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Jordi Cases Arasa

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Reseña de Historia Social


La Historia social y los historiadores-Editorial: Crítica-Autor: Julián
Casanova

Julián Casanova es profesor de Historia contemporánea de la Universidad de Zaragoza y


es autor de algunas obras como Anarquismo y revolución en la sociedad rural
aragonesa, 1936-1939 o el sueño igualitario.

Julián Casanova nos dice que desde hace unos años, la economía, la cultura, la sociedad
han llamado la atención de los historiadores, sustituyendo a la historia política que habla
de las decisiones y acciones de los personajes que están al poder. La historia Social ha
despertado mucho interés en los tiempos presentes. Sin embargo, este tipo de historia
requiere de una gran capacidad de análisis, reflexión y un mayor esfuerzo de
clarificación. Julián Casanova nos quiere mostrar como ha evolucionado la historia
social. En este sentido, hay que distinguir tres épocas distintas: el nacimiento de la
Historia Social, su Edad de Oro ubicada después de la Segunda Guerra Mundial y una
crisis con la posterior recuperación y las diferentes propuestas de renovación en los
últimos años. La Historia Social se quiere centrar en los problemas de investigación e
interpretación. En el aspecto cultural, es un libro que hace planteamientos interesantes.
En general este libro resulta una interesante guía ante los problemas de la historiografía
actual.

Esta reseña habla de los diferentes cambios que ha habido en la forma de hacer la
historia desde finales del Siglo XIX y la forma de trabajar de los historiadores.

Hasta finales del Siglo XVIII, se hacía una historia política sirviendo a los poderes
legitimados, con la narrativa como herramienta para explicar la historia. Sin embargo el
Siglo XIX, aportó una importante dosis de profesionalización, que nos llevó a
considerar la Historia como una ciencia. El historicismo, muy utilizado por los
alemanes, es como un paradigma de pensamiento y prácticas históricas, que se ha
centrado mucho en la singularidad e individualidad de los fenómenos históricos. El
historicismo tuvo momentos muy importantes, el primero de ellos empieza con Leopold
von Ranke. En aquel entonces, el historicismo legitimaba los fracasos de las diferentes
revoluciones burguesas del largo del Siglo XIX y del establecimiento de un sistema
parlamentario y constitucional a Alemania. Las consecuencias del desarrollo político de
Alemania, derivaron en un Estado con unos rasgos autoritarios, militaristas y
burocráticos. Karl Marx empezó a divulgar con una nueva teoría que de la misma
manera que la sociología, pretendía ser una ciencia preocupada por los problemas de la
sociedad y que estaba encaminada para comprender el desarrollo del capitalismo y las
diferentes revoluciones políticas desde el Siglo XVIII. El marxismo se convirtió en la
teoría o doctrina de la clase obrera organizada. Para encontrar los orígenes de la

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Historia Social, hay que irnos a Francia. Marc Bloch y Lucien Febvre en 1929 fundaron
la Annales d’historie économique et sociale, con la idea de intentar hacer una historia
total, entendiendo el pasado de los individuos en su contexto geográfico, social y
cultural.

La Historia Social nos muestra la cara humana en el pasado. Tiene que ser más analítica
que narrativa y más temática que cronológica. La historia tradicional colocaba por
delante la política, la diplomacia y las guerras; mientras que la nueva, antepone a los
grupos sociales, el trabajo y los conflictos que ello conlleva, a lo anteriormente
mencionado. Es decir, la vieja historia se hace sobre las elites, mientras que la nueva
aglutina a todas las clases sociales. Toda la historia, es historia social y no le podemos
otorgar una especialización como por ejemplo la historia política, militar o económica,
porque no se puede separar al ser humano de los diferentes aspectos que le rodean.
Algunos de los representantes más cualificados de la historiografía francesa de la
década de los 60 y 70, comulgaba con esta idea, ya que ellos solo pretenden hacer una
Historia global o total. Los marxistas comienzan con un análisis del entorno material e
histórico. A continuación, nos hablan de los diferentes métodos de producción, la
estructura económica, como se divide el trabajo, la acumulación, el intercambio y la
manera como se reparte la plusvalía. Es decir, se centra sobretodo en los aspectos
económicos que afecta a la clase obrera. La escuela de los Annales, se centra más en
recurrir en analizar el tipo de estructura, barajar una serie de hipótesis y finalmente
centrarse en los acontecimientos con la finalidad de hacer una historia total. Ambas
propuestas tienen virtudes, pero también una serie de carencias. Los marxistas, porque
tienden a regirse demasiado al modelo de base y superestructura. Los Annales sin
embargo, no son capaces de detectar los factores clave que termina comportando el
cambio en las sociedades. La Historia Social, nos muestra los diferentes fenómenos que
afecta a los grupos sociales por encima de los individuales y los diferentes cambios
estructurales que sufren. Por tanto cuando hablamos de Historia Social, lo que tenemos
que tener presente es que nos referimos a una Historia estructural.
Durante una serie de años, se apeló a las ciencias sociales para que solucionasen
problemas de la historia. Sin embargo, se pidió ayuda a unas disciplinas que en aquel
momento dominaban una serie de tendencias que no eran históricas y es que la
asociación de la historia, la antropología y la sociología, no fue fácil. El resultado de
ello fue una serie de teorías que para nada servían para explicar la transformación de las
distintas sociedades humanas.
La fuerza alcanzada por la historiografía francesa en la primera mitad del Siglo XX, se
contraponía al frenazo que sufrió la historiografía alemana entrando en una crisis que
fuera de sus fronteras se extendería hasta hace bien poco. Entre las diferentes causas que
podemos encontrar en ella, hay que destacar la creencia en la superioridad de los
principios historicistas y las particularidades de la historia alemana. Existía un notable
número de profesores que controlaban el acceso a la profesión y que la posición que
ocupaban en la sociedad, dependía de las enseñanzas que llevaban a cabo para lograr
forjar el Estado Nacional con una estructura sólida y bien desarrollada. Las
consecuencias de la derrota de la Primera Guerra Mundial, comportó un endurecimiento
de la historiografía alemana. La vieja guardia de historiadores y la nueva, rechazaban en
su mayoría la República de Weimar con una reivindicación de la tradición alemana
como eje central de su historia. Estos mismos historiadores no variaron tampoco su
posición al finalizar la Segunda Guerra Mundial, siguiendo con un discurso que no
llevaría síntomas de cambio hasta entrada la década de los cincuenta.

