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1. Introducción.
El estrés hídrico supone una disminución de la actividad fotosintética que repercute en una
menor síntesis y transporte de los acumulados para el crecimiento, maduración y agostamiento,
traduciéndose éste en un descenso de la calidad del racimo.
El tema del riego, ha sido siempre objeto de controversia. Los efectos de éste en la calidad de la
cosecha son muy variados. Si la planta no padece estrés hídrico, su desarrollo, vigor y actividad
fotosintética son más elevados.
Con el riego se asegura un buen vigor de la planta que permite una correcta iniciación floral y
constante producción de yemas florales, mejora la maduración de los frutos y aumenta la
cosecha.
Lo que resulta evidente es que la aplicación indiscriminada del riego a elevadas dosis (sobre
todo cuando el agua aportada se realiza durante la maduración) conduce a una disminución de la
calidad de la uva y del vino.
La vid es una planta que tiene relativamente pocas necesidades de agua. Se estima que precisa
entre 280-300 litros para formar un kilogramo de materia seca. Además la vid dispone de un
potente sistema radicular que profundiza en el suelo y un gran poder de succión de sus raíces. Se
considera que la vid puede sobrevivir con precipitaciones de 250 milímetros anuales y con
temperaturas extremas de 40ºC, con reducidas producciones. Se considera que una pluviometría
que oscile entre 350 y 600 mm. es adecuada para la producción de vinos de calidad.
El riego debe usarse como medida de disminución del estrés, siempre conservando un cierto
déficit hídrico, sobre todo en el proceso final de maduración.
Para hacer el aporte de agua al suelo se pueden emplear diferentes sistemas de riego. Para la
elección del más idóneo, hay que tener en cuenta una serie de consideraciones:
El mejor sistema será el que mejor aplique el agua con un bajo coste económico y de energía y
mayor eficiencia de riego.
Por esta razón descartamos el riego por aspersión es sus diferentes posibilidades.
Riego a manta.
* Ventajas:
Consiste en aplicar el agua de riego en pequeñas dosis, de forma muy frecuente, en un volumen
muy reducido y en cantidades suficientes para satisfacer las necesidades hídricas de la cepa.
En general es suficiente con dos goteros por cepa, colocados a 15 cm de la cepa, aunque esto
depende del desarrollo de la cepa y de la permeabilidad del suelo.
La presión de trabajo de los goteros suele ser menor de dos bares y su caudal normal es de 4 l/h,
pudiendo oscilar entre 2 y 8 l/h.
Ventajas:
Es un tipo de riego por goteo en el que los laterales porta-emisores están enterrados en el suelo a
una determinada profundidad, entre 5 y 50 cm.
La instalación debe realizarse en el centro de la calle, para que el bulbo húmedo moje las raíces
de dos filas de plantas.
Siempre se trabaja con tuberías con gotero integrado en el interior de la misma, aunque se
pueden emplear goteros pinchados. Ha de ser un gotero fiable de la máxima calidad y con un
diseño específico que le haga resistente a las obstrucciones por deposición de partículas en el
laberinto del mismo.
• Ventajas:
• - mayor uniformidad
• - mayor transpiración
• - localización de fertilizantes
• - utilización de aguas residuales
• - mayor duración
• - mejor distribución de agua
• - menor consumo de agua
• - ausencia de enfermedades.
* Inconvenientes:
- en las zonas con poca lluvia se pueden acumular sales en la superficie perjudicando la
germinación del cultivo siguiente.
- - dificultad de localizar fugas y averías.
- - existe poca actividad radicular en la superficie, por lo que los abonos de poca
movilidad (potasio, fósforo) se deben aplicar por fertirrigación.
El sistema de riego elegido es el de riego localizado por goteo aéreo, por las siguientes razones: