, que «aprisiona» la per-
misma naturaleza. Así es la misión de Jesús y así
sona del apóstol (Act 20,22), le da a conocer me-
es también la misión participada.
jor la persona y doctrina de Jesús en orden a po-
El ir «delante» de Jesús (Le 10,1) significa pre- der ser transmisor y testigo fiel (Jn 15,26-27;
sentar el signo sensible de una acción del Señor que 16,13-14). Así, el apóstol viene a ser como la «glo-
5
Véanse textos bíblicos y comentario en Cristianos sin fron- 7
teras, espiritualidad misionera (Burgos, Facultad Teológica, 1976) Le 6,13; Ef 2,20. La elección de Matías (Act l,21s) indica
6
Mt 28,16; Jn 15,16; 17,18; 20,21. Es tambie'n misión del una peculiar apostolicidad de los Doce que fundamenta la misión
Espíritu: Jn 20,21-23; Ef 3,20. de toda la Iglesia.
88
Misión o apostolado 89
Naturaleza y características
— dimensión escatológka: como dinámica ha-
ria» o expresión del mismo Jesús (Jn 16,14;
17,10). cia una restauración final en Cristo de todas
las cosas.
C) APOSTOLICIDAD DE TODA LA IGLESIA
La misma naturaleza de la Iglesia, que es «sacra-
Jesús ha encomendado a toda la Iglesia la mi- mento universal de salvación» 12, es misión o apos-
sión de evangelizar a todas las gentes o de «pro- tolado. La acción eclesial He apostolado es una con-
pagar la fe y la salvación de Cristo» 8 . Esta mi- tinuación de la acción de Cristo y de los designios
sión deriva del mandato de Cristo (Mt 28,19s; eternos de Dios. El bautismo, por el que se entra
Me 16,15) y de la misma vida que Cristo infunde a formar parte de la Iglesia, es un «adentrarse»
a sus fieles y que tiende a «que todo el cuerpo (de responsablemente en esos planes salvíficos de
la Iglesia) crezca y se fortalezca en la caridad» Dios ".
(Ef 4,16). Esa es la naturaleza o razón de ser de la La nota eclesial de apostolicidad incluye dos as-
Iglesia. pectos: fidelidad a la misión de Cristo y de los
Cuando se dice que «la naturaleza de la Iglesia es apóstoles, fidelidad a la actual acción del Espíritu
misionera» 9, se quiere indicar el ser y la actividad Santo.
de la misma. Esa es su «misión» y apostolicidad: El primer aspecto es más ontológico y de esta-
«se hace presente a todos los hombres o pue- bilidad. Se trata de «custodiar el depósito» enco-
blos» 1Q, «ora y trabaja para que la totalidad del mendado (1 Tim 6,20). Esta fidelidad es también
mundo se integre en el Pueblo de Dios» ". un respeto a la verdad y doctrina de Cristo, trans-
La apostolicidad de la Iglesia podría estudiarse mitiéndola sin tergiversaciones personalistas. Pero
desde diversas dimensiones: no es solamente un mero transmitir rutinario, sino
una fidelidad en el sentido de ahondar cada vez más
— dimensión trinitaria: como caridad de Dios en la doctrina revelada, puesto que la riqueza es in-
que se difunde en todos los corazones; exhaurible. La apostolicidad eclesial exige una fide-
— dimensión cristologica: como mandato de 12
AG n.l; LG n.l y 48. Sobre la Iglesia «sacramento»: J. AL-
Cristo de ir a todas las gentes; FARO, Cristo sacramento de Dios Padre, la Iglesia sacramento de
Cristo glorificado, en Gregorianum 48 (1967) 5-27; J. ESQUERDA,
— dimensión neumatológica: como fuerza del La maternidad de María y la sacramentalidad de la Iglesia, en
Espíritu que abarca toda la humanidad y Estudios Marianos 26 (1965) 233-274; Y. CONGAR, Un peuple
messianique, l'Églisc sacrement du salut (Varis, Cerf, 1975);
toda la creación; A. NAVARRO, La Iglesia como sacramento primordial, en Esludios
Eclesiásticos 41 (1966) 139-159; O. SEMMEI.ROTH, La Iglesia como
8 sacramento original (San Sebastián, Dínor, 1965); P. SMULDERS,
AG n.5. Cada miembro eclesial tiene una responsabilidad La Iglesia como sacramento de salvación, en IM Iglesia del Vati-
peculiar. cano II (Barcelona, Flors, 1966) I, 377-400.
9
Ibid., n.2 y 5. 13
Tanto Lumen Gentium como Ad Gentes exponen la misión
10
11
Ibid., n.5. de la Iglesia en relación a cada una de las personas de la Santí-
LG n.17. Hemos resumido la naturaleza misionera de la sima Trinidad,
Iglesia en el c.II (1, E).
90 Naturaleza y características Misión o apostolado 91

lidad al mensaje cristiano sin ligarlo necesariamen- delidad a la acción salvífica producen en la Iglesia
te a alguna cultura o ropaje filosófico del pasado un equilibrio en el que aparece en toda su hondura
o del presente 14. el misterio de la Encarnación. Así la Iglesia es la
El segundo aspecto es más dinámico en cuanto prolongación visible de Cristo, fiel al mandato y
que supone una atención a la acción del Espíritu a la doctrina del Padre y fiel a la acción del Espí-
en cada época y en circunstancias nuevas. Incluye ritu Santo^ Dios se acerca al hombre en su circuns-
todo el problema de la adaptación del mensaje y tancia concreta e histórica para hacerlo entrar en
de la urgencia de presentarlo según las nuevas opor- los planes salvíficos. El «Emmanuel» aparece tam-
tunidades de evangelizar. Es una fidelidad de dis- bién así en la Iglesia, que transmite fielmente la
cernimiento en cuanto a la acción apostólica con- doctrina de Cristo asumiendo y purificando todos
creta. los valores humanos según los planes redentores
Ambos aspectos son complementarios e indis- de Dios.
pensables. El primero sin el segundo se reduciría a
una transmisión material que podría paralizar toda
D) ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL APOSTOLADO
la vitalidad de la Iglesia. El segundo sin el primero
o MISIÓN
sería una actividad sin orientación y sin referencia
a la misión de Cristo. La fidelidad al mensaje y a
En la misión o apostolado cabe distinguir dos
la misión de Cristo incluye, por su misma natura-
aspectos principales: el mandato o envío y la ac-
leza, la fidelidad a la acción nueva del Espíritu en-
ción social por la que se pone en práctica la mi-
viado por el mismo Cristo p?ra penetrar el men-
sión. En el caso de la misión cristiana, es Cristo
saje y hacerlo vivir a todos los hombres. Con esta
quien envía y hace participar en la misión del Pa-
doble fidelidad, la Iglesia camina hacia una esca-
dre y del Espíritu, como hemos visto más arriba.
tología o plenitud y encuentro final con Cristo.
La acción apostólica cristiana tiene unas caracte-
La apostolicidad de la Iglesia tiene, pues, un rísticas especiales, que vamos a resumir.
sentido «teológico» radical, porque arranca de los
La acción apostólica cristiana sería como cualquier
planes salvíficos de Dios Amor (dimensión trini-
otra acción social si careciera del «mandato» o en-
taria), se realiza según el mandato de Cristo (di-
vío. Las acciones de «proselitismo», en general, tien-
mensión cristológica) y con la fuerza del Espíritu
den a reforzar un sistema y una ideología. Pero el
(dimensión neumatológica) y tiene el mordiente de
cristianismo está en la línea de libertad de los hi-
llevar toda la creación y toda la humanidad a la ple-
jos de Dios, que no puede supeditarse a ningún
nitud en Cristo resucitado (dimensión escatoló-
sistema y a ninguna ideología, aunque tuviera ma-
gica).
tices cristianos. Por esto la acción apostólica cris-
Los dos aspectos de fidelidad al mensaje y de fi- tiana arranca de la encarnación, del misterio pas-
" Véase en este mismo capítulo (2, C): Condicionamientos cual (muerte, glorificación, Pentecostés) y de la pre-
históricos y socioculturaje?.
92 Naturaleza y características Misión o apostolado 93
destinación de Dios sobre la salvación humana en Los autores han querido hablar de «alma del
Cristo. apostolado» ". Ya en San Pablo se encuentra una
Esta acción apostólica, que supone la misión, se especie de hilo conductor como «alma» de su acti-
va desarrollando en una gama de posibilidades: vidad apostólica: la contemplación amorosa del mis-
oración, testimonio, anuncio de la salvación, llama- terio de Cristo (Ef 3), Santo Tomás presentaba la
da a la fe y conversión, celebración de los sacra- acción apostólica como una comunicación de lo que
mentos (especialmente del bautismo y eucaristía), se ha encontrado en la contemplación 18. Pero pos-
orientación hacia el encuentro más pleno con Cris- teriormente se ha querido señalar la oración como
to, compromisos concretos personales y sociales... alma de todo apostolado. El concilio Vaticano II
Las características más concretas dependerán del ha precisado así nuestro tema: «El amor a Dios
«carisma» o vocación y disponibilidad concreta de y a los hombres es el alma de todo apostolado» 19.
cada apóstol. Efectivamente, aunque la acción apos- La caridad es, pues, el alma de la acción apos-
tólica abarca toda esta gama que acabamos de des- tólica. Pero esta caridad, alma de la acción, incluye
cribir, puede darse el acento o la preferencia mo- un diálogo o sintonía con Dios y con los hombres.
mentánea en uno de los puntos, sea por la vocación Ello supone la disponibilidad de hacer la volun-
de cada uno, sea por las instancias actuales de la tad salvífica de Dios, que se descubre en la oración
acción del Espíritu Santo, sea por las necesidades y que se pone en práctica también en la acción.
concretas de una comunidad humana 15. Una consecuencia necesaria es la sintonización res-
De todos estos elementos hay que destacar algu- ponsable con los problemas de los hombres, como
no que aglutine a los demás, de suerte que la acción hizo el Buen Pastor, que pasaba las noches en ora-
apostólica no se convierta en dispersión o en des- ción (Le 6,12) y cargaba con las enfermedades y
equilibrio. No se trata propiamente de la principa- problemas de todos (Mt 8,17).
lidad, sino de un punto central alrededor del cual En este sentido, la caridad viene a ser el alma
pudieran girar los otros. En caso de querer seña- de todo apostolado. Sólo la caridad penetra las in-
lar una principalidad, habría que hacer un paran- timidades de Dios y también la realidad más pro-
gón entre el servicio de la palabra, de los signos funda del ser humano. Y solamente con un espíri-
sacramentales y de la organización eclesial; en este tu de contemplación se alcanza esta caridad que no
parangón encontraríamos una principalidad de cada tiene fronteras ni consiente cálculos egoístas en la
uno de estos elementos según el punto de vista que vida del apóstol. La caridad hace descubrir los pla-
se presentara. Pero este tema corresponde más
17
bien a los llamados signos permanentes de evange- P. CHAUTARD, L'áme de tout apostolat (español: El alma de
todo apostolado [San Sebastián, Dinor, 1955]); A. SEUMOIS,
lización 16. VAnima dell'aposlolalo missionario (EMI 1971); R. FARICY,
Evangelization and spiritual Ufe, en Documenta Missionalia 9
15 (1975) 141-159.
Véase bibliografía de la nota 1.
16
18
«Contemplata alus tradere» (2-2 q.188 a.6).
Véase el capítulo 11 sobre los signos permanentes de evan- 19
LG n.33. La «ascética» del apóstol arranca de esta caridad
gelización. totalizante.
94 Naturaleza y características Misión o apostolado 95
nes salvíficos de Dios sobre los hombres y compro- ne un aspecto más carismático y otro más visible
mete a dar la propia vida en holocausto como la u organizativo.
vida del Buen Pastor (Jn 10).
a) La misión del sacerdocio ministerial
E) PARTICIPACIONES DE LA MISIÓN o ministerio apostólico

La misión de Cristo, que se prolonga en la Igle- Esta misión tiene una relación a Cristo Cabeza,
sia, es participada por todos los cristianos en di- Buen Pastor, en el sentido de poder actuar en su
verso grado y modo. Siempre hay una referencia nombre 20. En la misión profética, sacerdotal y real
a la misión de los Doce (o al colegio episcopal), pero de todo cristiano, este aspecto «ministerial-apostó-
la misión en general pertenece a la misma natura- lico» tiene el matiz de magisterio, presidencia efec-
leza de la Iglesia. tiva de la eucaristía, dirección de la comunidad.
Se podría distinguir entre la misión de caridad Por haberse generalizado el vocabulario de «sacer-
y la misión jerárquica. La primera sería más gene- docio» y de «ministerio», la expresión tradicional
ral y arrancaría de la misma naturaleza de la vida de «sacerdocio ministerial» podría parecer incom-
cristiana como misión del Espíritu Santo. La se- pleta; por esto algunos autores prefieren hablar de
gunda sería más de visibilidad, organización y es- «ministerio apostólico», es decir, de aquel minis-
tructuras. Pero esta división, que puede ser útil en terio y de aquella misión que dice sucesión o rela-
el momento de un estudio sistemático, es imperfec- ción estrecha con el ministerio y la misión de los
Doce.
ta. No obstante, a pesar de la terminología pobre,
corresponde a una doble realidad o a un doble as- La misión del sacerdocio ministerial es de dispen-
pecto de una misma realidad. Ambas misiones (ca- sación de los «misterios» (palabra, sacramentos,
rismática y jerárquica) se complementan y postulan pastoreo)21, pero siempre en la línea de «servi-
mutuamente. cio» o de «diaconía», como la de Cristo Buen Pas-
tor y Cabeza. Los signos eclesiales de esta misión
La misión proviene de Cristo, que ha fundado a
(más «jerárquica») requieren siempre la presenta-
su Iglesia como pueblo de Dios y como su expre-
ción de un testimonio de caridad pastoral que ven-
sión visible. Esta misión—que es, a la vez, caris-
dría a ser la quintaesencia de la espiritualidad apos-
mática y jerárquica—se participa en la Iglesia de di-
tólica o misionera del sacerdote ministro 22.
versas maneras y grados, siempre con una referen-
cia a la misión que han recibido los apóstoles y sus
20
sucesores. Se puede participar por el sacerdocio mi- PO n.2, 6 y 12; LG n.9. Sobre la derivación misionera de
la misión sacerdotal: LG n.23 y 28; ChD n.6; PO n.10; AG n.19
nisterial, por la vocación laical y por la vida de con- y 21
38-39.
sagración a Dios. La participación puede provenir 22
San Pablo habla de «dispensación» y «economía»: 1 Cor 4,1.
Para bibliografía sobre la espiritualidad sacerdotal, véase
de un sacramento, de un encargo de la Iglesia, de cada capítulo y boletín bibliográfico final de Teología y espiritua-
una gracia especial (vocación), etc. Y siempre tie- lidad sacerdotal (Madrid, BAC, 1976),
96 Naturaleza y características Misión o apostolado 97
entera, con la libertad del Espíritu y en comunión
b) La misión del laicado
eclesial especialmente con los pastores 26 . Esta mi-
Por la misma naturaleza de la vida cristiana, todo sión, que deriva de la misma naturaleza del laicado,
bautizado y confirmado participa en la misma mi- puede ser complementada con un mandato especial
sión de la Iglesia23. Pero esta misión general se por parte de la jerarquía, que viene a ser como una
puede concretar a modo de vocación y carisma es- nueva participación en la misión jerárquica de la
pecial de «gestionar» los asuntos temporales y or- Iglesia 2T.
denarlos según Dios..., contribuyendo a la santi- La espiritualidad de la misión participada por los
ficación del mundo como desde dentro, a modo de laicos tiene sus líneas específicas, que, sin perder
fermento»24. la unión vital con Cristo y la entrega de caridad,
Esta misión del laicado no es de simple suplen- deriva hacia formas de vida familiar, laboral o so-
cia, especialmente cuando escasea el número de cial, según los casos M.
sacerdotes ministros, sino que es parte integrante
de la misión de toda la Iglesia. c) La misión de la vida consagrada
y contemplativa
«Hay en la Iglesia diversidad de ministerios, pero
unidad de misión .. Los laicos ejercen el apostolado Por la línea de la misión de caridad, se puede
con su trabajo por evangelizar y santificar a los hom- llegar a una participación de la misión en el senti-
bres y por perfeccionar y ssaturar de espíritu evan- do de ser, en la Iglesia y desde la Iglesia, un signo
gélico el orden temporal»
y estímulo de la caridad y de las bienaventuranzas.
La relación con Cristo Cabeza, que acompaña a Es la vida habitual de práctica de consejos evangé-
cualquier participación de la misión cristiana, es de licos que puede darse en el estado laical y debe
unión vital para un testimonio concreto y eficaz en darse ordinariamente en el estado sacerdotal; pero
las estructuras humanas. Así, el servicio profético, que se da de manera más estructurada y más pú-
sacerdotal y real, es de anuncio del mensaje, de blica (votos, reglas, etc.) en la vida religiosa29.
comunicación de la vida en Cristo y de extensión 26
Ibid , n 3.
27
del reino, en un campo propio de iniciativa y res- LG n 33 AA n 20, E GUFRRY L'Action Cathohaue textes
ponttficaux classés et continentes (París 1936), T I TIMÉNEZ
ponsabilidad. Hay un derecho y un deber de ejer- U R R E S I I , La Acción Católica, exigencia permanente (Madrid 1973);
citar los propios carismas en bien de la humanidad E SAURAS, Fundamento sacramental de la Acción Católica en
Revista Española de Teología 3 (1943) 129-158, S TROMP, Actw
Catholica m Corpore Cbristi (Romae 1936), Z DE VIZCARRA,
23 Curso de Acción Católica (Madrid 1942)
LG n 3 3 , A G n 2 y 5 28
A BONET, Apostolado laical, los principios del apostolado
24
Ibid , n 3 1 , véase el sentido misionero de la vocación laical seglar (Madrid 1959), Y M CONGAR, Jalones para una teología
en Princeps Paslorum (Juan X X I I I ) AAS 51 (1959) 833s, tercera del lateado (Barcelona 1963) Véanse comentarios al decreto con
parte, Ad Gentes n 4 1 , Evangelu nuntiandi 70, Documento de ciliar Apostolicam actuositatem
la S Congregación para la Evangelización de los Pueblos sobre 29
L G n 41 y todo el capítulo 6 Véase el decreto Perfectae -
la tarea misionera de los laicos, en Gutda dclle misstom caloliche caritatts del Vaticano I I ; Evangélica testificatio (Pablo VI)
(Roma 1975) AAS 63 (1971) 497s' Derivación misionera de la vida religiosa
21
Apostolicam actuositatem n 2 Ad Gentes n 40 y Evangelu nuntiandi n 69, CONGAR, ecc , Evan-
Espiritualidad misionera 4
98 Naturaleza y características La acción evangehzadora 99

Esta misión de caridad radical o de radicalismo épocas de acción misionera han experimentado el
evangélico tiene sentido escatológico en cuanto que influjo eficaz de centros de vida contemplativa y de
es un signo mordiente de la resurrección final y personas que han escrito sobre estas experiencias
del encuentro definitivo con Cristo. Es también cristianas de Dios Amor 31 .
un servicio o «diaconía» de presentar las últimas
consecuencias del bautismo y el signo claro de las 2. La acción evangelizadora
bienaventuranzas. Precisamente por esta importan-
cia eclesial, esta misión de caridad radical está siem- Hemos visto la misión o apostolado en Jesús,
pre en relación estrecha con la misión jerárquica en los apóstoles y en las diversas participaciones
de diversas maneras: por la aprobación y regula- de la Iglesia. La comunidad cristiana es «comuni-
ción constante, por encargos o mandatos especia- dad evangelizadora... comunidad de salvación que
les de parte de la jerarquía, etc. deben comunicar y difundir... que existe para evan-
gelizar» M, «un pueblo adquirido para pregonar las
Por la peculiaridad de esta misión, en la línea
excelencias del que llamó de las tinieblas a su luz
de radicalismo y de escatología, hay que resaltar
admirable» (1 Pe 2,9).
la disponibilidad universal y misionera que va ane-
ja a esta entrega. De ahí su importancia en el mo- Si es éste el ser de la Iglesia, ¿en qué consiste
mento de una primera evangelización o en el pro- la acción de evangelizar y cuáles son sus caracte-
ceso de una evangelización más profunda. Así, es- rísticas principales?
tos cristianos «proporcionan un preclaro e inesti-
mable testimonio de que el mundo no puede ser A) NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS
transformado ni ofrecido a Dios sin el espíritu de DE LA EVANGELIZACIÓN
las bienaventuranzas» M.
San Pablo habla muchas veces de su acción evan-
Hay que destacar la importancia misionera de gelizadora. Es una acción compleja con una gama
presentar signos comunitarios y estructurados de de matices que podrían resumirse inicialmente en
vida contemplativa, además de personas que indi- éstos: «A mí, el menor de todos los santos, me
vidualmente hayan sentido la llamada a la contem- fue otorgada esta gracia de anunciar (evangelizar)
plación. El signo de vida contemplativa es un mor- a los gentiles la insondable riqueza de Cristo e ilu-
diente del encuentro con Dios y una presentación minar a todos acerca de la dispensación del miste-
de la experiencia de diálogo con él. Las mejores rio oculto desde los siglos en Dios»... (Ef 3,8-9).
gelizzazione e vita religiosa (Milano, Ancora, 1974); CL. G. EX- Pero los textos neotestamentarios sobre la evan-
TREMEÑO, Dimensión misionera de la vida consagrada, en Promo-
ción misionera de las Iglesias locales (Burgos 1976) 171-198. Véase 31
boletín bibliográfico en «Omnis Terra» (1970) p.441. Véase el capítulo 8: oración y evangelización. Exhortación
30
Lumen Gentium n.31. Sobre la espiritualidad de los consejos apostólica Evangélica testificatio: AAS 63 (1971) 497-526; exhor-
evangélicos: A. COLORADO, LOS consejos evangélicos (Salamanca tación sobre la vida contemplativa Venite seorsum: AAS 61 (1969)
1965); J. M. GRANERO, El sentido original de los consejos evan- 674-690.
32
gélicos, en Manresa 32 (1960) 391-394, Evangelü nuntiandi n.13-14.
100 Naturaleza y características La acción evangelizadora 101
gelización son tan ricos que no se pueden esque- me al comienzo de la carta a los Romanos (Rom 1,
matizar en unas pocas palabras. No obstante, po- 1-7).
dríamos resumirlas en tres: evangelizar, anunciar
(kerigma), dar testimonio. Son palabras de un con- c) Dar testimonio
texto bíblico mucho más amplio y profundo que
lo que significan en nuestro vocabulario de hoy ii. Esta expresión no significa solamente presentar
un ejemplo de virtud. En el contexto bíblico in-
cluye el testimoniar con la palabra y con la propia
a) Evangelizar
vida aunque sea en el «martirio» (testimonio). Se
El vocabulario neotestamentario sobre esta pala- testifica, con palabras y vida, el hecho de la muer-
bra es muy rico y variado, como puede verse en te y resurrección de Jesús (Act 2,32). Esta es la
los vocabularios y diccionarios bíblicos. Evangeli- razón de ser del apóstol y para esta finalidad es
zar al pueblo (Le 3,18), evangelizar a los pobres elegido San Matías (Act 1,8). Jesús comunicó su
(Le 7,22; 4,18s) o evangelizar sin más aditamen- propia misión, como misión del Padre y del Espí-
tos (Rom 1,1), tiene siempre un contexto de anun- ritu, de suerte que el apóstol es un «testigo» que
cio de un acontecimiento gozoso (Le 2,10s), pro- testifica con palabras y vida (Jn 15,26-27).
clamado solemnemente por Jesús en las bienaven- La acción evangelizadora es una prolongación de
turanzas («dichosos») y por los apóstoles desde el la acción evangelizadora y salvífica de Cristo. Es
día de Pentecostés (Act 2,32). Dios ha obrado la una acción que contiene la fuerza de Dios (por
salvación por medio de Jesucristo, el Hijo de Dios Cristo resucitado y en el Espíritu Santo). La evan-
hecho hermano nuestro, crucificado y ahora resu- gelización—como alegre anuncio, como primer anun-
citado. cio y como testimonio—es una acción permanente
de Dios a través de la Iglesia.
b) Kerigma
Para concretar algo más la naturaleza de la evan-
La nota de «anuncio» tiene el sabor de una ori- gelízación, podríamos recordar su finalidad, su con-
ginalidad a manera de «primer anuncio» del Evan- tenido y los medios básicos de acción.
gelio. Muchas veces San Pablo se refiere a este
primer anuncio, que es la tarea específica del após- a) Finalidad.—Aunque hay muchos aspectos
tol de las gentes (Rom 15,20). Este primer anuncio válidos de la evangelización, la finalidad de la mis-
comenzó en Pentecostés (Act 2,32) y se fue repi- ma consiste en un cambio interior:
tiendo en diversas ocasiones de la primitiva Igle- «La finalidad de la evangelización es, por consi-
sia (Act 8,5; 9,20, etc.). Es el «evangelio» que guiente, este cambio interior, y si hubiera que resu-
Pablo predica a los gentiles (Gal 2,2) y que resu- mirlo en una palabra, lo mejor sería decir que la
Iglesia evangeliza cuando, por la sola fuerza divina
del Mensaje que proclama, trata de convertir al mis-
Véase bibliografía de nota 1. mo tiempo la conciencia personal y colectiva de los
102 Naturaleza y características La acción evangelizadora 103
hombres, la actividad en la que ellos están compro- c) Medios.—La salvación anunciada y comuni-
metidos, su vida y ambiente concretos»34.
cada por Jesús y su Iglesia no pone su esperanza
en los medios humanos, sino en la fuerza de Dios.
Esta finalidad encuentra su realización en «im-
Pero la providencia de un Dios que es, al mismo
plantar la Iglesia» en cada persona y en cada sector
tiempo, creador y restaurador, quiere que los coope-
humano: «la totalidad de la evangelización, aparte
radores de la evangelización pongan los medios ade-
la predicación del mensaje, consiste en implantar
cuados. Es una consecuencia del misterio de la En-
la Iglesia» 3 \
carnación. Los signos eclesiales de evangelización
b) Contenido.—«Evangelizar es, ante todo, dar son signos portadores de gracia y salvación. Estos
testimonio, de una manera sencilla y directa, de Dios signos tienden a «implantar la Iglesia», es decir, a
revelado por Jesucristo mediante el Espíritu Santo» 36.
enraizar en la vida humana la epifanía y cercanía
El contenido de la evangelización es, pues, la de Dios hecho hombre por nosotros. Estos signos
salvación proclamada y comunicada por Jesús re- son principalmente el signo de la palabra, el signo
dentor. del sacerdocio (y acción salvífica sacramental), el
signo de la realeza o de la organización de la comu-
«No es una salvación puramente inmanente, a me- nidad. Pero estos signos, sin perder su virtualidad
dida de las necesidades materiales o incluso espiri-
tuales, que se agotan en el cuadro de la existencia evangélica, se adaptan a cada época, cultura, situa-
temporal y se identifican totalmente con los deseos, ción humana y a las formas sencillas de religiosidad
las esperanzas, ios asuntos y Jas Juchas temporales, popular, etc M.
sino una salvación que desborda todos estos límites
para realizarse en una comunión con el único Abso- La evangelización se presenta, pues, como una
luto, Dios, salvación trascendente, escatológica, que
comienza ciertamente en esta vida, pero que tiene actividad eclesial que proclama el Evangelio para
su cumplimiento en la eternidad»37. que nazca, se esclarezca y profundice la fe en una
vivencia de santidad con consecuencias personales
La evangelización cristiana proclama, con fuer- y sociales. La vida teologal, en su pleno desarrollo
za y poder {1 Cor 4,20), estos datos salvíficos prin- hacia una visión y posesión de Dios, es el objetivo
cipales: Jesús Hijo de Dios (muerto y resucitado), principal de la evangelización. Esta vida teologal
conversión, fe, bautismo, eucaristía, perdón de pe- es el fundamento de una familia humana como fa-
cados, don del Espíritu Santo, última venida de milia de hijos de Dios.
Jesús al final de los tiempos, comunión eclesial... Al estudiar la naturaleza de la acción evangeli-
Los «pobres» están preparados para recibir esta zadora, han ido apareciendo sus características prin-
salvación (Le 7,22). cipales como partes integrantes de la misma ac-
ción. Estas características son el punto de arranque
34
Evnngelii nuntianii n.18. de los principios básicos de espiritualidad misionera
35
36
Ibid., n.28.
Ibid., n.26.
37
Ibid., n.27. Ibid., n.40-48.
104 Naturaleza y características
La acción evangelizadora 105
que estudiaremos más adelante. Resumamos estas
sia es un signo universal de la presencia y de la
características principales: La iniciativa evangeliza-
acción salvífica de Jesús.
d o s viene de Dios, autor de las promesas, pero se
Evangelizar es anunciar y comunicar el «miste-
requiere la cooperación del evangelizador a modo
rio» o los planes salvíficos de Dios acerca de todos
de acción instrumental (Col 1,24; 1 Cor 3,9);
los hombres. Estos planes forman parte de la «in-
Cristo salvador es el centro de la evangelización
timidad» divina, pero se han manifestado y comu-
(1 Cor l,17s), pero actúa por medio de la Iglesia;
nicado por Cristo. Por esto Pablo habla del «mis-
aceptar la evangelización es un don de Dios, la fe
terio» de Cristo (Ef 1-3). La Iglesia es este mismo
cristiana, que se comunica a todos los hombres de
«misterio» de Cristo presente bajo signos. La pa-
buena voluntad; la evangelización es una acción de
labra latina que traduce «misterio» es la palabra
esperanza fundada en la promesa divina que ya se
«sacramento», en el sentido de manifestación y co-
ha realizado en Cristo, pero que debe llegar a una
municación de los planes salvíficos y universales
plenitud al final de los tiempos (escatologia)39.
de Dios por medio de Jesucristo 42 .
Los destinatarios de la evangelización son todos
B) UNIVERSALIDAD DE LA EVANGELIZACIÓN los hombres, sin excepción, sin prioridades y sin
CRISTIANA privilegios. Pero hoy esta universalidad de la evan-
gelización debe abarcar también sectores especia-
En apartados anteriores hemos visto un resumen
les de la humanidad que no siempre coinciden con
sobre la naturaleza misionera de la Iglesia40 y so-
una geografía. La universalidad de la evangeliza-
bre la apostolicidad de la misma41. Ahora analiza-
ción no es simplemente geográfica, sino que abar-
remos esa característica especial de la evangeliza-
ca también situaciones, estructuras, puntos neurál-
ción: la universalidad.
gicos de nuestra sociedad, sectores descristianizados,
La acción evangelizadora de la Iglesia se desarro-
o secularizados, mundo del pensamiento y del tra-
lla por medio de signos eclesiales (palabra, sacra-
bajo, etc. 43
mentos, dirección u organización). Estos signos
constituyen la sacramentalidad de la Iglesia, que El mandato de Jesús de evangelizar «a todas las
es «signo universal de salvación». La naturaleza gentes» (Mt 28,18) encuentra, pues, en la natura-
«sacramental» (o de signos) de la Iglesia, los pla- leza de la Iglesia, fundada por él, la mejor expre-
nes salvíficos de Dios, el mandato de Cristo de sión de universalidad. La naturaleza y las estruc-
evangelizar, tienen dimensiones universales. La Igle- turas de la Iglesia no han nacido de una mentali-
dad o de unas necesidades sociológicas, sino de la
39
Documento preparatorio del Sínodo Episcopal de 1974: De realidad de unos planes salvíficos universales a tra-
evangelizatione mundi buius temporis (Typis Polyglottis Vaticanis, vés de Jesucristo. Reducir la acción evangelizadora
1973). Véase también la Declaratio Vatrum Svnodalium (25 oct.
1974). eclesial a unos pocos selectos, sería desnaturalizar
40
Véase c.II, 1, E.
41
Véase este mismo c.III, 1, Q, Véase bibliografía sobre la Iglesia «sacramento» en nota 12.
Evangelii nuntiandi n.49-58.
106 Naturaleza y características La acción evangelizadora 10?
la naturaleza de la evangelización y la naturaleza Al hablar de «condicionamientos» debe quedar
misma de la Iglesia44. bien sentada la «autonomía» del mismo Evange-
La caridad del Buen Pastor no tiene fronteras lio, puesto que el mensaje cristiano deriva de la
ni en la geografía ni en los ambientes y clases so- palabra revelada por Dios y no de una ideología
ciales. Llama a todos (Mt 11,28), muere por to- o sistema humano. Pero la manera de presentar el
dos (2 Cor 5,15) y su cruz arrastra a todos (Jn 12, mensaje, la aplicación a casos concretos, la profun-
32). Así es la acción evangelizadora de Jesús, que dización del mismo mensaje a partir de problemas
se continúa en la Iglesia. En esta universalidad de o situaciones nuevas, etc., son verdaderos «mor-
la evangelización se fundamenta el celo misionero dientes» que condicionan el modo y el momento
del apóstol. de evangelizar.
«Hacerse todo para todos» (1 Cor 9,19-23) es
C) CONDICIONAMIENTOS HISTÓRICOS la actitud apostólica de saber presentar el Evange-
Y SOCIO'CULTURALES lio en el modo y tiempo oportuno. Supone una as-
Los documentos del Nuevo Testamento dejan cética de caridad pastoral, como un estar pendiente
entrever una adaptación del mensaje cristiano a si- de la palabra de Dios y de la situación humana. Es
tuaciones históricas, humanas y culturales muy di- una consecuencia del misterio de la Encarnación
versas. La predicación de San Pablo en el Areópa- que nos desvela el Verbo hecho hombre en nues-
go es un caso tipo (Act 17,15). Esta necesidad de tras circunstancias (Jn 1,14). Ahora la Palabra de
concretar el Evangelio y de presentarlo de una ma- Dios es predicada («reencarnada» místicamente) en
nera adecuada a diferentes situaciones, ha recibido el quehacer y situación humana.
diversos nombres: adaptación, autenticidad, indi- La acción de evangelizar debe, pues, tener en
genización, aculturación, etc. El problema teológi- cuenta al hombre en su circunstancia y problema
co de fondo sigue estudiándose con más o menos concreto. Las coordenadas de tiempo y de lugar
éxito 4S. condicionan la manera de evangelizar. Cada época
41
tiene sus procesos históricos y cada cultura sus lí-
LG n.9 y 17; AG n.2 y 10.
45
Véase «Estudios de Misionología» 1 (Burgos 1976): L. Bo- neas de pensamiento. La tarea del evangelizador
GLIOLO, Cultura y adaptación misionera, 105-122; A. SEUMOIS, será la de anunciar el mensaje evangélico sin tergi-
Teología de la adaptación misionera de la Iglesia, 123-137. Véase
también Atti del Congresso Jnternazionale scientifico di Missio- versarlo y sin romper con la verdad contenida ya
logia (Roma, Urbaniana, 1976). Vol. I: A. SANTOS HERNÁNDEZ, de antemano en las culturas y situaciones humanas.
Actividad misionera y culturas indígenas en el decreto «Ad Gen-
tes», 25-57; Y. M. CONGAR, Cbristianisme comme foi et comm^ Los problemas del hombre concreto son muy di-
culture, 83-103; P. ROSSANO, Acculturazione del Vangelo, 104-116;
A. SEUMOIS, Significato e limiti della «cristianizzazione» delle versos según la época. El Vaticano II, en la consti-
culture, 117-127. El problema fue estudiado antes del Vaticano II
por muchos estudiosos (Schmidlin, Vath, Charles, Tombeur, Do- tución Gaudium et spes, ha respondido a los pro-
mínguez, etc.): véase esta bibliografía en artículo de Seumois
de «Estudios de Misionología» citado más arriba. Un resumen del Misiones Extranjeras (1957) 187-202; L. J. LUZBETAK, L'Église
tema en: O. DOMÍNGUEZ, Teología de la adaptación misionera, en et les cultures (Bruxelles, Lumen Vitae, 1968).
108 Naturaleza y características La acción evangelizadora 109

blemas que acucian al hombre de hoy, presentando geliza «de manera vital, en profundidad y hasta sus
a Cristo resucitado y la misión evangelizadora de mismas raíces». La independencia entre evangeli-
la Iglesia4*. zación y cultura no significa incompatibilidad ni
Para evangelizar una comunidad humana, con- tampoco ruptura, aunque «la ruptura entre evange-
viene conocer los procesos históricos por los que lio y cultura es sin duda alguna el drama de nues-
ha pasado y en los que actualmente se encuentra. tro tiempo, como fue también en otras épocas» 49.
El análisis valorativo de la historia debe hacerse a Estos condicionamientos socioculturales pueden
la luz de una teología de la historia que tiene como presentar especial dificultad en algunas épocas con-
punto básico a Cristo, centro de la historia de sal- cretas, como es la nuestra. Hoy la evangelización
vación. La Ciudad de Dios, de San Agustín, es un debe tener en cuenta la realidad de un mundo que
modelo de este análisis valorativo. Sin la luz de la tiende hacia la «secularización» y que manifiesta
historia de salvación, los análisis históricos caen muchas señales de ateísmo doctrinal o práctico. Este
fácilmente en un materialismo o ateísmo histórico fenómeno se da en las comunidades ya cristianas,
como el de considerar a todo acontecimiento como pero también en ambientes religiosos paganos don-
irreversible o el de analizar toda evolución histó- de debe anunciarse el Evangelio por primera vez w .
rica sólo a la luz de valores económicos o de rup- Las situaciones históricas particulares pueden
tura entre las clases sociales47. presentar un obstáculo inicial a la evangelización,
Uno de los puntos más concretos de este pro- pero, a la larga, son siempre épocas preparatorias
blema es la adaptación a las culturas, tanto en el de un nuevo resurgir. Una evangelización de sola
momento de una primera evangelización como en presencia en países donde no se deja predicar el
los procesos posteriores de maduración. Es un tema Evangelio, es una siembra eficaz; pero el apóstol
explicado por el Vaticano II y por la exhortación y las instituciones apostólicas deben aprender la
Evangelii nuntiandi48. importancia de ese tiempo aparentemente estéril.
Cuando se evangeliza teniendo en cuenta los con- En países donde llega a dominar la ideología y la
dicionamientos históricos y socipculturales, se evan- práctica atea militante, se sigue una metodología de
querer eliminar por inanición toda huella cristiana.
46
Gauiium et spes, primera parte. Véase CH. MOEHLER, Menta- En estos momentos, la mejor actuación del apóstol
lidad moderna y evangelización (Barcelona, Herder, 1964); Lite-
ratura del siglo XX iy cristianismo (Madrid, Gredos, 1960); es la de permanecer en el puesto, a pesar de las di-
J. ESQUERDA, El hombre en el misterio de Cristo (Bilbao, Des- ficultades, con la convicción de que la gracia actúa
clée, 1969).
47
U. VON BALTHASAR. Teología de la historia (Madrid, Guada- con mayor fuerza en el pueblo fiel y de que «la
rrama, d966); M. FLICK, Z. ALSZEGHY, Teología della storia, en palabra de Dios no está encadenada» (2 Tim 2,9).
Cregorianum 25 (1954) 256-298;. J. MOUROUX, El misterio del
tiempo (Barcelona, Estela, 1965); G. THILS, La théologie de l'his-
toire Note bibliographique- Ephem. Théol. Lov. 26 (1950) 87-95. 49
Evangelii nuntiandi n.20.
48
AG n.19-22; GSp n.44 y 53; LG n.13, etc.; Evangelii 50
nuntiandi n.20 y 51ss. El concilio Vaticano II presenta el tema Ibid., n.52-57.
al hablar de las Iglesias particulares (Ad Gentes). Véase biblio-
grafía de nota 45.
IV. EL ESPÍRITU DE LA EVANGELIZARON PRESENTACIÓN

SEGÚN «EVANGELII NUNTIANDI» Importancia de la espiritualidad misionera

La exhortación apostólica Evangelii nuntiandi


puede estudiarse bajo diversos puntos de vista:
SUMARIO teología, pastoral, espiritualidad, cristología, ecle-
siología, neumatología'. Esta última podría expo-
Presentación: Importancia de la espiritualidad mi- nerse a partir del número 75, que describe la ac-
sionera. ción del Espíritu Santo en la evangelización. No
obstante, este tema puede ampliarse en todo el ca-
1. Espiritualidad como fidelidad a la vocación.
2. Espiritualidad como fidelidad a la acción del Es-
pítulo séptimo, que lleva por título «El espíritu
píritu Santo. de la evangelización». En el fondo es una neuma-
3. Espiritualidad como testimonio. tología: la acción del Espíritu Santo en la evange-
4. Espiritualidad de comunión eclesial. lización y la fidelidad del evangelizador a esta mis-
5. Espiritualidad como servicio a la verdad. ma acción.
6. Actitudes básicas de espiritualidad: caridad, celo,
alegría.
Bajo el título de «El espíritu de la evangeliza-
7. María, estrella de la evangelización. ción» vamos a resumir el tema de la espiritualidad
misionera tal como aflora en el documento ponti-
ficio 2.
La evangelización, a lo largo de todo el docu-
mento, se presenta bajo una triple dimensión: como
una llamada a la renovación interior (n.18), que
exige del mismo apóstol una actitud espiritual
(n.5 y 74ss) y una presentación de experiencias de
encuentro con Dios (n.76).
1
Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (8 de diciembre
de 1975): AAS 58 (1976) 5-76. Véase Commento sotto l'aspetto
teológico, ascético e pastorale (Roma, S. C. per l'Evangelizzazione
dei Popoli, 1976). La Universidad Urbaniana de Roma ha publi-
cado (1977) un comentario amplísimo: L'Annuncio del Vangelo
oggi, Commento... (Roma, Urbaniana, 1977). Véase también:
Evangelii nuntiandi, Kommentare und Perspektiven, en Neue
Zeitschrift jür Missionswissenschaft 32 (1976) fase. 4. Véanse
otros comentarios en el c.XII: Orientación bibliográfica.
2
Al hablar de la espiritualidad misionera conviene distinguir
tres planos: dimensión espiritual de la evangelización, espiritua-
lidad del apóstol o misionero, espiritualidad como respuesta a
una situación actual. Véase el c.II: Significado y dimensiones de
la espiritualidad misionera.
112 La evangelizaaón según «Evangelit nuntiandi» Presentación 113
Toda la exhortación, que recoge las aportacio- lidad misionera: la actual búsqueda de Dios, los
nes del Sínodo Episcopal de 1974, es una invita- movimientos actuales de oración y de espirituali-
ción a profundizar en la disponibilidad apostólica dad, el acento en la acción del Espíritu Santo, la
que exige nuestra época. El décimo aniversario de necesidad de presentar la alegría y la esperanza
la clausura del Vaticano II y la celebración del cristiana que brotan de las bienaventuranzas, etc.
Año Santo de 1974-1975, han sido las ocasiones Es decir, en el documento se entrevé la realidad
principales para la publicación del documento. histórica actual como trasfondo que cuestiona al
La invitación del Papa se concreta en una llama- evangelizador.
da para preparar la acción evangelizadora en la vi- Un nuevo período de evangelízación sólo podrá
gilia del tercer milenio del cristianismo (n.81). Pero afrontarse con una profunda espiritualidad de parte
esta invitación es especialmente «una llamada que del apóstol y de parte de la comunidad eclesial.
se refiere a las actitudes interiores que deben ani- La espiritualidad misionera arranca de la misma
mar a los obreros de la evangelízación» (n.74). esencia de la evangelízación. Para Jesús y para los
A pesar de la falta de estudios sistemáticos so- apóstoles, evangelizar significaba anunciar un «cam-
bre la espiritualidad misionera, ésta puede espigar- bio interior» o «conversión» (Me 1,15; Act 2,38).
se fácilmente en los documentos pontificios misio- El apóstol se mueve en este mismo campo de es-
neros 3 y en el concilio Vaticano II. El decreto Ad piritualidad: «La finalidad de la evangelízación es,
Gentes ha subrayado las virtudes del misionero: por consiguiente, este cambio interior... La Iglesia
fidelidad y generosidad a la vocación, fortaleza, re- evangeliza cuando, por la sola fuerza divina del
nuncia, pobreza, obediencia, espíritu de iniciativa, Mensaje que proclama, trata de convertir, al mis-
perseverancia, apertura de corazón, disponibilidad, mo tiempo, la conciencia personal y colectiva de
comunión, espíritu de oración, etc. 4 los hombres, la actividad en la que ellos están com-
Evangelü nuntiandi aprovecha esta doctrina an- prometidos, su vida y ambiente concreto» (n.18),
terior, pero presenta la novedad de afrontar las si- La espiritualidad hará que el apóstol descubra
tuaciones actuales en que se encuentra el evangeli- el verdadero sentido de la «liberación evangélica»
zador. De ahí la importancia del tema. El docu- que «debe abarcar al hombre entero, en todas sus
mento quiere responder a una serie de problemas dimensiones, incluida la apertura al Absoluto, que
que sólo pueden afrontarse con una rica espiritua- es Dios» (n.33). No habría liberación cristiana si
no hubiera «una dimensión verdaderamente espiri-
3
Véase un resumen de las encíclicas misioneras en «Documen- tual y si su objetivo final no fuera la salvación y la
tos Omnís Terra» (febrero de 1973) 160-163. Edición en Encíclicas
Misionales (Burgos 1962). La carta apostólica Máximum illud se felicidad en Dios» (n.35) 5 .
ha calificado como la «carta magna» de las misiones y se carac-
teriza por presentar un resumen de la espiritualidad del misionero;
cf. AAS 11 (1919) 440-455. 5
4
AG 23-25. Véase L'activité missionnaire de l'Église: Unam Y. RAGUIN, Missionary spirituality (Manila, E. A. Pastoral
Sanctam 67 (Paris, Cerf, 1967); los números 23-27 comentados Institute, 1972) (segunda parte de L'Esprit sur le monde [Paris,
por K. MÜLLER, Les missionnaires. Desclée, 1975]). Véase nota 5 del c.II.
114 La evatigdizución iegún «Evangelü nunliandi» Fidelidad a la vocación 115