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Por lo que respecta a los historiadores ingleses, hay que decir que Gran Bretaña quedó
ajena de las grandes revoluciones del Siglo XIX. Había conseguido desarrollar el
capitalismo industrial y siempre se libró de las amenazas fascistas o comunistas en el
periodo de entreguerras. Destacamos una parte de la sociedad que había conseguido
forjar grandes fortunas y un importante número de historiadores que venían de familias
acomodadas. Por lo que respecta la Historia Social en Gran Bretaña, hay que decir que
abarca temas que afectan a la vida cuotidiana de las diferentes clases sociales. Se creó
una multitud de medios escritos de carácter divulgativo y de debate. En la Historia
Social de Gran Bretaña, hay una rama importante de historiadores marxistas. Sus
representantes nunca han podido librarse de la explicación de cómo se formó y
desarrolló. La mayoría de ellos procedían de familias acomodadas y habían estudiado a
las universidades de Oxford y de Cambridge, y alcanzaron un status por las buenas
universidades a las que habían ido. Estos historiadores sitúan el poder y la situación
derivada de él, en el centro del análisis y han compartido una tradición teórica entorno a
la lucha de clases, la prioridad que se concede a la acción humana a la rebelión de las
clases más desfavorecidas y el rechazo al modelo base-superestructura. A partir de aquí
tenemos diferentes tipo de historiadores ente los que destacaban los socioculturales
(Thompson, Hill, Raymond Williams o Eugene Genovense) e historiadores
socioeconómicos (Hobsbawm, Hilton y Perry Anderson). Es una historiografía con unos
fundamentos bastante sólidos con una gran flexibilidad en sus premisas teóricas, donde
tenemos un modelo como el de Anderson cercano a la sociología histórica, la historia
total que pretende hacer Hobsbawm, las lecturas culturalistas de Thomson o hacer
reconstrucciones meticulosas y de experiencias que se relacionan con Raphael Samuel y
el History Worksho. Es desde la perspectiva histórica contada desde abajo, donde mejor
pueden comprobarse las diferentes tensiones y de las virtudes y los defectos de una
manera de pensar.
Las revoluciones burguesas pueden ser empezadas desde abajo. La historia de origen
popular desde abajo solo se puede conseguir con el desarrollo cuando la naturaleza y la
política, algo característico de la historia tradicional, y las de algunos historiadores
empezaron a cambiar y tenían como referente a las revoluciones de finales del Siglo
XVIII (revolución francesa). Los pioneros en Gran Bretaña de estudiar la Historia
Social desde abajo, fueron historiadores como Green o Michelet, pero su antecedente lo
encontraríamos con el francés George Lefebvre. Sin embargo el gran personaje por
excelencia que llevará a cabo este tipo de historia en Gran Bretaña, fue George Rudé.
De este personaje tenemos que decir que empezó a mostrar interés por la política a los
22 años y tras un viaje, regresó en Gran Bretaña como comunista. Rudé pertenece a una
escuela de historiadores marxistas que se replanteó cuestiones sobre el tipo de temas
que tenían que abarcar con un replanteamiento crítico de una serie de cuestiones
temáticas e ideológicas. Gracias a los diferentes viajes que realizó, le sirvió para
alcanzar un grado de conocimiento suficiente de cómo evolucionan las diferentes
culturas y sociedades. Emprendió diferentes viajes en parte por su condición de
comunista. En una época como era la Guerra Fría, la vida para un profesor en Gran
Bretaña no era fácil. No eran despedidos de su cargo, pero pocas aspiraciones, para no
decir escasas, podían tener con su condición política. La única solución pasaba por
denunciar a los comunistas y no fue el caso. Por lo tanto tras una oportunidad que
surgió, cogió una plaza en la Universidad de Adelaida en Australia. Rudé era un
historiador que mostraba un gran interés por su investigación a través de los archivos y
de la historia cuantitativa. Rudé intentó analizar los diferentes movimientos populares
específicos. Rudé pretende combinar el examen empírico con una estructura teórica que
ejemplifica una serie de características acorde con su modelo. Su libro La multitud de la

