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PELIGROSIDAD

GEOLÓGICA
EN
ARGENTINA
Metodologías de análisis y mapeo. Estudio de casos

Publicación Especial Nº 4
de la
ASOCIACIÓN ARGENTINA
DE GEOLOGÍA APLICADA
A LA INGENIERÍA
Datos de catalogación bibliográfica

Peligrosidad geológica en Argentina / edición a cargo de Maria Alejandra


Gonzalez y Norberto Jorge Bejerman. - 1a ed. – Buenos Aires: ASAGAI, 2004.
CD-Rom

ISBN 987-21766-0-4

1. Geología-Argentina I. Gonzalez, Maria Alejandra, ed. II. Bejerman,


Norberto Jorge, ed. III. Título
CDD 558.2

Fecha de catalogación: 14/10/04

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AUTORES (por orden alfabético)

Aldacour, Héctor Buschiazo, Daniel Eduardo


Departamento Geología INTA-E.E.A."Ing. Agr. Guillermo Covas" y
Universidad Nacional del Sur CONICET
San Juan 670 - 8000 Bahía Blanca C.C 11, 6326 Anguil - La Pampa.
sueang@correo.inta.gov.ar
Ambrosino, Silvio Facultad de Agronomía.
INA - CIRSA Universidad Nacional de La Pampa,
Ambrosio Olmos 1142 - 5000 Córdoba CC 300 - 6300 Santa Rosa
silvioambrosino@hotmail.com buschiazzo@agro.unlpam.edu.ar

Argüello Graciela L. Caló, Jorge E.


Universidad Nacional de Córdoba. Facultad de Departamento de Geología.
Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Universidad Nacional del Sur.
Av. Vélez Sarsfield 1611 - 5016 Córdoba San Juan 670 - 8000 Bahía Blanca
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Balbis Agustín Camino, Mariana


Centro de Geología de Costas y del Cuaternario.
Barbeito, Osvaldo Universidad Nacional de Mar del Plata.
INA - CIRSA - UNC Funes 3350 - 7602 Mar del Plata.
Av. Vélez Sarsfield 1611 - 5016 Córdoba Buenos Aires.
coyabarbeito@arnet.com.ar macamino@mdp.edu.ar

Barredo, Silvia Campanella, Osvaldo


Grupo Espeleológico Argentino (GEA) Departamento de Geología.
Heredia 426, Capital federal, Universidad Nacional de Río Cuarto
sbarredo@mail.retina.ar Agencia Postal 3 - 5800 Río Cuarto - Córdoba.
Laboratorio de Tectónica Andina, Depto. Geología ocampanella@exa.unrc.edu.ar
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1428 Ciudad de Buenos Aires Castro Godoy, Silvia
silvia@gl.fcen.uba.ar Servicio Geológico Minero Argentino - SEGEMAR
Julio A. Roca 651, piso 8 sector 1 -
Bastías, Hugo E. 1067 Ciudad de Buenos Aires
Gabinete de Neotectónica y Geomorfología scastro@geosatar.gov.ar
Instituto de Geología. F. C. E. F. y N.
Universidad Nacional de San Juan Chayle, Waldo
Ignacio de la Roza y Meglioli. Instituto de Geología y Minería - Universidad
Rivadavia - 5407 San Juan. Nacional de Jujuy
hubastiassj@infovia.com.ar Av. Bolivia 1661 - 4600 San Salvador de Jujuy
chayle@idgym.unju.edu.ar
Bejerman, Norberto Jorge
Dirección Provincial de Vialidad Codignotto, Jorge Osvaldo
Learte 1818 - 5006 Córdoba FCEyN-UBA-CONICET
jbejerman@infovia.com.ar Ciudad Universitaria, Pabellón 2;
1428 Ciudad de Buenos Aires
Bó, M. Juliana barnes@gl.fcen.uba.ar
Centro de Geología de Costas y del Cuaternario.
Universidad Nacional de Mar del Plata. Costa, Carlos H.
Funes 3350 - 7602 - Mar del Plata. Departamento de Geología.
Buenos Aires. Universidad Nacional de San Luis.
mjbo@mdp.edu.ar Chacabuco 917 - 5700 San Luis.
costa@unsl.edu.ar
Bouza, P.
CENPAT-CONICET, Bvard. Brown s/n
9120 Puerto Madryn - Chubut
bouza@cenpat.edu.ar
D´Elia, Mónica Fiorucci, Eduardo
Grupo de Investigaciones Geohidrológicas Subsecretaría de Asuntos Agrarios.
Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas - Gobierno de La Pampa
Universidad Nacional del Litoral - Ciudad Sarmiento 151 - 6300 Santa Rosa - La Pampa.
Universitaria - Paraje “El Pozo”- Casilla de Correo
217 - 3000 Santa Fe Gandini, Marcelo
mdelia@fich.unl.edu.ar Facultad de Agronomía (UNICEN).
CC 178 - 7300 Azul - Buenos Aires
Degiovanni, Susana mgandini@faa.unicen.edu.ar
Departamento Geología.
Universidad Nacional de Río Cuarto. Agencia Gonzalez, Maria Alejandra
Postal 3 - 5800 Río Cuarto. Córdoba Dirección de Geología Ambiental y Aplicada.
sdegiovanni@exa.unrc.edu.ar IGRM - SEGEMAR
Av. J. A. Roca 651. 10° piso, oficina 14
del Río, J. Luis 1067 Ciudad de Buenos Aires.
Centro de Geología de Costas y del Cuaternario. marigo@secind.mecon.gov.ar
Universidad Nacional de Mar del Plata.
Funes 3350 - 7602 Mar del Plata. Gonzalez Díaz, Emilio F.
Buenos Aires. Departamento de Ciencias Geológicas.
jldr@mdp.edu.ar FCEyN, UBA. Ciudad Universitaria, Pabellón 2
1428 Ciudad de Buenos Aires
del Valle, Héctor F.
Área Ecología Terrestre González Uriarte, Magdalena
CENPAT-CONICET, Bvard. Brown s/n. Departamento Geología.
9120 Puerto Madryn, Chubut Universidad Nacional del Sur.
delvalle@cenpat.edu.ar San Juan 670 - 8000 Bahía Blanca
enavarro@criba.edu.ar
Doffo, Nelso
Departamento Geología. Guiotto, Cristian
Universidad Nacional de Río Cuarto. Agencia Facultad de Agronomía.
Postal 3 - 5800 Río Cuarto. Córdoba Universidad Nacional de La Pampa,
ndoffo@exa.unrc.edu.ar CC 300 - 6300 Santa Rosa. La Pampa

Elissalde, N. Guzzo, Elina


INTA-EEA Chubut Facultad de Filosofía, Humanidades y Arte.
CC 88 - 9100 Trelew, Chubut. Universidad Nacional de San Juan
nelissalde@chubut.inta.gov.ar Av. José Ignacio de la Roza 230 (O)
5400 San Juan
Entraigas, Ilda elinguzzo@uol.com.ar
Instituto de Hidrología de Llanuras.
CC 44 - 7300 Azul, Buenos Aires López de Armentia, Adriana
ilda@faa.unicen.edu.ar Centro de Geología de Costas y del Cuaternario.
Universidad Nacional de Mar del Plata.
Escobar, J. Funes 3350 - 7602 Mar del Plata
INTA-EEA Chubut Buenos Aires.
CC 88 - 9100 Trelew, Chubut. adlopez@mdp.edu.ar
jescobar@chubut.inta.gov.ar
Maldonado, Gabriela
Fauqué, Luis Departamento de Geología.
Dirección de Geología Regional. Universidad Nacional de Río Cuarto.
IGRM - SEGEMAR Agencia Postal 3 - 5800 Río Cuarto. Córdoba
Av. J. A. Roca 651. 10° piso, oficina 6
1067 - Ciudad de Buenos Aires. Manzur, Aníbal
lfauqu@secind.mecon.gov.ar
Marcos, Ángel
Fernández, Elba Departamento de Geología.
Departamento Geología. Universidad Nacional del Sur.
Universidad Nacional del Sur. San Juan 670 - 8000 Bahía Blanca
San Juan 670 - 8000 Bahía Blanca amarcos@uns.edu.ar
efernan@uns.edu.ar
Martínez, Hugo Mario Petrinovic, Ivan
Facultad de Agronomía. CONICET-Universidad Nacional de Salta
Universidad Nacional de La Pampa Facultad de Ciencias Naturales
CC 300 - 6300 Santa Rosa. La Pampa Buenos Aires 177 - 4400 Salta
Subsecretaría de Asuntos Agrarios de La Pampa. petrino@unsa.edu.ar
Sarmiento 151, 6300 Santa Rosa, La Pampa.
Ramírez, Alba
Martinez Arca, Jorge Instituto de Geología y Minería - Universidad
CONICET Centro de Geología de Costas y del Nacional de Jujuy
Cuaternario. Universidad Nacional de Mar del Av. Bolivia 1661 - 4600 San Salvador de Jujuy
Plata. Funes 3350 - 7602 Mar del Plata. arami@idgym.unju.edu.ar
Buenos Aires.
jmarca@mdp.edu.ar Ramírez, Mónica
Instituto de Investigaciones Mineras.
Moreiras, Stella M. Facultad de Ingeniería.
Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Universidad Nacional de San Juan.
Ciencias Ambientales (IANIGLA) - CRICYT- Av. Lib. San Martín 1109 (O) - 5400 San Juan
CONICET. Av. Dr. Ruiz Leal s/n. Parque Gral. mramirez@unsj.edu.ar
San Martín - 5500 Mendoza
moreiras@lab.cricyt.edu.ar Regairaz, María Cecilia
Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y
Navarro, Edgardo Ciencias Ambientales (IANIGLA) - CRICYT-
Departamento de Geología. CONICET. Casilla de Correo 330 - 5500 Mendoza
Universidad Nacional del Sur. cecirega@lab.cricyt.edu.ar
San Juan 670 - 8000 Bahía Blanca
enavarro@criba.edu.ar Robeto, Javier J.
Gabinete de Neotectónica y Geomorfología
Origlia, H. Daniel Instituto de Geología. F. C. E. F. y N.
Departamento Geología Universidad Nacional de San Juan
Universidad Nacional de Río Cuarto. Agencia Ignacio de la Roza y Meglioli.
Postal 3- 5800 Río Cuarto. Córdoba Rivadavia - 5407 San Juan.
doriglia@exa.unrc.edu.ar georobeto27@yahoo.com.ar

Paris, Marta Rostagno, César Mario


Grupo de Investigaciones Geohidrológicas Área Ecología Terrestre
Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas - CENPAT-CONICET, Bvard. Brown s/n
Universidad Nacional del Litoral - Ciudad 9120 Puerto Madryn, Chubut
Universitaria - Paraje “El Pozo”- Casilla de Correo rostagno@cenpat.edu.ar
217 - 3000 Santa Fe
mparis@fich.unl.edu.ar Salinas, Leonor
Instituto de Investigaciones Mineras.
Pérez, Marcela Facultad de Ingeniería.
Grupo de Investigaciones Geohidrológicas Universidad Nacional de San Juan.
Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas - Av. Lib. San Martín 1109 (O) - 5400 San Juan
Universidad Nacional del Litoral - Ciudad lsalinas@unsj.edu.ar
Universitaria - Paraje “El Pozo”- Casilla de Correo
217 - 3000 Santa Fe Salomone, J.
maperez@fich.unl.edu.ar INTA - EEA Chubut
CC 88 - 9100 Trelew, Chubut.
Pereyra, Fernando X. jsalomone@chubut.inta.gov.ar
Dpto. de Cs. Geológicas, FCEyN, UBA.
IGRM-SEGEMAR Sanabria, Jorge A.
Av. J. A. Roca 651. 8° piso, sector 8 Universidad Nacional de Córdoba. Facultad de
1067 Ciudad de Buenos Aires. Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Av. Vélez
fernap@minproduccion.gov.ar Sarsfield 1611 - 5016 Córdoba.
jsanabria@com.uncor.edu
Schonwandt, David Tujchneider, Ofelia
IGRM - SEGEMAR Grupo de Investigaciones Geohidrológicas
Avda. Julio A. Roca 651. Buenos Aires Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas -
1067 Ciudad de Buenos Aires. Universidad Nacional del Litoral - Ciudad
dshonw@minproduccion.gov.ar Universitaria - Paraje “El Pozo”- Casilla de Correo
217 - 3000 Santa Fe
Solís, Natalia pichy@fich.unl.edu.ar
Instituto de Geología y Minería - Universidad
Nacional de Jujuy Usunoff, Eduardo
Av. Bolivia 1661 - 4600 San Salvador de Jujuy Instituto de Hidrología de Llanuras.
nsolis@idgym.unju.edu.ar CC 44 - 7300 Azul, Buenos Aires
eusunoff@faa.unicen.edu.ar
Sruoga, Patricia
CONICET-SEGEMAR Uva, Marcelo
Avda. Julio A. Roca 651. Buenos Aires Departamento de Geología.
1067 Ciudad de Buenos Aires. Universidad Nacional de Río Cuarto. Agencia
psruog@minproduccion.gov.ar Postal 3 - 5800 Río Cuarto. Córdoba
uva@dc.exa.unrc.edu.ar
Suvires, Graciela
CONICET. Instituto de Geología. Varni, Marcelo
Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Instituto de Hidrología de Llanuras.
Naturales. Universidad Nacional de San Juan. CC 44 - 7300 Azul, Buenos Aires
Avda. Ignacio de la Roza y Meglioli. Rivadavia. varni@faa.unicen.edu.ar
5407 San Juan
ingeo@unsj-cuim.edu.ar Vázquez, Pablo
Unidad Operativa Cuenca del Salado (INTA).
Tello, Graciela E. CC 44 - 7300 Azul, Buenos Aires
Gabinete de Neotectónica y Geomorfología Av. Belgrano 416 - 7203 Rauch, Bs. As.
Instituto de Geología. F. C. E. F. y N. pmvazquez@correo.inta.gov.ar
Universidad Nacional de San Juan
Ignacio de la Roza y Meglioli. Vich, Alberto I. J.
Rivadavia - 5407 San Juan. Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y
gtello@unsj-cuim.edu.ar Ciencias Ambientales (IANIGLIA)
Av. Adrian Ruiz Leal s/n. Parque Gral. San
Toyos, A. Martín. C.C. N° 330 - 5500 Mendoza
CENPAT-CONICET, Bvard. Brown s/n aijvich@lab.cricyt.edu.ar
9120, Puerto Madryn, Chubut
toyos@cenpat.edu.ar Villegas, Mónica
Departamento Geología.
Universidad Nacional de Río Cuarto. Agencia
Postal 3- 5800 Río Cuarto. Córdoba
mvillegas@exa.unrc.edu.ar
CONTENIDO RESUMIDO

Chacón Montero, J. Prefacio xvi


Bejerman, N. J. Introducción y alcances de la publicación. 1
Bejerman, N. J. Peligrosidad Geológica y la ASAGAI. 2
Gonzalez, M. A. Terminologías 3
Gonzalez, M. A. Metodologías de análisis y mapeo 13
Gonzalez, M. A. Procesos geológicos actuantes en el territorio argentino 40

Capítulo 1 COLAPSO DE SUELOS 46

Capítulo 2 EROSIÓN. 84

2.1 Erosión costera. 90

2.2 Erosión eólica. 112

2.3 Erosión hídrica superficial. 138

2.4 Erosión fluvial. 172

Capítulo 3 INUNDACIÓN Y ANEGAMIENTO 217

Capítulo 4 KARSTIFICACIÓN. 290

Capítulo 5 NEOTECTÓNICA 330

Capítulo 6 REMOCIÓN EN MASA 358

Capítulo 7 SISMICIDAD 433

Capítulo 8 VOLCANISMO 429


CONTENIDO

Chacón Montero, J. Prefacio xvi


Bejerman, N. J. Introducción y alcances de la publicación. 1
Bejerman, N. J. Peligrosidad Geológica y la ASAGAI. 2
Gonzalez, M. A. Terminologías 3
Gonzalez, M. A. Metodologías de análisis y mapeo 13
Gonzalez, M. A. Procesos geológicos actuantes en el territorio argentino 40

Capítulo 1 COLAPSO DE SUELOS

Origlia, H. D. y Introducción 47
Campanella, O. ¿Qué es y cómo se produce el colapso? 47
1° Parte ¿Tiene alguna relación con la licuación de suelos? 48
¿Cómo se caracterizan los suelos colapsables? 48
¿Son importantes las consecuencias del colapso? 50
¿Cómo se puede prevenir o remediar el efecto del colapso? 51
Caló, J., Fernández, E. y ¿Cuáles son los mecanismos del colapso? 52
Marcos, A. ¿Qué suelos son susceptibles al colapso? 52
2° Parte ¿Cuál es la mineralogía de estos suelos? 53
¿Qué procesos se pueden asociar a los suelos colapsables? 54
¿Cómo se mapean los suelos colapsables? 54
MAPA
Caló, J., Fernández, E. y ¿Cuál es la distribución de los suelos colapsables en la 54
Marcos, A. Argentina?
METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS
Caló, J., Fernández, E., Riesgos geológico – ambientales por suelos colapsables en la 58
Marcos, A. y Aldacour ciudad de Bahía Blanca, Argentina
Campanella, O., Origlia, Construcción del mapa de riesgo por colapso de la ciudad de Río 68
H. D., Maldonado, G. y Cuarto usando la tecnología de los SIG.
Uva, M.

Capítulo 2 EROSIÓN.

Vich, A. I. J. ¿Qué se entiende por erosión? 84


¿Cuál es la evolución de los estudios de erosión de suelos? 85
¿Cuáles son los tipos de erosión de suelos? 86
Argüello, G. L. y ¿Cuáles son los agentes erosivos? 87
Sanabria, J. A

2.1 Erosión costera.

Codignotto, J. ¿Cuáles son las características del área costera afectada por 91
erosión?
¿Cuáles son los factores desencadenantes? 91
¿Cuáles son las áreas de vulnerabilidad y riesgo en la costa 94
argentina?
¿Cuáles son los fenómenos que afectan a la costa del Río de la 103
Plata?
¿Qué característica tiene la erosión en el área comprendida entre 106
Mar del Plata y Punta Piedras?
METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS
Codignotto, J. Ejemplo de discriminación de riesgo en costas erosivas. 110

2.2 Erosión eólica.

¿Qué es la erosión eólica? 113


Rostagno, C. M., del
Valle, H. F. y ¿Cuáles son los mecanismos de transporte por el viento? 113
Buschiazzo, D. ¿Cuáles son los principales factores que controlan la intensidad 114
de la erosión eólica?
¿Cuáles son las principales causas? 115
¿Con qué otros procesos geológicos pueden estar asociados? 116
¿Cuáles son los daños y pérdidas más comunes que provocan? 116
¿Cuáles son los indicadores de erosión eólica que se pueden 116
emplear para evaluar el estado de erosión de los suelos?
¿Qué variables y métodos se utilizan para evaluar el riesgo de 116
erosión eólica?
¿Qué variables se toman en cuenta y cuáles son las clases de 118
erosión consideradas en los estudios de riesgos de erosión
eólica?
MAPA
Rostagno, C. M. y del ¿Cuál es la distribución regional en la Argentina? 119
Valle, H. F.
METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS
Rostagno,C.M., La erosión de los suelos en un área quemada del NE de Chubut. 123
Salomone, J., del Valle,
H. F,. Toyos, A.,
Elissalde, N. y Escobar,
J.
del Valle, H. F., Los campos de médanos del sur de Península Valdés: su 127
Rostagno, C. M. y dinámica y los cambios asociados en los suelos y en la
Bouza, P. vegetación
Buschiazzo, D. E., Mapas de erosión eólica potencial y actual de la región semiárida 131
Martinez, H. M., Fiorucci, y subhúmeda pampeana argentina.
E. y Guiotto, C.

2.3 Erosión hídrica superficial.

Vich, A. I. J. ¿Cuáles son las causas de la erosión hídrica? 139


Argüello, G. L.. y ¿Qué se entiende por cárcava? 141
Sanabria, J. A.. ¿Cuál es la problemática de las cárcavas? 142
¿Por qué se originan las cárcavas? 143
¿Cómo evolucionan las cárcavas? 145
¿Qué características tienen las cárcavas en la zona de influencia 147
de la Universidad Nacional de Córdoba?
METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS
Sanabria, J. A. Manzur, Ejemplo de aplicación del método de análisis secuencial de 148
A., Argüello, G. y Balbis, fotografías aéreas. Procesos de erosión hídrica acelerada en un
A. sector de la ciudad de Córdoba.
Vich, A. I. J. Cuantificación de la erosión hídrica en el piedemonte mendocino 156
Aplicación y desarrollo de métodos de predicción de erosión 161
hídrica
Propuesta metodológica para el mapeo de procesos de erosión 168
hídrica
2.4 Erosión fluvial.

Degiovanni, S., Villegas, ¿Cómo funciona un sistema fluvial? ¿Cuál es la dinámica y cómo 174
M., Doffo, N. y Origlia, D. se ajusta un río cuando se modifican sus variables de control?
¿Cuáles son los mecanismos de erosión fluvial? 175
¿Cómo se manifiestan los procesos de erosión fluvial? 175
¿Cómo influyen los tipos de materiales en procesos erosivos? 178
¿Cuáles son los métodos utilizados para monitorear y evaluar la 179
erosión fluvial?
¿Cómo se determina el riesgo de erosión fluvial? 182
¿Qué características tienen estos procesos en la llanura 183
pampeana?
METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS
Degiovanni, S.,Villegas, Ejemplos de metodologías de análisis y mapeo de procesos de 192
M., Doffo, N. y Origlia, D. erosión fluvial.

Capítulo 3 INUNDACIÓN Y ANEGAMIENTO

González Uriarte, M. y ¿En qué se diferencia el anegamiento de la inundación? 219


Navarro, E. ¿Con qué factores está asociado el anegamiento? 219
¿Cuáles son los daños? 219
¿Cómo se evalúa el anegamiento según sus causas? 220
¿Cuál es el método de análisis en zonas anegadas? 221
Varni, M.; Entraigas, I. y ¿Cuáles son los procesos hidrológicos preponderantes en 221
Gandini, M. llanuras?
¿Qué características tiene el funcionamiento hidrológico de la 222
llanura pampeana?
¿Cuáles son las pérdidas más comunes en la pampa húmeda? 223
Pereyra, F. X. ¿Por qué se producen inundaciones en el área metropolitana 223
bonaerense?
Tujchneider, O. ¿Cuáles son las características de las inundaciones en la 228
Mesopotamia?
Barbeito, O. ¿Qué características presentan las inundaciones repentinas en 229
las Sierras de Córdoba?
MAPA
Varni, M.; Entraigas, I. y ¿Cuál es la distribución espacial de las áreas afectadas por 230
Gandini, M. inundaciones en Argentina?
METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS
Gandini, M.; Entraigas, I. ¿Qué métodos se utilizan para evaluar las inundaciones en zonas 232
y Varni, M de llanura?
Vázquez, P., Entraigas, Zonificación de inundaciones por medio de percepción remota a 233
I., Varni, M. Gandini, M. y escala regional en áreas de llanura.
Usunoff, E.
Entraigas, I., Gandini, M. Zonificación de inundaciones mediante la percepción remota y el 242
y Varni, M. relevamiento visual in situ a escala urbana y periurbana
Gonzalez Uriarte, M. y Análisis geomorfológico para evaluar el riesgo de anegamiento en 247
Navarro, E las localidades de Carhué y Guaminí. Prov. De Bs. As.
Martínez Arca, J., del Mapeo geomorfológico-geocientífico: inundaciones en Mar del 260
Río, J. L., Bó, M. J., Plata, Partido de General Pueyrredón: una visión evolutiva.
López de Armentia, A. y
Camino, M.
Barbeito, O. y Evaluación geomorfológica de la amenaza por crecientes 272
Ambrosino, S. repentinas.
Tujchneider, O., D’Elia, La influencia de las aguas subterráneas en el anegamiento de un 280
M., Paris, M. y Pérez, M. sector de la llanura pampeana en la Republica Argentina

Capítulo 4 KARSTIFICACIÓN.

Barredo , S. ¿Qué es la karstificación? 291


¿Qué valor presenta como indicador geológico? 291
¿Qué daños y problemas produce este proceso? 291
¿Sobre qué materiales actúa y cuáles son las morfologías 292
características?
¿Qué factores intervienen el desarrollo del karst? 293
¿Cuál es el mecanismo químico (corrosión química) del proceso? 297
¿Cuál es la dinámica mecánica (corrosión reogénica) del proceso? 299
¿Cuáles son los métodos de estudio del proceso? 301
¿Cuáles son los procesos asociados a la karstificación? 303
¿Cuáles son los términos específicos del proceso utilizados en el 305
texto?
Regairaz, M. C. ¿Qué son los procesos pseudokársticos? 309
Suvires, G., Regairaz, ¿Qué características tienen los procesos pseudokársticos en San 310
M. C. y Gonzalez, M. A. Juan?
Regairaz, M. C. y ¿Qué características tienen los procesos kársticos y 318
Gonzalez, M. A. pseudokársticos en Mendoza?
METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS
Barredo, S. Estudio de la subsidencia en un terreno cultivado debido a la 325
presencia de krotovinas con fenómenos kársticos actuales

Capítulo 5 NEOTECTÓNICA

Costa, C ¿Qué se entiende por neotectónica? 330


¿Cuándo una falla es “activa”? 330
¿Cuál es el rol de la neotectónica en la caracterización del peligro 331
sísmico?
¿Cuál es la metodología utilizada? 333
¿Con qué otro tipo de procesos pueden estar asociadas las 337
deformaciones recientes?
¿Cuál es la distribución de las deformaciones cuaternarias en la 337
República Argentina?
¿Qué características tienen los fenómenos neotectónicos en 339
Precordillera?
¿Qué características tienen los fenómenos neotectónicos en las 340
Sierras Pampeanas?
¿Qué otros fenómenos neotectónicos destacables ocurren en 341
territorio argentino?
METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS
Costa, C. Criterios de mapeo en neotectónica 346
Cartografía de recopilación y síntesis: Estructuras cuaternarias en 348
la Hoja 3369-II, Mendoza.
Cartografía neotectónica en el frente de levantamiento de la sierra 349
de San Luis
Relevamiento paleosismológico en la falla de Comechingones 350
Relevamiento paleosismológico en la falla Magallanes-Fagnano 354
Capítulo 6 REMOCIÓN EN MASA

Gonzalez, M. A. ¿A qué se denomina proceso de remoción en masa? 358


¿Cómo se clasifican los movimientos en masa? 358
¿Cómo se describen los movimientos gravitacionales? 360
¿Qué factores condicionan y desencadenan la remoción en 362
masa?
Moreiras, S. ¿Cuáles son las metodologías de análisis y mapeo para los 363
procesos de remoción en masa?
Solís, N., Chayle, W y ¿Qué característica tiene la remoción en masa en el noroeste 366
Ramírez, A. argentino?
Moreiras, S. ¿Qué características tiene los procesos de remoción en Cordillera 378
Frontal y Precordillera Mendocina?
Fauqué, L. y Gonzalez, ¿Qué características presentan los movimientos en masa 387
M. A. antiguos en las Sierras Pampeanas?
¿Qué características presentan los movimientos actuales con 408
antecedentes históricos en las Sierras Pampeanas?
González Díaz, E. F. ¿Qué tipos de movimientos gravitacionales se presentan en la 411
Patagonia?
METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS
Moreiras, S. Zonificación de peligrosidad y riesgo de los Procesos de 423
Remoción en Masa en el valle del Río Mendoza
Gonzalez, M. A. Análisis espacial de las discontinuidades de un macizo rocoso 428
para el estudio de movimientos planares y en cuña.

Capítulo 7 SISMICIDAD

Salinas, L. I., Ramírez, ¿Qué son los terremotos? 433


M. y Guzzo, E. ¿Cómo se manifiesta? 433
1° Parte ¿Cuáles son las características de un terremoto? 433
¿Cuáles son las zonas con mayor actividad sísmica? 433
¿Es frecuente la actividad sísmica? 434
¿Qué es la intensidad de un sismo? 434
¿Qué es la magnitud de un sismo? 436
¿Qué o quién controla la energía liberada? 437
¿Cómo se identifican las fallas susceptibles de generar 437
terremotos?
¿Cuáles terremotos son más dañinos? 439
¿Qué se entiende por Previsión y Prevención? 439
¿Qué aspectos se debe tener en cuenta para prever terremotos 439
destructivos?
¿Qué es la peligrosidad sísmica? 439
¿Cómo se analiza la peligrosidad sísmica? 439
¿Cuál es la prevención que debe adoptarse? 440
¿Es posible predecir el suceso? 440
Tello, G., Bastías, H. E. y ¿Cómo se plantea la información para el estudio de la 441
Robeto, J. J. peligrosidad sísmica?
2° Parte ¿En qué se basa la confección de un mapa de peligrosidad 442
sísmica?
¿Cuál es la importancia de los estudios neotectónicos y cómo se 443
realizan?
¿Cómo se efectúa el estudio de sismicidad histórica? 444
¿Cuándo se inicia el registro de sismicidad histórica en 446
Argentina?
MAPA
Tello, G., Bastías, H. E. y ¿Cómo se ha zonificado la Argentina en base a la peligrosidad 449
Robeto, J. J. sísmica?
METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS
Salinas, L. I., Ramírez, Estimación del riesgo sísmico en la cuenca del río Castaño, 451
M. y Guzzo, E. Calingasta, San Juan.
Tello, G. El estudio neotectónico: una herramienta en el análisis de 461
peligrosidad sísmica. Reconocimiento de la Falla Chalet.
Provincia de Mendoza.

Capítulo 8 VOLCANISMO

Sruoga, P. y ¿En qué consiste la actividad volcánica y peligrosidad asociada? 469


Schonwandt, D. ¿Cómo se diferencian los volcanes y la actividad eruptiva? 469
¿Cuáles son los productos que arrojan los volcanes y cuál es el 472
riesgo asociado?
¿Cómo se evalúa la peligrosidad volcánica? 473
¿Cómo se distribuye el volcanismo activo en Argentina? 473
¿Cuáles son las características de la Zona Volcánica Sur? 473
¿Cuáles son los volcanes de mayor peligrosidad en la Zona 474
Volcánica Sur?
Petrinovic, I. ¿Cuáles son las características del Volcanismo de la Puna? 476
¿Cuáles son los volcanes activos de la región de la Puna? 481
METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS
Sruoga, P. Volcán Planchón-Peteroa (35°15’s/70°35’o): estratigrafía eruptiva 487
y evaluación de su peligrosidad
Petrinovic, I. Complejos volcánicos cenozoicos extintos en la región de la puna. 500
Cartografía geológica de detalle y relaciones tecto-magmáticas.
Castro Godoy, S. Monitoreo de productor volcánicos a partir de ASTER 505
NOTA DE LOS EDITORES
Por Gonzalez M. A. y Bejerman N. J.

Esta Publicación es fruto de la experiencia académica y profesional de quienes, desinteresadamente,


han aceptado la invitación a formar parte de una propuesta que permite, a la sociedad técnica-
científica, tomar conocimiento acabado respecto de los procesos geológicos seleccionados en el
marco de nuestro país.
De tal modo se plantea un principio de solución al inconveniente planteado por la falta de
información de acceso público sobre los procesos geológicos y su distribución, lo cual ha generado
un vacío respecto de las citas sobre Argentina en diversas publicaciones internacionales sobre la
temática que aquí se aborda.
El material aquí presentado tiene por objeto dar evidencia del estado del conocimiento con
referencia a los procesos de colapso de suelos, erosión, inundación y anegamiento, karstificación,
neotectónica, remoción en masa, sismicidad y volcanismo, lo que permite, al lector, disponer de una
guía de indudable utilidad.
Cabe decir que esta nueva entrega de la Serie “Publicaciones Especiales” surge, como las
anteriores, de la Comisión Nº 1 “Mapas Geológico-Ingenieriles” y se ha podido editar gracias al
apoyo de todos aquellos autores que han remitido su aporte.
Esperamos que esta Publicación facilite el camino a quienes se inician en el mapeo de procesos
geológicos y, en el caso de quienes ya estén en dicho campo del conocimiento, les represente un
aporte a su formación profesional.

Noviembre de 2004
Maria Alejandra Gonzalez y Norberto Jorge Bejerman
PELIGROSIDAD GEOLÓGICA EN ARGENTINA: Metodología de
análisis y mapeo. Estudio de casos

Prefacio
La publicación de un volumen dedicado a la difusión de procedimientos destinado a mejorar el
estado de conocimientos sobre la prevención, mitigación y corrección de riesgos derivados de los
peligros naturales constituye en sí misma una excelente noticia para las sociedades actuales. La
exposición a tales peligros en sociedades que se desarrollan con rapidez y en las que no siempre es
posible que el proceso de ocupación y cambio de uso de tierras vaya acompañado del necesario
asesoramiento sobre los peligros naturales que tienen como escenario natural aquellos terrenos o
bien los que pudieran ser desencadenados o incentivados por las obras necesarias para el desarrollo.
Cuando el volumen afronta contenidos de tanto interés como el colapso de suelos, la erosión, la
inundación, el hundimiento kárstico, el movimiento actual de las fallas, la remoción en masa de las
vertientes, la sismicidad y el volcanismo, ofrece luces para actuaciones frente a procesos naturales
que causan un elevado número de víctimas y cuantiosas pérdidas económicas, todo ello en países
vulnerables frecuentemente instalados en ciclos de desastre y reconstrucción de los que es tan difícil
evadirse.

La temática, por otra parte no ha sido muy generosamente tratada en las publicaciones
internacionales y oficiales, de manera que, con la excepción de tratados como el volumen sobre
“Landslide Hazard Zonation: A review of Principles and Practice” compilado por Varnes (1984)
en nombre de una comisión especializada de la UNESCO, de interés para la remoción en masas, y
el manual sobre “Mapping in Engineering Geology” editado por Griffiths (2002), que revela la
tradicional mayor atención a la materia entre los especialistas británicos, son pocos los tratados
disponibles sobre la temática, aunque sea muy voluminosa la cantidad de artículos científicos y
técnicos sobre la materia. De manera que la presente publicación constituirá indudablemente una
referencia obligada para los investigadores y profesionales relacionados con la ingeniería del
territorio argentino y con el estudio de los procesos naturales y los riesgos derivados, por lo que el
esfuerzo de sus editores y de los autores de los diferentes capítulos se verá recompensado con el
debido reconocimiento y constituirá un nuevo incentivo para el incremento de la investigación
sobre la materia.

Prof. Dr. José Chacón Montero


Catedrático del Área de Ingeniería del Terreno
Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos
Universidad de Granada – España
Miembro Comisión 1 “Engineering Geology Maps” - IAEG

xvi
INTRODUCCIÓN Y ALCANCES DE LA PUBLICACIÓN

Por Bejerman N. J.

La peligrosidad geológica es una rama del conocimiento que, vinculada con la identificación de los
procesos geológicos que se desarrollan, muestra un crecimiento vertiginoso en las últimas décadas.
La publicación, en su conjunto, desarrolla con detalle los conceptos fundamentales relacionados con
cada proceso por lo que estamos frente a un manual del tema, con la virtud de ejemplificarlos
basándose en casos de nuestro país.
La selección de los procesos geológicos que aquí se exponen se realizó considerando su grado de
desarrollo en Argentina, el grado de conocimiento que existe de los mismos y la posibilidad de
contar con aportes que permitan difundir el estado del arte en grado pleno.
Cada capítulo comienza con un tratamiento general en el que cada subtítulo es seguido por una
pregunta cuya respuesta concreta se proporciona a continuación. Acto seguido, en algunos casos, se
presenta el mapa que expone su distribución espacial y, por último, se incluyen ejemplos de
metodología/s de estudio y/o mapeo del proceso.
La diversidad de vocabulario utilizado, así como la heterogeneidad metodológica puesta en práctica
y la incorporación de la temática a la currícula universitaria, ha llevado a la consideración de
promover esta Publicación, que con características de Manual, consideramos será de utilidad en la
formación de los estudiantes y en la promoción de un lenguaje común.

1
PELIGROSIDAD GEOLÓGICA Y LA ASAGAI

Por Bejerman N. J.

Desde los comienzos de su vida institucional la Asociación Argentina de Geología Aplicada a la


Ingeniería (ASAGAI) se ha relacionado con la temática de la peligrosidad geológica, la cual integra
de manera elocuente el contenido de sus publicaciones periódicas: las Actas editadas por la entidad
desde 1981, que desde 1998 dieran paso a la Revista de Geología Aplicada a la Ingeniería y al
Ambiente.
De la revisión de las mismas surge que buena parte de los procesos que integran esta Publicación
han sido parte de trabajos incluidos a lo largo de los años de su aparición, por lo que dicho vínculo
deja establecido claramente que la mencionada Asociación es el marco adecuado para nuclear a
quienes se ocupan de analizar procesos geológicos vinculados con proyectos de obras civiles o con
afectaciones medioambientales.
La contribución de los miembros de la ASAGAI también se ha plasmado en los Congresos de la
entidad madre, IAEG (International Association for Engineering Geology and the Environment),
con trabajos relacionados con distintos procesos que son analizados en esta Publicación.
Asimismo se han desarrollado, a lo largo del tiempo, diversos cursos sobre la temática con el fin de
actualizar a estudiantes y profesionales respecto de los enfoques para cada caso. Así se dictaron
cursos y conferencias sobre Geomorfología aplicada a obras civiles, SIG en hidrogeología;
Geología Ambiental y Desarrollo; Riesgos geológicos y manejo ambiental de áreas costeras; Taller
sobre Geoindicadores y Aplicación en Campo y Riesgos naturales asociados a procesos
geodinámicos externos e internos.
Un renglón especial merecen las Reuniones sobre Preparación y Uso de Mapas Temáticos
(Córdoba, 1993; San Juan 1995; Bariloche, 1999; Bahía Blanca, 2001 y Córdoba, 2004), que
sirvieron de marco a la presentación, por parte de diversos autores, de lo que hacen y que, en
definitiva, dio lugar al proyecto que, bajo la forma de Publicación Especial, aquí se presenta.
Por último merece citarse que la necesidad de avanzar en el uso de vocabulario común que sirva de
intercambio a quienes trabajan en la temática y de dar evidencia sobre el estado del arte en nuestro
país dio lugar a la creación, en 1991, de la Comisión Nº 1 “Mapas Geológico Ingenieriles” de la
ASAGAI, la cual ha generado, desde aquel entonces, un ámbito de trabajo plasmado en las
reuniones antes mencionadas que se desarrollaron a partir de su surgimiento y en publicaciones
sobre temas específicos tal como la que precede a esta, sobre Simbología, y la que hoy se presenta.

2
TERMINOLOGÍAS
Por Gonzalez, M. A.

INTRODUCCIÓN

En este capítulo se plantea la problemática del uso específico de las terminologías que se emplean
en el estudio de la peligrosidad geológica.
Para introducir en la temática, se realiza primeramente una fundamentación de la utilización de
terminología científica en el estudio de la Peligrosidad Geológica. Se continúa con el planteo del
problema y se finaliza con una síntesis de términos más comúnmente utilizados según distintos
autores.

TRATAMIENTO CIENTÍFICO DE LA TERMINOLOGÍA

La palabra geología aparece por primera vez con su sentido actual en 1657, en la obra “Geología
norvegica”, Cailleux (1972). A través del tiempo, como todas las ciencias se ha ramificado y
especializado transformándose de una disciplina descriptiva a una cuantitativa y estadística. Durante
su evolución tomó conceptos de otras ciencias, tales como matemática, física y química.
Partiendo de la premisa que la Geología, y por consiguiente sus ramas son disciplinas de las
Ciencias Exactas, Históricas y Naturales, los temas que incluyan deben tratarse con método
científico.
El uso de la terminología específica es uno de los tópicos a tener en cuenta en el tratamiento de las
ciencias. Para ello se dictan tratados, leyes, principios, códigos de nomenclatura, etc.
Desde los tiempos de Pasteur se habla de la ciencia y sus aplicaciones. Hoy se distingue entre
ciencia pura o básica, aplicada y tecnología.
En la Geología Aplicada se incluyen, entre otros, el análisis de los procesos geológicos (estudiados
por diferentes ramas de la Geología básica como la Geomorfología, la Tectónica, la Volcanología,
etc.) y el comportamiento de los materiales (estudiados por la Geotecnia) aplicados a la prevención
y manejo de daños, un mejor ordenamiento territorial, etc.
Más específicamente según los estatutos de la IAEG, “la Geología Aplicada a la Ingeniería es la
ciencia dedicada a la investigación, estudio y solución de problemas de ingeniería y ambientales
que pueden surgir como resultado de la interacción entre la geología y los trabajos o actividades del
hombre, y también incluye a la predicción y desarrollo de medidas para la prevención o
remediación de peligros geológicos”.
Teniendo en claro que la geología aplicada es la ciencia que trata la peligrosidad geológica, es fácil
comprender que la terminología asociada (como el resto de los términos geológicos) tiene
definiciones internacionalmente aceptadas, aunque en algunos casos presentan acepciones
diferentes según las escuelas.

LA PROBLEMÁTICA

El estudio de los efectos de los procesos geológicos sobre la superficie terrestre y la probabilidad
que estos generen daños fue estudiado con intensidad desde la década de 1970. En la mayoría de los
países desarrollados en esa época, estudiaban los procesos como desafíos tecnológicos. Solo bastaba
contar con los recursos suficientes para controlar los efectos de los procesos naturales. Estas
grandes obras, primeramente asociadas a inundaciones, a veces provocaban efectos secundarios no
deseados en cuestión de daños. Estos estudios estuvieron acompañados por grandes eventos

3
internacionales asociados a la peligrosidad geológica y al deterioro del medio ambiente. En Estados
Unidos se promulgó la “National Environmental Protection Act” (NEPA), en 1970, y en Estocolmo
se desarrolló la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente en 1972. La IAEG
(International Association of Engineering Geology) realizó entre otros, el Simposio de Praga sobre
movimientos en masa en 1977 y en el Simposio de Inglaterra, 1979, incluyó varios trabajos en el
tema “Hazard mapping in risk evaluation for engineering structures”. La Commission on Landslides
and other Mass Movements on Slopes realizó para UNESCO el “Landslide hazard zonation...”
donde se definieron los términos sobre peligrosidad geológica más aceptados internacionalmente; la
Commission on Engineering Geological Mapping confeccionó varias guias de mapeo y participó en
la década de 1990 en el WP/WLI (Working Party on World Landslide Inventory) de la UNESCO y
publicó en su boletín varios de los documentos finales.
En 1999, en la ONU, finalizó la Década Internacional para la Reducción de Desastres Naturales
(DIRDN), cuyas conclusiones pueden consultarse en Internet, http://hoshi.cic.sfu.ca/~idndr/. Estos
hitos históricos mundiales (junto a la ocurrencia misma de procesos naturales catastróficos)
generaron una amplia difusión de trabajos con términos como Peligrosidad, Amenaza,
Vulnerabilidad, Riesgo, Catástrofes, Desastres, acompañados por diferentes adjetivos como
geológicos, naturales, sociales, totales, admisibles, etc.. Estos términos a su vez fueron encarados
desde diferentes ramas de la ciencia. En la veloz explosión de artículos sobre esta temática se
provocó un caos en el uso de algunos términos. Este caos generó una problemática que podría
basarse en cuatro puntos fundamentales:

1° Se utilizan palabras de uso corriente en el lenguaje.


2° Se traducen de otros idiomas con distintas acepciones.
3° La utilizan profesionales de distintas disciplinas.
4° Su implementación es muy nueva con respecto a la historia de la ciencia.

1°) Las palabras peligrosidad, riesgo, amenaza, vulnerabilidad, etc., son de uso cotidiano por lo que
no está asociada solo a un término geológico como puede ser “ignimbrita”. Se propone revisar
el uso de un término geológico como Formación, desde tres puntos de vista:

* Formación, según la Enciclopedia Universal Ilustrada (1924) se define como “Geol.: Capas o
porciones de terreno que presentan caracteres geológicos y paleontológicos comunes”

* Formación, según el turismo: Si estuviéramos realizando una excursión por el Parque Nacional
Ischigualasto, los guías de Parques nos explicarían acerca de las Formaciones Geológicas como
el Gusano, el Submarino, el Hongo, etc. Los geólogos sabemos que las únicas formaciones
geológicas presentes en ese lugar son Ishigualasto, Los Colorados y Los Rastros.

* Formación, según el Código Argentino de Estratigrafía (AGA, 1992), en el art. 28 “Es la unidad
litoestratigráfica fundamental usada en la descripción e interpretación de la geología de una
región, mapeable en superficie o en subsuelo”.

Otro ejemplo muy gráfico puede ser la utilización del adjetivo fino en la descripción de una arena.
Al indicar que una arena es de grano fino, nos referimos a que sus tamaños de granos se encuentran
entre 0,125mm y 0,250mm específicamente, aunque el término fino pueda tener un uso subjetivo.
Con los términos Peligrosidad, Riesgo, Amenaza, Vulnerabilidad, etc., se suele incurrir en
problemas debido a que se intenta utilizar la definición de la real academia española, u otras, en
cambio de las definiciones acuñadas dentro de las Ciencias Geológicas y en la temática específica.

4
2°) Ayala Carcedo (1992) realiza una observación muy interesante acerca de la traducción de los
términos del inglés al castellano, que se muestran en la siguiente tabla.

INGLÉS CASTELLANO
Probability of ocurrence, Hazard (UNDRO, 1979) Probabilidad de ocurrencia
Natural Hazard o Danger Peligro Natural, Amenaza
Intensity (Atkinsson y Petak, 1982), Severity Peligrosidad
(UNDRO, 1979), Hazard Level o Dangerousness.
Vulnerability Vulnerabilidad
Exposure, Exposition o Elements at Risk Exposición o Elementos expuestos al riesgo
Risk Riesgo
Loss, Damage Pérdida, Daño
Disaster Desastre

Además de comparar los usos de los términos en la literatura anglosajona y la castellana, plantea la
problemática del uso diferencial de peligrosidad y riesgo, y de la dualidad de la peligrosidad. Esta
se usa tanto para designar fenómenos naturales, como para caracterizar la probabilidad de
ocurrencia y su intensidad (Severity).
Chacón, et al. (1996) realizan también un análisis acerca de la problemática de la traducción de
hazard y risk. Hazard lo traducen al castellano con dos acepciones azar (suerte, casualidad) y como
albur (peligrosidad, riesgo, obstáculo). De este modo existen dos componentes diferentes.
Comentan que la raíz del término es árabe y tiene que ver originalmente, con el juego de dados (que
también tiene las dos componentes). El término risk lo reservan en inglés, para precisar el nivel de
hazard en el sentido de posibilidad de malas consecuencias, pérdidas, daños, etc., y el riesgo lo
consideran un término de raíz latina que tiene que ver con el hecho de estar sometido a un
determinado peligro.

3°) Otras ciencias como las médicas, sociales, agronómicas y económicas, también utilizan estos
términos con definiciones propias de vulnerabilidad, peligrosidad y riesgo.

* En el caso de las ciencias sociales podemos citar a Giddens (1990) que define al riesgo como “el
resultado imprevisto que surge como consecuencia de nuestras propias actividades o decisiones.
El riesgo implica peligro, pero no son la misma cosa. Una persona se arriesga cuando algún
peligro amenaza el resultado deseado de su accionar”. Un sociólogo ocupado del tema dice que “el
riesgo existe cuando es posible una cuantificación” (Funtowicz, 1994). Cuando el riesgo no es
cuantificable se transforma en incertidumbre. Al tratar problemas complejos, necesariamente
aparece la incertidumbre por incremento del grado de desconocimiento, de los valores y de lo que
se está poniendo en juego en la toma de decisiones (Funtowicz y Ravetz, 1993). Otros trabajos que
se ocupan del tema son Fuentealba y Murillo Toro (1990); Herzer (1990); Rodriguez Ibáñez
(1993); Thomas (1993); da Cruz (2003), entre muchos otros.

* El Diccionario Mapfre de Seguros (Madrid, 1992) considera “ riesgo catastrófico aquel que tiene
su origen en hechos o acontecimientos de carácter extraordinario, tales como fenómenos
atmosféricos de elevada gravedad, conmociones o revoluciones militares o políticas, etc. cuya
propia naturaleza anormal y la elevada intensidad y cuantía de los daños que de ellos pueden
derivarse impiden que su cobertura quede garantizada en una póliza de seguro ordinario”.
* En las ciencias económicas la palabra riesgo presenta la acepción más alejada a la de las ciencias
naturales. La escuchamos mucho a partir del “riesgo país”, que es un “índice que pretende
exteriorizar la evolución del riesgo que implica la inversión en instrumentos representativos de la

5
deuda externa emitidos por gobiernos de países "emergentes". Tal riesgo es el de no pago por
parte de los gobiernos emisores de las sumas comprometidas (capital e intereses)”.

* La Oficina de Riesgo Agropecuario (ORA) dependiente de la Secretaría de Agricultura Ganadería


y Pesca de la Nación define al riesgo agropecuario como “cualquier fenómeno, de carácter
climático o no, susceptible de ocasionar daños sobre la economía de una empresa agropecuaria”.

* La Federación Internacional de las sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, en su


Preparación para Desastres (http://www.ifrc.org) definen: “Un desastre es una ruptura extrema del
funcionamiento de una sociedad que origina pérdidas de vidas humanas, materiales o daños
medioambientales a gran escala, que superan la capacidad de la sociedad afectada para hacer
frente a la situación utilizando únicamente sus propios recursos. Sucesos como terremotos,
inundaciones y ciclones no se consideran, por sí mismos, como desastres”. Se convierten en
desastres cuando afectan adversa y gravemente a vidas humanas, bases de subsistencia y
pertenencias. Por otra parte, un peligro hace referencia a la “ocurrencia potencial, en un intervalo
de tiempo y un área geográfica específicos, de un fenómeno natural, que puede tener un efecto
negativo sobre vidas humanas, pertenencias o actividades, hasta el punto de causar un desastre”.
Además definen vulnerabilidad estructural o física y vulnerabilidad humana.

4°) Aunque ha pasado el tiempo, y hay profesionales e instituciones geológicas con varios años de
experiencia en el tema, no existe para todos los términos un acuerdo nacional; por lo que se
recomienda citar siempre a qué definición nos referimos cuando las usamos. Llegará el día en
que estos términos se unifiquen, deje de existir el caos y sea muy fluido el intercambio de
conocimiento científico nacional y mundial.
Si bien existen organismos internacionales que han realizado este esfuerzo, en nuestro país
existe gran diversidad de conceptos, como se puede observar en los estudios de caso
presentados en esta publicación.

A continuación se muestra una semblanza sobre el uso de la terminología a través del tiempo, y por
diferentes escuelas.

SÍNTESIS DE TERMINOLOGÍAS MÁS UTILIZADAS

La literatura científica ofrece una gran cantidad de terminologías asociadas a la peligrosidad


geológica. Para circunscribir la presentación se consideran solo las más frecuentemente utilizadas.
Ellas son, peligrosidad, amenaza, vulnerabilidad, riesgo, desastre, catástrofe.

PELIGRO / PELIGROSIDAD

En primer lugar debe realizarse la distinción entre el Peligro y la Peligrosidad. El peligro es el


fenómeno o proceso y la peligrosidad es la probabilidad que ese proceso ocurra.
La probabilidad se refiere al grado de certeza de ocurrencia de un evento en particular. Usualmente
está basada en la frecuencia histórica.
En algunos países latinoamericanos se utiliza el término Amenaza como sinónimo de Peligrosidad
geológica (aunque se refiera al Peligro Geológico). En nuestro país el más frecuentemente utilizado
es “Peligrosidad geológica”, si bien en rigor se refiere al peligro.
El análisis y mapeo de la peligrosidad geológica, mayormente en Argentina, están dirigidos a la
caracterización del proceso geológico (peligro geológico) o a la susceptibilidad y no a la
probabilidad de ocurrencia (peligrosidad geológica).

6
El concepto de peligro geológico lo define el U. S. Geological Survey (1977) como “Condición
geológica, proceso o suceso potencial que supone una amenaza para la salud, seguridad o bienestar
de un grupo de ciudadanos o para las funciones de economía de una comunidad o entidad
gubernamental mayor”.
En contraposición la MOPT (1992) define como peligrosidad al proceso natural en sí mismo, que
por lo anteriormente dicho correspondería a peligro.
Ayala Carcedo (1992) realiza una recopilación muy completa del uso de estos términos y concluye
sobre tres puntos a tener en cuenta y termina realizando una definición propia que se acerca bastante
a lo que se utiliza en nuestro país. Los puntos son:
1) emplear el concepto de probabilidad, claro y preciso.
2) utilizar el término peligro natural = natural hazard, para designar el fenómeno.
3) utilizar el concepto peligrosidad para agrupar el conjunto de características intrínsecas al
fenómeno natural.
En este aspecto cita a Petak y Atkinson (1982), quienes consideran a la Peligrosidad como
“conjunto de características intrínsecas que hacen peligroso a un Peligro”, puede o no incluir a la
Probabilidad, y en todo caso incluirá al conjunto de factores de la “severidad” o de la “intensidad”
del peligro natural.
Finalmente realiza su definición: “Peligrosidad es el conjunto de aspectos intrínsecos que
caracterizan a un fenómeno potencialmente dañino, especialmente su tipología, probabilidad de
ocurrencia, dimensión espacial y temporal y características dinámicas. Su traducción inglesa es
“dangeroussnes”, y es aproximadamente equivalente en la práctica a Hazard Level, Intensity o
Severity. Puede ser actual o potencial.
Las definiciones de peligrosidad geológica internacionalmente aceptadas corresponden a la
UNDRO - ONU (1979) y a la UNESCO realizada por Varnes et al. (1984). De estas definiciones
existen varias traducciones, y algunas unen las dos. El panel de expertos de la UNDRO considera la
probabilidad del evento en un determinado tiempo, mientras que Varnes y otros incorporan la
distribución espacial quedando la siguiente definición:

Peligrosidad geológica: probabilidad de ocurrencia dentro de un período de tiempo


determinado y en un área específica, de un fenómeno potencialmente perjudicial.

AMENAZA

El término Amenaza es considerado por algunos países latinoamericanos con la definición de


Peligrosidad (Es la probabilidad de ocurrencia de un evento potencialmente desastroso, durante
cierto período de tiempo, en un sitio determinado). En otros casos, la amenaza es el proceso en sí.

VULNERABILIDAD

Este término se refiere generalmente a los elementos físicos o sociales que están expuestos a la
acción de un evento que puede generar daño. En el caso de los elementos naturales (o conjunto de
elementos) se utiliza el término susceptibilidad. Una excepción de esto último es el caso de la
vulnerabilidad de acuíferos (Esta utilización es en castellano. Los estudios del USGS, como
ejemplo de habla inglesa, en cambio se denominan aquifer susceptibility)
Según UNDRO - ONU (1979) y UNESCO (Varnes et al.,1984), la Vulnerabilidad (V) tiene como
valores límites: cero (0) cuando la respuesta fue la mejor, hasta uno (1) cuando la respuesta fue la

7
peor (destrucción), y se expresa como el cociente entre el grado de exposición (E) y la resistencia
(S) de los elementos sujetos al evento natural dañino, tal como indica en la ecuación V = E / S

Vulnerabilidad: respuesta de los elementos expuestos a cierto evento desastroso, en


función inversa a su resistencia al daño y en función directa al grado de exposición.

RIESGO

En este punto, antes de abordar las distintas definiciones de riesgo, se expone la diferencia entre el
término Peligrosidad y Riesgo. Mientras que el primer término tiene en cuenta la ocurrencia de un
fenómeno en un determinado tiempo y lugar; el segundo hace referencia a los efectos que ese
fenómeno pueda ocasionar. Chacón et al. (1996) realiza una recopilación de diferentes usos por
diferentes autores entre los términos peligrosidad y riesgo.
Según Scadone (1981), Rowe (1977) y otros, el concepto de riesgo es el producto de la probabilidad
de ocurrencia de un proceso geológico o de un suceso por el valor del daño producido. Por lo tanto
se pueden diferenciar los términos de la siguiente manera.

Riesgo = Probabilidad x Daño

Valorización del daño o Incluye las condiciones


Incluye la ciclicidad, el cálculo
pérdidas geográficas y socioeconómicas
del período de retorno, la
socioeconómicas en del área
magnitud y la intensidad.
términos económicos

Considerando esto, se pueden citar estudios sobre pérdidas económicas realizados a nivel regional
como los trabajos del Plan Maestro para California (Alfors,1973), los datos de Robinson y Spiker
(1978) y Brabb y Harrod (1989) en Estados Unidos, los de Coteccia (1986) en Italia y los de IGME
(1988) en España. Existen además reportes globales sobre pérdidas de vidas en catástrofes
realizados por organizaciones como Defensa Civil, Cruz Roja, etcétera.
A pesar de esta gran diferenciación de las dos terminologías, en las publicaciones nacionales se
usan indistintamente. Algunas de las acepciones y clasificaciones internacionales del riesgo son:

Según la OEA (1993) el riesgo es generalmente definido como la probabilidad de pérdida. En


términos económicos esto se refiere a una disminución del ingreso debido a pérdidas que resultan
de un peligro natural.

Las definiciones de riesgo geológico estipuladas por la UNDRO - ONU (1979) y la UNESCO,
realizada por Varnes et al. (1984), lo expresan como una operación en la que intervienen la
Amenaza o Peligrosidad, la Vulnerabilidad, el Riesgo Específico y los Elementos de Riesgo.
Siendo:
Riesgo Específico (Re): el grado esperado de pérdidas resultantes de un fenómeno natural. Puede
expresarse como Amenaza (o Peligrosidad) por Vulnerabilidad.
Elementos de Riesgo (E): los constituyen la población, propiedades, actividades económicas,
servicios públicos, bienes culturales o científicos, etc., sometidos a un fenómeno determinado en
una zona dada.

Riesgo Total (Rt): se define como la magnitud de las pérdidas derivadas en un


fenómeno natural y resulta del producto entre Re y E de tal forma que:

8
Rt = Re x E = E x A x V.

Los diferentes objetivos de trabajo, además de generar diferentes acepciones del concepto de riesgo,
provocaron la realización algunas clasificaciones entre las que se exponen las siguientes:

Actual Volcán en erupción, Deslizamiento activo


Volcán transitoriamente inactivo, Ladera en equilibrio
Potencial
estricto.
A su vez los divide en Geodinámicos Internos y Ayala Carcedo (1988)
S/ el origen

Natural
Geodinámicos externos.
Inducido En los casos que el hombre altera la dinámica natural.
Mixto Combinación de los dos anteriores.
Social Referido a muertos, heridos, o desalojados. Ayala Carcedo, et al.
Económico En unidades monetarias. (1991)
Aquel cuyos orígenes se pueden evitar y cuyas
Evitable consecuencias se pueden anular con obras técnicas y
económicamente factibles.
Cuando el fenómeno amenazante puede predecirse pero sus
consecuencias solo pueden atenuarse o mitigarse, pues no se
Controlable
puede manejar por completo, ni técnica, ni
económicamente.
Aquel en el cual la capacidad de predicción y evaluación es Mora (UNDRO-
incompleta y la ciencia y la tecnología no están capacitadas ACDI-ONAD) (1990)
Incontrolable
par proveer soluciones técnica o económicamente viables.

Es la diferencia entre el mayor nivel de riesgo que se decide


o puede controlar (Riesgo Controlable) y la magnitud
Aceptable máxima previsible de ese riesgo (Reisgo Incontrolable).
Ocurrencia a un nivel tolerable en términos de daños
materiales y de pérdida de vidas humanas.

Otros términos menos utilizados por los geólogos, pero presentes en trabajos asociados al tema son:

SUSCEPTIBILIDAD

El término susceptibilidad es muy utilizado en los textos aunque no se encuentre una definición
internacionalmente aceptada. Generalmente se utiliza como “Mapa de Susceptibilidad de ...” pero
sin una específica definición. En la página web del U. S. Geological Survey se puede encontrar la
consideración de mapa de susceptibilidad de deslizamientos como: Tipo de mapas que clasifica las
áreas en categorías de estabilidad de pendientes en rangos que varían de estable a inestable. Los
mapas de susceptibilidad muestran los sectores donde pueden producirse los deslizamientos.
Algunos mapas de susceptibilidad utilizan colores cálidos (rojo, naranja y amarillo) para las áreas
inestables, y colores fríos (azul y verde) para las áreas estables.
Los mapas de susceptibilidad de deslizamientos delinean áreas con diferentes potencialidades de
movimientos futuros (Brabb, 1991).
En nuestro país, muchos ejemplos de mapas de peligrosidad, responderían a esta acepción de mapas
de susceptibilidad.

9
En las consideraciones sobre el riesgo de los movimientos de terreno que realizan Chacón, et al.
(1996) destacan la equiparación que efectúan Brabb, et al. (1978) entre la probabilidad espacial
(frecuencia y distribución) con la probabilidad temporal, asemejando la susceptibilidad con el azar y
el riesgo.

DESASTRE

Desastre es la relación extrema entre fenómenos físicos y la estructura y organización de la


sociedad de tal manera que se constituyen en procesos y momentos fatídicos que superan la
capacidad material de la población para absorber, amortiguar o evitar los efectos negativos del
acontecimiento físico. Un desastre es un fenómeno social inducido por un evento físico, el cual
puede ser normal, cuando no se aleja más allá de su medida, o extraordinario. (Hezer, 1993)

CATÁSTROFE

Se produce allí donde un Riesgo Potencial se actualiza en condiciones de no Prevención; unas veces
motivadas por la no Predicción (caso de terremotos), y otras por la no-adopción de medidas (Ayala
Carcedo (1988).

PREDICCIÓN

Es la definición en el espacio (localización), el tiempo (momento), el desarrollo y la intensidad, de


un Riesgo Geológico (Ayala Carcedo, 1988).

PREVENCIÓN

Es el conjunto de medidas Estructurales y No Estructurales, basadas en la Predicción, que buscan


disminuir al mínimo el daño económico social que puede producir un Riesgo Geológico (Ayala
Carcedo, 1988).

CONCLUSIONES
Existe una extensa bibliografía que trata la utilización de las terminologías asociadas a la
peligrosidad geológica y definiciones realizadas por instituciones internacionales como la OEA,
UNESCO, ONU, IAEG, entre otras. Por lo tanto, se recomienda utilizar términos y definiciones
internacionalmente aceptadas con la cita correspondiente, hasta que se uniformicen los conceptos.

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12
METODOLOGÍAS DE ANÁLISIS Y MAPEO
Por Gonzalez, M. A.

I. INTRODUCCIÓN
Las metodologías de análisis y mapeo de la Peligrosidad Geológica se pueden considerar tanto a
partir de los procesos geológicos, como desde la evaluación y zonación de la peligrosidad de los
mismos. En la literatura se encuentran estudios de un solo proceso (uniproceso), de varios procesos
(multiproceso) o integrales (todos los procesos).
Las metodologías de análisis de los procesos están asociadas a la rama de la ciencia que los
estudian y generalmente están acompañadas por el mapa que indica la distribución espacial de los
mismos. Solo en el caso del uso de metodologías de sensores remotos se encuentran ejemplos de
mapeo del proceso exclusivamente, aunque también existen ejemplos donde se realizan
procesamientos de datos digitales para el análisis del mismo.
Las metodologías de análisis de la peligrosidad geológica en nuestro país generalmente están
asociadas a un solo proceso (p. e.: remoción en masa: Bertolini, 1982; inundación: Bermúdez et al.,
1993; sismos: Casella, 1982; vulcanismo: Delpino y Bermudez, 1993; erosión: Argüello, et al.
1991) o integrales (p.e.: Sayago y Guido, 1990; Cartas de Peligrosidad Geológica de la República
Argentina (DGAA, 1997), aunque se encuentran casos de multiproceso con menor frecuencia (p. e.:
Degiovanni et al, 2001; Solís y Orosco, 1996). La mayoría de los trabajos publicados se asocian
más al análisis del Peligro o de la Susceptibilidad que al de la Peligrosidad (ver capítulo
Terminologías). Este último análisis según UNDRO - ONU (1979) y UNESCO - Varnes et al.
(1984), implica el cálculo de la probabilidad espacial y temporal. Este cálculo en la mayoría de los
procesos ocurrentes en nuestro país, es muy difícil de concretar por la falta de datos sistemáticos y/o
la ausencia de recursos económicos para análisis de laboratorio y monitoreo.
El mapeo de peligrosidad geológica en la generalidad de los trabajos se presenta mediante la
“zonación”, aunque también se encuentran casos de estudios lineales sobre la traza de alguna obra
de infraestructura o curso de un río (p. e.: Valoy, 1982; Bejerman, 1995; Bejerman y Giraud, 1995;
Degiovanni, et al. 1995a y 1998). Los mapeos de peligrosidad deberían ser realizados pensando que
serán manejados por un amplio espectro de usuarios. Por lo tanto sería ideal que se separasen los
mapas informativos (adecuados para los especialistas) de los interpretativos (para el usuario en
general) (Ayala Carcedo, 1988).
A continuación se realiza una breve exposición de algunas de las metodologías de análisis y mapeos
de los procesos y la peligrosidad geológica utilizadas en el país. Esta contribución sólo muestra en
parte el estado del arte de los trabajos argentinos a modo de introducción a la temática. La
recopilación se realizó básicamente de trabajos publicados en las Actas y Revistas de la ASAGAI,
las últimas Actas de los Congresos Geológicos Argentinos y las Actas de las Reuniones de
Geología Ambiental y Ordenación del Territorio, por lo que es muy parcial y muchos buenos
ejemplos quedaron para un estudio más completo. La ubicación de los mismos en los distintos items
se realiza considerando las definiciones de Peligrosidad, Peligro, Susceptibilidad y Riesgo
internacionalmente aceptadas y expuestas en el capítulo de Terminologías.

II. ANÁLISIS DE LOS PROCESOS GEOLÓGICOS


Para el análisis de los procesos geológicos es importante contar con datos directos de campo que
cuantifiquen las variables de los factores que intervienen en ellos. En nuestro país es dificultoso
encontrar datos sistemáticos necesarios.

13
En el caso de los factores geomorfológicos, las variables geométricas (pendientes, espesores,
volúmenes, superficies, profundidades, etc.) son fácilmente cuantificables en el momento que se
realiza el estudio luego de ocurrido el proceso geológico. Lamentablemente, en general después de
ese primer estudio no se continúa monitoreando, aunque hay muy buenos ejemplos de monitoreo
como el proyecto de Degiovanni et al. (2001), o las mediciones de Marcomini y López (2001).
Dentro de los factores climáticos, la ocurrencia de datos meteorológicos locales son aleatorios en el
tiempo y en el espacio. El cierre de muchas estaciones de ferrocarril, y la falta de mantenimiento de
algunos equipos, provocó la finalización de toma de datos diaria en muchos lugares de nuestro
territorio. Los datos más accesibles son los asociados a las precipitaciones, pero por ejemplo los
correspondientes a velocidad y dirección de vientos son bastante escasos.
Para el factor litología, las variables geomecánicas (cohesión, resistencia al corte, etc.) se
encuentran cuantificadas en los casos de estudios realizados por instituciones que tengan
laboratorios propios, pero están ausentes en el resto. Algo semejante ocurre con las variables
hidrogeológicas (permeabilidad, porosidad, nivel freático, infiltración, etc.) y edafológicas
(salinidad, pH, etc.) de las unidades superficiales (aunque no siempre son suelos). Las variables
petrográficas y sedimentológicas generalmente están presentes sobre todo en los trabajos locales o
de detalle.
A modo de ejemplo se presentan algunas metodologías recopiladas de los principales procesos que
ocurren en nuestro país. Mayor información se encuentra en cada uno de los capítulos precedentes
correspondientes a cada proceso geológico.

Metodologías geomorfológicas: Existe gran cantidad de trabajos con metodologías


geomorfológicas en la literatura nacional y sólo se nombran algunos de ellos como González Díaz
(1973); Codignotto, 1990; González Díaz y Malagnino (1990); Igarzabal y Rivelli (1996) y Fauqué
y Tchilinguirian (2002). En estos trabajos se analizan las geoformas representadas por el proceso a
partir de las cuales se lo clasifica y caracteriza.

Metodologías Geotécnicas y Geomecánicas: Hirtz, et al. (1994) realizaron la caracterización del


material deslizado según la clasificación RMR y ensayos de laboratorio, analizaron la estabilidad de
la pendiente calculando el factor de seguridad y el IPD (Índice de posibilidad de deslizamiento).
Similar metodología la aplicaron en Hirtz y Blachakis (2000).
Vendramini y Origlia (1995) efectúan en depósitos loésicos la determinación de propiedades de
indice geotécnicas, ensayos de compresión confinada y uniaxial para luego estimar la
susceptibilidad al colapso.
Rosello y Sfriso (1995) comentan la aplicación de modelos de fluidos viscosos en ingeniería
geotécnica y estabilidad de taludes.
Valoy (2000) analiza el empleo de parámetros geomecánicos sobrevalorados por defecto en la
profundidad de investigación geotécnica y calidad de la muestra con relación a asentamientos.
Sales, et al. (2001) analizan la ocurrencia de deslizamientos de rocas caracterizando
geomecánicamente el talud con énfasis en el fracturamiento del macizo rocoso. Estudio similar con
el agregado de obtención de parámetros geotécnicos se realizó en Sales et al. (2002).

Metodologías Procesamiento de datos algebraicos: En el estudio de la sismicidad previo al


emplazamiento de un complejo hidroeléctrico Casella (1982) realiza el cálculo expeditivo de
magnitudes, la frecuencia anual de ocurrencia de una determinada magnitud, la magnitud más
probable para un intervalo de tiempo determinado, y la probabilidad de ocurrencia de una
determinada magnitud para distintos intervalos de tiempo en la zona de estudio.
Una de las formas de procesar datos es en la construcción de modelos, Triep (1987) a través del
modelado de sismogramas sintéticos estima la ubicación del hipocentro del sismo ocurrido en 1985
en Mendoza, asociándolo además con la cercanía de la intersección de dos fallas.

14
Forzinetti y Moscardini (1993) analizan las precipitaciones y las mareas extraordinarias como
agentes naturales que provocan las inundaciones en el área metropolitana de la ciudad de Buenos
Aires.
Bombardelli et al. (1995) en el análisis de la erosión de las márgenes de ríos realizan un
determinación de la hidrodinámica de las aguas (crecidas, hidrogramas, corrientes, oleaje), los picos
de crecida y el cálculo de la erosión.
A partir de un sismo ocurrido en San Juan en 1977, Giuliani et al. (1982) plantean una metodología
para el cálculo de la Potencialidad de Licuación (PL), y diferentes metodologías para la estimación
de la factibilidad de licuación. En el caso del cálculo de PL lo hacen desde el incremento de la
presión de poros y la tensión inicial efectiva. Para la última estimación utilizan un método a partir
de la densidad relativa del terreno, y dos métodos utilizando la resistencia standard de penetración.
Mansilla y Bassola (1997) analizan la pérdida de suelo desde los factores climáticos (calculando el
índice de Erosividad Anual Promedio), el factor geológico, el geomorfológico (separadas por
unidades geomorfológicas), el pedogenético, y el antrópico.
Rapacioli et al. (2000) cuantifica la producción de sedimentos en una cuenca utilizando el modelo
MUSLE para analizar las pérdidas de suelo en las bardas de la ciudad de Neuquén.
Busnelli, et al. (2001) calcula la Ecuación Universal de Pérdida de Suelo para cada unidad
geomorfológica en el norte de la provincia de Tucumán.
Hirtz y Blachakis (2001) realizaron el análisis de las precipitaciones y de los parámetros
hidrogeomorfológicos para la evaluación de las crecidas.
Un análisis de correlación entre precipitaciones e inundaciones y anegamiento fue realizado por
Sesma et al (2002). El estudio consta de la investigación de 110 eventos ocurridos en un período de
28 años en el este de Tucumán.
Mediante estudios de tefrocronología de numerosos depósitos de caída de piroclastos hallados en el
límite argentino – chileno, se pudo estimar la edad de la ocurrencia de diferentes eventos volcánicos
de 7 aparatos ubicados entre los 42º50’S y 46°S (Naranjo y Stern, 2002). Con estos datos se pueden
realizar análisis de recurrencia. Un estudio similar fue realizado por Villarosa et al. (2002) en el
Lago Mascardi.
A partir de estudios gravimétricos, Colombi et al. (2002) aplicaron un modelo geológico del espesor
y la geometría de los sedimentos que se encuentran sobre el “bedrock” para el análisis sísmico de la
ciudad de Salta. Sobre los resultados analizaron la respuesta a la amplificación sísmica local con el
método “Shake” y luego trazaron isolíneas de amplificación que superpusieron al plano de la ciudad
para delimitar las áreas más susceptibles a este proceso.

Metodologías Procesamiento de datos digitales: Sruoga e Ibañez (1995) mapearon los depósitos
de tefra de las erupciones del volcán Quizapu y Peteroa desde el procesamiento de imágenes
satelitales TM a través de la obtención de valores de reflectancia espectral, empleo de distintos
algoritmos para discriminar la clase buscada, clasificación no supervisada para selección del mejor
discriminante y chequeo de campo.
Masotta et al. (1995) realizaron el tratamiento de una imagen Landsat TM con la aplicación del
indice Kauth Thomas (KT). El valor del índice es directamente proporcional a los valores de
salinidad del suelo, por lo que les permitió analizar la superficie afectada por salinidad.
Minkof y Fernández (2001) procesan fotografías digitales y las analizan con algoritmos
desarrollados en MATLAB aplicados a ensayos de erosión.
El Servicio Meteorológico Nacional (FAA) posee un Centro de Avisos de Cenizas Volcánicas
(VAAC-BUE), el que vigila los satélites geoestacionarios con el objeto de detectar la existencia y
extensión de las cenizas volcánicas en la atmósfera. Una vez detectadas activa un modelo numérico
computarizado de trayectoria y dispersión de cenizas volcánicas (VAFTAD) a fin de pronosticar el
movimiento de la nube. El área de incunvencia de la regional está delimitada por los 10° y 90° de
LS y los 30° y 90° de LO.

15
Metodologías Procedimientos SIG: Herrera y Sarquis (1995) analizan mediante IDRISI las
crecientes aluvionales en San Juan.
Navarro y Gonzalez Uriarte (2001) realizaron un modelado digital de la depresión de las lagunas
encadenadas que se basa en el análisis planialtimétrico de la cartografía topográfica regular, con
vectorización de las curvas de nivel de la información analógica y transformación en imágenes
Raster, empleando para esto un Sistema de Información Geográfica.
Entraigas et al. (2002) elaboraron mapas temáticos para la subdivisión de una cuenca hidrográfica.
Utilizaron la técnica del Análisis de Componentes Principales que les permitió manejar un reducido
número de componentes y posibilitó el desarrollo de una regionalización objetiva y dinámica

Metodologías integrales: Domínguez, et al. (1981) analizan el rol de los factores climatológicos,
geológicos, geomorfológicos y de cobertura vegetal en la producción del aluvión de Melipal.
Mapearon el área, caracterizaron la hidrología de la cuenca calculando los caudales picos para 50,
25 y 10 años.
Cravero (1996) estudió las características geomorfológicas e hidrológicas, analizando los registros
de perforaciones, pozos y condiciones topográficas locales y regionales para el control del ascenso
del nivel freático.

III. MAPEO DE LOS PROCESOS GEOLÓGICOS


El mapeo de procesos geológicos se realiza fundamentalmente distinguiendo las geoformas y/o
depósitos que produce el mismo a diferentes escalas. También existe un tipo de mapeo denominado
“inventario” en el cual solo se muestra la localización geográfica puntual y/o areal del mismo. Este
generalmente está asociado a una base de datos que incorpora información detallada.
Además de la fotointerpretación y el control de campo, la aplicación de sensores remotos para el
mapeo de procesos está muy desarrollada en la actualidad. La posibilidad de poder identificar los
fenómenos depende principalmente del tipo de proceso, de las características de los datos del sensor
y de la escala de trabajo. Para tener una síntesis de los atributos de la percepción remota a ser
considerados para capa proceso, se presenta en el cuadro 1 modificado de Richards (1986).

ERUPCIONES DESLIZAMIENTOS
TERREMOTOS DESERTIFICACIÓN INUNDACIONES
VOLCÁNICAS DE TIERRA
Mapas de Mapas de
pendientes, demarcación de
Mapas de áreas
estabilidad de Mapas para el uso de las llanuras de
vulnerables a
pendientes, de tierras, contenido de inundación,
Mapas de uso de flujos de lava,
Información a elevación del humedad en el suelo, clasificación de
tierras, mapas caída de cenizas,
ser obtenida terreno, tipos de condición de la uso de tierras,
geológicos. caída de
suelo, áreas de cosecha y de la datos históricos,
derrubios e
embalse de agua, vegetación natural. cobertura del
incendios
mapas para el uso de suelo, humedad
tierras. del suelo.
Visible e IR IR cercano, IR
Banda Visible e IR Visible, IR cercano y
cercano e IR Visible térmico y
espectral cercano microondas
térmico microondas
20 m (para rasgos
culturales, 30-80
m (para uso de
Resolución
20-80 m 30-80 m 10-30 m 80 m – 1 km tierras), 1 km
espacial
(para cobertura de
nieve y humedad
del suelo)

16
ERUPCIONES DESLIZAMIENTOS
TERREMOTOS DESERTIFICACIÓN INUNDACIONES
VOLCÁNICAS DE TIERRA
Área de
Grande Larga Larga Regional grande Regional grande
cobertura
Capacidad en
NO NO NO NO NO
todo clima
Visión
SI SI SI SI SI
sinóptica
Capacidad
SI SI SI SI NO
estereo
Frecuencia de
Estacional (excepto
observación
semanal para
para uso en el 1 a 5 años 1 a 5 años 1 a 5 años Anual
cobertura de nieve y
estudio de
humedad del suelo)
planificación

Cuadro 1: Síntesis de los atributos de las imágenes satelitales para ser aplicadas en el estudio de los
procesos geológicos. Modificado de Richards (1986).

En la página web de la CONAE www.conae.gov.ar/emergencias/emergencias.html, se pueden


encontrar ejemplos de mapeo de inundación, actividad volcánica y deslizamientos (dentro de los
procesos geológicos), a partir de imágenes proporcionadas por la institución.
La utilización de sistemas de información geográfica (SIG) para el mapeo también está muy
difundida, aunque se emplea con mayor frecuencia para el mapeo de peligro y susceptibilidad. Los
programas más utilizados localmente son el ARC-INFO, ERDAS, Mapinfo, IDRISI e ILWIS. En
GIS WORLD (1988) se encuentra una completa revisión de los programas SIG según el costo, la
compatibilidad del sistema operativo y de la salida. Los programas considerados son IBIS, SAGIS,
IDRISI, Adas Graphics, EPPL7, GEOVISION, SOLIR, Mapinfo, GRASS, PMAP, ETAK, MIPS,
FMS/AC, Ladtrak, GeoSigth, Geopro, ILWIS, MOSS, MINUTP, MAPLE, Mapgrafix,
Matchmaker, TIM, SPANS, TerraPack, System 9, Geo-Graphics, VIPERS, Infocam, UltiMap,
Accugraph, System 600, GeoVisionGIS, KGIS, DeltaMap, ERDAS, ARC/INFO.
Algunos ejemplos que indican la variedad de metodologías utilizadas en Argentina para mapear
diferentes procesos geológicos, se pueden reflejar en el cuadro 2:

ALGUNOS EJEMPLOS ARGENTINOS


PROCEDIMIENTO
DE MAPEO Remoción en
Erosión Inundación Sismos Volcanismo
masa
Recopilación
histórica y/o Triep (1987),
Kokot y Otero Del Río, et Delpino y
Fotointerpretación. Amengual (1991) Rocca, et al.
(1999) al.(1998) Bermudez (2002)
(p.e.: Mapa (1991)
Inventario)
Fauqué (1994);
Fotointerpretación Arguello, et al.
Pereyra y
con control de (1991); Kokot, et
Guido, et al. Villegas (1998); Perucca y Tello Delpino y
campo. al. (1996) ; Monti
(1998) Hirtz y Blachakis (1993) Bermudez (1993)
(p.e.: Mapa (1999); Busnelli,
(2000); Gentile y
Geomorfológico) et al. (2001)
Villalba (2003)

17
ALGUNOS EJEMPLOS ARGENTINOS
PROCEDIMIENTO
DE MAPEO Remoción en
Erosión Inundación Sismos Volcanismo
masa
Ferreiro (1993);
Carñel et al. Benavidez, et al.
Procesamiento de (1993); Collado (1993); Entraigas
datos digitales (1994) ; Sesma y et al. (2002) ; Viera y Brandán Martensen et al Sruoga e Ibañez
satelitales o Escalante (1994); Tchilinguirian, et (1995) (1992) (1995)
fotogramétricos. Masotta, et al. al. (2004) ;
(1995) Goniadzki, et al.
(2004)
Procesamiento de Suayter y Linares
Masotta, et al.
datos de ensayos de (1987) ; Rocca, et
(1995) ; Neder y Puchulu Escoteguy, et al. Naranjo y Stern
laboratorio y/o al. (1996) ;
Degiovanni, et al. (1995) (1999) (2002) (*)
instrumentales Sagripanti, et al.
(2001)
(2001);

Cuadro 2: Algunos ejemplos argentinos de distintos procedimientos de mapeo de procesos


geológicos. (*) Ejemplo de mapeo de región chilena – argentina.

IV. ANÁLISIS DE LA PELIGROSIDAD GEOLÓGICA


El análisis de la peligrosidad geológica se realiza mediante la denominada Evaluación de
Peligrosidad. Esta puede ser cuantitativa o cualitativa; objetiva o subjetiva; modelada, etc.
Existen en la literatura geológica argentina varios trabajos que en su título llevan las palabras
evaluación y zonificación, pero los criterios utilizados no se encuentran en el contenido y solo se
enumeran los niveles de información utilizados. Así mismo se hallan trabajos sobre riesgos
geológicos que según la terminología internacionalmente aceptada (ver capítulo de terminologías)
son en realidad análisis del peligro o de la susceptibilidad. Pero todos son interesantes aportes para
el conocimiento de la situación en cada uno de los lugares estudiados y todos tienen la intención
final de aportar los conocimientos científicos a la sociedad.
A continuación se comentan algunos ejemplos argentinos de metodologías de análisis y puntuales
ejemplos internacionales para completar en parte algunos temas.

IV.a. Análisis cuantitativo mediante cálculo de probabilidad


Siguiendo en concepto de Peligrosidad geológica de la UNDRO - ONU (1979) y la realizada por
Varnes et al. (1984), para el análisis se necesita un estudio de probabilidad de ocurrencia (espacial y
temporal) del proceso. Este cálculo se dificulta en muchos casos (sobre todo la temporal) por que
los datos históricos en nuestro país son escasos.
Los cálculos de probabilidad temporal más frecuentemente encontrados son los asociados a
procesos sísmicos e inundaciones.
La probabilidad (según el concepto de Laplace donde todos los casos son equiprobables o
igualmente verosímiles) se obtiene dividiendo el número de casos favorables (u ocurridos) entre el
número de los casos posibles.
Para clarificar este tipo de análisis se presenta un ejemplo gráfico tomado de RemondoTejerina
(2003) en el que se considera que cada cuadrícula del dibujo representa una unidad regular de
territorio; el conjunto de cuadrículas simboliza el área de estudio; y las cuadrículas llenas
representan los procesos ocurridos en 10 años.

18
Probabilidad espacial = 3/25
Probabilidad temporal = 3/10
Probabilidad espacio-temporal = (3/25)/10

Además se pueden calcular las Funciones de Favorabilidad que se pueden interpretar mediante
diversas teorías matemáticas (Chung and Fabbri,1993): Teoría de probabilidades: Probabilidad
condicionada (Bayes), Regresión multivariable / análisis discriminante; Pesos de evidencia / FC /
relación de probabilidades; Teoría de los conjuntos difusos (Zadeh): Función de pertenencia difusa;
Teoría evidencial Dempster-Shafer. evidential theory: Función creible/plausible.
Los métodos probabilísticos se aplican tanto para el cálculo de la probabilidad temporal (con datos
de ocurrencia histórica de los procesos y de las acciones de los agentes que provocan la ocurrencia),
como para el de probabilidad espacial (estableciendo la correlación entre los factores
condicionantes y la ocurrencia del proceso).
El cálculo de la probabilidad de ocurrencia está muy difundido en los estudios hidrológicos ya que
son necesarios para estimar el diseño de un proyecto de drenaje o de otras obras considerando el
riesgo de falla. Los conceptos más aplicados son los de período de retorno (=recurrencia) y su
inversa la probabilidad de excedencia (=probabilidad de ocurrencia).
El riesgo de falla (R*) inherente a un evento dado (por ejemplo una crecida centenaria o sea de
T=100 años) puede calcularse de acuerdo a la siguiente expresión: R* = 1- (1- ( P(X> x) ) n;
donde P(X> x) > = 1/T; n es la vida útil del proyecto; R* representa la probabilidad que un evento
x ocurra por lo menos una vez en n años.
Por lo tanto, la función del daño es creciente en relación al período de retorno, o decreciente con la
probabilidad de ocurrencia. Y para un mismo período de retorno en cuanto mayor sea el período de
análisis, mayor será el riesgo.
En tal sentido Cazón Narvaez et al. (1998) estimaron los caudales máximos instantaneos de una
serie de 33 años, determinando la curva de frecuencia con probabilidad de ocurrencia. A partir de
estos datos calcularon el riesgo de falla y el factor de seguridad del Puente de la ruta N° 9 sobre el
río Vaqueros en Salta.

IV.b. Análisis cuantitativo


Los análisis cuantitativos presentes en esta recopilación parcial de trabajos nacionales publicados
muestran la aplicación de fórmulas matemáticas en las que intervienen las variables de los factores
asociados a los procesos geológicos. La valoración cuantitativa en algunos casos es ponderada y en
otros casos es medida directamente. Es escasa la presencia de estudios de contrastación para
determinar si el cálculo o modelo aplicado coincide en algún porcentaje con la realidad.
A continuación se destacan diferentes aspectos de algunos métodos en orden cronológico que
denotan la evolución de las metodologías utilizadas desde 1995 a la actualidad.
Una metodología cuantitativa aplicada a la susceptibilidad de deslizamientos es la efectuada por
Bejerman et al. (1990a) considerando características estimables en el campo. El sistema IPD (Índice
de Posibilidad de Deslizamiento), pondera en una planilla establecida con tablas de valoración
asociadas, la pendiente del talud, el estado de la roca, la inclinación de las discontinuidades, la
orientación de las discontinuidades, la cubierta vegetal, al infiltración de agua y la presencia de
deslizamientos previos. Este sistema fue ejemplificado y modificado en Quintana Salvat et al.
(1990), Bejerman (1995) y Bejerman y Giraud (1995).
Otro ejemplo es la metodología expeditiva realizada por Martensen, et al. (1992), para determinar y
zonificar los riesgos sísmicos en áreas carentes de registros y/o estaciones de medición. En la
calificación tienen en cuenta el grado de fracturación de las rocas (frecuencia y densidad de

19
lineamientos), la dinámica erosiva, las condiciones de la pendiente (gradiente, longitud y forma) y
las características de la ocupación del terreno de cada unidad geomorfológica. Con base a estos
criterios se determinaron cinco clases de riesgo: Muy Alto, Alto Moderado, Bajo y Muy bajo. Este
tipo de metodología si bien se enuncia como zonificación de riesgo, correspondería al análisis de la
susceptibilidad de ocurrencia de sismos.
A partir de los parámetros de clase textural y drenaje de suelos, relacionados al grado de salinidad y
profundidad de los niveles piezométricos Pereyra y Varela (1993) delimitaron zonas de
susceptibilidad a la degradación de suelos. Se le asignó a cada parámetro una escala de valores
estimativa de acuerdo a sus atributos. El valor parcial por parámetro se obtuvo de la ponderación
del atributo presente y de la superficie estimada que los mismos abarcan. La sumatoria de los
valores parciales da como resultado el indice de vulnerabilidad relativa (IVR), que indica la
intensidad de los procesos actuantes que contribuyen al deterioro de los suelos.
En la propuesta de ordenamiento territorial para Río Cuarto Degiovanni et al. (1995) realizan entre
otros el mapa de vulnerabilidad y de riesgo a la erosión de márgenes. Para el análisis de la
vulnerabilidad se consideraron tanto factores naturales como antrópicos (uniendo la susceptibilidad
y la vulnerabilidad). A cada uno se les otorgó un peso entre 0 y 1 aclarando sintéticamente el rango
de variabilidad considerado para la cuantificación. Para el cálculo se utilizó la fórmula
Vulnerabilidad = (Tipo de márgen + Litología + Uso del territorio + Obras de control) x Distancia a
la márgen. El análisis del peligro o amenaza fue realizado tomando las frecuencias probables de
crecidas superiores a los 100 años, de un evento en diez años, de un evento en un año. Finalmente el
análisis de riesgo resultó de la suma de la amenaza y la vulnerabilidad.
La evaluación del peligro de desertificación en la provincia de Río Negro realizada por Mendía e
Irisarri (1995) se calculó mediante la metodología de FAO-PNUMA. Esta metodología considera
para cada uno de los siete procesos que originan la desertificación (entre los que se encuentran la
erosión y la salinización) el estado, o sea la situación actual comparada con una condición original
del terreno; la velocidad a la que se produce la desertificación (por unidad de tiempo y en una
misma dirección); y el riesgo inherente que depende de la vulnerabilidad de la forma del terreno a
los procesos de la desertificación.
El análisis del grado de torrencialidad de una cuenca intramontana realizado por Neder y Puchulu
(1995) estima la colmatación de los cauces en el pie de monte y la llanura que generan desborde
hídrico, aluvionamiento, y anegamiento e inundaciones. Calculan en primer término la pérdida de
suelo de cada subcuenca con la Ecuación Universal de Pérdida de Suelo (USLE). A partir de estos
valores midieron el área de riesgo predominante y el porcentaje que representa respecto del área
total. Luego consideran la dinámica torrencial calculando diferentes parámetros
hidrogeomorfológicos como la Densidad de Drenaje, Coeficiente de Almacenamiento Hídrico,
Coeficiente de capacidad, Coeficiente de torrencialidad, Longitud media de río. El grado de
torrencialidad lo calcularon mediante un sistema de puntaje y calificaciones. El peso varía entre 1 y
5, y la calificación entre 1 y 3. Mediante el cálculo de la media y la desviación estandar dividieron
clases de grado de torrencialidad. Finalmente comparan el uso de las dos metodologías
semicuantitativas.
El análisis de susceptibilidad de erosión realizado por Degiovanni et al. (1995b) consiste en
cuantificar para cada unidad geoambiental, las características que presentan la textura litológica, el
gradiente y longitud de las pendientes, el desarrollo edáfico, la erosión actual, las precipitaciones, la
profundidad del agua y el uso del territorio. De la sumatoria de los puntajes asignados a cada unidad
se obtiene el valor de la susceptibilidad a la erosión en clases que varían de nula a alta.
Con el objeto de realizar un estudio de ordenamiento territorial del gran Salta, Marcuzzi et al.
(1996) separan el sector en unidades EGU (Espacio Geológico Urbano). Para cada una de estas
unidades, contenidas en un análisis matricial, se ponderan los procesos productos de la geodinámica
interna, de la geodinámica externa y la actividad antrópica, sin exponer los criterios utilizados.
La metodología empleada por Solís y Orosco, (1996) aplica la fórmula Ra=(F1 x P1) + (Fn x Pn),

20
siendo Ra el riesgo de un área; Fn los factores de riesgo valorados y Pn el valor de ponderación
asignado. La valoración en el ejemplo expuesto presenta algunas limitaciones debido a que, solo se
consideraron tres factores (litología, procesos morfodinámicos y geoformas), el valor de la
ponderación de la litología es homogéneo (considerando que una pizarra, una metacuarcita, una
caliza y areniscas poco consolidadas responden de igual manera frente a la acción de los agentes),
consideran solo el proceso morfodinámico preponderante (remoción en masa), y las geoformas se
igualan a grandes unidades geomorfológicas (área serrana, piedemonte).
La misma fórmula fue utilizada por Barrientos, et al. (1998) para los riesgos por flujos densos en la
provincia de Salta. Los tres factores considerados son la litología (englobada por períodos
geológicos), la clinometría (pendiente) y la isofrecuencia hidrográfica (cantidad de cauces por
unidad de áera). A cada factor le atribuyeron una valoración relativa con una numeración
correlativa (solo de orden) y luego se lo multiplicó por una ponderación. Como en el anterior
ejemplo la ponderación para la litología fue uniforme como así también para los dos otros factores,
por lo que la diferencia del valor está dada sólo por el orden.
Para la estimación del riesgo símico Sagripanti et al. (1997) realizan la evaluación de la amenaza
(susceptibilidad) a partir de la intensidad máxima esperada, la profundidad de agua subterránea y el
potencial de licuefacción del sustrato. En el mismo trabajo evalúan al vulnerabilidad considerando
las características estructurales de las unidades habitacionales, la posibilidad de obstrucción del
tránsito por derrumbe, el abastecimiento de gas natural y la cercanía a estaciones de servicio. El
riesgo lo obtuvieron por al superposición de los dos mapas anteriores.
La metodología utilizada por Eric, et al (1998) para obtener finalmente el mapa de riesgo a la
inundación de la ciudad de Río Cuarto considera la Vulnerabilidad y la Amenaza. En este caso la
fórmula de riesgo la consideran sumando los dos términos. La vulnerabilidad evaluada sobre las
características de las cuencas y de otros factores netamente urbanos, mientras que amenaza se
consideró a la acción de la tormenta (recurrencia decenal, de 5 años, anual). A cada uno se los
elementos se les asignó un rango y a estos un valor entre 0 y 1 para cuantificar las diferentes
combinaciones.
En la evaluación de la erosión hídrica realizada por Ojeda (1998) se detalla la metodología utilizada
en los distintos pasos. Para el análisis de amenazas naturales mediante un SIG, sigue los
lineamientos de Van Westen (1992). Las pendientes fueron calculadas a partir de un modelo digital
de elevaciones (DEM) al que se le aplicaron filtros de gradiente estándares de ILWIS. El mapa de
exposición se obtuvo aplicando sobre el DEM la función de vecindad (nbpnim) de ILWIS. Para
determinar el grado de cobertura vegetal se utilizó el indice de vegetación de diferencia normalizada
(NDVI). Cada uno de los mapas fueron multiplicados pos su correspondiente factor de peso. Los
valores fueron asignados estimando la influencia parcial de cada variable. Luego los mapas fueron
sumados algebraicamente y reclasificados en tres rangos.
En el trabajo realizado por Marcomini y Lopez (2001) si bien se utiliza muy indistintamente los
términos de evaluación de la vulnerabilidad de la playa, el impacto y la susceptibilidad, se destaca
la medición de descenso vertical máximo registrado para distintos subambientes de playa y en
ciclos mensuales, estacionales y de eventos paroxísmicos (tormentas). Además realizaron
ponderaciones de la erosión costera, de la conservación de las dunas y de la erosión de playas, que
asociado a los desagües pluviales los incorporaron en una matriz de impacto para estimar la
vulnerabilidad de la playa.
El análisis realizado por Roca y Goio (2002) para la predicción de la colapsibilidad de los suelos
consta del planteo de una estratigrafía geotécnica que tiene en cuenta el comportamiento de los
loess frente al aumento de humedad o variaciones tensionales generadas por construcciones de una
planta. La modelación ha sido aplicada a unos 500 perfiles de suelos situados en las áreas loésicas.
Los perfiles fueron clasificados mediante análisis de conglomerados (cluster analysis) de matrices
de frecuencia de transición. Computaron el asentamiento máximo por colapso de cada
conglomerado y lo mapearon por medio de un krigeado (kriging). El modelo fue verificado

21
mediante el cómputo directo de la colapsibilidad de unos 180 perfiles independientes.
En la determinación de riesgo por colapso, Campanella et al. (2001) utilizan la metodología SIG
para el análisis y mapeo conjunto. El mapa de amenaza fue construido a partir de la profundidad del
nivel freático y la distancia a las calles de tierra, a los que se les atribuyó un coeficiente y se calculó
el producto. Estos son las herramientas para medir el factor desencadenante que es el aumento en el
contenido de humedad de los suelos (colapsibles en este caso), por lo que se mostraría el grado de
susceptibilidad del proceso. En la misma contribución se construyó el mapa de vulnerabilidad
calculando la densidad fundaria mediante reclasificación, y el mapa de riesgo por producto de los
anteriores y superposición de los daños en las estructuras civiles ponderados en función de la
calidad de la fundación y de la estructura en general de las obras dañadas.
Dentro de la gran cantidad de metodologías utilizadas en trabajos internacionales, se ejemplifican
solo dos de la literatura castellana que describen detalladamente los pasos metodológicos.
Una metodología realizada específicamente para procesos de remoción en masa muy detallada es la
realizada por Jaque Castillo (1992). Si bien realiza los pasos y considera los facores utilizados por
la mayoría de los autores, distingue para cada uno la metodología y la consideración de las
variables, por lo que se considera un ejemplo a destacar. Así explica que la cartografía
geomorfológica fue realizada por el método de Tricart (1965); la cartografía morfométrica de
acuerdo al método de Brunett, para definir las pendientes críticas; realiza una cartografía de
exposición de laderas, cuantificación de material meteorizado y su relación con la exposición al sol;
otros pasos son el análisis de los datos pluviométricos, a través de un método estadístico que
correlaciona las precipitaciones con los procesos; además considera la relación entre la pendiente y
la pérdida de suelo (de la ecuación universal de pérdida de suelo de Wismehier and Smith, 1960);
entre la pendiente y la litología (A. Carrara et al. 1977 en D. J. Varnes, et al. 1984) y entre el
ángulo máximo de estabilidad y altura de la pendiente (Crozier, 1984). Finalmente se pondera cada
uno de los factores para la generación la carta de zonación.
Un trabajo que expresa querer evitar la introducción de criterios subjetivos es el realizado por
Irigaray y Chacón (1996) específicamente para movimientos de ladera. Mediante técnicas sencillas
y con la ayuda de un programa de computación (SPANS 5.3), presentan una metodología para
jerarquizar algunos de los factores determinantes que condicionan la distribución espacial de los
movimientos de ladera. Describen algunos de los factores del medio físico y elaboran un inventario
de de movimientos con los que construyen las tablas de contingencia de la distribución areal de la
zona de ruptura de cada tipo de movimiento, para cada clase de los factores analizados. Para valorar
el grado de significación de la relación utilizan el coeficiente de contingencia (C y Cmax), el
coeficiente “G” de Goodman y Kruskal (1954) y el test de Kolmogorov – Smirnov (Goodman,
1954).
Como ejemplo final se agrega un procedimiento publicado en el Boletín de la IAEG en 1977
cuando estos estudios no estaban tan desarrollados en la literatura geológica. Stevenson (1977)
realiza un método empírico para determinar el riesgo de deslizamiento en pendientes arcillosas. El
ismo combina el indice de plasticidad (P), las condiciones de humedad (W), el ángulo de la
pendiente (S), la complejidad de la pendiente(C) y el uso del terreno (U). Luego de la ponderación
utiliza la operación Riesgo=(P+2W)x(S+2C)/U.

IV.c.-Análisis cualitativo
Dentro de los análisis cualitativos se presentan algunos de los más frecuentes casos argentinos y
algunos ejemplos internacionales que muestran diferentes criterios de evaluación. Una de las
consideraciones más importantes a tener para el análisis cualitativo es la subjetividad. Un análisis
carente de valoración objetiva no se puede utilizar para planificaciones territoriales ni para
prevención, ya que se desconoce el criterio del autor.
Barbeito y Ambrosino (1995) realizan estudios fotogeológicos y geomorfológicos para la detección
y prevención de las inundaciones. La valoración al nivel de subcuencas la realizan estableciendo

22
una matriz de intersección. Los factores considerados son relieve (pendiente) y litología, a partir de
los cuales separan distintas clases geomorfológicas. Del análisis de las distintas clases
geomorfológicas y su distribución al nivel de cuencas, evaluaron cualitativamente la tendencia a la
generación de corrientes repentinas.
Degiovanni, et al. (2001) realizan una clasificación de peligrosidad de erosión, inundación y
anegamiento teniendo en cuenta la litología, la sinuosidad, la estabilidad y la recurrencia de la
amenaza. Esta clasificación la muestran mediante un cuadro de doble entrada no matricial, por lo
que no se consideran las combinaciones de los factores. Ni del trabajo, ni de las referencias del
mapa se observa si además se consideraron otros factores condicionantes como las precipitaciones,
el caudal del río, las pendientes, etc., aunque es muy frecuente el cálculo de la susceptibilidad en
base a 2 o 3 niveles de información. En la misma contribución presenta la clasificación de
peligrosidad sísmica con intervalos establecidos utilizando grados de intensidad (escala de Mercalli
Modificada). Asumen como intensidad máxima probable de ocurrir la correspondiente al terremoto
característico definido. Finalmente realizan un estudio integral generando Clases de Distribución
Discretizada (CDD) para el análisis multipeligro. Acompañan a este trabajo la evaluación de la
vulnerabilidad, del riesgo (combinando el peligro y la vulnerabilidad) y de las limitaciones
morfogeotécnicas.
Otro ejemplo argentinos recopilado es la carta de riesgo Hídrico de Tandil (Bernabé, 2004), que
según expresa se utilizó una combinación y adaptación de Cardona (1993) y Zilbert Soto (2001).
Estos dos autores consideran que el riesgo se estima en términos de pérdidas y daños, aunque en la
evaluación realizada por Bernabé el cálculo se relaciona a la susceptibilidad y a la vulnerabilidad de
la infraestructura.
Si bien la presente publicación no presenta trabajos de Riesgo específicamente, se comenta el
análisis del Índice de Riesgo de inundación realizado por Basualdo y Heinzanknecht (2001), como
ejemplo nacional aplicado a seguro agropecuario (considerando que la terminología de los análisis
de riesgo nacen de la aplicación en seguros). El trabajo consiste en la determinación de índices
claros en cuanto a la metodología que les da origen y de directa aplicación a la resolución de
problemas concretos. Los mismos se exponen en distintas formas, ya sea mapas de isolíneas de
riesgo, tablas y gráficos por localidad, etc. Las líneas de recurrencia de inundaciones delimitan
zonas con la misma probabilidad temporal de inundación, es decir, inundadas una vez cada 10 años,
una vez cada 5 años, etc. Se obtienen tres índices cuantitativos:
• Índice de amenaza o factor climático del riesgo (probabilidad de ocurrencia de fenómenos
meteorológicos adversos)
• Índice de vulnerabilidad o factor agronómico del riesgo (reducción en los rendimientos con
relación al rendimiento potencial particular)
• Índice de riesgo o probabilidad conjunta (probabilidad combinada de amenaza climática y
vulnerabilidad del cultivo).
Otro ejemplo de estudios de riesgos es el resumen del análisis realizado por García (2001). El riesgo
lo valora por población potencialmente afectada por inundación, anegamiento, erosión de suelos
extremos, tornados y sismicidad, cuyos índices indican que unidades de las provincias de Buenos
Aires, Santa Fe y Corrientes se encuentran entre las de peores condiciones tanto por población bajo
riesgo como por la vulnerabilidad al riesgo. Situaciones intermedias corresponden a las provincias
de Chaco, Entre Ríos, Mendoza, San Juan y Salta. Lo mismo ocurre con Formosa y Misiones,
aunque con una posición más favorecida.
A continuación se presenta un ejemplo de estudio regional en España. En la metodología utilizada
por el ITGE (1987) para calcular las pérdidas económicas debidas a riesgos geológicos en ese país,
consideran entre otros factores el “Grado de Peligrosidad”. Este análisis se realizó para todo el país
en una escala general, por lo que a veces no se puede extrapolar para trabajos de detalle. La
metodología utilizada para la determinación de los grados de peligrosidad tiene en cuenta la
naturaleza geológica del proceso, su intensidad o magnitud, su distribución geográfica y su

23
frecuencia. A partir de esto se generan cinco grados diferentes que se califican según el cuadro 3:

Peligrosidad G-1 G-2 G-3 G-4


MUY BAJA O NULA BAJA MODERADA ALTA
TERREMOTOS I MSK V I MSK = VI y VII I MSK = VIII I MSK IX
Magnitud 0 0 Magnitud 2 2 Magnitud 4 Magnitud 4
TSUNAMIS
Altura ondas 1,5m Altura ondas 1,5-4m Altura ondas 4-16m Altura ondas 16m
Actividad histórica con Actividad histórica
Actividad reciente en volcanismo poligenética o
Actividad eruptiva
VOLCANES Olot o postmiocena monogenético sin monogenética con
cuaternaria
En Canarias asociaciones asociaciones
tectonovolcánicas tectonovolcánicas.
Inundaciones de escasa Inundaciones graves con
Inundaciones muy graves
INUNDACIONES Muy baja peligrosidad importancia con baja importantes daños
a catastróficas.
incidencia económica económicos y en vidas.
Zonas con
Zonas con inestabilidad inestabilidades y/o con
DESLIZAMIENTOS Ausencia de Zonas inestabilidad poco
de relativa importancia abundantes áreas
Y MOVIMIENTOS inestabilidades o muy importantes y/o
por su frecuencia, inestables por su
DEL TERRENO escasas esporádcas.
intensidad y extensión frecuencia, intensida o
extensión
Nivel erosivo muy bajo.
Nivel erosivo incipiente. Nivel erosivo moderado. Nivel erosivo acusado.
EROSIÓN Pérdidas potenciales de
Pérdidas potenciales de Pérdidas potenciales de Pérdidas potenciales de
DE SUELOS suelo estimadas en 10
suelo 10-50 Tn/Ha/año suelo 50-200 Tn/Ha(año suelo 200 Tn/Ha/año
Tn/Ha/año
Costa arenosas con
Retroceso en costas Retroceso en costas
retroceso de 0 a 0,5
EROSIÓN Costa estática o en arenosas de 0,5 a 1 arenosas 1M/año o
m/año o costas
COSTERA crecimiento m/año o acantiladas con acantiladas con retroceso
acantiladas con retroceso
retroceso apreciable. muy acusado
ligero.
Zonas con ausencia de Arcillas expansivas Arcillas expansivas en Arcillas expansivas con
arcillas o con arcillas no emplazadas en zonas zonas climáticas con problemas derivados de
EXPANSIVIDAD
expansivas. climáticas sin déficit déficit anual de la expansividad.
DE SUELOS
Potencialidad expansiva anual de humedad. humedad. Potencialidad Potencialidad expansiva
nula o baja Potencialidad moderada expansiva alta. muy alta.

Cuadro 3 : Criterios de Peligrosidad tomado de ITGE (1987)

V. MAPEO DE LA PELIGROSIDAD GEOLÓGICA


El mapeo de la peligrosidad geológica es la zonificación que representa diferentes grados de
peligrosidad. Según Varnes et al. (1998) zonación es la división de la superficie de terreno en áreas
y la categorización de las mismas está dada por el grado actual o potencial de peligrosidad (de
movimientos en masa).
Luego de la evaluación de la peligrosidad (o la susceptibilidad, o el peligro) por métodos
cuantitativos o cualitativos, se obtiene como resultado diferentes niveles que pueden representarse
en porciones de áreas dentro de la superficie estudiada. Cada una de estas representa un tipo,
magnitud y recurrencia del o de los procesos geológicos que generan peligrosidad y por ende un
grado diferente de la misma. La representación gráfica de estas porciones genera la cartografía de
peligrosidad.
Corominas Dulcet (1987) separa la cartografía de peligrosidad de movimientos de ladera en cuatro
grandes grupos que pueden aplicarse a la peligrosidad de todos los procesos y se presentan en el
cuadro 4:

24
MAPAS CARACTERÍSTICA FUNDAMENTO LIMITACIÓN
Amplio y heterogéneo Se basa en Alto grado de
Mapas con base Las condiciones de estabilidad fotointerpretación y subjetividad. Es muy
geomorfológica y peligrosidad las estima quien reconocimiento de difícil comparar
confecciona el mapa. campo. documentos.
Permite un tratamiento Se basa en la división La valoración depende
Mapas basados en automatizado. del paisaje en áreas de la cantidad de
la combinación de Se puede obtener una con características factores que se
factores cuantificación de la particulares. consideren.
peligrosidad relativa.
Mapas obtenidos Permite clasificar con una Se basa en la Se necesita gran
mediante técnicas precisión muy alta, los taludes utilización de cantidad de datos
de tratamiento de estables e inestables así como métodos estadísticos cualitativos y/o
datos. el peligro potencial. y probabilísticos cuantitativos.
Permite el establecimiento de Se basa en Depende de la
Mapas obtenidos a
modelos de comportamiento. reconocimientos posibilidad de utilizar
partir de datos
Es posible un tratamiento fotogramétricos y instrumental
instrumentales
probabilístico. oscultación.

Cuadro 4: Diferentes aspectos de los mapas de peligrosidad obtenidos mediante técnicas diferentes.

V.a. Escalas
La escala de trabajo está determinada, entre otros, por el propósito por el cual se realiza el mapa,
por el método que se utiliza, por el uso que se le va a dar y por la escala de la información previa.
En nuestro país se encuentra mapas de escalas provinciales (p.e. Suayter y Linares, 1987),
regionales (p. e.: Cartas de Peligrosidad Geológica a escala 1:250.000 (DGAA, 1997)), y locales
(p. e.: Barbeito y Ambrosino, 1993).
En mapas de escalas próximas o mayores a 1:100.000, la representación de procesos de reducida
expresión areal se identifica con un punto o pequeña área por lo que escasamente refleja el análisis
de los factores intervinientes. Estas escalas sí son más informativas para procesos que abarcan
grandes superficies como inundaciones, anegamientos, pérdida de suelo, etc. Esta situación se
refleja también en los mapas de zonación de peligro, susceptibilidad y peligrosidad, ya que el mapa
de procesos es uno de los mapas temáticos utilizados para la zonación.
Para usos de planificación urbana, ingenieriles, para previsión de trazados varios, u otros las escalas
más aconsejables son entre 1:50.000 y 1:5.000. Escalas menores se utilizan luego de la
planificación para la ejecución de la urbanización y/o la obra de ingeniería.
Los trabajos de detalle en nuestro ámbito raramente son menores a 1:25.000 que es la escala más
frecuente de las fotografías aéreas disponibles (1:50.000 y 1:25.000), y la mayor ampliación que
generalmente soportan las imágenes satelitales que se encuentran accesibles y que se utilizan como
base de mapeo.

V.b. Referencias
Generalmente las referencias de los mapas de peligrosidad geológica quieren ser tan sencillas para
una amplia comprensión, que terminan siendo subjetivas y carentes de criterios elementales. La
coloración de las zonas generalmente utilizadas son las gamas del rojo, amarillo y verde, pero la
única relación de estos colores con la valoración alta, media y baja es insuficiente.
La cartografía litoestratigráfica a la que estamos más acostumbrados lleva en las referencias los
nombres de las formaciones geológicas que corresponden a cada polígono representado. Estos
nombres a su vez están dispuestos generalmente en orden cronológico o se anexa el cuadro

25
estratigráfico y llevan una caracterización sucinta de la litología, por lo que la sola referencia del
mapa da la información necesaria para comprender rápidamente la geología representada. No
obstante esto, cada formación geológica está definida por un autor y presenta un perfil tipo, por lo
que es difícil que presente equivocaciones entre mapas de diferentes autores.
La referencia de una cartografía de peligrosidad que indique zonas con peligro geológico “alto” sin
más, no aporta información sobre el tipo de proceso que la produce, ni la recurrencia, ni la magnitud
ni el daño asociado, ni el criterio del autor.
Considerando el ejemplo de la sismicidad, en el caso de la estimación del riesgo en el ejido urbano
de la ciudad de Río Cuarto (Sagripanti, et al., 1997) entre varios factores se consideró la intensidad
máxima esperada igual a 8 (recalculando los efectos del sismo de Caucete, 23 de noviembre de
1977), mientras que para un área más amplia en la misma región (Degiovanni, et al. 2002)
consideran la magnitud máxima igual a 6 (terremoto de Sampacho, 10 de Junio de 1934). Por lo
tanto, para un mismo proceso y en una misma región al utilizar criterios distintos, la gradación alto
– medio – bajo presenta confusión. Este caso fue fácil de comparar porque los criterios figuraban en
la publicación. Esto es imposible cuando además de categorizar en alto, medio o bajo, en el trabajo
no se exponen los parámetros utilizados.
Si bien las referencias de un mapa presentan una limitación en su extensión y las características de
cada zona deben estar ampliamente descriptas en un informe, existen varios ejemplos de referencias
o leyendas de mapas que aportan los criterios de evaluación. En el caso que este tipo de mapas se
quieran hacer conocer a la comunidad, una pequeña aclaración en las referencias generará mayor
información.
Uno de los ejemplos es el de la carta preliminar de inundación realizada por Barbeito y Ambrosino
(1995). En las referencias combina la geomorfología presente, el proceso actuante y la calificación
del riesgo. Para la misma temática se destaca también la referencia de Massera, et al (1995). En el
caso de la erosión, Busnelli, et al. (2001) incorporan los resultados del cálculo de la pérdida de
suelo (en Tn/ha/año).
Entre las referencias de trabajos internacionales se pueden consultar a Corominas (1986), Del Val et
al. (1996), Horcajada Herrera, et al. (2000) (que toman para valorar las áreas de riesgo la Directriz
Básica de Planificación de Protección Civil ante el Riesgo de Inundaciones (Boletín Oficial del
Estado de 14 de febrero de 1995)).

V.c. Mapas de peligro


Los mapas de peligro son mapas de localización (actual o probable) del proceso (amenaza o
peligro) que genera daños o pérdidas. La diferencia con los mapas de susceptibilidad es que el
mapeo no reflejan los factores intervinientes en los procesos geológicos. Con los mapas de
peligrosidad la diferencia además de las anteriores es que tampoco considera la probabilidad
temporal.
Ejemplos nacionales de mapas de peligro se pueden considerar los siguientes:
∗ En la evaluación del terreno realizada en Río Ceballos por Bejerman et al. (1990b) se presenta
un mapa que registra tipos de erosión (laminar, en surcos, en cárcavas).
∗ Ferreiro (1993) delimita áreas inundadas a partir de la geomorfología y las imágenes
satelitales de la inundación del noroeste bonaerense de 1986.
∗ Para la zona de Rada Tilly, Codignotto y Del Valle (1995) realizaron un mapa geomorfológico
en el que incluyeron los peligros (deslizamientos, acumulación, inundación, embate de olas).
∗ Los mapas realizados para distintos sectores del departamenteo de Río Cuarto por Degiovanni
y Doffo (1995) y Degiovanni et al. (1995c) muestran sectores con diferentes rasgos de erosión
hídrica actual (erosión laminar, surcos y cárcavas), considerando la profundidad y la densidad
de los mismos y de erosión eólica (mediante rasgos de deflación y migración de cadenas
barjanoides).
∗ El mapa de erosión realizado por Engelland y Arroyo (1995) se desarrolla en base a la

26
metodología propuesta por Geotechnical Control Office de Hong Kong Goverment,
determinándose distintos códigos de erosión en los sectores aluvionales.
∗ Salinas et al. (1995) realizan el mapeo de áreas inundables y puntos con procesos de remosión
en masa sobre los caminos que conducen desde Rodeo al Paso de Agua Negra, a los
Despoblados y a La Palca en San Juan.
∗ Las áreas críticas de un sector de la ciudad de Córdoba son distinguidas por Argüello y Sacchi
(1996) a partir de diferentes mapas temáticos entre los cuales se encuentra la carta de riesgo
de erosión, que muestra los procesos de erosión hídrica que afectan diferentes subcuencas.
∗ En la contribución de Suayter (1997) se presenta una zonificación geotécnica y los procesos
geológicos presentes en cada una de las zonas.
∗ Para el manejo urbano costero Quinton Piegas Luna (1997) mapea el área afectada por erosión
eólica entre otros mapas.
∗ Luego de la erupción del volcán Copahue del año 2000 Delpino y Bermúdez (2002) mapearon
la distribución de los depósitos de ceniza entre 3 y 5 cm de espesor.
∗ El mapa realizado por Albeiro y Berango (2002) muestra la trayectoria de los aluviones ocurridos en
Campamento Vespucio.
∗ En el estudio de los peligros geológicos del valle de Ullun –Zonda (Paredes et al. 2002) se
realiza el mapeo de peligro sísmico por destrucción directa, peligro de inundación y peligro de
desprendimientos.

V.d. Mapas de susceptibilidad


Las citas más comunes de mapas de susceptibilidad remiten con frecuencia a los trabajos originales
de Brabb para un área de California (Brabb, et al. 1978), que luego toma para el proyecto de
realización del mapa mundial (Brabb, 1991 y 1993).
La matriz realizada por Brabb, et al. (1978) para la confección del mapa de susceptibilidad de
deslizamientos considera dos factores principales: 1) porcentaje de deslizamientos ocurridos en
cada unidad geológica, y 2) grado de pendiente en cada unidad geológica que ha estado asociada
con deslizamientos pasados.
Una de las primeras contribuciones en al ASAGAI sobre mapeo temático realizada por Caló et al.
(1995) realiza un mapa de peligro/riesgo geológico para un sector de Bahía Blanca. En el se separan
tres áreas con restricciones de uso, derivadas de la susceptibilidad a los asentamientos de suelos a
partir de los mapas temáticos de curvas de nivel, drenaje, geomorfológico, geoambiental, y perfiles
de suelos.
En un estudio de geología ambiental, Eremchuk y Martensen (1996) presentan entre otras la carta
de susceptibilidad a la erosión (USLE) y la de inundabilidad en el departamento de Yerba Buena.
El mapa de riesgo de inundación realizado por Quinton Piegas Luna (1997), muestra áreas con
diferentes alturas, estimando que las más bajas son más inundables analizando solo uno de los
tantos factores que intervienen para que el área sea susceptible a inundarse.
Beltramone (1998) realiza un mapeo en un sector de la Sierra Chica de Córdoba combinando las
características litológicas y las pendientes. A partir de esa combinación de dos niveles de
información, divide el área en cinco categorías que el autor denomina de vulnerabilidad.
Para el mapeo de riesgo por inundaciones en el Partido de General Pueyrredón, Del Río et al.
(1998) realizaron el mapa de amenaza y de vulnerabilidad. Para el primer mapa utilizaron un
modelo espacial de Peligrosidad considerando ocho niveles de información al que se le dio un peso
relativo expresado en porcentaje. Según los factores (niveles) considerados constituiría un mapa de
susceptibilidad de inundación ya que la ocurrencia temporal no fue considerada en el mapeo,
aunque en el informe incluyen los antecedentes históricos. En el modelado espacial de la
vulnerabilidad se tomaron cinco niveles asociados a la población, servicios e infraestructura, los
cuales también fueron ponderados. Realizaron también la validación del modelo teórico, obteniendo
un error de solo el 0,04 %.

27
Para la base cartográfica del partido de Escobar, Olivares (2000) realizó entre otros el mapa de
peligro potencial de erosión hídrica y anegamiento. El análisis lo realizó en función de varios
factores (pendiente, cobertura vegetal, suelos, etc.), aunque luego realiza una clasificación según las
pendientes (alta, media, baja). El mapa muestra tres áreas (categorías) con la ocurrencia de peligro
(proceso) de inundación y anegamiento, erosión leve y erosión intensa (carcavamiento).
El mapa de peligrosidad presentado por Puertas et al. (2001) muestra zonas de susceptibilidad a la
erosión fluvial y a los procesos de remoción en masa en San Juan. La consideración de los factores
es muy parcial, pero realizaron un interesante análisis de suelos destacando solo las variables de
textura, profundidad y permeabilidad. De esto último confeccionaron un mapa de evaluación de
suelos relacionada con la Clasificación Natural de la Tierra mediante el Índice de Storie. Para la
elaboración del mapa de peligrosidad se consideraron los “factores de vulnerabilidad” y realizaron
un relevamiento histórico.
Fucks y De Francesco (2001) en el mapa de riesgo de inundación de los alrededores del arroyo
Luján (Buenos Aires) presentan áreas de susceptibilidad a la inundación o anegamiento de acuerdo
a las características topográficas, geomorfológicas y climáticas obtenidas por una clasificación
cualitativa.
La metodología que expone Puigdomenech, et al. (2002) para la realización de la cartografía de
peligro en el área minera Castaño Viejo, constituye un mapeo de susceptibilidad de laderas a los
movimientos en masa. Las autoras hacen hincapié en la elaboración de la carta de pendientes y la de
resistencia mecánica de las rocas ante los agentes externos.
La cartografía de peligrosidad geológica de San Martín de los Andes (Lara y Pereyra, 2003) la
realizan a partir de la combinación cualitativa y ponderada de las capas de información climática,
fitogeográfica, sísmica, de ocupación y uso del suelo, de procesos naturales que hubieran causado
daños, y las clases y orientación de pendientes. Si bien la cuantificación no se presenta en el trabajo,
se muestra una tabla con la “distribución” e “intensidad relativa” de los “factores de peligrosidad”
(remoción en masa y procesos fluviales), presentes en cada unidad geomorfológica en muy alta,
alta, media y baja. Las zonificaciones finalmente obtenidas muestran diferentes grados de
susceptibilidad de los dos procesos geológicos considerados.
En el mapa de peligrosidad por avenidas e inundaciones de un sector de la cuenca del río Castaño
(Salinas, et al. , 2002) se observan las zonas afectadas por estos procesos y las acciones derivadas
de los mismos, como la erosión y el aterramiento. Al no expresar la consideración de los factores,
este mapa se asemeja a un mapa de peligro. Como en el mismo reflejan áreas potenciales, se supone
que hubo un estudio de probabilidad de ocurrencia (espacial). En el mismo trabajo sí se presenta el
análisis de la potencialidad sísmica (ubicación de las fuente de potencialidad, aceleraciones,
períodos de retorno) y la respuesta de los suelos a la licuefacción, aunque el mapeo es solo de los
elementos que determinan sismicidad, pero sí está analizada la susceptibilidad del área.
La carta de riesgo hídrico de Tandil (Bernabé, 2004) se realizó por medio de la superposición entre
la carta de amenaza y de vulnerabilidad. Lo curioso es que se consideró como “factor de amenaza”
el relieve, las pendientes, áreas críticas, uso de suelo, y como “factores de vulnerabilidad”,
nuevamente las pendientes, la edificación, la población expuesta, la red ferrovial y nuevamente el
uso del suelo. Además se realizó el mapeo de áreas de inundación pluvial, inundación fluvial y
viviendas anegadas. En realidad estos son algunos de los factores condicionantes y algunos de los
denominados elementos bajo riesgo, por lo que el mapeo se considera de susceptibilidad a la
inundación y no de riesgo. La superposición de las cartas se realizó utilizando el módulo Overlay de
Idrisi y luego se dividió el riesgo en Muy bajo, bajo, medio, alto y muy alto, sin aclarar la
valoración.

V.e. Mapas de peligrosidad


Los mapas de peligrosidad geológica son los menos frecuentes de encontrar, ya que su zonación no
solo debe expresar la susceptibilidad y el peligro (o amenaza), sino la probabilidad espacial y

28
temporal del o los procesos geológicos que generan daños. Algunos ejemplos nacionales son:
Barbeito y Ambrosino (1993) realizan el mapeo de inundación para la ciudad de Calamuchita. Para
la determinación de áreas consideraron básicamente el clima, la hidrología, la geomorfología, la
geología y testimonios históricos. Las áreas inundables se estimaron para crecientes extraordinarias
con una recurrencia no mayor de 30 años y para crecientes ordinarias.
Massera, et al. (1995) en la carta preliminar de riesgo de inundación de Villa de Soto consideraron
básicamente la susceptibilidad a escala regional y a escala local se le incorporó el estudio de
antecedentes históricos considerando los aspectos geomorfológicos e hidrodinámicos de crecientes
ocurridas. Esto contribuyó a completar el estudio con la ocurrencia temporal del proceso
pudiéndose considerar así como mapa de peligrosidad.
Degiovanni, et al. (2001) al realizar el mapa de peligro de erosión fluvial, inundación y
anegamiento tienen en cuenta la susceptibilidad, la probabilidad espacial y la recurrencia temporal.
En este trabajo si bien se citan las definiciones utilizadas para los términos de susceptibilidad y
amenaza, finalmente se clasifican “Clases de peligrosidad” y se realiza un “Mapa de Peligro”. En la
misma contribución se presenta el mapa de peligro sísmico que obtienen a partir del análisis de la
susceptibilidad y la amenaza. Como en el caso anterior, si bien se dividen “clases de peligrosidad”,
luego el mapeo es de “peligro sísmico”. El mapa multipeligro resulta de superponer en una misma
carta los peligros clasificados en forma independiente en Clases de Distribución Discretizada
(CDD).
Algunos ejemplos de metodologías internacionales de mapeo asociado a peligrosidad son: Smolka y
Berz (1981), Perrusset (1981), U. S. G. S. (1982), Elizaga et al. (1983), Elizaga (1987), Corominas
Dulcet (1987), Chacón e Irigaray (1992), Oya (1992), Carrara, et al. (1995), Remondo et al. (1996),
Montovani et al. (1986), Jibson, et al. (1998).

VI. PROBLEMÁTICA DEL ANÁLISIS Y MAPEO DE LA PELIGROSIDAD


GEOLÓGICA.

La problemática actual, y más amplia, que debemos superar en el análisis y mapeo de la


peligrosidad geológica en argentina es: a) la objetividad de la evaluaciones de peligrosidad, por lo
que es imposible extrapolar o comparar con otras áreas realizadas por diferentes autores; b) las
cuantificaciones del peligro en alto, medio o bajo carentes de correspondencia con los factores
considerados y sus variables cuantificadas.
Para remediar el primer problema, una posibilidad es añadir en los informes y mapas el nivel de
objetividad utilizado para su realización. De esa manera los planificadores tendrán un panorama
más acabado de la información que contienen y de la necesidad de realizar otros estudios. Keinholz
(1978) plantea los siguientes niveles de objetividad:

OBJETIVIDAD Cuando la recolección de información es cualitativa y la evaluación de


BAJA los datos se hace con estimaciones, usando experiencias de comparación.
Cuando la recolección de la información es una estimación
OBJETIVIDAD
cuantitativa y la evaluación de datos se hace con estimación
INTERMEDIA
aproximada.
OBJETIVIDAD Cuando la recolección de información se hace a partir de medidas, y
ALTA la evaluación de los datos efectúa con cálculos exactos.

El segundo tema general, se remedia fácilmente con una referencia que contenga las variables de los
factores considerados para la evaluación y/o zonación de la peligrosidad geológica.
Más específicamente, las mayores carencias que presentan las evaluaciones recopiladas son:
- Escasez de datos cuantitativos sobre la cronología y las tasas de actividad.

29
- Incertidumbres en el significado de los mapas.
- Ausencia de la probabilidad temporal.
- Falta de contrastación de los mapas.
Estos detalles que hacen también a la problemática han sido abordados por otros autores. Por
ejemplo Chacón, et al. (1996) en una amplia enumeración de consecuencias sobre la preparación de
mapas de áreas inestables, se pueden destacar dos que modificándolos se cumplen para la mayoría
de los procesos y son frecuentes en los trabajos locales:
- Todos los procesos inventariados reciben la misma consideración como agentes dañinos,
independientemente de su dinámica temporal específica.
- No se tiene en cuenta la posibilidad de que un proceso (en determinadas condiciones)
desencadene otro proceso de igual o diferente naturaleza.

VII. COMENTARIO FINAL


De la recopilación presentada se observa una gran diversidad de conceptos y metodologías
utilizadas en los trabajos nacionales. Se destaca también un aumento de la frecuencia de las
publicaciones de esta temática a partir de mediados de la considerada Década Internacional de la
Reducción de los Desastres Naturales. Este aumento está acompañado por un aumento de la calidad
científica de los trabajos, esforzándose no sólo para obtener una mejor representación gráfica, si no
también en que los trabajos sean un aporte directo a la comunidad.
Se resalta la necesidad de distinguir entre los mapas informativos o específicos (para los
profesionales de las Ciencias de la Tierra) de los interpretativos (para profesionales de otras
diciplinas, técnicos y planificadores). Los mapas específicos son los que se recomiendan publicar en
actas y revistas científicas, debido a que los usuarios somos los profesionales que comprendemos
más profundamente estos temas. En cambio los mapas interpretativos que poseen el solo análisis y
representación de áreas de categorización alta, media y baja, deberían publicarse únicamente
incorporados como un ejemplo de mapa para ser presentado a planificadores, y no como centro de
la publicación. De esta manera se evitaría la pérdida de información científica dentro de los trabajos
publicados.

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39
PROCESOS GEOLÓGICOS EN EL TERRITORIO
ARGENTINO
Por Gonzalez, M. A.

Los procesos geológicos son aquellos que generan y modelan el relieve, e históricamente fueron
objeto de estudio para el análisis del mismo. Desde hace algunos años estos procesos se estudian
desde el punto de vista de la peligrosidad que generan.
Primeramente para evitar errores conceptuales básicos, se plantea el uso de la terminología asociada
a los procesos.

Proceso; según la Teoría General de Sistemas (TGS), es un conjunto de acciones interdependientes


entre sí encaminadas hacia un resultado o producto (Chorley, 1962).

Proceso geodinámico, es el conjunto o sistema de relaciones que se establecen entre las acciones
desarrolladas por los agentes de la dinámica terrestre y sus productos o resultados (de Pedraza
Gilsanz, 1996).

En todo sistema existen al menos dos tipos de elementos constitutivos, ellos son: el o los agentes
que son los vectores del cambio, es decir los elementos activos; y los factores condicionantes, que
son las circunstancias que modifican el curso de acción del agente (Argüello, G. L., 2002).

Agente; es el medio para transferir la energía.

Factor; cualquiera de los componentes del medio o de sus propiedades.

Variable; es una característica (magnitud, vector o número) del factor, que puede ser medida.

En los procesos existe una relación lineal entre agente, acciones y producto, que puede expresarse
de la siguiente manera:

PROCESO = AGENTE ACCIONES PRODUCTO

Conjunto de acciones Conjunto formado por Conjunto formado con Conjunto formado con
articuladas a lo largo del todos los agentes de la todas las acciones que todos los productos
tiempo. dinámica de la tierra. ejercen los agentes derivados de las acciones
Se cualifican según la Son aspectos o
Tienen naturaleza
fuente (endógenas y configuraciones presentes
físico – química.
exógenas) en la tierra.
(arranque, transporte,
(rocas, estructuras,
(ríos, glaciares, viento, sedimentación,
cuerpos, formas de
gravedad, lluvia, etc.) deformación, etc. de los
terreno, etc.)
materiales)

Estas relaciones pueden ser espaciales (morfométricas y fisiográficas), temporales (cronológicas y


evolutivas) y dinámicas (genéticas) (de Pedraza Gilsanz, 1996).

40
Javanovic (1986) indica además que existen a su vez diferentes relaciones entre los procesos,
planteándose relaciones coincidentales, de reacción en cadena, consecuentes, sinergéticas,
antagonistas y controversiales.

AGENTES - FACTORES - VARIABLES

Los agentes son los elementos dinámicos del sistema que le imprimen características específicas a
cada proceso. El viento, la lluvia, el río, el glaciar, la gravedad son agentes que transmiten
diferentes niveles de energía y son capaces de generar distintos tipos de acciones. Generalmente no
se encuentran inconvenientes en identificarlos.

Los factores según de Pedraza Gilsanz (1996) se pueden clasificar como:


FACTORES ESTÁTICOS: Características primarias del terreno, sobre las cuales actúan los
factores dinámicos. (región morfoclimática, estructura tectónica, litología).
FACTORES DINÁMICOS: Definen el tipo de proceso y su mayor o menor incidencia en un
territorio (clima, tectónica, volcanismo, etc.).
Algunos autores utilizan otros términos como Factores Condicionantes y Desencadenantes (IGME y
EPTISA, 1987), Factores Intrínsecos y Externos (Ferrer Gijón, 1988), Factores Constantes,
Independientes y Dependientes (Sheko y Sergeeva, 1988), Factores preparatorios y Factores
Detonantes o Gatillantes (Popescu, 1994).

Las variables están relacionadas a las acciones de los agentes. Así son magnitud, duración,
extensión, dispersión espacial, frecuencia o recurrencia, velocidad, etcétera. La medición de las
características del accionar del agente, es de gran importancia para la realización de modelados de
los procesos. Se las suele confundir con los factores.
En un estudio de investigación en el método científico se pueden clasificar, según la escala de
medición y según la utilización del investigador.

Son las variables que expresan distintas cualidades,


Variables características o modalidad. Cada modalidad que se presenta se
cualitativas denomina atributo o categoría y la medición consiste en una
clasificación de dichos atributos.
Variable discreta:
Según la Son las Es la variable que presenta separaciones o
escala de variables interrupciones en la escala de valores que puede
medición que se tomar. Estas separaciones o interrupciones indican
Variables
expresan la ausencia de valores entre los distintos valores
cuantitativas
mediante específicos que la variable pueda asumir.
cantidades Variable continua:
numéricas. Es la variable que puede adquirir cualquier valor
dentro de un intervalo especificado de valores.
Es la variable o las variables que el investigador controla y
Variable servirá para establecer agrupaciones en una investigación.
Según la independiente También son aquellas variables que identifican intrínsecamente a
utilización los casos o sujetos en un experimento o modelo.
del Es la variable de respuesta que se observa en la investigación, a
investigador Variable partir de las que se obtendrán las conclusiones válidas del
dependiente estudio. Estarán influidas por los valores que adopten otras
variables.

41
DISTRIBUCIÓN Y TIPOLOGÍA DE LOS PROCESOS GEOLÓGICOS

La distribución de los procesos geológicos en el territorio depende básicamente del tipo de relieve
preexistente, del sustrato, y del clima presente (porque condicionan los agentes y su accionar). En el
caso de los procesos endógenos dependen fundamentalmente de las características tectomagmáticas.
Generalmente se presentan más de un proceso geológico en un mismo lugar, y comúnmente un
proceso es detonante de otro (p.e.: la erosión marina o fluvial puede provocar remoción en masa).
Por esto, a la hora de analizar la peligrosidad geológica se deben tener en cuenta todos los procesos
actuantes en el terreno, o en su defecto aclarar de qué proceso se analiza la peligrosidad (p.e.
peligorsidad de erosión, peligrosidad volcánica, etc.).
Existen diferentes enfoques para el tratamiento de los procesos, algunos de ellos son:

Procesos geológicos
De acuerdo a la Volcanismo, Sismos – Licuefacción, etc.
endógenos o internos
fuente de la cual
proviene el agente. Procesos geológicos Remoción en masa, Erosión, Meteorización,
exógenos o externos Sedimentación, Paludización, Inundación, etc.
Remoción en masa, Erosión, Sedimentación,
Procesos geomorfológicos
etc.
De acuerdo a las Procesos tectónicos Sismicidad, licuefacción, etc.
disciplinas Procesos volcánicos Sedimentación de cenizas, etc.
geológicas que lo Paludización, Acidificación, Salinización,
estudian. Procesos edáficos
Disolución, etc.
Procesos hidrogeológicos Anegamiento, Inundación, etc.
etc.
De acuerdo al Procesos construccionales,
Volcanismo, Tectonismo, Sedimentación, etc.
balance de material agradacionales
presente en el Remoción en masa, Erosión, Meteorización,
producto. Procesos degradacionales
etc.

En nuestro territorio actúan una gran variedad de procesos geológicos generando peligrosidad
geológica. Los más habitualmente encontrados en la literatura científica están asociados a remoción
en masa, volcanismo, inundación, sismicidad y erosión. El resto de los procesos, ya sea por
presentar daños menores, ser muy lentos, o muy complejos, no son frecuentes en revistas y actas.
De los procesos geológicos considerados en la literatura internacional, nuestro país solo se priva de
los tsunamis. Por lo tanto existe un campo muy amplio de estudio para los profesionales de las
ciencias de la tierra, poco cubierto. Por ejemplo hay muy pocos trabajos asociados a sedimentación.
Aunque puede ser muy lento, este proceso genera grandes problemas en costas (sedimentación
marina), embalses (sedimentación fluvial), rutas (migración de dunas), etc. provocando a veces
considerables pérdidas económicas.
A modo de síntesis el bosquejo de la fig. 1 presenta una zonación esquemática de los principales
procesos geológicos. La distribución de los suelos colapsables se tomó de Díaz Saravia (1986); la
erosión fue tomada de PROSA (1988); las áreas inundables de Velásquez (2001); la remoción en
masa del ploteo de trabajos publicados recopilados; para la sismicidad se tomó el área que
representa intensidad máxima mayor a VII más probable de ocurrir en 50 años según el INPRES; y
finalmente para el volcanismo se consideró solo áreas de influencia de la localización de los centros
volcánicos activos. Este es una rápida imagen de la ocurrencia de los procesos geológicos en
nuestro territorio. La caracterización y distribución más detalla de cada proceso se encuentra en los
capítulos precedentes.

42
Figura 1: Bosquejo esquemático de la distribución espacial de los principales procesos geológicos
en el territorio argentino.

43
PROCESOS GEOLÓGICOS Y PELIGROSIDAD GEOLÓGICA

El estudio de la peligrosidad geológica se realiza principalmente con el estudio de los procesos


geológicos que la generan. El proceso geológico genera un producto que modifica las condiciones
preexistentes del terreno. Esta modificación, dependiendo de su distribución areal, magnitud y
recurrencia, en muchos casos genera daños. Por lo tanto, aquel que estudie la peligrosidad geológica
debe ser primeramente, un estudioso de por lo menos uno de los componentes de los procesos
(agentes, acciones y/o productos). En el análisis de la peligrosidad geológica no basta con localizar
dónde se produce el proceso geológico (mapa inventario), sino que debe complementarse
necesariamente con el estudio de los factores condicionantes y desencadenantes del proceso. Así
para analizar por ejemplo la peligrosidad volcánica, se debe estudiar las características de los
distintos eventos eruptivos, la petrología del sistema magmático y su evolución, la recurrencia
eruptiva, etc. No basta con localizar el aparato volcánico y dónde se depositaron sus productos. Esta
necesidad de análisis se sustenta principalmente en la consideración de los usuarios de los
resultados. Se debe tener en cuenta que los estudios de peligrosidad geológica son considerados
para el ordenamiento territorial y la prevención de desastres naturales y que en esto intervienen
profesionales de diferentes áreas de la ciencia y la técnica. Por lo tanto, usuarios de estos estudios
necesitan fundamentalmente saber (de los profesionales de las ciencias de la tierra) sobre el agente
– acción – producto geológico. En el caso de los procesos recurrentes, los planificadores y/o
autoridades, conocen bien la localización pero no conocen las características del proceso, por lo que
se les dificulta la mitigación y/o prevención de los daños. Distinto es el caso de áreas despobladas
dónde sí es más útil la localización del proceso, pero sigue siendo necesario su estudio geológico.
La decisión política del trazado de una ruta, o un ducto (obras lineales rígidas en general) en
regiones poco pobladas, a veces acelera la materialización de la obra. En algunas regiones, procesos
lentos y/o poco perceptibles como solifluxión, carcavamiento incipiente, acidificación, licuefacción,
piping, etc. pueden traer daños considerables a las obras. El mapeo de la distribución de los
procesos geológicos es muy útil en estos casos, pero es fundamental presentar a su vez un estudio
geológico del proceso para darles las herramientas necesarias a los planificadores, para mitigar los
daños. Un caso semejante al de los mapas inventario son los de valoración y zonación del peligro
y/o peligrosidad. Estos son muy gráficos y concretos para crear conciencia en los planificadores,
pero una vez demostrado, hay que proporcionar los conceptos geológicos que lo fundamentan y no
caer en subjetividades.

Agradecimientos

Se agradece al Dr. Pedraza Gilsanz por la lectura crítica del manuscrito. A la Geóloga Graciela
Argüello, a la Lic. Anselmi, al equipo de trabajo del Instituto de Hidrología de Llanuras y al de
Sedimentología y Geología Ingenieril de la UNS por aportar material bibliográfico indispensable.

Trabajos citados en el texto

ARGÜELLO, G. L. 2002. Los recursos suelo y agua. Libro de Texto para el Trayecto Ciencias de la
Tierra, del programa de postitulación en Ciencias Naturales, de la F.C.E.F. y Naturales de la
U.N.C. Versión actualizada, corregida y aumentada. 86 páginas. ISBN Nº 987-9406.
CHORLEY, R. J., 1962. Geomorphology and General Systems Theory. U. S. Geological Survey
Professional Paper 500-B. 10 p.

44
DIAZ SARAVIA, J. A., 1986. Propuestas de solución a las fundaciones de líneas de alta tensión en
suelos colapsables. Memorias del Simposio Argentino de suelos colapsables. Buenos Aires.
Argentina. 148-174.
IGME y EPTISA, 1987. Manual de Taludes 456 pág. Madrid. España.
JOVANOVIC, D., 1988. Modelling of relationship betwen Natural and Man Made Hazards.
Symposium on Hazards in Quebec. M. El-Sabh y T. Murty (eds.). D. Bridel Publishing
Company.
FERRER GIJÓN, M., 1988. Deslizamientos, desprendimientos, flujos y avalanchas. En: Riesgos
geológicos. Serie Geología Ambiental. Curso de Riesgos Geológicos. 175-192. Madrid.
España.
PEDRAZA GILSANZ, J. de, 1996. Geomorfología. Principios, Métodos y Aplicaciones. Editorial
Rueda. Madrid. España. 414 p.
POPESCU, M. E., 1994. A suggested method for reporting landslide causes. Bulletin of IAEG, N°
50: 71-74.
PROSA (Centro para la Promoción de la Conservación del Suelo y del Agua), 1988. El deterioro
del ambiente en la República Argentina (Suelo-Agua-Vegetación-Fauna). Fundación para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (FECIC), 497 pp., Buenos Aires.
SHEKO, A. I. y N. S. SERGEEVA, 1988. Time prediction of landslides and mudflows. In
Landslides and Mudflows. UNEP – UNESCO. Moscú.
VELÁSQUEZ, G. A. 2001. Geografía, calidad de vida y fragmentación en la Argentina de los
noventa. Análisis regional y departamental utilizando SIG. CIG, Editorial de la Universidad
Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, 232 pp.

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Capítulo 1

Colapso de suelos
Origlia, D. H. y Campanella, O. Introducción
1° Parte ¿Qué es y cómo se produce el colapso?
¿Tiene alguna relación con la licuación de suelos?
¿Cómo se caracterizan los suelos colapsables?
¿Son importantes las consecuencias del colapso?
¿Cómo se puede prevenir o remediar el efecto del
colapso?

Caló, J., Fernández, E. y ¿Cuáles son los mecanismos del colapso?


Marcos, A. ¿Qué suelos son susceptibles al colapso?
2° Parte ¿Cuál es la mineralogía de estos suelos?
¿Qué procesos se pueden asociar a los suelos
colapsables?
¿Cómo se mapean los suelos colapsables?
¿Cuáles son los mecanismos del colapso?

MAPA ¿Cuál es la distribución de los suelos colapsables en la


Caló, J., Fernández, E. y Argentina?
Marcos, A.

METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS

Caló, J., Fernández, E., Riesgos geológico – ambientales por suelos colapsables
Marcos, A. y Aldacour, H. en la ciudad de Bahía Blanca, Argentina

Campanella, O., Origlia, D. H., Contribución del mapa de riesgo por colapso de la ciudad
Maldonado, G. y Uva, M. de Río Cuarto usando la tecnología de los SIG.

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COLAPSO DE SUELOS

1° Parte
Por Origlia, H. D. y Campanella, O.

En la mayoría de las ciudades desarrolladas sobre áreas de llanura, un gran número de edificios y
otras estructuras civiles asientan el peso de su estructura, a través de diferentes sistemas de
fundación, sobre sedimentos no cementados relativamente recientes, denominados suelos desde una
perspectiva ingenieril.
En general, previamente analizados otros factores de riesgos geológicos, el diseño de la fundación
dependerá de las máximas presiones que pueda soportar el suelo subyacente y de los asentamientos
que estas presiones producirán en el mismo. Estas características se determinan mediante estudios
para fundaciones y dependen del tipo de suelo afectado y de las condiciones del mismo en el
momento del estudio.
Entre las variables que pueden afectar las propiedades ingenieriles de un suelo se encuentra su
contenido de humedad, que puede cambiar temporalmente por diversos motivos. En numerosos
casos, un aumento en la humedad del suelo puede producir un debilitamiento significativo de su
estructura, con una consecuente disminución de su capacidad para soportar cargas. Como
consecuencia, se producen asentamientos relativamente rápidos en la masa del suelo, que
representan un colapso de su estructura y que pueden tener efectos negativos de diversas
magnitudes sobre las estructuras que el mismo soporta.

¿Qué es y cómo se produce el colapso?

El colapso es una parte de la respuesta que puede presentar un suelo cuando es saturado. Según se
ilustra en la gráfica de respuesta a la saturación (Figura 1), un suelo puede sufrir un aumento o una
disminución de volumen al ser saturado (∆V positivo o negativo, respectivamente), dependiendo
principalmente del tipo, la estructura y la densidad inicial del suelo afectado. En segundo lugar, la
respuesta del suelo estará condicionada por el estado de presión al momento de la saturación (σ) y
por el contenido de humedad inicial. En el ejemplo de la Figura 1, el Suelo 1 tendrá un
comportamiento expansivo o colapsivo según las presiones que soporta al ser saturado sean
inferiores o superiores a su presión de expansión. El Suelo 2 ejemplifica un suelo colapsivo no
expansivo.

Figura 1: respuesta a la saturación.

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La definición de colapso varia según diferentes autores (Jiménez Salas and Justo-Alpañés 1986;
Reginatto and Ferrero 1973; Houston and Houston 1997). Jiménez Salas y Justo-Alpañés (1986)
describen el colapso como una rápida disminución del volumen del suelo, correspondiente a la
destrucción de su estructura, causada por un aporte de energía desproporcionado con la deformación
producida. Como el fenómeno normalmente se relaciona con un aumento de la humedad, estos
autores mencionan el término hidrocompactación.
Los suelos afectados se caracterizan por presentar una estructura abierta, normalmente de baja
densidad, con macroporos formados por partículas mayores (arenas y limos) sostenidos por
estructuras de puentes de arcillas (Kie 1988) o en arreglos desordenados cementados por arcillas o
sales precipitadas (Rinaldi et al. 2001). Este arreglo estructural sumado al efecto la succión del agua
de poros para bajos contenidos de humedad, le confieren al suelo la rigidez suficiente para soportar
las cargas de distintas obras sin deformaciones significativas. La incorporación de agua produce el
debilitamiento de las cementaciones arcillosas y salinas y genera presiones neutras que actúan de
manera opuesta a la succión, disminuyendo significativamente la rigidez de la estructura. De esta
forma, el suelo pierde la capacidad de soportar cargas y reacciona asentándose para reacomodarse
en un arreglo más compacto. El proceso se esquematiza en la Figura 2.

Figura 2: esquema del proceso de colapso.

¿Tiene alguna relación con la licuación de suelos?

Si bien el proceso de licuación de suelos tiene características mecánicas diferentes al colapso, en


algunos casos ambos procesos se relacionan.
La licuación ocurre en suelos no cohesivos, sueltos y saturados, cuando son sometidos a una carga
rápida en condición no drenada. La tendencia a la densificación genera excesos en la presión del
agua de poros con la consecuente disminución en la presión efectiva (Kramer 1996). El proceso
puede culminar con la pérdida casi total de la resistencia al corte del suelo.
En Gómez (2003) se plantea como, después de producirse el colapso por ascenso del nivel freático
en vastos sectores de suelos limosos en la ciudad de Río Cuarto, la estructura del suelo se
reacomoda en condición saturada y aumenta su susceptibilidad a las agitaciones microsísmicas,
producidas en este caso por el tránsito de vehículos pesados en calles con pozos.

¿Cómo se caracterizan los suelos colapsables?

Los suelos colapsables pueden identificarse o caracterizarse mediante reconocimientos geológicos,

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ensayos de campo y ensayos de laboratorio (Houston and Houston 1997; Jiménez Salas and Justo-
Alpañés 1986).
Los reconocimientos geológicos y geomorfológicos resultan sólo orientativos, ya que permiten
detectar y delimitar áreas con determinados tipos de sedimentos considerados potencialmente
colapsables.
Las estimaciones de colapso en campo se pueden realizar mediante el ensayo de plato de carga
(Reznik 1995) y el ensayo "down-hole", que permite medir asentamientos en profundidad (Houston
et al. 1995). Los reconocimientos de campo incluyen además métodos geofísicos (geoeléctricos y
sísmicos) y ensayos de penetración (SPT y CPT), que permiten sólo inferir el potencial de colapso
de suelos mediante estimaciones de densidad y resistencia.
Los ensayos de colapso en laboratorio se usan para caracterizar con mayor detalle y permiten
cuantificaciones del proceso, útiles para el diseño de obras. Estos ensayos se realizan mediante la
compresión confinada de muestras indisturbadas en el equipo edométrico usado para ensayos de
consolidación, graficando similarmente presión vs. deformación específica o porcentual, aunque sin
aplicar la teoría de consolidación de suelos en la interpretación de los resultados. Existen dos
procedimientos principales para realizar el ensayo: espécimen único y doble edómetro. Comentarios
sobre la utilidad relativa de ambos métodos se presentan en Jiménez Salas and Justo-Alpañés (1986)
y Houston and Houston (1997).
El método del espécimen único (ASTM 1993; Basma and Tuncer 1992) consiste en cargar un
espécimen a humedad natural mediante incrementos de presión hasta una determinada carga y, una
vez que las deformaciones se han estabilizado, la muestra es saturada para determinar las
deformaciones por colapso. Es común continuar aplicando incrementos de carga después del
colapso para estudiar el comportamiento de la muestra saturada (Figura 3-a). El potencial de
colapso en este caso se define como la diferencia entre las deformaciones porcentuales después y
antes de la saturación (∆εv) y se aplica solamente al valor de presión de saturación.
Este método permite optimizar la información obtenida de un único espécimen, permitiendo
destinar el muestreo a determinar la heterogeneidad del terreno estudiado, pero su limitación es que
la información sobre el colapso corresponde a un único valor de presión.
En el método de doble edómetro (Jennings and Knight 1956), un espécimen a humedad natural y
otro saturado son cargados para obtener las correspondientes curvas de compresibilidad (Figura 3-
b). El coeficiente de colapsibilidad a una determinada presión es también calculado como la
diferencia entre las deformaciones leídas en las curvas saturada y a humedad natural (∆εv), con la
diferencia que se puede ser calculado a cualquier presión dentro del rango de presiones usadas en el
ensayo.

Figura 3: resultados esquemáticos de ensayos de colapso.


Reznik (2000) presenta dos modelos matemáticos para describir el comportamiento del suelo

49
durante el ensayo de colapso, desarrollados a partir de ensayos de doble edómetro y que pueden
usarse para interpretar ensayos de espécimen único.
Una variante del coeficiente de colapsibilidad se presenta en Reginatto and Ferrero (1973), donde
el parámetro se calcula en función de la relación entre las presiones fluencia o colapso de las
muestras saturada y a humedad natural (σfs y σfn) y la presión de natural por el propio peso del
suelo (σo), de acuerdo a la siguiente expresión:

σ fs − σ o
c= (1)
σ fn −σ o

Otra metodología en desarrollo para la cuantificación del colapso es el uso del módulo de corte para
pequeñas deformaciones (Rinaldi et al. 2001).
Existen, además, una serie de coeficientes indicativos del potencial colapso que se calculan a partir
de determinaciones de las propiedades índice del suelo (Jiménez Salas and Justo-Alpañés 1986),
Estos coeficientes son relativamente fáciles de obtener, pero su utilidad es relativa y no permiten
ningún tipo de cuantificación.

¿Son importantes las consecuencias del colapso?

Los problemas derivados del colapso pueden tener variadas magnitudes. El hecho que un suelo que
inicialmente resulta adecuado para soportar la carga de una determinada construcción, y que, a
partir de un determinado momento, comienza a sufrir asentamientos bajo la acción de la misma
carga y pierde parte de su resistencia en un lapso de tiempo relativamente corto, plantea situaciones
conflictivas de difícil solución, tanto desde el punto de vista ingenieril, como desde el
socioeconómico. Los recortes de diarios de la Figura 4 ilustran algunos ejemplos.

Figura 4: repercusión de problemas ocasionados por colapso de suelos

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El riesgo que se produzcan daños derivados del colapso depende de las condiciones del sustrato y
los aportes de agua (amenaza) y de la cantidad y calidad de obras afectadas (vulnerabilidad)
(Campanella et al. 2001).
En áreas de homogeneidad litológica, el origen del agua que va a saturar un suelo tiene una
importante influencia sobre la magnitud de los problemas que puedan ocurrir. En general, si la
fuente es superficial, los daños pueden ser severos pero se restringen a áreas limitadas, próximas a
la fuente. Por el contrario, en caso de ascenso del agua subterránea, las consecuencias suelen
potenciarse debido a que pueden afectar a barrios enteros.
Los asentamientos y la disminución de la resistencia al corte del suelo pueden afectar directamente
las edificaciones, produciendo grietas en muros y techos, desniveles en pisos, problemas en el
funcionamiento de aberturas y roturas de cañerías. Además, en sectores sin desagües cloacales,
pueden generarse derrumbes de los sistemas de saneamiento in situ (pozos negros) y aumentos en la
capacidad colapsiva del agua por la contaminación con los residuos cloacales (Reginatto and
Ferrero 1973).
Otro inconveniente producido por el colapso puede ser el hundimiento de calles de tierra en sectores
con el nivel freático muy próximo a la superficie.

¿Cómo se puede prevenir o remediar el efecto del colapso?

Existen diversos procedimientos para prevenir o mitigar los efectos que puede producir el colapso,
cuya aplicación dependerá del momento en que se detecten los suelos colapsables respecto a la
construcción de una obra (antes de la construcción, después de la construcción pero antes de la
saturación, o con la construcción ya afectada por asentamientos), de la profundidad de los suelos
afectados (superficiales o profundos) y del tipo de obra afectada.
A continuación de presenta un resumen del listado presentado en Houston and Houston (1989)
complementado con algunas metodologías localmente usadas:
Remoción del suelo colapsable, que suele complementarse con su reemplazo por mezclas de suelos
con mejores características de compactación. Se considera sólo para niveles superficiales.
Compactación superficial mediante rodillos u otra herramienta de compactación. Suele
complementarse con el agregado de agua y el arado de la superficie del suelo
Compactación dinámica, mediante la caída sobre la superficie del suelo de pesos del orden de
varias toneladas, liberados desde varios metros de altura. Los cráteres que se forman son rellenados
con materiales compactados.
Estabilización química o lechada, para cementar y aportar resistencia a suelos colapsables,
generalmente usando perforaciones para inyectar los agentes cementantes.
Fundaciones profundas mediante pilotes, para transferir las cargas a estratos profundos más
resistentes.
Prehumedecimiento, consistente en agregar agua al estrato colapsable antes de la construcción
mediante lagunas, trincheras o perforaciones, para que colapse bajo su propio peso o con el
agregado de alguna sobrecarga temporaria.
Vibroflotación, consistente enterrar hasta cierta profundidad (5 m) una sonda en forma de torpedo
mediante vibración e inyección de agua. Posteriormente, la sonda es removida de la misma forma a
medida que se va rellenando el pozo con material granular. El suelo es reforzado por efecto del
humedecimiento y la rigidez de las columnas granulares resultantes.
Pilotes de desplazamiento. Son pilotes de acero u hormigón hincados en el terreno, que producen la
compactación del suelo durante su colocación y que pueden ser luego extraídos y su lugar rellenado
con materiales compactados.
Voladuras profundas, normalmente combinadas con prehumedecimiento, para romper la estructura
del suelo y provocar su densificación.

51
Precauciones para evitar la infiltración, en casos de problemas superficiales. Las medias
contemplan impermeabilización de sectores sin drenaje, sistemas de evitar encharcamientos,
especialmente cerca de los cimientos, cuidados en las cañerías de circulación de fluidos, entre otras.
Control del nivel freático mediante sistemas de pozos de bombeo, que puede realizarse como
medida preventiva o correctiva.
Sistemas de fundaciones especiales adecuados para prevenir asentamientos diferenciales, como
plateas, zapatas más anchas y reforzadas, entre otras.
Humedecimiento controlado, similar al prehumedecimiento pero usada con la estructura ya
construida para corregir asentamientos diferenciales. Requiere cuidadoso control de los
asentamientos y de los volúmenes de agua agregados.
Refundaciones mediante el uso de zapatas o micropilotes, para detener asentamientos en estructuras
ya afectadas por colapso.

2° Parte
Por Caló, J., Fernández, E. y Marcos, A.

¿Cuáles son los mecanismos del colapso?

Un suelo colapsable es un suelo susceptible a grandes decrecimientos en el volumen bajo


saturación. Estos depósitos generalmente tienen una estructura de granos sueltos a menudo del
rango limo a arena fina. El colapso puede producirse por causas mecánicas, estáticas o dinámicas.
Los depósitos originados por las corrientes de lodo están compuestos por una combinación de
arenas y arcillas, que al secarse dejan pequeños vacíos. Las arcillas secas son suficientemente
firmes para mantener juntas las partículas, pero al humedecerse pierden adhesión y colapsan.
Parte del problema de los colapsables es que tienen un bajo contenido de humedad in situ.
Numerosas fuentes adicionales de humedad llevan a un incremento en el contenido de agua como
podrían ser el riego, filtraciones de canales, tuberías, piletas de natación, tanques de
almacenamiento, sistema sépticos, cambios en la superficie de drenaje del agua de lluvia y aumento
del nivel freático.
Una vez producida de depositación, se forma un suelo flojo de estructura abierta y metaestable. En
estado seco, la estructura tiene resistencia y puede soportar altas cargas. Luego de la saturación, la
acción del agua que disminuye el contacto entre los granos del suelo, las ligazones se desintegran y
se mueven las partículas, rellenando vacíos en la estructura, reduciendo el índice de vacíos y
causando que la estructura colapse. El colapso de la estructura interna ocurre cuando el esfuerzo
entre las partículas excede la fuerza de ligazón provista por los puentes ligantes.
El disparador del colapso por lo visto hasta ahora, está típicamente definido como el incremento en
la carga derivado por la acumulación de los depósitos a lo largo de un período de tiempo, o la
saturación del suelo. Otros esfuerzos dinámicos podrían ser generados por un evento como los
terremotos o por el aumento del esfuerzo causado por las operaciones de una construcción. (Holtz
and Gibbs, 1951; Jiménez Salas 1986; Souza, 1992; Feda, 1995, Derbyshire 1995; Klukanová et al.
1998; Vitton, 1997).

¿Qué suelos son susceptibles al colapso?

Los suelos colapsables se encuentran generalmente representados por distintos tipos de suelos como
el Loess, suelos residuales (lateritas), suelos salinos (yesíferos, carbonáticos), suelos orgánicos
(turba), suelos de relleno (arenas sueltas) etc.
El loess es una sedimentita homogénea, friable y porosa, sin estratificación, compuesta de una

52
fracción limo predominante con arena fina y arcilla subordinadas, pudiendo presentar carbonato de
calcio u otras sales.
Los suelos residuales están representando una muy significativa parte de los terreno para ser
tratados con la geología ingenieril, particularmente en las regiones tropicales y subtropicales. La
variedad de suelos residuales es grande y están influenciadas por el clima y la roca madre de la que
se originan. Uno de los más característicos de estos suelos, lo constituyen las lateritas.
El concepto de laterita es amplio y tiene distintas aceptaciones, pero una de las más generalizadas
sería la que lo considera como un depósito de suelo residual de las regiones tropicales y
subtropicales, poroso, blando cuando húmedo pero duro al secarse, de color rojizo o castaño, que
está constituido por una mezcla de óxidos hidratados de hierro e hidróxidos de aluminio en diversas
proporciones. Puede formarse a expensas de cualquier roca, pero a menudo proviene de la
alteración de basaltos.
Los suelos salinos son suelos que presentan contenidos de sales que pueden actuar como
cementante entre las partículas que lo constituyen manteniendo la estructura metaestable. Entre
ellos podrían mencionarse los suelos yesíferos y los carbonáticos. Los fenómenos de disolución
pueden generar cavidades que llevan al colapso (carst)
Los suelos orgánicos (turba) son depósitos de suelos con alto contenido de materia orgánica, y son
propensos a inundarse. Ello como consecuencia de que en general se encuentran cercanos a las
desembocaduras de ríos, en las bahías y en los pantanos bajos o lagunas.
Aparte de los casos ya mencionados, el fenómeno del colapso puede presentarse en otros suelos, a
veces como una característica intrínseca y otras veces solamente como una situación de
inestabilidad en circunstancias específicas.
Entre ellos se pueden mencionar los suelos por flujos de fango, por inundación y coluviales.
Están representando usualmente ejemplos típicos de suelos colapsables, pero esto no debido a la
composición específica, sino más bien al hecho de que en un cierto tiempo, ellos fueron
depositados, en condiciones sueltas y con buen drenaje.
También en algunos suelos de rellenos, la presencia de la fracción arcillosa forma agregados de
tamaño de limo y genera una estructura compleja y suelta. Los granos son unidos por puentes de
aglomerados de arcilla con cierta porosidad. Al entraran en contacto con el agua se produce la
disolución de dichas uniones, originándose el colapso.
Otro caso son las arenas “limpias” (sin o muy bajo contenido de material pelítico), que pueden
producir el colapso cuando pierden su acomodamiento original, por circunstancias como por
ejemplo vibraciones repentinas o reiteradas.

¿Cuál es la mineralogía de estos suelos?

Dado que los suelos colapsables en general están compuestos por arenas fina, limos y algo de
arcilla, en términos generales podemos decir que la mineralogía está representada
fundamentalmente por cuarzo y feldespatos (sódico y potásico), con presencia de minerales
arcillosos (smectitas, illita y caolinita). también se puede encontrar algo de carbonatos y sulfatos,
minerales de hierro y aluminio. La presencia de unos u otros será definida fundamentalmente a
partir de las rocas que da origen a estos sedimentos.
La desintegración de los feldespatos por meteorización, produce pequeñas cantidades de arcilla,
(principalmente caolinita), con algo de óxido de hierro. Los ciclos de clima seco seguidos por otros
húmedos, favorecen la concentración de los materiales finos que construyen los “puentes” entre las
partículas de estos suelos.

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¿Qué procesos se pueden asociar a los suelos colapsables?
El riesgo de los suelos residuales en las pendiente, se ve influenciado por las condiciones
hidrológicas. El colapso puede facilitarse por una fisuración, que se inicia en la parte superior del
suelo y que progresivamente se va profundizando, hasta producir un deslizamiento repentino.
Otro proceso asociado lo constituye el problema de liquefacción de los suelos. Las fuerzas no son
resistidas por la estructura del suelos, ya que son transmitidas al fluido que rellena los poros, y el
suelo sobresaturado se comporta como un líquido, a causa de lo cual se produce el colapso.
La consolidación secundaria, es a menudo interpretada como un colapso progresivo de la estructura
de muchos suelos orgánicos cohesivos. Cuando las fuerzas externas son transferidas al suelo,
pueden producirse micro fallamientos al abandonar el agua los poros, que ocasiona con el tiempo la
pérdida de volumen y el colapso del suelo.( Jiménez Salas 1986; McClellan, 1997)

¿Cómo se mapean los suelos colapsables?

Las técnicas de evaluación del terreno se basan en el reconocimiento, interpretación y análisis de las
formas del relieve, que son los procesos naturales reflejados en los materiales de la superficie
terrestre y consecuentemente pueden reflejar las condiciones de esos materiales. Ofrecen la
zonificación jerárquica del ambiente para evaluar las propiedades de los materiales encontrados en
la zona.(Caló et al, 1995, 1997a,b, 1998; Cendrero, 1975, 1987; Cendrero y Díaz de Terán, 1987;
Cripps, 1978; Gartner, 1980; Jacobson, 1978; Oliveira y Lollo, 2002; entre otros).
Teniendo en cuenta el nivel general de evaluación, así como la necesidad de llevar a cabo el trabajo
en un plazo razonable y a un costo reducido, en primer término se puede elaborar una cartografía
geocientífica básica a macro escala 1:200.000 a 1:100.000, definiendo las unidades ambientales
físicas del área de estudio en base a la adquisición de información preexistente geológica-
geotécnica del área de estudio, incluyendo datos de sensores remotos, foto mosaicos, mapa
topográfico regional, mapas de trabajos previos de exploración geotécnica. La base cartográfica
reflejará los parámetros que caracterizan el medio: relieve, pendientes, litología, procesos activos,
hidrología e hidrografía, frecuencia y pendiente de los cauces, tipos de suelos, cobertura vegetal,
principales propiedades físicas del suelo y del substrato.
Posteriormente, se realiza una cartografía interpretativa, a escala 1:100.000 a 1:20.000, reflejando
las evaluaciones y análisis de la zonificación obtenida representándose cualidades o variables
significativas del terreno y sintetizando los riesgos geológicos.
Finalmente, para el trabajo local se confeccionan los mapas de síntesis, a escala micro desde
1:25.000 a mayores, donde se incluyen estudios de evaluación del terreno para el análisis de riesgo
de estabilidad del terreno, en base la información brindada por los otros mapas y al muestreo y
ensayos de laboratorio.

¿Cuál es la distribución de los suelos colapsables en la Argentina?

Según Díaz Saravia (1986), una probable distribución de los suelos colapsables en la Republica
Argentina, se representa en el mapa de la Figura 5. Sin embargo las características litológicas y a las
condiciones en las que se depositan estos suelos, implica que localmente los mismos pueden ser
localizados en otras áreas no indicadas en la figura.

54
Figura 5: Probable zona de localización de suelos colapsables.

Trabajos citados en el texto

BASMA, A.A., and. E.R. TUNCER, 1992. Evaluation and control of collapsible soils. J. Geotech.
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57
METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS

RIESGOS GEOLÓGICO-AMBIENTALES POR SUELOS COLAPSABLES EN LA CIUDAD


DE BAHÍA BLANCA, ARGENTINA.

Por Caló, J., Fernández, E., Marcos, A.y Aldacour, H.


Área de estudio

En la bahía Blanca, accidente geográfico ubicado en el sudoeste de la Provincia de Buenos Aires,


República Argentina, se encuentra la ciudad homónima ubicada en las coordenadas geográficas 38°
44’ de latitud sur y 62° 16’ de longitud oeste (Figura 1). La ciudad se asienta sobre un cono aluvial y
una antigua llanura de marea emergida y se extiende hasta una peniplanicie pedemontana que
corona la bahía hacia el norte. Esta peniplanicie constituye la transición entre el sistema Paleozoico
de las Sierras Australes a 70 km al norte de la ciudad y la bahía Blanca al sur, conformada por un
sistema complejo de bahía-estuario constituido por canales de marea atribuidos a un paleodelta.

Figura 1: Ubicación de la ciudad de Bahía Blanca y área de estudio.

El paisaje de la región es el resultado de una evolución morfológica que se inicia hacia el Pleistoceno
medio a superior, como consecuencia de cambios climáticos y variados procesos intervinientes. Entre
las geoformas presentes de origen continental están la peniplanicie atravesada por los valles aluviales,

58
los conos aluviales originados por acción fluvial que son los más antiguos y más amplios en superficie,
y los conos coluviales originados por remoción en masa que se encuentran en la zona este del área.
Entre las de origen marino se encuentran la llanura de marea superior (emergida) y la e inferior (activa)
con la presencia de cordones litorales, la llanura de inundación con los canales de marea, entre los
cuales está el canal principal, siendo éste la vía de acceso a los puertos de Bahía Blanca. (Figura 2). Un
esquema del modelo estratigráfico general para la región se presenta en la Tabla 1.

Figura 2: Modelo digital tridimensional del área de Bahía Blanca.

FORMACIONES GEOLÓGICAS
CONTINENTALES MARINAS Edad
Fm. La Vitícola Holoceno tardío
Planicies de arena y dunas
Fm. Bahía Blanca Holoceno tardío
Abanicos aluviales y coluviales
Fm. Luján Fm. Maldonado Pleistoceno tardío-Holoceno
Depósitos de valles aluviales Depósitos de llanura de marea
Fm. Chasicó Mioceno tardío-Plioceno
Limolitas

Tabla 1: Esquema del modelo estratigráfico general para la región de Bahía Blanca.

El clima de la ciudad se caracteriza por ser templado con una estación seca. Los vientos predominantes
son del cuadrante N y NO, alternados periódicamente con vientos de otras direcciones. El promedio
anual de precipitaciones de los últimos 10 años de 586 mm La primavera y el otoño son épocas
lluviosas con 153.4 y 201.1 mm respectivamente. Del análisis de las condiciones pluviométricas en la
región, desde los primeros registros disponibles (1860) hasta mediados de la década del noventa del

59
siglo pasado, puede observarse que existe una tendencia a un mayor promedio anual en las
precipitaciones (Caló et al, 1996). Los diagramas climáticos de Peltier caracterizan al área como de una
región semiárida con pasaje a una de sabana. Además, no son raras las ocasiones en que se registran
lluvias de 60 mm o más en pocas horas (Sequeira, 1996; Caló et al, 1997; Fernández et al, 2002).
La base geohidrológica de la región está constituida por la Fm. Pampiano. La zona alta (peniplanicie)
constituye el área de recarga y la vecina al mar la de descarga. La dirección principal de escurrimiento
es del noroeste al sudeste. Se diferencian tres acuíferos a distintas profundidades, de los cueles el más
profundo (artesiano) se encuentra a 650-1200 m y el más superficial (freático) varía entre 1 m a 25 m
de profundidad.
La vegetación natural es escasa de tipo monte xerófilo en la parte alta, y de tipo arbustos halófilos en la
parte baja, con forestaciones antrópicas de especies mayormente exóticas.
El núcleo fundacional de la ciudad se ubicó sobre el cono aluvial del Napostá Grande en inmediaciones
de la cota de 20 m. En su expansión, la ciudad fue ocupando zonas morfológicamente diferentes tales
como el aluvio-coluvio, la peniplanicie y la llanura de marea emergida.
Las distintas características geotécnicas de los sedimentos asociados a las mencionadas geoformas trae
aparejado problemas en la urbanización, tales como deterioro de viviendas y daños a las obras de
infraestructura. Estos problemas de índole geotécnico se manifestaron en la zona de la llanura de marea
emergida por la presencia de suelos expansivos, y en la del complejo aluvio-coluvio con suelos
colapsables. En esta última se presentan además problemas ambientales asociados a procesos
sedimentarios tales como aluviones, que acarrean materiales groseros y producen inundaciones
efímeras en las zonas bajas.

Identificación, caracterización y localización de los suelos colapsables

La expansión de la ciudad, como consecuencia del incremento poblacional, con la ocupación de


terrenos con características distintas a los primitivos, se vio acompañada por patologías en las
viviendas debido a fallas de fundación y derrumbes en zanjas realizadas para obras de servicios. Por
ello se han realizado estudios tendientes a conocer las causas de estos problemas e identificar en el
plano de la ciudad los sectores que podrían presentar los mismos inconvenientes.
Para la construcción de un mapa geológico ingenieril, es necesario adquirir información de las
propiedades de los materiales terrestres incluyendo atributos de suelos, geología, hidrogeología,
hidrografía y topografía. La misma es adquirida con la investigación de campo la cual dependerá de
la cantidad y calidad de los datos obtenidos. Estos estudios insumen gran cantidad de tiempo y en
consecuencia el costo de los mismos es elevado. Es por ello que se propuso una metodología que
permite obtener resultados equivalentes utilizando información preexistente compilada en una base
de datos y procesada mediante un Sistema de Información Geográfica, resultando en la construcción
de mapas temáticos (Figura 3) referentes a geología, geomorfología, hidrogeología, topografía,
estratigrafía, edafología, y otros aspectos que puedan ser de utilidad en la elaboración de la
información, como por ejemplo los ensayos normalizados de penetración (Tabla 2), de utilidad para
la proyección de las fundaciones en la construcción de viviendas.
Si bien en la zona en cuestión se conocen antecedentes de mapas de planificación, estos se refieren
a la parte ambiental (Caló et al. 1993), no encontrándose en la bibliografía mapas del estilo
propuesto.
La idea de realizar mapas temáticos de características geotécnicas como ayuda a la planificación
urbana surge de la asociación del conocimiento de las formaciones geológicas superficiales y
subsuperficiales y su capacidad soporte (Caló et al, 1997), que permite establecer cual es el valor
soporte de un suelo, una vez que se identifica una formación determinada.

60
Figura 3: Unidades geológico ambientales de la ciudad de Bahía Blanca

Unidad Geológico Resistencia a la


Formación Litología
Ambiental penetración (SPT)
Peniplanicie Pampiano Limos loessoides con > 40 golpes (20)
depósitos de calcreto
(“tosca”)
Aluvio Bahía Blanca Arenas, limos gravas y 30-50 golpes (20)
toscas recementadas
Aluvio-Coluvio Bahía Blanca Rodados de tosca 20-30 golpes (10)
recementados, tosca
neógena, arenas, limos y
limos y arenas eólicas
Llano de marea Maldonado Arenas, arcillas con 0-15 golpes a <10 m
smectitas y limos de profundidad
albuferas y lagunas costeras 20-35 golpes a >10 m
profundidad

Tabla 2: Relación entre Unidades geológica, formaciones, litología y valores promedio de ensayos
normalizados de penetración (SPT). Los valores entre paréntesis son frecuentes en ciertas zonas.

61
Inicialmente se realiza un mapa semafórico (Caló et al, 1998) que establece zonas aptas, no aptas y
de cuidado, y cuya utilidad preliminar se juzga importante (Figura 4).

Figura 4: Mapa estilo semafórico para fundaciones en la ciudad de Bahía Blanca.

En una etapa posterior de la planificación se considera que la información debería ser más
discriminada, ya que una zona indicada como no apta en general, no necesariamente implica que no
se pueda construir en ella cierto tipo de estructura. Es por ello que se continuó elaborando el
concepto aumentando paulatinamente el nivel de información en cada sector individualizado,
generándose un mapa de unidades homogéneas (UH).(Caló et al, 1999).
Estas unidades (Figura 5, Tabla 3) surgieron a partir de la superposición de los mapas temáticos de
topografía, geomorfología, litología, formaciones superficiales, suelo agronómico, niveles del agua
subterráneas, hidrografía y características geotécnicas de los suelos. En base a este mapa y a la
investigación elemental de cimentaciones es que se propone la creación de un nuevo mapa temático,
donde además de toda la información que se puede extraer de un sitio puntual, rápidamente pueda

62
identificarse un tipo de cimentación de acuerdo a las tipologías edilicias en cuestión (Caló et al,
2000).
La información brindada por esos mapas permitió detectar la presencia de suelos susceptibles de
colapso en la unidad morfológica del Aluvio-Coluvio. Del mapa de unidades homogéneas se puede
establecer que dicha unidad está caracterizada por pendientes pronunciadas que van desde los 10-40
m hasta aproximadamente los 70 m sobre el nivel del mar.

Figura 5: Mapa de Unidades Homogéneas (UH).

El nivel freático se encuentra entre los 4 y los 10 m. Estos suelos corresponden a la formación
Bahía Blanca Coluvial, cuya potencia varía entre 2 y 10m y está constituida por rodados de tosca
recementado, tosca neógena, arenas, limos y arenas eólicas. Se encuentran arenas finas pardo claras
con abundante matriz arcillosa. que hacia la base están sueltas y abundan clastos de toscas
angulosos a subangulosos de tamaño variado hasta bloques de más de 25 cm de diámetro
identificables con la tosca de la planicie pedemontana. Hacia arriba aumenta la granometría hasta
arenas medianas y aparece carbonato como cemento, con paso gradual desde arenisca con cemento
calcáreo hasta un verdadero banco de tosca (tosca neógena).
El sistema de drenaje natural del área muestra dos tipologías, una de ramificaciones irregulares en
cualquier dirección y formando ángulos variables que define un diseño dendrítico y otra en la cual los
cursos se dividen en numerosos cauces distributarios subparalelos a anastomosados (Figura 6). El
primero se encuentra representado principalmente entre las cotas de 35 y 60 m. El segundo diseño

63
parte del canal de descarga o escurrimiento (torrentera) del avenamiento dendrítico y se desarrolla
entre los 20 y 35 m pasando al nivel de base, que en algunos casos es el cauce del arroyo Napostá y en
otros se pierde en la llanura aluvial o en la costera. Los canales del mismo se encuentran rellenados
naturalmente por sedimentos aluvio-coluviales y limos y arenas eólicas sin consolidar, con espesores
variables. Actualmente la red de drenaje natural ha sido obliterada por la urbanización en la mayor
parte del área investigada. Las calles se han convertido en una nueva red hidrográfica de evacuación de
la escorrentía de las aguas de lluvia de la zona superior.

Potencia Formación Topografía Acuífero Valores


UH Geoforma Formación Pendiente Suelo
(m) Subyacente (msnm) (Prof. m) Spt
1 Canal - - - - - - - -
2 LLi Maldonado 3-8 Pampiano -5 a 0 Muy baja <4 < 20 26a
3 LLMi Maldonado 3-8 Pampiano 0a5 Muy baja <4 < 20 26a
4 LLMs Maldonado 3-8 Pampiano 5 a 10 Muy baja <4 < 20 26c
5 LL A1 B.Blanca 2 - 10 Pampiano 10 a 20 Baja 4 a 10 30 a 50 3a
6 Cono-Al B.Blanca 2 - 10 Pampiano 20 a 30 Baja 4 a 10 30 a 40 3a
7 Al-Col B.Blanca 2 - 10 Pampiano 10 a 60 Media-Alta 4 a 10 20 a 30 12a
8 Al-Col B.Blanca 2 - 10 Pampiano 20 a 60 Media-Alta 4 a 10 20 a 30 3a
9 Al-Col B.Blanca 2 - 10 Pampiano 30 a 60 Media 4 a 10 20 a 30 3a
10 Al-Col B.Blanca 2 - 10 Pampiano 40 a 60 Media 4 a 10 20 a 30 3a
11 Al-Col B.Blanca 2 - 10 Pampiano 50 a 70 Media 4 a 10 20 a 30 3a
12 Planicie Pampiano 10 - 150 Chasicó > 70 Muy baja- Baja 10 a 17 20 a 50 3a
13 Val Luján 1-4 Pampiano > de 50 Media-Baja 2 a 10 20 a 30 3a
14 Val Luján 1-4 Pampiano 30 a 50 Baja 2 a 10 20 a 30 3a
15 Val Luján 1-4 Pampiano 10 a 30 Baja- Muy baja 2 a 10 20 a 30 3a
16 Val Luján 1-4 Pampiano < 10 Muy baja <4 20 a 30 26ac

Referencias: UH: unidades homogéneas, Lli: llanura de inundación, LLMi: llanura de marea emergida
inferior, LLMs: llanura de marea emergida superior, LL Al: llanura aluvial, Cono-Al: cono aluvial, Al-Col:
aluvio- coluvio, Val: valle.

Tabla 3: Elementos que definen las Unidades Homogéneas (UH).

La información sobre los ensayos normalizados de penetración da valores que oscilan entre 20 y 30
golpes, aunque hay variaciones laterales en distancias cortas con valores cercanos a 10 golpes o
menos (hasta los 3 o 4 m de profundidad), lo que representa valores de densidad muy suelta a suelta
que corresponden a pesos específicos menores de 14 kN/m3.
Como consecuencia de la presencia de los suelos colapsables se producen problemas en las
viviendas construidas en el sector y en la construcción de obras de infraestructura.
En un estudio realizado en una escuela se observó la presencia de una grieta horizontal con una
abertura de 1cm en la base de las paredes, como consecuencia del descalce de los cimientos y que se
habría agravado con motivo de las vibraciones producidas por la obra de excavación de la zanja para el
desagote pluvial urbano, que corre a lo largo de la calle a la cual da la pared. El piso de dicha zanja
estaba cubierto por agua, por lo cual el nivel freático en ese momento, estaba aproximadamente a 2,20
m de profundidad. También se produjeron agrietamientos en las paredes perpendiculares a la anterior.
Anteriormente se había registrado dentro del mismo edificio otro episodio debido a la rotura de
cañerías de aguas servidas, que produjo un asentamiento que afectó a un antiguo pozo ciego sito en el
patio de la escuela generando hundimientos y abombamientos de los pisos.
Los cimientos de parte del edificio de la escuela han sufrido un asentamiento importante por hallarse
fundados, según los estudios de suelos y antecedentes, en sedimentos poco compactados y de desigual
espesor. Probablemente esos suelos han sufrido episodios de saturación con aguas subterráneas, ya se
natural o incorporada, y posteriormente pudieron haber experimentado un nuevo arreglo de su
estructura, a causa de las vibraciones producidas por la obra cercana.
Según los mapas temáticos la escuela esta posicionada en un antiguo cauce de la red de drenaje natural.
El estudio de otros asentamientos diferenciales y agrietamientos en viviendas y derrumbes en

64
trincheras para obras de servicios del sector, dio como resultado que las mismas también estaban
localizadas sobre la antigua red de drenaje hoy en día obliterada por la urbanización. Es por ello que se
puede establecer que los suelos de los distributarios, cauces secundarios o torrenteras en el mismo, son
el factor principal de la problemática.
En el caso particular de Bahía Blanca se puede establecer que los materiales aluvio-coluviales están
representando suelos colapsables, no sólo por su composición especifica, sino también por el hecho de
que en un cierto tiempo fueron depositados, en condición suelta aunque con buen drenaje.
Posteriormente quedan protegidos de la saturación por el agua. También es el caso para aquellos
sedimentos de origen eólico depositados en los cauces. De acuerdo a los ensayos geotécnicos
existentes en la zona puede inferirse que los suelos de fundación hasta profundidades de 3 o 4 metros
son de mala calidad y por lo tanto, las fundaciones someras para estructuras livianas deben ser
diseñadas con extremo cuidado para adecuarse, además de los otros factores, a las capacidades
portantes de estos terrenos. Además, debe tomarse en consideración las variaciones laterales en la
constitución de los suelos que puedan presentarse a distancias reducidas. Es recomendable considerar
lo expuesto en el punto de mitigación de suelos colapsables.

65
Figura 6: Mapa geoambiental de un sector del complejo aluvio-coluvio.

66
CONCLUSIONES

De la caracterización de los suelos del sector del aluvio-coluvio de la zona de Bahía Blanca y de
acuerdo a la literatura clásica, se puede establecer la presencia de suelos susceptibles de colapso,
considerando que se trata de suelos loessoides, con minerales arcillosos y niveles cementados por
carbonato de calcio. Además se debe tener en cuenta que el empaquetamiento de los mismos
aparece como débil, fundamentalmente en los rellenos de los cauces o torrenteras.
El trabajo desarrollado nos ha permitido establecer dentro del área urbana y suburbana de la ciudad
de Bahía Blanca, la presencia de una zona de riesgos potenciales, asociada a la zona del aluvio-
coluvio, donde la geomorfología de la antigua red de drenaje en la que se acumularon sedimentos
principalmente eólicos sueltos, ha sido el origen de suelos colapsables de espesores variados tanto
en profundidad como lateralmente. La estructura de estos sedimentos es alterada por las variaciones
de humedad del suelo y los cambios de profundidad del nivel freático, estos factores condicionados
por variabilidad climática (épocas lluviosas y secas), típica de la zona. Otro factor de alteración está
dado por la carga que ejerce la edificación.
En la zona de estudio, la uniformidad de los sedimentos loessoides se ve truncada por efecto de cauces
que forman cárcavas, torrenteras y distributarios que en la actualidad se hallan cubiertos por materiales
de relleno naturales o artificiales con desigualdad de espesores y de densidades de compactación. En
gran parte la urbanización ha cambiado la morfología natural del drenaje.
La división en unidades ambientales y la cartografía temática junto con la investigación de campo y
ensayos geotécnicos permitió definir las características del complejo aluvio-coluvio, y relacionar los
daños edilicios y los derrumbes de trincheras para obras de servicios, a un rasgo ambiental particular
del complejo, que es la combinación de las características del tipo de suelos y del modo en el cual se
depositaron. Estos son los suelos colapsables característicos de Bahía Blanca y que son el factor
principal de la problemática.
La mayoría de las casas con patologías y los derrumbes en las zanjas de obras de infraestructura, se
encuentran posicionados en cercanías o sobre los cauces de la antigua red de drenaje natural. La forma
en que los materiales se depositaron en los mismos, es un valor agregado a la problemática del tipo de
suelos colapsables.
Técnicamente las fundaciones se realizan a la menor profundidad posible compatible con la
compacidad, estabilidad y capacidad portante del terreno y con la seguridad de que los efectos
exteriores (lluvias, heladas, etc.) no van a actuar sobre ellas. De acuerdo a los ensayos geotécnicos
existentes en la zona puede inferirse que los suelos de fundación hasta profundidades de 3 o 4 metros
son de mala calidad y por lo tanto, las fundaciones someras para estructuras livianas deben ser
diseñadas con extremo cuidado para adecuarse, además de los otros factores, a las capacidades
portantes y de asentamientos de estos terrenos.

SUGERENCIAS

Esto demuestra la necesidad de establecer un monitoreo de las condiciones climáticas y del nivel
freático en aquellas localidades cuya sedimentología adelanta la presencia de suelos colapsables.
También es necesario controlar el desarrollo urbano y la acción del hombre para evitar que se
modifique el ciclo del agua de la freática.
El conocimiento de los sedimentos recientes que cubren el área y de los procesos sedimentarios
actuales es importante para la planificación urbana. Permite resolver aquellos problemas, sobre todo
de índole social y económica, que resultan de los riesgos ambientales potenciales que se agudizan
en condiciones de No prevención, ya sea por No predicción o por No adopción de medidas. Los
costos de la prevención serán siempre menores que aquellas pérdidas que se originen cuando los
riesgos potenciales se transforman en catástrofes.

67
Trabajos citados en el texto

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Argentina. In: Engineering Geology. Moore, D.P. and Hungr, O., Editors. Proceedings, 8th
International Congress of the International Association of Engineering Geology, Volumen IV,
p.2711-2716. Vancouver, Canadá.
CALÓ, J., E. FERNÁNDEZ, A. MARCOS, H. ALDACOUR, 2000. Mapas temáticos de la ciudad
de Bahía Blanca y problemas edilicios asociados. Revista de Geología Aplicada a la Ingeniería
y al Ambiente. Publicación oficial de la ASAGAI. Número 15, p. 30-40.
FERNÁNDEZ E., A. MARCOS, J. CALÓ, H. ALDACOUR, 2002. Efectos ambientales de
procesos sedimentarios desencadenados por fuertes lluvias en la ciudad de Bahía Blanca,
provincia de Buenos Aires. Res. CD XIII Reunión de Campo de Geología del Cuaternario, III
Taller de Sedimentología y Medio Ambiente. La Plata, Argentina. p. 12
SEQUEIRA, M.E.1996. Análisis de frecuencia de la máxima precipitación diaria anual y
determinación de los hietogramas de diseño para dos localidades del sudoeste bonaerense: Bahía
Blanca y Pigüé. Informe final del PGINC (CU-0101/94): “Análisis de la precipitación y
determinación de las relaciones intensidad, duración y frecuencia para dos localidades del sudoeste
bonaerense: Bahía Blanca y Pigüé”. Universidad Nacional del Sur, Departamento de Ingeniería.
Bahía Blanca, Argentina. 17p.

CONSTRUCCIÓN DEL MAPA DE RIESGO POR COLAPSO DE LA CIUDAD DE RÍO


CUARTO USANDO LA TECNOLOGÍA DE LOS SIG.
Algunas notas sobre el Modelo Conceptual, aspectos geoambientales y procedimentales.

Por Campanella, O., Origlia, H. D., Maldonado, G. y Uva, M.

RESUMEN

Se presentan los aspectos más relevantes del desarrollo de un SIG (Sistema de Información
Geográfica) para la construcción de la carta de riesgo por colapso de la ciudad de Río Cuarto,
Córdoba, Argentina. La escala de trabajo es 1:10.000, la unidad de mapeo es la manzana y la
profundiad de estudio es 4 metros. Se construyó un modelo conceptual para la evaluación del riesgo
por colapso que considera al mismo como el resultado del producto de la amenaza de colapso por la
vulnerabilidad al colapso. La amenaza de colapso se determina usando las variables tipo
geomecánico del suelo, profundidad crítica del nivel freático y distancia a las calles de tierra. La
vulnerabilidad se determina usando las variables densidad fundaria y calidad de vivienda. Se
construyó una base de datos geotécnica para la ciudad de Río Cuarto de acuerdo a la teoría de base
de datos relacionales en ambiente ACCESS. La plataforma para el desarrollo del SIG es la

68
aplicación ArcView.
A cada sondeo, cargado como entidad puntual en el SIG, le fue asignado un coeficiente por colapso
por tipo geomecánico del suelo. La interpolación y extrapolación, usando el método de Voronoi, se
limitó a los límites de las unidades geomorfológicas continentes del sondeo.
La metodología aquí propuesta se presenta como un alternativa interesante para construir cartas de
riesgo por colapso optimizando los costos debido al uso de información generalmente ya disponible.

1. INTRODUCCIÓN

El presente trabajo es un avance del estado actual del proyecto de investigación “CARTOGRAFÍA
GEOTÉCNICA DE LA CIUDAD DE RÍO CUARTO. Fase II: Determinación del riesgo por
colapso.” cuyos objetivos son: construir la carta de amenaza de colapso; la carta de vulnerabilidad
al colapso y la carta de riesgo por colapso.
En los últimos cinco años la zona de la ciudad de Río Cuarto ha experimentado un aumento en los
registros pluviométricos que, vinculado a la eficaz infiltración, ha llevado a un aumento
considerable en el nivel freático de la región (Blarasín y Cabrera 1998). En la ciudad (Figura 1), de
fuerte crecimiento urbano en las últimas décadas, se han registrado numerosos problemas de
asentamientos de obras civiles que han provocado daños de diversa magnitud especialmente en
viviendas con sistemas de fundación superficial (Gómez 2000). El material geológico sobre el que
se asientan las obras dañadas pertenece a dos asociaciones geomorfológicas bien marcadas: planicie
eólica y faja fluvial (Vendramini y Origlia, 1995). El mecanismo natural más frecuente de pérdida
de condiciones originales del suelo, y que tiene lugar en el sector, es el colapso geomecánico,
intensificado por vibraciones causadas por tránsito pesado.
La tecnología de los SIG (Sistemas de Información Geográfica) resulta de gran utilidad en el
estudio de los factores que afectan el comportamiento del medio físico, permitiendo la
implementación de modelos conceptuales, su aplicación y la optimización de los mismos mediante
el análisis de sensibilidad, de fácil instrumentación en los SIG.
Los objetivos de este trabajo son presentar: el estado actual del modelo conceptual desarrollado; las
características de la recopilación de datos geoambientales necesarios y los aspectos más relevantes
de la implementación en el SIG.

2. MODELO CONCEPTUAL

Para la determinación del riesgo por colapso se ha recurrido al concepto propuesto por Panizza
(1993), quien define al Riesgo Ambiental como: “la probabilidad de que las consecuencias
económicas y sociales de un fenómeno peligroso pueda exceder determinado umbral. Por tanto, el
riesgo ambiental es igual al producto del peligro ambiental multiplicado por la vulnerabilidad de un
área”. Para este caso en particular, se ha definido el riesgo por colapso de la siguiente manera:

Riesgo por colapso = amenaza de colapso x vulnerabilidad al colapso.

La amenaza de colapso se entiende como la probabilidad de que el fenómeno de colapso


ocurra en un área determinada con una magnitud que supere un determinado umbral, y la
vulnerabilidad al colapso se entiende como la susceptibilidad de las personas o bienes a ser
afectados negativamente por la ocurrencia del fenómeno de colapso.

69
U B I CA CI ÓN DE L
Á R E A DE E ST U DI O
70°W 60°W

2 5 °S

CIU D A D D E R IO CU A R T O

3 5 °S

45°S

55°S

Figura 1: Mapa de ubicación.

En la evaluación de la Amenaza se han considerado:


• El tipo geomecánico de suelo,
• La profundidad del nivel freático,
• La distancia a las calles de tierra.
Para la evaluación de la Vulnerabilidad se han considerado:
• La densidad fundaria y
• El tipo de fundación de las unidades habitacionales, según el tipo de paredes,
pisos y techo que la componen.
A todas estas variables les han sido asignados coeficientes continuos entre 0 y 1 donde el valor 1
(uno) corresponde a la situación más desfavorable y el valor 0 (cero) corresponde a una amenaza o
vulnerabilidad nula.

2.1 Evaluación de la Amenaza

2.1.1 Tipo geomecánico de suelo

Teniendo en cuenta el objetivo final de construir un mapa de riesgo por colapso a escala 1:10.000,
debido a la escasez de datos disponibles de ensayos de colapsibilidad, y en un intento de minimizar

70
la ejecución de éstos, se decidió: (a) usar en la etapa preliminar, solamente la clasificación unificada
transformándola en un coeficiente estimado de colapsibilidad (Tabla 1). La asignación de
coeficientes de colapsibilidad para cada tipo geomecánico existente en la base de datos fue realizada
con base en la experiencia de los autores y análisis de abundante antecedentes (Jimenez Salas y
Justo Alpañez, 1986; Moll y Reginatto, 1972; Rocca y Goio, 2002); (b) adoptar para toda la
profundidad de estudio (-4m) el valor de coeficiente más desfavorable encontrado en el sondeo,
asumiendo que
NOMLIT COECOL
CH 0.4
CL 0.9
MH 0.9
ML 1
SM 0.6
SC 0.5
SP 0
SW 0
GC 0.2
GM 0.3
GP 0
GW 0
CL ML 0.7
SC GC 0
SM ML 0.9
SM CL 0
SM SC 0
SP SM 0
GP GM 0
TOSCA 0
ROCA 0
Z 0

Tabla 1: Tipo Geomecánico de suelo y el coeficiente por colapsibilidad asignado.

la existencia de al menos un nivel colapsable de un metro o más de potencia provocará problemas


en las obras civiles. Dado que en la mayoría de los ensayos de colapsibilidad disponibles para el
área de estudio se han medido asentamientos del 3% mediante el método de especimen único con
saturación a 30 Kpa el coeficiente de colapso es el 3 % para el tipo de suelo predominante en el
área. Para una potencia de un metro esto significaría una deformación de 3 cm, que claramente
provocaría problemas en las construcciones.

2.1.2 Profundidad del nivel freático

Debido a que el fenómeno de colapso más frecuentemente observado en el área de estudio es la


hidrocompactación (Vendramini y Origlia, 1995), se ha considerado necesario incluir a la
profundidad del nivel freático como una de las variables que definen la amenaza por colapso. De
esta manera se asignaron coeficientes por profundidad del nivel freático según la Tabla 2.

71
Profundidad del Coeficiente
Nivel freático [m] []
0,00 a - 0.50 1.00
-0,50 a - 1.00 0.95
-1.00 a - 2.00 0.90
-2.00 a - 5.00 0.80
-5.00 a -10.00 0.70
Menor a –10 0.50

Tabla 2: Intervalo de profundidad del nivel freático y el coeficiente por colapsibilidad asignado.

2.1.3 Distancia a las calles de tierra

Esta variable es tenida en cuenta debido a la excitación microsísmica provocado por el tránsito de
vehículos de mediano y gran porte en calles de tierra en mal estado que favorece el proceso de
colapso. Se han considerado tres rangos de distancia según se muestra en la Tabla 3.

Distancia a las Coeficiente


calles de tierra [m] []
0 a 15 1,0
15 a 30 0,9
Más de 30 0,8

Tabla 3: Intervalo de distancia a las calles de tierra y el coeficiente por colapsibilidad asignado.

El coeficiente de amenaza por colapso se obtiene por el producto simple de los coeficientes de
amenaza por colapso de tipo geomecánico de suelo, profundidad de la freática y distancia a las
calles de tierra.

2.2 Evaluación de la vulnerabilidad

2.2.1 Densidad fundaria

La densidad fundaria fue calculada como el número de unidades habitacionales (UH) por hectárea,
tomando como unidad de mapeo a la manzana catastral (Campanella et. al, 2001). El número de UH
por unidad de mapeo ha sido extraído del Censo de Población y Vivienda elaborado por el Gobierno
de la Ciudad de Río Cuarto en el año 2001.
Esta variable ha sido considerada puesto que se estima que a mayor densidad fundaria, mayor es la
vulnerabilidad, es decir, que la vulnerabilidad es proporcional a la densidad fundaria. De esta
manera ésta última se convirtió a coeficiente según la siguiente función logarítmica:
Y = log10 (densidad fundaria) + 1
Y luego llevada a valores de 0 a 1 según:
Coeficiente por densidad fundaria = y/ymáx

Se decidió utilizar una transformación logarítmica debido a la distribución exponencial negativa de


la densidad fundaria. Esto es, hay abundantes casos donde los valores de densidad son bajos,
mientras que son escasas las manzanas que cuentan con valores extremos de densidad. Así, con la
asignación logarítmica del coeficiente se ponderan mejor las densidades bajas e intermedias que son
las más abundantes.

72
2.2.2 Calidad de la vivienda

La calidad de la vivienda es tenida en cuenta en el cálculo de la vulnerabilidad pues define la


potencialidad de los daños ocurridos a las obras civiles. Se asignaron los coeficientes a partir de los
datos sobre tipo de paredes, piso y techo que constituyen las viviendas. Estos datos están contenidos
en el Censo de Población y Vivienda elaborado por el Gobierno de la Ciudad de Río Cuarto en el
año 2001. (Tablas 4-5-6 respectivamente).

Material de Paredes exteriores [] Coeficiente []


Adobe 1
Ladrillo, piedra, bloque, hormigón 0,9
Chapa de metal, madera, fibrocemento, cartón 0,8

Tabla 4: Tipo de material de paredes exteriores y asignación de coeficientes.

Se consideró al adobe como material más desfavorable dado que la debilidad de las construcciones
de este material hace que sean rápidamente afectadas con bajas deformaciones en el terreno.
Para la chapa de metal, la madera, el cartón y el fibrocemento se ha considerado que son menos
afectados por las deformaciones del terreno.

Material de los pisos [] Coeficiente []


Cerámica, baldosas, mosaico, madera 1
Cemento, ladrillo fijo 0,8
Tierra, ladrillo suelto 0,5

Tabla 5: Tipo de material de pisos y asignación de coeficientes.

Debido al bajo peso que aportan sobre el suelo de fundación, los coeficientes de vulnerabilidad se
asignaron de acuerdo al valor económico que significa su reconstrucción.

Material de la cubierta exterior del techo[] Coeficiente []


Cemento, tejas, baldosa, membrana 1
Chapa metálica y fibrocemento o plástico, 0,5
chapa de cartón, caña, tabla, paja con barro.

Tabla 6: Tipo de material de la cubierta exterior del techo y asignación de coeficientes.

Se consideró el mayor peso que aportan las estructuras y los costos de reparación como el factor
más importante en la asignación de coeficientes.
El coeficiente de vulnerabilidad por calidad de vivienda se obtiene por el producto simple de los
coeficientes de vulnerabilidad por calidad de material de paredes, piso y techo. Este producto se
realiza en el lote que es la unidad de mapeo que es el censo. Luego se generaliza asignándole a la
unidad de mapeo del proyecto (la manzana) el promedio del coeficiente de los lotes.
El coeficiente por vulnerabilidad total se obtiene por el producto simple del coeficiente de
vulnerabilidad de colapso por densidad fundaria y calidad de vivienda.

2.3 Evaluación del Riesgo por colapso

El coeficiente de riesgo por colapso se obtiene por el producto simple del coeficiente de amenaza de
colapso por el coeficiente de vulnerabilidad al colapso. La Figura 2 muestra el modelo conceptual

73
desarrollado hasta el momento.

MODELO CONCEPTUAL PARA LA EVALUACIÓN DEL RIESGO POR COLAPSO


MATERIAL COEF
CH 0.4 MATERIAL COEF MATERIAL COEF MATERIAL COEF
CL 0.9 Cemento,
Adobe 1.00 Cerámica,
MH 0.9 tejas,
Ladrillo baldosa,
ML 1.0 baldosa,
Piedra mosaico,
SM 0.6 membrana. 1.00
Bloque madera. 1.00
SC 0.5 Chapa
Hormigón 0.90 Cemento,
SP 0.0 metálica,
Chapa Metal, ladrillo
SW 0.0 fibrocemento
madera, fijo. 0.80
GM 0.3 plástico, La asignación de
fibrocemento, Tierra,
GC 0.2 cartón,
cartón 0.80 ladrillo coeficientes por
GP 0.0 caña,
GW 0.0 TIPO suelto 0.50 densidad fundaria
SUELO tabla, se explica en el texto
CL ML 0.7 paja o barro 0.50
SM CL 0.0
SM ML 0.9 TIPO DE TIPO DE TIPO DE DENSIDAD
SC GC 0.0 PARED PISO TECHO FUNDARIA
SM SC 0.0
SP SM 0.0 ASIGNACIÓN
GP GM 0.0 DEL MENOS
ROCA 0.0 FAVORABLE
TOSCA 0.0 PRODUCTO RECLASIFICACIÓN

PROFUNDIDAD DISTANCIA A
FREÁTICA CALLES DE TIERRA
PROFUNDIDAD COEF DISTANCIA COEF
0.00 a -0,50m = 1,00 0 a 15 m = 1,0
-0,51 a -1,00m = 0,95 16 a 30 m = 0,9 PRODUCTO
-1,00 a -2,00m = 0,80 más de 30m = 0,8
-2.00 a -5,00m = 0,80
-5,00 a -10,0m = 0,70
PRODUCTO
menor a -10 m = 0,50

AMENAZA VULNERABILIDAD

PRODUCTO

RIESGO

Figura 2: Modelo conceptual de evaluación de riesgo por colapso.

3. RECOPILACIÓN DE DATOS GEOAMBIENTALES

Como parte del proyecto de investigación que da marco a este trabajo se desarrollarán actividades
de campo, principalmente consistentes en recorridas exhaustivas en la ciudad y reuniones con
autoridades de las distintas asociaciones vecinales, para la validación y obtención de datos
geoambientales. Las mismas están planificadas para el primer cuatrimestre del año 2004.

3. 1 Densidad Fundaria

Se verificará en forma expeditiva la validez de los datos de densidad fundaria como complemento a
los datos contenidos en el Censo Municipal anteriormente mencionado. Eventualmente se
actualizarán los datos.

3.2 Tipo de calle

La unidad de mapeo es el segmento de calle entre esquina y esquina. Los tipos de calle
contemplados son: Asfaltada, pavimentada, cordón cuneta o tierra. Los coeficientes que se asignan

74
en función de la posibilidad de excitación sísmica que favorezca el colapso son: 0, 0, 1 y 1
respectivamente. Los datos son obtenidos por recopilación de documentos municipales y revisión y
actualización de campo. El estado de las calles se clasificará en: Buen estado, poceadas, con
serrucho y/o con procesos de erosión activos.

3.3 Problemas observados

Con el propósito principal de identificar y, sobre todo localizar espacialmente, a los problemas que
tienen su principal fuente en las condiciones geológicas del lugar, se ha diseñado un relevamiento
de los problemas observados por la comunidad. Los datos provenientes de este relevamiento
permitirán ajustar los modelos de prognosis de riesgos geoambientales mediante su confrontación
con los mapas obtenidos del relevamiento directo (situación real). En el marco de este proyecto se
prevé confrontar el mapa de riesgo por colapso obtenido por el modelo aquí presentado con el mapa
de problemas observados categorizados en función de su factor geológico generador más probable.
Los datos a obtener serán producto de informes que se elaborarán en conjunto con las Asociaciones
Vecinales de la ciudad. Se pondrá especial énfasis en destacar claramente que se trata de identificar,
para un programa de investigación de la Universidad, solamente los problemas que están
vinculados a la geología y que nuestra labor no tiene ninguna relación vinculante con ningún plan
de acción del gobierno. Esto para evitar generar falsas expectativas en la población y procurar
mayor veracidad en los datos recogidos.
Se realizó una selección previa de los problemas geológicos posibles mediante consulta de artículos
periodísticos y antecedentes de la región. Con base en los resultados obtenidos se construyó la
Tabla 7. En la misma se puede observar la planilla a completar (indicando el número de viviendas
afectadas) por los agentes de las distintas asociaciones vecinales, a quienes, además de la planilla se
les entrega un plano de la vecinal con las manzanas codificadas. Este código es el número de ID
correspondiente al manzanario de la ciudad creado en Arc View. El objetivo es optimizar la
posterior generación de la base de datos correspondiente.

4. IMPLEMENTACIÓN EN UN SIG

Para construir el mapa de riesgo por colapso de la ciudad de Río Cuarto se ha construido el modelo
conceptual expuesto anteriormente. Este modelo conceptual está siendo implementado en un
Sistema de Información Geográfica basado en las aplicaciones ArcView (ESRI, 1998) y MS
ACCESS (MICROSOFT, 1999). En el marco de esta implementación se están desarrollando una
base de datos y una serie de procedimientos para lograr los objetivos propuestos.

4.1 BASE DE DATOS

Acorde al modelo entidad – relación (Chen, 1976) se ha generado una Base de Datos Geotécnica
para la ciudad de Río Cuarto cuyo modelo ER se muestra en la Figura 3.

75
Universidad Nacional de Río Cuarto
Facultad de Ciencias Exactas, Físico Químicas y Naturales
Departamento de Geología

Proyecto: CARTOGRAFÍA GEOTÉCNICA DE LA


CIUDAD DE RÍO CUARTO
Fase II: Determinación del riesgo por colapso
Vecinal 19 (Santa Rosa) FECHA:
RELEVAMIENTO DE PROBLEMAS
DETECTADOS POR LA COMUNIDAD
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Manzana Nº 234
Manzana Nº 236
Manzana Nº 345
Manzana Nº 564
Manzana Nº 23
Manzana Nº 56
Manzana Nº 211
Manzana Nº 222
Manzana Nº 278
Manzana Nº 123
Manzana Nº 789

1 Paredes fisuradas extensamente, puertas trabadas, pozo negro derrumbado


2 Paredes fisuradas moderadamente, pisos combados, pozo negro derrumbado
3 pozo negro derrumbado
4 Tipo de calle (asfalto, pavimento, tierra)
5 Anegamiento frecuente
6 Ascenso de la freática
7 Poca vida útil de los pozos negros actual o histórica
8 Encharcamiento
9 Distribución errática de materiales (antiguos enterramientos, grandes árboles, etc.)
10 Agresividad del suelo o el agua a los materiales de cosntrucción

Tabla 7: Modelo de planilla de relevamiento de problemas vinculados a las condiciones geológicas


observados por la comunidad.

76
Ambiente Ambiente
ArcView ACCESS
SON SON ESTRA 1
COMCONF
1 SON_ID 1
SHAPE N ESTRA_ID N COMPCONF
ID OBTENIDA POR SON_ID 1 ESTRA_ID
1
OBSERV FECHA PROF_SUP TIPO
RETORNO PROF_FINAL PROF_INF HUMENS
PERF_ID COMITENTE PORC_HUM DENSENS
PERFGRUESO LOCALIDAD DESCRIPCION SECCARGA
NUEVO BARRIO O CAMPO TIPO PREFLUE
PROFFIN CALLE O LOTE SUCS PRESSAT
PROP ALTURA DE CALLE NUMSPT PORCASENS
COLAP01 DENOMINACION O MARCA PT_4 PORCASENT
CODPROP PT_10 COMENTARIOS
NIVEL FREATICO PT_200
LEYENDA PERF_ID LIMLIQ
INDPLAS TRIAX
DENS TRIAX_ID
1 1 RELACION N ESTRA_ID
CONSOL_ID
UNO A UNO TRIAX_ID TIPOENSAYO
PEA SATURADO
1 N RELACION DR PORCHUM
UNO A MUCHOS FI
COHESION
CONFIN
COMENTARIOS

Figura 3: Modelo entidad relación para la base de datos geotécnica de la ciudad de Río Cuarto.

A continuación se detallan las principales entidades (tablas) generadas en la Base de Datos.

Campo Tipo Dato Descripción


SHAPE Objeto Punto Tipo de objeto en ArcView. Ancho 6,0
ID del sondeo. Llave primaria. Es el vínculo con la Tabla SON
ID Numérico
de MS ACCESS. Ancho 8,0
OBSERV Carácter Observaciones del sondeo. Ancho 35.
Variable multipropósito. Para colocar los resultados de consultas
RETORNO Carácter
en ACCESS. Ancho 20.
ID del perfil tipo. Para colocar el resultado de una consulta
PERF_ID Numérico
específica en ACCESS. Ancho 5,0
ID del perfil tipo aproximado. Para colocar el resultado de una
PERFGRUESO Numérico
consulta específica en ACCESS. Ancho 5,0
NUEVO Carácter Indica si el sondeo es compilado, propio o estimado. Ancho 3.
Profundidad final del sondeo en metros y con signo negativo.
PROFFIN Numérico
Ancho 5,2
Propósito del sondeo: Investigación, Producción, Pozo Negro o
PROP Carácter
Afloramiento. Ancho 2.
Coeficiente por colapso asignado de acuerdo al modelo
COLAP01 Numérico
conceptual. Ancho 5,2

Tabla 8: Tabla de la entidad SON generada en ArcView.

77
Campo Tipo Dato Descripción
SON_ID Numérico ID del sondeo. Es el vínculo con ArcView
OBTENIDAPOR Carácter Nombre de la persona o empresa que ejecutó el sondeo
FECHA Fecha Fecha en la que ejecutó el sondeo
PROF_FINAL Numérico Profundidad final del sondeo en metros.
COMITENTE Carácter Nombre de la persona o empresa que contrató el sondeo
LOCALIDAD Carácter Ciudad o pueblo donde está localizado el sondeo
BARRIOOCAMPO Carácter Barrio donde está localizado el sondeo
CALLEOLOTE Carácter Calle o sitio donde está localizado el sondeo.
ALTURADECALLECarácter Número de calle donde está localizado el sondeo.
MARCA Carácter Marca donde está localizado el sondeo.
CODPROP Carácter Código de propósito del sondeo.
PHREALEVEL Numérico Profundidad de la freática, en metros, signo negativo.
PERF_ID Numérico Llave foránea de la tabla Perfiles

Tabla 9: Tabla de la entidad SON.

Campo Tipo dato Descripción


ESTRA_ID Numérico ID del estrato. Número entero. Auto Numérico.
SON_ID Numérico ID del sondeo. Llave foránea en SON.
PROF_SUP Numérico Profundidad del techo del estrato, en metros, signo neg.
PROF_INF Numérico Profundidad del piso del estrato, en metros, signo neg.n.
PORC_HUM Numérico Porcentaje de humedad del estrato
DESCRIPCION Carácter Descripción, ancho 100 caracteres.
TIPO Carácter Tipo de material estimado al SUCS con base en
descripción de campo.
SUCS Carácter Tipo de suelo según ensayo SUCS
NUMSPT Numérico Número de golpes del ensayo SPT
PT_4 Numérico Porcentaje pasante tamiz 4.
PT_10 Numérico Porcentaje pasante tamiz 10.
PT_200 Numérico Porcentaje pasante tamiz 200.
LIMLIQ Numérico Límite líquido de Atterberg.
INDPLAS Numérico Indice de plasticidad de Atterberg.
DENS Numérico Densidad

Tabla 10: Tabla de la entidad ESTRA.

78
Campo Tipo Dato Descripción
COMPCONF Numérico ID ensayo compresión confinada. Auto Numérico.
ESTRA_ID Numérico ID estrato. Número entero. Llave foránea.
TIPO Texto CONSOL = Consolidación; COMPCONF= compresión
confinada; COLAPSO = colapso
HUMENS Número Porcentaje de Humedad de la muestra en el ensayo
DENSENS Número Densidad de la muestra en el ensayo
SECCARGA Texto Secuencia de carga (las sucesivas presiones del ensayo)
PREFLUE Número Presión de fluencia. Equivalente en el ensayo de consol a
presión de preconsolidación.
PRESSAT Número Presión de saturación si el ensayo es de colapso.
PORCASENSAT Número Porcentaje de asentamientos debidos exclusivamente a la
saturación
PORCASENTTOT Número Porcentaje de asentamientos debidos a hum nat y
posteriores a la saturación
COMENTARIOS Texto

Tabla 11: Tabla de la entidad COMCONF

Campo Tipo dato Descripción


TRIAX_ID Numérico ID ensayo triaxial. Auto Numérico.
ESTRA_ID Numérico ID estrato. Número entero. Llave foránea
TIPOENSAYO Texto QN=Múltiple Hum Nat rápido; QS=idem saturado;
UUHN=NoConsol,Nodren%HNat;UU=sat no cons; no
dren; CU=idem consol no drenado
SATURADO Texto S=Si ; N=No
DENSIDAD Numérico Densidad nat del espécimen
PORCHUM Numérico PorcHum del espécimen
FI Numérico Angulo de fricción
COHESION Numérico Cohesión
CONFINAM Texto Secuencia de aplicación de los Sigma 3
COMENTARIOS Texto

Tabla 12: Tabla de la entidad TRIAX

4.2 PROCEDIMIENTOS PECULIARES

Además de los procedimientos estándar que se siguen en la creación de un proyecto de SIG, se han
generado procedimientos especiales que a continuación se describen.

4.2.1 Ambiente ACCESS

Generación de perfiles característicos

Con el propósito de generar perfiles característicos hasta los cuatro metros de profundidad, los datos
fueron reorganizados. Esta profundidad fue elegida debido a dos razones principales: a) la escala de
mapeo es 1:10.000; b) es la profundidad normalmente afectada por viviendas de uno o dos pisos.

79
En primer lugar los datos de sondeo son divididos en segmentos de 10 cm entre los 0 y -4m, y los
límites de cada segmento son forzados a ser múltiplos de 10. Esta segmentación es realizada para
reducir el número de perfiles característicos con diferencias no significativas. A los estratos con un
espesor menor a 5 cm le es asignado de 10 cm para preservar su existencia.
Además los suelos SM, teniendo un pasante tamiz 200 superior al 45%, son considerados ML
debido a que el tipo de suelo ML es el más abundante en el área.
Una rutina específica fue desarrollada en ambiente MS ACCESS para lograr la segmentación de 10
cm y asignar el tipo de suelo correspondiente a cada segmento. Este procedimiento es
automáticamente ejecutado cuando un nuevo sondeo es ingresado a la base de datos mediante la
actualización de la tabla SON _PERFILES_10C. (Tabla 13)

Campo Tipo dato Descripción


SON_ID Numérico ID Sondeo. Vinculo con la entidad SON.
0_C Carácter Tipo de suelo entre los 0 y 10 cm
… Tipo de suelo para segmentos entre10 y 390 cm
390_C Carácter Tipo de suelo entre 390 a 400 cm

Tabla 13: Tabla de la entidad SON_PERFILES_10C.

La consulta PERFILES_10C fue desarrollada para identificar los sondeos con el mismos perfil
característico. Esta consulta compara los perfiles de cada sondeo buscando coincidencias en la
distribución vertical del suelo. Cuando es encontrada una distribución vertical del suelo que aún no
ha sido registrada, la consulta le asigna al campo PERF_ID de la consulta PERFILES_10C el
número de sondeo del cual proviene. Cuando se ingresa un sondeo con una distribución vertical ya
ingresada, el sistema asigna al campo PERF_ID de la tabla SON el ID del primer sondeo con esa
misma distribución. La estructura de la consulta PERFILES_10C (Tabla 14) es la misma que la de
SON_PERFILES_10C con la única diferencia de que su llave primaria es PERF_ID en lugar de
SON_ID. La ordinalidad de la consulta PERFILES_10C siempre será igual o menor a la ordinalidad
de la entidad SON.

Campo Tipo dato Descripción


SON_ID Numérico ID del perfil. Vinculo con la entidad SON.
0_C Carácter Tipo de suelo entre los 0 y 10 cm
… Tipo de suelo para segmentos entre10 y 390 cm
390_C Carácter Tipo de suelo entre 390 a 400 cm

Tabla 14: Tabla de la entidad PERFILES_10C.

4.2.2 Ambiente ArcView

A la aplicación ArcView de la que se dispone se le han agregado extensiones disponibles en el sitio


de Internet de ESRI para mejorar las capacidades del sistema en el manejo de información
inicialmente ingresada en AutoCAD, en IDRISI y herramientas genéricas mejoradas.
De acuerdo a la hipótesis de Vita “a una unidad geomorfológica determinada le corresponden
propiedades geotécnicas específicas variantes en un rango típico y recurrente”. Siguiendo esta
hipótesis, la extensión extrapolada de la distribución vertical de un determinado perfil tipo no
debería extenderse más allá de los límites de la unidad geomorfológica en la cual se encuentra. Si
bien ArcView posee una rutina capaz de generar superficies Voronoi a partir del campo de algún

80
objeto puntual, no es capaz de limitar la extensión de esta superficie a los límites de algún polígono
ya existente. Para resolver este problema se ha generado un conjunto de rutinas que:
a) Discretiza los sondeos en función del polígono (unidad geomorfológica) al que pertenecen.
b) Genera la superficie de interpolación Voronoi (matriz numérica) para esos sondeos en ese
polígono en función del perfil tipo al que pertenecen.
c) Convierte a la superficie generada en el paso anterior en polígonos, uno de cuyos atributos
es el identificador del perfil tipo al que corresponden.
d) Recorta los polígonos con la silueta de la unidad geomorfológica en la están.
e) Integra los polígonos generados en la iteración de los pasos (a) a la (d) para el área de
estudio, disolviendo los límites entre polígonos que posean el mismo ID de perfil tipo.

5. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

Dado que el propósito de este trabajo es la construcción del mapa de riesgo por colapso para toda la
ciudad de Río Cuarto a escala 1:10.000, y que la mayoría de las viviendas afectadas poseen una o
dos plantas, cuyo bulbo de presiones no alcanza 4 metros de profundidad y que las viviendas de
mayor número de pisos generalmente se apoyan en cimentaciones profundas y la escala de trabajo
se eligió como profundidad máxima de análisis los cuatro metros y como unidad de mapeo a la
manzana o lote. Por este mismo motivo, se ha decidido no relevar el número de plantas de las
viviendas de la ciudad.
La asignación de coeficientes por colapso para las variables que han sido tenidas en cuenta en el
modelo conceptual está fundada en: el método cartográfico elegido es el de sobreposición
controlada que implica el producto simple de los coeficientes de cada una de las variables que
intervienen. La ponderación de cada variable, es decir la importancia que la variable tiene en el
resultado final, ya ha sido introducida en la asignación de los coeficientes.
Se decidió utilizar el tipo geomecánico del suelo en lugar de datos de ensayo de laboratorio
especifico para cuantificar la colapsibilidad, debido a cuatro razones principales:
1. La intención de probar alternativas de mapeo más económicas y de aplicabilidad en lugares
con escasez de datos de ensayos de laboratorio específicos,
2. La escala de trabajo 1:10.000 ,
3. La escasa disponibilidad de ensayos específicos disponibles,
4. La necesidad de optimizar la ejecución de estos ensayos.

Con respecto a la profundidad del nivel freático se debe poner especial énfasis en las variaciones
estacionales y anuales que experimenta este nivel, de gran significancia en el fenómeno de colapso.
El criterio que se adoptará en este trabajo será el de utilizar profundidades críticas, es decir, las
profundidades del nivel freático más cercanas a la superficie, aplicando un criterio conservador.
Se consideró la variable “distancia a las calles de tierra” dado que se considera como fuente de
vibraciones por tránsito pesado, intensificando el colapso geomecánico (Campanella et. al, 2001).
Para corroborar la influencia de esta variable en el fenómeno de colapso está contemplado el
relevamiento del estado de las calles. La tecnología de los SIG agiliza la ejecución de ensayos de
análisis de sensibilidad mediante la generación controlada de polígonos de distancia.
La metodología de asignar coeficientes de vulnerabilidad al colapso de la densidad fundaria fue
factible puesto que se cuenta con información detallada proveniente del Censo de Población y
Vivienda realizado por el Gobierno de la Ciudad en 2001. De no ser así, un método de trabajo
alternativo es la representación de la densidad fundaria por lote o manzana a intervalos del 25%,
colectando información mediante observación directa, que pueden complementarse con fotografías
aéreas actualizadas o imágenes satelitarias de alta resolución espacial.
La calidad de las viviendas es uno de los variables más costosas de recoger. Afortunadamente se

81
pudo contar con el censo de población y vivienda antes mencionado donde están consignados los
datos que se explican en el método. Sin embargo, queda por verificar la mejor manera de
generalizar el dato desde el lote a la manzana. Los SIG proveen la agilidad necesaria para realizar
análisis de sensibilidad sin demasiado esfuerzo.
Para el diseño de la base de datos se ha elegido la teoría de base de dato relacional que garantiza la
consecución de los objetivos del proyecto y permite un diseño robusto que sea capaz en el futuro de
cumplir objetivos aún no previstos dada su peculiar estructura.
La relación uno a muchos existente entre un sondeo y el número de estratos que este puede contener
ha sido resuelta mediante la generación de la entidad ESTRA. De la misma manera, como de cada
estrato se pueden haber extraído muestras a las que se les pueden haber ejecutado más de un ensayo
de compresión confinada y/o triaxial, ésta otra relación uno a muchos también se ha resuelto
creando sendas entidades llamadas COMCONF y TRIAX.
En el diseño de la tabla SON de ACCESS se ha considerado importante ingresar atributos tales
como profesional interviniente, comitente, fecha de ejecución, propósito del sondeo, entre otros. Es
un hecho probado que los metadatos mejoran sustancialmente la posibilidad de convertir los datos
en información (Aronoff, 1995). Queda pendiente la utilización de estos metadatos para la
generación de criterios de confiabilidad de los datos existentes en la base de datos.
Hasta la fecha se ha generado el mapa de riesgo por colapso para la zona suroeste de la ciudad de
Río Cuarto (Gómez, 2003) utilizando como atributo por litología el concepto de perfil tipo. En el
marco de este proyecto de investigación se propone generar un mapa de riesgo por colapso para la
ciudad de Río Cuarto usando esta metodología, otro usando el coeficiente de amenaza de colapso
por tipo geomecánico de suelo explicitado en el modelo conceptual. Queda para un análisis
posterior reemplazar estos criterios por el uso de datos provenientes de ensayos específicos de
laboratorio de colapsibilidad. De no encontrar diferencias significativas en los resultados obtenidos
con uno u otro método, podrían disminuir los costos en la generación de mapas de riesgo por
colapso.
Un aspecto importante que debe ser necesariamente tenido en cuenta en la construcción de mapas
del medio físico donde se utilicen propiedades geomecánicas del mismo, es que la interpolación y
extrapolación de atributos debe necesariamente tener en cuenta los límites naturales de las
formaciones geológicas subyacentes en un total acuerdo con la hipótesis de Vita.

Trabajos citados en el texto

ARONOFF, Stanley. 1995. Geographic information systems : a management perspective. WDL


Publications.
BLARASÍN M. y A. CABRERA, 1998. Estudio hidrogeológico de base para el diagnóstico del
problema ocasionado por el ascenso de la capa freàtica en el sector Sur de la ciudad de Río
Cuarto. Informe Técnico solicitado por la EMOS. Universidad Nacional de Río Cuarto
(UNRC).
CAMPANELLA, O., ORIGLIA, D., GOMEZ, L., FELIZZIA, J. y BORGNA, J., 2001.
Determinación del riesgo por colapso de una zona de la ciudad de Río Cuarto. Revista de la
geología aplicada a la ingeniería y al ambiente. N° 36. Pág. 36-44.
CHEN, P. 1976. "The Entity-Relationship Model/Toward a Unified a View of Data". ACM TODS
1, núm 1. Published twice in M. Stonebraker (ed.) "Readings in Database Systems", San Mateo,
California. Morgan Kaufmann (1988).
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GOMEZ L., 2000. Estudio de los problemas de Colapso de suelos originados por el ascenso de la
capa freática en el sector Sur-Oeste de la Ciudad de Río Cuarto. Informe Beca de Investigación
Secretaría de Ciencia y Técnica (SECYT). Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC).

82
GÓMEZ L., 2003. Determinación del riesgo por Colapso en el sector Sur-Oestede la Ciudad de Río
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Cuarto (UNRC).
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MOLL, L.L. y REGINATTO, 1972. Investigación de Fundaciones en Suelos Colapsables. III
RAMSIF. Vol. 1:25-44. Bahia Blanca
PANIZZA M., 1993, Riesgo Geomorfológico y Vulnerabilidad Ambiental. QUADERNI IILA,
SERIE SCIENZA 6. Mexico.
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Córdoba. Revista de Geología Aplicada a la Ingeniería y al Ambiente. Nº 18. 87-95. Buenos
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loéssicas del departamento Río Cuarto, provincia de Córdoba. Actas Primera Reunión Nacional
de Geología Ambiental y Ordenación del Territorio (Universidad Nacional de Río Cuarto).
Tomo 1: 237-251.

83
Capítulo 2

EROSIÓN
Vich, A. I. J. ¿Qué se entiende por erosión?
¿Cuál es la evolución de los estudios de erosión de
suelos?
¿Cuáles son los tipos de erosión de suelos?
Argüello, G. L. y Sanabria, J. A. ¿Cuáles son los agentes erosivos?

EROSIÓN
¿Qué se entiende por erosión?
Por Vich, A. I. J.

Bajo el término erosión, se halla un gran número de procesos que tienen lugar en la interfase
atmósfera-corteza, que han sido y son responsables de su modelado. La superficie terrestre se halla
sujeta a permanentes cambios, donde la remoción y redistribución de las partículas resultantes de
los distintos procesos es la constante.
El término proviene del latín erodere, que significa desgaste. Erosión, es la remoción del material
de la corteza terrestre por acción de los agentes erosivos, entendiendo por tal a cada una de las
fuerzas que intervienen en los procesos del modelado terrestre, principalmente las originadas por el
agua en estado líquido o sólido y el viento. Es un proceso complejo que involucra distintos
subprocesos como: disgregación, transporte y deposición de materiales. A partir de la acción
combinada de distintos agentes sobre la superficie se produce la desintegración, o desgaste de ella,
y se separan las partículas (disgregación). Luego, se produce el acarreo o desplazamiento de las
partículas aisladas (transporte) y su posterior sedimentación o acumulación en otro sitio
(deposición).
La erosión constituye un aspecto normal en el desarrollo del paisaje, pero dependiendo del sitio
puede ser dominante, o no, frente a otros procesos desencadenados indirectamente por la acción
humana. Por ello, resulta conveniente identificar cuales son los controles climáticos, físicos y
biológicos más importantes a fin de establecer el agente principal, su rol o forma de acción y de que
manera influyen las actividades humanas en la atenuación o aceleración de su efecto.
De lo expuesto, se distinguen dos formas de erosión: la erosión geológica o natural y la erosión
antrópica u acelerada. La primera se remite a la acción que realizan los diversos agentes erosivos
en el modelado del terreno; la otra, se refiere a la misma acción efectuada por los agentes erosivos,

84
pero con la intervención del hombre que acarrea desequilibrios en el medio y provoca un aumento
en la velocidad de construcción o destrucción del paisaje.
En el presente capitulo, se tratará únicamente la erosión del suelo, entendiendo por suelo la capa
más superficial de la corteza terrestre. En un sentido amplio, el suelo es un cuerpo natural,
complejo, dinámico, polifásico y heterogéneo que se encuentra sobre la superficie; contiene materia
viva y es capaz de soportar vida.

¿Cuál es la evolución de los estudios de erosión de suelos?


Por Vich, A. I. J.

La erosión de suelo se reconoció como un serio problema a fines de la década iniciada en 1920.. La
mayor parte de los actuales conocimientos sobre los mecanismos de erosión, y sus tasas, se basan en
trabajos realizados por el Servicio de Conservación de Suelos de los Estados Unidos (USDA-SCS).
El SCS fue establecido en la década del mil novecientos treinta para combatir las graves pérdidas de
suelo que ocurrían en el piedemonte del sudeste y en las grandes planicies (Nearing et al 1990). La
síntesis de la información se realizó más tarde, en la siguiente década, con las investigaciones de
Zingg (1940), Musgrave (1947) y culminan con el desarrollo de la Ecuación Universal de Pérdida
de Suelo (USLE) (Wischmeier y Smith 1958, 1960, 1965, 1978). En general, el enfoque del USDA-
SCS siempre ha sido pragmático, y la predicción de la tasa de erosión se ha concentrado en torno al
desarrollo y mejoramiento de la USLE (Kirby y Morgan 1980).
El desarrollo de una teoría matemática para describir los mecanismos de erosión de origen hídrico
comenzó recientemente, a fines de la década del mil novecientos sesenta (Meyer 1965; Meyer y
Wischmeier 1969; Foster et al 1977). La determinación del exceso de lluvia, así como su
propagación, se encuentra estrechamente interrelacionada con la disgregación y transporte de
sedimentos; por ello resultaba indispensable resolver previamente el modelo hidrológico al
modelado del proceso de erosión hídrica (Bennett 1974). La teoría fue confrontada con los datos
experimentales y refinada usando nuevos equipos, como simuladores de lluvia y trazadores
radioactivos (Bubenzer 1979; Meyer y Harmon, 1979).
La síntesis de los nuevos conocimientos, se plasmaron en numerosos modelos entre los que se
destacan: KINERO (A Kinematic Runoff and Erosion Model), desarrollado por Woolhiser et al
(1970) y mejorado mas tarde por otros investigadores (Goodrich 1991; Woolhiser et al 1990); EPIC
(Erosion-Productivity Impact Calculator) elaborado por Willians et al (1984) y mejorado mas tarde
por Sharpley y Willians (1990); AGNPS (An Agricultural Nopoint Source Model) desarrollado por
Young et al (1989); y el modelo CREAMS (Chemical, Runoff and Erosion from Agricultural
Management Systems) (Knisel 1980). Este último, sirvió de base para la generación de una nueva
tecnología de predicción de erosión denominada WEPP (Water Erosion Prediction Proyect) (Lane
y Nearing 1989; Nearing et al, 1989), aún en ajuste. Localmente se dispone de una herramienta
similar, constituida por el modelo MBAPS (Modelo del Balance de Aguas y Producción de
Sedimentos en una cuenca) desarrollado por Vich (1985) y mejorado posteriormente.
Lamentablemente, se puede afirmar que en la Argentina el problema de la erosión hídrica es de una
gravedad tal, especialmente en el área agrícola, que compromete seriamente la productividad y
rendimientos de los cultivos. Por otra parte, no existe una evaluación adecuada de todos los efectos
directos y secundarios provocados por la erosión, lo que contribuye a aumentar la gravedad del
problema (Panigatti, 1984).
La labor de investigación en erosión hídrica se realiza en pocos centros, que no poseen equipos
interdisciplinarios, continuidad y planes de largo alcance. Se carece de datos cuantitativos de
pérdidas de suelo, mediciones y experiencias de prácticas conservacionistas, e información básica
sobre los factores que gobiernan el proceso de erosión hídrica. En síntesis, los trabajos de
investigación en el país a la fecha, se refieren principalmente a la cuantificación en superficie, y

85
escasamente a la evaluación de los mecanismos e intensidad del fenómeno (Vargas Gil 1984; Musto
1984; Capurro 1984; Bordigoni, 1984). En síntesis, la erosión hídrica y eólica constituyen los
fenómenos de degradación más importantes. El estudio realizado por la Fundación para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (FECIC) en 1988, sobre el 80% de la superficie del país,
determinó que existían 22 millones de ha con erosión hídrica y 21 millones de hectáreas con erosión
eólica; en la actualidad es muy probable que las cifras anteriores se hayan incrementado
notablemente.

¿Cuáles son los tipos de erosión de suelos?


Por Vich, A. I. J.

La erosión de suelos se la puede agrupar en cuatro grandes tipos: erosión eólica, erosión hídrica
superficial, erosión por remoción en masa y erosión fluvial.
La erosión eólica es aquella provocada por la acción del viento. Ocurre cuando el suelo se
encuentra seco y las partículas pierden cohesión. Depende de las condiciones de la superficie del
terreno (cobertura vegetal), contenido de materia orgánica en el suelo, tamaño y estabilidad de las
partículas, rugosidad de la superficie y velocidad y turbulencia del viento. Es propia de regiones
áridas y semiáridas y también se presenta en los litorales marítimos. La disgregación se produce
cuando la fuerza de arrastre del viento es mayor que las fuerzas cohesivas que retienen a las
partículas en la masa del suelo. Sus resultados más visible es la formación de dunas, la acumulación
de arena en torno de obstáculo cualquiera o sobre caminos.
La erosión hídrica superficial es aquella causada por la precipitación, escurrimiento y el agua de
fusión de la nieve o el hielo. Se puede clasificar en erosión por salpicaduras, erosión laminar,
erosión en surcos y erosión en cárcavas. La erosión por salpicaduras es aquella provocada por el
impacto de la gota de lluvia sobre la superficie descubierta del suelo. Separa, disgrega y disloca las
partículas y agregados del suelo y los proyecta a cierta distancia dependiente del grado de
inclinación del terreno, que luego son susceptibles de transporte por el escurrimiento superficial.
Las partículas dislocadas más pequeñas, producen la obturación de los poros del suelo y por efecto
del impacto de las gotas de lluvia, su compactación. Ello altera la estructura de la capa superficial
de suelo y se favorece el escurrimiento. La erosión laminar ocurre cuando el agua de escurrimiento
superficial se desplaza pendiente abajo y remueve una muy delgada y uniforme capa de suelo
superficial. Es un fenómeno típico de regiones semiáridas, de difícil percepción, que se observa
cuando las raíces de los árboles o marcas en el suelo quedan expuestas. Cuando esto ocurre, el
proceso se encuentra en un grado muy avanzado. El agua proveniente del escurrimiento superficial
en su desplazamiento, se concentra en pequeños surcos o canalículos, cuya descarga la suficiente
energía para disgregar y transportar los elementos terrosos del suelo del sitio por donde circula.
Cuando la profundidad del surco no supera los 30 cm y su longitud es de algunos metros se
denomina erosión en surcos. Si el proceso de remoción de los materiales de las paredes del surco y
fondo es intenso, y a la acción del escurrimiento superficial se le adiciona el efecto del
escurrimiento subsuperficial, el resultado es una profundización del surco y retroceso de su
cabecera, entonces este fenómeno se conoce como erosión en cárcavas.
La erosión por remoción en masa corresponde a movimientos de una cantidad sustancial de
material, debido a la influencia combinada de la gravedad y saturación de agua de un estrato de
espesor variable del suelo. De acuerdo con el tenor de humedad, el suelo pierde cohesión interna y
puede hallarse en estado plástico o líquido, que luego por acción de la gravedad se desplaza
pendiente abajo. Existen varios tipos, que de acuerdo con la velocidad del flujo de materiales, puede
ser lento o rápido. El flujo lento y continuo de capas superficiales de suelo saturadas de agua, sobre
otras mas profundas, se denomina solifluxión. A veces, puede ser percibido por la deformación que
provoca en árboles jóvenes. Los tipos de erosión por remoción en masa rápida, son los

86
deslizamientos o desprendimientos de una porción del terreno por acción de la gravedad.
Por último, la erosión fluvial es aquella provocada por la acción de una corriente sobre las márgenes
y fondo del cauce. Su intensidad es función de la energía cinética de la corriente, que a su vez
depende de la posición relativa del sitio donde ella tiene lugar, o sea de su energía potencial,
representada por la diferencia de cotas entre la zona donde discurre y el nivel de base de la
desembocadura, que generalmente se considera al nivel del mar. Las corrientes de agua, constituyen
verdaderos sistemas de evacuación de excedentes hídricos y el principal agente de transporte de
materiales del continente a los océanos.
De acuerdo con tramo del río, pueden ser dominantes los subprocesos de disgregación, transporte o
deposición. La disgregación predomina en tramo superior, donde la inclinación del cauce y la
energía de la corriente es mayor; el subproceso de disgregación es regulado por la naturaleza de los
materiales que conforman el cauce y transporta la corriente. En el tramo medio, los valores de
energía son menores, se depositan las partículas mas gruesas y predomina el subproceso de
transporte, que posee distintas formas: disolución, suspensión, saltación y arrastre. En este tramo,
son característicos los meandros, donde el subproceso de disgregación se verifica en el sector
externo y la deposición en la zona interna. El tramo inferior posee escasa pendiente y la corriente
velocidad mínima, lo que la obliga la desprenderse de su carga sedimentaria dando lugar a la
formación de extensas llanuras aluviales; cuando la corriente desemboca en un estuario o un mar de
escasa dinámica se forman deltas.

¿Cuáles son los agentes erosivos?


Por Argüello, G. L. y Sanabria, J. A.

En todo sistema existen al menos dos tipos de elementos constitutivos; ellos son: el o los agentes
que son los vectores del cambio, es decir los elementos activos; y los factores condicionantes, que
son las circunstancias que modifican el curso de acción del agente.
Proceso es una sucesión de cambios en el sistema, producto del accionar de los agentes, en
respuesta a los factores que afectan su actividad.
En el caso particular que aquí se discute, los procesos a que se hace referencia son los erosivos, y
los agentes capaces de generar tales procesos, son: el agua en todas sus formas, ( hielo, nieve agua)
el viento y la biota.
Conviene señalar que los roles son perfectamente intercambiables, puesto que por ejemplo, la biota
puede ser en algunos casos un agente, y en otros, limitarse a condicionar la acción de otro agente,
con lo cual se transforma en un factor.
Según su estado, el agua puede generar erosión glacial, periglacial, o hídrica; el viento, erosión
eólica; y la biota participa fundamentalmente de la preparación previa a la que se conoce como
meteorización.A su vez, según el ambiente en el que tenga lugar, la erosión hídrica puede ser
marina, fluvial, lacustre, subterránea, pluvial, etc.

Trabajos citados en el texto

BENNETT, J., 1974. Concepts of mathematical modeling of sediment yield. Water Resources
Research. Volumen10(3):485-492.
BORDIGONI, J.,1984. La erosión y la conservación del suelo y del agua en la República Argentina.
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207.

87
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CAPURRO, R., 1984. Region NEA: provincias del Chaco, Formosa, Corrientes y Misiones.
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FOSTER, G.; L. MEYER y C. ONSTAD, 1977. An erosion equation derived from basic erosion
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row side eslopes. Transactions of the ASAE, Volumen 23:100-103.
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NEARING, M.; L. LANE.; E. ALBERTS y J. LAFLEN, 1990. Prediction technology for soil
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PANIGATTI, J., 1984. Conservación del suelo en la región pampeana húmeda. Conferencia
Nacional sobre Erosion y Conservación del Suelo y del Agua. Relatos, 67-70.
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Agua. Relatos, 72-83.
VICH, A., 1985. Modelo de simulación del balance de aguas y producción de sedimentos a nivel de
parcela. Tesis de Maestría en Ciencias, Colegio de Postgraduados, Chapingo, Mexico.
WILLIANS, J.; C. JONES y P. DYKE, 1984. A modeling approach to determining the relationship
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Erosion Model: Documentation and user manual. USDA-ARS, ARS-77.

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YOUNG, R.; C. ONSTAD; D. BOSCH y W. ANDERSON, 1989. AGNPS: A no-pointy source
pollution model for evaluating agricultural watersheds. Journal of. Soil and Water Conservation
Volumen 44(2):164-172.
ZINGG, R., 1940. Degree and length of land slope as it affects soil loss in runoff. Agriculture.
Engineering Volumen 21:59-64.

89
Capítulo 2.1

EROSIÓN COSTERA
Codignotto, J. O. ¿Cuáles son las características del área costera afectada por
erosión?
¿Cuáles son los factores desencadenantes?
¿Cuáles son las áreas de vulnerabilidad y riesgo en la costa
argentina?
¿Cuáles son los fenómenos que afectan a la costa del río de la
Plata?
¿Qué característica tiene la erosión en el área comprendida entre
Mar del Plata y Punta Piedras?

METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS

Codignotto, J. O. Ejemplo de discriminación de riesgo en costas erosivas.

90
EROSIÓN COSTERA
Por Codignotto, J. O.

¿Cuáles son las características del área costera afectada por erosión?

El sector costanero de Argentina, comprendido entre las localidades Ushuaia en el sur, y el delta del
Paraná en el norte, presenta diversos fenómenos de evolución costera de orden natural y antrópico
que generan inconvenientes varios. Ellos son entre otros, pérdidas de humedales y su consecuente
biodiversidad, simple pérdida de territorio, daños a la propiedad privada y pública, potenciales
pérdidas de vida, etc.)
La faja costanera considerada, corresponde a una costa de margen pasivo, con una extensa
plataforma continental, lo que supone cierta estabilidad tectónica Codignotto et al (1992).
Pueden diferenciarse dos sectores: un sector norte desarrollado sobre sedimentitas del Pleistoceno -
Holoceno; caracterizado por costas de erosión y algunos sectores subordinados de acumulación en
las que se localizan playas de gran desarrollo constituidas casi exclusivamente por sedimentos
arenosos, terrígenos y biogénicos.
El sector sur, se emplaza sobre asociaciones volcánicas jurásicas, sedimentitas terciarias y
cuaternarias. Parte del extremo austral, de este sector se desarrolla sobre depósitos de drift glaciario
Pleistoceno. En líneas generales, estas últimas son costas erosivas, con desarrollo de acantilados
activos de hasta 70 m de altura en Tierra del Fuego y valores mayores en Santa Cruz.
Entre las formas menos frecuentes se encuentran las de acumulación marina, dentro de éstas, se
observan las playas de grava, ocasionalmente arenosas.

¿Cuáles son los factores desencadenantes?

Oscilaciones verticales

Se prevé que entre los impactos de gran escala del cambio climático IPCC (1995,1998, 2001) en los
océanos se incluyan aumentos de la temperatura de la superficie del mar y del nivel medio del mar
en el mundo, también cambios en las condiciones energéticas de las olas, y en las variables de la
circulación de las corrientes marinas.
Muchas zonas costeras experimentarán aumento de niveles de inundación, erosión acelerada,
pérdida de humedales, e intrusión de agua del mar en los acuíferos de agua dulce como resultado
del cambio climático. La amplitud y gravedad de los impactos de tormentas, incluidos las
inundaciones por tormentas y la erosión de las costas aumentarán como resultado del cambio
climático, incluido el ascenso del nivel del mar. Las costas de altas latitudes experimentarán nuevos
impactos relacionados con una mayor energía de las olas. Los cambios del nivel relativo del mar
variarán localmente, debido a ascensos o subsidencias causados por factores propios del
neotectonismo
Los impactos en ecosistemas costeros muy diversos y productivos tales como los estuarios y
marismas dependerán del índice de aumento del nivel del mar en relación con los índices de
crecimiento y de suministro de sedimentos, espacio y obstáculos para la migración horizontal,
cambios del entorno clima-océano tales como temperaturas de la superficie del mar y tendencia a
las tormentas, así como presiones procedentes de actividades humanas en las zonas costeras.
En la actualidad, las evaluaciones de estrategias de adaptación de zonas costeras se ha desplazado el
énfasis dejando de lado las protecciones de tipo estructural para la línea costera (murallones,
espigones), por medidas de protección débil (alimentación de las playas), retiros programados y

91
resiliencia mejorada de los sistemas biofísicos y socioeconómicos en las regiones costeras. Las
opciones de adaptación para el ordenamiento costero y marino son más eficaces cuando están
acompañadas de políticas en otras esferas, tales como planes de mitigación de catástrofes y
planificación del uso de la tierra.
La variación vertical relativa del nivel del mar, Schnack et al (1980), durante el Holoceno, AGA-
IAP (1996), INIDEP (1997), Fasano et al (1987), está representada por varios factores de los cuales
los más importantes por su vigencia actual, son los siguientes:

1 - Eustático, representado por un cambio en el volumen del océano.


2 - Hidroisostático, ajuste isostático de la corteza por cambios en el nivel del mar.
3 - Tectónico local, producto del neotectonismo que afecta a los sectores costaneros.

En el desplazamiento vertical de la línea de costa del Holoceno se consideran tanto los efectos
eustáticos como los movimientos relacionados a un ascenso continental relativo.
El máximo transgresivo ocurrió hace aproximadamente 7.000 años en la costa de Argentina,
Aguirre y Codignotto (2000), y los depósitos más antiguos se encuentran en cotas que varían entre 5
m y 12 m. Finalmente debe señalarse que hace unos 250 años, el nivel del mar comenzó a ascender
nuevamente; primero con valores muy bajos y posteriormente con valores en aumento. En la
actualidad se considera del orden de 2 mm anuales aunque el complejo satelital Topex-Poseidón,
Nerem (1995), determinó un valor 3,8mm por año.
Sin embargo son los datos del IPCC (2001), los que preocupan, ya que ellos adjudican un ascenso
de unos 0.20 m para el año 2040 y unos 0,87 m para el año 2100. Ello no obstante, hay una
tendencia a considerar como moderados este escenario a la luz del calentamiento evidente de la
atmósfera.

Oscilaciones horizontales

El desplazamiento territorial horizontal al que aquí se hace mención, no es el derivado de los


ascensos y descensos relativos del nivel del mar, sino aquél que deviene de los fenómenos de
acumulación clástica (acreción) y los fenómenos de erosión, Kokot (1999). Ello presupone
considerar estos fenómenos durante lapsos de "estabilidad" relativa o aún; de pequeñas
inestabilidades. Por ejemplo, ha habido valores máximos de acreción; del orden de 60 km en 7.000
años, Codignotto y Aguirre (1993) en la línea que une las localidades de General Conesa y San
Clemente del Tuyú, ó de 30 km desde la primera localidad a la línea de costa más cercana a la
Bahía de Samborombón. Este sector, y el área correspondiente a la laguna de Mar Chiquita
involucran un territorio de acreción del orden de los 4.000 km2, originada durante los últimos 6.500
años.
Asimismo, cabe considerar que en el paleoestuario del Río de la Plata, la superficie acrecionada
(unos 100 km detrás del actual frente del delta del Paraná), involucra una superficie de más de
9.000 km2, ello sin tener en cuenta lo obliterado por acción fluvial.
Como contraparte, los valores máximos de erosión se encuentran en el extremo del sur patagónico.
Estos abarcan principalmente el área del sector ubicado entre balneario el Cóndor (Río Negro) y el
sur de Bahía de San Sebastián (Tierra del Fuego). Esta faja presenta un marcado retroceso aunque
con valores muy variables, alternando con unos pocos sectores de baja acumulación.
Por ejemplo, el área próxima a la boca del estrecho de Magallanes, el área erosionada durante el
Holoceno, Codignotto (1983, 1987, 1990), equivale a unos 500 km2. En general hacia el norte el
fenómeno erosivo se atenúa, con excepciones como las del Golfo San Jorge y el sector ubicado
entre la Isla Escondida y playa Santa Isabel, sur de caleta Valdés, Chubut, y gran parte de la costa
norte de Río Negro. En términos generales el sector costanero situado al sur del río Colorado está
sometido a fenómenos de erosión generalizada, Kokot et al (1994)

92
Mareas

La costa argentina está caracterizada por dos regímenes de mareas: semidiurno con desigualdades
diurnas y semidiurno. Las amplitudes medias para mareas de sicigias oscilan entre 0,8 y 9,6 m.. Se
delimitan tres rangos de mareas: micromareas (menos de 2 m), mesomareas (2 a 4 m) y
macromareas (más de 4m). Existe un marcado cambio en el régimen y amplitud de mareas en las
proximidades del paralelo 39° S (desembocadura del río Colorado), coincidente aproximadamente,
con los cambios de magnitud en el fenómeno erosivo. Al norte del mismo predominan las
micromareas de régimen semidiurno con desigualdades diurnas, en tanto al sur, las meso y
macromareas. En las proximidades de San Blas las mareas no guardan esta característica y se
registran micromareas con desigualdades diurnas.

Corrientes cercanas a la costa (deriva litoral)

Estas corrientes originadas por la incidencia de los trenes de olas sobre la costa y el fondo cercano
son los principales agentes de remoción, transporte y depositación.
Aproximadamente al sur de los paralelos 41° - 42° S, la corriente de deriva es mayoritariamente
hacia el sur: caleta Valdés, bahía Engaño, bahía Solano, río Coig, punta Loyola, cabo Vírgenes,
Cabo Domingo Dentro de estos sectores existen otros menores donde la circulación es opuesta,
como por ejemplo, en la bahía San Sebastián.
Por otra parte existe una componente de deriva con sentido norte (situado aproximadamente al norte
de los paralelos 41° - 42° S, con pequeñas excepciones como en las cercanías de San Antonio
Oeste, San Blas - Isla Gamma, rada de Monte Hermoso y en parte de la Bahía Samborombón,
Codignotto et al 1994

Acción antrópica

En todas las provincias del litoral atlántico existen acciones de origen antrópico que por ser
erráticas y estar en colisión con el ambiente físico generan daños a las obras de arte y a particulares.
Ello justifica generar nuevas inversiones para paliar los daños que supuestamente ocasiona el medio
natural Kokot el al (1994); pero, que en realidad, es generado por el desconocimiento sistemático de
la variabilidad natural, exacerbada últimamente por el llamado Cambio Climático.
Es así, que se construyen obras de alto costo para sostener un inadecuado manejo costero. Kokot et
al (2000), Kokot et al (1999). Estas obras generan cambios no previstos en la dinámica costera
debido a la presencia de balnearios, espigones, murallones, amarraderos y otras obras, generando
pérdidas y gastos superfluos. Generando necesidad de mantenimiento constante de las obras que son
perjudiciales. Se inicia el deterioro y contaminación de los acuíferos costeros. Herrera y Codignotto
(1997), Richter y Codignotto (1997). Se pierden los valores estéticos y también la capacidad de
recreación de las áreas costeras.
Como imagen de círculo vicioso, se genera en la población la necesidad de obras ya, lo que cierra el
círculo (problema, ”solución”, problema, “solución” etc, etc.).
Por ello, es importante asumir la importancia de las acciones humanas que en los últimos cien años,
contribuyen con valores cada vez más altos en la tendencia evolutiva de las áreas costeras.
Por ello, es imprescindible no sólo tenerla en cuenta sino, adecuar el planeamiento territorial a esta
nueva condición que no puede soslayarse.
En este sentido, es importante señalar que con un adecuado conocimiento de las variables del
sistema natural y antrópico, es posible remediar parte de los problemas actuales y minimizar a
niveles aceptables el impacto de obras futuras.

93
¿Cuáles son las áreas de vulnerabilidad y riesgo en la costa argentina?

Términos como vulnerabilidad y riesgo, suelen usarse con sentidos diferentes lo que
indefectiblemente conlleva a alguna imprecisión o conflicto conceptual, por ello, se toman la
definiciones de IPCC (2001).
Vulnerabilidad: El grado al cual un sistema es susceptible o incapaz de sobrellevar los efectos
adversos del cambio climático. Incluye los extremos de variabilidad climática. La vulnerabilidad es
una función del carácter, magnitud, y proporción de variación del clima a que se expone un sistema,
su sensitividad, y su capacidad de adaptación. IPCC (2001), Kokot et al (en prensa).
Riesgo (Risk): El daño o destrucción de propiedades, pérdidas de vidas humanas, heridos, e
interferencia negativa en la actividad económica por la ocurrencia de un desastre.
Peligrosidad (hazard): Amenaza de una tensión o perturbación a un sistema y sus valores.
En la Figura 1, se muestran algunas variables naturales como la amplitud de marea, sentido general
de corrientes de deriva y el consecuente grado relativo de erosión, acumulación.
Estas son parte de las variables naturales que deben tenerse en cuenta cuando se procede a decidir el
manejo del área costera.

Figura 1 Como se observa en gráfico, a la evolución costera natural, que se encuentra señalada con
línea de trazos, se ha sobrepuesto en los últimos tiempos, la acción antrópica, señalada por línea
gruesa continua.

En la Figura 2, se muestran algunas variables naturales como la amplitud de marea, sentido general
de corrientes de deriva y el consecuente grado relativo de erosión, acumulación. Estas son parte de
las variables de los factores naturales que deben tenerse en cuenta cuando se procede a decidir el
manejo del área costera.
En la Figura 3 se muestran unos pocos sectores de riesgo de vulnerabilidad al ascenso del nivel del
mar. Los sectores de riesgo están fundamentalmente vinculados con la destrucción de obras de arte

94
y el compromiso eventual de vidas humanas. Por otra parte la vulnerabilidad al ascenso del nivel
del mar, no esta necesariamente vinculado con el riesgo.

Figura 2. Valoración relativa de erosión, acumulación; Amplitud de mareas y sentido de la deriva


litoral.

95
Figura 3. 1-Buenos Aires, 2-Bahía de Samborombón, 3-Ciudad de General Lavalle, 4-Bahía
Blanca, 5-Ciudad de Río Gallegos, 6-Bahía de San Sebastián, 7-Ciudad de Río Grande.
A-Ciudad de Magdalena, B-Municipio de la Costa, C-Pinamar-Gesell, D-Mar del Plata, E-
Comodoro Rivadavia, F-Caleta Olivia, G-Ciudad de Río Gallegos

A continuación, se muestran una serie de fotos, algunas corresponden a pura acción natural otros, a
acción antrópica por mal uso del territorio, y también, al efecto combinado de lo natural y
antrópico.
En este sentido, las Fotos 1 y 2 de la costa austral de la provincia de Santa Cruz, muestran la
erosión natural, En la primera se observa la erosión incipiente poco al sur de Punta Loyola; zona
virgen, bajo el punto de vista antrópico. En la segunda, en la ciudad de Río Gallegos se observa la
erosión de la base (que se intentó proteger con gaviones), de la pileta de buceo de la ciudad.
Conjunción de erosión natural y acción antrópica inadecuada.
En la costa de la ciudad de Caleta Olivia y cercanías Foto 3, se observa el pavimento destruido por
erosión marina. Uno de los fenómenos destructivos más conspicuos en toda la costa Argentina; por
la cual, los particulares, municipios y/o provincias arrojan inversiones al mar.

96
Como se observa en la Foto 4, la erosión marina y el mal manejo territorial en la costa de la ciudad
de Comodoro Rivadavia Codignotto de Valle (1995a,1995b), favorecen e inducen la ocurrencia de
los fenómenos de remoción en masa, Kokot et al 1996 En este caso, se trata de deslizamientos
rotacionales, del Valle et al (1997), Hirtz y Blachaquis(2000) los que han cortado y desplazado la
ruta nacional N° 3 hacia el mar.

Foto 1. Erosión natural de una planicie de marea ascendida del Holoceno; poco al sur de Punta
Loyola, Río Gallegos, provincia de Santa Cruz. (2004)

Foto 2. Erosión en la base de la pileta de buceo de la Ciudad de Río Gallegos, provincia de Santa
Cruz. (2004)

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Foto 3. Erosión marina y destrucción de pavimento en Caleta Olivia. Provincia de Santa Cruz.
(1999)

Foto 4. Erosión marina y deslizamiento del cerro Chenque con desplazamiento de ruta. Comodoro
Rivadavia. Provincia de Chubut. 1995

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Cuando esto ocurre, se cortan los suministros entre el sur patagónico y el norte del país. Es
importante señalar que es un fenómeno que genera riesgo, ya que es un deslizamiento del tipo
rápido, y puede generar pérdidas de vidas, además de ingentes daños.
Más al norte, en la localidad de Las Grutas en la provincia de Río Negro, se observan las Fotos 5 y
6. En la primera se muestra la destrucción de una rampa de acceso por erosión marina, y en la
segunda se observa la “avenida costanera” limitada por el acantilado en retroceso (en noviembre de
2003 se prohibió la circulación de vehículos en la mano del lado del mar por fisuras de potenciales
fenómenos de deslizamiento).
Ya en la provincia de Buenos Aires se pueden observar innumerables ejemplos de fenómenos
erosivos. Algunos de origen natural, otros potenciados en grado superlativo por el uso discrecional
del territorio.

Foto 5. Erosión y destrucción de rampa de acceso en Balneario Las Grutas. Provincia de Río
Negro. (2000)

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Foto 6. Avenida costanera en balneario Las Grutas, flanqueada por el acantilado, con fisuras de
posibles deslizamientos. Provincia de Río Negro. (2003)

En la Foto 7, se observa la erosión generada el 28 de diciembre de 2003 en la playa correspondiente


al centro de la ciudad de Villa Gesell. Como se aprecia, se desarrolló un acantilado de más de 5m de
altura a lo largo de aproximadamente un kilómetro, destruyendo balnearios y diversas obras
municipales. Las causas son varias pero, fueron esencialmente antrópicas.
Entre otras, la utilización de la zona de interface para uso privado (urbanización).

Foto 7. Erosión marina y destrucción de balneario, originando un acantilado de 5 m. 28 de


diciembre de 2003. Villa Gesell, provincia de Buenos Aires. (28 de diciembre de 2003)

100
También la extracción de ingentes cantidades de arena para construcción durante décadas.
Finalmente en la Foto 8, se ven a los veraneantes a fines de enero de 2004, amontonados sobre el
talud y sin “playa seca”.

Foto 8. Veraneantes amontonados sobre el talud y sin “playa seca”. Villa Gesell, provincia de
Buenos Aires. (29 de enero 2004)

Poco más al norte, en el Municipio de la Costa, es donde los eventos erosivos por mal manejo son
más importantes. Como se puede observar en Foto 9 y Foto 10 el evento erosivo del año1993, dejó
una franja de destrucción a lo largo de más de 30 km con pérdidas por valores millonarios.
Afortunadamente no hubo pérdidas de vidas. Es importante señalar que este sector, comprendido
entre Punta Médanos Punta Rasa, es el único de la costa marina de Argentina que es naturalmente
de acumulación. Para ello basta señalar, que los faros de Punta Médanos y Punta Rasa, se
encontraban cuando fueron construidos hace 110 años unos 300m y 250m respectivamente, “más
cerca del mar,” que en la década del ochenta.
En la actualidad, hay un cambio dramático, ya que por ejemplo, la costa del área del faro de Punta
Rasa, está sometida a intensos fenómenos erosivos que están revirtiendo drásticamente la tendencia
de los últimos 200 años.
Finalmente, ya en el ámbito del río de la Plata, los fenómenos de erosión sin contraparte antrópica
pueden observarse en su más pura expresión. En la Foto 11, se pueden apreciar los efectos del
fenómeno erosivo, en proximidades del Punta Piedras, en tanto que en la Foto12, se ven los restos
de un hotel en uso hasta la década del cincuenta; hoy destruido por el avance erosivo del río de la
Plata; en proximidades de la ciudad de Magdalena.

101
Foto 9. Erosión y destrucción de viviendas en el Municipio de la Costa. Provincia de Buenos Aires.
(1995)

Foto 10. Destrucción generalizada por kilómetros en el Municipio de la Costa. Provincia de


Buenos Aires. (1995)

102
Foto 11. Erosión en proximidades de la Ciudad de Magdalena, provincia de Buenos Aires. (2003)

Foto 12. Estructura del hotel utilizado hasta la década del cincuenta, destruido por erosión del Río
de la Plata. Magdalena, provincia de Buenos Aires. (2004)

¿Cuáles son los fenómenos que afectan a la costa del río de la Plata?

El evento transgresivo ocurrido entre los 7.000 y 6.000 años AP., se tradujo en un progresivo
retroceso de la línea de costa pleistocena. Transformó en amplios estuarios las desembocaduras de
los ríos y arroyos bonaerenses, generó barrancas bien definidas desde Rosario hasta mas allá de La
Plata y labró el nivel de la denominada "Terraza Baja" Posteriormente se produjo la estabilización
del nivel del mar, y a continuación una regresión cuyo descenso habría totalizado 3,90 metros
durante el Holoceno. Esta fase se caracterizó por una fuerte progradación costera, erosión en el
lecho del Río de la Plata y en los ríos y arroyos bonaerenses, y por el emplazamiento de un sistema
deltaico cuyo cuerpo emergido limita por el oeste al Río de la Plata interior.

103
Problemas generados por acción antrópica, (entre Tigre y la ciudad de Buenos Aires.)

Se puede afirmar que en los últimos 100 años el crecimiento de las actividades del hombre
Holocwan (1995), sumado al mal manejo del recurso costero originó cambios, la mayoría de las
veces, irremediables en las variables geológicas del ecosistema. Estas alteraciones traen aparejados
numerosos inconvenientes:

*Construcción de obras de alto costo para sostener el inadecuado manejo costero


*Cambios en la dinámica costanera debido a la presencia de muelles, espigones, murallones,
amarraderos, etc.
*Necesidad de mantenimiento y de dragado de canales de acceso de manera constante
*Deterioro y contaminación de los acuíferos costeros, etc.

Los reiterados problemas de inundaciones y anegamientos a los que se ve expuesta el área


metropolitana en general se han transformado en algunas ocasiones en eventos catastróficos,
alcanzando no solo las partes bajas sino también las partes medias de las cuencas, afectando a un
porcentaje importante de la población total del área, con cuantiosas perdidas económica,
ambientales y pérdidas de vidas..
Los principales temporales se deben por un lado a las Sudestadas, tormentas frontales de larga
duración, y por otro a las tormentas convectivas, de corta duración y alta intensidad. Las sudestadas
se hacen presentes con densas lluvias, fuertes vientos del SSE que provocan una reducción en la
capacidad de descarga del Río de la Plata, y ascenso en el nivel del estuario (3,50 m en el año
1958), lo que dificulta el desagüe de los arroyos que drenan el área e incluso, sumada la acción de
las mareas, llegan a invertir el sentido natural del flujo. El origen del problema, sin embargo, se
halla en la falta de planeamiento urbano, ya que la expansión de la ciudad se realizó sobre las
planicies aluviales de los ríos y arroyos que naturalmente drenaban el área metropolitana. Se hizo
necesario entonces el entubamiento en la Capital Federal de arroyos como el Vega, Manso, White,
Medrano, Maldonado, Ugarteche, Membrillo, Tercero del Medio, Tercero del Sur y Cildañez, todas
obras realizadas sin tener en cuenta las características hidrodinámicas de los arroyos ni la del cuerpo
receptor, ya que sus desembocaduras se encuentran frecuentemente cegadas por barras costaneras
Otro aspecto del mismo problema ocurre por el establecimiento de población en la zona litoral
estuárica. Durante los últimos tiempos el mercado inmobiliario ha comercializado terrenos con
cotas que se encuentran por debajo de los niveles de inundación, siendo severamente afectados por
el ascenso del nivel de las aguas del Río de la Plata durante sudestadas o lluvias extraordinarias,
Codignotto y Kokot (2003).
Completando este esquema, podemos afirmar que prácticamente la totalidad de los cursos
superficiales como así también el litoral estuárico se hallan intensamente contaminados con
detergentes, fenoles e hidrocarburos.
A lo largo de los 15 km. de costa del nordeste bonaerense se pueden observar extensos rellenos
realizados por el hombre. El volcado de tierra, escombros y basura de todo tipo en la ribera se
realiza sin ningún tipo de planificación ni clasificación previa, práctica que se ha incrementado a lo
largo de la costa en los últimos años. De esta manera, además de aumentar la longitud de los cursos
superficiales disminuyendo su competencia, se ha alterado la forma original de la línea de costa y
por tanto las condiciones hidrodinámicas, Codignotto et al (1996), Kokot et al (2000), del flujo
basado en un delicado equilibrio de acreción-erosión. Se modifica el ángulo de incidencia de los
trenes de olas, las áreas de aporte y de acumulación de sedimento, el tamaño de los materiales
transportados y se crean bahías y cabos en lugares donde antes no existían.
Como se señalara anteriormente, la Ciudad de Buenos Aires ha incrementado su superficie en forma
antrópica en 30 km2 aproximadamente (casi un 20%), desde el año 1836. En tanto, el área
comprendida entre la Ciudad. de Buenos Aires y Tigre aumentó su superficie en forma antrópica

104
desde 1907 en 10 km2 aproximadamente.
Por lo anteriormente señalado, es claro que el área baja de la ciudad de Buenos Aires y el llamado
gran Buenos Aires (región metropolitana), será afectada por el ascenso del nivel del mar. Su
vulnerabilidad es evidente, además hay que sumar el hecho de su “urbanización” fuera de toda
planificación. Por desconocimiento y falta de planificación en el área costera, es claro que se
comprometen los bienes de los ciudadanos y aún sus vidas. A ello debe sumarse, el gasto de
considerables fondos públicos, en obras que no sólo no sirven, sino que en la mayoría de los casos
causan más daños y originan nuevas e inútiles inversiones.
Finalmente, cabe destacar que; la costa atlántica de Argentina esta dominada por los fenómenos
erosivos, cuya representación física se muestra en el cuadro siguiente. Por otra parte, aquellas
geoformas que representan a los fenómenos de acumulación se encuentran netamente subordinadas.
Por ello la vulnerabilidad y el riesgo están presentes y agravados por el cambio climático y el uso
irracional del territorio.

Figura 4. El gráfico muestra a las formas erosivas como dominantes, y su expresión


geomorfológica en la costa atlántica

105
¿Qué característica tiene la erosión en el área comprendida entre Mar del Plata y
Punta Piedras?

El sector costero puede dividirse morfológicamente en cuatro áreas bien diferenciadas, uno
correspondiente a la Bahía Samborombón, otro comprendido entre Punta Rasa y Punta Médanos,
otro entre Punta Médanos y Faro Querandí; finalmente el tercero entre Faro Querandí y Mar del
Plata.

1) Área 1. Comprendida entre Punta Piedras y Punta Rasa (de erosión incipiente)

El área presenta un subsector de islas de barrera fósiles entre Punta Piedras y General Conesa y un
subsector de planicies de mareas que bordea al anterior hasta Punta Rasa.
Las geoformas correspondientes a las islas de barreras fósiles están representados a lo largo de 120
km. Estas son subparalelas ala costa actual. En las cercanías de Punta Piedras éstas se encuentran a
unos 2 Km de la costa actual, en tanto que en General Conesa se encuentra a unos 30 Km.
Las islas de barrera y los cordones asociados están fundamentalmente representados por depósitos
de conchillas y arena.
Su morfología curvilínea sobresale del paisaje con una altimetría promedio de 5 m. Sobre esta
prominencia se construyó la ruta N° 11 entre Punta Piedras y General Conesa.
En tanto el paisaje circundante se encuentra representado por planicies de marea ascendidas que
poseen una altimetría que oscila entre 0,50 m a 2,50 m. La edad máxima de los depósitos
correspondientes a las islas de barrera y cordones asociados es de 6.000 años AP, y la mínima de
2.500 años AP. Sobre la costa de la bahía de Samborombón presenta fenómenos de erosión natural.

2) Área 2. Comprendida entre Punta Rasa y Punta Médanos. (de acreción natural con
fenómenos de erosión inducida por mal manejo costero)

Está representada por una espiga de barrera de unos 80 Km de extensión con una edad máxima de
5.800 años AP, que se extiende de Punta Médanos hacia el norte. Su anchura es de 10 a 15 Km y su
altura de unos 5 m aunque en muchos lugares la cubierta de médanos hace que la altura llegue a 8 m
y 9 m. Sin embargo hacia el oeste la topografía desciende hasta los 2,8 m y menos. Presenta
conspicuos sectores con erosión inducida por mal manejo costero.

Municipio de la Costa
La costa presenta básicamente sectores en tres estados de equilibrio a saber:

Sectores de acumulación (lenta)


Estos, representan el 15% del área costera, y corresponden a aquellos que no se encuentran
afectados aún por la acción humana. Son muy pocos y se encuentran en las cercanías de Punta
Médanos y San Clemente del Tuyú.

Sectores de erosión (moderada)


Estos, representan el 20% del área costera. Están vinculados lateralmente a los anteriores y
representan las primeras manifestaciones erosivas originadas por acción humana, se encuentran
poco al norte de Punta Médanos y en cercanías de Punta Rasa.

Sectores de erosión activa (rápida)


Estos abarcan el resto de la costa, representando el 65% restante. Estos sectores se encuentran
directamente vinculados con las áreas de desarrollo urbano, es decir que todas las localidades se
encuentran dominados por la erosión activa, a excepción de la localidad de San Clemente del Tuyú.

106
En el Municipio de la Costa es donde los eventos erosivos por mal manejo son más importantes.

3) Área 3. Comprendida entre Punta Médanos y Faro Querandí. (de leve erosión natural con
erosión inducida por mal manejo costero).

Este sector está representado geomorfológicamente por campos de dunas vivas en parte forestadas
artificialmente y en parte urbanizadas su altimetría es de aproximadamente de 5 m a 8 m. El sector,
se encuentra en un estado evolutivo que denota fenómenos de erosión natural. Cabe señalar que en
los pueblos de Pinamar y muy especialmente Villa Gesell, se observa un aumento de los fenómenos
erosivos por manejo inapropiado del área costera.
Pinamar
El área presenta leves signos erosivos, es la que corresponde a la mayor presión antrópica (área
próxima al muelle).
Sin embargo las zonas con baja o aún nula presión antrópica presentarían fenómenos erosivos naturales
leves. Debe tenerse en cuenta que los cuerpos arenosos que avanzan desde el mar soterrando pinares,
es material arenoso extraído del circuito hidráulico.

4) Área 4. Comprendida entre Faro Querandí y Mar del Plata. (de erosión moderada a alta)

Este sector costero se encuentra bajo los efectos de erosión generalizada, fenómeno que aumenta su
intensidad hacia el sur. Los máximos valores de erosión se encuentran en las proximidades de Mar
del Plata. El sector sur está representado por acantilados labrados sobre sedimentitas del Pleistoceno
y cuarcitas precámbricas. El sector ubicado al norte presenta menor índice de erosión. No se
observan acantilados, sólo microacantilados en su parte austral
También el sector correspondiente a Villa Gesell presenta claros pulsos erosivos derivados del mal
manejo costero
El área ubicada al sur de la ciudad de Villa Gesell, y que se extiende hasta proximidades de la
laguna de Mar Chiquita, posee una superficie aproximada de 5.000 Hectáreas, constituye un sector
costero con morfología eólica (dunas). Las dunas son transversales, de orientación general (E-O).
En diversos sectores, presentan en los senos interdunales zonas con desarrollo incipiente de
vegetación autóctona y fauna asociada, es virtualmente el último relicto de morfología eólica en el
área con estatus fiscal
Vulnerabilidad y riesgo en la costa comprendida entre Punta Piedras y Mar del Plata:
1) Sector comprendido entre Mar del Plata y Punta Médanos. Baja vulnerabilidad. (riesgo
alto a muy alto)
2) Sector ubicado entre Punta Médanos y Punta Rasa. Vulnerabilidad baja. (riesgo alto)
3) Faja costera ubicada entre Punta Piedras y Punta Rasa. Alta a muy alta vulnerabilidad.
(Sector crítico. (riesgo bajo)
El primer sector se encuentra bajo los efectos de erosión que oscila de severa a leve según el área
considerada. Cabe consignar que con excepción del subsector correspondiente a la laguna de Mar
Chiquita, el resto esta
representado por una costa relativamente alta. En este tren, la vulnerabilidad se manifiesta por un
posible aumento de erosión. Solamente el área de la laguna de Mar Chiquita esta en condiciones
criticas.
Asimismo cabe señalar que la costa en consideración se encuentra afectada por mal manejo costero.
El segundo sector en cambio se halla bajo los efectos naturales de acreción, sin embargo se
observan fenómenos de erosión por mal manejo del área costera. Debe señalarse que con excepción
del subsector correspondiente a Punta Rasa, el resto se encuentra representado por una costa de
altura intermedia a baja.
El tercer sector finalmente se halla bajo los efectos de una incipiente y activa erosión. Cabe

107
considerar que el área es baja a muy baja y que el pueblo de General Lavalle será afectado
directamente por el ascenso del nivel del mar dado que se encuentra a muy baja cota como
asimismo el área circundante que tiene menor cota aun. El ascenso del nivel del mar afectará un
área de cientos de km2. Asimismo sólo el sector de la Ruta 11 ubicada entre punta Piedras y
proximidades de General Conesa soportará la primera fase ingresiva. El sector de la ruta entre
proximidades de General Conesa y San Clemente del Tuyú será afectado por el mencionado
ascenso.

Trabajos citados en el texto

AGA-IAP 1996. Geología y Recursos Naturales de la Plataforma Continental Argentina. Eds. V.


Ramos y M. Turic. 451p. Buenos Aires
Aguirre M. L., J. O. Codignotto. 2000. Late Pleistocene and Holocene Coastal Records Along the
Golfo San Jorge (Patagonia): Molluscan Composition and Palaeenvironments. Coastal
Interactions During Sea-level Highstands. Patagonia 2000. International Conference. Abstracs
Volume, 1 p.. Puerto Madryn
Codignotto, J. O., 1990. Evolución en el Cuaternario Alto del Sector de costa y Plataforma
submarina entre Río Coig, Santa Cruz y Punta María, Tierra del Fuego. Asoc. Geol. Arg., Rev.,
54 (1-2): l9-16.
Codignotto, J. O., 1987. Cuaternario Marino entre Tierra del Fuego y Buenos Aires. Asociación
Geológica Argentina, Rev., 42 (1-2): 208-212.
Codignotto, J. O., 1983. Depósitos elevados y/o de Acreción Pleistoceno Holoceno en la Costa
Fueguino-Patagónica. Simposio Oscilaciones del Nivel del Mar Durante el Ultimo Hemiciclo
Deglacial en la Argentina. (IGCP), Univ. Nac. de Mar del Plata, Actas: 12-26.
Codignotto, J.O. y R.R. Kokot. 2003. Cambio Climático y Vulnerabilidad Costera en el Río de La
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109
METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS
EJEMPLO DE DISCRIMINACIÓN DE RIESGO EN COSTAS EROSIVAS

Por Codignotto, J.

Con el desplazamiento de la población hacia las costas se multiplicarán los problemas derivados del
uso territorial en las áreas costeras. Naciones Unidas prevee que hacia el año 2025 el 85% de la
población mundial estará afincada en áreas costeras.
Sobre la base de las características geológicas, geomorfológicas, topográficas e hidrodinámicas
pueden describirse los riesgos de origen natural y también aquellos inducidos por la acción
antrópica.
En el caso particular de las costas en erosión debe tenerse en cuenta el valor del retroceso costero.
Él, estará en relación directa con la geología, geomorfología, topografía y estructura. También
estará afectada por las condiciones hidráulicas, como por ejemplo el rango de mareas, las corrientes
de deriva, la altura de ola, la frecuencia de tormentas y su intensidad.
Por ello en el Cuadro 1, referido a los riesgos naturales en áreas costeras en general, se puede
observar en el caso de las costas erosivas, que en el campo de la acción marina, deben evaluarse: la
erosión, la deriva litoral, la susceptibilidad al ascenso del nivel del mar (geología, estructura). Este
último ítem se vincula en forma directa con los fenómenos de remoción en masa, Finalmente en los
casos de desembocaduras de cursos fluviales, valorar la posible migración de la parte distal del/los
cause/s.

Cuadro 1:
RIESGOS NATURALES
Alto
ACRECION Medio
Bajo
Alto
EROSION * Medio
Bajo
Alto
ACCIÓN MARINA DERIVA LITORAL * Medio
Bajo
SUSCEPTIBILIDAD al ASCENSO del Alto
Medio
NIVEL del MAR * Bajo
Alto
INUNDACIÓN por OLAS de Medio
TORMENTAS Bajo
Alto
REMOCIÓN en MASA DESLIZAMIENTOS, CAÍDAS, etc., * Medio
Bajo
Alto
EROSIÓN * Medio
Bajo
ACCIÓN FLUVIAL Alto
INUNDACIÓN Medio
Bajo

Por otra parte en el Cuadro 2 referido a riesgos inducidos por acción antrópica deben considerarse la
erosión en especial la originada por la extracción de áridos en la zona de interface, la remoción en

110
masa inducida por descalces de todo tipo como por aportes de aguas servidas al sustrato. Finalmente
debe considerarse la extracción de áridos cerca de la zona de interface.

Cuadro 2:
RIESGOS INDUCIDOS por ACCIÓN ANTRÓPICA
ALTO
RELLENO COSTERO MEDIO
BAJO
ALTO
EROSIÓN * MEDIO
BAJO
ALTO
REMOCIÓN en MASA * MEDIO
BAJO
ALTO
CAVAS * MEDIO
BAJO
ALTO
INUNDACIÓN por OLAS de TORMENTAS MEDIO
BAJO

En ambos cuadros los ítems marcados con asterisco son los que deben considerarse en las costas de
erosión.
Lo expuesto anteriormente es útil en el caso de que el factor climático sea estable. Sin embargo, eso
no es lo que ocurre al presente, por ello es imprescindible adicionar el concepto del Cambio
Climático.
El Cambio Climático implica conceptos complejos. Por ejemplo, el calentamiento global esta
asociado al aumento del nivel del mar, sin embargo, si bien es vital considerarlo en costas bajas, es
de valor variable en costas acantiladas. En estas, el ascenso del nivel del mar es de importancia si se
relaciona con la altura del acantilado.
Sin embargo, cobra mayor importancia el desplazamiento hacia el sur de los anticiclones, cosa que
está ocurriendo. Ello trae como consecuencia el aumento de las frecuencias de tormentas y su
intensidad. Lamentablemente la variabilidad climática no es tenida en cuenta en ningún estudio de
impacto ambiental, incluyendo los de riesgo y vulnerabilidad. Es común que se manejen estadísticas
que involucran sesenta o más años, cuando en realidad no deben utilizarse más allá de los últimos
veinte años. Esto es importante y no debe dejar de considerarse en costas en retroceso, ya que
aumenta considerablemente el valor de la erosión.
Para ello deben tenerse en cuenta los datos aportados por el IPCC (2001), Cabe señalar, que como
los datos están en constante revisión (actualmente IPCC 2004-2007), deben adecuarse las
valoraciones de riesgo en forma semicontinua.

111
Capítulo 2.2

EROSIÓN EÓLICA
Rostagno, C. M. ¿Qué es la erosión eólica?
del Valle, H. F. ¿Cuáles son los mecanismos de transporte por el viento?
Buschiazzo, D. ¿Cuáles son los principales factores que controlan la intensidad de la
erosión eólica?
¿Cuáles son las principales causas?
¿Con qué otros procesos geológicos pueden estar asociados?
¿Cuáles son los daños y pérdidas más comunes que provocan?
¿Cuáles son los indicadores de erosión eólica que se pueden
emplear para evaluar el estado de erosión de los suelos?
¿Qué variables y métodos se utilizan para evaluar el riesgo de
erosión eólica?
¿Qué variables se toman en cuenta y cuáles son las clases de
erosión consideradas en los estudios de riesgos de erosión eólica?

MAPA ¿Cuál es la distribución regional en la Argentina?


METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS
Rostagno, C. M., La erosión de los suelos en un área quemada del NE de Chubut.
Salomone, J., del
Valle, H. F, Toyos, A.,
Elissalde, N. y
Escobar, J.

del Valle, H. F., Los campos de médanos del sur de Península Valdés: su dinámica y
Rostagno, C. M. y los cambios asociados en los suelos y en la vegetación
Bouza, P

112
Buschiazzo, D. E., Mapas de erosión eólica potencial y actual de la región semiárida y
Martinez, H. M., subhúmeda pampeana argentina.
Fiorucci, E. y Guiotto,
C.

EROSIÓN EÓLICA
Por Rostagno, C. M., del Valle, H. F. y Buschiazzo, D

¿Qué es la erosión eólica?

La erosión eólica es el proceso por el cual el material superficial de los suelos es removido y
transportado por el viento. Algunos investigadores consideran la abrasión producida por el impacto
de las partículas removidas por el viento, como parte del proceso de erosión eólica. La acumulación
del material removido puede ocurrir a distancias variables de la fuente de origen, dependiendo
principalmente de la erosividad del viento y del tamaño de las partículas removidas.
La erosión eólica es un problema ambiental serio en muchas regiones del mundo. La presencia de
extensos depósitos eólicos de distintas edades geológicas indicaría que no se trata de un fenómeno
reciente. La erosión eólica ocurre en una gran variedad de ambientes que tienen en común la
presencia de material fino, suelto y seco, extensas áreas con una superficie poco rugosa,
desprovista de cobertura vegetal, donde predominan fuertes vientos (FAO, 1979). Estas
características ambientales son particularmente frecuentes en las zonas áridas.

¿ Cuáles son los mecanismos de transporte por el viento?

La erosión eólica, al igual que la erosión hídrica, involucra tres procesos: desprendimiento,
transporte y depositación. El flujo de aire produce parte del desprendimiento de partículas
pequeñas. Cuando el flujo de aire incorpora partículas de suelo, su capacidad erosiva se incrementa
significativamente. El impacto de esas partículas produce el desmoronamiento de los agregados del
suelo, aumentando la disponibilidad de partículas pequeñas, factibles de ser removidas por el
viento.
Las partículas removidas por el viento pueden ser luego transportadas mediante tres mecanismos
diferentes: saltación, reptación y suspensión (Fig. 1). El modo en que son transportadas las
partículas dependerá de sus propiedades aerodinámicas (tamaño, forma y densidad) y de la
capacidad de transporte del viento según su turbulencia, viscosidad y densidad.

saltación
viento

reptación

Fig. 1. Representación esquemática de los tres modos de transporte de partículas por el viento.

113
Saltación. Es el modo de transporte más importante. Las partículas que se mueven por saltación
permanecen relativamente cerca de la superficie del suelo, generalmente a menos de 30 cm. El
tamaño de partículas que se mueve por saltación varía de 0,05 a 0,50 mm (arenas muy finas a arenas
medias). La velocidad crítica del viento necesaria para el desprendimiento de partículas varía con el
tamaño de las mismas, siendo mínima (0,15 m s-1) para las partículas de 0,10 a 0,15 mm y aumenta
tanto para las de mayor como para las de menor tamaño (Savat 1982). La resistencia de las
partículas de mayor tamaño resulta de su mayor peso; las de menor tamaño deriva de su mayor
cohesión y por la protección brindada por las partículas mas grande que las rodean.
Según las condiciones de viento y el tipo de suelo, este proceso puede explicar entre el 50% y el
90% del transporte de sedimentos.
Reptación. El proceso de reptación, descripto como el rolado y deslizamiento de las partículas de
mayor tamaño sobre la superficie del suelo, es favorecido por el impacto de las partículas que se
desplazan por saltación, y puede representar entre el 5% y el 25% de los sedimentos removidos de
un área determinada. El tamaño de partículas arrastrado mediante este proceso se encuentra entre
los 0,5 y los 2 mm. En muchos casos, las partículas de 1 a 2 mm de diámetro que pudieran haberse
movido cortas distancias por reptación forman, junto a las gravas de mayor tamaño, el remanente de
suelo que cubre las áreas severamente erosionadas.
Suspensión. Es el proceso de transporte mas visible y describe el movimiento de las partículas mas
pequeñas, generalmente <0,2 mm de diámetro, a gran altura y a distancias muy largas. Las
partículas mas finas pueden permanecer suspendidas en el aire durante largos períodos. La mayor
expresión del proceso de suspensión son las tormentas de polvo, las cuales pueden representar
grandes pérdidas de suelo, aunque generalmente no superan el 15% de las perdidas totales de suelo
por erosión eólica.

¿Cuáles son los principales factores que controlan la intensidad de la erosión eólica?

La intensidad de la erosión eólica depende de la erosionabilidad de los suelos (la susceptibilidad o


facilidad de desprendimiento y transporte de las partículas por el viento) y de la erosividad del
viento.
La erosionabilidad de un suelo hace referencia a su resistencia tanto al desprendimiento como al
transporte y ha sido definida como la facilidad con que un suelo es erosionado en función de sus
propiedades intrínsecas. Si bien la resistencia a la erosión depende en parte de la cobertura del
suelo y los niveles de disturbio creado por distintos tipos de manejo, las propiedades del suelo son
las determinantes más importantes. La erosionabilidad varía en gran medida con la textura y la
estabilidad de los agregados. La facilidad con que los granos individuales son desprendidos o
transportados depende de su diámetro, densidad y forma. Las partículas individuales de gran
tamaño y peso, como los granos de arena gruesa y muy gruesa y las gravas, son resistentes al
transporte debido a la mayor fuerza requerida para ponerlas en movimiento; las partículas muy finas
(arcillas) son muy resistentes al desprendimiento debido a su alta cohesión. Las partículas menos
resistentes son las de limo (0,002 a 0,05 mm) y arena muy fina (0,05 a 0,10 mm).
En la mayoría de los suelos, las partículas individuales forman terrones o agregados cementadas por
distintas sustancias. La estabilidad de esas unidades estructurales o agregados determina en gran
medida la erosionabilidad de los suelos. Si un suelo tiene una buena estructura y los agregados son
estables, el número de partículas lo suficientemente pequeñas para ser removidas es muy baja y la
abrasión resultante puede ser mínima debido al limitado aporte partículas abrasivas y a la resistencia
mecánica de los agregados. Como resultado de ello, la erosión eólica es baja. Por el contrario, los
suelos con una débil estructura y una provisión inicial de material erosionable alta pueden
erosionarse rápidamente (Chepil and Woddruff 1963).
El estado de agregación y la estabilidad de las unidades estructurales están determinados

114
principalmente por el contenido de humedad y de materia orgánica y por la textura del suelo.
La susceptibilidad de un suelo a la erosión eólica está estrechamente relacionada con el su
contenido de humedad. Los suelos húmedos no se erosionan debido a la fuerza de atracción entre el
agua y las partículas de suelo (adhesión). En el caso de arenas, la capacidad de retención de agua es
muy baja; a su vez el agua es fácilmente removida por la demanda atmosférica y la cohesión entre
partículas desaparece fácilmente. Este fenómeno puede apreciarse en las playas cuando baja la
marea y la capa superficial se seca. En esas condiciones, si los vientos son los suficientemente
fuertes, se inicia el transporte de arena. Según Chepil (1953), la erosionabilidad de los suelos
disminuye en función del aumento de la humedad al cuadrado hasta un potencial de 1,5 MPa, a
partir del cual la erosión se detendría.
La influencia de la textura en la erosión de los suelos está relacionada en gran medida a la retención
de humedad. En general, a mayores contenidos de limo y arcilla en el suelo, mayores son los
contenidos de agregados estables y menor es la erosionabilidad del suelo. Por el contrario, una alto
contenido de arena limita la formación de agregados y los suelos son altamente erosionables. La
arcilla favorece la formación de agregados más resistentes a la abrasión que el limo.
La rugosidad del suelo es un factor importante en el control de la erosión eólica. La rugosidad del
suelo puede aumentarse mediante el empleo de herramientas de labranza especiales. En el sudoeste
de la provincia de Chubut, Castro (1983) implementó una serie de prácticas de corrugado
(formación de surcos y bordes perpendiculares a la dirección del viento dominante) para controlar el
avance de los frentes de médanos de las lenguas de erosión. La rugosidad generada por el material
extraído de los surcos, dispuesto en bordes de distintas alturas, actúa disminuyendo la velocidad del
viento, mientras que los surcos sirven para capturar las partículas movidas por reptación y saltación.
En aquellos suelos en los que el contenido de fragmentos gruesos es elevado, el aumento de a
cobertura de los mismos sobre la superficie, como resultado de la remoción selectiva de las
partículas finas, aumenta la rugosidad del suelo y disminuye la tasa de erosión eólica.
La longitud del campo en la dirección del viento tiene una gran influencia en la remoción de
partículas. El flujo de partículas aumenta con la distancia viento abajo. Si el área es lo
suficientemente extensa, el flujo de partículas alcanza el nivel máximo para ese viento.
La velocidad del viento, especialmente las ráfagas con velocidades muy por encima de la velocidad
media del viento, tienen una influencia determinante en la remoción de partículas. Algunos estudios
(Wilson and Cooke, 1980; Fryrear and Saleh, 1993) señalan que para iniciar el movimiento de
partículas de suelos de textura gruesa (arenosa a franco arenosa) y baja rugosidad, se requieren
velocidades de entre 5 y 7 m s-1 (18 y 25 km h-1). Las arenas finas y sueltas, sin protección alguna,
pueden ser puestas en movimientos por vientos de menos de 1 m s-1.

¿Cuáles son las principales causas?

Cualquier disturbio que produzca una disminución de la cobertura vegetal o de restos de materia
orgánica sobre la superficie del suelo puede potencialmente acelerar la erosión eólica.
En las áreas de pastizales naturales el pastoreo del ganado doméstico puede reducir la cubierta
vegetal por debajo de niveles a partir de los cuales la tasa de erosión se acelera significativamente
(Castro 1983). Si bien la cubierta vegetal, aún con valores inferiores al 20%, es un factor efectivo de
protección del suelo, en muchos ambientes el pastoreo ha reducido la cobertura vegetal a valores
inferiores al 5%.
Los incendios de pastizales naturales pueden dejar el suelo totalmente desprotegido, acelerando de
esa manera la erosión eólica a niveles muy elevados. Por ejemplo, en un pastizal del noreste de
Chubut, accidentalmente quemado en enero de 1994, la cantidad de sedimentos removidos durante
un año alcanzó los 130 Mg ha-1 de sedimentos; mas del 50% del material fue removido durante una
tormenta de viento que duró 17 horas, ocurrida una semana después del incendio.

115
En las zonas semiáridas, con cultivos de ciclo primavero-estival, el suelo puede permanecer
descubierto a finales de invierno y comienzo de primavera, período en que el viento sopla con gran
intensidad.

¿Con qué otros procesos geológicos pueden estar asociados?

La erosión eólica puede estar asociada a la erosión hídrica. En muchos casos el material depositado
por el agua, como es el caso de los sedimento depositados en las lagunas temporarias que
constituyen las áreas mas bajas de las cuencas endorreicas, es luego retransportado por el viento.
Muchas lenguas de erosión formadas viento abajo de lagunas temporarias en el sudoeste de la
provincia de Chubut tienen este origen.

¿Cuáles son los daños y pérdidas más comunes que provocan?

Los problemas generados por la erosión de los suelos pueden verse desde dos perspectiva: in situ y
ex situ. Desde el punto de vista de la producción agropecuaria los efectos adversos producidos in
situ pueden ser directos y están relacionados con la disminución de los rendimientos de los cultivos
por los efectos abrasivos de la arena sobre las plántulas (sand blasting); de manera mas general, la
erosión eólica produce una disminución del potencial productivo de los suelos relacionado a la
remoción de nutrientes para las plantas y materia orgánica, aumento en la compactación y
disminución de la infiltración, y aumento en el escurrimiento superficial. Desde una perspectiva
ambiental, la erosión eólica genera problema mas allá del lugar de origen de los sedimentos, tales
como tormentas de polvo que pueden afectar la circulación vehicular terrestre y el tráfico aéreo, ser
causas de enfermedades respiratorias, dañar equipos electrónicos, aumentar los costos de
mantenimiento de vehículos, equipos o locales. La acumulación de sedimentos eólicos en forma de
grandes frentes de médanos, es la forma mas espectacular que muestra este proceso. Los médanos
en su avance pueden ocasionar cortes de caminos, obstrucción de canales de riego, cubrimiento de
cultivos, alambrados y otras mejoras, y en casos extremos sepultar viviendas (ej. de P. Valdés).

¿Cuáles son los indicadores de erosión eólica que se pueden emplear para evaluar el
estado de erosión de los suelos?

Superficie cubierta por montículos, rizaduras (ripple marks), estriaciones en rocas, plantas descalzas
(raíces expuestas), pérdida de espesor del suelo sobre la capa de inhibición de las raíces, arena
gruesa y grava superficial (cantidad y porcentaje de la superficie cubierta), superficie cubierta por
médanos.

¿Qué variables y métodos se utilizan para evaluar el riesgo de erosión eólica?

Las variables climáticas mas frecuentemente utilizadas para evaluar el riesgo de erosión eólica son
la velocidad del viento y la relación entre las precipitaciones y la evapotranspiración potencial. Las
variables del suelo mas empleadas son la composición textural, el tamaño y la estabilidad de los
agregados. La rugosidad del suelo y la cobertura vegetal (o de mantillo), ambas relacionadas a la
intervención humana, son las características de superficie consideradas en muchos modelos de

116
evaluación del riesgo de erosión eólica.
La fracción >0,84 mm, considerada no erosionable, determinada por tamizado en seco, ha sido
empleada como un indicador de la erosionabilidad de los suelos. En ensayos con túneles de viento,
Chepil (1950) determinó la erosionabilidad relativa de distintos suelos en función de las
proporciones de agregados de distinto tamaños. Los agregados >0,84 mm de diámetro fueron
considerados no erosionables en el rango de velocidades de viento empleados en los distintos
ensayos.
Los principales métodos para evaluar la erosión eólica son:
1. Observación y medición directa.
2. Técnicas de Geo-información: Sensores Remotos y Sistemas de Información
Geográfica (SIG).
3. Modelos matemáticos.
1a. La observación directa puede representar la única información disponible y es una importante
fuente de información para verificar los resultados obtenidos mediante el uso de modelos o de
relevamientos realizados con sensores remotos. Los resultados obtenidos mediante la observación
directa pueden ser representados como mapas, tablas, etc. La observación directa brinda una idea
del estado de la erosión del suelo en comparación con condiciones anteriores o comparado con
áreas de referencia no erosionadas. Es una visión estática del proceso y no da cuenta de la tasa de
ocurrencia del mismo.
1b. La medición directa nos brinda la posibilidad de conocer la dinámica del proceso. Las técnicas
más empleada para medir las pérdidas de suelo por erosión eólica son el uso de estacas (Fig. 2) u
otros mecanismos que permitan evaluar los cambios en la altura relativa de la superficie del suelo
en un período determinado y de trampas o colectores eólicos (Fryrear, 1986; Aimar et al. 1998;
Buschiazzo et al. 1999).

Figura 2. Montículo con restos de plantas (arbustos) quemadas, en un pastizal afectado por un fuego
accidental en el NE de Chubut. El empleo de estacas permite evaluar la remoción o la acumulación

117
de sedimentos y de esa manera cuantificar las pérdidas de suelo por erosión. Nótese la
concentración de gravas en superficie (parte derecha de la foto) en la zona mas intensamente
erosionada y la acumulación de sedimentos en tránsito que incluyen restos orgánicos parcialmente
quemados (parte inferior izquierda de la foto) a sotavento del montículo. Los vientos predominantes
provienen del sector oeste (derecha de la foto) (Rostagno 1999).

2. Los sensores remotos representan una tecnología valiosa para el mapeo y la evaluación de la
erosión de los suelos. De las diversos productos disponibles, las imágenes obtenidas mediante
satélites han sido las mas empleadas. La disponibilidad de imágenes multiespectrales, obtenidas con
cierta periodicidad, permite monitorear los cambios en el proceso de erosión eólica. En el Cuadro II
se presentan los resultados de un análisis del avance de los frentes de médanos del sur de Península
Valdés (Chubut) mediante el empleo de imágenes satelitales de distintas fechas.
El rasgo destacado del SIG consiste en su capacidad de elaborar modelos espaciales, proceso por el
cual, a partir de la combinación de informaciones disponibles es posible inferir características
nuevas acerca de un área.
3. Entre los modelos empíricos, la ecuación de pérdida de suelo por erosión eólica, desarrollada por
Woodruff and Siddoway (1965), ha sido el mas empleado durante los últimos años. Este modelo fue
desarrollado como resultado de una serie de estudios llevados a cabo para entender los mecanismos
del proceso de erosión eólica, identificar los factores de mayor influencia en el proceso, y
desarrollar técnicas de control de la erosión. La relación funcional entre la variable dependiente (la
pérdida potencial de suelo) y las variables independientes toma la siguiente forma:

E = f (I K C L V)

Donde I es la erosionabilidad del suelo, K es el factor de rugosidad, C es el factor climático, L la


extensión del terreno sin protección (distancia entre dos barreras o cortinas eólicas), y V es la
cobertura vegetal.
Los modelos basados en los distintos procesos describen matemáticamente cada proceso físico
involucrado y luego combina sus efectos. El “Sistema de Predicción de la Erosión Eólica” (SPEE)
es un modelo desarrollado para predecir la erosión del suelo mediante la simulación de los procesos
fundamentales que controlan la erosión eólica (Wagner, 2004). Este modelo, desarrollado por la
Unidad de Investigación en Erosión Eólica del Departamento de Agricultura de EEUU, está
diseñado para calcular movimiento de partículas, daños ocasionado a los cultivos, y predecir la
emisión de partículas <10mµm (PM-10) cuando la velocidad del viento supera el umbral de erosión.

¿Qué variables se toman en cuenta y cuáles son las clases de erosión consideradas en
los estudios de riesgos de erosión eólica?

El riesgo de erosión eólica depende tanto de la vulnerabilidad intrínseca de la región (clima, suelo,
vegetación) como de las presiones humanas sobre los recursos suelo o vegetación (tipo de labranza,
carga animal, etc.)
Las clases de erosión normalmente consideradas en los estudios de riesgo de erosión eólica o
hídrica, son las siguientes (FAO, 1979):

118
Clases Pérdida
Mg ha-1 año-1 mm año-1
Erosión ausente o leve < 10 0,6 *
Moderada 10 - 50 0,6 – 3,3
Alta 50 – 200 3,3 – 13,3
Muy alta >200 >13,3
-3
* Considera una densidad aparente del suelo de 1,5 Mg M

¿Cuál es la distribución regional en la Argentina?

La erosión eólica afecta principalmente la región árida y semiárida de la Argentina. Ambas zonas
representan aproximadamente el 75% del territorio nacional (gran parte del territorio ubicado al
oeste del meridiano de 64°). La zona árida, dedicada principalmente al pastoreo extensivo,
representa el 60% del territorio de la R. Argentina y recibe una precipitación media anual inferior a
los 400mm. La zona semiárida, dedicada principalmente al pastoreo extensivo y a la agricultura de
secano, ocupa el 15% del territorio nacional. En esta zona las precipitaciones medias anuales varían
de 400 a 600 mm.
La región mas afectada por la erosión eólica, en cuanto a extensión y severidad, es la patagónica,
principalmente las provincias de Chubut y Santa Cruz (Mapa 1; Figs.3, 4, 5). Otras provincias con
áreas severamente afectadas por erosión eólica son Buenos Aires, Córdoba, Catamarca, San Juan
(Fig.6) y San Luis (PROSA, 1988).
En la R.A el área afectada por erosión eólica ligera/moderada y severa/grave ascendería al 9% del
territorio nacional (Mapa 1). Se entiende por grado moderado de erosión a una pérdida del 25 al
50% de la capa superficial del suelo y por grado severo a una remoción superior al 50% de la capa
superficial (Prego, 1988). Muy probablemente la superficie de la R. Argentina afectada por erosión
eólica se encuentre por encima del 9%. En los suelos cultivados (tierras agrícolas) no existen
indicadores muy visibles de pérdidas de suelo por erosión eólica y la evaluación de la severidad o
estado (la lámina de suelo erosionada comparada con una situación bien conservada) del proceso
resulta difícil de establecer. Por el contrario, en las área de pastizales naturales, donde algunos
signos de erosión eólica han modificado profundamente las características superficiales de los
suelos y de la vegetación, la severidad del proceso es mas fácil de evaluar. De todas maneras, en
estos ambientes resulta difícil discriminar entre erosión natural y antrópica.

Fig. 3. Recorte de una imagen satelital Landsat ETM (banda pancromática) del sector sudeste de la
provincia de Río Negro en el que pueden apreciarse distintos frentes de médanos originados en la
costa norte del golfo San Matías, expuesta a los vientos dominantes del sector oeste-sudoeste.

119
REPUBLICA ARGENTINA

REFERENCIAS

Ligera - moderada
Erosión eólica
Severa - grave

En Tierra del Fuego e Islas Malvinas se carece


de la localización de los datos disponibles

E: 1:10.000.000

Fuente: Fundación para la Educación, la Ciencia y la


Cultura (FECIC)
Centro para la Promoción de la Conservación del
Suelo y del Agua (PROSA). Compilación: R. Mon

Mapa 1. Áreas afectadas por erosión eólica en la R. Argentina.

120
Fig. 4. Recorte de un mosaico satelital ortorectificado del Landsat ETM (banda pancromática), del
área norte de la Meseta de Somuncurá en el sur de la provincia de Río Negro. Las bandas de color
claro corresponden a lenguas de erosión. La mayoría de estas lenguas nacen en las escarpas de
erosión expuestas a los vientos dominantes del oeste, en los cañadones que disectan la vertiente
norte de la meseta. En la parte inferior izquierda pueden apreciarse un conjunto de lenguas de
dimensiones menores, originadas en pequeñas lagunas temporarias.

Fig. 5. Recortes de dos imágenes satelitales Landsat ETM (banda pancromática), correspondientes
al sector suroeste de la provincia de Chubut, en el departamento Río Senguerr. Esta área ha sido
señalada como una de las mas afectada por la erosión eólica en Patagonia (Monteith et al. 1970;
Castro et al. 1980). La forma mas visible de erosión eólica son las lenguas de erosión (bandas de
color claro, alargadas en el sentido de los vientos dominantes del sector oeste). La lengua originada
en la Laguna del Coite (mosaico superior, 1) tiene una longitud de aproximadamente 60 km y un
ancho promedio de 600 m. La velocidad media de avance del frente de médanos, que en su
desplazamiento da origen a la lengua por eliminación de la cubierta vegetal y activación de la
erosión del suelo, es de aproximadamente 600 m año-1, habiéndose registrado avances de hasta
2.000 m en un año (Castro et al. 1980).

121
kkkmm

Fig. 6. Recorte de un mosaico satelital ortorectificado del Landsat TM (banda 4), del sector sudeste
de la provincia de San Juan (Departamento 25 de Mayo) donde puede apreciarse un extenso campo
de dunas.

Trabajos citados en el texto

Aimar Silvia B., Buschiazzo Daniel E., and Ted M.. Zobeck. 1998. Wind erosion in loess soils of
the Semiarid Argentinian Pampas. CD-ROM. 16 th. World Congress of Soil Science,
Montpellier, France.
Buschiazzo, D. E., T. M. Zobeck, and S.B. Aimar. 1999. Wind erosion in loess soils of the semiarid
argentinian pampas. Soil Science;164:133-138
Castro, J.M. 1983. Manual para la recuperación de áreas erosionadas en la Patagonia. INTA, EEA
Trelew, 101 pp.
Chepil, W.S. 1950. Properties of soil which influence wind erosion: Dry aggregate structure as an
index of erodibility. Soil Science 69: 403-414
Chepil, W.S. and N.P. Woddruff. 1963. The physics of wind erosion and its control. Advences in
Agronomy 15: 211-302.
Food and Agriculture Organization (FAO). 1979. A provisional methodology for soil degradation
assessment. 84 pp. Rome, Italy.
Fryrear, D.W. 1986. A field dust sampler. Journal of Soil and Water Conservation. 41:117-120.
Fryrear, D.W. and A.Saleh. 1993. Field wind erosion:vertical distribution. Soil Science 155:294-
300.
Prego, A.J. 1988. Erosión actual en la República Argentina: conclusiones y recomendaciones. En:

122
PROSA (Ed.), El deterioro del ambiente en la República Argentina (Suelo-Agua-Vegetación-
Fauna). Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura (FECIC), p. 187-190, Buenos
Aires.
PROSA (Centro para la Promoción de la Conservación del Suelo y del Agua), 1988. El deterioro
del ambiente en la República Argentina (Suelo-Agua-Vegetación-Fauna). Fundación para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (FECIC), 497 pp., Buenos Aires.
Rostagno, 1999. La erosión eólica en un área quemada del nordeste de Chubut. Libro de Resúmenes
de la Reunión Argentina de Ecología, S.M. de Tucuman
Savat, J. 1982. Common and uncommon selectivity in the process of fluid transportation: field
observations and laboratory experiments on bare surfaces. Catena Supplement 1: 139-160.
Wagner, L.E. 2004. An overview of the wind erosion prediction system. Contribution No. 96-205-
A, USDA-ARS (http://weru.ksu.edu/weps).
Wilson, S.J. and R.U. Cooke, 1980. Wind erosion. In Kirby, M.J. and R.P. Morgan (Eds.) Soil
Erosion, Chapter 7, pp.217-251. J. Wiley & Sons, N.York..
Woodruff, N.P. and F.H. Siddoway (1965). A wind erosion equation. Soil Ascience Society of
America Proceedings 29: 602-608.

METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS


LA EROSIÓN DE LOS SUELOS EN UN ÁREA QUEMADA DEL NE DE CHUBUT

Por Rostagno, C.M., Salomone, J., del Valle, H. F. ,


Toyos, A., Elissalde, N. y Escobar, J.

Introducción

La frecuencia de los incendios accidentales en el NE de Chubut han aumentado notablemente en los


últimos 10 años. Muchos de estos incendios han ocurrido a finales de primavera y durante el
verano dejando al suelo descubierto durante los meses más ventosos y secos del año. Bajo estas
condiciones la erosión de los suelos, principalmente por el viento, se ve incrementada
significativamente. El objetivo de nuestro estudio fue evaluar las perdidas de suelo de distintas
zonas afectadas por un incendio que ocurrió en enero del 2001 y eliminó la casi totalidad de la
biomasa vegetal en un área de aproximadamente 35.000 ha. En esta comunicación se presenta
información parcial del relevamiento de la erosión del área quemada.

Materiales y Métodos

El área de estudio (área afectada por el incendio) se extiende a lo largo de unos 50 km en sentido
oeste – noreste, afectando distintos Sistemas Fisiográficos (Beeskow et al. 1987), desde la Terraza
Intermedia del Río Chubut hasta el Pedimento Mesetiforme “Loma María” y la Bajada Costera al
Golfo Nuevo. La Figura 1 muestra el incendio en una imagen satelital Landsat TM.
La precipitación media anual del área, según datos de la estación meteorológica de Puerto Madryn,
es de aproximadamente 200 mm y la temperatura media anual de 13,5ο C. Los suelos dominantes
en cada uno de estos sistemas fisiográficos son los Haplocalcides y Torriorthents típicos. Ambos
suelos están caracterizados por presentar una textura areno-franca en los horizontes superiores,
contenidos de materia orgánica menores al 2 % y un marcado microrelieve de montículos-
entremontículos. La vegetación original (comunidad presente antes del incendio) correspondía a
un estepa arbustiva de Larrea divaricata, Chuquiraga avellanedae y Nardophyllum chilliotricoides
como especies dominantes en el estrato arbustivo y Stipa tenuis y Poa ligularis como dominantes

123
en el estrato herbáceo.

Figura 1. Landsat 5 TM, del 6 de Febrero de 2001, RGB (7,5,2).

Mediante el análisis de una imagen satelital (Figura 1) registrada una semana después del incendio
y un posterior control de campo se determinaron 5 unidades, caracterizadas por distintas coberturas
de restos de plantas quemadas que representarían fuegos de distinta intensidad. El procedimiento
metodológico destinado a captar y evaluar información de diferentes grados de severidad de fuego,
con ayuda de métodos de procesamiento digital, siguió los lineamientos establecidos en Chuvieco
(1999). Se realizó una clasificación digital mediante un procedimiento mixto: no supervisado y
supervisado. En un primer paso de clasificación se identificaron de este modo 100 clases. Como las
clases generadas en primera instancia no fueron siempre interpretables, resultó necesario realizar
una prueba cualitativa de las mismas con el objeto de lograr histogramas unimodales de
distribución normal y ninguna o en lo posible pocas intersecciones con otras clases. En
consideración de estos criterios resultó imprescindible eliminar categorías o reunir otras en una sola.
Se seleccionaron de este modo 8 clases, quedando a posteriori 5 clases finales de severidad de
fuego. Finalizada esta clasificación se hizo corresponder a estas clases - generadas en forma
automática – con categorías reales de superficie. Cada una de las clases se codificó cromáticamente
de acuerdo con su grado de impacto erosivo.
Las pérdidas y acumulaciones de sedimentos, producidas luego de 8 meses de ocurrido el incendio,
se determinaron a lo largo de 5 transectas de 20 m en cada unidad, midiendo la altura de raíz
expuesta, tanto de pastos como de arbustos (perdidas) y la altura media y longitud de los depósitos
de sedimento sobre el suelo original (acumulaciones).
En cada una de las transectas se registró la cobertura de montículo y entremontículos. La cobertura
vegetal (estimación visual), mantillo, gravas y suelo desnudo se determinaron en 20 cuadrados de
0,50 m x 0,50 m en cada una de las 5 transectas.

Resultados

El fuego afectó de manera diferencial el área quemada (Figura 2), con zonas donde la cobertura
vegetal fue eliminada en su totalidad (zona de color verde oliva donde le fuego adquirió su mayor
intensidad ) y zonas donde la vegetación no fue afectada (zonas en blanco dentro del área afectada
por el incendio). En la zona mas afectada por el fuego, la cobertura vegetal, luego de 8 meses de
producido el incendio, fue sensiblemente menor que en las otras zonas (Tabla 1). La cobertura
vegetal, mantillo y gravas presentó valores bajos pero por encima de los valores umbrales (10 a 20
%) a partir de los cuales la erosión eólica disminuye notablemente (Marshall 1973). La cobertura

124
de montículos varió del 31,4 al 55,3 %. Los montículos presentan, en la comunidad original, una
alta cobertura vegetal y representan microambientes de acumulación de sedimentos. La eliminación
total o parcial de la vegetación por el fuego deja a los suelos de los montículos totalmente expuestos
a la acción del viento. Los entremontículos generalmente presentan una alta cobertura de gravas y
una costra superficial que les otorga una alta resistencia a la acción del viento. Por el contrario, los
suelos de los montículos son mas erodibles en función de su estructura mas suelta y la menor
cobertura de gravas. Igualmente, la erosividad (velocidad) del viento es mayor en la cima de los
montículos que en los espacios entremontículos.

Figura 2. Resultado de la clasificación digital mixta con la definición de 8 clases, de las cuáles se
consideraron 5 clases según un orden de intensidad del fuego decreciente: (1) verde oliva/verde
claro; (2) azul; (3) marrón; (4) roja/amarilla/arena y (5 naranja). Las zonas de color blanco, dentro
del perímetro de la zona quemada, corresponden a áreas no afectadas por el incendio.

_______________________________________________________________________________
Vegetación
M EM Pastos Dicot Mantillo PD SD
________________________________ % ___________________________________________
Zona 1 55,2 44,8 1,5 0,46 0.67 6,5 90,8
Zona 2 41,0 59,0 4,4 2,8 2,6 7,0 83,2
Zona 3 55,3 44,7 3,8 1,15 0,51 1,9 92,7
Zona 4 43,0 57,0 8,0 3,3 6,7 4,1 78,0
Zona 5 31,4 68,6 6,8 1,8 1,4 2,9 87,1
________________________________________________________________________________
Zona 1: verde oliva/verde claro; Zona 2: azul; Zona 3: marrón;
Zona 4: roja/amarilla/arena; Zona 5: naranja.

Tabla 1. Cobertura de montículos (M) y entremontículos (EM), vegetación, mantillo, gravas


(PD) y suelo desnudo (SD) en cada una de las clases de intensidad de fuego.

La superficie afectada por las pérdidas de suelo dentro de cada unidad varió de 4,8 % en la unidad
menos afectada por el fuego a 42,4 % en la mas intensamente quemada (Tabla 2). En cada una de
estas unidades las perdidas brutas de suelo fueron de 3.1 y 114,1 Mg ha-1 (2,4 y 87,8 M3 ha-1),
respectivamente. En la unidad menos afectada por el fuego no se observaron acumulaciones,

125
alcanzando un 8,4 % de la superficie en la unidad mas afectada. Las mayores perdidas se
registraron en los montículos. Parte del material removido de los montículos se acumuló (material
en tránsito de textura arenosa) a sotavento de los mismos.
________________________________________________________________________________
Zona 1 Zona 2 Zona 3 Zona 4 Zona 5
_________________________________________________________________________________
Superficie erosionada (%) 42,4 32,2 15,4 13,8 4,8

Erosión bruta (M3 ha-1) 87,8 35,7 16,4 11,3 2,4

Superficie con acumulación (%) 8,4 1,15 8,0 2,5 -

Masa acumulada (m3 ha-1) 23,8 0,6 13,0 0,7 -

Perdida neta (m3 ha-1) 64.0 35,1 3,4 10,6 2,4

Lámina erosionada (mm) 6,4 3,51 0,34 1,06 0,24


________________________________________________________________________________

Tabla 2. Erosión de suelos estimada en función del porcentaje de la transecta afectada por remoción de
sedimentos y el espesor media de la lámina removida.

Conclusiones

La eliminación de la vegetación por efecto del fuego acelera notablemente la tasa de erosión de los
suelos. Como el impacto del fuego sobre la vegetación no es homogéneo, el fuego genera un
mosaico con coberturas, tanto vegetal como de mantillo, muy variables. La erosión de los suelos de
las distintas unidades presentó variaciones de mas de un orden de magnitud.

Agradecimientos

La imagen satelital fue provista por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE).

Trabajos citados en el texto

Beeskow, A.M., H.F. del Valle y C.M. Rostagno: 1987. Los sistemas fisiográficos de la región árida
y semiárida de la provincia del Chubut, Argentina. SECYT, Delegación Regional Patagonia,
S.C. de Bariloche, Río Negro.
Chuvieco, E. 1999. Remote Sensing of large wildfires. E. Chuvieco (Ed.), Springer-Verlag.
Marshall, J.K. 1973. The environmental, economic, and social significance of drought. Angus and
Robertson Pub. London.

126
LOS CAMPOS DE MÉDANOS DEL SUR DE PENÍNSULA VALDÉS: SU DINÁMICA Y
LOS CAMBIOS ASOCIADOS EN LOS SUELOS Y EN LA VEGETACIÓN
Por del Valle, H. F., Rostagno, C. M. y Bouza, P.

INTRODUCCIÓN

Gran parte del sector sur de Península Valdés ha sido afectado por el avance de numerosos frentes
de médanos, muchos de los cuales se encuentran en tránsito a distintas distancias de la costa. La
mayoría de los frentes de médanos se han originado en la costa, a partir de la erosión de las
areniscas terciarias que allí afloran. Este proceso no tiene mayormente relación con el uso actual de
esas tierras sino que constituye un fenómeno de erosión natural.
Si bien el campo de médanos del sur de la península representa la mayor área de Patagonia afectada
por la erosión eólica, ni la dinámica del proceso ni sus efectos sobre los suelos, la vegetación o los
efectos del uso pastoril sobre la dinámica de los depósitos estabilizados han sido estudiados. Los
estudios sobre erosión eólica en Patagonia han estado relacionados con la dinámica de las lenguas
de erosión (Movia 1972) y las posibilidades de su recuperación (Castro et al. 1980; Castro 1983).
Un relevamiento regional sobre la erosión en Patagonia, con especial énfasis en la cuantificación de
las lenguas de erosión fue realizado por Monteih et al. (1970).
El objetivo del presente estudio fue evaluar la dinámica de los frentes de médanos, analizar algunos
cambios en los suelos y en la vegetación en las áreas afectadas por el pasaje de los médanos, y
evaluar el impacto del pastoreo en la iniciación de nuevos focos a partir de los depósitos de arena
estabilizados.

MATERIALES Y MÉTODOS

El área de estudio corresponde al sector sur de Península Valdés. La precipitación media anual del
área durante el período 1931-1960 fue de 225 mm en el sector oeste(estación P.Pirámides) y de 245
mm en el extremo este (estación Punta Delgada) (Barros et al. 1979). La temperatura media anual
del área es de 13°C. La vegetación corresponde al distrito central de la provincia fitogeográfica
patagónica (Soriano 1956). En noviembre y diciembre de 1999 se tomaron muestras de 0-20 cm de
la parte alta de varios frentes de médanos vivos, de médanos fijos y de los mantos de arena
depositados en las área afectadas por el pasaje de los médanos. Igualmente se tomaron muestras de
areniscas de la Formación Puerto Madryn que aflora en los acantilados de la costa oeste de
Península Valdés. En cada uno de los lugares muestreados se caracterizó la vegetación presente
(estructura y composición botánica). La velocidad de avance de los distintos frentes de médanos se
determinó mediante la comparación de fotografías aéreas del IGM del año 1970 e imagenes
satelitales Landsat TM de los años 1992 y 1999.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

El área afectada por el pasaje de los médanos actuales y la ocupada por los médanos vivos es de
aproximadamente 540 km2 y 47 km2, respectivamente (Figs. 1 y 2). El área cubierta anualmente por
el avance de los frentes, determinada en base a la velocidad de avance y a la suma de los frentes de
médanos vivos, es de 1,10 km2 (Fig. 3).

127
Fig. 1. Mapa de la R. Argentina en el que se resalta la porción nordeste de Chubut (A) y un detalle
de la misma donde se incluye un recorte del mosaico de imágenes satelitales ETM (banda
pancromática) correspondiente al sector sur Península Valdés en el que pueden apreciarse las dos
fajas afectadas por el pasaje de frentes de médanos y los frentes de médanos activos.

Fig. 2. Recorte de un mosaico de imágenes satelitales ETM (banda pancromática) del sector sur de
Península Valdés, en el noreste de la provincia de Chubut. A partir de los afloramientos de areniscas
friables en los acantilados de la costa suroeste (SO), de hasta 50 m de altura, se han originado una
serie de frentes de médanos (flechas blancas) que se desplazan de oeste a este a una velocidad

128
media de 25 m año-1. La costa SO de P. Valdés representa uno de las pocas situaciones en Patagonia
en que los acantilados quedan expuestos a los fuertes vientos del oeste. Nótese que algunos frentes
de médanos se han originado en la meseta (flechas roja), debido al deterioro de la cubierta vegetal
de los mantos de arena fijos, probablemente por efectos del pastoreo del ganado ovino.

Según datos de la estación meteorológica de Puerto Madryn, los vientos mas frecuentes y de mayor
velocidad son los del sector oeste (NO-O y SO). Las velocidad promedio de los vientos del oeste
varía de 26 km h-1 en Julio a 39 km h-1 en diciembre. En general los vientos mas intensos se
registran durante los meses de verano, coincidiendo con el período de déficit hídrico mas marcado.

Fig. 3. Posición de los frentes de médanos originados en la costa suroeste de Península Valdés
según una fotografía aérea del año 1970 y según la imagen satelital del año 1999. Las flechas
representan las distintas direcciones de avance a lo largo del período analizado. Los números
identifican la posición de los frentes en el año 1999.

Si bien la mayoría de los frentes de médanos se han originado en la costa oeste de la península,
algunos frentes de menor envergadura se han iniciado a partir de material estabilizado sobre la
meseta. Estos frentes tendrían relación con la actividad ganadera del área, constituyendo los puntos
de origenes, áreas de uso mas intenso (sobrepastoreadas). La velocidad de avance de los frentes de
médanos mas extensos (>4 km) fue de 25m año-1, avanzando a una velocidad ligeramente menor
los de menor tamaño (Fig.3). Tomando como promedio la velocidad de avance de 25 m año-1, el
frente de médanos vivos mas alejado de la costa se habría iniciado hace unos 1600 años.
Considerando las distancias entre los frentes de médanos de mayor extensión y entre el último
frente y la costa, el tiempo requerido para la formación de un nuevo frente habría variado entre 250
y 300 años. La velocidad de avance de los médanos de Península Valdés contrasta con las
registradas en el SO de la provincia (Castro 1983), donde los frentes de médanos de las lenguas de
erosión habrían avanzado hasta 2000 m año-1. En este sector de la provincia (45° a 46° LS y 70°30´
a 71°30´ LO) los vientos del sector O son mas frecuentes y con velocidades medias mensuales muy
superiores a las registradas en el sector NE.

129
Textura del material originario y de los médanos

Los estratos dominantes de las areniscas aflorantes en la costa oeste presentan una textura arenosa,
con predominio de la subfracción arena fina, e intercalaciones de estratos delgados de pelitas. Por el
contrario, la subfracción dominante de los médanos vivos mas alejados de la costa es la arena media
(Fig. 4).

80 80
60 60
40 A 40
20 20
0 0
2 -1 1 -0 .5 0.5-0 .2 5 0.25 -0 .1 0 .1 -0 .05 B 2 -1 1 -0 .5 0 .5 - 0 .2 5 - 0 .1 -
T am añ o d e p artíc u la (m m ) 0 .2 5 0 .1 0 .0 5

80 80
60
D 60
40 40
20 20
0 0
2 -1 1 -0 .5 0 .5 - 0 .2 5 - 0 .1 -
C 2 -1 1 -0 .5 0 .5 - 0 .2 5 - 0 .1 -
0 .2 5 0 .1 0 .0 5 0 .2 5 0 .1 0 .0 5

Fig. 4. Distribución de tamaño partículas (%) de la fracción arena de las areniscas de la Formación
Puerto Madryn (A) y a 0,1 (B), a 15 (C) y a 30 (D) km de la costa oeste de Península Valdés.

Vegetación y suelos

El principal cambio introducido por el pasaje de los frentes de médanos es la depositación de un


manto de material arenoso que varía de menos de 0.50 m a mas de 3 m (médanos fijos). Los suelos
dominantes en el area afectada habrían correspondido a los Calciargids Xéricos, los cuales
cambiaron a Calciargids Arénicos o a Torripsamments en las áreas afectadas por el pasaje de los
frentes. En las áreas ubicadas inmediatamente frente a los médanos vivos como en las
recientemente descubiertas se encuentran distintas comunidades serales dominadas por especies del
género Sporobolus, Hyalix, y Mulinum, mientras que en las áreas estabilizadas la comunidad
dominante es una estepa herbácea en la que dominan especies del género Poa, Stipa, Aristida y
Piptochaetium

Trabajos citados en el texto

Barros, V., B. Scian y H. Matio. 1979. Campos de precipitación de la Provincia de Chubut.


CENPAT-CONICET, Puerto Madryn.
Castro, J.M. 1983. Manual para la recuperación de areas erosionadas en la región patagónica. 101
pp. INTA,Est. Exp. Agr. Trelew.
Castro, J.M., J.M. Salomone y R.N. Reichart. 1980. Estudio de los focos de erosión en el SO de la
provincia de Chubut. 7 pp. INTA, Est. Agr. Trelew, Trelew.
Monteith, H.N., J.M. Castro y J.A Menendez. 1970. Estudio sobre la erosión en la Patagonia.
Proyecto FAO-INTA (inédito).
Movia, C.P. 1972. Formas de erosión eólica en la Patagonia. Photointerpretation No. 6/3, Ed.
Technip, Paris.
Soriano, A. 1956. Los distritos florísticos de la Provincia Patagónica. RIA 10:323-347.

130
MAPAS DE EROSIÓN EÓLICA POTENCIAL Y ACTUAL DE LA REGIÓN
SEMIÁRIDA Y SUBHÚMEDA PAMPEANA ARGENTINA
Por Buschiazzo, D. E.; Martinez, H. M.; Fiorucci, E. y Guiotto, C.

INTRODUCCIÓN

El 75% de la superficie de Argentina, 48.000.000 ha, es ocupado por ambientes áridos y semiáridos,
en los cuales el peligro de erosión eólica es elevado debido a que gran parte de los suelos que lo
integran derivan de materiales eólicos –sedimentos loéssicos– con alta susceptibilidad a ser
removidos por acción del viento.
La erosión eólica es un proceso que difícilmente pueda revertirse ya que produce la pérdida de los
componentes texturales más finos, modificando así algunas propiedades del suelo, como los
contenidos de materia orgánica (Buschiazzo, Taylor 1993).
Existen pocos antecedentes acerca de la distribución areal del fenómeno en Argentina. La mayoría
de los estudios desarrollados sobre la erosión eólica estimaron la superficie afectada por el
fenómeno (Covas y Glave, 1988; Zanotti y Buschiazzo, 1997) o han determinado las pérdidas de
suelo: Aimar et al. (1996); Buschiazzo, et al. (1999). No existen mapas que permitan cuantificar el
estado actual y potencial del fenómeno en la región, lo que sería muy útil para desarrollar sistemas
productivos sustentables en el área. Michelena e Irurtia (1995) desarrollaron un mapa de erosión
eólica potencial de los suelos de la Provincia de La Pampa.
Sobre esta realidad se ha encarado el presente trabajo, considerando que la WEQ tiene la
posibilidad de determinar las tasas anuales de erosión eólica. De esa manera se supuso que sería
posible cuantificar zonas con diferentes susceptibilidades a sufrir erosión eólica actual y potencial.
El objetivo de este estudio es volcar los datos de erosión actual y potencial de la región semiárida
Pampeana Argentina en sendos mapas a fin de poder visualizar la situación de cada sector.

MATERIALES Y MÉTODOS

El área de estudio abarca gran parte de la región semiárida y subhúmeda de la República Argentina,
que comprenden las provincias de La Pampa, San Luis, Córdoba y Buenos Aires. Se ubica entre los
30º y 40º de latitud sur y los 62º 30’ y 67º de longitud oeste. La línea más occidental coincide con el
límite entre la región fitogeográfica del Caldenal y del monte, en la provincia de La Pampa; la
desembocadura del Río Colorado en el Océano Atlántico marca el punto más oriental; el límite
norte está dado por el Dpto. de Punilla, provincia de Córdoba, y el límite sur por el río Colorado.
La cartografía base para elaborar los mapas finales de Erosión Eólica Potencial (EEP) y Erosión
Eólica Actual (EEA), fue tomada de los Inventarios de Suelos de la provincias afectadas por el
proyecto. Como esa cartografía tiene una escala de 1:500.000, se debió reducir a 1:2.000.000, para
que los mapas pudieran tener una magnitud adecuada. Los datos de los perfiles de suelos
seleccionados y datos climáticos se obtuvieron de la misma fuente.
Para determinar la EEP se calcularon los factores C (climático) e I (erosionabilidad del suelo) de la
WEQ (Woodruff, Siddoway 1965). Los datos climáticos (velocidad de viento, precipitaciones y
temperatura) necesarios para calcular el factor C se obtuvieron de los sitios detallados en la Tabla 1.
Las variables necesarias para calcular el factor I (contenidos de arenas, limo, materia orgánica y
carbonato de calcio) se obtuvieron de 228 perfiles de suelos, seleccionados de los dominios edáficos
de la cartografía existente para las provincias consideradas (Peña Zubiate et al., 1998, Gobierno de
la Provincia de Córdoba, 2003, Gob. Pcia. La Pampa, 1980). Como normalmente se analizaba
más de un perfil de suelos en cada dominio edáfico, se aplicó la fórmula correspondiente para
definir la EEP sin ajustar, tomando los datos de cada uno de ellos. Posteriormente se obtuvo el
promedio, entre todos los perfiles, al cual se le afectó el coeficiente climático “C” de la WEQ,
obteniendo así los valores de EEP ajustada. Cuando en un mismo dominio edáfico o en su área de

131
influencia, existía más de una localidad, se promediaron los valores de referencia. De esta forma, en
cada dominio, se determinó el valor de EEP ajustada en t/ha.año.

Velocidad del Viento


Provincia Localidad
m/seg
LA PAMPA General Acha 2.750
General Pico 3.444
Santa Rosa 3.472
Victorica 2.250
SAN LUIS San Luis 4.417
Villa Mercedes 2.972
CÓRDOBA Córdoba 3.194
Laboulaye 4.444
Marcos Juarez 3.555
Río Cuarto 4.666
Villa María 1.555
BUENOS AIRES Ascasubi 3.611
Bahía Blanca 6.250
Bordenave 2.777
Trenque Lauquen 3.333

Tabla 1: Velocidades medias anuales del viento de los sitios considerados en este estudio.

La escala de riesgos de EEP y EEA fue definida en base a rangos propuestos por Chepil (1945) y
Zobeck (com. pers.). Los dominios edáficos que presentaban valores de EEP dentro del mismo
rango de la escala propuesta, se fusionaron para dar lugar a un área con el mismo grado de erosión.
La escala de valores adoptada para la EEP fue la siguiente: Ligera: 0–20 t/ha.año, Moderada: +20–
50 t/ha.año, Severa: +50–100 t/ha.año, Grave: +100–150 t/ha.año, Muy grave: +150 t/ha.año.
Para el cálculo de la Erosión Eólica Actual (EEA) se consideró el coeficiente de rugosidad que
produce un arado de rastra y el porcentaje cubierto por agricultura, para cada una de las unidades
consideradas. Por ello se multiplicaron los valores de EEP de cada dominio por el coeficiente 0.7,
rugosidad producida por el arado rastra, el implemento de labranza más difundido en la región, y
por el porcentaje de agricultura de cada región edáfica (Timm, 2003). La EEA fue clasificada en:
Ligera: +0– 8 t/ha.año, Moderada: +8–12 t/ha.año, Severa: + 12– 20 t/ha.año, Grave: + 20– 30
t/ha.año, Muy grave: + 30 t/ha.año.

132
RESULTADOS

La Figura 1 muestra dos sectores con EEP ligera: el ubicado hacia el norte, situado en el centro-este
de la provincia de Córdoba, en el límite con la provincia de Santa Fé, ocupa una superficie de
668.100 ha (Tabla 2) y coincide con la unidad geomorfológica “Pampa ondulada”. Los suelos de
este ambiente se han desarrollado a partir de sedimentos eólicos ricos en limo. En su mayoría son
suelos bien estructurados, de ambientes planos a planos suavemente ondulados con precipitaciones
que superan los 800 mm. Estas condiciones naturales favorecen el desarrollo de estructura y
disminuyen la susceptibilidad a la erosión eólica de los suelos.

MAPAS DE EROSIÓN EÓLICA


REGIÓN SEMIÁRIDA Y SUBHÚMEDA PAMPEANA
REPÚBLICA ARGENTINA
2003
0 100 200 300 400 500 km
ESCALA 1:2.000.000

EROSIÓN POTENCIAL EROSIÓN ACTUAL


67º 66º 65º 64º 63º 62º 61º 67º 66º 65º 64º 63º 62º 61º

31º 31º

Córdoba Córdoba

32º 32º

CÓRDOBA CÓRDOBA
33º 33º

Río Cuarto Río Cuarto

Villa Mercedes Villa Mercedes


Fe

Fe
nta

nta
34º 34º
Sa

Sa
SAN LUIS
SAN LUIS
35º General Villegas 35º General Villegas

General Pico General Pico

36º 36º
BUENOS BUENOS
AIRES AIRES
Santa Rosa Santa Rosa

37º 37º

LA PAMPA LA PAMPA

38º 38º

Bahía Blanca Bahía Blanca


39º 39º

40º 40º

Los mapas de erosión eólica de la región semiárida y subhúmeda de Argentina que se muestran aquí fueron desarrollados utilizando la Ecuación de Erosión Eólica (WEQ). La WEQ establece que la
erosión E (t/ha.año)=f{I, C, K, L, V}, donde I=erosionabilidad potencial del suelo, C=factor climático, K=factor rugosidad del suelo, L=longitud del terreno y V=cobertura vegetal. El mapa de erosión
potencial se obtuvo combinando la información edáfica con la climática. La primera se extrajo de los mapas de suelo en escala 1:500.000 de las provincias de Córdoba, San Luis, La Pampa y Buenos
Aires, de los cuáles se seleccionaron los datos de materia orgánica, arcilla, limo y carbonato de calcio de los horizontes A de cada dominio edáfico. De esta manera se calculó el porcentaje de agregados
> 0.84 mm, equivalentes al factor I. El factor climático se calculo con los datos medios anuales de lluvia, temperaturas y velocidades del viento de las principales localidades de la región de los últimos
10 años. La erosión potencial fue, entonces, el producto de I x C. La erosión eólica actual se obtuvo considerando el porcentaje de superficie que actualmente se destina a agricultura en cada dominio
edáfico (Jessica Timm, com. pers.) y el coeficiente de rugosidad que produce un arado rastra. Debe tenerse en cuenta que por su pequeña escala estos mapas permiten sólo reconocer la erosión de grandes
áreas y no de superficies reducidas, por lo tanto la interpretación de esta información no puede ser utilizada para casos particulares.
Estos mapas fueron realizados con fondos provistos por GTZ GmbH y el Proyecto Nacional de Control de la Desertificación de INTA.

AUTORES:
POTENCIAL ACTUAL BUSCHIAZZO, D. E. (1) (2)
(tn/ha.año) MARTÍNEZ, H. M. (2) (3)
FIORUCCI, E. A. (3)
GUIOTTO, C. (2)
LIGERA 0-20 0-8 COLABORADOR:
ZORRILLA, G. M. N. (4)

MODERADA +20-50 +8-12 (1)


INTA-E.E.A Anguíl “Ing. Agr. Guillermo Covas”.
(2)
Facultad de Agronomía, UNLPam.
(3)
Subsecretaría de Asuntos Agrarios (Gob. de La Pampa).
SEVERA +50-100 +12-20 (4)
Subsecretaría de Ecología (Área S.I.G., Gob. de La Pampa).

GRAVE +100-150 +20-30

MUY GRAVE +150 +30

Figura 1. Mapas de erosión eólica potencial y actual de la región semiárida y subhúmeda Pampeana
de Argentina.

133
PROVINCIA
Grado de Erosión LA BUENOS
SAN LUIS CÓRDOBA TOTAL %
(ha) PAMPA AIRES
EROSIÓN
POTENCIAL
668.100 521.050
Ligera – – 1.189.150 4,4
(56,2%) (43,8%)
1.309.000 1.053.900 4.146.000 22.100
Moderada 6.531.000 24,2
(20,0%) (16,1%) (63,5%) (0,4%)
6.586.700 1.878.200 1.206.100 1.749.000
Severa 11.420.000 42,4
(57,7%) (16,4%) (10,6%) (15,3%)
828.300 1.951.100 119.400
Grave – 2.898.800 10,8
(28,6%) (67,3%) (4,1%)
1.912.000 1.197.000 1.790.000
Muy Grave – 4.899.000 18,2
(39,0%) (24,4%) (36,6%)
TOTAL 9.807.700 3.760.400 9.168.300 4.201.550 26.937.950 100

EROSIÓN
ACTUAL
7.442.700 2.552.600 2.265.000 693.150
Ligera 12.953.150 48,1
(57,5%) (19,7%) (17,5%) (5,3%)
379.500 2.135.400
Moderada – – 2.514.900 9,3
(15,1%) (84,9%)
1.520.000 251.700 1.665.800
Severa – 3.437.500 12,8
(44,2%) (7,3%) (48,5%)
845.000 181.300 3.319.200 1.272.600
Grave 5.618.100 20.8
(15,0%) (3,2%) (59,1%) (22,7%)
647.000 1.197.000 570.000
Muy Grave – 2.414.000 9,0
(26.8%) (49,6%) (23.6%)
TOTAL 9.807.700 3.760.400 9.168.300 4.201.550 26.937.950 100

Tabla 2: Superficies ocupadas por distintos niveles de erosión eólica potencial y actual en las
provincias incluidas en este estudio.

Otro sector con EEP ligera ubicado en el centro-sur de la provincia de Buenos Aires ocupa una
superficie de 521.050 ha. Este ambiente presenta inclusiones con grados de erosión moderada y
severa. La superficie afectada alcanza a 1.189.150 ha, el 4,4 % de la superficie total.
La EEP moderada comprende sectores de las cuatro provincias, teniendo Córdoba la mayor
superficie en dos sectores: centro-este y sur-oeste. con 4.146.000 ha (15,3 %). Climáticamente se
extiende de la zona semiárida, en las estribaciones de las Sierras Chicas, al oeste, pasando
paulatinamente hacia el este a la región subhúmeda.
Los suelos originados de materiales eólicos limo-arenosos y limosos, cambian su textura de franca
arenosa a franca limosa. A esta característica se suman vientos de moderada intensidad (ciudad de
Córdoba: 3,194 m/seg; Villa María: 1,555 m/seg) que definen una también moderada
susceptibilidad potencial a la erosión eólica.
El sector sur-oeste, de la provincia de Córdoba, con EEP moderada, se continúa hacia el oeste de la
provincia de San Luis y hacia el sur, en la provincia de La Pampa, abarcando 1.053.900 ha (3,9 %)
y 1.309.000 ha (4,9 %), respectivamente. En este caso los suelos derivan de sedimentos más
arenosos y todo el sector corresponde a la región semiárida, que se caracteriza por tener suelos con
más posibilidades de erosionarse por acción eólica, pero con vientos de menor intensidad
(Victorica: 2,250 m/seg; Villa Mercedes: 2,972 m/seg).

134
La EEP severa ocupa un sector el sur de Córdoba, centro de San Luis, centro-este de La Pampa y
centro-oeste de la provincia de Buenos Aires. Esta unidad se extiende por 11.420.000 ha, 42.4 % de
la superficie analizada. Debido a su extensión encontramos situaciones disímiles en cuanto a la
susceptibilidad de los suelos a erosionarse. Los materiales originales van desde arenosos, en las
provincias de San Luis y La Pampa, hasta limosos en la provincia de Buenos Aires. La existencia de
erosión severa, en tan variadas condiciones de clima y suelos, puede deberse a la pequeña escala
utilizada (1:2.000.000) que no permite diferenciar áreas con condiciones locales y a interacción
suelos – clima: suelos arenosos y pocas lluvias, con vientos moderados en el sector oeste (San Luis
y La Pampa) versus suelos limosos, mayores precipitaciones, con vientos moderados a fuertes
(Santa Rosa 3,472 m/seg y Bahía Blanca: 6,250 m/seg), en el sector centro-este.
El área afectada con EEP grave alcanza a 2.898.800 ha (10,8 %). Se ubica en el noroeste de la
provincia de Córdoba y el norte de San Luis. Los suelos poseen textura gruesa: desde gravillosa en
los sectores cercanos a las serranías de Córdoba (Sierras Chicas) hasta franco arenosos a franco
arcillo-arenosos en el este. La textura e intensidad de los vientos (San Luis: 4,417 m/seg; Córdoba:
3,194 m/seg; Río Cuarto: 4,666 m/seg) atenúan la erosión.
La EEP muy grave se distribuye en el centro-sur y sur-este de Córdoba (1.197.000 ha), sur-este de
La Pampa (1.912.000 ha) y noroeste y suroeste de Buenos Aires (1.790.000 ha). En total cubren una
superficie de 4.899.000 ha, un 18,2 % del área estudiada. Las provincias de Buenos Aires y
Córdoba presentan sedimentos arenosos finos, son pobres en materia orgánica y débilmente
estructurados, lo que determina una alta susceptibilidad a la erosión eólica.
El sector sur del área con este tipo de erosión (La Pampa y Buenos Aires), posee suelos arenosos,
con muy poca materia orgánica y estructura muy débil, lo que unido a las escasa precipitaciones,
definen el alto riesgo a la degradación de estos suelos.
De acuerdo a la Tabla 2, de las 26.937.500 ha evaluadas, la EEP ligera y moderada sólo representan
el 28,6% del total, quedando un 71,4% de la superficie, con suelos con EEP severa a muy grave.
De acuerdo a la Figura 1, la EEA ligera está presente en una amplia zona que abarca tres sectores: el
oeste, en La Pampa y San Luis, con un total de 9.995.300 ha (37,1 %), el norte, en Córdoba con una
superficie de 2.265.000 ha (8,4 %) y el este, en Buenos Aires con 693.150 ha (2,7 %). El primer
sector corresponde a tierras no agrícolas, por lo que el nivel de erosión actual es insignificante,
debido a la elevada cobertura con bosque y monte natural.
El sector norte (Córdoba) y este (Buenos Aires), mantienen un nivel bajo de erosión actual como
consecuencia de existir suelos de buen desarrollo, adecuado contenido de materia orgánica, texturas
francas a francas limosas, estabilidad estructural importante, buen manejo de y precipitaciones
adecuadas que mantienen al suelo con buenas condiciones de humedad. La superficie afectada con
EEA ligera en el área de estudio alcanza a 12.953.150 ha que representa el 48,1 % del total.
La EEA moderada está representada por dos sectores: uno al norte, en Córdoba, que es el más
importante y el otro al sur (sureste de Córdoba y este de San Luis). Los suelos poseen textura que
arenosa-franca a franca-limosa. Ambos sectores están definidos por una EEP moderada,
manteniéndose ese grado en cuanto a la EEA.
El porcentaje de superficie con agricultura oscila entre 42 % y 28 % para el sector norte y sur,
respectivamente, por lo que el grado de EEA varía poco con respecto a la EEP. La superficie
cubierta con este grado de erosión es de 2.514.900 ha, un 9,3 % del total.
La EEA severa se inicia al sur de Córdoba; toma una franja centro-este de La Pampa y culmina al
sur-oeste de Buenos Aires. Los suelos tienen un desarrollo intermedio, generalmente con texturas
arenosa franca a franca arenosa y precipitaciones que caracterizan a la región semiárida. Ocupan
una superficie de 3.437.500 ha, (12,8 % ) distribuidas como siguen: Córdoba: 251.700 ha, La
Pampa: 1.520.000 ha, Buenos Aires: 1.665.800 ha.
La EEA grave abarca una superficie de 5.618.100 ha (20,8 %). Los suelos afectados se distribuyen
con mayor incidencia en la provincia de Córdoba. La alta intensidad de los vientos, el alto
porcentaje de superficie ocupado por agricultura y, en algunos casos, precipitaciones insuficientes,

135
determinan que erosión eólica sea muy significativa.
La EEA muy grave se ubica en el noreste de San Luis, sureste de Córdoba y noreste de Buenos
Aires. Los suelos de San Luis presentan una EEP grave que pasan a una EEA muy grave por
presentar una superficie con cultivos del orden del 60 %, porcentaje que incrementa la erosión de
estos suelos. En Córdoba y Buenos Aires los suelos con EEP muy grave mantienen ese grado en la
EEA muy agrave. Son suelos derivados de sedimentos arenosos, de baja estabilidad estructural y
escasa materia orgánica; en muchos casos un manejo inadecuado termina por definir ese nivel de
degradación.
El 57,4% de la superficie total presenta niveles ligeros a moderados de EEA. Sin embargo hay que
tener en cuenta que ese valor incluye áreas de suelos no aptas para cultivos que ascienden a
9.995.300 ha (37,1%). La EEA severa se ubica en una faja que parte desde el sur de Córdoba y
culmina al sur de Bs.As., tomando también una porción de La Pampa. Ocupa una superficie de
3.437.000 ha (12,7% de la superficie total). La EEA grave a muy grave se distribuyó en todas las
provincias, involucrando un área total que representa el 29,9%.
El uso de estos mapas poseen una escala muy pequeña o “escala de aproximación”, que no permite
precisar situaciones locales. Es por eso que no fue posible diferenciar, para el cálculo de ambos
tipos de erosión el pastoreo en áreas naturales, el tipo de labranza (convencional, conservacionista)
o el tipo de cobertura vegetal en áreas naturales, ya que la incidencia de los vientos será diferente
con cobertura boscosa, arbustiva o con pastizales.
La principal limitante metodológica para desarrollar estos mapas fue la escasez de datos básicos
para calcular los coeficientes C e I de la WEQ, tanto en cuanto a su distribución espacial en sitios
representativos del área, como en la cantidad de información acumulada en cada uno de ellos. Las
variables más críticas fueron evapotranspiración y velocidad del viento.
Se puede concluir que en el área predominan suelos con alta susceptibilidad potencial a
erosionarse, aunque el uso actual, particularmente la existencia de bosques y montes prístinos,
disminuye la erosión actual en una vasta área. Esta situación hace poco recomendable el
desmonte y la habilitación de nuevas áreas agrícolas si no se toman estrictas medidas de control
de la erosión eólica.

AGRADECIMIENTOS

GTZ GmbH, INTA (Proyecto Nacional de Lucha contra la Desertificación, PAN), la Facultad
de Agronomía de la UNLPam y el Gobierno de la Provincia de La Pampa, hicieron posible el
desarrollo de este estudio. Se agradece al Sr. G. Zorrilla por la digitalización de los mapas y al
Ing. J. L Panigatti, al Lic. J. Gorgas y al Lic. Peña Zubiate por el suministro de los mapas de suelos
de Buenos Aires, Córdoba y San Luis, respectivamente. Los Ing. Agr. G. Casagrande y G. Vergara
suministraron la información climática requerida para este estudio.

Trabajos citados en el texto

Aimar S.B., Buschiazzo, D. E.; Casagrande, G. 1996. Cuantificaciones de campo de la erosión


eólica en suelos de la región semiárida pampeana Central Argentina. Actas del XV Congreso
Argentino de la Ciencia del Suelo, Santa Rosa.
Buschiazzo, D.E.; Taylor, V.. 1993. Efectos de la erosión eólica sobre algunas propiedades de
suelos de la región Semiárida Pampeana Argentina. Ciencia del Suelo 10: 46-53.
Buschiazzo D.; Zobeck, T.; Aimar, S. 1999. Wind erosion in loess soils of the Semiarid Argentinian
Pampas. Soil Sci. 164: 133-138.
Chepil, W.S. 1945. Dynamics of wind erosion: I. Nature of movement of soil by wind. Soil Sci.
60:305-332.
Covas, D.S.; Glave, A. 1988. Erosión. Provincia de La Pampa. En: El deterioro del ambiente en la

136
Argentina. FECIC. pp. 109-114.
Gobierno de La Pampa; INTA Castelar; U.N.L.Pam. 1980. Inventario de los Recursos Naturales de
la Provincia de La Pampa. ISAG. Buenos Aires.
Gobierno de la Provincia de Córdoba. 2003. Los Suelos de Córdoba. INTA Manfredi, Córdoba.
Michelena, O.R. & C.B. Irurtia. 1995. Suceptibility of soil to wind erosion in La Pampa Province,
Argentina. Arid Soil Res. Rehab. 9:227:234.
Peña Zubiate, C.; Anderson, D.; Demmi, M.; Saenz, J.; D’Hiriart, A..1998 – Carta de Suelos y
Vegetación de la Provincia de San Luis. S.A.G.P. y A..INTA San Luis. Gob. Prov. de San
Luis.
Timm, J. 2003. Variabilidad Climática y cambios en el Uso de la Tierra en la Región Pampeana
Argentina. Tesis de Grado. F.C.E. y N. – U.N.L. Pam.
Woodruff, N.P. & F.H. Siddoway. 1965. A wind erosion equation. Soil Sci. Soc. Am. Proc. 29:602-
608.
Zanotti, N. y Buschiazzo, D.E. 1997. Extracción histórica de nitrógeno y fósforo por cultivos de
cosecha en la Región Semiárida Pampeana: su incidencia económica. 18° Reunión de la
Asociación Argentina de Ecología. Facultad de Agronomía, UBA, 21-23 Abril de 1997.
Buenos Aires.

137
Capítulo 2.3

EROSIÓN HÍDRICA SUPERFICIAL


Vich, A. I. J. ¿Cuáles son las causas de la erosión hídrica?
Argüello G. L. y Sanabria, Carcavamiento ¿Qué se entiende por cárcava?
J. A. ¿Cuál es la problemática de las cárcavas?
¿Por qué se originan las cárcavas?
¿Cómo evolucionan las cárcavas?
¿Qué características tienen las cárcavas en la zona de influencia de la
Universidad Nacional de Córdoba?

METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS

Argüello G. L. y Sanabria, Aplicación del método de análisis secuencial de Fotografías aéreas:


J. A. Procesos de erosión hídrica acelerada en un sector de la ciudad de
Córdoba.

Vich, A. I. J. Cuantificación de la erosión hídrica en el piedemonte mendocino


Aplicación y desarrollo de métodos de predicción de erosión hídrica
Propuesta metodológica para el mapeo de procesos de erosión hídrica

138
EROSIÓN HÍDRICA SUPERFICIAL

¿Cuáles son las causas de la erosión hídrica?


Por Vich, A. I. J.

En la erosión hídrica, los factores activos son: el agua en forma de lluvia (intensidad, duración,
energía, etc.) y de escurrimiento. La acción antrópica, acelera enormemente un proceso natural. Los
agentes o factores pasivos como la naturaleza o característica de la superficie (homogeneidad, cohe-
rencia, tectónica, granulometría, etc.) y la cobertura vegetal, regulan la acción de los agentes acti-
vos. La erosión hídrica es la resultante de la acción combinada del agua en forma de lluvia y escu-
rrimiento para disgregar y transportar las partículas terrosas del suelo y la habilidad del suelo para
resistir dicha acción, resistencia que depende de las características intrínsecas del suelo y de su pro-
tección (cobertura vegetal, manejo, etc.).
Al ocurrir una precipitación pluvial, el ataque del agua al suelo se realiza de dos formas o modos de
actuar. En un caso, se ejecuta superficialmente, separando y arrastrando las partículas del suelo en
forma aislada. En el otro, el movimiento es en masa y el agua crea los medios propicios en el suelo,
para que éste se desplace por acción de la gravedad, siendo estas formas no tan generalizadas, aun-
que muy espectacular.
La causa de la erosión hídrica se debe a la acción dispersiva y al poder de transporte del agua; estas
acciones están determinadas por el choque de la gota de lluvia en superficie, la cantidad y velocidad
de escurrimiento. A su vez, se encuentran controlados por el relieve, cobertura vegetal y caracterís-
ticas y propiedades de los suelos (capacidad de resistencia a la dispersión, absorción y transmisión
de agua a través de su perfil, etc.). En consecuencia, la erosión hídrica puede ser explicada cuantita-
tivamente como:

E = f [EROSIVIDAD, ERODABILIDAD] (1)

El término erosividad se refiere a la acción del agua (lluvia o escurrimiento) para disgregar y trans-
portar las partículas del suelo. Erodabilidad es el efecto conjunto de las propiedades del suelo, re-
lieve y cobertura para evitar el desprendimiento de partículas de la masa del suelo y su posterior
desplazamiento por la lluvia o escurrimiento.
En general, el agua de escurrimiento al circular sobre una ladera, lo hace a través de numerosos
canalículos o surcos (Foster 1971). De acuerdo a la fuente de procedencia de los sedimentos (Meyer
et al 1975), los procesos de erosión en laderas pueden ser subdivididos en: erosión en surcos que se
presenta en los pequeños canales y erosión entre surcos que ocurre en las áreas limitadas por los
canalículos (Foster y Meyer 1975). El conocimiento de la importancia de cada uno de los subproce-
sos en una situación específica y el origen de los sedimentos es básico para una correcta predicción
y diseño de obras de control.
Los subprocesos más importantes de la erosión entre surcos son: disgregación y transporte de las
partículas por acción de la precipitación. La disgregación prácticamente se debe exclusivamente al
impacto directo de la gota de lluvia. Los materiales sueltos son transportados a los surcos por la
acción combinada del efecto de salpicadura y de una muy delgada lámina de flujo superficial, acele-
rado por la turbulencia que provoca el choque de las gotas de lluvia sobre el agua (Mutchler y
Young 1975; Meyer et al 1975). En esta área, la remoción por flujo es despreciable en ausencia del
impacto de gotas de lluvia (Martinez et al 1980). En general, la capacidad de transporte es menor
que la cantidad de sedimentos disgregados disponibles.
La disgregación por lluvia es el subproceso más importante en este sitio. Es el resultado del impac-
to directo de la gota de lluvia sobre el suelo o sobre una delgada lámina de agua en superficie, don-
de las partículas son dislocadas de la masa del suelo y proyectadas al aire. Depende de la intensidad

139
de precipitación, tamaño de gotas, velocidad de caída, momento y energía cinética (Meyer 1965). El
efecto de los factores activos es regulado por: granulometría, materia orgánica, pH, estructura, den-
sidad aparente, inclinación y forma de la pendiente, espacio poroso ocupado por aire, efecto de la
cobertura vegetal, grado de agregación, material parental y contenido de arcilla, siendo este último
el realmente representativo (Wischmeier y Mannering 1969; Bubenzer y Jones 1971). Después de
observar numerosos parámetros y combinarlos en ecuaciones de regresión, comprobaron que úni-
camente el fue realmente representativo. El modelo que mejor representan este subproceso, es una
ecuación exponencial de la forma:

DL = a KE b (2)

Donde: D suelo disgregado; KE energía cinética de la lluvia; a y b, parámetros determinados empí-


ricamente. La expresión mejora significativamente cuando en lugar de la energía cinética, se consi-
deraba el producto de ella y la intensidad de lluvia.
El material suelo, removido por el impacto de la gota o el escurrimiento, es proyectado al aire a una
distancia variable, por el efecto del impacto de la gota de lluvia. El material proyectado es función
de la energía de precipitación, pendiente, características del suelo y velocidad del viento (Meyer y
Wischmeier 1969). Las ecuaciones propuestas son de la forma:

TL = a S Ib (3)

Donde: TL transporte por lluvia; a parámetro que depende de las características del suelo; S pen-
diente; I intensidad de la precipitación como indicador de su energía; b exponente.
Investigaciones independientes sobre el transporte por salpicaduras, han demostrado que la intensi-
dad de lluvia afectaba considerablemente a las pérdidas de suelo por escorrentía, no así a las pérdi-
das de suelo por salpicadura (Moldenhauer y Lang 1964; Farmer y Van Heveren 1971). Bennet
(1974) estableció que las pérdidas por salpicaduras pueden ser despreciables a los efectos prácticos.
Harmon y Meyer (1978), observaron que un incremento en el doble de la intensidad de lluvia, au-
mentaba ligeramente el monto de sedimento desplazados por salpicadura, mientras que el transporte
por flujo se quintuplicaba.
La erosión en surco es debida a la concentración del flujo superficial y es considerado como un
proceso avanzado de degradación del suelo. Los subprocesos más importantes son: disgregación y
transporte por escurrimiento (Foster y Meyer, 1975). Al comienzo de la formación del surco, el flu-
jo concentrado tiende a aumentar la tasa de disgregación, incrementando la longitud de este. Se ini-
cia en la parte superior de la pendiente como una pequeña incisión sobre la superficie. El subproce-
so de disgregación del suelo es muy intenso y aparentemente, el lugar de mayor contribución de
sedimentos de todo el surco. La velocidad de avance del corte y sus dimensiones es función de:
pendiente, descarga, suelo y contenido de materia orgánica. Por otra parte, la disgregación en surco
puede presentarse sin la presencia del corte; es relativamente uniforme y se incrementa es función
de la distancia recorrida por el agua en el (Meyer et al 1975). La erosión en un canalículo individual
es función de las características hidráulicas de la corriente, especialmente del esfuerzo de corte.
También, en estudios de campo, han encontrado que la tasa de erosión es proporcional a diferencia
de la descarga y la descarga crítica, para la cual no existe formación de surcos. Las prácticas de cul-
tivo pueden incrementar enormemente la erosión en surcos. Los subprocesos más importante son la
disgregación y transporte por el flujo
El transporte por escorrentía puede ser estimado como una función de: descarga, profundidad del
flujo, velocidad, turbulencia, características del líquido, pendiente, etc. (Martinez et al 1980). La
capacidad de transporte del flujo superficial es aproximadamente proporcional a la quinta potencia
de la velocidad del agua de escurrimiento. La capacidad de transporte por el escurrimiento queda
definido como:

140
TE =a S 5 / 3 Q 5 / 3 (4)

Donde: TE capacidad de transporte del escurrimiento; a parámetro que representa la susceptibilidad


de los materiales disgregados a ser transportados, depende de las características geométricas de los
sedimentos y densidad; S pendiente y Q descarga.
El escurrimiento superficial al circular sobre la superficie, realiza un doble trabajo. Por un lado, el
de separación de las partículas del suelo, que obedece fundamentalmente a la acción de: tensión de
arrastre del flujo, a los efectos de torbellinos y abrasión. El agua al moverse sobre la superficie,
provoca fricciones y choques entre las partículas de la masa del suelo y ella, incrementándose nota-
blemente a medida que aumenta la concentración de sólidos en suspensión. Los rozamientos origi-
nan tensiones que contribuyen a la disgregación y formación de elementos susceptibles de ser trans-
portadas. El modelo clásico de disgregación por escurrimiento responde a una ecuación de la for-
ma:

DE = C (τ − τ c )
a
(5)

Donde: DE capacidad de disgregación de la escorrentía; τ esfuerzo cortante actual; τC esfuerzo cor-


tante crítico; C y a constantes. Este subproceso es insignificante en el área de entre surco, porque la
velocidad es muy baja y el esfuerzo de corte es proporcional a la segunda potencia de ella.
Las interacciones entre los procesos de erosión en surcos y en áreas entre surcos y su relación con
cada uno de los cuatro subprocesos que intervienen en el proceso de erosión del suelo pueden ser
explicadas a partir de la transferencia de partículas provenientes de la erosión en áreas de entre sur-
co al sistema de surcos. Los flujos de agua entre los surcos no se forman de manera indefinida
cuando ellos están presentes. El sedimento que transporta el escurrimiento superficial, puede ser
evacuado o depositado en el sistema de canalículos; por lo tanto, cabría esperar que una proporción
creciente de los sedimentos del surco fuese tomada de las contribuciones laterales. La evidencia de
campo y el análisis realizado por Meyer et al (1975), hacen suponer que los aportes laterales de
materiales tienen un efecto poco importante en la erosión en surcos. Se ha comprobado que la ero-
sión entre surcos aumenta hasta alcanzar una tasa medianamente uniforme y provee material muy
fino, que es transportado en suspensión por el flujo en el surco. Por otra parte, no se ha definido
aun con claridad, que subproceso es dominante en el surco, si el desprendimiento de partículas de
las paredes y fondo del surco o la forma de transporte. Kirby y Morgan (1980) indican que sobre las
condiciones para la iniciación de un surco, no han sido la suficientemente desarrolladas aún, y se
requieren importantes estudios, ya que es indiscutible que aumentan la erosión total, con un crecien-
te efecto ladera abajo.

CARCAVAMIENTO
Por Argüello, G. L. y Sanabria, J. A.

¿Qué se entiende por cárcava?

Según se lee en Lexis 22, una cárcava es un “barranco estrecho y profundo, muy comúnmente aso-
ciado a zonas de vegetación ausente o escasa, que se forma por la acción erosiva de las aguas de
lluvia.” (Foto 1) .

141
Foto 1 Ejemplo de cárcava.

Otra posible definición es la de “un curso de agua incisivamente inscripto en la ladera, que está su-
jeto a avenidas bruscas e intermitentes”.
En la literatura mundial el término cárcava se corresponde con otros igualmente regionales como el
de "gully" usado en Inglaterra y los estados del norte de E.E.U.U. En los estados del sur de Estados
Unidos y en gran parte de Sudamérica, las cárcavas se conocen como "arroyos"; en Sudáfrica como
"donga", como "mulla" en la India; como "ravine" en Francia y en Egipto, y localizadamente en
algunos sectores de habla hispana como "wadis".
Más allá de un recuento más o menos folclórico, esta sinonimia debe llamar la atención sobre la
extensión prácticamente universal del fenómeno, que si bien tiene su mayor incidencia en climas
áridos y semiáridos con vegetación dispersa o sin ella; no está del todo ausente en climas tropicales
con cobertura vegetal.
Merece ser destacado también el hecho de que existen algunos matices en la terminología. La pala-
bra “acarcavamiento” equivalente al “entrenchment” del inglés, suele usarse en relación con cam-
bios locales de profundización y encajonamiento en porciones de ríos permanentes, los cuales res-
ponden en general a dinámicas semejantes a las que aquí se describirán, pese a su diferente lugar de
ocurrencia.

¿Cuál es la problemática de las cárcavas?

En primer lugar, y aunque no sea el efecto más importante, las cárcavas pueden generar paisajes de
gran espectacularidad, cuyos ejemplos más extremos son los badlands o tierras malas, así llamadas
porque las profundas incisiones generadas por el proceso en cuestión, cuando se reúnen densamente
en determinadas áreas, conducen a su improductividad; en parte por la imposibilidad del laboreo y
en parte porque a veces ni siquiera puede accederse a las zonas afectadas, pues los caminos se inte-
rrumpen y ningún vehículo está suficientemente adaptado a tantas y tan abruptas irregularidades
topográficas.
Por otra parte, hay un aspecto académico por el cual las cárcavas son muy valiosas, ya que por su
rápida evolución pueden considerarse como auténticos laboratorios naturales que permiten realizar

142
interesantes observaciones tendientes a mejorar la comprensión de variados aspectos de los proce-
sos geomórficos, que en ellas tienen lugar.
Esas observaciones de fenómenos que ocurren en la actualidad, son importantes claves en la inter-
pretación e investigación de fenómenos antiguos, de los que ya sólo se observan los efectos, pero no
las causas que los originaron.
En definitiva, una cárcava es uno de las mejores oportunidades con las que puede contar un geo-
morfólogo para aplicar el principio del actualismo, enunciado por Hutton, que reza: “El presente es
la clave del pasado”.
Desde otro punto de vista, hay también un aspecto eminentemente práctico que incluye los efectos
del acarcavamiento sobre el medio, los cuales se hacen sentir fundamentalmente en una o más de
las siguientes direcciones:
a) pérdida de la tierra,
b) cambios en gran parte de las relaciones hidrológicas de la cuenca
c) cambios en la biota; y
d) efecto sobre los asentamientos humanos.
Es interesante caracterizar un poco más específicamente las modalidades de estos cambios, si bien
sobre algunos de ellos se volverá más adelante, al abordar la génesis del fenómeno.
La pérdida de la tierra es sin duda el efecto más acentuado por la literatura, pero para visualizar el
problema en su justa dimensión, ha de señalarse que si bien la prevención del acarcavamiento suele
ser efectiva, su control y recuperación una vez que el fenómeno ya se ha instalado es, por lo gene-
ral, costoso y difícil, puesto que las cárcavas modifican toda la dinámica del agua en el paisaje, y
proteger un punto suele disparar el proceso en otro lugar de la cuenca.
Este último punto es precisamente otro de los efectos -que se han señalado ya- sobre el medio. Al-
gunos de los cambios que ocurren en la cuenca son: la concentración del escurrimiento, el aumento
de la carga sedimentaria pendiente abajo, con el consecuente enterramiento de suelos fértiles, o la
colmatación de reservorios de agua, etc.
Con respecto a los cambios en la biota, estos suelen ser desatendidos, pero es obvio que las cárcavas
proveen una rápida salida al agua de las precipitaciones, con lo que el aporte a la infiltración se em-
pobrece. Si se considera que la infiltración genera una reserva de agua para los períodos secos, es
fácil deducir que la vegetación se adaptará a esa carencia, haciéndose más xerófila, y sustentando
una comunidad biótica dependiente de estas nuevas condiciones.
Y por fin, lo que aparece de forma más evidente, es decir la alteración de las construcciones huma-
nas, tales como el corte de caminos, las pérdidas de vías férreas, o la amenaza sobre edificios; si
sólo se mencionan los efectos directos; y si se incluyen los perjuicios indirectos, pueden mencionar-
se los mayores costos, cuando se requiere construcción de puentes para conectar campos a uno y
otro lado de las cárcavas.

¿Por qué se originan las cárcavas?

En principio, las cárcavas surgen como respuesta a la ruptura de una situación de equilibrio “me-
taestable”, entendiéndose por tal, a la que responde a dos características:
1) el cuerpo apartado de su posición de equilibrio sólo vuelve a ella si la perturbación es pe-
queña, y
2) para recuperar la posición original, ha de aplicarse una fuerza mayor que la ejercida para
mover inicialmente el cuerpo.
En tales circunstancias, la fuerza que desequilibra un sistema de escurrimiento se debe a uno de dos
factores: o bien un aumento de la erodibilidad de los materiales del área, o bien una mayor erosi-
vidad de los flujos sobre dichos materiales.
Estos dos términos, lamentablemente han sido muy a menudo confundidos en la literatura geológi-

143
ca, pese a no ser en realidad equivalentes, ya que involucran condiciones y procesos diferentes.
Ocurre que normalmente los efectos de ambos se entrelazan íntimamente, creando la consecuente
confusión.
Conviene, por ende, delimitar claramente ambos conceptos: “erosividad”, es la capacidad potencial
del agua, sea en forma de lluvia, o de escurrimiento, para provocar erosión. Fundamentalmente de-
pende de las características físicas de la precipitación, (intensidad y duración, estado del agua, etc) y
de todos los factores que condicionan el escurrimiento (velocidad y caudal del flujo). Esto es debido
a que la erosividad está referida a la capacidad para erosionar, ya sea por impacto (máxima activi-
dad pluvial), o por arrastre (máxima relación con las características de la escurrentía).
"Erodibilidad" es la susceptibilidad del terreno a la erosión. Se puede considerar como la función
inversa de la resistencia de los materiales. Los factores que la afectan se reúnen básicamente en tres
grupos: los que resultan de las características físicas y químicas de los sedimentos, rocas y suelos
involucrados; los que dependen de la cobertura vegetal, y los que son provocados por el tratamiento
y manejo a que el hombre los somete. Es obvio, que todos estos factores se interrelacionan generan-
do una trama muy compleja.
Se debe también introducir un tercer término: erosionabilidad, el cual se usa para explicitar el re-
sultado de las dos características antes definidas. En resumen, un área tendrá una erosionabilidad
dada, en función de cuán erosiva sea el agua disponible, y cuánta sea la erodibilidad de los materia-
les sobre los cuáles ésta impacta o discurre.
Una secuencia sencilla de cambios puede provocar el surgimiento y la evolución de una cárcava.
Al producirse la precipitación, parte de ella queda retenida por la vegetación y los poros del suelo, y
otra parte se infiltra o evapora. La que excede a la suma de estas pérdidas, es el agua disponible
para el escurrimiento, la cual se conoce como "precipitación efectiva".
Como se ha señalado antes, la precipitación efectiva, forma inicialmente una película sobre el terre-
no, hasta alcanzar una altura crítica en que logra vencer la resistencia opuesta por la rugosidad del
terreno, y comienza a correr, en forma de flujo no encauzado primero, y en arroyada difusa después.
Cuando los hilillos cobran mayor volumen (aumento de erosividad), o el suelo está desprovisto de
una cubierta protectora, o por cualquier otra causa es particularmente susceptible (aumento de ero-
dibilidad), las capas externas del terreno son erosionadas generando surcos, a lo largo de los cuales,
el agua ya discurre con agresividad suficiente como para arrancar vegetación superficial, transportar
sedimentos finos en suspensión, y crear un curso de hasta uno o dos metros de ancho.
Nuevos cambios en la erosividad, en la erodibilidad, o en ambas, conducen a una erosión vertical
suficiente como para dar origen a verdaderas cárcavas.
Según lo descripto, en un sistema afectado por cárcavas, todo intento de explicación genética, debe,
necesariamente, orientarse a establecer las razones que localmente perturbaron el equilibrio origi-
nal, provocando un aumento de la erosividad y/ o de la erodibilidad.
Para establecer dichas causas, es importante tener en cuenta dos principios básicos de la Geomorfo-
logía, que se conocen como "equifinalidad" y "convergencia de causas".
La equifinalidad se refiere a que geoformas similares (como son en este caso las cárcavas) en dis-
tintas situaciones, pueden resultar de diferentes condiciones iniciales y de diferentes procesos ac-
tuantes.
La convergencia de causas, a su vez, establece que por lo general una geoforma es en realidad el
resultado, no de un único proceso, sino más bien de numerosos procesos que actúan en forma simul-
tánea, cíclica o sucesiva.
Teniendo en cuenta estos principios, Cooke y Reeves, elaboraron en 1980 un modelo que incluye
casi sin discriminación los cambios y relaciones que pueden ser poderosos o apenas efectivos, como
así también causas demostradas, probables o posibles, sin distinguir entre ellas. Dicho modelo se
dirige a la búsqueda de aquellos cambios que afectan la erosionabilidad de un terreno. Es decir la
erosividad y la erodibilidad.
La casi totalidad de las causas invocadas hasta el presente pueden reunirse en tres grandes grupos:

144
1. Cambios en el uso de la tierra.
2. Cambios climáticos seculares.
3. Variaciones ambientales azarosas.

El primer grupo incluye todas las formas de ingerencia humana, y no cabe duda de que ha sido en
muchos casos el agente que ha disparado el fenómeno, fundamentalmente a través de dos cambios:
la disminución de la protección vegetal originaria, (mayor erodibilidad) y la concentración de los
flujos en el terreno (mayor erosividad)
Estos cambios incluyen acciones como: fuego y talado, sobrepastoreo, y cultivos intensivos para el
primer caso, y construcción de diques, rutas, puentes, etc., para el segundo.
Cabría incluir otros ítems que los autores mencionados no han tenido en cuenta, tales como: la con-
taminación química; que afecta a la biota; o la extracción de áridos que afecta a la dinámica de los
flujos.
El hecho comprobado de la existencia de acarcavamientos ajenos a cualquier cambio significativo
introducido por el hombre, sea por su antigüedad o por su ocurrencia en zonas despobladas, señala
hacia las otras dos líneas del modelo.
Los cambios climáticos seculares, ya sea que impliquen condiciones de mayor aridez, o de mayor
humedad, rompen el equilibrio metaestable del sistema; en un caso porque debilitan la protección
vegetal; y en el otro, porque aumentan los escurrimientos.
Estos cambios incluyen variaciones en los montos y modalidades de precipitación y también en las
temperaturas, que impactan sobre el déficit hídrico.
El otro grupo de factores en los que el hombre no tiene ingerencia comprende las variaciones de
frecuencia y magnitud azarosas que afectan a la geomorfología, la biota o el clima, es decir al am-
biente en general. La incidencia de modificaciones de biota y clima que responden al azar, es asimi-
lable a todo lo que ya se ha analizado.
Los cambios del relieve, en cambio, pueden generar desajustes en la red de drenaje, sea por erosión
localizada, por divagaciones de los flujos en zonas de escasa pendiente, o por colmatación de pe-
queñas cuencas de la red.
Todos estos cambios confluyen para disparar el acarcavamiento.

¿Cómo evolucionan las cárcavas?

Una vez iniciadas, su perfil longitudinal se ve afectado por la erosión retrocedente debida a la ruptu-
ra del equilibrio original.
En un curso, la velocidad está relacionada con otras características físicas, según la fórmula de
Manning: (Ecuación 1)

Ecuación 1 V≈ R 2/3 x S 1/2


n

donde:
V = velocidad
R = radio hidráulico, que se mide en unidades de longitud, y que resulta del cociente entre
el área (Su. en la Figura 1, a y b) de la sección transversal del canal, y el perímetro mo-
jado, (abcd en la Figura 1,a y b) siendo en consecuencia dependiente de la forma del
canal en cuestión.
S = gradiente del lecho.
N = coeficiente de rugosidad. (que resulta principalmente de la litología y la vegetación.

145
Figura 1 a y b

Su Su

Al iniciarse el acarcavamiento, aumenta el radio hidráulico, y disminuye el coeficiente de rugosi-


dad. Normalmente la pendiente se hace menor, pero no alcanza a compensar los otros cambios, por
lo cual la velocidad aumenta, con lo que el fenómeno, lejos de autocorregirse, tiende a acentuarse
con el tiempo (Figura 2).

Gradiente original

Nuevo gradiente
Línea de próxima ruptura

Figura 2

Se ha señalado además, que en su búsqueda de restaurar el equilibrio, el gradiente del lecho dismi-
nuye, con lo cual, la altura de caída de agua aumenta a medida que la cárcava evoluciona, creándose
un efecto de cascada, en el que el flujo hídrico erosiona el suelo, y se arremolina contra la escarpa.
Allí se produce el fenómeno de cavitación, que genera el retroceso de la cabecera, a medida que
nuevos volúmenes de material son socavados y se derrumban hacia el interior del canal. Este es el
motivo por el cual las cárcavas evolucionan en retroceso, produciendo el fenómeno que se conoce
como erosión retrogradante o retrocedente, según ya se había adelantado.
El proceso de cavitación se debe a los fuertes cambios de presión cuando el agua sufre variaciones
bruscas de velocidad. Según la ecuación de Bernoulli, (Ecuación 2) cualquier aumento de la veloci-
dad provoca una disminución de la presión. En efecto:

Ecuación 2 energía total (constante)= p + V 2 + h


2g
donde:
p = presión;
V = velocidad;
g = aceleración de la gravedad y
H = altura

146
Si la aceleración es suficiente, la presión puede descender hasta tal punto que comienzan a formarse
burbujas, las cuales, ante un nuevo aumento de la presión estallan y generan potentes ondas de cho-
que que desgastan las superficies sólidas adyacentes.
A los pies del salto que se produce en la cabecera de la cárcava, están dadas las condiciones para
que lo descripto suceda, ya que durante la caída, hay una marcada aceleración, y la menor pendiente
que hay en el piso, genera la desaceleración que se compensa con una mayor presión. (Figura 2)

¿Qué características tienen las cárcavas en la zona de influencia de la Universidad


Nacional de Córdoba?

En el Mapa 1 se señala la zona que en la parte centro norte de la provincia tiene una mayor recu-
rrencia del fenómeno.

Mapa 1

Trabajos citados en el texto

BENNETT, J., 1974. Concepts of mathematical modeling of sediment yield. Water Resources Re-
search. Volumen10(3):485-492.
BUBENZER, G. y B. JONES Jr., 1971. Drop size and impact velocity effects on the detachement of
soils under simulated rainfall. Transactions of the ASAE, Volumen 14:625-628.
COOKE R; REEVES,R. 1980.Arroyos and environmental change in the American South west. Edited
by Oxford Research Studies in Geography.
FARMER, E. y B. VAN HEVEREN, 1971. Soil erosion by overland flow and raindrop splash on
three mountain soils. USDA-FS Research Paper INT-100.
FOSTER, G., 1971. The overand flow process under natural condition. En: E.J. Monke (ed.) Bio-
logical effects in the hydrological cicle. Proceeding. of the Third International Seminar for the
Hydrology Professors. Purdue University, 173-185, Lafayette.
FOSTER, G. y L. MEYER, 1975. Mathematical simulation of upland erosion by fundamental ero-
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Sources. USDA-ARS-S-40, 190-206.
HARMON, W. y L. MEYER, 1978. Cover, slope and rain intensity affect interill erosion. En D.
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KIRBY, M. y R. MORGAN, 1980. Soil Erosion. John Wiley, 313 pp. Chichester.
LEXIS 22 DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO DEL CÍRCULO DE LECTORES Vol.4 pág 102.
MARTÍNEZ, M.; M. FOGEL y L. LANE, 1980. Modeling for upland areas. ASAE Paper No. 80-

147
2505, St. Joseph, Michigan.
MEYER, L., 1965. Simulation of rainfall for soil ersion research. Transactions of the ASAE
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MEYER, L. y W. WISCHMEIER, 1969. Mathematical simulation of the process of soil erosion by
water. Transactions of the ASAE 12(6):754-785,762.
MEYER, L.; G. FOSTER y M. ROMKENS,. 1975. Source of soil eroded from upland slopes. En:
Present and Prospective Technology for Predicting Sediment Yields and Sources. USDA-ARS-
S-40, 177-189.
MOLDENHAUER, W. y D. LANG, 1964. Influence of rainfall intensity on soil loss and infiltration
rates: I. Effects over a range of texture. Soil. Science of America 26(6):813-817.
MUTCHLER, C. y R. YOUNG, 1975. Soil detachment by raindrops. En: Present and Prospective
Technology for Predecting Sediment Yields and Sources. USDA-ARS-S-40, 113-117.
WISCHMEIER, W. y J. MANNERING, 1969. Relation of soil properties to its erodibility. Soil
Science. Society of American. Proceeding 33(1):1100-1104.

METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS


EJEMPLO DE APLICACIÓN DEL MÉTODO DE ANÁLISIS SECUENCIAL
DE FOTOGRAFÍAS AÉREAS.
Por Sanabria, J.A.; Manzur, A.; Argüello G.L. y A. Balbis

El siguiente es un ejemplo de trabajo científico técnico, que fue publicado en forma de resumen, en
Actas de la XV Reunión Argentina de Ecología en Rosario, 1991. En la presente instancia, se incluye
el trabajo completo, que se publica por primera vez.

PROCESOS DE EROSIÓN HÍDRICA ACELERADA EN UN SECTOR DE LA CIUDAD DE


CÓRDOBA.

Resumen

El presente trabajo estudia los procesos de erosión hídrica acelerada a través del análisis secuencial
de fotografías aéreas y apoyo de campo, en un sector de la ciudad de Córdoba correspondiente al
barrio Chateau Carreras. Esta metodología permitió comprobar el derrumbe del pavimento y la ve-
reda en el barrio mencionado, debido al encauzamiento de las aguas de escorrentía, por factores
urbanos.

Introducción

Desde el punto de vista geomorfológico, la ciudad de Córdoba está ubicada en dos ambientes bien
diferenciados: sectores planos de sedimentos eólicos, y terrazas fluviales del río Suquía. En esta
última unidad, y en parte de la primera, fundamentalmente en la zona de contacto entre ambas, se
producen fenómenos de erosión hídrica que alcanzan distinta magnitud, llegando en algunos casos a
considerarse graves.
El área del estudio, de 240 hectáreas, se ubica en el sector oeste de la ciudad, en donde se encuen-
tran los barrios: Quebrada de las Rosas, CO.VI.CO y Chateau Carreras, limitada por la Avenida
Colón al sur, la Avenida Cárcano al oeste, el río Suquía al norte, y el arroyo El Infiernillo al este
(Mapa 2).

148
Los factores condicionantes de los procesos erosivos son: el clima, la litología, la cubierta vegetal,
los movimientos tectónicos y el hombre. Este último determina con su influencia, lo que se conoce
como erosión acelerada, que se produce como consecuencia de las alteraciones que introduce fun-
damentalmente en el relieve y la vegetación. Los procesos más importantes son la arroyada difusa,
los movimientos de masas, los surcos, cárcavas y barrancos.
Los movimientos de tierra, la deforestación y las obras de infraestructura urbana produjeron pertur-
baciones de tal magnitud, que condicionan en muchos casos la dinámica del agua sobre el paisaje,
con las consecuencias ya enunciadas.
El análisis comparativo de una serie de fotografías aéreas permitió comprobar que en una cabecera
de tipo dendrítico de una cárcava, un pequeño tributario central evolucionó hasta llegar al pavimen-
to del barrio, sin que suceda lo mismo con el resto, evidenciando la influencia del hombre en el de-
sarrollo de tal fenómeno.
Para poder entender mejor el problema, se efectuaron estudios de base, tales como los climáticos, de
suelos, geológicos, geomorfológicos, de vegetación y antrópicos.

Mapa 2

149
Factores condicionantes

Climáticos
El presente análisis climático se realizó sobre una base de datos estadísticos suministrada por el
Servicio Meteorológico Nacional de la Fuerza Aérea Argentina, elaborada a partir de observaciones
y mediciones realizadas en la estación Observatorio en la ciudad de Córdoba, situada a 425 m sobre
el nivel del mar, con coordenadas de 31° 24’ sur y 64° 11’ oeste de Greenwich. Estos datos com-
prenden las décadas 1941-1950; 1951-1960; 1961-1970 y 1971-1980.
Temperaturas: a lo largo de las cuatro décadas consideradas no se han registrado cambios significa-
tivos, estando el promedio anual en el entorno de 17,4 ° a 18° C, con temperaturas máximas medias
anuales de alrededor de 25° siendo enero el mes más cálido, con temperaturas máximas de alrede-
dor de 32° C. Las temperaturas mínimas medias anuales rondan los 11°, siendo los picos negativos
para los meses de julio, con promedios de mínima de entre 3° y 5° C.
Estos valores corresponden a una zona templada, según la nomenclatura de Köppen. La amplitud
térmica anual observable, de casi 30° centígrados señala claramente la continentalidad de la zona en
estudio.
Precipitaciones: los valores totales de precipitación varían a lo largo del lapso considerado, entre
634,4 mm para la década 1941- 1950 y 818 mm en la década 1971- 1980. Estas precipitaciones se
distribuyen muy irregularmente a lo largo del año, siendo los meses entre octubre y marzo inclusi-
ve, los más favorecidos, con precipitaciones que superan los 80 mm, salvo el promedio de octubre
para la década 1971-1980 que apenas alcanzó los 50 mm, desviándose de la norma en -27 mm.
Los registros máximos se ubican en los meses de enero y febrero, rondando siempre los 100 mm.
Estas características permiten definir a la zona como semiárida, si se sigue el criterio verbalmente
manifestado por el personal del observatorio, de considerar no sólo el milimetraje anual, sino tam-
bién su muy dispar distribución a lo largo del año, que determina largos periodos de insuficiente
precipitación. Un dato que resultaría relevante para el seguimiento de la evolución de la cárcava,
sería la medición de la duración y el total de agua precipitada en cada tormenta, ya que la modali-
dad de éstas tiene particular incidencia en el modelado carcávico; pero se carece del mismo ya que
las lluvias torrenciales son por lo general muy localizadas, no resultando por ello extrapolables los
valores obtenidos en el observatorio para la zona en cuestión.
Viento: tiene una velocidad promedio de entre 6 y 7 km por hora, alcanzando ocasionalmente los 10
km en algunos meses de septiembre y octubre. Esto permite calificar el viento dominante, como de
céfiro a brisa.
De las observaciones de campo se puede inferir por otra parte, que han existido fluctuaciones climá-
ticas en el pasado, las que son testimoniadas por paleocauces y alternancia de sedimentos eólicos y
fluviales.

Geológicos
Litológicamente, el área está cubierta por sedimentos eólicos y fluviales, notándose la ausencia de
afloramientos del basamento cristalino. Estratigráficamente, los sedimentos corresponden a edades
cuaternarias, estableciéndose una columna tentativa, a partir del análisis de las paredes de cárcavas
y valles. En la base se encuentra un depósito de limo-arenas finas, denso, pardo rojizo, con interca-
lación de bancos de toscas en forma continua, litificadas, y acumulaciones discontinuas en forma de
tabiques, enrejados, nódulos, etc., que podría corresponder a la formación Pampiano de edad Pleis-
toceno medio a superior (Cantú y Degiovanni 1983). Por encima un depósito fluvial con rodados
del basamento cristalino, y con diversas estructuras, tales como entrecruzadas, en artesa, laminares
etc., según la posición en el paisaje; incluyendo en su techo rodados de tosca, a veces recubierto
con una delgada lámina de carbonato de calcio. Se atribuye estimativamente a este depósito, edad
Pleistoceno superior, pudiendo corresponderse con la formación Chocancharava (Cantú y Degio-
vanni. op.cit.).

150
La columna continúa hacia arriba con un depósito pardo grisáceo, de limos eólicos, muy friables y
con abundante carbonato de calcio en la masa, en forma pulverulenta, de edad tentativa Pleistoceno
superior tardío a Holoceno, que se correspondería con la formación La Invernada (Cantú y Degio-
vanni, op.cit..). En algunos sectores de terrazas, aparece coronando la secuencia, un manto de are-
nas y rodados de poca potencia y extensión, que por el momento no tiene ubicación estratigráfica,
pudiendo ser un sedimento más moderno, o simplemente de retransporte.
Tectónicamente, el área presenta evidencias de fracturaciones importantes, manifestadas a través
del diseño rectangular y angular del arroyo El Infiernillo y cárcavas menores, que siguen trazas de
rumbos predominantes NNO y ENE; y el río Suquía, con rumbo NE y NO. Las fallas sobre el río
presentan un resalto de aproximadamente 50 m.

Geomorfológicos
De acuerdo con los criterios de clasificación indicados por Sayago (1982), el sector estudiado po-
dría encuadrarse dentro de la Asociación Geomorfológica Plataforma Basculada (Capitanelli, 1979).
El sector puede ser dividido en dos unidades principales: I, al oeste en donde están asentados los
barrios Chateau Carreras y parte de CO.VI.CO, de relieve plano, suavemente inclinado hacia el es-
te, compuesta principalmente de sedimento eólicos (loéssicos) y sin evidencias de procesos erosivos
importantes excepto en el límite con la unidad II.
La unidad II, de morfologías heterogéneas, está conformada, tanto por sedimentos eólicos como
fluviales y materiales retransportados. Puede subdividirse en las siguientes facetas: II.1 Lomas on-
duladaa de materiales eólicos, de forma convexa, con una orientación general hacia el Arroyo El
Infiernillo, disectada por bajos alargados bien manifiestos, con la misma orientación. Las pendien-
tes tienen una inclinación promedio de 2 a 4°. El proceso erosivo dominante es la arroyada difusa, y
en los bajos se producen fenómenos de acumulación con algo de erosión.
II.2: Superficie cóncava de materiales eólicos y retransportados que limitan con la unidad 1 a través
de pendientes cortas y pronunciadas, con valores de hasta 25°. Hacia el río, la pendiente se suaviza,
configurando una amplia superficie cóncava de erosión, con valores de menos del 3%. El proceso
erosivo dominante es la arroyada difusa.
II.3: Lomas onduladas de materiales fluviales y eólicos, en algunos casos retransportados, fuerte-
mente perturbados por canteras de áridos. La orientación de las lomas está controlada por los valles
con cárcavas. Las pendientes son variables, encontrándose las más pronunciadas en contacto con los
valles. Los procesos dominantes son la arroyada difusa y en forma subordinada, los surcos.
II.4: Valles con cárcavas, con fuerte control estructural, que presentan pendientes compuestas, una
de ellas moderada a fuerte, correspondiente a un antiguo ciclo de erosión y la otra, en el centro de
dicha geoforma, de paredes verticales, producto de un nuevo ciclo de reactivación. Los procesos
dominantes son los lineales, como los barrancos y cárcavas, y la remoción en masa, que produce
ensanchamientos en los lineales.
II.5 Arroyos: se distinguen dos arroyos de aguas permanentes: El Infiernillo, y el de la Cascada. Son
alimentados por la capa freática, y al igual que los valles, presentan un fuerte control estructural.
La unidad II.3, y posiblemente la II.2 podrían constituir la terraza alta del río Suquía..

Pedológicos
En general, los suelos son de poco desarrollo, debido al clima, pero varían de acuerdo con la unidad
geomorfológica que se considere. En el ambiente de lomas planas y lomas onduladas, los suelos
presentan un horizonte A de 20 cm de espesor promedio, con estructura débil a moderada, ácido,
franco limoso, moderadamente provisto de materia orgánica. Continúa un horizonte de transición
AC, de poco espesor, estructura débil a masiva, en algunos casos con una débil reacción del carbo-
nato de calcio al ácido clorhídrico. Por debajo se encuentra el Ck, masivo, franco limoso, con fuerte
reacción al ácido clorhídrico en la masa. La profundidad en que aparece el carbonato de calcio va-
ría, pudiéndose tomar como promedio 35 cm. Estos suelos son algo excesivamente drenados, y se

151
clasifican tentativamente como Haplustoles énticos. En las líneas de escurrimiento, los suelos pre-
sentan mayor desarrollo con presencia de horizonte Bt y carbonato de calcio a mayor profundidad.
Se considera a los suelos predominantes como haplustoles típicos.
En las superficies cóncavas de erosión sobre materiales eólicos, se encuentra el mismo suelo de la
loma, pero en fase de erosión moderada a severa, según el sector considerado: en el límite con la
unidad I, la erosión es severa, mientras que a medida que la pendiente se suaviza, se hace más mo-
derada. En las líneas de escurrimiento de esta unidad, se encuentra un complejo de suelos desarro-
llados sobre materiales retransportados, que presentan una moderada evolución. Son suelos ácidos,
moderadamente estructurados en superficie, con gravilla dispersa en todo el perfil. Tentativamente
se los clasifica como Haplustoles énticos y típicos.
En las lomas onduladas de materiales fluviales y retransportados, el desarrollo de los suelos está
condicionado por las características de dichos materiales y el relieve. Se presentan como un com-
plejo de suelos, cuyo rasgo principal es la presencia de capas, que han sido clasificados como Enti-
soles, por carecer de horizontes genéticos. Son suelos arenosos y algo excesivamente drenados.
En los sectores donde el material originario es loess retransportado, pueden encontrarse suelos pare-
cidos a los de la loma, generalmente con carbonato de calcio en la superficie, pudiendo encontrarse
Molisoles, pero en mucha menor proporción.
Es necesario destacar la gran perturbación a la que son sometidos los suelos, ya sea por vertido de
basuras, erosión intensa por desmonte, extracción de áridos y de horizontes humíferos, urbanización
o quema, todo lo cual modifica fuertemente las características y aptitudes naturales.

Antrópicos
El objetivo específico de este trabajo es establecer la influencia del hombre en la aceleración de los
procesos erosivos. En el área general esto se pone de manifiesto fundamentalmente a través de la
erosión mantiforme y en la arroyada difusa, y de la lineal, sea en surcos, cárcavas o barrancos. Del
análisis geomorfológico se desprende que, si bien en los antiguos ciclos de erosión que modelaron
el paisaje principal, el hombre nada tuvo que ver, sí intervino en la reactivación o formación de
nuevas geoformas menores, que no por pequeñas son menos importantes. Esta reactivación se debe
fundamentalmente al desmonte y a la infraestructura urbana. En el primer caso, el análisis secuen-
cial de fotografías aéreas desde el año 1965 hasta 1989, permite observar que la superficie cubierta
con monte se redujo notablemente, dejando los suelos expuestos a los procesos erosivos. En el se-
gundo caso, por su disposición, las calles de los nuevos barrios actúan como canales de desagüe,
concentrando el agua que fluye en forma de verdadero torrente, y origina la consecuente erosión
carcávica, como se describe en el barrio Chateau Carreras.

Vegetación
Las comunidades vegetales presentes en la quebrada del Chateau Carreras sintetizan la influencia de
variables naturales y antrópicas.
Bosques de Aspidosperma quebracho blanco y Prosopis nigra, producto del ecotono entre las pro-
vincias bio-geográficas del Chaco Serrano y el Espinal, originariamente cubrían el lugar. Estos se
han transformado en un conjunto de comunidades herbáceas, arbustivas y arbóreas, por cambios en
el uso del suelo y la apertura de nuevas vías de comunicación (Avenida del Piamonte).
En el sector noroeste se han desarrollado pastizales de Stipa sp. y Chenopodium album, como pro-
ducto de actividades agrícolas pasadas y quemas reiteradas.
La extracción de áridos ha socavado las áreas que lindan con las antiguas vías de acceso y la Aveni-
da del Piamonte, y ha transformado las comunidades boscosas en arbustales de Schinus longifolia, y
Cetyis tala, y en pastizales dominados por distintas especies del género Stipa.
La construcción de los barrios Chateau Carreras y Quebrada de las Rosas, determinó la tala de bos-
ques y el incremento de la basura doméstica y de especies vegetales introducidas.
Así, en el sector sur, la cabecera de la cuenca presenta remanente de comunidades arbustivas domi-

152
nadas por Schinus longifolia y Schinus poligamus, y un bosquecito de especies introducidas, domi-
nado por Ligustrum lucidum. Si a este hecho se le suma el depósito de basura doméstica, se desarro-
llan comunidades de especies anuales dominadas por Sorghum halepensis.
En el sector noreste colindando con el barrio Quebrada de las Rosas, se ha originado un gran depó-
sito de residuos industriales y de construcción. Este ha ocasionado la desaparición de las comunida-
des vegetales y la modificación del relieve. Sobre los montículos se desarrollan comunidades roble-
dales dominadas por Amaranthus quitensis y Cynodon dactycon.
Las áreas que rodean el basural, por efecto de tala y fuego reiterados, presentan pastizales con árbo-
les dominados por Setaria geniculata y Cetys tala.
Remanentes del bosque original se observan en la primera parte del arroyo y en la porción norte y
noreste de la desembocadura. Así, se observan los bosquecitos de Schinus longifolía y Geoffraca
decorticans, de Cetys tala y Prosopis nigra, y el pastizal de Stipa sp. y Prosopis nigra..
Las actividades humanas han alterado la estructura y la composición florística, amosaicando el pai-
saje original, provocando comunidades vegetales resistentes que dominan la fisonomía actual. (In-
forme desarrollado por la bióloga Liliana Argüello, Cátedra de Geobotánica.Universidad Nacional
de Córdoba).

Evolución de una cárcava.


Se analizó en particular una cárcava, cuya evolución en la cabecera provocó el derrumbe de parte
del pavimento y la vereda en el sector noreste del barrio Chateau Carreras. (Foto 2)

Foto 2: Afectación de la calle.

Se realizó un análisis secuencial de fotografías aéreas a escala 1:5000 aproximadamente, que permi-
te medir el retroceso de la cárcava a través del tiempo.

153
En las fotografías del año 1965 se puede observar en la cabecera, de diseño dendrítico, que uno de
los tributarios se encuentra a 150 m de la esquina del barrio. En el año 1979, con el barrio ya cons-
truido, se ubica a 100 m, apareciendo en la esquina, un surco de 25 m.
En la fotografía del año 1984, la cabecera se encuentra a 75 m, y el surco no se ve, posiblemente
por estar cubierto por alguna medida de protección menor que se pudo haber intentado, y ya en el
año 1989, la cárcava alcanza el pavimento, provocando la caída de varios paños, y además afectan-
do la vereda, lo que constituye una seria amenaza para la casa que se encuentra en la esquina. La
cárcava tiene aproximadamente 4 m de profundidad y 8 m de ancho, lo que da una sección de 32 m
cuadrados. Puede comprobarse que además de la evolución retrogradante, se producen derrumbes
laterales.
El volumen del material erodado, para una longitud de 150 m y de 32 m cuadrados de sección es de
aproximadamente 4.800 m cúbicos.
Son varios los factores que intervienen en el proceso de evolución de la cárcava:
- Concentración de los excedentes hídricos en un solo punto de evacuación, siendo la superfi-
cie del barrio, la única área de aporte por encima de la cabecera.
- Baja infiltración de la cuenca, debido a que la totalidad de calles del barrio se encuentra pa-
vimentada. Se ha tenido en cuenta la superficie de infiltración de fondos y jardines.
- Valores altos de pendientes, que en el tramo final del curso principal de las aguas llega al
3%.
- Alta susceptibilidad a la erosión del sedimento.

El caudal de evacuación es de 7,5 m cúbicos por segundo, según lo calculado por el Método Racio-
nal Generalizado.
La erosión retrogradante de la cárcava se produce por cavitación: esto significa que al producirse la
caída de flujo de agua en el fondo de la cárcava, se genera una turbulencia en la base de la pared de
la cabecera, que la socava y provoca su derrumbe.
La cárcava ha detenido, en una primera etapa, su profundización en el primer nivel de tosca, debido
a que ésta presenta una mayor resistencia a la erosión. La capacidad admisible a la velocidad de
escorrentía de la tosca es muy superior a la del loess. Teniendo en cuenta la sección, el caudal, la
pendiente del lecho, el tirante de agua y los materiales involucrados, se verifica numéricamente que
la velocidad de escorrentía en el fondo de la cárcava (de aproximadamente 1,60 m por segundo)
supera la capacidad de resistencia del limo y del loess (0,8 m por segundo) pero no la de la tosca (de
2,25 m por segundo).
No obstante, se ha podido verificar que existen nuevos ciclos internos de erosión, probablemente
debidos a una concentración del flujo, con el consiguiente aumento de velocidad, superando la ca-
pacidad admisible a la velocidad de escorrentía de la tosca.
Es necesario tener en cuenta también el proceso de ensanchamiento de la cárcava debido a que la
misma tiene forma curva, recostándose el flujo de agua sobre la pared exterior, y produciendo soca-
vamiento en su base con el consecuente derrumbe lateral.

Conclusiones.

Del análisis de los factores condicionantes de los procesos erosivos para el área en cuestión, se de-
duce que el antrópico, favorecido por las características del sedimento y la pendiente, es determi-
nante de la evolución de la cárcava. Esto se evidencia en que el resto de los tributarios que se en-
cuentran sobre el mismo tipo de sedimentos, y con valores de pendiente similares, no han evolucio-
nado de la misma manera, según se comprueba en el análisis de la serie de fotografías aéreas desde
el año 1965 hasta 1989.

154
Recomendaciones.

Las condiciones enumeradas anteriormente dificultan el control adecuado de los excedentes hídri-
cos, debido a que no es aconsejable derivarlos porque eso podría traer las mismas consecuencias en
otros puntos.
Por lo tanto, asumiendo como única vía de salida del agua el punto indicado; lo que se debe hacer
primero, es detener el avance retrogradante de la cárcava a través de la construcción de una obra de
cabecera que tenga la capacidad de producir una disminución de la energía, controlando la veloci-
dad de salida del flujo de agua; y que a la vez proteja las paredes de dicha cabecera.
Se aconsejaría una bacha de disipación construida con gaviones, los que permiten el arraigo de la
vegetación y el acomodamiento a eventuales asentamientos parciales, preservando de la mejor ma-
nera posible el ecosistema natural ya perturbado.
Para controlar el ensanchamiento, se aconseja la construcción de albardones dentro de la misma
cárcava, con la finalidad de alejar el flujo de agua de la base de la pared. Estos albardones pueden
ser construidos con materiales precarios, tales como postes, alambres o piedras. Por otro lado con-
vendría producir un empastado y eventual reforestación interna de la cárcava con el objeto de ami-
norar la velocidad del agua. Es aconsejable no descuidar el mantenimiento de las obras y controlar
periódicamente el avance de nuevos ciclos erosivos internos. Cabría agregar que todo esto debe
estar acompañado por una reforestación general del área aledaña a la cárcava como apoyo a las
obras propuestas. Por último es necesario destacar la importancia de los estudios geomorfológicos
para evaluar el impacto de las obras de infraestructura sobre el paisaje y evitar así ese tipo de fenó-
menos cuya solución es complicada y de alto costo.

ADDENDA

Con posterioridad a la presentación de este trabajo, el cual llegó a manos de funcionarios municipa-
les, algunas de las medidas aquí recomendadas se pusieron en práctica, con lo cual la amenaza sobre
la casa fue conjurada, al menos temporariamente, ya que el abordaje integral de la cuenca no se
realizó nunca. La información que se posee data de hace varios años, y si bien las medidas arbitra-
das habían sido en su momento efectivas, las obras ya estaban comenzando a sufrir algún deterioro,
probablemente por falta de seguimiento y mantenimiento posterior.

Trabajos citados en el texto

CAPITANELLI, R.1979. Geografía Física de la Provincia de Córdoba.Ed.Boldt. Bs.As.


CANTU, M.P.; DEGIOVANNI,S.B. 1983 Cuaternario de la región centro-sur de la Provincia de
Córdoba. IV Jornadas Científicas de la Facultad de Cs.Ex. F. Qcas. Y Nat. de la U.N.de Río IV.
SAYAGO,J.M.1982 Las unidades geomorfológicas como base para la evaluación integrada deì pai-
saje.Acta Geológica Lilloana XVI.p.169-180.
SAYAGO,J.M. y COLLANTES, M.1988. Clasificación y mapeo de la erosión actual y Riesgo de
erosión en el Valle de Tafí, Provincia de Tucumán .INGEMA.

155
CUANTIFICACIÓN DE LA EROSIÓN HÍDRICA EN EL PIEDEMONTE MENDOCINO

Por Vich, A. I. J.

Introducción

En la actualidad, el conocimiento de la dinámica de los procesos erosivos de origen hídrico y la


estimación de la pérdida de suelos y la producción de sedimentos en distintas áreas naturales, revis-
ten una necesidad cada vez más creciente. Estas estimaciones no solo contribuyen a un mejor en-
tendimiento del fenómeno en sí, sino que permite evaluar las prácticas de control de erosión más
adecuadas a cada zona y seleccionar aquellas que presenten mayor eficiencia. Evidentemente, las
prácticas más eficientes serán aquellas que mantengan un adecuado nivel de productividad del suelo
y al mismo tiempo prevengan la degradación de los suelos y el ambiente y los efectos negativos
aguas abajo. Por lo tanto, para fijar pautas del manejo es indispensable efectuar una concentración de
datos básicos, especialmente de pérdida de suelos y producción de sedimentos (FAO,1980). A veces, el
uso inapropiado de un territorio, ocasiona serios inconvenientes ambientales, que pone en riesgo, la
existencia misma del hombre en un sitio particular. Como ejemplo, la urbanización del piedemonte
al oeste del Gran Mendoza y la fuerte presión antrópica sobre un ecosistema frágil, desencadenan
una serie de procesos, que comienza con la alteración de las funciones de regulación de las aguas
aluvionales y culminan con la degradación del medio, prácticamente de manera irreversible y pone
en serio riesgo de catástrofe a un gran asentamiento.
La obtención sistemática de información sobre erosión hídrica, es costosa y dificultosa en zonas áridas,
debido a la variabilidad temporal y espacial de los factores involucrados en el proceso de erosión hídri-
ca. Constituye una experiencia casi inédita en el país. Su elevado costo se debe al hecho que es necesa-
rio disponer de una gran infraestructura de medición, dado que el número de eventos erosivos es muy
bajo, que en la región difícilmente superan los tres anuales. Al presente, la única disponible en el área,
es la obtenida como resultado de los trabajos de investigación realizados en Mendoza a partir de l982
(Vich 1989; Vich y Pedrani 2002) y que continúan a la fecha

Localización y descripción del área de estudio

Las mediciones de erosión hídrica se realizaron en parcelas, localizadas en la Cuenca Aluvional Piloto
El Pilar del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA), al oes-
te de la ciudad de Mendoza, en los 32°52'50" de latitud sur y 68°52'00" de longitud oeste. El clima es
árido templado desértico, con temperatura media anual es de 16.1 ºC (serie 1941-60). La precipitación
media anual es de 198.0 mm (serie 1900-79). El régimen de precipitaciones muestra una evidente dife-
rencia entre el periodo invernal, de abril a septiembre y el estival, de octubre a marzo. La lluvia de ve-
rano es principalmente de carácter convectivo, con precipitaciones de corta duración y gran intensidad.
En el periodo invernal las lluvias son débiles. La serie presenta fluctuaciones significativas en el perio-
do estival, con alternancia de períodos húmedos y secos (Compagnucci y Boninsegna 1979).
Las parcelas se asientan sobre la Fm. Mogotes (Terciario Superior), que constituye un conjunto espeso
de rocas sedimentarias, con estratificación grosera (Chena 1971). Los suelos -entisoles y aridisoles-
muestran perfiles sin diferenciación de horizontes, presencia de material originario y cantidad variables
de carbonatos en el subsuelo y dominancia de procesos de erosión de origen hídrico. Poseen exposi-
ción sur y este y pendiente variable y su superficie se encuentra libre de vegetación. La medida de ero-
sión se realiza a partir de la determinación de la concentración de sedimentos de volúmenes parciales
de agua turbia y material depositado en el fondo del captador. Las características de los suelos y parce-
las se muestran en la TABLA Nº 1. Presentan un alto contenido de partículas mayores de 2.0 mm en
perfil y superficie, lo que atenúa sensiblemente el efecto del impacto de la gota de lluvia. El contenido
de partículas de tamaño arcilla es prácticamente inexistente, siendo su permeabilidad moderada (30.0 a

156
35.0 mm.h-1) y de estructura granular media a gruesa. Los porcentajes de materia orgánica son altos,
debido a la presencia de abundantes raicillas, propias de un área clausurada desde hace mas de 15 años.
En la actualidad, dichas parcelas no se encuentran en operación.
También, se disponen de un conjunto de parcelas de l0 x 3 m sobre una estepa arbustiva. La parcela
CAP1, se encuentra con suelo descubierto, para lo cual esporádicamente se realiza en forma manual, la
remoción de la vegetación. La parcela CAP2 tiene una cobertura vegetal de 41.8 % (medido en los
meses estivales), de los cuales 36.3 % corresponden a arbustos, 4.1% a gramíneas y 1.4% a cactus. La
parcela CAP3 posee una cobertura vegetal del 60 %, presenta un marcado predominio de especies ar-
bustivas (49 %) y con menor cantidad de gramíneas (3.1%) (ver TABLA Nº 1). Además, se dispone
de pequeñas cuencas instrumentadas bajo distintos tratamientos, que cuentan con dispositivo de
aforos volumétrico de escurrimiento y sedimentos con una superficie variable entre 2300 y 4000
m2.

TABLA No 1
Dimensiones y características granulométrica de las parcelas

Fracción Fracción < 2 mm


parcela long. pend. > 2 mm 2.0 - 0.1 0.1 - .02 < 0.02 MO
[m] [%] [%] [%] [%] [%] [%]
LV-2 2.0 33.6 42.7 54.5 45.0 0.5 1.73
LV-4 4.0 40.8 40.2 55.0 44.6 0.4 1.78
LV-8 8.0 41.0 45.3 66.5 33.0 0.5 1.16
LP-2 2.0 33.5 63.8 60.0 39.5 0.5 0.96
LP-4 4.0 37.3 47.0 54.0 45.0 1.0 1.70
LP-8 8.0 40.6 48.0 65.0 34.6 0.4 1.08
CAP1 10.0 19.6 35.0 71.2 21.1 7.7 0.90
CAP2 10.0 16.7 38.5 69.2 22.3 8.5 0.95
CAP3 10.0 14.6 34.0 69.0 21.9 9.1 1.03

Pérdidas de suelo observadas

Durante el período 1982-95 ocurrieron 36 episodios lluviosos que generaron escurrimiento y en conse-
cuencia, erosión hídrica. Las lluvias consideradas erosivas, únicamente se presentaron en el período
octubre-abril, correspondiendo la mayor concentración de ellas, al verano. Las precipitaciones conside-
radas erosivas poseen un umbral de intensidad máxima en 30 minutos de 15.0 mm.h-1. Por debajo de
este valor, independientemente de la cantidad de lluvia caída, no se registra escurrimiento. De los 36
eventos ocurridos, únicamente el 28 % posee un monto de lluvia mayor de 30.0 mm. Por otra parte, el
56 % de los eventos posee un rango de intensidad máxima en 30 minutos entre 15.0 y 30.0 mm.h-1.
Los períodos 1985-86, 1986-87 y 1988-89 fueron años secos, sin que se registrara ninguna precipi-
tación de carácter erosivo. Los períodos 1983-84 y 1989-90 son los años más ricos, con un elevado
número de días con lluvias erosivas. El período 1984-85 fue ligeramente húmedo, pero sin ocurrir
ninguna precipitación de gran intensidad. El período 1986-87 no cuenta con observaciones debido a
daños por vandalismo, al igual que el 1992-93 donde los valores anuales de pérdida de suelo fueron
menores a las ocurridas, ya que algunas observaciones se perdieron debido a daños en la infraestructura
de medición. Los valores anuales de pérdidas de suelo se muestran en la TABLA No 2.

157
TABLA No 2
Pérdidas de suelo observadas, en kg⋅ha-1

AÑO LV-2 LV-4 LV-8 LP-2 LP-4 LP-8


1982-83 12 800.0 12 520.0 10 480.0 9 750.0 14 680.0 15 650.0
1983-84 24 860.0 22 280.0 26 800.0 25 050.0 26 900.0 35 340.0
1984-85 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0
1985-86 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0
1986-87 2 210.0 1 670.0 S/D 1 650.0 S/D S/D
1987-88 5 530.0 3 690.0 4 430.0 3 220.0 3 750.0 2 630.0
1988-89 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0 0.0
1989-90 14 209.1 13 588.9 16 761.7 8 952.9 11 472.3 17 968.4
1990-91 1 800.7 1 383.2 6 871.9 559.1 373.1 3 155.6
1991-92 3 594.7 5 331.1 11 028.4 4 730.9 1 016.7 4 532.8
1992-93 1 685.4 1 425.1 1 590.9 1 677.7 1 283.6 S/D

Se disponen de 206 observaciones de pérdidas de suelo (PS), medidas en las parcelas. El 34 % de ellas,
corresponden a PS < 1000.0 kg.ha-1 el 27 % es 1000.0 < PS < 2000.0 kg.ha-1; y el 39 % es mayor de
2000.0 kg.ha-1 por evento. Pese a las diferencias en pendiente y longitud que poseen las parcelas, las
medias de las pérdidas de suelo no muestran diferencias significativas. Es posible que las diferen-
cias obedezcan a aspectos tales como su exposición, variación local de las lluvias, etc. más que a
diferencias constructivas (Vich et al 1998).
En la cuenca del torrente Maure , localizada en la zona pedemontana, a los 32º 52' de latitud sur y 68º
52' de longitud oeste, aproximadamente, al oeste del centro urbano del departamento de Godoy Cruz
(Mendoza), se seleccionaron 3 pequeñas subcuencas, en las cuales en el año 1992 se realizó una inter-
vención intensiva, con la construcción de numerosas trampas de agua. Ellas poseían una altura variable
entre 1.5 a 4.0 m, con un distanciamiento entre obras de aproximadamente 70 m. Las cuencas, poseen
una pendiente media del orden de 4.3 %; en ellas se observan dos niveles de piedemonte. Un nivel su-
perior, de aspecto mesetiforme con superficies planas, muy disectado, cuya cubierta superficial está
constituido por materiales de detritos mal rodados, clastos y guijarros, y en profundidad, se encuentran
parcialmente cementados por material calcáreo. El segundo nivel esta formado por depósitos detríticos
heterogéneos, mal rodados, con matriz fina escasa. Los cauces conforman una red de tipo paralela a
subparalela; son generalmente angostos y perfil en V. La vegetación presente es un matorral abierto,
con un marcado predominio de plantas arbustivas, entre las que se destacan Larrea cuneifolia (jarilla),
Lycium tenuispinosum (llaullin), Acantholippia seriphioides (tomillo), Condalia microphylla (piqui-
llin.), Gochnartia glutinosa (jarillilla), Tricomaria usillo (usillo), y entre las gramineas Papphophorum
caespitosum (pasto amargo) y Stipa eriostachya (coirón). Posteriormente a la construcción de las
obras, se realizó el relevamiento planialtimétrico de las cuencas, para definir las características topográ-
ficas del sitio (superficie, longitud de cauce, desnivel, etc.) y determinación de la capacidad de almace-
namiento de las trampas en el verano de 1993. Luego. se midió la acumulación de sedimentos para
cuantificar la colmatación paulatina de los vasos y evaluar su funcionamiento y eficiencia. En la TA-
BLA No 3. se muestran las características geométricas de las trampas empleadas para la medición del
sedimento depositado, proveniente de la erosión La medición de los sedimentos depositados en las
trampas de agua se efectúo durante Septiembre y Noviembre de 1995 y 199, encontrándose en algunos
casos depósitos de sedimentos de hasta 30 cm de espesor.
El volumen de sedimentos depositados en cada trampa, durante el período 1993-95, fue del orden de
1.0 a 7.0 m3, mientras que en el período 1995-97, fue entre 0.14 y 9.58 m3. En la cuenca 1, la cantidad
de materiales medidos en primer lugar, representó el 46 % al 87 % de los sedimentos totales; en la
cuenca 2, entre el 69 % y el 93 %, y en la cuenca 7, entre el 51 % y el 96 %. Es importante destacar,
que durante la construcción de las obras, gran cantidad de suelo es removido y desprovisto de vegeta-

158
ción, pese a que se trata de alterar lo menos posible las condiciones naturales de la zona del cauce y
vaso de acumulación. Además, estas obras fueron terminadas durante la temporada estival, que repre-
senta el periodo lluvioso de la región. En estas condiciones, las precipitaciones producen un volumen
considerable de sedimentos, que a medida que los sitios perturbados se estabilicen gradualmente y la
vegetación natural se recupera, las tasas de erosión disminuyen.
Se ha podido observar que la vegetación en todos los sitios se ha recuperado considerablemente, ya que
en todos los casos, excepto en una, la acumulación del sedimento en el primer período (1993-95) su-
peró al segundo período (1995-97). Las diferencias de cobertura y su recuperación, podrían llegar a
explicar la variabilidad en las observaciones y disminución de la degradación. En la TABLA No 4, se
muestra la pérdida de capacidad de los vasos de acumulación y los valores de degradación específica,
calculados para cada trampa. En cada subcuenca, se determinaron los valores de densidad aparente
promedio, que resultaron de 1985.0, 1945.0 y 1980.0 kg.m-3, para las cuencas 1, 2 y 7, respectivamen-
te. Dicha información permitió el cálculo la degradación específica (Mariani 1998)

TABLA No 3
Características geométricas de las trampas de agua

CUENCA TRAMPA
Distancia Pendiente
Nombre Area No Nombre Superficie entre del tramo
trampas de aporte trampas de cauce
[ha] [m2] [m] [%]
1 4.0 6 1 5 443 (*) 77.8 7.9
2 7 721 110.3 6.0
3 6 266 89.5 6.0
4 6 645 94.9 7.0
5 4 968 71.0 5.0
6 6 899 98.6 4.0
2 3.7 11 1 4 579 (*) 65.4 2.0
2 4 607 65.8 5.0
3 4 775 68.2 5.0
4 2 781 39.7 6.5
10 2 500 35.7 5.5
11 4 831 69.0 3.0
7 7.7 16 1 3 487 (*) 49.8 4.0
2 4 080 58.3 10.9
3 4 996 71.4 15
4 7 232 103.3 6.5
5 6 058 86.5 4.5
6 6 602 94.3 4.1
7 8 383 119.8 6.5
8 5 415 77.4 5.8

(*) Distancia medida de la divisoria de agua a la trampa.

Se ha podido observar que la vegetación en todos los sitios se ha recuperado considerablemente, ya que
en todos los casos, excepto en una, la acumulación del sedimento en el primer período (1993-95) su-
peró al segundo período (1995-97). Las diferencias de cobertura y su recuperación, podrían llegar a
explicar la variabilidad en las observaciones y disminución de la degradación. En la TABLA No 4, se

159
muestra la pérdida de capacidad de los vasos de acumulación y los valores de degradación específica,
calculados para cada trampa. En cada subcuenca, se determinaron los valores de densidad aparente
promedio, que resultaron de 1985.0, 1945.0 y 1980.0 kg.m-3, para las cuencas 1, 2 y 7, respectivamen-
te. Dicha información permitió el cálculo la degradación específica (Mariani 1998)

TABLA No 4
Sedimentos en trampas de agua

Superficie Capacidad Producción de sedimentos Degradación


Cuenca Trampa de aporte Trampa 1995 1997 1992/95 1995/97 Especifica
[m2] [m3] [m3] [m3] [m3] [m3] [kg.ha-1.año-
1
]
1 1 5 443 189.6 2.45 3.98 2.45 1.53 2 900
2 7 721 296.6 2.92 4.09 2.92 1.17 2 100
3 6 266 370.9 1.79 2.04 1.79 0.25 1 290
4 6 645 739.5 4.99 6.82 4.99 1.83 4 190
5 4 968 413.9 4.82 5.66 4.82 0.84 4 520
6 6 899 243.4 2.45 5.26 2.45 2.81 3 020
2 1 4 579 527.9 4.33 5.10 4.33 0.77 4 330
2 4 607 383.9 1.89 2.72 1.89 0.84 2 300
3 4 775 314.0 0.92 2.44 0.92 1.52 1 980
4 2 781 109.5 2.36 2.54 2.36 0.18 3 550
10 2 500 144.1 2.45 3.26 2.45 0.80 5 070
11 4 831 274.3 2.32 3.50 2.32 1.18 2 820
7 1 3 487 328.1 1.60 3.13 1.60 1.54 3 560
2 4 080 309.9 1.67 2.09 1.67 0.42 2 020
3 4 996 311.1 3.89 4.03 3.89 0.14 3 190
4 7 232 1222.0 6.98 9.92 6.98 2.94 5 430
5 6 058 847.7 2.85 12.42 2.85 9.58 8 120
6 6 602 364.0 5.56 10.80 5.56 5.24 6 480
7 8 383 912.1 5.36 7.88 5.36 2.52 3 720
8 5 415 450.5 5.17 5.39 5.17 0.22 3 940

Trabajos citados en el texto

CHENA, O., 1971. Cap. IV Geología. En: FAO, SRH y Gobierno de la provincia de Mendoza (eds)
Estudio integral de Defensa Aluvional del Papagayos. Informe al gobierno argentino sobre la con-
tención de aluviones.
COMPAGNUCCI, R. y J. BONINSEGNA, 1979. Estudio de la serie de precipitación del observatorio
meteorológico de la ciudad de Mendoza. En Programa Nacional de lucha antigranizo, CNIE (eds)
Informe de las primeras experiencias de ajuste de defensas, Temporada granicera (1978-79), 19-
39, Mendoza.
FAO, 1980. Metodología provisional para la degradación de los suelos. Roma.
MARIANI, A.; 1998. La erosión hídrica y medidas de control en el piedemonte mendocino. Tesis
M. S. Facultad de Ciencias Agrarias. Universidad nacional de Cuyo. Mendoza.
VICH, A., 1989. Erosión Hídrica: estimación y medición de pérdidas de suelo. En F. Roig (ed) De-
tección y Control de la Desertificación. Conferencias, trabajos y resultados del Curso Latinoa-
mericano, 118-130, Mendoza

160
VICH, A. y A. PEDRANI; 2002. La erosión hídrica en el piedemonte árido de Mendoza;. En Darío
Trombotto y Ricardo Villalba (eds.): IANIGLA: 25 Años de Investigación Básica y Aplicada en
Ciencias Ambientales, 151-154. Mendoza.
VICH, A.; A. MARIANI y A. PEDRANI, 1998. Evaluación y predicción de la erosión hídrica en
regiones áridas de relieve acentuado. En: Anales. XVII Congreso Nacional del Agua. II Simpo-
sio de los Recursos Hídricos del Conosur, Tomo III: 297-306, Santa Fe.

APLICACIÓN Y DESARROLLO DE MÉTODOS DE PREDICCIÓN


DE EROSIÓN HÍDRICA

Por Vich, A. J. I.

La predicción de erosión se realiza a partir del ajuste de ecuaciones empíricas, como la Ecuación
Universal de Pérdidas de Suelo (USLE) y distintos modelos, tales como: Modelo del Balance de
Aguas y Producción de Sedimentos (MBAPS), Areal Nonpoint Source Watershed Environment
Response Simulation (ANSWERS) y el modelo base del WEPP (Water Erosion Prediction Pro-
yect), denominado Chemicals, Runoff and Erosion Fron Agricultural Management Systems
(CREAMS), versión WEPP 97.1 .

La Ecuación Universal de Pérdidas de Suelos (USLE)

La USLE es un método para predecir la pérdida de suelo anual para cualquier combinación de sue-
lo, topografía, clima, cobertura y prácticas de manejo. El método se fundamenta en la capacidad que
poseen las lluvias para provocar erosión (Wischmeier y Smith, 1978). Se trata de un procedimiento
de carácter universal, ya que posee la flexibilidad de poder emplearlo en cualquier región, adaptan-
do los parámetros a las condiciones locales, sin que ello presuponga una modificación de los aspec-
tos básicos del método. La ecuación es de la forma:

PS = 2240 ⋅ R ⋅ K ⋅ LS ⋅ C ⋅ P (6)
-1
Donde: PS pérdida de suelo en kg.ha-1.año-1, si se trata de un evento kg ha ; R, factor de erosividad
de lluvia; K, factor de erodabilidad de suelos; LS, factor topográfico; C, factor de cobertura y P,
factor prácticas de cultivo. El principal factor es el factor de erosividad; que mide la potencialidad
de la lluvia para provocar erosión. Su acción es incrementada en función de las características de
relieve (longitud e inclinación de la pendiente, factor LS); y regulada por las propiedades del suelo
(susceptibilidad a la erosión, factor K); tipo y cobertura vegetal presente (factor C) y las prácticas
culturales que se realicen (factor P). Los factores C y P son variables a lo largo del año; por ello es
conveniente su evaluación estacional o mensual. La ecuación constituye una excelente herramienta
-una vez determinado el rango de variación de los parámetros- para identificar las áreas de mayor
riesgo de erosión a escala regional.. En general, la USLE se emplea:
• Predecir la pérdida anual de suelo de una pendiente en un campo con condiciones específicas
para uso de la tierra.
• Servir como guía en la selección de sistemas de cultivo y manejo, de prácticas de conservación
para suelo y pendientes específicas.
• Predecir el cambio en la pérdida de suelo que resultaría de un cambio en el cultivo.
• Determinar como pueden alterarse o alternarse las prácticas de conservación para permitir un
cultivo mas intenso.
• Estimar las pérdidas de suelo en áreas con un uso de suelo distinto del agrícola.
• Obtener estimaciones de pérdidas de suelo para que los conservacionistas determinen las nece-

161
sidades de conservación.
Se ha empleado la USLE en la predicción de pérdidas de suelos de eventos individuales, porque las
tormentas de carácter erosivas son muy poco frecuentes en el año. La capacidad potencial de las
lluvias para producir erosión, fue estimada a partir de la determinación del factor de erosividad R,
que es considerado como uno de los mejores estimadores de erosión potencial y es función del pro-
ducto entre la intensidad de lluvia máxima en 30 min y su energía cinética. La correlación entre las
pérdidas de suelos observadas en las parcelas y el estimador, no fue satisfactoria ya que se obtuvie-
ron coeficientes de correlación bajos, que no explican las variaciones en las pérdidas de suelo en
función de las lluvias. Por tal razón, se propusieron distintas formas del factor de erosividad, com-
binando la intensidad de lluvia y el escurrimiento. Las modificaciones propuestas son:

PS = 2240 K ⋅ [α ⋅ R + (1 − α ) ⋅ Q ] ⋅ LS ⋅ C ⋅ P (7)

PS = 2240 ⋅ K ⋅ (I30 ⋅ Q ) β ⋅ LS ⋅ C ⋅ P (8)

Donde: α, coeficiente (0.0 < α < 1.0) que representa la importancia relativa de la energía de la precipi-
tación en comparación con la energía del escurrimiento para producir erosión; β, exponente. El resto
de los factores se evaluó con la metodología original, incluyendo en el factor cobertura el efecto
protector de los fragmentos de rocas presentes en el suelo y superficie
La susceptibilidad del suelo a la erosión fue evaluada a partir de la determinación del factor K de la
USLE. El mismo, se estimó con los valores acumulados para la serie 1982-93 según el procedi-
miento desarrollado por Romkens (1985) para parcelas no estandarizadas y empleando el nomogra-
ma de Wischmeier y Mannering (1969). Los valores de erodabilidad difieren substancialmente de un
método a otro, debido a la presencia de fragmentos gruesos en superficie que reduce la erosión hídrica
(McCormack et al 1984; Simanton et al 1984). El material grueso hace que la rugosidad superficial sea
mayor, provocando una disminución de la velocidad de escurrimiento e incremento de la infiltración.
El factor K, calculado a partir del nomograma, incluye únicamente las partículas menores de 2.0 mm,
que constituyen la fracción erodible del suelo, no los fragmentos gruesos, que poseen una gran varia-
ción en superficie y perfil. Su presencia, generalmente es debido resultados de procesos de erosión
ocurridos en el pasado y en otros sitios. La TABLA No 5, muestra los valores medios de erosividad,
erodabilidad y pérdida de suelo de los distintos aguaceros.