sembrado la inquietud precisamente en un momen-


1. Espiritualidad como fidelidad a la vocación to en que se necesitan más vocaciones misioneras.
Evangelü nuntiandi afronta el tema desde el co-
La espiritualidad misionera no es una abstrac-
mienzo del documento. Muchas crisis y dudas so-
ción ni una teoría. Es más bien una disponibilidad
bre la propia identidad comienzan cuando se redu-
y generosidad respecto a una llamada para una mi-
ce la propia vocación apostólica a un paréntesis sin
sión. Espiritualidad misionera es vivir de acuerdo
verdadera vivencia esponsal. Por esto, la evangeli-
con esta vocación.
zación «merece que el apóstol le dedique todo su
De todos es conocida la llamada crisis sacerdotal tiempo, todas sus energías y que, si es necesario,
y religiosa durante los años inmediatamente poste- le consagre su propia vida» (n.5).
riores al Vaticano I I . Muchas veces se ha referido
Un mensaje del Papa con ocasión de la jornada
a ella el mismo Sumo Pontífice 6 . La duda sobre
mundial de la propagación de la fe, había abordado
la propia identidad no dejó de incidir en el campo directamente el tema de la fidelidad a la vocación
misionero personal y ambiental. misionera, en el sentido de disipar dudas y de sus-
El Vaticano I I quiso dejar bien sentada la exis- citar una entrega generosa:
tencia de una «vocación especial» misionera:
«Queremos confirmaros en la certeza de vuestra
«Aunque a todo discípulo de Cristo incumbe la vocación: la misión, es decir, el anuncio del Evan-
tarea de propagar la fe según su condición, Cristo gelio a todas las gentes, no ha sido superada, ni es
Señor, de entre los discípulos, llama siempre a los en sí misma facultativa; está cimentada en el desig-
que quiere para que le acompañen y para enviarlos nio divino, en la teología de la salvación... vuestra
a predicar a las gentes. Por lo cual, por medio del elección no es equivocada, vuestro esfuerzo no es
Espíritu Santo, que distribuye los carismas según vano, vuestro sacrificio, cualquiera que sea el resul-
quiere para común utilidad, inspira la vocación mi- tado, no se ha frustrado» 7.
sionera en el corazón de cada uno y suscita al mismo
tiempo en la Iglesia institutos que tomen como mi- Un nuevo período de evangelización, que se está
sión propia el deber de evangelización, que perte- incubando en nuestro presente histórico, reclama
nece a toda la Iglesia. Porque son sellados con vo-
cación especial quienes, dotados del conveniente ca- apóstoles fieles y generosos respecto a la llamada
rácter natural e idóneos por sus disposiciones y ta- apostólica. Pero no se conseguirá esta fidelidad y
lento, están dispuestos a emprender la obra misio- generosidad recortando las exigencias, sino más bien
nal» (AG 23).
señalando un ideal elevado por el que valga la pena
consagrar toda una vida. Al mismo tiempo, hay
Pero la duda ambiental sobre la vocación, así que subrayar la posibilidad de conseguir esa meta
como las nuevas dificultades en el campo de la evan- sí se ponen en práctica los medios adecuados.
gelización y el acento en la acción sociopolítica, han La llamada del Papa a adoptar «las actitudes in-
teriores que deben animar a los obreros del Evan-
' Mensaje de Pablo VI al terminar el Año de la Fe: AAS 60 7
i?; * 466-470, Véase también el documento sinodal de 1971: PABLO VI, Mensaje en el «Domingo mundial de las misiones»
ti sacerdocio ministerial («descripción de la situación»). 1975. Véase Enseñanzas al Pueblo de Dios (Roma 1975) 353-358.
116 La evangelización según «Evangelii nuntiandi»
Fidelidad a la acción del Espíritu Santo 117
gelio», comienza con una invitación a la fidelidad
Este acento neumatológico en el campo de la
respecto a la propia vocación: «En nombre de nues-
evangelización no es circunstancial ni exclusivo de
tro Señor Jesucristo, de los apóstoles Pedro y Pa-
Evangelii nuntiandi. Los documentos conciliares
blo, exhortamos a todos aquellos que, gracias a los
del Vaticano II hablan de un «paso del Espíritu
carismas del Espíritu y al mandato de la Iglesia, Santo por su Iglesia» e incluso de «un nuevo Pen-
son verdaderos evangelizadores, a ser dignos de tecostés» 9. El mismo Pablo VI había formulado
esta vocación, a ejercerla sin reticencias debidas a una invitación semejante al subrayar el aspecto neu-
la duda o al temor, a no descuidar las condiciones matológico de la devoción mariana hoy 10.
que harán esta evangelización no sólo posible, sino
A nadie se le oculta el acento eclesial actual
también activa y fructuosa» (n.74) 8 . scbre el tema del Espíritu Santo, como puede cons-
tatarse en los movimientos de espiritualidad y de
2. Espiritualidad como fidelidad a la acción oración, así como en las publicaciones y en las po-
del Espíritu Santo lémicas.
La acción evangelizadora encuentra su eficacia Nuestra actualidad eclesial sobre este punto po-
en la fuerza del Espíritu Santo: «No habrá nunca dría resumirse con estas palabras del Papa: «Nos-
evangelización posible sin la acción del Espíritu otros vivimos en la Iglesia un momento privilegia-
Santo» (n.75). Pero cada época presenta su propio do del Espíritu. Por todas partes se trata de cono-
sello del Espíritu. La evangelización debe ser, pues, cerlo mejor, tal como lo revela la Escritura. Uno se
un proceso de fidelidad a la acción del Espíritu en siente feliz de estar bajo su moción. Se hace asam-
la propia época: «El Sínodo de los Obispos de blea en tcrno a él. Quiere dejarse conducir por él»
1974, insistiendo mucho sobre el puesto que ocupa (n.75).
el Espíritu en la evangelización, expresó asimismo La cuestión de fondo será analizar y vivir la evan-
el deseo de que Pastores y teólogos—y añadiríamos gelización como misión del Espíritu. La doctrina
también los fieles marcados con el sello del Espí- conciliar del Vaticano II, tanto en la Lumen gen-
ritu en el bautismo—estudien profundamente la tium como en el decreto Ad Gentes, presenta la
naturaleza y la forma de la acción del Espíritu San- misión en su dimensión trinitaria. No es, pues, un
to en la evangelización de hoy día. Este es,también acento unilateral en la persona del Espíritu, sinc
que se da preferencia a la misión en cuanto que
nuestro deseo, al mismo tiempo que exhortamos
proviene de Dios Amor, especificando esta misión
a todos y cada uno de los evangelizadores a invo-
de parte de cada una de las tres personas divinas ".
car constantemente con fe y fervor al Espíritu San-
to y a dejarse guiar prudentemente por él como La parte o aspecto que corresponde a la misión
inspirador decisivo de sus programas, de sus inicia- 9
Constitución Sacrosanctum Concilium n.45. Cf. Oración por
tivas, de su actividad evangelizadora» (ibid.). el éxito del Concilio: AAS 51 (1959) 382.
10
8 Marialis cultus n 27: AAS 66 (1974) 115-168.
Véase c.IX (La vocación misionera). 11
LG 2-4; AG 2-4.
118 La evangelizarían según «Evangelii nuntiandi» Fidelidad a la acción del Espíritu Santo 119
del Espíritu Santo dice relación estrecha a la mi- nuntiandi. El punto de referencia es siempre Je-
sión del Padre que Cristo vive y que comunica a sús en cuanto «enviado». Hay como tres momen-
sus apóstoles por el Espíritu: tos o etapas de la misión del Espíritu Santo en la
«El mismo Señor Jesús... de tal manera organizó vida de Jesús. Vienen a ser tres características de
el ministerio apostólico y prometió enviar el Espí- su acción que serán también las mismas en la ac-
ritu Santo, que ambos están asociados en la realiza- ción apostólica de la Iglesia: moción hacia el de-
ción de la obra de la salvación en todas partes y
para siempre. El Espíritu Santo... infunde en el sierto (Mt 3,17), hacia la predicación (Le 4,18),
corazón de los fieles el mismo espíritu de misión hacia la Pascua (Jn 20,22; Heb 9,14). «Desierto»
que impulsó a Cristo» (AG 4). es también prueba, combate, purificación, sacrifi-
cio, oración, silencio, vida interior... La predicación
También en Evangelii nuntiandi la dimensión
es para anunciar la Buena Nueva a los «pobres», a
neumatológica de la evangelización está encuadra-
los que sufren, a los que sienten necesidad de Dios...
da en la dimensión trinitaria, salvífica y cristológi-
La Pascua es la hora del Padre, el misterio de la
ca. Los planes salvíficos del Padre se llevan a tér-
muerte y resurrección de Jesús, cuando será co-
mino por Jesús y por su Iglesia bajo la acción del
municado el Espíritu Santo como «agua viva» que
Espíritu Santo. La misión del Espíritu Santo que-
brota del costado de Cristo.
da descrita en la persona y en la obra de Jesús Hijo
de Dios, enviado por el Padre, conducido por el La Iglesia, como Jesús, es también movida por
Espíritu, Cuando Jesús transmitió a sus apóstoles el Espíritu Santo para poner en práctica los planes
la misión, comunicó también el Espíritu Santo salvíficos del Padre. «Gracias al apoyo del Espíritu
(Jn 20,22). Santo, la Iglesia crece (cf. Act 9,31). El es el alma
La exposición de Evangelii nuntiandi pretende de esta Iglesia. El es quien explica a los fieles el
un objetivo: el de suscitar una actitud de fidelidad sentido profundo de las enseñanzas de Jesús y su
en los evangelizadores. Nos encontramos, pues, con misterio. El es quien, hoy igual que en los comien-
un aspecto fundamental de la espiritualidad misio- zos de la Iglesia, actúa en cada evangelizador que
nera. se deja poseer y conducir por él, y pone en los la-
El apóstol o misionero se encuentra inmerso en bios las palabras que por sí solo no podría hallar,
una acción evangelizadora eclesial cuyo «gran co- predisponiendo también el alma del que escucha
mienzo tuvo lugar la mañana de Pentecostés, bajo para hacerla abierta y acogedora de la Buena Nueva
el soplo del Espíritu Santo». Por esto, entonces y del reino anunciado» (n.75),
y ahora, «el Espíritu de Dios ocupa un puesto emi- La vida interior del apóstol es, pues, una actitud
nente en la vida de la Iglesia, actúa todavía mucho de atención, fidelidad y generosidad respecto a la
más en su misión evangelizadora» fn.75). acción del Espíritu Santo: «Las técnicas de evan-
Veamos ariosa cómo debe ser la espiritualidad gelización son buenas, pero ni las más perfeccio-
neumatológica del evangelizador según Evangelii nadas podrían reemplazar la acción directa del Es-
120 La evangelizarían según «Evangelii nunúandi» Testimonio 121
Nuestra sociedad tiende hacia una especie de
píritu. La preparación más refinada del evangeli-
zador no consigue absolutamente nada sin él. Sin él, «iconografía» o necesidad de testimonio y de ejem-
la dialéctica más convincente es impotente sobre plo. No siempre esta tendencia llega a encontrar
el espíritu de los hombres. Sin él, los esquemas su equilibrio, puesto que muchas veces se rechaza
más elaborados sobre bases sociológicas o psico- la explicación doctrinal tildándola de teórica. Este
lógicas se revelan pronto desprovistos de todo va- rechazo puede ser fruto de una especie de cansan-
lor» (ibid.). cio hacia exposiciones sin contenido vital. Pero en
De esta espiritualidad del apóstol brota una pro- el fondo de la cuestión late un problema básico:
funda convicción práctica de que «el Espíritu Santo la necesidad de ver, en una vida auténtica, la doc-
es el principal agente de la evangelización... el tér- trina que se predica 14.
mino de la evangelización, quien hace distinguir los De hecho, en toda época histórica se ha sentido
signos de los tiempos—signos de Dios—que la la necesidad del ejemplo, del testimonio y de la ex-
evangelización descubre y valoriza en el interior periencia. Pero nuestra época está profundamente
de la historia» (ibid.) 12 . marcada por esta necesidad «de verdad y de trans-
parencia», a la que Pablo VI califica de «signo de
3. Espiritualidad como testimonio los tiempos»: «A estos 'signos de los tiempos' de-
bería corresponder en nosotros una actitud vigilan-
Evangelizar es también presentar un «testimo- te. Tácitamente o a grandes gritos, pero siempre
nio» de la muerte y de la resurrección del Señor: con fuerza, se nos pregunta: ¿Creéis verdaderamen-
«nosotros somos testigos» (Act 2,32). Esta pala- te en lo que anunciáis? ¿Vivís lo que creéis? ¿Pre-
bra bíblica (testimonio, testigo) no equivale exac- dicáis lo que vivís? Hoy más que nunca el testimo-
tamente a «buen ejemplo». No se trata, pues, de nio de vida se ha convertido en una condición esen-
un simple testimonio externo. En el Nuevo Testa- cial con vistas a una eficacia real de la predicación.
mento, testimonio y testigo incluyen un sentido de Sin andar con rodeos, podemos decir que en cierta
urgir a la conversión. El testimonio cristiano inclu- medida nos hacemos responsables del Evangelio que
ye el anuncio explícito del Evangelio y es asimismo proclamamos» (n.76).
una «fuerza» o urgencia de configurarse con Cris- La novedad de esta exigencia de testimonio y de
to 13. autenticidad, estriba en una búsqueda del Absolu-
Cuando el Vaticano I I , en el decreto Ad Gentes, to, a modo de experiencia de encuentro y de diálo-
habla del testimonio cristiano, señala tres aspectos: fo con Dios. El Papa se pregunta si, ante esta rea-
el ejemplo de vida, el anuncio de la palabra y la lidad de hoy, que es un signo de los tiempos, la
fuerza del Espíritu Santo (AG 11). acción evan^elizadora «ha ganado en ardor contem-
12
13
Véase el c.VII: Fidelidad a la misión del Espíritu Santo. 14
R. LATOURELLE, La sainteté signe de la révélation: Gre?o-
Mt 24,14; Jn 16,13; Act 1,8; 2,32; 22,15; 26,16; 2 Tes rianum 46 (1965) 36-65,
1,10; 1 Jn 1,2, etc.
122 La evangelización según «Evangelü nuntiandi» Comunión eclesial 123
plativo y de adoración y pone más celo en la acti- mente el hecho de poseer embrionariamente la fe,
vidad misionera, caritativa, liberadora» (n.76). la esperanza y la caridad, sino una santidad de
Puede parecer extraño este fenómeno de una vida que exprese, por ella misma, que existe esta
búsqueda de experiencias de Dios en una sociedad experiencia profunda de Dios Amor. Los gestos
secularizada. Pero es una realidad que escapa a evangélicos de los santos son las mejores experien-
cualquier explicación sobre sus causas: «Paradóji- cias sobre Dios Amor, sobre el misterio de Cristo,
camente, el mundo, que, a pesar de los innumera- Verbo encarnado y redentor.
bles signos de rechazo de Dios, lo busca, sin em- Esta necesidad de experiencias solamente puede
bargo, por caminos insospechados y siente doloto- satisfacerse presentando una vida cristiana según
samente su necesidad, el mundo exige a los evan- el sermón de la Montaña en las circunstancias nor-
gelizadores que le hablen de un Dios a quien ellos males en que viven los hombres de hoy. Esta vida
mismos conocen y tratan familiarmente, como si cristiana se llama santidad: «es necesario que nues-
estuvieran viendo al Invisible. El mundo exige y tro celo evangelizador brote de una verdadera san-
espera de nosotros sencillez de vida, espíritu de ora- tidad de vida» (n.76). Esta santidad cristiana nun-
ción, caridad para con todos, especialmente para los ca se ha dado, si no> es en un proceso de oración y
pequeños y los pobres, obediencia y humildad, des- de contemplación a modo de encuentro y de con-
apego de sí mismos y renuncia. Sin esta marca de figuración con Cristo. Sólo entonces se puede de-
santidad, nuestra palabra difícilmente abrirá brecha cir verdaderamente: «os anunciamos lo que hemos
en el corazón de los hombres de este tiempo. Corre visto y oído... el Verbo de la vida» (1 Jn 1,1-3).
el riesgo de hacerse vana e infecunda» (n.76).
En este mismo cuadro de la realidad actual, pue- 4. Espiritualidad de comunión eclesial
de constatarse una búsqueda de métodos de inte-
rioridad y de acercamiento al Absoluto, sea por Una de las líneas básicas de la espiritualidad del
métodos cristianos, sea por caminos que ya han evangelizador es la unidad en sus múltiples face-
practicado otras religiones 15. tas: unidad interior o de motivaciones cristianas,
La característica del testimonio cristiano no es unidad de comunión eclesial, unidad entre las di-
la fuerza de interioridad psicológica ni la conquista versas comunidades o denominaciones cristianas,
de iluminaciones al estilo de una «meditación tras- unidad o fraternidad entre los apóstoles y entre
cendental, sino la presentación de una experiencia las diversas instituciones apostólicas, etc.
sobre Dios Amor que va más allá de toda constata- La unidad o comunión eclesial es parte esencial
ción psicológica. Los cristianos son llamados a esta de la Iglesia como «sacramento» o signo eficaz de
experiencia de «vida teologal»; pero no es simple- los planes salvíficos de Dios Amor. La eficacia de
la evangelización depende, en la economía cristia-
15
H. M. LASSALLE, Le zen (Desclée deBrouwer, 1965); ID., Zen na, de la comunión eclesial: «En esto conocerán
meditation for cbristians (Open Court 1974); DOM LE SATJX, que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros»
Sagesse Hindou, mystique chrétienne (París, Centurión, 1965).
124 La evangelización según «hvangelu nuntiandi» Comunión eclesial 125

(Jn 13,35); «que sean uno, para que el mundo «La reconciliación de todos los hombres con Dios,
nuestro Padre, depende del restablecimiento de la
crea que tú me has enviado» (Jn 17,23). Misión comunión de aquellos que ya han reconocido y acep-
y comunión son realidades complementarias, pues- tado en la fe a Jesucristo como Señor de la miseri-
to que no existe la una sin la otra. cordia, que libera a los hombres y los une en el
espíritu de amor y de verdad» 17.
La unidad en relación a la misión es uno de los
principios más subrayados en el decreto Ad Gen- El celo apostólico de querer anunciar a Cristo, si
tes. Así se presenta la evangelización como obra de es verdadero, debe superar las divisiones y crear
la comunión eclesial (n.l), puesto que arranca de una unidad que no significa necesariamente unifor-
la misión de Dios uno y trino, Padre, Hijo y Espí- midad. Las diferencias deben ceder ante el obje-
ritu Santo (n.2-4). Esta unidad aparece siempre en tivo común, puesto que «la fuerza de la evangeli-
la naturaleza de la Iglesia y en su actividad misio- zación quedará muy debilitada si los que anuncian
nera (n.5-6) y apunta a crear la unidad del géne- el Evangelio están divididos entre sí por tantas
ro humano como un Cuerpo místico de Cristo y clases de rupturas» (n.77). Verdaderamente la fal-
un solo Pueblo de Dios (n.7-9). ta de unidad es «uno de los grandes males de la
La exposición de Evangelii nuntiandi parte de evangelización» (ibid.). Solamente «la búsqueda co-
estos mismos principios conciliares: «queremos sub- mún, sincera y desinteresada de la verdad», hace
rayar el signo de la unidad entre todos los cristia- posible el «encontrarse más allá de las tensiones
nos, como camino e instrumento de evangelización» reales» (ibid.).
(n.77). Pero hay un hecho que retrasa esta acción La acción evangelizadora de nuestro tiempo pue-
evangelizadora: «La división de los cristianos cons- de ser decisiva durante siglos. Pues bien, «la suer-
tituye una situación de hecho grave que viene a te de la evangelización está vinculada ciertamente
cercenar la obra misma de Cristo» (ibid.). Lo ha- al testimonio de unidad dado por la Iglesia» (ibid.).
bía recordado ya el Vaticano II, diciendo que esta
Para conseguir esta unidad entre los evangeliza-
división «perjudica la causa santísima de la pre-
dores, dentro de un pluralismo legítimo, es necesa-
dicación del Evangelio a toda criatura y cierra a
rio un punto de referencia: Pedro y sus sucesores
muchos las puertas de la fe» 16.
como «principio y fundamento, perpetuo y visible,
Ante una situación nueva de nuestra sociedad, de la unidad de fe y de comunión» (LG 18), co-
en la que se pueden entrever signos de una nueva mo quien «preside la caridad».
época de evangelización, inmediatamente antes del Las actividades apostólicas que no estuvieran
tercer milenio del cristianismo, conviene acelerar marcadas con el signo de la comunión eclesial co-
esta comunión eclesial. Fue éste—recuerda tam- rrerían el riesgo de ser estériles.
bién el Papa—el objetivo de la celebración del Año Esta comunión eclesial no se refiere sólo a la
Santo: unidad entre todos los cristianos, sino principal-
AG 6; Unitaíis redintegratio 1. " Bula Apostolorum Limina VII: AAS 66 (1974) 305.
126 La evangelizaaón según «Evangelii nuntiandi» Servicio a la verdad 127
mente a la unidad de colaboración positiva entre La tarea principal y directa de la Iglesia respecto
los evangelizadores o apóstoles. La fraternidad en- al servicio de la verdad es precisamente la tarea de
tre estos enviados es garantía de eficacia apostó- evangelizar. El diálogo de la Iglesia con el mundo
lica. Se puede calificar esta fraternidad como «sa- es una manifestación o signo del diálogo de Dios
cramental». Así lo dice el Vaticano II al hablar de con la humanidad a través de la revelación. Este
los presbíteros que trabajan en una misma Iglesia diálogo divino-eclesial llega a todos los problemas
particular y en un mismo Presbiterio, quienes, por humanos concretos, respetando su aspecto técnico,
ello mismo, forman una «fraternidad sacramental» iluminando las raíces de la problemática humana
(PO 8). Esta afirmación, profunda y atrevida teo- y las actuaciones y motivaciones más profundas 20.
lógicamente, es una consecuencia lógica de la sa- La acción evangelizadora de la Iglesia anuncia
cramentalidad de la Iglesia. Personas y estructuras el mensaje de Cristo, que se llamó a sí mismo «el
eclesiales son signo eficaz de Cristo presente, en la camino, la verdad y la vida» (Jn 14,6). Dios ha ido
medida en que sean comunión ,8. comunicando su propio ser e intimidad a través de
la creación y especialmente a través de la revela-
5. Espiritualidad como servicio a la verdad ción primitiva y veterotestamentaria. En todos los
pueblos, culturas, religiones y razas hay un deste-
La constitución Gaudium et spes del Vaticano II llo de esta verdad, pero de modo especial en el
responde a las preocupaciones del mundo de hoy pueblo escogido que preparaba la venida del Me-
sobre el sentido de Ja existencia humana. La Igle- sías. Ahora bien, con la venida del Señor se nos ha
sia establece el diálogo con los hombres para dar- comunicado la plenitud de verdad (Jn 1,17; 15,15).
les el testimonio de la verdad que es el mismo Esta verdad de Jesús es la que nos hace libres
Jesucristo. Sólo a la luz de Jesús resucitado reco- ÍJn 8,32).
bran su auténtico sentido y dignidad la persona,
la sociedad y la actividad humana. Pero la verdad Evangelizar o anunciar la Buena Nueva de Je-
que predica la Iglesia es la verdad del Evangelio, sús es. pues, presentar «la verdad acerca de Dios,
que respeta la autonomía de todos los campos lla- la verdad acerca del hombre y de su misterioso des-
mados «seculares», puesto que es la verdad inte- tino, la verdad acerca del mundo» (n.78).
gral o del hombre entero con todas sus dimensio- Pasando ya a la actitud del evaneelizador res-
nes profundas históricas y escatológicas19. pecto a la verdad que anuncia, no cabe pensar en
otra postura que en la de un servidor de la ver-
18
El tema de la fraternidad entre apóstoles tiene especial apli- dad: «nosotros no somos ni los dueños ni los ar-
cación en la vida comunitaria, vida de equipo, revisión de vida, bitros, sino los depositarios, los herederos, los ser-
pastoral de conjunto, etc. Véase abundante bibliografía en:
L. RUBIO, F. CABEZAS, Presbiterio y comunidades sacerdotales, vidores» (ibid.).
en Seminarios 37 (1969) 161-184; bibliografía posconciliar en:
J. ESQUERDA, Teología de la espiritualidad sacerdotal (Madrid, ampliamente el tema en la exposición preliminar y en la primera
BAC, 1976) c.10 y 14. parte.
19
La constitución Gaudium et spes del Vaticano II explica 20
Ecclesiam suam ITT: AAS % (1964) 637-65"
128 La evangelizarían según «Evangelii nuntiandi» Actitudes básicas 129

Una de las características de la espiritualidad


del evangelizador es el «culto a la verdad», si por 6. Actitudes básicas de espiritualidad: caridad,
verdad se entiende el mismo Dios que se nos ha celo, alegría
revelado en Cristo. Es una ascética apostólica o de
predicador del Evangelio, que puede resumirse en En todos los estadios sobre la espiritualidad
estas grandes líneas: apostólica o misionera se ha hecho resaltar la cari-
dad pastoral21. El apóstol prolonga la misión de
«Busca siempre la verdad... Cristo y, consiguientemente, sus actividades de Buen
no vende ni disimula jamás la verdad... Pastor. La vida apostólica podría calificarse de «má-
no rechaza nunca la verdad... ximo testimonio del amor» (PO 11). Los textos
no oscurece la verdad revelada... paulinos sobre la caridad son muy expresivos y han
no deja de estudiarla... alentado siempre la vida de todo apóstol22.
la sirve generosamente sin avasallarla» (n.78). La doctrina paulina sobre la caridad apostólica
presenta unas características que pueden resumirse
Esta actitud ascética del evangelizador supone así: «¿De qué amor se trata? Mucho más que el
muchas renuncias, entre las que hay que contar de un pedagogo; es el amor de un padre; más aún,
la renuncia a predicarse a sí mismo y a proyectar el de una madre. Tal es el amor que el Señor es-
en la comunidad los propios problemas o las pro- pera de cada predicador del Evangelio, de cada
pias opiniones. constructor de la Iglesia» (n.79).
Este servicio a la verdad supone estudio y con- La caridad pastoral es una aplicación de la ma-
templación. No predica la verdad quien no la ha ternidad de la Iglesia. Así lo expresa San Pablo en
asimilado en largas horas de oración y de refle- la carta a los Gálatas (c.4), hablando simultánea-
xión. mente de la maternidad de María, de la materni-
Un aspecto de la predicación de la verdad es la dad de la Iglesia y de la maternidad del mismo
dedicación de tiempo a una «infatigable labor de apóstol M .
investigación». Esta labor, en efecto, es necesaria Las características de esta caridad o amor apos-
para la evangelización. Un punto muy concreto de tólico, según Evangelii nuntiandi y de acuerdo con
esta labor es el sector de los estudios históricos so- las necesidades actuales, son éstas:
bre los fenómenos religiosos y sobre la misma his-
toria de la evangelización en los diversos pueblos. -—• deseo de ofrecer la verdad y de conducir a
Si los evangeli?adcres dejaran esta labor de inves- la unidad;
tigación histoiica en manos de una mentalidad 21
Véase síntesis del tema y bibliografía en J. ESQUERDA, Teo-
atea, ciertamente se producirían daños graves para logía
22
de la espiritualidad sacerdotal (Madrid, BAC, 1976) c.9
Evanzelii nuntiandi cita 1 Tes 2 8; Flp 1,8. Véase también
ía evangelización. La verdad no es completa cuan- 2 Tim
23
1,12; Flp 1,21; Rom 1,16; 1 Cor 9,16s; 2 Cor 5,14, etc.
do falta la dimensión religiosa y espiritual, Gal 4,19: 1 Tes 2,7 11; 1 Cor 4,15. Véase el c.X: Mater-
nidad de la Iglesia y misión.
Espiritualidad misionera 5
130 La evangelización según «Evangelii nuntiandi» Actitudes básicas, 131
— dedicarse sin reservas al anuncio de Jesu- pregunta que, de no encontrar respuesta adecuada,
cristo; podría arruinar toda la labor apostólica: «¿No es,
— respeto a la situación religiosa de la persona pues, una ilusión pretender llevar el Evangelio don-
que se evangeliza (respeto a su ritmo, a su de ya está presente a través de esas semillas que el
conciencia y a sus convicciones); mismo Señor ha esparcido?» (ibid.).
— cuidado de no herir a los demás con afirma- No resulta fácil una respuesta teológica a este
ciones ambiguas; problema complejo. Los autores han expuesto el
— transmitir a los cristianos certezas sólidas y tema con maestría25. El ejemplo del Buen Pastor,
no dudas o incertidumbres. de los apóstoles y de los santos misioneros se resu-
El modo de llevar a efecto estas líneas de caridad me en estas líneas de actuación práctica:
pastoral debe inspirarse en el Evangelio, en el ejem-
— «proponer a esa conciencia la verdad evan-
plo de los apóstoles (especialmente en San Pedro
gélica y la salvación ofrecida por Jesucristo,
y San Pablo) y en el ejemplo de los santos predi-
con plena claridad y con absoluto respeto ha-
cadores y misioneros. cia las opciones libres que luego puedan ha-
Sin una rica espiritualidad, el misionero se de- cer..., lejos de ser un atentado contra la li-
jará llevar de lo más fácil: una intransigencia o bertad religiosa, es un homenaje a esta li-
proselitismo exagerado o un dejar pasar las cosas bertad»...
con la excusa de que los no cristianos ya se pueden
— «este modo respetuoso de proponer la ver-
salvar. Encontrar un justo equilibrio es fruto de
dad de Cristo y de su reino, más que un de-
una vida interior y de un «fervor del espíritu»
recho es un deber del evangelizador. Y es,
(n.80).
a la vez, un derecho de sus hermanos reci-
Sin la perspectiva de los santos misioneros, se bir a través de él el anuncio de la Buena Nue-
cae fácilmente en «pretextos que parecen oponerse va de la salvación»... (n.80).
a la evangelización. Los más insidiosos son cierta-
mente aquellos para cuya justificación se quieren Ante la realidad de que también los no cristia-
emplear ciertas enseñanzas del Concilio» (ibid.). nos se pueden salvar con ayuda de la gracia de
El problema de la «salvación» de los hombres Cristo, hay que plantear el problema de la evange-
ha preocupado siempre a los evangelizadores, aun- lización no tanto en tono sujetivo (se pueden sal-
que con matices diferentes Hoy el acento está en var) cuanto como una exigencia del mandato de
que todo hombre se salva por la rectitud de co- Cristo de evangelizar a todas las gentes y de la
razón, puesto que el mundo y la historia están lle-
nos de «semillas del Verbo» 24. De donde surge una 85
Véase bibliografía del c.I. También Atti del Congresso Inter-
nazionale scientifico di Missiologia (Roma, Universitá Urbaniana,
24
SAN JUSTINO, / Apología 45,1-4: CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, 1976) vol.II; D. GRASSO, Las religiones no cristianas, ¿camino
Strnmnta I, 19,91,94; EUSEBIO DE CESÁREA, Praeparatio Evangé- de salvación?, en Estudios de Misionología 1 (1976) 85-104 (Bur-
lica 1,1. gos, Facultad Teológica).
132 La evangelización según «Evangelü nuntiandi» Muña, estrella de la evangelización 133

llamada de éstas a una plenitud en Cristo. Este El Vaticano II habla de «gozo pascual» (PO
mandato y esta llamada a la plenitud plantean al 11), puesto que es fruto de la Pascua o de la muer-
apóstol una cuestión: «¿Podremos nosotros salvar- te y de la resurrección de Jesús. Es un don del Es-
nos si por negligencia, por miedo, por vergüenza píritu Santo que solamente se recibe cuando se
—lo que San Pablo llamaba avergonzarse del Evan- sabe pasar por la cruz hacia la resurrección, es de-
gelio—o por ideas falsas omitimos anunciarlo?» cir, cuando se sufre amando. Las vocaciones apos-
(ibid.). tólicas surgen cuando hay apóstoles que dejan tras-
Una señal de caridad pastoral y de celo apostólico lucir este gozo de haber encontrado la propia iden-
equilibrado es la alegría, que es, a su vez, una ca- tidad en una misión sin fronteras recibida de Cris-
racterística esencial de la espiritualidad misionera. to. Cuando se acepta vivencialmente esta misión y
Evangelizar es anunciar y comunicar el gozo sal- sus exigencias, no surgen tantas preguntas sobre la
vífico de la redención de Jesús. La alegría, pues, identidad apostólica.
forma parte integrante de la acción evangelizadora. Nuestra sociedad necesita signos de esperanza
El mensaje de la anunciación, de Belén, de las bien- cristiana. La esperanza significa confianza y cami-
aventuranzas, de la Pascua, es un mensaje de gozo26. nar con decisión hacia la resurrección final en Cris-
El gozo del apóstol es ya una parte del mismo to. Sólo con esta actitud se encuentra sentido a la
anuncio evangélico, puesto que expresa el signo de vida humana y a la historia27. «Y ojalá que el mun-
la salvación. Es un gozo que no nace de la psicolo- do actual—que busca a veces con angustia, a veces
gía o del ambiente sociológico, sino que es fruto del con esperanza—pueda así recibir la Buena Nueva,
Espíritu Santo. Para proclamar «os anuncio un no a través de evangelizadores tristes y desalenta-
gran gozo» (Le 2,10) y «bienaventurados los po- dos, impacientes o ansiosos, sino a través de minis-
bres de espíritu» (Mt 5,3), es necesario vivir en tros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de
este gozo cristiano y apostólico. quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la
La alegría misionera es una nota de la vida apos- alegría de Cristo y aceptan consagrar su vida a la
tólica: «Conservemos la dulce y confortadora ale- tarea de anunciar el reino de Dios y de implantar
gría de evangelizar, incluso cuando hay que sem- la Iglesia en el mundo» (n.80).
brar con lágrimas. Hagámoslo—como Juan el Bau-
tista, como Pedro y Pablo, como los otros apósto-
7. María, estrella de la evangelización
les, como esa multitud admirable de evangelizado-
res que se han sucedido a lo largo de la historia de El tema mariano no es un adorno de la espiritua-
la Iglesia—con un ímpetu interior que nadie ni lidad apostólica o misionera. Es, más bien, la ex-
na-la sea capaz de extinguir. Sea ésta la mayor ale-
gría de nuestras vidas entregadas» (n.80). 27
J. GALOT, Le mystére de ¡'esperance (París, Lethielleux,
1973); R. LAURENTIN, Nouvettes dimensions de ¡'esperance (París,
Cerf, 1972); B. MONDIN, / teologi della speranza (Bologna, Borla,
26
Le 1,47; 2,10; Mt 5,3; Jn 20,20; Act 2,46. 1974).
134 La evangelización según «Evangelii nuntiandi» María, estrella de la evangelización 135

presión de su naturaleza más auténtica. La carta la mañana de Pentecostés ella presidió con su ora-
apostólica está fechada el día de la Inmaculada ción el comienzo de la evangelización bajo el in-
(8 de diciembre de 1975), día del décimo aniver- flujo del Espíritu Santo. Sea ella la estrella de la
sario de la clausura del concilio Vaticano II. evangelización siempre renovada que la Iglesia, dó-
En la doctrina conciliar {Lumen gentium c.8), el cil al mandato del Señor, debe promover y rea-
tema mariano viene a expresar el momento culmi- lizar, sobre todo en estos tiempos difíciles y lle-
nante de la «sacramentalidad» de la Iglesia, que es nos de esperanza» (n.82).
signo levantado ante los pueblos. María es tipo y
Madre de la Iglesia. La naturaleza de la Iglesia es
tan mariana como apostólica y misionera. La Igle-
sia es madre (Gal 4,26) en sentido universal y per-
manente. El apostolado o evangelización es la ex-
presión de esta maternidad. Pero la Iglesia se hace
madre imitando a María y con su ayuda.
La devoción mariana es, pues, parte integrante
de la espiritualidad apostólica, precisamente por la
relación entre maternidad de María, maternidad de
la Iglesia y apostolado. De hecho, San Pablo, en el
mismo capítulo cuarto de Gálatas, en que habla de
la maternidad de María (Gal 4,4) y de la materni-
dad de la Iglesia {Gal 4,26), se presenta a sí mis-
mo, en su labor apostólica, con la comparación de
una madre que nutre a sus hijos (Gal 4,19).
El Vaticano II, después de comparar y relacio-
nar la maternidad de María con la maternidad de
la Iglesia (LG 63-65), dice de las personas dedi-
cadas al apostolado:
«La Virgen fue en sv vida ejemplo áe aquel amor
maternal con que es necesario que estén animados
todos aquellos que, en la misión apostólica de la
Iglesia, cooperan a la regeneración de los hom-
bres» (LG 65).

La conclusión de Pablo VI abarca todo este tras-


fondo mariano, eclesial y apostólico-misionero: «En
V. PRINCIPIOS Y LINEAS BÁSICAS PRESENTACIÓN
DE ESPIRITUALIDAD MISIONERA
La persona y la acción del apóstol se mueven
por criterios y motivaciones que arrancan de la
misión de Cristo. Evangelizar no es presentar cual-
SUMARIO
quier sistema o ideología humana. Las reglas de
juego del apóstol son las mismas que movieron
Presentación. a Cristo.
1. Actitud ministerial ante la salvación, el misterio Es Dios quien ha trazado los planes salvíficos
y la revelación. de la historia humana. Y es también él quien ha
A) Sentido de instrumento. tomado la iniciativa de comunicar su vida íntima
B) Asimilar el mensaje por la contemplación.
elevando al hombre a categoría de hijo de Dios. Al
C) La ascética del predicador del Evangelio.
mismo tiempo, la libertad humana, que debe co-
2. Anunciar el misterio de Cristo y de la Iglesia.
laborar a poner en práctica los planes de Dios, no
A) Cristo como centro.
B) La Iglesia como comunión. es algo manejable a modo de instrumento material.
3. Discernimiento y fidelidad a los «signos de los El apóstol se encuentra, pues, ante un misterio: el
tiempos». de Dios Amor que nos ha dado a su Hijo como re-
4. Testigos de la presencia y de la experiencia de dentor; el del hombre concreto y Ubre que debe
Dios. llegar a ser imagen de Dios Amor.
5. Signos de esperanza y de bienaventuranza. Las reglas o principios y líneas básicas de la ac-
6. Actitud apostólica ante el misterio de la con- ción apostólica comprometen la vida del apóstol.
versión.
A) Llamada al bautismo y a la conversión.
No puede hacerse el apostolado a modo de «week-
B) Espiritualidad misionera ante la conversión. end» o de paréntesis. Tampoco puede ser una pro-
fesión para ganarse la vida o para sentirse «reali-
zado» dentro de la sociedad. Pablo, predicando en
el centro de la cultura de entonces (Atenas), palpó
esta realidad apostólica que deja al apóstol aparen-
temente indefenso, sin seguridades, cuando anun-
cia el misterio de Cristo muerto y resucitado. Por
esto las líneas del actuar del apóstol no se encuen-
tran en ninguna pauta de acción cultural, política
o social. Recordemos algunas líneas que orientaron
la vida de Pablo:
138 Viimiptoi y lincas banca* Actitud ministerial 139

— segregado para el Evangelio (Rom 1,1). rias sobre la vida apostólica bastaría para llenar el
— se debe a todos, sin restricciones (Rom 1,14). programa de la evangelización. Pero vamos a sis-
— no se avergüenza del Evangelio (Rom 1,16). tematizarlas en una lista de principios o líneas bá-
— está dispuesto a ser «anatema» por sus her- sicas.
manos (Rom 9,3).
— sentirse instrumento (1 Cor 3,9). 1. Actitud ministerial ante la salvación,
— sentir la necesidad imperiosa de evangelizar el misterio y la revelación
(1 Cor 9,16).
«Ministro» y «ministerio» significan, respectiva-
— hacerse todo para todos (1 Cor 9,22).
mente, «servidor» y «servicio». En nuestro caso es
— no predicarse a sí mismo (2 Cor 4,5).
el servicio de Cristo «Siervo» de Dios, «apóstol»
— sentirse urgido por la caridad de Cristo
o enviado del Padre para una misión concreta de
(2 Cor 5,14).
dar la vida en redención de todos los hombres.
— sentir el celo de Dios sobre los hombres
La misión, a la que sirve el apóstol cristiano, no
(2 Cor 11,2).
ha surgido de la iniciativa de algún «místico» o de
— desgastarse generosamente (2 Cor 12,15).
alguna ideología, sino que proviene de la intimidad
— instaurar todo en Cristo (Ef 1,10).
de Dios manifestada y comunicada por Cristo. Por
— apoyarse en Cristo (Flp 4,13).
esto, el servicio o ministerio del apóstol no es un
— encontrar sentido fecundo y eclesial al su-
servicio o una misión que provenga de una autori-
frimiento y a las dificultades (Col 1,24).
dad humana o del pueblo; es propiamente una fi-
— predicar a Cristo crucificado (1 Cor l,17s).
delidad a una llamada divina para cooperar con sus
Esta impronta apostólica está calcada en las ac- planes salvíficos de dimensión universal.
titudes del Buen Pastor. Es la pauta que siguieron El evangelizador es un hombre que ha sido lla-
todos los apóstoles. No es un programa teórico ni mado, misionado, para anunciar y comunicar algo
una mera receta práctica, sino una realidad salví- que tiene su origen en Dios Salvador. La salvación
fica que se presencializa a través de toda la histo- cristiana abarca al hombre integral y sólo puede
ria, lo mismo que se presencializa la misión de realizarse en Cristo. Se trata de un «misterio» o de
Cristo. Cada época deberá repensar este estilo del una intimidad divina manifestada y comunicada en
Buen Pastor y de los apóstoles, para aplicarlo, sin Cristo. El evangelizador anuncia una palabra co-
recortes, al problema concreto. municada por Dios: la revelación.
Predicar a Cristo crucificado es también ser Hay una inicitiva divina en la vocación, en la mi-
«olor» de Cristo (2 Cor 2,15). La vida del apóstol sión v en el objetivo de la evangelización. Es Cris-
es como la vida de Cristo (Flp 1,21), puesto que to quien ha llamado primero (1 Tn 4,10), quien ha
se ha entregado a correr su suerte (2 Tim 1,12). elegido (Jn 15,16); nosotros podemos encontrar a
Cualquiera de estas afirmaciones neotestamenta- Cristo porque es él quien nos ha salido al encuen-
140 Principios y líneas básicas Actitud ministerial 141

tro y porque es el Padre que ha enviado a su Hijo to. La creación y la historia humana, al margen de
al llegar la plenitud de los tiempos (Gal 4,4). Cristo, no son revelación de la intimidad de Dios.
Hoy la palabra «salvación», tomada al margen de La Palabra de Dios es el mismo Cristo (Heb 1,1).
la revelación cristiana, no tiene el mordiente de Los acontecimientos históricos se iluminan a la luz
otras épocas '. Pero, a la luz de la fe y con una ac- del acontecimiento central o plenitud de los tiem-
titud de esperanza y caridad, la salvación cristiana pos: Jesucristo Hijo de Dios hecho hombre, nues-
sigue produciendo apóstoles al estilo de Pablo: «Os tro redentor 2 .
celo con el celo de Dios, porque os he desposado La actitud fundamental del apóstol es, pues, de
con Cristo como una virgen casta» (2 Cor 11,2); ministerio o servicio a la salvación, al misterio, a
«siento un dolor como de parto, hasta que Cristo la revelación. Las derivaciones de esta línea básica
se forme en vosotros» (Gal 4,19); «la caridad de se podrían concretar en tres: sentido de instrumen-
Cristo nos apremia» (2 Cor 5,14)... Este celo apos- to o humildad ministerial, asimilación del mensaje
tólico no nace de una reflexión ni de un entusiasmo por la contemplación, ascética del predicador del
psicológico, sino de larcas horas de oración o de en- Evangelio 3 .
cuentro personal con Cristo.
La salvación cristiana no es sólo una liberación A) SENTIDO DE INSTRUMENTO
de la condenación eterna, sino un llevar a término
unos planes salvíficos de Dios Amor: que todos los La humildad del apóstol podría calificarse de
hombres conozcan y vivan el misterio de Cristo en «sentido de instrumento». El Vaticano II habla de
plenitud, que Cristo se haga presente en todas par- «Instrumentos vivos de Cristo Sacerdote» (PO 12),
tes a través de los signos eclesiales instituidos Si la humildad es la verdad, según la expresión te-
por él. resiana, para el evangelizador la verdad es la de
Estos designios salvíficos de Dios, que nos ha ser «cooperador de Dios», quien «da el incremen-
elegido a todos en Cristo (Ef 1,4), son parte inte- to» como y cuando quiere (1 Cor 3,6-9).
grante del «misterio» o intimidad de Dios manifes- Esta conciencia de instrumento hace del evange-
tada y comunicada en Cristo, su Hijo y nuestro her- lizador un servidor de la verdad. No se predica a
mano. La palabra misterio entusiasmaba a Pablo,
2
puesto que a él le cupo en suerte «evangelizar a los «La revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente
ligadas; las obras que Dios realiza en la historia de la salvación
gentiles la insondable riqueza de Cristo e iluminar manifiestan y confirman la doctrina v las realidades que las
a todos acerca de la dispensación del misterio ocul- palabras significan; a su vez, las palabras proclaman las obras
y explican su misterio. La verdad profunda de Dios y de la
to desde los siglos en Dios» (Ef 3,8-9). salvación del hombre que transmite dicha revelación resplandece
en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación» (DV 2).
El mensaje que anuncia el apóstol cristiano no s
PABLO VI, M'.nsaie en el «Dominso mundhl H<- las r» : ' : "-
es más que la palabra de Dios o revelación en Cris- nes», 1975; véase Enseñanzas al Pueblo de Dios (Roma 1975)
353-358; A. PAVAN. La nuova figura del missionario, en Semina-
rium 4 (1973) 1039-1064; Y. RAGUIN, Missionary spirituality
1
Véase c.I n.l. (Manila. East Asian Pastoral Institute, 1972).
142 Principios y líneas básicas Actitud ministerial 143
sí mismo ni busca sus intereses. Tiene una espe- o menos teórica, sino la proclamación de la Pala-
cie de «culto» a la verdad» que podría resumirse bra de Dios. Para captar esta palabra no basta el
así: búsqueda, testimonio audaz, servicio genero- esfuerzo de reflexión. Ni basta tampoco el estu-
so. Es dio comparativo de las religiones o de los fenóme-
nos religiosos. Quien anuncia el Evangelio debe ha-
«la verdad acerca de Dios, la verdad acerca del hom-
bre y de su misterioso destino, la verdad acerca ber asimilado el mensaje o Palabra de Dios en el
del mundo. Verdad difícil que buscamos en la Pa- mismo tono en que Dios la ha manifestado: en
labra de Dios y de la cual nosotros no somos, lo diálogo (Dios habla y el hombre escucha). La ac-
repetimos una vez más, ni ios dueños, ni ios arbi-
tros, sino los depositarios, los herederos, los servi- titud de oración es necesaria para captar la reve-
dores» 4. lación.
Esta actitud de diálogo con Dios hace del após-
El sentido de instrumento conjuga dos afirma-
tol un testigo de algo asimilado o «contemplado»
ciones básicas: «nada podéis sin mí» {Jn 15,5), «to-
en el trato personal con él. Cuando San Juan co-
do lo puedo en aquel que me conforta» (Flp 4,13).
mienza su primera carta, comunica algo que ha
Cuando parece que todo está perdido, el apóstol
visto y oído: «Lo que hemos oído, lo que hemos
todavía siente la «fuerza» del Espíritu Santo que
avuda a decir: «cuando me siento débil, es enton- visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y pal-
ces cuando soy fuerte» (2 Cor 12,10). La humil- paron nuestras manos sobre el Verbo de vida...
dad apostólica va indisolublemente unida a la au- os lo anunciamos» (1 Jn 1,1-3). La contemplación,
dacia y magnanimidad. Y esta misma humildad fun- para el apóstol, es una oración o diálogo con Dios
damenta la esperanza y el optimismo del apóstol. que hace entrar en la intimidad con él, a modo de
El gozo de la esperanza en una victoria segura sólo alguien familiar, «sentido» y vivido por la fe. Es
nace de la fe profunda en la resurrección de Jesús. una actitud de «unidad de vida». Ya no es la ora-
Y esta seguridad humilde existe en la medida en ción de sólo unos actos concretos, sino la relación
que, en los momentos de éxito, el apóstol se desliga esponsal o de «consorcio». Por esto los apóstoles
de otras seguridades que no se apoyen en la fuerza son llamados «lo s amigos del esposo» (Mt 9,15).
del Espíritu Santo. La intimidad con Cristo es uno de los aspectos
de esta contemplación del apóstol. Para anunciar
las bienaventuranzas y el mandamiento del amor, el
B) ASIMILAR EL MENSAJE POR LA CONTEM-
apóstol necesita haber llegado a esa «unidad de vi-
PLACIÓN
da» (PO 14) que es una disponibilidad habitual
El anuncio del mensaje evangélico no es la pro- como la caridad de Buen Pastor. Caridad pastoral
clamación de una doctt-ina o reflexión humana, más y contemplación se postulan mutuamente como dos
momentos fuertes de la vida del apóstol. La acti-
Evang,elii nuntiandi 78, tud de dar la vida se expresa tanto en las noches
144 Principios y líneas básicas Acttlud ministerial 145

de oración como en las jornadas de predicación


abierta del Evangelio. C) LA ASCÉTICA DEL PREDICADOR DEL
Cuando se evangeliza sin esta actitud de cari- EVANGELIO
dad y de contemplación, se corre el riesgo de con-
fundir la evangelización con una acción meramente La predicación del Evangelio compromete toda
humana. No es posible predicar adecuadamente la la vida y condiciona o polariza toda la persona. Por
revelación sin haber orado. El apóstol que no ora- esto reclama una actitud de contemplación y de
ra se predicaría a sí mismo, sus opiniones y sus in- caridad pastoral 7 .
tereses. La falta de diálogo con Cristo produce una Predicar la Palabra supone dedicación al estu-
sensación de cansancio en la labor apostólica, a mo- dio, a la contemplación, así como una atención cons-
do de derrotismo o de duda sistemática sobre la tante a las realidades humanas en vistas a una apli-
propia identidad. Por esto la predicación de la Pa- cación concreta del mensaje cristiano. Es, pues, una
labra debe ser una consecuencia de la misión vivi- actitud «ascética» para estar pendiente de una rea-
da en la contemplación y en la disponibilidad apos- lidad viva. Es una atención vivencial comprometida
tólica 5. que no puede reducirse a una especie de entrete-
Esta exigencia de contemplación para evangelizar nimiento o «segunda» vocación.
arranca de la misma vocación al apostolado. Parte La ascética o espiritualidad del predicador del.
integrante de la vocación del apóstol es «estar con Evangelio, si es auténtica, impide caer en el error
él» (Me 3,14; Jn 1,39). Por esto Jesús define a los de predicarse a sí mismo (2 Cor 4,5) o en el des-
apóstoles como a quienes corren su misma suerte, vío de asentar el propio dominio (2 Cor 2,14). Es
como a parte integrante suya (Jn 17,10). Una de- una ascética que sitúa al evangelizador en una ten-
finición descriptiva del apóstol puede ser ésta: sión equilibrada por descubrir cualquier matiz de
«Vosotros daréis testimonio, porque desde el prin- la Palabra de Dios, siempre actual, como respues-
cipio estáis conmigo» (Jn 15,27). ta a los problemas de los hombres. Es una postura
La contemplación del apóstol incluye estos ele- de caridad pastoral que está siempre pendiente de
mentos: seguir el ejemplo de Cristo, profundizar en los designios del Padre sobre cada hombre, espe-
la persona y misterio del mismo Señor, reflexionar cialmente sobre los que todavía no conocen a
sobre los acontecimientos de la vida a la luz del Cristo.
Evangelio, entrar vivencialmente en los planes sal- Esta espiritualidad del anuncio del Evangelio
víficos de Dios sobre los hombres, comprometerse alienta a encontrar diversas maneras de comuni-
a decir el «Padre nuestro» con la fuerza del Es- car la Palabra, sin olvidar, como es lógico, el tes-
píritu. . . 6 timonio como parte integrante de la misma predi-
5
SANTO TOMÁS, 2-2 q.188 a 7. ' D. BARSOTTI, Ministerio cristiano y Palabra de Dios (Sala-
6
De sacerdotio mtnisteriah (Sínodo Episcopal de 1971), 2." par- manca, Sigúeme, 1965); D. GRASSO, Teología de la predicación
te, 1,3; Constitución litúrgica 2; PO 13. (Salamanca 1966).
146 Principios y líneas básicas Actitud ministerial 147