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historia, se inicia con una discusión metodológica y termina con una serie de
reflexiones generales sobre la multitud, los diferentes motivos y sus creencias así como
la conducta de sus multitudes como de sus éxitos y fracasos. Presentar la obra de Rudé y
la de la Historiografía marxista como pragmática, detallada y de escaso nivel teórico
podría significar un engaño para la gente. La teoría no camina por si sola y con ella
tenemos que pararnos a reflexionar, analizar, comprender y valorar una serie de hechos
que resultan muy importantes. Los historiadores marxistas han dejado claro que
haciendo un análisis detallado no se tiene que estar reñido a la teoría y que además de
pensar como edificar diferentes modelos, tiene que haber un componente imaginativo
que con un profundo análisis le pueda servir al historiador para permitirle descartar
hipótesis que no sirven para nada. Como diría George Lefevbre, Sin erudición no hay
historia, es lo que han llevado a cabo diferentes historiadores marxistas británicos, para
poder conseguir resultados de carácter satisfactorio.
Las diferentes metodologías, y teorías explicativas, habían cobrado mucha fuerza, pero
entraron en un momento de crisis. Existía una cierta nostalgia de la manera de trabajar
de los fundadores de Annales y de la vieja tradición marxista. Los neomarxistas
británicos estaban en la cuerda floja. Su obsesión por el método y las técnicas habían
desprovisto el trabajo histórico de contenido teórico.
Fue un momento de cambio, aquella historia narrativa que había sucumbido ante la
Historia Social cobraba fuerza de nuevo. Sin embargo esta vez no se quiere dejar de
lado los aspectos fundamentales de la Historia Social. Cuando por ejemplo haces
Historia militar y narras una guerra, hay que estudiar el impacto que puede ocasionar en
la sociedad, que en muchos casos ha significado una transformación de ella o una
evolución. Con la Historia narrativa nos limitamos a narrar los acontecimientos, pero
cuando hacemos Historia Social hay que hacer un profundo análisis y preguntarnos el
porque de los diferentes sucesos. No es que fuese un resurgir de la historia política pero
si un instrumento valioso para nuestros análisis. El recurso a la modernización, es un
intento de encubrir la consciencia política y la experiencia de clase de trabajadores.
Algunos historiadores nos dicen que la obsesión por las estructuras y la demografía es
un rasgo característico de Annales. Por otra parte nos dicen que el poder es un concepto
básico para el estudio de la sociedad y el rechazo a considerarlo de esta manera, genera
la ilusión de examinar las clases sociales sin hacer referencia al poder económico o
político. Para Judt esta es la razón de porque muchos historiadores sociales son
incapaces de proporcionar una explicación con rigor suficiente sobre las diferentes
revoluciones. Los historiadores que ponen el acento sobre la política ignoran la
diferencia entre sus opiniones y la de otros marxistas que les acusan de haber dejado en
un segundo plano su contribución en la historia del pensamiento. Esto se traduce en un
problema empírico, epistemológico y de la relación de la teoría con la evidencia
empírica. La nueva historia social se hacía vieja y un claro ejemplo es que en cuatro
generaciones de historiadores en Francia, se habían transformado con el paso de los
años las diferentes metodologías y la forma de proceder de estos historiadores llevaban
a cabo. Sin embargo, en algunos países surgieron diferentes proyectos de renovación
preparados para conservar para la historia un lugar importante en las ciencias humanas.
Esto incluía una exploración de nuevos territorios y tener que huir de los dominios que
tradicionalmente habían marcado la historia. La Historia Social cuando en momentos de
su existencia ha subido al poder, ha empezado a mostrar sus carencias. Parte de la
cuestión económica y de la cuantificación terminó huyendo hacía un mundo más
empírico. La historia social a medida que era más próxima a la sociología o
antropología sentía que ya no era necesario sostenerse sobre una base económica. Poco
a poco fue abandonando la narrativa y la política y los diferentes elementos que habían