TABLA No 5
Erosividad, erodabilidad y pérdidas de suelo para las distintas parcelas

pérdidas de suelos Factor R Factor K


Parcela No Factor [kg⋅ha-1] [kgm.m-2.mm.h-1]
Obs. LS media C.V. Media C.V. (a) (b)
LV-2 35 2.68 2596.4 111.8 15.076 101.3 0.029 0.35
LV-4 34 5.41 2076.1 96.3 14.210 108.1 0.012 0.35
LV-8 36 7.72 2847.0 113.1 14.860 101.8 0.011 0.27
LP-2 33 2.96 2076.1 85.5 15.449 101.4 0.020 0.33
LP-4 32 4.59 2210.2 98.2 14.461 99.7 0.015 0.36
LP-8 36 7.58 2750.6 122.8 14.686 103.7 0.011 0.28

El ajuste de la ecuación original y propuestas, se realizó por optimización, con datos individuales y
anuales. Se observa un mejor comportamiento de los modelos con datos anuales. Se emplearon úni-
camente los datos de pérdidas de suelo que poseían registro de escurrimiento, al solo efecto de poder

162
comparar los distintos modelos. Los valores de los parámetros se muestran en la TABLA No 6, de la
que se extraen son las siguientes conclusiones. Las variaciones en las pérdidas de suelo de eventos in-
dividuales que se producen en el área pedemontana, se explican ligeramente mejor al reemplazar el
factor de erosividad original por el producto QI30.
Por definición, el factor K se calcula sobre la base de partículas de suelo menores de 2.0 mm; por lo
tanto, se ignora la influencia del contenido de fragmentos gruesos, ya que el contenido de fragmentos
gruesos en superficie o en el perfil del suelo posee una gran variabilidad, sobre todo en suelos de ori-
gen aluvial. Es mas adecuado analizar su efecto como un elemento protector del suelo, como un sub-
factor integrado en el factor C.
El factor K no difiere substancialmente de un modelo a otro para una parcela específica. El subfactor
cobertura de gravas, Cf, presenta valores similares para los tres modelos en las distintas parcelas, ex-
cepto en las mas cortas. Es importante destacar la influencia de la acción del escurrimiento en el factor
de erosividad modificado, donde el coeficiente α es cercano a 0.5, excepto en las mas cortas. También
se pone de manifiesto en los valores que toma el exponente β, mostrando valores próximos entre si
para las parcelas de 4 y 8 m. y considerablemente mas bajos en las parcelas cortas. Las diferencias se
pueden explicar a partir de que en parcelas pequeñas, las variaciones del microrelieve poseen gran in-
fluencia sobre el escurrimiento superficial y en consecuencia en los subprocesos de disgregación y
transporte.

TABLA No 6
Ecuación Universal de Pérdidas de Suelos (USLE)
Parámetros de la ecuación original y modelos propuestos

Parámetros Parcelas
LV-2 LV-4 LV-8 LP-2 LP-4 LP-8 total
No observaciones 23 22 25 22 23 22 137
PS media [kg.ha-1] 1722.6 1724.5 2285.3 1313.2 1455.5 1999.2 1759.4
R [kgm.m-2.mm.h-1] 13.3 12.5 12.9 13.1 10.9 13.4 12.7
Q [mm] 10.3 7.3 6.2 6.8 4.9 5.6 6.9
Modelo 1:
K 0.36 0.27 0.33 0.28 0.36 0.28 0.33
Cf 0.07 0.05 0.03 0.07 0.04 0.03 0.03
ECR [%] 50.80 36.50 28.90 48.70 46.40 70.50 48.10
Modelo 2:
K 0.33 0.33 0.33 0.33 0.33 0.27 0.33
Cf 0.06 0.04 0.04 0.05 0.04 0.05 0.04
α 0.72 0.41 0.42 0.57 0.67 0.16 0.42
ECR [%] 56.40 37.60 31.70 53.50 55.30 58.40 47.60
Modelo 3:
K 0.36 0.33 0.33 0.35 0.27 0.28 0.27
Cf 0.15 0.04 0.03 0.14 0.05 0.04 0.05
β 0.28 0.43 0.48 0.24 0.44 0.43 0.44
ECR [%] 47.30 34.70 28.70 43.70 47.50 56.60 43.10

Los modelos propuestos poseen dos parámetros comunes que son K y Cf, que por lo tanto deberían
poseer el mismo valor en todos ellos, que los óptimos obtenidos no verifican esta condición. Se realizó
un análisis de sensibilidad con el objeto de verificar la bondad de los modelos y analizar el comporta-
miento de K, Cf, α y β. Los parámetros fueron sistemáticamente variados y el cambio en el ECR entre

163
observado y simulado fue analizado. El rango de variación incluyó a los valores de los parámetros óp-
timos. De este análisis, se desprende que los parámetros de las ecuaciones poseen un amplio rango
de variación para un valor similar de error. La selección definitiva se realizó sobre la base de adoptar
los parámetros que mejor estiman la media del total de datos.
La recta de regresión entre las pérdidas de suelo observadas y calculadas, para los registros no usados
en el ajuste, poseen coeficientes de correlación de 0.74, 0.78 y 0.82 para cada modelo. El modelo 1 y 2
subestiman casi siempre y el modelo 3, sobrestima para valores de PS < 1100 kg.ha-1 y solamente en
un 30 % de los casos existe una estimación razonable de pérdidas de suelo de eventos individuales. La
aplicabilidad de la USLE o las modificaciones propuestas para predecir pérdidas de suelo de eventos
individuales, no es satisfactoria. La mayor parte de las predicciones muestra un carácter aleatorio, ya
que las variaciones en las pérdidas de suelo no se explican totalmente en función de la variación en las
características de precipitación y escurrimiento (Vich et al 1998).

Modelos de erosión: MBAPS, ANSWERS y CREAMS

La estimación de la respuesta de una cuenca, como consecuencia de un evento, basado en la propa-


gación del exceso de áreas elementales y homogéneas, puede ser obtenido por medio de un modelo
de parámetros distribuidos. Bajo este marco, se ha desarrollado un modelo de simulación del balan-
ce de aguas y producción de sedimentos en una cuenca, denominado MBAPS. Teniendo en cuenta
el auge de los modelos de erosión y la escasa experiencia en el país se comienza a incursionar en la
aplicación y evaluación de los modelos CREAMS (Mariani et al 2000) y ANSWERS (Braud et al
2000).
El modelo MBAPS (Vich 1985, 2000) es determinístico, de parámetros distribuidos y para un evento.
Incluye los subprocesos de; intercepción de la lluvia por la vegetación, almacenamiento en microde-
presiones, infiltración, disgregación por impacto de la gota de lluvia y acción del flujo superficial,
transporte de los sedimentos por el escurrimiento y propagación del exceso de agua y materiales en
laderas y cauce. La cuenca es segmentada en celdas regulares, donde se evalúan los distintos subproce-
sos, asumiendo homogeneidad en sus características geofísicas. Luego, el exceso (líquido y sólido) se
propaga de una celda a otra, según un ordenamiento preestablecido. El modelo está estructurado sobre
la base de dos módulos. El primero, realiza el ordenamiento de las celdas, determina la fracción de
descarga de las celdas en las adyacentes y crea el archivo de datos definitivo a emplear. El segundo,
realiza la evaluación de los distintos subprocesos y la propagación hasta la celda definida como salida.
El monto de material removido en una celda, es el resultado de los subprocesos de disgregación por
impacto de la gota de lluvia Ws y disgregación por flujo superficial Wf. La tasa de disgregación total
Er es la suma de los dos subprocesos. Las ecuaciones de disgregación por lluvia y flujo usadas en el
modelo, son las propuestas por Park et al (1981) y Khaleel et al (1979, cit. Park et al 1981), respec-
tivamente. Para el cálculo de la capacidad de transporte del flujo generado en la celda, se emplea la
ecuación de Yalin (1963), modificada y adaptada por Foster y Meyer (1972) para predecir el trans-
porte de una mezcla de tamaños de partículas. La elección de esta ecuación se debe a su facilidad de
uso en procesos digitales, que requiere únicamente información de parámetros hidráulicos y pro-
veen estimaciones confiables de la carga de sedimentos en una celda (Alonso et al 1981).
En esta primera etapa, se seleccionaron 10 tormentas, de las cuales 7 fueron empleadas para la cali-
bración del modelo. Se efectuó una calibración preliminar por optimización de distintas funciones
objetivos en distintas parcelas, para la componente de escorrentía y únicamente en la parcela con
suelo desnudo para la componente erosión. Luego el modelo fue validado con los parámetros ópti-
mos obtenidos en el paso anterior, para todos los eventos, calculándose la eficiencia E y el error
cuadrático medio RMSE.
Los valores de escurrimiento y pérdida de suelo, presentan una gran variabilidad. El aumento de
vegetación juega un papel muy importante en la disminución de la escorrentía, pero cuando esta
pasa del 42 al 60% la diferencia no es tan apreciable, aunque en lluvias poco intensas, dicha dife-

164
rencia es notable.
En general, los valores de los parámetros ajustados en el modelo MBAPS, se encuentran dentro de
un orden razonable y coherentes, excepto en la conductividad hidráulica saturada, que se modifica
frente a los cambios en la cobertura y los buenos resultados se obtuvieron con un valores menor a
los encontrados en los ensayos con simulador de lluvia. El modelo es muy sensible al contenido
inicial de humedad en el suelo. La respuesta del modelo frente a cambios en la cobertura resultó
coherente con su hipótesis, que un aumento en la cubierta vegetal, debería producir un menor escu-
rrimiento y por extensión, una menor erosión. La eficiencia del modelo, considerando el total de
eventos (calibración y validación) para simular el escurrimiento, presentó E y RMSE aceptables.
La TABLA No 7 muestra los valores observados y simulados de escurrimiento en las distintas par-
celas para cada uno de los eventos analizados; además, se muestran las pérdidas de suelo observa-
das y simuladas en la parcela con suelo desnudo.
Se ha empleado (Braud et al 2000, 2001) la versión modificada del modelo Areal Nonpoint Source
Watershed Environment Response Simulation (ANSWERS) (Bouraoui y Dillaha 1996); se trata de
un modelo de parámetros distribuidos y continuo. Representa los siguientes procesos: cuando se
inicia la lluvia, parte es interceptada por la vegetación; la lluvia efectiva puede infiltrarse según el
modelo de Green y Ampt (1911). Esta agua se transfiere a la red hidrográfica y se traslada a la sali-
da de la cuenca, según el método de Bras (1990). También, el agua en exceso de la capacidad de
campo puede transferirse a la capa freática. Cuando no llueve, el agua se puede evaporar según el
modelo de Richie (1972), que distingue la evaporación del suelo y la transpiración de la vegetación.
El módulo de transporte de sedimentos incluye el arrastre de partículas disgregadas por acción del
impacto de la gota de lluvia y por el flujo, en función de la capacidad de transporte del escurrimien-
to superficial (Beasley et al., 1980).

TABLA No 7
Volumen de escurrimiento y pérdidas de suelos observados y calculados
Aplicación del Modelo del Balance de Aguas y Producción de Sedimentos (MBAPS)

CAP1 CAP2 CAP3


Fecha
Q [LT] PS [gr] Q [lt] Q [lt]
Evento Obs. Cal. Obs. Cal. Obs. Cal. Obs. Cal.
15-03-92 139 428 6232 7236 247 241 93 326
07-01-93 309 309 2235 4206 188 142 235 199
05-02-93 194 127 1342 1358 94 40 140 85
04-03-93 338 355 3127 3215 166 147 245 206
05-03-93 355 302 1305 2282 162 62 284 111
19-04-93 57 101 211 1019 8 0 62 21
05-11-93 95 97 567 796 28 0 78 23
25-02-94 723 208 1778 2755 238 51 243 97
20-01-95 1110 988 13308 19858 523 771 787 852
03-03-97 1077 987 3252 13150 830 687 747 807
MEDIA 440 390 3336 5587 248 214 291 273
B 120 2252 84 90
E 0.63 0.63 0.82 0.85
RMSE 195 3852 115 111

Los mejores resultados del modelo ANSWERS se obtuvieron con una gran profundidad de suelo y
una conductividad hidráulica saturada muy inferior a la obtenida de ensayos de con simulador de
lluvia; o bien, con una resultante de los ensayos y una pequeña profundidad de suelo. Los resultados
de la simulación del volumen de sedimentos fueron aceptables, con eficiencias altas en calibración.

165
Presentó regulares resultados en las cuencas pequeñas; y los mas aproximados tampoco fueron ob-
tenidos con los valores calibrados en las parcelas. El modelo es coherente con la intuición de que la
cuenca que tiene la mayor pendiente y menor cobertura, debería producir el mayor escurrimiento.
Variando el porcentaje de cobertura, se comprobó que el modelo era sensible a este parámetro, ob-
teniéndose los mejores resultados con la cobertura medida.
El modelo Chemicals, Runoff and Erosion fron Agricultural Management Systems (CREAMS)
(Knisel, 1980), constituye la base del WEPP (Water Erosion Prediction Proyect) (Nearing, et al,
1989), y se ha empleado la versión WEPP 97.1. Es determinístico, de simulación continua ó de
eventos puntuales. Estima básicamente la disgregación y depositación de suelo a lo largo de una
ladera y la pérdida de suelo total neta al final de la misma. Presenta nueve componentes conceptua-
les: generación de clima, procesos de viento, irrigación, hidrología, suelo, planta, descomposición
de residuos, hidráulica de flujo, y erosión.
La aplicación del modelo CREAMS, muestra que la regresión entre los valores observados y calcu-
lados revela que el modelo simula mejor el escurrimiento que la pérdida de suelo, con una tendencia
a subestimar en eventos importantes. También, muestra que un aumento en la conductividad hidráu-
lica produce una disminución en los escurrimientos, siendo la pérdida de suelo poco sensible a este
cambio. La TABLA No 8 muestra los valores de escurrimiento y pérdida de suelo, medidos en las
parcelas de erosión y los calculados a partir del modelo (Mariani et al 2000).

TABLA No 8
Comparación entre escurrimiento y perdida de suelo observado y calculado
Aplicación del modelo Chemicals, Runoff and Erosion Fron Agricultural Management Systems
(CREAMS), versión WEPP 97.1 .

Fecha Prec. Escurimiento Perd.suelo


Parcela [lmm [mm] [kg.m2]
] Obs Calc Obs Calc.
CAP 1 15-03-92 20 4.630 4.54 0.207 0.275
07-01-93 21 10.30 10.54 0.070 0.067
04-03-93 28 11.27 9.00 0.104 0.101
25-02-94 28 23.40 18.11 0.590 0.514
20-01-95 40 36.98 30.18 0.795 0.255
03-01-96 26 22.05 16.22 0.570 0.409
02-03-97 59 35.90 32.07 0.108 0.156
LV-8 15-03-92 20 4.75 4.15 0.232 0.253
07-01-93 21 7.00 7.50 0.099 0.077
04-03-93 28 5.37 5.31 0.015 0.016
20-01-95 40 27.60 25.90 1.650 0.309
LP-8 15-03-92 20 2.00 2.09 0.025 0.022
07-01-93 21 2.75 2.84 0.048 0.042
04-03-93 28 2.50 2.37 0.017 0.019
20-01-95 40 22.25 23.82 1.180 0.300

En síntesis, el desarrollo de un modelo de erosión como el MBAPS y su ajuste en zonas áridas,


constituye una experiencia inédita a nivel país. No solo por el hecho de disponer de una herramienta
propia, sino que en su construcción, se logra sintetizar, integrar y comprender un proceso complejo,
como el de erosión hídrica. Los resultados obtenidos en la aplicación de los modelos a parcelas, en
una primera etapa, es satisfactoria, con coeficientes de eficiencia aceptables.
La aplicación de modelos de simulación de erosión como el ANSWERS o WEPP, aún se en-

166
cuentra en etapa de ajuste. Su aplicación en zonas áridas y semiáridas de relieve acentuado
constituye una experiencia inédita a nivel país, y solamente se han realizado con algunas apli-
caciones preliminares en la región pampeana. El principal inconveniente al utilizar este tipo
de modelos radica en la falta de información básica, esencial para que el modelo simule ade-
cuadamente un proceso complejo como es el de la erosión hídrica. El estudio que aquí se ha
realizado es un primer paso en el uso de una herramienta tecnológica considerada por los es-
pecialistas como de avanzada. Sobre la base de los resultados obtenidos, se puede decir que la
aplicación del modelo WEPP en parcelas de erosión es promisoria. Las regresiones entre los
valores observados y simulados de escurrimiento superficial y pérdida de suelo son alentado-
ras.
En general, para juzgar completamente los modelos, se necesitaría completar las observaciones con
eventos de altos valores de escurrimiento, aun no observadas. En su aplicación en cuencas, se nece-
sitarían medidas de la variabilidad espacial de la lluvia a pequeña escala, ya que se comprobó que
ella tiene un importante impacto sobre los resultados de los modelos, y este fenómeno podría expli-
car algunas deficiencias.

Trabajos citados en el texto

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PROPUESTA METODOLÓGICA PARA EL MAPEO


DE PROCESOS DE EROSIÓN HÍDRICA

Por Vich, A. I. J.

Existen distintos criterios para valorar espacialmente la intensidad, o en su defecto, el riesgo del
fenómeno de erosión hídrica. Su importancia radica en el hecho que en todo programa de ordena-
miento territorial o de manejo de cuencas, resulta indispensable identificar aquellas partes del terri-
torio que por sus características intrínsecas son críticas con relación a la erosión. Un criterio, sería
por superposición de mapas temáticos tales como: vegetación, relieve y litología, donde un terreno
con cobertura vegetal pobre, material superficial deleznable y relieve abrupto, constituiría un sitio
susceptible o con mayor riesgo de erosión. Desde un punto de vista conceptual este criterio no seria
el correcto, ya que el agente activo de la erosión hídrica es el agua en forma de lluvia y escurrimien-
to y los factores mencionados, solo constituyen factores reguladores de la intensidad de los meca-
nismo de remoción y transporte por parte de ella.
Si se considera a la red de drenaje como un verdadero agente de modelado de la superficie, el terri-
torio donde se asientan los sectores mas desarrollados de la red, constituye de hecho los sitios donde
la intensidad del fenómeno erosivo es mayor. De acuerdo a lo expresado, es factible emplear índices
que representen las particularidades del sistema hidrográfico e identificar categorías de sectores con
mayor o menor intensidad en los procesos erosivos de origen hídrico (Morgan 1979). Los índices

168
que mejor representan la textura de la red de canales son: frecuencia de canales y densidad de dre-
naje, que se definen como:

k n

∑ ∑L
k

∑ N u
ui

Fu = u ≈1 (9) Dd = u ≈1 i ≈1
(10)
A A

Donde: Fu frecuencia de canales en No.km-2; u orden de cauce según el sistema de ordenamiento de


Stralher; Nu números de cauces de orden u, k orden de la cuenca; A área de la cuenca en km2; Lui
longitud del cauce i de orden u en km. El primer índice da una idea de la actividad erosiva, ya que
la formación de un nuevo canal o cauce se da cuando la velocidad del flujo sobre la superficie al-
canza un valor critico en relación con la erodabilidad del terreno; depende de la combinación de
numerosos factores tales como: rugosidad y permeabilidad de los materiales superficiales, intensi-
dad y duración de la lluvia, pendiente y cobertura vegetal, entre otros. El segundo índice cuantifica
el grado de desarrollo de la red y es un indicar de la velocidad con que los excesos de lluvia son
evacuados de un territorio en particular. En síntesis, ambos son representativos del grado de disgre-
gación y transporte de materiales. Los índices mencionados no son equivalentes entre si y son muy
sensibles con la escala y calidad del mapa a emplear. Es por ello, que resulta indispensable una co-
rrecta definición de la red y del nivel de detalle empleado en su reconocimiento.
La combinación de cartas de vegetación, mapa de geología superficial y los índices mencionados,
fueron empleados en la cuenca del torrente Divisadero Largo para determinar cuales eran las áreas
mas críticas o susceptibles de erosión, indispensable en todo plan de manejo. La cuenca se encuen-
tra enclavada en el piedemonte al oeste del Gran Mendoza, entre los paralelos 32° 55' y 32° 52' de
latitud sur y los meridianos 68° 55' y 69° 05' de longitud oeste.
La cuenca presenta en superficie numerosas formaciones geológicas (Chena 1971; Arreguini et al
1980). De oeste a este son: Fm. Mariño (Terciario), Fm. Conglomerado Violáceo (Terciario), Fm.
Arcillas Abigarradas (Terciario), Fm Papagayos (Terciario), Fm. Río Blanco (Triásico), Fm. Ca-
cheuta (Triásico), Fm. Potrerillos (Triásico) y depósitos cuaternarios (Fig. No. 1). Su relieve se ca-
racteriza por presentar dos niveles de glacis, crestas monoclinales y cerros testigos (Duffar, 1978).

Fig. No. 1. Formaciones geológicas superficiales en la cuenca del torrente Divisadero Largo, Men-
doza (Chena 1971)

Los glacis se encuentran cubiertos de material de acarreo cuartario, heterogéneos y mal rodados; el

169
nivel inferior de gran extensión se encuentra profundamente disectado y presenta una pendiente del
orden del 5 % con rumbo oeste-este; del glacis superior solo se conservan algunos relictos.
En Divisadero Largo se distinguen varias comunidades vegetales (Martínez Carretero 1985), entre
las que se destacan el jarillal y matorrales de chañar brea y ajenjo; las otras abarcan pequeñas super-
ficies y se localizan sobre cornisas rocosas, álveos y áreas de surgencia de agua. El jarillal (Zuccag-
nia punctata Cav. y Larrea Divaricata Cav.) se extiende sobre la cubierta cuartaria, principalmente
sobre el glacis; también aparece sobre material terciario. Se presenta como un matorral semiabierto,
con una cobertura media del 50 al 55 %, a veces se encuentran matorrales de llaullin (Lycium te-
nuispinosum). El matorral de chañar brea (Cercidium praecox J.) se corresponde con materiales
terciarios y triásicos en laderas muy xéricas, con presencia muy reducida y de escasa cobertura. El
matorral de ajenjo (Artemisia mendozana D. C.) se halla en la mayoría de las laderas de umbría; se
presenta como un matorral bajo, semicerrado y cobertura media del 60 %. El resto de las formacio-
nes vegetales son de poca importancia en cuanto a la superficie que abarcan (Fig. No. 2).

Fig. No. 2. Comunidades vegetales en la cuenca del torrente Divisadero Largo, Mendoza ((Martínez
Carretero 1985)
Para el trazado de las isolíneas de densidad de drenaje y frecuencia de canales, se dividió el área de
la cuenca en celdas regulares de 250 m de lado sobre un plano a escala 1:5000. Previamente, los
distintos componentes de la red de drenaje fueron jerarquizados, obteniéndose el siguiente conjunto
de números de Stralher:

N5S = (199, 49, 10, 2, 1)) (11)

Ambos índices, se encuentran asociados a un concepto de área, para su valoración puntal (indispen-
sable para el trazado de la isolíneas), se asignó a los vértices de cada celda el valor calculado en
ella. Si sobre un vértice concurren mas de una celda, se adopta el promedio de los valores de las
celdas vecinas; posteriormente, se procede al trazado de las isolíneas (Fig. No. 3 y Fig. No. 4).
Las áreas de mayor intensidad erosiva, correspondientes a valores altos de densidad de drenaje y
frecuencia de canales, la red de avenamiento adopta un diseño paralelo, con áreas de interfluvio
pequeñas y baja infiltración. La red se desarrolla sobre materiales terciarios, en laderas con pendien-
tes muy pronunciadas sobre matorrales de chañar brea de escasa cobertura. Las áreas de más baja
intensidad erosiva se corresponden con materiales cuaternarios, con pendientes inferiores al 6 %,
suelos heterogéneos, profundos, alta infiltración y matorrales de jarilla con coberturas superior a los
50 %.

170
Fig. No. 3. Isolíneas de densidad de drenaje Dd, km.km-2, en la cuenca del torrente Divisadero Lar-
go, Mendoza.

Fig. No. 4. Isolíneas de frecuencia de canales F, n° cauces.km-2, en la cuenca del torrente Divisade-
ro Largo, Mendoza.

Trabajos citados en el texto

ARREGHINI, R.; E. BUCK; J. ZULUAGA; 0. ROBY; J. FERNÁNDEZ; N. CIANCAGLINI; H.


YÁNEZ; J. CONTRERAS; J. MAZA y L. FORNERO, 1980. Estudio para la corrección del to-
rrente Divisadero Largo. En INCYTH-CRA (ed) Curso Internacional de Hidrología General
con énfasis en Hidrología Subterránea. 87 pp. Mendoza.
CHENA, O., 1971. Cap. IV Geología. En: FAO, SRH y Gobierno de la provincia de Mendoza (eds)
Estudio integral de Defensa Aluvional del Papagayos. Informe al gobierno argentino sobre la con-
tención de aluviones.
DUFFAR, E., 1978. Carta hidromorfológica del arroyo Papagayos. Deserta Número 5:157-174.
MARTINEZ CARRETERO, E., 1985. La vegetación de la reserva natural Divisadero largo, Men-
doza. Doc Phytosociologiques Volumen 9:25-45.
MORGAN, R., 1979. Soil Erosion. Logman, 113 pp. London.

171
Capítulo 2.4

EROSIÓN FLUVIAL
Degiovanni, S., Villegas, Erosión fluvial
M., Doffo N. y Origlia, D. ¿Cómo funciona un sistema fluvial? ¿Cuál es la dinámica y cómo
se ajusta un río cuando se modifican sus variables de control?
¿Cuáles son los mecanismos de erosión fluvial?
¿Cómo se manifiestan los procesos de erosión fluvial?
¿Cómo influyen los tipos de materiales en los procesos erosivos?
¿Cuáles son los métodos utilizados para monitorear y evaluar la
erosión fluvial?
¿Cómo se determina el riesgo de erosión fluvial?
¿Qué características tienen estos procesos en la Llanura
Pampeana?

METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS

Degiovanni, S., Villegas, Ejemplos de metodologías de análisis y mapeo de procesos de


M., Doffo N. y Origlia, D. erosión fluvial. A escala regional, semidetalle y detalle.

172
EROSIÓN FLUVIAL
Por Degiovanni, S., Villegas, M., Doffo, N. y Origlia, D.

Las corrientes fluviales pueden definirse como sistemas de flujo superficial que recogen y evacúan
linealmente el agua aportada desde las vertientes, estan organizadas espacialmente en redes y
éstas en cuencas hidrográficas (Pedraza Gilsanz, 1996). Su energía depende de la posición
topográfica respecto a un nivel mínimo referencial o nivel de base; las variaciones energéticas
regulan secuencias con agradación-degradación mediante acciones concatenadas de erosión,
transporte y sedimentación. A pesar que estos procesos se distribuyen en todo el sistema fluvial,
habitualmente se consideran tres segmentos según cual sea la acción dominante: una zona de
erosión o producción de sedimentos (cuenca alta), una zona de transferencia (cuenca media) y otra
de sedimentación (cuenca baja). Todos estos fenómenos están controlados por variables tales como:
caudal líquido y sólido, pendiente y características del material sobre el que circula el fluido. Los
sistemas fluviales son los principales agentes de erosión, transporte y sedimentación en la mayoría
de los paisajes, incluyendo aquellos donde el agua superficial no está presente la mayor parte del
tiempo y por lo tanto revisten mucha importancia en el modelado terrestre.
Como todo sistema natural, los fluviales son inherentemente dinámicos y continuamente se están
ajustando a cambios naturales o inducidos por el hombre, pero determinar cómo, cuándo y dónde
ocurrirán estas modificaciones no es tan sencillo ya que se trata de sistemas de respuesta múltiple y
compleja, de naturaleza aleatoria y singular. Por otra parte, el hombre necesita cada vez más
responder estos interrogantes a la hora de efectuar cualquier propuesta de intervención, ya que la
previsión, prevención y/o mitigación de problemas vinculados a los mismos, implica
necesariamente conocer sus comportamientos.
Dentro de los problemas ambientales vinculados a sistemas fluviales se incluyen riesgos naturales
e impactos ambientales. Si bien ambos conflictos son de vieja data, ya que los cursos de agua
fueron elegidos a lo largo de la historia como sitios preferenciales para localizar en sus márgenes
asentamientos poblacionales, es recién en las últimas décadas y luego de percibir efectos negativos
de diversa índole y magnitud, cuando se comienza a analizar, interpretar y prever los fenómenos
derivados de esta interrelación. Los estudios pueden enfocarse desde una perspectiva más
antropocéntrica, dilucidando y previendo los peligros y riesgos naturales derivados de la actividad
fluvial que pueden afectar al hombre y su infraestructura, o bien, con una mirada más ecocéntrica,
analizando y previendo los impactos humanos sobre el sistema fluvial, enfoque que, finalmente, no
deja de ser antropocéntrico. Ambas líneas de análisis no se limitan a estudios estáticos, sino que
requieren de monitoreo permanente de las variables que reflejan los diferentes estados tanto de los
sistemas antrópicos como naturales, por lo que resulta de suma utilidad la aplicación de
geoindicadores.
En las últimas décadas se han incrementado notoriamente los trabajos científicos que intentan
tender un puente entre la investigación geológico-geomorfológica básica sobre el comportamiento
de los sistemas fluviales y otros campos más aplicados, por ejemplo la ingeniería, que proyectan y
ejecutan diferentes propuestas de intervención en los cursos de agua y/o en sus cuencas de aporte.
Diversos autores han elaborado propuestas de clasificación de canales fluviales, de fuerte base
geomorfológica, que proveen información útil a la hora de efectuar propuestas y tomar decisiones
con relación al manejo de los cursos de agua. La mayoría de estas metodologías son aplicables a
escalas intermedias (semidetalle y detalle) y permiten la segmentación del canal en tramos que
reúnen similares rasgos morfométricos y morfológicos (Rosgen, 1994), exhiben determinados
procesos de ajuste como dominantes (Brice, 1981; Brookes, 1987, Downs, 1992), presentan
diferentes grados de estabilidad potencial (Simon y Downs 1995) sensibilidad (Downs y Gregory,
1993), o están en un determinado estado de una secuencia de ajustes (Schumm et al., 1984; Simon,
1989), entre otros. A pesar de que estos esquemas de clasificación no son ideales porque contienen

173
cierta subjetividad, generalización o interpretación cualitativa, aún existe un vacío entre la
comprensión conceptual del comportamiento de un río y la posibilidad de expresar este
entendimiento en un modelo físico, por lo que estas aproximaciones al decir de Downs (1995)
constituyen la tecnología intermedia para comunicar la información geomorfológica a diferentes
usuarios que toman decisiones de uso y manejo de sistemas fluviales. Esta información permite
mejorar las predicciones de futuros comportamientos, las cartas de peligros y riesgos naturales
asociados y la estimación de los impactos producidos por las intervenciones humanas.
En este capítulo se abordará sólo parte de tan amplia problemática. Concretamente se analizarán los
procesos que implican peligro y riesgo de erosión fluvial, los factores que los regulan, las
metodologías disponibles para su estudio y mapeo y su aplicación en distintas regiones del país.

¿Cómo funciona un sistema fluvial? ¿Cuál es su dinámica y cómo se ajusta un río


cuando se modifican sus variables de control?

Numerosos trabajos de investigación básica (Schumm, 1969; Hooke, 1995; entre otros) han
identificado los factores que controlan la morfodinámica de los canales aluviales. Esencialmente
ellos ajustan su sección transversal (ancho y profundidad), pendiente, forma en planta y velocidad
en respuesta a la descarga, carga de sedimentos, granulometría del sedimento de lecho y orillas,
vegetación de márgenes y pendiente del valle. Cambios en algunas de estas variables pueden
desestabilizar el canal y promover erosión y depositación. Varios autores (Wharton, 1995 en
Gurnell y Petts, 1995) trabajando con sistemas fluviales en distintas regiones del mundo han
desarrollado ecuaciones empíricas que vinculan variables morfométricas (ancho, profundidad,
pendiente, sinuosidad, etc) con otras de control (caudal líquido y sólido, granulometría de la carga
de fondo, etc), como las que desarrollaron Hey y Thorne (1986) estudiando canales aluviales
estables con lecho gravoso en Gran Bretaña (ver Recuadro). (Tabla I)

W= k . Q0.5 k varía de 2.34 a 4.3 según el


tipo de vegetación
d= 0.22 Q0.37 (D50 )-0.11 W= ancho
Q= caudal (bankfull)
S= 0.087 Q-0.43 (D50 )-0.09 (D84 )-0.84(Qs )0.10 D50 = diámetro medio
D84 = rugosidad
z= 0.31 W d= profundidad media
S= pendiente del canal
z= longitud de meandro

Tabla I

Estas ecuaciones resultan de gran utilidad a la hora de predecir futuros comportamientos en los
cursos de agua de una región al alterarse algunas de las variables de control. Por ejemplo, como lo
indican las ecuaciones empíricas de Leopold y Maddock (1953) y Schumm (1969) en Summerfield
(1997), el incremento de Q (caudal) y Qs (caudal sólido) provoca variaciones en la geometría
hidráulica y diseño en planta del canal. El aumento de Q asociado a ciclos más húmedos,
deforestación, etc., implica un aumento de la sección transversal del canal que, en función de la
cohesividad de los materiales que componen las orillas y el lecho, puede resolverse por procesos de
profundización, ensanchamiento o ambos. El aumento de gradiente por descenso de los niveles de
base o simplemente cota del lecho en algunos tramos canalizados se manifiesta por migración hacia
cabeceras de frentes de erosión retrocedente con quiebres de distinta magnitud (desde pequeños
rápidos a saltos que superan la decena de metros), lavado de materiales finos del lecho (aumenta

174
selección). Un aumento de la carga de fondo puede provocar disminución de sinuosidad y la
instalación de diseños entrelazados, así como la extracción de materiales, por encima de la tasa de
renovación, implicaría el proceso inverso. Tanto el comportamiento de cursos estables como
aquellos que se están ajustando llevan siempre implícito distintos valores de peligrosidad que se
vinculan fundamentalmente a procesos erosivos, en posiciones de cuenca alta y media, mientras
que en las zonas terminales o bajas a inundación y sedimentación.

¿Cuáles son los mecanismos de erosión fluvial?

Los procesos erosivos en un sistema fluvial son llevados a cabo por el flujo de agua "por sí misma"
o conjuntamente con la carga movilizada. Consisten en el arranque y desgaste de los materiales que
constituyen las márgenes y fondo del canal y provocan ensanchamiento, migración lateral y/o
profundización del mismo. La eficacia de estos procesos está regulada por las propiedades del flujo
(régimen de caudales, velocidad y tipo de flujo), litología de los materiales que componen el
conducto, clima, condiciones del subsuelo (percolación, sufusión, humedad), geometría del
colector, actividad biológica e intervenciones antrópicas (Knighton 1984).
La acción erosiva del flujo de agua "por sí misma" presenta dos modalidades: una ocasionada
directamente por la energía del flujo o acción hidráulica y otra debida a sobretensiones al liberarse
los gases atrapados en el agua o cavitación.
La acción hidráulica es una tensión permanente y generalizada, aunque variable en intensidad, se
manifiesta mediante arranques, arrastres y desgastes de material. Su eficacia depende de la potencia
total en dicha corriente, y de las características del conducto (rugosidad de sus paredes, cohesión,
geometría y agregación de los materiales) que soporta la carga debida a la masa de agua (presiones)
e interfiere el flujo haciendo posible una transferencia de energía (cizalla). La potencia total (W)
corresponde a la energía por unidad de peso (Hγ) de un caudal determinado (Q) y por lo tanto es
equivalente a:

W= Q Hγ

La cavitación es una sobrepresión debido a ondas expansivas, producto de la compresión-


descompresión del aire contenido en el agua. Es un fenómeno sumamente selectivo, tanto en el
espacio como en el tiempo e intensidad, debido a que las tensiones necesarias para su generación no
dependen tanto de la potencia como del tipo de flujo. Es un proceso muy influenciado por las
variaciones de profundidad que condicionan las variaciones de la velocidad del flujo.
Las acciones del agua en conjunción con la carga originan fenómenos químicos y mecánicos. Los
fenómenos químicos, denominados corrosión, son ejercidos por el agua al ser éste un compuesto
químico dieléctrico, eficaz y agresivo para reaccionar con los distintos materiales (disolución,
hidrólisis, hidratación, oxidación-reducción son algunos de los procesos de meteorización que
tienen lugar). Los fenómenos mecánicos están originados por las partículas que impulsa la corriente
e implican roces, roturas, desgastes y a veces, arranques. La abrasión es el fenómeno de desgaste
que ejerce el agua cargada de partículas sobre el conducto y la atrición se refiere al desgaste mutuo
entre la misma carga transportada.

¿Cómo se manifiestan los procesos de erosión fluvial?

En función de la localización en el canal pueden agruparse los fenómenos erosivos en procesos de


migración lateral y de incisión vertical o profundización.

175
La erosión lateral o de márgenes es dominante en cursos meandriformes, aunque también ocurre
en canales rectilíneos y entrelazados. En las últimas décadas se ha avanzado mucho en la
comprensión de los mecanismos que conducen al retroceso de las márgenes de un canal y esto ha
conducido a relativizar los procesos de erosión fluvial (acción directa de la corriente), a la vez que a
revalorizar a los procesos que provocan debilitamiento, como los de meteorización y remoción en
masa. En la Fig. 1 se presenta una síntesis de los diversos trabajos publicados y de los mecanismos
involucrados, ejemplos de algunos de estos mecanismos se observan en la Figs 2 y 3.

PROCESOS DESCRIPCIÓN REFERENCIA


A- DEBILITAMIENTO
Proviene de la lluvia, del curso de agua o del nivel Hooke (1979)
Prehumedecimento freático. La infiltración puede producir la Wolman (1959)
tubificación de los contactos arena /arcilla.
Es la condición de alta temperatura y baja humedad. Lawler (1992)
Desecación Sus efectos son discutidos, aunque puede producir Ellis (1993)
agrietamiento y fragmentación
Aumenta la susceptibilidad a la erosión del borde. Lawler (1986,
Acción del Los cristales de hielo pueden producir la separación 1987)
congelamiento- de los agregados. Domina en sistemas pequeños (< Church and Miles
descongelamiento 85 km2) y en climas fríos por efectos del permafrost (1982)
y la deriva de hielos. Klimek (1989)
B- EROSIÓN FLUVIAL
En materiales no-cohesivos depende principalmente Thorne and Lewin
de la competencia y las presiones en las márgenes, (1979)
ocurre durante los flujos pico. La resistencia está Hooke (1979,
Remoción directa
afectada por la vegetación, composición y estado de 1980)
los materiales. En materiales cohesivos el proceso es
más complejo.
C- FALLAMIENTO GRAVITATORIO
Fallas de corte, Principalmente en márgenes compuestos. Después Thorne and Tovey
columnar y de la erosión de los materiales basales gruesos se (1981)
tensional colgante produce el fallamiento de los bloques superiores. Hooke (1979)
Ocurre en materiales cohesivos asociado con Thorne and
Fallas de corte márgenes de alto ángulo y/o elevada altura, con alto Osman (1988)
(superficial, planar, contenido de humedad y presión de poros. El
en bloques, fallamiento ocurre con posteriorodad al flujo pico.
rotacional) Las características geotécnicas de los materiales son
muy importantes.
D- OTROS
Provocado por vientos o inducidas por botes Nanson et al.
Olas
(1994)
Pisoteo Efecto directo del ganado o de la gente Trimble (1994)

Figura 1: Mecanismos de erosión de márgenes. Tomado de Hooke, J.M. en Gurnell, A. y G. Petts,


1995

176
Figura 2: Ejemplo de procesos gravitatorios en mecanismos de erosión de márgenes. (Fotografía
del Arroyo del Gato).

Figura 3: Procesos de erosión lateral en el Arroyo del Gato

Los procesos de incisión vertical pueden responder a incremento del caudal (Q), con el
consecuente ajuste de la geometría hidráulica, o bien a modificaciones del perfil longitudinal por
aumento de pendiente. Este incremento puede relacionarse a descenso del nivel de base general, o a
intervenciones locales como rectificaciones, canalizaciones y dragado, entre otros. La
profundización implica la migración hacia cabeceras de frentes de erosión retrocedente con
quiebres de distinta magnitud según los materiales que conforman el lecho del canal. Cuando los

177
sedimentos son deleznables (areno-gravosos) no se perciben quiebres, pero cuando el lecho está
constituido por litologías más resistentes (toscas, rocas de basamento, etc) pueden originarse desde
pequeños rápidos hasta saltos que superan la decena de metros (Fig. 4). El ritmo de retroceso es
muy variable ya que no sólo depende de la magnitud de las crecidas sino, como ya se indicara, de la
resistencia de los materiales y su distribución. Al pie de estos quiebres suelen originarse grandes
ollas, cuyas dimensiones superan ampliamente las del canal. Del mismo modo que en la migración
lateral, intervienen aquí un conjunto de procesos íntimamente asociados a la erosión fluvial como
los gravitatorios y los de meteorización.

Figura 4: Salto sobre el Arroyo Las Lajas en proximidades de la Ruta Nacional Nº 35

Siguiendo a esta onda de degradación del lecho sucede otra agradacional que se extiende aguas
arriba, provoca la disminución del gradiente y del suministro de sedimentos, lo que favorece la
reanudación de la incisión y la generación de terrazas por erosión episódica. (Schumm,1975)

¿Cómo influyen los tipos de materiales en los procesos erosivos?

La naturaleza de los agregados o de las partículas erosionadas depende de las propiedades


geomecánicas de los materiales que componen las márgenes y lecho, particularmente, si el material
es cohesivo o no-cohesivo (Thorne, 1982).
En las márgenes arcillosas, los materiales son comúnmente movilizados en forma de agregados, los
que se mantienen unidos por la acción de fuerzas cohesivas. Aunque no existe una teoría definida
para estos sedimentos, estudios empíricos muestran que la resistencia a la erosión no está
necesariamente controlada por sus propiedades mecánicas, tales como la resistencia compresiva o al
corte (Arulandan et al., 1980). En su lugar, la erodabilidad es principalmente función de una
combinación de fuerzas intergranulares ligantes de tipo físico-químicas, las que controlan la
resistencia al arranque de partículas o agregados bajo la acción cortante del fluido contra la margen.

178
En los bordes no-cohesivos los sedimentos son arrastrados como partículas individuales y su
estabilidad depende del balance de fuerzas que actúa sobre cada partícula. Se distinguen las fuerzas
erosivas, representadas por la componente pendiente abajo del peso sumergido de los materiales y
las fuerzas de levante y arrastre del fluido. La resistencia está aportada por las fuerzas de fricción y
trabazón entre partículas, dependientes del grado de empaquetamiento e imbricación. La resistencia
es fuertemente dependiente de los procesos de debilitamiento (Fig.1), que pueden reducir el ángulo
de reposo de la margen hasta el 70 % (Carson and Kirkby, 1972).

¿Cuáles son los métodos utilizados para monitorear y evaluar la erosión fluvial?

Existen varios métodos de seguimiento de la actividad erosiva en cursos de agua (Lawler et al.,
1997), los mismos pueden agruparse según las técnicas de medición en directos e indirectos o según
la frecuencia de medición, de largo y mediano plazo.
Dentro de los Métodos Directos (mediciones in situ) pueden mencionarse:
1) Relevamiento planimétrico (Fig. 5): Es un procedimiento utilizado para medir procesos de
migración lateral a escalas de tiempo intermedias y consiste, previa selección de la sección
de cauce a monitorear, en trazar una poligonal de control enlazada con puntos fijos, sobre el
borde de la margen, mediante el empleo de teodolito o estación total (EDM) (método de
radiación o rodeo), Sistema de Posicionamiento Global (GPS), entre otras, para el caso de
estudios de mayor precisión, o brújula y cinta para trabajos más expeditivos. La frecuencia
de medición depende de los objetivos del trabajo y de la recurrencia de los episodios
erosivos. Es importante al menos efectuar dos registros anuales, uno a fines del período de
estiaje y otro al final del ciclo de lluvias. Puede utilizarse este procedimiento para medir la
evolución de frentes de retroceso.

Figura 5: Ejemplo de relevamiento planimétrico mediante poligonal abierta doblemente atada por
rodeo para el borde externo y método de radiación para el interno.

2) Relevamiento planialtimétrico: Este método permite efectuar el seguimiento tanto de la


migración lateral como la incisión vertical. Es similar al anterior pero cada punto de la
poligonal de control es, a su vez, punto de un perfil transversal. Brinda mayor información
que el anterior sin implicar mayores costos. Una variante de este método se aplica para el
relevamiento del perfil longitudinal donde se establece una poligonal abierta, atada a puntos

179
fijos de control, midiendo el talweg del canal. Si el perfil longitudinal es local se puede
utilizar teodolito o estación total, mientras que si es mas regional o a nivel de cuenca, es
conveniente levantar los puntos con GPS.
3) Relevamiento de la sección transversal (Fig. 6): Este método, de mucha precisión, se utiliza
para escalas de tiempo medianas, y permite monitorear tanto la modificación de las
márgenes como del lecho, por lo que resulta muy adecuado para seguir pequeños cambios
en la sección transversal de canales de alta sensibilidad y las alteraciones estacionales del
lecho. Mediante el empleo de un nivel, en una sección de canal previamente acotada por dos
estacas en ambas márgenes, la sección es repasada periódicamente determinando los
cambios en su geometría. Este procedimiento esta limitado a canales de pequeñas a
medianas dimensiones. En el caso de sistemas mayores se utiliza sonar o ecosonda,
desplazada mediante sistema de corredera transversal fija o montada directamente en
embarcaciones en un perfil preestablecido.

Figura 6: Monitoreo de secciones transversales con nivel para cursos de pequeño porte.

4) Estaqueado con sensores (Fig. 7): Esta técnica permite hacer un seguimiento en escalas de
tiempo cortas y en tiempo real del retroceso de márgenes, mediante el empleo de estacas
horizontales provistas de un sensor foto-electrónico (PEEP), que releva y envía información
a una estación de lectura y almacenamiento de datos, conforme retrocede el borde del canal.
Una de las limitantes de este procedimiento es que algunos mecanismos de evolución de
márgenes (deslizamiento de grandes bloques de roca o sedimentos), puede comprometer la
posición de la estaca.

180
Figura 7: Monitoreo de erosión de márgenes mediante sensores.

Entre los Métodos Indirectos se incluyen:


1) Superposición cartográfica (Fig. 8): Este método, empleado para el seguimiento de procesos
de escala histórica, no requiere de control de campo y utiliza cualquier documento
cartográfico de uno o más de los siguientes tipos: imágenes de satélites, fotografías aéreas
verticales u oblicuas, mapas, etc., correspondientes a distintas fechas. Los mejores
resultados se obtienen de fotos restituidas, mapas e imágenes georeferenciadas. El método
consiste en la superposición del diseño en planta del tramo de curso estudiado y permite
medir las modificaciones que sufrió el canal expresada en área migrada, variaciones en los
parámetros de geometría de meandros (radio de curvatura, longitud de onda, amplitud, etc.)
o sinuosidad. En algunos casos, se puede efectuar un seguimiento del desplazamiento de
frentes de erosión retrocedente específicamente en aquellos cuya magnitud se refleja en
cambios en el ancho. En países donde la tradición cartográfica es mayor se puede analizar la
evolución del perfil longitudinal con mayor precisión.

Figura 8: Seguimiento de la evolución de un meandro por el método de superposición cartográfica.

181
Normalmente las distintas fuentes de información tienen diferentes escalas por lo que se
debe ser cuidadoso en la conversión para no distorsionar los resultados.

¿Cómo se determina el riesgo de erosión fluvial?

Partiendo de que el Riesgo puede ser considerado como “todo proceso, situación o suceso que
pueda generar un daño económico-social a una comunidad”, en su determinación deben incluirse
dos aspectos: uno que analice y evalué el proceso natural (Peligro) y otro que pondere la fragilidad
del medio antrópico (Vulnerabilidad). De este modo el riesgo surge de la interacción de ambos:

RIESGO: PELIGRO x VULNERABILIDAD

La Peligrosidad incluye la Susceptibilidad o fragilidad natural de una región ante una Amenaza.
El primer concepto, la susceptibilidad, involucra a los aspectos geológicos, geomorfológicos,
litológicos, hidrológicos, geotécnicos, entre otros, que en conjunto determinan el comportamiento
de un área frente a un determinado proceso natural; mientras que el segundo, la amenaza, según
Hermelin (1991), se define como la probabilidad de ocurrencia dentro de un período de tiempo
específico y para un área determinada de un fenómeno potencialmente destructor.
En el caso de los sistemas fluviales la susceptibilidad está condicionada por los factores que hacen a
la erodabilidad de las márgenes y fondo del canal y ésta, como ya se indicara, depende
fundamentalmente de aspectos litológicos-geomecánicos (granulometría, grado de cementación,
presencia de discontinuidades, cohesión, fricción, etc.), geomorfológicos (diseño de canal, sección
transversal, discontinuidades en el perfil longitudinal, evidencias de erosión activa, entre otros) y
del tipo y porcentaje de cobertura vegetal. Cabe aclarar que también deben ser consideradas las
obras de infraestructura realizadas por el hombre para prevenir y/o mitigar la erosión.
Para definir la amenaza es necesario disponer de registros periódicos e históricos de caudales que
permitan determinar magnitud y recurrencia de eventos de crecida considerados peligrosos. En
muchos casos esto no es posible y se infieren a partir de registros pluviométricos aplicando algunos
de los diversos modelos existentes en el mercado; estimando la amenaza sobre la base de caudales
instantáneos relacionados a precipitaciones o bien estimándola a partir de los efectos catastróficos
de eventos de crecida de caudales desconocidos cuya recurrencia puede aproximarse a partir del
análisis de un período de tiempo determinado. El modo de propagación de la amenaza determina
que la distribución del peligro de erosión fluvial sea lineal.
Un aspecto interesante que dinamiza la cartografía de peligro es la consideración del concepto de
tendencia evolutiva, ya que la información acerca de los ritmos de los procesos morfodinámicos
(discontinuos) permite efectuar proyecciones futuras al determinar la magnitud del área afectada
(conociendo aproximadamente la recurrencia de la amenaza) y convertir un rasgo de peligro puntual
o lineal en una expresión areal.
En la definición de Vulnerabilidad, fragilidad de un sistema social a ser afectado por un evento
potencialmente desastroso, según Panizza (1993), Cendrero, et al. (1987) y otros, se incluyen los
aspectos poblacionales, organización social, economía, programación, valores culturales, históricos
y naturales de interés para la preservación.
Los aspectos más vulnerables frente al peligro de erosión fluvial son los poblacionales (densidad de
población, fundamentalmente) y las obras de infraestructura, principalmente la ferrovial (rutas de
primer orden, puentes, vías de ferrocarril, caminos secundarios consolidados). En zonas rurales
cuya economía está basada en la explotación del recurso suelo es conveniente incluir en el análisis
el potencial productivo del mismo para reflejar la afectación socio-económica que su pérdida puede
ocasionar. Se deben considerar además sitios de interés para la preservación por su valor histórico,

182
cultural, científico, recreativo, funcional, etc.

¿Qué características tienen estos procesos en la Llanura Pampeana?

Los aspectos geológico-geomorfológicos de la región pampeana permiten definir dos grandes


ambientes hidrológicos interconectados (Degiovanni et al., 2001): I) uno centro-occidental
correspondiente al ambiente de agradación pedemontano oriental de Sas Pampeanas y a las llanuras
eólicas onduladas e intermedias caracterizado por la presencia de redes de drenaje con naciente
serrana, organizadas y en general permanentes, y nivel freático medianamente profundo y II) otro,
situado hacia el Este-Sudeste, asociado a las áreas planas o deprimidas donde el drenaje es
anárquico, el nivel freático se encuentra a poca profundidad o aflorando y proliferan los cuerpos
lagunares o de bañados, que en muchos casos actúa como receptor del primer sistema. De esto se
desprende que los procesos de erosión fluvial caracterizan al primer ambiente donde la mayoría de
los cursos desarrolla sus cuencas medias altas y medias. En la Fig. 9 se muestran las principales
cuencas del Sur de la Provincia de Córdoba.

Figura 9: Mapa representando las principales cuencas hidrográficas del sur de la provincia de
Córdoba asociadas según el área de descarga.

183
Las cuencas medias se desarrollan sobre secuencias cuaternarias predominantemente finas de
origen eólico o aluvial, de alta susceptibilidad a la erosión a excepción de algunos niveles más
resistentes (toscas, paleosuelos o secuencias palustres), que constituyen el lecho de la mayoría de
los cursos de la región. Los sistemas menores o arroyos presentan fajas fluviales angostas (30-120
m de ancho), en general son rectilíneos o de baja sinuosidad y presentan secciones transversales con
barrancas subverticales, algunos niveles de terrazas erosivas, una reducida llanura de inundación y
un canal activo de 2 a 10 m de ancho y poca profundidad. Muchos de estos sistemas deben sus
características a fenómenos catastróficos ocurridos en las últimas décadas. Los cursos mayores
como los ríos Suquía (Primero), Xanaes (Segundo), Ctalamochita (Tercero), Chocancharava
(Cuarto) y Popopis (Quinto) han desarrollado fajas fluviales cuyo ancho es variable pero puede
alcanzar los 3.000 m, en las que se reconocen niveles de terrazas mayores, una llanura de
inundación de moderada extensión y un canal de variada sinuosidad, de aproximadamente 100 m de
ancho. Los gradientes son variables por segmentos de cauce, pero en general los arroyos exhiben
valores mayores que los ríos principales, por ejemplo el Aº Achiras-del Gato tiene una pendiente
general de 0,66% (Degiovanni y Palma, 2003) mientras que la del río Cuarto es del orden del 0,37
% (Degiovanni et al., 2000 y 2001). Cabe aclarar que a excepción del río Chocancharava, o Cuarto,
todos los demás cursos importantes tienen obras de regulación de crecidas por lo que la amenaza
está controlada y por lo tanto el peligro se redujo considerablemente.
Todos los sistemas fluviales tienen en general un régimen torrencial, debido al dominio de
precipitaciones de alta intensidad, a las características geológicas y el modo de ocupación del
territorio. Tanto los caudales líquidos como los sólidos son muy variables, en cursos menores desde
0,1-0,5 m3/seg en estiaje hasta 40-60 m3/seg durante las crecidas, mientras que en los de mayor
porte como el río Cuarto varía desde 1,7 m3/seg en estiaje hasta valores superiores a 700 m3/seg y
2000 m3/seg en crecientes de recurrencia decenal y centenaria, respectivamente (Degiovanni et al.,
1995, 1998, 2000 y 2001). En el río Quinto o Popopis Cisneros et al., (2002), citan caudales
mínimos del orden de los 3 m3/seg y máximos de 500-700 m3/seg para el período 2000-2001. Los
caudales sólidos varían entre 0,04 kg/seg (Arroyo Chaján) y 40 kg/seg (Arroyo Ají) según Blarasin
et al., (1994 y 2002).
En la última centuria, el aumento de caudal (Q) vinculado a ciclos más húmedos y al uso y manejo
de suelos, en los cursos de la región fue acompañado fundamentalmente por un proceso de
profundización, potenciado por el descenso de los niveles de base vinculado a canalizaciones en las
áreas deprimidas o simplemente disminución de cota del lecho en algunos tramos intervenidos. Este
rejuvenecimiento de los sistemas fluviales provoca la migración aguas arriba de frentes de erosión
retrocedente con discontinuidades en el perfil longitudinal que varían desde rápidos a saltos que
superan la decena de metros. En el mapa de la Fig. 9, se localizan los principales frentes
reconocidos en los cursos del Sur de Córdoba, con desniveles variables entre 1,5 a 15 metros. Los
saltos de mayor magnitud se situan en los arroyos Las Lajas (5 y 15 m), Achiras-del Gato (10, 4 y 5
m), Suco (7-8 m) y Salas (4 m). Respecto al ritmo de retroceso es muy variable, en Degiovanni et
al. (2002) se mencionan valores del orden de centímetros a pocos metros en crecidas normales y
entre 200 y 2000 metros en eventos extraordinarios, para los saltos mayores situados en los Aº Las
Lajas y Achiras-del Gato. Degiovanni et al., (2000) presentan la evolución del perfil longitudinal de
un tramo rectificado del río Cuarto entre los años 1996 y 2000, lapso en el cual hubo una crecida
importante (1998) a la que se asocian valores de erosión retrocedente de aproximadamente 400
metros, con saltos en toscas de hasta 2 metros. En el río Quinto, Cisneros et al., (2002) señalan un
tramo entre Villa Sarmiento y Jovita donde la cota del lecho descendió entre 2 y 3 m en los últimos
años.

184
Figura 10: Rápidos desarrollados en el río Cuarto con posterioridad a una intervención.

Figura 11: Salto La Carolina, en la cuenca del Aº Las Lajas.

185
Figura 12: Foto aérea oblicua de aguas arriba del canal derivador ejecutado sobre el río Cuarto. En
la sección media se observan los rápidos correspondientes a un frente de erosión retrocedente; en la
margen derecha se ha erosionado un camino que recorría longitudinalmente el curso.

186
Figura 13: Evidencia de proceso de incisión vertical que ha dejado expuesta la base de las pilas de
un puente sobre el río Cuarto.

187
Figura 14: Vista de los graves inconvenientes ocasionados por Arroyo El Ají durante la importante
crecida de Octubre/2001, en el tramo donde es conducido paralelo a la Ruta nacional Nº 7, en
proximidades de la localidad de Vicuña Mackenna.

Figura 15: El Arroyo El Ají en el cruce del ferrocarril próximo a la localidad de Vicuña Mackenna.

188
Aunque la profundización es el proceso dominante en los tramos medios de la mayoría de los cursos
del Sur de Córdoba, algunos de ellos exhiben procesos de erosión lateral en sectores donde la
litología que componen las márgenes lo permite y cuando ingresan a las planicies de muy bajo
gradiente. Si bien en la mayoría de los cursos se reconocen pequeños focos activos, en los arroyos
Tegua, Las Lajas, Achiras-del Gato, y en los ríos Cuarto y Quinto los procesos de migración lateral
cobran relevancia por su magnitud y distribución espacial. Los tramos activos de los arroyos Las
Lajas y Aº Achiras-del Gato tienen canales meandriformes con valores de sinuosidad de hasta 1,3.
El río Cuarto presenta un diseño meándrico con valores de sinuosidad que varían entre 1,15 y 1,3 o
mayor cuando ingresa a la llanura deprimida situada al Este de la localidad de Alejandro, (Pagliero,
1999). El río Quinto, o Popopis, exhibe tramos de sinuosidad moderada.
La magnitud y recurrencia de estos procesos también es muy variable, Degiovanni et al., (2002),
indican, para los arroyos Las Lajas y Achiras-del Gato valores del orden de algunos centímetros a
pocos metros/año, en períodos normales, alcanzando hasta 50 m en eventos extraordinarios. En el
caso del río Cuarto la magnitud de los procesos de erosión lateral asociados a crecidas
extraordinarias es superior, en algunos sitios los meandros se han extendido aproximadamente 100
m en un solo evento, y trasladado y rotado más de 300 metros (Degiovanni et al., 1996). En
Degiovanni et al.( 2002) se presentan valores de migración lateral, sinuosidad y gradiente de un
tramo monitoreado del río Cuarto, próximo a la ciudad homónima y fuertemente antropizado.
La reasignación de funciones de las cuencas bajas (zonas de derrames convertidas artificialmente
en áreas de conducción) constituye uno de los principales detonantes de los procesos de ajuste en
los tramos medios, fundamentalmente en lo que respecta a la migración de ondas de erosión
retrocedente hacia los tramos superiores.
Los peligros erosivos vinculados a los cursos de la región sólo se convierten en riesgos importantes
en sectores muy vulnerables como las proximidades de centros poblacionales y las trazas de las
rutas principales.
En Blarasin et al., (1994) y Degiovanni et al., (1995, 1998, 2000 y 2001), se analizan distintos
puntos críticos del río Chocancharava o Cuarto, se elabora cartografía de riesgo en algunos tramos,
y se exponen los resultados del monitoreo de la evolución de tramos inestables, a través del uso de
geoindicadores. Los tramos más estudiados son aquellos relacionados a los sectores más
vulnerables, como las ciudades de Río Cuarto y La Carlota, las localidades de Reducción y
Alejandro y la Ruta Nacional Nº 8, donde por procesos de profundización de hasta 3-4 m se ha
descalzado la base de los puentes en algunos casos, mientras que en otros cedió o colapsó parte de
la estructura como ocurrió en el puente Antártida Argentina en la ciudad de Río Cuarto
(Febrero/1998) o en el puente de Reducción (Enero/2000) respectivamente. Los procesos de
migración lateral han ocasionado graves daños en sectores urbanizados de la ciudad de Río Cuarto y
Alejandro Roca. Aún en su tramo final, y quizás potenciada por canalizaciones en el Saladillo, la
incisión vertical es destacable en este curso.
El Aº Las Lajas ha ocasionado importantes pérdidas en obras viales sobre las Rutas Nacionales Nº 8
y Nº 35 donde, en conjunto, se han perdido al menos 3 puentes por socavamiento y descalce lateral.
La actividad del Aº Achiras-del Gato ha motivado la realización de obras para proteger las bases del
puente sobre la Ruta Nacional Nº 35 y la construcción de defensas en el salto situado a menos de 2
Km al Sur de la Ruta Nacional Nº 8. El Aº El Ají desde 1985 es conducido artificialmente paralelo
a la Ruta Nacional Nº 7 donde exhibe varios sectores con peligro de erosión que demandan
permanentes intervenciones para evitar que se afecte la traza de la ruta. Además del peligro
asociado a estos cursos es importante destacar algunos sitios de conexión artificial de redes que
presentan desniveles importantes como es el caso de la desembocadura del Aº Chico en Las Lajas
(15 m) la que está desprotegida y presenta importantes procesos de erosión retrocedente.
Situaciones similares, pero de menor magnitud, se registran a la salida del Aº Chucul de la laguna
La Felipa y en el Aº Chazón en las proximidades de la localidad de Pascanas, donde se sitúan ollas
de erosión, saltos menores y otros rasgos de profundización y retroceso.

189
∗En síntesis puede afirmarse que el rejuvenecimiento generalizado que presentan las cuencas de la
región se vincula no solamente a ciclos más húmedos sino fuertemente a la actividad del hombre en
un claro ejemplo de retroalimentaciòn positiva. A iguales precipitaciones los caudales se
incrementan considerablemente conforme se acelera el deterioro de los suelos, el mayor volúmen
de sedimentos que llega a las áreas de descarga (Depresión de Las Lagunas, del Tigre Muerto, del
Saladillo, entre otras) amplía las zonas afectadas. Como respuesta se efectúan canalizaciones
(canales Chañarito, La Cautiva, Devoto, La Brava, entre otros) y trasvases de cuencas
(AºSampacho, Los Jagüeles, Suco, etc) que potencian y hasta originan procesos de erosión
retrocedente que implican un nuevo incremento en el transporte de sedimentos. El avance de estos
frentes erosivos tiene efectos catastróficos sobre el sistema fluvial y sobre las obras de
infraestructura vial, ya que las nuevas secciones generadas suelen quintuplicar a las previas. Las
obras realizadas para detener estos procesos no siempre resultan eficaces fundamentalmente
cuando se realizan con poco conocimiento del medio a intervenir tal como ocurre con la defensa
recientemente inaugurada en el Aº Achiras-del Gato, que colapsó parcialmente a una semana de
inaugurada y con caudales de estiaje y, entre los impactos, generó un nuevo salto de la misma
magnitud que el intervenido. (Fig. 16)

Figura 16: Secuencia de imágenes que muestran distintas etapas de la intervención en el salto del
Arroyo del Gato, situado 2 Km al Sur de la Ruta Nacional 8.

Aunque el manejo integral de cuencas teóricamente es por todos considerado como la solución mas
adecuada, en la práctica las intervenciones que se están llevando a cabo evidencian falta de
planificación temporal y espacial que pone de manifiesto que el manejo integral aún es una utopía.

190
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METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS

EJEMPLOS DE METODOLOGÍAS DE ANÁLISIS Y MAPEO DE PROCESOS DE


EROSIÓN FLUVIAL

Por Degiovanni, S., Villegas, M., Doffo, N. y Origlia, D.

A escala regional

Se consideran aquí mapas de escala 1:100.000 a 1:200.000 y aún menores, que se realizan con dos
propósitos fundamentales, para planificación general en países en vías de desarrollo con vastos

192
territorios poco conocidos o bien, para efectuar comparaciones de diversos aspectos ambientales a
nivel nacional o internacional.
Estos mapas pueden ser cualitativos o semicuantitativos según el grado de definición de las
variables intervinientes. En los primeros los rangos que adoptan las variables y las combinaciones
de éstas, para definir clases, resultan de valoraciones más subjetivas, mientras que, en los segundos
existen ponderaciones numéricas en la definición de las clases.

1- Determinación del grado de peligrosidad

Variables intervinientes:
La selección de variables queda condicionada por aspectos intrínsecos derivados de la escala de
trabajo y de la de representación, como así también por la imposibilidad de disponer de datos
uniformemente distribuidos. En el caso estudiado se tuvieron en cuenta las variables litología,
geomorfología y tendencias evolutivas.
Litología: Las cartas que representan los materiales aflorantes a esta escala tienen dos grandes
limitaciones: por un lado poseen generalizaciones (texturales, genéticas y/o diagenéticas) que
disminuyen su incidencia en la evaluación del proceso y, por el otro, carecen de información
respecto a la variación en sentido vertical. Es por ello que se debe complementar la información con
mapas litológicos a escalas de detalle y restringidos a la faja fluvial los que, en muchos casos, no
están disponibles, quedando entonces como único mecanismo el riguroso control de campo.
Geomorfología: La información morfogenética obtenida a partir de imágenes satelitales, fotografías
aéreas verticales y oblicuas, topografía, etc. sólo permite definir unidades espaciales susceptibles de
ser afectadas en sistemas mayores (dimensión de las fajas fluviales, diseños de canal, etc.) mientras
que, en cursos menores es indispensable el control de campo. Es también en este ámbito donde se
deben analizar los aspectos morfodinámicos (discontinuidades en el perfil longitudinal, evidencias
de erosión lateral y vertical activa, integración de redes, etc.) para posicionar más adecuadamente
los sectores de interés, asignar magnitud y cierta recurrencia al proceso. Estos aspectos deben ser
complementados con el análisis de otras fuentes de información que permitan reconstruir la
evolución del proceso (materiales de teledetección, archivos históricos, diarios y encuestas a
residentes próximos a la zona afectada, entre otras).
Tendencia evolutiva: El concepto de tasa de evolución refleja el efecto de un proceso discontinuo
en un lapso considerado, conociendo aproximadamente la recurrencia de la amenaza se puede
establecer la tendencia para los próximos años. El grado de precisión, sistematización y continuidad
de los datos utilizados para su análisis aumentará la confiabilidad de estas tendencias inferidas y la
magnitud del período por el que se puede hacer su predicción aunque, las mismas deberían ser
corroboradas a futuro a partir del monitoreo sistemático de campo (geoindicadores), seguimiento
mediante técnicas de teledetección u otras fuentes de información.

Definición de clases:
Esta dependerá de los fines que se persigan, de los procesos que se analicen y del tipo de
cartografía. En los casos que los estudios persigan el objetivo de establecer estándares
internacionales, los máximos y mínimos deben respetar esta escala global, por el contrario, si los
estudios persiguen un fin de ordenamiento y/o planificación las clases deberían responder a
parámetros más locales y dependientes de la escala de trabajo.

Elaboración de la carta:
En el caso de estudio y específicamente para escalas regionales, no se creyó oportuna la aplicación
de una metodología temática con uso de mapas descriptivos (litológico, geomorfológico, de
vegetación, etc.), considerando que ésta sólo es útil para definir peligros de distribución areal (zonas
anegables, inundables, sujetas a erosión hídrica y/o eólica, etc.). Para analizar la erosión fluvial esta

193
metodología sólo podría aplicarse a grandes sistemas fluviales.
En sistemas jóvenes, de fajas reducidas y, en muchos casos, canales profundizados y, dado que se
está analizando una amenaza de distribución lineal, se consideró más apropiado utilizar unidades
integradas definidas sobre bases morfodinámicas y morfológicas, más que litológicas, que
permitieron realizar una segmentación y representar peligros de tipo puntual (saltos en el perfil
longitudinal) o lineal (retroceso de cabeceras).
Para estimar la peligrosidad se analizó la susceptibilidad (Fig. 1) y se consideró una amenaza
uniforme definida por los efectos de eventos de crecida de caudales desconocidos cuya recurrencia
pudo aproximarse a partir del análisis de un período de tiempo de más de 40 años, por lo que las
clases responden principalmente a la susceptibilidad.

CLASES DE SUSCEPTIBILIDAD
MA A M B

Deleznable
cohesivo
Algo
Litología Deleznable Deleznable Cohesivo

Medio a Media a
Sinuosidad alta
Rectos
alta
Rectos Baja Rectos Baja Rectos

Tasa retroceso >100 m 100-10 m < 10 m ---


Estabilidad

Cada 10-20 años


Migración lateral >100 m 50-100 m 10 – 50 m < 10 m
Cada 10-20 años
Profundización 1m 0,50 – 1 m < 0,50 m Muy baja
Cada 10-20 años

Figura 1: La tabla presenta cómo cada variable, en forma independiente, puede ser utilizada para
definir las clases de susceptibilidad.

Las clases propuestas son:


Muy alta: Sitios de representación puntual que corresponden a frentes de retrocesos de gran
magnitud, con alturas superiores a los 10 m, tasas de movilidad del orden de centenas de metros y
que implican importantes modificaciones en el sistema.
Alta: Sectores donde se prevén fuertes modificaciones de valle y canal ya sea por notorias
evidencias de desequilibrios morfológicos en el valle (por ejemplo taludes muy altos, inestables,
aguas abajo de saltos importantes), situarse aguas arriba de importantes frentes de retroceso activos,
y por presentar tasas de erosión de márgenes significativas en materiales deleznables y/o algo
cohesivos.
Moderada: Segmentos que presentan un grado intermedio de actividad de los procesos, ya sea
temporal o espacialmente; o bien tramos actualmente estables pero con posibilidad de sufrir
alteraciones por razones naturales (migración lateral o de frentes de retroceso) o antrópicas
(canalizaciones, dragado, etc).
Moderadamente baja: Sectores de cursos con poca actividad erosiva a pesar de su morfología. Por
ejemplo tramos que presentan taludes importantes, pero la migración lateral es baja, ya que los
mismos están en general estabilizados por vegetación o materiales más cohesivos .
Baja: Leves cambios en tramos desajustados en materiales cohesivos o sectores de canal muy
próximos al estado de equilibrio en sedimentos deleznables. Zonas terminales donde dominan
procesos de sedimentación y derrames.
La consideración del peligro se efectuó en sentido longitudinal, asignando diferentes clases a
segmentos del cauce. El ancho de la representación sólo representa el ancho real de la faja fluvial,

194
cuando la escala así lo permite. Para la representación gráfica (Fig. 2), se utilizó el código del
semáforo adjudicando el color verde a la mínima peligrosidad y rojo a la máxima, reservando un
rectángulo negro para señalar los focos de peligrosidad muy marcada y representación puntual.
La tendencia evolutiva se utilizó para determinar la magnitud del área afectada para el período de
tiempo de vigencia que se pretende asignar a la cartografía de riesgo y de esta manera peligros de
representación puntual (salto), en el momento de realizar la cartografía se consideran y representan
como lineales y aquellos lineales (margen erosivo) podrían representarse como areales. Se elaboró
el mapa de peligro con tendencias evolutivas para los próximos 20 años.
En sentido transversal al canal, la escala regional no permite efectuar subdivisiones.

Figura 2: Mapa de peligro de erosión fluvial para un sector de la provincia de Córdoba.

2-Análisis y cartografía de vulnerabilidad

Variables intervinientes:
Como ya se mencionara, en la definición de vulnerabilidad se incluyen los aspectos poblacionales,
organización social, economía, valores culturales y naturales de interés para la preservación. En el
análisis de los aspectos vulnerables a escala regional muchas veces sólo es posible considerar
aquellos poblacionales y económico-estructurales ya que, en general, los otros son inexistentes o
carentes de representatividad a nivel comparativo.
Al considerar la afectación de servicios pueden presentarse varios interrogantes a la hora de
valorarlos, sobre todo a escala regional. El posible corte de un gasoducto, o de una línea de alta
tensión e incluso un puente implica afectar mucho mas allá de toda la zona cartografiada, por lo que
la vulnerabilidad es muy difícil de cuantificar.

195
Método cartográfico:
Se utilizó cartografía integrada donde, para la definición de las distintas clases, se consideró
fundamentalmente: densidad de población; los suelos, con clases definidas sobre la base de cartas
de Capacidad de Uso y, por último, la infraestructura ferrovial (rutas de primer orden, puentes, vías
de ferrocarril, densidad de caminos secundarios consolidados), valorándola no sólo desde el punto
de vista del coste económico de la infraestructura sino también las pérdidas que puede ocasionar la
interrupción del servicio por lo que, aunque espacialmente su representación no deja de ser sólo un
punto que se pierde en la resolución gráfica, se sugiere emplear algún medio que permita destacarlo.
En las clases finalmente definidas dominan alguno de los factores que se presentan en el siguiente
cuadro:

FACTORES
CLASES DE Densidad de
VULNERABILIDAD Población Suelos
Infraestructura vial
(hab./km2) (capacidad de uso)

Puentes y rutas
ALTA >2500 -
Importantes
Rutas importantes
MODERADA 2500 – 1000 Clase 1
y ferrovía
MODERADAMENTE
1000 – 100 Rutas secundarias Clase 2
BAJA

BAJA <100 Caminos secundarios Clase 3

La representación cartográfica se presenta en la Figura 3.

Figura 3: Mapa de vulnerabilidad de un sector del centro-sur de la provincia de Córdoba. Como en


el caso de la peligrosidad, para la representación también se utilizó el código del semáforo.

196
3- Análisis y cartografía de riesgo

Método cartográfico:

Para la elaboración de la cartografía (Fig. 4) y sobre la base de las consideraciones ya planteadas


para el mapa de peligros, se utilizó el método de overlayer que consiste en la superposición de la
carta de Vulnerabilidad y de Peligro para determinar las clases de riesgo. Así se definieron cuatro
clases según se detalla en el siguiente cuadro:

CLASES VULNERABILIDAD
RIESGO A M MB B
MA A A M M
PELIGRO

A A M M MB
M M M MB MB
B M MB MB B

Figura 4: Mapa de riesgo a la erosión fluvial de un sector del centro-sur de la Provincia de


Córdoba.

La representación gráfica puede enriquecerse utilizando símbolos complementarios como por


ejemplo un circulo dividido en dos donde la mitad superior represente la erosión lateral, mientras
que la inferior corresponda a la incisión vertical, representando como color de fondo el
correspondiente al riesgo resultante, y en cada semicírculo una fracción que representa el

197
numerador la vulnerabilidad y el denominador el peligro, siendo el color de la letra el
correspondiente a la clase respectiva.

A escala de semidetalle

B.1- Determinación del Grado de Estabilidad del canal (Degiovanni y Palma, 2003)

En el caso analizado se presenta una clasificación utilitaria de un tramo del Aº Achiras-del Gato
basada en su grado de estabilidad potencial que toma como antecedentes los trabajos de Rosgen
(1994), Brice (1981) y Simon y Downs (1995).
Desarrollo metodológico:
La propuesta metodológica se basa en la afirmación de que “el estado de evolución del canal,
representado por los rasgos morfológicos y procesos dominantes, es un factor determinante de su
grado de estabilidad”.
- Determinación del estado de evolución del canal: se seleccionan y miden propiedades
morfológicas consideradas de alta sensibilidad ante variaciones de caudal, carga de sedimentos y
pendiente, a la vez que se relevan los procesos activos dominantes.
Se propone analizar las variaciones históricas y valores actuales de las propiedades morfométricas
seleccionadas y, a estos últimos, agruparlos en clases que dividen al tramo estudiado en distintos
segmentos. Para tal fin, en este trabajo se utilizan:
a)Perfil longitudinal: Se efectúa la comparación de un perfil antiguo obtenido de cartas topográficas
(IGM; escala 1:50.000) y otro actual con datos provenientes de un relevamiento con GPS.
b) Diseño en planta: se analizan las variaciones históricas por métodos indirectos (fotografías
verticales y oblicuas, fotomosaicos, imágenes satelitales) y, para los últimos 3 años, a través de
relevamientos planimétricos en sitios muy activos.
c) Sección transversal: se determina la relación ancho/profundidad en secciones representativas
mediante levantamiento planialtimétrico de detalle, o medidas más expeditivas con cinta métrica.
Los procesos activos como migración lateral, incisión vertical, erosión retrocedente y
sedimentación se analizan a través de fotografías aéreas, imágenes satelitales y, fundamentalmente
observaciones de campo. Con el propósito de analizar más detalladamente estos procesos (tasas de
avance, relación con eventos de crecida) es conveniente efectuar un monitoreo sistemático en sitios
de mayor actividad.
Si bien en este ejemplo no se presentan, es necesario inventariar las diferentes actividades humanas
(uso del territorio e intervenciones de cauce) para establecer relaciones con el comportamiento
morfodinámico que presenta el tramo analizado.

- Categorización morfodinámica:

Con toda esta información y utilizando como base las clasificaciones combinadas de Rosgen (1994)
y Downs (1992), quienes proponen clasificaciones en base a rasgos y procesos geomorfológicos

198
respectivamente, se segmenta el tramo analizado en categorías o clases de comportamiento
morfodinámico.

- Determinación del Grado de Estabilidad:


Con el propósito de obtener un documento cartográfico preliminar de carácter interpretativo-
prescriptivo, se valoran los rasgos y procesos que caracterizan a cada tramo en términos de
estabilidad para los próximos 20 años (recurrencia de la amenaza). Para ello se pone énfasis en las
posibilidades de cambio de cada segmento (ya definido) teniendo en cuenta los desajustes
morfológicos observados, tasas normales y extraordinarias de ocurrencia de los diferentes procesos,
y resistencia al cambio (tipo de materiales, cubierta vegetal, presencia de obras, etc). Se proponen 5
clases, las que son asignadas a los distintos segmentos como se presenta en la Fig. 5. La clase Alta
implica permanencia de las características actuales; la Moderadamente alta prevé leves cambios e
incluye tanto a tramos desajustados desarrollados en materiales de alta resistencia como a sectores
de canal muy próximos al estado de equilibrio; la Moderada involucra dos tipos de segmentos:
aquellos que si bien en la actualidad se presentan relativamente estables tienen posibilidad de sufrir
alteraciones (por canalizaciones y profundización, proximidad de frentes de retrocesos importantes,
ineficacia de las obras de control) y a los que tienen un grado intermedio de actividad de los
procesos (temporal y/o espacialmente); la Moderadamente Baja representa aquellos sectores con
notorias evidencias de desequilibrios morfológicos en el valle más que en el canal (por ejemplo
taludes muy altos, inestables), donde las modificaciones tienen alta probabilidad de ocurrir; y
finalmente la clase Baja agrupa sectores donde se preveen fuertes modificaciones de valle y canal
(presencia de importantes frentes de retroceso activos, erosión de márgenes).

- Consideraciones finales resultantes de la aplicación de la metodología descripta:


A pesar de la incertidumbre que llevan implícito los pronósticos sobre futuros comportamientos de
sistemas naturales complejos como los fluviales, es posible mejorarlos sustancialmente a través del
monitoreo sistemático ya que esto permite la actualización de cartas altamente dinámicas
(estabilidad, peligro y riesgos naturales), cuyas clases se definen en base a probabilidad de
ocurrencia de determinados fenómenos. Los resultados obtenidos en este trabajo que implicaron
obtención y sistematización de información que da cuenta del estado evolutivo del canal para,
posteriormente, efectuar proyecciones en términos de estabilidad, permiten efectuar algunas
consideraciones finales en relación a los aspectos metodológicos:
• Los desajustes en el perfil longitudinal, sinuosidad y relación ancho/profundidad no resultan
buenos indicadores de estabilidad de canal en cursos de bajo caudal cuyo lecho y/o márgenes
estén constituídos por materiales de alta resistencia a la erosión. En cursos desarrollados sobre
sedimentos más deleznables las relaciones entre caudal, pendiente, sinuosidad y sección
transversal son más predecibles. En el ejemplo de la Fig. 5, en la mayoría de los tramos la
morfometría está regulada por la presencia de rocas de basamento y secuencias entoscadas que
inhiben parcialmente los procesos de incisión y casi totalmente los de migración lateral. Durante
las crecidas ocurren pocas modificaciones de estos parámetros en esos tramos ya que el canal
desborda hacia su llanura de inundación o terrazas inferiores.

199
Figura 5: Segmentación tramo medio del Arroyo Achiras-del Gato según su grado de estabilidad
potencial. El curso se desarrolla sobre secuencias fluvio-eólicas finas y sedimentos entoscados.
Presenta una red de drenaje en vías de integración, con discontinuidades en el perfil longitudinal
(hasta 10 m de desnivel) y tramos de alta movilidad lateral. Los caudales de estiaje son del orden de
0,4 m3/seg mientras que, los de crecidas extraordinarias alcanzan hasta 30-60 m3/seg.

• El registro de los procesos activos es de mayor utilidad ya que constituyen una evidencia
concreta del grado de ajuste. La determinación de ritmos de ocurrencia se vincula a la
recurrencia de la amenaza (crecidas) pero la magnitud y distribución espacial de afectación es
más difícil de aproximar por la imposibilidad de estandarizar la resistencia del medio
(variabilidad espacial de la litología, vegetación, entre otras). Por ejemplo para eventos de
crecidas de caudales similares se registraron valores de retroceso muy diferentes (entre 100 y
800 m en el salto 3, Fig. 5) relacionados a variaciones en el grado de cementación de las toscas,
entre otras.
• Si bien la metodología más adecuada para la segmentación del canal con propósitos aplicados es
combinar rasgos morfológicos con procesos activos para mejorar su carácter predictivo, ante la
necesidad de considerarlos por separado son mejores indicadores los segundos, ya que si bien
ambos pueden responder a varios factores la ocurrencia de determinados procesos es
premonitora de la tendencia de ajuste.
• Debido al grado de incertidumbre que llevan implícito las predicciones en estos sistemas por las
razones recientemente señaladas la asignación de grados de estabilidad al canal debe implicar
una escala temporal que incluya al menos la ocurrencia de un evento de crecida de efectos
catastróficos.

200
B.2- Monitoreo de procesos de migración lateral:

Método de superposición cartográfica. (Degiovanni, et al., 2000; Azcurra et al., 2001 y Palma,
2002) .
En el tramo medio del río Cuarto, en las proximidades de la ciudad homónima estos autores
realizaron el monitoreo de la erosión de márgenes, empleando este método indirecto, con el objetivo
de evaluar y cuantificar la migración lateral que sufrió el curso durante el período 1970-2000, (Fig.
6). Se utilizaron fotografías aéreas de los años 1970 y 1989 a escala 1:20.000 y 1:60.000
respectivamente, las que fueron digitalizadas, y una imagen satelital en soporte digital del año 2000
(georeferenciada). Sobre una misma base cartográfica se superpusieron las distintas trazas del curso,
luego se midieron los parámetros de la geometría de meandros, como las variaciones de longitud,
amplitud y radio de curvatura en cada período. Además se cuantificó el área migrada en los
intervalos de tiempo considerados. En la Fig. 7 y a modo de ejemplo se presentan los resultados.

Figura 6: Mapa mostrando las trazas del río Cuarto correspondientes a distintas fechas, para
evaluar migración lateral.

201
Meandro Período Área Longitud Amplitud Radio
Margen Observaciones
N° (año) (km2 ) (m) (m) (m)
70-89 Derecha 0.109 Disminuyó Disminuyó Disminuyó Ligera asimetría
I
89-00 0.263 Disminuyó Disminuyó Disminuyó Rectilíneo
70-89 Izquierda 0.178 Aumentó Aumentó Aumentó
II
89-00 Derecha 0.181 Disminuyó Disminuyó Aumentó Rectilíneo
70-89 Izquierda 0.162 Disminuyó Aumento Disminuyó
III
89-00 Izquierda 0.179 Aumentó S/variar Aumentó
70-89 Izquierda 0.142 Disminuyó Aumentó Disminuyó
IV
89-00 Izquierda 0.138 Aumentó Disminuyó Aumentó Rotación aguas abajo
70-89 Derecha 0.079 Disminuyó Aumentó Disminuyó Extensión
V
89-00 Izquierda 0.123 Disminuyó Disminuyó Disminuyó Traslación
70-89 Izquierda 0.256 Disminuyó Aumentó Disminuyó Extensión
VI
89-00 Izquierda 0.063 Constante Constante Constante Ligera traslación
70-89 Izquierda 0.149 Constante Constante Constante Traslación
VII
89-00 Derecha 0.287 Disminuyó Aumentó Disminuyó Extensión y traslación
70-89 Izquierda 0.028 Disminuyó Aumentó Disminuyó Traslación y extensión
VIII
89-00 Izquierda 0.010 Disminuyó Aumentó Disminuyó Rotación aguas abajo
70-89 Izquierda 0.029 Constante Constante Constante Traslación ligera al N
IX
89-00 Derecha 0.097 Nuevo meandro
70-89 Izquierda 0.024 Aumentó Disminuyó Aumentó
X
89-00 Derecho 0.124 Aumentó Aumentó Aumentó
70-89 Derecha 0.025 Disminuyó Aumentó Disminuyó Ligera extensión al Sur
XI
89-00 Derecha 0.026 Disminuyó Disminuyó Aumentó Extensión hacia el Norte
70-89 Izquierda 0.077 Disminuyó Aumentó Disminuyó Extensión del meandro
XII
89-00 Izquierda 0.083 Disminuyó Disminuyó Aumentó Extensión y rotación
70-89 Izquierda 0.029 Constante Constante Constante Leve desplazamiento
XIII
89-00 Derecha 0.087 Nuevo meandro
70-89 Const. Tramo de inflexión
XIV
89-00 Derecha 0.079 Aumentó Aumentó Disminuyó Traslación y rotación
70-89 Const. Constante Constante Constante Tramo de inflexión
XV
89-00 0.037 Disminuyó Aumentó Disminuyó Extensión
70-89 Const. Constante Constante Constante Tramo de inflexión
XVI
89-00 0.038 Disminuyó Aumentó Disminuyó Nuevo meandro

Figura 7: Tabla donde se presenta la variación cuantificada de la geometría de meandros del tramo
del río Cuarto, próximo a la ciudad, para distintos períodos de tiempo.

Los parámetros geomorfológicos monitoreados en la cartografía, pueden constituirse en


geoindicadores de estado que sumados a otros contribuyen a la definición de índices de calidad
ambiental.

B.3. Elaboración de Cartas de Peligro, Vulnerabilidad y Riesgo. (modificado de Degiovanni et


al, 1995)

La cartografía de riesgo se elaboró mediante un análisis cualitativo. Las variables consideradas para
definir la peligrosidad y vulnerabilidad, fueron ponderadas adoptando rangos de variación entre 0 y
1. Se utilizó metodología analítica sobre la base de cartografía temática de las distintas variables
intervinientes. La interacción entre ellas se efectuó mediante la técnica del overlayer, utilizando
para ello el programa Autocad y la formula aplicada se resume en:

R=P*V (1) donde R = Riesgo


(2) P = Peligrosidad
P=S*A V = Vulnerabilidad
S = Susceptibilidad
A = Amenaza

202
1-Determinación de la Peligrosidad

Variables intervinientes en la susceptibilidad:

Litología (L) (Fig. 8): Teniendo en cuenta la génesis del material, propiedades texturales y grado de
diagénesis se definieron cinco tipos litológicos diferentes, ello según su resistencia a la erosión.

Figura 8: Mapa Litológico de la faja fluvial del río Cuarto en el tramo urbano de la ciudad
homónima.

Geomorfología (Fig.9) donde se definieron dos Asociaciones: Planicie eólica y Faja aluvial; esta
última se reconocieron cinco unidades: Terrazas 1 a 4 (definidas por su relieve, suelos y cota) y
diseño del cauce actual. Se complementó con un análisis morfodinámico donde se tuvo en cuenta la
distribución de los principales filetes de flujo. De este análisis se determinó el tipo de margen (TM)

203
Figura 9: Mapa geomorfológico de la faja fluvial del río Cuarto en el tramo urbano de la ciudad
homónima.

Obras de control (OC) (Fig. 10) Esta variable debe ser tomada con precaución ya que según sea la
obra y el peligro que se esté analizando puede ser contemplada dentro del análisis de la peligrosidad
o de la vulnerabilidad.
En efecto, ciertas obras de control pueden modificar la susceptibilidad de erosión, como por
ejemplo la disminución de pendientes o reforestación de márgenes, o bién influyen en los valores de
vulnerabilidad como ocurre, entre otras, con las construcciones antisísmicas.

204
Figura 10: Obras de control de erosión de márgenes sobre el río Cuarto, en el tramo urbano
Distancia a la margen (D): La distancia evaluada se decidió en función de antecedentes históricos,
considerando como límite inferior, la magnitud de erosión de márgenes en las crecidas tomadas
como amenaza y, como límite superior, el tiempo para el cual se pretendía otorgar vigencia a la
cartografía. Así se definieron tramos simétricos al cauce del río.
Para determinar la susceptibilidad las variables consideradas se combinaron según los pesos
presentados en la Fig. 11 y aplicando la siguiente ecuación:

S = (TM + L + OC) * D

205
COMPONENTES DE LA SUSCEPTIBILIDAD
VARIABLE RANGO DE VARIABILIDAD PESO
Erosiva 1
Tipo de Margen Poco Erosiva 0,3
De Acumulación 0
Fluvial y Eólico inconsolidado 1
Litología Fluvial parcialmente diagenizado 0,4
Eólico con nivel entoscado-Toscas 0,2
Obras activas eficientes 0
Obras de control Obras poco eficientes 0,7
Ausencia de Obras 1
0-100 1
100-200 0,6
Distancia a la margen 200-300 0,4
300-400 0,2
400-500 0

Figura 11: Rangos y pesos adjudicados a cada una de las variables intervinientes en el análisis de
susceptibilidad

Para definir la Amenaza (A) se consideró la frecuencia probable de ocurrencia de crecidas de cierta
intensidad cuyos efectos eran conocidos. En el caso de estudio se tuvieron en cuenta eventos de
recurrencia decenal (caudal instantáneo de 700 m3/seg. y valores de erosión lateral de 80 m o más
en un evento).
Por lo que, de la ecuación (2), la Peligrosidad (P) es el resultado de:

P = ((TM + L + OC) * D) * A
Dado que la Amenaza se considera homogénea en toda el área la distribución de la Peligrosidad
(Fig. 12), quedó condicionada por la Susceptibilidad. Las clases definidas se presentan en el
siguiente cuadro:

PELIGROSIDAD
CLASE RANGO
BAJA 0-0,7
MODERADA 0,7-1,5
ALTA 1,5-2,3
MUY ALTA 2,3-3

206
Figura 12: Mapa de peligrosidad de un tramo del río Cuarto próximo a la ciudad homónima.

2- Determinación del grado de Vulnerabilidad.


Se utilizó como base la carta de Uso del territorio (UT) (Fig. 13), la que fue ponderada para definir
las clases de vulnerabilidad. En la asignación de pesos se tuvo en cuenta el costo de la
infraestructura (posibles pérdidas económicas), la densidad poblacional (posibles pérdidas de vidas)
o área protegida (pérdidas del patrimonio cultural). Una mención especial merece, en el caso
presentado, el Ex Basural Municipal, al que se le asignó un peso moderado no por su valor
intrínseco sino por el impacto ambiental que ocasionaría aguas abajo si es erosionado.

207
Figura 13: Carta de Uso del Territorio
En la Fig. 14 se presenta la valoración propuesta.

VARIABLE PESO
Barrio Carenciado 0,8
Clase Media I 1
Residencial Clase Media II 0,8
Clase Media III 0,6
Quintas 0,4
Comercial 0,8
Obras de 1-Alto Costo 1
Infraestructura 2-Costo Moderado 0,7
3-Bajo Costo 0,2
Recreativo 1 0,2
Uso del Recreativo 2 0,3
territorio Recreativo Recreativo 3 0,6
Recreativo 4 0,8
Agrícola Ganadero 0,4
Minero Canteras 0,5
De cauce 0
Área de Reserva 0,6
Microbasurales 0,4
Ex Basural Municipal 0,6
Sin Uso-Microbasural 0,3
Sin uso 0

Figura 14: Pesos asignados a las diferentes clases de Uso del Territorio.

208
Se determinaron cuatro clases de vulnerabilidad según:

CLASE RANGO
BAJA 0-0,25
MODERADA 0,25-0,5
ALTA 0,5-0,75
MUY ALTA 0,75-1

La distribución espacial se presenta en la Fig. 15

Figura 15: Mapa de vulnerabilidad

3- Determinación del Riesgo de Erosión Fluvial

Aplicando la ecuación (1) se definió el riesgo para crecidas de frecuencia anual y decenal. En el
cuadro se presentan las clases resultantes para crecidas de frecuencia decenal, y su distribución
areal se observa en la Fig. 16:

CLASES VULNERABILIDAD
RIESGO A MA M B
A A A MA M
PELIGRO

MA MA MA M M
M MA MA M B
B M M B B

209
Figura 16: Mapa de riesgo de erosión fluvial en el área urbana y periurbana de la ciudad de Río
Cuarto.

C- A escala de detalle

C.1 - Monitoreo de migración lateral

Relevamiento planimétrico y estaqueado. (Degiovanni et al., 2002).


Con el propósito de determinar ritmos de erosión lateral asociados a diferentes eventos de crecida y
dilucidar los mecanismos que conducen a la migración del canal, se seleccionaron dos tramos
meándricos activos en los arroyos Achiras-del Gato y Las Lajas (Fig. 17), donde se realizó un
relevamiento planimétrico sistemático. Dado que uno de los meandros monitoreados estaba situado
en un lote que era trabajado hasta el borde, fue imposible establecer una poligonal fija, por lo que el
seguimiento se realizó mediante poligonal abierta doblemente atada (al comienzo y fin del
meandro) por el método de rodeo. Como el método indica el monitoreo se efectuó al inicio y al
culminar el período de lluvias y, en algunas oportunidades, con posterioridad a eventos de crecida
para establecer la relación de la magnitud del retroceso de la margen con valores de caudal. Esta
rutina de monitoreo conlleva un costo económico y de tiempo, muchas veces excesivo para
instituciones académico-científicas, que debería ser afrontado por las áreas del estado, responsables
de la tutela de los recursos hídricos.
El aumento en la frecuencia de monitoreo permite discretizar la incidencia de los diferentes
mecanismos responsables de la erosión de márgenes, en la magnitud total del retroceso. Por
ejemplo, en casos como el analizado, cursos de laderas altas (12 y 17 m), subverticales, constituidas
por sedimentos deleznables (limos, arena fina), se pudo determinar que los procesos de remoción en

210
masa y erosión hídrica que ocurren durante el período de estiaje son tan o más importantes que los
de remoción directa de materiales y zapamiento de la base que se dan durante las crecidas. Estos
eventos muchas veces sólo erodan el material acumulado al pié del talud restituyendo las
condiciones de inestabilidad que reinician un nuevo ciclo.
Finalmente es conveniente señalar que el lugar elegido para el relevamiento sistemático debe tener
accesibilidad durante todo el año, pero en lo posible acceso restringido a pocas personas para
preservar la infraestructura instalada de roturas o robos.

Figura 17: Superposición de trazas de meandros monitoreados

C.2- Monitoreo de erosión retrocedente

Relación entre propiedades geomecánicas y evolución de un frente de retroceso. (Origlia et al.,


2003).
Como ya se expresara en este capítulo, la migración de frentes de erosión retrocedente constituye un
grave peligro para la infraestructura instalada en los cursos de agua, fundamentalmente para las
obras viales, como puentes y vados. También ya se ha puesto de manifiesto la necesidad de
proyectar espacial y temporalmente el peligro asociado a estos focos de erosión, cuyos ritmos de
retroceso son muy variables y dependen principalmente de la magnitud de los eventos de crecida,
además de la resistencia de los materiales del cauce y márgenes y de la geometría del sitio. En el
marco del Proyecto de Investigación "Riesgos naturales como base para la Gestión Ambiental:
aplicación de geoindicadores en el monitoreo de sistemas fluviales y sismicidad de intraplaca en
áreas representativas del Dpto Río Cuarto" (subsisiado por SECYT,UNRC) se seleccionaron sitios
donde se estudian detalladamente los procesos de erosión retrocedente con el propósito de
determinar su peligrosidad. Para ello se analiza la susceptibilidad vinculando el modo y tasa de
evolución del frente con las propiedades geomecánicas de los sedimentos aflorantes a través del
monitoreo sistemático de su posición y geometría y se asocian estos resultados con distintos valores
de caudal (amenaza).
El estudio de caso que aquí se presenta se está llevando a cabo en el Aº Achiras-del Gato, al noreste
de la localidad de Sampacho, en el sitio localmente denominado "Boca de Tigre", donde hay un
salto de aproximadamente 4,5 m de altura, que forma una olla de aproximadamente 15 m de ancho,
25 m de longitud y más de 3 m de profundidad máxima (Fig. 18). Resultados parciales de este
monitoreo se presentan en el trabajo de Origlia et al.(2003).

211
Figura 18: Salto sobre el arroyo del Gato, paraje Boca del Tigre. Vista hacia aguas arriba.

-Desarrollo metodológico
La metodología de trabajo aplicada en el proyecto, puede resumirse en los siguientes puntos:
9 Descripción de detalle del perfil litológico local y muestreo de los distintos materiales aflorantes
(Fig. 19).

212
Figura 19: Foto barrancas margen izquierda del salto con referencia de las variaciones litológicas
definidas.

9 Determinación de las propiedades geomecánicas, mediante la ejecución en laboratorio de


ensayos de identificación, compresión triaxial y dispersividad tipo Pinhole.
Para determinar la resistencia de los sedimentos, se está desarrollando un plan de ensayos triaxiales
escalonados con especimen único a diferentes contenidos de humedad sobre muestras tomadas en el
sector basal. En el cuadro se presentan algunos resultados parciales, donde se puede observar la
marcada variación en la cohesión, por ejemplo, que permite inferir que en cursos con materiales
cohesivos en la base y régimen torrencial, las mayores tasas de erosión se producirían hacia el final
del ciclo húmedo.
Angulo de
Ensayo Prof. Cohesión Humedad PEA hum PEA seco
fricción
Nro [m] [gr/cm2] [%] [gr/cm3] [gr/cm3]
[°]
1 3,40 190 24 37 1,76 1,28
2 3,40 350 38,5 17,1 1,56 1,34
3 3,40 300 12,2 34,6 1,80 1,34

9 Definición y seguimiento de la evolución de la geometría del sitio mediante levantamientos


planialtimétricos de detalle e instalación de estacas de referencia posicional próximas al borde
superior del salto. La frecuencia de medición incluye monitoreo durante el período de estiaje y,
en la estación lluviosa, levantamientos sistemáticos con posterioridad a crecidas importantes. En
la Fig. 20 además puede observarse, para distintos valores de caudal, la influencia que la

213
distribución espacial de los distintos cuerpos litológicos tiene sobre la evolución del sitio,
controlando la localización de los procesos de erosión-sedimentación. Esto a su vez determina la
geometría del salto y de la olla y el diseño en planta y sección transversal del curso.

Figura 20: Mapa topográfico del sector del salto sobre el Arroyo del Gato.

En este ejemplo, para caudales normales y crecidas de poca magnitud, el flujo principal no puede
superar una saliente de tosca fuertemente cementada en el borde derecho y es desviado hacia el
margen izquierdo, generando un vórtice erosivo que afecta la base de la columna sedimentaria,
produciéndose una acumulación aguas abajo.
Durante las crecidas más importantes, este nivel cementado es superado, y se activan los procesos
de erosión en el borde derecho, acelerando el proceso de retroceso.

9 Confrontación de los resultados obtenidos con valores de caudal. Estos últimos son estimados a
partir de una curva Altura-Caudal (H-Q), donde H es medida con un limnígrafo instalado en las
proximidades y Q a partir de aforos con molinete. Como el registro es corto, la curva obtenida
aún tiene un coeficiente de ajuste bajo, por lo que se complementa mediante el análisis
geométrico de secciones transversales del arroyo, midiendo alturas de crecidas reales y
estimando la velocidad.

C.3- Monitoreo del perfil longitudinal (Degiovanni et al., 2000)


La rectificación de meandros, obra menor bastante común en cursos de llanura, es una intervención
que implica una modificación muy local de parámetros hidrodinámicos, morfológicos y
sedimentológicos que alteran la condición de equilibrio inicial y generan una serie de mecanismos
de respuestas que involucran espacios y tiempos mayores que los empleados para realizar la obra.
En este trabajo se analiza la evolución del perfil longitudinal de un sector meándrico rectificado del
río Cuarto, a tres años de puesta en funcionamiento la obra y la incidencia de los aspectos

214
geomorfológicos y litológicos en los procesos de ajuste. Esta obra habilitada en 1996 no contó con
ninguna obra de protección complementaria.
Se monitorearon los mecanismos y tiempos involucrados en los procesos de ajuste aguas arriba y
abajo del sector intervenido (aproximadamente 7 km). Las diferencias en velocidad y magnitud de
respuesta son interpretadas en el marco de variables naturales y antrópicas, en términos de
sensibilidad, comparando tres momentos: t-1(previo a la obra), t0(puesta en funcionamiento) y
t+1(a tres años).
Para reconstruir el perfil para el momento t-1, la pendiente general, se calculó utilizando la
información parcial disponible: las diferencias de altura se obtuvieron considerando cotas de pelo
de agua y de afloramientos de tosca del comienzo y fin del tramo rectificado para 1992 a partir de la
planialtimetría del anteproyecto de Traza del Canal Desviador, la longitud fue promediada a partir
de imágenes, fotografías aéreas y mapas planialtimétricos y solo se contó con un valor de pendiente
real del comienzo del paleocanal (levantamiento planialtimétrico de 1998). Los valores de
pendientes variaron entre 0,36 y 0,41 %, y presentaron un desvío de 0,04.
Para la condición t0, el perfil se reconstruyó a partir de la pendiente general calculada para t-1 y se
modifico en el tramo rectificado (Fig. 21) siguiendo el informe técnico de la obra del canal, que
indica un acortamiento del 55%. La pendiente resultante es del 0,96 %,
El momento t+1 se representa con un perfil longitudinal de cota de lecho de aproximadamente 7
km, relevado a tal efecto a escala 1:2.500, en abril de 1999.
De los aspectos geomorfológicos son relevantes solo los morfodinámicos, fundamentalmente la
distribución del flujo dentro del canal, mientras que de los litológicos el análisis se centra en las
características que controlan la resistencia a la erosión.

Figura 21: Perfil longitudinal para un tramo canalizado del río Cuarto. A- corresponde al previo a
la canalización, B- al efectuar la canalización y C- pos-canalización.

Debido al importante rol que desempeña la litología en los procesos de ajuste, previo a
intervenciones de este tipo, se deben conocer con detalle los materiales presentes hasta la
profundidad prevista afectar.
Se determinó que el régimen hidrológico ejerce un control temporal en los mecanismos de

215
respuesta, mientras que la litología regula la distribución espacial y tiempo involucrado en el ajuste.
Además, los procesos que tienden a restablecer el perfil de equilibrio provocan importantes cambios
en la dinámica del flujo con modificación, esperable pero no previsible, de la tendencia migratoria
del curso.

Trabajos citados en el texto


AZCURRA M., L. CAVIGLIA, L. GÓMEZ, F. GROSSO, R. MARCLÉ Y Y. PALMA, 2001.
Informe Final Pasantía Convenio EMOS- Dpto. Geología, UNRC. Inédito
BRICE, J.C. 1981. Stability of relocated stream channels. Technical Reportt N° FHWA/RD 80/158,
Federal Highways Administration, US Dept of Transportation, Washington, DC, 177 pp.
DEGIOVANNI, S., M. VILLEGAS y N. DOFFO, 1995. Propuesta de ordenamiento territorial en el
tramo urbano del río Cuarto, sobre la base del riesgo de erosión de márgenes. Actas Primera
Reunión Nacional de Geología Ambiental y Ordenación del Territorio. UNRC. , pp:447-467.
DEGIOVANNI, S., M. VILLEGAS y N. DOFFO, 2000. “Actividad Humana /Procesos
Geomorfológicos: Incidencia en la calidad de vida de la ciudad de Río Cuarto, República
Argentina.” V Seminario Latinoamericano de Calidad de Vida Urbana. 4 al 9 de Septiembre
de 2000. Chillan, Chile.
DEGIOVANNI, S., M. VILLEGAS y N. DOFFO, 2000. “ Rectificación de meandros: evolución
del perfil longitudinal de un tramo del río Chocancharava, prov. Cba.” En “Uso y Preservación
de los Recursos Hídricos en los Umbrales del siglo XXI”, Edición en CD ROM, ISBN 987-
99083-4-1. Ed. IRHi –FCEyT-UNSE.
DEGIOVANNI, S., VILLEGAS M., DOFFO N., CAVIGLIA L. y Y. PALMA, 2002. La aplicación
de Geoindicadores en el monitoreo de sistemas fluviales. Taller sobre Geoindicadores y
Aplicación en Campo. Córdoba, Argentina. Edición en CD ROM, 11 páginas.
DEGIOVANNI, S. Y Y. PALMA, 2003. Estimación del grado de estabilidad del tramo medio del
Aº Achiras-del Gato, a través de geoindicadores. IV Congreso Nacional- Ambiental 2003.
Edición en CD ROM, 10 pág., Octubre 2003, San Juan.
DOWNS, P. W., 1992. Spatial variations in river channel adjustments: implications for channel
management in south-east England. Unpublished PhD thesis, University of Southampton, 340
pp
PALMA, Y., 2002. Estabilidad de sistemas fluviales: análisis comparativo de los procesos de ajuste
en tramos inestables del río Cuarto y A° del Gato. Trabajo Final de Licenciatura en Geología.
Inédito, UNRC.
ROSGEN, D. L., 1994. A classification of natural rivers. Catena 22, 169-199.
SIMON, A y DOWNS, P.W.,1995. An inter-disciplinary approach to evaluation of potential
instability in alluvial channels. Geomorphology.

216
Capítulo 3

INUNDACIÓN Y ANEGAMIENTO
González Uriarte, ¿En qué se diferencia el anegamiento de la inundación?
M. y Navarro, E. ¿Con qué factores está asociado el anegamiento?
¿Cuáles son los daños?
¿Cómo se evalúa el anegamiento según sus causas?
¿Cuál es el método de análisis en zonas anegadas?
Varni, M.; ¿Cuáles son los procesos hidrológicos preponderantes en llanuras?
Entraigas, I. y ¿Qué características tiene el funcionamiento hidrológico de la llanura
Gandini, M. pampeana?
¿Cuáles son las pérdidas más comunes en la pampa húmeda?
Pereyra, F. X. ¿Por qué se producen inundaciones en el área metropolitana
bonaerense.?
Tujchneider, O. Características en la Mesopotamia
Barbeito, O. ¿Qué características presentan las inundaciones repentinas en las
Sierras de Córdoba?
MAPA
Varni, M.; ¿Cuál es la distribución espacial de las áreas afectadas por
Entraigas, I. y inundaciones en la Argentina?
Gandini, M.

METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS


Gandini, M.; ¿Qué métodos se utilizan para evaluar las inundaciones en zonas
Entraigas, I. y de llanura?
Varni, M
Vázquez, P., Zonificación de inundaciones por medio de percepción remota a
Entraigas, I., Varni, escala regional en áreas de llanura.
M. Gandini, M. y
Usunoff, E.
Entraigas, I., Zonificación de inundaciones mediante la percepción remota y el
Gandini, M. y Varni, relevamiento visual in situ a escala urbana y periurbana
M.
González Uriarte, Análisis geomorfológico para evaluar el riesgo de anegamiento en
M. y Navarro, E. las localidades de Carhué y Guaminí. Prov. De Bs. As.

217
Martínez Arca, J., Mapeo geomorfológico-geocientífico: inundaciones en Mar del Plata,
del Río, J. L., Bó, Partido de General Pueyrredón: una visión evolutiva.
M. J., López de
Armentia, A. y
Camino, M.
Barbeito, O. y Evaluación geomorfológica de la amenaza por crecientes
Ambrosino, S. repentinas.
Tujchneider, O., La influencia de las aguas subterráneas en el anegamiento de un
D'Elia, M., Paris M. sector de la llanura pampeana en la República Argentina
y Pérez M.

218
INUNDACIÓN Y ANEGAMIENTO

¿En qué se diferencia el anegamiento de la inundación?


Por González Uriarte, M. y Navarro E.

El anegamiento forma parte de los factores de riesgo ambiental resultante de procesos naturales o
inducidos por el hombre, siendo causal de daños o de disminuir la aptitud de uso de las tierras. Es
necesario distinguir los conceptos de anegamiento e inundación, por que reflejan una distinta
modalidad en cuanto al ingreso del agua y su permanencia en un lugar.
La inundación se asocia a momentos de importante precipitación por volumen e intensidad, o a
crecidas de corrientes encauzadas que se producen en un lapso más breve de tiempo, generando un
pico de crecida que también pasa rápidamente, por lo que resulta un fenómeno mas estrictamente
vinculado a exclusivas condiciones de superficie.
El anegamiento se asocia a los sectores de relieve cóncavo y su entorno, así como las zonas bajas o
de muy escaso gradiente, donde el agua no tiene posibilidad de migrar o lo hace muy lentamente
por falta de relieve disponible. Es un proceso más gradual y persistente, que se inicia cuando la
porosidad de un suelo se satura y si se trata de una zona deprimida, comienza posteriormente el
alumbramiento que genera un cuerpo de agua permanente o semipermanente. La persistencia de
este dependerá del comportamiento influente del acuífero freático, del aporte hipodérmico y del
escurrimiento superficial, en función de la energía de posición, que es controlada por la fuerza de
gravedad al favorecer la migración desde las partes altas a las bajas.
Esta múltiple fuente de alimentación es la que da por resultado un comportamiento más estable que
el de la inundación, y una tendencia a un balance positivo que puede persistir en el tiempo, aún en
años secos en los que la precipitación anual es igual o menor a la media hídrica del lugar.

¿Con qué factores esta asociado el anegamiento?


Por González Uriarte, M. y Navarro E.

El anegamiento se asocia a varios controles ambientales, en principio a ciclos climáticos donde el


ingreso de agua al sistema excede a la pérdida. Como segundo factor figura la falta de relieve
disponible, con gradiente general muy escaso o a la presencia de sectores cóncavos concentradores
escurrimientos. La tercera condición favorable al anegamiento, es la composición textural fina de
las formaciones superficiales y/o subsuperficiales, en los que la porosidad eficaz es baja. Esto es
característico en materiales limosos y en especial arcillosos o ante la presencia de cementaciones,
debido a que en todo los casos se impide la migración vertical del agua.
La convergencia de las características enunciadas da por resultado la acumulación progresiva de
excesos hídricos, al tornarse mayor el ingreso de agua que la posibilidad de su eliminación, cuando
sólo se realiza a través de la evapotranspiración, que a su vez se minimiza ante un balance
hidrológico positivo.

¿Cuáles son los daños?


Por González Uriarte, M. y Navarro E.

Los daños son variables de acuerdo a la calidad de las tierras anegadas y el tipo y densidad de la
instalación humana presente, por lo común el anegamiento sólo se contempla como un riesgo
cuando existe la posibilidad de generar daños por pérdida de espacios bajo uso rural o en superficies

219
construidas como la interrupción de tendidos viales o el deterioro e invasión de espacios edificados
urbanos y suburbanos (Figura 1).

Figura 1. Inundación de sectores agrícolo-ganaderos en el sudoeste bonaerense.

¿Cómo se evalúa el anegamiento según sus causas?


Por González Uriarte, M. y Navarro E.

Si el anegamiento es causado en forma artificial se lo controla en la planificación de obras


hidráulicas, esto es frecuente cuando se necesita emplazar diques con formación de grandes lagos,
debiéndose cumplir en estos casos con la evaluación de riesgos a fin de minimizar daños y rediseñar
espacios, que a veces incluyen traslados de emplazamientos urbanos o de valor cultural.
Cuando las causas son naturales, el anegamiento se presenta como un fenómeno con tiempo de
recurrencia muy amplio, razón por la que frecuentemente no existe memoria histórica o datos
instrumentales con registros del hecho en áreas que comienzan a sufrir este problema.
En términos generales que también se cumplen en la región pampeana, el último ciclo húmedo
reconocido desde la geología data de unos 6.000 a 8.000 años antes del presente, al que Ameghino
(1880) refiere como época de la pampa anegada. Actualmente un cambio o variabilidad climática se
manifiesta con tendencia de ganancia en el régimen hídrico, hacia las últimas décadas del siglo XX,
esto afecta en particular los sectores más planos de la región pampeana y alerta sobre el riesgo en
este tipo en áreas que hasta entonces no lo tenía..
En el suroeste de Buenos Aires, con una historia de poblamiento de colonización próxima a los dos
siglos, se emplazaron poblaciones marginales cuerpos lacunares importantes que hoy están en
expansión. A partir de la década del '70 el incremento de los mismos se ha tornado preocupante, a
lo que se suma la falta de metodologías para elaborar información con fines preventivos, la
denominada cartografía geocientífica, tal como existe en países desarrollados, con mayor tradición
de poblamiento y presión demográfica.
No se puede hablar de una única metodología de trabajo, ya que la evaluación dependerá de la
interrelación de rasgos y procesos que caracterizan cada paisaje y del soporte instrumental de para

220
la obtención de datos ambientales a fin de valorar las variables que controlan la dinámica local.
El desconocimiento de la funcionalidad regional y la ausencia de políticas de estado para el manejo
de estas áreas, junto a la actitud resistente de la población del lugar para aceptar que se está bajo
riesgo, cuando éste aún no se ha manifestado, es la principal causa de conflictos. Este estado de
cosas desemboca inevitablemente en situaciones de crisis, con la pérdida de bienes y la realización
de obras públicas inconducentes, tales como alteos y canales que no modifican en forma
significativa la funcionalidad regional de estos sistemas. Por lo común, en estas condiciones los
efectos tienen sólo carácter paliativo y de permanecer las tendencias, se terminan generando nuevas
situaciones de riesgo, al retener enormes volúmenes hídricos pasibles de desborde violento.

¿Cuál es el método de análisis en zonas anegadas?


Por González Uriarte, M. y Navarro E.

El procedimiento adecuado para fundamentar políticas de ordenamiento territorial conducentes a


soluciones integrales, es la realización de estudios sistemáticos que permitan el análisis integral de
una región mediante la confección de distintos tipos de mapas:
1) De relieve, donde se delimiten divisorias de agua, diferenciando por modalidad de aporte
hídrico y zonas por altitud y por gradiente de las tierras.
2) De drenaje indicando las condiciones de la hidrografía superficial y la agrupación en áreas
homogéneas, a fin de pautar condiciones básicas en la funcionalidad del sistema.
3) De coberturas, indicativos de la distribución de las formaciones superficiales, en particular
textura de los materiales, presencia de encostramientos, profundidad de discontinuidades
líticas, descripción de suelos asociados y tipificación de la vegetación natural o cultivada.
4) De hechos culturales, como emplazamientos urbanos y trazados viales, así como el grado de
parcelamiento rural de la tierra.
5) De áreas conflictos donde se localizan los mayores problemas.
A este trabajo de relevamiento se debe sumar el análisis histórico de las precipitaciones, durante el
mayor lapso posible de tiempo, identificando la sucesión de ciclos secos y húmedos y la
comparación de estos datos con el análisis multitemporal en imágenes satelitales, reconociendo la
distribución y representatividad areal de los humedales para las distintas fechas de registro.
Finalmente, la interpretación de perfiles geomorfológicos, destacando evidencias de hidromorfismo,
salinidad u otro rasgos vinculados a las acciones hídricas, completan el conjunto de rasgos
diagnósticos que deben ser tenidos en cuenta para predecir la condición de riesgo en un
determinado lugar.

¿Cuáles son los procesos hidrológicos preponderantes en llanuras?


Por Varni, M., Entraigas, I. y Gandini, M.

Los procesos hidrológicos en llanuras extensas difieren considerablemente de aquellos


caracterizados por terrenos montañosos u ondulados (terrenos con pendiente, en general). La
estructura del ciclo hidrológico y las ecuaciones de balance de agua para un área dada no se
modifican, pero el peso de los componentes del balance cambian: los flujos de agua verticales
prevalecen por sobre los horizontales (Kovacs 1983; Varni et al. 1998). La característica más
representativa de las llanuras es la ausencia de pendientes o las pendientes despreciables. Pequeñas
depresiones cubren el terreno en lugar de un sistema natural de drenaje bien desarrollado (una red
de cursos de agua integrada), porque la energía morfológica contenida en el sistema es
extremadamente baja (Usunoff et al. 1999).
En un ambiente caracterizado por pendientes superficiales del orden de 10-4, las geoformas suaves,

221
depresiones y elevaciones, juegan un papel importante como elementos determinantes del destino
de las aguas de lluvia. Además, la escasez de pendiente dificulta enormemente el flujo superficial
hacia áreas relativamente más bajas, y se produce una gran acumulación de agua en depresiones. El
agua permanece largos períodos en superficie y, por lo tanto, sus chances de infiltrarse y
evapotranspirarse son muy grandes. La elevada infiltración potencial hace que los niveles freáticos
se encuentren muy cercanos a la superficie y la presencia de suelos constituidos por materiales de
textura relativamente fina determina la existencia de una potente franja capilar. En ocasiones, la
infiltración no puede concretarse debido a que los niveles están tan elevados que el medio
subterráneo está saturado y no puede captar más agua. Lo descrito no debe engañar al lector en el
sentido que los excesos de agua son el principal enemigo de las actividades agrícologanaderas en el
área: las sequías son tan frecuentes y perjudiciales como ellas. La llanura pampeana es, desde el
punto de vista hídrico, un sistema frágil con un delicado equilibrio que se rompe frecuentemente.
Ya sea por su acumulación en superficie, por ascenso capilar desde el nivel freático cercano o por la
disponibilidad de agua para la vegetación, la evapotranspiración es la componente de mayor peso en
los balances de agua en llanuras. El balance de agua en una llanura templada subhúmeda determina
que la evapotranspiración insumiría entre el 85 y el 90 % del agua que ingresa por precipitación
(Sala et al. 1987; Kruse 1992; Nagy y Auge 1992). Este elevado porcentual hace que un error
mínimo en su estimación se refleje en una importante sobre o subestimación de otros componentes
del balance hidrológico. Estos errores se minimizan si el balance se calcula en un paso de tiempo
diario o no mayor a dos o tres días. En este caso, tanto la precipitación como la misma recarga
pueden normalmente llegar a ser mayores que la evapotranspiración. El promedio en períodos de
tiempo largos tiende a enmascarar los eventos extremos de precipitación, los cuales son los
principales responsables de la recarga. Por ello, es una práctica recomendada realizar el balance con
paso de tiempo corto, ya que en los balances mensuales se distribuyen en todo el mes los eventos de
precipitación que producen la recarga y esto resulta en una importante subestimación de los excesos
(Lerner et al. 1990), que son muy cercanos a la recarga en zonas llanas.

¿Qué características tiene el funcionamiento hidrológico de la llanura pampeana?


Por Varni, M., Entraigas, I. y Gandini, M.

La ausencia de energía potencial para el escurrimiento superficial de las aguas hace que las llanuras
no posean una red de drenaje desarrollada e integrada. Los cursos sólo drenan sus cercanías dejando
extensos interfluvios que, a los fines prácticos, pueden considerarse arreicos (Sala et al. 1987). En el
caso de la llanura pampeana estas regiones están cubiertas por una gran cantidad de depresiones
cuasicirculares de origen eólico. Estas depresiones suelen almacenar agua gran parte del año y
como consecuencia de precipitaciones importantes pueden interconectarse entre sí generando vías
de escurrimiento superficial adicionales a los ríos y arroyos (Varni et al. 2003). Estas vías son de
duración limitada (mientras dure el estado de aguas altas), el grado de interconexión entre las
depresiones depende de los niveles que alcance el agua superficial, la velocidad de escurrimiento es
extremadamente lenta y se produce en amplias extensiones con muy poco tirante hidráulico (en
forma de manto). Pueden existir cursos de agua permanentes, que en buena parte del año
permanecen en esa condición por aporte de aguas freáticas, pero su morfología (cauces anchos,
poco profundos, con amplias planicies de inundación) es un índice más de los efectos de la baja
energía erosiva de los cursos superficiales. Tal morfología acentúa errores cuando se trata de
estimar caudales circulantes a través de una simple relación entre el nivel del agua en el curso y el
caudal correspondiente (curva característica de una sección). Es que el caudal depende del nivel del
agua circulante y de la pendiente de la línea de energía (en tramos de sección poco variable y
pendiente uniforme es paralela al pelo de agua) y la pendiente varía a lo largo del tiempo en
régimen no permanente (creciente o bajante). En realidad, existe una familia de curvas

222
características integrada por curvas correspondientes a pendientes diferentes. Las variaciones de la
pendiente en creciente y en bajante son relativamente mucho más importantes en una llanura y, por
lo tanto, los errores cometidos al no considerar esta variación pueden ser de mucha importancia.
Además de los fenómenos de creciente o bajante, este problema se evidencia cuando se produce la
descarga de un curso de agua en otro curso o en cuerpos de agua superficiales, que hacen variar su
nivel de descarga y, por lo tanto, la pendiente de la línea de energía. Las características descritas en
este párrafo muestran la gran dificultad que significa cuantificar los caudales salientes o ingresantes
a un área llana determinada.
La modelación y conceptualización del escurrimiento superficial se ve impedida en grado sumo
porque los modelos clásicos de transformación de precipitación en escorrentía superficial dejan de
ser válidos. Esto se debe al largo período en que el agua permanece almacenada en la superficie,
que promueve una infiltración de magnitud tal que no es contemplada por las conceptualizaciones
más generalizadas, y porque se requiere de precipitaciones prolongadas y/o muy intensas para que
el agua acumulada comience a “conectar” depresiones aledañas y tenga cierta chance de llegar a
algún cauce colector. Invariablemente, los coeficientes de escurrimiento de las llanuras son
sistemáticamente menores que la de otros ambientes hidrogeológicos (Usunoff et al. 1999).

¿Cuáles son las pérdidas más comunes en la Pampa húmeda?


Por Varni, M., Entraigas, I. y Gandini, M.

Los daños y pérdidas producidos por las inundaciones en la pampa húmeda son muy importantes en
términos económicos, ya que se trata de la afectación de un área de gran productividad en los
campos agrícola y ganadero. Baste decir que en 1980 el área afectada alcanzó los 10 millones de
hectáreas, un tercio de la provincia de Buenos Aires, con 37 partidos afectados, 50.000 evacuados,
50 víctimas fatales, 4 millones de hectáreas totalmente inundadas, con 500 mil toneladas de cereales
perdidas. En el año 1985 en la provincia de Buenos Aires también hubo importantes daños: 30.000
evacuados, 6 víctimas fatales, 6.226.000 hectáreas inundadas y cosechas fina y gruesa perdidas. A
todos estos daños hay que sumarle el de la destrucción de viviendas, rutas, puentes, etc. Por otra
parte, la frecuencia de estos eventos es muy importante (por ejemplo, la ciudad de Azul ubicada en
el centro de la provincia de Buenos Aires, durante el año 1992 se inundó en 4 oportunidades: 21 de
febrero, 20 de marzo, 28 de marzo y 19 de agosto y, si se suman sus efectos a los de las sequías,
puede afirmarse que todos los años se da alguna sequía o inundación de distinta extensión e
intensidad.

¿Por qué se producen inundaciones en el área metropolitana bonaerense?


Por Pereyra, F. X.

La localización de asentamientos humanos, su estructura interna y funcionamiento está fuertemente


influenciado por los factores ambientales y, particularmente por la configuración del terreno. En los
países en desarrollo un manejo poco efectivo de las tierras en zonas urbanas resulta en una
generalizada degradación de suelos, agua y paisaje, ocupación de áreas riesgosas, pérdida de
espacios verdes y de tierras agrícolas. En el Área Metropolitana Bonaerense (AMBA) viven más de
13 millones de personas. Más de un tercio de la población y casi el 50% de participación en la
generación del PBI de Argentina se encuentran concentradas en menos de 6.000 Km2.
El AMBA se localiza en la Llanura Pampeana. La región en la cual se encuentra, en líneas
generales, presenta condiciones adecuadas para el establecimiento de una gran ciudad. Posee un
relieve suave, buena provisión de agua subterránea y superficial, suelos de excelente calidad
agropecuaria, ausencia de grandes potenciales riesgos naturales y provisión de materiales aptos para

223
la construcción. No obstante, el gran crecimiento experimentado por el AMBA y las propias
características socio-económicas del mismo han resultado en la existencia de grandes problemas
geoambientales, algunos de difícil solución, entre los que destacan en primer lugar las inundaciones.
Así, el crecimiento desordenado y sostenido de la ciudad en el último siglo, ha tenido lugar sin el
establecimiento de pautas mínimas de ordenamiento territorial que tuvieran en cuenta las
características del medio físico.
Las inundaciones constituyen fenómenos complejos que incluyen aspectos climáticos, hidrológicos,
geológico-geomorfológicos y sociales. En la región, diversos factores coadyuvan para producir las
inundaciones, las que pueden ser agrupadas según sus causas en dos:
• naturales
• antrópicas
Dentro del primer grupo se encuentran: a) frecuentes precipitaciones de gran intensidad; b) la
existencia de una red de drenaje poco integrada debida, entre otros factores, a los bajos gradientes y
a las fluctuaciones climáticas ocurridas durante el Cuaternario; c) la existencia de bajos anegables
(“bañados”); d) la presencia de una capa freática alta y e) el proceso de tapón ejercido por las
sudestadas en las desembocaduras de los distintos arroyos que drenan en el AMBA. Las
inundaciones urbanas alcanzan sus efectos más perjudiciales, junto con la coincidencia con
“sudestadas”, que elevan el nivel del Río de La Plata. Estos ascensos importantes de su nivel están
relacionados con fuertes vientos procedentes del sudeste (“sudestadas”) y actúan como tapón
hidráulico, impidiendo el desagüe de los cursos tributarios, los cuales pueden desbordar aun más, si
a su vez están creciendo por la acumulación de agua procedente de la cuenca alta.
Dentro del segundo grupo de causas se encuentran la impermeabilización producida por la
urbanización, la desaparición de espacios verdes y vegetación natural (destrucción de los
ecosistemas naturales preexistentes), la ocupación de áreas anegables, bajos, lagunas y planicies
aluviales debido al crecimiento de la ciudad, la realización de obras de infraestructura
(canalizaciones, entubamientos, diques, etc.), obstrucción de los cursos fluviales, modificación
sustancial de la línea de costa del río de la Plata y la presencia de vías de comunicación (FFCC y
rutas) que atraviesan los cursos y no han sido construidos teniendo en cuenta las frecuentes
crecidas, por lo que impiden el flujo hídrico.
Es característico de la Región Pampeana el bajo relieve relativo existente, y por lo tanto las muy
bajas pendientes regionales que presentan los cursos fluviales que la surcan. La velocidad del flujo,
y por lo tanto la velocidad mediante la cual será evacuado el excedente hídrico es función no
solamente de la forma del canal sino también, y en primer plano, de la pendiente de un curso. En
esto inciden, no sólo la señalada ausencia de un importante relieve relativo, sino también la
compleja y particular evolución geomórfica de la región, en la cual la depositación de potentes
mantos de loess (limos eólicos) y la existencia de ingresiones marinas han modificado la red de
drenaje, interfiriendo con el proceso fluvial. En muchos casos no existe una red integrada por cursos
fluviales bien definidos, sino una serie de bajos y cuerpos lacunares alineados que sólo se integran
en respuesta a grandes precipitaciones. En los sectores suburbanos, en los cuales se preservan las
características naturales del medio físico, el patrón de distribución de los suelos y las características
del paisaje evidencian este aspecto.
Originalmente en el territorio de la Ciudad de Buenos Aires habían numerosos cursos fluviales de
pequeñas dimensiones, que desaguaban en el Río de la Plata. A medida que la ciudad se fue
expandiendo, algunos fueron desapareciendo y otros sufrieron intensas modificaciones. En la
actualidad se encuentran entubados en su inmensa mayoría. Destaca el arroyo Maldonado que cruza
en forma latitudinal a la ciudad (por debajo de la Avenida Juan B. Justo). Posee una longitud de 19
km, una pendiente media de menos de 1m/km y fue entubado en 1937. Su planicie aluvial, de ancho
variable, posee un desnivel de más de 2 m, observable claramente en las cercanías del barrio de
Chacarita. Posee un canal aliviador en su tramo superior, el cual drena hacia el arroyo Cildañez. En
la zona céntrica de la Ciudad había numerosos cursos menores y “zanjones” que disectaban a la

224
planice loéssica, entre los cuales destacaban los “terceros”, del Sur o de Granados, del Medio;
zanjón de Matorras, arroyo Manso, etc. Todos estos cursos han desaparecido y su trazado original
puede seguirse en algunos tramos, observando el diseño sinuoso de las calles. En los barrios de
Belgrano, Nuñez y Saavedra, se encuentran las cuencas de los arroyos Medrano (8 km), Vega (4,3
km) y White, actualmente entubados en casi todo su recorrido los que frecuentemente desbordan
afectando las zonas que antiguamente eran sus planicies de inundación.

Causas de las inundaciones Acciones, procesos y factores


Grandes precipitaciones
Climáticas
Ascenso del río de la Plata por “sudestadas”
Suelos y materiales superficiales poco permeables
Naturales Bajas pendientes regionales
Geológicas-
Planicies aluviales amplias
geomorfológicas
Red de drenaje pobremente integrada
Alto nivel freático
Impermeabilización por urbanización
Remoción de la cubierta vegetal
Rectificación de cursos
Obstrucción de cursos
Antrópicas
Ocupación de zonas anegables
Modificación de la línea de costa del río de la Plata
Remoción de la cobertura edáfica y compactación de
los materiales superficiales

Tabla 1: principales causas de las inundaciones en el AMBA

Esquema de las áreas más frecuentemente afectadas por inundaciones


en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

225
Vista de la zona de Belgrano por desborde del arroyo Vega entubado en la calle Blanco Encalada

En la zona de Belgrano aspecto de la inundación y vehículos desplazados por la correntada

226
Efecto del oleaje durante una “sudestada” en el Río de la Plata en la zona de Costanera Norte

Salida de agua por boca de tormenta en la zona de Palermo,


efecto del reflujo del agua del Río de la Plata

227
¿Cuáles son las características de las inundaciones en la Mesopotamia?
Por Tujchneider, O.

Enmarcada por uno de los sistemas fluviales de mayor magnitud en el mundo: la Cuenca del Plata,
la Mesopotamia en Argentina tiene una absoluta dependencia de los fenómenos meteorológicos e
hidrológicos de ésta cuenca.
A lo largo del tiempo, múltiples trabajos y estudios se han realizado. Algunos de ellos, como el de
OEA (1969), constituye una referencia ineludible por el importante aporte al conocimiento y
síntesis adecuada de información temática existente hasta la fecha de su concreción. Igual
relevancia adquiere la obra de Paoli y Schreider Eds.(2000), constituida por varios capítulos, que
expone para el tramo medio del río Paraná resultados acerca de diversas actividades de
investigación hidrológica concretadas.
Sintéticamente, se desprende de los estudios citados precedentemente y en función de la
información existente, que:
Los caudales del río Paraná en la Mesopotamia están definidos por el aporte de la cuenca superior,
fuera de los límites del país. Las lluvias que se producen en las cuencas del Alto Paraná, Iguazú y
Uruguay causan las crecidas aguas abajo.
Desde comienzos del siglo pasado y hasta aproximadamente la década del ´30, los escurrimientos se
han mantenido en los valores medios, con una tendencia levemente positiva.
Posteriormente y hasta la década del 70 ha sido posible medir los caudales más bajos del siglo, con
tendencias negativas que se revierten a partir de los 70´s, con caudales anuales mayores a los
medios y más frecuentes.
La tendencia incremental positiva de la media se eleva significativamente en el año 1983, en el que
se produce una crecida extraordinaria.
Los mayores caudales se registran en las épocas finales del invierno, primavera y comienzos del
verano, aunque ha habido crecidas extraordinarias con altos caudales a finales de otoño.
En referencia a los cambios que se han identificado en el régimen de escurrimiento del río Paraná,
las opiniones de los especialistas no son siempre coincidentes. En algunos casos se considera
relevante el efecto de las precipitaciones y el uso del suelo, el fenómeno Niño/Niña, introducción
de prácticas de agricultura intensiva luego de 1970, deforestación en las cuencas desde 1950, etc.
Las inundaciones más significativas indican un efecto de saturación progresiva de la cuenca y un
incremento de aproximadamente 30% de los caudales medios. A esto puede sumarse en algunas
situaciones aportes de lluvias extraordinarias regionales con efectos en sus áreas de ocurrencia.
Debe destacarse que se identifica un aumento progresivo de la ocupación del valle de los ríos por
urbanizaciones, precarias o estables, lo que genera pérdidas de gran magnitud en infraestructura,
bienes en general y vidas.
Merece especial referencia la catástrofe ocurrida en la ciudad de Santa Fe provocada por la crecida
extraordinaria del río Salado de abril/mayo de 2003, por sus efectos sobre el medio social y
económico. La gran cantidad de víctimas fatales, la evacuación de más de 100.000 personas y la
afectación de más de la tercera parte de la planta urbana de la ciudad (incluyendo edificios de
importancia estratégica, como hospitales y una central eléctrica), son cifras que sólo permiten
aproximar los efectos devastadores del evento. La crecida del río Salado se originó por la ocurrencia
de lluvias elevadas sobre su cuenca baja, ocurridas principalmente entre los días 22 y 24 de abril de
2003, que afectaron a un sistema ya saturado.
El caudal medido el 30 de abril fue de 3.100 m3/s y, de acuerdo a estudios antecedentes, el caudal
de recurrencia 100 años en la Ruta Prov. Nº 70 era de 3.010 m3/s. Desafortunadamente y a pesar de
la existencia de una obra de defensa (inconclusa) el agua penetró en el sector oeste y sur de la
ciudad de Santa Fe. Se produjeron anegamientos de aproximadamente 4 m de altura en las zonas
más bajas.
Surge del diagnóstico, una vez acaecido el suceso, que:

228
* La falta de un sistema de alerta hidrometeorológico,
* La carencia de regulación del uso del suelo en áreas inundables,
* La falta de un Plan de Contingencia y concientización ciudadana.
Fueron algunos de los factores que contribuyeron a la dimensión de esta catástrofe.
La Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas de la Universidad Nacional del Litoral, expresó en un
informe elaborado acerca de esta inundación:
“Falta de datos, inexistencia de programas de monitoreo, obras inconclusas, carencia de
regulaciones, falta de control y de planes de contingencias, no son falencias técnicas de
profesionales inadecuadamente formados, son fallas de una estructura de funcionamiento a nivel de
las instituciones que no priorizan los recursos o lo hacen desde una mirada alejada de las
necesidades de la gente.”

¿Qué características presentan las inundaciones repentinas en las Sierras de Córdoba?


Por Barbeito, O.

En la región serrana de Córdoba las CRECIENTES REPENTINAS constituyen la AMENAZA


NATURAL POR EXCELENCIA.
Estas están CONDICIONADAS POR EL MEDIO FÍSICO DE LA REGIÓN en respuesta a la baja
permeabilidad del material geológico, la fuertes pendientes naturales, la cubierta de vegetación
insuficiente por condición natural y/o efectos de incendios y las condiciones climáticas que
significan la concentración de las precipitaciones en un periodo del año, con frecuencia de carácter
convectivo severo y efecto orográfico.
En base a su magnitud y periodo de recurrencia, las crecientes repentinas pueden ser de carácter
ORDINARIO y EXTREMO. Las primeras ocurren anualmente con una dinámica y alcance
conocidos en base a la periodicidad de su ocurrencia, ocupando en forma parcial o total el lecho de
INUNDACIÓN PERIÓDICO. Por el contrario las segundas, de largos periodos de recurrencia (50,
100, 200 años), adoptan dinámicas y alcances no previstos, debido a la falta de información y
ocupan en forma total o parcial, el lecho de inundación EPISÓDICO o HISTÓRICO. Tales lechos
se definen claramente por sus características GEOLÓGICAS y GEOMORFOLÓGICAS, por tipo
de materiales presentes en primer término y a las formas derivadas de la tendencia de la acción
fluvial, en segundo término.
En los últimos años en las Sierras de Córdoba crecientes extremas afectaron a las poblaciones de
SAN CARLOS MINAS (1992), VILLA DE SOTO (1992), CRUZ DE CAÑA (1992), VILLA
GENERAL BELGRANO (1992), MINA CLAVERO (1993), NONO (1993), SALSACATE (
1997), y mas recientemente, las localidades de LA CALERA (2000), Las Peñas (2000) y VILLA
ALLENDE (2000). La magnitud y dinámica que alcanzaron tales crecientes en la mayoría de los
casos fue TOTALMENTE INESPERADA, tomando desprevenidos a los pobladores en general y a
los organismos encargados de la Defensa Civil, debido a la insuficiente información que hubiera
permitido predecir y prevenir tales eventos.
No obstante análisis de imágenes satelitales y fotografías aéreas antecedentes mediante patrones,
trazas y elementos GEOLÓGICOS Y GEOMORFOLÓGICOS lo suficientemente claros, indicaban
la actividad total o parcial de los lechos de inundación periódicos y episódicos de los ríos en el
pasado reciente, en los que se incluían los sectores mas dañados, hecho además, corroborado por
INFORMACIÓN HISTÓRICA.
Los análisis realizados en todos los casos, permiten aseverar que los eventos ocurridos, mas que
CATÁSTROFES imprevisibles, forman parte de la DINÁMICA NATURAL desde una visión
GEOLÓGICA y GEOMORFOLÓGICA.
Factores de orden antrópico suelen incrementar la tendencia natural del proceso, mediante la
alteración de la cubierta de vegetación natural por incendios incontrolados, actividades agrícolas

229
sin las correspondientes prácticas de conservación, etc. a la vez que incrementan las situaciones de
riesgo, por urbanizaciones rápidas y desordenadas (no reguladas).
La ocurrencia de precipitaciones intensas con relación al efecto “EL NIÑO” y/o CAMBIO
CLIMÁTICO GLOBAL, involucra una cierta probabilidad de crecidas extremas que afecten a otras
poblaciones, por lo que se hace necesario encarar a CORTO PLAZO acciones que posibiliten
prevenir sus efectos y evitar daños mayores.