cación. De este modo, el evangelizador se hace ciarse en su totalidad, no sólo en el sentido de con-
transparencia del Evangelio. servación de unos datos, sino incluso en la búsque-
La manera de expresar el mensaje, la frase asi- da de respuesta a nuevos problemas suscitados en
milable e incisiva, se encuentra fácilmente cuando la vida de las personas y de las comunidades
el predicador vive pendiente de la palabra de Dios, (2 Tim l,14s).
con una dedicación de toda la vida por medio de la Hay una tensión del mensaje cristiano que pone
práctica del llamado «radicalismo evangélico» o de en vilo la vida del predicador: se anuncia un acon-
las virtudes del Buen Pastor. tecimiento salvífico, se presencializa este mismo
La predicación, según San Pablo, condiciona toda acontecimiento por medio de signos litúrgicos o
la vida del apóstol. Espiritualidad misionera, para eclesiales, se urge a una respuesta o compromiso
el apóstol, equivale a no saber nada más que a personal y social. El predicador llama a la conver-
Cristo crucificado (1 Cor 1,22), para no desvirtuar sión y al bautismo o configuración continua con
la fuerza de la cruz (1 Cor l,17s). La perspectiva Cristo resucitado presente 8 .
misionera de totalidad y de universalidad («predi- Un aspecto de la misma ascética de predicar la
caron por todas partes», Me 16,20), supone des- Palabra es el esfuerzo por preparar en común la
prendimiento interior y exterior («lo dejaron todo», predicación dentro de una pastoral de comunión o
Le 5,10). de conjunto. Cualquier paso hacia la caridad o uni-
El evangelizador sabe muy bien que la fe es un dad entre los evangelizadores es un paso de efica-
don de Dios y no un mero consentimiento susci- cia y, por ello mismo, supone el desprendimiento
tado por la claridad, belleza o profundidad de una de criterios y de actitudes personalistas.
doctrina humana. El don divino de la fe viene por El fruto de la predicación es casi siempre de
la predicación (Rom 10,14). Pero lo que ha de largo alcance (Jn 4,37). Esta espera o «paciencia»
cuestionar al predicador es si su predicación es tal, apostólica es también parte de la ascética del pre-
es decir, un anuncio verdadero de la palabra de dicador del Evangelio. La esperanza cristiana da va-
Dios y no de los propios criterios e intereses. lor al presente en una perspectiva de futuro; si
La predicación anuncia un hecho salvífico: la el futuro de resurrección en Cristo es cierto, los
muerte y resurrección de Jesucristo. La fuerza de hitos de nuestro presente pueden ser oscuridad,
la resurrección del Señor hace de la predicación un contingencia, inseguridad y cruz.
signo portador de gracia. Pero el testimonio y la
santidad del evangelizador forman parte integran-
* Se debe hacer notar la relación estrecha entre la Palabra, los
te de este signo. sacramentos y la comunión eclesial. Véase: LG 25; DV 7-
ChD 12-16; PO 4; De sacerdotio minhteriali (Sínodo de 1971)
La ascética del predicador es también una acti- 2.' parte, 1,1,
tud de profundizar y anunciar todo el mensaje
cristiano. El depósito de la revelación ha de anun-
148 Principios y líneas básicas Anunciar el misterio de Cristo 149

acción apostólica, ésta no sería evangelización cris-


2. Anunciar el misterio de Cristo y de la Iglesia tiana. No basta con usar el nombre de Cristo, su
terminología e incluso un aspecto parcial de su doc-
La salvación, el misterio, la revelación, etc., no trina.
son términos abstractos, sino que formulan un as-
Todas las épocas se han disputado el criterio de
pecto de una realidad: Jesucristo, el Hijo de Dios
Cristo, como queriendo calificar de «cristiano»
hecho nuestro hermano y redentor. El es el Salva-
cualquier mesianismo, cualquier opinión, ideología
dor («Jesús»), el «misterio» o intimidad personal
o sistema. Pero Jesús no se identifica con esos me-
del Padre manifestada y comunicada (esplendor,
sianismos parecidos a los que se resumen en las
imagen), la «Palabra» o Verbo encarnado.
tres tentaciones después de su penitencia en el de-
Pero esto implica, por su misma naturale2a, que sierto. La reacción del Señor ante las concepciones
el evangelizador o heraldo de la Buena Nueva ten- mesiánicas de su época será siempre una llamada
ga su vida centrada en Cristo como en «alguien» de atención para los evangelizadores9.
que ha acaparado su vida y le ha dado sentido. Se
La acción evangelizadora de Jesús era indepen-
anuncia a Cristo para producir un encuentro de
diente, de hecho y de derecho, respecto a las opi-
cada persona con él. Ahora bien, Cristo vive pre-
niones religiosas, políticas, sociales e incluso po-
sente resucitado, actuando bajo signos eclesiales.
pulares de su época. La iniciativa de la evangeliza-
El misterio de la Encarnación se prolonga, de al-
ción parte de Dios y no tiene por qué supeditarse
guna manera, en la Iglesia (LG 8).
a un poder humano o a un factor de psicología de
No hay evangelización si Cristo no es el centro masas.
del mensaje y de la vivencia tanto del evangeliza- En el momento de evangelizar se va captando
dor como de los evangelizados. Tampoco hay evan- y transmitiendo el sentido de Cristo en la medida
gelización sin los signos eclesiales que son portado- en que se quiere correr su misma suerte de dar la
res de Cristo. vida. No se trata de agradar a los hombres, sino
de seguir los planes salvíficos del Padre (2 Cor
A) CRISTO COMO CENTRO 12,15).
En toda esta cuestión aflora un punto funda-
La polarización de la acción evangelizadora ha-
mental que podría ser el punto de referencia para
cia Cristo es una señal de autenticidad. Hay orga-
saber si la evangelización se ha hecho correctamen-
nizaciones internacionales que buscan algún aspec-
te: que la persona de Cristo sea verdaderamente
to del progreso humano; su acción no es, de suyo, amada, conocida, centro de diálogo, fuente del amor
evangelizadora. Hay acciones «apostólicas» que radical a los demás y sosten de la propia entrega.
tampoco pueden llamarse evangelización, aunque, Es decir, una acción evangelizadora o un movimien-
de suyo, sean una colaboración al bienestar huma-
no. Si Cristo no es el mismo meollo o raíz de la 9
Cu Duyuoc, Crutología (Salamanca, Sigúeme, 1974)
150 Principios y lineas básicas Anunciar el misterio de Cristo 151
to originado por la misma (un movimiento apostó-
lico, pongamos por caso), debe tener como primer B) LA IGLESIA COMO COMUNIÓN
valor la persona de Cristo íntimamente vivido. Por
esto, la falta de oración en la vida del apóstol es El Vaticano II presenta la humildad y la obe-
una señal evidente de que no se siguen las direc- diencia del evangelizador en una línea ministerial
trices de Cristo y de que, en realidad, no se evan- de «sentido de Iglesia». Lo que se dice en Presby-
geliza, aunque se continúe poniendo el nombre de terorum Ordinis 15, sobre los sacerdotes ministros,
Jesucristo como etiqueta de una actuación. podría aplicarse a cualquier apóstol, precisamente
La figura de Pablo no tiene explicación si no es en cuanto es enviado por la Iglesia:
porque Cristo aparece en el transfondo de su ha- «El ministerio sacerdotal, por el hecho de ser
blar, vivir y actuar. En cada página de sus escritos ministerio de la Iglesia misma, sólo puede cumplir-
o en cada momento de sus actuaciones, aparece se en comunión jerárquica con todo el Cuerpo».
continuamente la persona de Cristo como alguien
El sentido de comunión eclesial es el fundamen-
cuya intimidad da sentido a la vida apostólica. Cada
to de la propia unidad de vida y del signo de uni-
una de sus afirmaciones es un reto para la revisión
dad que debe existir en el grupo de los evangeli-
de vida del evangelizador:
zadores: «la unidad de la propia vida se encuentra
— «sé de quién me he fiado» (2 Tim 1,12). en la unidad misma de la misión de la Iglesia»
— «mi vida es Cristo» (Flp 1,21). (PO 15). Por esto la formación en el apostolado
— «es Cristo quien vive en mí» (Gal 2,20). debe ser un «imbuirse en el misterio de la Igle-
— «no sé nada más que a Cristo crucificado» sia» (OP 9).
(1 Cor 2,2s). La acción evangelizadora incluye, como parte in-
— «todo lo tengo por basura, si puedo conse- tegrante, la comunión eclesial. La misión del após-
guir a Cristo» (Flp 3,7s). tol es la participación en la misma misión de Cristo
— «soy buen olor de Cristo» (2 Cor 2,15). y en la vivencia de la misma: «amó a la Iglesia
— vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por ella» (Ef 5,25).
y se entregó a sí mismo por mí» (Gal 2,20). Actuar en comunión con la Iglesia supone sufri-
miento. Cualquier instrumento humano de gracia
Actuar en el apostolado según los criterios y la es, al mismo tiempo, causa u ocasión de sufrimien-
escala de valores de Cristo, supone necesariamente to para otros. Así se participa en el sufrimiento de
una postura habitual de meditación de la Palabra Cristo, que caminó hacia «la hora» del Padre a
y de intimidad frecuente con Cristo, como parte través de circunstancias dolorosas (para él y para
intearante del mismo apostolado y como razón de los que convivían con él). Convivir, colaborar, re-
ser del mismo apóstol, conocer a los demás como instrumentos de gracia,
como necesarios colaboradores, etc., es una conse-
112 l'nmip/ns V lineas básicas Anunciar el misterio de Cristo 153

cuencia del mandamiento del amor o su concreti- vitación se repite en EvangelH nuntiandi, al hablar
zación necesaria. de la evangelización actual B . Pero la acción del
Esta comunión eclesial se concreta todavía más Espíritu Santo pasa siempre a través de signos po-
cuando el sufrimiento viene de la misma Iglesia, bres de Iglesia peregrina.
no sólo por servir a la Iglesia. Ello es una ocasión La espiritualidad del evangelizador consiste en
o medio de purificación para penetrar en la natura- una búsqueda de esta acción carismática, con fide-
leza íntima de la Iglesia peregrina (o Iglesia de los lidad de inmolación y de dedicación. La inmola-
«pobres»). Los roces no se originan por la esencia ción viene normalmente del roce con los demás
misma de la Iglesia, sino por el pecado existente hermanos que también quieren y deben colaborar
en todo miembro de la misma, que hace sufrir y (aunque de diverso modo) en la acción apostólica.
que sufre. El sufrimiento que proviene de parte La dedicación supone estudio y oración. Esta espi-
de los que ostentan la autoridad (jerarquía), no es ritualidad lleva al convencimiento de que la efica-
menor que el que se origina de parte de otros evan- cia del apostolado no estriba tanto en la genialidad
gelizadores (colaboradores o inferiores). Así se par- de los medios cuanto en la caridad de comunión
ticipa en la inmolación de Cristo 10. que se expresa aceptando activamente los signos
No siempre tiene la Iglesia soluciones inmedia- nobres de Iglesia como portadores de la acción del
tas. Debe orar, estudiar, consultar, colaborar n . Se Espíritu.
podría excogitar una solución genial o técnica; pero La vivencia de «signos eclesiales», como epifa-
si esta solución fuera al margen de la comunión, nía y comunicación de Dios en Cristo, es un «sen-
sería un signo no eclesial y, por tanto, estéril. El tido de Iglesia» que enciende el celo misionero de
sufrimiento del evangelizador hace buscar siempre, implantarla o de establecer los signos de la presen-
dentro de la comunión, una solución que aleje tan- cia y del actuar de Cristo resucitado.
to de la pasividad como de la rebeldía o de la ex- A veces se pierde o se infravalora este sentido
travagancia. de implantar la Iglesia por haber entendido esta
En la exhortación apostólica Mctrialis cultus, el acción algo así como una expansión jurídica o hu-
papa Pablo VI pidió que se estudiara la acción del mana. Pero el tema es mucho más profundo y teo-
Espíritu Santo en el mundo actual n. La misma in- lógico. En efecto, los signos eclesiales son como
10
la prolongación de Cristo, sirven para proclamar
H. DE LUBAC, Meditación sobre la Iglesia (Bilbao, Desclée).
11
La Iglesia es «santa y necesitada de purificación» (LG 8). el Evangelio, incorporar a Cristo, perfeccionar la
Su condición de peregrina hace que no siempre pueda dar inme- vida cristiana hasta la plenitud en Cristo.
diata respuesta a todos los problemas (GSp 43).
12
Exhortación apostólica Marialis cultus: AAS 66 (1974) 113- Sin una vida de intimidad con Cristo, el evange-
168; véase el número 27: «A Nos corresponde exhortar a todos, lizador corre el riesgo de convertir los signos ecle-
en especial a los pastores y a los teólogos, a profundizar en la
reflexión sobre la acción del Espíritu Santo en la historia de la siales en signos estériles o vacíos. Para que exista
salvación .. De tal reflexión aparecerá, en particular, la misteriosa
relación existente entre el Espíritu de Dios y la Virgen de Na- 13
zaret, así como su acción sobre la Iglesia». Evanzelii nuntiandi 75.
154 Principios y líneas básicas Los «signos de los tiempos» 155

este sentido de Iglesia que hace vivir los signos es sólo una cuestión técnica o de estudio académi-
como epifanía de Cristo, se necesita un amor a la co, sino principalmente un problema de fidelidad
Iglesia aprendido en la imitación de María, que personal. Es decir, nos encontramos básicamente
fue siempre fiel a la palabra de Dios: ante un problema de espiritualidad misionera 18.
«El amor a la Iglesia se traducirá en amor a María Auscultar, discernir e interpretar los signos de
y viceversa... No se puede hablar de la Iglesia si no los tiempos es, a la vez, un acto ministerial o fun-
está presente María» 14. ción específica del apóstol y una actitud fundamen-
tal que acompaña a la persona del evangelizador 1Q.
La fidelidad de la humanidad a la palabra de
Discernir y ser fiel a los signos de los tiempos
Dios encuentra un signo eficaz en la fidelidad de la
equivale a descubrir y seguir unos signos de la vo-
Iglesia, que está a la «escucha continua de la Pa-
luntad salvífica de Dios, a través de acontecimien-
labra» 15. La humanidad ve en la Iglesia, personi-
tos juzgados a la luz de la Palabra revelada 20 .
ficada en María, el sentido de su existir histórico:
«a partir del 'fiat' de la humilde esclava del Señor, Pastores y fieles disciernen y siguen los signos
la humanidad comienza su retorno a Dios» 16. Esta de los tiempos en vistas a una evangelización ade-
realidad eclesial-mariana es un aliciente para una cuada. Cada uno tiene una misión que se comple-
acción evangelizadora en el mundo contemporá- menta con la misión de los demás. La acción minis-
neo, que, a pesar de su tendencia hacia el materia- terial del pastor necesita la aportación de quienes
lismo, siente cada vez más la llamada del más allá. viven en las estructuras humanas a modo «de fer-
mento y de quienes son, en su vida, un signo de
escatología. Este sentido de comunión es fundamen-
3. Discernimiento y fidelidad a los «signos tal para descubrir y seguir los signos de los tiem-
de los tiempos» pos (PO 9).
El tema de los «signos de los tiempos» ha sido La docilidad a los signos de los tiempos viene a
explicado anteriormente. Se ha analizado el signi- ser una parte integrante de la obediencia del após-
ficado teológico, la actualidad, signos principales, tol (PO 15). Pero estos signos se identifican con
la importancia, y se ha hecho alusión a la biblio- personas y acontecimientos que pueden recibir in-
grafía de mayor interés para la evangelización 17. terpretaciones opuestas. De ahí la necesidad de un
La invitación de la exhortación apostólica Evan- 18
Evangelii nuntiandi 75. En el c.VII explicaremos el tema
uelii nuntiandi a descubrir la acción actual del Es- de 19la fidelidad al Espíritu Santo.
píritu Santo en el campo de la evangelización, no «Es propio de todo el pueblo de Dios, pero principalmente
de los pastores y de los teólogos, auscultar, discernir e interpre-
tar, con la ayuda del Espíritu Santo, las múltiples voces de nues-
14 tro tiempo y valorarlas a la luz de la Palabra divina, a fin de
Marhalis cultus 27.
15
Ibid., 15. que la verdad revelada pueda ser mejor percibida, mejor enten-
16
Ibid., 28. dida y expresada en forma adecuada» (GSp 44).
17 20
Véase el c.I n.ll, así como la bibliografía de la nota 44 del Los principales textos del Vaticano II sobre los signos de
mismo capítulo los tiempos son: GSp 4.11.33; Constitución litúrgica 45; PO
6.9.15.17.18; DH 15; UR 4.
156 Principios y líneas básicas testigos de la presencia de Dios 1^7

corazón limpio por el desprendimiento para acer- La espiritualidad del evangelizador, en cuanto a
tar en la interpretación (PO 17). No hay interpre- los signos de los tiempos, se podría calificar de es-
tación acertada cuando no se ha profundizado, es- piritualidad de acontecimientos, es decir, espiritua-
pecialmente con la oración y con la palabra de Dios lidad que hace de los acontecimientos objeto de
vivida en la Iglesia e interpretada por el Magis- oración y de entrega pastoral: toma los aconteci-
terio (PO 18). mientos, los ilumina con la palabra de Dios (para
Sólo una espiritualidad profunda capacitará al descifrarlos), los convierte en diálogo con Dios
evangelizador para acertar en la interpretación y en (para poder ser fiel a sus designios) y los traduce
la fidelidad a los signos de los tiempos como signos en compromiso concreto de caridad.
de historia de salvación y como signos de la volun- La oración del evangelizador tiene esta base de
tad divina en la marcha de esta misma historia. acontecimientos históricos, como puede verse en el
El sentido de Iglesia, que caracteriza a todo evan- transfondo de los salmos y, especialmente, en la
gelizador, hace poner la confianza más en la pala- oración de Cristo Sacerdote que sigue «la hora»
bra de Dios que en el mismo acontecimiento inme- del Padre. Ahí está la clave para descifrar y seguir
diato interpretado a la luz de una filosofía de la his- los signos de los tiempos: juzgar los criterios y
toria. Para el evangelizador cristiano, sólo son he- acontecimientos de cada época a la luz de «la hora»
chos irreversibles aquellos que han nacido de la del Padre, es decir, del misterio de la muerte y de
caridad. Un acontecimiento de aparente fracaso o la resurrección de Jesús 22 .
de aporía puede ser un signo de los tiempos. Los
acontecimientos son signos de los tiempos cuando 4. Testigos de la presencia y de la experiencia
pueden cobijarse a la sombra de la cruz en espera de Dios
de la resurrección. Una opinión o un acontecimien-
to valorados según la sabiduría humana, pueden ser Nuestra sociedad, por sus especiales característi-
simplemente un espejismo contrario a los signos de cas, necesita ver y encontrar personalmente testi-
los tiempos. gos vivenciales de la presencia de Dios. Estos tes-
La acción salvífica de Dios, en el Antiguo y en tigos, por su rica sensibilidad (que es obra de la
el Nuevo Testamento, así como en la historia de gracia), son portadores de una experiencia de en-
la Iglesia, se ha manifestado a través de una sabi- cuentro con Cristo resucitado23.
duría que es distinta (si no contraria) a la sabidu- Evangelizar querrá decir, para nuestra sociedad,
ría de los hombres. Una mentalidad opuesta al enseñar a leer, en el «silencio» de unos signos y
Evangelio llevaría a considerar los acontecimientos acontecimientos pobres, la presencia y la cercanía
como irreversibles o como fuente absoluta de ver- de Dios. Ello sólo es posible a la luz del encuentro
dad y de acción zl . 22
Los signos de los tiempos o frases equivalentes en los evan-
gelios: Mt 16,3; 24,32; 7,15-20; Le 12,54-56; 19,41. San Juan
21
CH. MOEIXER, Mentalidad moderna y evangelizarían (Barce- emplea la frase «la hora del Padre»: Jn 2,4; 12,23; 7,30; 8,20.
23
lona, Herder, 1964). Véase el c.I n.10; Evangelii nuntiandi 76.
158 Principios y líneas básicas Testigos de la presencia de Dios 159
con Cristo resucitado, por la esperanza y caridad. quista psicológica que se puede expresar con pala-
Los evangelizadores han de presentar la experien- bras; es, más bien, una experiencia que sobrepasa
cia de haber encontrado a este «Dios con nosotros» la razón, los afectos y los sentimientos; propia-
(Etnmanuel) en lo que aparentemente es sólo si- mente son los demás los que pueden ver, en la vida
lencio y ausencia de Dios ¿4 . del evangelizador, que verdaderamente sus gestos
Los movimientos actuales de interioridad y de son una experiencia de un encuentro con Cristo re-
espiritualidad—dentro y fuera del cristianismo— sucitado presente. La experiencia cristiana se llama
son una de tantas pruebas de la búsqueda del Ab- fe, esperanza y caridad25.
soluto. Pero esta búsqueda se reduciría simplemen- La actitud cristiana de reaccionar amando o de
te a un ejercicio más o menos religioso, ascético y dedicar la vida a un campo de caridad, son una
psicológico, si la evangelización cristiana no presen- señal de haber adquirido una experiencia de Dios
tara la experiencia de un Dios Amor que nos ha Amor que supera las manifestaciones psicológicas
dado a su Hijo. y las exposiciones teóricas. La experiencia de Dios
La autenticidad de una creencia religiosa se mide Amor es trascendente. Se puede constatar en los
por la capacidad de silencio y de diálogo con Dios. resultados de una vida que refleja algún destello
En el cristianismo, tal diálogo y tal silencio equi- de Dios. Pero la persona que ha adquirido esta ex-
valen a entrar en la intimidad de Dios Amor, y se periencia tiene más bien la convicción de la propia
desenvuelven en un proceso de hacerse disponible pobreza. De ahí el atractivo de los santos, que son
para amar. Es un proceso de «unidad de vida» que un amasijo de humildad y de grandeza. Esta expe-
polariza todas las virtualidades de nuestro ser ha- riencia supera cualquier barrera o dificultad que se
cia un «Padre nuestro» pronunciado juntamente interponga en el camino de la evangelización.
con todos los hermanos, en el Espíritu Santo, por La experiencia cristiana de Dios es siempre una
Cristo, en marcha hacia la casa del Padre. referencia a un «más allá». Las etapas de esta ex-
Con esta experiencia de Dios Amor, el evange- periencia, aunque sean dones auténticos de Dios,
lizador cristiano puede salvar, a la larga, todas las dejan siempre la convicción de que «todavía no»
huellas que el mismo Señor ha ido dejando en cada son el mismo Dios.
una de las culturas, religiones, pueblos, como pre- Esta experiencia cristiana del apóstol hace des-
parando un encuentro definitivo con Cristo. cubrir cualquier huella de Dios, incluso en las reli-
El evangelizador que no pudiera presentar su giones no cristianas. Todo habla de Dios. Pero «to-
propia experiencia de Cristo, como hace San Juan davía no» es la manifestación de Dios en Jesucris-
en la primera carta, decepcionaría a tantas perso- to su Hijo u.
nas de buena voluntad que buscan a Dios. Pero
esta experiencia cristiana no es una especie de con- " Véase el c.II n.3, D.
26
DOM LE SAUX, lazeste hindnu, Mvstique chrétienne, áu
B. JIMÉNEZ, Dios y el hombre (Madrid, FUE, 1973). Vedante a la Trinité (Paris, Centurión, 1965).
160 Principios y líneas básicas Signos de esperanza y bienaventuranza 161
la Buena Nueva. Una búsqueda que no fuera segu-
5. Signos de esperanza y de bienaventuranza ridad en Cristo, sería más bien una actitud estéril
que siembra dudas sobre la identidad cristiana.
El evangelizador cristiano se caracteriza por su
autenticidad y transparencia. La esperanza en una La cumbre de la acción evangelizadora es pre-
resurrección final y la actitud evangélica de «bien- sentar un signo del sermón de la Montaña o de las
aventuranzas», debe manifestarse en la vida del bienaventuranzas. Una señal de haber alcanzado al-
apóstol, a pesar de las limitaciones humanas. gún grado de esta perfección predicada por Cristo,
La esperanza cristiana tiene dos facetas: la ten- es el gozo del apóstol o su vida de esperanza como
sión hacia una plenitud en Cristo según los planes expresión de su fe y como camino hacia la caridad.
salvíficos de Dios y la 'confianza en la acción del La fe y la esperanza, que son ya un encuentro inicial
Espíritu Santo 2!. con Cristo, van dejando paso, cada vez más, a la
realidad de transformación en el mismo Cristo por
El apóstol cristiano ha aprendido la cercanía
la caridad. Cuando la caridad sea perfecta, la fe y la
de Dios Amor en las circunstancias humanas de di-
esperanza habrán cumplido su cometido y dejarán
ficultad y de pobreza. Todas las cosas llevan el ger-
de existir. Pero esta perfección no existe en esta
men de una restauración total en Jesucristo resuci-
tierra, antes de la visión y posesión de Dios.
tado. De ahí nace la tensión o marcha eclesial hacia
un final o encuentro definitivo de toda la humani- Por la fe y la esperanza, el apóstol va adentrán-
dad con Dios. Al mismo tiempo, en las limitacio- dose más en la línea del sermón de la Montaña
nes humanas se descubre la presencia de Cristo, hasta ser un signo y estímulo de la caridad, es de-
que es el Verbo encarnado, protagonista de la his- cir, sal y fermento de la nueva ley del Espíritu o
toria humana. De ahí nace la confianza del apóstol, del mandamiento del amor. Se evangeliza en la me-
a pesar de las dificultades personales y ambienta- dida en que el apóstol se hace disponible para
les; la propia flaqueza se convierte en fuerza evan- amar.
selizadora cuando existe la conciencia de esta debi- Cuando el apóstol vive esta realidad evangélica,
lidad y de la acción de' la gracia. en el contacto con los demás hombres, se hace
De esta tensión, que busca un más allá hacia el «olor de Cristo» (2 Cor 2,15), epifanía de Dios
que apunta el presente, y de esta confianza en la Amor.
acción del Espíritu Santo, nace la alegría del evan- La vida de esperanza cristiana es, principalmen-
gelizador. Por esto el apóstol es portador de la ale- te para el apóstol, un ir dejando todo para dar paso
aría pascual, que es, por ello mismo, salvífica o li- a la entrega a Dios v a los hermanos. Es una espe-
beradora. Los testigos tristes no serían testigos de cie de reculación de la escala de valores cuvo pri-
mer valor es Dios y sus planes de salvación uni-
27
T GALOT, Le mvtfrre de ¡'esperance (Paris, Lethielleux. 1973V versal en Cristo.
R LAURFNTIN. Nouvelles dimenúons de ¡'esperance (París, Cerf.
1972); B. MONDIN, J teolo&i della speranza (Bologna, Borla, 1974). No se predica la esperanza cristiana sino en la
Espiritualidad misionera 6
162 Principios y lineas básicas Actitud apostólica 163

medida en que se vive orientando toda la vida hacia cia, de la vida ordinaria a la vida de perfección, etc.
la resurrección final. Sólo entonces se descubre el Todo ello supone un cambio profundo en el «con-
valor del presente y de las realidades terrestres, así vertido» y, especialmente, un don de Dios. La co-
como la posibilidad de cambiar en actitudes de ca- laboración del apóstol en este campo se traduce or-
ridad las circunstancias humanas de dificultad y de dinariamente en una actitud de humildad, de perse-
dolor. Esa es la línea del «sed perfectos como vues- verancia, de sufrimiento, de esperanza.
tro Padre celestial», que viene a ser el resumen del
sermón de la Montaña (Mt 5,48). La esperanza A) LLAMADA AL «BAUTISMO» Y A LA
cristiana es una convicción de que siempre se pue- «CONVERSIÓN»
de hacer lo mejor de nuestra vida: amar. Sólo a la
luz del Evangelio, que predica y testimonia el após- El apóstol cristiano llama a un «bautismo» o a
tol, se puede encontrar el sentido de la vida y de un proceso de configuración con Cristo. De hecho,
la historia humana. Jesús envió a los apóstoles con el mandato de bau-
La vocación apostólica es, pues, una vocación tizar. Es un mandato que urge, por encima de las
«martirial» o de testimonio: hacerse disponible opiniones sobre la misión y la evangelización
para amar como el Buen Pastor, hasta dar la vida (Mt 28,19). La Iglesia ha sentido y seguido siem-
según los planes salvíficos del Padre. La respuesta pre este mandato urgente, a pesar de las limitacio-
al «sigúeme» de Cristo entraña esta vocación mar- nes personales y estructurales.
tirial de dejarlo todo para dedicar la vida a una En el sacramento del bautismo, instituido por
caridad sin fronteras (Jn 21,19). Jesucristo, se actualiza y hace patente la conversión
y se recibe el Espíritu Santo, a modo de «agua
viva» que hace penetrar en la vida íntima de Dios
6. Actitud apostólica ante el misterio (Jn 4,10s); 7,37-39).
de la conversión Esta realidad bautismal comienza con el rito-sa-
cramento del bautismo, pero es una tarea de toda
El apóstol se encuentra continuamente ante un la vida que compromete tanto al bautizado como
misterio: la conversión. Este misterio tiene dos fa- al apóstol. Los textos bíblicos hablan de marca o
cetas: la acción de la gracia y la colaboración libre sello del Espíritu Santo (Ef 1,13), vestirse de Cris-
de la persona humana. Esta realidad hace sufrir es- to (Gal 3,27), nueva creación, injerto en Cristo
pecialmente porque el fruto de una acción apostó- (Rom 6,2-11), regeneración o nuevo nacimiento
lica no siempre es inmediato, claro y permanente. (Jn 3,5), etc.
El hecho tiene sus aplicaciones especiales cuando
Se trata, pues, de un proceso de configuración
se trata de la conversión a la fe cristiana.
con Cristo y que tiene como punto de partida prin-
Podemos especificar algunos momentos de con- cipalmente el momento de recibir el sacramento.
versión: del paganismo a la fe, del pecado a la gra-
164 Principios y lineas básicas Actitud apostólica 165

Es un proceso de pensar como Cristo (fe), vivir su


misma escala de valores (esperanza), reaccionar B) ESPIRITUALIDAD MISIONERA ANTE
amando como él (caridad), actuar concretamente se- LA CONVERSIÓN
gún su doctrina y mandamientos (virtudes), etc. Y
La espiritualidad del apóstol ante la conversión
este proceso no termina nunca en esta vida, sino
que es una llamada continua de conversión hacia es un aspecto de la vivencia del misterio de Cristo,
una plenitud de vida en Cristo que sólo se dará efl en el sentido de experimentar este mismo proceso
el más allá. de conversión en sí mismo compartiéndolo con los
demás. Ha de hacerse todo para todos, compren-
La palabra «penitencia» significa «conversión»
diendo la dificultad de cada uno.
(metanoia), como un proceso de «cambio» para
La conversión no depende, en última instancia,
transformarse en Cristo. Es una disponibilidad de
de la acción del apóstol, sino principalmente de
cambio de «mente» y de vida. Conversión y bau-
tismo se complementan o postulan mutuamente. Dios que da la gracia. El apóstol es un «instrumen-
Jesús llama a la «conversión» (Me 1,15) y envía to vivo» o colaborador querido por Dios (PO 2).
a los apóstoles para predicar la conversión y el bau- No se pueden quemar etapas, ni forzar o violen-
tismo (Le 24,47). El primer sermón de San Pedro, tar. Tampoco se puede perder ninguna ocasión para
después de recibir el Espíritu Santo en Pentecos- hacer transparente y actuante la gracia. La espiri-
tés, es una pauta permanente de predicación; des- tualidad del apóstol ante la conversión es una ac-
pués de anunciar que Cristo, el Hijo de Dios, ha titud de mediador, testigo, intercesor.
muerto y ha resucitado para nuestra redención, hace El misionero o apóstol «ad gentes» acompaña al
una llamada al bautismo y a la penitencia o con- neófito—o persona que está realizando una conver-
versión (Act 2,38). sión—siguiendo las huellas pedagógicas que Dios
ha dejado en esa misma persona, en la cultura o re-
Este proceso de conversión y de bautismo sig-
ligión que le rodea. Pero ello ha de ser sin caer en
nifica también adquirir una actitud filial para con
Dios y fraternal para con los hermanos (Mt 18,3). el engaño de pensar que todo es bueno. La gracia
Los medios de conversión son: ayuno o sacrificio, de Dios ha ido preparando la conversión, pero el
limosna u obras de misericordia, oración, etc. Pero egoísmo humano ha dejado también sus huellas que
estos medios no pueden convertirse en fin y, por hay que descubrir y superar.
tanto, no son la «penitencia» o conversión; son El primer momento de la conversión produce
medios y signos manifestativos28. alegría, incluso euforia. Pero luego sucede un se-
gundo tiempo difícil, al descubrir los defectos de
28
Los diccionarios de teología bíblica aportan material abun- los cristianos (defectos «de la Iglesia»), al tener
dante en las palabras «conversión» (metanoia, penitencia) y que superar dificultades nuevas en la propia familia
«bautismo».
o cultura y al constatar que quienes viven en pues-
tos de responsabilidad eclesial no son tan santos
166 Principios y líneas básicas

como deberían ser. El apóstol debe acompañar con- VI. ACTITUDES CONCRETAS DE «VIDA
tinuamente a los neoconversos, para llegar a adqui- APOSTÓLICA»
rir una madurez en la que se constata con mayor
profundidad la realidad sobrenatural de la Iglesia.
El cambio o conversión debe ser «radical», en
el sentido de que el paso al cristianismo no es un SUMARIO
paso más o un grado más de una evolución desde
una religión distinta. Se trata de un paso hacia el
Presentación: La «vida apostólica».
infinito: hacia el misterio de Cristo conocido y vi-
vido explícitamente. 1. Líneas bíblicas y conciliares de la «vida apos-
La actitud del converso debe ser algo que arrai- tólica».
gue en lo más hondo de las actitudes y motivacio- A) Línea de «éxodo»: dejarlo todo.
nes. De ahí que el catecumenado debe formar más B) Línea de escatología: abrir nuevos caminos.
C) Línea «proíética»: anunciar el Reino.
bien en este sentido de tomar, con la ayuda de la
D) Signo personal de Cristo.
gracia, una decisión relativamente madura. No bas-
ta con una formación teórica. Si no hubiera un 2. La figura espiritual del apóstol.
cambio profundo en el interior, la conversión sería A) Dimensión de universalidad.
sólo un barniz superficial. B) Fraternidad apostólica.
En la conversión nunca se llega a una perfección C) Generosidad evangélica.
D) Espiritualidad en el ejercicio del apostolado.
absoluta. El cristiano se va convirtiendo para «bau-
tizarse» en Cristo cada vez más. La actitud espiri- 3. Las virtudes concretas del Buen Pastor.
tual del apóstol es la de no contentarse con tener A) Las virtudes de la cercanía al hombre con-
unos cuadros u organizaciones perfectas, sino que creto y a los acontecimientos.
B) La caridad pastoral.
ha de llegar a conducir a las personas concretas por
C) Obediencia y «vida apostólica».
el mismo camino de la vida en Cristo. Sólo este
D) La virginidad como signo de la caridad pas-
objetivo puede llenar vivencialmente la persona del toral.
apóstol29. E) La pobreza y la «vida apostólica».

29
G. BAEDY, La conversión au cbnstianisme durant les premiers
siécles (Paris, Aubier, 1947); Y. RAGUIN, L'Esprit sur le monde
(Paris, Desclée, JSVS), deuxiéme partie, 8 (face au mystére de la
conversión); A. SF.UMOIS, Conversión chrétienne, en Apostolat,
structure théoloilaue (Rome, Université Pontificale «De Propa-
ganda Fide» 1961) c.IX.
Líneas bíblicas y conciliares 169
PRESENTACIÓN historia eclesial, que es historia de evangelización.
El Vaticano II puede ser el punto de referencia
La «vida apostólica» para constatar cuál es la aplicación actual de este
estilo apostólico. Partiendo de estas líneas bíbli-
Cuando se ha querido renovar la entrega gene- cas y conciliares, vamos a intentar describir la fi-
rosa del apóstol a su vocación específica, se ha ha- gura espiritual del apóstol de hoy, subrayando las
blado siempre de «vida apostólica», es decir, de virtudes concretas de mayor importancia.
vida según la doctrina y los ejemplos de los após-
toles *. 1. Líneas bíblicas y conciliares de la «vida
El estilo apostólico de cada época se encuentra apostólica»
a través de una profunda inserción en los proble-
mas que suscita la evangelización, pero con la dis- A) LÍNEA DE «ÉXODO»: DEJARLO TODO
ponibilidad del Buen Pastor. No es posible asumir La llamada a la misión indica siempre una línea
verdaderamente los problemas reales sin esta dis- de éxodo o de disposición para cumplir la misión
ponibilidad evangélica. Las gracias de Dios son tam- del Señor dejándolo todo. Es la respuesta de los
bién nuevas luces y mociones para redescubrir al- apóstoles al «sigúeme» de Jesús (Mt 4,19s). Y es
guna faceta de la disponibilidad de Jesús enviado la postura de Pablo, que se llama a sí mismo «se-
por el Padre para salvar a todos los hombres. gregado para el Evangelio» (Rom 1,1) porque no
Los textos bíblicos básicos a los que siempre se quiere condescender con la carne ni con la sangre
ha hecho alusión al hablar de la «vida apostólica», (Gal 1,16).
son éstos: Jn 10 (la doctrina sobre el Buen Pastor); La misión, en su sentido pleno, incluye una dis-
Me 6,7-13 y paralelos (el envío de los apóstoles); ponibilidad inicial de desprendimiento que se irá
Act 20,18-26 (discurso de San Pablo en Mileto); aplicando a los momentos sucesivos de la vida del
1 Pe 5,1-5 (carta de San Pablo sebre el pastoreo) 2 . apóstol.
La impronta de los apóstoles se ha ido reprodu- Dejar la patria, la familia, las comodidades, etc.,
ciendo en las figuras misioneras de la historia. No para dedicarse plenamente a la misión no es sólo el
resulta fácil resumir en unas pocas palabras las lí- hecho de marchar a tierras lejanas para no volver
neas básicas de esta impronta o de este estilo apos- más, sino principalmente la disponibilidad de arries-
tólico. Las líneas bíblicas de la «vida apostólica» garlo todo si la misión lo exigiera.
se van profundizando y actualizando durante la El sentido misionero del apóstol existe en la
medida en que éste viva la disponibilidad apostó-
1
1 Cí.Vida de San Agustín, escrita por Posidio, c.5. San Agus- lica de dejarlo todo. La caridad pastoral es la dis-
tín vivía «según el modo de la regla establecida por los santos
apóstoles». Véase I. EM LOZAMO, Ve vita apostólica apud canó- ponibilidad de «no tener donde reclinar la cabeza»
nicos, en Commentarium pro Religiosis 52 (1971) 193-210. (Mt 8,20).
2
Otros textos, con un breve comentario, en J. ESQUERDA, Nos-
otros somos testigos (Salamanca, Sigúeme, 1974) c.3,
170 «Vida apostólica» Líneas bíblicas y conciliares 171

El apóstol es un gesto o una transparencia de la en la elección: hay otras ovejas que conviene evan-
caridad del Buen Pastor. Por esto su vida de en- gelizar (Jn 10,16). El mejor medio de acertar es la
trega y de desprendimiento es un signo y estímulo disponibilidad de dejarlo todo para emprender nue-
de la caridad. vas empresas apostólicas. Esta misma disponibili-
Las vocaciones apostólicas se dan en la medida dad, si es auténtica, hará que el apóstol se quede
en que exista esta disponibilidad de éxodo en los por espíritu de sacrificio para acabar de perfeccio-
apóstoles. Una vida de «radicalismo evangélico», nar lo comenzado.
dentro de la sencillez de la vida de Jesús, es siem- «Instaurar todas las cosas en Cristo» (Ef 1,10)
pre fuente de vocaciones apostólicas 3. tiene sentido de universalidad y de «escatología»
o de marcha hacia una plenitud de restauración fi-
B) LÍNEA DE ESCATOLOGÍA: ABRIR NUEVOS nal.
CAMINOS La fisonomía propia del apóstol o misionero es
la de «ir», en el sentido de estar siempre dispuesto
En la vivencia de la misión hay un aspecto de
para emprender un nuevo camino. Es una dinámi-
escatología o de abrir camino, en marcha hacia un
ca de plenitud o de totalidad por la que se busca
más allá desconocido. Es como la respuesta de Pe-
que todo y todos lleguen a la perfección en Cristo.
dro al último «sigúeme» del Señor (Jn 21,19). Ade-
El verdadero apóstol deja siempre el campo pre-
más de dejarlo todo, hay que emprender una mar-
parado para futuros evangelizadores. Es un senti-
cha peregrinante que no tiene lógica humana por-
do de Iglesia peregrina que comunica la capacidad
que no se basa en ventajas inmediatas. Es la acti-
de descubrir nuevos campos de evangelización y
tud de Jesús que tenía que ir a «otra ciudad»
nuevas situaciones que reclaman la presencia del
(Mt 10,23). Los designios del Padre llevan al após-
apóstol '.
tol a dar un testimonio que puede ser el del «mar-
tirio».
El apóstol, después de un período inicial a veces C) LÍNEA «PROFÉTICA»: ANUNCIAR EL REINO
heroico, corre el riesgo de instalarse con la excusa La línea «profética» o de «visión» de los signos
de que tiene que fundamentar la obra comenzada. de la actuación salvífica de Dios hace descubrir las
Paulatinamente se cae en el olvido de los campos huellas de Cristo en cualquier sector humano o en
que quedan por evangelizar. Sin la actitud de esca- cualquier persona. Son huellas que urgen a un en-
tología o de abrir nuevos caminos, se retrasa de- cuentro definitivo.
masiado el poner en manos de apóstoles nativos las Cuando llega el apóstol a un sector todavía sin
obras iniciadas. evangelizar, no comienza de cero, sino que encuen-
Se necesita mucho discernimiento para acertar
3 " LG c7. Véase Le 4,42; Tn 10,16, 15,16, Act 5,42; 2 Cor
Mt 4,19-20; Le 10,3-4; Jn 12,24; Rom 1,1; Act 20,33 5,14; Act 10,38; 12,17; 13,4; 20,22-24; Rom 1,14; Gal 4,19,
2 Cor 11,7; Mt 10,8; Gal 1,15-17; Heb 3,9. Ef 6,14-15.
Líneas bíblicas y conciliares 173
172 «Vida apostólica:
brir en este «fracaso» la fuerza de la cruz, es de-
tra huellas de la gracia de Dios como preparación
cir, k resurrección o la fecundidad apostólica 6.
para el Evangelio. Estas huellas son una invitación
y una urgencia a un desarrollo hasta la explicitación
D) SIGNO PERSONAL DE CRISTO
cristiana.
La línea profética es, pues, una sensibilidad pa- En una línea de Iglesia «sacramento universal de
ra descubrir las huellas de preevangelización; pero salvación», el apóstol puede ser considerado como
es también una capacidad de adivinar el camino pe- una concretización de esta sacramentalidad ecle-
dagógico que hay que seguir hasta la fe explícita. :sial. Por esto se puede llamar «signo personal» de
Sería como el descubrir los «signos de los tiempos» Cristo, en cuanto que es enviado por él, le repre-
en un momento y en una geografía concreta. senta, obra de algún modo en su nombre (según
El sentido profético de la misión es también una la misión recibida), es signo de su presencia y de
sensibilidad y una predilección por el primer anun- su acción salvífica7.
cio del Evangelio «a las gentes». También es un Por la misión recibida y por la unción sacramen-
sentido de totalidad en la evangelización: a todo tal—bautismo, confirmación, orden—, el apóstol es
hombre y al hombre en toda su integridad. un signo real de Cristo. Su ser está marcado. Pero
también su función apostólica es la de signo que
Con este sentido profético de la misión, por en-
expresa, manifiesta y comunica la palabra de Cris-
cima de explicaciones sobre la conveniencia o no
to, su sacrificio, su acción salvífica y pastoral.
de evangelizar a un pueblo, se siente el mandato
urgente del Señor: «Seréis mis testigos... hasta los Esta realidad del ser y de la función del apóstol
implica una realidad de sintonización en cuanto
últimos confines de la tierra» (Act 1,8).
a los sentimientos, a las virtudes, a la disponibili-
La línea profética de Jesús es la de llamar a un
dad, a la generosidad del mismo Cristo como en-
proceso de «cambio» o «penitencia»5. El primer
viado y Buen Pastor. El apóstol debe ser transpa-
anuncio profético de Pedro, después de recibir el
rencia de Cristo.
Esoíritu Santo en Pentecostés, se resume en estas
El apóstol prolonga a Cristo bajo signos sensibles
palabras: «A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual
que son signos de Iglesia y, por tanto, signos de
todos nosotros somos testigos...» (Act 2,32). Es
profetismo, de sacerdocio v de realeza. Son signos
el mismo acto profético de Pablo en el corazón de eficaces por el contenido (Cristo, los dones de Dios,
la cultura griega (Act 17,31). Pero todo profeta
de Cristo debe experimentar el mismo rechazo, co- 6
El sentido profético de Pablo le hace encontrar fuerza en la
mo cuando el Señor predicó sobre la eucaristía o se flaqueza: 2 Cor 12 10; 1 Cor 1,18; 2 2; 2 Tim 2,9.
7
El término «signo» puede expresar muv bien el contenido
presentó como profeta en Nazaret para predicar de los siguientes textos: ln 17,10 («gloria»); Act 2,32 («testi-
a los pobres. El sentido profético ayuda a descu- gos»); 2 Cor 2,15 («olor»). Véase tnm'wn- I,r 10 16 («el oue a
vosotros oye, a mí me oye»): Jn 20,21 («como me envió mi
Padre, así os envío yo»). El Vaticano II habla de «instrumento
5
Mt 4,17; Me 1,15; Mt 3,2; Le 24,47. El tema de la evange- vivo» (PO 13), «participación» y «unión» (AA 2-3).
lización lo hemos estudiado en el c.III.
174 «Vida apostólica» Figura espiritual del apóstol 175

