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Por alguna razón –necesaria o no- siempre ha existido la acción de gobernar

al hombre por medio de distintas formas para salvaguardar la integridad de un


órgano: el conglomerado social a merced de unas cuantas personas. Como
estudiantes de política podemos llegar a la conclusión de que existen distintas
formas para reprimir los deseos violentos y exaltantes de la gente y que estas
formas de regímenes no son siempre una acción deliberada y a consciencia sino
que se forman a través de la historia y por medio de las necesidades y las
concepciones humanas han cambiado a través del flujo temporal.

A simple vista y teniendo en cuenta las variables y constantes que intervienen


en la cotidianeidad nos percataremos que no existe como tal una libertad: estamos
regidos por un lenguaje, una concepción de bien y mal, una estructura de poder,
etc. Entonces el régimen no sólo se da a través de, forma neta, un Estado o
Gobierno sino que existen además un sinfín de posibilidades reguladoras del
instinto animal. Como hemos visto a existido a través del tiempo muchas actitudes
en contra del caos pero éstas se han transfigurado al grado de un ente inerte que
necesita una nueva forma de movimiento que se actualice y tome forma para
recibir en forma de recipiente al hombre de la nueva época, que vive de distinta
manera al hombre temporal anterior.

La genealogía se ha adaptado a esta necesidad de encasillamiento humano


por medio de la sucesión de eventos para formar una estructura declarada
abiertamente como la historia. Cabe destacar, como ha dicho Foucault –y
recurriendo a su vez a Nietzsche- que esta forma de poder del hombre por sobre
el hombre ha suscitado un suicidio del hombre de conocimiento para llegar a un
éxtasis etéreo. Dándonos cuenta de que es una represión – paradójicamente-
tenemos que aceptarla para reformar la realidad a una estructura definida pero al
final decidimos que la mejor manera de reformar nuestro pasado no es la
genealogía como estructuración del tiempo sino que se debe analizar al pasado
por medio de sus azares y sus efectos sobre la sociedad. La continuidad
desaparece para dar concepción al estudio del conocimiento por medio de las
minuciosidades sociales; estas fuerzas son difíciles de identificar y generalmente
son engendros de un conjunto de fuerzas.

El mismo Foucault ha desarrollado en diálogos con estudiantes otra forma de


orden social: la educación. El gobierno ha implementado un conjunto de
maniobras pero una de las más trascendentales es la educación. Esa forma de
imponer a todos los estudiantes regentes de determinado gobierno que la realidad
es así o asa. Notamos que se impone un conjunto de conocimiento como reales,
siendo irrefutables.

Se indica que el humanismo es empleado, a partir de distintas formas de


empatizar, para garantizar la acción perenne del gran coloso que es la
organización social, mientras tanto la técnica permite el desarrollo de esta
sociedad. El humanismo es aquello que se ha usado para obstruir el deseo y el
acceso de poder. Se prohíbe querer el poder y se elimina la posibilidad de tenerlo.
Plantea que nuestras acciones no buscan el alma sino que se busca borrar la
insondable frontera entre inocencia y culpabilidad.

Estando en otra sección en la capitulación del compendio de formas de


represión diremos que la justicia como herramienta sustentable ha tenido
importancia en la historia. La organización social o, simplemente, represión ha
estado garantizada por un conjunto de tres constantes: policía, justicia y prisión.
Esta organización ha cambiado –como no- por la forma que tiene la forma de
luchas.

El sistema penal constituido una diferencia y ha formado las divisiones en la


sociedad de hoy en día. El sistema penal fue introducido por una burguesía que
deseaba usarlo como un instrumento de táctica para dividir las clases sociales.
Tiene el discurso de que puedes ir a la cárcel por no cumplir una obligación tal
como la cárcel por no ir al ejército
Por otro lado tenemos el uso del simple y llano sentido del poder. Como se ha
notado en distintas ocasiones teniendo un sinfín de concepciones del poder, pero
en esta ocasión estaremos en la contextualización de que el poder es una
capacidad de hacer algo más allá de lo que uno puede hacer. Tener la capacidad
de realizar una acción, estar en posición de lograr un fin. Un grado más alto está
en posición de lograr un fin por medio de la acción de otros o usar la capacidad de
los demás para lograrlo. Y, evidentemente, esta es otra forma de control sobre los
demás. En otras palabras: “El poder no es más que la capacidad de imponer la
propia voluntad a otros”.1

Para lograr aquello se usan distintas herramientas como el discurso político


donde se busca ejercer el poder por medio de creencias compartidas, usándolas
para aprovechar la mentalidad popular.

Después de leer algunas lecturas es fácil percatarse que la autoridad está


presente siempre por medio de distintas formas tangibles e intangibles que existen
para regir la mente del hombre. Sea como sea, es difícil imaginar un
conglomerado de gente sin un control. Quizás el decir “un mal necesario” es
verdaderamente aplicable a nuestra cotidianeidad.

1
Max Weber, Economía y sociedad, México, Fondo de Cultura Económica, vol. 1, 1974, p. 43.
Bibliografía

Foucault, M., Varela, J., & Alvarez-Uri ́a, F. (1992). Microfísica del poder. Caps.1-3. Madrid: La
Piqueta.

Giménez, G. (1981). Poder, estado y discurso. Cap 1. México: Universidad Nacional Autónoma
de México.

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