¿Cuál es la distribución regional de las inundaciones en al Argentina?


Por Varni, M., Entraigas, I. y Gandini, M.

El siguiente mapa (Figura 1), tomado de Velásquez (2001), muestra la distribución de las
inundaciones sobre nuestro territorio.

Figura 1. Distribución espacial de las áreas afectadas por inundaciones en la Argentina.

230
Trabajos citados en el texto

AMEGHINO, F., 1880. Resumen Geológico. Museo de La Plata. Anales VI: 38-83. La Plata.
KOVACS, G., 1983. General principles of flat-land hydrology. En Fuschini Mejia (eds.)
Proceedings Symposium of Hydrology on Large Flatlands, 299-350.
KRUSE, E., 1992. Estimación de escurrimientos subterráneos en la cuenca del arroyo del Azul
(Buenos Aires). CIC, Año II, No. 15: 3-12.
LERNER, D. N., A. S. ISSAR e I. SIMMERS, 1990. Groundwater recharge: a guide to
understanding and estimating natural recharge. International Association of Hydrogeologists,
International Contributions to Hydrology. Heise, Hannover, Volume 8, 345 pp.
NAGY, M. I. y M. P. AUGE, 1992. Relación entre el flujo vertical y lateral del agua subterránea.
Cuenca del Arroyo del Azul, Provincia de Buenos Aires. En: Actas de las III Jornadas Geológicas
Bonaerenses, Volumen 1: 165-170.
OEA (1969). Cuenca del río de La Plata. Estudio para su planificación y desarrollo. Inventario de
datos hidrológicos y climatológicos.
Paoli C & Schreider M (Editores) (2000) El río Paraná en su tramo medio. Universidad Nacional
del Litoral. Centro de Publicaciones. Pag: 309.
RANG, S., J. CISNEROS, A. MILANESIO, H. GIL y A. DEGIOANNI, 1999. Propuesta de
Creación del Distrito de Ordenamiento Ambiental para el área sur de Laboulaye-
Rosales_Leguizamón. Documento Técnico. CONICOR-ADESUR-UNRC, 60 pp.
RICCARDI, G., 1995. Problemática de las inundaciones urbanas. Memorias de las I Jornadas de
Saneamiento Pluvial Urbano, Rosario, 77-125.
SALA, J. M., E. KRUSE y R. AGUGLINO, 1987. Investigación hidrológica de la cuenca del
Arroyo Azul, Provincia de Buenos Aires. CIC, Informe 37, 235 pp.
SARDAR, A. M., 2000. Flood Delineation Using Radarsat data. Bangladesh Space Research and
Remote Sensing Organization (SPARRSO) Report.
SOIL TAXONOMY, 1975. A Basic System of Soil Classification for Making and Interpreting Soil
Surveys. Soil Survey Staff. Soil Conservation Service. U.S. Dep. of Agric.
SPJOTVOLL, E., y M. R. STOLINE, 1973. An extension of the T-method of multiple comparison
to include the cases with unequal sample sizes. Journal of the American Statistical Association. 68:
976-978.
TRICART, J. L., 1973. Geomorfología de la Pampa Deprimida. Base para los estudios edafológicos
y agronómicos. Plan mapa de suelos de la Región Pampeana. XII Colección Científica, INTA.
USUNOFF, E., M. R. VARNI, P. WEINZETTEL y R. RIVAS, 1999. Hidrogeología de Grandes
Llanuras: la Pampa Húmeda. Boletín Geológico y Minero, Volumen 110, No.4: 47-62.
VARNI, M. R., E. USUNOFF, P. WEINZETTEL y R. RIVAS, 1998. The groundwater recharge in
the Azul aquifer, central Buenos Aires Province, Argentina. Physics and Chemistry of the Earth,
Volumen 24, No. 4: 349-352.
VARNI, M. R., R. RIVAS e I. ENTRAIGAS, 2003. Interacción de un cuerpo de agua superficial
con el agua subterránea en la llanura pampeana, Argentina. Información Tecnológica, Vol. 14, No.
6.
VELÁSQUEZ, G. A., 2001. Geografía, calidad de vida y fragmentación en la argentina de los
noventa. Análisis regional y departamental utilizando SIG. CIG, Editorial de la Universidad
Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, 232 pp.

231
METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS

¿Qué métodos se utilizan para evaluar las inundaciones en zonas de llanura?


Por M. Gandini, I. Entraigas y M. Varni.

Los mapas de inundaciones y de llanuras de inundación han sido preparados por hidrólogos de todo
el mundo, durante más de una década, usando datos de satélites. Estas técnicas son estáticas pues
caracterizan las áreas inundadas en un momento particular del tiempo, y no aportan información
sobre la probabilidad de ocurrencia de un evento. Si bien es deseable contar con una historia
dinámica y de larga duración sobre inundaciones, las técnicas estáticas son capaces de proporcionar
información útil para la evaluación del riesgo de inundación en áreas de llanura, especialmente en
las etapas preliminares y de diagnóstico de estudios de planificación y desarrollo integrado.
El desarrollo de la informática y la gran proliferación de satélites de observación de la tierra,
facilitaron el estudio dinámico de los procesos hidrológicos en los últimos años. Los datos del
Landsat Thematic Mapper (TM y ETM+) de la NASA, del SPOT High Resolution Visible Range
(HRV) de la ESA, y del TERRA-ASTER de la NASA con potencial para cartografía a mayor
escala, son ejemplos de ello para observaciones en el rango del espectro electromagnético visible e
infrarrojo. También, en este rango del espectro, la cobertura regional con resolución a pequeña
escala, pero sinóptica, que proporciona la serie de satélites de NOAA con el sensor Advanced Very
High Resolution Radiometer (AVHRR), el sensor MODIS del satélite TERRA de la NASA, y el
sensor SPOT-Vegetation de la ESA, brindan una ayuda fundamental por su alta revisita para el
estudio dinámico de eventos de inundación.
Cabe destacar para estas aplicaciones al satélite argentino SAC-C (CONAE - NASA), que combina
una alta cobertura regional y revisita, con una buena resolución espacial. En el rango de las
microondas, por la alta respuesta del agua al radar, se destacan también los satélites radar de
apertura sintética (SAR) de la Agencia Espacial Europea y el canadiense RADARSAT.
Las inundaciones frecuentemente dejan su huella o “firma” en forma de anomalías de humedad de
suelo, zonas embalsadas, suelos erosionados, vegetación muerta o perturbada, alineamiento de
derrubios y otros indicadores del área inundada, durante días o semanas después de que las aguas de
inundación han bajado.
Jarsún (1996) distingue dos grupos de factores que afectan el escurrimiento de las aguas: los
asociados a las precipitaciones y aquellos que dependen de las características físicas de la cuenca.
Por otro lado, la forma, tamaño y orientación de las geoformas, la topografía, la geología, y
también el tipo, manejo y uso del suelo, influyen sobre la cantidad y proporción de escurrimiento
que pueda esperarse después de una lluvia. Al papel importante que juegan sobre los escurrimientos
los aspectos antes mencionados, se agrega la influencia del tamaño y localización de las obras viales
e hidráulicas.
Los datos de satélite son usados para confeccionar todo tipo de mapas temáticos que aportan a la
evaluación del riesgo de inundación. Los parámetros de modelos hidrológicos como la topografía,
el uso de la tierra, y la cobertura vegetal son ejemplos de datos factibles de ser evaluados mediante
percepción remota. Por otro lado, el área cubierta por un evento de inundación, en el caso de
coincidir el paso del satélite, puede ser evaluada.
Ante la falta de información dinámica, aún es posible estimar el riesgo de inundación cuando la
información de técnicas estáticas es combinada con observaciones históricas de inundaciones,
reportes de desastres e información básica sobre recursos naturales, particularmente datos
hidrológicos. La estimación de frecuencia de eventos de inundación, particularmente en situaciones
extremas, es también una información factible de ser mapeada temáticamente mediante percepción
remota.
Las inundaciones y estructuras de ingeniería en las llanuras de inundación pueden conducir a

232
cambios físicos del canal de río, de los patrones de sedimentación y de los linderos de inundaciones.
Las imágenes de satélite pueden proporcionar una secuencia de cambios para complementar mapas
y las fuentes de datos convencionales puntuales. Por lo tanto, las imágenes actualizadas del área de
estudio provenientes de satélites, se pueden comparar con datos previamente definidos para
determinar cambios durante períodos de tiempo específicos. De igual manera y usando imágenes de
satélites, en la cartografía de una inundación se puede comparar el área inundada con otro mapa del
área en condiciones previas a la inundación.
La teledetección ha demostrado ser una herramienta poderosa para el estudio de inundaciones
(Jensen et al. 1986; Lunetta y Balogh 1999; Sardar 2000) gracias al amplio contraste existente entre
el agua y el resto del paisaje en el espectro electromagnético. Esta herramienta permite detectar no
solamente las áreas anegadas sino también ubicar estructuras y geoformas que no son identificables
si no se cuenta con cartas topográficas con un alto grado de detalle. En el caso de la llanura
pampeana, las cartas del Instituto Geográfico Militar, escala 1:50000, (equidistancia 2,5 m) no son
lo suficientemente detalladas para detectar los poco conspicuos patrones del relieve de llanura.

Trabajos citados en el texto

JARSÚN, B., 1996. Aplicaciones de las Cartas de Suelos para el Manejo del Agua Superficial. En
Suelos. Utilización de la Cartografía para el Uso Sustentable de las Tierras. Ed. Moscatelli, G.,
Panigatti, J. y Di Giácomo, R., 40-55.
JENSEN, W., E., HODGSON, H., CHRISTIANSEN, J. MACKEY, L. TINNEY, L. y R.
SHARITZ, 1986. Remote Sensing Innland Wetlands: a Multiespectral Approach.
Photogrammetric Engineering & Remote Sensing. 52 (1): 87-100.
LUNETTA, R. y E. BALOGH, 1999. Application of Multi-Temporal Landsat 5 TM Imagery for
Wetland Identification. Photogrammetric Engineering & Remote Sensing. 65(11): 1303-1310.
SARDAR, A. M., 2000. Flood Delineation Using Radarsat data. Bangladesh Space Research and
Remote Sensing Organization (SPARRSO) Report.

ZONIFICACIÓN DE INUNDACIONES POR MEDIO DE PERCEPCIÓN REMOTA A


ESCALA REGIONAL EN ÁREAS DE LLANURA: Identificación de patrones de
anegamiento en la cuenca del arroyo del Azul mediante el uso de imágenes LANDSAT.
Por P. Vázquez, I. Entraigas, M. Varni, M. Gandini y E. Usunoff.

Introducción
Aunque en el mundo no se encuentran llanuras que ocupen grandes extensiones, en Argentina tales
ambientes son particularmente relevantes tanto en su expresión areal cuanto a su valor para la
producción agropecuaria. En la denominada Pampa Deprimida (9,7 millones de hectáreas) el relieve
es sumamente llano, con una pendiente promedio inferior al 0,1 %, llegando en sectores próximos a
la costa a valores cercanos al 0,001 %. Según Tricart (1973), la debilidad del potencial
morfogenético de la Pampa Deprimida favorece la presencia de suelos muy antiguos, total o
parcialmente conservados, alternando con suelos más recientes y desarrollados dentro de los
anteriores. Así, se conforma un paisaje sin relieve marcado, caracterizado por la presencia de suelos
con distintos grados de alcalinidad, salinidad e hidromorfismo, distribuidos en forma de mosaico
por toda el área. Estos factores y la cantidad e intensidad de las lluvias son responsables de las
frecuentes inundaciones y anegamientos de variable magnitud a la que esta sujeta la región. La
situación se ve agravada por el diseño de la red vial, frecuentemente en dirección transversal al del
flujo de agua y la construcción de numerosos canales clandestinos, sin un criterio integral respecto
del funcionamiento hidrológico regional (Rang et al. 1999).

233
La cuenca del arroyo del Azul está incluida dentro de la Pampa Deprimida, se ubica en el centro de
la provincia de Buenos Aires, Argentina (Fig. 1) y ocupa aproximadamente 600.000 ha. Está
formada por una gran área llana (cuenca baja) y una pequeña zona serrana en el límite sur (cuenca
alta) donde se ubican las nacientes del arroyo (Usunoff et al. 1999). La recurrencia del fenómeno
inundación-anegamiento en esta cuenca hace que la zona presente riesgos considerables a la hora de
realizar inversiones en el sector agropecuario. Para minimizar los efectos de las inundaciones, es
necesario el desarrollo de un sistema de monitoreo que permita anticipar dichos sucesos, calcular su
magnitud y estimar las pérdidas económicas.

Figura 1. Ubicación geográfica de la cuenca del Arroyo del Azul.

Los objetivos del presente trabajo son identificar el patrón de expansión de las aguas que producen
anegamientos, asociar cada límite de expansión a la pluviometría antecedente, delimitar zonas de
frecuencia de anegamiento y relacionar dichas áreas con los tipos de suelos presentes en la cuenca
como una manera de confirmar la efectividad de la metodología empleada. Esta información será un
insumo vital de un modelo de simulación de movimiento de aguas superficiales para diseñar un
sistema de alarma para la región.

Materiales y Métodos
Para detectar el patrón de expansión de las aguas en la cuenca del arroyo del Azul se realizó un
análisis de imágenes LANDSAT 5 TM y 7 ETM+ (escenas 225-85 y 225-86), seleccionándose
siete fechas representativas de condiciones hidrológicas extremas e intermedias (Tabla 1). Las
imágenes fueron corregidas geométricamente considerando la proyección Gauss Krugger faja 5
(datum: Campo Inchauspe) para proceder a la construcción de los mosaicos y posterior
enmascarado del área de estudio mediante el programa ILWIS 2.2 (ITC 1998).

234
Las áreas que presenten agua en las imágenes captadas durante períodos secos serán más propensas
a estar anegadas que aquellas que sólo lo están luego de algún evento pluviométrico superior a la
media de la zona. Por lo tanto, y de acuerdo al espectro de coeficientes de ponderación predefinido
(1 a 5), fueron asignados valores más altos a aquellas imágenes con precipitaciones previas escasas
(Tabla 1). Los datos de precipitación considerados fueron obtenidos de la estación meteorológica
Azul-Aero perteneciente a la Fuerza Aérea Argentina, ubicada en el centro del área de estudio.
Las siete máscaras fueron luego incluidas en una ecuación lineal, cuyo resultado en cada píxel es
proporcional a la frecuencia de anegamiento de dicho píxel, lo que permitió identificar un máximo
de 22 clases de anegamiento. La ecuación queda entonces definida de la siguiente manera:

CLASE = M31*2 + M32*3 + M33*5 + M34*5 + M35*1 + M36*1 + M37*4 (1)

Lluvias registradas (mm)


Fecha 1 mes 2 meses 4 meses Descripción Factor
previo previos previos
Valor 174.1 306.5 466.6
15/05/86 Media 87.7 220.7 429.4 Otoño húmedo 2
C.V.(
99 39 9
%)
Valor 146 247 413.5
Salida del invierno y
27/11/97 Media 97 153.2 238.9 3
C.V.( primavera húmeda
51 61 73
%)
Valor 86.6 271 437.7
Verano normal luego de una
18/03/98 Media 94.1 208.8 402.9 5
C.V.( primavera húmeda
-8 30 9
%)
Valor 58.5 300 436.5
Otoño con leve exceso de
27/04/01 Media 133 227.1 441.1 5
C.V.( agua al principio
-56 32 -1
%)
Valor 101 190.1 304.4
Invierno excesivamente
18/09/01 Media 40.6 85.7 189.8 1
C.V.( húmedo
149 122 60
%)
Valor 223.7 403 587.4
Primavera excesivamente
21/11/01 Media 97.8 153.2 238.9 húmeda, luego de un 1
C.V.( invierno muy húmedo
129 163 146
%)
Valor 165.8 402.9 564
Otoño muy húmedo, luego
14/04/02 Media 133 227.1 441.1 4
C.V.( de un verano húmedo
25 77 28
%)

Tabla 1. Fecha de adquisición de las imágenes satelitales, precipitación registrada 1, 2 y 4 meses

235
previos a la fecha de adquisición, valores históricos registrados para dichos períodos (C.V.:
coeficiente de variación), descripción y factor de ponderación utilizado para la generación de áreas
de frecuencia de anegamiento.

Para una mejor interpretación, las 22 clases de anegamiento fueron posteriormente asociadas en
diferentes grupos de acuerdo al análisis visual del porcentaje del área total de la cuenca cubierto por
cada clase.
Para cumplir este objetivo, se digitalizaron las cartas de suelo escala 1:50.000 del Instituto Nacional
de Tecnología Agropecuaria (INTA 1973), se construyó el mosaico y se transformó en formato
raster con píxel de 30 metros que se corresponde con el formato raster de las clases de anegamiento.
Luego se realizó un análisis de la varianza y las medias se contrastaron mediante el test de Tukey
HSD o Tukey-Kramer para N distintos (Spjotvoll y Stoline 1973; Dunn 1974; Benjamin y Braun
2002).

Resultados
Luego del enmascaramiento de las imágenes y mediante la aplicación del modelo lineal aditivo con
los coeficientes de ponderación seleccionados, se identificaron 22 clases de anegamiento (Tabla 2).
Un extremo de esta clasificación corresponde a las áreas que no evidenciaron anegamiento durante
ninguna de las fechas analizadas -clase 1- (56% de la superficie: 337.380 ha) y el otro a los cuerpos
de agua permanentes -clase 22- (0,04% del área de la cuenca: 229,5 ha).

Clases Área (ha) %


1 337380.0 56.23
2 41501.0 6.92
3 17847.2 2.97
4 9393.6 1.57
5 57542.8 9.59
6 40258.0 6.71
7 17276.5 2.88
8 29152.4 4.86
9 25647.8 4.27
10 4352.9 0.73
11 4136.9 0.69
12 5261.6 0.88
13 2762.7 0.46
14 3493.7 0.58
15 443.2 0.07
16 1028.2 0.17
17 2006.8 0.33
18 58.9 0.01
19 109.7 0.02
20 40.1 0.01
21 58.1 0.01
22 229.5 0.04

Tabla 2. Superficie ocupada por cada clase de anegamiento y el porcentaje que representan
respecto del área total de la cuenca del arroyo del Azul.

A fin de facilitar la comprensión de la dinámica de las aguas sobre el terreno se determinaron


grupos de clases, a partir de los cuales fue posible reconocer un patrón entre las clases de

236
anegamiento y las áreas que ocupan. Así, el análisis de los porcentajes de áreas ocupados por cada
clase permitió determinar 4 grupos (clases 1, 2-9, 10-17 y 18-22). El análisis visual de la
distribución del porcentaje del área total de la cuenca cubierta por cada clase (Fig. 2) confirmó tal
agrupamiento pero se subdividió uno de ellos para su mejor interpretación (2-5 y 6-9), con lo que
quedaron conformados 5 grupos finales (Fig. 3).

Figura 2. Distribución de las clases originales de anegamiento.

El primer grupo estaría conformado por las clases 22 a 18 (zonas con anegamiento prolongado) que
ocupan pequeñas superficies (0,018 % del área total en promedio), y estarían representando a todos
los cuerpos de agua permanentes y semipermanentes de la cuenca.
Las clases 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16 y 17 ocupan áreas notablemente mayores (0,49% en promedio).
Estas clases representan la primera línea de expansión de aguas, y están asociadas a zonas bajas
aledañas a los cuerpos de agua o, en algunos casos, a cubetas de deflación poco profundas y que
actúan como vías de avenamiento muy precarias en la cuenca baja y como vías de avenamiento bien
marcadas (cañadas) en la cuenca alta.
Entre las clases 9 y 6, se detecta un nuevo incremento en el área ocupada por cada clase (4,68% en
promedio). Este aumento correspondería a una segunda línea de expansión de aguas, coincidente
con áreas muy amplias de bajos extensos y anegables que son inundados cuando la capacidad de
almacenaje de agua de lagunas, cubetas y vías de escurrimiento se ve superada. Estas áreas serían
cubiertas por las aguas sólo durante inviernos muy húmedos.

237
Figura 3. Distribución de los 5 grupos de clases definidos.

Las clases 5, 4, 3 y 2 representan la última línea de expansión de aguas en la cuenca. Como en los
casos anteriores, se detecta un nuevo incremento en la superficie ocupada por cada clase (5,26% en
promedio). Las aguas cubrirían estas zonas sólo cuando se combinan inviernos y primaveras muy
húmedos. El último grupo está conformado por la clase 1 que, como fuera señalado anteriormente,
son áreas que no presentaron anegamiento durante el período analizado.
Finalmente, para comparar la distribución espacial de los tipos de suelo con las zonas de
anegamiento, se procedió a la digitalización del mapa temático de la región, en el que se
distinguieron 11 subgrupos de suelos (Soil Taxonomy 1975) y una categoría para las lagunas, cuya
distribución espacial se observa en la Fig. 5. Los resultados de los contrastes del test de Tukey HSD
para N distintos se muestran en la Tabla 3.

238
Figura 4. Distribución de los Subgrupos de suelos.

Medias de las Líneas de


Grupo según
Subgrupos de suelos y Laguna expansión de las aguas para
Contraste
cada suelo
Laguna 7,287901 A
Argialbol 5,541361 B
Natracualf típico 3,211103 C
Natracuol típico 2,470472 D
Hapludol tapto nátrico 2.123308 E
Hapludol tapto árgico 1,908478 H
Argiudol ácuico 1,054039 G
Argiudol lítico 0,793008 H
Paleudol petrocálcico 0,416729 I
Argiudol típico 0,408261 I
Hapludol lítico 0,322068 J
Hapludol petrocálcico 0,189760 K

Tabla 3. Medias y contrastes a partir del Test de Tukey HSD para N distintos, p<10-3. (ordenados
según valores de expansión).

Los contrastes muestran, en principio, dos grupos de acuerdo con los valores alcanzados. Por un
lado, con valores altos (medias de expansión mayores a 1,9) se ubican los suelos correspondientes a

239
la cuenca baja, que reciben aportes de agua tanto locales como de la cuenca alta. Por otro lado con
valores bajos de expansión de las aguas (medias menores e iguales a 1,05), se ubican los suelos de
la cuenca alta. Este hecho está determinado principalmente por sus características físicas y la
posición topográfica de los suelos en las distintas geoformas presentes en la cuenca. Por último cabe
destacar la categoría de laguna, que presenta el valor más alto (media = 7,28), lo que refleja su
correspondencia con aquellas clases de anegamiento más frecuentes.
Se observa que no hay diferencias significativas en las medias de las zonas de anegamiento entre los
suelos Argiudoles típicos y los Paleudoles petrocálcicos, y que estos valores son relativamente
bajos. Esto podría deberse a las siguientes razones:
1. Presentan semejanzas en el horizonte de diagnóstico sub-superficial, ya que ambos
comparten la posesión de un horizonte argílico de fuerte desarrollo, aunque en el segundo
subgrupo se encuentra una capa de tosca dentro del metro y medio de profundidad,
2. Ambos tipos de suelo tienen una distribución espacial que se circunscribe a la cuenca alta,
con un uso muy similar, esto es, la actividad agrícola,
3. Las pendientes de las zonas donde se presentan estos suelos son relativamente altas y
favorecen el escurrimiento superficial.
En la Tabla 4 puede observarse la distribución específica de los tipos de suelos y las lagunas dentro
de cada grupo de clases de anegamiento. De su lectura surge que los suelos Natracuoles y
Natracualfes típicos están presentes en todos los grupos, en mayor o menor medida. Estos son
formados mediante el proceso de solonetización (a partir de suelos salinos y por efecto de la
precipitación, se produce un aumento relativo del sodio), y su limitante es la lixiviación
insuficiente, el drenaje deficiente o la capa freática alta, según el caso. Otro dato destacable es que
los suelos Argiudoles típicos tienen una representatividad areal significativa en el grupo de áreas
que no presentaron anegamiento, lo que refleja su condición de suelos bien drenados, sobre los que
se desarrolla la mayor parte de la actividad agrícola. En cuanto a las lagunas, éstas ocupan un
porcentaje areal relevante únicamente dentro del primer grupo, lo que coincide con las
características descriptas para estas áreas (cuerpos de agua permanentes y semipermanentes).

Grupo 1 Grupo 2 Grupo 3 Grupo 4 Grupo 5


(%) (%) (%) (%) (%)
Laguna 30,58 0,00 0,38 0,24 0,12
Argialbol 1,37 5,89 4,08 0,65 0,51
Natracualf típico 18,18 60,47 36,07 28,96 16,97
Natracuol típico 42,86 10,63 48,80 50,45 37,94
Hapludol tapto nátrico 0,32 0,69 0,70 0,90 0,63
Hapludol tapto árgico 0,62 9,44 6,78 10,32 8,49
Argiudol ácuico 0,30 0,55 0,18 0,29 0,61
Argiudol lítico 0,22 0,19 0,01 0,02 0,14
Paleudol petrocálcico 3,05 1,06 0,33 0,80 3,89
Argiudol típico 2,42 6,62 2,56 7,14 28,39
Hapludol lítico 0,07 0,59 0,10 0,15 1,54
Hapludol petrocálcico 0,00 0,05 0,02 0,08 0,78

Tabla 4. Representatividad areal de cada suelo y las lagunas respecto al área de cada grupo de
clases de anegamiento.

240
Los restantes suelos no ocupan una extensión tan importante como los anteriormente comentados,
por lo que es más complejo interpretar su distribución a partir de la tabla anterior. Por ello, se
realizó un análisis del porcentaje del área de cada uno de ellos en cada grupo respecto del área total
de suelos de la cuenca. De allí surge que el 57% del total de los suelos Argialboles se encuentran en
la segunda línea de expansión de las aguas, lo que se corresponde con su característica de suelos
bajos, con alternancia de saturación con agua y oxigenación, eluvial por excelencia. Por otro lado,
en el grupo 5 (sin anegamiento), es donde se encuentran los mayores porcentajes, respecto de su
total ocupado en la cuenca, de los siguientes suelos: Hapludoles petrocálcicos (95 %), Hapludoles
líticos (93 %), Paleudoles petrocálcicos (90 %), Argiudoles líticos (86 %) y Argiudoles ácuicos (76
%), lo que condice con su pertenencia a la cuenca alta, la presencia de tosca o contacto lítico
cercano a la superficie (incluidos los afloramientos rocosos), según el caso. Por último, los suelos
Hapludoles tapto árgicos y tapto nátricos están repartidos en todos los grupos de anegamiento,
excepto el perteneciente a los cuerpos de agua permanentes y semipermanentes, aunque con
porcentajes muy poco significativos en todos los casos.

Conclusiones
La metodología aplicada aparece como una herramienta potente para identificar el patrón espacial
de la expansión de aguas en una cuenca de llanura. En este trabajo se han podido identificar zonas
con distinto grado de anegamiento en la cuenca del arroyo del Azul y se ha podido evaluar la
superficie afectada por este fenómeno.
Por otro lado, la relación entre los grados de anegamiento y los tipos de suelo estudiados evidencia
el efecto del agua como factor formador de los suelos y refuerza la confianza en la metodología
empleada para identificar frecuencias de anegamientos.
Entre otras aplicaciones, el método permite cuantificar un factor de riesgo para las prácticas
agrícolas que se intenten realizar en determinadas zonas de la cuenca. De igual modo, los resultados
pueden emplearse para identificar zonas del dominio rural donde se requieren prácticas de
sistematización hidráulica.

Trabajos citados en el texto

BENJAMIN, Y. y H. BRAUN, 2002. John Tukey´s contributions to multiple comparisons.


Research Report, Research Publ. Office, Educational Testing Service, Princeton, New Jersey,
27 pp.
DUNN, O. J., 1974. On multiple tests and confidence intervals. Comunications in Statistics Series.
3: 101-103.
INTA, 1973. Cartas de Suelos de la República Argentina. Centro de Investigaciones de Recursos
Naturales. Castelar, Buenos Aires.
ITC, 1998. ILWIS 2.2. The Integrated Land and Water Information System: User´s Manual.
Computer Dept, International Institute for Aerospace Survey and Earth Sciences. Enschede,
The Netherlands, 511 pp.
RANG, S., J. CISNEROS, A. MILANESIO, H. GIL y A. DEGIOANNI, 1999. Propuesta de
Creación del Distrito de Ordenamiento Ambiental para el área sur de Laboulaye-
Rosales_Leguizamón. Documento Técnico. CONICOR-ADESUR-UNRC, 60 pp.
SPJOTVOLL, E., y M. R. STOLINE, 1973. An extension of the T-method of multiple comparison
to include the cases with unequal sample sizes. Journal of the American Statistical Association.
68: 976-978.
TRICART, J. L., 1973. Geomorfología de la Pampa Deprimida. Base para los estudios edafológicos
y agronómicos. Plan mapa de suelos de la Región Pampeana. XII Colección Científica, INTA.
USUNOFF, E., M. R. VARNI, P. WEINZETTEL y R. RIVAS, 1999. Hidrogeología de Grandes
Llanuras: la Pampa Húmeda. Boletín Geológico y Minero, Volumen 110, No.4: 47-62.

241
ZONIFICACIÓN DE INUNDACIONES MEDIANTE LA PERCEPCIÓN REMOTA Y EL
RELEVAMIENTO VISUAL IN SITU A ESCALAS URBANA Y PERIURBANA:
Identificación de zonas anegadas en el área urbana y periurbana de la ciudad de Azul,
provincia de Buenos Aires.
Por Entraigas, I., Gandini, M. y Varni, M..

Introducción
La distinción entre la hidrología urbana y la hidrología rural resulta cada vez más difícil de
establecer dado la evolución actual de los modos de ocupación del suelo urbano (desarrollo de
zonas periurbanas) y la modificación de los modos de vida. Es razonable pensar que la noción de
hidrología urbana podrá evolucionar progresivamente hacia aquella de la “hidrología humana”, tal
como podría denominarse a la hidrología de medios bajo fuerte impacto antrópico, interesándose
por la parte del ciclo del agua perturbado por las actividades humanas o susceptibles de ser
perturbadas o modificadas de acuerdo a las necesidades de la sociedad (Chocat 1997).
El proceso de urbanización genera un impacto sobre el ciclo del agua debido a la
impermeabilización del suelo (aumento de volúmenes), el aumento de las velocidades del flujo
(disminución de tiempos de traslado), las ampliaciones de canalizaciones sobre los cursos, la
alteración de las vías de desagües y los impactos agudos y acumulativos sobre los cuerpos
receptores. Ese impacto también se observa sobre los mismos ambientes urbanos y ambientes
externos, a través del aumento del riesgo de inundación, el decrecimiento de la calidad de agua
superficial y subterránea, y el incremento de los procesos erosivos en cuencas y cauces (Riccardi
1995).
Ciertas investigaciones se llevan adelante en áreas de estudio que involucran no estrictamente un
área urbana o periurbana, sino sectores que involucran ambas escalas. Tal es el caso del proyecto
“Sistema de soporte para la gestión eficiente de los recursos hídricos en la llanura bonaerense” que
lleva adelante el Instituto de Hidrología de Llanuras, por lo que el objetivo del presente trabajo es
identificar las zonas anegadas en la zona urbana y periurbana de la ciudad de Azul en el último
desborde importante que manifestó el arroyo del Azul, a partir de dos fuentes de información: la
percepción remota y el relevamiento visual in situ de dicho fenómeno.

Materiales y métodos
Identificar las zonas anegadas en áreas urbanas y periurbanas no es tarea sencilla, ya que debido a
las diferencias en el uso de la tierra no hay una única técnica que permita obtener resultados
satisfactorios en ambas escalas. Es por eso que en el presente trabajo se llevó a cabo una conjunción
entre dos técnicas distintas: la percepción remota y el relevamiento visual in situ. El procesamiento
digital de una imagen Landsat 7 ETM+ (NASA - CONAE) fue utilizado para la identificación de
anegamientos en la zona periurbana mediante el módulo Mapslicing del Ilwis 2.2 (ITC 1998) para
la construcción de una máscara binaria; mientras que el relevamiento visual de calles inundadas se
aplicó para la esquematización de la impronta de inundación en el área urbana.

Resultados
En primer lugar, se procedió al análisis digital de la imagen Landsat 7 ETM+ (path 225, row 086)
perteneciente a la visita del 20 de agosto de 2002, justamente el día en que se produjo el pasaje del
pico de la crecida a la salida de la ciudad de Azul. Es una imagen con gran cantidad de nubes (y sus
respectivas sombras) por lo que requirió un tratamiento especial de identificación de patrones en ese
aspecto para su total eliminación (Fig. 1).

242
Figura 1. Imagen Landsat 7 ETM+. El color blanco corresponde a la presencia de nubes, mientras
que los azules intensos y negros se refieren a la presencia de agua o sombra de nubes.

A partir de la banda 4 (750 - 900 nm) se procedió a la captura de aquellos pixels correspondientes a
agua sobre la superficie del suelo con lo que se obtuvo una máscara binaria con valores de 1 para
las zonas inundadas y 0 para aquellas no inundadas. Como se aprecia en la Fig. 2, ésta técnica es
sumamente útil para toda el área periurbana pero, debido a la resolución espacial de la imagen (30
metros) no resulta así para la zona urbanizada.

243
Figura 2. Máscara de agua obtenida a partir de la imagen Landsat 7 ETM+.

Posteriormente, a partir del relevamiento visual in situ en el sector urbano de aquellos lugares hasta
donde había llegado el agua, se elaboró un esquema de la impronta de la inundación en la ciudad.
Estas tareas fueron realizadas por personal de la Sub-Dirección de Hidráulica y Vialidad de la
Municipalidad de Azul (Comparato y Seoane, 2003). Luego, dicha impronta fue digitalizada y
georreferenciada (Fig. 3).

244
Figura 3. Impronta de la inundación en el sector urbano superpuesta al mapa catastral de la ciudad
y a la traza del arroyo del Azul.

Finalmente, se unieron la máscara de agua del área perirbana y la impronta de la inundación en el


área urbana con lo que se obtuvo una identificación de las zonas inundadas en ambos sectores, lo
que constituyó el mapa temático de inundación para el área de estudio (Fig. 4).

245
Figura 4. Mapa final de zonas inundadas en el área urbana y periurbana de la ciudad de Azul.

Conclusiones
Para estudios hidrológicos que contemplan áreas urbanas y periurbanas y que requieren el
conocimiento integral de un evento de inundación, la conjunción entre las técnicas de
procesamiento digital de imágenes satelitales y el relevamiento visual in situ ha demostrado ser de
gran utilidad. Obviamente, la principal limitante está en contar con imágenes muy cercanas a la
ocurrencia del evento y que posean un porcentaje de nubes no muy alto que permita el análisis
confiable de la misma.

Trabajos citados en el texto

CHOCAT, B., 1997. Aménagement urbain et hydrologie, La Houille Blanche, Nº 7, 12-18.


COMPARATO, H. y D. SEOANE, 2003. Inundaciones en Azul y Olavarría. Presentación oral en el
Seminario de Gerenciamiento del Drenaje e Inundaciones en Áreas Urbanas, Tandil.
ITC, 1998. ILWIS 2.2. The Integrated Land and Water Information System: User´s Manual.
Computer Dept, International Institute for Aerospace Survey and Earth Sciences. Enschede,
The Netherlands, 511 pp.
RICCARDI, G., 1995. Problemática de las inundaciones urbanas. Memorias de las I Jornadas de
Saneamiento Pluvial Urbano, Rosario, 77-125.

246
ANÁLISIS GEOMORFOLÓGICO PARA EVALUAR EL RIESGO DE ANEGAMIENTO
EN LAS LOCALIDADES DE CARHUÉ Y GUAMINÍ. PROVINCIA DE BUENOS AIRES
Por González Uriarte, M. y Navarro E.

La creciente instalación humana urbana y rural, el manejo sustentable de los recursos hídricos y la
prevención de riesgos de este origen son factores ambientales de máxima importancia en la
actualidad. En el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, cobra particular presencia el riesgo por
expansión de grandes sistemas lacunares, que amenazan centros urbanos del entorno, que quedan
expuestos al anegamiento progresivo debido al persistente cambio climático hacia una mayor
humidificación. Como un caso especial de estudio se describe la metodología empleada y los
resultados predictivos obtenidos, para el área de cuenca de las lagunas Encadenadas del Oeste.
Desde el análisis geomorfológico se plantea la posibilidad cierta de riesgo, en especial en las dos
ciudades cabeceras, Carhué en el Partido de Adolfo Alsina y Guaminí en el Partido de Guaminí
(Figura 1).

Figura 1. Imagen satelital Landsat TM5 de la región del.Sistema de lagunas Encadenadas del
Oeste. Composición de las bandas 4 (filtro rojo), 3 (filtro verde) y 2 (filtro azul).

247
Morfografía General
Marco regional

De acuerdo a González Uriarte et al (1995) y a Fidalgo et al (1975) se reconocen tres grandes


unidades geomórficas en el área de la cuenca. La Llanura Norventánica (LlVn) que incluye los
faldeos de los cordones de Bravard y Curamalal en los que se establece las divisorias meridional de
las aguas, la Faja Central (FC), que corresponde a la parte más deprimida del paisaje y donde se
sitúa la problemática ambiental de la región, reconocida como depresión radial por Frenguelli
(1950) y Faja Colectora por González Uriarte et al. (1995) (Fig. 2).

Figura 2

La FC que con un ancho promedio de unos 20km, se insinúa desde el oeste en territorio de La
Pampa al conectarse con los valles de Utracán y Maracó Grande, y ya en la provincia de Buenos
Aires abarca parte del Partido de Adolfo Alsina y de Guaminí, siendo en su margen donde se
emplazan las ciudades cabeceras de Carhué y Guaminí. El origen de esta morfología, así como su
evolución, es discutido remitiéndose para una mayor información a los trabajos de Selles Martínez
(1987), Malagnino (1988), González Uriarte et al (1995) y a las citas bibliográficas que ellos
contienen. Finalmente, hacia el norte y con poca significación areal e hidrológica, se extiende la
Llanura Arenosa Occidental (LlAo).

Características climáticas

El clima aéreo de acuerdo a Burgos y Vidal (1951) por su régimen hídrico es subhúmedo seco, con
índice de Thorntwite entre 0 y -20 y mesotermal por su régimen térmico. Harrington (1947) lo
caracteriza por un verano corto, seco y caluroso, seguido de un otoño templado y lluvioso; un

248
invierno frío y muy seco, y una primavera lluviosa con fuertes vientos y heladas tardías. Las lluvias
se distribuyen en forma desigual en el año, presentando dos épocas lluviosas febrero-abril y
octubre-diciembre. A menudo son copiosas y violentas, con una duración de varias horas y aún de
días, lo que provoca importantes escorrentías desde el área serrana, destacándosela por la
abundancia de precipitación, al menos un año por cada década, en lo que fue el siglo pasado.
En la comparación de los registros históricos queda claro que se dan medias anuales próximas a
700mm, pero en años secos pasan a 400 mm y llegan a 1.000 mm en años muy húmedos. Para
Guaminí Scian et al. (1997) en el período 1912-1990 cita una precipitación media de 699 mm y una
evapotranspiración potencial de 1.080 mm, con una relación entre ambas de 0,65 que aumenta a
0,73 para el período 1960-1990. Coinciden con esta interpretación otros autores, caracterizando la
tendencia climática por un atemperamiento de los extremos de precipitación, acompañado de una
persistencia en lluvias anuales superiores a la media del siglo (Selles Martínez, 1987). Este cambio
se refleja en un corrimiento de unos 200 mm en el trazado de las isoyetas anuales, según datos
interpretados por Canziani et. al (1989). También sostienen esta idea Forte Lay et al (1989),
Hoffman (1988) y Scian et al (1997) lo hace para datos de Estación Guaminí durante 1900-1992
estableciendo un incremento de valores medios de 179mm. Destaca además, la sucesión de 22
episodios secos, de los que casi la mitad corresponden a sequías severas y extremas y 20 ciclos
húmedos, de los cuales cerca de un tercio se incluyen como de extrema humedad. A nivel de suelo
este incremento hídrico se potencia en especial en la Faja Colectora por concentrar las escorrentías,
lo que resulta en una acumulación de excesos hídricos que producen la expansión de los cuerpos
lacunares.

Análisis del macro y mesorelieve

El análisis e interpretación del relieve comprende la zonificación de áreas por rangos de altitud
(Mapa hipsométrico) y de inclinación del terreno (Mapa de gradientes). En cuanto a la hipsometría,
las máximas cotas se sitúan en el sur, en las divisorias serranas donde se alcanza 1.015 metros sobre
el nivel del mar (m s.n.m.) en el cerro Curamalal Grande. En el eje de la FC la altura mínima es
próxima a los 85 m s.n.m., en el plano del Lago Epecuén, esto corresponde a un relieve disponible
de unos 900 m en una distancia de unos 50 km.
Respecto de la porción septentrional de la cuenca el relieve disponible no supera los 40 m y los
materiales arenosos hacen muy poco significativa esta área de cuenca para el problema de
expansión lacunar que se analiza. Se pudo constatar también que la cuenca se extiende hacia el
oeste en forma mucho más importante que la estimada tradicionalmente (González Uriarte et al,
1995), condición que duplica el área estimada hasta ese momento.
Con criterio morfográfico se reconocieron 5 clases de tierras por altitud, con intervalos no
constantes, expresadas en m s.n.m. y ordenadas en forma decreciente 1) > a 300, 2) 330 a 200, 3)
200 a 250, 4) 150 a 120 y 5) 120 a 110 y 6) < a 110.
Las clases de mayor altitud se restringen a la porción sur controlado por la estructura del positivo
bonaerense y permiten diferenciar el sistema serrano, su piedemonte y la llanura periserrana. Las
dos últimas categorías se circunscriben a la FC, y la de 110 corresponde a la isolinea que encierra el
sistema de grandes lagunas.
En cuanto a las clases por gradiente el valor se expresa en forma porcentual definiéndose de
acuerdo a la metodología del Manual de Suelos del INTA (1976), correspondiendo a las siguientes
clases límites: 1) mayor a 3%, 2) 3 a 1% 3) 1 a 0.5% 4) <0.5%
Repitiendo la vinculación entre morfología y distribución de las categorías de relieve, se observa
que en la porción norte de la cuenca no es posible un análisis consistente por la presencia de una
marcada topografía medanosa, asociada a los materiales arenosos del sector y que en el sur, si bien
el relieve disponible es muy importante, predominan los gradientes menores al 0.5%, quedando
circunscriptos los valores mayores al piedemonte serrano y a las márgenes de abarrancamiento de

249
las lagunas.

Morfología y funcionalidad hidrológica

El área en consideración corresponde a la cuenca de aportes de las lagunas Encadenadas del Oeste,
que se caracteriza por ser un sistema fluvial parcialmente endorreico, asociado a lagunas terminales
del derrame serrano. Por su funcionalidad cabe clasificarla tanto como cuenca en pendiente, como a
cuenca sin pendiente, en lo que hace a la sección de la Faja Colectora, González Uriarte et al
(1995).
Los numerosos autores que analizaron la cuenca le asignan una superficie del orden del 1.000.000
de hectáreas, según lo resumen Selles Martínez (1987) y también IATASA (1994), pero esto
responde a que sólo se reconoció la zona de aportes superficiales encauzados. Ya Sala 1989, plantea
la posibilidad de una mayor extensión hacia el oeste y González Uriarte et. al. (1995), sitúa la
divisoria occidental en el alto topográfico que controla la dorsal pampeana en Guatraché (La
Pampa), consignando una superficie total de 2.500.000 ha (Fig.2).
Esta reinterpretación define dos áreas con comportamientos hidrológicos diferentes, tanto por la
velocidad del escurrimiento cuando se producen las precipitaciones, como por el comportamiento
subterráneo del escurrimiento del escurrimiento, en la sucesión de ciclos húmedos y secos que
caracteriza la región según lo cita Scian (1997). El análisis sistemático del relieve permitió precisar
divisorias y las áreas morfológicas caracterizadas por comportamientos hidrológicos muy
diferentes, tanto por la modalidad del escurrimiento como por la velocidad de su avance cuando se
producen las precipitaciones.
Debido a la escasa importancia funcional del sector de cuenca situado al norte de la FC, el análisis
se circunscribe a la zona de aportes coincidente con la LlVn. La dirección general y sentido de estas
escorrentías es de sur a norte y forma un patrón ligeramente radial característicos de los diseños de
piedemonte.
El conjunto de escorrentías superficiales comprende a los arroyos Pigüé y Pul que desaguan en el
Lago Epecuén, Del Venado que desagua en la laguna Del Venado, Guaminí y su afluente Malleo
Leufú aportantes a la Laguna del Monte, Cochicó a la laguna Cochicó y por último Curamalal
Grande y Del Pescado y Sauce Corto a la laguna Alsina. Para este sector la respuesta a la lluvia es
rápida con picos de crecidas importantes pero también pasajeros, como lo indican Torrente et al
(1988) y Puricelli (1989) para el arroyo Guaminí, indicando este último un tiempo de concentración
entre 10 y 16 horas para que el pico de crecida recorra dicho sistema (Figs. 3 y 4).

250
Figura 3. Modelo tridimensional correspondiente al Área Crítica.

Figura 4. Modelo tridimensional del sector correspondiente a la laguna Epecuén (Hoja 3763-22),
mostrando las Unidades geomórficas.

251
En el sector occidental ocupado principalmente por la unidad FC, el drenaje es excluyentemente
subsuperficial y lento, característica que crea la necesidad de analizar lapsos plurianuales para
evaluar efectos hidrológicos. Como este fenómeno de migración hídrica es persistente, resulta capaz
de generar cambios en el drenaje interno de los suelos, afectando así la productividad de las tierras.
Ante el ciclo húmedo de las últimas décadas las lagunas situadas en la FC respondieron
expandiendo sus espejos manifestando un comportamiento hidrológico efluente.
Esto lleva a la detección de un área crítica coincidente con las tierras circundadas por una isolinea
que estaría situada entre 110 y 112,5 m s.n.m. La indefinición se genera porque la equidistancia de
la cartografía altimétrica no permite mayor precisión ya que la isolínea 110 m es cerrada y la de
112,5 es abierta, sugiriendo que a esta altitud se produce el trasvase natural de excesos hídricos
hacia el arroyo Vallimanca. Dentro de la zona de endorreismo se emplazan la sucesión de lagunas
terminales que se inicia con el lago Epecuén en el extremo oeste y punto más deprimido,
sucediendo escalonadamente hacia el este, La Paraguaya, Del Venado, La Dulce, Del Monte,
Alsina, hasta terminar en la laguna Inchauspe en el extremo oriental. La transecta de dirección
oeste-sudoeste, este-noreste, coincidente con el alineamiento de lagunas, es evidente el sentido
opuesto de la pendiente local respecto de la regional, según se aprecia en la Fig. 5 (IATASA 1994).

Figura 5. Perfil topográfico del conjunto de lagunas principales. Nótese el escalonamiento de las
mismas de NE a SO.

252
Problemática ambiental y obras de control hídrico

La conjunción de un comportamiento parcialmente endorreico y una variabilidad climática con


sucesión de ciclos secos y húmedos, y el emplazamiento aledaños a los cuerpos de aguas de centros
urbanos de importancia llevó a la necesidad a través del tiempo de generar obras que se supusieron
correctivas en cada uno de esos momentos.
En la primera mitad del siglo creció la Villa Epecuén por la calidad curativa de las aguas del lago
Epecuén, debido a su alto tenor salino, generando una fuerte corriente turística. Con el ciclo seco de
las décadas del ‘40, ‘50 y principio del ‘60, ante el desecamiento del lago Epecuén, se proveyeron
aportes extraordinarios mediante interceptor de escurrimientos que no aportaban al sistema.
Con el siguiente ciclo húmedo, definido a partir de la década del setenta, se reinstala naturalmente
los cuerpos de agua, pero con la continuidad de esta tendencia sumado al aporte del canal
Ameghino, se potencia el fenómeno de anegamiento que culmina con la invasión por las aguas de la
Villa Epecuén y el cementerio de Carhué. Ante esta situación de desastre se planifican obras
interceptoras del trasvase hacia el oeste entre lagunas, siendo el terraplén de Rolito la más
destacada, que evita la llegada de agua al lago Epecuén pero eleva artificialmente el nivel de la
laguna Del Monte, afectando seriamente las edificaciones de la localidad de Guaminí por ascenso
freático
Esta situación de conflicto entre la primera obra, favoreciendo el ingreso de agua al sistema, y las
restantes que tratan de interferirlo se generan una sucesión de confrontaciones judiciales por parte
de los propietarios al gobierno provincial, por lo que se considera un mal manejo regional de las
aguas. A ello se suman desinteligencias entre vecinos y entre gobiernos comunales por el control de
los escurrimientos y la evacuación de los excesos de agua. Al presente, existen terraplenes (Fig. 6)
de interferencia de trasvase entre las lagunas principales, Alsina a Cochicó, Cochicó a Del Monte y
Del Monte-Venado a Epecuén. También se realizó un canal aliviador (Fig. 7) para derivar las aguas
desde la laguna Alsina hacia el sistema del Vallimanca y a partir de la crisis del año 1992 se instaló
un sistema de bombeo (Fig. 8) de la laguna Cochicó a la laguna Alsina.

253
Figura 6. Protección (alteo) construido por la población.

254
Figura 7. Canal Aliviador de trasvase de agua desde la laguna Alsina a la del Tordillo.

255
Figura 8.Sistema de bombas ubicado entre las lagunas Cochicó y Alsina.

Alcances del método de análisis

El impacto que generó la desaparición de la Villa Epecuén en 1985 llevó a un reclamo generalizado
de la población, que tuvo como consecuencia el replanteo de políticas hídricas por parte del
Gobierno Provincial. Hasta ese momento estas políticas se basaron en el análisis y evaluación de
situaciones hidrológicas locales, sin tener conocimiento ni evaluar la funcionalidad general del
sistema. Como consecuencia se procedió al control de excesos hídricos mediante alteos y
canalizaciones, que si bien tenían un efecto localizado, no instrumentaban políticas correctas de
ordenamiento territorial, que llevaran a una solución definitiva a los intereses tanto de la población
rural, como de la urbana para las localidades con riesgo de anegamiento.
Por la falta de datos instrumentales históricos, hidrológicos y climático de lapsos prolongados como
para interpretar tendencias climáticas, las soluciones que se sólo tuvieron un carácter paliativo y
persistiendo al presente los riesgos iniciales, ya que todas las obras se limitaron a un trasvase
dentro del sector de concentración cuando lo que se debió planificar, es la interferencia o captación
de escurrimientos en las partes altas de la misma.
Desde la geomorfología y la interpretación de perfiles en terreno, se puede apreciar la existencia de
antiguas condiciones de anegamiento en las partes bajas del paisaje en un tiempo geológicamente
breve pero que excede en mucho el de información instrumental. Partiendo de idea de ciclicidad
climática y que en la medida en que se amplían los períodos de recurrencia el evento tiende a ser de
mayor importancia con el fin de llegar a conclusiones predictivas correctas se procedió al análisis
geológico regional según la metodología descripta.

256
Del análisis topográfico surgió la delimitación del área de la cuenca y la identificación de las
divisorias, surgiendo aquí la primera gran diferencia al reconocer que el área total es de unos
2.5000.000 ha, cuando tradicionalmente había sido reconocida como del 1.000.000 ha. El segundo
aporte del análisis topográfico sumado a la información obtenida de imágenes, es la subdivisión
interna de la cuenca, en grandes unidades geomórfica con comportamientos hidrológicos diferentes.
Así se definen la vertiente septentrional, identificada como la pampa arenosa, la vertiente
meridional, coincidente con la llanura Norventánica y la zona Central o Faja Colectora donde el
comportamiento es parcialmente endorreico, también donde se emplaza el sistema de grandes
lagunas y donde se ubican las dos poblaciones principales en riego por anegamiento.
En la FC, es característico el escalonamiento de las lagunas en modo opuesto al de la pendiente
regional, quedando en el extremo oeste el lago Epecuén, coincidiendo con las cotas mínimas.
(Fig.5). Resulta obvio que en condiciones naturales los excesos en ciclos húmedos tendían a
concentrarse en la laguna más profunda, es decir en Epecuén, pero esta situación no tiene registro
histórico, si bien se puede deducir geológicamente, que la misma se dio en el último período
húmedo como fue el Platense, que desde el punto de vista de la instalación humana puede
considerarse una época remota, ya que se está hablando de unos 6.000 años antes del presente.
Son indicios que esto ocurrió así, la depositación subácuea que muestran los perfiles en esta área
baja, frente a una dominante depositación eólica para la región. Además, refuerza esta idea, el grado
de salinización máxima que presenta la laguna Epecuén respecto de las otras lo que indica que fue
una laguna terminal de derrame, donde en los períodos secos por evaporación se fueron
concentrando las sales. Esto responde a una funcionalidad natural y en armonía con el sistema
hidrológico, pero el problema nace al instalarse asentamientos urbanos permanentes, en los niveles
susceptibles de ser invadidos por las aguas en los ciclos húmedos.
En la década del 50-60 el lago Epecuén prácticamente estaba desecado y para remediar esta
situación se aportaron artificialmente aguas a través de la construcción del canal Ameghino. A
partir del 70 y continúa en el presente, se instala un ciclo húmedo donde el lago Epecuén a pesar de
las obras de control que interfieren el trasvase natural hacia el oeste, llega prácticamente a cota 100,
con una ganancia de unos 15 metros de agua en el nivel de la laguna.
A partir de 1985 con la desaparición de la Villa Epecuén, sin que eviten en forma efectiva la
concentración de volúmenes en la zona colectora, como debiera hacerlo un proyecto integral de
ordenamiento. Dentro de este lapso de unos 30 años, en los últimos 5 se ha atemperado esta
tendencia de crecimiento lo que lleva a interpretar desde la ingeniería hidráulica que el sistema está
bajo control.
Esto no es así ya que un nuevo ciclo húmedo se está partiendo de una situación muy desfavorable,
con una laguna con nivel hídrico límite, en posición muy baja en el paisaje y saturación freática
muy importante. Esta relación de ciclo y expansión de lagunas, se aprecia muy bien en el análisis
multitemporal de las imágenes, donde se puede correlacionar la expansión de las zonas que
aparecen en tonos negros en la banda del infrarrojo cercano con los datos históricos de pluviosidad
anual. Por último, dado el grado de saturación del sistema y la tendencia climática esperable de
acuerdo al cambio global, el comportamiento hidrológico se torna muy sensible a los cambios lo
que incrementa los niveles de riesgo.

Conclusiones

Al presente existen daños producidos por el anegamiento totales para la localidad que debió ser
evacuada definitivamente en 1985 y el cementerio de Carhué (Figura 9) ambos totalmente bajo las
aguas al igual que el Frigorífico (Figura 10). Las ciudades cabecera de Carhué y Guaminí están
parcialmente afectadas con importante deterioro en la superficie edificada por efectos del ascenso
freático y bajo un riesgo cierto por los terraplenes que endican las aguas a un nivel que supera al
topográfico de sectores ya urbanizados.

257
Figura 9. Cementerio de la localidad de Carhué afectado por la inundación del año 1985.

Figura 10. Frigorífico de la localidad de Carhué. destruido por las aguas.

258
Desde la geomorfología se resaltan las siguientes conclusiones
1- En la cuenca de las Lagunas Encadenadas del Oeste, es diferenciable un Área Crítica,
coincidente con la unidad geomórfica identificada como Faja Colectora, donde es severo el
riesgo ambiental por anegamiento. La superficie comprendida bajo esta condición es de
aproximadamente 81.000Has.
2- Este Área Crítica está definida por una cota de valor incierto entre 110 y 112,5 m s.n.m.
Teóricamente podría ser la cota funcional del Canal Aliviador (110 m s.n.m.), pero ha
quedado demostrado que esta obra no es eficiente, por falta de gradiente, ya que parte de la
laguna Inchauspe (110 m s.n.m.) para llegar a la laguna el Tordillo con igual cota.
3- La manera eficaz de proteger este Área Crítica, es evitar la concentración de aguas en las
mismas y no ordenar o trasvasar volúmenes dentro de ellas. Se pueden diferenciar tres causas
de riesgo que deben ser tratadas en forma particular
4- La primera causa se debe a la posibilidad de una precipitación directa importante sobre la
amplia superficie del área crítica. Esta situación no puede ser controlada.
5- Una segunda causa de riesgo lo constituyen los escurrimientos superficiales organizados del
sector correspondiente a la Planicie Ventánica. Su control es posible a través de la
planificación de un ordenamiento de estas vertientes, que puede ser con pequeñas obras
hidráulicas escalonadas y fundamentalmente forestación
6- La tercera causa de la expansión lacunar es el de ascenso del nivel freático por su
comportamiento influente. Este crecimiento se da con un retardo considerable y no se
conocen caudales ni velocidades de desplazamiento en forma integral para la cuenca. Si bien
se sabe que la velocidad de migración es muy lenta y su efecto se manifiesta por la
permanencia de cuerpos hídricos en períodos de sequía donde la evapotranspiración supera al
aporte. Para este proceso la via más efectiva de control es la forestación para que a través de
la evapotranspiración se contribuya a la depresión del nivel freático.
7- De las situaciones mencionadas surge que el único tipo de aporte factible de control es el
ordenamiento de vertientes en el área serrana y de piedemonte pero que de todos modos no
alcanza a constituirse en una solución del problema.

Trabajos citados en el texto

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clasificación de Thornthwaite. Revista Meteoros 1:3-32.
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bonaerense. VI Cong. Geol. Arg. Relatorio: 104-138. Buenos Aires.
FORTE LAY, J., QUINTELA, O. y PASCUAL, R. 1989. Evolución de las características
hidrometeorológicas de la Llanura pampeana argentina. Coloquio Intern. De Hidrol. De
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FRENGUELLI, J. 1950. Rasgos generales de la morfología y geología de la Provincia de Buenos
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MAPEO GEOMORFOLÓGICO-GEOCIENTÍFICO. Inundaciones en Mar del Plata, Partido


de General Pueyrredón: una visión evolutiva.
Por Martínez Arca, J., del Río, J. L., Bó, M. J., López de Armentia, A. y Camino, M.

Introducción

La mayor parte de la provincia de Buenos Aires, y en especial la zona sudeste, sufre el efecto de
manifestaciones de carácter hidrológico, que en el caso estudiado han sido y son fenómenos
recurrentes en distintas de áreas de la ciudad y del entorno periurbano.
El riesgo de inundaciones en el partido de General Pueyrredón se origina en una combinación
compleja y dinámica entre la vulnerabilidad de los asentamientos humanos y la peligrosidad
geológica.
Si bien riesgo y peligrosidad son frecuentemente utilizados como sinónimos este último término se
aplica más específicamente a la probabilidad de ocurrencia de un evento o proceso indeseable sin
considerar los efectos negativos o daños que pueda producir. El riesgo se compone entonces de dos
aspectos, uno es el agente activo que provoca o puede provocar el hecho o evento de deterioro o
daño, que denominamos peligrosidad, y el elemento pasivo, que es donde este peligro se concreta,
que lo denominamos vulnerabilidad.
El presente trabajo analiza la evolución del riesgo de las inundaciones en el partido de General
Pueyrredón y desde una perspectiva local en su ciudad cabecera, Mar del Plata.
A partir de estudios anteriores, que definieron un mapa de peligrosidad de inundaciones regional de
escala 1:50.000 (del Río et al 1998), se ha realizado un análisis evolutivo tendiente a cuantificar el
incremento de la superficie afectada por estos procesos naturales y antrópicos que definen el riesgo
de inundaciones y anegamientos, como resultado de la expansión urbana carente de planificación y
potenciada en la actualidad por procesos de inmigración interna.
Es posible advertir como el desarrollo urbano ha tenido como modelo incorporar y ocupar
indistintamente áreas con niveles de peligrosidad de inundaciones sumamente variable. Esto ha

260
dado como resultado condiciones de riesgo diferenciales entre los distintos barrios de la ciudad,
hecho que queda en evidencia repetidamente en el lapso considerado (1879-2003).

Ubicación y Características del área de estudio

La zona de estudio está situada en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, entre los paralelos 37º
41' 55" y 38º 14' 47" Sur, y los meridianos 58º 2’ 48” y 57º 31’ 1” Oeste. Abarca una superficie de
1453 km2 que corresponde a la jurisdicción del Partido de General Pueyrredón cuya ciudad
principal es Mar del Plata. (Figura 1)

Figura 1. Mapa de ubicación

261
Clima

El clima del sudeste de la Provincia de Buenos Aires es de tipo "templado-húmedo", según el


esquema de Köppen o del tipo “subhúmedo-húmedo, mesotermal, con pequeña o nula deficiencia
de agua”, según el método de Thornthwaite (Burgos y Vidal, 1951).
Las condiciones climáticas que conducen en general a estos escenarios se pueden resumir en unas
pocas condiciones tal como expresa Celemin (1984)

Vientos Fuertes (temporales)


• Líneas de inestabilidad.
Viento del Sudoeste (Pampero) • Centro baja presión al SE de Mar del Plata y del Uruguay;
anticiclón en Córdoba o provincias vecinas.
Viento Sur • Depresión el E del Uruguay y Anticiclón en el centro de
Argentina.
Viento Sudeste (Sudestada) • Onda frontal en Entre Ríos, Corrientes o en el Uruguay; alta
presión en la Patagonia.

Geología y geomorfología del área de estudio

El área de estudio presenta un esquema estratigráfico relativamente sencillo, conformado por un


basamento cristalino aflorante en la Sierra de Valdez, sobreyaciendo a este basamento se apoyan en
discordancia estratos eopaleozoicos ortocuarcíticos de la Fm Balcarce (Dalla Salda e Iñíguez,
1979), sobre los que se deposita en relación discordante un paquete sedimentario Cenozoico de
origen continental.
Las Sierras Septentrionales, constituyen un conjunto de montañas de bloques definidas por tres
sistemas de fallas que se interceptan entre sí con predominio de fracturación directa, desplazamiento
vertical dominante y basculación suave (Teruggi et al., 1973, 1974). Las rocas del Basamento y las
ortocuarcitas están afectadas por 3 y 4 sistemas de diaclasas respectivamente y cuyos rumbos son
groseramente coincidentes con los de las fallas, excepto el cuarto que resulta aproximadamente
horizontal en concordancia con la estratificación (Mauriño et al., 1981).
El Partido de General Pueyrredón se caracteriza por un relieve suave y relativamente monótono, en
el que sobresalen las sierras antes mencionadas y lomas periserranas de baja altura, conformando la
divisoria regional de aguas y generando dos vertientes claramente definidas al norte y sur
respectivamente.
Desde el borde occidental del Partido, en que se encuentran las mayores altitudes de la zona, las
serranías van perdiendo altura y los afloramientos, exclusivamente de ortocuarcitas, se van
desdibujando en un conjunto de lomas apenas cubiertas por sedimentos cuaternarios para terminar
como colinas bajas en la costa en Punta Mogotes, Punta Cantera, Cabo Corrientes-Punta Piedras y
el Bloque de Punta Iglesia.
La denominada llanura eólico-fluvial (del Río et al., 1995) se extiende en la vertiente septentrional.
Las pendientes poseen gradientes poco significativos (0,2 a 0,3 %). En general los cursos fluviales
presentan valles apenas pronunciados, con barrancas bajas. Este ambiente se caracteriza por
presentar numerosos bajos alargados a sub-redondeados, que en general sólo se interconectan en
épocas de lluvias importantes.
En la zona sur predominan lomas con control tectónico y la llanura ondulada (del Río et al., 1995).
Los flancos de los valles son de pobre expresión. Los cauces suelen ser angostos y poco profundos,
en algunos casos con bajos elongados en sus nacientes. Las divisorias son amplias, excepto en la
zona serrana.

262
La zona de análisis particular de este trabajo presenta como rasgos destacables bajas pendientes y
una red de drenaje con escasos cursos permanentes. Camino y Martínez (1995) definieron y
jerarquizaron quince cuencas de drenaje, cuyos cursos permanentes y sus características más
relevantes aparecen tabulados a continuación (Tabla 1):

Nombre Vertiente Nº de Uso de suelo Estado y alteraciones


respecto al eje orden antrópicas
serrano
Los Cueros Norte 4 Rural Abierto
Seco Norte 5 Rural Abierto
Santa Elena Norte 4 Rural/periurbano Abierto
Los Patos Norte 4 Rural Abierto
Camet Norte 4 Rural Abierto
La Tapera Norte 4 Rural/periurbano/ Abierto, modificada la
urbano traza del curso y la
desembocadura
El Cardalito Norte 5 Urbana/ Entubado en la cuenca
periurbana media e inferior
Del Tigre Norte 3 Urbano Entubado
Las Chacras Norte 5 Urbana/ Entubado en la cuenca
periurbana media e inferior
Del Barco Norte 4 Urbano Entubado
Corrientes Sur Rural/periurbano/ Rectificado
urbano
Lobería Sur 4 Rural/periurbano Abierto, modificada su
desembocadura
Seco Sur 4 Rural Abierto
Chapadmalal Sur 5 Rural/periurbano Abierto, endicado en su
desembocadura
Las Brusquitas Sur 4 Rural Abierto

Tabla 1. Arroyos del partido de General Pueyrredón con sus características físicas actuales y el
entrono de su ubicación.

Metodología

Distintas fuentes de información han sido consultadas para establecer el desarrollo histórico del
proceso de riesgo en la región. A tal fin se recolectaron datos cartográficos, fotográficos y de
fuentes periodísticas Esto ha permitido generar un modelo conceptual para la zona que abarca
desde los fines del siglo XIX al momento actual.
El tipo climático correspondiente a la zona de estudio se lo consideró en líneas generales constante
para el lapso analizado.
El modelo usado para el estudio regional evolutivo de las inundaciones, se basó en un estudio
previo plasmado en un mapa de peligrosidad geológica a las inundaciones (del Río, et al 1998) de
corte paramétrico, con cinco clases de peligro incremental: muy bajo, bajo, moderado, alto y muy
alto, construido mediante la aplicación del Sistema de Mapeo de Santander (Cendrero y Díaz de
Terán, 1987). Se utilizó un modelo de datos espaciales raster, con un tamaño de celda de 200 m de
lado y escala de trabajo 1:50000, utilizando el programa MAC4 (Bó y Martínez Arca,1993). Los
parámetros considerados para el caso de la peligrosidad fueron los mapas de inventario de la Carta

263
Ambiental del Partido de General Pueyrredón (del Río et al, 1995): Geomorfología, Litología, Red
de Drenaje, Capacidad de Uso de Suelos, Isoprofundidad de Agua Subterránea, Pendientes,
Vegetación y Exposición.
En el presente trabajo se realizó la reclasificación del mapa de peligrosidad para obtener una
máscara binaria con las categorías alta y muy alta iguales a 1 y el resto con el valor 0. Se
vectorizaron nueve cortes históricos de la mancha urbana de la ciudad de Mar del Plata
correspondientes a los años 1874, 1920, 1935, 1952, 1957, 1967, 1974, 1977 y 1988 y la actual.
Esta información fue superpuesta mediante la operación “producto” con la máscara antes
mencionada, procediéndose a calcular las áreas urbanas bajo amenaza en cada corte histórico y a
reconocer los factores geomorfológicos preponderantes en el proceso local
Con el fin de mejorar la interpretación de los datos se realizo un análisis de detalle, centrado en la
zona urbana. Se ingresaron por medio de una mesa digitalizadora (Summagrid V), las entidades
gráficas que representan las trazas de los arroyos presentes en la zona de estudio antes de ser
afectados por el proceso de urbanización, con una escala de trabajo de 1:10.000, Esto fue posibles
merced a la existencia de cartografía histórica correspondiente a los años 1874, 1935 y 1988.
Estos datos fueron contrastados con información histórica y periodística sobre barrios inundados en
un lapso que abarca desde comienzos del siglo XX hasta la fecha. La digitalización y
georreferenciación ha permitido la superposición de distintas capas de información, para obtener la
superficie total afectada por inundaciones y anegamientos, estableciéndose una clasificación
preliminar de las zonas inundadas.

RESULTADOS

Contexto Social y Económico

Esta región del sudeste bonaerense ha sido el asentamiento permanente de pobladores y actividades
económicas cada vez más complejas desde antes del año 1874. Desde aquel entonces un estilo de
desarrollo económico creciente ha sido el signo predominante de la región, en sus orígenes con el
predominio de las actividades ganaderas e industrias relacionadas, seguidas luego por una villa
balnearia junto a actividades pesqueras, hasta la urbe actual con actividades ampliamente
diversificadas y una población estable de 564.056 habitantes (INDEC, 2001), que se triplica en los
meses de verano.
En los tiempos de su fundación el pueblo de Mar del Plata se asentó en las márgenes del arroyo de
las Chacras. Las mejores zonas, tanto desde el punto de vista estético como desde el punto de vista
de la seguridad para las inundaciones se ocuparon tempranamente. En consecuencia muchos de los
asentamientos posteriores se situaron en zonas de bajas pendientes locales o regionales, muchas de
las cuales revelan dificultades de drenaje superficial o son lisa y llanamente anegables.
En la actualidad los habitantes de los nuevos asentamientos marginales son mayoritariamente
inmigrantes internos de escasos recursos. Su presencia en el área no obedece a planificadas políticas
de redistribución poblacional, sino a la resultante de políticas económicas que condenan las
economías regionales y provocan la expulsión de los habitantes por severas contracciones de los
niveles de vida y consumo. Ante ese panorama, tentados por apetecibles condiciones laborales se
producen desplazamientos de las zonas más pobres hacia otras más prósperas o hipotéticamente
más prósperas.
En el período desde 1947 hasta 1980, la movilidad territorial interna en el caso puntual de Mar del
Plata alcanzó en su componente poblacional un 56,8% (Golpe, 1993). Datos de la Dirección de
Estadística de la Municipalidad de General Pueyrredón revelan que sólo entre 1975 y 1980 se
asentaron en el partido 52.000 personas mientras que en el periodo 1980 - 1990, los migrantes
fueron 86.000. Una gran parte de estos inmigrantes internos, tal como suele acontecer en otros

264
escenarios semejantes (Herzer, 1990; Federovisky, 1990) se asientan en zonas periurbanas con
servicios deficitarios o inexistentes construyendo barrios de densidad media a alta, a menudo en
terrenos anegables, propiciando un proceso de conurbación con los conflictos y riesgos ambientales
que esto conlleva.
La conformación territorial resultante del partido de General Pueyrredón, revela un esquema radial
convergente en el área urbana de Mar del Plata que se extiende de sud-sudoeste al nor-noreste
cortando el sistema de avenamiento regional que se dispone del oeste al este.
El proceso de crecimiento urbano duplicó la superficie urbanizada y densificó el área central de la
ciudad de Mar del Plata, especialmente a partir del año 1948 con la Ley de Propiedad Horizontal,
proceso que fue acompañado con el incremento poblacional y el desarrollo de las actividades
industriales como la construcción, la alimentación, el tejido, la pesca y el turismo.
Este desarrollo de la ciudad ha digerido y asimilado tanto parcelas dedicadas originalmente a
explotaciones agrícolas intensivas y extensivas, como antiguas zonas mineras y ladrilleras, con una
reasignación de uso predominantemente residencial. En este proceso se han ocupado bajos,
planicies de inundación de arroyos e incluso cauces.

Eventos climáticos destacables

Una rápida revisión de los registros hidro-meteorológicos de una decena de localidades ubicadas
dentro del Partido de General Pueyrredón y zonas adyacentes, permite determinar que el período
más lluvioso coincide en general con el primer trimestre del año, mientras que el más seco resulta
esencialmente julio-agosto y en menor proporción agosto-setiembre. En general, el verano y el
otoño son las estaciones más húmedas, mientras que el invierno resulta ser la más seca (Cionchi,
1997).
Por otra parte, el análisis comparado de los valores pluviométricos indica claramente que en
general, los módulos anuales muestran una nítida tendencia a incrementarse, especialmente cuando
se consideran períodos veinteñales, con algunas irregularidades, esa tendencia se manifiesta
también en los períodos decenales.
Así por ejemplo, en el caso de la Estación Mar del Plata-Mar del Plata Aero (S.M.N.), cuyo módulo
anual histórico en el período 1901-1994, es de 853 mm, presenta para el veinteño 1901-1920, una
media de 752 mm, que se incrementa a lo largo del siglo, para alcanzar en el veinteño 1971-1990 un
valor de 924 mm anuales. Idéntico comportamiento, aunque con períodos de registros menos
prolongados presentan las Estaciones Balcarce EEA-INTA (período 1928-1997) y Ea. La Serrana
(período 1937-1997), entre otras (Cionchi, 1997).
Si bien no se cuenta con el registro continuo de precipitaciones de frecuencias horarias, del análisis
de la información periodística se ha podido establecer una secuencia de eventos catastróficos desde
el primer decenio del siglo XX hasta comienzos del año 2003. En todo ese lapso se han registrado
un total de 84 eventos que ocasionaron inundaciones y anegamientos que originaron incluso la
evacuación de barrios completos con altos costos para el erario publico y las personas directamente
involucradas.
Un análisis de estos mismos datos para los últimos 30 años (Archivo Diario La Capital), donde la
calidad de la información histórica es superior, nos permite establecer que:
1. En el decenio 70-80 se registraron 8 inundaciones con rangos de precipitaciones que
fluctúan desde 15 mm caídos en media hora hasta 214 mm en un día.
2. En el decenio 80-90 se registraron 28 inundaciones con niveles de pluviosidad mayores que
los del decenio anterior con vientos fuertes y un total de 224 evacuados.
3. En el período 1990-2000 se registraron un total de 32 inundaciones de las cuales 6 de ellas
tuvieron evacuados. Cabe destacar que en 1992 con el record histórico de lluvia de 300 mm
hubo 2.600 evacuados y en 1998 entre el 14 y 17 de abril se registraron 1500 evacuados con
suspensión de clases durante una semana y rutas de acceso a la ciudad cortadas.

265
A partir del 2001 se llevan registradas 9 inundaciones (hasta marzo 2003), de las cuales 4
inundaciones involucraron evacuaciones de personas.
La lectura de estos datos nos lleva al resultado evidente de que el fenómeno de las inundaciones
lejos de estar en disminución, sigue aumentado.

Estimación diacrónica de la Peligrosidad regional

A partir del mapa de peligrosidad (del Río et al, 1998) obtenido por medio de la metodología
geocientífica reclasificado y con el mapeo de los cortes históricos de la evolución de la mancha
urbana de Mar del Plata y zonas periurbanas y extraejidales se ha podido estimar que:
1. En 1874 al momento de la fundación de la ciudad, la zona con peligro de inundaciones se
circunscribía a 16 hectáreas situadas en la cuenca baja y desembocadura del arroyo de Las
Chacras.
2. En 1920 la superficie con peligro alto a muy alto de inundaciones alcanzaba 60 hectáreas
situadas en la cuenca del mismo arroyo y en parte en la zona de la desembocadura del
arroyo El Barco, hoy totalmente obliterado.
3. En 1935 el área urbana con peligro alto y muy alto de inundación era de 104 hectáreas,
donde en particular se involucra tanto parte de las cuencas de los arroyos El cardalito, Las
Chacras y El Barco como bajos tectónicos.
4. En la década del 50, existen dos cortes históricos, 1952 y 1957, donde la extensión de la
ciudad llegaba a 3.256 y 4.320 hectáreas, de los cuales 168 y 192 hectáreas respectivamente
se encuentran en zonas con peligro alto y muy alto de inundaciones, al extenderse la mancha
urbana sobre las cuencas de los arroyos anteriormente mencionados
5. En el corte de 1967 con una superficie urbanizada de 5.564 hectáreas, el área con riesgo de
inundación alcanza a 244 hectáreas.
6. Los datos de la década del ‘70 muestran en principio un rápido crecimiento urbano a lo largo
de todo el decenio. Las superficies con condiciones de peligrosidad alta y muy alta fueron de
328 hectáreas en 1971 y de 360 hectáreas en 1977. La ciudad ya consolidada y expandida
ocupó áreas sensibles de las cuencas de los arroyos mencionados anteriormente,
incorporándose las cuencas de La Tapera, El Tigre y Chapadmalal, así como numerosos
bajos tanto tectónicos como sedimentarios.
7. En 1988 el área con peligro alto y muy alto se estimó en 436 hectáreas y en el año 2000 en
1.180 hectáreas donde se incluyen las área urbanizadas del sector de bajos correspondiente a
la zona norte del partido.

En la siguiente figura se puede observar la superficie ocupada por la ciudad y la superficie


urbanizada con peligro de inundación. Las curvas de regresión exponencial ajustada nos indican que
ambas se rigen por el mismo tipo de crecimiento exponencial.

266
Figura 2. Incremento de las superficies urbanizadas y áreas con peligro de inundación estimadas.

Estimación del riesgo a nivel ejidal

En el mapa de la Figura 3, se pueden advertir que las zonas con peligrosidad alta y muy alta
coinciden con los cursos de agua correspondientes a la Tabla 2 y con la zona de bajos que se
encuentran en la parte norte del partido.
Sin embargo este mapa regional no explica en su totalidad las inundaciones periódicas que sufren
numerosos barrios de la ciudad de Mar del Plata.
A los fines de establecer cuales eran las condiciones de amenaza originales se utilizaron mapas
históricos que presentan las condiciones de la red de drenaje en los tiempos de la fundación de la
ciudad (1879), en las primeras décadas del siglo XX (1935) y fotos aéreas (1988) a escala 1:10.000.
Estos mapas representan la condición natural original del territorio analizado, un paisaje hoy
totalmente obliterado por la sobreimposición urbana.
En el área ejidal se ha podido advertir, que la red de drenaje original pese a haber sido en muchos
lugares directamente obstruida, continúa siendo un elemento totalmente activo en el proceso de
inundaciones.
El examen resultante permite advertir claramente cuatro situaciones diferentes que son disparadoras
del riesgo de inundaciones en la trama urbana:
1. Urbanización de antiguos cursos fluviales y llanuras de inundación.
2. Alteración del escurrimiento superficial por interferencia con calles y avenidas
sobreelevadas respecto al nivel del terreno.
3. Urbanización de bajos de génesis eólica en ambientes de llanuras.
4. Urbanización de bajos de génesis tectónica en ambientes de lomas.

267
Figura 3. Superposición del crecimiento urbano (cortes históricos) con las áreas de peligrosidad
estimada alta y muy alta

El mapa obtenido (Fig. 4) a partir de la clasificación anterior permite visualizar las areas inundables
asociadas con el tipo de inundaciones y en la Tabla 2 se observan las superficies y barrios de las
zonas afectadas. Es posible advertir como distintas zonas recurrentemente inundables se asientan
directamente sobre antiguas líneas de drenaje. Estas áreas alcanzan preponderantemente a una
superficie de 719,34 hectáreas.
Otros sitios anegables se relacionan con bajos tectónicos, como la denominada olla del puerto y de
la terminal que involucran una superficie de hasta 99,33 hectáreas.
Finalmente se encuentran una 76,83 hectáreas anegables periódicamente vinculadas a antiguos
bajos y zonas deprimidas desarrolladas por procesos exógenos cuaternarios. A estas áreas tiende a
sumarse la interrupción del flujo superficial por construcción de vías primarias de accesibilidad
(avenidas y calles) sobreelevadas respecto al nivel general del terreno con desagües seguramente

268
insuficientes o subdimensionados que totalizan un área de 252,51 hectáreas.

Causa de Inundación Área (m2) Barrios


Urbanización cauces y llanura 56.061 Aeropuerto
Alteración escurrimiento por calles y avenidas 2.373.341 Los Pinares, Constitución

Bajo Eólico 478.278 El Pino


Urbanización cauces y llanura 321.343 Libertad
Bajo Eólico 48.229 180
Urbanización cauces y llanura 2.714.114 Gral Dorrego, J. Newbery
Alteración escurrimiento por calles y avenidas 76.897 San Cayetano

Urbanización cauces y llanura 2.161 Sarmiento


Urbanización cauces y llanura 121.642 Nueva Pompeya
Urbanización cauces y llanura 2.795.769 B. Roldán, Autódromo,
G. Belgrano, Las Américas
Urbanización cauces y llanura 98.952 B. Rivadavia
Bajo tectónico 389.255 Terminal
Bajo Eólico 174.553 San Antonio
Urbanización cauces y llanura 488.883 El Mirador, Las Heras
Bajo Eólico 67.201 Fortunato de la Plaza
Alteración escurrimiento por calles y avenidas 74.862 Las Avenidas

Urbanización cauces y llanura 51.466 Termas Huincó


Bajo tectónico y Urbanización cauces y llanura 120.193 Puerto (La Olla)

Bajo tectónico 604.061 Faro Norte

Tabla 2. Causas de las inundaciones urbanas, barrios y áreas inundadas.

269
Figura 4. Clasificación de las inundaciones en el área ejidal de Mar del Plata.

Discusión y conclusiones

Se advierte que las zonas con alto riesgo de inundación se originan en la obliteración del paisaje por
urbanización de cursos fluviales y llanuras de inundación, interferencia con calles y avenidas
sobreelevadas respecto al nivel del terreno del escurrimiento superficial y ocupación de bajos de
génesis eólica y tectónica.
Las inundaciones y los anegamientos están relacionados directamente con la extensa planicie, de
muy baja pendiente regional atravesada por valles poco profundos y angostos labrados por los

270
principales arroyos. La presencia de bajos de origen sedimentario y en menor medida tectónico
sumado a una freática somera son condiciones incrementales de la amenaza de inundaciones y
anegamientos. Mientras las inundaciones se relacionan con desbordes de arroyos y cursos de agua
intermitentes; los anegamientos responden a la acumulación excesiva de agua en áreas con drenaje
centrípeto y dificultades severas de infiltración y escurrimiento.
En la actualidad las inundaciones y anegamientos recurrentes en la ciudad de Mar del Plata son
fenómenos previsibles en función de la desaprensión de las distintas autoridades en orientar un
crecimiento urbano en concordancia con la limitantes que impone la naturaleza.
Los inconvenientes y desastres que ocurren no parece que tiendan a disminuir en el futuro, toda vez
que nuevos asentamientos marginales se realizan en zonas que ya han sido cartografiadas como
inundables.
La mayor recurrencia de los fenómenos climáticos catastróficos parecen no ser el resultado directo
de un cambio climático sino de un cambio en la vulnerabilidad en el área estudiada.
Los arroyos que atraviesan la ciudad, en algunos casos canalizados con un diámetro insuficiente
para los caudales a descargar durante lluvias intensas, junto con la impermeabilización producida
por la urbanización, provocan inundaciones en las zonas bajas de la ciudad y en particular en las
zonas periurbanas.
Sin negar el origen natural de las inundaciones, existe un marcado consenso en considerar que estos
problemas ambientales surgen básica y prioritariamente de la alta vulnerabilidad de los
asentamientos humanos, y en especial de los de carácter precario, “como consecuencia de la
fragilidad de las estructuras económicas y sociales” (Caputo et al. 1985).
Este enfoque nos permite coincidir con Herzer (1990), cuando afirma que estas disfunciones y
problemas resultan de “la formación de un tipo de ciudad-región que combina las peores
consecuencias de un crecimiento físico incontrolado”.

Agradecimientos

Deseamos expresar nuestro agradecimiento a la Sra. Susana Scandali, que nos facilitó el acceso a
los archivos del diario local La Capital.

Trabajos citados en el texto

BÓ, M.J. y J. MARTÍNEZ ARCA, 1993. MAC: Un programa para la generación y visualización de
Mapas de Actividades. Primera Reunión sobre preparación y uso de Mapas Temáticos,
Publicación Especial de la Asociación Argentina de Geología Aplicada a la Ingeniería 1:166-
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BURGOS, J.L. y A.L. VIDAL, 1951. Los climas de la República Argentina según la nueva
clasificación de Thornthwaite. Revista Meteoros 1:3-32.
CELEMÍN, A., H.1984. Meteorología Práctica. Edición del autor. 313pp. Mar del Plata
CENDRERO A. and DIAZ DE TERAN, J.R., 1987. The environmental map system of the
University of Cantabria, Spain. En P. Arndt and G. Lüttig (eds.) Mineral resources extration,
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CIONCHI, J.L., 1997. Las reservas de agua subterránea disponibles en el Partido de General
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MGP-OSSE - 1/97. Mar del Plata, 15pp
DALLA SALDA E IÑIGUEZ RODRIGUEZ., 1979. “La Tinta”, Precámbrico y Paleozoico de
Buenos Aires. VII Congreso Geológico Argentino. Actas I:539-550.
DEL RÍO J.L., BÓ M.J., MARTÍNEZ ARCA J. y V. BERNASCONI.(eds.) 1995. Carta Ambiental

271
del Partido de General Pueyrredon,. Universidad Nacional de Mar del Plata - Municipalidad del
Partido de General Pueyrredón., Tomo 1 y 2, 229 pp
DEL RÍO, J.L., OTERO, A., MÜLLER, M.L.L., MANOLIDIS, N., BÓ. J. Y MARTÍNEZ ARCA,
1998. Riesgo ambiental por inundaciones en el Sudeste de la Provincia de Buenos Aires (El
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DIARIO LA CAPITAL, 1970-2003 Artículos del archivo histórico. Mar del Plata
FEDEROVISKY, S, 1990. Influencias de la urbanización en un desastre: El caso del área
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Medio Ambiente y Urbanización. Año 8 (Número especial) Nº 30, 31-50.
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HERZER, H.Y., 1990. Los desastres no son tan naturales como parecen. Desastres y Vulnerabilidad
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TERUGGI, M.E., SPALLETTI, M.E. y L. DALLA SALDA, 1973. Paleosuelos en la Sierra de
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región de Balcarce. Revista de Asociación Geológica Argentina 29(3):265-276, Buenos Aires.

EVALUACIÓN GEOMORFOLOGICA DE LA AMENAZA POR CRECIENTES


REPENTINAS. Predicción de los efectos de la creciente histórica que afecto a la ciudad de
Mina Clavero el 10 de noviembre de 1993.
Por Barbeito, O. y Ambrosino, S.

INTRODUCCIÓN

El 6 de enero de 1992 una crecida repentina de CARÁCTER EXTREMO, afectó la localidad de


SAN CARLOS MINAS en las Sierras de Córdoba, ocasionando importantes daños y pérdidas de
vidas humanas.
La magnitud, dinámica y alcance de tal crecida, tomó TOTALMENTE DESPREVENIDOS, tanto a
pobladores, como a los organismos encargados de la defensa Civil. No obstante las características
GEOLÓGICAS y GEOMORFOLÓGICAS analizadas en imágenes satelitales y fotografías aéreas
antecedentes, indicaban claramente la ocurrencia de eventos similares en un pasado geológico muy
reciente, hecho además, corroborado por datos históricos.
Frente a la cierta probabilidad de repetición de eventos de similares características, autoridades de
poblaciones serranas, entre las que se cuenta la Ciudad de Mina Clavero, plantearon la necesidad de
evaluar la situación de amenaza a la que estaban expuestas, ante dicha probabilidad.
A pedido del municipio se realizó el presente trabajo seleccionado como representativo, utilizando
como base primordial, el criterio GEOLÓGICO-GEOMORFOLÓGICO mediante el uso de las
técnicas de la FOTOINTERPRETACIÓN Y TELEDETECCIÓN y la corroboración y ajuste de la
información obtenida, sobre la base de chequeos de campo y la recopilación y análisis de datos
históricos. Como resultado se obtuvo una carta de amenaza de inundaciones repentinas indicativa de
la dinámica y alcance de las inundaciones, poniendo especial énfasis en las de carácter extremo.

272
La información cartográfica fue entregada al municipio con anterioridad a la creciente extrema que
tuvo lugar el 10 de noviembre de 1993, cuya dinámica y alcance se especificaban claramente en el
contenido de la misma, lo que posibilitó la mitigación por la acción de los organismos encargados
de la Defensa Civil, jugando un papel relevante la concientización de la población
(autoevacuación).
Esto deja en claro la alta utilidad del empleo del criterio geológico-geomorfológico para la
detección y prevención de eventos hidrológicos extremos, mas teniendo en cuenta que en las áreas
estudiadas, los datos hidrológicos, meteorológicos, etc. son insuficientes tanto en forma espacial,
como temporal.

UBICACIÓN GEOGRÁFICA Y CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL ÁREA DE


ESTUDIO

Las Sierras de la Provincia de Córdoba (Figura 1) se localizan entre los 30° y 34° de latitud sur y
los 63° y 65° de longitud oeste, constituidas por tres lineamientos norte-sur de bloques elevados por
efecto de fallas regionales: el cordón Oriental, el cordón Central y el cordón Occidental.

66° 65° 64°


a
dob
Cór

31° 31°
de

Córdoba

32°Área de 32°
Sierras

trabajo

50 km

66° 65° 64°

Figura 1

En el cordón Central con altitudes por sobre de los 2.000 m.s.n.m (Sierras de Comechingones,
Cumbres de Achala y Sierras Grandes), tienen nacientes los principales sistemas hidrológicos de
la Provincia, según cuencas de recepción de carácter torrencial del orden de los 300 a 500 km².
El medio receptor de estas cuencas, se caracteriza por la predominancia de relieve fuerte con
accidentes frecuentemente asociados a la tectónica (escarpes, cornisas, quebradas. etc.) y la
marcada predominancia de un basamento cristalino antiguo (metamórfico-plutónico) que soporta
coberturas residuales someras o discontinuas que alternan con elevados porcentajes de roca
desnuda.
La vegetación natural condicionada por la altitud y la exposición geográfica, es en los niveles
inferiores de tipo arbóreo y arbustivo de densidad variable según la geología del sustrato geológico

273
y en los niveles medios y superiores, de tipo arbustivo y herbáceo respectivamente, condicionada su
densidad también por el aspecto geológico (Barbeito O.; Herrero M. y Ambrosino S. 1994).
Por su parte las condiciones climáticas se ajustan a parámetros de semiaridez, con precipitaciones
medias del orden de los 1000 mm anuales y concentración de lluvias en el periodo octubre-marzo.
El uso actual dado la baja aptitud de los suelos, se limita a la actividad forestal (coníferas) y a la
ganadería extensiva, en gran parte limitada por la topografía accidentada.
La energía del relieve, conjuntamente con la baja permeabilidad de los materiales geológicos de
superficie y la insuficiente protección hidrológica que ofrece la vegetación por condicionamiento
natural, a la vez disminuida por la alteración por efecto de incendios periódicos, sumado a la
ocurrencia e tormentas convectivas severas por acción del efecto orográfico, predisponen al
ambiente a una alta tendencia a la generación de crecientes repentinas de magnitud. (Barbeito O.;
Herrero M. y Ambrosino S. 1994).
La Ciudad de Mina Clavero (Figura 2) que constituye uno de los centros turísticos mas importantes
de la Provincia, se localiza al pié de la vertiente occidental abrupta del cordón Central (Cumbres de
Achala), a la márgenes del colector principal de la cuenca de recepción, inmediatamente a la salida
del bloque montañoso. Las particularidades naturales ligadas a la generación de las crecientes
repentinas descriptas adquieren aquí, la mayor significación, hecho que se corrobora con los
antecedentes históricos. (Barbeito O. y Ambrosino S. 1993).

Figura 2

OBJETIVOS

Los objetivos del presente trabajo dentro del marco de las estrategias para el manejo de las
amenazas naturales, estuvo dirigido a detectar y evaluar las áreas bajo amenaza de crecientes
repentinas, en particular de carácter extremo, a los efectos de contar con las bases para las acciones
de mitigación, partiendo de la premisa que las medidas previas a la ocurrencia de los desastres,
entre las que se incluyen la evaluación de la amenaza, son las más efectivas en términos de costo y
tiempo de aplicación para reducir el número de fatalidades y la destrucción de propiedades (OEA -
DDRMA 1991).

274
METODOLOGÍA DE ANÁLISIS Y MAPEO

El análisis, evaluación y mapeo de la amenaza, se realizó a partir del empleo del criterio geológico
y geomorfológico y la utilización de las técnicas de la teledetección y fotointerpretación, con el
correspondiente control de campo.
La información temática se obtuvo del análisis de imágenes satelitales (cuartos de imagen) a escala
1:250.000 en banda 7 del año 1983 y fotografías aéreas a escala aproximada 1:20.000 y 1:5.000 del
año 1970 y como base topográfica, se utilizaron las Hojas Mina Clavero y Panaholma a escala
1:50.000 editadas por el Instituto Geográfico Militar (IGM).
La metodología empleada consta de dos niveles interactivos: un primer nivel regional y un
segundo nivel de semidetalle y detalle. En el primer nivel mediante el análisis de las imágenes
satelitales, considerando la cuenca hidrográfica en su conjunto, se realizó el reconocimiento,
definición, caracterización y mapeo de los aspectos con mayor participación en la tendencia a las
crecidas repentinas considerando: clases litológicas dominantes de acuerdo a los parámetros ligados
a la permeabilidad (génesis, estructura, grado de rocosidad, texturas, etc.); sistema de drenaje a
nivel de cuenca y subcuencas; unidades geomorfológicas definidas en base a su inclinación y
distribución de las pendientes naturales; vegetación natural, según fisonomía y densidad de
cobertura; y uso actual., incluyendo el cálculo y análisis de las formas planas y verticales de la
cuenca (áreas, perímetros, formas, pendiente medias, etc.). Los datos temáticos fueron volcados a
mapas a escala 1:100.000.
Por su parte en el segundo nivel considerando la población y su entorno próximo, se efectuó un
análisis de fotointerpretación estereoscópico a nivel de semidetalle y detalle, centrado en el
reconocimiento, definición y caracterización de las formaciones geológicas, los ambientes y
unidades hidrogeogeomorfológicas, con especial énfasis en las trazas y elementos indicativos de la
dinámica de las inundaciones y las situaciones de inestabilidad actuales y potenciales, ligadas a la
tendencia evolutiva de la erosión de márgenes (estrangulamientos de meandros, desbordes en
paleocauces, etc.).
La información obtenida en gabinete fue chequeada en campaña, mediante un exhaustivo control
in-situ y ajustada en base a la obtención y análisis de información histórica.

RESULTADOS

Características de la cuenca hídrica y tendencia a la generación de crecientes repentinas.

La Ciudad de Mina Clavero se comprende en la cuenca del río de Los Sauces de carácter endorreico
y régimen de escurrimiento pluvial permanente, hasta el embalse de La Viña, a partir de donde
luego de un breve recorrido se insume en los materiales permeables (fluviotorrenciales) que
rellenan los bolsones occidentales de la Provincia de Córdoba (Olsacher J. 1972).
Las subcuencas de los ríos Mina Clavero y Panaholma que la componen, conforman el área de
recepción del sistema. La primera se conforma por lo ríos Del Sauce, Las Manzanas y Hondo,
abarcando el conjunto una superficie de 175 km² hasta el centro de la ciudad homónima. El cauce
principal desde las nacientes (2.262 m.s.n.m), hasta el centro de la población (880 m.s.n.m), tiene
una longitud de 17 Km, lo que resuelve una pendiente media de 5,41%. Por su parte la segunda, la
conforman los ríos Los Hornillos, Laguna Verde y San Lorenzo, abarcando el conjunto una
superficie de 425 km². El cauce principal (Laguna Verde) tiene nacientes a una altitud de 2.270
m.s.n.m. y un recorrido de 57 km hasta la confluencia con el río Mina Clavero (pendiente media
2,36 %) (Barbeito O. y Ambrosino S. 1993).
De la confluencia de ambas subcuencas, se genera el río de los Sauces que surca la depresión del
valle de San Alberto, flanqueada al este por los bloques de las Cumbres de Achala y al oeste por
los de las Sierra de Pocho.

275
El paisaje geomorfológico donde tienen desarrollo las áreas de recepción, corresponde a la
vertiente occidental de las Cumbres de Achala (Cordón Central, ver mapa Nº 1), genéticamente
relacionado a rechazos o abruptos de falla compuestos, según bloques descendientes en gradería por
efecto de un sistema principal de fallas morfogenéticas N-S, particularidad que resuelve un relieve
enérgico manifiesto en frecuentes cornisas, quebradas profundas y laderas de fuerte inclinación.
El material geológico está representado por una intrusión ígnea regional (batolito de Achala), en el
que predomina netamente la roca granítica con intrusiones de carácter pegmatítico y aplítico
(Olsacher J. 1972; Gordillo, C. E. y Lencinas, A. N. 1979), sobre la que evolucionaron coberturas
residuales muy someras y discontinuas que alternan con porcentajes de roca desnuda superiores al
50%., (Barbeito O.; Herrero M. y Ambrosino S. 1981)
Los procesos evolutivos del paisaje dada las condiciones litológicas y climáticas, se limitan a la
disgregación granular (arenización), a la fragmentación en bloques y a procesos de gravedad, según
caídas libres rápidas circunscriptas a quebradas o afloramientos de diques y filones, siendo la
crioclastía y la fuerte amplitud térmica diurna debido a la altitud, los agentes responsables.
La vegetación se representa por pastizales de altura muy discontinuos en los niveles superiores y
por un mosaico de arbustal abierto con sustrato de pastizales discontinuos y monte abierto de bajo
grado de cobertura, en los medios, en ambos casos, supeditada a la presencia de coberturas
residuales alternantes con altos porcentajes de roca desnuda. Vegetación arbórea densa (monte
serrano) se limitada solo a quebradas con condiciones de microclima.
La energía del relieve y el tipo litológico dominante (granito), resuelven la neta predominancia de
unidades definidas por la mínima permeabilidad y máxima inclinación de los terrenos.
Esto conjuntamente con las formas planas y verticales del sistema de drenaje (ver cuadro 1), el bajo
grado de protección hidrológica que brinda la vegetación natural, a lo que se le suma la ocurrencia
de tormentas convectivas por el efecto orográfico, determina una alta tendencia a la generación de
crecientes repentinas.

Formas planas y verticales.

CUENCA A. Km² P. Km L. Km PM% D.D KC FF


área de la perímetro longitud pendiente km/km² coeficiente factor de
cuenca de la cuenca del curso media densidad de de forma
principal drenaje compacidad
RÍO MINA
175 70 24 5,41 3,94 1,49 0,29
CLAVERO
RÍO
425 109 57 2,36 3,11 1,50 0,13
PANAHOLMA

CUADRO 1

Condiciones geológicas y geomorfológicas de la Ciudad y su entorno y su relación con el grado


de amenaza

La ciudad de Mina Clavero y su entorno en la baja pendiente de la escarpa tectónica de los bloques
que integran las Cumbres de Achala, se localiza en el entorno próximo de la confluencia de los ríos
Mina Clavero y Panaholma, a partir de donde se genera el río de Los Sauces que corre por la
depresión estructural del Valle de San Alberto.
En dicho ambiente las condiciones geológicas y geomorfológicas juegan un rol fundamental en la
dinámica y alcance que adoptan las inundaciones asociadas a las crecientes repentinas.
El río Mina Clavero a la salida del bloque central de las Cumbres de Achala, luego de un corto
recorrido (3.5 km.), atraviesa la zona urbana controlado por efecto de una falla longitudinal en

276
primera instancia OE y luego N-S, sobre cuyo trazo confluye frontalmente con el río Panaholma.
En este tramo la energía de relieve resuelve fuerte competencia y capacidad de carga de la corriente,
lo que se evidencia con el escaso material aluvional en el curso y frecuente afloramiento del
basamento cristalino en el fondo del lecho (granito). supeditada a la presencia de coberturas
residuales alternantes con altos porcentajes de roca desnuda
En estas condiciones el curso por encajamiento, no ha generado un típico lecho de inundación,
actuando como tal sobre la margen derecha, un nivel de terraza de erosión labrada en el basamento
con una débil cobertura de material aluvional actual.
En este tramo fluvial la dinámica de las crecidas está regida por el control y encajamiento que
producen las fallas, lo que limita el desarrollo lateral de las ondas de crecida, pero incrementa
notablemente el vertical, que adquiere en el sector avance frontal y fuerte poder destructivo.
En lo que respecta al río Panaholma, este a la salida del bloque de la sierra, recorre 19 km en
ambiente de valle hasta el área urbana asentada en la confluencia con el río Mina Clavero, hecho
que involucra una pérdida en la competencia y capacidad de carga con aumento en la deposición
aluvional. El curso con bajo grado de encajamiento, corre flanqueado por niveles de terraza a ambas
márgenes.
Tales condiciones a diferencia del río Mina Clavero posibilitan desbordes laterales ante la
ocurrencia de inundaciones de magnitud, en partes regidos por el trazo de brazos de crecidas, con
mayor significación hacia la margen derecha, antes de la confluencia con este.
Aguas abajo de la confluencia en el ámbito del valle, ya en el río de los Sauces, la situación
geomorfológica e hidrológica es diferente. El curso por disminución de la energía de relieve pierde
competencia y capacidad de carga y aumentan los procesos de aluvionamiento, adoptando el flujo
diseño meandriforme hasta la desembocadura en el Embalse La Viña, diseño que rige la progresiva
ampliación del valle por erosión lateral de márgenes, incluyendo por encajamiento niveles de
terraza.
Aquí a diferencia de los tramos antecedentes, la dinámica y alcance de las crecientes repentinas
están fuertemente condicionados por el diseño meandriforme, en particular en crecientes extremas,
con sobrepaso de curvas meándricas, desbordes laterales en la partes internas e intensa erosión de
márgenes asociada, en las externas.
En el tramo urbano del río De Los Sauces las condiciones geológicas tienen fundamental
participación en la tendencia evolutiva del amplio meandro que describe. Al comienzo de este en
la zona de la confluencia de los ríos Mina Clavero y Panaholma, el curso corre encajado sobre rocas
graníticas del basamento cristalino, lo que imposibilita la tendencia de la erosión de márgenes ,
situación que cambia aguas abajo, en donde el río pierde este control, corriendo enteramente sobre
material aluvional de fondo y márgenes.

Zonificación y elaboración de la carta de amenaza por inundaciones.

El análisis de los datos fotogeológicos y fotogeomorfológicos a nivel de detalle en las áreas


urbanas y periurbanas, conjuntamente con la recopilación, selección y análisis de datos históricos y
brindados por antiguos pobladores, posibilitó zonificar las áreas bajo amenaza, en base a la
dinámica de las inundaciones y a su recurrencia, de acuerdo a la siguiente clasificación (ONU. 1976
modificada):
Zonas sin amenaza de inundación: comprenden aquellos terrenos que no están afectados por acción
del río y solo lo están, por cuencas laterales poco significativas, que no entrañan riesgo para bienes
y personas.
Usos y restricciones: no existen restricciones y solo para los planes de uso deben considerarse
características geotécnicas, relieve, escurrimiento pluvial, etc.
Zonas con amenaza de inundación: comprenden los terrenos que en mayor o menor medida están
afectados por acción del río y que en base a la posición geomorfológica que ocupen y la actividad

277
fluvial se distinguen:
1 - Zonas de Alta amenaza. Desde el punto de vista geológico y geomorfológico y la recurrencia
con que se producen las crecientes, se distinguen dos subzonas:
Sub-Zona (a) - Comprende el ámbito del Lecho Ordinario (zona prohibida) claramente evidenciado
tanto del punto de vista geológico (arenas, gravas, rodados, etc.), como geomorfológico (riberas
claras), en donde las crecientes repentinas tienen recurrencia anual. Usos y restricciones: solo aptas
para balnearios, solarium y recreación.
Sub-Zona (b) - Comprende los terrenos incluidos dentro del ámbito del lecho de inundación
periódico que se activa con recurrencias entre 5 y 10 años cuando los caudales superan la capacidad
de transporte del lecho ordinario. Usos y restricciones: en base a la marcada actividad hídrica del
ambiente, no es recomendable la residencia permanente de personas ni la instalación de obras de
infraestructura en general, sin la debida planificación (puentes, líneas eléctricas, tuberías de gas,
etc.) y solo son recomendables para recreación, campos de deporte, etc.
En el ámbito del lecho de inundación episódico cuya actividad está ligada a la ocurrencia de
crecientes de alta recurrencia y carácter extraordinario, el aspecto hidrodinámico regido por las
condiciones geomorfológicas, permite diferenciar dos zonas en base al poder destructivo de las
aguas de crecida y la amenaza que implican.
2 - Zona restringida. La dinámica fluvial se caracteriza por el avance frontal de la crecida con
fuerte poder destructivo. La omisión de esta situación por parte del hombre debido a la alta
recurrencia con que estos sectores se activan, potencian la amenaza y el riesgo.
3 - Zona de baja amenaza. Se incluyen los sectores en donde la dinámica fluvial se caracteriza por
la expansión lateral de las aguas de crecida (curvas internas) con predominancia de situaciones de
anegamiento con bajo poder destructivo de las crecientes. Usos y restricciones: Es en estas zonas
del ámbito fluvial en donde las medidas previas al evento, entre las que se destaca la evaluación de
la amenaza, adquieren mayor significación. La zonificación y concientización de la población,
juegan un papel fundamental en la mitigación, al posibilitar la autoevacuación.

Dinámica de la inundación de noviembre de 1993 y su correspondencia con la carta de


amenaza preliminar. (Barbeito O. y Ambrosino S. 1993).

En la noche del 10 de Noviembre y la madrugada del 11 de 1993, una tormenta de carácter


convectivo afectó con mayor magnitud e intensidad la vertiente occidental de las Cumbres de
Achala, en la zona que tienen sus nacientes los ríos Nono y Mina Clavero. El milimetraje ponderado
en la alta cuenca, en base a registros de las zonas aledañas, fue de 165 milímetros en tres horas, lo
que certifica la ocurrencia de un fenómeno de magnitud, alcanzando el pico de la creciente un
caudal estimado de 2.200 m³/seg. (DIPAS).
De una evaluación realizada en campaña con posterioridad al evento, quedó en evidencia la
activación total del lecho de inundación periódico y del lecho de inundación episódico del río Mina
Clavero, hasta la confluencia con el río Panaholma, y totalmente el lecho periódico y parcialmente
el episódico, aguas abajo de dicha confluencia en el río de Los Sauces, unidades estas definidas y
mapeadas claramente como zonas de amenaza en el estudio preliminar.
Aguas abajo de dicha confluencia estas unidades si bien se activaron, no alcanzaron los límites
definidos, lo cual con seguridad está indicando que en el río Panaholma el fenómeno meteorológico,
no alcanzó la misma magnitud que en la cuenca del río Mina Clavero.
Es importante destacar, en base al análisis de las características de la cuenca, que el estado de
alteración de la misma, tuvo escasa participación en la magnitud que alcanzó la creciente, dado que
mas del 90 % de su superficie, corresponde a terrenos de muy baja aptitud (clase VIII), hecho que
restringe su uso a áreas de conservación de flora y fauna o recreación. Esto, a la vez se refuerza
mediante las evidencias fotogeológicas y fotogeomorfológicas, que indican claramente la dinámica
fluvial del pasado geológico reciente, cuando la cuenca se encontraba en estado natural.

278
ALCANCE Y DISCUSIÓN DE LOS RESULTADOS

Es importante señalar que la definición de áreas inundación en base a el empleo de las técnicas de la
teledetección y fotointerpretación, no pueden relacionarse por sí misma directamente con las
probabilidades de repetición, lo cual debe evaluarse mediante estudios hidrológicos específicos. No
obstante en zonas en donde no es suficiente la información de base en ese sentido, como así
también, de índole meteorológica, las áreas de inundación delineadas mediante la aplicación de
estas técnicas y mediante el empleo del criterio geologico-geomorfologico, conjuntamente con
datos históricos sobre inundaciones, permiten relacionar las posibilidades de ocurrencia de un
evento, en corto plazo, bajo costo y suficiente precisión.
El uso de fotogramas aéreos y la visión estereoscópica, posibilitan definir con claridad los distintos
componentes de los ámbitos fluviales, como así también, la dinámica de las aguas en períodos de
crecientes mediante el análisis de patrones y trazas característicos, tanto de carácter periódico, como
episódico. A la vez permite evaluar la tendencia evolutiva fluvial y las situaciones potenciales de
amenazas asociadas (estrangulamientos, cambios de curso, etc.)
La aplicación de esta técnica en una primera etapa complementada con acciones de alerta temprana,
cubre enteramente las acciones de prevención. Suministra información que involucra la seguridad
de propiedades, vidas de vecinos y turistas y brinda la base de partida para la acción de los
organismos encargados de la Defensa Civil.
Su empleo significa corto tiempo de ejecución, bajo costo y suficiente precisión y a mas de cubrir la
etapa de evaluación de la amenaza, constituye una base de información de alta utilidad para los
planes de ordenación de cuencas hídricas, por cuanto brinda conocimiento integral referente a la
naturaleza del terreno y los procesos dinámicos que en el actúan
Los datos meteorológicos, hidrológicos y geomorfológicos, certifican el carácter extraordinario del
evento atmosférico del 10/11 de Noviembre de 1993 que dio lugar a la creciente histórica que afectó
a la población de Mina Clavero, cuya dinámica y alcance quedó claramente manifiesta en la
cartografía preliminar de amenaza oportunamente entregada a las autoridades, lo que demuestra la
alta utilidad de la metodología empleada para su obtención.

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

• El sistema hidrológico del río de los Sauces en su conjunto, presenta alta tendencia a la
generación de crecientes repentinas severas por condicionamiento natural, en respuesta a la
fuerte energía del relieve condicionada por el aspecto tectónico, la baja permeabilidad del
sustrato rocoso de carácter cristalino, las formas planas y verticales del sistema de drenaje, el
bajo grado de regulación que ofrece la vegetación natural por condición natural y/o alteración, a
lo que se le suma la ocurrencia de tormentas convectivas severas favorecidas por el efecto
orográfico.
• La conjunción de tales aspectos determina el mayor grado de amenaza en el caso de la
subcuenca del río Mina Clavero, en donde a las márgenes del colector principal de la alta
cuenca de recepción, inmediatamente a la salida del cuerpo de la sierra e ingreso al valle, se
localiza la Ciudad homónima.
• Dicha población enfrenta un riesgo de consideración frente a la ocurrencia de crecientes
repentinas, en particular de carácter extremo, que deviene enteramente de una inadecuada
planificación sin la consideración de las unidades y elementos hidrogeomorfológicos que
conforman el ámbito fluvial y rigen la dinámica y alcance de las crecidas..
• El tramo urbano del río Mina Clavero y el entorno próximo de su confluencia con el río
Panaholma, involucran el máximo grado de amenaza, debido al corto tiempo de retorno por su
distancia a la salida del sistema de recepción (3,5 km.) y a la dinámica fluvial que implica

279
significativo desarrollo vertical y fuerte poder destructivo por avance frontal de las ondas de
crecida, a diferencia del tramo urbano del río Panaholma, con tiempo de retorno mas largo, por
su mayor distancia al sistema de recepción (19 km) y menor desarrollo vertical de las ondas de
crecida por pérdida de encajamiento.
• En el tramo urbano sobre el río De Los Sauces, la amplitud del valle fluvial disminuye en
alguna medida el grado de amenaza por inundación, pero adquiere relevancia la amenaza por
erosión de márgenes asociada a la tendencia evolutiva fluvial asociada al diseño meandrifrome.
• La información lograda debe divulgarse mediante planes específicos y generales dirigidos a los
organismos públicos y privados, en particular a los encargados de la Defensa Civil (ubicación y
reubicación de centros estratégicos, planes de evacuación, asistencia, etc.) y a la población en
general. Esto ultimo mediante acciones de concientización que posibiliten la autoevacuación.
• En una segunda etapa la información lograda debe ser complementada con estudios hidrológicos
específicos dirigidos a establecer la recurrencia de los fenómenos, lo que posibilitará establecer
las pautas para el deslinde entre el uso público y privado y establecer las restricciones de uso
definitivas del territorio.

Trabajos citados en el texto

BARBEITO, O; HERRERO, S. y AMBROSINO S., 1983. “Geomorphological Study of San Carlos


Minas Catastrophe. Cordoba Province. Argentine”. Anales del Primer Simposio de Recursos
Hídricos do Cone Sul. Gramados. Brasil.
COQUE. R. 1983. Geomorfología. Editorial Omega.
OEA/DDRMA. 1991. Desastres, Planificación y Desarrollo. Manejo de amenazas naturales para
reducir los daños, p.80.
GORDILLO, C.E y LENCINAS, A.N. 1979. Sierras Pampeanas de Córdoba y San Luis. II
Simposio de Geología. Rep. Arg. Vol. Y. Acad. Nac. de Ciencias de Córdoba
OLSACHER, J.; 1972. Descripción de la Hoja 21h, Cerro Champaquí 1:200.000. Servicio Nacional
Geológico Minero. Boletín 133.

LA INFLUENCIA DE LAS AGUAS SUBTERRÁNEAS EN EL ANEGAMIENTO DE UN


SECTOR DE LA LLANURA PAMPEANA EN LA REPUBLICA ARGENTINA
Por O. Tujchneider, M. D'Elia, M. Paris y, M. Pérez

Resumen

En este trabajo se analiza la influencia de las aguas subterráneas en un problema de anegamiento


regional que comprende a un sector de la “llanura pampeana” argentina.
Las condiciones hidrogeológicas extremas, prolongadas en el tiempo, que padece la región han
derivado en graves afectaciones a la infraestructura urbana y rural y en la generación de conflictos
entre estados provinciales y la comunidad involucrada.
El área objeto de este estudio hidrogeológico cubre una superficie de aproximadamente 20.000km2,
abarcando sectores de las provincias de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires.
Dentro de la región afectada se ha estudiado en particular la cuenca de la laguna La Picasa, por su
incidencia en el funcionamiento del sistema hidrológico y por tratarse del área con mayor nivel de
conflictividad.

280
Características generales del área de estudio

El área objeto de estudio cubre una superficie de aproximadamente 20.000km2 abarcando los
sectores suroriental de la provincia de Córdoba, sudoccidental de la de Santa Fé, y noroccidental de
la de Buenos Aires, en la República Argentina y forma parte de un gran ambiente fisiográfico
denominado llanura pampeana. Está comprendida entre los 34° y 35° de Latitud Sur y entre los 62°
y 64° de Longitud Oeste (Figura 1).

Figura 1

281
La llanura pampeana es una extensa planicie herbácea que se extiende por casi toda la provincia de
Buenos Aires, Este de la provincia de La Pampa, y centro y Sur de las provincias de Córdoba y Santa
Fe. Está limitada al Oeste por el sistema de las Sierras Pampeanas y al Este por el litoral marítimo de
la provincia de Buenos Aires y el valle inferior del río Paraná.
El relieve topográfico es suavemente ondulado y decrece de Oeste a Este con muy bajo gradiente,
desde aproximadamente la isohipsa de cota 100m hasta cotas muy próximas al nivel del mar.
En el área de estudio el paisaje está integrado por un extenso campo de paleodunas longitudinales
aplanadas con orientación predominante SO-NE, separadas por bajos de anegamiento temporario y
lagunas permanentes. La disposición transversal de estas geoformas, en relación con la pendiente
topográfica regional, constituye el mayor impedimento al escurrimiento superficial dado que no existe
una red de drenaje natural jerarquizada, ya sea de cursos de agua permanentes o temporarios. En la
imagen Landsat, reproducida en la Figura 2, se destacan los rasgos morfológicos descriptos.
El clima es de tipo templado húmedo, con temperaturas medias anuales del orden de 16°C, y
precipitaciones anuales medias que decrecen de Este a Oeste entre 1000mm y 500mm.

Figura 2

282
Estado actual del sistema hidrológico
En el área de estudio, la construcción de cunetas, canales y terraplenes ha tenido una influencia
significativa sobre la dinámica hídrica en estado natural, debido a las bajas pendientes del sistema. Por
otra parte, la degradación de los suelos en la región es el resultado, principalmente, de la modificación
de las prácticas agronómicas ocurrida en gran parte de la pampa húmeda desde comienzos de la década
del '70. Esta modificación consiste, básicamente, en un crecimiento de la superficie agrícola en
detrimento de la ganadera y en una sobreexplotación del suelo con prácticas intensivas de dobles
cultivos anuales.
Con anterioridad a estas modificaciones, la dinámica hídrica del sistema era la siguiente: durante
lluvias de baja a mediana magnitud, los bajos y lagunas recibían el escurrimiento proveniente de las
áreas adyacentes y luego el agua se evaporaba y/o infiltraba desde las zonas deprimidas. Para estas
condiciones, predominaban las transferencias verticales de agua (por precipitación, evaporación e
infiltración) sobre el escurrimiento. En casos de períodos húmedos prolongados con lluvias de gran
magnitud, los bajos y lagunas satisfacían su capacidad de almacenamiento, se producían desbordes
y se originaban líneas de escurrimiento relativamente concentrado hacia aguas abajo hasta la laguna
La Picasa, cuerpo de agua receptor final.
En los últimos años, el estado hidrológico de la región se fue tornando cada vez más crítico, con
mayores extensiones inundadas y períodos más prolongados de anegamiento.

Objetivos del estudio


En el contexto ambiental descripto precedentemente, el estudio tuvo por finalidad: conocer las
condiciones geohidrológicas regionales, analizar la evolución de la superficie freática en función de las
precipitaciones y evaluar los condicionantes geomorfológicos a posibles soluciones mediante drenajes
artificiales, determinando la real incidencia actual de las aguas subterráneas en el anegamiento de un
sector de la llanura pampeana argentina. Para ello se tomó como área representativa a la laguna La
Picasa, localizada en el epicentro de la zona más afectada.

Geohidrología
La parte superior de la columna estratigráfica de interés para este estudio comprende Formaciones
geológicas del Cuaternario.
En la base de la secuencia se presentan sedimentos limosos, arcillosos y arenosos, con delgadas
intercalaciones calcáreas; el conjunto tiene tonalidad pardo verdosa y fue depositado bajo condiciones
climáticas húmedas y semiáridas alternadas.
La parte superior está integrada por sedimentos predominantemente arenosos. Estos sedimentos
corresponden a lo que se conoce como "gran mar de arena", un paleodesierto originado durante el
Pleistoceno Superior que cubrió una superficie de aproximadamente 300.000km2 (Iriondo y Krohling,
1995).
La secuencia descripta permite diferenciar a un subsistema hidrogeológico "basal", constituido por
limos y a otro “cuspidal”, integrado por depósitos de arena eólica fina. Las arenas tienen espesores
variables entre pocos metros hasta algo más de 10m en la gran loma de "Diego de Alvear", emplazada
como cerramiento oriental de la Laguna La Picasa.
Ensayos por bombeo realizados en algunas localidades de la región, proporcionaron valores de
transmisividad (T) de 80 a 220m2/día y de coeficiente de almacenamiento (S) que varían entre 1,3*10-2
y 2,4*10-3 (Díaz, 1997 a, b y c).
El acuífero contenido en el subsistema basal es de carácter regional y portador de aguas cloruradas
sódicas de mediana a elevada salinidad.
En cambio, las paleodunas del “mar de arena” constituyen reservorios con agua dulce,
predominantemente bicarbonatadas cálcicas y sódicas. En algunos casos, como ocurre en Diego de
Alvear, estos acuíferos son de alto rendimiento y constituyen las fuentes para la provisión de agua
potable, un bien escaso en la región.

283
La morfología de la superficie potenciométrica es de tipo radial divergente, acompañando a la
topografía del cuerpo. El sentido general del escurrimiento subterráneo es de Oeste a Este.

Análisis de las fluctuaciones de la superficie freática en función de las precipitaciones


Dos de las autoras de este trabajo, D'Elía y Tujchneider, realizaron en 1994 el estudio “Variación de
una serie de niveles freáticos y su relación con las variables climáticas”. En el mismo utilizaron la
serie de precipitaciones mensuales para el período 1903-1994 y los registros de profundidad del nivel
freático para el período 1913-1989 (con interrupciones) de la estación Laboulaye, ambos parámetros
registrados por la agencia de extensión del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Además, utilizaron la serie de temperaturas proporcionada por el Departamento de Climatología del
Servicio Meteorológico Nacional (SMN) para el período 1941-1989, para realizar el balance hídrico
seriado.
Los resultados obtenidos en ese estudio permiten establecer las siguientes consideraciones:
ƒ La precipitación media anual es de 783,8mm; la anual mínima se registró en 1929 con 376 mm y
la máxima en 1976 con 1287 mm. La Figura 3 muestra la variación anual de las precipitaciones
en la estación Laboulaye para el período considerado. En ella se puede apreciar que en la
primera mitad del siglo veinte las precipitaciones fluctuaron entre 400 y 1000 mm y que a partir
del inicio de la década del '50, las mismas varían entre 600 y 1200mm, evidenciando un
incremento en los extremos de aproximadamente 200mm. Del mismo modo se puede apreciar
que en el lapso de los 90 años analizados se pasa de un período predominantemente seco a un
período hiperhúmedo, tal como se observa en la Figura 4 que representa los desvíos
acumulados de las precipitaciónes anuales respecto de la precipitación media para todo el
período.

Precipitaciones anuales
Estación Laboulaye
Período 1903-1993
1400

1200

1000

800
Pa (mm)

600

400

200

0
03

07

11

15

19

23

27

31

35

39

43

47

51

55

59

63

67

71

75

79

83

87

91
19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

Años

Figura 3

284
Desvíos acumulados de las precipitaciones anuales
Estación Laboulaye
Período 1903-1993

500

0
3

1
0

9
19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19
-500
Desvíos acumulados (mm)

-1000

-1500

-2000

-2500

-3000
Años

Figura 4

ƒ La Figura 5 muestra la profundidad del nivel freático en función del tiempo. En ella se puede
observar una serie de picos y valles, con la particularidad que la tendencia general del registro es
ascendente. En efecto cada uno de los períodos graficados se distingue del anterior por una
ubicación cada vez más elevada en la vertical. Por ejemplo, para el período 1916-1926, los
niveles freáticos se encontraban a una profundidad promedio de 5,23m; entre 1930 y 1950 a
5,91m; durante 1959-1969 a 4,22m y por último, entre 1980 y 1989, los niveles ascendieron a
una profundidad media de 2,25m. En la serie analizada la profundidad del nivel freático más
baja fue de 7,34m en agosto de 1984 y la más alta, 1,26m en mayo de 1980.

285
Profundidad del nivel freático
Estación Laboulaye
Período 1913-1989

-1
Profundidad del nivel freático (m)

-2

-3

-4

-5

-6

-7

-8
1913

1918

1923

1928

1933

1938

1943

1949

1954

1959

1964

1969

1974

1979

1984

1989
Meses/Años

Figura 5

ƒ Del análisis del balance hídrico seriado, se pueden distinguir 4 períodos: los períodos 1941-1952
y 1962-1974 presentan una alternancia entre años con déficits y excesos; los períodos 1952-1962
y 1974-1988 corresponden a series de años con excesos, en correspondencia con la variación
temporal de los niveles freáticos.
ƒ Asimismo se realizó una correlación entre la profundidad del nivel freático y los desvíos
acumulados de la precipitación respecto de la precipitación media a paso mensual. Esta
correlación arrojó buenos resultados. Por otra parte la correlación entre la profundidad del nivel
freático y las diferencias acumuladas entre la precipitación y la evapotranspiración potencial a
paso trimestral fue muy buena, evidenciando una relación directa entre las variaciones de los
niveles freáticos y el arco atmosférico del ciclo hidrológico.

Cabe destacar que las causas de muchos de los cambios que han afectado a una amplia superficie de la
región pampeana, han sido estudiados ampliamente por varios especialistas en climatología (Burgos;
Canziani y Forte Lay, entre otros).

Análisis de los condicionantes geomorfológicos y la relación entre el agua superficial y


subterránea
Como se ha descripto precedentemente y puede apreciarse en la imagen Landsat reproducida en la
Figura 2, la superposición de geoformas relictuales de un ambiente desértico sobre una gran red de
paleodrenaje integrado, determina que el drenaje superficial encauzado sólo se comience a percibir
cuando asciende la capa freática. Esto ocurre por el crecimiento y unión de pequeñas lagunas alojadas
en antiguos valles semidescubiertos por la erosión eólica, tal como se percibe claramente en el sector
NE cubierto por la imagen. Además, en mapas isopiécicos regionales las líneas equipotenciales
insinúan un comportamiento efluente de la superficie freática en coincidencia con los paleocauces.

286
Caso de estudio: laguna La Picasa

Con el propósito de analizar con mayor detalle la problemática hídrica descripta anteriormente, se
tomó a la laguna La Picasa como área representativa para evaluar las entradas y salidas de agua a este
cuerpo. Esta laguna se encuentra situada pocos kilómetros al Este de la ciudad de Rufino y está
limitada en su margen oriental por el gran cuerpo de arena Diego de Alvear y constituye la zona de
mayor conflicto ya que su expansión ha producido numerosas externalidades económicas.
Se determinaron entonces la magnitud de los volúmenes aportados por vía subterránea, por la principal
vía superficial, según el mayor volumen aforado y por las precipitaciones en el transcurso de los años
hidrológicos: setiembre 1997-agosto 1998 y setiembre 1998 - agosto 1999.

Entrada por vía subterránea


Sobre la base de un mapa equipotencial a escala regional y de las características hidrogeológicas e
hidráulicas formacionales, se efectuó la cuantificación estimativa de los aportes subterráneos a la
laguna La Picasa provenientes desde el Oeste, sudoeste y noreste, a través de la capa freática.
No se dispone de información como para efectuar una estimación del aporte subterráneo a la laguna
proveniente del gran médano de Diego de Alvear. Posiblemente el aporte de esta procedencia sea
mayor que el anterior pero de gran irregularidad temporal, especialmente en períodos de lluvias
importantes.
De este modo, adoptando un valor de conductividad hidráulica media de 5m/día (Diaz, op.cit.), un
gradiente medio calculado de 0,45m/km, una sección de entrada de 15m de potencia y una longitud de
45000m, medidos sobre la equipotencial de 105m que bordea a la laguna, se tiene:

T = 75m2/día
i = 0,00045
l = 45000m
Q (m3/día) = T*i*l = 1519m3/día = 0.02m3/seg

Entradas por vía superficial


Aforos realizados en mayo de 1999, registraron caudales de aportes superficiales, provenientes desde
Rufino hacia La Picasa, de 50m3/seg.

Entradas por precipitación


Para el cálculo de los volúmenes de agua ingresados a la laguna por las diferentes vías fueron
realizados midiendo la cota de la curva topográfica que definía su borde, al comienzo y al final de cada
año hidrológico,
La precipitación media de los últimos años en la región es de 1.000 mm y se midieron 1.240 mm de
evaporación en tanque.
Al inicio del año hidrológico 1997/1998, el borde de la laguna se registró a cota 99,2m, con un
volumen de 52,7 Hm3. Al finalizar este año hidrológico, en agosto de 1998, la cota fue de 101,8m y el
volumen de 318,5 Hm3, es decir, que el incremento durante el año hidrológico fué de 265,8Hm3. En
este período se registraron lluvias de 1.600 mm en Laboulaye, en el extremo Oeste del área bajo
consideración y 1.300 mm en Lazzarino, una localidad ubicada pocos kilómetros al NE de Rufino.
Durante el año hidrológico 1998/1999, llovieron 1.200mm en Laboulaye y 1.170mm en Rufino. Las
mayores lluvias se registraron durante los meses de marzo y abril y la superficie freática se encontraba
muy próxima a la superficie.
En agosto de 1999 el volumen de agua en la laguna era de 780,3 Hm3, es decir, un incremento anual de
461,8 Hm3 y en el transcurso de los dos años hidrológicos, de 727,6 Hm3.

287
Balance hídrico para la laguna La Picasa
Los valores obtenidos indican claramente que: las entradas y salidas verticales de agua por
precipitación y evaporación son las que determinan el estado hidrológico de la región; el escurrimiento
superficial, cuando y donde puede concretarse, es muy poco significativo; y que la afluencia y
efluencia subterránea tiene poca incidencia, aunque es constante en el tiempo. Este neto predominio de
los movimientos verticales del agua sobre los horizontales, es lo que normalmente ocurre en la
hidrología de las grandes llanuras.

Modelo conceptual de funcionamiento del sistema hidrológico


Se presenta aquí una síntesis sobre el estado actual de situación; la importancia de las aguas
subterráneas en la región y su incidencia en el funcionamiento conceptual del sistema.
ƒ El área problema es arreica. Esto determina que en la transferencia de agua entre los arcos del
ciclo hidrológico: meteórico, superficial y subterráneo, predomine el movimiento vertical
(infiltración-evaporación) sobre el horizontal (escurrimiento superficial y subterráneo regional).
ƒ La columna hidrogeológica presenta en algunos sectores espesores importantes de sedimentos
permeables sobre un sustrato de baja permeabilidad. Esto determina que el sistema hidrológico
subterráneo tenga una componente hidrogeológica regional y otras sobrepuestas coincidentes con
geoformas positivas.
ƒ Las acumulaciones de arena de mayor expresión topográfica, como el gran médano de Diego de
Alvear, constituyen zonas de recarga importantes y conforman cuerpos lenticulares de agua dulce
sobreyaciendo por diferencias de densidad a aguas de mayor salinidad.
ƒ Por otra parte, los bajos y lagunas constituyen niveles de base para la descarga de las aguas
subterráneas por evaporación.
ƒ La afluencia y efluencia subterránea son comparativamente poco relevantes, como se ha
comprobado en el área representativa de la laguna La Picasa, donde la afluencia subterránea
estimada es del orden de 0,02 m3/seg.
ƒ A partir de la segunda mitad del siglo pasado, y más acentuadamente a partir de la década del 70,
se ha producido una recarga permanente de los sistemas acuíferos, como lo atestigua el ascenso del
nivel freático, en muchos lugares hasta la superficie del suelo. En este estado, años con lluvias por
encima de los 1.000 mm generan excesos que producen anegamientos e inundaciones de grandes
superficies.
ƒ Cuando la capacidad de almacenamiento del sistema subterráneo se ha colmado, muchas lagunas
aumentan su tamaño, se interconectan y reactivan a la red de paleocauces pertenecientes a la
cuenca del río Salado. Antes de que esto ocurra, a través de ellos, el escurrimiento subterráneo
puede ser relativamente más importante que el que se materializa regionalmente a través de los
limos.

Conclusiones y Recomendaciones
Los estudios realizados han permitido conocer las condiciones geohidrológicas y geomorfológicas
regionales y corroborar la relación entre las precipitaciones y la variación de los niveles freáticos,
estableciendo la influencia de las aguas subterráneas en el anegamiento de la región.
De acuerdo a ello en la región de estudio sólo sería posible evacuar aguas excedentes mediante obras
de canalización en coincidencia con la red de paleodrenaje exhumada. Se debe prestar especial
atención en el diseño de estas obras, pues se corre el riesgo de drenar los acuíferos someros de agua
dulce que abastecen y sostienen las economías regionales.
Por otra parte, cabe advertir que estas obras son de costo generalmente elevado, y de baja eficiencia
porque solamente permiten movilizar volúmenes de agua poco significativos con relación al estado
hídrico regional. Además, suelen ser de alto impacto ambiental y fuente de conflictos entre los estados
provinciales y las comunidades de las áreas receptoras.

288
Por ello la solución a esta problemática hídrica regional debería ser encarada con un enfoque sistémico
que permita cuantificar diferentes aspectos del sistema ambiental.
Dedicatoria: Las autoras dedican este trabajo a la memoria del Lic. Mario F Filí, quién fuera
uno de los más reconocidos hidrogeólogos de Argentina y realizara importantes investigaciones
que contribuyeron la concreción de este artículo.

Trabajos citados en el texto

D'Elía, M.P. y O.C. Tujchneider (1994). Variación de una serie de niveles freáticos y su relación con
las variaciones climáticas. Trabajo final del Curso de Posgrado “El Calentamiento Global”,
dictado por el Dr. Vicente Barros. Departamento de Hidrología de la Facultad de Ingeniería y
Ciencias Hídricas (U.N.L.) y Departamento de Ciencias de la Atmósfera, Facultad de Ciencias
Exactas y Naturales (UBA).
Díaz, E. (1997a). Estudio de fuentes para la provisión de agua potable a la localidad de Christóphersen,
Departamento General López. Consejo Federal de Inversiones.
Díaz, E. (1997b). Estudio de fuentes para la provisión de agua potable a la localidad de Lazzarino,
Departamento General López. Consejo Federal de Inversiones.
Díaz, E. (1997c). Estudio de fuentes para la provisión de agua potable a la localidad de Chapuy,
Departamento General López. Consejo Federal de Inversiones.
Iriondo, M. y D.Krohling (1995) El sistema eólico Pampeano. Com. Museo Provincial de Ciencias.
Naturales de Santa Fe, V 5 n° 1:1-68

289
Capítulo 4

KARSTIFICACIÓN
Barredo, S. ¿Qué es la karstificación?
1° Parte ¿Qué valor presenta como indicador geológico?
¿Qué daños y problemas produce este proceso?
¿Sobre qué materiales actúa y cuáles son las morfologías
características?
¿Qué factores intervienen el desarrollo del karst?
¿Cuál es el mecanismo químico (corrosión química) del proceso?
¿Cuál es la dinámica mecánica (corrosión reogénica) del proceso?
¿Cuáles son los métodos de estudio del proceso?
¿Cuáles son los procesos asociados a la karstificación?
¿Cuáles son los términos específicos utilizados en el estudio del
2° Parte proceso?
Regairaz, M. C. ¿A qué se consideran procesos pseudokársticos?
Regairaz, M. C., Suvires, ¿Qué características tienen los procesos pseudokársticos en San
G. y Gonzalez, M. A. Juan?
Regairaz, M. C., y ¿Qué características tienen los procesos kársticos y
Gonzalez, M. A. pseudokársticos en Mendoza?

METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS

Barredo, S. Estudio de la subsidencia en un terreno cultivado debido a la


presencia de krotovinas con fenómenos kársticos actuales"

290
KARSTIFICACIÓN
1° Parte
Por Barredo, S.

¿Qué es la karstificación?

KRS, es una palabra de origen esloveno que significa campo de piedras calizas, la región que le dio
el nombre se encuentra en la península de Istria (Yugoslavia). “Kar” es una palabra indo-europea
que significa roca y carso es su equivalente en idioma italiano. Ambos términos evolucionaron a la
palabra Karst que es de uso internacional y refiere a un terreno generalmente de caliza cuya
topografía es el resultado de la acción disolvente del agua.
El karst es un tipo de paisaje que se desarrolla en cuerpos de roca solubles, como calizas, dolomías,
yeso y evaporitas, su presencia es de suma importancia en el desarrollo de la vida sobre la tierra ya
que es responsable de la absorción y de la emisión de una buena parte del CO2 del ciclo global del
carbono (Kazuhisa y Youji, 1997; Yoshimura e Inokura, 1997). El intercambio se produce entre la
atmósfera, el agua superficial, el agua subterránea y los minerales carbonáticos. Una evidencia
notable de ello es la emisión de CO2 asociada a la depositación de carbonato de calcio en la forma
de travertino y/o tufas en las surgencias de muchas cuevas o en springs.
La karstificación es el proceso geológico de meteorización química y mecánica inducida por el agua
que le confieren al paisaje compuesto por estas rocas una morfología caracterizada por depresiones
de formas y tamaños variados, y complejos sistemas de cavidades subterráneas. Su evolución
depende de la interacción de factores como la litología, la estructura de las rocas, el relieve, la
hidrología, el clima, la vegetación y el tiempo. Su escala varía desde morfologías microscópicas,
como la zonación en los cementos, hasta escalas regionales que involucran a toda un cuenca con
desarrollo de cuevas que drenan cientos de kilómetros e incluso extensos plateaus.

¿Qué valor presenta como indicador geológico?

El origen, la evolución y el patrón de distribución de las cavernas son los factores dominantes que
controlan los rasgos superficiales del terreno, como la distribución de sumideros, el diseño del
drenaje y las direcciones del flujo subterráneo. Presentan una gran gama de morfologías que varían
desde formas de disolución, sedimentos de naturaleza alóctona y autóctona y espeleotemas
(depósito mineral de formas y mineralogía variada), estos últimos conservan un valioso registro de
la historia geología y climática de una región (Yuan y Back, 1991; Dorale, 1992, Barredo et al.,
2001), son numerosos los ejemplos mundiales de cuevas relícticas y paleokarst que datan incluso
del Proterozoico (Wright, 1982; Younger y Stunell, 1995). El Grupo Sierras Bayas (provincia de
Buenos Aires) presenta superficies paleokársticas en el límite entre las Formaciones Loma Negra y
Cerro Negro (Barrio et al.,1991; Barredo, 1997, 2004); los depósitos de aragonita de la Cueva
Mallegni (Formación Villa Mónica) han dado información de índole paleoclimática de gran valor
(Barredo, 2002).

¿Qué daños y problemas produce este proceso?

El karst representa el 10% del paisaje terrestre y casi un cuarto de la población mundial se abastece
del agua proveniente de acuíferos kársticos, sin embargo es uno de los menos conocidos por el
hombre debido a la gran complejidad que presenta como sistema hidrológico y geomorfológico. En

291
los últimos años los problemas sociales vinculados a zonas kársticas se incrementaron
notablemente. La deforestación, el mal uso de los residuos, el relleno y bloqueo de muchas cuevas
dieron lugar a cambios en su evolución natural y consecuentemente en el drenaje subterráneo y en
la calidad del agua de abastecimiento. Hay que recordar que el agua kárstica es en general de baja
calidad, ya que cuando el sistema está en la etapa de madurez, el agua circula en masa por los
grandes espacios arrastrando gran cantidad de arcillas, restos orgánicos y bacterias que los escasos
filtros naturales no pueden eliminar durante la percolación.
De esto se desprende que se requiere de métodos especiales de tratamiento para su uso y al mismo
tiempo, la aplicación de planes de manejo rigurosamente diseñados para no producir cambios
irreversibles en el ambiente, que deriven en deficiencias en el abastecimiento y en la contaminación
de acuíferos. En muchas regiones, el crecimiento urbano, industrial y agrícola sin un planeamiento
responsable terminaron en colapsos y hundimientos de terreno por el exceso de extracción de aguas
que provocaron una caída anormal del nivel de la napa freática y rápida subsidencia del suelo
(Cooper, 1995).
El estudio de las cuevas, o espeleología, es de vital importancia no sólo desde el punto de vista
científico sino también ambiental y urbanístico, ya que constituye un medio de observación
(monitoreo) y mapeo directo del drenaje subterráneo, mucho más preciso que los pozos,
perforaciones o canteras, ya que éstos dan solo datos discontinuos que exigen interpolaciones
complicadas que no siempre se ajustan a la realidad.

¿Sobre qué materiales actúa y cuáles son las morfologías características?

Se trata de un paisaje desarrollado en rocas carbonáticas (calizas, dolomías y margas) y en


evaporitas (yeso y anhidrita) como resultado de interacciones complejas entre procesos biológicos,
físicos y químicos que conducen a la disolución, reprecipitación de estos minerales y neoformación
de otros. Además de las calizas y dolomías existen otras rocas karstificables como tobas calcáreas,
areniscas, granitoides e incluso rocas ultramáficas, cuyos minerales son muy inestables ante la
meteorización química y fácilmente removidos en solución. A modo de ejemplo, cabe citar que en
Argentina existen muy buenos ejemplos de cuevas de escasas dimensiones en filones de serpentina
en la provincia de Mendoza, en la región de Tupungato (Barredo, 1999).
El karst se caracteriza por presentar interrupciones en la red de drenaje superficial (sinking rivers) y
un drenaje subterráneo muy desarrollado asociado a cuevas. En la superficie hay depresiones
cerradas de variados tipos y tamaños, que en general presentan formas de agujero o cuenca más o
menos circulares. Estas presentan dimensiones que oscilan entre algunos metros a varios kilómetros
como las dolinas, uvalas, hoyos de disolución (solution pan) etc, y van desde algunas decenas de
metros a varios cientos de metros de profundidad, como los sumideros o simas (sinkoles)(Figura 1).
Las dolinas son más anchas que profundas y están rellenas de sedimentos que muchas veces forman
suelos o pueden tener un lago en su interior y en ese caso se denominan cenotes. Los poljes son
depresiones alargadas de origen tectónico con suelos fértiles muy desarrollados que a veces pueden
estar completamente inundados. Otros rasgos muy indicativos del proceso kárstico pero de menor
escala son los canales o acanaladuras identificados como karrens, lapiaz, solution flutes y rills que
se producen en la superficie de los cuerpos por disolución de bancos de caliza, en particualr los dos
ultimos cuando los bancos estan inclinados (Sweeting, 1972; Lowe y Waltham, 1995) (Figura 1).
También es común observar en climas húmedos, la presencia de cerros de caliza aislados con
laderas empinadas (Ogote) rodeados de una planicie aluvial chata y también pantanos kársticos
asociados a los cenotes (Lowe y Waltham, 1995).