la Palabra, etc.), por la santidad o testimonio, por


la caridad y comunión 8. Son signos que se adap- 2. La figura espiritual del apóstol
tan o «encarnan» por el amor a la persona en sí
Hemos visto en el capítulo cuarto algunos tra-
misma, por la sintonización con los valores autén-
zos de la figura espiritual del evangelízador según
ticos, por la comprensión de los problemas 9. Son
Evangelü nuntiandi15. Allí se indicaba una línea de
signos que construyen la Iglesia a través del sufri-
servicio de la unidad eclesial en la verdad y en la
miento y del amor ,0. Son signos que escandalizan
candad, como respuesta a una problemática actual.
por su pobreza ". Son signos de desposorio de
Ahora veremos los grandes trazos de la figura es-
Cristo con la humanidad entera '2 y signos de la
piritual del apóstol como línea constante de aplica-
maternidad de la Iglesia 13.
ción de la «vida apostólica».
Cuando los apóstoles anuncian que «El vive» (2
Cor 13,4; Ap 2,8), son muy conscientes de que la
A) DIMENSIÓN DE UNIVERSALIDAD
misma persona del apóstol es un signo de esta pre-
sencia. Por esto la promesa de Cristo de estar siem- La «vida apostólica» incluye la nota de univer-
pre presente (Mt 28,20) tiene también sentido de salidad o de disponibilidad misionera sin fronteras.
presencia en la misión: «Id..., yo estoy con vos- El apóstol, centrado en su trabajo concreto, corre
otros». San Marcos quiere resaltar que, después de muchas veces el riesgo de perder de vista la evan-
la ascensión, son los apóstoles los que expresan gelización universal. Sin esta perspectiva misione-
esta presencia de Cristo: «El Señor Jesús, después ra, la labor apostólica pierde su fuerza e incluso
de haber hablado con ellos, fue levantado a los cie- produce el cansancio o el desánimo, al faltar la vi-
los y está sentado a la diestra de Dios. Ellos se fue- sión de conjunto y al analizar unilateralmente los
ron, predicando por todas partes, cooperando con problemas locales.
ellos el Señor y confirmando su palabra con las se-
La obra apostólica concreta que se lleva entre
ñales consiguientes» 14.
manos, tanto en los países o comunidades ya cris-
8
Jn 13 35 («en esto conocerán que sois mis discípulos».. ); tianas como en los países o sectores humanos llama-
Me 16,20 («cooperando con ellos el Señor y confirmando su dos de misión, nunca debe considerarse tan urgente
palabra con las señales consiguientes»).
9
1 Cor 9,22 («me he hecho todo para todos, para ganarlos a y exclusiva que haga olvidar la misión universal de
todos»).
10 li Iglesia.
Col 1,24 («completo lo que falta a la pasión de Cristo, por
su cuerno que es la Iglesia»). La mi:m;i comunidad cristiana que comienza en
11
1 Cor 1,17 («evangelizar, no con sabia dialéctica, para que
no se desvirtúe la cruz de Cristo»); Rom 1,16 («no me avergüen- i.n sector humano necesita orientar su crecimiento
zo del Evangelio»): 1 Cor 1,18 («la doctrina de la cruz es necedad y su evolución en esta línea misionera. La madu-
para
12
los que se pierden» ..).
15
Ef 5,32; 2 Cor 11,2.
Gal 4 19. Véase el c.X. 15
14
Sacrosanctum conciHum n 7 subraya los signos litúrgicos. Evangelti nuntiandi 76-79. Completar con Máximum illud,
Lumen gentium n 48 indica esta presencia de Cristo en la Iglesia 2.' parte; AAS 11 (1919) 440-455; Saecula exeunte: AAS 32
en cuanto que es «sacramento universal de salvación». (1940) 249-260; AG 23-25.
176 «Vida apostólica» Figura espiritual del apóstol 177

rez de una comunidad cristiana se mide por la vi- Evangelio (Rom 15,19). El apóstol cristiano es el
vencia de esta perspectiva universal. hombre universal, el «hermano universal» (Carlos
La caridad apostólica no tiene fronteras, ni en la de Foucauld), que quiere abarcar todo y a todos en
geografía ni en los sectores y ambientes humanos. Jesucristo de camino hacia el Padre 17.
Jesús llama a la fe a todos (Mt 11,28), da la vida
por todos (2 Cor 5,15) y su redención es para to- B) FRATERNIDAD APOSTÓLICA
dos (Jn 12,32). Jesús envió a sus apóstoles a pre-
dicar a todas las gentes (Me 16,15) y, por consi- El apóstol actúa siempre en una línea de comu-
guiente, éste es el horizonte en que se mueve el nión eclesial que garantiza la acción apostólica como
apóstol. tal. La «vida apostólica» es vida comunitaria o de
Sentido universal es también sentido de totali- fraternidad. Jesús escogió a los Doce, envió a los
dad, puesto que el Evangelio debe ser predicado discípulos de dos en dos y condicionó la eficacia
a todos los hombres, al hombre integral, a todos los apostólica a la unidad fraterna entre los evangeli-
sectores de la humanidad (cultura, ambiente, men- zadores18. La misión incluye, pues, la comunión.
talidad, etc.). En la fraternidad apostólica aparece el mensaje
La acción apostólica se mueve en una dinámica cristiano de Dios Amor, que es uno y trino. El
histórica que lleva hacia una restauración final de hombre es imagen de Dios en cuanto forma una
todo en Cristo resucitado. Los trabajos apostólicos comunidad familiar (Gen 1,27). El apóstol es ima-
más concretos se orientan hacia esta «escatoJogía» gen de Dios Amor en la medida en que viva la
o final de la evangelización. misión en la comunión: «Yo les he dado la gloria
que tú me diste, a fin de que sean uno, como nos-
El celo apostólico insta a «predicar el Evangelio
otros somos uno» {Jn 17,22).
no sólo en zonas geográficas cada vez más vastas...,
sino a alcanzar con la fuerza del Evangelio los cri- La vida de fraternidad es vida de comunidad o
terios de juicio, los valores determinantes, los pun- de intercambio y de ayuda mutua. En este sentido
tos de interés, las líneas de pensamiento, las fuen- se potencia la vida del apóstol. Pero la eficacia
tes inspiradoras y los modelos de vida de la huma- apostólica proviene fundamentalmente del signo de
nidad que están en contraste con la paiabra de Dios unidad como portador de la presencia de Cristo
y con el designio de salvación» lé. (Mt 18,20).
Todos los valores cristianos son una llamada a la El fundamento de la fraternidad apostólica es la
universalidad, porque Jesús es el centro de la crea- caridad. Si se tratara sólo o principalmente de la
ción y de la historia. Dios es Padre de todos y co- afinidad psicológica, la fraternidad podría empobre-
munica su Espíritu a todos los que creen en Jesús. cer. En cambio, cuando es la caridad cristiana el
Por esto el celo apostólico quiere contagiar todo de " Mt 13,33; 22,9; 28,19; 25,31; Le 2,30-32; Mt 26,28;
Jn 3,16; 18,37; Act 1,8; 2,17; Rom 1,16; 10,12; 2 Cor 2,14:
Ef 181,10; 2 Cor 5,14-15; Ef 4,5-6.
Evangelii nuntiandi 19. Me 3,14; Le 10,1; Jn 13,35; 17,21.
178 «Vida apostólica» Figura espiritual del apóstol 179
fundamento de la fraternidad, ésta queda enrique- sacramentales, acción pastoral en general (comu-
cida por la aportación de valores distintos. Sólo la nión, organización, etc.). La fraternidad en la vida
caridad puede hacer de la variedad de dones una espiritual puede concretarse en una ayuda para la
comunión o unidad sin caer en la uniformidad. vida de oración, para la generosidad evangélica, pa-
La finalidad de la fraternidad es la ayuda mutua ra la dirección espiritual y revisión de vida, etc. 15
y el intercambio de dones distintos. Esta comunión La fraternidad debe realizarse entre las diversas
apostólica tiene lugar en múltiples campos: pas- vocaciones apostólicas y entre los diversos grupos,
toral, renovación cultural, vida espiritual, amistad, descubriendo h necesidad del carísma de los demás
comunicación de bienes materiales y morales, etc. —laicos, religiosos, sacerdotes, ministros—. Esta
La fraternidad no es fin en sí misma, sino medio fraternidad ayuda a equilibrar los servicios—Pala-
y expresión de la caridad. La vida común material bra, liturgia, dirección—, planifica la distribución
sin esta fraternidad o vida comunitaria, no tendría de los apóstoles y crea lazos de amistad y de ser-
ningún valor de signo cristiano. vicio mutuo 20.
Los condicionamientos psicológicos de la frater-
nidad tienen su importancia: número reducido del
C) GENEROSIDAD EVANGÉLICA
grupo apostólico, afinidad de temperamento y de
mentalidad o edad y formación, ideales concretos La eficacia del apostolado se basa en la gracia
de trabajo en común, confianza mutua, etc. Pero de Dios. Pero ésta actúa en un marco de oración y
estos valores dejarían de ser portadores del mensa- de generosidad evangélica que no ponga obstáculos
je apostólico si se constituyeran en primer valor y a los planes evangélicos. El apóstol es un «instru-
se olvidaran otros aspectos de la fraternidad: la co- mento vivo» (PO 12) de la acción de Cristo.
munidad cristiana en general, el grupo evangeliza-
dor al que se pertenece, las personas más necesita- En este campo de colaboración a la gracia de Dios,
das de este mismo grupo (ancianos, por ejemplo). la generosidad evangélica del apóstol, es decir, una
Así, pues, estos condicionamientos psicológicos, lle- vida de entrega como la vida del Buen Pastor, se
gado el caso, deben dejar paso a una inmolación convierte en un signo de la vida del Señor, espe-
apostólica que es generadora de mayor fraternidad cialmente por la práctica de los consejos evangéli-
y comunión. 19
F. ALVAREZ MARTÍN, etc., Pastoral de conjunto (Madrid
La fraternidad apostólica debe concretizarse prin- 1966); J. DELICADO, "Pastoral diocesana al día (Estella, Verbo
Divino, 1966); J. M. ECHEMQUE, Pastoral de la cooperación mi-
cipalmente en la pastoral de comunión y en la vida sionera (Madrid, PPC, 1969); J. ESQUERDA, La distribución del
espiritual. La llamada pastoral de conjunto o de clero (Burgos, Facultad Teológica, 1972); C. FLORISTÁN, M. U S E -
ROS. Teología de la acción pastoral (Madrid, BAC, 1968);
comunión es un intercambio de experiencias y una I. F, MOTTE, F BOULARD, Hacia una pastoral de conjunto (San-
aportación mutua en los diversos campos del mi- tiago de Chile, Paulinas, 1964).
20
Para el tema de la vida de fraternidad sacerdotal en el
nisterio: servicio de la Palabra, signos litúrgicos y l)reivMt°r¡o, véase el c l O d? J. FSQUERDA, Teología de la espiri-
tualidad sacerdotal (Madrid, BAC, 1976).
180 «Vida apostólica»
Figura espiritual del apóstol 181
eos, que en el Vaticano II se llaman «signos y es-
tancias de entrega que no son obligatorias para to-
tímulos de la caridad» (LG 42).
dos. Pero a los apóstoles les llamó a compartir esta
La vida del apóstol debe reflejar el misterio de vida o a «beber su cáliz» (Me 10,38). Al mensaje
la muerte y de la resurrección de Jesús. Ser testi- evangélico «merece que el apóstol le dedique todo
gos de este «misterio pascual» significa presentar su tiempo, todas sus energías y que, si es necesa-
una vida consagrada a un campo de caridad. El ser- rio, le consagre su propia vida» 21.
vicio apostólico es el de anunciar, hacer presente La generosidad evangélica se traduce siempre en
y comunicar el misterio pascual de Cristo. Pero pa- gozo del Espíritu. El anuncio del ángel a María y
ra ello el apóstol debe presentar una vida de «bau-
a los pastores, la visita de María a Isabel con el
tizado en la muerte» de Cristo (Rom 6,3).
cántico del Magníficat, la predicación de las bien-
Pablo se llamaba a sí mismo «crucificado con aventuranzas, la promesa del Espíritu Santo, las pa-
Cristo» (Gal 2,19). Apostolado y cruz son dos as- rábolas de la misericordia y el mensaje pascual son
pectos de una misma realidad: «Si el grano de tri- expresiones de un gozo salvífico que sólo lo da el
go no muere en el surco, no da fruto» (Jn 12,24). Señor y que se recibe en la medida en que se sepa
Vivir «segregado para el Evangelio» (Rom 1,1) amar en los momentos de sufrimiento y de dificul-
no es más que una vida de caridad o de total dedi- tad. Es el mensaje «evangélico» o anuncio del gozo
cación al encargo o misión recibida de anunciar el salvífico que proviene de la muerte y resurrección
Evangelio. Dedicación a este campo de caridad su- de Jesús.
pone arriesgar tiempo, escala de valores, intereses
personales, etc. Por esto la caridad apostólica es re- D) ESPIRITUALIDAD EN EL EJERCICIO'
nuncia por ser dedicación. La caridad no existe sin DEL APOSTOLADO
renuncia.
La vida apostólica de Jesús, es decir, la puesta
Para predicar las bienaventuranzas no queda otro
en práctica de la misión recibida del Padre, tiene
camino que el de presentar una vida que intente
una variedad de momentos: Nazaret, desierto, pre-
reaccionar amando en todas las circunstancias. El
dicación, búsqueda, coloquios, Tabor, Getsemaní,
evangelizador llama a vivir esta enseñanza de Je-
cruz, resurrección... Para Jesús todo es misión o
sús, que es el punto central del Evangelio- bien-
apostolado, lo mismo cuando habla al Padre sobre
aventuranzas, mandamiento del amor, «Padre nues-
los problemas de los hombres como cuando habla
tro». Por esto, debe presentar una vida que sea
a los hombres sobre los intereses del Padre.
un mordiente (luz y sal) de esta realidad evangé-
lica. La espiritualidad propia del apóstol se ejercita
en el mismo apostolado, si se entiende en su verda-
La generosidad evangélica es una imitación de la
dero seqtido de poner en práctica la misión reci-
vida de Cristo «apóstol» en algunos de sus aspec-
21
tos. Jesús vivió y evangelizó desde unas circuns- Evangelii nuntiandi 5. En este mismo capitulo explicaremos
las virtudes concretas del Buen Pastor.
182 «Vida apostólica» Las virtudes del Buen Pastor 183

bida de Cristo. Prolongar a Cristo no es algo al mar- sería sólo acción filantrópica si careciera de las vi-
gen de la espiritualidad, sino que es la misma es- vencias del Buen Pastor.
piritualidad del apóstol, a condición de prolongar La espiritualidad apostólica debe, pues, concre-
toda la acción apostólica de Cristo—su oración, su tarse en las virtudes apostólicas del mismo Jesu-
palabra, su sacrificio, su acción pastoral—y a con- cristo como Buen Pastor 2i .
dición de sintonizar con los sentimientos y la dis-
ponibilidad del Buen Pastor. 3. Las virtudes concretas del Buen Pastor
Parte integrante de esta espiritualidad apostóli- El ser, la vivencia íntima y el obrar de Jesucristo
ca son los momentos de preparación (Nazaret), los corresponden siempre a la misión recibida del Pa-
momentos de retiro (desierto), los momentos de re- dre. Es una misión totalizante. Jesús se llama «un-
visión personal o comunitaria. gido» o consagrado para una misión (Le 4,18). Pe-
La condición de Iglesia peregrina hace descu- ro esta realidad misionera la manifiesta en actitu-
brir al apóstol la necesidad de poner unos medios des concretas que son cada una de las virtudes apos-
concretos para poder vivir la misión como Cristo. tólicas.
Estos medios, que Jesús llamó vigilancia y oración Jesús vive pendiente de los planes salvíficos del
(Mt 26,41), son necesarios por nuestra condición de Padre. Por esto da la vida según el mandato reci-
viadores y por nuestra naturaleza débil e incluso bido o según los designios de la historia de salva-
desordenada. ción querida por el Padre (Jn 10,18). El apóstol de
Lo que en el Vaticano II se dice de los sacer- Cristo encuentra el estilo de la «vida apostólica»
dotes ministros se puede aplicar a los demás após- en el ejemplo concreto del Buen Pastor. La mirada
al Padre para conocer y seguir sus planes de sal-
toles según la propia vocación: «conseguirán de ma-
vación, la mirada a los hombres para asumir sus
nera propia la santidad ejerciendo sincera e incansa-
problemas más hondos, la mirada a sí mismo para
blemente sus ministerios en el Espíritu de Cristo»
inmolarse en aras de estos dos amores, tal es el
(PO 1 3 ) n .
cuadro en el que hay que enmarcar las virtudes
La predicación de la Palabra presupone haberla concretas del apóstol.
asimilado por el estudio, y especialmente por la
contemplación. Parte integrante de la predicación A) LAS VIRTUDES DE LA CERCANÍA AL HOMBRE
es una vida, interna y externa, de acuerdo con el CONCRETO Y A LOS ACONTECIMIENTOS
mensaje. Participar en el misterio de la muerte y
resurrección de Jesús SÍ: realiza no sólo a través Se ha querido hablar de «encarnación» como de
de sismos externos, sino principalmente por una una virtud básica del apóstol. La terminología, den-
2J
vida de crucifixión con Cristo. La acción pastoral Véanse los textos magisteriales sobre la figura espiritual del
misionero, en la nota 15. Sobre la espiritualidad del apóstol según
el Vaticano II: AA 4 (laicos); PC 6 (religiosos); PO c.3 (sacer-
Véase el c.VIIl, sobre la oración y la evangelización. dotes ministios). Véase la bibliografía del c.TII.
184 «Vida apostólica» Las virtudes del Buen Pastor 185

tro de su limitación e inexactitud, puede servir de cillas podríamos decir que se trata de hacer como el
catalizador para suscitar una serie de virtudes di- Señor: «pasó haciendo el bien» (Act 10,30). El
fícilmente encuadrables en las listas clásicas. P e apóstol, como Pablo, presenta una vida al estilo
hecho, la «cercanía» es una línea bíblica del actuar del Señor: «Sed imitadores míos como yo lo soy
de Dios en la historia de salvación. La encarnación de Cristo» (1 Cor 4,16).
del Verbo o Hijo de Dios es el ápice de esta cerca- La actitud dialogal del apóstol abarca toda una
nía: Dios con nosotros, Emmanuel. serie de virtudes de quien es servidor de la verdad:
El apóstol de Cristo sigue esta misma línea de humildad, bondad, sinceridad, comprensión, etc.
cercanía al hombre concreto y de asunción de los Existe la capacidad para el diálogo apostólico en la
acontecimientos históricos, para iluminarlos con la medida en que existe la disponibilidad para dejar
palabra de Dios y para llevarlos al encuentro con todo por Cristo. Cualquier apego a comodidades,
Cristo resucitado. méritos y «derechos», así como cualquier recorte en
Las virtudes de cercanía al hombre y a los acon- la perspectiva universal y totalizante de la misión
tecimientos suponen, por parte del evangelizado*, son la raíz de la falta de diálogo. No es, pues, fun-
una serie de virtudes que podríamos calificar de damentalmente, la diferencia de cultura o de men-
«humanas» o humano-cristianas y que se podrían talidad y psicología, sino los intereses personales
resumir en tres actitudes: capacidad de emitir un los que producen la ruptura de todo diálogo.
juicio recto de valor, capacidad de tomar decisiones, El diálogo apostólico es la continuación del diá-
equilibrio emocional. Todo ello, informado por la logo que inició el Verbo hecho nuestro hermano a .
caridad cristiana, se convierte en virtudes concre- Por esto, el objetivo del diálogo es la evangeliza-
tas de amor a la verdad, de constancia y fortaleza, ción o el anuncio del mensaje de Jesús 26 .
de fidelidad a la palabra, de bondad de corazón, de El compromiso del apóstol está en la línea del
capacidad para escuchar a los otros 24. compromiso del Señor, que se acercó a todos, asu-
Con estas virtudes concretas, matizadas por la mió todos los problemas como propios, pero respe-
caridad pastoral, el apóstol se hace disponible para tó las soluciones temporales y las diversas opcio-
el diálogo y la adaptación de métodos o de expo- nes técnicas. El mensaje evangélico llega a todas las
siciones doctrinales, es decir, para el llamado pro- circunstancias humanas, pero deja un campo de li-
blema de la «aculturación». bertad cuando son varias las opciones posibles o hi-
La actitud apostólica de diálogo y de compro- pótesis de trabajo. El compromiso del apóstol va a
miso podría también concretarse en responsabili- la raíz, ayudando todo cuanto sirva para la caridad
dad, sentido de captación de los problemas, genero- y denunciando todo cuanto nazca del pecado o lleve
sidad, audacia, realismo y esperanza, confianza y co- al odio y a la división e injusticia, sin someterse a
munión, autenticidad, etc. Con palabras más sen-
25
21 26
Ecclesiam suam: AAS 58 (1964) 647ss.
AG 23-25 (misioneros); AA 4 (laicos); PO 3 (sacerdotes); Evangelii nuntiandi 78. Véase el c.IV n.5 (Espiritualidad
OT 11 y 19 (aspirantes al sacerdocio). como servicio a la verdad).
Las vutudes del Buen Pastor 187
186 «Vida apostólica»
la obra de evangelización. Todo queda condiciona-
ningún sistema y a ninguna ideología, sin condicio-
do a esta dedicación plena que se intenta conseguir.
narse a ningún grupo y a ninguna presión27.
Por esto la espiritualidad propia del apóstol puede
calificarse de «ascética del pastor de almas» (PO
B) LA CARIDAD PASTORAL 13). Es un dar a los demás lo mejor de sí mismo
Todas las virtudes del Buen Pastor se resumen (Juan XXIII); es, principalmente en los sacerdo-
en la caridad pastoral. Propiamente, todas son al- tes ministros, «el máximo testimonio del amor»
gún aspecto o consecuencia de esta virtud de la ca- (PO 11). El examen del apóstol lo hace el Señor
ridad, que es «la raíz de todas las virtudes» (SAN- sobre la caridad pastoral (Jn 21,15ss).
TO TOMÁS). La caridad pastoral se concretiza en las líneas bí-
Toda la vida del Buen Pastor es una marcha ha- blicas de éxodo o de dejarlo todo, escatología o dis-
cia «la hora» del Padre (Jn 2,4; 17,1). Jesús vive ponibilidad de abrir nuevos caminos, profetismo o
pendiente del «mandato» y de la «obra» encargada anuncio valiente del Evangelio en las circunstancias
por el Padre (Jn 10,18; 17,4). ocncretas; en una palabra, consiste en ser transpa-
La caridad pastoral de Cristo y de sus apóstoles rencia o signo de Cristo Buen Pastor.
o enviados es la disponibilidad de dar la vida se- Si caridad pastoral significa «dar la vida» (Jn
gún los intereses salvífkos del Padre acerca de la 15,13), éste es el sentido sacrificial o de holocausto
redención de todos los hombres. Son, pues, tres los de la vida del apóstol, que se esfuerza por vivir «cru-
aspectos principales de la caridad pastoral: la dis- cificado con Cristo» 29. Dar la vida significa arries-
ponibilidad respecto a los planes salvífkos de Dios, gar o inmolar el propio criterio, la propia voluntad,
la disponibilidad de cercanía a los problemas de los los propios bienes, la propia afectividad. Son las
hermanos a la luz de estos mismos planes salvífi- virtudes concretas del Buen Pastor: humildad y
cos, la disponibilidad de inmolar la propia vida por obediencia, pobreza, virginidad. Es una vida de des-
estos objetivos. posorio o de «alianza» (Mt 26,28). Es la «copa de
La caridad pastoral es la virtud clave de la «vida bodas» o de «alianza» que Cristo ofrece a sus ami-
apostólica» M. Es la virtud que unifica la vida del gos, a quienes ha hecho partícipes de la misión re-
apóstol, evitando la dispersión en criterios y actitu- cibida del Padre (Me 10,38).
des. La caridad pastoral es totalizante, atrapando la La caridad pastoral es el servicio del apóstol (Mt
persona del apóstol y dedicándola completamente a 20,28). Su servicio es de dedicación o consagración
para toda la vida. Es un servicio de la Palabra o
" De sacerdotio ministeriali (Sínodo de 1971). 2.-" parte, 1,2. mensaje (servicio profético), servicio de los signos
Véanse los documentos sociales en: Ocho grandes mensajes...,
Kerum novarum, Quadragesimo anno, Mater et Magistra, Pacem de salvación (servicio sacramental), servicio de ac-
in terris, Ecclesiam suam, Populorum progressio, Octogésima
adveniens (Madrid, BAC, 1974). ción pastoral (o de comunión y dirección). El servi-
28
Act 20,17-35; 1 Pe 5,1-5; Tn 10,1-18; 2 Cor 5,14; 12,15.
J. DUPONT, Le discours de Milet, testament pastoral de Saint Paul 29
(Paris, Cerf, 1962). Rom 6,3-11; Gal 2,19-20; Flp 2,5-11; 2 Tim 2,10-12.
188 «Vida apostólica» Las virtudes del Buen Pastor 189

ció de la caridad pastoral no está condicionado a más bien un signo de la bondad misericordiosa del
los gustos personales del apóstol ni tampoco a las Señor. Pero, cuando falta esa disponibilidad inicial,
preferencias o gustos ambientales. El apóstol debe cualquier defecto, especialmente en las personas,
servir amando como Pablo: «aunque amándoos más, es una excusa «suficiente» para convencerse de que
sea menos amado de vosotros» (2 Cor 12,15) 30 . no puede ser la voluntad salvífica de Dios.
La obediencia ministerial, íntimamente unida a
C) OBEDIENCIA Y «VIDA APOSTÓLICA» la humildad, hace descubrir, en todo y en todos,
Un aspecto concreto de la caridad pastoral es la signos e instrumentos de la gracia. En este senti-
virtud de la obediencia. Se podría llamar también do, la obediencia del apóstol se ejercita tanto cuan-
humildad ministerial31. Toda la vida del Buen Pas- do la voluntad de Dios se manifiesta a través de
tor gira en torno a la voluntad salvífica del Padre. un superior, como cuando se expresa por un cola-
Esta actitud de obediencia es una concretizaciófl o borador, un inferior o un acontecimiento. La obe-
signo de la caridad pastoral 12 . diencia apostólica es un aspecto del «sentido de
Iglesia» y una concretización del mandamiento del
La voluntad salvífica de Dios se manifiesta al
amor: reconocer a los otros como parte integrante
apóstol a través de signos pobres y limitados. Dios
de la comunión eclesial y como instrumento de
obra por causas segundas. La dificultad de la obe-
gracia. La obediencia ayuda a descubrir la necesi-
diencia no estriba tanto en hacer la voluntad de
dad de la acción apostólica por parte de otros ser-
Dios en sí misma cuanto en el modo cómo Dios
vidores del Evangelio.
manifiesta su voluntad: a través de acontecimien-
tos y de personas. Las inspiraciones interiores son La obediencia modela la figura espiritual del
luces de Dios que ayudan a descifrar su voluntad apóstol y hace desarrollar su personalidad apostó-
manifestada en estas circunstancias externas. La in- lica en el sentido de madurarla en la caridad. Con
molación del apóstol (caridad pastoral sacrificial), este espíritu de inmolación de la propia voluntad
en este caso, consiste en ir superando los propios y de los propios criterios—si se admite esta termi-
criterios y los propios gustos e intereses, para so- nología imperfecta—, se encuentra verdaderamen-
meterlos a los planes salvíficos del Padre. te los deseos más íntimos del apóstol. Es una li-
Cuando en el apóstol hay la disponibilidad de bertad respecto a condicionamientos internos y ex-
dar la vida, las limitaciones y «pobreza» de los ternos. Ni se siguen los propios caprichos o egoís-
signos por los que Dios manifiesta su voluntad son mo, ni se secundan los intereses personalistas de
30 los demás.
El Vaticano II acentúa esta línea de servicio; cf. LG c.3.
J. LOEWE, Perfil del apóstol de hoy (Estella, Verbo Divino, 1966); En las diversas manifestaciones de la voluntad
M.31 PEINADO, Solicitud pastoral (Barcelona, Flors, 1967).
Véase el c.V,l,A. salvífica de Dios, hay un punto de referencia,
32
Flp 2,5-11; Heb 10,7; Le 2,49s; Jn 4,34; 5,30; 8,29; 10,18 como «principio de unidad», que armoniza y ga-
y 29; Mt 11,26; Jn 12,27-28; 14,9 y 31; 17,4; Le 22,42;
Jn 18,11; 19,30. rantiza la naturaleza del signo: es el servicio ecle-
190 «Vida apostólica» Las virtudes del Buen Pastor 191
sial de la autoridad o jerarquía. Así es la natura- llamando por este camino a algunos apóstoles, es
leza de la Iglesia, según la voluntad del mismo decir, a los que quieren dedicarse esponsalmente a
Cristo. Cuando consta verdaderamente del ejerci- la misión.
cio legítimo de esta autoridad, todos los demás
Los signos cristianos tienen relación con el mis-
signos, incluso los más «carismáticos», serán sig-
terio pascual de Jesús, es decir, con su muerte y
nos del querer divino en tanto en cuanto se armo-
resurrección. Por esto, presentan la misma dificul-
nicen con la visibilidad de la Iglesia33.
tad de «escándalo» en cualquier cultura, mentali-
En esta línea de obediencia apostólica es tan di- dad y ambiente histórico, sin excepción. La virgi-
fícil manifestar honradamente el propio criterio y nidad cristiana es un signo del misterio de la resu-
opinión como el someterse al parecer y opiniones rrección del Señor, especialmente de la restaura-
de los demás. En uno y otro caso, la autenticidad ción final de todas las cosas en Cristo. Este signo
del apóstol está en la actitud de dar la vida arries- correrá, pues, la suerte del mismo misterio que
gando las ventajas personales. Así, la obediencia es significa, como cuando Pablo anunció la resurrec-
tan voluntaria como responsable M. ción en el corazón de la cultura grecorromana
(Act 17,31-34).
D) LA VIRGINIDAD COMO SIGNO DE LA CARIDAD
PASTORAL
El significado y la fuerza apostólica de la virgi-
nidad arranca de la dimensión cristológica—despo-
La terminología sobre este tema es fluctuante: sorio y amistad con Cristo—, de la dimensión
celibato, castidad, virginidad. Pero por encima de eclesial—ser un signo de Iglesia fiel y fecunda—,
las palabras y de sus ecos psicológicos está la reali- de la dimensión escatológica—ser un signo de la
dad evangélica: un carisma que participa de la rea- resurrección—. El signo es pobre o limitado, vul-
lidad vivencial del Buen Pastor y que es signo y nerable para la lógica y la «sabiduría» humana,
estímulo de la caridad pastoral. En el Nuevo Tes- como todos los signos de la presencia y de la ac-
tamento se le llama «virginidad» 35. tuación de Cristo.
Jesús vivió en esta disponibilidad afectiva, que En la construcción de toda Iglesia o comunidad
era una dedicación esponsal a la misión encargada eclesial particular, este signo, como los demás, tie-
por el Padre. Llamó a los doce apóstoles a compar- ne su importancia y necesidad. No se podría hablar
tir esta vida de caridad pastoral36. Y el Señor sigue de Iglesia particular plenamente establecida y ma-
33
LG 8 y c.3; PO 15. La acción eclesial se fundamenta «sobre dura, si no hubiera allí mismo, nacido en la misma
los apóstoles» (Ef 2 19-20). comunidad, este carisma de madurez en la candad.
M
CL. DILLENSCHNEIDER, El Espíritu Santo y el sacerdote (Sa-
lamanca, Sigúeme, 1965); L. LOCHERT, Autoridad y obediencia En el desarrollo de la personalidad del apóstol
en la Iglesia; P. LUMBRERAS, La obediencia, problemas y actua-
lidad (Madrid, Studium. 1957); H. RONDET, L'obéissance, pro- —dimensión también antropológica, además de
Heme de vie, mystére de foi (Paris, Mappus, 1966).
35
Mt 1,23; 2 Cor 11,2; Ap 14,4; 1 Cor 7,25. cristiana—, es necesario subrayar dos aspectos: la
36
Me 3,14; 1 Cor 7,25ss. intimidad esponsal y la dedicación al ideal apostó-
192 «Vida apostólica» Las virtudes del Buen Pastor 193
lico. Si alguien se hubiera comprometido en el te- do por este camino de una entrega esponsal de vir-
rreno de la virginidad y luego no tuviera esta inti- ginidad, este don de Dios no le pertenece, sino
midad con Cristo y esta dedicación de celo apostó- que pertenece a la comunidad (como todos los ca-
lico—que siempre es universal—, habría un fallo rismas); por tanto, es también la comunidad la
en la misma virginidad; podría haber una ascética responsable de la perseverancia y de la alegría en
y una cierta fidelidad a un compromiso, pero no la vivencia de este carisma. El mismo apóstol no
existiría propiamente la virginidad apostólica (se- puede decidir personalísticamente—o sólo por in-
ría sólo una especie de «soltería»). Lo mismo ca- tereses personales—en el caso de dudas o crisis.
bría decir si, junto al compromiso de la virginidad, La virginidad apostólica es un signo de Iglesia que
hubiera una vida rodeada de otros bienes y venta- pertenece a toda la Iglesia.
jas terrenas (sería una especie de adulterio o divor- La «soledad» sensible que puede producir la vir-
cio). Por otra parte, no es posible perseverar en la ginidad, se convierte en «soledad llena de Dios»,
vida de virginidad sin la intimidad profunda con en fecundidad de Iglesia, en signo y mordiente de
Cristo, que se expresa en una vida de oración. la caridad o del mandamiento del amor 38.
El carisma de la virginidad es siempre una dedi-
cación a un campo de caridad y de apostolado: vida E) LA POBREZA Y LA «VIDA APOSTÓLICA»
contemplativa, ministerial, de servicio de cari-
dad, etc. No se busca la virginidad en sí misma, El apóstol se siente más cuestionado por la rea-
sino que es una aspecto de la caridad. Por esto la lidad evangélica de Jesús que por explicaciones teó-
virginidad cristiana, especialmente en su relación a ricas más o menos profundas. No es la lógica de
la misión, no puede entenderse si no es a la luz de las ideas la que ha llamado al apóstol, sino la per-
la fe 37. sona del Buen Pastor que vivió pobre (Mt 8,20) y
La virginidad es don de Dios y, por ello mismo, llamó a los doce apóstoles a compartir esta vida de
supone la colaboración del apóstol. Todo apóstol, pobreza (Mt 10,5ss).
sin excepción, está comprometido a cultivar este Se podría discutir siempre hasta dónde debe lle-
don en la comunidad. Y si es él quien posee este gar la posesión y el uso de los bienes de la tierra
don, tiene que emplear los medios necesarios de (no sólo el dinero). Pero lo que es incuestionable
perseverancia: oración, sacrificio, devoción maña- es que el apóstol debe presentar en su propia vida
na, sacramentos, etc. Como medio apostólico es- un sismo de Cristo pobre. Las vocaciones concretas
pecífico está la misma fraternidad apostólica como pueden ser en una gama de posibilidades, pero
sostén de la generosidad. siempre ha de haber este signo de pobreza que es,
Cuando un apóstol ha sido llamado al apostola-
38
37
Sacerdotalts coelibatus: AAS 59 (1967) 657s. Véase L. LE-
Me 19,10-12; Le 20,35; 1 Cor 7,25; Ap 14,1-5. Véase GRAND, La virginité dans la Bible (París 1964); M. MORALES,
Sacra Virginitas: AAS 46 (1954) 161-191; Sacerdotalts coelibatus: La virginidad (Madrid 1962); J. M. PERRIN, La virginidad (Ma-
AAS -59 (1967) 657-697. drid, Rialp, 1954).
Espiritualidad misionera 7
Las virtudes del Buen Pastor 195
194 «Vida apostólica»
La pobreza apostólica es, más que privación, una
por ello mismo, signo de las bienaventuranzas: plenitud de caridad. Tiene sentido de comunión
aventurarlo todo por la caridad. con Dios, con el pueblo de Dios y con los demás
Ni la pobreza, ni la obediencia, ni la virginidad, apóstoles. La pobreza es una parte integrante de la
son un valor por sí mismas. Sólo adquieren su pro- «vida apostólica».
pio valor como signos y estímulos de la caridad. Las señales de la verdadera pobreza apostólica
En nuestro caso, se trata de la caridad pastoral. podrían reducirse a éstas: no considerarla como
Hay en el apóstol un espíritu de pobreza, cierta un valor en sí mismo o como un medio para con-
práctica de pobreza y cierto compromiso de pobre- vertirse en un «ídolo» de un grupo, disponibilidad
za, más o menos implícito según el grupo evange- en cuanto a toda clase de bienes materiales y espi-
lizador a que pertenece o según la llamada apostó- rituales, sufrimiento por ver que uno no es sufi-
lica. La misión que Cristo comunica a los suyos in- cientemente pobre como Cristo, humildad al ver
cluye, además del espíritu de pobreza o disponibi- las dificultades propias por alcanzar esta virtud,
lidad en aras de la caridad, una cierta práctica de deseo constante de aumentar la realidad de este
la misma y un cierto compromiso o propósito. signo del Señor, necesidad de comunión...
La pobreza apostólica no es la pobreza o mise- En este como en otros temas cristianos, juega un
ria que deriva de una situación social (culpable o papel determinante y decisivo el llamado «discer-
injusta). Esa pobreza es un mal. El mejor medio nimiento de espíritus». Pero ya la misma actitud de
para evitar y destruir este mal es la pobreza evan- querer ser pobre como Cristo, es una posibilidad de
gélica del apóstol, porque estimula a todos los cris- ver mejor cuál es la moción de la gracia. Quien
tianos a compartir sus bienes. quiere verdaderamente ser fiel a este carisma, sien-
te la necesidad de la ayuda de otros, especialmente
La pobreza del apóstol no excluye el uso de me-
por la fraternidad apostólica, por la revisión de
dios de apostolado o de seguridad social. Tampoco
vida, por la dirección espiritual. La pobreza evan-
es un desprecio de los bienes como creaturas de
gélica nace del encuentro periódico con Cristo es-
Dios. Es más bien una propiedad o un uso de es-
condido en los signos pobres de Iglesia: Eucaris-
tos bienes de modo que sirvan para cumplir mejor
tía, revelación, magisterio, liturgia, comunidad, su-
el precepto de la caridad y, en el caso del apóstol,
frimiento... 39
la entrega a la caridad pastoral. Por esto la pobreza
oráctica del apóstol es una exigencia—dentro de 39
A. ANCEL, La pobreza del sacerdote (Madrid, Euramérica,
las diversas posibilidades o vocaciones—que supo- 1957); Y. M. CONGAR, El servicio de la pobreza en la Iglesia
ne una disponibilidad de todo para poder servir me- (Barcelona, Estela); P. GAUTHIER, LOS pobres, Jesús y la Iglesia
(Barcelona, Estela, 1964); J. M. IRABURU, Pobreza y pastoral
jor en el campo propio de apostolado. El pueblo (Estella, Verbo Divino, 1968); M. JUNCADELLA, Espiritualidad
de Dios y todas las personas que deben ser evan- de la pobreza (Barcelona, Nova Terra, 1965); LÓPEZ MELÚS,
Pobreza y riqueza en los evangelios (Madrid, Studium).
gelizadas tienen necesidad y tienen el derecbo de
ver el signo del Buen Pastor,
PRESENTACIÓN
VIL FIDELIDAD A LA MISIÓN DEL
ESPÍRITU SANTO
Espíritu Santo y misión

La misión de Jesucristo se presenta como mi-


sión por el Espíritu '. Con esta misma perspectiva
SUMARIO
aparece la misión apostólica 2. Por esto San Pablo
puede resumir su vida diciendo que es «prisionero
Presentación: Espíritu Santo y misión. del Espíritu» y que obra por la «fuerza» del Espí-
1. Importancia y actualidad del tema. ritu Santo 3.
2. Síntesis bíblica. El concilio Vaticano I I , al presentar el tema de
3. Cristo, enviado y movido por el Espíritu Santo. la misión, comienza con esta misma perspectiva tri-
4. Los apóstoles, enviados por el Espíritu Santo. nitaria y neumatológica. La naturaleza misionera de
5. María, tipo de la Iglesia, fiel a la misión del la Iglesia es tal por tomar su origen «de la misión
Espíritu Santo.
del Hijo y de la misión del Espíritu Santo, según
6. La fidelidad a la misión del Espíritu Santo.
7. Discernir la acción del Espíritu Santo en la el propósito de Dios Padre» (AG 2). La misión
misión. cristiana, pues, arranca de los planes salvíficos del
8. La vida apostólica según el Espíritu Santo. Padre puestos en práctica a través de la misión de
Jesús (AG 3). Pero esta misión efe Jesús continúa
en la Iglesia por la fuerza del Espíritu. La misión
es el don de Cristo resucitado a su Iglesia.
Hay una relación estrecha entre la anunciación
y Pentecostés:
«Fue en Pentecostés cuando empezaron los 'he-
chos de los Apóstoles', del mismo modo que Cristo
fue concebido cuando el Espíritu Santo vino sobre
la Virgen María, y Cristo fue impulsado a la obra
de su ministerio cuando el mismo Espíritu Santo
descendió sobre él mientras oraba» (AG 4).