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sostenido la historia tradicional. El hecho de que no hubiese un concepto claro de


organización fundamental por la indefinición y la complejidad que representaba el
aspecto social, serían los síntomas de una evidente desintegración dando lugar a un serie
de especializaciones de historia desde debajo de las clases que habían sido desposeídas
o el análisis de estructuras de larga duración.
El peligro de sucumbir ante diferentes desintegraciones y a un revivir del pasado,
obviando lo esencial para una reconstrucción teórica ha fomentado la aparición de
críticas y de diferentes modelos historiográficos que intentar acumular las pruebas
suficientes para hacer creíble su historia y poder construir razonamientos que expliquen
los diferentes hechos que los historiadores en primer lugar han seleccionado y que
posteriormente han reconstruido.
La sociología histórica cobró fuerza de nuevo a partir de los años 50. Algunos de sus
defensores la defendían como el estudio de las relaciones humanas en un contexto
histórico real, con el objetivo de dar una explicación de los procesos sociales que nos
cuenta y nos muestra la teoría. Había que comprender la relación entre la experiencia,
actividad personal y la organización social. El primer paso de la estrategia de
investigación que hay que seguir, es el de seleccionar los problemas para realizar el
estudio. Los historiadores recorren también a teorías pero lo hacen con un componente
más implícito que explícito describiendo al final los diferentes acontecimientos en un
determinado tiempo y lugar. Los historiadores y sociólogos también son diferentes a la
hora de realizar análisis comparativos. Los historiadores crean las diferentes
generalizaciones a partir del fenómeno de un caso, proceso o acción. Los sociólogos en
cambio quieren aplicar teorías con un carácter más universal. En estas estrategias de
investigación, cuando los sociólogos recurren a la historia algunos aplican un
determinado modelo que les sirve para explicar los casos históricos y otros usan
conceptos para desarrollar interpretaciones históricas para explicar temas que han
ocurrido en la historia de forma casual y regular. Existe un tipo de sociología histórica
que selecciona la evidencia histórica y tras un trabajo organizado finaliza con una
interpretación. Luego un segundo tipo donde hay una serie de construcciones de
carácter analítico que son más inductivas que deductivas. Cada una de estas dos
estrategias de investigación, puede aplicarse a muchos casos históricos. La tarea del
historiador consiste en reconstruir las relaciones entre determinadas partes o los
diferentes fenómenos del pasado. Necesita además diferentes teorías que les sirva para
formalizar una hipótesis para relacionar los factores de estos fenómenos. Lo que tiene
que hacer el historiador es comprobar a través del conocimiento, la imaginación y el
sistema de pensamiento y si concuerda con su hipótesis o no. Si el resultado es negativo,
tendrá que pensar en otro modelo.
En el caso de España la evolución que ha experimentado la Historia Social desde el
Siglo XIX (orígenes, edad de oro, crisis etc) no es el mismo que en otros lugares. En
Francia tenemos una rebelión contra los poderes tradicionales. En Alemania el dominio
del historicismo, pese a la influencia ininterrumpida de planteamientos alternativos de
historia económica y social. En Gran Bretaña, el Empirismo dio claros síntomas de
ruptura ante la fuerza de una tradición intelectual de naturaleza marxista y radical.
Incluso en Italia en el primer tercio de Siglo, surgió una nueva manera de hacer la
historia que se contraponía a la historia tradicional y con una naturaleza positivista
como la francesa. En España, en cambio la victoria del régimen de Franco impuso una
autarquía de carácter intelectual que impidió salvaguardar las fuerzas y raíces
democratizadora que permitieran la elaboración de nuevos conocimientos
historiográficos. Existen tres vías de renovación de la historiografía española. La
primera de ellas tiene como origen los planteamientos que realizó Jaume Vicens Vives

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sobre la industrialización, los efectos y el estancamiento económico en el siglo XIX.


Entonces se empezó a contemplar la historia económica como una especialización de la
historia general distinta al dominio que había mostrado la historia política. Una segunda
vía de renovación llegó con la crisis del franquismo emergiendo de la ampliación de los
campos de estudio de la historia política tradicional utilizando conceptos que había
prestado la ciencia política y la sociología. La tercera y última llegó a mediados de los
sesenta, irrumpiendo con fuerza la historia social a través del movimiento obrero
consiguiendo una gran producción bibliográfica. Estas tres vías de renovación han
tenido que aportar un repertorio de hipótesis, problemas y estudios empíricos. Es
necesario para que estas historiografías tengan un buen reconocimiento abordar el
conocimiento del pasado desde diferentes posiciones que estén vinculadas al debate, a
crear nuevas ideas, a discutir e intercambiar posiciones de carácter intelectual.

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