292
Figura 1. Esquema que muestra los rasgos superficiales más característicos del paisaje kárstico y su
relación con el drenaje interno.

¿Qué factores intervienen en el desarrollo del karst?

Litología
Si bien muchos tipos de rocas pueden sufrir karstificación, son las calizas y las dolomías las que
generarán los paisajes kársticos más extensos y desarrollados. Numerosos estudios han demostrado
que cuanto más pura es la roca carbonática más se desarrolla este proceso (Jennings, 1971), y así es
que en Yugoslavia las rocas sobre las que se asientan los más imponentes paisajes kársticos
presentan un 95 a 100 % de pureza (Monroe, 1970; Jennings, 1971), mientras que en Argentina el
sistema Cuchillo Cura, uno de los más representativos, evoluciona en calizas con una pureza que
ronda el 85-90 %. El proceso kárstico depende además de otros elementos: espesor de los bancos
carbonáticos, presencia de bancos impermeables (pelitas) y las variaciones laterales de facies. El
sistema de cuevas en dolomías de Sierra Bayas, en la provincia de Buenos Aires, evolucionó en
parte gracias al presencia de intercalaciones pelíticas que actuaron como barrera para el pasaje de
aguas, al mismo tiempo que el reducido espesor limitó el desarrollo de las mismas (Barredo, 2002)

Estructura
El estilo tectónico de una región determina sin lugar a dudas la taza y el grado de karstificación.
Aquellos terrenos que han sufrido alzamiento serán más proclives a desarrollar un karst como
consecuencia de la deformación y fracturamiento que tienen asociados (Figura 2). Un aumento de
altura va acompañado además de un aumento en las precipitaciones y también de un incremento de
los gradientes piezométricos de superficie lo que favorece la conductividad hidráulica (White, 1984,
1988).
Las calizas y dolomías suelen presentar sistemas de diaclasas complejos que constituyen en esencia
la porosidad secundaria que facilita el drenaje y con él la disolución que llevará a la formación de
cuevas. Sin la existencia de estas grandes estructuras sería muy difícil lograr la karstificación de una
roca, aun en los casos de litologías de extrema pureza. El basamento cuarcítico de edad cámbrica y
precámbrica de la provincia de Buenos Aires (Grupo Sierras Bayas) está afectado por sistemas de
diaclasas que conforman una compleja red de grietas. Esas discontinuidades han dado paso a
soluciones químicamente activas que produjeron la disolución leve de algunos de los minerales
silíceos de las cuarcitas (fundamentalmente arcillas), dando lugar a la generación de grikes y

293
microhoyos de disolución con redepositación de nuevas arcillas (Barredo, 2004) (Figura 3).

Figura 2. Esquema idealizado de un paisaje kárstico evolucionado y su relación con el relieve.

A) B)

Figura 3: A) Hoyos de disolución en cuarcitas de Gruta de Oro (Grupo Sierras Bayas). B) Grikes
con neoformación de arcillas (kaolinitas) en cuarcitas del techo de la Caverna Oscura, (Grupo
Sierras Bayas).

Los pliegues pueden endicar agua en diferentes sectores de la roca o direccionar los flujos. Muchas
cuevas se forman en la zona de mayor rotura en los flancos de los pliegues y en las charnelas. A
medida que la deformación progresa, los flancos desarrollan una serie de fallas sigmoides, la
intersección de estas zonas de discontinuidad (brechas) con los planos de los estratos constituye un
vehículo adecuado para que penetren fluidos (Epstein, 1958), que darán paso a la disolución en los
niveles más bajos de la estructura. La perdida gradual de sustento que esto trae aparejado, facilita el
desmoronamiento de los bloques de la charnela y de los flancos dando paso a la formación de
espacios abiertos o cuevas, un ejemplo muy interesante es la Gruta de Oro, provincia de Buenos

294
Aires, desarrollada en el núcleo de un anticlinal suave que afecta las cuarcitas del Grupo Sierras
Bayas (Barredo, 2004) (Figura 4).

Figura 4. A) Esquema teórico del control tectónico por plegamiento, las soluciones se concentran
en la interseccion de las fallas sigmoides con los planos de estratificación dando lugar a la
disolución de la roca (Modificado de Jamicíc y Novosel, 1999). B) Plegamiento suave en cuarcitas
del Grupo Sierras Bayas, Cerro Gruta de Oro, en el núcleo de los anticlinales se forman cuevas de
escaso desarrollo como la Gruta de Oro C) y D)

El relieve topográfico condiciona el gradiente y la profundidad de la zona vadosa y con ello el tipo
de cuevas. Los modelos de evolución de cuevas generalmente postulan que existen dos etapas: una
freática o de circulación forzada y otra vadosa o de circulación libre. En el primer caso el agua
inunda completamente el conducto, la circulación es forzada y la erosión se da en toda la periferia
del conducto (Figura 5). Las cuevas son laberínticas y presentan una sección elíptica, con formas de
disolución (solution cups, flutes, pendants, etc.) tanto en paredes como en el techo (convexo hacia
arriba).
Cuando baja el nivel de base, el río subterráneo tiende a excavar para alcanzar el nuevo perfil de
equilibrio y deja de inundar el conducto pasando éste a condición de circulación libre. Ahora el
agua proveniente del exterior se mueve a través de fracturas y sumideros por la parte alta del karst
que ya no está saturada (zona vadosa), dando lugar a disolución a lo largo de estos planos de
discontinuidad y con ello a la formación de un tipo de cuevas denominado cuevas vadosas. Estas
evolucionan sobre todo en el contacto entre rocas karstificables y niveles impermeables o cuando
los planos de los estratos están por encima del nivel de descarga ya que generalmente están
ocupadas por ríos subterráneos. Las redes vadosas se desarrollan preferentemente ramificadas y con
conductos más planos, con tramos verticales donde se forman resaltos y cascadas y tramos
perfectamente horizontales con ríos muy energéticos o lagos cristalinos.
Ante un descenso de nivel de base, muchas cuevas pasan de condiciones freáticas a vadosas, y así
es comun que conductos con morfologías típicas de la etapa freática tengan sobreimpresos rasgos

295
vadosos, un ejemplo son los cañones profundos de traza meandrosa en planta (típicos de estas
zonas) que tienen un perfil en agujero de cerradura en el conducto superior (Figura 5).

A) B)

Figura 5. A) Conducto freático con circulación forzada. B) Conducto compuesto formado por una
parte superior con morfología típica de la etapa freática (perfil en agujero de cerradura) y otra
inferior con desarrollo de un cañón producido por el descenso del nivel de base regional que señala
el pasaje a condiciones vadosas. Caverna Piedras Grandes, Córdoba.

La Formación Loma Negra (Grupo Sierras Bayas), de edad precámbrica, conserva rasgos
paleokársticos cuyo origen estaría vinculado a los cambios marcados en el paisaje que ocurrieron
como resultado de las fluctuaciones del nivel de base. Se estima que un descenso del nivel del mar
dejó expuesta la plataforma carbonática, al mismo tiempo que provoco la caída del nivel freático. El
consecuente aumento de la profundidad de la zona vadosa facilitó la disolución a lo largo de las
discontinuidades de la roca (fracturas y poros) dando lugar a la formación de hoyos de disolución
con depósitos de arcillas residuales, ftanita y brechas asociadas a dolinas de colapso (Barrio et al.,
1991). En las canteras actualmente en explotación por la Firma Loma Negra, pueden observarse
rasgos paleokásrticos asociados al cierre total de algunos conductos con arcillas de decalcificación o
terra rosa, que ejemplifican claramente la etapa senil o muerte de la cavidad (Figura 6).

296
Figura 6. Cuevas desarrolladas en las calizas de la Formación Loma Negra (Olavarría, provincia de
Buenos Aires) que alcanzaron la etapa senil, nótese la presencia de pelitas (arcillas)
correspondientes a terra rosa que obliteraron completamente los conductos.

¿Cuál es el mecanismo químico (corrosión química) del proceso?

La disolución de una roca carbonática supone la intervención de tres componentes: CO2, H2O y
CaCO3. El dióxido de carbono atmosférico se combina con agua para dar ácido carbónico (H2CO3 )

H2O + CO2 H + + HCO3 -

y éste a su vez disuelve el carbonato de las rocas dando bicarbonato que es mucho más soluble en
agua:

CaCO3 + CO3H2 (CO3)2H2Ca

(CO3)2H2Ca CaCO3 + H2O + CO2

Este proceso no ocurre a una taza constante sino que fluctúa con picos de máxima, por ejemplo
durante las tormentas que inundan la superficie y el subsuelo con agua subsaturada y mínima en
épocas de lluvias escasas (Shuster y White, 1971; Borsato, 1997). El tiempo que le lleva al agua
químicamente agresiva o infrasaturada con respecto al carbonato disuelto para saturarse, variará en
función de factores como la temperatura, turbulencia, cambios en la presión parcial del dióxido de
carbono (CO2), presencia de otros ácidos y de la superficie de la caliza. Este equilibrio se puede
alcanzar en el término de varios días a algunas horas (Sweeting, 1972; Mazor, 1991; Palmer, 1991,
White, 1984) aunque muchas veces se aceleran ante la presencia de ácidos provenientes del suelo
(ácidos orgánicos) o de las tormentas cuando se forma NO3H por combinación del nitrógeno con el
vapor de agua, e incluso ácidos sulfúricos y nítricos provenientes de las lluvias ácidas (Bögli, 1980).
Un pequeño aumento de la presión parcial aumenta la capacidad de disolución de carbonato de
calcio y esto ocurre generalmente cuando el agua atraviesa suelos húmicos (Ford y Williams., 1989;
Lowe y Waltham, 1995). También las raíces vegetales segregan ácidos diversos muy agresivos: en

297
zonas de suelos delgados los ácidos llegan rápido a la caliza y la disuelven en cantidades
importantes; en los suelos potentes en cambio se dispersan más y la disolución es menor (Liu et al.,
1997).
Una vez que este equilibrio es alcanzado, cualquier cambio de temperatura o disminución en la
presión parcial de CO2 dará lugar a la depositación de carbonato de calcio en la forma de
concreciones o espeleotemas.
La absorción de CO2 depende de la temperatura siendo máxima en aguas frías, de manera que la
corrosión de la caliza es alta en zonas con clima frío. A pesar de ello, no consigue desarrollar
formas kársticas constructivas (estalactitas, estalagmitas, etc.). En los Andes argentinos hay grandes
espesores de rocas carbonáticas que, sin embargo no alcanzaron a desarrollar grandes cuevas sino
más bien formas de disolución como karrens, rills o grikes en la superficie de la roca por debajo de
la capa de suelo y cavidades del orden de un par de kilómetros: caverna Las Brujas, Mendoza (1,3
Km2), Sistema Cuchillo Cura, Neuquen (3,4 Km2), Caverna de la Liebre San Juan (1,2 km2), El
Arenal, Neuquen (1 km) (FAdE). En muchos casos se observan aleros en donde la disolución se da
en el contacto entre los estratos (Cueva de la Manos, Santa Cruz, Cerro Colorados, Córdoba, Cueva
de los Sabatinos, Misiones, etc.
Estudios detallados mostraron que la presión parcial del CO2 en el suelo es superior a la atmosférica
(Bögli, 1980) de manera que su presencia es casi determinante en la karstificación. Por su parte
Jennings (1971) sostiene que el carbono biogénico proveniente del suelo y de la actividad
bacteriana son factores controlantes de primer orden en la disolución.
De esto se desprende que las regiones con buen desarrollo de suelo y vegetación se caracterizan por
procesos kársticos bien desarrollados ya que concentran mayor humedad y mayor actividad
biogénica (Liu et al., 1997; Jennings, 1971). Esto explica porqué Brasil tiene cuevas mucho más
desarrolladas que Argentina; al ser una región tropical el agua templada pura y cargada con ácido
nítrico disuelve rápidamente el carbonato de calcio de la caliza y como el bicarbonato resultante es
muy soluble en agua caliente, precipita abundante calcita, a diferencia de lo que ocurre en las
regiones frías.
En regiones áridas o semiáridas, como el noroeste argentino y región de Cuyo, la vegetación es
escasa, y la cubierta de suelo muy delgada por lo que la taza de karstificación es baja. Las escasas
lluvias, con su ligera acidez, promueven la disolución del cemento carbonático de las rocas
sedimentarias, lo que debilita la roca y la tornan vulnerable ante la acción mecánica del viento, este
proceso es interpretado como pseudokarst. En nuestro país hay numerosos ejemplos como las
Cuevas de la Manos (Santa Cruz), los aleros del cerro Teyú Cuaré (Misiones), El Sistema de La
Cañada (San Juan), etc. En regiones de clima semiárido también puede darse un tipo de karst cuyo
origen está vinculado a procesos químicos totalmente endógenos. El H2S proveniente de los
hidrocarburos (zona reductora) asciende por fracturas hasta llegar a zonas oxigenadas para producir
ácido sulfúrico, que dará lugar a la disolución de la roca de caja por debajo de la tabla de agua,
Cuevas de Carlsbad en EEUU (DuChene y Hill, 2000), Cueva de las Brujas en Argentina (Hill,
2000). En Rincón Blanco, provincia de San Juan, existen procesos kársticos asociados a las pelitas
bituminosas con cemento calcáreo de la Formación Carrizalito, de edad triásica. Esta zona está
desprovista de suelos y las lluvias son escasas, sin embargo, en pozos abiertos artificialmente
(galerías de exploración de carbón) se observaron depósitos de carbonato de calcio en la forma de
costras travertínicas, moonkmilk, pavimento calcáreo e incluso pellets en pools de agua con
desarrollo de gours (Barredo, 2000) (Figura 7). Es probable que el agua que percola lentamente se
torne ácida por la presencia de pirita en las pelitas de origen lacustre de esta formación,
favoreciendo el proceso de disolución de los cementos y su posterior reprecipitación en el interior
de las galerías.

298
Figura 7. Pavimento calcáreo con pellets en cuerpos de agua (pools) desarrollados en el piso de la
galería de exploración (RB1) de Rincón Blanco, provincia de San Juan. Las bandas de calcita
compacta corresponden a gours.

¿Cuál es la dinámica mecánica (corrosión reogénica) del proceso?

Los fluidos se alojan en los espacios abiertos que existen entre las partículas que componen una
roca (poros) y se mueven de un punto a otro gracias a que estos están conectados entre sí
(permeabilidad). Existen además otras discontinuidades responsables de facilitar la conducción
como fracturas y fallas que generalmente resultan pasajes más efectivos que la permeabilidad
intergranular.
El movimiento de las aguas en los acuíferos kársticos muestra sensibles diferencias con aquellos
desarrollados en otros tipos de rocas donde el flujo es laminar y de movimiento lento. En un estadio
inicial el agua se mueve lentamente como un flujo laminar (no hay mezcla) por los conductos
embrionarios (circulación forzada) como planos de discontinuidad, fallas, diaclasas, microfracturas
y espacios porales. Ocupa toda la cavidad por donde circula a presión hidrostática y con alto poder
de corrosión. A medida que avanza la disolución, los conductos inicialmente desconectados
empiezan a unirse formando reticulados, paralelepípedos, rombos, etc., aumentando la
permeabilidad del sistema y potenciando aún más la disolución de las rocas. El ensanchamiento de
los "canales", que ya constituyen cuevas en el sentido kárstico, da lugar a un cambio en las
condiciones hidrodinámicas del agua: el flujo se torna turbulento como el de los ríos superficiales y
circula por gravedad, a mayor velocidad que en el conducto embrionario (conducto de circulación
libre), favoreciendo así la meteorización mecánica.
La recarga ahora se concentra en los hoyos de absorción de la superficie por donde los ríos pierden
parte de la carga o se insumen totalmente. En etapas avanzadas se alcanza las condiciones de flujo
de conducto donde tanto la recarga, la transmisión y la descarga ocurren por entero en conductos
(cuevas) que pueden estar por arriba o por debajo de la tabla de agua, si está más o menos definida
ya que en estos ambiente no se forma tan claramente (Ford y Williams, 1989).
Existe un área de cabecera, una de recarga y una zona de surgencia. El ingreso de agua al acuífero
puede ser desde fuentes aisladas o concentradas (Figura 8), percolando a través de una red de
conductos de disposición mayormente vertical y de diversos tamaños que se disponen conectados
entre sí con un diseño muchas veces laberíntico. Estos se encuentran en la parte más superficial de
la roca inmediatamente por debajo del suelo, denominada epikarst o área subcutánea (Williams,
1983). La conducción es rápida y efectiva gracias a la alta porosidad secundaria que favorece la

299
disolución de la roca carbonática, esta tiende a disminuir con la profundidad a menos que haya
controles locales por la presencia de grandes estructuras (Figura 8). Las cuevas vadosas se forman
en el epikarst y se denominan cuevas de falla o tectónicas cuando el control lo da una
discontinuidad tal como una falla; siendo muy angostas a veces forman chimeneas o verdaderos
pozos o sumideros particularmente cuando se suman procesos gravitatorios que coadyuvan a la
disolución, Sistema de la Cañada, Rodeo San Juan. En la zona montañosa de Malargüe, los yesos de
las Formaciones La Manga y Auquilco están fracturados como consecuencia del intenso fallamiento
inverso de la región, por lo que las aguas descendentes que los atraviesan alcanzan la zona de
saturación y drenan hacia el río local Poti Malal generando cavernas freático fluviales. A veces, sin
embargo, encuentran en su camino capas impermeables horizontales o grietas que modifican su
curso y brotan por las paredes de los valles. También es posible que los conductos verticales por
donde fluye el agua (fallas, grietas etc.) alcanzan a un nivel freático con presiones de fondo muy
altas, de manera que el agua se ve obligada a salir bruscamente en la forma de un manantial.
Por debajo la zona epikárstica sigue una zona de transición y luego la zona de acumulación o
saturada donde el agua circula lentamente (circulación forzada), aquí es donde se forman las cuevas
freáticas. Cuando el karst está en la etapa de madurez, el proceso se concentra en la zona de
confinamiento e inmediatamente por encima, donde hay circulación libre, el movimiento del agua
en ambos es preferentemente horizontal hacia el nivel de base local (ríos, lagos o el mar). De los
numerosos estudios realizados hasta el momento se pudo comprobar que los conductos principales
tienden a desarrollarse a lo largo de las grietas paralelas al rumbo de la corriente subterránea, por lo
que en una primera aproximación puede concluirse que el flujo resultante es mayormente bimodal y
el patrón de cavernamiento es anisotrópico (Jennings, J.N., 1971, 1985; Moore Sullivan, 1978; Ford
y Williams, 1989). En los modelos teóricos esto es valido solo si la porosidad secundaria es
dominante pero si el control está en la porosidad primaria el patrón será totalmente homogéneo
(White, 1988; Palmer, 1991;).

300
Figura 8. Bloque esquemático donde se observa los distintos accesos de agua al acuífero kárstico y
como percola a través de la zona subcutánea o epikarst dando lugar a la formación de cuevas
vadosas. Se destaca en negro los conductos freáticos localizados por debajo de la tabla de agua. El
diagrama del ángulo superior izquierdo muestra como los conductos de disolución se adelgazan con
la profundidad.

¿Cuáles son los métodos de estudio del proceso?

Los estudios de áreas kársticas requieren de la aplicación de disciplinas como geología, ingeniería,
edafología, biología, meteorología y especialmente hidrología. La integración de la información
geológica con la hidrológica de escala regional es el punto de partida y pilar fundamental en los
estudios de estos paisajes, ya que muestran los controles estructurales y estratigráficos de la red de
drenaje y el desarrollo de las formas del karst como dolinas, simas y conductos de cualquier tipo. A
esta información hay que sumarle luego los datos de clima, vegetación y tiempo para entender como
evoluciona el proceso kárstico. En zonas pobladas es necesario localizar las cuevas, usando
métodos geofísicos y perforaciones, para monitorear el potencial de colapso.
Mediante el empleo de fotografías aéreas e imágenes satelitales se identifican los controles
estructurales primarios del karst, como fallas y pliegues, los contactos entre formaciones
geológicas, se discriminan niveles permeables e impermeables, y se estudia en detalle el diseño de
la red de drenaje y los rasgos kársticos cuando estos son visibles a la escala de la herramienta. Esos
datos se utilizan para hacer mapas geológicos que constituyen la base de los estudios ambientales y
de riesgo, orientados a la prevención de accidentes, a la elaboración de planes de manejo y de

301
aprovechamiento económico de las áreas kársticas.
En los casos en los que los rasgos kársticos no son visibles a través de estas técnicas, se realiza un
estudio exhaustivo del terreno usando una grilla que consiste en una serie de transectas orientadas
con un espaciado variable, pero del orden de la decena de metros (Veni, 2001). En cada punto se
analiza el rasgo kárstico, la permeabilidad del área y los posibles vehículos de contaminación. Cada
rasgo es marcado y mapeado, y se le asigna un valor numérico arbitrario que representa grado y
características de permeabilidad. Otro método utilizado es el de los trazadores tracer test o dye
tracing, que se usa para ver los patrones de drenaje subterráneo y sus bifurcaciones que suelen
variar con el tiempo; consiste en colorear temporalmente el agua con líquidos que no producen
contaminación (Glaciar Perito Moreno). En muchas regiones se usa también para ver si las aguas
están contaminadas por acción antrópica. Estos estudios se realizan junto con análisis
geomorfológicos integrados (Veni, 2001) y perforaciones para toma de muestras y análisis de
porosidad. Los cambios naturales en los niveles de agua del drenaje en las cavernas se monitorean
con los tests de pumping en pozos que analizan la porosidad y permeabilidad de los acuíferos. Se
hacen además, mapas de vulnerabilidad con programas específicos como el SINTACS (point count
system) aplicable a distintos tipos de karsts, y que analiza la características del acuífero, calidad del
agua, tipo de suelos, infiltración, conductibilidad hidráulica, etc.
A los estudios de superficie hay que agregarle los de drenaje subterráneo, sin los cuales es
imposible entender como evoluciona el paisaje kárstico. Por eso cuando es posible ingresar a las
cuevas se emplean métodos directos como análisis mineralógicos y geoquímicos de las
concreciones, usando microscopía convencional, electrónica, catodoluminiscencia, análisis de
isótopos y difracción de rayos X. Se obtienen así datos sobre cambios de temperatura históricos
(Sierras Bayas), en la humedad, en las infiltraciones y la química del agua subterránea. Se toman
medidas hidrológicas y geoquímicas de los ríos que se insumen en algún punto del paisaje, de la
corriente interna una vez en la cueva, del goteo y de la surgencia. Las variables más importantes
que se consideran son el Ph, la temperatura y la concentración de Ca, Mg, Na, Cl, HCO3 y SO4.
Este tipo de monitoreo se realiza periódicamente en zonas inundables debido a la contaminación
que sufre el agua subterránea durante las crecidas. También se hacen estudios estructurales para
analizar la deformación de la roca y elaborar métodos predictivos para ver como continúa el
cavernamiento en subsuelo (Eraso et al., 2001).
En todos los casos se obtienen mapas geológicos que permiten ver la posición de la caverna, sus
bocas de acceso (en caso que estas existan y estén comunicadas con el exterior) y su desarrollo
máximo y, mapas de distribución de datos con la identificación de los conductos total o
parcialmente inundados, valores de caudal, características de las corrientes internas del sistema y
sus variaciones estacionales, las zonas de inestabilidad y de posibles colapsos.
Los rasgos superficiales, íntimamente asociados al agua subterránea, sufren constantes cambios
sobre todo en climas húmedos donde los suelos se tornan muy inestables y cambian rápidamente.
Durante las inundaciones la recarga extraordinaria de los sistemas facilitan la remoción de material
y aceleran los procesos químicos dando lugar al colapso de las formas de absorción como dolinas y
simas y, a la erosión de la capa de suelo y los detritos de los sumideros incipientes (sinkholes). Es
por ello que los planes de manejo de los recursos hídricos de áreas pobladas se basan en estudios
detallados de la cuenca hídrica y del karst. Estos contemplan monitoreos del drenaje para analizar la
recarga en el acuífero y como se mueve una vez en él. Se estima la cantidad de agua disponible para
su uso, la calidad y los posibles caminos de contaminación, las fluctuaciones naturales de la tabla de
agua y las resultantes de la demanda urbana, la disposición de las fracturas y el delineado de zonas
de hundimiento y/o subsidencia (sinkhole collapse) y las pendientes inestables.

302
¿Cuáles son los procesos asociados a la karstificación?

El desarrollo de zonas urbanizadas que se abastecen de los acuíferos kársticos está condicionado por
numerosos factores, entre ellos la baja calidad de las aguas subterráneas (White, 1984). La
inestabilidad de la superficie kárstica y de los suelos de estas zonas produce daños materiales
importantes que exigen grandes inversiones económicas para mitigar sus efectos nocivos en
construcciones, en caminos y en las actividades mineras y agrícolas. En estos casos siempre es
necesario desarrollar planes de manejo responsables y dinámicos capaces de prevenir cualquier tipo
de contingencia. Estos planes requieren de la aplicación de métodos complejos y costosos debido a
la alta vulnerabilidad de estos ambientes.
Un problema frecuente en el abastecimiento de agua se da porque la tabla de agua no está
claramente definida, en particular cuando los conductos ensanchados dan lugar a la circulación libre
a través de pasajes laberínticos, o bien es marcadamente discontinua sobre todo cuando la
permeabilidad está controlada por fracturas (White, 1984; White y White, 1989). Por otro lado, las
inundaciones periódicas producen variaciones drásticas que son necesarias controlar para mantener
una abastecimiento constante, en algunos casos se llegan a usar los bolsones de agua retenidos en
los hoyos de disolución localizados por encima del nivel piezométrico o epikarst.
Si la extracción de agua no se hace en forma racional y controlada puede disminuir el efecto de
buoyancy de la tabla de agua, dando lugar a la pérdida de sustento y al colapso de cavidades
subterráneas con la consiguiente formación de dolinas (Carrasco et al., 1999) (Figura 9).

Figura 9. A) Esquema idealizado de una dolina de colapso. B) Dolina ocupada por agua, Pozo de
Las Animas, Mendoza. C) Dolina de colapso asociada a la Cueva del León, Neuquén.

Contaminación subterránea de acuíferos kársticos

La conducción en la zona epikárstica es rápida y efectiva en particular durante los períodos de

303
lluvias, es evidente entonces que de existir elementos contaminantes estos serán rápidamente
trasladado por las aguas descendentes a zonas saturadas sin posibilidad de ser filtrados en el
camino.
Si bien en Argentina no hay poblaciones dependientes de yacimientos kársticos, conviene tener en
cuenta los ejemplos mundiales para no poner en riesgo las zonas con desarrollo de cuevas. Muchos
espeleólogos encontraron depósitos tóxicos en las paredes de las cavidades o piletones con aguas
contaminadas provenientes de la recarga exterior y esas cavidades transportan el agua de consumo.
Son numerosos los casos de contaminación por el uso de pesticidas en zonas agrícolas o por los
rellenos sanitarios que se hallan en las cercanías de los poblados.
Un problema muy frecuente es el relleno de cavidades con residuos domiciliarios o tóxicos, en
Argentina se está instalando el tema con la propuesta de usar las cuevas de la zona de Olavarría
como depósito de la basura proveniente de la Capital Federal y del Gran Buenos Aires. En estos
casos se desestima el enorme riesgo que supone la existencia de filtraciones a través de microfisuras
y de delgados conductos abiertos por la disolución de los cementos carbonáticos, que se localizan
por encima del sello impermeable inferior y, la posibilidad de que esas filtraciones percolen muy
lentamente por la roca carbonática permeable hacia pasajes abiertos con alta probabilidad de
alcanzar los niveles freáticos y de consumo. Otro de los problemas a tener en cuenta a corto plazo
son los vapores que pueden filtrarse por la roca para alcanzar la superficie dando lugar a
modificaciones en la química de los suelos o directamente en los pobladores. Si bien las rocas del
ejemplo argentino no son de extrema pureza, su naturaleza química las hace directamente
dependientes del clima, eso implica que si éste se tornara más húmedo y cálido que el actual, los
parámetros de porosidad y permeabilidad serán rápidamente modificados aumentando la
conductividad de los fluidos y acelerando la disolución. En un tiempo difícil de precisar estas rocas
pueden tornarse más permeables conllevando a la población situaciones de riesgo.
También se corre el riesgo de que el mal manejo de los materiales químicos de lugar a emanaciones
explosivas que se concentren en las irregularidades la superficie de los conductos, como hoyos de
disolución y bolsones, llegando en casos extremos a explotar. Hay muchos casos a nivel mundial de
cuevas que explotaron o bien de emanaciones tóxicas que llegaron a las casas a través de las bocas
de tormenta que estaban conectadas a los sistemas cavernarios.

Subsidencia

El colapso del techo de las cavidades subterráneas naturales da lugar a la subsidencia de terrenos
(Figura 9C). Este es un proceso lento que muchas veces queda en evidencia por las modificaciones
que sufre la capa de suelos los recubren: estos se caen dentro de dolinas, o presentan una morfología
similar al proceso de reptaje como resultado de la formación de karrens o rills en la superficie de la
roca carbonática ubicada inmediatamente debajo del suelo. Las caídas rápidas son menos frecuentes
y están mayormente asociados al desplome del techo de una cavidad.
En zonas donde se extrae agua para consumo, es frecuente que descienda la tabla de agua y con ello
la presión hidrostática que provee el fluido (Cooper, A.H. 1995), en otras palabras muchos
conductos pueden quedar inactivos, es decir secos, y por lo tanto sin el sustento del agua las paredes
y techo pueden desplomarse y el terreno así caer formando dolinas de colapso.
La actividad humana que lleva a las modificaciones al sistema de drenaje como canales,
desviaciones de los cursos naturales, etc. y el bombeo dan lugar a la circulación subterránea forzada
con un importante arrastre de sólidos (ravelling) y al agrandamiento de los espacios abiertos (voids)
existentes en los sedimentos friables por arriba de acuífero kárstico. Con la caída de la tabla de agua
que se produce en épocas secas, se acentúa el ravelling dando lugar al colapso subterráneo con
hundimiento de terreno, lo que se conoce como ravelling sinkholes (Cooper, A.H. 1995; Cooper y
Saunders, 1999).

304
Caídas y deslizamientos

En laderas empinadas en cuya composición litológica se destaca la alternancia de bancos de calizas


con pelitas impermeables, el agua que circula dentro de la roca carbonática puede llegar al exterior
en la forma de una surgencia con desprendimiento de bloques que ruedan ladera abajo.
Muchas cuevas quedan expuestas a la superficie por remoción de la cubierta o unroofing y si no
está rellena por sedimentos que le den cierto sustento, el techo puede desplomarse. En algunos
casos se forman ventanas kársticas o puentes kársticos (cuando gran parte del techo se desploma)
que dejan casi al descubierto conductos con ríos internos o, los conocidos los túneles de lava que
quedan expuesto por el colapso del techo agrietado de la lava.

¿Cuáles son los términos específicos del proceso utilizados en el texto?

Abrigo - Aleros: Cueva superficial de escaso desarrollo emplazada en cualquier tipo de roca pero
especialmente en calizas o rocas sedimentarias bien estratificadas. Resultan de la acción del agua
(erosión mecánica y químicamente) o el viento (erosión mecánica) a lo largo de las superficies de
discontinuidad, como por ejemplo los límites de estratos. Es muy común que resulten de la acción
corrosiva del agua que circula por la curva externa de un meandro (río meandriforme), erosionando
las paredes de roca que hace las veces de pared del valle.
Cueva: Cavidad subterránea, natural y generalmente horizontal cuyas dimensiones permiten al
menos la entrada del hombre. El mismo termino se aplica para una hoyo artificial.
Caverna: Cueva de grandes dimensiones.
Espeleología: Esta palabra proviene de la voz griega (spelaion) o cueva y (logos) conocimiento.
Ciencia que estudia, explora y describe las cavernas y sus rasgos asociados.
Formacion – espeleotema - concreción: Término general que se utiliza para identificar un
depósito mineral secundario (calcita, yeso, sílice, e incluso hielo) resultante de la acumulación por
goteo o por flujos de agua dentro de una cueva. Ejemplo: estalactitas, velos, cortinas, etc.
Gours: Sinónimo rimstone. Corresponde a terrazas (escalones o desniveles) desarrolladas en las
coladas carbonáticas. Su origen se debe a la presencia de ondulitas en el sedimento del piso
originadas por el agua circulante (en fase laminar a turbulenta). Estas ondulaciones provocan
remolinos que "ventilan" el fuido, facilitando así la precipitación de carbonato de calcio. Según
algunos autores (Monroe, 1970; Palmer y Palmer, 2000), esos obstáculos serían producto de la
acumulación de arcillas residuales y no de formas del lecho. El agua fluyendo lentamente en
condición de flujo laminar (de otra manera con un flujo más rápido éstas son transportadas en
suspensión), deposita las arcillas de descalcificación formando barreras o escalones que facilitan la
precipitación de la calcita. Muchas veces constituyen verdaderos diques que rodean cuerpos
estancos de agua. Cuando existe movimientos arremolinantes en estos piletones se forman las
perlas, pellets o pisolitas.
Grikes: Ranuras de disolución (solution slots) que se forman cuando las fisuras se ensanchan por
disolución. Como los labios de las mismas son irregulares, se concentra alli la disolución
aumentando el tamaño de la discontinuidad. Se forman en rocas cubiertas por suelos o desnudas y,
si están en los planos de los estratos se llaman bedding grikes.
Karren: Palabra de origen alemán que significa canal. Son el resultado de disolución por aguas que
fluyen sobre planos inclinados de rocas calizas masivas o cualquier roca soluble (ejemplo: yeso).
Presentan tamaños que van del milímetro hasta más de 1 metro, yendo desde ranuras finas hasta
acanaladuras, surcos etc. Están separados por crestas muchas veces agudas y se caracterizan por ser

305
profundos aguas abajo. Son comunes en las paredes de las dolinas y sumideros. Los pavimentos
son estructuras similares a estos surcos pero resultan de disolución a lo largo de fracturas
preexistentes, las que se agrandan notablemente. Si ésta corresponde a pares conjugados forma los
característicos tableros de ajedrez.
Lapiaz: Se desarrollan en zonas de caliza desnuda con pendiente fuerte por acción del agua
turbulenta o en régimen laminar. Son crestas y acanaladuras (desde rectas a sinuosas) pequeñas pero
de largos y anchos variados. Pueden darse debajo de la cubierta de suelo y sus formas son más
redondeadas. Dependen de la solubilidad de la caliza, así cuando ésta es pura las formas son más
agudas, en tanto que si es impura, existe estratificación o algún tipo de foliación resultando menos
nítidas y más redondeadas. Si el desarrollo es máximo se forman los karsolitos.
Microcuevas: Cavidades formadas entre los clastos fundamentalmente por disolución del cemento
o bien a lo largo de milimétricas fracturas.
Moonmilk - Mountmilk: El nombre proviene de suiza mond-milch, consiste en un depósito
calcáreo compuesto por cristales microscópicos (a veces criptocristalinos) de calcita, aragonita,
dolomita, magnesita, etc. En presencia de material orgánico (guano, conchillas) está formado por
fosfato tricálcico asociado con calcita amorfa y fosfato de alúmina o minervita. Se forma por
disolución de sustancias minerales favorecida por bacterias o por recristalización de agua de
infiltración. Se encuentran tapizando paredes o el piso de las cavidades como una capa friable que
le da aspecto de "podrido" a la roca.
Uvala: Depresión cerrada de grandes dimensiones que se forma por la coalescencia de varias
dolinas. También se denomina dolina compuesta.

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308
2° Parte

¿Qué son los procesos pseudokársticos?


Por Regairaz, M. C.

Los procesos kársticos implican disolución y/o colapso de rocas solubles por acción del agua,
algunos autores solo lo aplican para rocas carbonáticas (calizas, dolomitas) mientras otros también
incluyen rocas de mayor solubilidad (yesos u otras).
En los procesos pseudokársticos la acción del agua es similar pero afecta materiales en escasa o
nula consolidación. Los procesos pseudocársticos incluyen termokarst (en zonas de permafrost,
por fusión del hielo) y “piping”, sofusión, o erosión en túnel (disolución y/o remoción
subsuperficial de suelos o sedimentos). Todos los procesos de tipo kárstico inducen subsidencia en
los terrenos afectados, con formación de depresiones de tamaños variables (Foto Ferrer).

FOTO 1. Vista de vuelcos de arboles frutales por disolución en Colonia 25 de Mayo (prov. La
Pampa), margen izquierda del río Colorado. El área corresponde a la terraza baja e intermedia,
sedimentos fluviales holocénicos ricos en yeso. Otras de las consecuencias sufridas en este campo
son dificultades para transitar con tractor; sectores que por los pequeños fosos el agua se insume y
no alcanza con facilidad el extremo del surco. (Ferrer y Ourracariet, 1996; Ferrer e Irisarri, 1988):
Foto cedida por el Dr. José Ferrer.

Los factores condicionantes del piping son:


l ) compuestos solubles, ej.: en suelos salinos (elevada CE : Conductividad Eléctrica);
2 ) exceso de sodio intercambiable (elevado RAS o Relación de Adsorción de Sodio) que determina
dispersión de las arcillas y por tanto facilita su remoción en agua. En cambio, las arcillas floculadas
no migran en el suelo;
3 ) arcillas expandibles, ej. montmorillonita. Este tipo de arcillas tiene una doble influencia en los

309
procesos de piping:
- Cuando se secan crean grietas que promueven la infiltración en materiales poco permeables,
iniciado el proceso de formación de los túneles subsuperficiales.
- Cuando están húmedas son fácilmente removidas en suspensión por el agua, aunque esta circule a
baja velocidad;
4 ) horizontes superficiales erosionables sobreyaciendo capas de reducida permeabilidad;
5 ) infiltración de agua que excede la permeabilidad interna del perfil;
6 ) posibilidad de evacuación o salida del flujo subsuperficial, ej.: talud de una terraza.

Trabajos citados en el texto

Ferrer, J.A. y G.Ourracariet , 1996, Riesgo de colapso en suelos yesosos incorporados al riego.
Actas XV Congreso Argentino de la Ciencia del suelo, Santa Rosa (La Pampa), Tomo 1, pág
297.
Ferrer, J. A y J.A. Irisarri , 1998, Estudio Detallado de suelos y su aptitud para el riego en un sector
de la Ampliación Colonia El Sauzal- 25 de Mayo, La Pampa. Inédito en Biblioteca CFI( Bs As)
y Ente Provincial del río Colorado, Santa Rosa, La Pampa

¿Qué características presentan los procesos pseudokársticos en San Juan?

Por Regairaz, M. C., Suvires, G. y Gonzalez, M. A.

En el territorio desértico a hiperárido de San Juan se presentan fenómenos de piping o sufosión


como proceso pseudokárstico. La mayoría de estos procesos han sido observados por Suvires en
sitios que poseen algunas o varias de las siguientes características, desde el punto de vista
geomorfológico, estructural, edafológico e hidrológico:
a) en las bajadas pedemontanas cuaternarias provenientes de los afloramientos de calizas y
dolomías de las estribaciones montañosas de la Precordillera Oriental;
b) en lomadas de sedimentitas finas neógenas que infrayacen a distintos niveles de terrazas
cuaternarias;
c) en bajadas pedemontanas asociadas a ambientes con aporte de materiales cineríticos volcánicos;
d) en sectores donde sistemas de fallas regionales y/o locales afectan a geoformas y a depósitos
cuaternarios;
e) en suelos con horizontes subsuperficiales sálicos como los Aridisoles del Complejo Ramón
Franco;
f) donde existen horizontes edáficos enterrados formados bajo condiciones paleoclimáticas más
frías y probablemente más húmedas que las actuales, tal como los niveles de tosca en la
depresión del Tulum;
g) en lugares de emergencia o descarga de agua subterránea ante cambios topográficos naturales o
tectónicos;
h) en cuencas hidrográficas con gran diferencia en los regímenes de alimentación estacional de los
ríos;
i) en posiciones geomorfológicas distales donde la dinámica hídrica subterránea se manifiesta con
un alto contraste entre los períodos de recarga y los de descarga, caso de la Colonia Pan de
Azúcar.

Aunque los procesos de piping se ven favorecidos por arcillas expandibles (Cooke et al, 1993),
la difractometría de Rayos X realizada en muestras de la Formación Flores, en Precordillera

310
Occidental ( Yacante et al, 1997) reveló presencia de illita y clorita.

A modo de síntesis se presenta el Cuadro 1 indicando las principales características de los procesos
pseudokársticos en Precordillera Occidental, Precordillera Oriental y la Cuenca Cuyana, en la
provincia de San Juan. Esta síntesis se realizó a partir de análisis bibliográfico considerando
básicamente la distribución geográfica, geomorfológica y cronológica; los factores condicionantes y
desencadenantes; y las consecuencias producidas por la ocurrencia del proceso.
Este proceso en estudio es muy importante para tener en cuenta no solo como agente
geomorfológico modelador de los relieves en zonas áridas sino también en la planificación de obras,
para evitar de este modo consecuencias y pérdidas económicas considerables.

Foto a. Vista de suelos arcillosos de alta dispersión

311
Foto b. Pipes en sedimentitas neógenas rosadas

312
Foto c. Efectos producidos en un canal para irrigación construido sobre suelos aridisoles

Foto d. Efectos producidos en obras de arte construidas sobre aridisoles

313
Foto e. Efectos producidos en obras de arte construidas sobre aridisoles

Trabajos citados en el texto

COOKE, R., A. WARREN and A. GOUDIE, 1997. Desert Geomorphology, UCL Press Limited,
London, 526 p.
YACANTE, N. G., SUVIRES, G. y PEREYRA, B., 1997, Procesos de sufosion (piping) en dos
sitios de la Precordillera. San Juan. Argentina, II Jornadas de Geología de Precordillera. San
Juan, 184-189.

314
CUENCA CUYANA:
PROVINCIA PRECORDILLERA PRECORDILLERA
DEPRESIONES TECTÓNICAS LONGITUDINALES
GEOLÓGICA OCCIDENTAL ORIENTAL
INTERMONTANAS (“VALLES”)
Depresión de Tulum:
Piedemonte occidental de la Depresión de Tulum:
UNIDAD Piedemonte distal oriental de la Planicie aluvial antigua
Sierra Negra o Sector oriental Planicie aluvial antigua del río
GEOMORFOLOGICA Sierra de Villicum del río San Juan
de la Depresión Rodeo-Iglesia San Juan - sector proximal.
sector distal
1-Cerro Blanco - Cuesta del
NOMBRE GEOG. Sector Termas La Laja - Baños Lagunas de Angaco Colonia Pan de Azúcar
LOCALIZACION

Viento
( Departamento) El Salado. (Dpto. Albardón) (Dpto. Angaco) (Dto. Rawson)
2-La Cañada. (Dpto. .Iglesia)
latitud 30º 15’ sur 31º 19’ 01 S 31º 25’ 27 S 31º 44’ 59 S
COORDENADAS
longitud 69º 10’ oeste 68º 27’ 51 W 68º 18’ 21 W 68º 29’ 36 W
ALTITUD
1.570 650 588 570
(m.s.n.m.)
pma (mm/año) inferiores a 100 80 90
CLIMA

CLASIFICACION
árido mesotermal árido mesotermal árido mesotermal
THORNTHWAITE
Estación
(Aeropuerto San Juan) (INTA-Pocito)
Meteorológica
1.-Fm. Rodeo (Miembro
superior);
NOMBRE Fm Ullum ---------------
2- Fm. Las Flores (Miemb. Sup.
ESTRATIGRAFIA

e inf.)
EDAD Terciario Terciario (Neógeno) Cuaternario: Pleistoceno tardío-Holoceno?
1- pelitas lacustres: arcillitas,
sedimentitas continentales
limolitas y areniscas tobáceas.
2- arcillitas, limolitas y finas rosadas que en partes sedimentos fluviales con intercalaciones de arenas finas y
LITOLOGIA
areniscas finas rojas infrayacen a bancos de limos eólicos.
intensamente plegadas. travertino cuaternarios

315
CUENCA CUYANA:
PROVINCIA PRECORDILLERA PRECORDILLERA
DEPRESIONES TECTÓNICAS LONGITUDINALES
GEOLÓGICA OCCIDENTAL ORIENTAL
INTERMONTANAS (“VALLES”)
Aridisoles (Calciorthides,
Entisoles (Torrifluventes) Gypsiorthides,
TAXONOMIA -------------------
Salorthides)
SUELO

Serie Mitre: suelo pesado


Unidad sobre subsuelo liviano (**) Complejo Ramón Franco
Ocurrencia en lomadas de afloramientos terciarios.
Cartográfica Serie Belgrano: suelo liviano (denom. INTA, 1976)
sobre subsuelo pesado.(**)
1-En productos de intensa
actividad volcánica: thenardita
arcillas con muy altos
(*)
contenidos en sodio: RAS carbonatos, yeso y sales
TIPO DE SAL 2- Miembro superior Fm s/d
(máx.): 326,5 en general
Flores:
Foto 1
thenardita + halita; M. inf. Fm.
Flores: yeso + halita
- Relevamiento morfométrico
1-Descriptiva
de pipes Descriptiva
2-Mineralogía, Difractometría
METODOLOGÍA - Análisis químicos: Calicatas y Análisis
Rayos X (#) .Análisis Descriptiva
DE ESTUDIO salinidad (CE en µS/cm ##), químicas en muestras de
cualitativo sales (microscopio
cationes y aniones (me/l) suelos
de barrido y microsonda)
carbonato de calcio (%)

1-s/d fallamiento cuaternario


CAUSA principal del dinámica hídrica
2-fallamiento cuaternario (El ( El Museo) s/d
proceso o factor subterránea
Tigre) surgencia de aguas emergencia de agua
disparador (alto contraste entre
presencia de agua subterráneas altamente subterránea
períodos carga y recarga)
subterránea. mineralizadas

316
CUENCA CUYANA:
PROVINCIA PRECORDILLERA PRECORDILLERA
DEPRESIONES TECTÓNICAS LONGITUDINALES
GEOLÓGICA OCCIDENTAL ORIENTAL
INTERMONTANAS (“VALLES”)
litologías finas horizontes
s/d
FACTOR compuestos solubles +arcillas subsuperficiales muy
diferentes gradientes
CONDICIONANTE compuestos solubles dispersadas por sodio (RAS solubles (horizontes
hidráulicos? (**)
máx.: 26,5) sálicos)
Formación de cavernas:
altura:2,80 y ancho 2,20 m
(M.Sup.) corrosión, hundimiento
pipes Foto 2
altura:4 m y ancho:10 m (M. y desplome de canales de
inversión de relieve
CONSECUENCIAS Inf.: mayor tamaño por mayor resumideros irrigación por disolución
“vaciamiento” (erosión
salinidad) de horizontes sálicos
diferencial)
estalactitas, estalagmitas Fotos 2 y 3
(M.Sup)
pipes (M. inferior)
Yacante et al, 1997
1- Uliarte et al, 1990 Rocca, 1970
REFERENCIAS Gutiérrez Elorza, M, 2001 Stappenbeck, R, 1913
2- Yacante et al, 1997 Suvires, 2004
Suvires, G., 2004
(*) sulfato de sodio anhidro (#) arcillas encontradas: illita, clorita (##) CE: hasta 149.700 en µS/cm s/d: sin determinar en la referencia
bibliográfica original.

Cuadro 1: Síntesis de los procesos pseudokársticos en la provincia de San Juan

317
¿Qué características presentan los procesos kársticos y pseudokársticos en Mendoza?
Por Regairaz, M. C. y Gonzalez, M. A.

Estos procesos se observan en lugares que poseen alguna o varias de las siguientes características:
a ) rocas solubles: calizas y yesos
b ) lugares de emergencia de agua subterránea, ej: sector distal de abanicos aluviales
c ) agua subterránea con marcada variabilidad hidrológica

Estos procesos de disolución se han desarrollado en afloramientos rocosos (Cuadro 1) de calizas


(Fm La Manga) y yeso (Fm. Auquilco) de Cordillera Principal. (Abraham, 1995 y Abraham y
Duffar, y Ramos, 1993). Las formas típicas son las dolinas (ej.: Pozo de las Animas) aunque
también se han reconocido otras (poljes, etc.) en la Sierra Azul, departamento Malargüe (Abraham
y Duffar).
Aunque no existen estudios detallados al respecto, algunos autores mencionan la ocurrencia de
procesos kársticos en suelos (Cuadro 2) desarrollados en sedimentos del Cuaternario (Stappenbeck,
R., 1913, Romanella, 1957) . En este caso los agujeros aproximadamente circulares reciben diversas
denominaciones locales al parecer relacionadas al comportamiento (1, 2, 3 y 4) o aspecto (5) de los
mismos:
1. “resumideros” o “sumideros” (en departamento Guaymallén): se insumen las aguas de
riego.
2. “tinajeras” (en Guaymallén): tal vez por semejanza con los recipientes designados tinajas.
3. “Pozos Fríos” (citado en Morey, 1938, p.96 para el mismo departamento): en contraposición
de los pozos de aguas termales tibias.
4. “volcanes de agua”(en Maipú): por afloramiento de agua surgente del cono actual (“Cono
Barcala”) del río Mendoza.
5. “bombas” (en San Rafael): por el parecido con agujeros de bombardeos.

En Mendoza un importante factor desencadenante es el afloramiento de aguas subterráneas,


ejemplos:
- La denominada “área de surgencia”, de los conos mas recientes (“Cono Maipú” y “Cono Barcala”,
Regairaz y Barrera, 1975) del río Mendoza, llamada así porque nacen vertientes que dan origen a
cursos de agua (Arroyos Lagunita, Leyes, Fernández y Los Alamos). Gran parte de la surgencia se
localiza en el departamento Guaymallén, que en lengua de los huarpes milcayac es una palabra
compuesta de los términos “guay” = lugar y “mallín” = ciénaga, vega o bañado o sea “lugar de
ciénagas” (Maza, 1990). Estas tierra cenagosas fueron posteriormente drenadas para incorporarlas
al cultivo. Actualmente esta zona es un importante cinturón suburbano de minifundios hortícolas
donde el sector afectado por resumideros complica de distribución del riego (pérdida de caudales
entregados para los turnos de agua)
- En el sector S del departamento Malargüe, en la zona conocida como El Manzano, hay amplias
depresiones cársticas donde la presencia de agua a favorecido el desarrollo de vegas de gran
importancia para la actividad ganadera de la zona ej.: mallín Los Menucos. Las surgentes son
denominadas “agua que hierve” por los pobladores del lugar lo cual da idea de la presión con que
surge el líquido (Abraham y Duffar). La palabra “menuco” designa ojos de agua o vertientes donde
el agua fluye constantemente, por lo cual se transforma en un “tembladeral” donde pueden hundirse
y morir personas y/o animales (Maza, 1990).
Es importante resaltar que contribuyen a los procesos cársticos tanto la variabilidad anual (el agua
subterránea crece en meses invernales, después de la infiltración determinada por la fusión nival del
verano) como la variabilidad inter-anual. En este último aspecto, en Mendoza los Años Niño
favorecen altas precipitaciones nivales en cordillera y veranos cálidos, lo cual determina años
hidrológicamente ricos y notorios aumentos de los niveles freáticos. Este aumento depende de la

318
intensidad del fenómeno Niño: en años de fuerte intensidad el agua afloró en superficie de áreas
cultivadas determinando no solo la salinización por “revenición” (año 1904, en Regairaz y
Gonzalez, 2.001) sino también la transformación de lugares de extracción de áridos o “ripieras” en
lagunas temporarias, según testimonios fotográficos y verbales de pobladores mendocinos.
Otro importante factor desencadenante es el riego (factor antrópico en los oasis). También origina
una importante variabilidad anual: se producen elevaciones estacionales de los niveles freáticos
por las grandes láminas de agua o “riegos pesados” aplicadas en los meses de peligro de heladas
(setiembre a noviembre) y riegos post-cosecha (abril a mayo). En cambio, los datos freatimétricos
indican mayor profundidad del agua en verano por incremento del consumo de los cultivos y la
evapotranspiración.
Toda esta dinámica hídrica de ascenso y descenso favorece los procesos de tipo cárstico, no solo
desde el punto de vista químico (disolución y remoción de partículas solubles y/o dispersables) sino
también desde el aspecto físico (presión ejercida por el agua y disminución de la capacidad portante
de la misma), ejemplo: dolina de 183 m. de diámetro y profundidad de casi 50 m., el 8 de mayo de
1981 en Winter Park, Florida, EEUU, (Tarbuck y Lutgens, 2000, p.263) que se atribuyó al colapso
de los techos de las cavidades subterráneas a medida que el nivel freático descendía por efecto de
una intensa sequía.
Se estima que en Mendoza los procesos pseudocársticos deben estar mucho mas generalizados,
debido a las siguientes razones:
- Ausencia de estudios de suelo (especialmente cartográficos y de riesgo geológico) en la mayor
parte de la superficie provincial
- Presencia frecuente de horizontes de sales solubles, típicos de climas con cierto déficit hídrico
(áridos hasta subhúmedos), que determinan una remoción parcial de dichos componentes en el
suelo, por ejemplo horizontes cálcicos, gípsicos (del latín gypsum = yeso) y. sálicos (sales mas
solubles que el yeso, tales como sulfatos de sodio, cloruros y otras) del Soil Taxonomy (Soil Survey
Staff, 1992) .
Por lo tanto, examinando relevamientos cartográficos existentes se presentan (Cuadro 3 y 4)
algunos suelos que aunque están en equilibrio con el ambiente, tienen peligrosidad de desarrollar
procesos de tipo kárstico (piping o erosión en túnel) en caso de aportes hídricos adicionales,
ejemplo: por riego, inundaciones excepcionales, infiltración (de canales, cañerías, depósitos, etc.) u
otros motivos.
Al respecto, merece mencionarse el accidente de la explotación minera de cloruro de potasio
localizadas en una meseta basáltica de Payunia, departamento Malargüe, cercana al río Colorado.
En Mayo de 1992, por causa del deterioro de la geomembrana de una de las piletas evaporativas
solares, la salmuera proveniente de la explotación de niveles evaporíticos hipersalinos de la Fm
Huitrín (Cretácico medio) se infiltró en el suelo subyacente (Calciorthid ? o Aridisol con horizonte
cálcico) produciendo subsidencia por debajo de la pileta dañada y flujo subsuperficial de salmuera
con tenores dañinos para biomas terrestres y acuáticos.
Obviamente, la peligrosidad de estos procesos de tipo cárstico es creciente en la medida que
aumente la solubilidad, por tanto es máxima en los horizontes sálicos, alta en los gípsicos y menor
en los cálcicos. Algunos de los depósitos salinos de Mendoza fueron explotados como recurso
minero (Cordini, 1948, Regairaz y Videla Leaniz, 1961).

319
Cuadro 1: Procesos kársticos en afloramientos rocosos de Mendoza.

PROV.
CORDILLERA PRINCIPAL
GEOLOGICA
El Manzano
LOCALIZACION

nombre geográfico Sierra Azul: vertiente oriental (“Las Pozo de las Animas Puente de Inca
Mesetas”) y meridional
departamento Malargüe Malargüe Las Heras
coordenadas s/d (aprox. 36º 06´ S, 69º 53´ W) parcial (70º W) s/d
altitud ( msnm ) 2.200 2.020 s/d (2.720:Puente de Inca)
PMA s/d 940 mm/año s/d 295 mm/año
CLIMA

Clasificación
s/d perhúmedo, tundra s/d
Thornthwaite
estación meteor. Valle Hermoso Puente de Inca
ESTRATIG

Nombre Fm. El Calabozo y Fm Auquilco Fm. La Manga Fm. Auquilco


RAFIA

edad Jurásico Jurásico Jurásico


composición calizas y yeso calizas yeso
Descriptiva
Descriptiva
diámetro mayor: 265 (Pozo1) y 300 (P. 2) m;
Metodología estudio (Croquis geomorfológico y procesos Descriptiva
diámetro menor (espejo de agua): 160 y 100 m;
morfogenéticos dominantes)
profundidad: 80 y 50 m.

Datos analíticos --------- agua: CE = 668 y 677µS/cm (**), pH = 6,8 y 7,4 ----------

calizas: dolinas, simas (ponor), uvalas,


Manifestaciones o depres tipo polje (mallín Los Menucos) resumideros resumideros
productos yeso: anticlinal “vaciado”(SE de Salinas (“Pozos de las Animas”) dolinas
del Mechanquil)

320
PROV.
CORDILLERA PRINCIPAL
GEOLOGICA
paleoclima + infiltración terrenos circundantes +
CAUSA principal
aguas de fusión nival + rocío abundante arroyo temporario (solo Pozo 2) + s/d
del proceso
aguas surgentes *(mallín Los Menucos) actividad hidrotermal ? (burbujas: 50 cm3/minuto)
Referencias Abraham y Duffar, (inédito) Abraham, 1995 Ramos, 1993

(**)“agua que hierve” (denominación local) por la presión con que surgen (*) Conductividad Eléctrica del Río Salado: 2.000 µS/cm

Cuadro 2: Procesos pseudokársticos en suelos de Mendoza.

PROV.
CUENCA CUYANA
GEOLOGICA
Llanura de la Travesía
GEOMORFOLOGIA
abanico aluvial reciente abanico aluvial actual
conos río Mendoza
( Cono Maipú ) del río Mendoza (Cono Barcala) del río Mendoza

nombre
Guaymallén y Maipú Colonia Segovia San Roque
geográfico
LOCALIZACION

departamento Guaymallén y Maipú Guaymallén Maipú

coordenadas s/d s/d s/d

altitud ( msnm ) s/d 650 s/d

321
PROV.
CUENCA CUYANA
GEOLOGICA
PMA 214 mm/año
CLIMA

clasif.
árido mesotermal
Thornthwaite
estación meteor. CRICYT
Nombre s/d
ESTRATI
GRAFÍA

edad Cuaternario
composición sedimentos finos (sector distal cono) fluviales y lacustres
taxonomía
s/d: probables Acuentes? o Acuoles? ( antes del drenaje de las tierras ) y Udoles? ( actualmente )
USDA
horiz. por riego y alta humedad local del “área de surgencia” de los conos mas jóvenes del río Mendoza
SUELO

diagnóstico probables petrocálcicos, petrogípsicos y/o duripanes


unidad
Guaymallén: “serie” Corralitos Norte Maipú: “serie” Barcala
cartográfica
datos analíticos ( 22,5 a 27,1 % OCa ) ( 64,4 %SiO2 y 2,2% OCa )
Metodología descriptivo (1913) Calicatas (descripción: texturas, profundidad freática, eflorescencias salinas, etc. )
de estudio análisis quím : óxidos (1926) análisis químicos ( solo pH )
CAUSA principal “área de surgencia” ( fuerza mecánica del agua, alterancia anual e inter-anual del nivel freático, velocidad del agua: 0,5 /seg )
del proceso Riego
Factor condicionante intensa fracturación de la tosca ( solo en “serie” Corralitos N )
Referencias Stappenbeck, 1913 y 1926 Romanella, 1957

322
Cuadro 3: Peligrosidad potencial de procesos pseudocársticos ( piping o erosión en túnel )en suelos de Mendoza (Llanura de la Travesía sector
N y S)

PROVINCIA
CUENCA CUYANA
GEOLOGICA
Llanura de la Travesía ( sector N ) Llanura de la Travesía ( sector S )
planicie fluvio-eólica planicie lacustre de planicie aluvial ríos Diamante relieves
GEOMORFOLOGIA 1- paleocauces río Mendoza Guanacache: Atuel (sector N) cóncavos: planicie aluvial río
2- depresiones intermedanosas fondos de antiguas lagunas paleocanales (?) Atuel (sector S)
(“ramblones”)
Horiz. diagnóstico gípsico (?) y sálico (?) sálico gípsico sálico sálico
Peligrosidad relativa alta y muy alta muy alta alta muy alta muy alta
Referencias Cordini, 1948 Gaviola de Heras, 1982 CFI-INTA, 1982 ESSO, 1970
1- Gipsiortid (?) en “yeseras”
Taxonomía (sulfato de calcio)
Salorthid típico Gipsiortid cámbico Salorthid típico Salorthid
USDA 2- Salorthid (?) en
“sulfateras”(sulfato de sodio)
unidad
SUELO

--------------- ---------------- serie Puesto Farías serie Puesto Allora serie El Salitral
cartográfica
CE: 89.700 CE: 185.917
yeso: 24,2 %
datos analíticos CE 35.700 µmho/cm µmho/cm
sulfato de sodio: 95,7 % CE: 82.283 µmho/cm
(valores µmho/cm cloruros: 931meq/l cloruros: 4.425
(ambos datos de sulfateras cloruros: 810,5 meq/l
máximos) yeso : 8,7 % yeso: 2,7 % mg/l
Unión I y II)
yeso: 47,3 %

323
Cuadro 4: Peligrosidad potencial de procesos pseudokársticos ( piping o erosión en túnel )en suelos de Mendoza (Llanura de la Travesía sector
C y Payenia)

PROVINCIA
CUENCA CUYANA PAYENIA
GEOLOGICA
Llanura de la Travesía
sector SE sector S y SW
(sector central)
GEOMORFOLOGIA cono aluvial antiguo (“Cono Perdriel”) mesetas
depósitos aluviales de piedemonte (bajadas)
del río Mendoza: sector distal basálticas

taxonomía
Gipsiorthid (?) Calciorthid típico Calciorthid típico
USDA
SUELO

unidad series: Los Cerrillos, El Algarrobal, La Sarita ,


-------------- -----------
cartográfica Los Repuntes, El Divisadero

datos analíticos yeso: 58 % ( hasta 60 cm. de potencia,


(valores sobreyaciendo al calcáreo ) (sin datos) (sin datos)
máximos) carbonato de calcio: 12,9 %
Horiz. diagnóstico gípsico (?) cálcico
Peligrosidad relativa alta moderada

Referencias Regairaz y Videla Leaniz, 1961 ESSO, 1970; INTA, 1990 INTA, 1990

324
Trabajos citados en el texto

ABRAHAM, E. M., 1995, Informe geomorfológico de Pozos (1 y 2) de las Animas, Malargüe, en


libro: “El Pozo de las Animas: un misterio develado” (autor Rocha, R. ), Ed. Proyección,
Guaymallén, Mendoza, 134 p.
ABRAHAM. E. M. y DUFFAR, E, Carta Geomorfológica “El Manzano” (inédito)
CORDINI, I. R., 1948, Contribución al conocimiento de los cuerpos salinos de la Argentina:
Sulfataras del departamento General Lavalle, Mendoza, RAGA III (3), 145-200.
MAZA, J.I; 1990, Toponimia, Tradiciones y Leyendas mendocinas (anexo: Neuquén), Fundación
Banco de Boston, Buenos Aires, 315 p.
MOREY, F., 1938, Los temblores de tierra: Mendoza sísmica, Ed. D´Accurzio, 102 p.
RAMOS, V, 1993, Geología y estructura de Puente de Inca y el control tectónico de sus aguas
termales, Simposio sobre Puente de Inca, XII Congreso Geológico Argentino y II Congreso de
Exploración de Hidrocarburos, Actas V,8-19.Buenos Aires
REGAIRAZ, A. C Y VIDELA LEANIZ, J. R., 1961, Informe geológico referido a la existencia de
yeso e el campo de la sucesión Funes, Carrizal, dto. Luján , Mendoza, (informe inédito), 17 p.
REGAIRAZ, A. C. Y BARRERA, R. O. 1975, Formaciones del Cuaternario, unidades
geomorfológicas y su relación con el escurrimiento de las aguas en el piedemonte de la
Precordillera, Anais da Academia Brasileira de Ciências, 47(suplemento), Río de Janeiro, 5-20.
REGAIRAZ, M. C. Y GONZALEZ, M. A., 2001, Zonificación de áreas afectadas por salinización
para el estudio de la peligrosidad geológica, Revista de Geología Aplicada a Ingeniería y el
Ambiente, 16, 124-133.
ROMANELLA, C.A., 1957, Los suelos de la región del río Mendoza. ensayo de establecimiento de
series, Boletín de Estudios Geográficos N° 14, Vol: IV, Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad Nacional de Cuyo, 1-57.
STAPPENBECK, R., 1913, El agua subterránea al pie de la Cordillera mendocina y sanjuanina,
Anales del Ministerio de Agricultura: sección Geología, Mineralogía y Minería, Tomo VIII,
Número 5, Buenos Aires, 70 p.
SOIL SURVEY STAFF, 1992, Keys to Soil Taxonomy, SMSS (Soil Management Support
Services) Technical Monograph Nº 19, Pocahontas Press, Inc, Virginia, USA, 541 p.
TARBUCK, E. J. Y LUTGENS, F. K., 2.000, Ciencias de la Tierra: una introducción a la Geología
Física, Prentice Hall, España, 540 p.

METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS


ESTUDIO DE LA SUBSIDENCIA EN UN TERRENO CULTIVADO DEBIDO A LA
PRESENCIA DE KROTOVINAS CON FENÓMENOS KÁRSTICOS ACTUALES
Por Barredo, S.

Una suave depresión con forma circular desarrollada la estancia Nic’s Ranch perteneciente a la
Familia Skou, en la localidad de Dorrego, provincia de Buenos Aires motivo el interés de los
dueños, quienes hallaron que la misma estaba vinculada a un túnel labrado en el nivel de tosca. La
presencia de esta depresión trajo problemas en el laboreo ya que el lento descenso del terreno
modifico la capa de suelo fértil produciendo grietas y pequeños deslizamientos que complicaron las
maniobras de cultivo. En varias ocasiones el paso de equipo pesado dio lugar a bruscas caídas del
nivel del suelo que aceleraron la subsidencia, en incluso llagaron al colapso en algunos sectores.
Esto motivo que se hicieran estudios de detalle en la región para analizar el origen de la cavidad y
rastrear así otras zonas potenciales a tener en cuenta al momento de realizar los trabajos de campo,

325
e incluso ver la posibilidad de usar las cuevas como recurso turístico.
Los resultados arrojan datos interesantes ya que si bien la cavidad infrayacente presenta rasgos
kársticos, estos son pobres e insuficientes como para asociarla a procesos meramente químicos y/o
mecánicos de origen exclusivamente inorgánico. Por otro lado, la existencia de restos fósiles de
edad holocénica en la pelita basal sumado a la presencia de rasgos similares a rasguños en las
paredes y a la morfología de la cavidad permite compararlas a las estructuras biogénicas
(krotovinas) estudiadas por Zárate et al. (1998).

Descripción de la cavidad

La zona de estudio se halla cubierta por una capa de suelo húmico, de 1 metro de espesor, algo
arenoso con granos de carbonato de calcio fracción limo. Por debajo hay depósitos carbonáticos en
forma de toscas en cuerpos mas o menos tabulares y extensos regionalmente. El espesor no
sobrepasa 1,20 m. Infrayaciendo estos niveles hay arenas y pelitas rojizas con abundantes óxidos,
cemento arcilloso y material calcáreo en forma de toscas o nódulos y como cemento. En estas
localidades los acuíferos (capas libres) están entre 1,70 m hasta los 80 m de profundidad y sus
espesores son del orden de los 3 metros (Doliner, 1971). Particularmente, en la estancia donde se
hallan las cuevas, la napa se halla a 58 m (Skou, com. verbal).
La cueva asociada a la depresión se desarrolla en un nivel de tosca. Se accede por un tubo vertical
de 2 m de altura del tipo de los Shafts o chimeneas verticales (Figura 1). Anteriormente estaba
rellena de sedimento arcilloso y limoso de color negro que fue posteriormente removido por los
dueños de la estancia. La galería principal tiene rumbo S30°E, una pendiente suave de 5° al SE y un
desarrollo total del orden de los 40 m (Tedesco y Redonte, 2000). Presenta en sección un perfil
semicircular (Figura 2) con alturas promedio del orden metro y medio. La humedad ambiente debe
ser alta, superior al 70 %, aunque no se pudo medir con instrumental, la temperatura es del orden de
los 8° C según termómetro fijo. Las paredes están húmedas y en el brazo sur se observó goteo
asociado a microgrietas con disolución pero sin mineralización asociada. No se conoce hasta el
momento la respuesta de la filtración luego de una lluvia pero se estima, en función de las diaclasas
presentes, que debe ser moderada lo que le da a la cavidad característica de ser epigénica o vadosa.
Es evidente por lo descripto que la cavidad no es kárstica, al menos en su origen, y que si bien
actualmente esta sometida a procesos de disolución y remoción de material su génesis esta
vinculada a la actividad de mamíferos excavadores (Barredo, 2004).

Conclusión

Este interesante modelo pseudokárstico plantea nuevas pautas a considerar en el manejo de zonas de
interés para el hombre. La presencia de estas galerías o krotovinas inmediatamente por debajo del
suelo fértil, constituye un factor de inestabilidad en los terrenos sometidos al paso de equipo pesado
ya que invariablemente estos subsidirán. Si a esto se le suma el proceso kárstico actual, que aunque
es mínimo opera en rangos perceptibles, la velocidad de descenso del terreno se vera incrementada
con el riesgo que ello implica para el hombre.
El relleno de las mismas con material clástico puede ser una solución temporal que requiere el
monitoreo constante del nivel freático (la presencia de laminación horizontal en los limos de relleno
indicaría que la cavidad estuvo inundada), ya que un ascenso del mismo dará lugar al incremento de
la disolución de la roca con el consiguiente aumento del tamaño de la cavidad, lo que traerá mayor
probabilidad de caída del techo y colapso del nivel superficial. Este proceso se ve favorecido
además, por el agua vadosa cuya acidez esta acentuada por el aporte de suelos húmicos y raíces.

326
Figura 1:Foto que muestra el terreno levemente descendido del campo de la familia Skou. Nótese
como la vegetación del sector afectado se ve diferente al resto del campo.

Figura 2: Boca de acceso a las cuevas. El perímetro es bien circular, por lo que el dueño del terreno
le puso un tanque para poder acceder a las mismas sin dificultades.

327
Figura 3: Foto que muestra la sección de una de las galerías. El piso de la misma esta elevado
debido al relleno que antiguamente llevaron a cabo los dueños del terreno para evitar que este
colapse.

Trabajos citados en el texto

Barredo, S., 2004. Cuevas Nic's Ranch: karst o krotovina?. II Congreso Nacional Argentino de
Espeleología. Actas CD-ROM. Articulo Nº 2: 6 p. Tandil.
Doliner, L., 1971. Descripción Hidrogeológica de la zona de Libano - Laprida y Pedro Lasalle.
Provincia de Buenos Aires. Dirección Nacional de Geología y Minería. Boletin 122: 25 p.
Buenos Aires.
Tedesco, E. y Redonte, G., 2000. Plano topográfico de las cuevas Nic’s Ranch, precisión 4C. Grupo
Espeleológico Argentino. Inédito
Zárate, M.A., Bargo, M S., Vizcaíno, S.F., Dondas, A. y Scaglia, O., 1998. Estructuras biogénicas
en el Cenozoico tardío de Mar del Plata (Argentina) atribuibles a grandes mamíferos.
Asociación Argentina de Sedimentología, 5(2): 95-103.

328
Capítulo 5

NEOTECTÓNICA
Costa, C. H. ¿Qué se entiende por neotectónica?
¿Cuándo una falla es “activa”?
¿Cuál es el rol de la neotectónica en la caracterización del peligro sísmico?
¿Cuál es la metodología utilizada?
¿Con qué otro tipo de procesos pueden estar asociadas las deformaciones
recientes?
¿Cuál es la distribución de las deformaciones cuaternarias en la República
Argentina?
¿Qué características tienen los fenómenos neotectónicos en Precordillera?
¿Qué características tienen los fenómenos neotectónicos en las Sierras
Pampeanas?

METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS

Costa, C. H. Criterios de mapeo en neotectónica


Cartografía de recopilación y síntesis: Estructuras cuaternarias en la Hoja
3369-II, Mendoza.
Cartografía neotectónica en el frente de levantamiento de la sierra de San
Luis
Relevamiento paleosismológico en la falla de Comechingones
Relevamiento paleosismológico en la falla Magallanes-Fagnano

329
NEOTECTÓNICA
Por Costa, C. H.

¿Qué se entiende por neotectónica?

El término neotectónica ha sido utilizado con diversas acepciones y significados; dependiendo funda-
mentalmente del marco geológico involucrado, el tipo de estudio (investigación/consultoría) y el tipo
de formación académica de quienes lo utilizan, entre otros aspectos. Las diferentes interpretaciones
respecto a la base temporal de las deformaciones que deberían considerarse como neotectónicas, resta
precisión al término. Es así que colegas que trabajan en regiones tipo SCI (Interiores Continentales
Estables) consideran en general como neotectónicas a las deformaciones ocurridas durante el Neógeno
en general, mientras que en los ambientes de bordes de placas o sectores aledaños se tiende a restringir
esta definición a las deformaciones ocurridas durante el Cuaternario.
En Argentina esta acepción denomina generalmente a las deformaciones cuyo piso cronológico se ubi-
ca en el techo del Plioceno, en coincidencia con los últimos eventos orogénicos en buena parte de nues-
tro territorio.
El término “neotectónica” no expresa un intervalo cronológico universalmente aceptado. Aplica en
forma genérica a deformaciones que se estiman jóvenes o modernas en sentido amplio, pero resulta
inapropiado para establecer mayores precisiones cronológicas sobre las mismas. Por eso es preferible
caracterizar las deformaciones en función de la edad del último movimiento conocido o inferido (por
ejemplo: deformaciones pleistocenas o falla holocena), antes que referirlas como “deformaciones neo-
tectónicas”. En muchos casos, la falta de precisión sobre la cronología de las unidades afectadas, tam-
poco favorece la definición de una base cronológica de las deformaciones neotectónicas.
El concepto de “tectónica activa” adolece de las mismas imprecisiones, mientras que términos como
“tectónica cuaternaria” o “tectónica holocena” se consideran más precisos e indicativos.

¿Cuándo una falla es “activa”?

El concepto de “falla activa” está estrechamente ligado a las deformaciones recientes e implica las
mismas dificultades para definir su significado que las indicadas precedentemente. En ambientes con-
tinentales estables, esta definición abarca a todas las estructuras con certeza o presunción de movimien-
tos durante el Cuaternario e incluso durante el Neógeno, mientras que en áreas con importante activi-
dad sísmica, la caracterización como “falla activa” está restringida a estructuras con antecedentes histó-
ricos o sismológicos de desplazamientos y/o que tienen una expectativa de recurrencia en un intervalo
de tiempo semejante a la expectativa de vida humana (Slemmons 1977, 1981).
La necesidad de establecer marcos regulatorios en estudios donde la actividad de fallas es un aspecto
importante en el desarrollo de un proyecto, ha llevado a varias entidades a establecer diferentes defini-
ciones sobre el concepto de “falla activa”. La U.S. Nuclear Regulatory Commission las caracteriza
como aquellas fallas con desplazamientos múltiples en los últimos 500.000 años, o con un solo despla-
zamiento en los últimos 35.000 años. Según el U.S. Bureau of Reclamation, las fallas activas son aque-
llas que han experimentado desplazamientos en los últimos 100.000 años, mientras que el U.S. Army
Enginnering Corps las identifica como fallas con desplazamientos en los últimos 35.000 años.
En el estado de California, el término “falla activa” tiene estatus legal y está incorporado al Protocolo
Alquist-Priolo (Hart 2000). Dicha norma prevé requisitos especiales o directamente prohíbe desarrollos
urbanos o construcciones en las cercanías de estructuras cuyo último movimiento haya ocurrido en los
últimos 11.000 años. Para dichas estructuras se define una Zona de Peligro de Desplazamiento Super-
ficial, o “Earthquake Fault Zone”. Ello se basa en la presunción que futuras rupturas superficiales

330
seguirán las rupturas recientes.
Los conceptos de “falla activa” recién indicados han demostrado ser inapropiados para la caracteriza-
ción del peligro sísmico, particularmente en áreas en donde la recurrencia sísmica es prolongada (Ma-
chette 2000; Costa 2000). Cuando el ciclo sísmico de una falla es mucho mayor que el período de
observación humana e involucra incluso varios miles de años, la estructura con evidencias de mo-
vimientos más jóvenes y por lo tanto la más “activa”, probablemente no sea la más peligrosa en
términos de la mayor probabilidad de ocurrencia de un evento en el corto plazo. Aún en fallas con
alta recurrencia y sin considerar la imprecisión de los métodos cronológicos para definir la edad de
su último movimiento, existe poco fundamento científico para sustentar diferentes regulaciones en
una zona vinculada a una estructura “activa” con movimientos hace 10 ka respecto a otra “no acti-
va” que registró actividad hace 12 ka.
En consecuencia, no es aconsejable el uso de conceptos como “falla activa”, “falla potencialmente
activa”, “falla inactiva”, etc., ya que los mismos probablemente tendrán diferentes significados para
potenciales usuarios de la información. Se sugiere caracterizar la actividad de una falla en función
de los últimos movimientos registrados (ejemplo: Falla con actividad holocena) (Trifonov y Ma-
chette 1993; Machette 2000; Machette et al. 2000; Costa 2000; Costa et al. 2003). Este concepto
tendrá sin duda un significado muy diferente, en cuanto al peligro sísmico asociado, en zonas de
intra o interplaca. Las características de los ciclos sísmicos pueden ser bastante diferentes en dichos
ambientes y se entiende que el uso de esta nomenclatura permitirá a terceros interpretar con mayor
objetividad la información neotectónica.

¿Cuál es el rol de la neotectónica en la caracterización del peligro sísmico?

El asesoramiento del peligro sísmico desde una perspectiva geológica, se basa en el conocimiento
del registro paleosísmico de fallas consideradas sismogénicas, para intentar predecir su comporta-
miento futuro. Se considera que una falla que ha tenido desplazamientos recientes (cuaternarios en
términos generales), puede volver a experimentar nuevas deformaciones superficiales. Este punto
de partida implica obtener información sobre la localización, recurrencia y tamaño o magnitud de
los terremotos que ocurrieron en el pasado, en una determinada zona de deformación o estructura.
Los catálogos de sismicidad histórica e instrumental proveen información sobre la ubicación, mag-
nitud e intensidad de los terremotos. Sin embargo, la identificación de deformaciones cosísmicas
preservadas en la estratigrafía cuaternaria, es la única forma de reconocer episodios anteriores al
registro histórico. Estos estudios constituyen el campo de la paleosismología y la incorporación de
esta información en el análisis del peligro sísmico es muchas veces determinante para robustecer
sus alcances, teniendo en cuenta que:
• Muchas estructuras consideradas “activas” como la falla Alpina de Nueva Zelandia (tasa de
movimiento aproximada 30 mm/año) no han generado sismos significativos durante el pe-
ríodo que cubre la información histórica. Esta estructura que actúa como margen transfor-
mante de placas, debe acumular en su evolución importantes crisis sísmicas. Pero ni la sis-
micidad instrumental, ni el corto período de registros históricos regulares en Nueva Zelandia
(menos de 200 años), indican nada sobre ello.
• Aún en sectores de interplaca, la penetración temporal de la información histórica es insufi-
ciente para una adecuada caracterización de la capacidad sismogeneradora de varias estruc-
turas.
• Algunas estructuras sismogénicas no presentan actividad sísmica previa a la generación de
un evento importante y otras no muestran actividad sísmica con posterioridad al mismo (por
ejemplo la falla La Laja en San Juan luego del terremoto de 1944). Por lo que los datos sis-
mológicos no permiten caracterizar adecuadamente la amenaza sísmica asociada a ellas.
• Algunas fallas presentan actualmente una modalidad de desplazamiento mediante reptación

331
(creep) con liberación continua de esfuerzos (fallas Hayward y Calaveras en California),
aunque en el pasado han generado terremotos destructivos.

Existe una relación empírica entre las tasas de movimiento de estructuras sismogénicas y el período
de recurrencia de sismos de importancia a lo largo de las mismas (Villamor y Berryman 1999) (Fig.
1). En ambientes de bordes de placa o en fallas con importante tasa de movimiento (> 15 mm/año),
este periodo puede abarcar 100-200 años. En regiones de interplaca o en estructuras de tasas de
movimiento bajas (< 0,1 mm/año), el ciclo sísmico puede estar comprendido entre 10 ka a 50 ka o
ser aún mayor. Si el ciclo sísmico de una estructura es por ejemplo 3 ka, entonces la información de
300-400 años provista por la sismicidad histórica, proporcionará una ventana temporal insuficiente
para conocer de que tamaño y cada cuanto tiempo podrían producirse eventos sísmicos destructivos.

100
Tasa de desplazamiento (mm/año)

10

1,0

0,01

0,001
10 100 1000 10000 100000 1000000

Período de recurrencia (años)

Figura 1: Relaciones entre la tasa de desplazamiento de fallas cuaternarias en diferentes contextos


tectónicos y el período de recurrencia de eventos sísmicos con deformación asociada en superficie.
Ambos parámetros han sido determinados a partir de información paleosismológica. Adaptado de Vi-
llamor y Berryman (1999) y tomado de Costa (2004).

Los terremotos importantes (magnitud M>6,5) que ocurren a profundidades menores de 30 kilóme-
tros casi siempre producen deformaciones en la superficie terrestre y son los que constituyen las
mayores amenazas para la sociedad. Los rasgos morfológicos resultantes de muchos terremotos
históricos e incluso prehistóricos, han sido tradicionalmente descriptos y analizados. Pero hasta an-
tes del último cuarto de siglo, poco se conocía respecto al registro estratigráfico asociado a las rup-
turas superficiales. Desde el punto de vista geológico, es necesario conocer la localización y carac-
terísticas de las fuentes sismogénicas potenciales (fallas y pliegues con actividad reciente), debido a
los efectos primarios y secundarios que pueden asociarse a las mismas en oportunidad de un sismo.
Entre los efectos primarios, se destacan las rupturas y deformaciones del terreno que generalmente
se concentran en las inmediaciones de un epicentro sísmico y que por el sacudimiento del terreno
pueden comprometer severamente las estructuras localizadas en las inmediaciones. Para ello, se
define la “Zona de peligro de desplazamiento superficial”, vinculada con una determinada estructu-
ra, determinándose un área de seguridad a ambos lados del trazo o zona de fracturación ( “Earth-
quake Risk Zone (ERZ)” según California Division of Mines and Geology 1997; Hart y Bryant
1997; Hart, 2000).
Los efectos secundarios se refieren a los fenómenos eventualmente inducidos por un sismo, tales
como inestabilidad de laderas y licuefacción.

332
¿Cuál es la metodología utilizada?

Los estudios neotectónicos y paleosismológicos se complementan en escala y secuencia. Puede de-


cirse que los primeros abarcan la etapa de análisis regional, mientras que el análisis paleosismológi-
co se refiere a los trabajos de detalle en el afloramiento.
Los estudios neotectónicos involucran enfoques de tipo geomorfológico y geológico. El enfoque
geomorfológico analiza las evidencias en el terreno de las deformaciones recientes y constituye el
campo de la geomorfología tectónica o morfotectónica (Bull y Wallace 1985; Morisawa y Hack
1985; Doornkamp 1986; Burbank y Anderson 2000). El punto central de este análisis está orientado
a discriminar entre el control pasivo y el control activo que una estructura impone sobre el paisaje.
El primero de ellos implica la imposición en el relieve de ciertos rasgos generalmente lineares, sin
que la evolución del paisaje esté condicionada por la actividad de la estructura. Por ejemplo, una
escarpa desarrollada por erosión diferencial de un drenaje a lo largo de una superficie de falla, sin
que esta geoforma tenga relación directa con movimientos recientes de la estructura. Estas situacio-
nes pueden resultar en rasgos lineares muy continuos y notorios, a veces con mejor expresión que
muchas estructuras con actividad reciente capturando prematuramente la atención del observador
durante la fotointerpretación.
El control activo de una geoforma por una determinada estructura, implica una relación dinámica
entre la evolución de la misma y los continuos movimientos de la estructura asociada. Por ejemplo;
la imposición en el relieve de un anticlinal de crecimiento, redundará en deflexiones del drenaje,
independientemente de la claridad con que se expongan sus rasgos en la morfología. Otra situación
común en el control activo es el desarrollo de una escarpa de falla contrapendiente, la cual produce
sucesivos bloqueos y desvíos en el drenaje debido a repetidas rupturas cosísmicas asociadas a la
falla.
La correcta dilucidación entre el predominio de control pasivo o activo permite establecer la exis-
tencia de movimientos recientes (o al menos cuaternarios) a lo largo de una estructura.
El enfoque geológico concentra el análisis en las evidencias estratigráficas inducidas por deforma-
ciones cosísmicas. El supuesto de partida es que todo sismo que genera una deformación en superfi-
cie ya sea por ruptura o flexura, puede producir en situaciones propicias una respuesta sedimentaria
y/o erosiva en sus adyacencias. Los terremotos morfogénicos, es decir aquellos que generan en su-
perficie algún tipo de morfología característica, corresponden comúnmente a magnitudes M>6,5.
Los eventos menores, excepto aquellos de profundidades < 15 kms., tienen muy poca chance de
producir algún tipo de evidencia en la morfología o en la estratigrafía asociada a una estructura y
por lo tanto es difícil reconocerlos en los estudios paleosísmicos.
La magnitud umbral para que un sismo produzca deformación en superficie, está basada en las ca-
racterísticas de los reportes históricos, tipo de ambiente sismotectónico, además de consideraciones
sismológicas y reológicas. En nuestro país esta situación no está aún adecuadamente determinada.
Los sismos de magnitud M 7,4 de 1944 y 1977, generaron en la provincia de San Juan rupturas con
componentes verticales cosísmicas menores de un metro (Castellanos 1944, INPRES 1982), mien-
tras que los sismos de magnitud M 7,8 asociados a fallas transcurrentes que afectaron la región de
Tierra del Fuego en 1949, generaron componentes verticales de aproximadamente un metro con una
componente horizontal aún no determinada con precisión comprendida entre 0-4 m. (Schwartz et al.
2001, 2002). No existen reportes de deformaciones asociadas al sismo M 7.2 de 1952 con epicentro
en La Rinconada, por lo que la magnitud umbral en el ambiente precordillerano para fuentes sismo-
génicas de profundidad semejante podría ser de M 7.3.
En las Sierras Pampeanas han ocurrido sismos históricos M< 6.2 sin que se hayan reportado defor-
maciones en superficie. Por lo tanto si en el registro estratigráfico se reconocen evidencias de ruptu-
ras prehistóricas, casi seguramente las mismas corresponderán a episodios mayores que la magnitud
umbral. Esta información puede en muchos casos modificar en forma drástica los criterios de zona-
ción sísmica existentes.

333
Tomando los ejemplos citados como controles activos; es probable que la impronta estratigráfica de
un anticlinal activo esté caracterizada por el desarrollo de estratos de crecimiento en sus flancos.
Una escarpa contrapendiente desarrollará depósitos gravitacionales al pie, sincrónicos con el fenó-
meno de ruptura superficial. Esta depositación de materiales coluviales proximales generalmente de
geometría cuneiforme es conocida con el nombre de “cuña coluvial”. Dichos depósitos son bastante
comunes en fallas normales y transcurrentes y su datación permite definir la cronología del evento
sísmico
La Fig. 2 muestra el desarrollo de dos generaciones de cuñas coluviales debido a la repetición de un
evento sísmico con deformación superficial en el mismo plano de falla.

a b

c d

Figura 2: Esquema donde se muestra la generación de sucesivas cuñas coluviales desarrolladas a partir
de la formación y reactivación de una escarpa de falla. Tomado de Costa (2004).

En la descripción de los registros estratigráficos asociados a deformaciones de origen sísmico, se


utiliza el concepto de horizonte de evento (event horizon), para identificar a la paleotopografía exis-
tente inmediatamente antes de la ocurrencia de un sismo. Un horizonte de evento corresponde a la
línea tiempo que separa depósitos previos y posteriores a una determinada ruptura sísmica.
Para poder describir en detalle la estratigrafía cuaternaria asociada a una zona de falla es necesario
acondicionar los cortes naturales o realizar trincheras perpendiculares a la superficie de la falla. En
el caso de las fallas transcurrentes se requiere también la ejecución de trincheras paralelas a la mis-
ma. El relevamiento de la información expuesta se efectúa a escalas 1:50 o aún más detalladas. Para
ello, se establece un grillado de 1x1 m. ó 0,50x1 m. en ambas paredes de la trinchera (Fig. 3), como
guía para dibujar los contactos entre unidades, estructuras y todo rasgo de interés. Para mayor preci-
sión del dibujo, se controla la ubicación de los rasgos relevados mediante un sistema de coordena-
das cartesianas, cuyos puntos origen se localizan en el extremo inferior izquierdo de cada cuadrícu-
la. Las paredes de las trincheras son por lo general verticales, aunque en algunos países como Japón
las paredes se abren con una inclinación de 45°, lo cual en muchos casos facilita la estabilidad y
preservación de las mismas.

334
Figura 3: Trinchera efectuada perpendicularmente al plano de falla, en la que se observa el desplaza-
miento asociado a su trazo. Obsérvese el grillado de 1m x 1m utilizado para describir en detalle las
unidades estratigráficas (Falla Mohaka, Nueva Zelandia).

Una tendencia reciente consiste en obtener un registro fotográfico individual de cada cuadrícula
(foto-logging) y dibujar sobre la misma foto el mayor detalle posible de la exposición. Luego se
reconstruye y ensambla todo el perfil mediante un fotomosaico digital sobre el cual se presenta la
interpretación efectuada (Fig. 4).

335
Figura 4: Mosaico digital obtenido a partir del fotografiado de la grilla en una trinchera (foto logging),
en el que se muestra la descripción e interpretación resultante (arriba) (Falla Calaveras, California).

La información a extraer para caracterizar el peligro sísmico de una región comprende a la recu-
rrencia, el tamaño máximo de sismo ocurrido y el tiempo transcurrido desde el último evento con
ruptura superficial asociada o al menos documentado en la estratigrafía y/o morfología existente.
Para ello es necesario el análisis de las relaciones expuestas en varios sitios o trincheras y la com-
plementación y confrontación entre cada resultado. Una descripción de los criterios comúnmente
utilizados para estimar dichos parámetros puede consultarse en de Polo y Slemmons (1990),
McCalpin (1996), Yeats et al. (1997), Costa (2004).
El análisis morfotectónico detallado y las evidencias paleosísmicas recogidas a lo largo de diversos
planos de fallas han dado resultados muy variables en la caracterización de los parámetros sismoge-
néticos recién citados. Ello es debido a que una ruptura cosísmica difícilmente ocurra a lo largo de
toda la longitud de una falla, sino que generalmente se concentra en determinados sectores. Es por
ello que donde existe abundante información paleosísmica se pueden definir segmentos a lo largo
del trazo de una falla. Un segmento de falla es un sector de la misma donde su registro paleosísmico
es aproximadamente homogéneo en cuanto a número de eventos presentes y tiempo transcurrido
desde el último evento con deformación superficial. Machette et al. (1991) dividieron la falla Wa-
satch (Utah, Estados Unidos) en una serie de segmentos en los que su historia paleosísmica y pre-
servación de morfologías asociadas al fallamiento era bastante homogénea. Esta contribución desta-
có que los límites de los segmentos definidos están asociados a inflexiones, escalonamientos y otro
tipo de cambios en la geometría del frente serrano que pudieron haber actuado como barreras (aspe-
rities) en la propagación de las rupturas cosísmicas. Las obvias implicancias de estos conceptos en
la caracterización del peligro sísmico, estimuló su aplicación a varias fallas para definir sectores
con diferentes historias de rupturas y por lo tanto diferentes tiempos transcurridos desde el último
evento de magnitud igual o mayor que el sismo umbral. La definición de segmentos ayuda también
a estimar las longitudes unitarias de rupturas probables y constituye otro modo de estimar el terre-
moto máximo probable según las relaciones empíricas anteriormente citadas.
Sin embargo, la complejidad de las rupturas sísmicas a lo largo de un plano de falla necesita de una
masa crítica de información paleosísmica confiable y representativa del trazo de una estructura para
establecer segmentos con historia paleosísmica semejante. Ello implica la ejecución de numerosas
trincheras, estudios geofísicos, dataciones, etc. lo cual solo ha sido posible en sectores donde la
amenaza sísmica y la concentración y la concentración de actividades socioeconómicas son impor-
tantes, como en algunos sectores de Estados Unidos, Japón y Nueva Zelandia. Aún así muchos de
los estudios realizados bajo dicha óptica no han sido exitosos en definir claramente segmentos pa-

336
leosísmicos, por lo que la utilidad de dicho concepto es considerada por muchos autores de aplica-
ción limitada.
Dado que el término “segmento de falla” tiene la acepción paleosismológica recién descripta, es
aconsejable utilizar el término “sección” (Haller et al. 1993; Costa et al. 2000a) cuando se divide el
trazo de una falla para su descripción o mapeo en función de aspectos morfotectónicos, estructura-
les (Por ejemplo: Falla de la Sierra Chica, Sección Santa Rosa).

¿Con qué otro tipo de procesos pueden estar asociadas las deformaciones recientes?

Los eventos sísmicos con o sin deformaciones superficiales asociadas, pueden actuar como dispara-
dores de fenómenos como licuefacción y fenómenos de remoción en masa. Estos no necesariamente
están localizados en la zona de deformación, sino que pueden estar localizados en algunos casos a
distancia considerable de las mismas, pudiendo ser difícil establecer la fuente sísmica con la que
estuvieron asociados.
En ambientes con sedimentología propicia, es común reconocer evidencias de paleolicuefacción
asociadas a zonas de deformación recientes, aunque la vinculación de estos fenómenos con la mag-
nitud de los paleoeventos responsables es dudosa. Se admite que los procesos de licuefacción son
frecuentes en sismos de magnitud M> 5.5, aunque este tipo de procesos han sido descriptos ocasio-
nalmente en eventos de M 5.0 (Ambraseys, 1988, Obermeier, 1996).
Diferentes procesos de remoción en masa asociados a inestabilidad de laderas, tales como desliza-
mientos, avalanchas de rocas, caída de rocas y diversos tipos de flujos están comunmente asociados
a zonas de fallas o sin vinculación con ellas. Mediante el análisis de cincuenta avalanchas de rocas
producidas por terremotos históricos, Keefer (1984) concluyó que las mismas fueron generadas en
pendientes mayores de 25º y con un relieve relativo mayor de 150 mts. La mencionada contribución
mostró también que el número de deslizamientos y la magnitud del área de ocurrencia de los mis-
mos están vinculados con la magnitud del sismo generador.
Keefer (1994) también estableció relaciones en base a catálogos históricos entre la magnitud del
sismo inductor y el volumen afectado, lo cual permite estimar el tamaño de la fuente sísmica.

¿Cuál es la distribución de las deformaciones cuaternarias en la República Argentina?

La subducción de la placa de Nazca debajo de la placa Sudamericana, determinan un contexto com-


presivo dominante en Argentina para la gran mayoría de las deformaciones neotectónicas en general
y cuaternarias en particular. Como resultado de las diferencias en el estilo de subducción de la placa
de Nazca (Barazanghi e Isacks 1976; Pilger 1984; Jordan et al. 1983), la distribución de las defor-
maciones neotectónicas no es homogénea.
El reconocimiento y análisis de la gran mayoría de deformaciones cuaternarias en Argentina es to-
davía preliminar e incompleto y sin duda existen muchas estructuras con actividad reciente que aún
no han sido identificadas. Como parte del Proyecto II-2 (World Map of Major Active Faults) del
Programa Internacional de la Litosfera (ILP), Costa et al. (2000a) realizaron la primer recopilación
e inventario a través del Mapa y Base de Datos de las Deformaciones Cuaternarias de la Argentina
(http://neotectonica.unsl.edu.ar). Este trabajo mostró que aproximadamente el 90% de las deforma-
ciones actualmente conocidas se encuentran comprendidas en el segmento de subducción subhori-
zontal (27°S y 33°S), particularmente concentradas el sector precordillerano y en las Sierras Pam-
peanas (Fig. 5.). Ello concuerda con la observación efectuada por Gutscher et al., quienes indicaron
que la energía sísmica liberada en la placa superior en los segmentos de subducción sub-horizontal
es de 3 a 5 veces mayor que en los segmentos caracterizados por subducción normal. Este sector
incluye dos de las tres rupturas superficiales reconocidas en territorio nacional asociadas a los sis-

337
mos M 7.4 de San Juan en 1944 (Castellanos 1944; Groeber 1944) y M 7.4 de Caucete (Volponi et
al., 1978), así como los registros más significativos de sismicidad histórica e instrumental.

4
Figura 5: Mapa esquemático de síntesis donde se indican las principales estructuras cuaternarias de la
Argentina. 1. Noroeste; 2. Sector precordillerano; 3. Sierras Pampeanas; 4. Sector Lago Fagnano. Sim-
plificado de Costa et al., 2000a.

338
En el segmento de subducción normal desarrollado al norte de los 28°S, solo han sido descriptas
algunas deformaciones cuaternarias en el ambiente de piel gruesa de Puna-Cordillera Oriental (Cor-
tés et al. 1987, Allmendinger et al. 1989, Hermanns et al. 1999) afectando superficies aluviales,
pero se carece de mayores precisiones sobre estas estructuras. Importantes deformaciones recientes
se han intuido asociadas a las estructuras anticlinales de las Sierras Subandinas (Stein y Yeats
1989), aunque solo recientemente se ha podido conocer algunas de sus características principales
(Ramos et al. 2003). Es importante destacar que en esta región tuvo lugar uno de los sismos históri-
cos más importantes del territorio (Talavera de Esteco, Salta, 1692) al que le fue asignada una mag-
nitud de M 7.3 (Castano y Zamarbide 1978).
Al Sur de los 33°S la subducción es nuevamente oblicua y solo unas pocas estructuras cuaternarias
han sido reportadas en esta extensa región hasta los Andes Fueguinos.
En la falla Magallanes-Fagnano ocurrieron dos terremotos Ms 7.8 el 17/12/1949 que generaron las
rupturas sísmicas más importantes del territorio argentino, de las cuales aún se ignora su longitud
total.

¿Qué características tienen los fenómenos neotectónicos en Precordillera?

Las deformaciones neotectónicas de la Precordillera, en particular el sector mendocino-sanjuanino


ha concitado la atención de muchos estudios, considerando los antecedentes sísmicos y la excelente
expresión en superficie de estos fenómenos, lo que la convierte en uno de los mejores sectores de la
cadena andina para su observación. Una recopilación de las deformaciones cuaternarias reconocidas
en esta región fue efectuada por Cortés et al. 1999.
Este orógeno muestra diferentes estilos de deformaciones neotectónicas, consistentes con el impor-
tante control impuesto por la reactivación de estructuras anteriores. En la provincia de San Juan, al
norte de los 32°15´, la tradicional división de la Precordillera en el sector Occidental, Central y
Oriental, también aplica para describir a las deformaciones neotectónicas. Si bien esta provincia
geológica está caracterizada por un estilo netamente compresivo, en el flanco oeste de la Precordi-
llera Occidental, se destaca claramente una morfología linear por un tramo no inferior a 200 km que
corresponde a la falla de El Tigre (Bastías et al. 1984, 1990; Siame et al. 1997, 2002). Esta estructu-
ra presenta rasgos típicos de movimientos transcurrentes dextrales y constituye el principal acciden-
te tectónico cuaternario que particiona la componente horizontal longitudinal del movimiento rela-
tivo entre placas (Siame et al. 1997, 2002).
La gran mayoría de las deformaciones cuaternarias descriptas en la Precordillera sanjuanina están
agrupadas en un segmento latitudinalmente bastante coincidente con la expresión topográfica de la
sierra de Pie de Palo. Las estructuras están asociadas a fallas inversas con vergencia oriental, aso-
ciadas a los corrimientos de igual geometría que caracterizan a la Precordillera Central, como por
ejemplo la falla La Cantera (Bastías et al. 1984) y el Sistema Maradona-Acequión (Bastías et al.
1984). La Precordillera Oriental en cambio se caracteriza por corrimientos vergentes al Oeste en los
que el basamento cristalino está involucrado en la deformación andina, definiendo entre ambas mor-
foestructuras un tipo de zona triangular de piel gruesa (Zapata y Allmendinger 1996). El fallamiento
reciente está representado por trazos de fallas paralelos y rectilineares coincidentes con la estratifi-
cación pre-cuaternaria y preferentemente cenozoica. Esto ha sido interpretada como el resultado de
movimientos flexodeslizantes distribuidos en el paquete de estratos (Costa et al., 1999; Krugh y
Meigs 2001). Dicho estilo caracteriza a las fallas Blanquitos, La Laja, Loma de las Tapias, Marque-
sado y Cerro Salinas entre las principales estructuras.
Desde el punto de vista neotectónico, el estilo de piel gruesa de la Precordillera Oriental y las fallas
inversas con vergencia occidental que marginan por el Oeste a estos cordones serranos, son más
asimilables a un bloque elevado pampeano con preservación de cobertura sedimentaria, antes que a
la típica faja plegada y corrida representada por el estilo de piel fina de la precordillera Central y

339
Occidental.
Aproximadamente a los 32°15´ culminan las últimas estribaciones de la Precordillera Oriental en la
sierra de Pedernal y Cerro Salinas, coincidiendo aproximadamente con el límite político entre San
Juan y Mendoza y con una notable inflexión en el rumbo general de las estructuras. Ello es debido
al control de las estructuras NNO del rift triásico (Ramos y Kay 1991; Dellape y Hegedus 1995)
que fueron invertidas durante el Neógeno y funcionaron como corrimientos ciegos o emergente
vergentes al Este. Los principales ejemplos de estas estructuras son las fallas de Las Peñas y Las
Higueras-Cerro La Cal (Bastías et al. 1993; Cortés y Costa 1996; Costa et al. 2000b; Mingorance
2000).
En el flanco occidental de la Precordillera mendocina y valle de Uspallata-Calingasta han sido des-
criptas deformaciones arealmente vinculadas con las estructuras neotectónicas presentes en la Pre-
cordillera Occidental (Cortés y Costa, 1993) y también estructuras oblicuas con movimientos trans-
currentes asociados (Cortés 1998, 2000; Cortés et al. 1999)
En el extremo austral de la Precordillera (33°S) coincidente con el límite sur del segmento de sub-
ducción subhorizontal Pampeano, han sido descriptos ejemplos de anticlinales de crecimiento que
afectan a estratos cuaternarios (Chiaramonte et al. 2000, Costa et al, 2000c; Brooks et al. 2000, Ol-
giati y Ramos 2003). Este estilo de deformación neotectónica continúa al sur de los 33°S, afectando
estratos neógenos y en algunos casos también cuaternarios (Polanski 1963; Regairaz y Videla Lea-
niz 1968).
Las geometrías y morfologías características del contexto neotectónico precordillerano pueden re-
sumirse en los siguientes tipos: 1. Escarpas lineales y drenajes desplazados/obturados asociados a
tectónica transcurrente en la falla de El Tigre; 2. Monoclinales en la cobertura aluvial cuaternaria
relacionados con la propagación de corrimientos con o sin núcleos de basamento pampeano asocia-
do; 3. Escarpas lineales coincidentes con planos de estratificación debido a distribución interestratal
de flexodeslizamiento; 4. Anticlinales de crecimiento asociados a la propagación de corrimientos
ciegos.

¿Qué características tienen los fenómenos neotectónicos en las Sierras Pampeanas?

Las Sierras Pampeanas pueden considerarse como bloques elevados del antepais andino fragmenta-
do y constituyen otra de las características distintivas del segmento de subducción subhorizontal
pampeano (Jordan et al. 1983; Jordan y Allmendinger 1986). Las Sierras Pampeanas son claramen-
te diferenciables de los Andes considerando su evolución pre-terciaria. Pero desde una óptica neo-
tectónica, su evolución está intimamente ligada a los procesos orogénicos andinos durante el Neó-
geno, en los que la respuesta al acortamiento del antepaís andino funcionó mediante un estilo de
tectónica de piel gruesa (thick-skinned tectonics) y con tasas de deformación menores a las recono-
cidas en los Andes.
La gran mayoría de estos bloques son marcadamente asimétricos en un perfil transversal a su elon-
gación mayor submeridiana. Los mismos están comúnmente marginados en su flanco occidental por
fallas inversas buzantes al Este con inclinaciones variables entre 30° y 70°E que constituyen el fren-
te de levantamiento neotectónico de las sierras y donde se concentran las manifestaciones de tectó-
nica cuaternaria (Costa 1996, 1999). En general el levantamiento de los bloques ha implicado tam-
bién el basculamiento de los mismos hacia el Este, enfatizado por la preservación en diverso grado
de una paleosuperficie de erosión regional. Algunos otros bloques principales, como la sierra de
Velazco en La Rioja se encuentran basculados al Oeste con el frente de levantamiento localizado en
su margen oriental. Estos rasgos morfoestructurales motivaron la interpretación de una geometría
lístrica para estas fallas marginales, ideas expuestas ya en el trabajo pionero de (González Bonorino
1950). Sin embargo en otros casos como la sierra de Pie de Palo (San Juan), no se observa un frente
de fallamiento evidente y las superficies de erosión preservadas sugieren más bien un abovedamien-

340
to del macizo de basamento cristalino.
La información sobre la geometría en subsuelo de estas estructuras es escasa y parcial y es aún ma-
teria de especulación su disposición en el contexto cortical pampeano. Ello es debido ya que la sis-
micidad actual de las Sierras Pampeanas no muestra una clara correlación espacial con la posición
de las fallas neotectónicas ni tampoco existen datos geofísicos sobre la corteza inferior.
En las escarpas o frentes de levantamiento generados por fallas inversas no es común la preserva-
ción de geoformas tectónicas primarias, debido a que la geometría de fallas inversas no es propicia
para ello, además de la importante erosión concentrada en dicha escarpa. Rasgos lineares o morfo-
logías de pseudo facetas triangulares suelen ser fácilmente identificables mediante imágenes aéreas
a lo largo del frente. Pero éstas corresponden a estructuras secundarias por lo general antitéticas a la
falla principal y no representan el plano por donde tuvo lugar el levantamiento principal del bloque
(Costa 1996, 1999). Por tal razón, el término descriptivo “forma triangular” es preferible a la acep-
ción de “faceta triangular”. Esta última aplica a la exposición parcialmente degradada de planos de
fallas normales o estructuras con buzamiento subvertical en general.
La exposición natural del plano de la falla principal es muy poco común en los frentes pampeanos y
está generalmente restringido a ríos o quebradas con importante profundización del contacto serra-
nía-piedemonte. En la mayoría de los casos, el importante aluvionamiento impide su exposición.
Se considera que las fallas del frente principal han tenido escasa actividad durante el Cuaternario,
principalmente desde el Pleistoceno superior, habiendo migrado los movimientos más recientes
hacia el piedemonte (Costa 1999, 2000a). La gruesa granulometría de estos depósitos tampoco fa-
vorece las exposiciones naturales.
En algunos lugares puede reconocerse que estas escarpas reflejan la misma geometría de la falla
principal, como en la sierra de Comechingones (Costa et al., 1992; Costa y Vita Finzi 1996; Murillo
1996), donde el plano de falla es aflorante o la falla Aminga en la Sierra de Velazco Occidental
donde la propagación de esta estructura reciente ha flexurado principalmente la cobertura aluvial
cuaternaria (Costa et al., 2004). En otros casos, como en la Sierra Chica de Córdoba, las fallas re-
cientes disminuyen su ángulo en superficie, invirtiendo localmente el sentido de basculamiento sin
generar ninguna morfología diagnóstica asociada (Costa 2000a). Este hecho dificulta el reconoci-
miento de las estructuras más modernas mediante el análisis de imágenes aéreas.
Las Sierras Pampeanas fueron tradicionalmente consideradas como un sector de moderada estabili-
dad sísmica en donde la ocurrencia de deformaciones sísmicas en superficie era considerada impro-
bable. El sismo M 7.4 de Caucete en 1977 generó rupturas secundarias vinculadas a fallas normales
en el piedemonte oriental de la sierra de Pie de Palo, perteneciente a dicho sistema (Volponi et al.
1978) y es muy probable que haya existido deformación en superficie o licuefacción en ocasión del
sismo M 6.0 que dañó a la localidad de Sampacho en 1934 (Mingorance 1991; Sagripanti et al.
1999, Costa et al. 2001)
Estudios paleosismológicos recientes han sugerido que las rupturas prehistóricas en esta región aso-
ciadas a sismos M> 7.0 han sido más frecuentes que lo supuesto (Costa, 1996; Costa y Vita Finzi,
1996, Costa et al., 2001, Massabie et al 2003). Asimismo han sido descriptas avalanchas de rocas
vinculadas a un origen sísmico en las que los volúmenes movilizados implicarían su vinculación
con fuentes sísmicas de tamaño mayor a las indicadas por la sismicidad instrumental (Fauqué y
Strecker 1987; González Díaz et al. 1997, 1998; Hermanns y Strecker 1999; Hermanns et al. 1999).

¿Qué otros fenómenos neotectónicos destacables ocurren en territorio argentino?

Fuera del ámbito de la Precordillera, Sierras Pampeanas y Noroeste, la presencia de deformaciones


neotectónicas es aún menos conocida y estudiada. Por su significación neotectónica y sismológica
merece citarse a la falla Magallanes-Fagnano en Tierra del Fuego, expresión on-shore de la interac-
ción entre las placas Sudamericana. La cinemática de placas en este sector resulta en un contexto

341
dominado por la transcurrencia sinestral. Los sismos Ms 7.8 que afectaron la región el 17/12/1949
produjeron ruptura superficial en esta falla a lo largo de una longitud desconocida, pero que podría
haber ocurrido en forma discontinua desde el Seno Almirantazgo en Chile hasta la costa atlántica de
nuestro país. Trabajos preliminares han descripto para estas rupturas una componente vertical va-
riable entre 1 y 2 m. y una componente sinestral no determinada con precisión, pero en todos los
casos menor de 4 m (Schwartz et al., 2001, 2002).

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METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS


Por Costa, C. H.

Criterios de mapeo en neotectónica

La cartografía neotectónica abarca generalmente desde estudios regionales a semidetalle y son pre-
vios a la localización de sitios para trabajos paleosísmicos.
Las estrategias y criterios difieren según se trate de trabajos de inventario o recopilación o trabajos
de reconocimiento e identificación. En el primer caso se establece una leyenda general haciendo
hincapié en la edad inferida o comprobada del último movimiento, su geometría, exposición del
trazo y confiabilidad de la información, según lo expuesto en la Fig. 6.

346
LEYENDA PARA MAPAS NEOTECTÓNICOS

A. Según edad del último movimiento

Estructura con actividad histórica


Estructura con actividad holocena
Estructura con actividad cuaternaria s.l.
Estructura con probable actividad cuaternaria
Estructuras precuaternarias

B. Según tipo de estructura

Falla inversa o corrimiento


(a. expuesto b. no expuesto) a b

Falla normal

Falla transcurrente
(la flecha indica el sentido de movimiento)

Monoclinal
C. Según tipo de exposición

Observada
Fotointerpretada
(sin control de campo)
Cubierta
Inferida

D. Según tasa de movimiento

> 5 mm/año
1-5 mm/año
< 1 mm/año

E. Según jerarquía del rasgo linear


(para estructuras precuaternarias, secundarias
o fotointerpretadas -trazo en negro-)

Falla
Fractura
Lineamiento

Figura 6: Leyenda utilizada en cartografía neotectónica. Ver detalles en el texto.

En el análisis neotectónico se utiliza el enfoque geomorfológico ya descripto y está orientado a


identificar o reconocer estructuras con actividad cuaternaria. Por lo tanto el énfasis es puesto en la
identificación de morfologías, asociaciones de geoformas o rasgos morfotectónicos diagnósticos o
sospechosos de la presencia de deformaciones recientes.
Las rocas precuaternarias son generalmente consideradas como “basamento indiferenciado”, carto-
grafiándose como una sola unidad o distinguiendo solo las grandes unidades estratigráficas o tem-

347
porales. En cambio las unidades cuaternarias son caracterizadas con el mayor detalle posible tratan-
do de establecer la mejor cronología relativa posible entre ellas.
La leyenda de este tipo de cartografía distingue principalmente rasgos areales, lineares y puntuales
y eventualmente puede distinguirse con diferente trazo o color las evidencias consideradas como
diagnósticas de aquellas cuya génesis no necesariamente resulta de la imposición en el relieve de
una estructura neotectónica.
Ejemplo de leyenda:
Unidades areales:
Áreas elevadas o deprimidas por localización de plegamiento activo (se identifican las
áreas con diferente sombreado o rastra).
Unidades lineares:
Escarpas de falla o de línea de falla, escarpas exhumadas, etc.
Unidades puntuales:
Silla de falla, ciénaga de falla (sag-pond), lomo de obturación (shutter-ridge), drenaje
desplazado, drenaje obturado, garganta epigénica, etc.
Las unidades lineares y puntuales se identifican con símbolos o preferentemente con le-
tras o siglas (ver ejemplo en la Fig. 9).

CARTOGRAFÍA DE RECOPILACIÓN Y SÍNTESIS:


Estructuras cuaternarias en la Hoja 3369-II, Mendoza.

Este carteo (Costa et al. 2002) fue realizado como parte de la ejecución de la Peligrosidad Geológi-
ca de dicha Hoja Geológica (González et al., 2002). El trabajo consistió en la recopilación y control
expeditivo de campo de las estructuras ya conocidas y de la nueva información resultante del análi-
sis de imágenes aéreas y vuelos de reconocimiento. El propósito de esta cartografía fue complemen-
tar la caracterización del peligro geológico de la región, por lo que se trató de destacar la posición y
geometría de las mismas, junto con la edad del último movimiento (Fig. 7). No existían estimacio-
nes consistentes sobre la tasa de movimiento de las estructuras, por lo que no se pudo incluir esta
importante variable en la tipificación de las mismas. La ubicación de las deformaciones fue com-
plementada también con la identificación de epicentros de sismos M> 4.5, mientras que las eviden-
cias secundarias asociadas a sismos como licuefacción o deslizamientos, fueron indicadas en otras
cartografías temáticas del citado trabajo.

348
Figura 7: Carta neotectónica incluida en la Carta de Peligrosidad Geológica 3369 –II Mendoza. Se
han indicado las principales estructuras cuaternarias en función de la edad del último movimiento
reconocido.

CARTOGRAFÍA NEOTECTÓNICA
en el frente de levantamiento de la sierra de San Luis

El ejemplo que se muestra en la Fig. 8 corresponde a una estructura cuaternaria (falla Loma Blanca)
asociada como trazo secundario (splay) a la falla principal del levantamiento de la sierra de San
Luis (Costa 1992). La morfología principal corresponde a un rasgo linear bien impuesto en el pie-
demonte por espacio de 4-5 kms cuya mejor definición muestra una escarpa contrapendiente con
supuesta cara libre al naciente. Ello permitiría inferir una estructura con su labio occidental elevado.
Se observan también una difluencia asociada a dicho rasgo, así como el control del cauce capturado
por parte de dicho rasgo linear. Los trabajos de campo permitieron reconocer una zona de deforma-
ción o faja de cizalla subvertical en sedimentitas clásticas presumiblemente neógenas, infrayacentes
a la cobertura aluvial y una elevada pendiente de los planos aluviales más antiguos que no se co-
rresponden con la pendiente deposicional de estos depósitos conglomerádicos.
El perfil 2-2’ de la Fig. 8 muestra que la unidad de cobertura aluvial presenta una flexura monocli-
nal probablemente asociada a un corrimiento no aflorante con buzamiento semejante a la falla prin-
cipal. Esto sugiere que el rasgo linear más notorio corresponde con el desarrollo de una zona de
fractura probablemente antitética o complementaria al mencionado corrimiento cuya posición favo-
reció la erosión y transporte de la zona de charnela de la flexura en el sector del perfil 2-2’. Por lo
tanto el labio elevado del corrimiento no aflorante es el oriental y la escarpa corresponde en realidad
a una escarpa obsecuente.

349
1`
1

O E
1 1`

MN 2 2`
2 2`
Dsf

DEC

3 3`
Ddf 3 3`

1 Km 0.5 Km

Figura 8: Esquema neotectónico de la falla Loma Blanca, estructura secundaria de la falla de San
Luis. Esta estructura constituye el frente de levantamiento de la sierra homónima y en el esquema se
han destacado las principales estructuras y rasgos geomórficos asociados. Mn: monoclinal; Sf: Silla
de falla; Ec: escarpa contrapendiente; Df: Difluencia. Las flechas indican pendientes anómalas de
planos aluviales. En la rastra de los corrimientos, la rastra llena indica corrimiento expuesto y la
rastra vacía indica corrimiento cubierto o inferido. Modificado de Costa (1992).

En el mapa se ha intentado destacar los rasgos morfológicos existentes y las implicancias de cada
uno de ellos en la interpretación final, diferente de lo sugerido en primera instancia por la fotointer-
pretación.

RELEVAMIENTO PALEOSISMOLÓGICO
en la falla de Comechingones

La falla El Molino es un trazo secundario paralelo a la falla de Comechingones y con actividad más
reciente que ésta (Costa et al. 1992; Costa y Vita-Finzi 1996; Murillo 1996; Costa et al. 2001). Su
expresión morfológica está vinculada con escarpas discontinuas de diseño escalonado que afectan a
diversas unidades aluviales cuaternarias (Fig. 9) y exponen ocasionalmente núcleos del basamento
cristalino con notoria degradación mecánica. La intersección del trazo de esta falla con el arroyo El
Molino proporcionó una excelente exposición, acondicionada para el análisis paleosismológico a
través de la preparación de una grilla (Fig. 10). Cada grilla unitaria (en este caso de 1 x 1 m.) se
mapeó individualmente en escala 1:25, dibujando en detalle la geometría y relaciones de las unida-
des estratigráficas con la estructura presente. Las de unidades de mapeo se describieron e identifica-
ron según su sedimentología, textura y todo rasgo de interés, distinguiendo contactos físicos de con-
tactos químicos. Estos últimos suelen ser muy frecuentes en ambientes que han estado sujetos a la
fluctuación de los niveles freáticos.

350
Figura 9: Foto aérea del área vecina a la localidad de Merlo (provincia de San Luis), en el piede-
monte occidental de la sierra de Comechingones. La falla principal del levantamiento serrano co-
rresponde al contacto serranía piedemonte, mientras que el trazo más activo de este sistema se loca-
liza afectando a las unidades pedemontanas al Oeste del mismo, representado por un rasgo linear
algo discontinuo afectando a unidades aluviales cuaternarias. La flecha indica la ubicación de la
foto de la Fig. 10.

351
Figura 10: Exposición de la falla El Molino y grillado utilizado para ejecutar el perfil expuesto en
la Fig. 11.

Una importante limitación en la mayoría de las exposiciones de las fallas cuaternarias en las Sierras
Pampeanas es la falta de preservación de los estratos más recientes a ambos lados del plano de falla,
ya que el labio elevado generalmente expone al basamento cristalino y una fina cubierta coluvial
actual (Costa 1996). Esta situación impide conocer el desplazamiento acumulado, muchas veces
imprescindible para estimar algunos parámetros como recurrencia promedio y tasa de movimiento.
La Fig. 11 corresponde al relevamiento de dicha trinchera (Costa et al. 2001) en las que se ha ubi-
cado con asteriscos la ubicación de muestras de las que se obtuvo edades 14C que atestiguan una
edad de 1170-800 BP y 1300-1150 BP para los materiales sobrecorridos por el basamento cristalino
(Costa y Vita Finzi 1996). Las unidades de carteo corresponden a diferenciaciones faciales de los
depósitos aluviales y coluviales presentes, haciendo hincapié en la presencia de bloques caídos pro-
cedentes del labio colgante.

352
E W
5F
? ? ?
4G
1B 4F
4C 4F 4S
4C
4C
m
3G
m´ 4C
3B 3B 3B
m´´ 3G
2T NOT EXCAVATED

Figura 11: Descripción de la estratigrafía y estructuras expuestas en el sitio de falla indicado en la


Fig. 10. Tomado de Costa et al. (2001).

La Fig. 12 muestra una interpretación esquemática de la evolución del perfil relevado en el que se
destaca la ocurrencia de por lo menos dos eventos con ruptura superficial y generación de escarpas
en el relieve, los que según las relaciones empíricas sugeridas por Wells y Coppersmith (1994)
(desplazamiento cosísmico versus tamaño del evento) indican la ocurrencia de eventos M> 7.0
(Costa et al. 2001.

353
STAGE D
FAULTING AND PARTIAL BURIAL

STAGE C
FURTHER BURIAL

STAGE B
FAULTING, SCARP EROSION
AND PARTIAL BURIAL

STAGE A
PREVIOUS LANDSCAPE

Figura 12: Perfiles interpretativos de los últimos movimientos y depósitos asociados a la falla El
Molino, según Costa et al. 2001.

RELEVAMIENTO PALEOSISMOLÓGICO
en la falla Magallanes-Fagnano

Con el propósito de investigar el registro sísmico prehistórico de la falla Magallanes-Fagnano, fue


excavada una trinchera en la zona de intersección del río San Pablo con el trazo de la falla, en cer-
canías de la Estancia La Correntina, 50 kms al Este de Tolhuin, Tierra del Fuego (Fig. 13)
(Schwartz et al. 2001, 2002). La falla atraviesa aquí material típico de turberas que permiten el da-
tado por 14C de todas las unidades. El relevamiento (logging) de una pared de la trinchera y su in-
terpretación se muestra en la Fig. 14, la cual corresponde al un plano secundario de la falla que al
mostrar menor desplazamiento acumulado permite reconstruir mejor la geometría y posición origi-

354
nal de las diferentes unidades (retrodeformación). Esta alternativa es útil en fallas donde se sospe-
cha una importante tasa de movimiento durante el Cuaternario que generalmente oblitera los movi-
mientos anteriores. Por otro lado, las fallas secundarias si bien en muchos casos permiten efectuar
un análisis más sencillo, probablemente no registren la totalidad de las rupturas superficiales ocurri-
das en el trazo de la falla principal.

Figura 13: Imagen LANDSAT de la falla Magallanes-Fagnano al Este del lago homónimo (Tierra
del Fuego). La zona de excavación de la trinchera en el río San pablo se indica con la letra “B”.

Figura 14: Trinchera excavada en un trazo secundario de la falla Magallanes-Fagnano, en su inter-


sección con el río San Pablo. las flechas indican los horizontes de eventos interpretados, previos a lo
que se supone fue el trazo de ruptura del sismo de 1949. Tomado de Costa, C., Schwartz, D. y Sten-
ner, H. (trabajo en preparación).

355
En este relevamiento fue posible reconocer por lo menos dos eventos anteriores a los sucesos de
1949 con deformación en superficie, indicados con flechas rojas en la Fig. 15. Estos eventos han
ocurrido en un lapso aproximado de 8 ka. Este dato permite estimar una recurrencia promedio
aproximada de 2-2,7 ka para sismos con ruptura superficial en este trazo de la falla. Es muy proba-
ble que el número de eventos totales registrados en el trazo principal sea mayor y por lo tanto el
período de retorno promedio sea menor que el deducido en el citado trabajo.
Los diferentes criterios para identificar terremotos fósiles en el registro estratigráfico (event hori-
zons) pueden consultarse en McCalpin (1996); Yeats et al. (1996) y Costa (2004) entre otros.

Trabajos citados en el texto

COSTA, C., 1992, Neotectónica del sur de la sierra de San Luis. Tésis Doctoral inédita, UNSL,
390p., San Luis.
COSTA, C., 1996. Análisis neotectónico en las sierras de San Luis y Comechingones: Problemas y
métodos. Actas 13º Congreso Geológico Argentino, Volumen 2: 285-300
COSTA, C., 2004. Microtectónica en el Cuaternario?: Métodos y aplicaciones de la paleosismolo-
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y peligro sísmico, en: Carta de Peligrosidad Geológica 3369 –II Mendoza, Provincias de
Mendoza y San Juan. Boletín N° 324, SEGEMAR, 178p
GONZÁLEZ, M, GONZÁLEZ DíAZ, E., SEPÚLVEDA, E., REGAIRAZ, M., COSTA, C., CIS-
NEROS, H., BEA, S., GARDINI, C., PEREZ, I Y PEREZ, M., 2002. Carta de Peligrosidad
Geológica 3369 –II Mendoza, Provincias de Mendoza y San Juan. Boletín N° 324, SEGE-
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MCCALPIN, J., 1996. Paleoseismology. Academic Press, 588 p., London.
MURILLO, M., 1996. Neotectónica del flanco occidental de la sierra de Comechingones, entre los
arroyos Piedra Blanca y San Miguel (Pcia de San Luis). Tesis de Licenciatura, Universidad de
Buenos Aires, 135p (Inédita).
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YEATS, R., SIEH, K. Y ALLEN, C., 1997. The geology of earthquakes. Oxford University Press.,
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356
Capítulo 6

REMOCIÓN EN MASA
Gonzalez, M.A. ¿A qué se denomina proceso de remoción en masa?
¿Cómo se clasifican los movimientos en masa?
¿Cómo se describen los movimientos gravitacionales?
¿Qué factores condicionan y desencadenan la remoción en masa?
Moreiras, S. ¿Cuáles son las metodologías de análisis y mapeo para los procesos de
remoción en masa?
Solís, N., Chayle, W y ¿Qué característica tiene la remoción en masa en el noroeste argentino?
Ramirez, A.
Moreiras, S. ¿Qué características tienen los procesos de Remoción en masa en Cordillera
Frontal y Precordillera Mendocina?
Fauqué, L. y Gonzalez, ¿Qué características presentan los movimientos en masa antiguos en las Sierras
M. A. Pampeanas?
¿Qué características presentan los movimientos actuales con antecedentes
históricos en las Sierras Pampeanas?
González Díaz, E. F. ¿Qué tipos de movimientos gravitacionales se presentan en la Patagonia?

METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS


Moreiras, S. Zonificación de peligrosidad y riesgo de procesos de remoción en masa en el
valle del río Mendoza.
Gonzalez, M. A. Análisis de las discontinuidades de un macizo rocoso para el estudio de
movimientos planares y en cuña.

357
REMOCIÓN EN MASA
1° Parte
Por Gonzalez, M. A.

¿A qué se denomina proceso de remoción en masa?

Los fenómenos de remoción en masa son procesos gravitatorios que generan la movilización lenta o
rápida de determinado volumen de suelo, roca, o ambos, en diversas proporciones.
La denominación “fenómenos de remoción en masa” se entiende como la traducción de mass
wasting. En Argentina es el término más utilizado y se puede documentar por ejemplo a partir de
Polanski (1966) que considera procesos de remoción lenta en masa y de remoción rápida y en
masa. En los trabajos más antiguos a este se utiliza la denominación del tipo de movimiento
(deslizamiento, flujo, etc.) sin denominar el conjunto del proceso.
Internacionalmente y recientemente en nuestro país, se encuentran otras denominaciones como
“movimientos sobre ladera” (Varnes et al. 1984), o “movimientos de pendiente”, o “movimientos
en masa” (mass movement), cuando además se incluyen las subsidencias y los hundimientos, que
no se generan en laderas.
El término deslizamiento está acuñado por el uso común y habitualmente se lo suele encontrar
como sinónimo, aunque debería limitarse para un tipo específico de movimiento. En el trabajo
realizado por Varnes et al. (1984) se aclara que en el título del trabajo se utiliza el término
“landslide”, pero que en realidad abarca todas las variedades de movimientos en masa sobre ladera.
En el marco de los trabajos auspiciados por la UNESCO en la llamada Década Internacional para la
reducción de desastres naturales (1990-2000), se realizó el Working Party on World Landslide
Inventory (WP/WLI). El grupo de trabajo estuvo integrado por la Comisión sobre deslizamientos y
otros movimientos en masa de la IAEG (International Association for Engineering Geology and the
Environment), el Comité Técnico sobre deslizamientos de la ISSMGE (International Society for
Soil Mechanics and Geotechnical Engineering) y grupos nacionales de la ISRM (International
Society for Rock Mechanics). Dentro de los trabajos se unificó la definición de los movimientos,
tomada de Cruden (1991), quien considera a la remoción en masa como “Movimiento descendente
de un volumen de material constituido por roca, suelo o por ambos”.

¿Cómo se clasifican los movimientos en masa?

La remoción en masa se presenta bajo diferentes condiciones y en distintos materiales, lo que


provoca que la cinemática del movimiento sea diferente para cada caso. Esto también produce
diferentes rasgos y geoformas de erosión y depositación. Este entorno generó la necesidad de
denominar a cada tipo de movimiento según clasificaciones diversas que muestran la complejidad
del proceso. Existen varios trabajos sobre clasificaciones de tipos de movimientos (Sharpe, 1938;
Skempton, 1953; Hutchinson, 1968; Zaruba y Mencl, 1969; Ter-Stepanian, 1977; Varnes, 1978,
etc.) en los cuales se los tipifica según diferentes aspectos (litología, mecanismo de rotura, etc.).
Algunos ejemplos se resumen en el cuadro 1. De todas maneras, y aunque se siguen realizando
clasificaciones (por ejemplo, Corominas y García Yague, 1997) es imposible abarcar todos los
tipos, ya que muchas veces un tipo clasificado como diferente, solo es una transición entre dos
tipos.

358
Dividió los movimientos entre aquellos en los que la gravedad
Stini en 1910 (Muller, 1979)
actúa directamente y aquellos en los que actúa indirectamente.
Clasificación con respecto al material, al tipo y velocidad del
Sharpe en 1938 (Zaruba y
movimiento y sus relaciones con los factores geomorfológicos y
Mencl, 1969)
climáticos.
Terzaghi en 1950 (Terzaghi y Hace hincapié en la gran variedad y complejidad de los
Voight, 1979) movimientos
Considera la relación entre la longitud y la profundidad de la zona
Skempton (1953)
movida.
Hutchinson (1968) En base al mecanismo de rotura y los procesos que los provocan
Se basaron en las características de los materiales y el tipo de
Zaruba y Mencl (1969)
movimientos.
Consideró el tipo de material, la velocidad y tipo de movimiento y
Varnes (1978)
el contenido del agua.

Cuadro 1. Comentario acerca de algunas de las clasificaciones de remoción en masa más


tradicionales.

En nuestro país la clasificación más utilizada es la de Varnes (1978), en la cual se separan cinco
movimientos elementales (Caídas, Vuelcos, Deslizamientos, Expansión lateral y Flujos), con
subtipos según el material movilizado (cuadro 2).

TIPO DE MATERIAL
TIPO DE MOVIMIENTO Suelo ingenieril
Roca
Predominantemente fino Predominantemente grueso
Caída Desprendimiento de suelos Desprendimiento de derrubios Caída de rocas
Vuelco Desplome de suelos Desplome de detritos Vuelco de rocas
Deslizamiento rotacional Deslizamiento rotacional de Deslizamiento
Rotacional Few Units
de suelos detritos rotacional de rocas
Deslizamiento

Few units Deslizamiento de bloques Deslizamiento de bloques de Deslizamiento de


de suelo detritos bloques de roca
Traslacional
Deslizamiento traslacional Deslizamiento traslacional de Deslizamiento
Many units de suelo detritos traslacional de rocas
Expansión lateral Expansión de tierra Expansión de detrito Expansión de roca
Flujo de tierra Flujo de detrito Flujo de roca
Flujo
(Soil creep) (Deep creep)
Complejo Combinación de dos o más tipos principales de movimientos

Cuadro 2. Clasificación de movimientos en masa toamda de Varnes (1978).

Para una correcta correlación entre los términos utilizados en diferentes idiomas existen varias
publicaciones de referencia como el diccionario en inglés, francés y alemán (WP/WLI, 1993 b) para
movimientos en masa, y el proyecto TESLEC (Dikau et al., 1996) que entre otras, presenta las
acepciones de los tipos de movimientos en inglés, francés, italiano, español, portugués y alemán.

359
¿Cómo se describen los movimientos gravitacionales?

Este proceso geológico, si bien es estudiado con mayor énfasis por los geomorfólogos, se
complementa con la intervención de otros profesionales como geotécnicos e hidrogeólogos. Al
igual que en todos los procesos geológicos para una descripción completa se necesita un estudio en
el campo y un análisis de gabinete y laboratorio.
El trabajo básico de gabinete es la fotointerpretación. Riab y Liang (1978) realizaron una lista de 13
patrones diagnósticos en fotos aéreas para deslizamientos y áreas susceptibles a estos procesos.
En el campo se realizan mediciones, ensayos in situ y tomas de muestra para análisis de laboratorio.
Estas muestras se toman para conocer las características físicas de los materiales, así como la
edad probable del movimiento. Algunos de los datos se obtienen mediante la realización de
calicatas y pozos, sondeos y penetraciones y métodos geofísicos. Los ensayos de laboratorio más
comunes son de resistencia, de carga puntual, de corte directo, de permeabilidad, de compresión,
triaxial, etc., los cuales reflejan las características geomecánicas del material. El desarrollo de las
técnicas de datación de deslizamientos se puede consultar en Corominas y Moya (1996). Los
estudios de este proceso, más allá de intervenir en los de peligrosidad geológica, se realizan
individualmente para el análisis de la estabilidad de taludes. En los trabajos de Radbruch-Hall y
Varnes (1976), Filho (1995) y IPT (1990) se extractan algunas metodologías (Espiral logarítmica,
Taylor, Fellenius, Bishop, Spencer, Tridimensional, Jambu, Morgestern & Price, Elementos finitos,
Diferencias finitas, Multibloques, Equilibrio límite, etcétera). Otra obra muy completa en este
sentido es el Manual de Taludes (IGME y EPTISA, 1987).
En el WP/WLI (WP/WLI, 1990a) se sugirió un método simple de descripciones en el que se apunta
básicamente la posición geográfica, la fecha de ocurrencia, el tipo de movimiento, la geometría
(WP/WLI, 1990 b) (Figura 1) y el volumen.

1 Corona
2 Escarpe principal
3 Cima
4 Cabeza
5 Escarpe secundario
6 Cuerpo principal
7 Pie
8 Punta
9 Lóbulo inferior
10 Superficie de rotura
11 Extremo inferior de la superficie de rotura
12 Superficie de separación
13 Material desplazado
14 Zona de reducción
15 Zona de acumulación
16 Reducción
17 Masa reducida
18 Acumulación
19 Flanco
20 Superficie original del terreno

Figura 1. Formas y medidas utilizadas para la descripción de un deslizamiento. Tomada de


WP/WLI (1990 a).

Esta descripción luego fue incorporada y ampliada en la ficha inventario realizada para el inventario

360
internacional de movimientos en masa (WP/WLI, 1991).
Para describir el estado de actividad Varnes (1978) denomina activo a aquellos que presentan
rasgos de movimiento en el último ciclo estacional, e inactivos a los que no presentan evidencias de
movimientos en el último ciclo estacional. Luego en el WP/WLI, 1993a se reagruparon los términos
según el estado de actividad (asociado a la temporalidad), la distribución de la actividad (dónde se
está moviendo) y el estilo de actividad (indica cómo diferentes movimientos contribuyen al
movimiento total) (cuadro 3).

Activo
Reactivado
Suspendido
ESTADO DE ACTIVIDAD Inactivo: Dormido
Abandonado
Estabilizado
Relíctico
Retrogresivo
Expansivo frontal
Expansivo lateral
DISTRIBUCIÓN DE
Confinado
ACTIVIDAD
Creciente
Decreciente
Móvil
Complejo
Compuesto
ESTILO DE ACTIVIDAD Múltiple
Sucesivo
Simple

Cuadro 3. Glosario de actividad de un deslizamiento. Tomado de WP/WLI 1993a

Otro autor que se ocupa de la terminología temporal es Flageollet (1996) quien también incluye esl
estado de actividad, el tipo de actividad, el período de retorno y el modo de actividad. En la misma
contribución considera la utilización de estos conceptos en la cartografía de peligrosidad.
La velocidad del movimiento también presenta varias clasificaciones, algunas de las cuales se
expresan en el cuadro 4. La división en siete clases de velocidades realizada en el WP/WLI (1995)
corresponde a ejemplos mundiales asociando la máxima velocidad alcanzada por el proceso y las
perdidas ocasionadas (infraestructura y/o vidas).
Para obtener un mapa de condiciones del terreno frente a los movimiento de ladera, Chacón et al
(1996) analiza el grado de actividad (dormido, intermitente, permanente) con la fase de desarrollo
(preparatoria, inicial, desarrollo, avanzado, agotamiento).
En Europa se desarrollaron en los últimos años tres proyectos sobre deslizamientos del terreno en
distintos ámbitos morfoclimáticos por parte de 14 universidades y centros de investigación,
denominados TOFLEC (Casale et al., 1994), TESLEC (Dikau et al., 1996) y NEWTECH
(Corominas y Moya, 1997). Estos proyectos según Remondo et al. (1998), han permitido la puesta a
punto de distintas metodologías de estudio y han proporcionado importante información sobre las
secuencias temporales de los deslizamientos, sobre la relación entre éstos y las variaciones
climáticas tanto holocenas como actuales y, además se han confeccionado diversos modelos sobre
su comportamiento geotécnico y funcionamiento hidrológico, con el fin de establecer predicciones
acerca de su evolución futura y sobre la incidencia del cambio climático en la frecuencia y
reactivación de los deslizamientos.

361
Schuster y Fleming (1982) Varnes (1978) WP/WLI (1995)
Valor en Velocidad Valor en
Descripción Velocidad Velocidad Clase Descripción
mm/seg límite mm/seg
Extremadamente > 10 m/seg Extremadament
rápidos
7 e rápidos
3 m/seg 3.103 5 m/seg 5.103
10 m/seg –
Muy rápidos 1 m/min 6 Muy rápido
0.3 m/min 5 0.3 m/min 50
1 m/min – 1
Rápidos m/día 5 Rápido
-3
1.5 m/día 17.10 1.8 m/hora 0.5
1 m/día – 1
Moderados m/mes 4 Moderados
-6
1.5 m/mes 0.6.10 13 m/mes 5.10-3
1 m/mes – 1
Lentos m/año 3 Lentos
-6
1.5 m/año 48.10 1.6 m/año 50.10-6
Extremadamente < 1 cm /año
lentos
2 Muy lentos
-6
0.06 m/año 1.9.10 16 mm/año 0.5.10-6
Extremadament
1 e lentos

Cuadro 4. Comparación de clasificaciones de velocidades de movimientos en masa.

¿Qué factores condicionan y desencadenan la remoción en masa?

Los procesos gravitacionales están influidos fundamentalmente por la acción de diferentes fuerzas
que generan la estabilidad de la masa. Cualquier cambio de estas fuerzas provoca la inestabilidad,
es decir la movilización de la masa. Existen varios trabajos que enumeran los factores que
inervienen en este tipo de procesos.
Uno de los primeros trabajos que analiza las causas de los deslizamientos es el realizado por
Terzaghi (1950). Este autor separa las causas externas, que provocan un incremento del esfuerzo
de cizallamiento (cambio de la geometría de la ladera, variación en el régimen de agua, etc.), de las
causas internas que generan una reducción de la resistencia al cizallamiento. Con el mismo criterio
Varnes (1978) divide las causas de desestabilización y ejemplifica cada una de ellas. Otro trabajo
interesante es el realizado por Radbruch-Hall y Varnes (1976) quienes consideran los
deslizamientos desde las causas (como un proceso que genera otro - inundaciones, pequeños
sismos-) y los efectos (como un proceso generado por otros procesos -erosión, terremotos, etc.).
Guidicini y Nieble (1976) utilizan la terminología de agentes y causas, entendiendo como causa del
modo de actuación de un determinado agente en la desestabilización del material. A su vez
subdividen los agentes y las causas como lo muestra en el cuadro 5.
Según Ferrer Gijón (1989) los factores que influyen en la estabilidad de los taludes en macizos
rocosos pueden ser clasificados como factores condicionantes (intrínsecos al macizo rocoso) o
desencadenantes (factores externos). Dentro del primer grupo se incluye la estructura geológica, la
litología, las condiciones hidrogeológicas y comportamiento hidrogeológico de los materiales,
propiedades físicas, resistentes y deformacionales de los materiales, estados tenso-deformacionales.
En el segundo grupo incluye las cargas estáticas y dinámicas, los cambios en las condiciones

362
hidrogeológicas, los factores climáticos y las variaciones en al geometría de los taludes.
Para el WP/WLI, Popescu (1994) realiza una clasificación (cuadro 6) de los factores preparatorios
(o condicionantes) y de los gatillantes (o desencadenantes). Para cada una de las clases presenta
diez factores.