La Iglesia se hace «apostólica» por la comuni-


cación del Espíritu Santo el día de Pentecostés^
como fruto de la muerte y resurrección de Jesús.
1
2
Mt 1,18-20; Le 4,1.18; 10,21s.
3
Jn 20,21-23; Act 1,5-8.
Act 20,22; Rom 15,18; 1 Tes 1,4-7.
L98 La //miau del Lsp/i/lu Santo
Importancia y actualidad del tema 199
«El Espíritu Santo unifica en la comunión y en
il ministerio y provee de diversos dones jeráiquitos rismáticos» en el sentido de que han sido fieles a
y catismáticos a toda la Iglesia a ttavés de todos
los tiempos, vivificando, a la manera del alma, las una fuerte moción del Espíritu, al estilo de San
instituciones eclesiásticas e infundiendo en el cora- Pablo, de San Columbano (siglos vi y vu), de San
zón de los fieles el mismo espíritu de misión que Bernardo (siglo xn), de San Francisco de Asís y
impulsó a Ciisto> (AC 4).
Santo Domingo (siglo xin), de San Francisco Ja-
vier (siglo xvi), de Santa Teresa de Lisieux (si-
Para que la Iglesia sea verdaderamente un «sig-
glo xix) de otros santos y fundadores de institucio-
no levantado ante los tiempos» y un «sacramento nes misioneras.
universal de salvación» (AG 1), debe hacerse fiel
Nuestra época está muy marcada por la acción
a la misión del Espíritu Santo (LG 4). del Espíritu Santo: «nosotros vivimos en la Iglesia
un momento privilegiado del Espíritu» 5. El acento
1. Importancia y actualidad del tema en la teología de los carismas, así como la impor-
tancia de los movimientos de espiritualidad y gru-
La importancia de este tema salta a la vista pos de oración, la búsqueda de experiencias de
cuando se considera toda la historia de salvación Dios, etc., atestiguan esta realidad de una nueva
como obra del Espíritu Santo. El apóstol queda acción del Espíritu. Pero hay que saber discernir lo
enrolado en una acción y misión del mismo Espí- que es del Espíritu Santo y lo que es producto de
ritu: anuncia y comunica las obras salvíficas (que nuestras ideologías.
son obras del Espíritu), bautiza en el Espíritu, vive Ante una nueva época de evangelización, hay
las exigencias apostólicas según el Espíritu, hace que descubrir cuál es verdaderamente la acción del
caminar «hacia el Padre por medio de Cristo en un Espíritu Santo De ahí la invitación del papa Pa-
mismo Espíritu» (AG 4). blo VI y del Sínodo Episcopal de 1974 a «estu-
Cada época histórica es un nuevo Pentecostés diar profundamente la naturaleza y la forma de la
o una presencialización del primer Pentecostés. De acción del Espíritu Santo en la evangelización de
nuestra época lo dice la oración de Juan XXIII hoy día» 6.
para el éxito del concilio Vaticano II:
Baste recordar estas líneas teológicas de fuerza:
«Renueva en nuestro tiempo los prodigios de un
nuevo Pentecostés y concede que la Iglesia santa «No habrá nunca evangelización posible sin la
propague el reino del Salvador divino, que es remo acción del Espíritu Santo . El es quien actúa en
de verdad, de justicia, de amor y de paz» 4 . cada evangehzador que se deja poseer y conducir
por él Las técnicas de evangelización son buenas,
Pentecostés enmarca toda la historia de la mi- pero ni las más perfeccionadas podrían reemplazar
la acción discieta del Espíritu Sin él, los esque-
sión eclesial. Los grandes apóstoles han sido «ca-
rra/;^/// iiuntiandi 75
4
' Ibid Una invitación paleada en la cxhoitación apostólica
AAS 51 (1959) 382, citada también en la constitución Hu- \Unialn tultHi 27 AAS 66 (19741 UV168.
manae salutis (25 dic 1961).
Síntesis bíblica 201
200 La misión del Espíritu Santo
rentemente insuperables, Dios puede enviar su Es-
mas más elaborados sobre bases sociológicas o psi-
cológicas se revelan pronto desprovistos de todo píritu y hacer resucitar los huesos secos. Los sal-
valor» 7. mos cantan esta acción maravillosa de Dios, que
obra continuamente una segunda creación por la
Toda la obra evangelizadora es obra del Espíri- fuerza del Espíritu 10.
tu Santo, que reclama, por ello mismo, la colabo- Los profetas reciben la misión con la fuerza del
ración del apóstol. Espíritu que les hace hablar, juzgar, salvar n . El
enviado o misionero se convierte en una prolonga-
«El Espíritu Santo es el agente principal de la
evangelización..., él es el término de la evangeliza- ción del que envía, a modo de mediador de la pa-
ción; solamente él suscita la nueva creación, la hu- labra de Dios. Por esto, el mensajero prof ético se
manidad nueva a la que la evangelización debe con- presenta lleno de fuerza y de vida. El Espíritu ha-
ducir...; él es quien hace discernir los signos de
los tiempos, signos de Dios, que la evangelización bla por sus enviados. San Cirilo llama a los profe-
descubre y valoriza en el interior de la historia» 8. tas «portadores del Espíritu» n.
Los enviados por el Espíritu son testimonios de
2. Síntesis bíblica sobre el Espíritu Santo una presencia de Dios que abarca el universo geo-
y la misión gráfico e histórico (Is 59,19s). La misión del Es-
píritu, en el Antiguo Testamento, tiene ya esta
Ya en el Antiguo Testamento los enviados por perspectiva universalista, al menos en embrión.
Dios reciben el Espíritu para hablar y obrar en
En el Nuevo Testamento, Jesús se presenta como
nombre del Señor. Son hombres que poseen la
ungido y enviado por el Espíritu Santo (Le 4,18).
fuerza del Espíritu (ruah), están investidos de la
Y esa misión la transmite a sus apóstoles comuni-
misión del Espíritu (salah) y comunican la palabra
cándoles el mismo Espíritu (Jn 20,21-23) 1 3 . La
del Espíritu (dabar). Tanto la creación como la
vida de Jesús y la vida de los «apóstoles» es una
historia salvífica se atribuye al Espíritu, que con-
misión del Espíritu. Los apóstoles continúan la mi-
duce al pueblo hacia la tierra prometida 9 .
sión de Cristo a modo de «instrumentos vivos»
En los momentos de dificultades históricas, apa- ( P O 12). El Espíritu Santo es la «fuerza» que
'a Ibid. acompaña siempre la acción apostólica y, por ello
Ibid. Véase Y. M. CONGAR, Esquisse du mysthe de l'Église mismo, es llamado el «alma de la Iglesia» (AG 4;
(Paris 1953) cap.V); ID., Ventéente (Paris 1956); D. BERTETTO, LG 7).
Lo Spirito Santo e santifkatore (Roma, Pro Sanctitate, 1977)
(con bibliografía final); J. DANIÉLOU, La mission du Saint Esprit, Pentecostés es el momento inicial de la acción
en Le mystére du salut des nations (Paris 1956); CH. JOURNET,
La mission visible de l'Esprit Saint, en Revue Tbomiste 65 misionera de la Iglesia (AG 2). La «virtud de lo
(1965) 357-397; P. DE MONDREGANES,' Función misionera del Es-
píritu Santo: Euntes Docete 8 (1955) 326-344; A. RETIF, Témoig- 10
nages et prédication missionnaire dans les Actes des Apotres: Ez 37; Ps 104,29-30; 33,6.
11
Nouvetle Revue Théol. 83 (1951) 152-165; Y. RAGUIN, L'Esprit Jer 1,7.25; Ex 3,10; Dt 34,9; Ecl 48,12.
12
sur le monde (Desclée 1957) (Espíritu, hombre, mundo, Madrid, ln loann. Evang. 5 c.2: PG 73,752.
13
Narcea, 1976). Véase más abajo los números 3 y 4.
9
Gen 1,2; 8,1; Ex 10,13.19; 14,21s.
202 La misión del Espíritu Santo Cristo, enviado por el E. S. 203
alto» (Le 24,49) esponja toda la persona del após-
tol y lo empuja hacia la acción apostólica. Por esto 3. Cristo, enviado y movido por el Espíritu
los apóstoles anuncian la palabra de Dios llenos del Santo
Espíritu Santo, con una fuerza irresistible 14.
El universalismo de la misión del Espíritu, Toda la vida de Jesús es misión en el Espíritu
anunciado ya por los profetas (Joel 3,ls), se ma- Santo. Se define a sí mismo como «aquel a quien
nifiesta en tres momentos de la Iglesia primitiva: Dios ha enviado... Dios no le dio el Espíritu con
el primer Pentecostés (Act 2), la venida del Espí- medida» (Jn 3,34). En él se cumplen las profecías
ritu Santo en una comunidad cristiana (Act 4,31), del Antiguo Testamento, puesto que es el Mesías
la venida del mismo Espíritu en una comunidad «ungido» por el Espíritu como sacerdote, profeta
gentil (Act 10,44-48). El don de lenguas significa y rey. Cuando Jesús se presenta en Nazaret como
que ha terminado la confusión de Babel y preanun- ungido y enviado por el Espíritu (Le 4,18), cita
cia la conversión de todas las gentes para formar el texto de Isaías (Is 61) en que se relacionan los
un solo pueblo de Dios. tres aspectos de la misión profética: fuerza, misión
La misión que toda la Iglesia recibe del Espíri- y palabra.
tu se manifiesta en una vida de caridad, en una La plenitud del Espíritu en Jesús abarca todo
toma de conciencia de la presentación y acción del su ser, su vida y acción apostólica: encarnación
mismo Espíritu, en expresiones sensibles y en tes- (Mt 1,18.20), bautismo (Jn 1,33), Nazaret (Le 4,
timonio audaz (Act 4,31-33). En las dificultades, 18), desierto (Me 1,12), bautismo en el Espíritu
gracias a la fuerza del Espíritu, la Iglesia se pre- (Tn 1,11), predicación con la fuerza del Espíritu
senta como «mártir», es decir, como testigo irre- (Le 4,14), gozo en el Espíritu (Le 10,21), comu-
sistible (Act 6,10; 7,55s). nicación de la misión como obra del Espíritu
La conversión de los primeros gentiles (Act 10) (Jn 20,21), fuente que comunica el Espíritu (Jn 7,
manifiesta la igualdad básica de todos los hombres 37-39).
en Cristo (Act 11,15; 10,17). Es el Espíritu quien El evangelio de San Juan subraya la figura del
produce las conversiones (con la colaboración del Buen Pastor que camina hacia «la hora del Padre»
apóstol), incluso cuando se trata de conversión de —hacia la cruz y la resurrección—, en la que co-
grupos (Act 10,14) 15 . municará a todos los hombres el «agua viva» o el
Espíritu Santo. Uniendo esta perspectiva a la de
14
Rom 15,18; 1 Cor 2,4; Act 3,29; 4,8.13.31. San Lucas, podemos resumir la vida apostólica de
15
J. ESQUERDA, El apóstol, testigo y cooperador de la acción
del Espíritu Santo en el mundo, en La santificación cristiana en Jesús como una subida a Jerusalén marcada por
nuestro tiempo (I Semana de Teología Espiritual, Toledo 1975) unas etapas o mociones del Espíritu: la moción ha-
(Madrid, Edit. Espiritualidad, 1976); ID , Prisionero del Espíritu
(textos bíblicos meditados) (Salamanca, Sigúeme, 1976); J. GIBLET,
Les promesses de l'Esprít et la mission des Apotres dans les 15 (1967) 423-439; I D , El Espíritu Santo y la misión (Bérriz
i Évangiles, en Irenikon 30 (1957) 5-43; J. LÓPEZ-GAY, La función 1967); C. SPICQ, Le Saint Esprit, vie et forcé de l'Église primi-
* del Espíritu Santo en el kerigma bíblico, en Misiones Extranjeras tive, en Lumiere et Vie 10 (1953) 9-28.
204 La misión del Espíritu Santo Los apóstoles, enviados por el E. S. 205
cía el desierto, e! envío para evangelizar a los po- se ha de anunciar a todos los hombres. Evangelizar
bres y el gozo en el Espíritu como anticipo de la significa anunciar este gozo salvífico que, como don
resurrección. del Espíritu, proviene de la muerte y de la resu-
Hacia el desierto: «Jesús, lleno del Espíritu San- rrección de Jesús. Este gozo es una nota caracte-
to, se volvió al Jordán y fue llevado por el Espíritu rística de la vida del apóstol, como una expresión
al desierto» (Le 4,1). La capacidad de darse se de la caridad. Es el gozo de las «bienaventuranzas».
mide por la capacidad de silencio, oración, desier-
to. La fecundidad apostólica de Jesús está ligada 4. Los apóstoles, enviados por el Espíritu Santo
a los momentos de desierto, de Nazaret, de noches
La misión de Cristo comunicada a los apóstoles,
pasadas en oración o en la agonía de Getsemaní.
goza de las mismas características (Mt 10,16-20).
Los planes salvíficos de Dios se manifiestan en es-
En medio de las dificultades, podrán dar testimonio
tos momentos de desierto. Por esto los criterios
porque el Espíritu Santo hablará por su actuación
apostólicos de Jesús son muy distintos de las fal-
apostólica. Cuando Jesús prometió el don del Es-
sas esperanzas mesiánicas de entonces y de nuestro
píritu, presentó tres aspectos de esta misión: la
tiempo—las tres tentaciones son los criterios opues-
presencia del Espíritu en ellos, la acción del Espí-
tos a la acción del Espíritu.
ritu que les transformará en testigos, la fuerza del
Evangelizar a los pobres: «El Espíritu Santo está Espíritu para anunciar el Evangelio (Jn 14-16).
sobre mí, porque me ungió para evangelizar a ios El apóstol se convierte, por obra del Espíritu,
pobres, me envió a predicar a los cautivos la liber- en «gloria» o epifanía—signo—de Jesús (Jn 17,
tad» (Le 4,18). La caridad del Buen Pastor se hace 10). De esta manera el Espíritu «glorificará» a Je-
extensiva a todos, especialmente a los que sufren; sús (Jn 16,14). Así, los apóstoles han recibido la
por esto «cargó con nuestras enfermedades» (Mt 8, misma gloria de Cristo (Jn 17,22-23). Por esto los
17). Así es Jesús como la epifanía personal de Dios apóstoles son «gloria de Cristo» en cuanto «após-
Amor, puesto que «los pobres son evangelizados» toles de la Iglesia» (2 Cor 8,23). El ser y la actua-
(Le 7,22). La cercanía al hombre que sufre es la ción del apóstol, así como la realidad misionera de
señal del Espíritu. la Iglesia, son la mejor expresión de la «gloria» de
El gozo en el Espíritu Santo: «En aquella hora Dios: «Dios es glorificado plenamente por medio
se sintió inundado de gozo en el Espíritu Santo de la actividad misionera» (AG 7).
y dijo: Yo te alabo, Padre»... (Le 10,21s). El gozo La fuerza del Espíritu que resucitó a Jesús es la
en el Espíritu nace cuando ha habido una entrega misma que ahora actúa en el ministerio de los após-
a los demás a través del sacrificio y de la inmola- toles (Rom 15,18). Es una nota característica de
ción de sí mismo. Sólo cuando se ha aprendido a la vida apostólica. San Pablo resumía esta reali-
amar en el sufrimiento, se encuentra este «gozo dad diciendo que era «prisionero del Espíritu»
salvífico» de Jesús que es don del Espíritu y que (Act 20,22).
María, fiel al E. S. 207
206 La misión del Espíritu Santo
evangelio de San Juan, el título de «mujer» aplica-
El apóstol, como Jesús, tiene que pasar por mo-
do a María se encuentra en momentos de fidelidad
mentos de desierto y de cruz. La narración de los
de María a Cristo, que es Palabra de Dios. Así la
Hechos de los Apóstoles es un testimonio de la
Nueva Eva queda asociada al Nuevo Adán. El «agua
muerte y de la resurrección de Jesús porque es na-
viva»—o el vino nuevo—que brota del costado de
rración de los momentos de oración, sufrimiento,
Cristo, está relacionada con la fidelidad de María,
persecución y martirio de los apóstoles. Para este
que personifica a la Iglesia ,6.
objetivo fueron «bautizados» o «revestidos» del
Espíritu (Le 24,49; Act 1,5.8). Así se acercarán El envío del Espíritu Santo el día de la encar-
a todos, especialmente a los pebres, para «llenar nación es para hacer de María la Madre de Dios,
de Evangelio» todas las circunstancias de la vida Tipo y Madre de la Iglesia. La fidelidad de María
humana (Rom 15,19). a esta misión del Espíritu es el anticipo personi-
El gozo en el espíritu es herencia de Cristo a ficado de la fidelidad de la Iglesia al mismo Espí-
sus apóstoles (Jn 16,20-24). Es un gozo que nace ritu desde Pentecostés y en toda la historia pos-
de la intimidad con Cristo y de saber sintonizar terior.
con sus intereses (Jn 16,13-15). La paz que Cristo La fidelidad de María a la misión del Espíritu
comunica a los apóstoles, mientras les hace partí- presenta las mismas características de pasar por el
cipes de la misión de! Espíritu, es el mismo gozo desierto, de entrega a los pobres y de gozo en el
pascual que los apóstoles deberán anunciar al mun- Espíritu Santo.
do entero (Jn 20,20-23). La respuesta fiel de María a la palabra de Dios
fue una entrada cada vez más profunda en el ca-
5. María, tipo de la Iglesia, fiel a la misión mino de la fe que es «silencio» de Dios (Le 2,19
del Espíritu Santo y 51).
La epifanía y cercanía de Jesús a los «pobres»
Los evangelios, especialmente en los fragmentos se realiza siempre en una circunstancia mariana:
marianos, subrayan la acción del Espíritu Santo santificación del Precursor, manifestación a los pas-
como manifestativa de la filiación divina de Jesús tores y a los reyes, presentación en el templo, pér-
y de la maternidad divina de María. La misión de dida en el mismo, milagro de Cana, cruz, Pente-
Jesús queda, pues, enmarcada en esta faceta maria- costés... Por esto María, en el Magníficat, se llama
na. La acción del Espíritu que envía a Jesús, que le a sí misma «pobre» (anawim).
guía hacia el Calvario y que le resucita, es la misma
acción que hace de María Madre de Dios y que La misma Santísima Virgen canta la paz o gozo
continúa en la Iglesia, En esta acción del Espíritu salvífico en el Magníficat (Le 1,47), dentro de una
se fundamenta la misión de la Iglesia.
" Jn 2,1-11; 19,25-27. Véase A. FEUILLET, Jésus et sa Mere,
La fidelidad de María a esta acción y misión del d'aprés les récits lucantens de l'etifance el d'aprés saint lean (París,
Gabalda, 1974).
, Espíritu es tipo de la fidelidad de la Iglesia. En el
208 La misión del Espíritu Santo fidelidad a la misión del E. S. 209

perspectiva del Pueblo de Dios y de salvación uni- el sentido de convertir al apóstol en «gloria» y tes-
versal. « tigo de Cristo.
La fidelidad de María a la palabra de Dios y al Por parte del apóstol, la fidelidad a la presencia
Espíritu Santo, la convirtió en tipo del apóstol y y acción del Espíritu comporta: tomar conciencia
de la maternidad eclesial (LG 65). Si la fe de los de esta realidad, docilidad, generosidad, sentido de
apóstoles dependió, en gran parte, de la actuación instrumento.
de María en Cana (Jn 2,11), la actividad apostólica En la fidelidad del apóstol se concretiza la rea-
está relacionada con María como tipo y madre de lidad de una Iglesia que es madre—apostólica—
los apóstoles: «La Virgen fue, en su vida, ejemplo porque es esposa fiel. Supone, pues, decidirse a
de aquel materno amor con que es necesario estén correr la suerte de su Esposo Cristo—o beber su
animados todos aquellos que, en la misión apostó- cáliz—, relacionarse íntimamente con él, sintoni-
lica de la Iglesia, cooperan a la regeneración de los zar con sus intereses respecto a los planes salvífi-
hombres» (LG 65). cos del Padre.
La acción apostólica es un servicio de la mater- La fidelidad a la misión del Espíritu tiene tam-
nidad de la Iglesia, virgen (fiel) y madre (fecunda) bién una faceta más estática y otra más dinámica.
por la acción del Espíritu Santo. Pentecostés es un Se trata de una fidelidad a la doctrina: conservar-
paralelo de la encarnación (LG 59; AG 4). La la y profundizarla, para aplicarla a situaciones hu-
Iglesia se hace, como María, virgen y madre por la manas nuevas. Y se trata también de una fidelidad
fidelidad a la misión y a la acción del Espíritu a la acción santificadora y apostólica del Espíritu
Santo (LG 6 4 ) " . Santo. El apóstol está empeñado en un proceso
de «bautismo» o de configuración con Cristo que
6. Fidelidad a la misión del Espíritu Santo es obra del Espíritu.
La promesa de Jesús sobre la misión del Espíri- La fidelidad apostólica tiene unas circunstancias
tu presenta estos aspectos: presencia y acción del de tiempo y de lugar. Es, pues, una fidelidad que
Espíritu Santo. Es una presencia transformante en se concreta todos los días. Estar atento a la acción
concreta del Espíritu es el secreto del éxito apos-
17
Véanse diversos estudios en Le Saint-Esprit et Marte, en tólico.
Eludes Muríales 1969-1972. También en La Madre di Cristo nel
dinamismo rinnovante dello SpirUo Santo (Collegamento Ma- Los signos eclesiales son portadores de la acción
riano Nazionaie) (Roma 1972); A. CHEMA, Our Lady and the
Holy Spirit, en Marian Studies 23 (1972) 69-78; M. DUPUY, del Espíritu. El apóstol es servidor de estos signos.
L'Esprit Saint et Marte dans l'École franqaise, en Études Mariales
26 (1969) 19-35; J. ESQUERDA, Espiritualidad mariana como fide-
Fidelidad al Espíritu es, pues, fidelidad a estos sig-
lidad a la misión del Espíritu Santo (Congreso Mariológico-Ma- nos, sin convertirlos en expresiones personalistas
riano, Roma 1975); M. J. L E GUILLOU, Le Saint-Esprit, Marie
et l'Église, en Études Mariales (1970) 95-104; H . M. MANTEAU- estériles.
BONAMY, La Vierge Marie et le Saint-Esprit (París, Lethielleux, La vida teologal del apóstol es su expresión con-
1971); J. MOUROUX, Le role de la Vierge dans l'Église apostolique
d'aujourd'hui, en Études Mariales (1969) 67-73. creta de fidelidad al Espíritu: fe como fidelidad
210 La misión del Espíritu Santo
Discernir la acción del E. S. 211
al mensaje, esperanza como fidelidad a las prome-
acción del Espíritu Santo y por seguirla generosa-
sas, caridad como fidelidad a la acción santificadora
mente. Se trata, según la invitación de Evdngelü
y transformante. La fidelidad al Espíritu es don de
nuntiandi, de «estudiar profundamente la natura-
Dios que hay que alcanzar con actitudes de ora-
leza y la forma de la acción del Espíritu Santo en
ción, humildad, confianza. Más que saber explicar
la evangelización de hoy día» ".
cómo es la fidelidad al Espíritu, importa decidirse
El tema del discernimiento de la acción del Es-
a ponerla en práctica.
píritu Santo en la misión y evangelización, tiene
En la vida apostólica, como en la vida cristiana
relación estrecha con el tema de los «signos de los
en general, se encuentra una serie de obstáculos a
tiempos» 20. Esta frase evangélica tiene sentido apos-
la fidelidad del Espíritu, entre los que sobresalen
tólico de fidelidad a los planes salvíficos del Pa-
las posturas habituales de disipación, de falta de
dre 21. El Buen Pastor da la vida siguiendo estos
esfuerzo, de aficiones desordenadas. No existe esta
designios de salvación 22.
fidelidad cuando hay otra escala de valores distinta
a aquella que aparece en la historia salvífica. El Es- Discernir la acción del Espíritu en la vida apos-
píritu Santo no actúa a través de apóstoles que es- tólica es un tema clásico en el Nuevo Testamen-
tén aferrados a sus propios criterios o a sus pro- to 23. Es un aspecto del ministerio apostólico
pios derechos e intereses personales. (PO 9.17). La acción del Espíritu se manifiesta a
través de signos eclesiales y de la vida ordinaria.
La vida apostólica es un proceso de fidelidad a No sería posible acertar con verdadera acción y «ca-
ía acción del Espíritu Santo. Es un dinamismo de risma» del Espíritu si se prescindiera de estos sig-
«pobreza», en el sentido de convencimiento cada nos eclesiales. La relación entre visibilidad de la
vez más profundo de la propia contingencia o limi- Iglesia y «carismas» es uno de los temas básicos
tación. Y es un dinamismo de actitudes cada vez de la constitución conciliar Lumen gentium (LG 8
más semejantes a las del Buen Pastor, que dio la y 12). Existe siempre el riesgo de confundir la ac-
vida según el mandato recibido del Padre y según ción del Espíritu Santo con las tendencias de la
la moción del Espíritu Santo (Jn 10,18; Heb 9, naturaleza (psicología) e incluso con la acción del
14) 18 . espíritu malo. El apóstol debe estar acostumbrado
a discernir la verdadera acción del Espíritu, distin-
7. Discernir la acción del Espíritu Santo guiéndola de razones humanas válidas en sí mis-
en la misión mas, pero al margen de la economía de la gracia
En un momento especial de evangelización, como de Cristo.
el presente, la Iglesia se esfuerza por discernir la La acción apostólica como discernimiento del Es-
18 18
G. RAMBALDI, Docilita alio Spirito Santo... dei presbiteri Evangelii nuntiandi 75.
20
secondo il Decreto «Presbylerorum Ordinis», en Gregorianum 48 21
Véase c.V n.3.
(1967) 481-521; A. ROYO, El gran desconocido (Madrid, BAC, Mt 7,15-20; 16,2-4; 24,32s; Le 12,54s; 19,41.
22
1973) e l 5 : La fidelidad al Espíritu Santo. In 2,4; 10,18; 12,23; 7,30; 8,20.
23
1 Cor 12,10; 1 Jn 4,1.
212 La misión del Espíritu Santo La vida apostólica según el Espíritu 213

píritu, tiene aplicación concreta en estos campos: con la doctrina apostólica, edificación de la comu-
discernir luces y mociones, consolaciones y desola- nidad, unidad—no uniformidad—, luz, paz, ale-
ciones, movimientos y grupos eclesíales nuevos, ma- gría... 24 Lo que estuviera al margen del «sentido
nifestaciones o fenómenos extraordinarios, decisio- común», no es del Espíritu. Tampoco es acción del
nes y elecciones, situaciones nuevas, proceso de ora- Espíritu cuanto se mueva al margen del «sentido
ción y de renovación, dinámica de la configuración de Iglesia», que es un sentido de delicadeza y
con Cristo, etc. Cada uno de estos puntos presenta amor, además del servicio incondicional que han
una gran complejidad de problemas en los que hay tenido los santos apóstoles respecto a la Iglesia 2S.
que deslindar la acción de la gracia, distinguiéndola
de cuanto haya nacido del egoísmo o de puntos de 8. La vida apostólica según el Espíritu
vista al margen del Evangelio.
La vida apostólica según el Espíritu es una vida
Para saber acertar en el discernimiento de la ac- de fidelidad y de discernimiento, como acabamos
ción del Espíritu, el medio más concreto es la pro- de explicar. Vamos a ver ahora el dinamismo de la
pia fidelidad a la misma acción. Hay un punto de acción del Espíritu Santo en el campo de la misión
referencia muy práctico, si uno está habituado a la y de la evangelización, pero concretándolo princi-
reflexión y a la lectura: la referencia al magisterio palmente en tres puntos: en el proceso de la ora-
de la Iglesia y a la vida de los santos. Esta refe- ción, de la configuración con Cristo y de la evan-
rencia es como un tono que se adquiere a lo largo gelización directa.
de muchos años. Lo que no suene según esta pauta, Toda la vida apostólica queda polarizada por los
no le interesa al apóstol. En la antigüedad, para dis- grandes acontecimientos salvíficos que, según el
cernir una actuación apostólica concreta, se hablaba Nuevo Testamento, son obra del Espíritu. El após-
de referencia a la «vida apostólica», es decir, a la tol queda comprometido en un proceso de profun-
doctrina y a la vida de los apóstoles. dización de estos misterios cristianos—oración, es-
En general, los medios de discernimiento son: tudio—, en un proceso de vivencia—bautismo,
la gracia, el consejo o el estudio de documentos, configuración con Cristo—, en un proceso de anun-
la experiencia propia o ajena. Básicamente se resu- cio y de comunicación de los mismos misterios.
me en uno: ser consciente de la propia incapacidad El proceso de la oración apostólica es proceso
de discernimiento sin la ayuda de Dios y de los de sintonización con los planes salvíficos de Dios
hermanos. y con los intereses salvíficos de Cristo. La oración
En este campo del discernimiento no pueden apostólica nace de un encuentro personal con el
darse reglas matemáticas. De los textos del Nuevo Señor y de un compromiso de asumir las realida-
Testamento se desprenden unas notas del actuar 24
1 Cor 12 y 13; 14,12; 1 Jn 4,ls; Ef 5,8; Gal 5,22.
25
del Espíritu Santo: acción estructurante o en rela- Véase en «Dictionnaire de Spititualité»: Discerttement des
esprits, III, 1222-1291; G. TERRIEN, Le discemement dans les
ción a la visibilidad de la Iglesia, relación estrecha écrits pauliniens (Paris, Gabalda, 1973).
Lti vida apostólica según el Espíritu 215.
214 La misión del Espíritu Santo

des humanas para iluminarlas con la palabra de Dios El proceso de evangelización, además de abarcar
y convertirlas en diálogo con Dios y en entrega el proceso de oración y de configuración con Cristo,
de Buen Pastor. La oración apostólica no es, pues, compromete al apóstol en una dinámica de «unidad
un acumulamiento de prácticas piadosas, sino un de vida» o de saber presentar, en su propia vida,
proceso de actitud filial como la de Jesús, que ne- el sermón de la Montaña. El Evangelio no puede
cesita, por ello mismo, concretizaciones prácticas presentarse, simplemente, como una teoría religio-
y momentos fuertes de oración. Pero la oración sa cualquiera, aunque fuera la mejor, sino como
apostólica abarca también la responsabilidad de una actitud básica que arranca del mensaje doctri-
hacer que la comunidad cristiana sea comunidad nal y de los hechos salvíficos realizados por Jesús.
orante bajo la acción del Espíritu. Hacer personas El apóstol es tal en la medida en que presente, en
y comunidades de oración es uno de los ministerios su dedicación apostólica, la actitud del Buen Pastor,
básicos del apóstol. Una nota de autenticidad es que ama y da la vida en los momentos más difíciles
el universalismo de la oración del apóstol y de la de la vida humana (son las circunstancias descritas
comunidad que preside o en la que sirve. en las «bienaventuranzas»). La acción apostólica
apunta a crear personas y comunidades que vivan
El proceso de bautismo o de configuración con
esta realidad de bienaventuranzas, es decir, que sean
Cristo se realiza también bajo la acción del Espí-
personas y comunidades de caridad.
ritu. No se trata sólo de la santificación personal
del apóstol, sino también del proceso de «bautis- La vida apostólica es, pues, una vida según el
mo» que debe relizarse en la vida de toda persona Espíritu, el cual, «hoy igual que en los comienzos
que ha encontrado a Cristo. Es un proceso de fe, de la Iglesia, actúa en cada evangelizador que se
esperanza y caridad, a modo de sintonización con deja poseer y conducir por él, y pone en los labios
los criterios, escala de valores y actitudes de Cristo. las palabras que por sí solo no podría hallar, pre-
La acción apostólica, en este campo, viene a ser disponiendo también el alma del que escucha para
una «dirección espiritual» (de tipo «ministerial» o hacerla abierta y acogedora de la Buena Nueva y del
de servicio de signos eclesiales). El apóstol debe reino anunciado» 26.
conocer los caminos del Espíritu, haberlos expe-
26
rimentado, para guiar por ellos a todo el pueblo D. BERTETTO, LO Spirito Santo e santificatore (Roma, Pro
Sanctitate, 1977); C L . DILLENSCHNEIDER, L'Esprit Saint et le
encomendado. Muchas veces la acción apostólica prétre (París 1963); J. ESQUERDA, Prisionero del Espíritu (Sala-
manca, Sigúeme, 1976); E. F. FARREL, Surprised by the Spirit
deja sensación de vacío, precisamente porque el (New Jersey, Dimensión Books, 1973); G . HUYGHE, Growth in
apóstol se ha ceñido a unas conquistas externas the Holy Spirit (Westminster [Maryland], Newman Press, 1962);
A. GRANADOS, Acción del Espíritu Santo en el desarrollo de la
—de aaruoación en torno a su acción personal—- comunidad cristiana, en Misiones Extranjeras 11 (1964) 29-35;
v ha olvidado todo el proceso de la vida espiritual J. LECUYER, Mystére de la Ventéente et apostolicité de la mission
de l'Église, en Études sur le sacrement de VOrdre (París 1957);
del cristiano iniciada en el bautismo. Una de las J. SHEETS, The Spirit speaks in tis (Dimensión Books 1969).
causas es la ignorancia respecto a Ja «teología es-
piritual» o espiritualidad.
VIII. ORACIÓN Y EVANGELIZARON
PRESENTACIÓN

Oración y evangelización son dos temas comple-


SUMARIO
mentarios, aunque no pocas veces se hayan presen-
tado como conflictivos. En todos los períodos his-
Presentación. tóricos se nota alguna preferencia por uno u otro
1. Corrientes actuales. tema. Acostumbra a ser el eco de un acento am-
2. Orar y evangelizar. biental, bien sea sobre la acción externa (compro-
3. El diálogo con Dios en las religiones no cris- miso, renovación social, etc.), o sobre la interiori-
tianas. zación (reflexión, carismas, vida interior, etc.).
4. Lo específico de la oración cristiana.
El apóstol se encuentra siempre cuestionado por
5. Experiencias místicas no cristianas.
el acento en uno de los dos temas. Si el acento re-
6. La «aculturación» de la contemplación cristiana.
7. Lo específico de la contemplación cristiana. cae sobre la acción externa, se corre el riesgo de
8. La contemplación cristiana como valor evangeli- la llamada «herejía de la acción». Si, por el con-
zador actual. trario, se acentúa la interiorización, se corre el ries-
go de una evasión, alienación o subjetivismo.
En realidad, no pueden contraponerse oración y
evangelización, puesto que la primera forma tam-
bién parte de la segunda. Pero cuando una perso-
na se busca a sí misma, cae fácilmente en la moda
de las ideas ambientales. Las discusiones que par-
ten de un dilema entre vida interior o apostolado,
no pueden abocar a una solución aceptable, puesto
que para cada tema se pueden invocar valores y
principios absolutos.
El verdadero apóstol no se plantea, a nivel de
principios, la fricción entre oración y apostolado.
Cuando se vive la caridad apostólica, se encuentra
tiempo y motivos para orar y para darse a los
demás.
La figura de Jesús es siempre la pauta para el
apóstol. Nazaret y vida pública, noches de oración
y predicación por todos los pueblos, diálogo con el
Corrientes actuales de oración 2V)
218 Oración y evangelización
cada vez mayor de las experiencias de oración o de
Padre y cercanía a los pobres..., en Jesús son dos
interioridad tal como se practican en las religiones
facetas de un mismo amor (Me 1,35-38).
no cristianas. A su vez, en los países no cristianos
Hoy, en el campo de la evangelización, el tema
se valoran las obras cristianas clásicas de espiritua-
de la oración presenta una nueva problemática: el
lidad. Kxisie una especie de pregunta mutua:
encuentro entre la oración cristiana y la oración no
¿Cuál es vuestra experiencia de Dios?
cristiana. Este tema llega a su punto culminante al
hablar de la contemplación o de las experiencias Las tendencias de la sociedad actual acentúan la
místicas. ¿Tiene algo especial que aportar el após- importancia de orar partiendo de acontecimientos
tol cristiano en el campo de la oración y de las —para iluminarlos con la palabra de Dios—, así
experiencias contemplativas? Parece como si el fu- como la necesidad de espontaneidad, autenticidad,
turo de las religiones se fuera a perfilar en este silencio, vida comunitaria o expresiones de oración
encuentro comparativo de experiencias del encuen- en grupo. El apóstol de hoy, después de una época
tro con Dios. ¿Cómo se puede evangelizar a per- en que se caricaturizó la oración, se siente inter-
sonas o a pueblos que tienen una rica experiencia pelado por estas nuevas tendencias de espirituali-
de «contemplación»?... ' dad y de oración.
En una sociedad que tiende hacia la seculariza-
ción, se pregunta al cristiano no por unas fórmulas
1. Corrientes actuales de oración
y métodos de orar, sino principalmente sobre ex-
Después de un período histórico, en el que se periencias de Dios:
ha infravalorado la oración, se nota en todas par-
tes una búsqueda de experiencias sobre el diálogo «Paradójicamente, el mundo, que, a pesar de los
innumerables signos de rechazo de Dios, lo busca,
con Dios, experiencias de interioridad, experiencias sin embargo, por caminos insospechados y siente do-
de encuentro con Cristo, experiencias de la palabra lorosamente su necesidad, el mundo exige a los evan-
de Dios siempre viva y actual. Baste recordar los gelizadores que le hablen de un Dios a quien ellos
mismos conocen y rratan familiarmente, como si es-
movimientos actuales de espiritualidad, así como tuvieran viendo al Invisible» 2.
los grupos de oración, las manifestaciones colecti-
vas de entusiasmo, los encuentros de silencio, las 2
Evangelii nuntiandi 76. Algunos libros actuales hacen resaltar
escuelas de interiorización por medio de métodos estos aspectos de la oración cristiana. Véase CH. BERNARD, La
orientales (yoga, zen, meditación transcendental). pregbiera cristiana (Roma, LAS, 1976); A. M. BESNARD, La
preghiera come rischio (Milano, OR, 1973); B. BRO, Learning
En los países cristianos se nota un conocimiento to pray, (N. Y. 1969); Y. RAGUIN, Cammini di contemplazione
(Torino, Gribaudi, 1972); ID., Espíritu, hombre, mundo (Madrid,
Narcea, 1976); E. J. FARREL, Prayer is a hunger (Dimensión
Resumen doctrinal del tema y aplicaciones prácticas en- Books 1972); R. VOILLAUME, La contemplación boy (Salamanca,
,T. ESQUERDA, Contemplación cristiana y experiencias místicas no Sigúeme, 1975).
cristianas, en Evangelizzazione c culture, Atti del Congresso in-
ternazionale scientifico di Missiologia (Roma, 5-12 oct. 1975)
(Roma, Pontificia Universidad Urbaniana, 1976) vol.I 407-420;
Experiencias de Dios (Barcelona. Balmes. 1976).
220 Oración y evangelización Orar y evangelizar 221

oración. Por esto San Pablo pide las oraciones de


2. Orar y evangelizar todos (Col 4,3-4; 2 Tes 3,1). Si Dios no da el
«crecimiento», es inútil nuestro sembrar y regar
La fuerza del apostolado proviene de Dios. El (1 Cor 3,6-7).
apóstol es «instrumento vivo» (PO 2) en la medi- La oración del apóstol es una actitud de asumir
da en que sea hombre de oración. La capacidad de los intereses del Padre y los problemas de los hom-
caridad apostólica está en relación directa a su ca- bres en un diálogo vivencial con Dios que se tra-
pacidad de oración. Los sentimientos del Buen duce en una postura de dar la vida por los demás.
Pastor sólo se captan en diálogo con él. Así era la oración de Jesús, quien sigue siempre
Evangelizar es presentar el gesto del sermón de «intercediendo por nosotros» (Heb 7,25; Rom
la Montaña o de amar como ama Jesucristo. Esta 8,34).
caridad pastoral no es posible sin la oración. El Muchas veces, la oración apostólica está encua-
apóstol que no esté dedicado a la caridad, tampoco drada en un sentimiento de soledad y de «silencio»
sabrá orar. La «unidad de vida» es como el equili- de Dios. Estos momentos, que Jesús también ex-
brio entre la oración y la acción: pues bien, «esa perimentó en la cruz (Me 15,33-34), son los más
unidad de vida no puede lograrla ni la mera orde- fecundos en la vida de apostolado.
nación exterior de las obras del ministerio, ni, por La vocación apostólica es vocación de intimidad
mucho que contribuya a fomentarla, la sola prác- con Cristo y de dedicación al anuncio del Evange-
tica de los ejercicios de piedad» (PO 14). La «uni- lio (Me 3,14; Act 6,2-4). También es un servicio
dad de vida» nace del querer hacer la voluntad sal- de la maternidad de la Iglesia: los signos eclesiales
vífica de Dios, que reclama del apóstol momentos reciben siempre su fuerza de la palabra de Dios
de oración y momentos de acción, años de Nazaret expresada en oración o en contexto de plegaria.
y años de ministerio directo. Así se hace fecunda la Iglesia «sacramento univer-
Orar es parte integrante del trabajo pastoral: se sal de salvación».
prolonga la oración de Cristo como se prolonga su La oración apostólica tiene siempre perspectiva
palabra y su acción salvífica. Predicar el Evangelio universal como la oración de Jesús. Restringir las
sin espíritu de oración es correr el riesgo de pre- fronteras de nuestra vida interior significaría en-
dicarse a sí mismo o de ventilar las propias teorías cerrarse en una interioridad que no es la del Buen
y opiniones. Pastor. Pablo hacía oración por todos los pueblos
La actitud del Buen Pastor es una atención con- y por todos los hombres (1 Tim 2,1-6) 3 . j
tinua a la voluntad del Padre. Y esta actitud se
expresa en el diálogo de la oración. Nuestra misma
3
acción apostólica recibe ahora la fuerza de la ora- A. SEUMOIS, L'Anima dell'apostolato missionario (Bologna,
EMI, 1961). Véanse las encíclicas misioneras, especialmente Máxi-
ción de Cristo (Jn 17,20). mum illud, tercera parte; Rerum Ecclesiae, segunda parte. R. FA-
RICY, Evangelization and spiritual Ufe, en Documenta Missionalia
La fecundidad apostólica está condicionada a la 9 (1975) 141-159.
222 Oración y evangelización
La oración en las religiones no cristianas 223

interna y a una iluminación (budismo)... Mientras


3. £1 diálogo con Dios en las religiones
tanto, las religiones primitivas viven pendientes de
no cristianas la inserción de Dios—o de los espíritus—en las
Mientras en nuestro mundo «secularizado» con- circunstancias de la vida humana 4 .
tinúa infravalorándose la espiritualidad y la ora- Hacer comparaciones entre los diversos métodos
ción como tema en sí mismo, surge, como contras- y experiencias, sería inadecuado. En todas las ma-
te, una tendencia hacia las experiencias de interio- nifestaciones religiosas se encuentran personas que
rización. Es un fenómeno que se da también en los han llegado finalmente a una actitud de «unidad
sectores paganos, mientras, al mismo tiempo, el de vida» o a una cierta experiencia de Dios en la
proceso de secularización va minando paulatinamen- vida cotidiana. Cualquier camino y experiencia no
te las expresiones de culto popular. Este fenómeno, cristiana puede llevar al mismo término. No se puede
de doble cara, purifica las formas más caducas de olvidar la acción de la gracia en cada persona incluso
espiritualidad y acentúa el valor de las experiencias en el ambiente de formas religiosas diversas.
y métodos de oración en la historia de cada pueblo. El apóstol debe darse cuenta inmediatamente de
El misionero se encontró siempre sorprendido la falta de algo esencial, al menos en las expresio-
ante las experiencias de espiritualidad en las reli- nes escritas y orales: un Dios Amor que ha enviado
giones no cristianas. Hoy, ante la incidencia mayor a su Hijo para redimirnos. Siempre hay huellas de
del cristianismo, estas religiones redescubren su pa- esta realidad divina, pero el cristianismo parte del
sado de experiencias de oración. Por esto el misio- misterio de la Trinidad (que habita en nosotros) y
nero necesita ahondar, doctrinal y vivencialmente, del misterio de la Encarnación (Dios con nosotros,
en la oración cristiana, para poder valorar conve- «Emmanuel»): Jesús, el Hijo de Dios, hecho nuestro
nientemente las experiencias no cristianas. Por otra hermano, vive en nosotros y entre nosotros. Hasta
parte, hoy un misionero sin espíritu de oración que- dónde llega la fe explícita de los paganos, no nos
daría inutilizado para responder a las numerosas consta. Cierto que Dios les puede hacer entrar, aun
preguntas sobre experiencias de contemplación que sin explicitaciones, en su interioridad divina. Pero la
provienen de ambientes paganos. Se trata de un fe- revelación de los planes de Dios sobre sus relacio-
nómeno nuevo que ayuda a descubrir el valor eter- nes con nosotros urge a comunicar esta realidad a
no de la oración para la fecundidad apostólica. todo hombre de buena voluntad, especialmente a
Hay religiones que acentúan la esperanza, como tantos hombres que oran sinceramente.
hacen los salmos del Antiguo Testamento (judais-
mo), otras ahondan en la adoración y en la oración 4
Véase el tema de la oración según las diversas religiones no
vocal (mahometismo), otras presentan una dinámi- cristianas en Praycr-prtire Studia Missionalia 24 (1975); espe-
ca de purificación vital (hinduismo), otras prefie- cialmente: Oración en África, en el budismo, en el hinduismo,
en las religiones chinas. Más bibliografía en nota 7,
ren la negación de todo deseo para llegar a una paz
224 Oración y evangelizarían Lo específico de la oración cristiana 225

decir «Padre nuestro» a Dios, gracias al Espíritu


4. Lo específico de la oración cristiana Santo que nos configura con Cristo 5.
En la medida en que el cristiano adopta una pos-
Toda oración auténtica viene a reducirse a una tara de pobreza-—como la del publicano, la Mag-
actitud de culto y de diálogo. La actitud de culto dalena o la de María Santísima en el Magníficat—
es el resultado de reconocer a Dios como primer y una postura de confianza y de amor—conversión,
principio; culto es también adoración, acción de hacer la voluntad de Dios—, en esta misma medida
gracias, alabanza, reparación, impetración o peti- Cristo ora en él. Y, por esto, el Padre escucha la
ción. La actitud de diálogo nace de saber que Dios oración del cristiano con la complacencia con que
es bueno; esta actitud se expresa en unión, inti- escucha la oración de Cristo: «Este es mi Hijo
midad, relación personal... Estos dos aspectos, cul- muy amado» (Mt 3,17).
tual y dialogal, se encuentran en toda oración au- Así, pues, la actitud cultual y dialogal de toda
téntica y, por tanto, también en la oración de mu- oración se convierte, para el cristiano, en una rela-
chos no cristianos. ción filial y de amistad, a modo de «estar con quien
Lo específico de la oración cristiana arranca del sabemos que nos ama» (Santa Teresa de Avila).
misterio de la Encarnación, que nos desvela el mis- El apóstol de hoy no podrá evangelizar si no ha
terio de la Trinidad, de la gracia e inhabitación, de llegado a tener esta experiencia de oración cris-
nuestra filiación divina, etc. Concretamente, la ora- tiana. Adquiriendo esta actitud de relación perso-
ción cristiana es una actitud de pobreza y de cari- nal, desaparece toda dicotomía y oposición o anti-
dad que dimanan de un encuentro con Cristo por nomia entre vida interior y apostolado. Encontrar
la fe, la esperanza y la caridad. Se trata de una tiempo para orar o para una acción apostólica es
actitud filial. El aspecto cultual llega a su máxima cuestión de escala de valores y de prioridades; cada
profundidad: reconocer nuestra contingencia radi- uno encuentra tiempo para lo que ama.
cal, nuestra «pobreza» de pecadores que necesitan Hay que distinguir la oración en sí misma de las
redención. El aspecto dialogal se convierte en una técnicas, de los medios y métodos de orar. Jesús
convicción de que Dios nos ama como a su Hijo, no enseñó a los apóstoles ninguna técnica "y nin-
y en una decisión de querer hacer su voluntad den- gún método de oración. Técnicas y métodos son
tro de sus planes salvíficos. buenos y aun necesarios, al menos en algunas cir-
cunstancias, con tal que permanezcan en su cali-
El cristiano, por haber encontrado a Cristo, re- dad de medios y no impidan llegar a la verdadera
conoce su propia realidad o pobreza, pero en esta actitud de oración, que es una actitud filial de po-
pobreza encuentra a Cristo cercano y, con él, a Dios breza y de caridad. Hay que colaborar a la acción
Amor. Surge entonces una convicción profunda de del Espíritu Santo, y para ello sirven los métodos;
que Dios nos ama. A pesar de nuestra debilidad y
pecado, a pesar de nuestra pobreza radical, podemos s
Mt 6,7-15; Gal 4,6; Rom 6,14-17.
Espiritualidad misionera 8
b.^pertemias místicas no cristianas 227
226 Oración y evangelizado»

pero el mismo Espíritu va llevando a cada uno por nitud, de humilde espera, de admiración, de cari-
dad...
caminos especiales y personales.
El proceso de oración es un proceso de hacerse
Lo primero que constata el misionero en un país disponible para amar. Es, pues, el mismo proceso
de misión es la existencia de muchos métodos y de la actitud de «bienaventuranzas», que es el
tendencias de interioridad. A veces, al no saber dis- meollo de la evangelización. La caridad de Buen
tinguir, se queda con la impresión de que estas Pastor es la señal de que se ha adentrado verda-
técnicas de interiorización son ya oración. En nues- deramente en el diálogo con el Padre para conocer
tro mundo secularizado se valoran estas técnicas en y seguir su encargo y misión 6 .
un nivel de experiencias; se pueden aprovechar
para llegar a la oración cristiana.
5. Experiencias místicas no cristianas
En el campo de los métodos no difiere la oración
cristiana de la oración o interiorización pagana. De Al comparar las experiencias de contemplación
suyo, unos métodos no son necesariamente superio- cristiana con otras experiencias no cristianas, se ha
res a los otros. Cada hombre, cada cultura, cada corrido siempre el riesgo de comparar metodolo-
pueblo, necesita unos estímulos o unos medios psi- gías, fenómenos extraordinarios, actitudes menta-
cológicos peculiares de interiorización. les, ideologías, etc. Es como si uno quisiera com-
parar el cristianismo con otra religión basándose
El apóstol debe anunciar el Evangelio también fundamentalmente en expresiones artísticas. Ni los
en su faceta de oración o de diálogo con Dios Amor, métodos y fenómenos contemplativos ni el arte y
nuestro Padre. El anuncio del Evangelio cala más la literatura cristiana son necesariamente superiores
hondo cuando tiene lugar comprometiendo a la per- a los métodos, fenómenos contemplativos, arte o
sona en este diálogo o actitud filial del «Padre literatura no cristiana.
nuestro». Así se anuncian las «bienaventuranzas»
Se dan fenómenos místicos contemplativos en el
—que son el contexto de la oración cristiana—co- cristianismo y fuera de él: religiones primitivas y
mo una actitud filial expresada en el mandamiento animistas, hinduismo, budismo, religiones «misté-
del amor. ricas», Islam, judaismo, etc. Es muy interesante
La señal de haber adquirido alguna experiencia constatar la existencia de fenómenos extraordina-
de oración cristiana es la caridad. La oración, en rios parecidos: éxtasis, locuciones, levitaciones, ilu-
sí misma, no consiste propiamente en una capaci- minaciones, «glosolalia», etc. A veces son de ca-
dad de reflexionar, de concentrarse, de afectividad rácter colectivo. También se constatan continua-
personal o colectiva, de quietud, etc. Podrían fal- 8
Además de la bibliografía de nota 2, véase BLOOM, Courage
tar todas estas manifestaciones y existir todavía la to pray (London, Darton, 1974); R. GUELLY, Présence de Dieu
(Paris, Casterman, 1970); D. DE PABLO MAROTO, Dinámica de la
oración. Incluso el silencio puede ser oración cuan- oración (Madrid, Edit. de Espiritualidad, 1973); La preghiera
do expresa una actitud filial; el un silencio de ple- cristiana (Roma, Teresianum, 1975).
228 Oración y cvangdizacion b> perietíciüs místicas no cristianas 229

mente dos tendencias: una que se basa más en el pero ello no descubre el aspecto original del miste-
esfuerzo humano y otra que confía más en la inter- rio cristiano «experimentado» por el místico al mar-
vención «sobrenatural» 7. gen de toda técnica y de todo método.
No basta con establecer un paralelismo de fenó- Es un hecho actual la sorpresa de muchos cris-
menos, a modo de estudio comparativo de las reli- tianos y misioneros al descubrir los caminos de «ilu-
giones (una de tantas sería la cristiana). Tampoco minación» y de meditación trascendental en religio-
basta con adaptar la contemplación cristiana a «mé- nes no cristianas. Son «vías» practicadas y perfec-
todos» contemplativos no cristianos. cionadas durante siglos. Propiamente hay que re-
En el campo de la ideología y de la terminología conocer que estos «caminos» no están ligados a nin-
hay toda una serie de expresiones semejantes que guna religión, sino más bien a un proceso cultural
no son patrimonio de ninguna religión; son, más humano anterior a las religiones organizadas.
bien, un tesoro que pertenece a toda la humanidad Tanto en el paganismo como en el cristianismo,
anteriormente a toda religión constituida. Se busca estos fenómenos y este esfuerzo de interiorización
siempre el «oro escondido» en lo más profundo del pueden llegar a cierta «quietud» e «iluminación».
ser humano, que está hecho de contrastes, para en- Son cosas buenas y pueden convertirse en oración
contrar una unión con el Absoluto. Se notan dos y aun en preparación para la contemplación pro-
tendencias principales: una hacia la identificación piamente dicha. Pero, en sí mismos, no constitu-
cósmica e histórica y otra que va al encuentro de yen ni la oración, ni la contemplación, ni la per-
un ser personal (muy velado ordinariamente fuera fección. La acción del Espíritu Santo—en cristia-
nos y paganos—se puede servir de estos medios
del cristianismo). En las religiones monoteístas se
como una especie de colaboración nuestra a la ac-
acentúa el llegar a lo más profundo del propio ser
ción de la gracia. Por esto hay que mirar estas
para encontrar una cierta intimidad con Dios.
cosas, al mismo tiempo, con respeto y con libertad
Querer comparar métodos de contemplación no de espíritu, sin ligarse a ellas. Algunas veces son
lleva a más que a descubrir una especial providen- efectos de nuestra naturaleza (psicología); otras son
cia de Dios en la historia de la contemplación, efectos secundarios psicológicos de una acción fuer-
7
L. GARDET, Experiencias místicas en tierras no cristianas te de la gracia; con el tiempo y la maduración de
(Madrid, Studium, 1970); V. HERNÁNDEZ CÁTALA, La expresión la caridad desaparecen, aunque en muchos santos
de lo divino en las religiones no cristianas (Madrid, BAC, 1972);
H. M. LASALLE, Le zen, le chetnin de l'illumination (Bruges 1965); no existieron nunca 8 .
DOM LE SAUX, Sagesse hindou, mystique chrétienne, du Védanta
a la trimté (París 1965); J. MONCHAIN, Mystique de l'Inde,
8
mystére chrétien (Paris, Fayard, 1974); D. T. SUZUKI, Misticismo B. JIMÉNEZ DUQUE, Dios y el hombre (Madrid, FUE, 1973)
cristiano y misticismo budista, en Las grandes religiones enjuician IX; I. GOBRY, L'expérience mystique (Paris, Fayard, 1964);
al cristianismo (Bilbao, 1971); A. RAVIER, La mystique et les A. FONK, Mystique: DTC 10,2599-2674; D. KNOWLES, What is
mystiques (Paris, Desclée, 1965); J. G. VALLES, Las fuentes de mysticism? (London 1966); A. LÉONARD, Kecherches pbénoméno-
la espiritualidad religiosa japonesa, en Teología Espiritual 18 logiques autour de l'expérience mastique, en Suppl. Vie Spirituelle
(1974) 339-362; E. VITRAY-MEYEROVITCH, Mystique et poésie en (15 nov. 1952) 430-494.
Islam (Paris 1972). Véase otros estudios en Mystique: Studia
Missionalia 26 (1977).
230 Oración y evangelizarían Contemplación cristiana y «aculturación» 231

mística no cristiana es una huella de Cristo que


6. La «aculturación» de la contemplación llama y urge a una explicitación.
cristiana El apóstol cristiano que anuncia el Evangelio en
un país o ambiente religioso-contemplativo no cris-
Cuando el apóstol deba presentar la contempla-
tiano no puede, pues, basarse en métodos mejores
ción cristiana, habrá de tener en cuenta un proceso
ni en comparaciones más o menos odiosas. Aún an-
de «aculturación» o de desprendimiento de todo
tes de que descubra la existencia de las experien-
ropaje cultural: partir de la realidad misma de la
cias místicas no cristianas, este apóstol debe haber
contemplación cristiana, sin los ropajes de culturas
o metodologías religiosas y sin los fenómenos «mís- llegado a cierta experiencia de la contemplación
ticos» concomitantes. Siguiendo este camino, se po- cristiana en sí misma.
dría llegar a presentar la contemplación cristiana en Para el apóstol, es un camino que difícilmente
lo que es específico y como valor directo de la llega a buen término, el de descubrir las experien-
evangelización. cias contemplativas no cristianas sin haber vivido
primeramente la realidad cristiana de la contem-
La cuestión no resulta tan fácil, pues es prácti-
plación. La convicción que tiene el apóstol de que
camente imposible prescindir de todos los condicio-
la contemplación cristiana es superior no le garanti-
namientos culturales o religiosos que acompañan al
za que va a poder experimentarla y menos trans-
dato revelado. Pero el apóstol no se puede limitar
a presentar una metodología o fenomenología mís- mitirla. Encontrando la originalidad de la mística
tica, aunque fuera la mejor. Sólo es típicamente cristiana en sí misma, el apóstol o evangelizador
cristiano aquello que expresa el misterio de Cris- no tiene por qué considerar los métodos o expe-
to: Trinidad, Dios Amor y Padre, encarnación, gra- riencias fenomenológicas contemplativas paganas
cia, inhabitación, etc. La «experiencia» típicamen- como necesariamente inferiores, ni tampoco como
te cristiana sería aquella que expresara lo consegui- necesarias
do por las virtudes de fe, esperanza y caridad (ayu- Para poder presentar la contemplación cristiana
dadas por los dones y la acción especial del Espíri- a un mundo no cristiano es necesario despojarla de
tu Santo). su ropaje cultural (neoplatónico). No todo lo que
se llama contemplación cristiana es precisamente
En los medios religiosos paganos, ricos en expe-
riencias de Dios y de diálogo con él, el cristiano cristiano. Muchos fenómenos y técnicas de oración
sólo puede presentar una explicitación de Dios no son propia o exclusivamente cristianos, como he-
Amor y Padre (por Cristo y en el Espíritu). La mos apuntado más arriba al hablar de la oración.
gracia sobrenatural puede actuar en un místico pa- En San Ignacio de Antioquía, en San Ireneo, etc.,
gano. Pero la revelación explícita de los planes de encontramos un ropaje judeocristiano en torno a la
Dios la penetra sólo el místico cristiano. La reali- oración. En la escuela de Alejandría se añade una
dad de una experiencia sobrenatural de Dios en la 8
Y. RAGUIN, La profondeur de Dieu (París, Desclée, 1973).
232 Oración y evangelización Lo específico de la contemplación cristiana 233
tendencia neoplatónica. Lo específicamente cristia- siempre, sin excepción, apunta a un «más allá» que
no no puede identificarse ni con el ropaje judeocris- solamente tendrá lugar en una visión y posesión
tiano ni con el neoplatónico10. de Dios en la otra vida. Ningún don de Dios, nin-
Para la presentación de la contemplación cristia- guna experiencia, son el mismo Dios.
na en sí misma es necesario basarse en las expre- La experiencia mística cristiana enraiza en el mis-
siones espontáneas e independientes de tantos san- terio de la Encarnación, el cual desvela el misterio
tos y autores místicos, especialmente cuando pres- trinitario en sí mismo y participado en nosotros. La
cinden de la terminología anterior y arrancan de la experiencia de la propia pobreza o contingencia
experiencia cristiana de fe, esperanza y caridad. lleva, por acción del Espíritu Santo, a encontrar
Algunas expresiones cristianas dependen más bien a Dios Amor, que se manifiesta y comunica en su
de una terminología bíblica (explicada, a veces, por Hijo Jesús. El Señor es el «Emmanuel», presente
Filón). Así, por ejemplo, la dinámica de entrar, por y cercano más que nuestra misma intimidad. La ex-
etapas, en la «tiniebla» donde se esconde y mani- periencia de esta realidad, que es don de Dios, es
fiesta el Verbo o Palabra de Dios. Esto tiene apli- posible a los «pobres», sin necesidad de técnicas
.eación al tema evangélico de la transfiguración de contemplativas.
Jesús: la «nube luminosa» (Mt 17,5). Esta expre-
sión no depende propiamente de ningún ambiente Entrar en el terreno de la contemplación es com-
extrabíblico. La «transcendencia divina», a la que prometerse en un proceso de caridad y de bautismo
aounta el contemplativo cristiano, ya no es sólo la o de configuración con Cristo, que desemboca en
teología «negativa», sino la realidad positiva de una actitud de «bienaventuranzas» o de hacerse
Dios Amor y Padre que nos ha comunicado a su disponible para amar como Jesús. Con esta dispo-
Hijo. nibilidad, aun en el silencio y en la «pobreza» de
pensamientos, de sentimientos, de palabras, se pue-
7. Lo específico de la contemplación cristiana de decir «Padre» a Dios, gracias al Espíritu Santo
que habita en nosotros.
La experiencia contemplativa cristiana va más Un aparente no saber orar, es decir, la imposi-
allá de toda experiencia de iluminación v de medi- bilidad de usar ningún método o técnica, puede con-
tación transcendental. No es posible expresarla con vertirse en la mejor de las oraciones: una postura
palabras. Pero en la vida de un cristiano contempla- de autenticidad como fruto de la caridad de Cristo
tivo se nota una huella de Dios Amor, a quien él que vive en nosotros. Es un proceso de «unidad de
ha exneHrnentado más allá de toda experiencia psi- vida» que desemboca en una actitud de «pobreza» y
cológica. La mística cristiana se distingue porque de caridad, como un silencio de plenitud: «que ya
10
sólo en amar es mi ejercicio» (San Juan de la
R ARNOII VUtrnnmf Je* Pto-er DTC 12,2757-2392; T DA-
MTFTOU La tenloe,ta del giudeo-cristianesimo (Bologna 1974); Cruz).
A. LÉONARD. a.C
Esta «pobreza» y caridad cristiana es un aden-
234 Oración y evangelizarían Valor evangelizador actual 235

trarse en el «silencio» y «ausencia» de Dios, en la nido nunca estos fenómenos o los va dejando atrás
«tiniebla luminosa», mucho más allá de cualquier en un proceso de maduración en la caridad. Al fi-
técnica y experiencia. Y todo ello puede ocurrir en nal sólo queda una «presencia» y una «palabra»
una vida ordinaria y en personas sencillas (los «po- de Dios Amor—por Cristo, en el Espíritu—que su-
bres»). Por esto San Juan de la Cruz describe el pera toda experiencia y que hace de la persona con-
proceso de contemplación como un proceso de fe, templativa un gesto permanente de caridad, de
esperanza y caridad. Se entra en el «silencio» de Evangelio, como una «epifanía» de Dios Amor,
Dios por una actitud fundamental recibida de Dios; dentro siempre de la sencillez, pobreza y limita-
no precisamente por un proceso de reflexiones, ción de la vida de cualquier santo, Para el contem-
«quietudes», intuiciones o iluminaciones adquiridas plativo, los signos más sencillos y ordinarios de
Iglesia—como los lienzos plegados en el sepulcro—
por un esfuerzo de interiorización.
son los más elocuentes, porque hablan más de Dios
La experiencia cristiana de contemplación no es
Amo: !
propiamente una experiencia psicológica, aunque la
acción divina deja siempre sus huellas «pobres».
Es más bien una vivencia de la presencia y de la 8. La contemplación cristiana como valor
palabra de Dios, mucho más honda que la de una evangelizador actual
visión—aun intelectual—o la de una locución ex- Aunque la contemplación cristiana se diferencie
traordinaria. Cuanto más profunda es la contempla- de cualquier experiencia o técnica de interiorización,
ción y la experiencia mística cristiana, mucho más por sublime que sea, Dios puede dar a vivir los
«pobres» son los signos del actuar divino. Las hue- misterios cristianos a cualquier persona no cristia-
llas y fenómenos extraordinarios, incluso los produ- na (fe implícita). El apóstol cristiano, en este caso,
cidos por la gracia, son más bien efectos secundarios está llamado a hacer explícita esta fe.
debidos a nuestra debilidad ". Las religiones que poseen un rico tesoro de ex-
La acción del Espíritu Santo puede, en paganos periencias de oración y de contemplación necesitan
y cristianos, dejarse entender por medios adecuados una acción evangelizadora que les descubra la espe-
a nuestra debilidad; pero estos fenómenos extraor- cificidad de la oración y contemplación cristiana.
dinarios son debidos más bien a nuestra debilidad, Esto no destruye ningún valor auténtico de otras
puesto que «traducimos» las gracias de Dios a nues- experiencias; antes bien lo lleva a plenitud y los
tra manera. Prácticamente todos los fenómenos ex- salva de caducidad y de riesgos, purificándolo de
traordinarios podrían producirse por un esfuerzo de añadiduras espúreas.
interiorización o de presión psicológica ambiental Leyendo los autores místicos paganos, se puede
(además de una eventual acción del espíritu malo), uno percatar de cómo Dios actúa maravillosamen-
Por esto, el verdadero contemplativo o no ha te-
12
11
SANTA TERESA, Muradas 7 c 3 n 12; SAN JUAN DF LA CRUZ, SANTA TERESA, Vida 41,2; SAN JUAN DE LA CRUZ, Noche 1 1
Subida 1.2 c.21 y 22. c.10,4; 18,5; Llama, canc. 1,4; Cántico espiritual, cant. 39,12.
236 Oración y evangelizarían Valor evangelizador actual 237

te en ellos y cómo, al mismo tiempo, hay un de- apóstol cristiano debe saber presentar una palabra
seo implícito de algo más que ellos no tienen y y una presencia más profunda de Dios: Jesús, Dios
que en realidad sólo se encuentra explicitado en con nosotros (Emmanuel), la Palabra de Dios hecho
los místicos cristianos gracias a la revelación. nuestro hermano. A la luz del misterio de la En-
Los grandes valores de las experiencias místicas carnación, se descubre que siempre es posible amar
y hacer lo mejor de nuestra vida, puesto que Jesús
no cristianas corren el riesgo de ser arrasados por
resucitado «h?bita entre nosotros» (Jn 1,14).
un proceso de secularización o de materialismo. Es-
te fenómeno se puede constatar en algunos ambien- Un mundo que tiende hacia el materialismo, la
tes tradicionalmente budistas o mahometanos v se secularización y el pesimismo necesita un gesto cla-
agudizará en el futuro. Sólo la llegada a la plenitud ro de Dios Amor. El contemplativo cristiano es el
en Cristo—de quien son huellas esos valores—po- hombre que, por ser más consciente que nadie de
drá salvarlos de una pérdida irreparable. su propia pobreza, ha descubierto vivencialmente la
presencia y la palabra de Dios Amor. Por esto es el
Lo mismo que la revelación cristiana ha sido pre-
hombre que no sabe nada más que amar. Su capa-
parada por Dios a través de una manifestación di-
cidad apostólica y de encontrar la mejor manera de
vina cósmica—creación, «revelación» primera, acon-
darse a los hermanos depende de su capacidad de
tecimientos—y de una manifestación especial ve-
entrar en el «silencio» de Dios.
terotestamentaria, así toda experiencia mística no
cristiana (si es auténtica) es una huella que necesi- El mundo pagano, con su peculiar experiencia de
ta 11e»ar a la plenitud en Cristo. la presencia y del diálogo con Dios, necesita des-
Una nueva etapa de evangelización, en la que se arrollar la «semilla» evangélica hasta la explicitación
piden experiencias de Dios (a pesar de su «silen- en Cristo. Un «mordiente» para este desarrollo (el
cio» y de su «ausencia»), necesita apóstoles que más importante y urgente) es el apóstol que anun-
tensan experiencia de contemplación. El Evangelio cia el Evangelio presentando, en su vida, una ex-
s" transparenta en la postura cristiana del contem- periencia original de encuentro y de diálogo con
plativo, que es. por ello mismo, una actitud plas- Dios Amor. De aquí que la nueva etapa de evan-
mada en el sermón de la Montaña. Esta arr'rud gelización está en las manos de hombres que ten-
contemplativa es eminentemente apostólica. La pos- san una rica experiencia de oración y de contempla-
tura apostólica, como la contemplativa, es la de una ción cristiana.
dedicación esoonsal a un campo de caridad. Es el Si el cristiano llega explícitamente a la actitud de
gesto habitual de caridad y de «unidad de vida» aue contemplación que hemos descrito, es para conver-
presentaron los santos en sus vidas y en sus obras tirse en «si<mo» de lo que Dios quiere hacer y que
de repercusión social. va está realizando en todo hombre de buena vo-
En los momentos de «silencio» y de «ausencia» luntad. Jesús resucitado ha querido hacer de sus
de Dios, que tanto espantan al hombre de hoy, el apóstoles un signo personal de su presencia. El
238 Oración y evangelizado»
IX. VOCACIÓN MISIONERA
apóstol es testigo de un encuentro con Cristo: «os
anunciamos lo que hemos visto y creído» (1 Jn
1,2-3). «El mundo exige y espera de nosotros sen-
cillez de vida, espíritu de oración, caridad para con
todos, especialmente para los pequeños y los po- SUMARIO
bres, obediencia y humildad, desapego de sí mismo
y renuncia. Sin esta marca de santidad, nuestra pa- Presentación.
labra difícilmente abrirá brecha en el corazón de
1. Cristo llama a la misión.
los hombres de este tiempo. Corre el riesgo de ha-
2. Las vocaciones del cristiano.
cerse vana e infecunda» u . 3. Vocación misionera específica.
4. Notas características de la vocación misionera.
5. Fidelidad a la vocación misionera.
" Evungelit nunttandt 70. Véase B. JIMÉNEZ DUQUE, ¿Oración
v contemplación, urgencia actual?, en Teología Espiritual 15 6. Pastoral de las vocaciones misioneras.
(1971) 295-315; R. VOILLAUME, O.C, en nota 2. 7. La formación del misionero
Cristo llama a la misión 241
PRESENTACIÓN y misión. La fecundidad de una vida se mide por la
dedicación generosa a este mandato.
Vocación y misión suenan a desposorio o amis-
La palabra «vocación» tiene relación estrecha
con la palabra «misión». Se llama a una persona tad íntima con Cristo. Sin esta relación personal y
para encargarle que transmita un mensaje, para encuentro será imposible descubrir el sentido o la
que realice un trabajo, para que coopere en un identidad de la propia vocación y misión '.
compromiso. Toda persona humana existe porque La misión cristiana es para anunciar el mensaje
ha sido llamada a una misión: la de desarrollar la de Cristo. A este mensaje «merece que el apóstol
propia personalidad incidiendo en la creación y en le dedique todo su tiempo, todas sus energías y que,
la historia común. La existencia humana es voca- si es necesario, le consagre su propia vida» 2 . En
ción y misión. una nueva etapa de evangelización, los evangeliza-
Jesús llamó a un proceso de «cambio» (peniten- dores son llamados a ser fieles a la propia vocación
cia) y de configuración (bautismo). Esta llamada «sin reticencias debidas a la duda o al temor, a no
comporta la misión o encargo de transmitir a otros descuidar las condiciones que harán esta evangeli-
este mismo mensaje que es una realidad salvífica. zación no sólo posible, sino también activa y fruc-
Jesús llamó para una misión. La llamada de Jesús tuosa» 3.
continúa ahora a través de los signos de Iglesia.
Ser Iglesia es ya enrolarse en una misión universal. 1. Cristo llama a la misión
Es la misma misión que Cristo recibió del Padre
y que ha transmitido a la Iglesia para que ésta lle- La llamada a la misión cristiana proviene del mis-
gue a hacer de toda la humanidad una familia de mo Cristo resucitado presente en la Iglesia. Todo
hijos de Dios (Jn 20,21). encuentro con él trae consigo un encargo de anun-
Nadie se llama a sí mismo ni se encarga a sí ciarlo a los hermanos (Jn 20,17; Mt 22,1-14). Es
mismo una misión. Nuestra vocación o llamada vie- una predilección de Jesús para con cada uno (Jn
ne de Dios: nos ha predestinado en Cristo (Ef 1). 15,16), especialmente cuando se trata de una mi-
La vocación cristiana o de predestinación en Cristo sión de por vida (Me 3,13).
es también una misión o encargo de anunciar y co- Jesús llama por el propio nombre o personalmen-
municar el «misterio de Cristo» (Ef 3). Cada cris- te, exigiendo que cada uno pase por encima de
tiano tiene una participación diferente en esta mi- todo condicionamiento individual o colectivo (Jn
sión. 20,22). La llamada de Cristo a una misión sigue
Una persona se realiza a sí misma sólo cuando es la línea de las llamadas de Dios en el Antiguo Tes-
consecuente con su propia vocación. No hay otro
1
camino para alcanzar la propia madurez que el rea- 2
Mt 4,18; 10,lss; Me 3,14-16; Le 6,12-16; Jn 15,16.
Evangehi nunliandi 5.
lizarse libre y generosamente en la propia vocación 3
Ibid., 74.
242 Vocación misionera
Las vocaciones del cristiano 243
tamento para una misión concreta que supone siem perfección, a un estado de vida—laical, vida con-
pre un camino nuevo 4 . sagrada, sacerdocio—, etc.
En la llamada de Cristo a la misión hay toda una La vocación cristiana reclama siempre una res-
pedagogía que pasa de un encargo inicial a una mi- puesta a la gracia del Espíritu Santo (Rom 8,16;
sión permanente y universal5. La vocación cristia- 1 Cor 12,4-13) dentro de la comunidad eclesial (Col
na se debe estudiar en torno a las bienaventuranzas, 3,15). Cualquier aspecto de la vocación cristiana es
puesto que es una llamada a ser hijo de Dios y a una llamada a la caridad o sartidad (1 Cor l,lss;
ser, para los demás, «sal» y «luz», «signo levanta- 1 Tes 4,7). Cada vocación o cada aspecto de la vo-
do ante los pueblos». El monte de las bienaventu- cación cristiana entraña una misión dentro del Pue-
ranzas es un nuevo Sinaí, un anticipo de Pentecos- blo de Dios (Rom 12,1; 1 Cor 12,7). Vocación y
tés. Todo cristiano forma parte de la realidad de misión son, pues, un servicio eclesial para construir
una Iglesia que es «sacramento universal de salva- la historia humana según los planes salvíficos de
ción» 6. Dios 9 .
En el contexto de las bienaventuranzas—o de En cualquiera de las facetas de la vocación cris-
reaccionar amando como Cristo, según el manda- tiana se puede encontrar un sentido de misión o
miento del amor—, Jesús llama especialmente a los apostolado. Cada cristiano debe configurarse con
que deben ser su signo personal o su «gloria» (Jn Cristo para ser, en una circunstancia humana, signo
17,10). En San Pablo encontramos continuamente o transparencia del Señor. La vocación de apóstol
esta llamada a la misión de anunciar el misterio de es inherente a la vocación cristiana como lo es tam-
Cristo «ad gentes», es decir, a los que todavía no bién la vocación a la santidad.
creen en Jesús 7 . Cada uno es llamado a una misión Si se considera la misión como estado de vida,
en la comunión eclesial, que es, por ello mismo, podemos distinguir la misión laical, la misión de
una comunidad de llamados y de apóstoles 8. vida consagrada y la misión de sacerdocio ministe-
rial. La misión laical tiende a ser fermento en las
2. Las vocaciones del cristiano estructuras humanas (LG 31). La misión de vida
consagrada presenta un signo y estimulante o mor-
La llamada o vocación del cristiano se presenta diente de las bienaventuranzas y del encuentro de-
en una gama de matices: llamada a la fe, a la santi- finitivo (escatológico) con Cristo resucitado (LG
dad, al apostolado, a un ministerio concreto, a la 31 y 44). La misión del sacerdocio ministerial es
4 un servicio de obrar en nombre de Cristo Cabeza y
Gen 2,1 (Abraham); Ex 3,10-16 (Moisés); 1 Sam 3.4;
Am5 7,15; Is 6,9; Jet 1,7; Ez 3,14. Buen Pastor (PO 2,6,12) I0 .
Mt 28,16; Me 16,15; Le 10,ls
6 9
AG 1; LG 48; SC 2. CARD. BEA, Serviré (Paoline 1970); I. DE LA POTTERIE
7
8
Rom 1,1-7; Gal 1,15; Ef 3. S. LYONNET, La vida según el Espíritu (Salamanca, Sigúeme, 1967);
Mediator Vei: AAS 39 (1947) 538; Summi Vei Verbum: R. SCHNACKENBURG. Existencia cristiana según el Nuevo Testa
AAS 55 (1963) 979s. mentó (Verbo Divino 1970).
'" Véase resumen doctrinal y bibliografía en el c.II, 1, E.
244 Vocación misionera Vocación misionera específica 245

La diversidad de misión no se basa solamente en


el estado de vida, sino también en las gracias espe- 3. Vocación misionera específica
ciales de cada persona y en los servicios eclesiales
concretos. En cuanto a las gracias especiales, cabe Existe una vocación específica para la evangeli-
hablar de «carismas» en un sentido más personal zación «ad gentes». Así lo afirma el Vaticano II:
que cualifica y distingue una persona en su servicio «Son sellados con vocación especial quienes, do-
eclesial. En cuanto a los servicios eclesiales, cabe dis- tados del conveniente carácter natural e idóneos por
tinguir principalmente los siguientes: servicio de sus disposiciones y talento, están dispuestos a em-
prender la obra misional, sean nativos del lugar o
anuncio de la palabra de Dios, servicio de signos extranjeros: sacerdotes, religiosos, seglares» (AG 23).
litúrgicos, servicio de caridad y de extensión del
reino. Son, pues, los servicios eclesiales de profe- Esta vocación específica se distingue de la res-
tismo, sacerdocio y realeza. Cada uno de ellos pue- ponsabilidad general de todo cristiano respecto a la
de ser ejercido distintamente según las gracias per- evangelización universal:
sonales y, principalmente, según el estado de vida
(laical, vida consagrada, sacerdocio ministerial). «Aunque a todo discípulo de Cristo incumbe la
tarea de propagar la fe según su condición, Cristo
La vocación o llamada a la misión abarca, pues, Señor, de entre los discípulos, llama siempre a los
que quiere para que le acompañen y para enviarlos
roda una ¡jama de posibilidades que hace descubrir a predicar a las gentes» (AG 23)
la necesidad de los demás para poder poner en
práctica la propia misión. Esta conciencia de uni- Esta vocación específicamente misionera es un
dad o comunión eclesial se convierte en el signo don o carisma del Espíritu Santo en la línea de to-
más eficaz de la evangelización (Jn 13,35) y en el mar «como misión propia el deber de la evan"eli-
modo más concreto de practicar el mandamiento zación que pertenece a toda la Iglesia» (ibid.) 12
del amor: reconocer la misión de los demás u . La vocación misionera «ad gentes» puede pre-
sentarse bajo diferentes aspectos o mociones de la
11
gracia:
M. BELLET, Vocación y libertad (Madrid, FAX, 1966);
E. BUSUTTIL, Las vocaciones (Bilbao, Mensajero, 1954); H. CAR-
RIER, La vocation, dynamisme psycho-sociologiques (Roma, Univ. — comunicar la fe a los que todavía no creen;
Greg., 1956); R. HOSIIE, Le discernement des vocations (Tour- — comunicar los planes salvíficos de Dios en
nai, Desclée, 1960)- J. LUZARRAGA, £,¡2 vocación-elección en la
Sagrada Escritura: Manresa 45 (1973) 111-130; La vocation et Cristo;
les vocations a la lumiere de Vecclésiologie du Vaticano II — establecer o implantar la Iglesia;
(Bruxelles, Centre de Vocations, 1966); G. LESAGE, Dynamisme
de la vocation (Mortiéal 1962); A. MELCÓN, La vocación, en — pítablecer los signos permanentes de evange-
Ciencia Tomista 93 (1966) 449-482; M. NICOLAU, Esbozo de una
teología de la vocación: Manresa 40 (1968) 47-64; A. PiGNA, La lización;
vocarione, teología e discernimento (Roma, Teresianum. 1976);
C. ROMANIUK, La vocazione nella Bibbia (Bologna, Dehoniane. 12
1973); CH A. SCHLECK, The tbeologv of vocation (Milwaukee, Máximum illud: AAS (1919) 4.52; Rerum ecclesiae- AAS 18
Bruce, 1963). (1926) 60; Saeculo exeunte- AAS 32 (1940) 256; Bvangelii nrae-
cones- AAS 43 (1951) 502.
246 Vocación misionera Notas características 247

— hacer que la Iglesia sea «sacramento» o signo tes», hay quienes se sentirán más llamados al ser-
de Cristo en una comunidad humana; vicio del profetismo, al servicio de los signos de la
— Llevar una comunidad humana hacia la pleni- presencia de Cristo, al servicio de la caridad, etc. 13
tud en Cristo...
4. Notas características de la vocación misionera
La vocación misionera «ad gentes» se expresa en
un sentido de universalidad y en una cierta dedi- Hay una nota característica básica de toda vo-
cación a la evangelización universal. Es_, pues, uni- cación misionera: el sentido de universalidad en la
versalidad y totalidad. La universalidad puede ser tarea evangelizadora con una cierta dedicación de
geográfica y de sectores donde todavía el Evange- la persona. Pero hay que encuadrar esta nota bási-
lio no es una realidad La totalidad indica una cier- ca en un conjunto de aspectos. Vamos a distinguir
ta dedicación de la propia vida. entre notas características de la vocación a la mi-
Esta vocación misionera específica puede toda- sión (según la Escritura) y notas o señales de voca-
vía vivirse de diversas maneras: en una vida con- ción específicamente misionera.
templativa (Santa Teresa de Lisieux), en una reali-
dad de dolor o enfermedad, en una acción evange-
A) NOTAS CARACTERÍSTICAS DE LA VOCACIÓN
lizadora externa (San Francisco Javier), etc.
A LA MISIÓN SEGÚN LA ESCRITURA
Es ya vocación misionera específica la dedicación
de unos años a la evangelización «ad gentes»; pero La llamada a la misión tiene su iniciativa en el
este calificativo se reserva principalmente para las mismo Dios Es Jesucristo, «apóstol» del Padre,
personas que consagran toda su vida al anuncio del
Evangelio a todas las gentes. Este es el caso de los 13
P F D'ARCY, Constance of tnterest factor palterns withtn
patronos de las misiones: Santa Teresa de Lisieux the spectfic vocatton of foreing misstonary (Washington 1954),
O DOMÍNGUEZ, Semblanza y móviles de la vocación misionera,
v San Francisco Javier. en Misiones Extranjeras (1956) 133 145, E FARE, Ándate in
El sentido de univeisalidad y de totalidad, que tutto il mondo (Bologna, EMI, 1977), P FASANA, La vocazione
misswnana nei documentt pontifici (Bologna 1960), M FERNÁN
es parte integrante de la vocación misionera, toda- DFZ, Misswnanum Vocatio, probatio, missio (Assisi 1908),
G GALOT, Porteurs du soufle de l'Fspnt (Patis 1967), La voca
vía puede expresarse de modo diveiso según el es- ción misionera (Burgos, Semanas de Misionología de 1955 1956),
tado de vida: anunciar el Evangelio en todas las es P LONGO, La vocazione misswnana, en Seminartum 25 (1973)
1130 1145, M LAGUARDIA, La vocación misionera a la luz del
tiucturas humanas y desde dentro a modo de fer- Nuevo Testamento y de la teología en Misiones Extranjeras 16
mento (laicos), anunciar el Evangelio por medio de (1955) 36 46, MONS LECUONA, La vocación misionera, en Misiones
Extranjeras 50 (1966) 331-338, K MULLER, La vocatton mtssion-
una práctica de los consejos evangélicos que son naire, en Unam Sanctam 67 (1967) 333-338, V PARDO, Vocación
signo y estímulo de la caridad (vida consagrada), misionera y adaptación misional (Burgos 1962), J PAVENTI, La
vocación misionera y su encuadre en las diversas vocaciones a la
testimoniar el Evangelio en nombre de Cristo, Ca- luz de la legislación de la Iglesia, en Misiones Extranjeras 17
(1956) 6 28, V C VANZIN La vocazione misswnana (Roma
beza y Buen Pastor (sacerdote ministro). 1940), L VOLKER, Défense de la vocatton missionnatre, en Spintus
Dentro de la misma vocación misionera «ad gen (1964) 253-266
248 Vocación misionera Notas características 249

quien comunica la misión con las mismas caracte- tir la suerte de Cristo (Mt 16,24; Jn 7,17; Mt
rísticas de universalidad (Jn 15,16). 22,1-14).
Por esto la vocación a la misión es un don de La misión es también éxodo o partida que cua-
Dios. Es él quien nos ha amado primero (1 Jn lifica al misionero para toda su vida. Hay que aven-
4,10). Nadie puede exigir el poder desempeñar un turarlo todo, sin procurarse otras seguridades (Le
servicio misionero en la Iglesia si no es llamado por 5,11).
Dios. Este sentido de haber recibido inmerecida- La gracia o don de Dios que se comunica al lla-
mente un don de Dios es una impronta que deja Dios mado va configurando la fisonomía del apóstol a
en el llamado como garantía de autenticidad. través de un proceso gradual difícil de precisar. La
Puesto que Cristo hace partícipe de su misión al vocación de los apóstoles parece haberse madura-
llamado, manifiesta, por ello mismo, una predilec- do en un proceso como éste:
ción, una declaración formal de amor (Jn 15,14; — experiencia de encuentro con Cristo (Jn 1,
Me 3,14). La vocación a la misión se mueve, pues, 38; Me 3,14);
en el marco de un desposorio que dará lugar a sen- — experiencia de la propia pobreta (Le 5,8;
tirse realizado en esa fecundidad apostólica univer- 1 Tim 1,15; 1 Cor 15,9);
sal (Ef 3,8-9). — comunicar a otros esta experiencia (Jn 1,
La verdadera vocación a la misión produce un 41-45);
primer sentimiento de temor. Viene a ser el em- — arriesgarlo todo por la vocación (Mt 19,27s);
brión de la humildad apostólica o ministerial de •—• pasar por encima del escándalo (Jn 6,67);
quien, luego, no será más que un instrumento vivo, •— audacia en una marcha hacia lo desconocido
no la causa primera de salvación (Le 5,8-9). (Jn 21,19);
La misión va siempre unida a la comunión ecle.- — experiencia de la presencia y acción amoro-
sial. De ahí que tanto la llamada inicial como la sa de María (Jn 2,11; 19,25-27; Act 1,14);
maduración de la misma, la perseverancia, la res- — descubrimiento de la fraternidad entre los
puesta generosa, etc., necesitan cierta mediación apóstoles (Jn 17,23).
eclesial. Las grandes figuras misioneras han servi-
Es, pues, un proceso que va pasando por estas
do siempre de instrumento para suscitar numero-
o parecidas etapas hasta ir consiguiendo una deci-
sas vocaciones (Act 9,1-9).
sión madura, una dedicación generosa, una fideli-
La vocación a la misión no se impone atrepellan- dad perseverante y gozosa.
do la libertad y la propia iniciativa. Queda siem-
pre una libertad para poder decir esponsalmente el B) SEÑALES DE VOCACIÓN MISIONERA
«sí» definitivo. Por esto, la mejor manera de alen-
tar esta libertad es presentar las dificultades de la Cuando se habla de señales de vocación, los au-
vocación misionera en todo su realismo de compar- tores acostumbran a analizar estos puntos:
250 Vocación misionera bidelidud 251

— recta intención; — paciencia, comprensión, humildad, caridad,


— decisión libre; sensibilidad para descubrir los valores autén-
— idoneidad o cualidades necesarias. ticos del paganismo;
— espíritu sobrenatural para no convertir la mi-
Si aplicamos estos puntos a la vocación misio- sión en una acción filantrópica o política;
nera, habrá que tener en cuenta la disponibilidad — espíritu sobrenatural para ver en los valores
para una misión universal, así como un sentido de auténticos del paganismo lo que queda to-
dedicación a la misma. davía por redimir y purificar;
La recta intención de la vocación misionera se — ser transparencia del Evangelio precisamen-
manifiesta en el deseo de dedicarse a la misión uni- te para los que no creen;
versal. Se puede manifestar bajo diversos aspec- — comunión y obediencia, disponibilidad para
tos: comunicar la fe a los que no la tienen, im- la pastoral de conjunto bajo la guía del obis-
plantar los signos permanentes de evangelización po local;
(implantar la Iglesia), llevar a los paganos hacia — conocer, amar y vivir el carisma de la propia
la plenitud en Cristo... En el fondo hay siempre institución misionera o eclesial a la que se
un sentido de gratitud por la fe recibida. No sería pertenece.
recta intención—válida para la vocación misione-
ra—si sólo hubiera el deseo de colaborar en el
5. Fidelidad a la vocación misionera
desarrollo materia] del «tercer mundo».
La decisión libre puede manifestarse de muchas Ser fiel a la vocación misionera quiere decir per-
maneras. Ordinariamente se manifiesta en un ofre- severar en la decisión de seguir esta llamada. Puede
cimiento espontáneo. Pero muchas veces se ha dado ser una fidelidad inicial o en el momento de tomar
esta decisión después de una repugnancia inicial o la decisión, una fidelidad en el sentido de madura-
después de un mandato del superior; así ha suce- ción y una fidelidad en un nivel de generosidad.
dido en grandes figuras misioneras. La fidelidad no es, pues, estática, sino de dinamis-
La idoneidad o virtudes necesarias son las cua- mo creciente. Es el dinamismo de la caridad apos-
lidades correspondientes a la misión universal. Hay tólica.
que distinguir si se trata de vida laical, religiosa Hay tres aspectos básicos de la fidelidad a la
o sacerdotal. También hay que tener en cuenta vocación: decisión, donación y gozo. Una vez vista
campos especiales de misión. Pero en líneas gene- la voluntad divina, se toma la decisión de seguirla;
rales, para cualquier vocación misionera específica, pero no se trata de la adhesión a una idea, sino de
podríamos señalar algunas cualidades que se des- la donación esponsal a Cristo para el campo de la
prenden de ios textos del Vaticano II (AG 24): misión. De esta decisión y donación nace el gozo
— fortaleza de ánimo para superar las dificul- apostólico prometido por Cristo en la última cena.
tades de la misión; Esta actitud de fidelidad se va desarrollando y
252 VoíüLion nin mncru Pastoral 253

madurando a través del tiempo y de las dificulta- La fidelidad depende de la gracia—puesto que
des. Hay una maduración más subjetiva (intención, es don de Dios—y de la colaboración humana. Hay
motivaciones, decisión) y otra maduración más ob- que contar, pues, con todos los medios básicos
jetiva (desarrollo de las cualidades). —oración, sacrificio—y hay que saber aprovechar
Si relacionamos fidelidad y maduración, se pue- la realidad personal y ambiental para afianzarse en
de decir que esta actitud de respuesta a la vocación la fidelidad. Los condicionamientos personales (he-
nunca llega a la perfección en esta tierra. Incluso rencia, temperamento) y ambientales (cultura, fa-
puede perderse. De ahí la necesidad de agradecer milia, sociología...), no son determinantes cuando
esta misma fidelidad que es don de Dios, mientras existe una voluntad firme de aprovecharlos y en-
se ponen todos los medios de perseverancia. cauzarlos, salvo en el caso de una incompatibilidad
con la vocación misionera. El pluralismo de las fi-
Sentirse enviado o tomar conciencia de partici-
guras misioneras se basa en los diversos carismas
par en la misión de Cristo presente, es un punto de
y dones de naturaleza M.
apoyo para la fidelidad y maduración. Cuanto me-
nos se corte a la universalidad de la misión—dis-
ponibilidad sin condiciones—, más garantías exis- 6. Pastoral de las vocaciones misioneras
ten de fidelidad perseverante y generosa. La abundancia o la falta de vocaciones misione-
Las dificultades de la misión actual deben ayudar ras depende, en gran parte, de una pastoral de vo-
a descubrir eJ sentido de h vocación misionera. caciones. No se trata solamente de una propaganda
Las dudas sobre la identidad deben conducir a re- de tipo psicológico, sino principalmente de intere-
flexionar en los textos evangélicos sobre la llamada sar a todo el Pueblo de Dios: familias, comunida-
y no buscar soluciones al margen del Evangelio. des eclesiales, vida contemplativa, etc. Es decir, se
Las discusiones sobre el significado de la misión o trata de suscitar un interés que quede plasmado en
de la evangelización, no deben quitar un momento una vida de oración, de sacrificio y de colaboración
de tiempo al apostolado directo. La situación de activa. Asimismo, hay que procurar incidir en los
emergencia o de inseguridad que existe en algunos posibles candidatos, de modo que la realidad de la
países, debe ayudar a descubrir la vocación misione- vocación misionera les cautive como uno de los
ra como vocación éxodo (disponibilidad de ir a otro modos mejores de seguir a Cristo.
país) y de escatología (abrir nuevos caminos). La
maduración de las Iglesias locales ayuda a cortar A) PUNTOS EN LOS QUE HAY QUE INSISTIR
amarras que hacían perder el sentido de universa-
lidad al misionero. El descenso de vocaciones mi- La figura de Cristo debe ser siempre el centro
sioneras es una instancia a presentar el ideal con del mensaje vocacional. Es él quien llama y quien
más exigencias y más radicalismo, en una línea de 14
J. M. IRABURU, Fidelidad a la vocación, en Teología del
alegría y de esperanza. Sacerdocio 5 (1973) 327-350, J F RAYMOND, Le dynamisme de
la vocatwn (París, Beauchesne, 1974).
254 Vocación misionera Pastoral 255
envía. Se participa en su misión universal y en su evangelizar cuando se posee la fuerza del Espíritu
amistad incondicional. Sin una relación personal Santo (Rom 1,4.16). En lugar de presentar dudas
profunda con él, no puede caber la vocación mi- sobre la identidad o de proferir lamentaciones, es
sionera. preferible señalar campos de misión, con toda su
Presentar el ideal misionero supone ofrecer el dificultad, y dejar actuar al Espíritu en el corazón
panorama real de un mundo todavía sin evangeli- joven.
zar. Es Cristo quien espera allí, donde él ya ha de-
jado huellas de su presencia. Hay que llevar el
B) MÉTODOS DE ACCIÓN
Evangelio hasta los puntos neurálgicos de nuestra
sociedad. Las dificultades forman parte integrante Además de presentar los puntos base sobre la
de la misión. Los fracasos inmediatos son ley evan- vocación misionera, hay que encontrar los cauces
gélica para que se produzca la resurrección. Las o medios, así como las líneas de acción y de coope-
ideas y las actuaciones misioneras demuestran su ración.
autenticidad no precisamente en un éxito inmedia-
to, sino en el saber «pasar» por este aparente fra- Los métodos de acción pueden cambiar según
caso (cruz) con la esperanza puesta en la restau- el campo en el que se quiera incidir: la familia, la
ración de todas las cosas en Cristo. escuela, la juventud, los movimientos apostólicos,
las comunidades eclesiales, los medios de comuni-
El ideal misionero supone un radicalismo evan- cación social, etc.
gélico, que es disponibilidad de dejarlo todo para
Gran parte de la acción vocacional hay que gas-
una misión universal. El sentido de totalidad en la
tarla en responsabilizar a grupos eclesiales especí-
entrega camina a la par del sentido universalista
ficos, especialmente en el campo de la oración
de la misión.
(contemplativos, grupos de oración), del sacrificio
La mejor presentación de la vocación misionera (enfermos), del apostolado especializado (movi-
es el testimonio de personas que viven gozosamen- miento familiar, etc.).
te la misión. La vocación, vivida en una línea de
Las experiencias concretas para suscitar la voca-
generosidad y alegría, es una siembra eficaz. De
hecho, todas las vocaciones misioneras se han sus- ción misionera en el mundo juvenil, son variadas
citado en relación a una figura misionera histórica v dependen de las circunstancias de cada país:
o actual.
— casas de espiritualidad;
Hay que abrir horizontes o esbozar nuevas posi- — grupos de revisión de vida o de oración;
bilidades de evangelizar hoy. Los proyectos pre- — casas específicas de pastoral de vocaciones
sentados pueden pecar, a veces, de idealismo o de (centros vocacionales);
fantasía; pero lo importante es hacer ver que, por
— correspondencia epistolar (con visita perso-
estos proyectos o por otros, siempre es posible
nal).
La formación del misionero 257
256 Vocación misionera
ción recibida en un período inicial y durante perío-
Existen muchos esfuerzos, la mayor parte de
dos posteriores de la vida apostólica.
ellos centrados en una sola línea (la de la propia
La formación misionera puede considerarse en
institución misionera). Es preferible, sin dejar es-
estos tres niveles:
tos esfuerzos, coordinar la acción pastoral suscitan-
do preferentemente la vocación misionera en sí — espiritual;
misma—o la vocación general de consagración o — doctrinal;
sacerdocio—, de suerte que, sólo luego, el joven — pastoral (AG 25-26).
decida su camino concreto.
Hay que evitar la masificación de las vocacio- La formación espiritual debe darse principalmen-
nes, especialmente en momentos especiales (post- te durante los años de preparación a la misión. La
guerras, tiempo de dificultades económicas, situa- parte más importante corresponde a la vida prác-
ciones precarias). La selección se impone principal- tica: vida de oración, práctica de virtudes, forma-
mente en esas circunstancias. ción de actitudes básicas, etc. Pero la misma for-
Cuando se presenta la vocación misionera, hay mación doctrinal debe presentar un gran campo
que exponerla con todo su abanico de posibilida- de principios básicos de espiritualidad que orienten
des. Las preferencias las han de descubrir más en la vida apostólica. Esta formación espiritual, prác-
los hechos de vida que en las palabras de la propa- tica y teórica, debe continuar toda la vida en pe-
ganda proselitista. ríodos especiales: retiros, Ejercicios, cursos, etc.
Más que presentar una situación de crisis, hay Uno de sus puntos de apoyo es la dirección espiri-
que presentar necesidades urgentes que reclaman tual y la revisión de vida con los hermanos. Las
generosidad y respuesta incondicional a la llamada lecturas, especialmente de autores clásicos y del
de Cristo. magisterio, son imprescindibles. La vida litúrgica,
A través de la meditación de la palabra de Dios, a través del año litúrgico, es una escuela privilegia-
hay que ir descubriendo que esta misma Palabra da de espiritualidad misionera.
(Cristo) espera escondida en el prójimo, en los
La formación doctrinal es un aspecto fundamen-
acontecimientos, en los diversos sectores de nues-
tal de la formación espiritual y pastoral. Pero, con-
tra sociedad todavía no evangelizada 15.
siderada en sí misma, abarca todos los grandes prin-
cioios del mensaje cristiano que hay que predicar.
7. La formación del misionero Suoone, pues, una profundización de la palabra de
La fidelidad, vivencia y perseverancia generosa Dios (en reflexión teológica) y un estudio de la
del misionero depende, en gran parte, de la forma- cultura y ambientes humanos donde hay que pre-
dicar esta palabra. Todas las disciplinas, sin excep-
15
Pastoral de las vocaciones (Salamanca, Sigúeme, 1961)- ción, deben llevar esta marc% de «misterio de
Théologie et pastorale des vocations Rev Dioc Namur 18 (1964)
411-474 Cristo» que hay que predicar. Una formación doc-
Bspintuahdad misionera 9
Vocación misionera La formación del misionero 259
258
trinal simplemente técnica podría ser un gran obs- sí mismas, el interrogante sobre la vocación misio-
táculo para el momento de decidirse por la voca- nera. Más bien, estas situaciones nuevas deberían
ción o para los momentos de dificultad de la vida estimular a más reflexión, oración y generosidad,
apostólica. Por esto la formación doctrinal debe para encontrar, tarde o temprano, la solución ade-
cuada 16.
ser permanente: cursos, conferencias, lecturas...
Ha de cuidarse, no obstante, que esta formación no 16
aboque a dudas, problemas artificiales y demasiado Véase syraposium sobre la formación misionera (Universidad
Urbaniana, Roma 1977): La formaziorte del missionarío oggi, sim-
teóricos, hipótesis teológicas aventuradas, etc. La posio miernazionale (Roma 24-28 ott. 1977). Véase también Docu-
mento de la S. Congregación para la Evangelización de los Pueblos
formación especializada dependerá de los diversos sobre la vocación y formación de los misioneros (Roma, Pente-
campos de misión, sin olvidar las personas que de- costés 1970), en Guida delle missioni cattoltche (Roma 1975).
El mensaje pontificio (Pablo VI) para el Domund de 1977 está
ben dedicar su vida precisamente a los temas mi- dedicado a la formación misionera.
sioneros (misionología).
La formación pastoral abarca el campo de la me-
todología apostólica, personal y colectiva (pastoral
de conjunto). El anuncio y comunicación del men-
saje abarca una serie de niveles en los que se re-
quiere metodología peculiar: anuncio (catequesis,
predicación...), vivencia de signos litúrgicos (sa-
cramentos, eucaristía, liturgia), vivencia de caridad
(comunidad, organización...). Pero es ya formación
pastoral la formación espiritual y la formación doc-
trinal del apóstol en cuanto tal. No habría forma-
ción pastoral recta si se ciñera solamente a la me-
todología técnica apostólica. La formación pastoral
debe renovarse continuamente, puesto que los mé-
todos son susceptibles de cambio según las circuns-
tancias. Pero queda siempre una orientación bási-
ca que no cambia: valor de la palabra, de los sig-
nos sacramentales, etc. Muchas veces, las dudas so-
bre la identidad apostólica surgen con ocasión de
un cambio brusco en el campo de apostolado, pero
se originan propiamente en un cambio equivocado
de criterios básicos. Las dudas sobre métodos de
apostolado o sobre estilo de vida, no producen, por
PRESENTACIÓN
X. MATERNIDAD DE LA IGLESIA
Y MISIÓN APOSTÓLICA
Maternidad y misión eclesial