Complejo geológico, complejo morfológico, complejo climático- hidrogeológico,


PREDISPONENTES
gravedad, calor solar, tipo de vegetación natural.
AGENTES

Pluviosidad, erosión, congelamiento – descongelamiento, variación


PREPARATORIOS de la temperatura, disolución química, acción de manantiales,
EFECTIVOS oscilación de la napa freática, acción de animales y humana.
Lluvias intensas, fusión del hielo y nieves, erosión, terremoto, olas,
INMEDIATOS
viento, acción antrópica, etc.
Efectos de oscilaciones térmicas.
INTERNAS
Reducción de los parámetros de resistencia por intemperismo.
Cambios en la geometría del sistema
EXTERNAS Efectos de vibraciones.
CAUSAS

Cambios naturales en la inclinación de las capas.


Elevación del nivel piezométrico en masas “homogéneas”.
Elevación de la columna de agua en discontinuidades.
INTERMEDIAS Disminución rápida de la napa freática.
Erosión subterránea degenerativa (piping).
Disminución del efecto de cohesión aparente.

Cuadro 5. Descripción de agentes y causas, según Guidicini y Nieble (1976)

CLASE 1
Condiciones del material
CLASE 2
FACTORES Procesos geomorfológicos
PREPARATORIOS CLASE 3 FACTORES
Procesos físicos GATILLANTES
CLASE 4
Procesos antrópicos

Cuadro 6. Factores preparatorios y gatillantes, según Popescu (1994)

2° Parte

¿Cuáles son las metodologías de análisis y mapeo para los procesos de remoción en
masa?
Por Moreiras, S. M.

Los procesos de remoción en masa son agentes geomorfológicos potencialmente dañinos, suelen
generar situaciones de riesgo para las comunidades cercanas y están asociados a un importante
impacto social y económico. La extensión del riesgo, especialmente en países en desarrollo, ha
aumentado respecto de las últimas décadas debido al incremento de la población, mayor densidad
en áreas vulnerables y a la fuerte tendencia de grandes poblaciones hacia la urbanización sin un
ordenamiento territorial previo, es por ello que es preciso conocer las áreas vulnerables.

363
La cartografía de los procesos de remoción en masa es una herramienta básica para la planificación
territorial y los planes de mitigación de estos procesos, los métodos aplicados básicamente pueden
ser clasificados en directos e indirectos. Los métodos directos comprenden los mapas inventarios y
geomorfológicos, donde diferentes técnicas son utilizadas para la identificación de dichos procesos,
tales como la fotointerpretación, el análisis de imágenes satelitales y/o los chequeos de campo. El
mapa inventario es esencial para el posterior análisis de peligrosidad y riesgo de los procesos de
remoción en masa, normalmente proporciona la localización de los procesos de remoción en masa
ya ocurridos y su descripción; lo cual suele ser insuficiente para poder predecir el futuro
comportamiento de las laderas.
Los métodos indirectos requieren el diseño de un modelo que refleje las condiciones reales del
terreno, dentro de esta categoría se encuadra el mapeo de susceptibilidad, peligrosidad y riesgo de
los procesos de remoción en masa.
Los mapas de zonificación de susceptibilidad identifican las áreas de amenazas en el presente y
áreas potencialmente inestables en el futuro; y su fiabilidad depende principalmente de la cantidad y
calidad de datos disponibles, la selección de la metodología apropiada para la valoración de la
peligrosidad y la escala de trabajo (Van Westen, 1994).
Los mapas de peligrosidad intentan predecir la ocurrencia espacial y temporal de los procesos
naturales por lo cual deben representar la amenaza de determinado proceso o sea, la probabilidad de
que, dentro de un determinado periodo de tiempo y en un área determinada, ocurra un fenómeno
potencialmente dañino. Esto es una labor ardua debido a la complejidad innata de estos procesos y
la incertidumbre del futuro comportamiento del terreno.
El grado de susceptibilidad-peligrosidad puede evaluarse a partir de distintos métodos cuyos
procedimientos son tratados por numerosos autores (Hansen, 1984; Corominas, 1992). Hansen
(1984) diferencia tres metodologías: el método histórico, el análisis geomorfológico y el análisis
estadístico; no obstante una correcta valoración de la peligrosidad requerirá de todas estas técnicas
para ser confiable. Los métodos determinísticos también han sido aplicados en este tipo de análisis.
La predicción de las futuras condiciones de inestabilidad de las laderas requiere conocer, además de
la distribución espacial de los eventos, otras características tales como la distribución temporal,
frecuencias o períodos de recurrencia, tipo y magnitudes, grado de actividad, velocidades, distancias
recorridas, principales factores condicionantes, factores desencadenantes; un mejor conocimiento en
cuanto a estos parámetros, permite la toma de decisiones más acertadas y una mejor prevención
para los impactos de estos eventos en el futuro. La recopilación histórica de los eventos producidos
en determinada región, es una tarea exhaustiva, sin embargo, es esencial para este tipo de análisis.
Los métodos determinísticos o ingenieriles generalmente requieren parámetros geotécnicos difíciles
de obtener, comúnmente se expresan mediante un factor de seguridad. Son aplicables a
movimientos singulares o áreas pequeñas, a escalas de detalle; y poco aplicables a estudios
regionales. Los métodos geomorfológicos son los aplicables a estudios zonales de escalas
regionales, los cuales pueden ser diferenciados en mapas heurísticos y mapas estadísticos o
probabilísticos.
Una valoración adecuada, independientemente de las técnicas aplicadas, requiere técnicas que
analicen el rol de los distintos factores del medio o la combinación de estos (Hansen, 1984), es por
ello que se utilizan mapas temáticos de los principales factores condicionantes de los procesos de
remoción en masa.
La valoración de la susceptibilidad - peligrosidad a escala regional evaluada a partir del análisis
geomorfológico depende de una apropiada y correcta interpretación, la cual suele estar sujeta al
criterio subjetivo del especialista. Los mapas heurísticos establecen el grado de peligrosidad de una
determinada área según pautas determinadas a priori establecidas de acuerdo al criterio del autor. El
resultado final de estos estudios generalmente es expresado en forma cualitativa, usando términos
como “alto”, “medio” o “bajo”; sin embargo, a fin de lograr una mayor comprensión de estos
procesos por parte de la población y autoridades es aconsejable la utilización de términos

364
cuantitativos, expresando la peligrosidad como una probabilidad de ocurrencia (Jefferies et al.,
1996).
Los métodos probabilísticos incorporan técnicas de análisis y tratamiento de los datos, obteniendo
mapas indirectos basados en el análisis estadístico, aplicables a grandes extensiones, en escalas
medias a pequeñas, con parámetros disponibles o fáciles de obtener (Hansen, 1984; Yan, 1988; Gee,
1991; Crozier, 1995).
Los modelos probabilísticos permiten establecer correlaciones entre los parámetros condicionantes
y la ocurrencia de movimientos de ladera en el pasado reciente, identificando las principales
condiciones en las que ocurrieron. De este modo, permiten hacer predicciones con respecto al
comportamiento futuro basado en la suposición: “el pasado y el presente son la clave para predecir
el futuro”. Dicha correlación puede ser establecida mediante varios métodos, sin embargo, el más
simple consiste en solapar mapas de los factores de inestabilidad con el mapa del inventario de los
procesos geodinámicos a evaluar (Nilsen et al., 1979). Es aquí, donde la implementación de los
Sistemas de Información Geográficos (SIG) ha facilitado enormemente el análisis espacial de los
datos para determinar la potencial inestabilidad.
La evaluación objetiva a partir del análisis estadístico de los datos de eventos pasados (Wu et al.,
1996) si bien permite predecir la ocurrencia de los procesos geomorfológicos dinámicos, la
peligrosidad de estos procesos naturales resulta en cierto grado incierta. Los resultados más óptimos
obtenidos hasta el momento muestran que sólo el 80% de las unidades de terreno pueden ser
clasificadas apropiadamente según su grado de inestabilidad (Baeza y Corominas, 2001). Esto
posiblemente se deba a la falta de comprensión de los mecanismos naturales y a la falta de
información generalmente afectada por índoles económicas, considerándose sólo los datos con
costos razonables para el mapeo de peligrosidad a escala regional. Las resultantes incertidumbres
imposibilitan predicciones exactas en cuanto a la ocurrencia de los procesos y sus magnitudes; se
puede llegar a conocer el lugar probable y frecuencia de ocurrencia de un fenómeno potencialmente
dañino pero no es posible predecir tiempo y lugar exacto (Remondo, 2001).
La capacidad predictiva de determinado modelo deberá ser validada en forma independiente, ya que
sin esta validación los mapas resultantes deberán ser considerados como meras hipótesis por más
que estén basados en propuestas o modelos razonables (Remondo et al., 2003).
La elaboración de un mapa de riesgo requiere, en primer lugar, conocer el grado de peligrosidad o
probabilidad de que, dentro de un determinado periodo de tiempo y en un área determinada
(probabilidad espacio-temporal), ocurra un fenómeno potencialmente dañino; por lo cual un mapa
de peligrosidad validado constituirá una base confiable.
El estudio del riesgo está íntimamente relacionado a la naturaleza de la interacción entre la
peligrosidad y los elementos expuestos al riesgo, a medida que aumente la ocupación humana y las
actividades antrópicas, requerirá una investigación y análisis más complejo y en mayor escala.
Los mapas de riesgo evidencian o intentan cuantificar estimativamente las pérdidas en términos de
víctimas o daños materiales debidos a un fenómeno natural, por lo cual su evaluación demanda
múltiples fuentes de información acerca de la ubicación, frecuencia y severidad de los procesos
geomorfológicos naturales. No existe una conformidad general en la bibliografía internacional en
cuanto a si el riesgo debe ser expresado exclusivamente en términos monetarios.
Para la elaboración de los mapas de riesgo se necesita conocer los elementos bajo riesgo en un área
dada, tales como número de habitantes, población, propiedades, actividades económicas, servicios
públicos y líneas de vida en general y el grado de vulnerabilidad de dichos elementos. De
expresarse de forma económica, deberíamos considerar el valor de los elementos materiales y la
fracción del valor económico de los elementos en riesgo que podría ser destruido (vulnerabilidad)
reflejando el grado de pérdida provocado por un posible fenómeno natural de una magnitud dada;
este afán puede resultar sumamente dificultoso, casi inviable, por lo general los mapas de riesgo
cuantitativos no reflejan cifras económicas reales. Como consecuencia, los mapas de riesgo han
sido frecuentemente expresados en forma cualitativa; como su utilidad radica básicamente en

365
evidenciar las áreas potencialmente más afectadas a fin de reducir los futuros daños no será
imprescindible expresar el riesgo en términos monetarios (Remondo, 2001).
Los mapas finales de peligrosidad y riesgo son expresados finalmente como una zonificación
(hazard and risk zoning), o sea la división y clasificación de la superficie del terreno en áreas de
acuerdo a su grado de amenaza actual o potencial, sin implicar necesariamente restricciones o
normas legales (Varnes, 1984).
Los mapas mencionados constituyen la piedra fundamental en el ordenamiento y planeamiento
territorial, esencial para el manejo de los peligros naturales; y son fundamentales para la
implementación de planes de mitigación y toma de decisiones políticas en cuanto a la reducción de
la vulnerabilidad de determinada región, es por ello que el grado de confiabilidad de estos mapas
debe ser contemplado a través de una validación independiente.

¿Qué característica tiene la remoción en masa en el noroeste argentino?


Por Solís, N., Chayle, W y Ramírez, A.

El territorio del noroeste argentino presenta una morfología particular considerando que está
relacionada ampliamente al cordón andino, esta característica genera diferencias climáticas,
elevaciones tipo plateau como el caso de la Puna y relieve muy irregular en el borde de transición.
Se observa que las provincias con características montañosas y clima semidesértico están expuestas
con mayor intensidad a procesos de remoción en masa. Estos fenómenos en algunas regiones
parecen más espectaculares que otros dependiendo de la importancia del asentamiento humano.
Los procesos de remoción en masa en la región están condicionados por factores dinámicos y
estáticos, entre los primeros se presentan: la topografía, litología y estructura. En el segundo caso
están regidos por las características climáticas, sismos y acción antrópica.
En la unidad morfoestructural Puna, los procesos de remoción en masa están relacionados a las
condiciones rigurosas del clima, las fases diastróficas, la acción antrópica no es importante por la
escasa presencia y actividad del hombre, los fenómenos de crioclastismo y haloclastismo son
frecuentes. La presencia de aparatos volcánicos y algunas serranías tienen cotas muy elevadas sin
embargo la Puna en General se comporta como una meseta elevada. Las precipitaciones medias
anuales alcanzan los 300 mm en el sector norte de la unidad, la vegetación se reduce a arbustos
irregularmente distribuidos. En general predomina la erosión laminar sobre la turbulenta. En casos
excepcionales se presentan flujos de escombros y barro.
Entre la Puna y Cordillera Oriental existe un cambio en el relieve siendo más abrupto, la litología
está presente con importantes acumulaciones de sedimentos semiconsolidados, es posible la
presencia de estructuras en escamas y fallas regionales de orientación meridional son frecuentes, el
clima es menos riguroso que en la Puna, la vegetación en algunos sectores es arbórea, en otros
arbustiva y la acción antrópica en algunos sectores es significativa por la dimensión de los
asentamientos o por la actividad del mismo. Un ejemplo significativo, de los procesos de remoción
en masa en la región, es el caso de la Cuenca del Río Grande en donde los fenómenos tienen
importante distribución areal, (Chayle y Agüero, 1987). La topografía juega un rol importante,
dado en primer lugar por la diferencia de pendiente que marca un límite definido y divide a la
cuenca en dos regiones, una se extiende desde Bárcena hacia el norte y otra desde esta localidad
hacia el sur. En el primer sector la pendiente es mayor del 70%, disminuyendo abruptamente hacia
el sur.
Los procesos exógenos son importantes, en especial en el sector que se extiende desde la localidad
de Bárcena al norte de la cuenca, en donde el crioclastismo y las precipitaciones actúan como
agentes disparadores de los procesos de remoción en masa. La característica de dichos fenómenos
es de flujos y escombros. Estos actúan con menos intensidad hacia el sector oriental de la región de
transición.

366
En la región de Sierras Subandinas los fenómenos de remoción en masa están relacionados a las
altas precipitaciones pluviales y la gran distribución areal de sedimentos Terciarios y Cuaternarios
semiconsolidados a no consolidados. La vegetación es predominantemente arbórea, el asentamiento
humano es significativo. Regionalmente predomina la erosión laminar; no obstante los cursos
principales y algunos afluentes transportan grandes volúmenes de sedimentos, particularmente, en
épocas de verano cuando se tiene las máximas precipitaciones, teniendo en cuenta que el relieve se
suaviza hacia el sector oriental son frecuentes las inundaciones.
Los debrisflows constituyen un flujo de sedimentos formado por una mezcla de sedimentos
gruesos empastado en una matriz de partículas finas con importante contenido de agua y aire en su
interior. Los materiales que conforman estos depósitos son originados por deslizamientos de ladera
y de fragmentos generados por meteorización física. El factor disparador de estos procesos suelen
ser las lluvias torrenciales, en épocas estivales produciendo una escorrentía rápida. Estos depósitos
se comportan como un fluido viscoso y de gran volumen. Los ejemplos más característicos de estos
depósitos se tienen en el Arroyo del Medio (Jujuy), en donde se identifica un importante abanico
aluvial. En ocasiones este flujo de detrito en su parte distal solo transporta material muy fino (limo-
arcilla) transformándose en una colada de barro (Fotos Nº 1 y 2). La acción dinámica de este
abanico aluvial es constante en el tiempo, y cuando el aporte de material es importante puede llegar
a interrumpir la carretera o extenderse hasta la margen izquierda del río Grande, generando un
endicamiento del mismo, como ocurrió en el año 1945, que puso en alto riesgo a la población de
Volcán por aumento del nivel del agua e inundando a la misma.

Foto Nº 1. Depósitos de debrisflow en Arroyo del Medio, próximo a la localidad de Volcán. Los
derrubios corresponden a material removilizado del propio cauce.

367
Foto Nº 2. Depósitos de flujos de barro en Arroyo del Medio con corte de la Ruta Nacional Nº 9.

La localidad de Tilcara, ubicada a 87 km de la ciudad de San Salvador de Jujuy, sufre en épocas de


precipitaciones anómalas por bajada del río Huasamayo, que origina importantes flujos de detritos;
que en algunas ocasiones ingresa en la población de Tilcara, como el evento de enero de 2000,
cuando el flujo de barro del río Huasamayo endicó el curso del río Grande originando una laguna
aguas arriba, inundando los barrios ubicados sobre la margen izquierda. (Foto Nº 3)

Foto Nº 3. Endicamiento del Río Grande en proximidades de la localidad de Tilcara por avance del
flujo de barro del Río Huasamayo que con dirección E – O deposita los derrubios en el cauce del río
principal.

368
Los mudflows, a diferencia de los debrisflows, están constituidos por partículas limo-arcillosas con
pocos clastos de gran tamaño, cuando estos son de forma alargada orientan su eje mayor paralelo a
la dirección de las coladas. En el paraje Tunalito, próximo a la localidad de Maimará, en el año
2001 por removilización de los abanicos aluviales antiguos y aporte de material de ladera se genero
uno importante colada de barro llegando su extremo distal al cauce del río Grande, generando un
nuevo angosto morfológico (Foto Nº 4).

Foto Nº 4. Depósito de mudflows, próximo al paraje de Tunalito, depositó sus sedimentos en el


cauce del Río Grande generando un nuevo angosto del mismo.

Los flujos laminares en los glacis de la quebrada de Tumbaya Grande (Jujuy), son los responsables
del aporte de material arenoso y las escorrentías de los periodos estivales, la que aporta el material
grueso que se traslada por rodamiento en seco en las pendientes pronunciadas. Esta situación se ve
atenuada por la vegetación autóctona que es la encargada de fijar los materiales superficiales,
principalmente en las vertientes.
En Quebrada de Tumbaya Grande los procesos degradantes de la superficie se deben a la acción de
los fenómenos de remoción en masa tipo coladas de barro, que se originan en las serranías ubicadas
al occidente del área. El material aportado proviene principalmente de la acumulación previa por
desplome y meteorización mecánica que sufren las rocas en las nacientes del sistema.
En la cuenca del río Grande es posible reconocer la presencia de deslizamientos inactivos y activos,
los primeros corresponden a deslizamiento ocurridos en tiempo pasado y luego quedaron inactivos
en los faldeos de las pendientes de cerros y serranías, en los que se desarrolló la vegetación con
características similares al entorno, observándose cicatrices de deslizamientos (Foto Nº 5). Los
activos son aquellos que actualmente presentan cicatrices en la superficie o movimientos de masa
con evidencias de deslizamientos relativamente recientes.

369
Foto Nº 5. Rocas precámbricas aflorantes en la margen izquierda del Río Grande, con evidencias de
deslizamientos actuales y cicatrices de deslizamientos.

Ejemplos de deslizamientos traslacionales se observan, normalmente en sectores vinculados a la


presencia de rocas cámbricas, están dispuestos paralelos a la pendiente general del relieve, se
deslizan pendiente abajo provocando acumulaciones de bloques. En los casos relacionados al Río
Grande (Jujuy) los restos de bloques se acumulan en el lecho del río Grande, reduciendo
considerablemente el ancho del cauce incrementando los procesos erosivos aguas arriba (Foto Nº
6). En la década del 90 se explotaban estos materiales como rocas de aplicación, las extracciones se
realizaban en la base del afloramiento lo que produjo la ruptura del material que desencadenó en los
desprendimientos rocosos desde la cima, la trayectoria de la caída de los bloques rocosos son
paralelas a la pendiente (Foto Nº 7).

370
Foto Nº 6. Deslizamientos traslacionales de rocas cámbricas en Angosto de Perchel y flujo de
detrito en Quebrada de La Huerta

Foto Nº 7.
Deslizamiento
traslacional en Angosto
de Perchel originado por
desestabilización de

371
En Quebrada de Yacoraite, afloramientos de rocas cámbricas presentan deslizamientos rotacionales
actuales (Foto Nº 8).

Foto Nº 8. Deslizamiento rotacional en rocas de edad cámbrica en Quebrada de Yacoraite

Los deslizamientos multirotacionales se generan cuando ocurren múltiples deslizamientos que se


asocian a superficies curvas, el material que compromete estos procesos son pelitas limos y/o
arcillas con pendiente horizontal a subhorizontal. Estos afectan a los niveles de terrazas, por acción
erosiva lateral del fondo del cauce, desestabilizando el talud con formación de cicatrices de
deslizamientos y su posterior desplome. Este proceso produce una amenaza natural muy importante
a la localidad de Volcán (Jujuy). En los últimos 10 años se ha perdido la última manzana del pueblo
y gran parte de las parcelas de cultivos que se emplazan sobre la margen izquierda (Foto Nº 9 y 10).

Foto Nº 9. Deslizamientos multirotacionales de depósitos de fluviolacustres (Volcán).

372
Foto Nº 10. Deslizamiento multirotacionales que afectan a las viviendas en la localidad de Volcán

Caídas de roca o derrumbes se observan a lo largo de la ruta Nacional Nº 9. El agente disparador


de estos procesos es la actividad antrópica. La construcción y repavimentación del Paso de Jama
con el ensanchamiento de la trocha ha generado el rompimiento del talud de las laderas,
contribuyendo a la caída libre o derrumbes de los materiales sedimentarios poco coherentes. En
sectores corta abruptamente el talud de fuerte pendiente generando la caída o desprendimiento de
material rocosos, que pone en riesgo a la infraestructura (Foto Nº 11).

Foto Nº 11. Caída de bloques en Esquinas Blancas.

373
Reptación (creep): estos movimientos se producen en las zonas altas de laderas, el movimiento es
lento de la capa superficial no consolidada. En la quebrada de río Calete (Jujuy), las rocas
precámbricas en un ambiente periglaciar, los sedimentos más superficiales se desplazan al dilatarse
perpendicular a la pendiente (Foto Nº 12). En esta región, también se observan la formación de
glaciares rocosos. Están constituidos por una masa de clastos angulosos, en forma de lengua o
lobada, con hielo en su interior que se mueve ladera abajo, esta geoforma se localiza al pie de
laderas muy escapadas. El proceso crioclástico que tiene lugar en las zonas más elevadas aportan
sedimentos, estos se movilizan por la ladera, en ocasiones depositándose en primer lugar como
depósitos de canchales o conos de derrubios (Foto Nº 13).

Mecanismo Tipo de Material Contenido


Velocidad Ejemplo
primario movimiento involucrado de agua
Material de Arroyo del
Debrisflows y mezcla de Bajo Alto Medio (Volcán
Mudflows sedimentos finos Río Huasamayo
Flujos y gruesos (Tilcara)
Material grueso y Arroyo Santa
Avalancha de Muy
medio Bajo Rita (Palma
rocas rápido
Sola)
Rocas y detritos
Traslacionales o Angosto de
Muy bajo Moderado
planares Muy bajo Perchel
Moderado a a rápido
Deslizamientos

(Tilcara)
rápido
Sedimentos finos Rocas
Moderado
Rotacionales a muy finos Moderado precámbricas
a Lento
(Volcán)
Arcillas y limos Sedimentos
Moderado
Multirotacionales Moderado fluvio – lacustre
a lento
(Volcán)
Roca grueso y Muy
Caída Moderado Tilcara
mediano rápido
Principales procesos de remoción en masa en Jujuy

374
Foto Nº 12. Quebrada del Río Calete, movimientos de reptación en rocas del paleozoico inferior.

Foto Nº 13. Depósitos de glaciar de rocas en laderas de rocas paleozoicas en Quebrada del Río
Calete.

Otros fenómenos de flujos densos que merecen mención son los ocurridos en la quebrada de El
Candado (Salta), se originan en distintas condiciones debido al gran número de factores que
influyen, condicionan y los provocan.
El análisis de una serie de factores propios de la quebrada El Candado, permite establecer ciertas
condiciones que participan en la generación de los flujos densos que en ella se producen, de los

375
cuales, el climático junto a los litológicos, topográficos y estructurales, parecen ejercer un control
determinante y cada uno admite una análisis especial.
Desde el punto de vista de los factores climáticos se hace notable la dependencia existente entre la
generación de los flujos y las precipitaciones que ocasionalmente se producen en la zona. El agua
caída es incorporada a nivel superficial en la masa de suelo y roca (vía discontinuidades, zonas de
alteración, fracturas, porosidad), provocando modificaciones sustanciales en parámetros como
expansibilidad, ángulo de fricción interna, cohesión, plasticidad entre otros. No se debe desconocer
el hecho que precipitaciones de gran intensidad provocan infiltraciones, incrementando la capacidad
de erosión y el transporte instantáneo del material fragmentario, a través del escurrimiento (Fotos
Nº 14, 15 y 16).
La observación de los factores geológicos y la incidencia que tienen en los flujos que se producen
en la zona de estudios, permite asignar al factor estructural y litológico una participación relevante
en su génesis. El relieve es abrupto en los sectores elevados de la cuenca y la pendiente es de
aproximadamente un 60 %, los bancos de rocas se resquebrajan debido a la acción de los procesos
de meteorización, principalmente termoclastismo, que actúa en las rocas aprovechando su alto
grado de fracturación, generando fragmentos de diversos tamaños que se acumulan en las laderas
(de los Ríos, R. 2003).
Se localizaron flujos densos de carácter destructivo entre las localidades de San Carlos y Angastaco.
Los fenómenos son producto de una particular concurrencia de factores geológicos, fisiográficos,
geomorfológicos, tectónicos y climáticos (Barrientos, C. 2000). La presencia de aluviones de barro
han sido una constante de la región.

Foto Nº 14. Flujo denso en Quebrada de La Calderilla, provincia de Salta.

376
Foto Nº 15. Flujo de barro terrazados en Quebrada de San Lucas, provincia de Salta

Foto Nº 16. Buena Vista. Salta. Alcantarilla cubierta por flujo de barro.

La característica de mayor importancia es el clima árido a semiárido con precipitaciones escasas


pero de alta densidad, con predominio de los agentes exógenos sobre la roca desnuda. La mayor
concentración de eventos se localiza en la ladera occidental del Valle Calchaquí. En la quebrada de
San Lucas se produjeron importantes flujos densos en los años 1964 y 1967, con pérdidas humanas,

377
en Santa Rosa y San Martín en 1996, y en las localidades de Arcadia, Las Barrancas y quebradas
del Tonco, de la Calderilla y de la Bajada en 1997 (Foto Nº 17)

Foto Nº 17. Plantaciones de vid arrasados por la bajada de flujos de barro en Santa Rosa. Salta.

¿Qué características tienen los procesos de Remoción en masa en Cordillera Frontal y


Precordillera Mendocina?
Por Moreiras, S.

Como zona testigo para caracterizar la región se tomó un sector de Cordillera Frontal y un sector de
la Precordillera mendocina, entre los 32° 30´ y 33° de latitud sur y los 69° y 69° 45´ de longitud
oeste. El área abarca una superficie aproximada de 1.600 km2 desde las nacientes del Arroyo
Picheuta hasta la localidad de Guido. Los primeros estudios de procesos de remoción en masa en
Cordillera Frontal se le deben a Polanski (1966) quien analizó cenoglomerados correspondientes a
flujos de detritos en el Río Blanco (al sur del área de estudio), haciendo referencias a crecidas
históricas. Posteriormente Salomón (1969) en un estudio geomorfológico realizado en lo largo del
valle del Río Mendoza, manifiesta la existencia de numerosas coladas de barro y analiza grandes
deslizamientos como el situado en las cercanías del Río Colorado y el cerro Juan Pobre. Espizúa y
Bengochea (1991) a partir de relaciones estratigráficas con dos terrazas glacifluviales Pleistocenas,
establecen que este evento podría relacionarse a un período de deglaciación entre ambas
glaciaciones tentativamente correlacionadas con los estadíos isotópicos de oxígeno (IOS) 6 y 4,
respectivamente.
Espizúa et al. (1993) elaboran un mapa de riesgo en la cuenca superior del valle del Río Mendoza
abarcando parte de Cordillera Principal y de Cordillera Frontal. Fauqué et al. (2002) identificaron
depósitos de seis avalanchas de rocas en Cordillera Frontal, en las cercanías del valle de Uspallata,
asociando las mismas a la actividad cuaternaria de las fallas Placetas Amarillas y Piedras Blancas y
atribuyen su posible origen a movimientos sísmicos. Posteriormente, Moreiras (2004b) ubica
estratigráficamente dichos eventos en el Pleistoceno.
Moreiras (2003) elabora un mapa inventario de procesos de remoción en masa a lo largo del valle

378
del Río Mendoza desde el Río Picheuta hasta la localidad de Guido. Analiza las características
principales de estos procesos (magnitudes, frecuencia, direcciones de movimiento, etc.) y su
incidencia (Moreiras, 2004a). Posteriormente, en la tesis doctoral de la autora (Moreiras, 2004b) se
logra una zonificación de la peligrosidad y riesgo de los procesos de remoción en masa en dicho
sector del valle del Río Mendoza.
En el área de estudio (Fig.1) se identificaron 300 eventos de remoción en masa históricos o pre-
históricos en base a sus geoformas a partir de la fotointerpretación de fotos aéreas a escala 1:50.000.
Los diferentes eventos fueron clasificados de acuerdo a la terminología propuesta por Varnes
(1978) y Multilingual Landslide Glossary (WP/WLI, 1993). Los datos obtenidos fueron plasmados
en un mapa inventario de procesos de remoción en masa a escala regional (1:100.000) (Fig. 2). Se
consideraron aquellos eventos cuyo largo total, o sea, distancia recta entre la cicatriz y el punto más
lejano del pie del depósito del evento de remoción en masa (Varnes & IAEG, 1984), fuese igual o
mayor a 1.000 metros. En sectores de interés para la conservación de la Ruta Nacional N° 7, cuando
los eventos eran numerosos y reiterativos pero no alcanzaban las dimensiones establecidas fueron
agrupados y considerados como “zona de flujos”. Asimismo, las caídas corresponden a áreas
involucradas en numerosos eventos de caídas cuyos depósitos no son mapeables en esta escala o
bien no han sido preservados, generalmente este material ha sido removilizado.

Figura 1. Localización del área de estudio.

379
Figura 2. Mapa inventario de los procesos de remoción en masa.

Los flujos de detritos son los eventos predominantes en el área, comprenden al 82,5 % de los
eventos identificados, los cuales afectan el 4,4 % del área de la cuenca (72 km2). La amplia
distribución de estos procesos puede estar relacionada a la existencia de extensos afloramientos de
litologías propensas a este tipo de proceso. Las caídas de rocas o detritos también son eventos
comunes a lo largo de la Ruta Internacional a Chile y han producido varios cortes en el tránsito
internacional a lo largo de la historia de este paso. Estos procesos comprenden el 5,7 % de los
eventos identificados (Fig. 3).

Figura 3. Tipo de procesos de remoción en masa.

Los deslizamientos planares o rotacionales son procesos más raros en el área comprendiendo una

380
superficie total de 10 km2. Los últimos, generalmente han comprendido más de un tipo de
movimiento por lo cual se han descrito como fenómenos complejos. Los procesos gravitacionales
complejos, en donde existe una combinación de distintos tipos de movimientos, representan el 6,3
% de la población analizada ocupando una superficie total de 17,5 kilómetros cuadrados.
El análisis del grado de actividad es importante de ser tenido en cuenta para establecer la
peligrosidad de un proceso y el diseño de medidas de mitigación. Las clasificaciones en cuanto al
grado de actividad de los procesos de remoción en masa ha sido discutida por diversos autores
(Skempton y Hutchinson, 1969; Hutchinson, 1973; Zaruba y Mencl, 1982; Cruden y Varnes, 1994).
La mayoría de estos autores considera a los procesos activos a los que actualmente están en
movimiento e involucran el movimiento inicial y sus reactivaciones; denominando "reactivados"
aquellos que han tenido un período de inactividad previo a la reactivación. Sin embargo, los
procesos inactivos han sido ampliamente subclasificados de acuerdo al grado de inestabilidad con
términos como: suspendido, abandonado, durmiente, estabilizado y relíctico (WP/WLI, 1993). Esta
clasificación rigurosa requiere en ciertos casos, monitoreo o estudios de detalle de los procesos, por
lo cual escasos procesos podrían ser clasificados por fotointerpretación de acuerdo a su morfología.
Es por eso que para este trabajo los movimientos de laderas han sido clasificados como activos e
inactivos, indicando la existencia de reactivaciones, cuando se han podido identificar. Crozier
(1984) detalla los principales parámetros para poder diferenciar los procesos de remoción activos e
inactivos
El 48 % de los eventos descriptos en la zona de estudio son activos (Fig. 4), las caídas de rocas
analizadas son procesos activos que ocurren actualmente, aunque la iniciación del evento puede ser
histórica. Los procesos clasificados como activos abarcan un área de 58 km2; mientras que los
inactivos comprenden 68 kilómetros cuadrados.

Figura 4. Cantidad de procesos activos versus inactivos

La magnitud de los procesos de remoción en masa es útil al momento de calcular los potenciales
daños o las posibles medidas de remediación. Comúnmente es expresada como volumen total
(Vmax) o descarga máxima para flujos de escombros (Qmax); no obstante, Crozier (1984) advierte
que la superficie expuesta del material desplazado por el proceso de remoción en masa refleja la
magnitud del evento.
La superficie expuesta del material desplazado varía acorde al tipo de proceso, los flujos de detritos
presentan en promedio superficies menores con respecto a los eventos complejos o deslizamientos
(Tabla 1). En el caso de las caídas, consideradas en este estudio como zonas de reiteradas caídas, el
material caído ha sido continuamente removilizado y desechado al cauce del río Mendoza debido a
su impacto en la ruta internacional, por lo cual no ha sido conservado; es por esto que no se
incluyen en la Tabla 1. Por otra parte, la superficie del material desplazado en las zonas de flujos no
puede considerarse como un parámetro indicativo ya que dicho material movilizado corresponde a
varios flujos cuyos largos son menores a 1000 metros.

381
Procesos de Remoción en Área material desplazado (Km2)
Masa X DS N Max Min Total % Ac
Flujos de detritos 0,27 0,29 226 3,15 0,03 62,02 3,8
Zona de flujos 0,57 0,39 18 1,64 0,15 10,23 0,6
Deslizamientos 0,69 0,43 15 1,64 0,16 10,34 0,6
Complejos 1,44 1,43 21 4,38 0,17 17,49 1,1

Tabla 1. Magnitudes de los eventos en el área de estudio de acuerdo al área de los depósitos de remoción
identificados. X: Media, DS: Desviación estándar, N: Número de observaciones, Max: Máximo, Min:
Mínimo, %Ac: Porcentaje material acumulado.

La frecuencia de los procesos de remoción en masa es un criterio útil en la estimación del grado de
riesgo. Esta frecuencia puede ser expresada como probabilidad anual de recurrencia (F) o como
intervalo promedio de recurrencia entre eventos (R).
La recurrencia de los PRM activos- recurrentes a lo largo del valle del Río Mendoza fue establecida
a través de los datos recopilados; aquellos eventos fechados históricamente una sólo vez, aunque se
reconocen como recurrentes y activos por los chequeos de campo fueron descartados para el
análisis. El intervalo medio de recurrencia (R) se calculó a través del cociente entre el intervalo de
tiempo considerado para los registros analizados (50 años: 1951 - 2001) y el número de eventos (N)
registrados en el valle del río Mendoza (217 datos en total).
Se calculó además el intervalo actual medio de recurrencia (RI) considerando en el numerador al
intervalo de tiempo máximo existente entre los datos recopilados para un mismo evento. Por
ejemplo, para el caso de las caídas de rocas registradas en el Cerro Negro las caídas recopiladas han
sido registradas desde abril de 1967 hasta julio de 2001, o sea el intervalo actual (I) es igual a 34,25
años; y la recurrencia para el intervalo actual medio (RI) corresponde a 34,25/28, o sea 1,2 años.
Este método de calcular el intervalo actual medio de recurrencia se consideró como una medida más
indicativa, ya que cuando se usa el intervalo total de la información, en nuestro caso 50 años,
muchas veces, el período entre el primer evento registrado y el último fechado puede oscilar entre
días a 20 años; para el caso antes citado no se conocen datos en el Cerro Negro para el período
1951-1967, o sea 17,25 años. Situaciones semejantes se producen cuando se registran pocos eventos
en un corto intervalo. Un ejemplo es el caso de las caídas registradas en el Evento 39, una en el mes
de setiembre de 1987 y otra, en marzo de 1989. El intervalo actual entre ambos eventos es 1,5 años
pero han transcurrido 48,5 años sin registros, por lo que no son representativos en caso de tomar el
cincuentenario.
Los registros más antiguos se observan para el área de Uspallata cuyo intervalo (I) entre el primer
evento registrado y el último recopilado corresponde a 98,41 años (98 años y 5 meses). Los eventos
con mayor recurrencia se presentan en la localidad de Guido, el Cerro Negro y los distintos túneles
a lo largo de la ruta internacional a Chile. Los eventos localizados en Cordillera Frontal (CF),
presentan un intervalo de recurrencia mínimo (XR = 0,58 años) menor a los ubicados en
Precordillera (Pr) (XR = 10,38 años); sin embargo en ambas provincias geológicas el intervalo
máximo entre los registros rara vez sobrepasa los 20 años.
Si bien, el intervalo medio de recurrencia histórico se asume similar al intervalo medio de
recurrencia de los futuros procesos de remoción en masa, debe considerarse que el cálculo de la
recurrencia tiene limitaciones que radican principalmente en la escasez de información histórica.
Los eventos gravitacionales están mal documentados, se conocen los casos en que han producido
daños o trastornos al ferrocarril, la red caminera o relatos mencionados por lugareños de eventos
extraordinarios; pero se ignoran los que no han generado ningún inconveniente, o aquellos
ocurridos en las cabeceras de las cuencas tributarias del río Mendoza. Otro aspecto a tener en cuenta
es el corto período histórico del cual se tiene la información, que en casos extraordinarios llega sólo

382
a los 150 años.
El análisis de las direcciones de movimiento es útil para determinar las áreas de peligro/riesgo y
los elementos vulnerables o en riesgo. Las direcciones de movimiento de los procesos de remoción
en masa en el área de estudio son notablemente diferentes entre Cordillera Frontal y Precordillera.
En la primer provincia geológica predominan principalmente las direcciones de movimiento de los
PRM son: sudeste, noreste, este y sur; en cambio en el área de Precordillera las direcciones de los
movimientos más comunes son al sudoeste, oeste y noroeste (Fig. 5). Esta marcada diferencia
parece estar relacionada a la morfología de dichas provincias geológicas, ambas difieren en cuanto a
las orientaciones de sus quebradas y valles tributarios del río Mendoza.
Las laderas que miran al sur tienen una tendencia mayor a la inestabilidad en las nacientes de
Cordillera Frontal; el 48,7% de los procesos de remoción en masa identificados en esta provincia
geológica tienen dirección Sur, Sureste o Suroeste, probablemente, debido a que las laderas que
miran al sur son más sombrías y frías, con predominio de acumulación de nieve y la meteorización
física por el proceso de descongelamiento-congelamiento. En contraposición, las laderas que miran
al norte recibirían mayor exposición y radiación solar; en consecuencia, resultarían más secas
previo a la ocurrencia de tormentas y tomarían más tiempo en alcanzar el mismo grado de
saturación.

Figura 5. Direcciones de movimientos de los procesos de remoción en masa.

FACTORES CONDICIONANTES: La ocurrencia de estos eventos geológicos está vinculada a


las características litológicas del área, inestabilidad de las laderas de fuertes pendientes, procesos
geomorfológicos, la existencia de fallas activas y sistemas de drenaje torrentosos; también tiene
cierta importancia el desarrollo de la vegetación, la existencia de suelo, el clima, etc.
La relación entre las distintas litologías aflorantes en el área de estudio y la distribución espacial de
los PRM es señalada mediante la relación entre el número de PRM en cada clase y el área de cada
clase (N/A); y el porcentaje de área deslizada en cada categoría (A.desl.). Para ello, se agruparon en
las litologías aflorantes en 7 categorías de acuerdo a sus características (Fig. 6) y se sobreimpuso
dicho mapa litológico al inventario de los PRM.
Como se observa en la Tabla 2, un número significante de eventos han afectado a los pórfiros
riolíticos, la alta cantidad de procesos de remoción en masa con respecto al área de dichos
afloramientos evidencia un alto grado de susceptibilidad para esta litología. Asimismo, los cuerpos
graníticos, son propensos a la inestabilidad, ya que el 12% del área de estos afloramientos están
implicados en movimientos de laderas. Las rocas del Grupo Choiyoi están involucradas en el 56 %
de los procesos de remoción en masa identificados, la mayor cantidad de flujos está asociada estas
rocas friables. Si bien, la presencia de niveles tobáceos friables favorecen a la inestabilidad, debe
considerarse la amplia distribución areal de esta clase litológica, ya que dicho grupo aflora en el
51% del área del estudio.

383
Área (A) Area total A. desl
Clases litológicas PRMN N/A
Km2 Relación % %
Grupo Choiyoi 818,52 0,51 51,23 8,24 168 0,2052
Pórfiros riolíticos 241,28 15,1 15,10 8,68 83 0,3440
Granitos 74,49 0.005 4,66 12,31 16 0,2148
Rocas paleozoicas inferior 134,40 0.08 8,41 3,85 22 0,1637
Rocas carboníferas 47,17 0,03 2,95 2,35 5 0,1060
Terciario sedimentario 21,80 0,01 1,36 0,75 2 0,0918
Sedimentitas triásicas 18,34 0,01 1,15 1,24 1 0,0545

Tabla 2. Relación entre número de procesos de remoción en masa (N) y el área de cada clase litológica (A),
y el porcentaje de área deslizada de cada clase (A.desl). Se expresa el área de los distintos afloramientos con
respecto a la cuenca de estudio (Área cuenca ~ 1.600 km2).

Figura 6. Mapa litológico del área de estudio con los fallamientos principales.

384
Las rocas macizas de los afloramientos graníticos y porfídicos son relacionadas generalmente con
importantes caídas activas a lo largo del valle del río Mendoza (Espizúa et al, 1993, Moreiras,
2002a). No obstante, numerosos flujos se han originado con lluvias intensas a partir de la
acumulación de detritos inestables en las laderas de estos cuerpos, originando grandes
inconvenientes al transporte internacional desde y hacia Chile (Moreiras, 2003). Esta autora
concluye que la ocurrencia de caídas vs. flujos en los afloramientos graníticos está asociada al grado
de diaclasamiento y de meteorización, cuando esta exceda el 70%, se genera una gravilla cuyo
grano no excede 1 cm que es removilizada fácilmente tanto por el agua de precipitaciones como
por los vientos.
Las rocas del Paleozoico inferior, ampliamente distribuidas en Precordillera, poseen un intenso
diaclasamiento y esquistosidad que favorecen la generación de detritos que suelen no ser mayores a
10 cm; en casos excepcionales los bloques alcanzan 2 m de diámetro. Este material inestable
acumulado en las laderas, comúnmente genera caídas de pequeños volúmenes que suelen formar
conos de derrubios o bien, es removilizado por agua de las lluvias iniciando flujos en pendientes
suaves, menores a 30°. Estos flujos, si bien son de escasas dimensiones, han producido
innumerables daños a los caminos mineros de Precordillera. Los depósitos del Paleozoico superior
parecen ser menos susceptibles a la inestabilidad ya que se han identificado sólo 5 eventos de
remoción en masa. Los conglomerados triásicos intercalados con niveles arenosos y lutíticos son el
origen de caídas aisladas que han afectado la antigua ruta a Bonilla (Ruta provincial N° 13) y
vuelcos (topples). Es importante destacar que estos procesos generalmente se producen con
mayores magnitudes en la ladera que corta la estratificación en sentido opuesto al buzamiento. Los
sedimentos terciarios están involucradas en escasos procesos de remoción en masa. De acuerdo a lo
antedicho, las rocas aflorantes en Cordillera Frontal son mucho más susceptibles a la inestabilidad
que las rocas más antiguas de Precordillera.
La tectónica suele tener una incidencia significativa en la ocurrencia de procesos gravitacionales.
Uromeihy et al. (2000) consideran la actividad tectónica de una región, indicada por la presencia de
fallas principales, como un factor condicionante importante para la inestabilidad de las laderas. En
el valle del río Mendoza, los procesos de remoción en masa suelen estar localizados en zonas
aledañas a fallamientos regionales. La densidad de los procesos de remoción en masa en Cordillera
Frontal crece en las áreas afectadas por fallamiento; sin embargo, en Precordillera esta relación es
mucho más compleja de establecer, dependiendo por supuesto de la actividad reciente de las fallas.
El grado de fracturación juega un rol muy importante en la estabilidad de las laderas, la presencia de
discontinuidades implica un comportamiento anisótropo del macizo con planos preferentes de
rotura, y propensos a la circulación de aguas meteóricas. El intenso diaclasamiento de los cuerpos
porfídicos y graníticos en respuesta a los fallamientos regionales principales han afectado las
propiedades físicas de dichas rocas, favoreciendo la inestabilidad.
El grado de pendiente es un valioso factor contribuyente a la ocurrencia de procesos de remoción en
masa (Brabb et al., 1972; Campbell y Bernknopf, 1993). La superposición del mapa inventario de
los procesos de remoción en masa y el mapa de pendientes, permitió analizar la relación entre este
parámetro y la ocurrencia de eventos en el pasado.
El mapa de pendientes se derivó del modelo de elevaciones (DEM) generado en Ilwis 2.1 a partir de
las cartas topográficas del Instituto Geográfico Militar cuyas equidistancias son 100 m. Se
consideraron tres categorías de acuerdo a las evidencias de inestabilidad del terreno y el análisis de
los movimientos de laderas pre-existentes en el área: a- pendientes muy pronunciadas (> 60°), b-
pendientes pronunciadas (30º - 60º), c- pendientes moderadas (15º - 30º) y d- pendientes bajas (0° -
15°). Como resultado se observó que los procesos gravitaciones están asociados principalmente a
las pendientes más pronunciadas (Tabla 3).

385
* Relación
Clase de Pendientes (%) Área deslizada (%)
Área deslizada clase/Área clase
pendiente
CF Pre CF Pre CF Pre
0-15° 23,94 42,02 19,17 36,48 0,08 0,04
15-30° 48,61 38,86 50,32 39,68 0,11 0,05
30-60° 27,06 19,02 29,85 23,67 0,11 0,05
60-90° 0,39 0,10 0,65 0,17 0,17 0,07

Tabla 3. Relación entre el área de cada clase de pendiente y el área deslizada en cada clase para Cordillera
Frontal (CF) y Precordillera (Pre). * Obsérvese, además, como varían el porcentaje de áreas deslizadas en
cada clase y el porcentaje de las distintas clases de pendientes en ambas provincias geológicas.
Las alturas topográficas también son parámetros condicionantes de los PRM, las elevaciones
mayores muestran mayor susceptibilidad a la inestabilidad que las alturas menores. Dentro el área
de estudio, Cordillera Frontal tiene el 27% de su superficie con alturas superiores a 4000 m s.n.m. y
el 35% con alturas entre los 3000 y 4000 metros; y el 31% corresponden a elevaciones entre 2000 -
3000 m s.n.m. Mientras que en Precordillera, el 3,98% y el 54,62% corresponden a alturas entre
3000 - 4000 m s.n.m. y 2000 - 3000 m s.n.m., respectivamente.
Según este análisis, Cordillera Frontal sería más susceptible a la ocurrencia de PRM que
Precordillera. Por otra parte las condiciones climáticas, también están condicionadas por las alturas
topográficas, las precipitaciones varían con respecto a las alturas (Minetti, 1986), por ende son
diferentes en ambas provincias geológicas. En los sectores más altos de la Cordillera Frontal (5.600
m s.n.m.) las precipitaciones alcanzan los 500 mm anuales, correspondiendo a precipitaciones
níveas en el período invernal, mientras que Precordillera está abarca las isolíneas entre 200 y 300
mm de promedio anual.
Otro parámetro que determina la distribución de los PRM en Cordillera Frontal es la presencia de
condiciones periglaciales que han favorecido la producción de grandes cantidades de material
detrítico (Moreiras, 2002c). Abele (1974) indica la importancia de los procesos periglaciales en la
inestabilidad de las laderas en donde el proceso de congelamiento - descongelamiento facilita la
aparición de grietas y por ende la producción de detritos.

PRINCIPALES FACTORES DESENCADENANTES: Identificar las causas responsables de la


inestabilidad de un terreno es de suma importancia para el estudio de peligrosidad y riesgo de los
procesos de remoción en masa. Los PRM pueden ponerse en movimiento por diversos cambios
internos o externos en las condiciones de estabilidad, estas causantes son agrupadas por Varnes
(1978) en: a- incremento de las fuerzas de corte o cizalla, b- resistencia de los materiales, y c-
reducción en la resistencia del material. El incremento de las fuerzas de corte o cizalla se produce
con la remoción del soporte lateral por erosión, sobrecarga estática del terreno, sobrecargas
dinámicas: movimientos sísmicos naturales, fuerzas transitorias como explosiones, vibraciones
producidas por voladuras cercanas, considerándose también el tránsito de vehículos pesados, y el
levantamiento del terreno por vulcanismo o tectónica. La resistencia de los materiales depende de
sus características físicas y geológicas; disminuyendo con procesos de meteorización: alteración,
degradación del material, fracturación, cambio en el contenido de agua del terreno, cambios en la
estructura del terreno, etc.
En el área de estudio los principales fenómenos asociados a los procesos gravitacionales son las
lluvias estivales y los sismos (Moreiras, 2002a). Caídas de bloques y detritos ocasionados por
fuertes vientos también son relatadas por trabajadores del ferrocarril Transandino; y se han podido
verificar unos pocos eventos a lo largo del camino internacional ocasionados por la erosión lateral
del río Mendoza durante crecientes. Crecientes extraordinarias del Río Mendoza se verifican en los
años afectados por el efecto climático El Niño Oscilación Sur (ENSO) (Moreiras, 2002b, 2002c).
Ya en el año 1824 se mencionan daños ocasionados por los flujos coetáneos a tormentas en el área
de Precordillera (Verdaguer, 1929). El diario Los Andes relata en el año 1890, los graves deterioros

386
del Ferrocarril Transandino en su inauguración hasta la villa de Uspallata debido a las intensas
lluvias que azotaron la región ese verano.
El análisis estadístico de 101 datos sobre la cantidad de milímetros caídos durante las
precipitaciones asociadas a la ocurrencia de procesos de remoción en masa, muestra una gran
desviación con respecto a la media (S= 16,94, X= 17,5). El rango de precipitaciones mínimas
necesarias para ocasionar procesos de gravitacionales para estas regiones áridas a semiáridas se
determinó entre 6,6 a 13,2 mm; sin embargo debe considerarse que las precipitaciones son
fenómenos meteorológicos de mesoescala por lo cual la obtención de resultados más precisos
requerirá una red de estaciones meteorológicas con distribución más densa.
Los movimientos sísmicos son unas de las causas principales en la iniciación de los procesos de
remoción en masa (Keefer, 1984). Ya en 1608 Don Alonso González del Najera describe las casas
de la antigua Mendoza “anchurosas pero bajas, como todas las de Chile, por reparo a los temblores
de tierra”. Sin embargo, Mendoza carece de un registro completo de los movimientos sísmicos que
ha sufrido, por lo cual se conoce sólo en parte su historia sísmica (Bastías et al.1993).
El 39 % de los procesos de remoción en masa recopilados (103 eventos) se vinculan a la ocurrencia
de sismos, a pesar de la escasez de datos históricos. Verdaguer (1929) comenta numerosos procesos
de remoción en masa asociados al sismo del 20 de marzo de 1861 (Ms= 7,4) causante de la
destrucción de la antigua ciudad de Mendoza. Se han verificado caídas de rocas a partir de sismos
de Mb = 3,9 lo que concuerda con los resultados de Keefer (1984). El mayor volumen histórico de
bloques caídos a lo largo del camino internacional a Chile se produjo en Guido en el mes de julio de
1997 con un sismo de Mb = 4,2.
La distancia máxima entre los PRM y los epicentros de los sismos asociados por documentación
histórica no supera los 300 km; no obstante, esta relación no siempre puede ser determinada debido
a la escasa información, existe un blanco en los registros de sismos de magnitudes grandes, ya sea
por falta de datos históricos o por la mayor rareza de sismos de magnitudes mayores a 5 (Moreiras,
2003).
La acción antrópica es otro factor causal importante, sin embargo no se ha podido valorar su grado
de influencia en el área debido a la falta de información en cuanto a su evolución o crecimiento
temporal. Sin embargo la actividad humana muchas veces ha incrementado la inestabilidad de las
laderas, debilitando la roca, construyendo taludes inestables de fuertes pendientes; usando
explosivos, desarrollando la actividad minera, etc. Otro factor a tener en cuenta son las vibraciones
producidas por el importante tránsito vehicular existente en el Corredor internacional (ruta
internacional a Chile).
El rol de las modificaciones realizadas por el hombre incluye muchas veces cambios en las
magnitudes, frecuencia y tipo de procesos geomorfológicos.

¿Qué características presentan los movimientos en masa antiguos en las Sierras


Pampeanas?
Por Fauqué, L. y Gonzalez, M. A.

Dentro de los movimientos antiguos incluimos aquellos con un amplio rango de edades como por
ejemplo las citadas por Hermanns et al. (2000) que van desde los 723 ± 89 ka a los 1.432 ± 0.132
años.
En los frentes orogénicos Plio-Cuaternarios de las Sierras Pampeanas se evidencian depósitos y
zonas de arranque asociados a movimientos complejos, de gran envergadura, entre los que
predominan las avalanchas de roca. No es que no se hayan producido movimientos más pequeños,
sino que estos han sido desdibujados por erosión. Las avalanchas representan depósitos
sinorogénicos asociados a los frentes serranos y son probablemente producto de la degradación
catastrófica de las inestables escarpas de los bloques levantados rapidamente por los corrimientos o

387
retrocorrimientos andinos. La complejidad estructural de estos frentes montañosos resulta de
numerosas fallas menores y planos de fractura que debilitan significativamente la coherencia del
sustrato en las paredes colgantes. Probablemente al final del levantamiento se produce un momento
crítico debido a que el factor de seguridad de la ladera llega a un valor mínimo. En estas
condiciones, la actividad sísmica asociada a estos frentes de levantamiento habría actuado como
disparadora de las avalanchas.
Por otro lado el ascenso de los bloques de basamento, a consecuencia de la tectónica andina, habría
arrastrado y alabeado las secuencias clásticas terciarias discordantes sobre ellos. Se originan de esta
manera paisajes de cuestas, crestas y espinazos en los que grandes losas patinaron originando
deslizamientos tipo block-glide (Fauqué y Tchilinguirian, 2002) sobre las pendientes estructurales
que se extienden en la dirección de la inclinación regional. Mientras que en las escarpas de cuesta
(contrarias a la inclinación de la estratificación) se generaron deslizamientos traslacionales o
rotacionales (González y Fauqué, 1996). En los primeros la rotura de las pendientes habría ocurrido
a favor de las fallas transgresivas inclinando hacia afuera del talud y de la estratificación. En los
segundos es probable que el modo de rotura de la pendiente este ampliamente influenciado por la
gran cantidad de superficies de discontinuidad (diaclasas y planos de estratificación) que poseen las
secuencias clásticas terciarias. Ello hace que toda la masa rocosa pueda funcionar como un suelo y
fallar como deslizamiento rotacional.
Finalmente Strecker y Marret (1999) describen grandes deslizamientos asociados a zonas de
transferencia de rechazos a lo largo de sistemas de corrimientos, activos durante el Neógeno. Según
dichos autores, en este período las zonas de transferencia fueron áreas de escaso relieve, pero la
deformación neotectónica posterior, las convirtió en sistemas de desplazamiento de rumbo a lo
largo de los cuales se produjeron ascensos. En estos relieves locales controlados por la evolución
cinemática del fallamiento, la profundización fluvial, acentuada durante los períodos húmedos,
generó una efectiva precondición para los deslizamientos probablemente disparados finalmente por
sismicidad.
Con el objetivo de ilustrar los movimientos antiguos nos vamos a referir a tres sectores distintos:
- Sierras Pampeanas de Salta y Catamarca,
- Sierras Pampeanas occidentales de La Rioja y San Juan
- Sierras Pampeanas australes de San Luis.

Sierras Pampeanas de Salta y Catamarca (24°S - 28°S)

Hermanns y Strecker (1999) a partir de interpretación de imágenes satelitárias, fotografías aéreas y


estudios de campo en Puna, Cordillera Oriental y Sierras Pampeanas, entre los 24º y 28º S revelan
la existencia de 55 depósitos de avalanchas de rocas con volúmenes mayores al millón de metros
cúbicos, formados por el colapso de frentes montañosos (Fig. 1). Por su parte Hermanns et al.
(2002) analizan los factores y causas que favorecieron los paleo deslizamientos en el NW
Argentino. Los factores condicionantes los dividen en estáticos (litología y estructura) y dinámicos
(actividad tectónica y cambios climáticos); concluyen que los primeros controlan la distribución
espacial de las avalanchas y los segundos la distribución temporal de las mismas. Finalmente
estiman que si bién las causas (disparadores) son difíciles de definir para los paleo deslizamientos,
hay fuertes evidencias de que fueron disparados sísmicamente.
Resumiendo las ideas de los autores recién citados, las litologías competentes que integran los
cordones de Sierras Pampeanas (metamorfitas, granitos y sedimentitas clásticas) forman escarpadas
pendientes y proveen las discontinuidades que generan las potenciales superficies de rotura. Por su
parte la estructura controla la ocurrencia de los grandes movimientos debido a la repetida actividad
de las fallas de los frentes montañosos.
La actividad tectónica y los cambios climáticos son los principales factores que cambian la
estabilidad de estos frentes con el tiempo (condicionantes dinámicos). Pero actuan diferencialmente

388
según se trate de avalanchas en ambiente de piedemonte o en estrechos valles.
Las avalanchas desencadenadas en frentes montañosos bordeados por amplias áreas de piedemonte,
son relativamente insensibles a los cambios climáticos. Estando la estabilidad de los frentes
preferentemente influenciada por la actividad tectónica. Esto se evidencia porque cuando la
deformación se propagó hacia el piedemonte, no ocurrieron nuevos fallos en el frente montañoso.
En cambio las avalanchas de rocas ubicadas en estrechos valles, si bien también están localizadas en
frentes montañosos tectonicamente activos, se unió a la desestabilización tectónica la incisión de los
ríos a través de las fallas, contribuyendo al sobreempinamiento de las paredes de los valles. En este
ambiente la edad de los deslizamientos se corresponde con fases húmedas, probablemente el alto
escurrimiento en el curso de los cambios climáticos habría producido un aumento de la erosión y
profundización, favoreciendo los deslizamientos a lo largo de las paredes de los valles previamente
condicionadas tectónicamente.

389
Figura 1. Distribución de las avalanchas de rocas en el NW de Argentina entre los 24°S y 28° S
(Tomado de Hermanns y Strecker, 1999).

Con respecto a las causas (disparadores), Hermanns et al. (2002) mencionan que las sacudidas
sísmicas fueron interpretadas como el mecanismo disparador más común para las avalanchas de

390
rocas en el NW de Argentina, porque todos los colapsos ocurrieron a lo largo de frentes montañosos
activos. Algunos con alta complejidad estructural, en los que la tectónica andina produjo ascensos
por presión a lo largo de viejas fallas reactivadas que pueden haber roto en fuertes terremotos; o a lo
largo de segmentos de cordones montañosos donde las fallas documentan importantes
desplazamientos en el Pleistoceno tardío. Con respecto a la magnitud de los paleoterremotos
disparadores, los mismos autores concluyen que los sismos que probablemente desencadenaron
avalanchas de rocas en el NW de Argentina fueron o corticales y de una magnitud >M7 o muy
superficiales y de una magnitud >M5.5. A continuación se ilustrará el mapeo de alguno de estos
movimientos antiguos y breves comentarios sobre los mismos.

Avalanchas de Aconquija
Al menos ocho depósitos de avalanchas de rocas fueron descriptos por Fauqué y Strecker (1988) en
el piedemonte occidental de la sierra del Aconquija (Fig. 2). Sus rasgos morfológicos bien
preservados se caracterizan por la presencia de depósitos en forma de lengua o abanico dispuestos
sobre la bajada, con una longitud promedio de 3 a 4 km y un ancho que varía entre 1,5 y 0,5
kilómetros.

Figura 2. Avalanchas de rocas de la vertiente occidental de la Sierra de Aconquija (Tomado de


Fauqué y Strecker, 1988).

391
Están limitados por albardones bien definidos que se elevan varios metros respecto de su parte
central. Estos depósitos han sido interpretados como caídas o deslizamientos catastróficos con
posterior flujo de la masa movilizada sobre el piedemonte. La similitud geométrica de estas
acumulaciones con las provenientes de flujos y la extensión de las mismas, indica una fluidización
de la masa rocosa durante el movimiento. La misma fue interpretada como fluidización mecánica
(Davies, 1982). Debido a este tipo de mecánica de movimiento los depósitos muestran una zonación
inversa, resultado de la movilización de grandes bloques flotando sobre un sustrato de material fino
intensamente cizallado. En el proceso de fluidización mecánica no parece haber colaborado el agua,
porque si esta hubiera actuado como elemento fluidalizante, los depósitos no conservarían la
morfología y estratificación descripta. Excluyendo los efectos climáticos, que podrían haber
aumentado la participación de agua, el mecanismo disparador más común para estas avalanchas en
un área con una amplia e históricamente documentada actividad tectónica, es el brusco incremento
del esfuerzo de cizalla y el decrecimiento de la resistencia de las rocas debida a sacudidas sísmicas.
Los autores que estudiaron estos movimientos concluyeron por lo tanto que se trata de avalanchas
de roca secas, desencadenadas por terremotos, y que se han movilizado como flujos sobre el
piedemonte.

Avalanchas de rocas de El Rincón


Se trata de dos avalanchas de rocas (Hermanns y Strecker, 1999) que han descendido de la sierra de
Chango Real a lo largo de el valle de El Rincón, que drena la vertiente oriental (Fig. 3). La sierra es
un bloque de basamento granítico ascendido por un corrimiento andino con vergencia al este,
reactivado posteriormente como falla normal durante el Cuaternario tardío. La zona de arranque se
ubica en las cabeceras del valle donde el granito se halla fracturado por fallas menores y debilitado
además por diaclasas de exfoliación de dirección noreste e inclinaciones de 45º al sudeste, paralelas
a la topografía del frente montañoso y a la dirección principal de patinaje en la fuente del
deslizamiento. El depósito de la avalancha más antigua se ubica sobre el piedemonte y tiene un
volumen de 75.106 m3, el más joven es pequeño (3.106 m3) y queda emplazado entre los albardones
marginales del anterior.

392
Figura 3. Avalanchas de rocas del río Rincón (Tomado de Hermanns y Strecker, 1999).

Avalanchas de rocas de la Sierra de Laguna Blanca


Nueve avalanchas de rocas son contabilizados por Hermanns y Strecker (1999) en el flanco
occidental de la sierra de Laguna Blanca (Fig. 4), representada por un bloque de basamento
ascendido por una falla inversa inclinada al este, que lo sobrepone a conglomerados y areniscas
terciarias. Litológicamente el basamento esta compuesto por metamorfitas precámbricas de bajo
grado en el sur y por granitos paleozoicos en el norte.

393
Figura 4. Bosquejo geológico del sector de las avalanchas de rocas de la Sierra de Laguna Blanca
(Tomado de Hermanns y Strecker, 1999).

En el sector sur del frente de sierra estudiado se superponen siete depósitos de avalanchas de rocas
distinguidos por sus albardones marginales. Varían en edad desde 262 ± 36 ka a 172 ± 13 ka
(Hermanns et al., 2000). El desnivel máximo que superan estas avalanchas es cercano a los 2000 m

394
y el movimiento que mayor distancia de viaje registra superó los 10 km a partir del frente
montañoso. Los depósitos están compuestos casi enteramente por metamorfitas y el tamaño de los
bloques nunca excede los 1,5 m de diámetro. La erosión de algunos albardones marginales expone
las típicas brechas con matriz fracturada por cizallamiento de las avalanchas de rocas.
Los dos movimientos detectados en el sector norte resultan del colapso de antiguos niveles de
bloques del Pleistoceno, ascendidos tectónicamente. En el depósito los bloques individuales pueden
alcanzar los 5-10 metros.

Deslizamientos de la Quebrada del Toro


También son descriptos por Hermanns y Strecker (1999). La quebrada del Toro de rumbo noroeste
se ubica a los 2.000 m s.n.m. enmarcada por la sierra de Choro al poniente y la de Pascha al
naciente, ambas ascendidas tectónicamente entre los 3000 y 4000 m mediante fallas inversas. Las
sierras están compuestas por metamorfitas Precámbricas a Cámbricas, cubiertas discordantemente
por secuencias marinas cambro-ordovícicas y carbonatos y areniscas del Cretácico al Terciario. La
depresión ocupada por el valle aloja una secuencia clástica gruesa que va del Neógeno al
Cuaternario, deformada durante la tectónica andina por el ascenso de las sierras (Fig. 5). Los
deslizamientos de la vertiente occidental arrancan sobre la escarpa de falla principal de la sierra o
sobre escarpas secundarias asociadas a fallas subparalelas que separan el basamento metamórfico de
su cobertura cretácica. Los de la oriental afectan exclusivamente a las rocas foliadas del basamento,
ubicadas en la parte baja de la ladera afectada por la constante erosión y profundización del río
Toro, que aumentan la inestabilidad primaria de la ladera debida a la foliación.

395
Figura 5. Deslizamiento de la Quebrada del Toro (Tomado de Hermanns y Strecker, 1999).

Deslizamientos de Cerro Zorrito


En esta zona Torres (1985) y Gallardo (1988) mencionan grandes depósitos de deslizamientos y
sedimentitas lacustres asociadas. Hermanns y Strecker (1999) describen cinco movimientos
denominados El Paso I y II, Casa de Los Loros I y II y otro ubicado al oeste de cerro Zorrito (Fig.

396
6). Este cerro corona una serranía ascendida a favor de dos corrimientos ándicos arrumbados
aproximadamente norte sur (fallas Picacho y Chacras) conectados por una falla de transferencia de
rechazos (falla El Zorrito). Esta última fue reactivada posteriormente como falla inversa,
sobrecorriendo los conglomerados de la secuencia cretácica, que integran la sierra, sobre
sedimentos pedemontanos cuaternarios. Los conglomerados están multipartidos por estructuras
planares, entre las que se cuentan: planos de estratificación, fracturas tensionales y diaclasas de
exfoliación. Todas ellas favorecen el fallo de las laderas y actúan como superficies de
deslizamiento. Los depósitos de los deslizamientos más antiguos El Paso I y Casa de Los Loros I
endicaron el río de Las Conchas, como lo atestiguan los depósitos lacustres que se sobreponen tanto
aguas abajo como aguas arriba al depósito de El Paso I. En un segundo evento se habría generado la
avalancha de El Paso II, cuyos depósitos se sobreponen a las sedimentitas lacustres antes
mencionadas deformándolas. Simultáneamente en el lado oriental del Cerro Zorrito se produce la
avalancha de rocas Casa de los Loros II que endica nuevamente al río de las Conchas. Este último
movimiento tuvo un ascenso contrapendiente de 340 m, formando un dique natural de 220 metros.
Se estimó su velocidad en 294 km/h, calculándose su edad mínima en 28.990±150 años B.P.
(Trauth et al., 1998). La duración del embalse fue de al menos 4000 años basándose en el conteo de
varves de los sedimentos del lago (Kleinert et al., 1997).

397
Figura 6. Bosquejo geológico de la zona de los deslizamientos de cerro Zorrito (Tomado de
Hermanns y Strecker, 1999).

Deslizamientos de Tonco
En el norte de los valles Calchaquíes Hermanns y Strecker (1999) identificaron cuatro
deslizamientos, que se originan en el bloque colgante de un corrimiento de vergencia al oeste que

398
afecta al limbo occidental del anticlinal asimétrico de Tonco, compuesto por rocas cretácicas y del
terciario superior del Grupo Salta (Fig. 7).
Los dos deslizamientos mejor preservados, corresponden a losas que han patinado a favor de planos
de estratificación de la pendiente estructural inclinada aproximadamente 35º hacia el eje del
sinclinal. El mayor de ellos corresponde a una losa de 50 m de alto y 1 km de largo, cuyo volumen
estimado en el depósito es de 70 millones de metros cúbicos. El otro deslizamiento de este sector se
sobrepone al anterior lo que indica su menor antigüedad y la reiteración de los movimientos.
Remanentes de otros dos deslizamientos fueron ubicados hacia el sudoeste de los anteriores (Fig. 7).

Figura 7. Deslizamientos de Tonco (Tomado de Hermanns y Strecker, 1999).

399
Deslizamientos de Villavil

La localidad de Villavil ubicada en el valle del río homónimo, al oeste de la sierra de Hualfín
(Provincia de Catamarca), se halla rodeada por depósitos de deslizamientos de bloques de gran
envergadura (Fauqué y Tchilinguirian, 2002). Este valle de rumbo NE-SW está labrado sobre una
secuencia terciaria que integra una sucesión homoclinal buzante al NW; su ladera oriental está
compuesta por brechas volcánicas, tufo-psamitas y tufo-pelitas (Complejo Volcánico), que inclinan
en dirección a la cara libre de la vertiente. Estas desfavorables características estructurales se
complican aun más porque las rocas del Complejo Volcánico se apoyan sobre las pelitas rojas del
Calchaquense infrayacente. Este marco litológico-estructural, sumado probablemente a eventos
sísmicos, ha hecho que en esta ladera oriental se produjeran siete deslizamientos de tipo planar (Fig.
8). En ellos se movilizó ladera abajo todo o parte del Complejo volcánico (80-100 m), deslizando
sobre las pelitas rojas (Calchaquense) y las tufopelitas de la base del Complejo Volcánico. Las losas
deslizadas y los flujos distales resultantes de la fracturación de las mismas han tenido una distancia
de viaje de hasta 1.800 m, invadiendo el antiguo valle del río Bolsón-Villavil. La mecánica de estos
deslizamientos de tipo block-glide, requiere de la presencia de fallas transgresivas y fallas de
estratificación. En ellos se puede separar una etapa cuasi-estática, que concluye con el desarrollo de
las fallas mencionadas, y una etapa dinámica. El pasaje de la primera etapa a la siguiente requiere
de un disparador (precipitaciones, sismos, acción antrópica). Los dos tipos de estructuras arriba
mencionadas han sido detectadas en la losa de complejo volcánico ubicada frente a Villavil. Ellas
han permitido los movimientos lentos e imperceptibles que ya se mencionaron, y que son una
evidencia de que el movimiento en su etapa cuasi estática ya ha comenzado. En los movimientos ya
ocurridos, el estado dinámico habría adoptado la forma de un deslizamiento friccional, por lo que
los movimientos habrían sido rápidos; la carga dinámica o disparador que los inició, serían
probablemente sacudidas sísmicas. El dispar grado de erosión de los depósitos y superficies de
patinaje indica la edad relativa de los movimientos y la reiteración del fenómeno. De acuerdo a
algunos datos radimétricos (Hermanns et al., 2000) los deslizamientos han ocurrido
intermitentemente a partir de los 25.000 años.

400
Figura 8. Deslizamientos de Villavil (Tomado de Fauqué y Tchilinguirian, 2002).

Sierras Pampeanas occidentales de La Rioja y San Juan (28° 30' S - 30° 00' S)

En este sector no se ha hecho un estudio sistemático para el reconocimiento y descripción de los


movimientos complejos de gran envergadura como ha ocurrido en el sector anterior. Parte de la
información resulta de la recopilación de antecedentes (Perucca, 1995; Fauqué, 1987; González y
Fauqué, 1996) y el resto de los movimientos fueron identificados durante el levantamiento de las
Hojas Geológicas Tinogasta (Fauqué et al., 1999) y Villa Unión (Fauqué et al., 2001). En la Figura
9 se puede observar la ubicación de los de los movimientos a los que nos referiremos a
continuación.

401
Figura 9. Ubicación de antiguos movimientos de ladera en Sierras Pampeanas occidentales de La
Rioja y San Juan. 1-2-3 Deslizamientos de la Sierra Baja de Los Portezuelos. 4-5-6-7 Avalanchas
de roca de la Quebrada de Segovia. 8 Avalancha de rocas de la Quebrada de Segovia. 9 Avalancha
de rocas de la Sierra de Umango. 10-11 Deslizamientos de la Sierra de La Punilla.

Avalanchas de rocas de la Quebrada de Segovia


En la quebrada de Segovia, situada en la vertiente occidental de las sierras del Famatina,
aproximadamente a los 28° 45' S frente a la localidad de Vinchina, se han identificado grandes
depósitos de avalanchas de rocas (Fauqué, 1987), con diferentes morfologías, dependiendo de su
ubicación y grado de erosión (Fig. 10).
Los depósitos ubicados sobre el área pedemontana tienen una forma lenguada de unos 3.000 m de
largo por 1.000 m de ancho, con un albardón marginal de 10 a 15 metros de altura y una porción
central deprimida cubierta por grava aluvial reciente. Desde el punto de vista litológico el depósito
es una brecha granocreciente compuesta por material muy anguloso de composición granítica que
varía en tamaño desde arcilla hasta bloques de varias decenas de metros cúbicos.
La avalancha situada en el bloque serrano se halla a 7500 m aguas arriba de la desembocadura de la
quebrada. El depósito en este caso se diferencia del anterior por su morfología y por la ausencia de
gradación inversa. La forma del depósito esta dada por los laterales de la quebrada que lo enmarca.
Carece de albardones laterales y la morfología superficial viene dada por una serie de lomadas
redondeadas. El depósito también es de naturaleza brechosa con bloques que llegan a tener 15-20
m3.

402
Con respecto al origen de estas avalanchas, se concluye que existían en la sierra morfologías y
estructuras favorables al deslizamiento y que socks sísmicos actuaron como disparadores de los
movimientos.

Figura 10. Avalanchas de rocas de la Quebrada de Segovia (Tomado de Fauqué, 1987).

403
Avalancha de rocas de la Sierra de Umango

Fue identificada por Fauqué et al. (2001) durante el mapeo de la Hoja Villa Unión y actualmente
está siendo estudiada en detalle (Fauqué y Elissondo, en preparación).
El depósito de la misma se halla ubicado a los 29° 06' de lat. S y 68° 35' de long. O, en la depresión
intermontana situada entre las sierras de Maz y Umango (Fig. 11). Está compuesto por una brecha
sedimentaria grisácea de basamento, que se apoya discordantemente sobre las sedimentitas
terciarias rojizas. La quebrada del Cordobés que corta al depósito permite medir un espesor de 40
metros en la zona distal. En este corte se pueden apreciar muy bien las zonas litocinemáticas (de
grandes bloques en superficie, masiva superior, cizallada inferior y mixta discontinua en la base)
descriptas por Yarnold y Lombard (1989), destacándose la zona mixta discontinua inferior,
compuesta por material de la brecha fina de basamento (grisácea) y por clastos arrancados del
sustrato terciario rojizo, que son incorporados al depósito. Otro rasgo interesante de esta avalancha
es un abanico de bloques en la parte distal del depósito. Se genera por la diferente velocidad entre
las distintas zonas litocinemáticas durante el movimiento. La cubierta de grandes bloques y la zona
de brecha se mueven a mayor velocidad que las capas inferiores y cuando estas se detienen las
superiores siguen movilizándose y se vuelcan por delante del depósito, generando un abanico de
bloques. Otra característica es la presencia de depósitos lacustres de endicamiento, generados como
consecuencia de la obstrucción de las quebradas por el depósito de la avalancha. Los cuerpos de
agua fueron lagunas pandas temporarias, lo que se infiere a partir de la presencia de ciclos
repetidos, tipo varves, que comienzan con depósitos de crecientes y finalizan con depósitos eólicos.
Esta secuencia de facies es típica de ambientes áridos con períodos alternantes de sequía e
inundaciones.
Se ha interpretado un origen sísmico para la avalancha de rocas de la sierra de Umango, basándose
en su mecánica de movimiento reflejada en las características del depósito, en la evidencia de
actividad neotectónica en la región (Ciccioli et al. 2004) y en datos del INPRES que indican sismos
de M>6 en la zona (INPRES, 1978).

404
Figura 11. Avalancha de rocas de la Sierra de Umango (Fauqué y Elissondo, en Preparación).

Deslizamientos de la Sierra de La Punilla


Perucca (1995) estudia la actividad tectónica cuaternaria en la sierra de La Punilla. Destaca un
control directo de los planos de falla activos sobre la inestabilidad de las laderas y menciona dos
grandes deslizamientos en la sierra, uno ubicado en el borde noroccidental y otro en el sudoriental.
Al primero lo denomina deslizamiento Las Majaditas por hallarse asociado a la falla homónima,
mientras que al segundo lo relaciona con la falla la Bolsa. Interpreta que ambos deslizamientos son
disparados por eventos sísmicos de gran envergadura.

Avalancha de rocas de la Quebrada de La Troya


La quebrada de la Troya atraviesa la sierra de Los Colorados, compuesta por sedimentitas
sinorogénicas neógenas, que integran un homoclinal al oeste. A lo largo de la misma se dan gran

405
cantidad de movimientos de ladera de distinto tipo. El mayor de ellos corresponde a una avalancha
de rocas de aproximadamente 350.000 m3 que avanzó sobre el valle entre 250 y 300 metros,
endicando temporariamente al río (González y Fauqué, 1986). Esto se evidencia por restos de
depósitos lacustres de aproximadamente 3 a 4 m de potencia. La zona de arranque tiene una
litología representada por una alternancia rítmica de lutitas y areniscas en bancos delgados que
corresponden a facies lacustres. Además el macizo rocoso tiene gran cantidad de superficies de
discontinuidad representadas por planos de estratificación y diaclasas. Estas características sumadas
a la altura del talud se combinan para favorecer la inestabilidad de la ladera. No han sido analizados
los posibles disparadores del movimiento.

Deslizamientos de la Sierra Baja de Los Portezuelos


Esta serranía corresponde a una de las estribaciones australes del Cordón Sañogasta-Vilgo. En la
vertiente occidental de la sierra han sido identificados y mapeados tres grandes movimientos de
ladera durante las tareas de campo vinculadas con el levantamiento de la Hoja Villa Unión a escala
1:250.000 (Fauqué et al., 2001).

Sierras Pampeanas Australes de San Luis (33° 30' S)


En la sierra Grande de San Luis González Díaz et al. (1997 y 1998) describen dos avalanchas de
rocas, respectivamente la de Potrero de Leyes y la de Las Cañas (Fig. 12). Se originaron en la
escarpa de falla que bordea por el poniente a la sierra y en ambos casos se ha interpretado que
fueron disparadas por sacudidas sísmicas. Estas evidencias sumadas a otros rasgos geotectónicos
reconocidos en el piedemonte adyacente, indican que las sierras Pampeanas Australes han sido
tectónicamente activas durante el Cuaternario. El enorme volumen de los depósitos de las
avalanchas y su dispar grado de erosión dan idea de la gran magnitud y recurrencia de los
paleoterremotos en el área.

406
Figura 12. Avalanchas de rocas de Potrero de Leyes y Las Cañas (Tomado de González Díaz et al.,
1998).

407
¿Qué características presentan los movimientos actuales con antecedentes históricos
en las Sierras Pampeanas?
Por Fauqué, L. y Gonzalez, M. A.

La remoción en masa que afecta actualmente las Sierras Pampeanas es el resultado de un proceso
natural en el que intervienen distintos factores. Este proceso se ha visto favorecido por las
características estructurales y litológicas, los procesos morfodinámicos, el relieve y las
características climáticas. Particularmente con respecto al clima y debido a la extensión de las
Sierras Pampeanas, el sector occidental tiene condiciones de clima árido a semiárido, mientras que
el oriental se halla dentro de la franja templada de transición y aun el nororiental en condiciones de
clima subtropical. Estas diferencias climáticas influyen en el tipo y grado de meteorización
superficial, en el desarrollo de suelos y cobertura vegetal y en el carácter disparador que adquieren
determinadas precipitaciones estacionales. Finalmente de todo esto depende el tipo de proceso de
remoción en masa que afecta a las distintas regiones. En los ambientes áridos y semiáridos durante
la temporada estival intensas lluvias localizadas en un breve lapso descargan grandes cantidades de
agua sobre el escabroso relieve serrano, cuyas laderas con escasa cubierta vegetal se hallan cargadas
de detritos; así son comunes los flujos de detritos (debris flow). Donde dominan las condiciones
subtropicales las lluvias son más intensas y de mayor duración, se produce una abundante
infiltración de agua facilitando la removilización de los materiales meteorizados y suelos dispuestos
sobre los faldeos, originando flujos de barro y flujos de detritos (mud flow y debris flow). En ambos
ambientes dependiendo de la intensidad de las precipitaciones y de la cantidad de carga detrítica
aportada por las laderas puede originarse desde una creciente fluvial hasta un flujo de detritos
(debris flow), pasando por flujos hiperconcentrados (debris flood). Desde ya que donde las
condiciones estructurales litológicas y el relieve son condicionantes previos importantes, caídas,
vuelcos y deslizamientos acompañan a los movimientos anteriores en cualquier ambiente.
A continuación se citarán algunos de los movimientos descriptos en la literatura, con el objeto de
destacar que la remoción en masa es un proceso natural, coherente con las condiciones geológicas,
fisiográficas y climáticas presentes actualmente en las Sierras Pampeanas. En estos ejemplos se
puede ver que en el 90% de los casos, las precipitaciones directa o indirectamente son el factor
desencadenante de los movimientos de ladera y en segundo lugar que la acción antrópica mediante
modificaciones en los perfiles naturales de las laderas, causa inestabilidades que culminan en
deslizamientos.

Crecientes en Andalgalá
Kantor (1916) analiza el problema de las crecientes del río Andalgalá, a las que menciona como
fenómenos naturales frecuentes, concluyendo que la causa directa de las mismas reside en el clima
y la topografía. Recopila citas interesantes referidas a estos fenómenos, que serán reproducidas
parcialmente.
La ocurrida entre los años 1879 y 1880 fue descripta por el doctor Samuel A Lofone Quevedo como
un torrente de agua o de barro “que bajaba como una inmensa pared de barro negro retinto toda
erizada de troncos de árboles seculares que había derrumbado en su marcha irresistible”.
La del 17 de febrero de 1913 fue descripta por el doctor Kühn como una creciente de grandes
dimensiones, menciona que “La llegada de la noche del 16 al 17 de febrero se hacia sentir por el
ruido semejante a truenos lejanos, que producian los grandes cantos rodados en el cauce del río por
sus choques continuos en el transporte; en la mañana, el lecho del río, ordinariamente seco, era
llenado por un caudaloso torrente de color chocolate y con corriente rapidísima...”.
La creciente de 1915 (Kantor, 1916) se produjo en la noche del 17 al 18 de diciembre. Fue
precedida por crecientes en las dos noches anteriores y su desencadenante fue una lluvia torrencial
en la que cayeron 166 milímetros en un tiempo breve. El ancho del río creció hasta unos 700 metros
inundando potreros, viñas y casas. Su caudal pasó de 0,7 m/seg. a 1400 m/seg. es decir que aumentó

408
2000 veces el volúmen de agua. Algunas citas mencionan 24 desaparecidos entre ellos 12 muertos,
y otras en cambio más de 35 desaparecidos.

El Aluvión de Chumbicha
González Díaz (1972) describe el “aluvión” de Chumbicha ocurrido entre el 12 y 13 de marzo de
1964 como consecuencia de una intensa precipitación, que culminó en una creciente que afecta a la
localidad homónima. El proceso comienza en los días previos con prolongadas precipitaciones en el
área serrana vecina a la localidad. El día 13 ocurrió una corta precipitación torrencial, considerada
como el desencadenante del fenómeno. A la acción paroxísmica de las aguas encauzadas producto
de las lluvias torrenciales se sumaron avalanchas de detritos y en menor medida deslizamientos de
suelos y detritos. Se originó según el autor una masa heterogénea de detrito y agua que fluyó como
un atípico torrente de barro por la cuenca del arroyo Chumbicha, desembocando con tremenda
fuerza en el cono aluvial que formó el arroyo. El flujo se separó en dos ramas una se desplazó hacia
Chumbicha destruyendo viviendas y sepultando terrenos cultivados y calles bajo una masa de arena,
rodados y bloques, y la otra avanzó sobre terrenos naturales.

Remoción en masa en las termas de Fiambalá


El 2 de febrero de 2003 un fenómeno de remoción en masa destruye gran parte de la infraestructura
de las termas de Fiambala, afortunadamente sin daños personales. El acontecimiento es estudiado
por González (2003) quien hace las consideraciones que siguen a continuación.
Las termas están enclavadas en la vertiente oriental de la Sierra de Fiambalá, constituida por
basamento cristalino compuesto por una secuencia de esquistos, gneises y migmatitas. La tectónica
que afectó a este basamento imprimió en las rocas una fracturación y diaclasamiento muy
importante que sumados a la foliación y esquistosidad metamórficas generan un macizo rocoso con
gran cantidad de superficies de discontinuidad. Todas ellas favorecen la disgregación mecánica del
macizo rocoso por dilatación y contracción sucesivas bajo condiciones de clima árido o semiárido.
A estos factores intrínsecos del material se unen factores morfológicos y fisiográficos no muy
favorables, un relieve relativo de aproximadamente 2.000 metros que con las características
litológicas y estructurales determina quebradas angostas con altos gradientes y laderas de
pendientes muy empinadas. Se suma a estos condicionantes previos un clima árido con lluvias
torrenciales de verano que favorecen la generación de fenómenos de remoción en masa.
Con todos estos argumentos González (2003) concluye que la característica torrencial de la
tormenta, fue el disparador de los flujos y deslizamientos de detritos ocurridos sobre las laderas de
la quebrada de Los Baños, que afectaron al complejo termal. La autora cita además la incorrecta
ubicación de las áreas de pernocte en un sector muy angosto de la quebrada, que facilitó que la gran
cantidad de material disponible en las altas pendientes llegara a las construcciones y cubriera las
piletas.

Crecientes en localidades cordobesas


Barbeito y Ambrosino (1994) citaron las crecientes extraordinarias que afectaron a las localidades
cordobesas de San Carlos Minas (1992), Villa General Belgrano (1993) y Mina Clavero (1993).
Destacan la activación parcial o total de lechos episódicos de los ríos, en muchos casos ocupados
por infraestructura edilicia. Ferreira Centeno y Giambastiani (1992) analizan las causas del aluvión
que afectó a la localidad de San Carlos Minas. Allí se combinaron un proceso natural de crecientes,
debidas a precipitaciones extraordinarias y la acción antrópica, representada por un puente cuya
escasa luz endicó parcialmente las aguas del río Noguinet, que de este modo desbordaron el cauce,
destruyeron las defensas y avanzaron sobre el pueblo, ubicado en la planicie de inundación del río.
Giambastiani (1996) realiza un estudio diagnóstico de la amenaza de crecientes repentinas en las
cuencas hídricas de La Falda y Huerta Grande (Córdoba) debido al desastre del 15 de enero de
1955.

409
Deslizamientos en los cortes carreteros de la Ruta Provincial E-55 (Provincia de Córdoba).
Quintana Salvat et al. (1990) elaboraron un mapa de riesgo de deslizamiento de taludes rocosos del
tramo La Calera - Dique San Roque de la Ruta Provincial E-55 en la que los deslizamientos, caídas
y volcamientos son procesos comunes. Este tramo de ruta atraviesa las Sierras Chicas de Córdoba
bordeando el curso del río Suquia. A lo largo de la traza afloran metamorfitas, granitos y rocas
filonianas acidas. El análisis tectónico y litológico puso de manifiesto una importante fracturación
del macizo rocoso, que combinado con la esquistosidad de la roca se tornan extremadamente
desfavorables para la estabilidad de los taludes.

Deslizamiento sobre la Ruta Provincial N° 9 en la localidad de Nogolí


Gardini et al. (2003) describen en la localidad de Nogolí (San Luis) un deslizamiento que afectó a la
Ruta Provincial N° 9. Concluyen que un período de incremento de las precipitaciones entre Enero
del año 2000 y Abril del 2001, fue la causa del movimiento que afectó a depósitos coluviales
ubicados sobre laderas de fuertes pendientes. Reconocen además que las obras viales favorecieron
la desestabilización del talud, al generar grietas de tracción que permitieron el ingreso de agua al
macizo rocoso compuesto por rocas de basamento sobre las que apoya el material coluvial.

Deslizamiento rotacional del Cerro Intihuasi


El deslizamiento rotacional del cerro Intihuasi, próximo a la localidad de La Carolina (San Luis) es
estudiado por Sales et al. (2002). Afecta a una sucesión de rocas metamórficas y volcánicas sobre
las que hay desarrolladas grietas de tracción que afectan principalmente a brechas volcánicas en
avanzado estado de alteración. Los autores hacen una caracterización geomecánica de los materiales
y un análisis de estabilidad de la ladera; a partir de este concluyen que el movimiento ocurrió en un
plano más superficial que la superficie modelada en el trabajo, interpretando entonces la existencia
de una alteración superficial que favoreció la generación del deslizamiento en la superficie de
contacto entre el material alterado y el no alterado y en el contacto entre basamento ígneo
metamórfico y vulcanitas terciarias.
El movimiento ocurrió en octubre de 1978 según datos de Blasco y Laborda (1979), época en la que
se produjeron abundantes precipitaciones pluviales, de acuerdo a comentarios de los pobladores.

Deslizamientos en taludes cercanos al dique Los Molinos


Bejerman (1991) analiza la caída de fragmentos rocosos sobre la Ruta Provincial N° 5 en las
cercanías del dique Los Molinos (Provincia de Córdoba). Destaca la presencia de agua que se
remarca por el desarrollo de la vegetación y por el grado de meteorización del macizo. Concluye
que ante la posibilidad de deslizar de muchos de los taludes analizados deberían realizarse
correcciones superficiales con el saneo de alguno de ellos, el uso de malla de protección en los
restantes y ejecución de drenajes.

Riesgo por remoción en masa en Tucumán


Suayter (1997) en su “Zonificación general del riesgo geológico y geotectónico en la Provincia de
Tucumán”, menciona que Vialidad de la Nación debió invertir un millón de dolares en la Provincia
de Tucumán en 1987 en reparación de puentes, alcantarillas y caminos a causa de procesos de
remoción en masa, que se generan habitualmente en épocas de fuertes lluvias, a fines de primavera
y durante todo el verano. Cita que corrientes de barro o “volcanes” de gran magnitud afectaron a
poblaciones importantes de los valles Calchaquíes, como Colalao del Valle (1968-1970), Amaicha
del Valle (1966) y Tafí del Valle (1987). Mientras que Tafí Viejo es afectado frecuentemente por
corrientes terrosas conocidas en la zona como aluviones.

410
¿Qué tipos de movimientos gravitacionales se presentan en la Patagonia?
Por González Díaz, E. F

El extenso territorio que comprende la Patagonia, muestra en determinadas regiones del mismo una
activa participación (presente o pasada) del proceso de la remoción en masa, en el desarrollo de sus
paisajes. Ella suele alcanzar sectorialmente un grado tal, que su intervención equipara y
particularmente en Patagonia extrandina supera la importancia del predominante proceso fluvial en
el modelado del relieve de amplios sectores.
Los fenómenos propios de este proceso gravitacional exponen en la Patagonia una gran pluralidad
tipológica. Ello aparece favorecido por las variadas características de sus estructuras geológicas, y
su dispar litología y comportamiento mecánico de las formaciones que integran sus diferentes
unidades morfoestructurales, aspectos estos a los que se incorporan más localmente, las condiciones
sismotéctonicas de algunas de sus áreas.
Este múltiple marco o contexto geológico, muestra además la incidencia de la diversidad climática
de la región patagónica. En tal sentido, sus dos grandes regiones fisiográficas (Extrandina y
Cordillerana) exponen un sobresaliente contraste climático, un factor que indudablemente es
determinante para la ocurrencia de uno u otro tipo de movimiento gravitacional (deslizamientos y
flujos densos o hipersaturados).
En la región extrandina, el vasto espectro de la remoción en masa aparece particularmente
representado por deslizamientos de tipo rotacional (slump), cuya ocurrencia que superan
ampliamente, a aquellos definidos como del tipo planar (translational slide).
Esta relación es específicamente evidente en el área de las grandes planicies estructurales
(structural plains) del centro de las provincias del Chubut y Río Negro. Estas planicies
caracterizadas por la horizontalidad de sus estratos, componen un típico paisaje mesetiforme. Deben
su persistencia o la de sus remanentes, a la protección que ejercen los mantos lávicos basálticos
cenozoicos, que suprayacen a débiles estratos sedimentarios continentales (arcilitas, limolitas o
finas piroclastitas) de edad mesozoica y terciaria, con similar disposición estructural.
A lo largo de sus márgenes y del tiempo, los deslizamientos rotacionales han contribuido
eficazmente a la progresiva degradación del relieve previo.
Con típicos rasgos morfométricos (muesca de desprendimiento cóncava, común rotación hacia atrás
de los bloques participantes y depresiones entre los bloques así desplazados) y por su mecanismo,
pueden ser clasificados como simples (single), múltiples (multiple rotational slides) y por
combinación con otro tipo, como complejos. Es corriente la observación en ellos una facies distal
de flujo (corriente de tierra; earth flow).
Un desarrollo excepcional de los deslizamientos rotacionales se observa en el área de la Hoja
Geológica 1:250.000 El Sombrero (Anselmi et al, 1999), donde la degradación de las citadas
planicies estructurales lávicas ha alcanzado un grado tal, que la geomorfología local lleva
prácticamente el sello exclusivo de ese tipo de movimientos. La sierra de la Victoria constituiría un
caso extremo del proceso, pues la misma aparece integrada por un cúmulo de detritos (bloques
dominantes), resultantes de la destrucción de una de esas previas geoformas. Un reducido y delgado
remanente representa su sector cumbral.
En Río Negro el llamado plateau o Meseta de Somuncurá muestra, a lo largo de sus márgenes, una
continua y hasta coalescente disposición de sucesivas cicatrices de desprendimiento de
deslizamientos rotacionales. En ocasiones estos progresan aguas arriba de sus extensos cañadones, a
favor de una profunda y activa erosión lineal y socavamiento basal de las débiles rocas
sedimentarias infrayacentes a los mantos basálticos (González Díaz, 1990).
Las extensas mesetas o “pampas” del Castillo, Salamanca y Montemayor (Chubut), también
constituyen buenos ejemplos del pasado accionar erosivo de los deslizamientos. En el caso de la
Pampa de Salamanca, su pendiente oriental (escarpa de erosión) muestra a lo largo de unos 70km
el progresivo retroceso de la misma, debido principalmente a estos movimientos.

411
Amplias y elevadas zonas de las serranías de las Hojas 1:250.000 Lago Musters y Colán-Colhué, se
hallan también afectadas por extensos fenómenos de deslizamientos rotacionales, una observación
que ha sido reconocida en forma muy limitada.
Otras formas individualizadas de este tipo de deslizamiento, son de menor escala y definidas como
deslizamientos rotacionales sucesivos (succesive o stepped rotational slides) y deslizamientos
rotacionales retrógradantes (retrogresive rotational slides).
Los primeros también conocidos como terrazuelas (terracetes; “sheep tracks”), son de limitado
espesor y extensión en sentido paralelo a la pendiente, aunque alcanzan gran amplitud transversal,
formando una extensa superficie de pequeños resaltos (terrazuelas). Suelen verse en algunas
empinadas pendientes compuestas por materiales arcillosos sueltos,como en la Fm Rio Negro y
ciertos niveles del Grupo Neuquén. Su discutido origen suele ser vinculado al reptaje o a formar
parte de un movimiento mayor rotacional.
Antiguos deslizamientos rotacionales retrogradantes han sido individualizados en la parte media del
Cañadon Pilar (González Díaz, 2004), donde afectan la secuencia sedimentaria superior del
Terciario alto. El "descalce" o socavamiento basal producido por las aguas del A° Pilar, generó un
progresivo “slumping” hacia los tramos superiores de la pendiente. Estos particulares tipos también
son conocidos como deslizamientos rotacionales de detritos (debris slump slides).
Acerca de la determinación del desencadenante de estos deslizamientos rotacionales para la ruptura
del equilibrio de las pendientes, hay una suerte de acuerdo general para adjudicar su ocurrencia a la
infiltración y saturación de las capas sedimentarias subyacentes a las coladas, por intensas y
excesivas precipitaciones, un proceso que condujo a la pérdida de las condiciones de equilibrio
preexistentes. La ablación de la nieve caída, sabe reemplazar la directa influencia de las
precipitaciones pluviales.
Dada la dominante y general disposición estructural horizontal de las formaciones geológicas en el
ámbito mesetiforme de la Patagonia Extrandina, los deslizamientos planares muestran escasa
ocurrencia y limitado significado en la degradación de su relieve.
Pese a ello, ejemplos de los mismos se pueden observar en el área correspondiente al “Geosinclinal
neuquino”, donde los estratos mesozoicos han sido perturbados tectónicamente (paisajes
estructurales de anticlinales, sinclinales y homoclinales). La erosión lateral fluvial es el principal
promotor de este tipo de deslizamientos.
Fenómenos de expansión lateral (lateral spread) han sido distinguidos en la zona de Comodoro
Rivadavia (Gonzalez et al., 2002). Importantes movimientos distales del tipo corriente de tierra
suelen ocurrir en el faldeo austral del C° Chenque, adyacente a esa ciudad. Sus graves daños se
repiten estacionalmente (lluvias, ablación nívea). La acción antrópica suele participar como factor
promotor de estos movimientos.
Las márgenes del litoral atlántico patagónico se caracterizan por la presencia de un activo
acantilado, prácticamente continuo en toda su extensión. El accionar del oleaje con su permanente
embate sobre la base de aquel, origina numerosas caídas de rocas (rock-falls) y de detritos (debris
falls) de los que resulta el consiguiente retroceso costero. Un importante factor para ello es el no
menos persistente socavamiento que las olas realizan al pie del acantilado.
Otras caídas de rocas también acontecen a partir de los bordes de los cañadones excavados por el
proceso fluvial, en ambientes de escasa o nula inclinación, particularmente en aquellas de ambiente
de las planicies estructurales lávicas (mesetas) que reamtan con mantos de basalto. Ello es más
común en aquellos sectores donde la erosión no ha expuesto la secuencia sedimentaria subyacente,
lo que limita la ocurrencia de deslizamientos rotacionales. En oportunidades, estos últimos suelen
estar acompañados o asociados a caídas. Un denso fracturamiento o diaclasamiento de las rocas
volcánicas, ha establecido condiciones estructurales primarias que favorecen el desplazamiento
vertical de los bloques.
Una similar y favorable situación estructural para caídas de rocas, se reconoce en el ámbito de las
planicies estructurales arrasadas (stripped structural plains), geoformas dominantes en el sector

412
oriental y norte del Neuquén. Normalmente sus desprendimientos se localizan en la parte alta de las
pendientes, en la zona conocida como “cara libre” (free face), que compone el resalto y es el
elemento morfológico más sobresaliente de aquellas.
Los flujos densos son fenómenos comunes en intensas áreas de la Patagonia Extrandina, su
movilización aparecen con posterioridad a lluvias de cierta intensidad. A veces su desplazamiento
se localiza sobre las pendientes abarcando tramos del faldeo o en delgadas y alargadas depresiones
(chutes) de las mismas en forma de avalanchas de detritos (debris avalanche de Sharpe, 1938). En
otras lo hacen concentrados a lo largo del piso de un valle.
De acuerdo a las características litológicas del área de erosión, se distinguen los debris flows de los
torrentes de barro (mud flows). Las precipitaciones promueven estos movimientos. Un buen ejemplo
de los primeros (González Díaz y Caba, 1999), se generó en la zona de bajas mesetas que rodea a la
localidad rionegrina de General Roca durante una fuerte precipitación (25/01/1999), ocasionando
graves daños.
En la región de la genéricamente denominada Cordillera Patagónica, hay un sector donde la
participación del proceso de la remoción en masa, adquirió enormes magnitudes. Se localiza esta
particularidad en un tramo de la cordillera neuquina comprendida entre los 36° y 38°S, que forma
parte del sector austral de la Cordillera Principal (Yrigoyen 1972) o “del Geosinclinal”, cuyo límite
austral es extendido hasta los 39° S.
Por el enorme volumen movilizado individualmente durante estos desplazamientos gravitacionales
(superior a los 0,5 x 106 m3; Keefer 1984), esos deslizamientos han sido definidos como
avalanchas de rocas (rock-avalanches). Estudios recientes (González Díaz, et al. 2000, 2001, Iaffa,
et al. 2002, González Díaz, 2003, Hermanns, et al. 2003, González Díaz, et al. 2004a y b) han
reconocido en dicho tramo unas 43 manifestaciones de ellas, entre las que se destaca aquella de la
laguna de Varvar Co Campos, para la que se ha estimado un volumen de 3,51 x 109 m3 (González
Díaz, et al., 2000). Salvo aquellas de los Pajaritos (en las cercanías del lago Epulaufquen) y del C°
Pelán (Río Barrancas; González Díaz et al 2001), que se inician con una fase de deslizamiento
planar, el desprendimiento de las restantes expone las características mecánicas de un deslizamiento
rotacional simple, el que culmina con una facies de flujo distal, cuyas acumulaciones se han
desplazado a lo largo del invadido valle.
Sus depósitos han sido largamente confundidos con acumulaciones de till (Groeber 1925; 1947;
Rovere et al 2000; Bérmudez y del Pino 1999,etc), dando lugar a la interpretación de más de un
englazamiento en la región de Copahue.
Una edad relativa postglaciaria ha sido propuesta para esos grandes movimientos gravitacionales
prehistóricos. Aboga en favor de ello, el hecho de que sus acumulaciones están alojadas en valles
glaciarios (artesas). Aquellas edades respectivamente estimadas en 60 ka y 30 ka para los depósitos
de las avalanchas de Varvar Co Tapia y Varvar Co Campos, establecidas por el método de isótopos
cosmogénicos, sugieren su ocurrencia en tiempos en que el término local del “Glaciar Troncal de
Varvarco” se hallaba aguas arriba de la actual localización de sus ocurrencias.
La invasión de las artesas por los materiales componentes de las avalanchas, ha dado lugar a
modificaciones morfológicas locales en el ámbito de la planicie aluvial previa: interpretación de la
hummocky topography resultante como correspondientes a morenas y el endicamiento del curso
fluvial. A diferencia de la mayoría de los casos analizados, en ocasiones las avalanchas de rocas
provocaron la total obstrucción de ríos y arroyos, generando cuerpos de agua de carácter
permanente (lagunas de Varvarco, Compul, La Negra,etc) o efímero (avalanchas de rocas de Pillun
Challa, Picun-Leo, Guañaco, etc).
Con relación a los endicamientos, en dos ocasiones (lagunas Carrilauquen sobre el río Barrancas y
Navarrete, al oeste de las cabeceras del río Neuquén) (Figura 1), aconteció el colapso paroxísmico
del muro natural endicante y el subsiguiente desarrollo de un “aluvión” (outburst flood; jokülhaup),
que destruyó la incipiente economía del valle del río Colorado (Groeber, 1916; González Díaz et al
2001) y alcanzó la costa atlántica. El “aluvión” de la laguna Navarrete no causó daños, pues

413
aconteció en un área desplobada de la Cordillera.
González Díaz et al. (2000, 2001, 2003, 2004 a y b), han propuesto como desencadenante del
proceso un factor sísmico, tomando en cuenta el contexto sismo-tectónico de la región, la
coincidente situación de las avalanchas de rocas con regionales y principales líneas estructurales del
frente orogénico o “Sistema de Fallas Antinir-Copahue” (Folguera et al, 2004), cuyas evidencias de
deformación neotectónica se observan en los depósitos de la avalancha del C° Los Cardos
(González Díaz et al 2004a). El citado sistema es la proyección en territorio argentino al norte de
los 38°S, del “Sistema de Fallas Liquiñe-Ofqui”, determinado en la vertiente chilena por Lavenú y
Cembrano (1999).
Recientes investigaciones proponen un mayor desarrollo del primer sistema en la cordillera
neuquina, extendiéndolo hasta los 36° 45´S,. A partir de penetraría nuevamente en Chile a la altura
de la quebrada o cajón de Lumabia.
En la zona cordillerana inmediatamente situada al sur de los 38°S (Zonas del Lago Aluminé,
Huechulaufquen, Junin de los Andes), los deslizamientos rotacionales observados aparentemente
guardarían poca relación con una promoción sísmica y con volúmenes propios de avalanchas de
rocas. La escasa presencia sísmica, la ausencia de actividad neotectónica, hace valer la presunción
de una causal de los deslizamientos similar a la observada en la región patagónica extrandina
En el área cordillerana y sus adyacencias a la latitud de los 40°S y más al sur, hay escasa
información acerca de la ocurrencia de importantes deslizamientos. Se pueden mencionar el del
borde norte del C° Chapelco, los observados a lo largo del Valle Encantado (curso superior del
Limay), los que afectan los depósitos del till que componen los arcos morénicos más externos al
este del Cordón Esquel-Leleque o de la zona de Gualjaina-Cushamen-Tecka (Chubut), los de la
zona de Ñireco (Río Negro) entre otros. En su mayoría responden a las características de los
deslizamientos rotacionales.
Deslizamientos locales de suelos (soil slides) y caídas de suelos (soil falls), han dejado sus
cicatrices en los abruptos faldeos existentes en las cercanías del C° Crespo (41° L.S.).
Entre los flujos rápidos, los debris flows y los mud flows ocupan una posición dominante. Son
recurrentes y relacionados con breves pero intensas precipitaciones (chaparrones). Los ambientes de
las formaciones Río Negro (o Alicurá) (González Díaz et al. 1986) en la zona entre Chapelco y el
río Collon Cura, son lugares aptos para su ocurrencia. En forma similar se observan en amplios
sectores de la informal “Serie Andesítica” o Formación Ventana.
También son comunes los debris flows al sur de S.C. de Bariloche a lo largo de las extensas
“canaletas” (chutes) situadas en los laterales de elevadas serranías compuestas por granitoides.
Aparte de los estos flujos densos, se han observado casos de avalanchas de detritos. Largas
canaletas aparecen en pendientes desprovistas de vegetación, resaltando en el paisaje luego de su
ocurrencia. Buenos ejemplos de ellas se han reconocido sobre la margen norte del lago
Huechulaufquen, luego del derretimiento de la nieve invernal, provocando el cierre transitorio del
acceso vehicular al extremo oeste del lago.
Lahares o torrentes de barro volcánicos aparecen encauzados en pequeños valles del faldeo norte
del volcán Copahue, algunos con disposición desbordante respecto del cauce. Están genéticamente
vinculados a recientes erupciones del volcán. Los de mayor extensión se hallan en la vertiente
occidental chilena.
Los flujos lentos se hacen presentes más localmente como formas de reptaje y soliflucción.
También en algunas zonas de permafrost (estacional o discontinuo) de la región cordillerana
patagónica, se han reconocido geoformas propias de más rígidas condiciones climáticas. Entre ellos
se destacan los glaciares de rocas (rock glaciers) del tipo lobado y lenguado distinguidos en las
cabeceras del A° Ailinco, en el área de las nacientes del A° Varvarco (González Díaz, et al. 2003),
(36° 35´ S y 70° 35´O). Los materiales clásticos que los integran han derivado de taludes activos y
morenas. Con menor distribución se los ha individualizado al este de la Cordlillera del Viento, en el
ámbito de la cuenca del A° Chari Leuvú.

414
Acerca de estas unidades geomórficas, la información disponible no hace menciones de su hallazgo
en el tramo cordillerano al sur del paralelo 39° S. Si bien las razones de ello no han sido analizadas,
es probable la influencia de la densa vegetación “valdiviana”, que se extiende hasta las cercanías de
las cumbres. Tal vez actúe como “freno” al reptaje de los detritos (congelifractos) a lo largo de las
pendientes.
También geoformas propias del fenómeno de geliflucción (sensu Washburn 1956), tales como
lóbulos y terrazas de geliflucción, suelen verse regularmente en las partes altas de las serranías
cordilleranas (zonas de Varvarco en Nuequén y lago La Plata, Chubut). y generadas por ablación
del hielo intersticial.
Aquellas más comunes de solifluxión se encuentran a menores alturas, favorecidas por la saturación
del suelo por aguas de precipitaciones o de la ablación de la nieve. También generan lóbulos y
terrazas de similares formas a los anteriores.
Fenómenos de colapso o hundimientos (comunicación personal H. Leanza), han sido distinguidos
en algunos tramos de la caliza yesosa del Oxfordiano (formaciones Auquilco y La Manga), en la
sierra de Vaca Muerta.

D
B

A C

Figura 1. Vista panorámica de la avalancha de roca del río Barrancas. (A) Laguna Carrilauquen.
(B) Depósito de la avalancha que trepa en la vertiente opuesta (este) del valle del río Barrancas.
(C)Actual desague del río Barrancas luego de la ruptura del endicamiento. (D) Zona de arranque y
depósitos proximales.

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Nacional de Ciencias de Córdoba. Editor. A. Leanza. 345-364.
ZARUBA, Q. y V. MENCL, 1969. Landslides and their control. Cap. 2, 4 y 5. Elsevier.
ZÁRUBA, Q. y V. MENCL, 1982. Landslides and their control, First Ed. Elsevier, Amsterdam,
Netherlands, 324 págs.

422
METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS

ZONIFICACIÓN DE PELIGROSIDAD Y RIESGO DE PROCESOS DE REMOCIÓN


EN MASA EN EL VALLE DEL RÍO MENDOZA
Por Moreiras, S. M.

La zonificación de peligrosidad y riesgo de los procesos de remoción en masa en el valle del Río
Mendoza se elaboró a escala regional (1:100.000) aplicando un método probabilístico basado en el
principio del Uniformismo (Moreiras, 2004b). En el mismo la identificación de los principales
factores condicionantes asociados a la ocurrencia de movimientos de ladera en el pasado permitió
predecir el comportamiento de las laderas en el futuro.
La valoración de la susceptibilidad-peligrosidad de los PRM (procesos de remoción en masa)
correspondió a un modelo probabilístico basado en las Funciones de Favorabilidad (Chung y
Fabbri, 1993) en el marco de la teoría de las Probabilidades, expresando el resultado en forma
cuantitativa mediante el Factor de Incertidumbre. La aplicación de las Funciones de Favorabilidad
tiene la ventaja de estar basado en cálculos sencillos, permite la utilización de variables categóricas
y el análisis de grandes bancos de datos.
Se trata de una metodología cuantitativa obtenida a partir del análisis espacial de datos llevado a
cabo a través de la superposición de mapas digitales de los factores condicionantes e inventario de
los PRM. Para su elaboración fue necesario un banco de datos de los principales factores
condicionantes de los procesos de remoción en masa y el mapa inventario de los eventos. Se
identificaron mediante la fotointerpretación 300 eventos con un largo total mayor a 1.000 m en el
área de estudio (Moreiras, 2003) que abarca Cordillera Frontal y parte de la Precordillera
Mendocina desde el Río Picheuta hasta la localidad de Guido incluyendo las nacientes de los
arroyos (ver capítulo sobre los procesos de remoción en masa en Cordillera Frontal y Precordillera
Mendocina en este volumen).
Los mapas temáticos elaborados con parámetros cualitativos y cuantitativos (litología, distancia a
fallamientos regionales, pendiente, altura, geomorfología, orientaciones y movimientos de remoción
en masa) fueron incorporados en un SIG (Sistema de Información Geográfica, ILWIS 3.1) para el
análisis espacial. Las variables continuas fueron categorizadas, se trató que el número de clases
fuera significativo a fin de obtener mejores resultados en la validación del modelo.
Los parámetros que evidenciaron mayor importancia en la ocurrencia de procesos de remoción en
masa en el área de estudio, la litología, el grado de pendiente y las alturas topográficas, fueron
considerados en el modelo. Numerosos autores han definido la susceptibilidad de las unidades de
terreno de acuerdo a la distribución de los procesos de remoción en masa, el grado de pendiente y la
naturaleza de la roca de caja (Brabb et al., 1972; Drennon y Schleining, 1975; Lucini, 1969; Lucini,
1973). Remondo (2001) asevera que los principales parámetros para el análisis de susceptibilidad a
escala regional son la geología superficial, altura, pendiente y movimientos previos; si bien existe la
tendencia de incorporar en el análisis otros parámetros tales como los derivados del modelo digital
de elevaciones (MDE): aspecto, rugosidad, insolación, etcétera.
Los resultados del modelo fueron contrastados a través de técnicas de validación espacial y
temporal mediante curvas de validación permitiendo conocer el potencial predictivo del modelo y
las limitaciones del mapa, dando una idea más acertada del verdadero valor predictivo. El grupo de
control establecido para la validación espacial fue conformado por los procesos menores a 1.000 m
de largo total; y en el caso de la validación temporal, el “grupo de validación” incluyó los procesos
de remoción en masa posteriores a abril-mayo de 1963 (fecha de las fotos aéreas utilizadas para el
inventario de los PRM). Los antecedentes históricos fueron obtenidos a partir de registros de
viajeros, reportes técnicos y archivos oficiales de Vialidad Nacional y el ferrocarril Transandino.

423
Esta información permitió además establecer períodos de recurrencia de los PRM, la relación con
las precipitaciones, la relación con la ocurrencia de sismos M>4, el efecto de la actividad antrópica
y la importancia de los fenómenos climáticos en la ocurrencia de los eventos (Moreiras, 2003;
Moreiras, 2004a; Moreiras, 2004b).
Las curvas de validación del modelo, en ambas estrategias de validación, reflejan que 30% de las
áreas clasificadas como las más susceptibles predicen el 50 por ciento de los PRM. Los resultados
pueden estar acotados principalmente por la calidad de la información utilizada: hojas geológicas a
escalas pequeñas (1:250.000 y 1:100.000); la información topográfica elaborada por el Instituto
Geográfico Militar, la carencia de datos de otros posibles factores condicionantes de los procesos de
remoción en masa (grado de diaclasamiento, hidrología, porosidad, permeabilidad etc.) y la
exclusión de ciertas variables, como la orientación, debido a variación de los factores a lo largo de
esta extensa área (la cuenca en total cubre 1600 km2).
El mapa de zonificación de peligrosidad obtenido, correspondiente a un modelo digital que
representa a cada celda (30 m x 30 m) con un valor numérico (Factor de Incertidumbre) fue
clasificado en 200 clases de igual área (Fig. 1).

Figura 1. Mapa de peligrosidad cuantitativo de los procesos de remoción en masa.

El mapa de zonificación de riesgo se obtuvo a partir de una metodología cualitativa mediante la


superposición del mapa de peligrosidad reclasificado en 3 clases con los aspectos socioeconómicos
abordados en tres grupos distintos: a- elementos vulnerables o exposición; b-preparación y c-
prevención.

424
El área de estudio tiene una diversidad compleja de elementos vulnerables muy difíciles de evaluar
económicamente. Comprende la villa poblada de Uspallata ubicada en el valle intermontano entre
Precordillera y Cordillera Frontal, con una población de 3284 habitantes considerando los barrios
La Fundición y Las Bóvedas (INDEC, 2001). Las viviendas y edificios públicos fueron clasificados
en zona residencial, zona habitada, zona institucional, zona comercial y espacios verdes. Las vías de
acceso corresponden a la ruta internacional Nº 7 que conecta Mendoza con Santiago de Chile
(Chile), el ferrocarril internacional Transandino, las rutas provinciales (Nº 52, 13 y 39), calles de la
villa y caminos o sendas de material no consolidado o tierra. Se consideraron además, otras
infraestructuras tales como puentes, túneles, estaciones del ferrocarril, las piletas de infiltración de
las aguas servidas de la villa y la usina eléctrica que abastece a Uspallata.
Las redes de líneas vitales principales en el área están constituidas por el tendido telefónico a lo
largo de la ruta internacional en su margen izquierda, el tendido eléctrico abastecido por la propia
usina de Uspallata y el sistema cloacal que finaliza en piletas de infiltración en el mismo valle. La
red de irrigación o regadío es utilizada principalmente en los sectores destinados a la actividad
agrícola por lo cual no fueron considerados en ese item. Considerar las líneas de servicios vitales e
instalaciones críticas es esencial al momento de facilitar la respuesta a emergencias y la seguridad
pública ante un evento catastrófico.
Las áreas mapeadas de actividades económicas comprenden: a) sectores dedicados a la agricultura y
ganadería; b) zonas de desarrollo turístico, cabañas, campings, mercados artesanales, sectores
dedicados al rafting, etc. y c) zonas con explotaciones mineras que corresponden generalmente a
minas de talco y/o serpentina. También fueron considerados los sectores con un patrimonio cultural,
tal como el tambo incaico de Ranchillos o Las Bóvedas, que interesan tanto al patrimonio histórico
de Mendoza como al desarrollo turístico del área.
Cabe aclarar, que si bien se clasificó cada sector por su actividad principal, existen superposiciones
ya sea en las áreas consideradas comerciales que podrían ser contempladas en el desarrollo turístico,
tal es el caso de hospedajes, bares, etc.; lo mismo ocurre con las áreas de patrimonios culturales ya
que generalmente son explotadas turísticamente.
La combinación de los factores socioeconómicos con el mapa de peligrosidad permitió obtener las
distintas clases de riesgo establecidas en 5 categorías (muy alto, alto, moderado, bajo y muy bajo).
Dicha combinación se realizó en diferentes etapas. En primer lugar se consideraron los elementos
vulnerables al riesgo asociados a las distintas clases de peligrosidad. Aquellos elementos asociados
a una clase de peligrosidad alta o muy alta fueron considerados de muy alto riesgo, aquellos
localizados en sectores de moderada y baja peligrosidad, se evaluaron con un alto y moderado
riesgo, respectivamente; mientras, que los asociados a sectores de muy baja peligrosidad fueron
clasificados de bajo riesgo. Los sectores sin infraestructuras corresponden a un grado de riesgo
nulo, sin embargo, en estos sectores alejados dentro de las áreas montañosas pueden coincidir con
zonas de pastoreo de ganado (equino, bovino o caprino) o puestos transitorios durante la veranada
por lo cual se consideró dentro de un riesgo muy bajo a nulo riesgo.
El grado de riesgo, además, debe ser reflejado por las medidas de preparación y las preventivas, de
allí la incorporación de los daños ocurridos en los últimos 50 años y la existencia o no de medidas
de mitigación. El mapa de riesgo parcial obtenido en la superposición entre los elementos
vulnerables y el grado de peligrosidad, fue analizado junto a los eventos que produjeron daños a las
diferentes infraestructuras del área en los últimos 50 años y las medidas de mitigación realizadas a
fin de controlar los procesos que nos ocupan. Los sectores que sufrieron determinado daño fueron
valorados con muy alto riesgo independientemente de la valoración parcial anterior, mientras que si
no se registraron daños previos, se respetó la valoración del riesgo antes obtenida. De esta manera,
los daños registrados a lo largo de 50 años ponderan significativamente el grado de riesgo, lo cual
es lógico de prever de acuerdo al análisis de la recurrencia de los procesos de remoción en masa en
el área (Moreiras, 2004). Finalmente, en aquellos sectores donde se identificaron medidas de
mitigación o de control para los procesos de remoción en masa, el grado de riesgo fue considerado

425
en la clase subsiguiente de menor riesgo.
La valoración del riesgo fue unificada a través del método de agregación (factor 3) a fin de
categorizar las áreas próximas con el mismo grado de riesgo. En este caso se valoró con el mayor
grado de riesgo identificado en el conjunto de un área de 3 x 3 celdas, esto significa que se
evaluaron áreas de 90 x 90 m con el grado de riesgo más alto identificado en 9 celdas de 30x30
metros. Este procedimiento soluciona además los problemas inherentes a la rasterización de los
mapas.
El mapa de zonificación de riesgo final fue expresado en forma cualitativa (Fig 2). El método
aplicado permitió identificar los factores socioeconómicos asociados a un mayor grado de riesgo.
Las infraestructuras más vulnerables de acuerdo al modelo, son la ruta internacional y la traza del
Ferrocarril Transandino, actualmente fuera de servicio, pero con panorama de reanudar su actividad
en el futuro cercano. Este reconocimiento es de suma importancia al momento de establecer las
medidas preventivas o de control para mitigar las pérdidas o daños a futuro. En cuanto a la
población pudo observarse que las áreas residenciales están ubicadas en áreas de bajo riesgo, no
obstante las nuevas áreas habitadas tienden a ubicarse en sectores de mayor peligrosidad. La zona
clasificada como habitada correspondiente a sectores más precarios o casas aisladas son las más
vulnerables. Los sectores en desarrollo estarían en condiciones más óptimas, sin embargo al no
existir una regulación estricta, no es certero que los nuevos asentamientos poblacionales se
encuentren en estos sectores.
La predicción de un evento peligroso puede salvar vidas humanas pero no reduce las pérdidas
económicas y el impacto social. El impacto de un desastre puede ser reducido únicamente a través
de medidas tomadas con mucha antelación. La construcción de dispositivos de protección
representa un costo muy alto para países en desarrollo como el nuestro, por ende, la disminución de
elementos vulnerables a través de un ordenamiento territorial o la aplicación de medidas específicas
de seguridad son las alternativas viables. La cartografía de la peligrosidad y riesgo de los PRM
juegan un rol básico para estos estudios. Es interesante también la aplicación de medidas no
estructurales tales como la información y la educación de la población en cuanto a los procesos
naturales a fin de preparar a la comunidad frente a los posibles desastres naturales.

426
Figura 2. Mapa de riesgo cualitativo de los procesos de remoción en masa obtenido a partir de la
superposición del grado de peligrosidad, los elementos en riesgo, daños en los últimos 50 años y
medidas de mitigación.

Trabajos citados en el texto

BRABB, E.E.; PAMPEYAN, E.H. Y BONILLA, M.G., 1972. Landslide susceptibility in San
Mateo County, California: U.S. Geological Survey Miscellaneous Field Studies Map MF-360,
scale 1:62,500.
CHUNG, C.F. Y FABBRI, A., 1993. The representation of geoscience information for data
integration. Nonrenewable Resources, Vol. 2, No. 2: 122-139.
DRENNON, C.B. Y SCHLEINING, W.G., 1975. Landslide Hazard mapping on a shoestring.
P.A.S.C.E., J. Sur. and Mapping Div., SU1, pp: 107 - 114.
INDEC, 2001. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas. Instituto Nacional de
Estadísticas y Censo.
LUCINI, P., 1969. Un metodo grafico per valutazione della franosita: Men. E Note Ist. Geol. App.
Napoli, II.
LUCINI, P., 1973. The potencial landslides forecasting of the "Argille Varicolori Scagliose"
complex in IGM 174 IV SE Map, Savignano di Puglia (Compania). Geol. App. E Idrogeol., 8,
311-316.
MOREIRAS, S.M., 2003. Remoción en masa en el valle del valle del Río Mendoza, Mendoza,
Argentina. Untar Ciencia Vol 2, N° 1: 2-10.
MOREIRAS, S.M., 2004a. Landslide incidence zonation in the Rio Mendoza valley, Mendoza

427
province, Argentina. Earth Surface Processes and Landforms 29, 255-266.
MOREIRAS, S.M., 2004b. Zonificación de peligrosidad y riesgo de procesos de remoción en masa
en el valle del Río Mendoza. Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Universidad
Nacional de San Juan (inédito).
REMONDO TEJERINA. J., 2001. Elaboración y validación de mapas de susceptibilidad de
deslizamientos mediante técnicas de análisis espacial. Tesis doctoral. Departamento de
Geología Universidad de Oviedo.

ANÁLISIS DE LAS DISCONTINUIDADES DE UN MACIZO ROCOSO PARA EL


ESTUDIO DE MOVIMIENTOS PLANARES Y EN CUÑA
Por González, M. A.

Introducción

La discontinuidad en un macizo rocoso es cualquier plano de origen tectónico, mecánico o


sedimentario, generalmente con una resistencia a la tracción muy baja o nula. El análisis específico
de este tipo de planos adquiere importancia debido a que su presencia implica un comportamiento
no continuo del macizo.
Diaclasas, fallas, planos de estratificación, esquistosidad, son discontinuidades que constituyen
algunos de los factores condicionantes asociados al macizo rocoso, que favorecen los movimientos
planares y en cuña. La existencia de un plano de discontinuidad inclinado un ángulo superior al
ángulo de fricción de la diaclasa, favorece a que un talud rompa. En el caso de una cuña, la misma
condición de inclinación se debe dar para la línea de intersección de los dos planos que la forman.
En el análisis de las discontinuidades no se necesita mucho más que una brújula, cinta métrica,
posicionador geográfico, un sistema de proyección estereográfica con conteo de densidades y un
análisis estadístico. Además de estos materiales es necesario asumir con algunos criterios de trabajo
entre los que se señalan los siguientes:
a)Las discontinuidades deben pertenecer a un mismo dominio estructural: para que el análisis
cinemático y estadístico registre mejor la fracturación de la zona.
b)Se debe considerar la escala de trabajo, para definir las estaciones: para una mejor predicción del
comportamiento del macizo rocoso, se debería trabajar con estaciones de dimensiones reducidas,
aunque dependiendo de la variabilidad espacial de las discontinuidades, entre tomar estaciones
de 300 m y de 3 km, la mejora no es muy significativa.
c)Conviene definir familias de discontinuidades: es conveniente analizar por separado las
discontinuidades de cada estación y definir familias de discontinuidades, para luego analizar
familias de discontinuidades entre diferentes estaciones. Para este punto existen algunas
recomendaciones como las de Kokich et al. (1987).

Aplicación

Para ejemplificar el análisis se presentan algunos estudios realizados en Jujuy y La Rioja. En los
dos casos la escala se puede considerar de semi detalle. Los criterios para definir las estaciones
fueron muy diferentes dependiendo el objetivo del estudio. En todos los casos la definición de una
determinada familia de diaclasas (discontinuidades) se simplificó por el máximo de mayor
concentración (siendo el polo de mayor densidad estable). Los taludes excavados corresponden a
carreteras, en las que ya se habían producido (y se siguen produciendo) los movimientos en masa,
por lo que se pudo comprobar los modelos de rotura con los reales.
Luego de la definición de familias, se realizaron proyecciones estereográficas (en el caso de La

428
Rioja utilizando el programa DIPS), y a partir de estas se confeccionaron los bloques diagrama de
modelado de rotura. Para esto se considera que una discontinuidad es potencialmente desfavorable
frente a la rotura plana si la diferencia entre la dirección de la misma y la del plano del talud es
menor a 30° y si el buzamiento de la discontinuidad es menor que el del talud.

Caso 1: Ruta N° 4 entre los ríos Reyes y Horqueta, provincia de Jujuy.

Este estudio se realizó relacionando los factores condicionantes de los movimientos de ladera y la
ocurrencia real de los mismos (Gonzalez, 1992 y 1993). En al zona de estudio, las discontinuidades
estratigráficas y estructurales son un factor condicionante de gran importancia. La mayoría de los
juegos de diaclasas favorecen el desplazamiento a lo largo de las superficies limitantes, ya sea
porque acusan un rumbo casi paralelo a la inclinación del sector, o bien formar cuñas de
deslizamiento cuando se interceptan dos o más sistemas. No solamente es desfavorable su
orientación, sino el espaciamiento entre ellas. Esto forma cuñas individuales facilitando el descalce
del resto del macizo rocoso como resultado de las excavaciones para la apertura de la traza del
camino. En este caso se estudiaron cada unidad litoestratigráfica por separado. El análisis de un
tramo de sedimentitas cámbricas, por ejemplo, presentó tres familias de diaclasas (S1, S2, S3) y la
estratificación (S). La orientación de los planos de discontinuidades forman cuñas directas y dos
inversas. Las cuñas directas están constituidas por S2/S3; S1/S2; S3/S; S/S1. La cuña de mayor
influencia de acuerdo a la pendiente del eje de cuña es S3/S. Las cuñas inversas están determinadas
por S/S2 y S1/S3 (Fig. 1).

Figura 1. Ejemplo de formación de cuñas entre las discontinuidades de un tramo de la Ruta N° 4,


constituido por sedimentitas cámbricas.

Caso 2: Ruta N° 26 (Quebrada de La Troya) entre Jagüé y Vinchina, provincia de La Rioja.

Este estudio se realizó para la caracterización de los movimientos sobre ladera de la quebrada de La
Troya (Gonzalez y Fauqué, 1996; Fauqué y Gonzalez, 1999). Las discontinuidades estructurales
encontradas están representadas por fallas y diaclasas. Las fallas presentan poco rechazo y son
subverticales, por lo que no actúan como una superficie importante y neta por la cual el material
rocoso pueda deslizar sobre ella. Lo único que provoca es una zona de debilidad, donde se favorece
la erosión, en la zona de brechas. El macizo rocoso está afectado por distintos familias de diaclasas
con diferentes rumbos e inclinaciones, por lo que en todos los tramos estudiados favorecen a la
inestabilidad. En algunos tramos, coinciden el rumbo y la inclinación, por lo que favorecen los
deslizamientos planares; y en otros las superficies forman cuñas de deslizamientos en los que
intervienen por lo menos dos familias diferentes.
Para el estudio de la orientación se realizó un ploteo de estas, quedando delimitadas 7 (siete)

429
familias de diaclasas preponderantes. En el conteo se realizó, además, un análisis de densidad de
frecuencias sobre los estereogramas, a partir de los cuales se identificó un plano característico de
orientación media para cada familia.

Familia 1: N 87º W 41º S


Familia 2: N 02º W 45º E
Familia 3: N 45º W 90º
Familia 4: N 69º W 38º SSW
Familia 5: N 25º E 35º SE
Familia 6: N 66º E 43º SE
Familia 7: N 34º E 67º NE
Estratificación N 40º E 55º NW

A partir de estas se realizó el análisis cinemático y la representación gráfica de las distintas


probabilidades de formación de cuñas inestables y ocurrencias de movimientos planares (Fig. 2).

Figura 2. Algunos ejemplos de formación de cuñas y roturas planares en la quebrada de La Troya.

Síntesis

En el estudio de los movimientos planares y en cuñas deben analisarse las discontinuidades del
macizo rocoso dentro de las consideraciones de los factores condicionantes.
Las características de las discontinuidades consideradas en la mayoría de los métodos para

430
caracterizar un macizo (RMR, Q, SRC, etc.) son: espaciamiento, apertura, relleno, continuidad,
rugosidad y orientación.
El análisis espacial de las discontinuidades refleja fácilmente la posibilidad de formación de una
cuña. Con el cálculo del ángulo de fricción del material, el ángulo de rozamiento interno entre otros,
luego se podrá calcular la resistencia al corte para concluir si ese plano o cuña tiene posibilidades de
romper.

Trabajos citados en el texto

FAUQUÉ, L y M. A., GONZALEZ, 1999. Estudio de la estabilidad de laderas de la Quebrada de


La Troya. SEGEMAR. Serie de Contribuciones Técnicas. Peligrosidad Geológica N° 1.
GONZÁLEZ, M. A., 1992. Caracterización de la inestabilidad de pendientes en la ruta N° 4, entre
los ríos Reyes y Horqueta, Provincia de Jujuy, Argentina. Trabajo final de licenciatura.
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires. 147 páginas.
GONZÁLEZ, M. A., 1993. Aplicación del Índice de Posibilidad de Deslizamiento (IPD) en la ruta
provincial N° 4. Termas de Reyes - Lagunas de Yala. Actas ASAGAI, 7:89-96. Buenos Aires
GONZÁLEZ, M. A. y L. FAUQUÉ, 1996. Estudio de Estabilidad de pendientes de la Quebrada de
la Troya, Sierra de los Colorados, Provincia de la Rioja. Actas ASAGAI, 10:109 - 134. Buenos
Aires.

431
Capítulo 7

SISMICIDAD
Salinas, L. I., Ramírez, M. ¿Qué son los terremotos?
y Guzzo, E. ¿Cómo se manifiestan?
1° Parte ¿Cuáles son las características de un terremoto?
¿Cuáles son las zonas con mayor actividad sísmica?
¿Es frecuente la actividad sísmica?
¿Qué es la intensidad de un sismo?
¿Qué es la magnitud de un sismo?
¿Qué o quién controla la energía liberada?
Con el fin de prevenir riesgos ¿Cómo se identifican las fallas susceptibles de
generar terremotos?
¿Cuáles terremotos son más dañinos?
¿Qué se entiende por Previsión y Prevención?
¿Qué aspectos se deben tener en cuenta para prever terremotos destructivos?
¿Qué es la peligrosidad sísmica?
¿Cómo se analiza la peligrosidad sísmica?
¿Cuál es la prevención que debe adoptarse?
¿Es posible predecir el suceso?
Tello, G., Bastías, H. E. y ¿Cómo se plantea la información para el estudio de la peligrosidad sísmica ?
Robeto, J. J. ¿En qué se basa la confección de un mapa de peligrosidad sísmica?
2° Parte ¿Cuál es la importancia de los estudios neotectónicos y cómo se realizan?
¿Cómo se efectúa el estudio de sismicidad histórica?
¿Cuándo se inicia el registro de sismicidad histórica en Argentina?
¿Cómo se ha zonificado la Argentina en base a la peligrosidad sísmica?

METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS


Salinas, L. I., Ramírez, M. Estimación del riesgo sísmico en la cuenca del río Castaño, Calingasta, San
y Guzzo, E. Juan.
Tello, G. El estudio neotectónico: una herramienta en el análisis de peligrosidad sísmica.
Reconocimiento de la Falla Chalet. Prov. de Mendoza.

432
SISMICIDAD
1° Parte
Por Salinas, L., Ramírez, M. y Guzzo, E.

¿Qué son los terremotos?

Los terremotos son fenómenos geológicos, originados por procesos dinámicos en el interior de la
litosfera. En la voz popular se denomina temblor a aquellos movimientos de baja intensidad que
son sentidos por el hombre. Sismo, o seísmo, al temblor es un movimiento de intensidad media que
es percibido por el hombre y que causa algunos destrozos en construcciones. Finalmente, terremoto,
es aquel movimiento de gran intensidad o violencia que produce graves daños tanto al hombre
como a su hábitat. A las vibraciones de un sismo de mayor violencia, que son percibidas por el
hombre, se les llama macrosismos. A las vibraciones que sólo las perciben los instrumentos se las
denominan microsismos (Giuliani, H. 1986).

¿Cómo se manifiestan?

Se manifiestan con el movimiento del suelo, el que se origina con el paso de ondas elásticas
provenientes de un punto o foco, que libera bruscamente energía acumulada en las rocas.
Los motivos o causas que pueden producir esta liberación y transmisión de ondas son variados.
Podemos mencionar, entre ellos, a las explosiones, deslizamientos rocosos, actividad volcánica,
inyección de fluidos en el terreno, etc. De todos ellos el más importante por su carácter regional es
el relacionado con la actividad tectónica (ITGE, Instituto Tecnológico Geominero de España 1987).

¿Cuáles son las características de un terremoto?

ƒ Es un fenómeno que puede presentarse en forma brusca, o bien precedido por un aumento de
la frecuencia de sismos de intensidad menor a un terremoto.
ƒ Son fenómenos complejos en su origen y propagación por la Tierra y en los fenómenos
dinámicos inducidos en las estructuras.
ƒ Los efectos destructivos se observan en zonas de variada extensión.
ƒ Los movimientos del terreno y estructuras edilicias originan pánico.
ƒ El paso de las ondas puede causar daños parciales o colapsos en las construcciones,
especialmente en las no sismorresistentes.
ƒ El fenómeno puede modificar el relieve y el paisaje.

¿Cuáles son las zonas con mayor actividad sísmica?

Las zonas con mayor actividad sísmica se corresponden con las de mayor actividad tectónica actual
o de tiempos recientes (Giuliani 1986). En nuestro país esta actividad se observa en el sector
occidental del territorio y está vinculada, según la Teoría de Tectónica de Placas, con el fenómeno
de subducción de la Placa de Nazca bajo la Placa Sudamericana (Fig. 1).

433
Figura 1: Diagrama esquemático de las placas tectónicas de Sudamérica (INPRES 1993)

¿Es frecuente la actividad sísmica?

Allen (1975) comenta que en China, donde existe un registro de terremotos históricos de 3000 años,
los científicos han observado que hay grandes fluctuaciones en la actividad. Se han registrado
largos periodos de calma seguidos de otros periodos con mayor frecuencia de sismos y terremotos
(ITGE 1987).

¿Qué es la Intensidad de un sismo?

Se denomina Intensidad de un sismo a la evaluación del efecto que ocasiona. La evaluación se


realiza en función de cómo lo perciben el hombre y los animales y de las consecuencias sobre las
edificaciones y el terreno. La Intensidad en nuestro país se la expresa según la Escala Mercalli
Modificada (MM), que posee doce categorías que se identifican con números romanos. Se

434
considera que los terremotos son aquellos que superan la Intensidad = VI (Tabla 1).
El Instituto Nacional de Prevención Sísmica, INPRES (1978), ha elaborado mapas en los que se
puede observar la posibilidad de ocurrencia de sismos de distintas intensidades dentro del territorio
nacional (Figs. 2 y 3).

Figura 2: Intensidades máximas probables de ocurrir en 100 años (INPRES 1978)

435
Figura 3: Intensidades máximas probables de ocurrir en 50 años (INPRES 1978)

¿Qué es la Magnitud de un sismo?

Se denomina Magnitud de un sismo a la cantidad de energía liberada desde un foco. La primera


escala de magnitud fue la propuesta por Richter, que se expresa en números arábigos y es la que se
utiliza en la Argentina. Es una escala abierta, pero en la realidad no se conocen terremotos naturales
que superen la categoría 9 (ITGE 1987).
Gutemberg y Richter expresan con una fórmula empírica la relación que existe entre energía

436
liberada y magnitud de un terremoto, así:

Log10 E = a + b. M

E: energía radiada o energía de deformación


M: magnitud del terremoto
a y b constantes del área

¿Qué o quién controla la energía liberada?

La energía liberada está controlada por el área de falla en la que se produjo un desplazamiento y por
la cuantía de este desplazamiento.

Con el fin de prevenir riesgos ¿Cómo se identifican las fallas susceptibles de generar
terremotos?

A través de estudios geológicos es posible señalar aquellas fallas que presentan desplazamientos
durante el Periodo Cuaternario y cuyo movimiento ha originado rotura superficial durante un
terremoto. Estas fallas se denominan activas o sismogénicas (ITGE 1987). También existen fallas
activas que no tienen evidencia superficial.
En la provincia de San Juan se han localizado varios sistemas de fallas activas (INPRES 1993)
(Fig. 4).

Figura 4: Ubicación de fallas activas en la provincia de San Juan

437
Tabla 1: Escala Mercalli Modificada (MM)
PERCEPCIÓN EFECTO EN CONSTRUCCIONES (ESTRUCTURAS)
GRADO NATURALEZA
HUMANA TIPO A TIPO B TIPO C TIPO D
I No sentido
Sentido
II
excepcionalmente
III
Sentido dentro
IV
V Sentido fuera
VI Sentido por todos Grietas
Difícil mantenerse
Daño Pequeños derrumbes; hundimientos en
VII en pie. Notado por Grietas
moderado bancos de arena y grava
los chóferes.
Ramas de los árboles desgajadas, cambio
Conducción de Daño en el flujo y temperatura de fuentes;
VIII Grave daño
vehículos afectada moderado grietas en tierra húmeda y lugares
empinados.
Grandes grietas en el suelo, cráteres de
IX Pánico general Grave daño Grave daño Daño leve
arena, fuentes nuevas.
Grave
destrucción. Destrucció Destrucción Grandes derrumbes, desplazamiento
X Daño moderado
Rieles n moderada leve horizontal de tierra plana y en las playas
doblados
Grandes grietas en la tierra y
Las tuberías subterráneas de agua, gas, luz y teléfono, etcétera quedan
deslizamientos. Grandes cantidades de
XI completamente fuera de servicio. Los rieles se doblan
agua son inyectadas, mezcladas con lodo
considerablemente.
y arena.
CATÁSTROFE Desplazamiento de grandes masas de
XII
Destrucción total roca. Objetos lanzados al aire.
REFERENCIAS: TIPO A: Materiales débiles como el adobe; deficiente calidad de mano de obra; débil para resistir fuerzas horizontales. TIPO B: Mano de obra y
materiales comunes; sin partes débiles en los extremos, como falta de unión en las esquinas, pero sin armadura ni diseño contra fuerzas horizontales. TIPO C: Buena mano de
obra y buenos materiales; armada pero no diseñada en detalle para resistir fuerzas laterales. TIPO D: Realizada con diseño, materiales y mano de obra buenos; armada (con
hierros) especialmente en dirección horizontal y confinada con acero, hormigón, etc. Diseñada para resistir fuerzas laterales (debidas a terremotos).

438
¿Cuáles terremotos son más dañinos?

Los terremotos pueden originarse en focos ubicados a distinta profundidad. Se los clasifica en
“superficiales” aquellos en que el foco esta entre 0 y 70 km; “intermedios” entre 70 y 300 km; y
“profundos” cuando superan los 300 km. Los superficiales son los que más peligro representan para
la estabilidad de las obras civiles y mineras (Tarbuck y Lutgens 1999).

¿Qué se entiende por Previsión y Prevención?

Estas palabras derivan de las siguientes:


Prever: Ver con anticipación un suceso
Prevenir: Tomar medidas ante la inminencia de un suceso.

En el Ordenamiento Territorial es necesario la Previsión y Prevención ante fenómenos naturales


tales como los terremotos.
La Prevención permite tomar medidas necesarias para mitigar o eliminar los efectos dañinos de los
terremotos. Por ejemplo, en zonas sísmicas se recomienda construir con Normas Sismorresistentes
(ITGE 1987).

¿Qué aspectos se deben tener en cuenta para Prever terremotos destructivos?

No existe un consenso internacional, pero deben considerarse las zonas de epicentros, la


propagación de ondas desde el hipocentro y los efectos dinámicos en las estructuras.

¿Qué es la Peligrosidad Sísmica?

Peligrosidad es el conjunto de aspectos físicos que caracterizan un fenómeno potencialmente


dañino: tipología, probabilidad de ocurrencia, dimensión espacial, duración y características
dinámicas.
Es así que el concepto de Peligrosidad hace referencia a la posibilidad (estimación cualitativa) o
probabilidad (estimación cuantitativa) de ocurrencia de un fenómeno, independientemente de las
consecuencias que pueda tener (Ferrer y González 1998).
Para estimar la peligrosidad en una zona es necesario analizar los factores que condicionan y
desencadenan el proceso de que se trate. En general la peligrosidad debería ser estimada tanto
espacial como temporalmente. La mayor dificultad está asociada a las predicciones temporales, ya
que se hace necesario conocer con precisión los factores desencadenantes tales como inicio de
actividad volcánica, movimiento inminente de fallas, etc. Debido a la dificultad mencionada, es
que la mayoría de las cartografías presentadas como de Peligrosidad o de Riesgos incluyen
información sobre peligrosidad potencial espacial, zonificando las diferentes áreas en función de la
presencia o actuación de factores condicionantes.

¿Cómo se analiza la Peligrosidad Sísmica?

Se debe realizar un análisis de la situación pasada, actual y futura de la zona bajo estudio, a saber:

439
a) Situación actual y del pasado
ƒ Gráfica en planta y perfil de la sismicidad de la región
ƒ Número de terremotos y magnitudes durante el mayor periodo de tiempo, es decir datos
históricos y de registros sísmicos. Cartas de isosistas.
ƒ Relación entre magnitud y energía de deformación propios de cada zona sismogénica, para
obtener cartas con curvas de energía sísmica de deformación liberada anualmente.
ƒ Gráfica de frecuencias sísmicas en cada zona. Frecuencia anual vs. Magnitud

b) Situación futura
ƒ Índice de sismicidad local o promedio anual esperado.
ƒ Periodo de recurrencia en un punto cualquiera de la región.
ƒ Probabilidad de ocurrencia de terremotos con magnitudes elegidas en tiempos prefijados,
utilizando el Método o Teoría de valores extremos de Gumbel. Gráfica de Magnitud
Máxima vs T = 10; 20; 50; 100; 150 años y Gráfica de curvas de probabilidad de ocurrencia
de cierta magnitud para T prefijado.
ƒ Información sobre: periodo de tiempo, máxima aceleración, velocidad, desplazamiento y
frecuencias del movimiento oscilatorio originado por el sismo. Se debe tener en cuenta que
estos parámetros se modifican a medida que se alejan del foco.
ƒ Asignación de valores cualitativos tales como: Muy alta peligrosidad, Alta, Moderada, Baja,
Nula, o de valores cuantitativos: 1; 0,75; 0,50; 0,25; 0 .
ƒ Elaboración de carta de Peligrosidad.

En nuestro país, el Instituto Nacional de Prevención Sísmica es el organismo que tiene a su cargo la
instalación de sismógrafos, el registro de las características de los movimientos sísmicos y la
información sobre terremotos históricos argentinos.

¿Cuál es la Prevención que debe adoptarse?

ƒ Educar a la población periódicamente y difundir modos y recomendaciones prácticas de


protección antes, durante y después de la vivencia de este fenómeno.
ƒ Construir siguiendo las Normas Sismorresistentes establecidas para cada región del país.
ƒ Se debe planificar y organizar planes de ayuda y asistencia médica con entes
gubernamentales y fuerzas de seguridad.

¿Es posible Predecir el suceso?

En la actualidad, no existen técnicas universales que permitan predecir o preanunciar con


anticipación la ocurrencia de un fenómeno sísmico.

Agradecimientos

Los autores agradecen al Ing. Mario Bufaliza del Instituto Nacional de Prevención Sísmica
(INPRES) la revisión de la Introducción de este trabajo. También al Instituto de Investigaciones
Mineras de la UNSJ por el apoyo recibido para la realización de este trabajo.

440
2° Parte
Por Tello, G., Bastias, H. E. y Robeto, J. J.

¿Cómo se plantea la información para el estudio de la peligrosidad sísmica?

En todas las regiones del planeta, en menor o mayor grado, existe sismicidad. En algunos casos ésta
es tan alta que de existir un entorno vulnerable, las catástrofes serían importantes. Debido a que la
sismicidad no puede ser controlada, que la ocurrencia de terremotos sigue siendo espacial y
temporalmente no previsible en forma exacta, obliga a que los planificadores territoriales orienten
sus estudios a disminuir la vulnerabilidad. En la mayoría de los casos, la reducción de la
vulnerabilidad del entorno de ciudad no se logra incrementando fuertemente la resistencia
estructural de las edificaciones, las líneas vitales o la infraestructura de transporte, sino haciendo
más coherente la concepción de todo aquello presente en la ciudad y que hace que ésta funcione y
se desarrolle.
Claramente, entonces, si ocurre un sismo fuerte en una zona despoblada, a pesar de la alta
peligrosidad, el riesgo es nulo debido a la ausencia de personas e instalaciones expuestas a los
efectos del sismo.
La Peligrosidad Sísmica (Cuadro 1) de una zona se evalúa en base a:
1. Información Geológica, en particular en referencia a las deformaciones tectónicas y las
características del movimiento sísmico.
2. Información Sísmica, considera los datos sísmicos históricos e instrumentales.
La evaluación de la peligrosidad sísmica (Yeats et al. 1997) puede ser:
a) Determinística, cuando especifica un terremoto particular o nivel de movimiento del terreno, en
términos de magnitud, epicentro, aceleración máxima. No especifica como puede ser el sismo sino
que se considera “creíble”. El uso de este término no siempre indica la peor situación, que puede
ser interpretada como el máximo terremoto posible de ocurrir. Su ventaja es que no requiere la
presencia de datos relevantes en procesos dependientes del tiempo (intervalo de recurrencia o tasa
de deslizamiento).
b) Probabilística, cuando se asignan probabilidades numéricas a la ocurrencia de terremotos y sus
efectos durante un periodo especifico tal como la vida de una determinada estructura ingenieril. No
define el sismo máximo, solo asigna probabilidades de sismos de diferentes magnitudes y/o efectos.
Su ventaja es que hace sistemáticos los análisis de los detalles, en el sentido de que cada paso en el
proceso de decisión es localizable y recuperable, y las incertidumbres son específicamente
identificadas y cuantificadas.

441
¿En qué se basa la confección de un mapa de peligrosidad sísmica?

Un mapa de peligrosidad se construye evaluando la peligrosidad en una serie de puntos y trazando


curvas de igual nivel de aceleración. Tales mapas, además de identificar las áreas de mayor peligro
para fines de planificación, establecen los niveles de aceleración que se deben considerar en el
diseño sísmico.
En países de alta actividad sísmica es común preparar mapas no solamente de zonificación sísmica

442
(peligrosidad sísmica), sino también de microzonificación para centros urbanos importantes. Estos
mapas muestran la variación local de la peligrosidad debida a la presencia de fallas geológicas y de
los depósitos de suelos.
Un estudio de microzonificación debe identificar zonas donde el suelo puede modificar el
movimiento sísmico y cuantificar estas modificaciones con base en la propiedades dinámicas de las
capas de suelo.
Es importante contar con mapas de instalaciones críticas, es decir aquellos que registran todas las
estructuras u obras civiles efectuadas por el hombre que, debido a sus características y de producirse
un sismo, puedan causar daños a las personas o inmuebles y/o interrumpir servicios vitales que
perjudicarían las actividades socioeconómicas de la región.

¿Cuál es la importancia de los estudios neotectónicos y cómo se realizan?

Los Estudios Neotectónicos, buscan identificar y caracterizar las principales fallas activas ó
potencialmente activas (Cuadro 2) y se realiza considerando los criterios:
1. Geológico, una zona con actividad tectónica moderna se manifiesta por evidencias
geomorfológicas y estructurales (plegamiento y fallamiento) que afecta unidades de edad
cuaternaria.
Para confeccionar un mapa neotectónico, se realiza la interpretación visual y procesamiento
digital de imágenes satelitales (Landsat TM, Spot, Radar, etc.) y la fotointerpretación
estereoscópica de fotografías aéreas, las cuales se utilizan en forma comparativa a diferentes
escalas para corroborar las distintas unidades y/o estructuras definidas. La preparación de este
mapa base, incluye una preclasificación de los depósitos cuaternarios, infraestructura, drenaje,
estructuras y litología. Esta información es de gran importancia y constituye la base de la
zonificación sísmica y geotectónica.
Las tareas de campaña se orientan al chequeo en terreno de las unidades y estructuras definidas
en el mapa base, su caracterización, procesos y atributos, y a la colección de datos cualitativos y
cuantitativos de campo.
Para definir la escala definitiva del mapa, se debe considerar: el área a ser cubierta, la dimensión
de la estructura geológica y los usos propuestos para el mismo.
Cabe señalar que es conveniente asociar el mapa neotectónico a otros mapas temáticos
(sismológicos, geomorfológicos, hidrológicos, usos del suelo, de infraestructura, etc.), a fin de
determinar las áreas más vulnerables en caso de producirse un sismo.
2. Histórico, consiste en la recopilación de antecedentes de datos asociados con sismos históricos,
para evaluar e interpretar la zona epicentral.
3. Sismológico, las distribuciones epicentrales obtenidas a partir de registros instrumentales
pueden indicar zonas con actividad tectónica.

443
¿Cómo se efectúa el estudio de sismicidad histórica?

El Estudio de la Sismicidad Histórica (Cuadro 3) requiere de una exhaustiva lectura de relatos e

444
informes de la época, y del análisis e interpretación de un equipo interdisciplinario (geólogos,
geofísicos, historiados, sociólogos, etc.)

445
La historia sísmica de una región se divide en tres periodos básicos (Gouin, 1994): período de
paleosismicidad, período histórico y período instrumental
1. Período paleo o fósil sismicidad, en el cual los registros de los eventos más grandes están
ocultos en las fallas geológicas antiguas. Los estudios de paleosismicidad permiten determinar
la ocurrencia y características de los terremotos que se produjeron antes de las primeras crónicas
históricas (en el mejor de los casos, más de 2.000 años), e identificar actuales fallas activas.
2. Período histórico, en el cual los efectos de los eventos sísmicos han sido descriptos
cualitativamente por autores no científicos. Esta información interpretada adecuadamente,
permite la determinación del tiempo y localización del terremoto y la intensidad en diversos
sitios.
El registro de sismos históricos comienza a principios del siglo XVII, pocas décadas después de
que llegaron los primeros colonizadores españoles. Debido a que la densidad poblacional en esa
época era muy baja y los medios de comunicación prácticamente no existían, sólo se registraron
aquellos eventos muy catastróficos. Es muy probable que muchos de los sismos cuyos
epicentros se ubicaron en Chile, en base de datos de los historiadores, podrían haber ocurrido en
territorio argentino.
3. Período instrumental, en muchas regiones empieza hacia finales del siglo XIX con la instalación
de equipos no calibrados, pero que en menos de cincuenta años lograron un considerable grado
de precisión. Debido a que en nuestro país, el registro instrumental se utiliza desde hace
relativamente poco tiempo, resulta muy necesario el estudio del registro geológico para estimar
la sismicidad y el peligro sísmico asociado.
Para realizar la evaluación de la intensidad de un terremoto en un área determinada, se deben
emplear datos originales tomados de las fuentes históricas o de las observaciones de campo,
haciendo referencia de la escala a intensidad utilizada.
Un análisis de los efectos de estos sismos puede servir como base para un estudio de los
patrones de daños y un pronóstico del riesgo sísmico en la ciudad.
La tierra es de naturaleza dinámica, del millón de terremotos que ocurren anualmente, solo 80-
100 de ellos pueden producir graves daños y ocasionar victimas.
Según informes de las Naciones Unidas en los últimos 20 años, casi tres millones de víctimas y
ochocientos millones de personas han sido afectadas en todo el mundo por causa de los
desastres naturales y al menos el 60 % de las muertes producidas obedeció a terremotos.

¿Cuándo se inicia el registro de sismicidad histórica en Argentina?

En Argentina, el registro de sismos históricos comienza aproximadamente a principios del siglo


XVII, luego de la llegada de los primeros colonizadores españoles. Debido a la baja, o nula,
densidad poblacional de la época y al aislamiento de los pobladores se registraron, sólo, los eventos
catastróficos.
Entre los terremotos destructivos más importantes ocurridos en el pasado y los más recientes, se
destacan:
• El del 13 de Septiembre de 1692, en Talavera del Esteco (Salta), que por la extensión del
área en la que se observaron daños, se considera como el de mayor magnitud (7,3) de los
ocurridos en el norte argentino y el primer sismo destructivo del que se tiene conocimiento
en nuestro país.
Su epicentro se localiza dentro de una angosta franja que se extiende desde Rosario de la
Frontera hasta Tartagal y que se caracteriza por la presencia de sismos de foco superficial.
En esta zona se ubican también los terremotos de Salta de 1844, 1948 y 1973 y los de Orán
de 1871 y 1974.
• El del 20 de marzo de 1861 (Fig. 5), a las 20 h 36´, se produjo en Mendoza un terremoto de

446
magnitud 7,2 e intensidad IX a X, que se puede considerar como el de mayor relación de
daños de todos los ocurridos en territorio Argentino. La destrucción alcanzó su máximo en
el sector urbano de Mendoza y el epicentro del temblor parece haber estado ubicado en la
Ciudad o cerca de la misma. Prueba de la gran destructividad producida en esta ocasión lo
da el hecho que el 90 % de la edificación fue destruida. Las victimas producidas por este
terremoto alcanzaron a 5.000 sobre una población de aproximadamente 8.000 habitantes
(Censo de 1857). Además se observaron importantes efectos en el terreno, incluyendo
agrietamiento del suelo en dirección norte-sur, como así también ondulaciones y
hundimientos del terreno en zonas de ciénagas.
Un parámetro que ha servido de efecto potenciador de esta destrucción ha sido el suelo
arenoso con una napa freática muy superficial, como lo corroboran las evidencias de
fenómenos de licuefacción, presencia de grietas y volcanes de arena.
• El del 27 de Octubre de 1894, fue el sismo de mayor magnitud ocurrido en la Argentina, que
produjo daños en la ciudad de Córdoba y Mendoza y se sintió en Buenos Aires. A este
evento sísmico se lo conoce como Terremoto Argentino. El número de víctimas fatales fue
de alrededor de cien, presumiblemente porque su epicentro se localizo en un área de escasa
población.
• El terremoto del 30 de Marzo de 1929 (Fig. 5) afectó principalmente la zona de Villa Atuel
y Las Malvinas en el Departamento San Rafael (Mendoza), se produjo a las 5 h 45´, su
magnitud fue de 6,3 y una intensidad máxima de VII. En Villa Atuel se produjeron
fenómenos de licuefacción de suelos, evidenciados como pequeños cráteres de arena y
barro.

Figura 5. Efectos de los terremotos de Mendoza

447
• El terremoto del 15 de Enero de 1944, conocido como Terremoto de San Juan, fue el que
ocasionó mayor cantidad de víctimas fatales (10.000 victimas). Su magnitud fue de 7,8, con
una manifestación superficial dada por una falla inversa de 7 (siete) kilómetros, plano
inclinado de 42° hacia el Este, desplazamiento vertical de 0.22 metros y horizontal de 0.25
metros (Harrington, H, 1944). Una escarpa de 0,30 metros luego del sismo, que “creció” a
0,60 metros en los meses subsiguientes (Castellanos, 1945). Se registraron fenómenos de
licuefacción y agrietamiento, en Albardón y fenómenos de remoción en masa en el camino
que unía las localidades Zonda y Calingasta. (Fig. 6)

Figura 6. Efectos de los terremotos de San Juan

• El terremoto del 17 de Diciembre de 1949, en Tierra del Fuego, alcanzó una magnitud de 7,
y estaría relacionado con una zona de fragmentación denominada Falla de Magallanes
ubicada en el área del lago Fagnano.
• El del 23 de Noviembre de 1977 en la provincia de San Juan., se produjo un sismo de
magnitud 7,4. El área epicentral fue el flanco oriental de la Sierra de Pie de Palo, cerca de la
localidad de Niquizanga, en Caucete (Volponi et al, 1978), lugar donde se produjeron
víctimas y graves daños. El número de muertos en la provincia de San Juan fue de 70 y
alrededor de 200 heridos graves. El mayor porcentaje de víctimas fatales se produjo en la
población de Bermejo, a 60 km al este de la Ciudad de Caucete. (Fig. 6)
• El 26 de Enero de 1985, en Mendoza, se produjo un sismo de magnitud moderada (6)
comparada con la de otros terremotos ocurridos en la misma región sismotectónica. La zona
donde se produjo el epicentro fue la localidad de Barrancas – Maipú y las zonas más

448
afectadas fueron Godoy Cruz, Las Heras, Guaymallén, Palmira, Luján y Rivadavia.
Oficialmente se reportaron 10 muertos y gran cantidad de heridos y contusos. Se produjeron
daños de consideración, especialmente en las construcciones de adobe. No se observaron
desplazamientos superficiales relacionados con este terremoto, lo que era de esperar debido
a la magnitud, la profundidad del foco y el tipo de formaciones geológicas que prevalecen
en el área epicentral.

¿Cómo se ha zonificado la Argentina en base a la peligrosidad sísmica?

En el Mapa de Zonificación Sísmica del reglamento INPRES-CIRSOC 103, se identifican 5 (cinco)


zonas de peligrosidad sísmica, a las que se les asigna un valor de aceleración máxima del suelo para
un sismo de diseño definido (Cuadro 4)

El INPRES (1995), realizo el estudio de “Microzonificación sísmica del Gran Mendoza”, que
constituyó el primer intento de aportar información en esa temática.
Con posterioridad SEGEMAR (2002), en la Carta de Peligrosidad Geológica 3369–II, caracterizó
las estructuras según la edad estimada de los últimos movimientos importantes detectados, antes
que en función de su grado de actividad.
Según California Division of Mines and Geology (1997), en las estructuras que se estima una
posible ruptura en el futuro cercano, se debe determinar una zona de peligro de ruptura superficial
(Earthquake Risk Zone -ERZ). El ancho de esta zona de seguridad varía según el tipo de falla y el
ángulo de la misma, pero generalmente no es menor de 100 m a ambos lados del trazo de falla. En
dichos sectores es conveniente no efectuar nuevas construcciones y/o adecuar a las normas de
construcción antisísmica correspondientes las estructuras ya existentes, especialmente facilidades
críticas o estratégicas.
En Mendoza, en la falla Cerro La Cal que afecta un sector urbano importante de los departamentos
Las Heras y Capital, Mingorance (2000) estableció una zona de peligro de desplazamiento
superficial (ERZ) de 500 m a ambos lados del trazo de falla identificado en sector urbano.

449
Trabajos citados en el texto

ALLEN, C.R., 1975. Geological Criteria for Evaluating Seismicity. Geol. Soc. Amer. Bull. 86:
1041 - 1057.
CALIFORNIA DIVISION OF MINES AND GEOLOGY, 1997. Guidelines for Evaluation and
Mitigation of Seismic Hazards in California. Special Publication 117.
CASTELLANOS, A., 1945, Cuatro lecciones sobre terremotos. Parte B. El terremoto de San Juan:
Santa Fe, Argentina, Asociación Cultural de Conferencias de Rosario, Publicación 6 : 77-243.
FERRER, M. y GONZÁLEZ, M., 1998. Estudio geológico integrado de la Quebrada de
Humahuaca, Anexo IV: Peligrosidad y Riesgos Naturales en la Quebrada de Humahuaca.
Instituto Tecnológico Geominero de España y SEGEMAR.
GIULIANI, H., 1986. “Diseño de estructuras sismo-resistentes”. Facultad de Arquitectura .
Universidad Nacional de San Juan.
GOUIN P., 1994. Interpreting original reports on historical earthquakes in Quebec. In: P. Albini
and A. Moroni (Editores), Materials of the CEC Project Review of Historical Seismicity in Europe.
2: 191-194.
HARRINGTON, H., 1944. Volcanes y Terremotos. Editorial Pleamar, 251 p., Buenos Aires.
INSTITUTO NACIONAL DE PREVENCIÓN SÍSMICA (INPRES), 1977. Zonificación sísmica de
la República Argentina. Publicación Técnica Nº 5. Argentina.
INSTITUTO NACIONAL DE PREVENCIÓN SÍSMICA (INPRES), 1993. La verdadera
dimensión del problema sísmico en la provincia de San Juan. Publicación Técnica Nº 18.
Argentina.
INSTITUTO NACIONAL DE PREVENCIÓN SÍSMICA (INPRES), 1995. Microzonificación
Sísmica del Gran Mendoza. Resumen Ejecutivo. Publicación Técnica N°19. San Juan . 152p.
INSTITUTO TECNOLÓGICO GEOMINERO DE ESPAÑA (ITGE), 1987. Riesgos geológicos.
Madrid. España.
MINGORANCE, F., 2000. Peligro de desplazamiento superficial de falla en el núcleo urbano del
gran Mendoza, Argentina. IX Congreso Geológico Chileno. Actas 1: 81-85.
SEGEMAR, 2002. Carta de Peligrosidad Geológica 3369–II. Provincias de Mendoza y San Juan.
Boletín N° 324. Dirección de Geología Ambiental y Aplicada. Programa Nacional de Cartas
Geológicas y Temáticas de la República Argentina 1:250.000
TARBUCK Y LUTGENS, 1999. Ciencias de la tierra: Una introducción a la geología física.
Editorial Prentice Hall.
VOLPONI F, QUIROGA M. y ROBLES A, 1978. El terremoto de Caucete del 23 de Noviembre de
1977. Instituto sismológico Zonda, Universidad Nacional de San Juan, 81 pp. San Juan.
YEATS, R., SIEH, K Y ALLEN, C., 1997. The Geology of Earthquakes. Oxford University Press,
568 p. New York. USA

450
METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS

ESTIMACIÓN DEL RIESGO SÍSMICO EN LA CUENCA DEL RÍO CASTAÑO,


CALINGASTA, SAN JUAN

Por Salinas, L. I., Ramirez, M. y Guzzo, E.

1. INTRODUCCIÓN

La cuenca del Río Castaño del Departamento Calingasta, distante unos 200 km. de la ciudad capital
de la provincia de San Juan, está ubicada en dirección NO-SE entre los paralelos de 30º 40’ y 31º
00’ de Latitud Sur y los meridianos 69º 30’ y 70º 00’ Longitud Oeste (Fig. 1). La población más
cercana es Villa Nueva, sobre la ruta provincial Nº 412 que constituye parte del corredor andino del
MERCOSUR. El Río Castaño aporta el 20% del escurrimiento medio anual del Río San Juan y su
cuenca se emplaza en una zona muy importante desde el punto de vista del potencial geológico-
minero provincial.
La ubicación, las características geológicas, el relieve y el clima de la zona favorecen la ocurrencia
de procesos dinámicos endógenos y exógenos. Estos procesos geodinámicos representan una
peligrosidad natural que debe ser analizada para ayudar en la toma de decisiones con respecto a la
planificación de diversas actividades en la zona, especialmente la minera.

2. CARACTERIZACIÓN DEL ÁREA DE ESTUDIO

La cuenca del Río Castaño se desarrolla sobre tres unidades morfológicas estrechamente ligada por
rasgos genéticos: Cordillera, Precordillera y Depresión Intermontana.
La Cordillera está formada por cordones cuyas alturas alcanzan, aproximadamente, los 5.000 m
s.n.m., separados por valles glaciales. La Precordillera constituye una unidad de menor jerarquía
topográfica, formada por un conjunto de cordones subparalelos orientados N-S y cuyas alturas
oscilan entre los 3.000 y 3.500 m s.n.m. La Depresión Intermontana está emplazada entre las cotas
de 1.500 – 2.000 m s.n.m y forma un amplio valle longitudinal constituido por acumulaciones
detríticas por donde fluye el principal colector de la zona: el Río Castaño.
Los terrenos pertenecientes a Cordillera y Precordillera se caracterizan por una secuencia
sedimentaria paleozoica intruida durante procesos orogénicos, entre el Paleozoico Superior hasta el
Cenozoico (Rodríguez Fernández et al 1999). En los terrenos cordilleranos existen, sobre la
secuencia mencionada, abundantes depósitos de tobas que presentan alteraciones hidrotermales.
Toda la cuenca está afectada por el sistema de fallas conjugadas NO-SE y NE- SO, y por otros
sistemas: el N-S y el E-O, siendo el fallamiento precordillerano “El Tigre” de rumbo NE – SO de
carácter activo. La fracturación ha favorecido el emplazamiento de yacimientos metalíferos,
especialmente en el sector cordillerano.
La actividad magmática ha mineralizado importantes áreas con depósitos diseminados y vetiformes.
Los más conocidos son los Distritos de Castaño Viejo y Castaño Nuevo, con importantes leyes de
plomo-zinc-cobre y oro-plata, respectivamente, explotados hasta mediados del siglo XX (Fig. 1).

451
70º 69º
70º

31º
REFERENCIAS
CURSOS DE AGUA
PERMANENTE
CURSOS DE AGUA
TEMPORARIOS
ARGENTINA
CAMINO


O
HUELLA

SA
N
C° Guanaquero

FR
LOCALIDADES

AN
CI
Provincia de San Juan Area de estudio

SC
30º 40’

La
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s T ÍO CAS
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RÍO ATUTIA

bi
rim
bas
31º

Castaño Viejo

TAÑ
Castaño Nuevo

O
31º
70º

Villa Nueva
Puchuzum
70º
Departamento Bella Vista
de Calingasta
Tira Larga
Villa Corral Río San Juan
31º
31º 20’
REPÚBLICA DE CHILE

OS
Escala Aproximada
PAT
LO S

32º
0 8km
DE
RÍO

Ubicación Área de
Estudio
70º
70º

Figura 1: Ubicación del área de estudio

Según la clasificación de Köppen, el clima dominante en el área de estudio es el desértico (BW).


Las características áridas ambientales están generadas por un balance hídrico deficitario motivado
por insuficiencia de las precipitaciones, vientos permanentes, altitud y pérdida masiva de humedad
por evaporación.
Los terrenos en la zona estudiada se encuentran en constante agradación (Alonso 1982). Se
distinguen los suelos de carácter autóctono, que ocupan pequeñas extensiones en los faldeos de
suave pendiente y donde predominan arenas, clastos y bloques y una pequeña proporción de
materiales correspondientes a la fracción limo-arcillosa. Los suelos alóctonos, de acarreo fluvial, en
continuo traslado, se encuentran parcialmente cubiertos por depósitos eólicos. Estos tipos de suelos
se encuentran en las terrazas y llanuras de inundación. Los suelos en las terrazas han sido
modificados en las áreas pobladas donde se han desarrollado horizontes de suelos húmicos,
principalmente como consecuencia del esfuerzo humano mediante la continua fertilización con
abonos de origen animal. A ellos se los encuentran en la margen occidental, en los recodos del Río
Castaño.
La vegetación está asociada al tipo de suelo y a las geoformas. La cuenca presenta extensas zonas
sin vegetación, en áreas alteradas o con detritos de faldeo grueso. Donde predominan detritos más
finos se distingue vegetación xerófila y cactáceas. Sobre los abanicos aluviales predominan el
retamo, la jarilla y otros arbustos de menor talla (Márquez et al 1999).

3. ESTUDIOS DE PELIGROSIDAD Y RIESGO SÍSMICO

Riesgo se define como el daño potencial anual producible por un fenómeno potencialmente dañino
que puede ser cuantificado en términos económicos o sociales o evaluado cualitativamente (Ayala
1990).

452
El riesgo puede calcularse mediante la siguiente fórmula:

R=p x v xE
donde:
p = probabilidad (equivale a Peligrosidad)
v = vulnerabilidad (en escala de 0 - 1)
E = exposición (social o económica)

De la definición de riesgo se induce que pueden determinarse el “riesgo social” en función del
número probable de víctimas del evento, y el “riesgo económico” que depende del valor de los
bienes expuestos (Ayala 1990).
La evaluación del riesgo, una vez conocida la peligrosidad, se realiza luego de que se han
determinado las zonas que quedarán afectadas de modo tal de evaluar pérdidas potenciales.

Probabilidad
Para el riesgo sísmico, la probabilidad se considera “la inversa del periodo de recurrencia de un
terremoto (T)”. Así:
p=1/T
entendiéndose por periodo de retorno o de recurrencia (T) “al intervalo medio con el que se
produce un evento de una determinada intensidad”. Sus valores están comprendidos entre 0 y 1.

Vulnerabilidad
Se define vulnerabilidad como “el grado de pérdida provocado por la ocurrencia de un fenómeno
natural de magnitud dada, causado por un elemento o conjunto de elementos, cuyo valor varía
entre 0 y 1”. La vulnerabilidad social es la vulnerabilidad humana en términos de muerte, ante un
terremoto de tipo destructivo. Vulnerabilidad económica es la vulnerabilidad de los bienes
expuestos al mismo evento.
La vulnerabilidad sísmica se relaciona con las características de propagación de las ondas sísmicas
y de la respuesta del terreno y de las estructuras edilicias en una determinada zona. Por ello, se
hace necesario analizar el comportamiento de ambos. Este es un problema complejo, que puede
resolverse en teoría, pero que en la práctica hace falta gran cantidad de información, de la que no se
dispone por la inexistencia de datos provenientes de redes de instrumental. Por tal razón, las
Normas Sismorresistentes se basan en experiencias propias y ajenas y en las características del área
considerada (ITGE 1987).
Exposición
Como exposición se consideran “los elementos bajo riesgo, ya sea personas o cosas de valor
económico”. La exposición social incluye el estudio del número de personas con probabilidad de
sufrir daños por efecto de un terremoto destructivo. La exposición económica se refiere al valor de
los bienes expuestos.
En el análisis de la Exposición Económica ante un evento sísmico, se debe tener en cuenta la
infraestructura edilicia del lugar, su funcionalidad y la contribución al Producto Bruto Interno del
sitio expuesto. Para la Exposición Social se deben considerar los datos del último censo y así
estimar el número de posibles víctimas (Ayala 1987).

3.1. Análisis y evaluación de la Peligrosidad Sísmica

Estos estudios requieren cálculos complejos, habiéndose demostrado la variación que pueden
experimentar los resultados ante pequeños cambios de algunos de los parámetros que intervienen en
su caracterización. Esta dificultad hace que normalmente se hagan simplificaciones (ITGE 1990).
Para definir la peligrosidad de ocurrencia de un terremoto con epicentro en la zona de estudio, se

453
tuvieron en cuenta:
• Las fuentes sísmicas potenciales, a partir de los sismos con epicentro dentro de la zona
comprendida entre 30º 40’ y 31º 20’ Latitud Sur y 69º 00’ y 70º 00’ Longitud Oeste, con
profundidad menor de 70 km;
• Ocurrencia de terremotos históricos en la región;
• Reconocimiento de fallas activas;
• Las curvas isosistas de un terremoto histórico;
• La zonificación de intensidades máximas con probabilidad de ocurrir en los próximos 50 años;
• Los valores de aceleración más probables asociados a movimientos sísmicos para San Juan;
• Comportamiento del terreno en el área.
Los datos de sismos ocurridos en el período 1960-2001 fueron recabados en el Instituto de
Investigaciones Antisísmicas (IDIA) de la Universidad Nacional de San Juan y en la página web de
National Earthquake Information Center (NEIC) dependiente del U.S. Geological Survey. Los 82
sismos detectados en la zona de influencia de la cuenca tuvieron magnitudes entre 3,6 y 5,5 en la
escala de Richter, con profundidades de foco que oscilaron entre 4 y 65 km de profundidad.
En la zona de influencia existen dos potenciales fuentes sismogénicas importantes: el Sistema de
Fallamiento El Tigre, en Precordillera y el Sistema de Fallamiento Río Castaño, en Cordillera (Fig.
2). De las fuentes mencionadas, la de mayor potencialidad sísmica de la región es la que se
denomina Sistema El Tigre. Este atraviesa el borde oriental del Departamento Calingasta de Norte
a Sur y se emplaza muy cerca de los asentamientos poblacionales ubicados sobre los ríos Castaño y
de Los Patos. La falla denominada El Tigre, perteneciente a este sistema, está relacionado con el
terremoto destructivo ocurrido en 1894, con epicentro a unos 120 km al Noreste de las poblaciones
más importantes de la cuenca del Río Castaño que tuvo una magnitud máxima de 7,8 (Richter).
La zona de estudio se emplaza entre las isosistas de intensidad VII y IX (Mercalli Modificada) de
dicho terremoto (Fig. 2).
Un análisis realizado por el Instituto Nacional de Prevención Sísmica (INPRES, 1993), define al
área de la cuenca como con probabilidad de sufrir, en los próximos 50 años, sismos de intensidades
máximas VII y VIII en la escala de Mercalli Modificada (MM).
El INPRES, de acuerdo a los valores de aceleración más probables asociados a movimientos
sísmicos para distintas ciudades del país y para intervalos de retorno de 50 y 100 años, divide el
área sísmica en cuatro grupos con distinto grado de peligrosidad (INPRES, 1977). Para la zona en
estudio ubicada en la provincia de San Juan, se estima un porcentaje de riesgo superior al 80% de
que ocurra una aceleración del 20% de la gravedad, equivalente a intensidad IX en 100 años (Tabla
2).

454

o
Falla El Tigre

Sa
nF
ra
nc
isc
o
Falla Río Castaño
tutia
Río A
31º
VILLA NUEVA

Rí o
REPUBLICA DE CHILE

Ca s
PUCHUZUN

IX

ta ñ
VILLA CORRAL

o
CALINGASTA

s
a to
sP
e Lo
d
BARREAL
Río

VIII

32º

REFERENCIAS
CURVAS DE ISOSISTAS DEL
IX TERREMOTO DE 1894
VII CAMINO

LOCALIDADES

CURSOS DE AGUA PERMANENTE


MENDOZA
EPICENTROS DE 5 SISMOS
APROX. PERIODO 1960-2001
Escala aproximada
SISTEMAS DE FALLAMIENTO
0 10 Km
70º

Figura 2: Elementos que determinan la sismicidad en la cuenca del Río Castaño

Tabla 2: Riesgo sísmico para San Juan

αp cp Aceleraciones probables Períodos medios de retorno Riesgo Sísmico TR= 100


(% g) (años)
TR= TR= TR= AR=5% AR=10% AR=20 AR=5 AR=10% AR=20
50 100 200 % % %
1,5 2,03 21,8 34,5 54,8 5,5 15,6 44,1 99,9 99,8 89,7
TR= Intervalo de tiempo; AR= Aceleraciones máximas

Otro factor a considerar es el tipo de terreno. Es importante determinar la posibilidad que en


algunos sectores se genere el fenómeno de “licuefacción”, el que se produce en terrenos limo-
arenosos sueltos y saturados. Este fenómeno, cuando se produce, origina el colapso de todas las
estructuras vinculadas a él. Se ha comprobado que la licuefacción puede ocurrir, si se dan las
condiciones físicas adecuadas, aunque el movimiento no sea de gran intensidad (INPRES 1993).
Según los datos cartográficos existentes en la zona de estudio, se distinguen tres zonas fisiográficas

455
distintas constituidas por zonas montañosas, zona de conos aluviales coalescentes y playas de valle
(Fig. 3).

Figura 3: Tipos de terreno en la zona de estudio (INTA 1987)

El análisis de la información permite reconocer a toda la cuenca del Río Castaño con una
importante peligrosidad sísmica, que debe tenerse en cuenta en los diseños de obras civiles. No
obstante, en este trabajo se propone una zonificación cualitativa:
• Zona de peligrosidad Baja: corresponde a las zonas de cordones rocosos montañosos. Por sus
características es probable que se produzcan deslizamientos de taludes y es muy alta la
probabilidad de que ocurra un sismo de intensidad VII (MM) en los próximos 50 años. Del
análisis de las curvas de isosistas del terremoto de 1894 se infiere que en este sector la
intensidad del sismo fue VII (MM). En el período 1960-2001 se han producido 56 sismos con
profundidades de foco que oscilaron entre 4 y 65 km. Es importante resaltar la influencia de las
fallas del Tigre y del Río Castaño.
• Zona de peligrosidad Media: corresponde a la zona de conos y abanicos aluviales, constituidos
por material de derrubio grueso, cuyas características hacen que sea poco probable que se
produzca licuefacción de suelos. En esta área existe una gran probabilidad de ocurrencia de un
sismo grado VIII (MM) en los próximos 50 años y está encerrada por las isosistas de VII y VIII
grados (MM) del terremoto de 1894, asumiéndose este último valor, ya que se tiene en cuenta la
situación más desfavorable. El número de sismos con epicentro en esta zona, en el intervalo
considerado, fue de 19 con profundidades entre 10 y 36 km.
• Zona de peligrosidad Alta: las características del suelo corresponden a terrazas y playas del río
con depósitos de granulometría fina, con un nivel de freática a unos 6 metros de profundidad,
que pueden llegar a producir fenómenos de licuefacción de suelos. El número de sismos con

456
epicentro en esta área fue de 7 con profundidades que oscilaron entre 10 y 33 km. Existe una
probabilidad de ocurrencia de un sismo de grado VIII (MM) en los próximos 50 años. Su
proximidad a la falla El Tigre y a la isosista de intensidad VIII del terremoto de 1894,
convierten a esta zona en la más peligrosa de la cuenca del Río Castaño.

3.2. Análisis y evaluación del riesgo sísmico

Como el Riesgo depende de la Probabilidad, Vulnerabilidad y Exposición, previamente se calculan


cada uno de ellos.

Probabilidad
Considerando que el terremoto más importante ocurrido en la región se asocia al sistema de
Fallamiento El Tigre, para el cual se ha estimado un Terremoto Potencial Máximo (TPM) con Ms
de 7,8 e intervalo de recurrencia (IR) igual a 1.250 años (INPRES 1993), se determinó una
probabilidad p = 8 x 10-3.

Vulnerabilidad
Dado que se definieron zonas de peligrosidad en el área de estudio, se consideraron valores de
vulnerabilidad para cada una de ellas. Se tuvo en cuenta que mientras más peligrosa sea la zona,
mayor es su vulnerabilidad.

• Vulnerabilidad social
- Para la Zona de Peligrosidad Baja: V = 0,05
- Para la Zona de Peligrosidad Media: V = 0,25
- Para la Zona de Peligrosidad Alta: V = 0,50

• Vulnerabilidad económica
- Para la Zona de Peligrosidad Baja: V = 0,05
- Para la Zona de Peligrosidad Media: V = 0,25
- Para la Zona de Peligrosidad Alta: V = 0,50

Exposición social
La zona bajo estudio está emplazada en el Departamento de Calingasta y no se cuenta con
información exacta sobre el número de habitantes, dado que la información de los censos
nacionales, procesada por el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) tiene como
unidad mínima al Departamento. Por ello la información que se presenta en este estudio es
aproximada.
En la Tabla 3 se muestra el número de habitantes (Made in San Juan 1999) y de construcciones
sismorresistentes y no sismorresistentes en la zona bajo estudio. De este análisis surge que el
número de viviendas bajo riesgo construidas con adobe es de 76 y las personas expuestas ascienden
a 442. El cálculo de viviendas se basó en el número de habitantes, teniendo en cuenta que las
viviendas rurales están habitadas por personas de bajos recursos económicos y culturales y que,
generalmente, cuentan con un núcleo familiar numeroso. Por este motivo se adoptó un promedio de
una vivienda no sismorresistente cada cinco personas.

457
Tabla 3: Número de habitantes y de construcciones en la zona bajo estudio

Localidad Nº de habitantes Nº Construcciones Nº Construcciones


sismorresistentes (*) no sismorresistentes
Villa Nueva 152 4 (**) 39
Puchuzum 183 3 16
Villa Corral 105 1 20
Castaño Nuevo 2 - 1
Total 442 8 76
(*) Generalmente se refieren a escuelas, centros asistenciales e industriales. (**) Incluye una casa antisísmica

Los asentamientos poblacionales en la Cuenca del Río Castaño se encuentran emplazadas en la


Zona de Peligrosidad Alta, siendo su exposición social:

ES = 442 personas

Exposición económica
Para definir la exposición económica se consideraron algunos aspectos de la economía de la región,
ya que no pudieron obtenerse datos fidedignos con respecto a otros parámetros que definen el perfil
económico. Los aspectos considerados fueron:
- Valor de las viviendas de adobe, que son las que pueden sufrir daños, ya que los estudios
realizados después del terremoto de San Juan de 1977 evidenciaron el buen
comportamiento de las estructuras sismorresistentes ante solicitaciones sísmicas
importantes;
- Valor de la red eléctrica en la zona poblada;
- Valor de la red de riego;
- Valor de las hectáreas cultivadas.

En las zonas de Peligrosidad Baja y Media no existe ningún tipo de vivienda, industria ni
infraestructura. Para la Zona de Peligrosidad Alta se determinó la existencia de 76 viviendas de
adobe y 8 sismorresistentes, 97 km de red de tendido eléctrico, 40.8 km de red de riego y 914
hectáreas cultivadas. En la Tabla 3 se muestran el valor económico de cada ítem.
Estos valores fueron calculados teniendo en cuenta información comunicada en forma telefónica
por diversos organismos del estado relacionados con el tema. De esta forma el precio de una
vivienda económica de 50 m2 fue valorizada en 7.000 U$S; una sismorresistente de iguales
dimensiones en 20.000 U$S; el valor de la red eléctrica se estimó en 20.944 U$S/km; la red de riego
impermeabilizada en 100 U$S/km lineal y la hectárea cultivada en 5.000 U$S/ha.

Tabla Nº 4: Exposición económica parcial para la Zona de Peligrosidad 3

Exposición en millones de dólares


Zona Viviendas Red Eléctrica Red de Riego Área Cultivada
Adobe Sismorresistente
Peligrosidad Alta 0,532 0,160 2.031.568 4.080.000 4.570.000

458
3.3. Cálculo del riesgo para la Zona de Peligrosidad Alta

• Riesgo social total

Como se considera la posibilidad cierta de ocurrencia de un terremoto, la probabilidad es igual a


uno (p = 1). Entonces la fórmula:
RS = p x V x ES
se reduce a:
RS = V x ES

De esta forma, el riesgo social total para la zona considerada será:

RS = 0.5 x 442 ⇒ RS ≅ 221 personas

• Riesgo social anual

En este caso se considera la probabilidad de ocurrencia de un sismo similar al del terremoto de


1894, para el cual se ha definido p = 8 x 10-3, por ello se aplica la fórmula:

R =p x V x E

Entonces para la Zona de Peligrosidad Alta se tendrá:

R = 8 x 10-3 x 0.5 x 442

R = 1.768 ≅ 1.8 personas

• Riesgo económico

En este cálculo también se considera la probabilidad real de ocurrencia, por lo que p = 1. La


fórmula general del riesgo se reduce a:

RE = VE x EE

RE = 0.50 x 10.681.568 U$S

RE = 5.340.784 U$S

Los resultados obtenidos se volcaron en una Carta de Peligrosidad y Riesgos (Fig. 4).
Los valores de riesgo social calculados están relacionados con el nivel de precisión de la
información obtenida. El valor de riesgo económico es menor que el real, atribuible a la falta de
información ya indicada anteriormente.

3. CONCLUSIONES

• La zona estudiada, al igual que toda la provincia de San Juan, tiene una importante actividad
sísmica.
• En la cuenca del Río Castaño pueden diferenciarse tres zonas de peligrosidad sísmica: alta,
media y baja. Cada una de ellas debe considerarse al diseñar distintas obras de ingeniería.

459
• En la zona de Peligrosidad Alta el riesgo social total, pérdida de vidas humanas, sería de 221
personas ante la posibilidad cierta de un terremoto destructivo y 1.8 personas podrían morir
frente a la ocurrencia de un terremoto de características similares al del año 1894.
• En la misma zona, el riesgo económico, pérdida en bienes materiales, sería de 5.340.784
U$S.

REFERENCIAS

O
SA N Zona de peligrosidad baja
N
FR
AN
C
IS Zona de peligrosidad media
CO

Zona de peligrosidad alta


TUT IA
RÍO A
Riesgo Económico

Villa Nueva Riesgo Social Anual


221 Riesgo Social Total
Puchuzum
RÍO
SAN JUAN
Villa Corral Escala Aproximada
0 10 km
1,8

Calingasta

Figura 4: Carta de Peligrosidad y Riesgo en la cuenca del Río Castaño

Trabajos citados en el texto

ALONSO, J.C.. 1982. Prospección geológica y exploración primaria del sector de alteración
Castaño Nuevo, Dpto. Calingasta, Provincia de San Juan. Trabajo Final de Licenciatura en
Ciencias Geológicas. Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Universidad Nacional
de San Juan. Inédito.
AYALA, F.J., 1990. Análisis de los conceptos fundamentales de riesgo y aplicación a la definición
de tipos de mapas de riesgos geológicos. Boletín Geológico y Minero. Vol. 101-3: 456-457.
España.
INSTITUTO NACIONAL DE TECNOLOGÍA AGROPECUARIA (INTA), 1987. Atlas de Suelos
de la República Argentina. Tomo II.
INSTITUTO NACIONAL DE PREVENCIÓN SÍSMICA (INPRES), 1977. Zonificación sísmica de
la República Argentina. Publicación Técnica Nº 5. Argentina.
INSTITUTO NACIONAL DE PREVENCIÓN SÍSMICA (INPRES), 1993. La verdadera
dimensión del problema sísmico en la provincia de San Juan. Publicación Técnica Nº 18.
Argentina.
INSTITUTO TECNOLÓGICO GEOMINERO DE ESPAÑA (ITGE), 1987. Riesgos geológicos.
Madrid. España.
INSTITUTO TECNOLÓGICO GEOMINERO DE ESPAÑA (ITGE), 1990. Estudio de riesgos
naturales en la ciudad de Alcoy. Madrid. España.
MADE IN SAN JUAN, 1999. Revista mensual de circulación provincial. Nº 1, Año 1.

460
MÁRQUEZ, J. y PASTRÁN, G. 1999. Estudio de la vegetación de la cuenca del Río Castaño, San
Juan. Congreso Ambiental 99. Vol I: 109-113. San Juan. Argentina.
RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ, L., 1999. Texto explicativo de la carta geológica a escala 1:100.000,
Paraje Castaño Viejo. SEGEMAR. Argentina.

EL ESTUDIO NEOTECTONICO: UNA HERRAMIENTA EN EL ANÁLISIS DE


PELIGROSIDAD SÍSMICA.
Reconocimiento de la Falla Chalet. Prov. de Mendoza.

Por Tello, G. E.
Introducción

Algunos temas geológicos no son muy conocidos por la comunidad en general, y tal vez por
quienes trabajan en otras áreas de conocimiento. Esto motiva que se formulen las siguientes
preguntas: ¿Cuál es el objetivo de un análisis neotectónico?, Para que se realiza?, etc.
Se considera que la actividad tectónica cuaternaria y la actividad sísmica son las bases sobre las que
se sustenta la zonación regional del peligro sísmico.
Los Estudios Neotectónicos, tienen por objetivo identificar y caracterizar las principales fallas
activas ó potencialmente activas, en particular en aquellas áreas con actividad símica. Esto
posibilitara determinar su peligrosidad e instrumentar las medidas preventivas necesarias a fin de
reducir el riesgo y la vulnerabilidad.
En este trabajo se presenta el caso del reconocimiento de la Falla Chalet, en el piedemonte
cordillerano de Mendoza.

Área de Estudio

Considerando los diversos trabajos efectuados en el territorio nacional, se observa que en general el
mayor porcentaje de deformación cuaternaria conocida se concentra entre los 28º y 33º Sur, en
correspondencia con el ámbito de Precordillera y Cordillera Frontal y con la localización de algunos
de los sismos más importantes ocurridos en el siglo pasado, en las provincias de San Juan y
Mendoza.
El área analizada se sitúa en el Piedemonte de Cordillera Frontal, al sur del río Tunuyán, en la
provincia de Mendoza. Allí se identificó el Sistema de Fallamiento Andino, que se extiende, en
forma discontinua, desde las cercanías de Potrerillos al norte hasta el arroyo Papagayos al sur. A
partir de allí pierde su expresión cuaternaria, la que retoma en las cercanías del río Atuel.
En este sistema de fallamiento, se reconocen de norte a sur, tres fallas a las que se denomino: falla
Chupasangral, falla Chalet y falla Malargüe

Metodología de Trabajo

En este trabajo se recopiló la información estructural existente de la zona. Se ubicó a esta dentro de
un marco regional y se interpretaron los campos de esfuerzos actuantes, localizando la región en el
contexto de la tectónica continental.
Se consideraron los criterios: Geológico, Histórico y Sismológico.
1. Geológico. Mediante la interpretación visual y procesamiento digital de imágenes satelitales
(Landsat TM) y la fotointerpretación estereoscópica de fotografías aéreas, se individualiza el área
de fallamiento activo, apoyado en evidencias geomorfológicas y litológicas. Las tareas de campaña
nos permiten caracterizar las unidades y estructuras y obtener datos cualitativos y cuantitativos

461
insitu.
2. Histórico, se buscaron y recopilaron antedecentes de datos asociados con sismos históricos en el
área del sur mendocino, en particular en la zona en estudio.
3. Sismológico, se consultaron registros instrumentales y se analizo la distribuciones epicentral de
los mismos.

Características de las Unidades Geomorfológicas

Se distinguen, en el área, dos unidades geomorfológicas: Faja Montañosa y Faja Pedemontana.


La Faja Montañosa esta representada por la Cordillera Frontal, cordón alargado de dirección
submeridiana, ubicado 50 km al oeste de la localidad de San Carlos (Mendoza). Esta unidad
orográfica supera en algunos sectores los 4500 m s.n.m, su relieve es más conspicuo en las partes
altas que hacia el borde oriental y en general las formas son redondeadas debido a la tectónica
terciaria y a los procesos denudativos a que han estado sometida. La región del cordón del Plata y
Santa Clara muestra una red de drenaje muy pobre, solo se destacan algunos cursos de agua
permanente como el río Tupungato y el río Las Tunas. Hacia el cordón el Portillo la red de drenaje
(dendrítica) esta mejor desarrollada y esto produce una mayor erosión del terreno.
A nivel estructural se destacan lineamientos N-S y NO-SE con los que se vinculan edificios
volcánicos de importancia.
Como límite oeste de esta unidad morfológica se considera al Sistema de Fracturación Vacas-
Tupungato. Estos rasgos de tipo regional responden a esfuerzos generados por la interacción de
placas y generan un campo de fracturación y deformación evidenciado en la tectónica y
deformación neógena.
Se debe señalar que una de las variables independientes más importantes en la configuración
morfológica de un área montañosa es el cambio en el nivel de base. Un descenso relativo de este,
producido por un pulso tectónico de levantamiento a lo largo de un frente montañoso, motiva
ajustes importantes en los procesos geomorfológicos que modelan el paisaje.
Entre estos procesos se puede citar el cambio del trabajo erosional de las corrientes, desde un corte
predominantemente lateral a una fuerte erosión vertical. Esto ocasiona que las corrientes abandonen
su planicie de inundación dejando un nivel de terrazas a ambos lados del curso principal.
Ello produce el cambio del perfil transversal del valle y una variación importante en la dinámica
fluvial del curso de agua, sea éste permanente o no.
Hacia el este de la Faja Montañosa se ubica la Faja Pedemontana, en la que se distinguen:
Pedimentos Antiguos y la Bajada al Graben de Tunuyán.
En la zona adyacente al cuerpo montañoso, desde el norte del río Tunuyán hasta el sur del río
Papagayos, los niveles pedemontanos antiguos están bien expuestos y conservados aunque en forma
discontinua y aislada. Estos tienen una cubierta detrítica aluvial que se adelgaza y pierde
continuidad al acercarse al frente cordillerano. Se estima que estos “relictos pedemontanos” pueden
haber constituido un antiguo y extenso nivel adosado a la Cordillera Frontal y debido a los procesos
tectónicos y erosivos se destruyó casi en su totalidad.
Según Polanski (1963) la superficie observable de estos pedimentos fue casi plana o ligeramente
convexa y muy poco disectada, por lo cual los interfluvios son amplios, llanos, con un gradiente de
2-4º, que hacia la montaña se incrementa a 12º.
La Bajada al Graben de Tunuyán se ha formado por coalescencia de abanicos aluviales, tales como
el de Tunuyán y Las Tunas, que al salir al piedemonte depositan el material que transportan. La
extensión N-S de estos abanicos es de 70 km, su ancho oscila entre 10-15 km y su límite oriental
esta dado por la zona fallada que limita por el oeste al graben.

462
Características morfotectónicas de la Falla Chalet

La falla Chalet, representa el segmento central del Sistema de Fallamiento Piedemonte Andino
(Tello, 1994). La traza de falla se individualiza desde el río Tunuyán, su rumbo general es norte-sur
con una ligera inflexión a la altura del arroyo del Rosario, desde donde sigue una dirección NNE-
SSO hasta el arroyo Yaucha (Fig. 1).

Figura 1

Entre el río Tunuyán y el arroyo del Cepillo esta falla se dispone muy próxima al frente montañoso
e incluso penetra en el mismo, pero al retornar a la faja pedemontana y cortar antiguos abanicos
aluviales, forma una escarpa de falla de edad holocena de aproximadamente 0,80 m que mira al
este.
Al sur del arroyo del Cepillo, la traza de la falla Chalet no es muy evidente, solo se observa un
abovedamiento o deformación del terreno (Fig. 2), el fenómeno se puede atribuir a que el trazo
principal de la falla se ramificó en fallas menores que se disponen en forma subparalela. En la zona
del cerro Chato y cerro Negro, los cuales están bordeados por fallas de dirección NE-SO, se
interpreta que son ramificaciones secundarias del movimiento principal del frente montañoso.
Desde el cerro Chato y hasta la estancia Chalet la falla Chalet mantiene su dirección norte-sur por
unos 6 km afectando depósitos de la formación Los Mesones, de edad pleistocena inferior. Estos
constituyen pequeñas lomadas falladas en su flanco oriental (Fig. 3). Al norte de la quebrada Seca
Hondo esta escarpa de falla de edad holocena tiene 0,70 m, valor que se incrementa a 1,80 m en las
cercanías del cerro Chalet (Fig. 4).

463
Figura 2. Aspecto de la deformación producida
por un segmento poco activo de la falla Chalet al
norte de la Estancia El Cepillo. Se observa en la
zona adyacente a las serranías un ligero
combamiento del terreno.

Figura 3. Fotografía aérea en la que se aprecia el trazo de la escarpa de la falla Chalet con su cara
libre al este. Afecta el borde oriental del cerro Chalet, que a modo de cerro testigo del primer nivel
pedemontano se destaca en la bajada del frente montañoso. También afecta a abanicos aluviales
más recientes, en tanto que los cursos actuales parecen no haber sido perturbados, lo que podría
indicar que esta falla se reactivó con posterioridad al Pleistoceno medio pero no en el Holoceno
reciente.

464
Figura 4. Vista aérea de la falla Chalet, al norte del
cerro homónimo, en la que se observa el bloque
occidental, elevado y el oriental, hundido. Vista
aérea de la falla Chalet, en la que se destaca su trazo
rectilíneo, el corte en los niveles de abanicos
aluviales y la cara libre de la escarpa hacia el este.

Al sur de la estancia Chalet, próximo a la quebrada de la Rosalía, la falla Chalet parece que se
ramifica en dos segmentos. El segmento más occidental pierde su expresión topográfica en terrenos
modernos, al ingresar en el frente montañoso. Mientras que el segmento oriental afecta a los
depósitos pedemontanos y en algunos sectores se distinguen dos quiebres a favor de la pendiente
con un rechazo holoceno de 1,30 m (Fig. 5).

Figura 5. En esta fotografía se observa el doble


quiebre de pendiente del frente debido a escarpas
producidas por la falla Chalet.
Rechazo 1: 1,30 m; Rechazo 2: 2,50 m
Rechazo Total: 3,80 m

Entre la quebrada de la Rosalía y el arroyo del Rosario se observa un cambio de dirección de la falla
Chalet hacia el SO. Se destaca el diseño semicircular hacia las lomas de Chacay que adopta la falla.
Se distingue la escarpa de falla que afecta los niveles terrazados del arroyo del Rosario.
Aparentemente en algunos tramos este escarpe, cuya cara mira al este, ha sufrido los efectos de la
erosión (Fig. 6). En cambio en otro tramo, más al este, se reconocen evidencias de actividad
reciente, como cauces obturados y desplazados en sentido dextral, lo que indica una reactivación de
este sector de la falla (Tello, 1998).

Figura 6. Vista aérea de la falla Chalet en las


cercanías del arroyo del Rosario. La cara libre de
la escarpa mira hacia el este. A la izquierda de la
foto se observa el frente de escarpa con
numerosos cursos de agua con erosión
retrocedente

465
Al sur del arroyo del Rosario en la estancia Tierras Blancas se identifico un trazo de la falla de tipo
inverso que buza 15º al oeste y afecta a la asociación piroclástica pumícea de edad pleistocena
superior (Fig. 7).
El trazo de la falla Chalet continua hasta el sur de la loma Grande del Yaucha.

Figura 7. Bloque elevado de la falla Chalet, en


el que se observa una falla inversa que buza al
oeste

Características sísmicas del área

A los fines de conocer las áreas sísmicas actuales del área se efectuó el estudio de la ocurrencia de
sismos o terremotos históricos de la región. Esto permite extender hacia el pasado el conocimiento
de la sismicidad, lo que hace posible una mejor y más acertada estimación del peligro sísmico al
que esta expuesta el área.
El registro de sismos históricos comienza a principios del siglo XVII, pocas décadas después de que
llegaron los primeros colonizadores españoles. Debido a que la densidad poblacional en esa época
era muy baja y los medios de comunicación prácticamente no existían, sólo se registraron aquellos
eventos muy catastróficos. Es muy probable que muchos de los sismos cuyos epicentros se ubicaron
en Chile, a base de datos de los historiadores, podrían haber ocurrido en territorio argentino.
Mediante una intensa revisión de los sismos históricos de la provincia de Mendoza, de la consulta
en diarios, informes y referencias de la época, surge como evidencia que los de mayor importancia
en los últimos 200 años (desde 1782 hasta la fecha) son los que se detallan en la Fig 8.
Si se plotean los epicentros de los sismos más importantes producidos en épocas históricas, se
observa una mayor densidad de los mismos en el norte del territorio provincial.
Es decir que, a partir del río Mendoza, se pueden considerar dos zonas sísmicas, una situada al norte
y otra al sur de éste. En la "zona sísmica septentrional" (región sismotectónica de Precordillera) el
registro y ocurrencia de sismos es mayor, se destaca entre otros el del 22 de Mayo 1782 conocido
como Santa Rita, el del 20 de Marzo de 1861 ó del "Cerro La Cal", el del 12 de Agosto de 1903, el
del 26 de Julio de 1917, 17 de Diciembre de 1920, el del 14 de Abril de 1927, el del 25 de Abril de
1967 y el del 26 de Enero de 1985 ó de “Lomas de Lunlunta” . En la “zona símica surmendocina”
(región sismotectónica del Surmendocino) el registro y ocurrencia de sismos es menor, se destaca el
del 30 de Mayo 1929, con una magnitud de 6,5 y una intensidad de VII, a una profundidad de 40
km y con epicentro en la falla Malvinas (Bloque oriental Bloque de San Rafael). El desplazamiento
vertical es de 2,70 m y la superficie de rotura de 14 Km. Con respecto a la sismicidad instrumental,
el mayor numero de registros se concentra en el norte de la provincia, decreciendo hacia el sur,
donde algunos registros se localizan en la zona cordillerana.

466
Conclusiones

Al sur de los 33° Lat. Sur, el frente de la Cordillera Frontal ha sido reactivado en distintos
segmentos durante el Pleistoceno, deformando depósitos aluviales y pedimentos.
Las unidades cuaternarias en las que más frecuentemente se han preservado de la erosión los rasgos
de la tectónica neógena son los abanicos aluviales y los niveles aterrazados. En algunos tramos de la
falla Chalet se observan escarpas bien conservadas y cauces desplazados que indican que han sido
reactivados en tiempos holocenos.
Se conoce que una estructura tectónica que afecta unidades litológicas cuaternarias implica un
potencial sísmico cuya importancia dependerá del ritmo de actividad de la falla.
Si se considera una probable longitud de ruptura interpretada de 30 km, para el Sistema de
Fallamiento Piedemonte Andino, se estima que se podrían producir sismos de magnitud apreciable.
En el hipotético caso, que se produzca con sismo de las características del producido en 1930, en
San Rafael, el área que resultaría más afectada seria San Carlos y Tunuyán.

Trabajos citados en el texto

POLANSKI, J., 1963. Estratigrafía, Neotectónica y Geomorfología del Pleistoceno pedemontano


entre los ríos Diamante y Mendoza (provincia de Mendoza). Rev. Asoc. Geol. Arg. 17 (3-4) :
127 - 349. Bs. As.
TELLO G., 1994. Fallamiento Cuaternario y Sismicidad en el Piedemonte Cordillerano de la
Provincia de Mendoza. Argentina. 7º Congreso Geológico Chileno. Concepción. Chile.
TELLO G., 1998. Actividad Tectónica Cuaternaria en el Piedemonte cordillerano entre el río
Tunuyán y Atuel y su vinculación con la Sismicidad Histórica del Surmendocino. Provincia de
Mendoza. Republica Argentina. Tesis Doctoral (inédito). Facultad de Ciencias Exactas, Físicas
y Naturales. Universidad Nacional de San Juan. San Juan.

467
Capítulo 8

VOLCANISMO
Sruoga, P. y ¿En qué consiste la actividad volcánica y peligrosidad asociada?
Schonwandt, D. ¿Cómo se diferencian los volcanes y la actividad eruptiva?
1° Parte ¿Cuáles son los productos que arrojan los volcanes y cuál es el
riesgo asociado?
¿Cómo se evalúa la peligrosidad volcánica?
¿Cómo se distribuye el volcanismo activo en Argentina?
¿Cuáles son las características de la Zona Volcánica Sur?
¿Cuáles son los volcanes de mayor peligrosidad en la ZVS?
Petrinovic, I. ¿Cuáles son las características del Volcanismo de la Puna?
2° Parte ¿Cuáles son los volcanes activos de la región de la Puna?

METODOLOGIAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS

Sruoga, P. Volcán Planchón-Peteroa (35°15’s/70°35’o): estratigrafía eruptiva y


evaluación de su peligrosidad.
Petrinovic, I. Complejos volcánicos cenozoicos extintos en la región de la puna.
Cartografía geológica de detalle y relaciones tecto-magmáticas.
Castro Godoy, S. Monitoreo de productos volcánicos a partir de ASTER

468
VOLCANISMO
1° Parte
Por Sruoga, P. y Schonwandt, D.

¿En qué consiste la actividad volcánica y peligrosidad asociada?

Desde un punto de vista etimológico, la palabra “volcán” proviene de Vulcano, dios del fuego en la
mitología romana. Desde una perspectiva geológica, el término es aplicado a cualquier conducto que
permite la comunicación del magma con la superficie terrestre. Ese conducto puede estar vinculado a
un cráter de explosión, a una fisura, a la construcción de un estratovolcán o al desarrollo de fracturas en
el fondo oceánico, resultando en geoformas diversas. La actividad volcánica se manifiesta como
emanaciones fumarólicas y erupciones con distinto grado de explosividad, dependiendo de la
composición química del magma y del contenido en volátiles. La interacción agua-magma es otra
fuente importante en el grado de explosividad. La peligrosidad volcánica, es decir el daño potencial que
puede ocasionar la actividad volcánica es directamente proporcional a su tendencia a mantener
erupciones de tipo explosivo con generación de flujos piroclásticos. Debido al riesgo asociado, es
importante incluir dentro de la actividad volcánica aquellos fenómenos que no involucran participación
de material juvenil. Los más frecuentes son los sismos y temblores relacionados con el ascenso de
magma, los lahares o flujos de barro generados a partir de derretimiento glacial cuspidal por anomalías
térmicas y el colapso gravitacional por inestabilidad y alteración hidrotermal.

¿Cómo se diferencian los volcanes y la actividad eruptiva?

Los volcanes pueden clasificarse de acuerdo a su historia eruptiva. Si bien se advierte cierta anarquía
en la literatura en el empleo de los términos, los tipos más frecuentes son (Mazzoni 1992):
Activos: con registro de erupciones en los últimos 10 años (ej., Vn. Peteroa, Vn. Copahue, Vn.
Tupungatito, Vn. Villarrica). Generalmente alternan largos períodos en fase fumarólica.
Latentes, o potencialmente activos: con evidencias de actividad histórica (ej. Vn Quizapu, Vn.
Socompa, Vn. Maipo)
Durmientes: sin registro histórico, pero con evidencias de actividad durante el Holoceno, es decir en los
últimos 10.000 años (ej. Vn. Overo)
Antiguos: con registro de actividad anterior a los 10.000 años (Vn. Sosneado, Vn. Payún Matru, Vn.
Panizos).
El término “extinto” no resulta adecuado ya que el tiempo de reposo suele ser muy variable entre los
distintos volcanes. La aplicación de esta categoría cabe solamente en los casos donde han cambiado las
condiciones tectónicas y por ende la generación del magma en profundidad.
La actividad eruptiva puede clasificarse de acuerdo al grado de explosividad, en base a ejemplos
mundiales bien estudiados. En orden creciente de explosividad se reconocen ocho tipos (Fig. 1)
(Decker y Decker 1991). Walker (1973) basa la clasificación en dos parámetros: el índice de
dispersión, es decir el área afectada por los productos de la erupción y el índice de fragmentación del
magma, el cual resulta de la energía explosiva de la erupción. Esta clasificación incluye las erupciones
magmáticas y las hidromagmáticas, es decir aquellas donde se registra interacción del magma con agua
de distinto origen (glacial, marina, lacustre, freática). Cabe destacar que los tipos descriptos más abajo
pueden yuxtaponerse en el tiempo y aún corresponder a fases de una única erupción, en función de la

469
variación en el contenido de volátiles y los parámetros físicos de los magmas que ascienden a la
superficie.

Figura 1. Principales tipos de erupciones magmáticas

Erupciones magmáticas

Tipo Islándico: corresponde a la emisión de coladas basálticas extremadamente fluidas a través de


fisuras de gran extensión lineal. La superposición de coladas sucesivas da lugar a la formación de
plateaus de importante desarrollo areal.

Tipo Hawaiiano: las erupciones de este tipo son similares al anterior, caracterizado por el derrame de
coladas fluidas que dan lugar a “ríos de lava”, acompañados por fuentes de lava. En este caso el
apilamiento de coladas da lugar a la construcción de aparatos volcánicos de flancos tendidos
denominados “en escudo”. Ej.: Kilauea, Mauna Loa, Hawaii, EE.UU; Payunia, Argentina.

470
Tipo Estromboliano: las típicas erupciones estrombolianas no generan columnas eruptivas, sino que
consisten en explosiones discretas e intermitentes con eyección de piroclastos a corta distancia.
Alternan derrames lávicos de composición basáltica hasta andesítica. Factores tales como una alta tasa
eruptiva y un relativamente alto contenido en volátiles favorecen la construcción de conos de escoria de
paredes empinadas y cráter cuspidal.. Ej.: Stromboli, Italia; Pacaya, Guatemala, Paricutín (1942),
México.

Tipo Vulcaniano: las erupciones son explosivas, con producción de densas columnas de gas y material
piroclástico. Por expansión en la alta atmósfera generan nubes de ceniza en forma de coliflor y a pesar
de que el volumen involucrado es escaso (< 1 km3) la dispersión areal de la tefra es alta debido a la
altura que pueden alcanzar las columnas vulcanianas (10-20 km). Generalmente, la magnitud de las
erupciones es baja mientras que la duración es altamente variable. La alternancia de erupciones
piroclásticas y efusiones lávicas viscosas, de composición andesítica, da lugar a la construcción de un
estratovolcán o cono compuesto, generalmente con flancos simétricos de fuerte pendiente. Ej.:
Vulcano, Italia; Irazu, Costa Rica; Sakurajima, Japón; la mayor parte de los volcanes andinos.

Tipo Peleano: algunos autores lo consideran como sub-tipo dentro del vulcaniano. Las erupciones son
extremadamente violentas y destructivas ya que generan “nubes ardientes” o avalanchas de gas y
material particulado. Los flujos piroclásticos formados a partir del colapso de domos viscosos se
desplazan a velocidad superior a 100 km/h y alcanzan grandes distancias a partir del centro emisor.
Ej.: Mt. Pelée, Martinica; Colima, México; Mt. Unzen, Japón.

Tipo Pliniano: representan el extremo más alto de explosividad y abarcan erupciones caracterizadas
por la inyección sostenida de tefra y gas en la atmósfera, las cuáles se manifiestan como lluvias de
cenizas y/o flujos piroclásticos de gran volumen. Las columnas plinianas pueden alcanzar hasta 45 km
de altura y por ende gran dispesión areal. Este tipo de erupciones se halla vinculado a prolongados
tiempos de residencia del magma dentro de la cámara magmática, lo cual favorece la diferenciación
hacia composiciones ricas en sílice (dacítica a riolítica), la acumulación de volátiles y, por
descompresión súbita, la erupción de carácter explosivo. Con frecuencia, la actividad se inicia a partir
de un estratovolcán y progresa en su naturaleza catastrófica provocando la voladura de la parte
superior del cono hasta producir el colapso de gran parte del edificio y la formación de una caldera.
Algunos autores incluyen las categorías sub-pliniano y ultrapliniano para discriminar con mayor detalle
el campo de las erupciones extremadamente explosivas. Ej.: Quizapu, Chile; Santa María, Guatemala;
Vesubio, Italia, Taupo, Nueva Zelandia.

Erupciones hidromagmáticas

Tipo freatomagmático: ocurre cuando el magma en su acenso intercepta un cuerpo de agua, ya sea la
napa freática o más comúnmente el lago cratérico en la cima de un volcán. Estas erupciones suelen ser
violentas, con generación de brechas de explosión, oleadas piroclásticas y lluvias de ceniza. Ej: Peteroa
(1991), Copahue (2000) Argentina

Tipo Surtseyano: corresponde al equivalente hidrovolcánico de las erupciones de tipo stromboliano, en


las cuáles se registra la interacción de magma basáltico con agua de mar. Estas erupciones, submarinas
en sus comienzos, suelen formar islas por acumulación de escoria eyectada durante explosiones de
carácter espasmódico. Los casos que sobreviven a la acción de la erosión marina pueden evolucionar en
erupciones subaéreas, de tipo netamente estromboliano. Ej.: Surtsey, Islandia.

471
Tipo Freatopliniano: no existen testimonios directos de este tipo de erupciones, sus características
generales son interpretadas a partir del estudio de depósitos recientes. Corresponden al equivalente
hidrovolcánico de las erupciones de tipo pliniano y entre sus rasgos diagnósticos sobresalen el alto
grado de fragmentación, aún en las inmediaciones del foco eruptivo y su extraordinaria dispersión areal
como consecuencia de la formación de columnas eruptivas de gran altura. Ej.: Oruanui, Nueva
Zelandia.

¿Cuáles son los productos que arrojan los volcanes y cuál es el riesgo asociado?

En la Tabla 1 se presenta la lista de los productos que arrojan los volcanes durante las erupciones,
acompañada por sus principales características y el riesgo asociado para la vida humana, sus obras y el
medio ambiente.

TIPO CARACTERÍSTICAS RIESGO ASOCIADO


• Interrupción de tráfico aéreo
• Perjuicio en cultivos y
hacienda
• Gran dispersión areal • Dificultades respiratorias
Lluvias de cenizas
• Geometría mantiforme • Desplome de techos de
viviendas
• Contaminación de aguas
superficiales
• Alta temperatura (100ºC-
900ºC)
Flujos piroclásticos
• Gran velocidad (100-150 • Destrucción parcial y/o total
(flujos de ceniza y
km/h) • Cambios geomorfológicos
pomez, ignimbritas,
oleadas piroclásticas) • Encauzados, con capacidad relevantes
de sobrepasar barreras
topográficas
• Fríos
• Gran poder destructivo
• Encauzados
Flujos de barro o lahares • Contaminación de aguas
• Gran dispersión areal
superficiales
• Gran velocidad (100 km/h)
• Gran poder destructivo
• Fríos
• Cambios geomorfológicos
• No encauzados
Avalanchas relevantes
• Gran volumen
• Pueden formar lagos y
• Gran dispersión areal
desencadenar flujos de barro
• Alta temperatura (800 ºC-
• Incendios forestales
1200 ºC)
Coladas de lava • Destrucción de obras a lo largo
• Baja velocidad
de su recorrido
• Dispersión areal reducida
Gases volcánicos
• Muerte por inhalación
(H2O, CO2 , SO2 , HCl, H2S, HF, • Disposición areal reducida
• Lluvia ácida
CO, N2 , CO5, CH4)

Tabla 1

472
¿Cómo se evalúa la peligrosidad volcánica?

Con el fin de evaluar y zonificar los peligros de origen volcánico es necesario realizar un conjunto de
estudios básicos que permitan reconstruir la historia eruptiva del volcán:
• Establecer detalladamente las características de los distintos eventos eruptivos (edad, Índice de
explosividad, tipo de productos arrojados, magnitud)
• Determinar la recurrencia eruptiva y la duración de los tiempos de reposo
• Estudiar la petrología del sistema magmático en cada evento y su evolución en el transcurso del
tiempo.
Conocer el comportamiento pasado y presente del volcán permitirá elaborar modelos matemáticos de
simulación eruptiva y confeccionar mapas de zonificación, los cuáles servirán de base fundamental a
las autoridades competentes para elaborar planes de emergencia y mitigación del riesgo volcánico.

¿Cómo se distribuye el volcanismo activo en Argentina?

En nuestro país el volcanismo activo se halla directamente vinculado con la subducción de la Placa de
Nazca por debajo de la Placa Sudamericana en el margen pacífico, dando lugar a un arco volcánico
discontinuo. Este se halla interrumpido entre los 28º y 33º 15´ de latitud sur debido a la
horizontalización de la placa desde el Mioceno superior (Barazangui e Isacks 1976). Al norte, la
porción de arco corresponde al extremo sur de la Zona Volcánica Central (ZVC, 16°-28°S), mientras
que a partir del Vn Tupungatito se extiende la Zona Volcánica Sur (33°-46°S) (Fig. 2), vinculada a un
ángulo de Benioff de 30º aproximadamente, el cual permaneció casi constante durante todo el
Cenozoico superior. La Zona Volcánica Austral (ZVA, 49°-56°S) se halla asociada a la subducción de
la Placa Antártica, caracterizada por un baja velocidad de subducción y centros volcánicos escasos y
aislados.

¿Cuáles son las características de la Zona Volcánica Sur?

El arco volcánico de la Zona Volcánica Sur (ZVS) se extiende a lo largo de la Cordillera Principal y
consiste en un rosario alineado de estratovolcanes andesíticos situados a ~300 km de la trinchera
oceánica. En general, los conos poligenéticos registran actividad eruptiva de tipo stromboliana,
vulcaniana y pliniana desde el Pleistoceno inferior. En muchos casos, debido a su localización remota,
el registro cronológico histórico es incierto. En función de la variación en composición química de los
magmas, la Zona Volcánica Sur se puede dividir en tres segmentos (Tormey et al., 1991): una Zona
Norte ( 33°-34,5°S) caracterizada por productos ricos en sílice y erupciones explosivas recurrentes con
formación de calderas; una Zona de Transición (34,5°-37°S) caracterizada por participación de magmas
de composición andesítico a andesítico basáltico y erupciones efusivas predominantes y una Zona Sur
(37°-42°S) en la cual los magmas de composición basáltico andesítico a basáltico son ampliamente
dominantes. Esta variación en el quimismo de los productos eruptados está directamente relacionada
con la disminución en el espesor de la corteza en dirección norte-sur y la profundidad de generación y
diferenciación de los magmas.
Por otra parte, la zona del retroarco volcánico se extiende en la región aledaña extraandina en el sur de
Mendoza y norte de Neuquen (Fig. 2). Se halla caracterizada por derrames basálticos asociados a conos
monogénicos alineados, en muchos casos, según fallas importantes y algunos centros poligenéticos

473
aislados, como por ejemplo el Vn. Payún Matru o el Vn. Diamante (Sruoga et al., 1993)

¿Cuáles son los volcanes de mayor peligrosidad en la Zona Volcánica Sur?

Indudablemente el segmento andino 33º-36º S representa el sector de mayor peligro potencial, debido a
la concentración de centros eruptivos con registro histórico y prehistórico de carácter explosivo y en
muchos casos catastrófico.
Efectivamente, el volcán Maipo (34°10’S, 69° 45’O), clasificado como potencialmente activo (Sruoga
et al., 2000) se halla emplazado dentro de una caldera cuyo origen se halla directamente asociado con
la erupción de flujos ignimbríticos de gran volumen. Este evento catastrófico se produjo hace ~0,45 Ma
(Stern et al., 1984) y representa el 50% del volumen total eruptado en el segmento 33º-35ºS durante el
lapso Pleistoceno-Holoceno (Guerstein 1992). Registros de erupciones similares, es decir de alta
explosidad con formación de estructuras de caldera, se hallan en la vertiente chilena del arco volcánico.
Las calderas Calabozos ( 35° 30’S/70° 30’O), Río Colorado (36° 00’S/71° 00’O) y Laguna del Maule
(36° 00’S/70° 30’O) (Fig. 2) y los depósitos piroclásticos asociados testimonian la importancia del
volcanismo explosivo desde el Pleistoceno. En épocas más recientes, la erupción del Vn. Quizapu, del
10 de abril de 1932, produjo la dispersión de ~4,5 km3 de ceniza (Hildreth y Drake, 1992), alcanzando
la ciudad de Buenos Aires y Río de Janeiro, ciudad situada a 2950 km del centro emisor.
Por otra parte, si bien no hay estudios tefrocronológicos sistemáticos que permitan reconstruir la
historia eruptiva de esta zona, el reconocimiento de sucesivos niveles de tefra en áreas distantes a los
centros emisores y a lo largo de toda la columna cuaternaria, ponen de manifiesto la recurrencia y
magnitud del volcanismo explosivo en este segmento (Sruoga et al,1993).
Los productos asociados al volcanismo explosivo, lluvia de cenizas y flujos piroclásticos suelen
impactar a grandes distancias, por lo tanto al carácter de alta peligrosidad de este segmento puede
sumarse el de alto riesgo. La fuerte asimetría en la dirección de los vientos, principales agentes de
dispersión de la ceniza y la disponibilidad de una red de drenaje integrada, capaz de encauzar los flujos
piroclásticos y sus derivados, representan los principales factores responsables del daño potencial en
centros poblados, obras civiles y medio ambiente.
Por el contrario, el volcanismo de retroarco representa un dominio de mucha menor peligrosidad y
riesgo. Efectivamente, si bien existe una baja probabilidad de reactivación de las fracturas profundas
que canalizaron el magma hacia la superficie en tiempos pasados, las erupciones serían de tipo
estromboliano y hawaiiano, con caída de tefra en un radio de pocos kilómetros y el derrame de lavas
fluidas de baja velocidad.
Al sur de los 36°S, el grado de riesgo no se halla determinado por la peligrosidad sino por la
interacción cercana de las personas con el volcán, principalmente por su atractivo turístico. Salvo
excepciones, como el Vn. Hudson, los centros volcánicos del extremo sur de la ZVS y la ZVA no se
caracterizan por producir erupciones explosivas de gran magnitud. No obstante, debido al desarrollo
urbanístico creciente, aún explosiones fretomagmáticas de escaso volumen, como la registrada en julio
del año 2000 en el volcán Copahue (38°S) (Fig. 2), pueden ocasionar pérdidas económicas importantes.

474
Figura 2. Ubicación de los principales centros activos y potencialmente activos. ZVC, zona volcánica
central; ZVS, zona volcánica sur (N: norte, T: transición, S: sur); ZVA, zona volcánica austral.

475
2° Parte
Por Petrinovic, I.

¿Cuáles son las características del Volcanismo de la Puna?

La región de los Andes comprendida entre los 22º S y los 27º S e incluida dentro de la Zona Volcánica
Central (16º - 28º S), se denomina genéricamente Puna y es la continuación austral del Altiplano
boliviano. Está representada por una meseta sobreelevada respecto de sus entornos, con una altura
promedio de 3.700 m y caracterizada por presentar cordones montañosos meridianos delimitando
cuencas muchas veces endorreicas (Fig. 3). Estos cordones se forman como respuesta a
sobrecorrimientos mayores que levantan láminas corticales de basamento precámbrico-ordovícico por
sobre sedimentos más jóvenes. Las cuencas intermontanas registran sedimentación continental clástica
y evaporítica desde el Eoceno-Oligoceno (Jordan y Alonso, 1987; Kraemer et al., 1999; Vandervoort et
al., 1995), con episodios de máxima subsidencia/sedimentación en el Mioceno (Isacks, 1988,
Allmendiger et al. 1997).

7500000 Calama N

7400000

7300000

Salta
7200000

7100000

200000 400000 600000 800000 1000000 1200000

Figura 3

Concurrentemente, la actividad volcánica comienza en el Oligoceno-Mioceno inferior en la región de la


Puna-Altiplano (Coira et al., 1993, Allmendiger et al., 1997) y continúa episódicamente hasta el
presente. La distribución espacial de este volcanismo es muchas veces condicionada por estructuras
tectónicas regionales (Riller et al., 2001). Este condicionamiento morfológico se refleja en la existencia
de un arco magmático principal meridiano y al menos cuatro cadenas volcánicas transversales al rumbo
andino (Fig. 4) definidas por Viramonte et al. (1984) y Salfity et al. (1985) delineando estructuras
regionales (Fig. 4). El arco magmático principal contiene a los volcanes mas altos del planeta

476
(Llullaillaco, Socompa, Ojos del Salado) debido a que en muchos casos, su base supera los 4.500
metros. Las cadenas volcánicas transversales han sido vinculadas con la actividad de fallas regionales
(Fig. 4) y controlan el ascenso de los magmas favoreciendo las erupciones (Petrinovic, 1999; Lindsay
et al, 2001 ; Riller et al., 2001).

Figura 4

Tanto el arco meridiano como las cadenas volcánicas transversales están formados por una extensa
variedad de estructuras volcánicas que pueden ser divididas de acuerdo a su magnitud en centros
volcánicos mayores y menores sumando en total más de 500 aparatos volcánicos (Fig. 5).

477
Centros volcánicos mayores

En éste grupo se reconocen: a) estratovolcanes y/o volcanes centrales y b) calderas de colapso (Fig. 5).
Los estratovolcanes o volcanes poligenéticos, se caracterizan por su actividad episódica (numerosas
erupciones repetidas en períodos de tiempo aleatorios) y se ubican fundamentalmente en el arco
magmático principal. Se destacan por la simetría del edificio volcánico, pendientes de los flancos entre
25º y 35º y la alternancia de capas de piroclastos y lava producidas a partir de una erupción central
(volcanes centrales) o por la superposición o alineación de cuellos volcánicos o cráteres. Son los
aparatos volcánicos más comunes de los Andes Centrales siendo mas de 300 los reconocidos entre los
22º y los 27º (Fig. 5). Por otra parte, las calderas de colapso son las estructuras volcánicas mayores de
ésta región. Se forman por distintas geometrías de subsidencia de un bloque de basamento y se asocian
a la erupción de grandes volúmenes de material volcánico fragmentado. Genéricamente se asocian a un
ciclo de sucesos (sintetizados por primera vez por Smith & Bailey, 1968) de domamiento de la
superficie terrestre proporcional al diámetro de la cámara magmática asociada, un colapso posterior del
bloque de roca de caja, la erupción explosiva de grandes volúmenes de ignimbritas, la resurgencia
posterior de parte del piso de la caldera y un volcanismo final alojado fundamentalmente en los bordes
de subsidencia. De las calderas mas relevantes y mejor documentadas en la región de la Puna (Fig. 5, 6)
pueden citarse: la caldera del cerro Galán (Sparks et al., 1985), la caldera del cerro Aguas Calientes
(Petrinovic, 1999), la caldera de La Pacana (Gardeweg y Ramírez, 1989; Lindsay et al., 2001), la
caldera de Vilama-Coruto (Coira et al., 1997) y la caldera de Panizos (Ort et al., 1996).

478
70º 69º 68º 67º 66º 65º

21º

22º
I.

V.
23º

II.

24º
.III

.VI

25º

.IV
26º

27º

70° 65°
15°
Perú Bolivia
Alti-
20°
plano

24°20´ 28º
Pacific Ocean

25°
Puna
Chile

30°
Argentina
70° 65° 29º
Figura 5

479
Figura 6

480
Algunas de sus generalidades pueden sintetizarse como sigue:

Área Volumen de ignimbrita


Caldera (ver Fig. 4) Número en Fig. 5 Edad (Ma)
(km2) (km3)
Cerro Aguas Calientes IV 113 150 10-10.5
Cerro Galán III 605 1000 2.5
La Pacana II 1676 2500 5-4
Panizos I 471 652 8
Vilama-Coruto V 2400 ¿? 8.5-5.05
Negra Muerta VI 80 75(¿) 9-7.3

Tabla I

Centros volcánicos menores

Aquí se agrupan estructuras volcánicas de dimensiones menores que las anteriores, con actividad
fundamentalmente monogenética (“construidos con los productos de una erupción o una fase eruptiva,
la cual puede durar varios años pero involucrando un sólo tipo de magma”, Cas y Wright, 1988). No
obstante, algunos centros menores muestran la conjunción de dos o más tipos de magmas en la misma
erupción o período eruptivo o bien, muestran un carácter eruptivo multiepisódico, no obstante su
magnitud y desarrollo areal los define también como centros menores.
Los aparatos monogenéticos más comunes son los conos de ceniza y/o conos de escoria Plio-
Cuaternarios muy desarrollados en la porción austral de la Puna (Knox et al., 1989). Son generalmente
de composición basáltica a andesítica y ricos en potasio, lo cual es una de sus principales
características. Han producido erupciones arealmente muy restringidas con desarrollo de coladas de
lavas cortas (1-8 km) y depósitos de ceniza asociados. Otras estructuras volcánicas menores, como
anillos de tobas, domos y pequeños volcanes escudo, a menudo se asocian a centros mayores
(estratovolcanes) o bien se desarrollan aisladamente muy condicionados por la tectónica local.

¿Cuáles son los volcanes activos de la región de la Puna?

Los volcanes “potencialmente activos” (agrupando bajo éste concepto desde volcanes activos
eruptando o dormidos a volcanes extintos recientes según la propuesta de Szakács, 1994) se presentan
fundamentalmente en el arco magmático meridiano (Fig. 6). A continuación se presenta una lista
preliminar de volcanes potencialmente activos entre los 22º y 27º S, adaptada y modificada de de Silva
y Francis (1991):

Volcán Nº en Fig. 5 latitud longitud Altura (m) Actividad


Putana 1 22º34’ 67º52’ 5.890 fumarolas
Escalante 2 22º37’ 67º32’ 5.971 Latente
Licancabur 3 22º50’ 67º53’ 5.916 Latente
Guayaques 4 22º54’ 67º36’ 5.584 Inactivo
Colachi 5 23º14’ 67º39’ 5.631 Inactivo
Acamarachi 6 23º18’ 67º37’ 6.046 inactivo
Aguas Calientes 7 23º22’ 67º41’ 5.924 inactivo

481
Volcán Nº en Fig. 5 latitud longitud Altura (m) Actividad
Lascar 8 23º22’ 67º34’ 5.550 activo
Chiliques 9 23º34’ 67º42’ 5.778 inactivo
C. Puntas Negras 10 23º43’ 67º38’ 5.600 inactivo
Chalviri 11 23º45’ 67º37’ 5.348 inactivo
Punta Negra 12 23º44’ 67º32’ . inactivo
Tuzgle 13 24º03’ 66º29’ 5.500 inactivo
Pular 14 24º12’ 68º05’ 6.233 inactivo
Socompa 15 24º24’ 68º16 6.051 fumarolas
Llullaillaco 16 24º43’ 68º32’ 6.723 latente
Escorial 17 25º05’ 68º22’ 5.447 inactivo
Lastarria 18 25º10’ 68º31’ 5.706 fumarolas
C. del Azufre 19 25º18’ 68º33’ 5.467 latente
Bayo 20 25º25’ 68º35’ 5.401 inactivo
Sierra Nevada 21 26º30’ 68º35’ 6.127 inactivo
El Condor 22 26º37’ 68º21’ 6.532 latente
Peinado 23 26º37’ 68º09’ 6.043 fumarolas
Falso Azufre 24 26º49’ 68º21’ 5.731 inactivo
Ojos de Salado 25 27º07’ 68º33’ 6.887 fumarolas
Tipas 26 27º12’ 68º33’ 6.660 fumarolas

Tabla 2

Estos volcanes, se encuentran generalmente alejados de poblaciones e infraestructura, por lo que su


peligrosidad es baja. El único riesgo cierto es el generado por eventuales lluvias de ceniza en las
provincias del noroeste (Petrinovic et al., 1996) tal como lo atestiguan los numerosos niveles de ceniza
en el cuaternario del Valle de Lerma en la provincia de Salta (Bolli et al, 1996 ). Esto indica una cierta
periodicidad de lluvias de cenizas de magnitudes históricamente desconocidas. Por ello, y dada la
inaccesibilidad relativa a muchos de estos volcanes es que se tiene un conocimiento muy preliminar,
contando tan solo con algunas edades, geoquímica básica o cartografía a escalas mayores a 1:100.000.
No obstante, en algunos de éstos volcanes se aplican técnicas de vigilancia temporarias (geodesia,
sismicidad, geoquímica de gases, etc.) que aportan datos indirectos acerca de su nivel de actividad.
Una técnica primaria e imprescindible en la vigilancia de volcanes activos es el estudio de sus historias
eruptivas a través del trabajo de campo. Este debe ser el paso inicial en el establecimiento del nivel de
riesgo de un volcán y a él deben estar supeditados el resto de datos indirectos. Para ello se estudian los
productos generados en episodios eruptivos anteriores, interpretando las características físicas (y
eventualmente químicas) del magma, los mecanismos de erupción, transporte y depósito tanto de
materiales efusivos como explosivos. Estos últimos son los más importantes ya que representan la
mayor peligrosidad, dado la energía liberada para su formación. Para ello se cuantifica empíricamente
su riesgo eventual a través del estudio de los depósitos y procesos volcaniclásticos, siendo éste trabajo
una de las técnicas principales y básicas de la volcanología. El avance del conocimiento
contemporáneo a éste respecto se ha incrementado notablemente en la última década en base a la
modelización de procesos y a su cuantificación desde un punto de vista físico.
Para realizar un estudio de depósitos y procesos volcaniclásticos se requiere en primer lugar la
realización de una cartografía geológica detallada a escalas menores a 1:25.000. En éste mapa se tendrá
en cuenta la descripción detallada de todas las unidades volcánicas en cuanto a sus componentes,

482
relación entre los mismos, composición, edad, relaciones geométricas laterales y de base y techo,
definiendo claramente la estratigrafía volcánica del área. En base a estas interpretaciones se buscarán
relaciones espaciales y temporales con las estructuras cartografiadas ya que los volcanes “per se” son
elementos geológicos que indican actividad tectónica. Muchas erupciones son originadas a partir de
incrementos en la actividad tectónica regional y/o local, lo cual no es siempre fácil de demostrar. La
actividad volcánica se superpone habitualmente a otros procesos geológicos que operaban en el área,
por lo que toda interpretación de rasgos geológicos cartografiables que coadyuve a la determinación de
la historia volcánica será de utilidad a la hora de una interpretación integral del área. La síntesis de éste
trabajo será una herramienta muy válida para determinar que tipo de erupciones son esperables y
posibles en el área. Como ejemplo de éste trabajo se presentan algunos ejemplos de volcanes activos y
extintos donde se han estudiado algunos de éstos procesos.

Volcán Lascar

El Volcán Lascar (23º22’S; 67º44’ W, 5592 m), forma parte del arco magmático y constituye uno de
los focos más activos del área (Fig. 7a). Se cuentan con muy pocos datos de su actividad histórica
registrándose actividad fumarólica permanente y actividad explosiva episódica. La documentación
geológica de éstas erupciones comienzan prácticamente en el evento del 16 de septiembre de 1986,
donde las cenizas llegaron a Salta (Viramonte, 1986; Gardeweg, 1991; Gardeweg et al. 1993). Los
períodos de actividad de éste volcán aparentemente consisten en el sucesivo crecimiento, colapso y
explosión de un domo de unos 200-300 m de diámetro y composición andesítica localizado en el cráter
activo del Lascar, de 800 m de diámetro y 300 m de profundidad (Viramonte et al., 1994). A partir de
1986 se ha registrado actividad explosiva el 13/7/88, el 20/2/90, el 18(23)/4/93. Las erupciones más
importantes son las de 1986 y 1993 con emisión de una columna eruptiva pliniana (convectiva) cuyas
cenizas se dispersan en la alta atmósfera alcanzando distancias mayores a 500 km e impulsadas por los
fuertes vientos de altura (Bolli et al., 1996). En la actualidad, distintas instituciones gubernamentales
nacionales e internacionales se encuentran realizando trabajos geológicos, geofísicos y geoquímicos a
fin de evaluar mas certeramente la actividad de este volcán.

Volcán Lullaillaco

Este volcán marca el límite entre Argentina y Chile y se ubica a los 24º43’S - 68º32’O y tiene 6723 m
de altura (Fig. 7b). El cono volcánico tiene una altura de 1.900 m y un diámetro de 11 Km.
Conjuntamente con el volcán Ojos del Salado, es uno de los volcanes activos mas altos del planeta.
Este volcán es un ejemplo de los estratovolcanes andinos y ha construido su cono en base a sucesivas
erupciones efusivas ocurridas aproximadamente a 1.5 Ma (Richards y Villeneuve, 2001). Asociadas a
estas efusiones lávicas existen avalanchas volcánicas muy importantes volumétricamente (Casertano,
1963, Richards y Villeneuve, 2001) características de los volcanes de la región (Francis and Wells,
1988: Socompa, San Pedro, Lastarria, etc.). Estas avalanchas tienen una origen epiclástico a pesar de
estar relacionadas en muchos casos directamente a la erupción (e.g. el volcán Llullaillaco: Richards y
Villeneuve, 2001) como colapsos localizados (sector collapse) del edificio volcánico. Por ello
representan un riesgo volcánico cierto en volcanes construyendo laderas inestables por acumulación de
material.
El factor que desencadena estas avalanchas no siempre es claro. En el caso del Llullaillaco, Richards y
Villeneuve (2001) interpretan un factor volcánico puro (efusión de coladas en pendientes inestables)

483
por la presencia de clastos calientes (hot blocks) dentro del depósito de avalancha. No obstante estos
bloques podrían haberse originado por el crecimiento de uno o más domos cercanos al cráter del volcán
y desestabilizado por actividad sísmica.
No obstante esta importante actividad Pleistocena, se ha determinado una edad de 0,048 +/- 0,012 Ma
(Richards y Villeneuve, 2001) para las lavas cuspidales lo que supone actividad en los últimos 10.000
años y permite clasificar este volcán como potencialmente activo.

Figura 7

484
Volcán Socompa

Este volcán se ubica en el arco magmático andino a los 24º24’S y 68º16’O, con una altura de 6.051 m
(Fig. 7c) y se destaca por presentar una de las avalanchas de detritos mas grandes del planeta (van Wyk
de Vries et al., 2001). El depósito resultante ha sido sido interpretado originalmente como primario
(volcániclástico) por Deruelle (1978) y posteriormente explicado a partir de un colapso gravitatorio por
autores posteriores (Francis et al., 1985; Ramírez, 1989; Wadge et al., 1995; van Wyk de Vries, 2001).
La geometría en que ocurre este colapso es muy interesante, ya que no involucra el material mas joven
depositado sobre las laderas del volcán (como en el caso del Llullaillaco), sino el sustrato del edificio
volcánico compuesto fundamentalmente por ignimbritas y sedimentos. van Wyk de Vries (2001)
interpreta este hecho como un escape lateral del basamento del volcán por fracturación incremental del
edificio volcánico y licuefacción del sustrato. El edificio comenzó a construirse aproximadamente a los
3.2-2.5 Ma (van Wyk de Vries et al., 2001), no obstante se han reportado edades mayores en lavas del
volcán (e.g. 7 Ma, en: Linares y González, 1990). Wadge et al. (1995) obtuvo edades C14 de 7200 BP
en depósitos interpretados como producidos por “surges” y cubriendo la avalancha al SO del edificio
Este echo, sumado al relato de andinistas que describen un fuerte olor a azufre en las cercanías de la
misma, clasificaría a éste volcán como potencialmente activo.

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METODOLOGÍAS de análisis y mapeo. ESTUDIO DE CASOS

VOLCÁN PLANCHÓN-PETEROA (35°15’S/70°35’O): ESTRATIGRAFÍA ERUPTIVA Y


EVALUACIÓN DE SU PELIGROSIDAD.
Por Sruoga, P.
Introducción
El volcán Planchón-Peteroa pertenece al segmento de transición de la ZVS y constituye la etapa más
reciente en la evolución del Complejo Azufre-Planchón-Peteroa, cuya historia se remonta al
Pleistoceno inferior.
La última erupción importante tuvo lugar en febrero de 1991, poniendo de manifiesto su categoría de
volcán activo en contra de la opinión de Kittl (1933) quien lo catalogó como un volcán en fase
hidrotermal, en vías de extinción. La erupción, de tipo freatomagmática, consistió en una lluvia de
cenizas que alcanzó la ciudad de Malargüe, en el sur de la provincia de Mendoza, situada a 110 km

487
del centro emisor. No produjo víctimas ni daños materiales importantes, solo inconvenientes en la
respiración de los habitantes de Malargüe, alarma e interrupción en el tráfico aéreo.
A raíz de este episodio inesperado se hizo evidente la necesidad de realizar estudios volcanológicos con
el fin de evaluar su peligrosidad e implementar un sistema de monitoreo para establecer un alerta
temprano en caso de reactivación.
Si bien no existen centros poblados en las inmediaciones del volcán y la zona permanece inaccesible
durante la mayor parte del año, en época estival las Termas del Azufre son visitadas por gran cantidad
de turistas argentinos y chilenos, habilitándose el paso fronterizo con una dotación de Gendarmería
Nacional.
Los estudios realizados abarcan la identificación de los principales eventos eruptivos, su ubicación
temporal y distribución espacial, tipo de producto, magnitud y recurrencia, con especial énfasis en
aquellos de edad post-glacial (Haller et al., 1994, Sruoga e Ibáñez, 1995, Sruoga 1996, Naranjo et al.,
1999, Naranjo y Haller, 2002). Si bien no se dispone aún de una estratigrafía volcánica completa y
detallada, los estudios realizados hasta el momento permiten reconstruir de modo preliminar la historia
eruptiva y conocer el comportamiento del sistema magmático. En base a la premisa que afirma que en
caso de reactivación se repetirán los eventos que han ocurrido en el pasado, los estudios de este tipo
tienen implicancias directas en la predicción de futuras erupciones. Los resultados obtenidos se han
volcado en un mapa geológico (Fig. 1) y un mapa de zonificación de peligros potenciales (Fig. 2).

488
Figura 1

489
Figura 2. Mapa de peligrosidad de la vertiente argentina del volcán Planchón-Peteroa

Estratigrafía eruptiva
De acuerdo al modelo de Tormey et al. (1989) el Complejo Azufre-Planchón-Peteroa ha evolucionado
en el tiempo por migración de las chimeneas y yuxtaposición parcial de los productos volcánicos,
registrando actividad desde hace un millón de años aproximadamente. Es posible reconocer las
siguientes etapas (Fig. 3):
1) Etapa Azufre (Fig. 3a)
Corresponde al desarrollo del volcán Azufre, el más antiguo del complejo (1,2±0,03 Ma, Naranjo et
al., 1999). La secuencia lávico-volcaniclástica, profundamente erosionada, se dispone en
discordancia sobre sedimentitas mesozoicas y volcanitas terciarias. Abarca un volumen aproximado
de 30 km3 de coladas lávicas con facies autoclásticas asociadas muy potentes, mantos piroclásticos
y depósitos laháricos intercalados, diques subverticales y filones póstumos (Sruoga 1996) (Fig. 4).
Las mejores exposiciones en la vertiente argentina se hallan en ambas márgenes del arroyo de los
Baños. La actitud de las capas, progresivamente más inclinadas hacia el casquete glacial, indican la
posición del cráter, actualmente sepultado por el hielo (Fig. 1). La composición de los magmas ha
ido variando en el transcurso de su evolución, desde basáltico a basáltico-andesítico, andesítico y
dacítico, siendo esta última la composición química de los filones que intruyen la parte superior de
la secuencia.
2) Etapa Planchón (I y II)
En un momento aún no precisado en la evolución del complejo se produce la migración del
conducto 6 km hacia el norte y comienza la construcción del volcán Planchón I (Fig. 3b). Sus

490
productos abarcan un área de 35 a 40 km2 en el sector nororiental del complejo. Su actividad,
netamente efusiva, estuvo caracterizada por la emisión de coladas delgadas y continuas
lateralmente (Fig. 5), con depósitos laháricos y escasos mantos de escoria intercalados (Sruoga
1996). La composición de los magmas es más homogénea que en la etapa anterior, en un rango
basáltico a andesítico-basáltico. La construcción del edificio debió haber sido rápida, resultando en
flancos empinados y mecánicamente inestables, lo cual condujo al colapso gravitacional de la
mitad occidental del volcán Planchón (Naranjo et al., 1999). A consecuencia de este evento
catastrófico, único en la historia del complejo, tuvo lugar la generación de una avalancha de detritos
volcánicos y una caldera de colapso asociada (Fig.3c). Afloramientos de este depósito tapizan el
fondo de los valles de los ríos Claro y Teno hasta una distancia de 95 km desde el origen. Este
depósito de avalancha, con un volumen de 10 km3 (Naranjo et al., 1997), presenta una morfología
de tipo “hummocky” y se halla compuesto por megabloques provenientes del edificio volcánico
colapsado y bloques accidentales inmersos en una matriz más fina. Dadas sus características,
representa el flujo más móvil reconocido en todo el mundo (Naranjo et al, 1997). Hauser (1993) le
asigna una edad de 12±0,6 ka, sin embargo, la posición en secuencia del depósito, por debajo de
lavas afectadas por erosión glacial, estaría indicando mayor antigüedad ( Naranjo et al., 1999).
Posteriormente, dentro de la caldera de avalancha abierta hacia el oeste, tuvo lugar el derrame de
una sucesión de lavas andesítico-basálticas vinculadas a la construcción del volcán Planchón II,
cuyo cráter se preserva parcialmente erosionado (Fig. 3d). Las lavas se extienden hasta 19 km
desde el conducto y exhiben las típicas estructuras de disyunción columnar. En los sectores
proximales se hallan parcialmente cubiertas por depósitos morénicos.
3) Etapa Planchón-Peteroa
Corresponde a la actividad reciente, es decir, posterior al último máximo glacial (14 ka). A
diferencia de las etapas anteriores, de carácter efusivo, gran volumen y alta tasa de emisión, esta
etapa se halla caracterizada por su explosividad, abarcando erupciones freatomagmáticas y sub-
plinianas y volumen reducido (~1 km3). Aún no posee un edificio propio (Fig. 3e) y la actividad se
halla vinculada a 4 cráteres, dos de los cuáles se han originado durante la erupción de 1991 (Fig. 6).
Los eventos reconocidos de mayor magnitud son los siguientes:

491
Figura 3. Evolución del complejo Azufre-Planchón-Peteroa. Modificado de Tormey et al. 1989

492
Figura 4. Cerro Peteroa constituido por lavas y brechas
durante la etapa de actividad del Volcán Azufre

Figura 5. Lavas autoclásticas del Cerro Planchón

493
Figura 6. Volcán Planchón-Peteroa durante la erupción de 1991 y cráteres de explosión antiguos

A) Oleada piroclástica Valenzuela (7000±60 AP)

Los afloramientos de este depósito piroclástico se distribuyen en forma discontinua hacia el


sudeste del cerro Peteroa hasta una distancia de 25 km del centro emisor, a lo largo del río
Valenzuela. Abarca una superficie aproximada de 18 km 2 y un volumen estimado en 0,07 km3
(Naranjo y Haller, 2002). Consiste en un depósito poco potente de cenizas laminadas, de color gris
oscuro, con típicas estructuras de oleada piroclástica, tales como estratificación entrecruzada,
paralela truncada y gradada, dunas trepadoras y artesas (Fig.7). La presencia de vesículas y
estructuras de deformación sindeposicional indican interacción con agua durante la erupción.
La Oleada Piroclástica Valenzuela corresponde al emplazamiento de un flujo turbulento, con baja
concentración de partículas, alta velocidad y temperatura inferior a 100°C (Naranjo et al., 1999).
Registra una erupción hidromagmática, originada en la interacción de magma de composición
andesítica y agua proveniente del casquete glacial cuspidal o lago cratérico.
La intercalación de niveles de tefra interpretados como lluvias de cenizas y flujos de escoria
densos estaría indicando un carácter multiepisódico para esta erupción.

494
Figura 7. Oleada Piroclástica Valenzuela (7.000 años AP)

B) Pómez los Baños ( 1400±80, 1050±90 AP)

Este depósito presenta una distribución areal de tipo mantiforme, en dirección sudeste desde el
cráter, reconociéndose sus facies proximales y medio-distales. Debido a su coloración ocre
amarillento y su textura pumícea, desprovista de cubierta vegetal, el paisaje se presenta
particularmente árido (Fig. 8). La tefra, con un volumen estimado en 0,05 km3 (Naranjo y Haller,
2002) se dispersó sobre un área de 57 km2 (Sruoga e Ibáñez, 1995) según un eje con orientación
N130°, indicando una fuerte direccionalidad de los vientos hacia el sudeste.
Las facies proximales consisten en un depósito de brecha de explosión con grandes fragmentos de
material juvenil no vesiculado en el borde del cráter y potentes acumulaciones de bombas de hasta
60 cm de tamaño. Los afloramientos se presentan parcialmente consolidados, con estratificación
grosera en bancos de 2 a 3 m (Sruoga 1996) (Fig 9). La característica más importante es la
coexistencia de pómez y fragmentos de escoria y pómez bandeados, lo cual refleja un proceso de
mezcla inmiscible de magmas de composición dacítica (SiO2=65%-68,70%) y andesítica
(SiO2=59%) (Sruoga e Ibáñez, 1995). Tanto el espesor total como el tamaño del pómez
disminuyen en el sentido del transporte.
La facies media del depósito aflora en el piso del valle del río Valenzuela y en las inmediaciones
del Paso de la Laguna. Consiste en una capa lapillítica de 10 a 25 cm de espesor, con similares
rasgos composicionales a la facies proximal y cubierta por niveles de tefra retrabajada.
Este depósito corresponde a una erupción de tipo sub-pliniana (Naranjo y Haller, 2002), de
reducido volumen, muy probablemente disparada a partir del fenómeno de mezcla de magmas en
profundidad e incremento en el contenido total de volátiles (Cas y Wright, 1987).

495
Figura 8. Manto de pómez en el arroyo de los Baños

Figura 9. Depósito de Pómez los Baños en sus facies proximales

496
C) Actividad histórica

De acuerdo al Global Volcanism Network (2004) el volcán Planchón-Peteroa registra 15


erupciones históricas entre 1660 y 1998, incluyendo lavas, episodios fretomagmáticos y
explosiones con emisión fumarólica. Sin embargo, de acuerdo a una revisión exhaustiva de las
crónicas históricas realizada por Petit Breuilh (1996, en Naranjo et al., 1999) muchos de los
episodios eruptivos atribuidos a este volcán, en particular la ocurrida en diciembre de 1762, con
efectos ambientales devastadores, corresponden en realidad a la actividad de otros volcanes
cercanos. No obstante, la actividad fumarólica ha sido destacada en diversas fuentes (Gerth 1835;
Martin 1901; Casertano 1963, en Sruoga 1996). Los episodios mejor documentados son los
siguientes:
• 1837: erupción de tipo stromboliana y construcción del cono de escorias conocido
como la Hornilla, de 60 m de altura. Una pequeña colada de bloques se halla asociada
a esta erupción .
• 1986-1987: formación de un campo fumarólico en el anfiteatro del Planchón. En una
superficie de 150 m2 se abrieron 40-50 conductos con escape de fumarolas en
columnas de hasta 300 m de altura (Moreno Roa y Tormey, 1987).
• 1991: erupción de tipo freatomagmático con formación de dos cráteres de explosión.
Dispersión de ceniza muy fina con un eje de dispersión de orientación este-noreste.
Lluvia de cenizas en Malargüe, a 110 km de distancia al centro emisor. Composición
dacítica.
• 1998: similar a la erupción de 1991 aunque con distribución restringida al flanco
oeste del volcán.
• 1996-2003: incremento de la actividad fumarólica con apertura de 5 nuevas bocas en
la pared oeste del hoyo principal (Fig. 10).
• Marzo 2004: fuertes explosiones, eventos sísmicos y desmoronamientos en el sector
oriental del anfiteatro del Planchón.

497
Figura 10. Incremento de la actividad fumarólica

Evaluación de la peligrosidad

De acuerdo a los estudios realizados al presente, en caso de reactivación del volcán Peteroa, los
peligros potenciales incluyen: caídas de tefra, flujos densos y oleadas piroclásticos, lahares, coladas de
lava, sismos volcánicos, y emisión de gases.
Caída de tefra: el área afectada dependerá del volumen eyectado, la duración de la erupción y la
dirección y velocidad de los vientos. La persistencia en la dirección de los vientos hacia el este y este
sudeste en el registro post-glacial permite predecir el área potencialmente afectable (Fig.4), siendo su
alcance dispersivo proporcional a la magnitud del evento. Considerando el escaso volumen eruptado en
tiempos recientes, cabe esperar que las caídas de tefra en el futuro no superen el centenar de kilómetros
con acumulaciones menores a 5 cm de espesor.
Flujos piroclásticos: constituyen los productos de mayor peligrosidad. Las áreas de mayor
vulnerabilidad son los valles que descienden del volcán (arroyos que forman las cabeceras del río
Valenzuela, Argentina y río Claro, Chile), aunque los flujos suelen superar las barreras topográficas y
emplazarse radialmente (Fig. 2). La tendencia hacia erupciones de tipo explosivo en la etapa post-
glacial indica altas probabilidades de recurrencia de flujos piroclásticos del tipo de la Oleada
Valenzuela, sin embargo debido a su baja frecuencia en el registro este tipo de peligro no posee
carácter inminente.
Lahares y crecidas: constituye uno de los peligros potenciales más importantes debido a la
disponibilidad de detrito suelto, la espesa cubierta glacial y el fuerte desnivel topográfico, en particular
hacia la vertiente occidental. En caso de emisión de coladas lávicas o flujos piroclásticos, en presencia
de acumulación de nieve, podrían desencadenarse flujos de barro y encauzarse por los afluentes del río
Claro, en Chile. El flanco argentino se halla protegido por el borde del anfiteatro entre el C° Planchón y
el C° Peteroa. Sin embargo, las oleadas y flujos piroclásticos pueden desencadenar lahares que se

498
encauzarán por el valle del río Valenzuela (Fig. 2). A pesar de que la recurrencia de este tipo de
episodios en el registro post-glacial es baja, no debe desestimarse su probabilidad de ocurrencia.
Coladas de lava: dependiendo de la viscosidad y de la tasa de emisión, coladas potenciales podrían
afectar la zona aledaña al cráter hasta una distancia máxima de 20 km en dirección occidental. Sin
embargo, el registro efusivo post-glacial tiene carácter excepcional, con el derrame de una colada de
composición basáltica en 1837. Por lo tanto, la probabilidad de recurrencia de coladas lávicas es muy
baja.
Sismos volcánicos: los sismos poco profundos asociados con actividad pre-eruptiva y eruptiva del
volcán pueden desestabilizar taludes y provocar deslizamientos importantes, especialmente en el cajón
del río Claro, en Chile.

Conclusiones

• El estudio del comportamiento pasado del volcán Planchón-Peteroa permite predecir la persistencia
de un estilo explosivo de baja magnitud, caracterizado por erupciones de tipo freatomagmáticas de
escaso volumen.
• La confección de un mapa de peligrosidad constituye el punto de partida para la evaluación del
riesgo volcánico asociado a la reactivación potencial del volcán.
• La vigilancia del volcán a través de monitoreo sismológico, por agua y gases, por emisión acústica y
termometría satelital permitirá conocer el comportamiento “normal” y discriminar señales anómalas
con el fin de elaborar un alerta temprana.

Trabajos citados en el texto

CAS, R. A. F. Y J. V. WRIGHT, 1987. Volcanic successions: modern and ancient. Chapman & may,
528 p. London
HALLER, M. J., H. A. OSTERA, A. H. PESCE, M. GARDINI, Y A. FOLGUERAS, 1994.
Vulcanoestratigrafía reciente y eruptividad del volcán Peteroa. 7° Congreso Geológico Chileno,
Actas 1, p 319-323. Concepción.
KITTL, E. 1933. Estudio sobre los fenómenos volcánicos y material caído durante la erupción del
grupo del “Descabezado” en el mes de abril de 1932. Anales del Museo Nacional de Historia
Natural. Tomo XXXVII, p. 321-364.
MORENO ROA, H Y D. TORMEY, 1987. New fumarolic activity at Peteroa volcano. EOS, vol. 68, p.
500.
NARANJO, J. A., K. SCOTT, W. HILDRETH, 1997. Highly mobile catastrophic debris avalanche of
Planchón-Peteroa volcanic complex, southern Andes. Central Chile. IAVCEI General Assembly,
Abstracts, p. 107. Puerto Vallarta
NARANJO, J.A., M. J. HALLER, H. OSTERA, A. H. PESCE, Y P. SRUOGA, 1999. Geología y
Peligros del Complejo Volcánico Planchón-Peteroa, Andes del Sur (35° 15´’S), Región del Maule,
Chile-Provincia de Mendoza, Argentina. Servicio Nacional de Geología y Minería-Servicio
Geológico Minero Argentino Boletín n° 52. 55 pag.. Impresos Universitaria S.A. Santiago, Chile
NARANJO, J. A. Y M. J. HALLER, 2002. Erupciones holocenas principalmente explosivas del volcán
Planchón, Andes del sur (35° 15’S). Revista Geológica de Chile, vol. 29 (1), p. 93-113. Chile.
SRUOGA, P., 1996. Evaluación del riesgo volcánico en el sur de la provincia de Mendoza. Conicmen
170. Inédito. 64 pp. Mendoza

499
SRUOGA, P. Y G. IBÁÑEZ, 1995. Lluvias de tefra y su incidencia en el medio ambiente. Ejemplos de
la provincia de Mendoza. Actas primera Reunión Nacional de Geología Ambiental y Ordenación
del Territorio. 54-65 pp. Río Cuarto.
TORMEY, D. R., F. A. FREY Y L. LOPEZ ESCOBAR, 1989. Geologic history of the active Azufre-
Planchón-Peteroa volcanic center (35° 15’ S, southern Andes) with implications for the
development of compositional gaps. Asociación Geológica Argentina Revista XLIV (1-4): 420-
430.

COMPLEJOS VOLCÁNICOS CENOZOICOS EXTINTOS EN LA REGION


DE LA PUNA. CARTOGRAFIA GEOLÓGICA DE DETALLE Y RELACIONES TECTO-
MAGMÁTICAS
Por Petrinovic, I.

Se presentan áreas donde se conocen relaciones tectono-magmáticas entre distintas erupciones y


actividad incremental en la tectónica regional en tres áreas seleccionadas: Tocomar, Negra Muerta y
Aguas Calientes. Todas situadas sobre la traza del denominado “lineamiento Calama-Olacapato-El
Toro” (Salfity, 1985), “lineamiento El Toro” (Mon, 1979) o “zona de falla Calama-Olcapato-El Toro”
(COT: Riller et al., 2001), el cual coincide espacialmente con la denominada “Cadena volcánica
transversal del Quevar” (Viramonte et al., 1984) o “Cadena volcánica transversal Calama-Olacapato-El
Toro” (Matteini et al., 2002). Esta última está integrada por 22 centros volcánicos, subvolcánicos y
plutónicos (Fig. 1a) con edades comprendidas entre Mioceno Inferior y el Pleistoceno (Fig. 1b).
La relación entre la zona de falla COT con éstos centros eruptivos, ha sido objeto de atención en las
últimas décadas (Llambías et al., 1985; Matteini et al., 2002; Richards y Villeneuve, 2001; Chernicoff
et al., 2002), no obstante en la mayoría de los casos no se argumenta claramente respecto a esta
relación debido a que no se valida la simultaneidad falla-erupción con datos estructurales y geológicos
ciertos. En otros volcanes activos, las relaciones tectono-volcánicas son motivo de debate en la
actualidad ya que se requiere conocer si potenciales y pequeños sismos o terremotos tectónicos serían
capaces de desestabilizar la cámara magmática y desencadenar una erupción.
El centro volcánico de Tocomar (Fig. 2) contiene un proyecto geotérmico que ha recibido atención
desde antes del plan geológico NOA desarrollado en la década de los 80 y hasta el presente. Las
características principales del reservorio se encuentran sintetizadas en Pesce (1999), mientras que las
características geológicas del área se resumen en Coira y Paris (1981) y Petrinovic (1994).
Recientemente, el área ha recibido nueva atención desde el punto de vista geológico dado que se han
reinterpretado algunos depósitos piroclásticos (Petrinovic et al.(a), en revisión). En base a una
cartografía estructural y geológica de detalle a escala 1:50.000-30.000, se ha reinterpretado la historia
eruptiva (Fig. 2). Este nuevo análisis reafirma el potencial geotérmico del área de Tocomar (destacado
en Pesce, 1999) en base al análisis de los depósitos piroclásticos y su relación con estructuras
regionales y locales. Para arribar a ésta conclusión, se ha reconocido un depósito freático previamente
interpretado a partir de actividad magmática a freato-magmática (Coira y Paris, 1981) en el área. La
existencia “per se” de éste tipo de depósitos en un área geotérmica es indicativa de explosiones
freáticas a hidrotermales cuya energía está en relación directa con el diámetro de los cráteres originales
(Browne and Lawless 2001). Para el área de Tocomar se estima uno o más cráteres originales de ca. 50
m de diámetro por lo que de un análisis comparativo con erupciones freáticas conocidas se estima una
energía de aproximadamente 107 – 109 Kj3. Esta energía es indicativa del potencial geotérmico actual
del prospecto Tocomar.

500
Por otra parte, este tipo erupciones habitualmente se desencadenan por terremotos o incrementos en la
actividad tectónica regional (Zimanowsky, 1998). Al igual que en éstos ejemplos, la erupción freática
de Tocomar ha ocurrido como respuesta al incremento en la actividad de la zona de falla COT en un
esquema local de transferencia (Fig. 2). Esta actividad ha quedado registrada en el depósito freático
como fallamiento sin-deposicional (Fig. 3). Dadas las relaciones de contacto de éste depósito
piroclástico con la Ignimbrita Tocomar infrayacente (Fig. 3) datada en 0.5 Ma por Petrinovic et al.
(1999), se estima una edad aproximadamente menor para ésta erupción.
Otros centros volcánicos Cenozoicos, localizados sobre la misma zona de falla COT muestran similares
correspondencias tectono-volcánicas por lo que se interpreta que ésta relación comienza al menos en el
Mioceno superior (Petrinovic et al., 1999). Ejemplos de la misma, son las calderas del cerro Aguas
Calientes (Petrinovic, 1999) y Negra Muerta (Riller et al., 2001). En ambas, la cartografía de detalle
realizada indica una correspondencia entre la/s erupción/es y actividad incremental en la tectónica
regional. Por ejemplo, el borde norte de la caldera del Cerro Aguas Calientes estuvo controlado por la
traza de fallas de rumbo NW-SE asociadas a la zona de falla COT (Fig. 2). Por otra parte la caldera de
Negra Muerta, muestra un correspondencia entre la composición de los diques (conductos) que
alimentaron la erupción del complejo volcánico Negra Muerta (Llambías et al 1985) con la geometría
de los planos de falla (Fig. 4). Los diques riodacíticos-riolíticos se encuentran emplazados en fallas
normales, mientras que los andesíticos se encuentran alojados en planos de falla riedel, asociados
igualmente a la zona de falla COT (Riller et al., 2001). Ambas composiciones se asociaron en la misma
erupción a los 7.3-7.6 Ma mostrando la correspondencia entre erupción y fallamiento local (Riller et
al., 2001).
Del análisis de estos tres centros eruptivos cenozoicos, surge la conclusión de que hay una
correspondencia directa entre actividad tectónica y erupciones volcánicas durante el Cenozoico en la
región de la Puna. Por ello, la predicitibilidad del método de trabajo en áreas con volcanismo activo,
requiere una cartografía geológica de detalle, incluyendo estudios de neotectónica e interpretación de
los depósitos volcaniclásticos como base para estudios posteriores y mas detallados que requieran
instrumentación y despliegues logísticos de alto impacto (análisis sismológico, gases, interferometría,
etc.). La vigilancia volcánica y la evaluación de la peligrosidad de un volcán requieren un trabajo
geológico previo a cualquier metodología geoquímica y/o geofísica, caso contrario, los resultados son
factibles de ser rebatibles con argumentos concretos de campo.

Figura 1

501
Figura 2

502
Figura 3

503
Figura 4

Trabajos citados en el texto

Browne, P.R.L. and Lawless, J.V., 2001. Characteristics of hydrothermal eruptions, with examples
from New Zealand and elsewhere. Earth Science Reviews 52: 299-331.
Chernicoff, C.J., Richards, J.P. and Zappettini, E.O., 2002. Crustal lineament control on magmatism
and mineralization in Northwestern Argentina: geological, geophysical, and remote sensing
evidence. Ore Geology Reviews 21: 127–155.
Coira, B. and Paris, G., 1981. Estratigrafía volcánica del área del cerro Tuzgle, Provincias de Jujuy y
Salta. IIX Cong. Geol. Arg. III: 659-671.
Llambías, E., Sato, A.M., Tomsic, S., 1985. Geología y Características químicas del stock Terciario del
Nevado de Acay y vulcanitas asociadas. Revista de la Asociación geológica Argentina, XL (3-4):
158-175.
Matteini, M., Mazzuoli, R., Omarini, R., Cas, R. and Maas, R., 2002. The geochemical variations of the
upper Cenozoic volcanism along the Calama-Olacapato-El Toro transversal fault system in the
central Andes (24°S): petrogenetic and geodynamic implications. Tectonophysics 345: 211-227.
Mon, R., 1979. Esquema tectónico de los Andes del Norte Argentino. Revista de la Asociación
Geológica Argentina 34: 70-76.
Pesce, A., 1999. Geotermia. Relatorio del XIV Congreso Geológico Argentino. Tomo II: 69-98.
Petrinovic, I.A., 1994, Volcanismo Cenozoico asociado al lineamento Calama Olacapato-El Toro en el
tramo comprendido entre San Antonio de los Cobres y Olacapato, Provincia de Salta, Argentina,
Tesis doctoral inédita: Salta, Universidad Nacional de Salta, Salta, Argentina, 174 p.

504
Petrinovic, I. A., 1999. La Caldera de colapso del Cerro Aguas Calientes, Salta; República Argentina;
Evolución y Esquema Estructural. In: Colombo, Queralt y Petrinovic (eds): “Geología de los
Andes Centrales Meridionales: El Noroeste Argentino”, Acta Geológica Hispánica 34 (2-3): 243-
255.
Petrinovic, I.A., Mitjavila, J., Viramonte, J.G., Marti, J, Becchio, R., Arnosio, M. and F. Colombo
1999, Geoquímica y Geocronología de secuencias volcánicas Neógenas de trasarco, en el extremo
oriental de la Cadena Volcánica Transversal del COT, noroeste de Argentina. In: Colombo, F.,
Queralt, I. and Petrinovic, I.A. Geología de los Andes Centrales Meridionales: El Noroeste
Argentino, Acta Geológica Hispánica 34 (2-3): 255-273.
Richards, J.P. and Villeneuve, M., 2001. The Llullaillaco volcano, norwest Argentina: construction by
Pleistocene volcanism and destruction by sector collapse. J. Of Volc. and Geo. Res. 105: 77-105.
Riller, U., Petrinovic, I.A., Ramelow, J., Greskowiak, J., Strecker, M. and Oncken, O., 2001. Late
Cenozoic tectonism, caldera and plateau formation in the central Andes. Earth and Planetary
Science Letters 188: 299-311.
Salfity, J.A., 1985. Lineamentos transversales al rumbo andino en el noroeste argentino, IV Congreso
Geológico Chileno, 2: 119-137.
Viramonte, J.G., M.A. Galliski, V. Araña Saavedra, A. Aparicio, L. Garcia Cacho y C. Martin Escorza
(1984). El finivulcanismo básico de la depresión de Arizaro, Salta. IX Congreso Geológico
Argentino. Cong.Geol.Arg., Actas III:216-233.
Zimanowsky, B. (1998). Phreatomagmatic Explosions, In: Freundt & Rosi eds., From Magma to
Tephra, 25-53.

MONITOREO DE PRODUCTOS VOLCÁNICOS A PARTIR DE ASTER


Por Castro Godoy, S.

¿Qué es ASTER?

Advance Spaceborne Thermal Emission and Reflection Radiometer (ASTER) es un sensor, a bordo del
satélite Terra, que fue lanzado al espacio en diciembre de 1999. Consiste en un sistema óptico con alta
resolución espacial y espectral.
La percepción remota es una herramienta muy valiosa para el monitoreo volcánico porque permite el
estudio de áreas de difícil acceso como es el caso de los volcanes emplazados en la Cordillera de los
Andes.
Existe un plan de Monitoreo Volcánico Global (Urai et al., 1999) mediante el cual cerca de 900
volcanes son monitoreados periódicamente con ASTER. El Servicio Geológico del Japón ha generado
una base de datos de imágenes ASTER de volcanes del mundo, desde el año 2000 a la actualidad y se
encuentra abierta al publico http://www.gsj.jp/database/vsidb/image/index-E.html
ASTER permite realizar el análisis topográfico y geológico, el mapeo de productos volcánicos, el
análisis de la evolución de la pluma eruptiva, el monitoreo de temperatura de las lagunas de los
cráteres, la generación de modelos digitales de elevaciones, el mapeo de la temperatura superficial y el
análisis de la emisión de dióxido de azufre (Urai et al., op.cit.).

505
¿Qué ventajas ofrece ASTER en el monitoreo volcánico?

El sensor ASTER consta de tres subsistemas ópticos separados: los radiómetros miden en el visible e
infrarrojo cercano (VNIR), en el infrarrojo de onda corta (SWIR) y en el rango infrarrojo térmico
(TIR).

Subsistema Nº de Banda Rango Espectral µm Resolución Espacial

1 0,52 – 0,60
2 0,63 – 0,69
VNIR 15 m
3N 0,76 – 0,86
3B 0,76 – 0,86

4 1,60 – 1,70
5 2,145 – 2,185
6 2,185 – 2,225
SWIR 30 m
7 2,235 – 2,285
8 2,295 – 2,365
9 2,360 – 2,430

10 8,125 – 8,475
11 8,475 – 8,825
TIR 12 8,925 – 9,275 90 m
13 10,25 – 10,95
14 10,95 – 11,65

Figura 1. Bandas de ASTER y rangos de observación

El subsistema VNIR tiene 4 bandas que incluyen la posibilidad de visión estereoscópica en el sentido
de la órbita, mediante un telescopio que realiza tomas en dirección nadir (banda 3N) y de otro
telescopio que apunta hacia atrás (banda 3B). Esto permite la generación del modelo digital de terreno
y realizar el cálculo de la velocidad de desplazamiento de las plumas eruptivas debido a la diferencia de
tiempo (segundos) en la toma de ambos telescopios.
La ceniza volcánica fresca y los depósitos de flujos piroclásticos tienen una respuesta brillante y
colores claros en este subsistema. Las efusiones o los domos de lava se observan con colores oscuros
en VNIR y son brillantes en SWIR.
El modelo digital de elevaciones tiene una precisión superior a los 10m en dirección vertical (Z),
superior a los 50m en la geolocación (X,Y) y ha sido validado para elevaciones de hasta 3000m. Esto
permite la observación de los cambios morfológicos que se producen en las áreas volcánicas, teniendo
como limitante la resolución espacial del VNIR de 15m.
El subsistema SWIR tiene 6 bandas pensadas principalmente para mapeo de suelos y minerales

506
(Yamaguchi et al., 1998). Este subsistema tiene la posibilidad de captar blancos con altas temperaturas
como flujos de lavas y fumarolas debido a que tiene la posibilidad de programar un bajo valor de
ganancia que evita la saturación de los detectores.
TIR tiene 5 bandas en el infrarrojo termal que permiten la discriminación de rocas y la observación de
las temperaturas superficiales como la de los lagos de los cráteres. Las temperaturas que oscilan entre
27 y 100 grados son captados por este subsistema.
El dióxido de azufre es uno de los principales componentes gaseosos en áreas volcánicas y presenta un
patrón espectral característico de absorción en la banda 11 lo que permite la aplicación de índices para
su identificación.
Los tres subsistemas de ASTER cubren un área de 60km de barrido con la posibilidad de tomas
laterales de manera que cualquier punto puede ser visualizado por lo menos una vez cada 16 días. Para
casos de emergencia este tiempo puede ser menor debido a la posibilidad de tomas laterales de hasta 24
grados en sentido perpendicular al de la órbita.
Los volcanes que son monitoreados a nivel global están divididos en 3 clases, A, B y C. Los volcanes
clase A son aquellos que registraron muchas erupciones durante los últimos 10 años, son observados
cada 48 días en forma diurna y cada 32 días por la noche. Los volcanes clase B son los que presentan
múltiples erupciones en los últimos 100 años y son observados en forma diurna y nocturna cada 3
meses. Los volcanes clase C, de menor actividad, son observados cada 6 meses en forma diurna y
nocturna.
Los volcanes Copahue, Peteroa, Tupungatito, San José y Láscar fueron seleccionados e incluidos en el
plan de monitoreo volcánico del SEGEMAR (Castro Godoy et al. 2003). A la clase A pertenecen los
volcanes Láscar y Copahue mientras que en la clase B se incluyeron a los volcanes Peteroa,
Tupungatito y San José. Estas áreas tienen una revisita mensual de monitoreo nocturno y tomas
especiales diurnas en épocas de deshielo para los volcanes de Mendoza y Neuquen.

¿Cómo se realiza el monitoreo de TEMPERATURAS y SO2?

El monitoreo de temperaturas se realiza utilizando los subsistemas SWIR y TIR a partir de imágenes
nocturnas para evitar la componente de reflexión de la luz solar.
En la Figura 2 se observa el rango de temperaturas que capta ASTER en cada una de sus bandas
espectrales.

507
Figura 2. Relación entre bandas y temperatura. 2a VNIR y SWIR , 2b TIR
(Tomado de Urai, 2003)

En abcisas se encuentran representadas las 14 bandas de ASTER (longitud de onda en micrómetros), en


ordenadas la radiancia y las líneas curvas representan la temperatura de la tierra. La temperatura
determina no solo la energía irradiada por un cuerpo, sino también la longitud de onda ó máximo de
energía. Las bandas del SWIR captan temperaturas de hasta 460°C en la banda 4 (máxima energía) y
temperaturas menores en las bandas restantes. Las bandas térmicas TIR captan temperaturas de hasta
100°C.
Por este motivo para ciertos volcanes, como es el caso del Láscar que presenta temperaturas mayores a
100 grados, se utilizan las bandas del infrarrojo de onda corta SWIR para el cálculo de temperaturas
(Castro Godoy, 2002). En cambio para volcanes como Copahue, Peteroa y Tupungatito las bandas
térmicas son las adecuadas para calcular las temperaturas de sus lagunas cratéricas ya que las
temperaturas son inferiores a los 50°C (Castro Godoy et al., op.cit.)
La radiancia detectada por el sensor es el producto de la emisividad y temperatura de la superficie y de
la transmitancia atmosférica; estos factores se encuentran relacionados mediante la función de Planck
(1):

Radiancia al sensor Rλ = τλ ελ B (λ,T) / π + R atm, λ (1)


τλ transmitancia atmosférica
ελ emisividad de la superficie terrestre
B(λ,T) Función de Planck
R atm, λ Radiancia de la atmosfera

508
Por lo tanto para poder calcular la temperatura de la superficie se debe realizar la corrección
atmosférica, que elimina el efecto que ejercen el vapor de agua y los gases de la atmósfera sobre la
radiación terrestre que llega al sensor. Esta corrección se realiza en las bandas térmicas, mediante la
aplicación de un software elaborado por el Comité Científico de ASTER denominado TES
(Temperature and Emissivity Separation Algorithm). Este realiza la corrección mediante la utilización
de un modelo de atmósfera (MODTRAN), datos de ozono, perfiles de temperatura y vapor de agua,
seleccionados de una base de datos global según la ubicación geográfica del área de estudio. El
software realiza además la separación de temperatura y emisividad superficial y se obtienen como
resultado 5 bandas térmicas de emisividad y una banda de temperatura absoluta (kinetic temperature)
independiente de la longitud de onda.
En el caso del subsistema SWIR no se realiza corrección atmosférica, se asumen valores de emisividad
y de transmitancia atmosférica y mediante un software denominado IDEA Imagen Data processing
system for Experimental image Analysis (Urai, 2002b), se obtiene temperatura de brillo (brightness
temperature) que depende de la longitud de onda y es inferior a la temperatura absoluta.
En la Figura 3 se observa la anomalía calórica del volcán Copahue (píxel brillante) en una imagen
ASTER nocturna, en el rango térmico. El perfil transversal obtenido a partir de la imagen en el área del
cráter activo, permite observar el pico de temperatura absoluta de 45 grados centígrados.

Figura 3a. Volcán Copahue, subescena de la imagen de temperatura absoluta en escala de grises.

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Figura 3b. Perfil de temperatura sobre el área del cráter.

En la Figura 4 se puede observar la anomalía térmica (temperatura de brillo) del volcán Láscar, en cada
una de las 6 bandas del SWIR. El color rojo indica las áreas con mayores temperaturas. Para evitar la
saturación de los detectores en zonas donde hay altas temperaturas, como es el caso de este volcán, se
le asigna un bajo valor de ganancia (Low Gain) a las bandas 4, 6 y 8.

Figura 4. Anomalía térmica del volcán Láscar. Imagen SWIR nocturna, temperatura de brillo

510
Las bandas térmicas se utilizan para detectar presencia de SO2, debido a que este gas tiene una fuerte
absorción en la banda 11 (Urai, 2004). Se realizó el cociente de bandas b11/(b10+b12) en el área del
volcán Láscar, aunque se debe hacer la salvedad de que las condiciones ambientales son muy distintas
a aquellas donde se ha aplicado y validado el método; Miyakejima es una isla rodeada de mar, en tanto
Láscar se encuentra rodeado de materiales terrestres heterogéneos. En la Figura 5 se puede observar la
evolución y disminución del tamaño de la anomalía de gas en el cráter del volcán Láscar a través del
tiempo. En el perfil transversal se observa un pico de absorción muy fuerte sobre el cráter (color azul
oscuro) debido al contenido de SO2 (Castro Godoy et al. op. cit.).

5a. Subescena del 19/11/2000

5b. Subescena del 12/11/2003

511
5c. Perfil del índice de SO2 sobre el cráter

Figura 5. Volcán Láscar, índice de SO2

Trabajos citados en el texto

CASTRO GODOY, S. (2002). Mapeo Geológico y Monitoreo de Volcanes a Partir de Datos Satelitales
de Última Generación, ASTER. Informe Final de Beca, AIST, Servicio Geológico del Japón.
Convenio JICA – SEGEMAR. Tsukuba, Japón.
CASTRO GODOY S., M. URAI ,M. KAKU, H. TONOOKA (2003). Utilización de datos Aster para el
monitoreo de volcanes y la identificación de productos volcánicos. XI Simposio de la Sociedad
Latinoamericana de Percepción Remota y Sistemas de Información Espacial. Belo Horizonte,
Brasil.
URAI, M., FUKUI, K., YAMAGUCHI, Y. AND PIERI, D.C. (1999). Volcano Observation Potential
and Global Volcano Monitoring Plan with ASTER. Bulletin of the Volcanological Society of
Japan, 44, N 3, 131-141.
URAI, M. (2002a). Global volcano observation plan and a volcano image database with ASTER.
ASTER Science Team Meeting. ASTER Workshop. 23 May, 2002, Aoyama TEPIA, Tokyo, Japan
URAI, M. (2002b). Surface temperature analysis of volcanoes with ASTER. IDEA manual. Geological
Survey of Japan.
URAI, M. (2003). Volcano Monitoring with ASTER. IV Seminario ASTER-GEOSAT. Datos
Satelitales de Ultima Generación. SEGEMAR-JICA, Buenos Aires, 21 - 22 de marzo de 2003.
URAI, M. (2004). Sulfure dioxide (SO2) flux estimation from volcanoes using ASTER. A case study
of Oyama volcano in Miyakejima, Japan. Journal of Volcanology and Geothermal Research, Vol.
134, Issues 1-2, pages 1-148.
YAMAGUCHI Y., KAHLE A.B., TSU H., KAWAKAMI T. Y PNIEL M. 1998. Overview of
Advanced Spaceborne Thermal Emission and Reflection Radiometer (ASTER). IEEE Transactions
on Geoscience and Remote Sensing, Vol. 36, N°4.

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