La Iglesia se está preparando para un nuevo pe-


SUMARIO ríodo de evangelización. Estamos a las puertas de
un nuevo siglo que será, a su vez, el tercer milenio
del cristianismo. La exhortación apostólica Evan-
Presentación: Maternidad y misión eclesial.
gelii nuntiandi y el Sínodo Episcopal de 1974 so-
1. Iglesia madre. bre la evangelización, son una invitación acuciante
2. Iglesia esposa de Cristo. para preparar este nuevo período de evangelización
3. Títulos apostólicos de la Iglesia esposa y madre. profundizando en la naturaleza de la Iglesia '.
4. Maternidad eclesial: ser y función apostólica.
Todo período especial de evangelización y de re-
5. Virginidad y maternidad.
novación se ha caracterizado por una profundiza-
6. Maternidad eclesial en la misión apostólica de
cada cristiano. ción en la maternidad de la Iglesia. Un fino senti-
7. El sacerdocio ministerial o ministerio apostólico. do de Iglesia ha hecho surgir santos y apóstoles
8. Naturaleza mañana de la misión y maternidad que han marcado la pauta evangelizadora durante
eclesial. siglos.
9. Construir la Iglesia. Los misterios cristianos se «presencializan» de
algún modo en la Iglesia, Desde la encarnación a
Pentecostés, el misterio de Cristo redentor es una
epifanía y comunicación personal de Dios Amor
para cada hombre y para toda la humanidad. La
Iglesia anuncia, presencializa, vive y comunica es-
tos misterios que son «propiedad» de toda la fa-
milia humana. En esta «misión» eclesial, la Iglesia
se siente y se hace madre.
El día de la Anunciación, María, Madre y Tipo
de la Iglesia, manifestando su fidelidad a la acción
del Espíritu Santo, se hizo madre de Dios y madre
1
Exhortación apostólica de Pablo VI Evangelii nuntiandi-
AAS 58 (1976) 5-76; véanse n.-81-82, en los que destaca el sentido
mariano y eclesial de esta invitación. La exhortación Be publicó
el día de la Inmaculada (8 de diciembre) de 1975, décimo ani-
versario de la clausura del concilio Vaticano II.
Presentación 263
262 Maternidad y misión eclesial hicieron fieles a la acción del Espíritu con la pre-
nuestra. La maternidad de María continúa en la sencia, la oración y el ejemplo de María.
Iglesia. La naturaleza de la Iglesia es un proceso de ma-
La Iglesia, reunida en el cenáculo, en espíritu ternidad que lleva a cumplimiento la misión de
de caridad, de oración y con la presencia de María, Cristo. La madre se hace tal en un proceso de amor
se hizo fiel al Espíritu Santo enviado por Jesús, y, y de sufrimiento. Para la Iglesia, es un proceso de
por ello mismo, se hizo apostólica y madre. De esta conversión y de bautismo, una actitud descrita en
manera continúa la misión de Jesús (Jn 20,21-22). el sermón de la Montaña. Es el gozo de la fecun-
Su maternidad consiste en la misión de anunciar, didad que nace de la postura de amor—como el
presencializar y comunicar el misterio de Cristo a del Señor—en los momentos de sufrimiento y de
todos los hombres. María y la Iglesia forman una cruz. Jesús fue así imagen del Padre y así la Igle-
unidad, como nueva Eva, madre fecunda y virgi- sia se hace imagen de Dios Amor participando en
nal, asociada a Cristo (nuevo Adán), para ser su la misión de Jesús.
epifanía o «sacramento». San Pablo, en su tarea apostólica, se compara
La Iglesia de cada época y de todos los tiempos a una madre que sufre. Así se expresa en la carta
siente la llamada del día de la encarnación y del a los Gálatas: «hijos míos, por quienes sufro de
día de Pentecostés. Es su razón de ser: hacerse nuevo dolores de parto hasta ver a Cristo formado
madre de todos los hombres. Cada cristiano, vi- en vosotros» (Gal 4,19). El apostolado es, para Pa-
viendo el sentido de Iglesia, experimenta la nece- blo, una acción de dar a luz a Cristo en los demás.
sidad de maternidad (o paternidad), que es la ra- Pero esta acción apostólica es materna en el doble
zón de ser de la misión o apostolado. sentido de dar a luz y de responsabilizarse conti-
«En la mañana de Pentecostés ella (María) pre- nuamente por la educación de los hijos. Es una ac-
sidió con su oración el comienzo de la evangeliza- ción materna continua, puesto que ha de llevar al
ción bajo el influjo del Espíritu Santo. Sea ella la cristiano hacia una plenitud. El contexto de la car-
estrella de la evangelización siempre renovada que
la Iglesia, dócil al mandato del Señor, debe promo- ta a los Gálatas, en su capítulo cuarto, es de com-
ver y realizar, sobre todo en estos tiempos difíciles paración o, al menos, de relación entre la materni-
y llenos de esperanza» 2.
dad de María (4,4), la maternidad de la Iglesia
La muerte y resurrección de Cristo, tema central (4,26) y la maternidad apostólica (4,19).
de la evangelización, urgen a la Iglesia a adoptar En la carta a los Tesalonicenses, Pablo se com-
esta fidelidad de la que María es el mejor modelo. para de nuevo a una madre, pero esta vez en una
La «vida apostólica», o ejemplo y doctrina de los actitud de darse o adaptarse al niño pequeño: «Nos
apóstoles, es un punto de referencia que marca la hicimos como pequeñuelos y como nodriza que cría
pauta para siglos posteriores. Por esto la Iglesia a sus niños; así llevados de nuestro amor por vos-
mira siempre a Pentecostés, donde los apóstoles se otros, queremos no sólo daros el evangelio de Dios,
2
Ibid., n.82.
26¿t Maternidad y misión eclesial
' Iglesia madre 265
sino aun nuestras propias vidas» (1 Tes 2,7-8). Los
tórico, geográfico, funcional... Misión y materni-
sentimientos del apóstol son parecidos a los de Je-
dad eclesial son realidades complementarías o dos
sús cuando se compara a una gallina en este mismo
facetas de una misma realidad 3 .
sentido materno (Mt 23,37).
Pero quien primero ha comparado la misión 1. Iglesia madre
apostólica a una función materna, ha sido el mismo
Jesús en el sermón de la última cena. Jesús pro- El sentir común de los fieles habla continua-
mete a los apóstoles su Espíritu Santo, su misión, mente de «la Iglesia nuestra madre». A veces ha
sus sufrimientos, su gozo pascual. Para alcanzar la sido incluso una tonadilla en la predicación: «di-
fecundidad apostólica hay que correr la misma suer- ce la Iglesia nuestra madre». En el credo de la
te que Cristo, beber su cáliz o copa de bodas y de Iglesia africana primitiva se decía: «Creo en la
alianza. Sufrir por Cristo es algo inherente a la santa Iglesia madre» 4 . Y así se canta todavía el
tarea apostólica, como lo es el dolor a la tarea ma- credo romano en alguna lengua vernácula.
terna (Jn 16,21). La alegría de la fecundidad ma- Los Padres de la Iglesia manifestaban su «sen-
terna y apostólica se expresa en las palabras de tido» eclesial con esta misma expresión 5. Son mu-
Jesús bajo el símil de la madre: «vuestra tristeza chos los matices de esta afirmación patrística, que
se convertirá en gozo» (Jn 16,20). a veces se inspiran en el símil de la gallina usado
por Jesús. Relacionan virginidad y maternidad ecle-
Anunciar el Evangelio es anunciar el gozo salví- sial, subrayan la fecundidad—misión apostólica—,
fico o pascual de Jesús. El ángel anunció este gozo
a los pastores (Le 1,10). Es el gozo de las bienaven- 3
A. ALCALÁ, La Iglesia, misterio y misión (Madrid 1963);
turanzas. Y es el mismo gozo materno de la fe- G. COLZANI, La missionarieta della Chiesa (Bologna, Dehoniane,
1975); Y. CONGAR, La mission dans la tbéologie de l'Église, en
cundidad apostólica que se realiza cuando se ha Repenser la mission (Lovaina 1965) 53-74; J. MASSON, Fonction
missionnaire, fonction d'Eglise, en Nouvelle Revue Théologique
sabido amar en el sufrimiento. La misión apostóli- 80 (1958) 1042-1061; 81 (1959) 41-59; A. R E T I F , Mission de
ca es, pues, función maternal de la Iglesia y, como l'Église e mission de l'Esprit (Paris 1958); H . Roux, Église et
mission (París 1956); A. SEUMOIS, Tbéologie missionnaire, déli-
tal, entrelaza la cruz o sufrimiento con la alegría mitation de la fonction missionnaire de l'Église (Roma 1973).
de la fecundidad (gozo pascual). Por esto la Igle- Véanse comentarios al decreto Ad Gentes, e.g. L'activité mission-
naire de l'Église: Unam Sanctam 67. Véanse también algunos co-
sia, esposa virginal y fecunda, es como la epifanía mentarios posconcilíares: A los diez años del decreto «Ad Gentes»
del Señor o su signo y «sacramento». En esto si- (Burgos, Facultad Teológica, 1976). Véase más bibliografía en la
nota 22 (Iglesia «sacramento»).
gue las mismas constantes que la maternidad de 4
K. DELAHAYE, Ecclesia mater chez les Peres des trois premiers
María, quien, por estar asociada a Cristo, es su epi- siécles (Paris, Cerf, 1964); Véanse págs. 98 y 108.
* Algunos testimonios significativos: PASTOR DE HERMAS, Vi-
fanía e instrumento de filiación divina. sión 3 (virgen y madre); TERTULIANO, De oratione 2; De baptis-
mo 20; De anima 43,10; SAN CIPRIANO, De unitate Ecclesiae 5
Para la Iglesia, anunciar «la Buena Nueva» o el (madre fecunda); SAN AGUSTÍN, In Ps 88, sermo 2 n.14 (virgen
y madre como María); SAN AMBROSIO, Exp. in Lucam 8,73 (somos
gozo salvífico de Cristo es una función materna la Iglesia madre y somos también sus hijos), etc. Véase H . DE
permanente y universal en todos los sentidos: his- LUBAC, Las Iglesias particulares en la Iglesia universal (Salaman-
ca, Sigúeme, 1974), 2.* parte.
266 Maternidad y misión eclesial Iglesia madre 267

relacionan la maternidad de la Iglesia con la mater- A esa «plenitud de los tiempos» alude San Pa-
nidad de María y no dejan de apuntar que la mater- blo continuamente en su celo misionero de «ins-
nidad eclesial se participa por cada uno de los cris- taurar todas las cosas en Cristo» (Ef 1,10). La ima-
tianos. gen de la Iglesia madre, esposa, cuerpo de Cristo,
La doctrina sobre la Iglesia madre es eminente- sirve a Pablo para presentar a la misma Iglesia
mente bíblica. El capítulo cuarto de la carta de como instrumento de Cristo para llegar a esa ple-
San Pablo a los Gálatas habla del misterio de Cris- nitud según los planes salvíficos de Dios (Ef 1,
to, Hijo de Dios, hecho nuestro hermano por la 22-23). En esta tarea de amor de Dios y de mater-
maternidad de María (Gal 4,4) para comunicarnos nidad eclesial está empeñado Pablo; ésa es su iden-
su filiación divina. Esta maternidad se concretiza tidad y su razón de ser como apóstol de las gentes
ahora en la Iglesia por el ministerio «maternal» del (Ef 3).
Apóstol (Gal 4,19). Pero es toda la Iglesia la que Eva, «madre de los vivientes», alcanza así, en
queda adornada con el título de madre (Gal 4,26s). la visión mesiánica, una maternidad verdaderamen-
En toda esta gradación de maternidad hay siempre te universal y salvífica. Pero la nueva Eva del nue-
una comunicación de filiación divina. vo Adán, preparada en el pueblo de Israel como
La doctrina paulina sobre la maternidad de la esposa e Hija de Sión, encuentra su realidad en
Iglesia se basa en el texto de Isaías sobre la nueva María y la Iglesia en su función maternal. La teo-
Sión o nueva Jerusalén que va a ser madre univer- logía de Juan sobre «la mujer» nos haría profun-
sal de judíos y gentiles 6 . Se trata, en efecto, de dizar en este tema tan misionero por ser tan ecle-
«la Jerusalén de arriba, que es libre y es nuestra sial y tan mariano. Esta «mujer», virgen fecunda,
madre» (Gal 4,26). El nuevo Sinaí o nueva ley del es «signo» levantado ante los pueblos como señal
amor—proclamada por Cristo y puesta en práctica de que ya ha llegado la salvación 7.
por la fe cristiana—tiene dimensiones universales, La Iglesia es madre de cada una de las comuni-
sin fronteras. En este transfondo isaiano se consta- dades locales e Iglesias particulares. Para Pablo,
ta que Dios ha transformado la esterilidad y el la Iglesia se halla concretizada allí donde hay una
adulterio o pecado de su pueblo Israel en una vida comunidad cristiana fundada por el apóstol, en la
esponsal y maternal de fecundidad insospechada que se proclama la palabra y se celebra la eucaris-
como partícipe de la fecundidad de Dios Amor, tía 8 . La segunda carta de San Tuan expresa esta
Padre y Salvador universal. Esa es la perspectiva misma imagen de la Iglesia madre en cada Iglesia
de la «plenitud de los tiempos» (Gal 4,4), en la que
María ocupa un lugar de signo y epifanía. ' Se puede comparar los textos de Gen 3,15; Is 7,14; Miq
5,2-3; Jn 2,4; Jn 19.26; Ap 12.1, etc. La figura de «la mujer»
exDresa ese «siono levantado» que es, al mismo tiempo, la
6
Iglesia v María (Is 11,12).
«Regocíjate, estéril, que no has parido; entona un grito de 8 1 Tes 2.14; Act 16.5; 15 41 Vénnse P TENA, P.glise. en
alegría y exulta, tú que no has estado de parto. Porque los hijos Dicl Spirilualité, fase 25, col.370-374; T. ESOUERDA, Sacerdocio
de la abandonada son más numerosos que los hijos de la casada, ministerial en la Iglesia particular: Salmanticensis 14 (1967)
dice Yahvé» (Is 54,1). 309-340.
268 Maternidad y misión eclesial Iglesia, esposa de Cristo 269
particular (2 Jn 1.4.13). Los «hijos» de la Iglesia del primer Adán (Gen 1,22-26). El amor y la unión
caminan en la verdad del precepto del amor (2 Jn entre el hombre y la mujer (Adán y Eva) son la
4s). Se vislumbra una relación entre Iglesias her- imagen de Dios Amor. En el nuevo Adán, la nueva
manas o una relación entre los hijos de la misma esposa, es decir, la Iglesia, nace también del costa-
Iglesia que está y opera en comunidades distintas do de su esposo y forma con él una unidad que es
(2 Jn 13). «signo» («sacramento») del amor de Dios 10 . El
La maternidad de la nueva Sión o nueva Jeru- matrimonio cristiano encuentra su significación en
salén queda, pues, enraizada en la nueva ley del esta realidad más profunda del «matrimonio» en-
amor. El nuevo monte del pacto esponsal es ahora ere Cristo y la Iglesia.
el monte de las bienaventuranzas. El gozo de la fe- De esta imagen de la Iglesia esposa nace el celo
cundidad eclesial o «bienaventuranza» deriva de apostólico de Pablo, cuyo ministerio consiste en
saber amar en las circunstancias de sufrimiento que desposar a los cristianos con Cristo y llevar a la
acompañan la acción apostólica. Por esto Jesús com- perfección este desposorio n . F.l celo misionero es
para los apóstoles a una madre que se llena de
participación del celo de Dios Amor y de Cristo
gozo en la fecundidad proveniente de haber amado
esposo.
en el sufrimiento (Jn 16,21). La Iglesia se hace ma-
dre viviendo y anunciando las bienaventuranzas o El desposorio de la Iglesia y de cada fiel con
precepto del amor. Así sus hijos podrán decir el Cristo lleva a una propiedad esponsal por parte de
«Padre nuestro», que es la oración universal de Cristo. Ya no somos nuestros, sino de Cristo esposo
toda la humanidad. La maternidad eclesial es, por (Rom 7,2-4). El «no sois vuestros» o «no os perte-
su misma naturaleza, maternidad universal 9 . necéis» (1 Cor 6,19) tiene este significado de pro-
piedad esponsal de Cristo, que nos ha comprado
cen su sangre. Así se ha realizado el nuevo «pacto
2. Iglesia, esposa de Cristo
esponsal» o nuevo testamento.
Para Pablo el «misterio» de Cristo en la Igle- Juan, en el Apocalipsis, describe la marcha de
sia es una realidad esponsal: «Cristo amó a la Igle- la Iglesia como una peregrinación de desposorio
sia y se entregó a sí mismo por ella... gran miste- hacia la realización del matrimonio en la resurrec-
rio es éste, pero yo lo aplico a Cristo y a la Igle- ción final. Es una imagen, como la de Pablo, que
sia» (Ef 5,25.32). indica la unión de la Iglesia peregrina con su espo-
Esta imagen paulina de la Iglesia esposa—madre
fecunda—encuentra su paralelo veterotestamenta- 10
El texto de Ef 2,26-27 podría ser el mejor comentario a
rio en la primera mujer, Eva, salida del costado Gen 1.22-26 y a Jn 19.34 (la nueva Eva nace también del cos-
9
tado del nuevo Adán). Cf. H. U. VON BALTHASAR, Sponsa Verbi
K. DELAHAYE, Ecclesia mater... (Paris, Cerf, 1964); H. DE (Einsiedeln 1961).
LUBAC, has Iglesias particulares en la iglesia universal (Salamanca, " «Os celo con el celo de Dios, pues os he desposado a un
Sigúeme, 1974), 2." parte; J. FRISQUE, La mission et l'Église solo marido para presentaros a Cristo como casta virgen» (2 Cor
parlicuhére: Église Vivante (1949) 389-412. 11,2).
270 Maternidad y misión eclesial Iglesia, esposa de Cristo 271

so Cristo, de cuyo costado nació en la cruz, por el Iglesia es misión en el Espíritu, quien es el prin-
agua y el Espíritu (Jn 19,30.34). cipal agente de la evangeli:zación u.
El desposorio eclesial tiene diversas etapas, como Esta imagen bíblico-patrística de la mujer espo-
una gradación de maternidad: desde la cruz a Pen- sa de Cristo tiene siempre como transfondo «la
tecostés y a ia escatoíogía. Es la maternidad apos- mujer» del Antiguo Testamento. Es la mujer de
tólica de la Iglesia, cuya figura y tipo es siempre las profecías mesiánicas, la esposa de los Cantares,
María: «la mujer» junto a la cruz, la mujer en 'la la hija de Sión, el mismo pueblo de Israel, Jeru-
nueva creación de Pentecostés, la mujer en el cielo salén, etc. Las figuras femeninas de la Biblia per-
apocalíptico o de marcha escatológica de la Iglesia sonifican esta mujer esposa de Dios. Los profetas
peregrina. profundizaron este desposorio («testamento», pac-
El desposorio y maternidad de la Iglesia van to esponsal, «alianza»). De ahí la riqueza eclesial
apareciendo en el Apocalipsis con una triple imagen y misionera de Dios Esposo. Los Padres y autores
que es una misma realidad: Eva, María, Iglesia. El cristianos, al querer profundizar los textos (relati-
trasfondo es el del Génesis, de Cana, de la cruz. vamente escasos) del Nuevo Testamento sobre la
La historia salvífica es siempre marcha nupcial, en Iglesia esposa, irán a buscar su significado en los
el antiguo pacto esponsal («testamento») y en el paralelos veterotestamentarios13.
nuevo. La Iglesia va cumpliendo su misión mater- No es, pues, de extrañar que Jesucristo se pre-
na {apostólica) en medio de dificultades, puesto que sentara tantas veces como esposo de la nueva Alian-
necesita purificación, persecución, para vivir mejor za. Su muerte va a realizar este desposorio como,
la fe y la esperanza como aprendiz de la caridad. bebiendo una «copa de bodas» 14. Cristo esposo in-
El amor se realizará plenamente cuando toda la vita a todos a las bodas (Mt 22,9). Pero también
humanidad, convertida en Iglesia esposa de Cristo, urge a su esposa la Iglesia a vigilar como las vír-
llegue al encuentro o plenitud. Los capítulos 12, 19 genes prudentes (Mt 25,1-13).
y el del Apocalipsis contienen este mensaje de di- La imagen de Jesús esposo tiene sentido escato-
namismo apostólico—María e Iglesia como nueva lógico, de encuentro definitivo, de un juicio final,
Eva—, que culmina en el «ven. Señor Jesús» que urge a que la esposa sea fiel, esposa fecunda
(Ap 22,20). de muchos hijos, es decir, de toda la humanidad.
Por esto los «apóstoles», que van a continuar la
Del Génesis al Apocalipsis aparece así la figura
de «la mujer» esposa del nuevo Adán. Y es el Es- 12
Evangeln nunhandt c.7. Véase el comentario Esortazione
píritu creador (Gen 1,2), Espíritu del Padre y del Apostólica «Evangehi nuntiandi»..., Commento sotto Vaspetto
Hijo, el autor de la nueva creación y del nuevo teológico, ascético e pastórale (Roma, Sacra Congregazione per
l'Evangelizzazione dei Popoli, 1976).
desposorio o «testamento» entre Cristo Hijo de " Ps 44; Am 5,2; Os 1-3; Ts 54,1-7; 60,4; 66,7-13; Sof 3,17;
Jer14 2,5; Ez 16, etc.
Dios y la humanidad entera por medio de la Igle- Compárese Le 22,20 (copa de la nueva alianza o desposorio)
sia. Por esto, la misión materna y apostólica de la con Jn 18,11 (copa de bodas preparada por el Padre) y Mt 20,22
(beber el mismo cáliz o suerte de Cristo).
272 Maternidad y misión eclesial Tílulos apostólicos de la Iglesia 273

misión de Cristo, son «los amigos del esposo» La Iglesia es algo inherente a Cristo, como el
(Mt 9,15) que sigue realizando este desposorio pre- rebaño al pastor (Jn 10), como el sarmiento forma
paratorio de un matrimonio definitivo cuando «Dios parte de la vid (Jn 15,1-5). En una palabra, es la
sea todo en todos» (1 Cor 15,28). Iglesia propiedad esponsal de Cristo (Rom 16,16).
La misión apostólica es, pues, misión de despo- Y con este amor de esposo, Cristo escudriña o exa-
sorio. Es un servicio eclesial que debe estar ador- mina a su Iglesia continuamente en la asignatura
nado de la misma humildad que la del Precursor, del amor fecundo (Ap 2,23). La naturaleza de la
quien se alegra de que los nombres encuentren a Iglesia es, pues, la de sec^él cuerpo de Cristo que
Cristo, aunque él tenga de desaparecer (Jn 3,29- crece continuamente en la comunión universal
30). En esta misión hay una urgencia de evangeli- (Col 2,19). Los sufrimientos del apóstol comple-
zar, de preparar la esposa que es la humanidad en- tan la pasión de Cristo en bien de la Iglesia que
tera, «porque viene el esposo» (Mt 25,6) 15 . es su cuerpo (Col 1,24). Cuerpo de Cristo equivale,
pues, a esposa fecunda o madre de todos los hom-
bres 16.
3. Títulos apostólicos de la Iglesia madre
y esposa Con el título de pueblo se indica propiedad es-
ponsal o «pueblo de adquisición» (1 Pe 2,9) que
La Iglesia esposa de Cristo, virgen y madre, vive tiene su origen en una «alianza» o pacto esponsal.
su dinamismo de maternidad apostólica expresado Este título bíblico y conciliar no tiene, pues, el sen-
bajo diversas facetas en la doctrina neotestamenta- tido de nuestra terminología actual en el campo po-
ria. Cada uno de los títulos eclesiales expresa un lítico 17.
aspecto de la maternidad de la Iglesia: cuerpo, pue- La Iglesia es el nuevo pueblo propiedad de
blo, mino, sacramento... Dios 18 , pueblo y reino sacerdotal (Ap 1,4-6), edi-
La Iglesia es una sola cosa con Cristo, es el ficación de Dios (1 Cor 3,9), casa de Dios (1 Tim
«Cristo total», «una sola carne» (Mt 19,6), identi- 3,15), templo del Espíritu Santo (1 Cor 3,16; 6,19;
ficada con Cristo esposo. En este sentido, la Igle- 1 Pe 2,5). Por todo ello, el pueblo de Dios debe
sia es «cuerpo de Cristo» (1 Cor 12,26-27). Todo abarcar toda la humanidad como posesión de Dios.
cristiano está bautizado, configurado en un solo
18
cuerpo, el de Cristo (1 Cor 12,13). Cristo es la LG n.7. Sobre cada uno de estos títulos eclesiales, ibid. n.5-6.
Comentario a humen gentium: ha Iglesia y su misterio (Barce-
cabeza de su cuerpo (Ef 1,22; 5,23-24; Col 1,18). lona, Herder, 1969), 2 vols.
17
Cristo esposo ama a su esposa haciendo de ella su El concilio Vaticano II dedica a este título el capítulo se-
gundo de la humen gentium, después del título de Iglesia «sacra-
propio cuerpo por transformación en unidad mís- mento», en armonía con otros títulos eclesiales. Los comentaristas
tica (Ef 5,25.29). han destacado la importancia de esta prioridad al comienzo de
la constitución conciliar antes de especificar los diversos estamen-
tos de este pueblo: ministros, laicos, religiosos. Véase la nota 16.
18
15
Véase bibliografía abundante sobre este tema de Iglesia es- «Vosotros, que en un tiempo no erais pueblo, ahora sois
posa en K. DELAHAYE, O.C, lista bibliográfica final; H. U. VON pueblo de Dios» (1 Pe 2,10); se trata de un «pueblo adquirido»
BALTHASAR, Sponsa Verbi (Einsiedeln 1961). (ibid., 9).
274 Maternidad y misión eclesial
Títulos apostólicos de la Iglesia 275
Pueblo, «santidad» y sacrificio son términos com-
20
plementarios: toda la humanidad debe ser propie- (1 Cor 15,27-28) . En el Antiguo Testamento la
dad de Dios, imagen de Dios, olor de Dios—a ma- figura de la mujer asociada al Mesías tiene también
nera de sacrificio agradable—, gloria o epifanía de esta faceta real: la reina esposa y madre 21 .
Dios. La misión de la Iglesia «pueblo» es la de ser Uno de los títulos más sugestivos actualmente
signo de lo que Dios quiere hacer con toda la hu- es el de Iglesia sacramento o signo eficaz de Cris-
manidad; es el nuevo Israel, el pueblo de la nueva to n. Como la esposa es «gloria» de su esposo, así
alianza esponsal (Ex 19,6, citado por San Pedro). la Iglesia; pero con una profundidad que deriva
del misterio de Cristo. La palabra latina «sacra-
La Iglesia es «sal» para hacer que toda la humani-
mento» (signo manifestativo y comunicativo) tra-
dad se convierta en un «sacrificio» agradable a Dios.
duce, en parte, el término griego neotestamentario
De ahí el sentido apostólico de la afirmación de
«misterio» (intimidad divina o planes salvíficos de
Jesús: «Vosotros sois la sal de la tierra» (Mt 5,13;
Dios en Cristo). Por esto Cristo es el misterio
compárese con Me 9,48). Es como un fermento (Ef 1,3-9) que Pablo predica a todas las gentes
que transforma toda la masa (Mt 13,33). (Ef 3,1-10) y que se manifiesta y comunica por la
Complemento del título eclesial de pueblo es el Iglesia. La Iglesia es el «misterio» o «sacramento»
de reino. Este título indica diversas facetas y eta- (Ef 3,8-10; 5,32), es la epifanía y comunicación
pas eclesiales. Jesús es el mismo reino que vive en de los planes salvíficos de Dios en Cristo (1 Tim
nosotros (sentido eclesial de signos: Me 4,26; 3,16).
Mt 12,28), que nos espera en un encuentro defi- El concilio Vaticano II, secundando los deseos
nitivo (sentido escatológico: Jn 18,36). Cristo, con del papa Juan XXIII al convocar la asamblea con-
su esposa la Iglesia, se halla ya en semilla (semilla ciliar, presenta a la Iglesia como «sacramento uni-
del reino: Me 4,26) en cada persona, pueblo, cul- versal de salvación» 23. Así el misterio de Cristo,
tura. Pero desde la encarnación y especialmente por una Iglesia renovada, será dado a conocer a
desde Pentecostés, el reino de Dios está cerca y todos los pueblos (Ef 3,8-10). La Iglesia, esposa
urge a una explicitación y encuentro eclesial (Me 1,
15): el reino de Dios está cerca, a la puerta, urgien- 20
Los Hechos de los Apóstoles terminan narrando cómo San
do a una realización plena. Pablo anunciaba el reino en su situación de libertad vigilada
(Art 28,30).
«La Iglesia es el reino de Cristo» 19. Todas las 21
22
Sal 44,10. Recuérdese también la figura bíblica de Ester.
J. ALFARO, Cristo, sacramento de Dios Padre: la Iglesia, sa-
semillas del reino que se hallan fuera de la Iglesia cramento de Cristo glorificado: Gregorianum 48 (1967) 5-27;
visible, deben llegar a germinar plenamente en la Y. CONGAR. Un peuple messianique, l'Église sacrement du salut
(Paris, Cerf, 1975), 1.* parte; A. NAVARRO, La Iglesia como sacra-
Iglesia reino de Dios. La misión eclesial es la de mento primordial, en Estudios Eclesiásticos 41 (1966) 139-159;
O. SEMMELROTH, La Iglesia como sacramento original (San Se-
hacer que la humanidad sea reino explícito de Cris- bastián Dinor, 1965); P. SMULDERS, La Iglesia como sacramento
to «para que Dios sea todo en todas las cosas» de salvación, en La Iglesia del Vaticano II (Barcelona, Flors,
19661 T p.377-400.
23
19
LG n.3. Otras veces el concilio habla de «comienzo» y «ger- LG n.l v 48; AG n.l; cf. Const. Apost. Humanae salulis
men» del reino (humen gentium n.5 y 10). (25 dic. 1961).
276 Maternidad y misión eclesial Ser y función apostólica 277

de Cristo, nueva Sión, madre de todos los pueblos, La universalidad de esta maternidad eclesial es
es el signo levantado ante las naciones24. Pablo ex- de instrumentalidad salvífica, en cuanto que es es-
presa esta realidad en un himno cristiano sobre la posa fecunda de Cristo «Salvador de todos» (1 Tim
Iglesia sacramento universal de salvación: «Es 4,10). No hay fronteras geográficas, ni culturales,
grande el misterio de la piedad, que se ha manifes- ni raciales, para esta maternidad eclesial.
tado en la carne, ha sido justificado por el Espíri- Hoy, este sentido de maternidad universal de la
tu, ha sido mostrado a los ángeles, predicado a las Iglesia lleva a una pastoral de evangelizar los sec-
naciones, creído en el mundo, ensalzado en la glo- tores y puntos neurálgicos de nuestra sociedad, es-
ria» (1 Tim 3,16). pecialmente cuando las fronteras religiosas coinci-
den cada vez menos con las fronteras geográficas.
4. Maternidad eclesial: ser y función apostólica
El sentido de maternidad, vivido intensamente en
cada época, hace que la Iglesia descubra los mejo-
El ser y función apostólica de la Iglesia podrían res medios de acción pastoral. De ahí el fino sen-
definirse como maternidad permanente y univer- tido de Iglesia que han tenido siempre los santos
sal. Así como los misterios cristianos se hacen pre- misioneros y apóstoles. Las mejores y más audaces
sentes en la Iglesia, la maternidad eclesial, iniciada iniciativas pastorales nacen de un profundo sentido
en Pentecostés, tiene una dimensión permanente de comunión eclesial contra toda lógica y previsión
en la historia de salvación hasta la restauración fi- humana. Esto supone sufrimiento como parte in-
nal. La maternidad de la Iglesia—como la de Ma- tegrante de la misma maternidad (Jn 16,20-21).
ría—no termina nunca en esta tierra. Se podría de- La Iglesia sufre constantemente dolores de par-
cir analógicamente de la Iglesia lo que el Vatica- to (Ap 12), especialmente en la labor apostólica
no II dice de María: (Gal 4,19), que es función materna. Amar en el
«Esta maternidad de María en la economía de la sufrimiento produce precisamente el gozo de la fe-
gracia perdura sin cesar desde el momento del asen- cundidad (Jn 16,20-21). La historia de la Iglesia
timiento que prestó fielmente en la anunciación—la es una presencialización de la vida de María asocia-
Iglesia lo prestó en Pentecostés—hasta la consuma-
ción perpetua de todos los elegidos» 25 . da como Madre y esposa a Cristo redentor en los
momentos de acción sacrificial (Le 2,35; Jn 19,25-
La maternidad es la razón de ser de la Iglesia 27).
y constituye su ser y su función pastoral. Desde Pentecostés (Act 1,14), María y la Iglesia
3 forman una unidad materna a manera de instru-
*
Sacrosanctum Concüium n.2; Is 11,12.
25
LG n.62. En algunos estudios se ha hecho resaltar la relación mento de filiación divina. María es el tipo de esta
entre la maternidad de María y la maternidad de la Iglesia: maternidad eclesial ejercida en el dolor de asocia-
J. ESQUERDA, La maternidad de María y la sacramentalidad de la
Iglesia, en Estudios Marianos 26 (1965) 231-274; I. LECUYER, ción a Cristo redentor (Ap 12). Jesús continúa aso-
Mario ct VÉglise comme mere et épouse du Christ, en Études
Mariales (1952) 23-41. Véase bibliografía posconciliar en La Virgen ciando a su madre María en la aplicación de la re-
de los tiempos nuevos (Barcelona, Balmes, 1975).
278 Maternidad y misión eclesial Ser y función apostólica 279

dención a través de los signos eclesiales que consti- ticos valores religiosos no cristianos tienden, por su
tuyen la maternidad ministerial o apostólica de la misma naturaleza, a ser explícitamente Iglesia2é.
Iglesia. La función materna (pastoral) de la Iglesia es
Cuando ha de haber una acción del Espíritu San- mediación de salvación, cuyo tipo o personificación
to en un período de evangelización, hay también se encuentra en María asociada a Cristo salvador.
una repetición de las características del obrar del Pero, por su misma naturaleza de Iglesia signo o
Espíritu: entrar en el sufrimiento. María se hizo «sacramento», su maternidad es de servicio o de
madre entrando en esa «nube» de «silencio» repe- ministerio de «signos»: la palabra, el sacrificio eu-
tido de Dios desde la encarnación hasta la cruz. carístico, los sacramentos, el pastoreo... Así comu-
La Iglesia se hace madre en las mismas constantes nica la vida divina y se hace instrumento maternal.
de una acción del Espíritu que hace entrar en el Es una maternidad ministerial distinta de la ma-
desierto (Le 4,1 y Ap 12,6). Esta constante del ternidad irrepetible de María Madre de Dios, aun-
actuar del Espíritu tiene lugar en la vida de cada que ambas maternidades se podrían considerar en
persona, de cada apóstol, de cada institución ecle- unidad de acción instrumental: Jesús asocia a su
sial y de cada período histórico. madre y actúa por medio de los signos eclesiales.
A la Iglesia le queda todavía mucha labor ma- No hay que olvidar que la terminología neotesta-
terna hasta llegar a la plenitud de las naciones. El mentaria que estamos usando produce actualmente
misterio del tiempo y del modo de conversión for- cierta alergia. A veces no agrada comentar esta fa-
ma parte del mismo misterio de Cristo y de la ceta de la maternidad eclesial por falta de costum-
Iglesia. Los momentos más fecundos han sucedido bre, pues hay que reconocer que es un tema au-
al margen de toda previsión humana: Saulo, con- sente de muchos libros de espiritualidad y de apos-
vertido en Pablo, cambió la persecución religiosa tolado. Pero el cristiano debe habituarse a supe-
en un apostolado misionero con dimensiones de un rar esas alergias enfermizas que se pueden producir
imperio. sobre cualquier dato de la revelación por el simple
hecho de no pertenecer al uso común. A veces, no
En esta línea de maternidad eclesial universal hay
obstante, estas alergias son debidas a falta de sen-
que entender el principio siempre válido de que
tido bíblico y a poca lectura de los autores espiri-
«fuera de la Iglesia no hay salvación» (Orígenes y
tuales de valor universal. En muchos ambientes re-
Tertuliano). Donde haya un germen de evangelio,
ligiosos paganos (como en China) el sentido mater-
allí hay un germen de Iglesia que anhela llegar a
no de la Iglesia les ayudaría a encontrar en el cris-
una plenitud eclesial. Dios, Padre de todos, hace
tianismo una faceta muy querida en sus tradiciones
llegar a todos, de algún modo, la maternidad ecle-
religiosas ancestrales: el aspecto maternal de Dios
sial. Pero la Iglesia, como San Pablo, gime con do-
lores de parto «hasta formar a Cristo» místico en
su plenitud (Gal 4,19). Por esto, todos los autén- AG n9
Virginidad y maternidad 281
280 Maternidad y misión eclesial
del mandamiento del amor (edificarse y edificar la
(aspecto, por otra parte, repetido por los profetas comunidad y la historia amando). Los signos ecle-
del Antiguo Testamento) 27 . siales sacramentales (liturgia, sacramentos...) son
portadores de esta palabra y de este bautismo que
5. Virginidad y maternidad urgen siempre a una configuración con el misterio
pascual del Señor. Las promesas divinas en la his-
El ser y la función eclesial apuntan a convertirse toria de salvación se v?n haciendo realidad a tra-
en la «Eva ideal»: esposa íntegra, virginal y fecun- vés de esta acción y fidelidad eclesial.
da del nuevo Adán. María, como tipo de la Igle-
La fidelidad de doctrina, la fidelidad de esperan-
sia, ya ha llegado a este ideal. Esposa, consorte,
za y de escatología, la fidelidad de entrega a la
cuerpo, sacramento, etc., son títulos complementa-
santidad y configuración con Cristo son partes in-
rios de esta asociación a Cristo en la obra de salva-
tegrantes de la virginidad de la Iglesia esposa de
ción universal. La misión de la Iglesia es misión
Cristo. Solamente en esta línea de virginidad, la
de virginidad (fidelidad al esposo) y de materni-
Iglesia irá descubriendo los signos manifestativos
dad (signo eficaz de Cristo).
de la voluntad salvífica de Dios. La fidelidad a la
Los tratados de los Santos Padres sobre la vir-
palabra, la fidelidad a las promesas y la fidelidad
ginidad tienen como trasfondo a María y a la Igle-
a la acción amorosa de Dios son la base de la virgi-
sia28. La virginidad está en la línea de la fidelidad.
nidad y maternidad eclesial.
Algunas personas en la Iglesia son llamadas a ser
un signo y estímulo de esta fidelidad a través de En la medida en que la Iglesia es virgen fiel, se
una vida consagrada totalmente a un campo de ca- hace también madre, esposa fecunda, instrumento
ridad eclesial. Es la virginidad estrictamente dicha. universal de salvación 29. La fidelidad a los signos
La fidelidad (virginidad) eclesial tiene una tri- eclesiales instituidos por Cristo y la fidelidad a la
ple faceta: fidelidad a la doctrina (pureza de doctri- acción santificadora del Espíritu son los elementos
na, custodia de la fe), fidelidad a las promesas (es- fundamentales de su maternidad. La Iglesia es ma-
peranza), fidelidad al amor de Dios y a la acción dre como medianera de verdad, como portadora de
santificadora del Espíritu (caridad, santidad). El las promesas divinas, como instrumento de vida
bautismo es un punto de partida en un proceso de divina. Es una maternidad que engendra y educa
configuración con Cristo hasta amar y dar la vida al mismo tiempo. Por esto la acción eclesial es por-
como él. La palabra de Dios, siempre viva en la tadora de una acción del Espíritu (acción carismá-
Iglesia, llama a esta configuración que se realizará tica), a través de signos pobres eclesiales (visibili-
principalmente en la celebración de la eucaristía y dad, instituciones, etc.). Una actitud de ruptura
se expresará en una vida de «bienaventuranzas» o "iluminista» hacia estos signos pobres de Iglesia
significaría una ruptura con la acción carismática
2
'
Is 49,15; Dt 32,11; Ex 19,4. La virginidad de María y de la Iglesia se relacionan con
28
O. CASEL, Misterio de la Ekklesía (Madrid, Guadarrama, ^u maternidad en Lumen sentium n.63-65.
1964); véase bibliografía citada en nota 25.
282 Maternidad y misión eclesial Maternidad de la Iglesia 283
del Espíritu. Sería rechazar la acción materna de la cita en toda la tierra, en toda la humanidad, en mar-
Iglesia, es decir, la acción del Espíritu de Cristo cha hacia la luz de plenitud cuando nuestra filia-
esposo que vive y actúa resucitado en su esposa 30. ción divina participada será completa: «seremos se-
La fecundidad apostólica de la Iglesia (y de cada mejantes a él porque le veremos tal como es» (1
apóstol) constituye, pues, la maternidad de la Igle- Jn 3,2). Es maternidad liberadora integral que abar-
sia y depende de la fidelidad a la acción del Espí- ca toda la persona, todos los sectores humanos, toda
ritu y a la palabra de Dios. La acción apostólica es la creación y toda la historia.
acción maternal y eclesial de engendrar, gestar, nu-
trir y educar hasta la plenitud en Cristo. Es fidelidad 6. La maternidad de la Iglesia en la misión
de sufrimiento en el amor porque es dinamismo de apostólica de cada cristiano
cruz y de resurrección. Así es la fecundidad del mis-
terio pascual. La maternidad y la misión de la Iglesia se rea-
Es el Espíritu Santo quien hace a la Iglesia vir- liza por medio de cada cristiano y en cada institu-
gen y madre 31. Por el Espíritu se recibe la Palabra ción eclesial. La Iglesia es madre en cada uno de
(el Logos o Verbo). La Iglesia y María, recibiendo sus miembros o componentes. Cada uno, según el
fielmente esta Palabra, se hacen madre universal. carisma o gracia recibida, participa en la misión y
La Iglesia es portadora del Verbo para todos los maternidad eclesial. La fidelidad de cada uno a la
hombres. Su maternidad le urge a continuar sien- acción del Espíritu en la Iglesia se convierte en
do fiel a esta transmisión de la Palabra de Dios, instrumento de gracia y de filiación divina.
que se ha hecho nuestro hermano para salvar a to- La diversidad de carismas o de gracias funda-
dos. El sentido profundo de fidelidad (virginidad) menta la diferenciación y grado de maternidad par-
descubre el sentido universal de la maternidad. ticipada. Pero, por diversa que sea esta participa-
La maternidad eclesial es virginidad fecunda co- ción, siempre goza de las características esenciales:
mo de esposa de Cristo. Esta realidad eclesial es maternidad permanente y universal. Ser Iglesia, con I
signo eficaz de volver a un plan salvífico querido todas las consecuencias, no es lo mismo que perte-
por Dios desde el principio y ahora restaurado con necer a una institución u organización humana con
creces por el Redentor. Dios salva a la humanidad limitaciones de tiempo o de espacio. El sentido de
por medio de la Iglesia, que es, en su virginidad maternidad urge, desde la entraña de la vocación
v maternidad, signo eficaz de restauración, recapi- cristiana, a cierto compromiso permanente en la
tulación, recirculación, restitución (son términos bí- misión sin fronteras de la Iglesia. Los límites de
blicos y patrísticos). Por esto la virginidad fecunda la maternidad eclesial sólo los puede establecer el
de la Iglesia, como de «Eva ideal», tiene sentido de Espíritu, que se derrama establemente en nuestros
universalidad. Es una acción apostólica que se ejer- corazones para una comunicación a toda la familia
humana.
LG n.7-8.12.
Tbid., n.63-64. Los límites de la maternidad eclesial no depen-
Maternidad de la Iglesia 285
284 Maternidad y misión eclesial sorio de Cristo con la Iglesia. No obstante, la prin-
den de nuestras opiniones o de nuestros intereses. cipalidad más profunda se encuentra en el cam-
«El espíritu de comunidad ha de abarcar no sólo la po de la caridad: es más Iglesia madre el que ama
Iglesia local, sino también la Iglesia universal». más. A esta maternidad puede llegar cualquier
Sólo con esta perspectiva universal se desarrolla miembro de la Iglesia, aunque la vida consagrada
el pleno significado de la maternidad de la comu- o la vida sacerdotal son un signo y estímulo de esta
nidad cristiana: «la comunidad eclesial ejerce una caridad.
verdadera maternidad para conducir las almas a Por la línea de la misión en sí misma, hay que se-
Cristo» 32 . ñalar la principalidad de quienes han sido llama-
La realidad de «instrumento eficaz» o «signo efi- dos a consagrar sus'vidas a una misión universal
caz» de Cristo en cada cristiano adquiere diversas sin fronteras, sin límites de tiempo y sin condi-
modalidades y grados. Aparte de las gracias espe- cionamientos a la disponibilidad universal. Se tra-
ciales y de la fidelidad a las mismas, podemos re- ta de la vocación misionera específica 34.
cordar los tres «estados» por los que un cristiano La misión eclesial como maternidad tiene, pues,
puede ejercer la misión de maternidad eclesial: lai- múltiples facetas. Por esta rica polivalencia, la mis-
cal, religioso, sacerdotal. Entramos así de nuevo en ma terminología se siente incapaz de abarcar toda
la naturaleza «sacramental» de la Iglesia o de ser- la realidad. Por esto, en los textos bíblicos y en la
vicio de signos. El laicado es Iglesia madre por su tradición eclesial se habla de paternidad y mater-
razón de signo de Cristo en las estructuras huma- nidad de la misión eclesial35. La maternidad indica
nas, desde dentro, a manera de fermento. La vida preferentemente la relación a la Iglesia en cuanto
religiosa—o de práctica de consejos evangélicos— comunidad. La paternidad indica relación a Cristo
es signo radical de caridad y de desposorio con Cris- Cabeza, de quien se recibe la misión. El cristiano
to. El sacerdocio ministerial—o ministerio apostó- es, pues, hijo de la Iglesia en cuanto es miembro
lico—ejerce una maternidad de signos «sacramen- de la misma; pero participa de su maternidad en
tales» de la presencia y acción del Buen Pastor, Ca- cuanto que es instrumento de gracia dentro de la
beza de la Iglesia33. comunión. Asimismo, el apostolado, por ser misión
recibida de Cristo Cabeza, es oficio de paternidad.
Los tres estados son un servicio diferenciado de
En ésta, como en otras cuestiones cristianas, la ter-
la palabra, de los sacramentos o vida litúrgica, de
minología no puede abarcar todo el misterio de
la acción apostólica. Siempre se trata de una mi-
Cristo.
sión de hacer nacer a Cristo por la vida de santifi-
cación y de apostolado. Pero hay que señalar la Cuando Jesús usa esta terminología «familiar»,
principalidad de signo, en esta misión materna, de manifiesta una superación de la misma o una
quienes han sido llamados a expresar, en sus vidas importancia sólo relativa, teniendo como transfondo
consagradas por los consejos evangélicos, el despo- 34
AG n.23.
35
32
1 Cor 3,1-2; 4,14-15.
PO n.6; Lumen genttum n.65.
33
I.G n 31
286 Maternidad y misión eclesial El sacerdocio ministerial 287

la fidelidad de María, que es, a la vez, madre y (Jn 13,35; 17,23). Pero hay que ver también, en
esposa de Cristo (Me 3,35). Más que la terminolo- esta realidad, una complementación mutua entre
gía (madre, hermano...) importa la realidad que se sacerdotes y fieles, que hace posible la maternidad
quiere expresar. eclesial. Nadie puede ser Iglesia madre sin esta co-
munión activa con los demás, en el sentido de com-
7. El sacerdocio ministerial o ministerio plementación de servicio o signos eclesiales apostó-
apostólico licos.
Por ser tan especial este servicio de la materni-
La tradición patrística y teológica ha relacionado dad de la Iglesia en el sacerdote ministro, se le ha
el sacerdocio ministerial con la maternidad de la llamado con más frecuencia paternidad. Los apósto-
Iglesia. Lo hemos visto en Pablo, que compara su les compararon su apostolado a una tarea paterna39.
labor a una acción materna36. Jesús comparó los
El acento del servicio paternal del ministerio
apóstoles a una madre que sufre (Jn 16,20). Pero
apostólico se centra, pues, en el ministerio de la
el sacerdocio ministerial participa de la maternidad
palabra. Ya hemos visto anteriormente que la ac-
de la Iglesia en un aspecto especial: garantiza y
ción del Espíritu Santo hace madre a la Iglesia (y
fundamenta los otros servicios de maternidad ecle-
a María) por comunicarle el Logos o Verbo de
sial. Se podría decir que el oficio apostólico de este
Dios.
ministerio garantiza la maternidad general de la
Iglesia, a la manera como los cristianos están «edi- Si todo cristiano participa en la maternidad de la
ficados sobre el fundamento de los apóstoles» (Ef Iglesia—por ser comunidad eclesial—y en la pater-
2,20)" nidad del apostolado—por recibir la misión de Cris-
to—, el sacerdote ministro ejerce una paternidad que
El sacerdote ministro hace posible y patente la proviene de «obrar en persona y en nombre de
maternidad de la Iglesia; es un signo fuerte de esta Cristo Cabeza» y Buen Pastor 40 .
maternidad o fecundidad apostólica. La acción sacer-
Según tradición patrística y litúrgica (rito de or-
dotal es principio de unidad en la Iglesia y funda-
denación), la paternidad sacerdotal se realiza diri-
menta la comunión eclesial38. De esta comunión o
giendo o presidiendo las comunidades eclesiales. Es-
caridad eclesial arranca la fecundidad de la Iglesia
ta presidencia de la Iglesia, esposa virginal de Cris-
36
37
Gal 4,19; 1 Tes 2,7-8. to, está relacionada con la virginidad del sacerdote.
M. J. SCHEEBEN, Los misterios del cristianismo (Barcelona,
Herder, 1953) VII, 79-576: «El sacerdocio ha de dar nuevamente En toda la tradición eclesial (en Oriente y en Occi-
a luz a Cristo en el seno de la Iglesia (en la eucaristía y en el dente), el sacerdote ministro (obispo o presbítero)
corazón de los fieles) mediante la virtud del Espíritu Santo que
opera en la Iglesia, y de esta manera formar orgánicamente el que carga plenamente con el peso de la dirección
Cuerpo místico, así como María por virtud del Espíritu Santo de la comunidad debe ser virgen porque represen-
parió al Verbo en su propia humanidad y le dio su cuerpo ver-
dadero»... San Anselmo da a Jesús y a San Pablo el título de 39
madre: Orationes sive meditationes 10 (ver en Obras completas 1 Cor 3,1-2; 4,14-15; 1 Tes 2,11-14; 1 Pe 1,23-25; Sant
[Madrid, BAC, 1953] II). 1,18.21.
40
38 PO n.2.6.12,,
LG n.23; PO n.9.
288 Maternidad y misión eclesiál
Naturaleza mariana de la misión 289
ta a Cristo esposo, Cabeza, Buen Pastor. Los que
lacionan con ambas maternidades: Cristo Sacerdo-
cargan con todo el peso de la evangelización—como
te, asociando a su Madre, se hace presente y actúa
los apóstoles—son llamados por Cristo para vivir
en la Iglesia, principalmente por el sacerdocio mi-
como él: totalmente consagrados a la caridad pasto-
nisterial.
ral (virginidad del sacerdote). Las excepciones en
La devoción mariana del sacerdote se describe,
esta «regla apostólica» han nacido legítimamente
en teólogos y santos, en el sentido de una fidelidad
(en diversas tradiciones de Iglesias locales) en vis-
a la propia misión como la fidelidad de María y
tas a servicios complementarios (especialmente sa-
con su ayuda. Así lo recuerda el Vaticano II 4 3 . El
cramentales y litúrgicos).
seguimiento fiel a Cristo, de parte de los apóstoles,
La paternidad del sacerdote ministro es tam- según San Juan, comienza con el milagro de Cana
bién instrumental: signo eficaz de Cristo Cabeza, (Tn 2,11). Juan junto a la cruz y los apóstoles en
en cuyo nombre actúa cuando anuncia el mensaje, Pentecostés recuerdan una nota característica de la
cuando hace presente bajo signos el ministerio sal- maternidad de la Iglesia y de su misión apostólica:
vífico (eucaristía y sacramentos) y ayuda a recibir meditar, vivir y anunciar el misterio de Cristo como
y vivir la salvación en Cristo (pastoreo). El prin- María, con su presencia y con su ayuda 44.
cipio fontal es siempre Dios Padre, que nos ha
dado a su Hijo como salvador y al Espíritu Santo
como vivificador. 8. Naturaleza mariana de la misión y maternidad
Llámese maternidad o paternidad, el servicio eclesiál
sacerdotal garantiza y fundamenta —sin atrofiar ni Cualquier aspecto de la maternidad y misión ecle-
frenar—la maternidad «carismática» de todos los siál hace referencia a María, que es tipo (personifi-
creventes o miembros de la comunidad eclesiál. Sal- cación) y Madre de la Iglesia. La Iglesia encuen-
vando las imperfecciones de toda comparación, di- tra su naturaleza y razón de ser en un proceso de
ríamos, con los Santos Padres, que el sacerdote es fidelidad-maternidad que la hace signo eficaz («sa-
en la Iqlesia como el espíritu en el cuerpo 41 . cramento») o epifanía de Cristo. Es la esposa de
La tradición y el magisterio han presentado un Cristo. Esta naturaleza eclesiál encuentra su pun-
paralelismo y, especialmente, un amor peculiar de to culminante en María, virgen y madre, asociada
María Santísima respecto al sacerdote42. La ma- a Cristo redentor. La naturaleza de la Iglesia es ma-
ternidad de María y la maternidad de la Iglesia se riana: ser fiel a la Palabra y a la acción del Espíritu,
complementan en la historia salvífica, y el sacerdo- como María y con su ayuda, para ser madre perma-
te ministro realiza un servicio de signos que se re-
43
41
SAN GREGORIO NAZ., Oral. 2,3: PG 35,409; SAN BASILIO, 14
PO n.18; Optatam totius n.8.
Ep42 20: PG 32,312. Los principales estudios sobre espiritualidad sacerdotal ma-
Mentí nostrae: AAS 42 (1950) 673 y 701. Véase Teología y riana los he recogido en Espiritualidad sacerdotal mariana: Bur-
espiritualidad sacerdotal (Madrid, BAC, 1976) c.ll (María, Iglesia gense 11 (1970) 275-309; véase también la obra citada en nota 52;
V sacerdocio, espiritualidad sacerdotal mariana). María v la Iglesia en la espiritualidad sacerdotal: Estudios Ma-
rianos 40 (1976) 169-182.
Espiritualidad misionera '"
Naturaleza mariana de la misión 291
290 Maternidad y misión cclesial

nente y universal. Esta comparación entre María y Si la Iglesia—y su misión—es de naturaleza ma-
la Iglesia es uno de los puntos básicos de la consti- riana, en cuanto que tiende a ser como María ma-
tución Lumen gentium en el capítulo octavo (n.62- dre, lo mismo hay que decir de la vocación apos-
65) y una de las aplicaciones más concretas de la tólica. El celo apostólico es amor materno. Así lo
Iglesia como «sacramento» o signo eficaz de Cristo. indica San Pablo (Gal 4,19). Así lo recuerda Pa-
La naturaleza misionera de la Iglesia encuentra blo VI en Evangelii nuntiandi**. Pero ese amor ma-
su fundamentación y su aplicación más adecuada terno es como el de María:
en su relación estrecha con María, Madre de Dios «Por eso también la Iglesia, en su labor apostó-
y Madre de todos los hombres, asociada como es- lica, se fija con razón en aquella que engendró a
Cristo, concebido del Espíritu Santo y nacido de
posa a la obra salvífica de Cristo redentor uni- la Virgen, para que también nazca y crezca por medio
versal. de la Iglesia en las almas de los fieles. La Virgen
fue en su vida ejemplo de aquel amor maternal con
Llegar a tener un profundo «sentido de Iglesia» que es necesario que estén animados todos aquellos
es la quintaesencia de la devoción mariana del após- que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan
tol. Si se ama a la Iglesia en concreto, tal como a la regeneración de los hombres» 4 7 .
es, se encuentra fácilmente la relación con María,
su tipo y Madre. Pero cuando se habla de una Igle- Cuando hay este celo apostólico fuertemente ba-
sia imaginaria o abstracta, elaborada por una lógi- sado en el «sentido de Iglesia» y en el sentido ma-
ca «humana» al margen de la revelción, esa «Igle- ñano, el apóstol no pone fronteras a su generosidad
sia» no tiene necesidad de madre..., porque no ni a sus horizontes. Tomando la imagen paulina de
existe. amor materno con dolores de parto—imagen para-
En la misión eclesial encontramos, pues, indiso- lela a la de Jesús en la última cena— 48 , dice San
lublemente unidas, la maternidad de María y la Juan de Avila:
maternidad eclesial. En la misión de una se encuen- «En cruz murió el Señor por las ánimas; hacien-
tra la misión complementaria de la otra. María, sien- da, honra, fama y a su propia Madre dejó por cum-
plir con ellas; y así, quien no mortificare sus inte-
do ella irrepetible y única como Madre de Dios y reses, honra, regalo, afecto de parientes, y no to-
nuestra, desvela el misterio de la Iglesia como epi- mare la mortificación de la cruz, aunque tenga bue-
fanía del misterio de Cristo. Y en el dinamismo de nos deseos concebidos en su corazón, bien podrán
llegar los hijos al parto, mas no habrá fuerzas para
la Iglesia, que tiende cada vez más a ser la espos-a los parir» 4 9 .
fecunda de Cristo, descubrimos a María como el
«principio» al que tiende toda la Iglesia por su La imagen apostólica de la madre que da a luz lle-
misma naturaleza45.
46
Evangelii nuntiandi n 69.
47
45 LG n.65.
«La Madre de Jesús, glorificada ya en los cielos en cuerpo 48
Gal 4,19; Jn 16,20-21.
y en alma, es imagen y principio de la Iglesia, que habrá de 49
Obras completas del Santo Maestro ]uan de Avila (Madrid,
tener su cumplimiento en la vida futura»... (turnen gentium BAC, 1970) vol.3, serm.81 (fiesta de evangelistas).
n.68).
292 Maternidad y misión eclesial Construir la Iglesia 293
va a comprender mejor el sentido del sufrimiento rad abundar en ellos para edificación de la Igle-
y de la cruz en el apostolado (y en la vida espiri- sia» (1 Cor 14,12).
tual). Es correr la suerte de Cristo (Mt 20,22) y Los santos se sintieron siempre enrolados en la
completar lo que falta a la pasión de Cristo «por construcción de la Iglesia. El grito de «soy hijo de
su cuerpo que es la Iglesia» (Col 1,24). Pero este la Iglesia» da sentido a la vida de grandes refor-
celo materno es siempre un destello del de Cristo madores en tiempos cruciales para la Iglesia: San-
Buen Pastor: «la caridad de Cristo nos apremia» ta Catalina de Sena, Santa Teresa, Enrique de
(2 Cor 5,14). Ossó, Francisco Palau... Pero hay un punto de
La falta de devoción mañana en cualquier cris- partida básico que distingue al santo reformador
tiano, y especialmente en el apóstol, supone auto- del seudorreformador: el amor a la Iglesia nuestra
máticamente un descenso de la generosidad y es una madre. Un escrito o una conferencia sobre la Igle-
de las causas de las dudas sobre la propia razón de sia (o sobre sus defectos) es de tono cristiano cuan-
ser (sobre su identidad). Cuando se pierde esta de- do contagia de este amor filial.
voción, se pierde el sentido eclesial de la propia vida El amor a la Iglesia madre tiene una piedra de
y de la propia vocación misionera. Los grandes mi- toque: convencerse de que cada uno es el culpable
sioneros y los grandes santos se han formado en la —al menos en parte—de los defectos y querer la-
escaela mariano-sacerdotal. var el rostro de la Iglesia con las propias lágrimas
y el propio sufrimiento. Este es el tema del Diá-
logo de Santa Catalina: «ella, con profundo cono-
9. Construir la Iglesia cimiento de sí misma, se avergonzaba de sus im-
perfecciones, pareciéndole ser causa de los males
Muchas veces, al hablar de los propios carismas, que sucedían en todo el mundo» 50; «toma, pues,
de la propia conciencia, de realizarse, del desarro- tus lágrimas y tu sudor, y lavad con ellas la cara de
llo de la propia personalidad, de los signos de los mi Esposa» 51.
tiempos, etc., ocurre como sucedía a los cristianos Este amor a la Iglesia y este convencimiento pro-
de Corinto: estaban muy satisfechos de los «dones» fundo de la propia responsabilidad y culpa es el
o carismas recibidos y, no obstante, tenían una se- que ha suscitado la generosidad sin fronteras de
rie de lacras que San Pablo no puede menos de los grandes santos misioneros. Baste recordar a Pa-
denunciar. El apóstol presenta un ideal que sanea blo: «No soy digno de llamarme apóstol, porque he
los problemas artificiales, supera las tensiones y cis- perseguido a la Iglesia de Dios» (1 Cor 15,9);
mas, hace descubrir los verdaderos o mejores caris- « ¡ay de mí si no evangelizare! » (1 Cor 9,16). La
mas y la verdadera acción del Espíritu en cada 50
persona, en la Iglesia y en la historia. El cristiano Diálogo primero c.2. Es el mismo tema y presenta expresio-
nes parecidas a los Memoriales de San Juan de Avila para el
debe preocuparse por construir o edificar la Igle- concilio de Trento y el sínodo de Toledo (véanse obras completas
sia: «puesto que estáis ávidos de espíritus, procu- citadas en nota 49).
51
Diálogo segundo c.2.
Construir la Iglesia 295
294 Maternidad y mistan eclesial
Este proceso de nacimiento y crecimiento arran-
Iglesia se construye con el amor y con los sufri-
ca de una acción apostólica, con la presencia de un
mientos del apóstol: «Completo lo que falta a la
apóstol (un sucesor de los apóstoles o uno que ac-
pasión de Cristo, por su cuerpo que es la Iglesia»
túa en su nombre). Esta presencia del apóstol ga-
(Col 1,24). La forma más apostólica de sufrir por
rantiza la verdadera palabra de Dios y demás sig-
la Iglesia es sufrir providencialmente de la misma
nos eclesiales, hace posible la presencialización de
Iglesia.
la muerte y resurrección de Cristo—principalmen-
El proceso de construcción de la Iglesia, por la
te en la eucaristía—, estimula y garantiza los caris-
acción apostólica, sigue la acción del Espíritu San-
mas y servicios de todo el pueblo de Dios.
to. No es una creación espontánea al estilo de las
comunidades o grupos humanos. Esa «comunidad La Iglesia se construye en la misma medida en
espontánea», sin el proceso purificador del Espíri- que se hace madre y cumple con su misión apos-
tu, no sería comunidad cristiana. La humanidad tólica. La maternidad permanente y universal de
de Cristo es obra del Espíritu Santo (por la fide- la Iglesia urge a que los signos eclesiales (palabra,
lidad y colaboración materna de María). Y lo mis- sacramento, pastoreo) adquieran—en cada comuni-
mo hay que decir de la humanidad de Cristo pro- dad local—una solidez y una madurez suficiente
longada en la Iglesia. «En tanto se posee el Espí- para vivir su realidad eclesial y para colaborar efi-
ritu Santo, en cuanto uno ama a la Iglesia de cazmente a la evangelización universal. La presen-
Cristo» 52. cia de María en la vivencia cristiana—como en Pen-
tecostés—garantiza esa dimensión materna de la
El proceso de construcción de la Iglesia, por la
misión apostólica de la Iglesia.
acción del Espíritu y la fidelidad de los creyentes,
es un proceso de:
— comunión: como signo de Cristo;
— comunidad de je: por el servicio de la pa-
labra y del bautismo;
— comunidad de oración: especialmente litúr-
gica;
— comunidad de salvación: por la eucaristía y
sacramentos;
— comunidad de caridad: por el pastoreo, por
la comunicación de bienes y por los signos
estimulantes de la caridad (consejos evangé-
licos). i

SAN AGUSTÍN, In íoannem tract 32. PL 35.


XI. ESPIRITUALIDAD Y ANIMACIÓN PRESENTACIÓN
MISIONERA EN LA IGLESIA
PARTICULAR
Vivir la misión supone también comprometerse
a hacer misionera la comunidad cristiana, especial-
mente la Iglesia particular o Iglesia local. La misio-
nariedad de la Iglesia universal o naturaleza misio-
SUMARIO nera de la Iglesia encuentra su aplicación concreta
en la comunidad eclesial llamada diócesis y en cada
Presentación. comunidad cristiana.
1. Naturaleza misionera de la Iglesia particular o
Espiritualidad misionera es, pues, vivencia de la
local. misión en su aspecto eclesial. Ser Iglesia es enro-
2. Iglesia particular y signos permanentes de evan- larse en una misión permanente y universal. La na-
gelización universal. turaleza misionera de la Iglesia (AG 2 y 5) debe
3. La distribución de los efectivos apostólicos. ser vivida por cada cristiano y por cada comunidad
4. Los animadores del espíritu misionero. eclesial. Por el bautismo se entra a formar parte de
5. Hacia la diócesis misionera.
la Iglesia, que es «sacramento universal de salva-
ción» (AG 1 y LG 48).
No se trata solamente de la prestación y coope-
ración generosa de unos pocos, sino de la redimen-
sión de toda la vida personal y comunitaria en vis-
tas a la evangelización universal. Es la Iglesia par-
ticular, en cuanto tal, la que es misionera y no so-
lamente los individuos o las instituciones por se-
parado.
La evangelización actual recibirá un nuevo im-
pulso cuando se redimensione la Iglesia local o dió-
cesis en una línea misionera. Pablo VI, en el dis-
curso de clausura del Sínodo Episcopal de 1974,
afirmaba: «Saludamos con afecto paternal a las
Iglesias locales, todas ellas comprometidas en la
evangelización» (27 octubre 1974).
Ante una nueva etapa de evangelización, con
sus nuevas dificultades y sus grandes posibilidades,
la potenciación de todas las instituciones de la Igle-
298 La Iglesia particular Naturaleza misionera 299

sia local, en relación a esta nueva realidad, puede se desprende de la misma condición de ser una
preparar un nuevo resurgir misionero. concretización de la Iglesia universal, que, por su
Redimensionar misionalmente la Iglesia local no naturaleza, es misionera '.
significa sólo ni principalmente hacer que una dió- La Iglesia particular, puesto que «está obliga-
cesis ayude a otra, sino que se trata especialmente da a representar del modo más perfecto posible
de una orientación de toda la diócesis o comuni- a la Iglesia universal, debe conocer cabalmente
dad cristiana a toda la Iglesia universal. que también ella ha sido enviada a quienes no creen
No se trata tampoco de competencias y de roces en Cristo» (AG 20). La naturaleza misionera de
jurídicos entre Iglesia particular y organismos mi- la Iglesia universal se encuentra en la Iglesia par-
sioneros. Cualquier institución misionera o cual- ticular, puesto que cuanto se diga de aquélla, ana-
quier persona que colabora en el trabajo misionero lógicamente se debe encontrar en ésta2.
debe ser consciente de su pertenencia a la Iglesia Cada una de las Iglesias particulares, con sus
particular: una Iglesia particular a la que se per- personas e instituciones, participa «in solidum»
tenece o en la que uno se ha formado como cris- de una responsabilidad común en la evangeliza-
tiano, y otra Iglesia particular o, al menos, comu- ción universal Los carismas o gracias especiales de
nidad cristiana incipiente, a la que se ayuda. La cada comunidad cristiana pertenecen a todo el pue-
labor misionera tiene como objetivo el crear Igle- blo de Dios 3 .
sias locales que se valgan por sí mismas. La coope- No se trata, pues, de una aportación misionera
ración misionera de las Iglesias particulares tiende de cada persona y de cada institución por separa-
a hacer que toda la Iglesia, en cuanto tal, preste do, sino de una colaboración como miembros de
esta cooperación consciente y responsable.
1
La vitalidad de una Iglesia particular tiene, hoy A ANTÓN, la Iglesia universal. Iglesias particu1ares en
Estudios Eclesiásticos 47 (1972) 409 435, T ESQUERDA, La distri-
principalmente, una repercusión universal. bución del clero (Burgos Facultad Teológica 1972) 11,2,
S E MONS ETCHEGARAY Una me/or distribución del clero la
Iglesia local expresión vital de la Iglesia universal Omms Terra
1. Naturaleza misionera de la Iglesia particular 111/21 (1971) 216 222, J GUERRA Las Iglesias locales como
signo de la Iglesia universal en su proyección misionera en
o local Misiones Extranjeras 54 (1967) 181-194, H M LEGRAND Nature
de l'Éghse particuliére et role de l'évéque dans l'Église, en
La Iglesia particular es una concietización de La charge pastorale des Evéques (París) Unam Sanctam 74
(1969) 104-124, H DE LUBAC Las Iglesias particulares en la
la Iglesia universal. Se llama también diócesis e Iglesia universal (Salamanca, Sigúeme, 1974), X SEUMOIS, Les
Églises particultéres, en L'actualité missionnaire de l'Église Unam
Iglesia local, puesto que, en ella, la Iglesia univer- Sanctam 67 (1967) Véanse las ponencias de la XXVIII Semana
sal se concretiza en el espacio y en el tiempo, y en Española de Misionología. 1975 Promoción misionera de las
Iglesia'! locales (Burgos 1976), resumo la actualidad del tema en
ella «verdaderamente está y obra la Iglesia de Cris- Las Iglesias locales y la actualidad misionera, íbid 11 27 tam-
to, que es una, santa, católica y apostólica» (ChD bién Dimensión misionera de la Iglesia local (Madrid, CECADE,
1975)
2
11). 3
Myshct Corpons Chrtsti AAS 35 (1943 193 248
La naturaleza misionera de la Iglesia particular LG 26, ChD 11.
300 La Iglesia particular Signos permanentes de evangelización 301

una Iglesia particular. Pero, en la práctica, hay que va constituida (en un país cristiano) como en la
salvar el principio de subsidiariedad o de dar mar- Iglesia que comienza (en un país de misión). La
gen de iniciativa y de responsabilidad a cada per- naturaleza misionera de una y de otra es la misma.
sona e institución. Si la primera necesita redimensionar personas e
La vitalidad de una Iglesia particular se mani- instituciones en vistas a una ayuda a la Iglesia uni-
fiesta a través de su corresponsabilidad en la evan- versal, la segunda necesita construirse ya desde el
gelización universal. Las gracias recibidas se con- comienzo en esta misma perspectiva. La vitalidad
servan en la medida en que sirven al bien de toda de una y de otra se miden por su misionariedad
la Iglesia y de toda la humanidad 4 . «La apertura básica; no necesariamente por el número global
a las riquezas de la Iglesia particular responde a una de personas o de medios económicos enviados. Es
sensibilidad especial del hombre contemporáneo» 5 . más, el proceso de hacer que la Iglesia local que
La naturaleza misionera de la Iglesia particular comienza se valga por sí misma, se hace más au-
aparece en su realidad eclesial, que es de: téntico y llega a su madurez cuando, ya desde el
principio, la comunidad cristiana se habitúa a dar
— imagen de la Iglesia universal; y darse a la Iglesia universal (AG 6).
— porción o concretización de la Iglesia uni-
versal;
2. Iglesia particular y signos permanentes
— presencia y actuación de la Iglesia univer-
sal; de evangelización
— encarnación de la Iglesia universal 6 . La Iglesia particular queda constituida como tal
cuando nosee permanentemente los signos de Igle-
Al hablar de la misionariedad de la Iglesia uni- sia: profetismo o servicio de la palabra, eucaristía
versal y particular, hay que evitar dos extremos: v sacramentos, pastoreo v servicios de caridad. En-
«Una Iglesia particular q u e se desgajara volunta- tonces la comunidad eclesial es comunidad de ora-
riamente de la Iglesia universal perdería su referen- ción v de caridr.d.
cia al designio de Dios y s e empobrecería en su di- Estos signos son permanentes, aunque siempre
mensión eclesial. Pero, p o t 0 tra parte, la Iglesia
difundida por todo el orbe se convertiría en una en la condición de Iglesia peregrina, cuando están
abstracción, si no tomase cuerpo y vida precisamente constituidos por personas del lugar que han asu-
a través de las Iglesias particulares»7.
mido responsablemente cada servicio, según las di-
versas llamadas y carismas. Es más, cada uno de
Al hablar de la naturaleza misionera de la Igle-
los signos permanentes de evangelización —pala-
sia particular, hay que pensar tanto en la Iglesia
bra, sacramento, acción apostólica caritativa— debe
4
AG 36-37; LG 13. ser servido por los tres estados de vida: laical, vida
5
6
Evangelu nuntiandi 62. consagrada, sacerdotal.
LG 23 y 26; ChD 11; Evangelti nuntiandi 62.
7
Bvangelii nuntiandi 62. La «plantación de la Iglesia» tiene, pues, el sig-
Signos permanentes de evangelización 303
302 La Iglesia particular
la vida consagrada, de la vida contemplativa y de
nificado de establecer, en cada comunidad huma-
la vida litúrgica, etc. Baste con recordar algunos
na, los signos permanentes de evangelización. Este
de estos signos de evangelización.
es el objetivo de la misión:
Los signos del profetismo, sacerdocio y realeza
«El fin propio de esta actividad misionera es !a tienen un matiz especial cuando son un servicio
evangelización y la plantación de la Iglesia en los del sacerdocio ministerial o ministerio apostólico.
pueblos o grupos humanos en los cuales no ha arrai-
gado todavía» (AG 6). En cada Iglesia particular se necesita este servicio
para actuar en nombre y en representación de Cris-
Los signos permanentes de evangelización, en to Cabeza ( P O 2). Entonces el servicio profético
cada Iglesia particular, son signos eclesiales porta- se llama «magisterio», el servicio cultual es el de
dores de la acción del Espíritu Santo. Así, en cada hacer presente a Cristo víctima en la eucaristía, el
comunidad humana, la Iglesia se hace «sacramen- servicio real es el de prolongar la acción salvífica de
to» universal de salvación y de unión con Dios y Cristo Buen Pastor, el servicio salvífico en general
con todos los hermanos 8. En esta realidad de Igle- es el de hacer presente la acción salvífica de Cristo
sia particular aparece cómo personas y estructuras en algunos sacramentos, etc. Es tal la importancia
son un aspecto de la sacramentalidad y misionarie- de este servicio sacerdotal que, en general, se consi-
dad de la Iglesia, a modo de «signos» anunciado- dera madura una Iglesia particular cuando posee el
res y portadores de la presencia y acción de Cristo número suficiente de sacerdotes ministros 9 .
resucitado. E l servicio del laicado se realiza poniendo los
La acción invisible del Espíritu y de Jesús re- signos del profetismo, sacerdocio y realeza en las
sucitado se ensamblan con los signos visibles ecle- estructuras humanas, desde dentro, a manera de
siales, formando una unidad dentro del pluralismo fermento (LG 31 y 36). No es un servicio para
de servicios y de carismas o gracias. El signo per- suplir al sacerdote ministro. Por esto, una Iglesia
manente del sacerdocio ministerial, principalmente particular no se puede considerar madura mientras
en el episcopado, es el principio de unidad en cada no existan laicos formados para cumplir estable-
Ialesia particular, así como el papa lo es respec- mente con su propia responsabilidad.
to a la Iglesia universal y a la Colegialidad episco-
«Los seglares, cuya vocación específica los coloca
pal ( L G 23). en el corazón del mundo y a la guía de las más va-
Para que sean una realidad los signos perma- riadas tareas temporales, deben ejercer por lo mismo
una forma singular de evangelización»10.
nentes de evangelización en cada Iglesia particular,
se necesita profundizar en la dimensión misionera
En cada Iglesia particular, para llegar a una ma-
del episcopado, de su presbiterio, del laicado, de
durez, debe haber el signo permanente de escato-
8
LG 1 v 48; AG 1. Véase C. BONIVENTO, Sacramento di unila
ÍBologna. EMI, 1976); ,T. LÓPEZ-GAY, Sentido misional del «edi- 9
PO 10; LG 28; AG 6,19-20.37.
ficar» la Iglesia en San Pablo, en Misiones Extranjeras 60 (1968) 10
Evangelit nuntiandi 70: AG 41.
477-490.
304 La Iglesia particular
Distribución de los efectivos apostólicos 305
logia y de restauración final. Es el signo de la vida pos, es responsable de la Iglesia» (ChD 6). «El cui-
consagrada o de la práctica de los consejos evan- cado de anunciar el Evangelio en todo el mundo
pertenece al Cuerpo de los pastores» (LG 23).
gélicos. Sin este signo o sin estas vocaciones, na-
cidas en la comunidad cristiana del lugar, no podría
Los obispos son, pues, «partícipes de la solici-
considerarse madura la Iglesia diocesana. Los «re-
tud de todas las Iglesias, en comunión y bajo la
ligiosos», pues, «asumen una importancia especial
autoridad del Sumo Pontífice» (ChD 3) 1 3 .
en el marco del testimonio q u e . . . es primordial en
la evangelización» u . Todo cristiano, en cuanto miembro de una Igle-
sia particular, debe colaborar a hacer de esta Igle-
Uno de los signos básicos de evangelización es-
sia un «sacramento» de unidad universal. Los sig-
la vida de oración, especialmente litúrgica y con-
nos permanentes de evangelización, en los que to-
templativa. Pues bien, en la Iglesia particular se
dos quedan comprometidos, tienden a hacer de la
dará la debida madurez en la medida en que haya,,
Iglesia particular una comunión: comunión entre
como signo y mordiente, comunidades de oración
todos los miembros de esta misma Iglesia, comu-
y vocaciones a la vida contemplativa.
nión entre todas las Iglesias, comunión en la tarea
«En esta perspectiva se intuye el papel desempe- de evangelizar a toda la familia humana.
ñado en la evangelización por los religiosos y reli-
giosas consagrados a lan oración, al silencio, a la peni- Se podría decir que cada Iglesia particular viene
tencia, al sacrificio» . a ser un «sacramento» de Dios Amor, en la medida
en que viva esta misión universal, es decir, en la
Se puede decir que la dimensión misionera de la medida en que viva la comunión según los tres ni-
Iglesia particular depende, en gran parte, de la co- veles descritos. La misionariedad de una Iglesia
laboración de todos a la responsabilidad misionera particular es la medida de su sacramentalidad y vi-
del propio obispo. El es el principio de unidad en talidad eclesial.
cada Iglesia; pero esta unidad es vital y existe e n
la medida en que toda la comunidad se sienta mi- 3. La distribución de los efectivos apostólicos
sionera. Cada miembro de la Iglesia particular debe en la Iglesia particular
sentirse ligado a la responsabilidad misionera del
propio obispo: Dos fallos básicos, que frenan el proceso de
evangelización, arruinan, al mismo tiempo, la vita-
«Todos los obispos, como miembros del Cuerpo
Episcopal, sucesor del Colegio de los Apóstoles, han 13
Sobre el aspecto universal de la colegíalidad, véase W. BER-
sido consagrados no sólo para una diócesis determina- TRAMS, De Episcopis auoad universatti Ecclesiam: Periódica 55
da, sino para la salvación de todo el mundo» (LG 36). (1966) 153-169; M. BONET, Solicitud pastoral de los obispos en
«Por institución divina y por imperativo del oficio su dimensión universal, en La función pastoral de los obispos
apostólico, cada uno, juntamente con los otros obis- (Salamanca 1967); L'Episcopat et l'Église universelle: Unam
Sanctam 39 (1962); W. ONCLIN, Les évéques et l'Église univer-
11
selle en La charge pastorale des Évéques: Unam Sanctam 74
Ibid., 69; AG 40. (1969) 87-101; Fidei donum: AAS 49 (1957) 237. Véase nota 2 1 .
12
Ibid.
306 La Iglesia particular
Distribución de los efectivos apostólicos 307
lidad de la Iglesia particular y de las comunidades
cristianas: la falta de disponibilidad para la misión tua respecto a estos problemas, que son también
universal y la mala distribución de los efectivos comunes.
apostólicos. La falta de disponibilidad misionera es No obstante, la distribución de los efectivos apos-
propiamente la raíz del segundo fallo. tólicos no puede hacerse ni por simples estadísticas
Vivir la espiritualidad misionera y poner en prác- ni oor disposiciones obligatorias. Hay que ir crean-
tica una adecuada pastoral misionera en la Iglesia do la conciencia de una responsabilidad misionera
particular, traería consigo una conciencia misionera que va más allá de las fronteras de la propia comu-
manifestada en una recta distribución de los após- nidad eclesial. Hay que contar principalmente con
toles y de los medios de apostolado. la generosidad de muchas personas que se presta-
rán a una labor de pastoral de conjunto o a un tra-
El número de vocaciones es un índice de vitali-
bajo de ayuda misionera.
dad, pero es también el fruto de una siembra an-
terior. Este mismo índice desciende desde el mo- No basta la distribución numérica o la distribu-
mento en que disminuya el espíritu misionero. Los ción territorial. Hay que apuntar a la calidad de
carismas de cada Iglesia particular se conservan en personas preparadas para una misión especializada.
la medida en que se ponen a disposición de la Igle- Y hav que apuntar también a los centros neurálgi-
sia universal. cos de nuestra sociedad con una visión de futuro.
El objetivo de la distribución de los efectivos Un éxito en el campo de la evangelización ha sido
apostólicos es el de compartir los dones recibidos siempre preparado desde mucho tiempo y con sa-
con otras Iglesias hermanas, de suerte que cada co- crificio de muchos.
munidad cristiana llegue a valerse por sí misma y La distribución es tan necesaria en las Iglesias
aún pueda ayudar a los demás (AG 16). Pero la ricas como en las Iglesias pobres. Las unas, para
distribución de estos efectivos no mira solamente reestructurar los cuadros y servicios, eliminando
a países misionales, sino también dentro de cada cuanto sea menos urgente. Las otras, aprovechan-
diócesis, de cada región y de cada nación. En efec- do los efectivos que se les envía en vistas a crear,
to, los cambios socioeconómicos producen en cada en un plazo determinado de tiempo, las propias
época, y principalmente en la nuestra, una situa- fuerzas evangelizadoras. Desde el principio, la co-
ción de desigualdad. La migración, el cambio de munidad eclesial que recibe debe crear en sí misma
civilización agraria en industrial, las guerras, los una conciencia de dar a la Iglesia universal algo de
centros de interés, etc., crean situaciones nuevas sus propios bienes. No hay ninguna Iglesia tan
y agrupan a multitudes ingentes de personas (a ve- rica que no necesite recibir de otras; ni hay alguna
ces, bautizadas) de suerte que carezcan de la asis- tan pobre que no pueda dar algo a las demás.
tencia religiosa elemental. La naturaleza misionera
Una especialización de los apóstoles potenciará
de la Iglesia hace descubrir la responsabilidad mu-
los efectivos de que se dispone, y se llegará a inci-
308 La Iglesia particular Animadores del espíritu misionero 309

d¡r en campos más necesarios y de mayor repercu- de la Iglesia, que reclama una comunicación cris-
sión: liturgia, catequesis, medios de comunicación tiana también respecto a los bienes apostólicos I4
social, centros de formación, juventud, etc.
L^ vitalidad de una Iglesia particular es la fuen- 4. Los animadores del espíritu misionero
te de una recta distribución de los apóstoles. Así, en la Iglesia particular
pues, más que apuntar directamente a la distribu-
«Animación» misionera es una acción pastoral
ción, hay que «animar» la Iglesia particular de suer-
para hacer que personas, instituciones y comunida-
te que se produzca una conciencia eficaz de la mi- des cristianas vivan verdaderamente la espirituali-
sión universal. dad y responsabilidad misionera universal. Se tra-
En el plano concreto de la distribución, hay que ta, pues, de redimensionar la vida personal y comu-
contar con la formación doctrinal y pastoral, así nitaria en vistas a la misión.
como con una formación espiritual profunda que Esta acción pastoral debe tener lugar principal-
traiga consigo la disponibilidad. Cuando se dispo- mente en la Iglesia particular, puesto que, como
ne de medios adecuados, se necesita menos perso- hemos visto más arriba, es, por su misma natura-
nal. Y lo mismo hav que decir cuando hay armo- leza, misionera. En esta acción pastoral tienen su
nización entre los diversos apóstoles—laicos, reli- participación específica todas las personas que des-
giosos, sacerdotes ministros—, cada uno según su empeñan alguna responsabilidad y según su propia
propia vocación y carisma. vocación.
Se ahorra un buen número de personal cuando Hay que cuidar principalmente la dimensión mi-
existe una planificación pastoral a nivel diocesano, sionera de la infancia v juventud, los centros de
interdiocesano, nacional e internacional. formación, los centros de oración y contemplación,
las personas que sufren, los movimientos apostóli-
La especialización de los servicios y de los cen-
cos laicales, la vida consagrada—institutos de per-
tros de formación potencia el personal y ahorra sa-
fección—, la vida sacerdotal.
crificios inútiles. Hay organismos que funcionan
No se trata solamente de una cooperación espo-
mucho mejor cuando están al servicio común de
rádica, más o menos generosa, al campo misionero,
varias diócesis: centros de formación doctrinal y sino de reorientar toda la vida y todas las institu-
pastoral, organismos de servicio intereclesial, etc. ciones desde la raíz, puesto que la naturaleza de
En todo este problema hay que considerar tam- la Iqlesia es misionera. La espiritualidad, la vida
bién la eficacia actual del trabajo común o de la de oración y de apostolado, el campo de la voca-
pastoral de conjunto. La tendencia hacia la unidad,
que se viene observando en nuestra sociedad, es 14
J. ESQUERDA, La distribución del clero, teología, pastoral,
un índice de ello. Pero el motivo principal de la derecho (Burgos, Facultad Teológica, 1972). Véanse diversos tra-
bajos del Congreso Internacional le Malta, 1970, sobre la distri-
distribución de los apóstoles es la naturaleza misma bución del clero: The world is tn\ parish (Roma 1971).
310 La Iglesia particular Animadores del espíritu misionero 311

ción, la vida litúrgica, etc., necesitan, por su mis- cooperación por medio del Dicasterio Roma-
ma naturaleza, una orientación misionera profunda. no, de las Conferencias Episcopales, de las
Las instituciones y estructuras también deben Obras Misionales Pontificias, según los ca-
planificarse según el espíritu misionero. Este se ma- sos y competencias (AG 29) ".
nifestará en los planes económicos, educativos, así
como en los estatutos o reglas de vida y programas En esta animación misionera de la Iglesia par-
en «eneral. Las estructuras, en las que hay que in- ticular tienen un lugar privilegiado las personas que
cidir, nueden ser locales (parroquia, pequeña co- han recibido la vocación misionera específica, prin-
munidad, diócesis...), rep.ionales, nacionales e in- cipalmente cuando ya han adquirido una larga ex-
ternacionales. Todo debe llevar la impronta de la periencia de servicio misionero «ad gentes». Pero
evanneÜzación universal. La vitalidad de personas su labor de animación, además de mirar por su pro-
v estrncturas se mide por el grado en que vivan y pio Instituto misionero, debe mirar principalmente
sientan la vocación misionera. a una animación y cooperación más universal, es
Los fines concretos de la animación misionera decir, en relación a las instituciones de la Iglesia
pueden concretarse en los siguientes: universal y de la Iglesia particular. Los Institutos
misioneros han sido creados para la cooperación di-
— crear mentalidad, dando doctrina eclesial recta a las misiones, no para la animación misionera
(evangelio, magisterio, teología...) (AG 29, en sí misma; pero los miembros de estos Institu-
36-39); tos son, en general, personas muy capacitadas para
— suscitar la cooperación espiritual: oración, la animación misionera, a condición de que traba-
sacrificio, ofrecimiento personal para la em- jen en una dimensión de Iglesia particular y uni-
presa misionera... (AG 36); versal.
— promover las vocaciones misioneras, especial-
Algunas instituciones de animación misionera
mente las dedicadas de por vida a las misio-
han nacido de iniciativa privada y han permanecido
nes (Institutos misioneros, derivación misio-
en este mismo nivel; tienen la ventaja de la espon-
nera de la Iglesia particular...) (AG 23);
taneidad, Otras han sido creadas o asumidas por
— fomentar una recta distribución de los efec- instituciones más o menos oficiales; tienen la ven-
tivos apostólicos (LG 23; ChD 6);
— cooperar económicamente a las necesidades 15
Véase el tema en los documentos misionales pontificios:
de comunidades concretas y, especialmente, Máximum illud, 3.a parte; Rerum Ecclesiae, 2." parte; Saeculo
a toda la Iglesia universal por medio de los exeunte n.170; Evangelii praecones, 3. a parte. También en el
capítulo VI de Ad Gentes. J. M. ECHENIQUE, La animación mi-
servicios de las Obras Misionales Pontificias sionera del Pueblo de Dios (Madrid, PPC, 1972); ID., Pastoral
de la cooperación misionera (ibid. 1969); J. ESQUERDA, Spiritua-
v de la Congregación para la Evangelización lita e animazione missionaria (Assisi, EMIF, 1977); G. B. RE-
de los Pueblos (AG 38); GHEZZA, La cooperazione missionaria (Roma, S. Congregazione
per l'Evangelizzazione dei Popoli, 1975); ID., II concilio Vatica-
•— coordinar el esfuerzo de animación y de no II e il sistema pontificio della cooperazione (Roma 1975).
312 La Iglesia particular Hacia la diócesis misionera 313
taja de una organización y de un respaldo. Algu- un servicio especial de las Obras Misionales Ponti-
nas instituciones prestan servicios concretos y espe- ficias, que tiene como fin la formación y la infor-
cializados. Otras organizan y coordinan toda la ani- mación misionera de los sacerdotes, de los religio-
mación misionera dentro de la comunidad cristiana. sos y de las religiosas, así como de los candidatos
Entre estas últimas, tienen la primacía las Obras al sacerdocio o a la vida religiosa, es decir, de todos
Misionales Pontificias, por ser el órgano de anima- aquellos y aquellas que, por vocación, están llama-
ción del que se sirven la Congregación para la dos a guiar y animar al Pueblo de Dios» 20.
Evangelización de los Pueblos y las Conferencias Animadores natos del espíritu misionero son los
Episcopales (en sus Comisiones Episcopales y en padres de familia, los sacerdotes, los educadores,
sus Secretariados Diocesanos)16. rectores de seminarios y casas de formación, direc-
Cada una de las Obras Misionales Pontificias tores espirituales y maestros de novicios, responsa-
abarca un campo concreto y fundamental de la ani- bles de movimientos apostólicos, etc. Pero los cau-
mación misionera. La Obra de la Propagación de ces más normales para una animación global son
la Fe «suscita el interés por la evangelización uni- los existehtes en cada Iglesia particular según una
versal en todos los sectores del pueblo de Dios: en recta pastoral de conjunto (Consejo de Pastoral,
las familias, en las comunidades de base, en las pa- Vicarías de Pastoral, Secretariados de misiones, etc.).
rroquias, en las escuelas, en los movimientos, en
las asociaciones, a fin de que toda la diócesis ad- 5. Hacia la diócesis misionera
quiera conciencia de su vocación misionera univer-
sal» ". La Obra de San Pedro Apóstol es un ser- Hacer que cada diócesis sea de hecho misionera
vicio «para sensibilizar al pueblo cristiano por el es un objetivo de la acción pastoral, cuyo primer
problema de la formación del clero local en las Igle- responsable es el obispo:
sias misioneras» 1S. La Obra de la Infancia Misio- «Suscitando, promoviendo y dirigiendo la obra mi-
nera «es un servicio de las Iglesias particulares que sionera en su diócesis, con la que forma una sola cosa,
trata de ayudar a los educadores a despertar pro- el obispo hace presente y como visible el espíritu y
el ardor misionero del Pueblo de Dios, de forma2I que
gresivamente en los niños (y los jóvenes) una con- toda la diócesis se haga misionera» (AG 38) .
ciencia misionera universal y a moverles a compar-
tir la fe y los medios materiales con los niños de Llegar a esta realidad de madurez eclesíal supo-
las regiones y de las Iglesias más desprovistas a ne un proceso pastoral en el que están empeñados
este respecto» '9. «La Pontificia Unión Misional es todos los miembros de la misma Iglesia particular.
16 20
Regimim Ecclesiae universae 85; AG 29,38; Eccleúae Sanc- Ibid., 12-15. Véase Graves et mcrescentes: AAS 58 (1966)
taelll, 7.11.13. 750-756. Sobre la formación misionera sacerdotal, véase docu-
17 mento de la S. Congregación para la Evangelización de los Pue-
Estatutos, art.II, 1-3. Cf. Vademécum (Roma, Secretariato
Internazionale Pontificia Unione Missionatia, 1963). blos, en Guida delle mtssioni cattoliche (Roma 1975).
18 21
IbicL, 11,4-5. Véase Instructio «De ordinanda cooperatione missiuiiali
19 Episcoporum»: AAS 61 (1969) 276-281.
Ibid-, II, 6-U,
La Iglesia particular Hacia la dttírc\i\ misionera 11 "i
314
Hemos señalado, al comienzo de este capítulo, las nea de «vida apostólica» que abarca principalim n
bases fundamentales sobre la naturaleza misionera te estos aspectos:
de la diócesis. Ahora hemos de analizar sintética- — vida de comunión, a r a n d o comunidades ic.
mente las líneas evolutivas para conseguir la pues- ponsables de oración y de caridad;
ta en práctica de esta exigencia. — generosidad evangélica, creando signos peí
No se trata simplemente de que las ayudas va- manentes de «bienaventuranzas» o de períu
yan con la etiqueta de la Iglesia particular que en- ción cristiana;
vía, sino de redimensionar a fondo toda la dióce- — disponibilidad misionan universal de todas
sis, con todas sus posibilidades. Esta proyección las personas e instituciones.
misionera ayudará a descubrir incluso nuevas posi-
bilidades de evangelización y de apostolado local.
N o se trata solamente de que algunas personas
Si el personal enviado o las instituciones misio- y algunas instituciones planteen generosamente el
neras trabajan conjuntamente como Iglesia local que problema misionero, sino que ha de ser toda la Igle-
envía, nacen nuevas responsabilidades, entre las que sia particular en cuanto tal. De aquí que la pers-
hay que contar el envío y la asistencia del personal pectiva misionera debe iluminar toda la planifica-
apostólico enviado. ción cristiana y pastoral de la diócesis. Redimen-
El hecho de redimensionar misionalmente la Igle- sionando la Iglesia local en esta perspectiva misio-
sia particular supone todo un proceso evolutivo mi- nera, es esta Iglesia la que recibe beneficio misio-
sionero desde la raíz. La escasez de vocaciones mi- nero, puesto que, por ello mismo, revitaliza sus
sioneras, por ejemplo, puede convertirse en poten- fuerzas poniéndolas en una actitud de servicio uni-
ciación de las existentes por medio de una mejor versal que sanea otros problemas internos o loca-
coordinación pastoral. Asimismo, esta coordinación listas.
es fuente de nuevas vocaciones. Además de un envío de personal especialmente
Si se quiere ayudar al proceso de madurez de vocacionado para la misión permanente, cabe, hoy
otras comunidades cristianas o Iglesias particula- principalmente, el envío de personas especializadas
res (de las misiones), esta misma ayuda debe ser para un tiempo determinado y para un servicio con-
una expresión de una labor de conjunto entre to- creto. Con la facilidad de viajes, esta posibilidad
das las instituciones y personas que ayudan. La de ayudas especializadas puede enriquecer a ambas
ayuda misionera, pues, es un estimulante para po- Iglesias: la que envía y la que recibe. No obstante,
ner en práctica la pastoral de conjunto en la Iglesia esta nueva ayuda supone disponibilidad por parte
particular que envía. De este modo la misma dió- de las personas especializadas, así como desprendi-
cesis que envía se enriquece potenciando y coordi- miento por parte de la Iglesia particular para no
nando todas las disponibilidades.
ocupar todo" el tiempo de ese personal.
La Iglesia particular se redimensiona en una lí-
Hay que redimensionar misionariamente los mo-
316 La Iglesia particular Hacia la diócesis misionera 317

vimientos apostólicos y de espiritualidad dentro de cibe experiencias y ayuda para la animación misio-
la Iglesia particular. Son ellos, de hecho, los que nera, especialmente en el momento de regreso tem-
marcan la pauta en la actividad apostólica de la poral o definitivo. La diócesis, al organizar la asis-
diócesis. La dimensión misionera de los mismos les tencia antes, durante y después de la misión de
puede hacer salir del «impasse» en que se encuen- esas personas, se enriquece a sí misma al ponerse
tran a raíz de problemas socioeconómicos más in- en una tesitura de servicio a la Iglesia universal.
mediatos. El apostolado de estos movimientos vol- Esta conciencia colectiva de diócesis misionera
verá a encontrar su vitalidad cuando gire en torno hará que las ayudas se realicen con una visión más
a la misión universal de la Iglesia como responsa- misional, es decir, en vistas a que las comunidades
bilidad de la diócesis y de todas sus instituciones. cristianas ayudadas se valgan por sí mismas y ayu-
La hora misional de cada diócesis no sucede al den, a su vez, ya desde el principio, a la Iglesia
mismo tiempo en todas partes. La naturaleza mi- universal (AG 19). Cuando falta esta conciencia
sionera de cada una de ellas es la misma. No obs- misionera en la Iglesia que envía, gran parte de la
tante, de hecho, se puede hablar de despertar del ayuda se convierte en un colonialismo «eclesiásti-
espíritu misionero y de la responsabilidad misio- co». Para evitar este extremo, es necesario que las
nera. Incluso se puede hablar de la hora misional personas e instituciones misioneras sepan apreciar
en el sentido de una renovación y de unas posibili- la realidad de la Iglesia particular—de la que en-
dades providenciales. Así ha sucedido en la histo- vía y de la que recibe—por encima de la propia
ria. Esta hora misional diocesana tiene lugar sólo institución u obra misionera.
después del sufrimiento, de la persecución, de las Uno de los puntales para hacer misionera la Igle-
dificultades, de un largo período de prueba y de sia local son los Institutos misioneros. Su labor es
formación espiritual y doctrinal. ciertamente imprescindible para la evangelización
«ad gentes»; pero, ya que «cumplen tal obra en
Cada diócesis en concreto puede también influir
nombre de la Iglesia» (AG 27), pueden colaborar
en sectores sociales de repercusión interdiocesana
eficazmente a despertar la conciencia misionera de
e incluso internacional: los medios de comunica-
la Iglesia particular en cuanto tal n.
ción social, las instituciones u organismos de ayuda
22
social universal, la migración, los intercambios cul- Además de la bibliografía de la nota 1, véase Chiesa lócale
e cooperazione tra le Chiese (Settimana di studi missionari, Assisi
turales y comerciales, etc. 1973) (Bologna, EMI, 1973).
El personal enviado por una Iglesia particular si-
gue perteneciendo, de algún modo, a la diócesis o
comunidad cristiana de origen. Avivar el intercam-
bio será para bien de todos: de los mismos misio-
neros, en cuanto se les asiste, alienta, recibe, etc.;
de la misma diócesis de origen, en cuanto que re-
Presentación 319
XII. SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA
ellos son de valor científico. Se ha prescindido ge-
neralmente de artículos breves publicados en revis-
tas de divulgación. La calidad de la revista citada
da a entender casi siempre el nivel de la nota bi-
PRESENTACIÓN bliografía. Por todo ello, hemos prescindido, al me-
nos por el momento, de añadir notas críticas a cada
En el desarrollo de cada capítulo, así como en publicación.
notas especiales, se ha ido indicando la bibliogra-
fía correspondiente al tema en cuestión. Para ma-
yor facilidad de consulta, ampliamos esos datos bi-
bliográficos colocándolos al mismo tiempo por or-
den alfabético.
La selección ha sido hecha en vistas al estudio
de la espiritualidad misionera. Para otros temas de
interés misionológico científico, nos remitimos a
los boletines bibliográficos que citamos en la pala-
bra «bibliografía».
Los recientes estudios sobre el Vaticano II, es-
pecialmente sobre el decreto Ad gentes, así como
sobre la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi,
son exponentes de las corrientes actuales sobre el
tema misionero. Recogemos estos estudios en las
palabras «Vaticano II» y «Evangelii nuntiandi» del
apartado «Magisterio».
Para una ampliación de esta lista bibliográfica,
hay que consultar también las semanas misionoló-
gicas y los «symposium» celebrados después del
Vaticano II. Sobre estos trabajos colectivos nos ce-
ñimos generalmente al título global sin especificar
autores y apartados especiales. Nuestra orientación
bibliográfica es simplemente indicativa de unas pis-
tas de trabajo inicial.
La presente selección bibliográfica quiere reco-
ger los trabajos de un cierto nivel, aunque no todos
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